La cuarta ciudad más poblada de Estados Unidos es diversa e invertebrada. Sede de la NASA, epicentro médico y capital de la industria petrolera, su poderío económico se traduce en una oferta artística inigualable, así como en una diversidad étnica y gastronómica que se suma a la tradición texana de rodeo y barbacoa. 48 horas aquí dan para (casi) todo esto.
DÍA 1.
De los aeropuertos de Houston, lo más probable es que tu puerta de entrada por vía aérea sea el George Bush Intercontinental Airport, cuyo nombre hace honor al 41 presidente de los Estados Unidos, fallecido en 2018. Emplazado al norte, unos 40 kilómetros nos separan de nuestro hotel, The Houstonian, que precisamente fue la residencia en Texas del presidente Bush cuando servía en Washington y ahí sigue su suite.
Lo elegimos, sin embargo, porque cuenta con el sello de calidad de Preferred Hoteles and Resorts y también porque además de hotel es un club y spa rodeado de naturaleza, donde practicar deporte, relajarse en sus piscinas y tomar el pulso local. No serán muchas las oportunidades de asistir a la vida ociosa y cotidiana de esta urbe invertebrada en la que todo se hace en coche, hasta sacar dinero del cajero.
The Houstonian queda a pocos pasos –aunque lo de caminar está complicado, avisamos– de Memorial Park, uno de los pulmones verdes de la ciudad. Allí se reúnen el Arboretum o Jardin Botánico, áreas de picnic, un campo de golf, el club de polo, así como senderos de paseo o bicicleta. Siguiendo el curso del Bayou, el río de la ciudad, o Memorial Drive, se llega al Buffalo Bayou Park, otra apacible área verde, en donde se pueden visitar las antiguas cisternas –reservorios de agua de la ciudad– que datan de 1926 y hoy acogen performances e instalaciones artísticas.
La oferta cultural de Houston, como el calor y la humedad, es apabullante. Ésta viene respaldada por las ingentes donaciones de las familias más acaudaladas, normalmente vinculadas a la industria del petróleo. El caso más evidente es The Menil, en cuyas inmediaciones pasaremos la tarde. Se trata de la colección privada del matrimonio de origen francés John y Dominique de Menil, neé Schlumberger. La heredera de la mayor compañía de perforación petrolera offshore del mundo se instaló con su marido en Houston dejando atrás un París ocupado por los nazis. Pronto comenzaron a coleccionar arte, cuyas 19.000 obras atesora hoy el museo que encargaron a Renzo Piano.
Además del museo, al Pritzker italiano le encomendaron la aledaña galería Cy Tomwbly, mientras que Philip Johnson fue el elegido por el matrimonio para erigir la Rothko Chapel, una capilla aconfesional que alberga catorce obras del pintor abstracto. Junto con el parque de robles imponentes, el bistró y la tienda/librería, The Menil regala un ambiente contenido, acogedor, elegante, que contrasta con la rudeza de las inevitables las autopistas que hilvanan la ciudad.
Montrose, el barrio en el que se emplaza, es un pequeño oasis con galerías de arte (Sicardi, Ayers y Barcino), tiendas (Space Montrose, Montrose Collective) y librerías (Basket), cafés (Brasil, Vibrant, Agora), enotecas (Lightyears) y restaurantes recomendables (Bluedorn, Cuchara, Uchi).
Sin embargo, reserva mediante, elegiremos para cenar Tatemó. El tex-mex es omnipresente en Houston (con clásicos como Ninfa’s), donde uno compra tamales y bolillos como donuts y cookies. De un tiempo a esta parte, la auténtica gastronomía mexicana ha tomado posiciones y la última revelación ha sido la del chef Emmanuel Chávez, quien en un discreto local próximo a la autopista sirve un menú degustación para 16 comensales basado en el maíz, en un logrado esfuerzo por recuperar su valor cultural y dignidad.
DÍA 2.
Aunque puede visitarse cada día hasta las 10 de la noche, es el amanecer el mejor momento para disfrutar en su totalidad el Twilight Epiphany Skyspace de James Turrell en el campus de la universidad de Rice.
Vale la pena un paseo por esta prestigiosa universidad privada, en la que destaca su Moody Center for the Arts, y la arquitectura de sus facultades, como su Shepherd School of Music de Ricardo Bofill. Para desayunar nos acercaremos al cercano Rice Village (2400 University Blvd ), con tiendas y restaurantes recomendables (Navy, Hamsa).
Rice queda cerca también de Hermann Park (con el zoo y el Miller Outdoor Theatre, un teatro gratuito al aire libre muy apetecible). Éste separa el barrio llamado Texas Medical Centre, epicentro mundial de la investigación contra el cáncer –Houston es para quien puede permitírselo un destino de turismo médico– y el llamado Houston Museum District).
Nuestra siguiente parada será, pues, el Museum of Fine Arts. El museo de Bellas Artes atesora una de las colecciones de arte más ingente de Estados Unidos, repartida en varias edificaciones, cuyos nombres recuerdan la generosidad de sus patrones: La primera –ampliación del edifico neoclásico seminal (1924)– la firmó Mies van der Rohe (Caroline Wiess Law Building), la segunda (Beck Building) es de Rafael Moneo y la más reciente (Kinder Building), del estudio de Steven Hall y se emplaza junto al Cullen Sculpture Garden, creado por el escultor Isamu Noguchi. Los espacios del museo se comunican por túneles subterráneos ideados por los genios de la luz: James Turrell, Carlos Cruz-Diez y Ólafur Elíasson.
“Houston, tenemos un problema”, y es que podríamos pasar aquí el día entero pero tenemos también que visitar la el Johnson Space Centre. Es decir, la NASA.
Pero, antes, una barbacoa, quintaesencia de Texas junto con las botas de cowboy (si es tu souvenir, Tecovas en Rice Village es tu sitio) y el rodeo que tiene lugar en el mes de marzo. Si bien en Houston hay buenas opciones (Truth, Gatlin), disfrutaremos de los cortes de carne ahumados y cocinados a fuego lento en Rudy's. A seis kilómetros de distancia, llegamos al Space Centre, un centro de aprendizaje inmersivo sobre la ciencia y la exploración espacial apto para niños de todas las edades. Cuenta con espacios interactivos, planetarios, tour por las instalaciones… muy recomendable.
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De vuelta en Houston, acabaremos en The Heights. Este barrio con encanto histórico (para los parámetros locales) tiene una arquitectura propia de estilo craftman y un oferta cultural y de ocio de inspiración hipster, además de buenas direcciones. Para cenar y terminar el día nuestra elección es, sin duda, Squable, un bistró de cocina norteamericana con influencia europea.
Post Data. No, no hemos olvidado de Beyoncé. La houstoniana más celebrada de todos los tiempos creció en Third Ward, un barrio afroamericano cuya visita vale la pena. En concreto, las Project Row Houses, casas adquiridas por esclavos recién emancipados que desde hace 30 años acogen exposiciones para enriquecer la comunidad a través del arte.