Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias nació el 5 de enero de 1938 en Roma, siendo bautizado el 26 del mismo por el cardenal Eugenio Pacelli, quien acabaría convirtiéndose un año después en papa bajo el nombre de Pío XII. Fue el primer hijo varón de Juan de Borbón y Battenberg, conde de Barcelona, y de María de las Mercedes de Borbón y Orleans, princesa de las Dos Sicilias.
Aunque Juan Carlos no nació en territorio español como consecuencia de la situación política del país, su vida estuvo profundamente marcada por el destino de la monarquía española y su retorno durante la dictadura franquista.
Primeros años y formación
La familia real española había sido obligada a abandonar España en 1931 tras la proclamación, el 14 de abril, de la Segunda República. Este exilio condicionó los primeros años de vida de Juan Carlos, quien creció en el seno de una familia profundamente ligada a la historia de España, pero viviendo fuera de su patria. En su juventud, por expreso deseo de su padre y a pesar de las públicas tensiones que éste mantenía con Franco, quien había instaurado un régimen dictatorial tras la victoria del blando sublevado en la Guerra Civil, fue enviado a España para formarse como futuro rey.
Previamente, Juan Carlos había recibido lecciones particulares del intelectual ultraconservador Eugenio Vegas Latapié y, desde los cinco años, había asistido a las clases en Le Rosey, la conocida como “escuela de los reyes” de Lausana. Además, pasó un tiempo como interno en el Colegio de los Marianistas de la suiza Friburgo.
Así las cosas, en 1948, tras el encuentro que mantuvieron don Juan y el ‘Generalísmo’ en el yate Azor para abordar la educación del futuro regente, el joven Juanito fue enviado a España. Evidentemente, era necesario el consentimiento de Franco, que veía en el Borbón una figura clave para sus planes de restauración de la monarquía bajo su control.
En primer lugar, cursó el Bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid, que concluyó en 1954, para iniciar posteriormente su etapa formativa de carácter militar en las academias y escuelas de cada uno de los tres Ejércitos: el de Tierra (Academia General Militar de Zaragoza), el del Aire (Academia General del Aire de San Javier en Murcia) y la Armada (Escuela Naval Militar de Marín en Pontevedra). En este último se enmarcaron sus prácticas como Guardiamarina en el buque escuela Juan Sebastián Elcano, obteniendo el título de piloto militar. Esta formación le proporcionó una sólida base en el ámbito militar y fortaleció su posición como futuro monarca.
Completaría su formación académica entre 1960 y 1961 en la Universidad Complutense de Madrid con un programa formativo específico en Derecho Político e Internacional, Economía y Hacienda pública. Debido a su particularidad -una formación adaptada a las necesidades de un futuro rey-, estos estudios no supusieron la obtención de títulos académicos al uso.
Don Juan, sin trono y enfrentado con Franco
Durante esos años, su padre, Juan de Borbón, mantuvo una firme postura en favor de instaurar en España una monarquía constitucional. De hecho, tras la renuncia de sus dos hermanos mayores (Alfonso Pío y Jaime), él era el candidato a recuperar el trono español si surgía la oportunidad. Sin embargo, el contexto político y, especialmente, Franco nunca se lo permitieron, generándose un enfrentamiento en el que el conde de Barcelona se mostró muy beligerante con el régimen franquista.
Ya desde el inicio de la Guerra Civil, Franco negó cualquier opción de que don Juan participase activamente en el conflicto, mostrando un disimulado pero evidente distanciamiento hacia la familia real, pues no quería que los Borbones se entrometiesen en ‘sus planes’. Este hecho se hizo tangible una vez acabada la guerra, cuando el general gallego impuso una dictadura unipersonal que se mantuvo hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975.
Uno de los principales episodios de la confrontación entre Juan de Borbón y Franco fue el Manifiesto de Lausana que el propio pretendiente divulgó el 19 de marzo de 1945, un pronunciamiento público que buscaba derribar la dictadura franquista y reestablecer la monarquía en España. En este manifiesto, el conde de Barcelona afirmaba que conocía la “dolorosa desilusión” y compartía los temores del pueblo español ante un régimen “inspirado desde el principio en los sistemas totalitarios de las potencias del Eje”. Avisaba del peligro de una “nueva lucha fratricida” y de la posibilidad de que España quedase aislada del resto del mundo. Por ello, abogaba por la restitución de la monarquía como “la única institución salvadora” capaz de “reconciliar a los españoles”.
