Sumba: la isla indonesia en la que se para el tiempo

A tan sólo una hora volando desde Bali espera Sumba, una isla que parece suspendida en el tiempo y que es capaz de empujarte hacia la pausa ante la vorágine en la que se mueve el mundo. En Sumba todo sigue el ritmo que siguió algún día.
Atardecer en Sumba Indonesia
Getty Images

Situada al este de Bali, algo más cercana a Australia y la rodea un mar tibio que atrae a surferos pero en el que sí es posible bañarse. Sumba no tiene grandes infraestructuras más allá de dos carreteras y algunos hoteles, entre ellos, The Sanubari, uno de los hoteles que seleccionamos en Traveler en nuestra Hot List de este año.

En Sumba no funciona Google Maps. Bueno, funciona pero no de la manera que uno necesita así que es mucho más efectivo preguntar y confiar en la propia intuición porque un camino de 8 minutos en moto en el mapa se puede convertir en una hora. Cultivar la paciencia también es uno de los fuertes que tiene la isla para ofrecer así que prepárate para alquilar una moto o un coche y ponerte a recorrer. Nosotros nos alojábamos entre The Sanubari y Sumba Beach House y decidimos movernos en esa esquina de la isla para no pasar demasiado tiempo conduciendo y poder explorar más cosas cercanas.

Rodeada por un mar tibio, situada al este de Bali y algo más cercana a Australia, se encuentra la isla de Sumba.

Agustín Grande

Tu misión será curiosear entre pueblos, retozarte en la arena, bañarte, probar a hacer surf, beberte un coco frío, parar a crear tus propias postales en la carretera, charlar alrededor del fuego en la noche y mirar las estrellas. Te aseguro que si suena bien, vivirlo es todavía mejor.

En esta búsqueda improvisada llegamos al kampung Mot Dowu, un pequeño pueblo dónde viven varias familias locales, y pudimos ver de cerca cómo son las casas propias de la isla. Sostenidas en cuatro pilares y con un tejado que se eleva en vertical tienen la apariencia de sombrero de mago. Esos cuatro puntos en los que se apoya el tejado representan el norte, el sur, el este y el oeste. Al centro siempre hay un fuego que representa el sol y es dónde cocinan. La mayoría de la población de Sumba practica la religión Marapu (animalista) pero conviven también con cristianos y musulmanes.

Kampung Mot Dowu, un pequeño pueblo dónde viven varias familias locales.

Agustín Grande

Las casas tienen una especie de porche dónde ellos trabajan, descansan y pasan el tiempo, y tienen en las paredes fotos de graduaciones y de encuentros familiares y también esqueletos de cabezas de búfalos para protegerles. También apuntan lo que, supusimos, eran fechas de nacimiento al lado de los nombres de los integrantes de la familia. Mot Dowu es un pueblo con unas 15 casas en las que todos conviven como una comunidad, campan a sus anchas los perros y ponen a secar el arroz en las zonas comunes. Por momentos me siento descubriendo otro mundo y me asaltan preguntas a montones. También una inequívoca reflexión: la vida, la casa y las costumbres son universos distintos según dónde nacemos. Qué pequeña me hace sentirme y qué necesidad no de entender, sino de respetar.

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Llamamos la atención de las niñas que habían vuelto del cole hacía un rato y que justo antes caminaban por una carretera repleta de grupos de niños con uniforme granate y amarillo jugando. Hablamos con algunos señores mayores que nos enseñan sus hogares, las ollas, los platos, la cotidianidad, y una señora nos enseña cómo hacer los telares. Me entero de que las tumbas normalmente descansan a las puertas de las casas y me explican cómo la relación entre los ancestros difuntos y los vivos es cercana y natural. Pasado y presente conviven para crear un futuro apacible.

Las casas tienen esqueletos de cabezas de búfalos como símbolo de protección.

Agustín Grande

Me cuentan también que debería volver para el tradicional Pasola, un combate de jinetes con lanzas que se celebra entre febrero y marzo coincidiendo con la plantación del arroz. Y es que los rituales ancestrales siguen aquí su curso con danzas, carreras y sacrificios de animales.

A la salida del pueblo, jungla abajo, llegamos a Marangaba Beach tras atravesar un camino dudoso de barro y piedras. Es una playa preciosa con una única casa que parece reinar en territorio salvaje. Me imagino cómo será despertarse cada día ante tal inmensidad y salgo de mi letargo al escuchar a unos niños jugando en el exterior de la vivienda. Para ellos, supongo, es normal estar ante tal inmensidad.

La comida local puede ser pescado del día y arroz.

Agustín Grande

El atardecer espera de nuevo en The Sanubari tras atravesar caminos y campos en los que caballos campan a sus anchas. Las villas del hotel desembocan directamente en la playa y a las 5 de la tarde algunos ganaderos sacan a pasear a los búfalos por la orilla. El espectáculo natural es alucinante. La intensa lluvia de hacía un rato y el sol brillante de ese momento se fundieron en un arcoíris doble que parecía sacado de una pintura mientras los búfalos se arremolinaban. Trataba de hacer fotos mientras miraba para absorber, para recordarlo sabiendo que se iría.

Al anochecer y con las estrellas se enciende un fuego en la playa y acabamos sentados con un vino a hablar bajo un cielo repleto de lucecitas. La inmensidad se sentía en la piel, esa sensación única de estar perdido en una parte del mundo en la que todo sigue como un día fue.

En The Sanubari las villas del hotel desembocan directamente en la playa y por la tarde algunos ganaderos sacan a pasear a los búfalos por la orilla.

Agustín Grande

ALGUNA INFORMACIÓN PRÁCTICA

The Sanubari tiene pocas villas y la disponibilidad es algo limitada. Nosotros éramos un grupo y también nos quedamos en Sumba Beach Hotel que es pequeñito pero también está justo delante del mar y tiene una cafetería muy bonita entre la playa y un palmeral. Está genial para picar algo y descansar incluso aunque no te alojes.

En Sumba no hay restaurantes como tal más allá de los hoteles. La comida local puede ser pescado del día y arroz y si paseas y te pilla que una playa lo están sacando podrás comerlo fresco a la brasa. El Nasi Goreng y el Rendang (un tipo de carne) de The Sanubari están riquísimos.

Nosotros volamos al aeropuerto de Tambolaka que era el que mejor conectaba para la zona en la que queríamos quedarnos. De ahí normalmente tendrás que acordar con tu hotel para que vengan a recogerte. Los alquileres de coche y moto también lo gestionan ellos.

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