Te enamorarás de estas casas modernas y rehabilitadas ‘con propósito’
Una oda a las cosas bien hechas. Así se podría resumir la reforma sensible y comprometida de este edificio valenciano de 1920, llevada a cabo por Correo Viejo. “No está protegido, pero nosotras decidimos rehabilitarlo como si lo estuviese para potenciar el valor que tiene su historia. Tratamos cada proyecto como una oportunidad de revitalizar el patrimonio protegiendo su memoria”, explican Ana Beltrán y Eva Sanjuán, sus ideólogas.
De esa forma de trabajar nace el nuevo diseño, que rinde homenaje a la historia del inmueble. “Comenzamos nuestros proyectos visitando el archivo histórico. Allí, iniciamos una investigación en la que encontramos planos originales del edificio y datos de su promotor original. En este caso, descubrimos que, originariamente, el edificio constaba de siete viviendas, y no de cuatro, tal y como lo encontramos. Había sido diseñado con dos viviendas por planta y una vivienda en planta baja, así que nos propusimos recuperar su composición original”.
En su investigación, Beltrán y Sanjuán descubrieron también que quien realizó la construcción del edificio fue José Abad, un artesano del bronce de la época que tenía su taller en la planta baja y en la zona interior de la manzana del propio inmueble. “Tuvimos la suerte de conocer personalmente a la familia, y que nos contara la vida e historia del edificio”, explican.
La familia también les facilitó una fotografía de 1924, en la que las arquitectas pudieron observar cómo era el edificio en origen. “No se parecía al estado actual, ya que en los años 50 construyeron un mirador de obra y carpintería de aluminio en la planta principal, rompiendo la armonía de la fachada. Los huecos de planta también habían sido modificados”, recuerdan.
¿Su respuesta? Rescatar todas las molduras de la fachada principal, reparándolas donde era posible y copiándolas donde habían desaparecido. También, claro, se eliminó el mirador, pero, siguiendo el espíritu conservacionista del estudio, su presencia sigue ahí: “Dejamos entrever la actuación, sin completar las cenefas que unen las ventanas laterales con la balconera”.
Además, se realizaron nuevas carpinterías de madera con la misma composición y material que las originales. “Aunque el Ayuntamiento no nos lo exigía, la historia del edificio sí nos lo pedía”, indican las arquitectas.
Lo único que cambia en este resurgir de la propiedad parece que lleve toda la vida ahí: se trata de las persianas Barcelona, un elemento artesanal que, muy acorde con el discurso del proyecto, renueva con sentido una pieza mediterránea icónica.
“El diseño y la arquitectura de las viviendas continúa con el trabajo del detalle y la buena construcción con que se proyectó por Goerlich. Y las piezas de bronce fabricadas en el edificio vuelven a formar parte de él en el diseño de interiores”, explican desde Correo Viejo. Efectivamente, homenajeando el oficio de su promotor, José Abad, las griferías y las manivelas de las puertas cuentan con acabado color bronce.
El singular concepto de ‘recuperación’ con el que trabajan Beltrán y Sanjuán abarcó, incluso, la distribución de las nuevas casas: "Nos interesa aprender de los edificios históricos para aplicar sus proporciones, distribuciones y materiales en las nuevas construcciones. En este proyecto, potenciamos la idea de un espacio principal conectado con puertas dobles de gran altura a un dormitorio secundario o estudio, tal y como eran las viviendas de origen. Se trata de casas de ajustadas dimensiones, y nos parecía interesante que ese espacio principal pudiese ampliarse en función del habitante y sus necesidades". Lo que sí es invención suya es el mueble que ejerce de separador entre las zonas públicas y privadas de la vivienda, que alberga almacenaje y puertas de acceso.
En el interior, se levantó todo el pavimento de baldosas hidráulicas existentes para reforzar la estructura. Todas las baldosas que pudieron salvarse se recuperaron y se emplearon en las zonas comunes para mantener la identidad del edificio, a la vez que se añadieron nuevas piezas de este tipo a los pisos.
“Seleccionamos una baldosa que aporta el color dentro de la geometría y otra de un color liso neutro, que se combinan en las zonas húmedas de la vivienda. Dependiendo de la disposición y de la cantidad de baldosas de color y neutras que pongamos, obtendremos dibujos asombrosamente diferentes. De esta forma, contamos la versatilidad de estas piezas de un modo sutil. Y, además, el nuevo usuario puede personalizar su vivienda”, explican desde Correo Viejo. En las terrazas, por su parte, se empleó pavimento de barro con despiece dibujado y rodapié de pieza entera, todo lo cual ha hecho que el proyecto sea finalista en los Premios de Cerámica ASCER.
“En nuestros proyectos arquitectónicos empleamos lo que siempre ha funcionado de la tradición y nos atrevemos a traerlo a nuestros días con espíritu innovador”, resumen desde Correo Viejo, cuya máxima, junto a grandes dosis de cariño, talento y saber hacer, ha dado lugar a un trabajo redondo.
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