Este manifiesto y sus intenciones de instaurar una monarquía constitucional, que contaban con el apoyo de los países aliados, cayeron en saco roto. El cambio de presidente en los Estados Unidos y el temor a que en España triunfaran los comunistas tras la celebración de unas elecciones libres echaron por tierra las esperanzas del conde de Barcelona y, al mismo tiempo, de un país que viviría otras tres décadas bajo un régimen dictatorial. La comunidad internacional se limitó, en la Conferencia de Potsdam, a ratificar su aislamiento diplomático.
Finalmente, Franco accedería parcialmente a las pretensiones de los Borbones pero en favor de Juan Carlos, a quien veía como un posible sucesor que garantizara la continuidad del régimen autoritario bajo una forma monárquica tras su desaparición. Se equivocaba.
Un accidente mortal
El 29 marzo de 1956 un trágico suceso marcaría para siempre la vida del futuro rey de España. Juan Carlos, que disfrutaba de un permiso de la Academia Militar de Zaragoza, y el infante Alfonso se encontraban en la residencia familiar de Villa Giralda, en Estoril (Portugal), jugando con un revólver calibre 22 regalo de Franco. A pesar de la prohibición del conde de Barcelona de que sus hijos lo cogieran, el infante había comprado unas balas varios días antes para disparar junto a su amigo Víctor Manuel de Saboya (hijo de Humberto II, último rey de Italia), atascándose uno de los proyectiles en el cargador.
Parece ser que, mientras Juanito manipulaba el arma, ésta se disparó con tan mala suerte que la bala fue a parar directamente a la cabeza de su hermano menor, provocándole la muerte al instante. Así lo certificó el médico de la familia, Joaquín Abreu Loureiro. Las circunstancias exactas del accidente nunca se aclararon del todo y el evento fue tratado con gran discreción por la familia real, las autoridades y los medios de la época.
Matrimonio y ascenso al trono
En 1962, Juan Carlos contrajo matrimonio con la princesa Sofía de Grecia, hija del rey Pablo I de Grecia y la reina Federica. Este matrimonio reforzó los lazos monárquicos en Europa y fue bien recibido por los sectores conservadores en España. De hecho, el futuro rey realizó numerosos viajes por el territorio español dándose a conocer como figura ‘semioficial’, no estando exento de críticas de uno y otro lado. Mientras unos le afeaban su identificación con el régimen franquista, falangistas y carlistas se mostraban recelosos de su creciente protagonismo.
Fruto del matrimonio entre Juan Carlos y Sofía nacieron tres hijos: la infanta Elena (1963), la infanta Cristina (1965) y el príncipe Felipe (1968), actual rey de España como Felipe VI.
Era la Ley de Sucesión de 1947 la que establecía que sería el propio Francisco Franco el encargado de nombrar a su sucesor tras su muerte, una decisión que el dictador alargó durante décadas alimentando las esperanzas de varios candidatos como Jaime de Borbón (había renunciado en 1933), su hijo Alfonso Borbón y Dampierre (nieto de Alfonso XIII) o el pretendiente de los carlistas Carlos Hugo. Sin embargo, el elegido fue finalmente Juan Carlos, que reconsideró su inicial negativa a saltarse la línea de sucesión establecida y que, en este caso, se correspondía con su padre.
La confirmación de la decisión sucesoria por parte del dictador se llevó a cabo el 22 de julio de 1969, cuando las Cortes franquistas aprobaron la designación de Juan Carlos como sucesor de Francisco Franco. El Borbón, tras jurar las Leyes Fundamentales del Reino y los Principios del Movimiento recibió el título de "príncipe de España", convirtiéndose oficialmente en sucesor a la Jefatura de Estado. Este nombramiento fue visto con recelo por muchos sectores, incluidos los partidarios de una monarquía constitucional y democrática, ya que se temía que Juan Carlos simplemente continuaría el régimen autoritario tras la muerte de Franco.
