Caserío de Dueñas: el alojamiento rural que te hará soñar con la auténtica vida en el campo
El crepitar de las llamas en el fuego, la calidez de la madera, las paredes enteladas con delicados motivos florales y un buen vino sobre la mesa. Esa imagen que reproducimos en nuestra cabeza cuando pensamos en un hogar acogedor, es exactamente lo que proyectan los interiores de La Casa de Caserío de Dueñas, el nuevo alojamiento rural de Las Casas Entrecanales Domecq e Hijos, un concepto exclusivo y diferente que funciona por invitación y que ya pusieron en marcha en su anterior proyecto en La Casa Cosme Palacio, en Laguardia. “No se trata solo de lo que hacemos, sino de cómo lo hacemos”, comenta Ignacio Oñate, director (y anfitrión) de Las Casas, “es por cómo trabajamos y por la sensación que transmitimos. Al final, queremos que las personas que se alojen con nosotros se sientan como en casa”.
Esta filosofía de vida tranquila, de disfrutar del campo, de la cultura, la gastronomía y obviamente, los vinos —sus bodegas han obtenido el sello Sustainable Wineries for Climate Protection, la primera certificación en materia de sostenibilidad ambiental para el sector vinícola— está acompañada por una atmósfera cuidada con mimo, donde las texturas y los materiales naturales cobran protagonismo bajo la batuta de la arquitecta de interiores Cristina Arebachala, una experta en la armonía en las proporciones y en el estudio de la incidencia de la luz en los espacios.
Respeto a la historia y al medio ambiente
La casa principal, una construcción de mediados del siglo XIX situada en una finca de 300 hectáreas de viñas, se sometió a una labor de restauración ardua y minuciosa, en colaboración con el arquitecto Gregorio Marañón. “Duró aproximadamente un año”, cuenta Cristina, “el principal empeño fue el de conservar y reforzar la estructura original, recurriendo a la restauración de los materiales existentes y a la selección de nuevos elementos acordes”. Un empeño que conecta directamente con el corazón sostenible de las bodegas. “Lejos de desechar y de volver a empezar, se reconstruyó todo el techo, se mantuvo la estructura del edificio y se trabajó con materiales naturales.”, apunta la interiorista. El resultado es una casa de campo exquisita de tres habitaciones dobles, una de matrimonio y una suite conectada a otra habitación con dos camas individuales, donde el confort y el estilo inconfundible de Cristina — "podría definirlo como la sofisticación de la sencillez”, dice riendo— campan a sus anchas.
Un hogar alegre con muebles cuidadosamente seleccionados
En la planta baja, los espacios comunes revelan estancias de un inequívoco estilo cottage, con butacas tapizadas de terciopelo, suelos de madera de castaño, chimeneas y paredes revestidas de tela de algodón y lino en tonos que reflejan las hojas del jardín exterior. “La decoración se basa en el contraste de la austeridad del campo castellano con unos interiores luminosos y acogedores”, comenta Cristina.“Un hogar alegre donde se mezclan muebles recuperados y reciclados, en un ejercicio de aprovechamiento del espacio, aportando un estilo de casa de campo muy particular".
Piedra, madera y una ‘suite’ muy especial
Subiendo la escalera, que también se conservó tras restaurar la barandilla, encontramos las habitaciones, con vistas al paraje infinito o a la iglesia del siglo XII que se encuentra en el recinto; todas ellas están decoradas para invitar a la calma y descanso, al igual que los baños, inmaculados, con bañeras exentas y suelos de piedra local. La joya de la corona, es para Cristina, lo que antiguamente era el desván, en la actualidad la suite, un sueño en blanco bajo vigas centenarias de madera. Y por todas partes, las piezas seleccionadas cuidadosamente en viajes y visitas a tiendas y mercados de antigüedades en España y el sur de Francia. “Son piezas altamente decorativas que contribuyen a ese aspecto tan personal que buscaba”, comenta.
En busca de la autenticidad
En el exterior, kilómetros de tierra por explorar y el deseo de entrar en contacto con lo auténtico. “Es un poco lo que falta hoy en día en el mundo a la hora de viajar, la autenticidad, el huir de la masificación, de que todo esté preparado para el turismo”, comenta Ignacio, Aquí puedes dar paseos a caballo o en bicicleta eléctrica, pero también, "participar en las experiencias que ofrecemos con colaboradores y artesanos de la zona, algo que es muy importante para nosotros; en La Casa Cosme Palacio puedes ir a ordeñar y a hacer queso con Alicia (una de sus proveedoras), en Dueñas, puedes ver cómo se realiza una barrica de madera con uno de los especialistas locales". Y mucho más: de catas privadas a elaborar tu propio coupage, pasando por visitas totalmente personalizadas, pero siempre con el mismo concepto: volver a las raíces.
Este principio se observa también en el jardín y el terreno de la finca: “Los tratamos de la forma más sostenible y natural posible, Intentamos que haya una biodiversidad que favorezca la flora y la fauna de la zona. Yendo al origen, a cómo antiguamente se trabajaba el campo”, explica Ignacio, “estamos volviendo a atraer insectos, pájaros, favoreciendo que todo vuelva a ser como hace 100 años". Un trabajo bien hecho y reconocido: en 2025, tras un proceso de cuatro años, las bodegas Caserío de Dueñas, serán ecológicas oficialmente.
En este rincón de Castilla se respira tradición e historia, pero también una vida sosegada y genuina, y sobre todo, el alma del equipo que lo hace posible, unos anfitriones de lujo a los que pronto podrás conocer porque ya aceptan solicitudes de invitación en su página web. Tu casa en el campo te espera.
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