Protagonista de la transición democrática
El 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte de Francisco Franco, Juan Carlos I fue proclamado rey de España, asumiendo un país profundamente dividido por las cicatrices de la dictadura. A pesar de las expectativas de los sectores franquistas de que Juan Carlos continuaría el legado autoritario de la etapa anterior, el nuevo rey rápidamente tomó una dirección diferente, lo que lo convertiría en una figura central en la transición democrática de España.
El primer presidente del Gobierno de la recién estrenada monarquía, el franquista Arias Navarro, pronto se reveló como un obstáculo para las reformas democráticas que requería el país. En consecuencia, fruto de las presiones, acabó dimitiendo en julio de 1976, nombrando Juan Carlos I en su lugar al joven Adolfo Suárez. Pese a las iniciales reticencias de esta decisión, considerada por algunos como la última intervención directa del monarca en la vida política española, los acontecimientos posteriores demostraron lo acertado de la misma.
Más si cabe, en un contexto convulso en el que las facciones más extremistas pusieron todo de su parte para que la transición democrática no llegara a buen puerto. Buena muestra de ello son los constantes ataques terroristas de ETA o los intentos de la ultraderecha y de ciertos mandos del Ejército de acabar violentamente con este proceso que, afortunadamente, no tuvo retorno.
Uno de los momentos más simbólicos y relevantes de su reinado fue su apoyo a la a la nueva Constitución de 1978, que consagraba una monarquía parlamentaria y ponía fin al régimen dictatorial. La promulgación de esta Constitución fue un hito en la historia de España, ya que estableció un sistema político pluralista, con un gobierno democrático basado en el respeto a los derechos fundamentales.
La política de Juan Carlos fue clave durante esta fase. Aunque formalmente tenía poderes como jefe de Estado, su estilo fue más discreto y conciliador, actuando como un garante de la estabilidad democrática. A partir de este momento, su papel se orientó hacia funciones de carácter representativo, especialmente en lo relativo a las relaciones internacionales con América Latina o el mundo árabe.
Un discurso para parar un golpe de estado
El papel del rey se consolidó durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, más conocido como "23-F". A las 18:23 de la tarde, mientras se producía la segunda votación para la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, irrumpió en el hemiciclo del Congreso de los Diputados un grupo de guardia civiles liderado por el teniente coronel Antonio Tejero al grito de "¡Quieto todo el mundo!" El desconcierto y el temor se apoderó de los diputados que, en su mayor parte, se echaron al suelo para protegerse. Tan solo Santiago Carrillo, Adolfo Suárez y, especialmente, Manuel Gutiérrez Mellado, que llegó a forcejear con el propio Tejero, ofrecieron oposición.
A pesar de estas resistencias, que fueron respondidas por un disparo al aire del teniente coronel y ráfagas de subfusiles (las huellas de estos disparos en el techo son hoy en día una de las principales atracciones para los visitantes al Congreso), el golpe había conseguido su primer objetivo. De hecho, este episodio fue respaldado por el Capitán general Jaime Milán del Bosch en Valencia, quien desplegó al ejército por las calles de Valencia llegando a situar algunos tanques apuntando a las sedes de instituciones como el Ayuntamiento o la Delegación de Gobierno. El único que podía frenar este atentado contra la incipiente democracia española era el monarca, y así lo hizo.
En uno de los momentos más recordados de su reinado, Juan Carlos I apareció en televisión a la 1:14 de la madrugada del 24 de febrero, vestido con su uniforme militar como Capitán General de los Ejércitos, condenando el golpe y reafirmando su lealtad a la democracia:
“Ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado a las Autoridades Civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente. […] La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum".
Con este discurso, retransmitido al unísono en la radio y la televisión, consiguió frenar en seco el golpe comandado por Tejero y reforzó la figura del rey como defensor de la legalidad democrática, contribuyendo a que España continuara su proceso de consolidación democrática.
Relación con el franquismo
La relación de Juan Carlos con el franquismo siempre fue compleja. Aunque fue educado y preparado para ser rey bajo la tutela de Francisco Franco, una vez en el trono, Juan Carlos mostró su determinación de distanciarse de la dictadura. Sin embargo, este legado le ha acompañado a lo largo de su vida, y muchos críticos no han olvidado su colaboración inicial con el régimen. Para algunos, el hecho de haber sido designado por Franco fue una mancha en su reinado, aunque para otros, su posterior liderazgo en la transición democrática redimió su pasado.
Llegan los escándalos
El rey de España mantuvo durante mucho tiempo una imagen de moderación y compromiso con la estabilidad del país, pero en sus últimos años de reinado surgieron numerosas controversias relacionadas con su riqueza, su vida privada (bien conocida es su relación extramatrimonial con la vedette Bárbara Rey) y sus amistades. Una de las figuras más relevantes en estos escándalos fue Corinna Larsen, empresaria alemana con la que Juan Carlos mantuvo una estrecha relación. Larsen afirmó haber recibido grandes sumas de dinero de parte del rey emérito, lo que desató un escándalo financiero y mediático.
En particular, se revelaron detalles sobre su participación en negocios financieros en el extranjero y su supuesta acumulación de una fortuna considerable, lo que generó críticas sobre la transparencia y el uso de los fondos reales. Estos negocios incluyeron transferencias multimillonarias a cuentas vinculadas con Corinna Larsen, lo que originó investigaciones tanto en Suiza como en España. Larsen ha sido acusada de haber actuado como testaferro en la gestión de parte del patrimonio de Juan Carlos, aunque ella ha negado tales alegaciones.
Además, su vida privada también fue objeto de escrutinio tras su controvertido viaje a Botsuana en 2012, donde sufrió un accidente mientras cazaba elefantes. Este incidente tuvo lugar en medio de una profunda crisis económica en España, provocando un cambio drástico en la percepción pública de su figura y poniendo en peligro la reputación de la institución. La imagen de un monarca cercano al pueblo (‘campechano’, como solía repetirse habitualmente al hablar de él) se vio empañada por estos sucesos, alimentando los rumores sobre su inminente abdicación.
Abdicación y ‘autoexilio’
Finalmente, el 2 de junio de 2014, Juan Carlos I anunció su decisión de abdicar en favor de su hijo Felipe VI, quien asumió el trono con el desafío de restaurar la imagen de la monarquía en España. Tras la abdicación, que se hizo efectiva el 18 de junio, el rey emérito decidió mantener un perfil bajo, aunque su figura siguió siendo objeto de debate y controversia, especialmente debido a las investigaciones sobre su fortuna y los vínculos con Corinna Larsen.
En 2020, las investigaciones sobre sus actividades financieras y la presión mediática lo llevaron a tomar la decisión de abandonar España. Actualmente, Juan Carlos reside en Abu Dhabi, donde vive alejado de la vida pública. Su traslado a la capital de los Emiratos Árabes Unidos fue visto como un intento de evitar el constante escrutinio en España, aunque su figura sigue siendo un tema recurrente de discusión en la política y la opinión pública española.
Legado de Juan Carlos I
El reinado de Juan Carlos I, que se prolongó durante 39 años, será recordado, ante todo, por su papel en la transición de España de una dictadura a una democracia. Aunque su llegada al trono fue facilitada por el régimen franquista, su posterior liderazgo en la creación de una España moderna y democrática le concedió un lugar especial en la historia del país.
Su decisión de apoyar la política democrática y su intervención en momentos cruciales, como el golpe de Estado de 1981, demostraron su compromiso con una España libre y pluralista. Sin embargo, su reinado también estuvo marcado por la sombra de su relación con el franquismo y los escándalos de sus últimos años.
Hoy en día, Juan Carlos vive retirado de la vida pública en Abu Dhabi, aunque sigue siendo una figura de referencia en la historia contemporánea de España. Su hijo, el rey Felipe VI, ha asumido la tarea de guiar a la monarquía en tiempos modernos, enfrentando nuevos desafíos pero con el legado de su padre como faro de la historia reciente del país.