Las 20 mejores películas argentinas de la historia
De 'Dios se lo pague' a 'La flor', pasando por grandes éxitos como 'El secreto de sus ojos' y perlas de género, cual 'Nazareno Cruz y el lobo'. Desempolvamos los libros de historia para reivindicar que el cine argentino no se acaba con 'Relatos salvajes'.
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Hay que ser precavides al escoger "las mejores películas" de cualquier nacionalidad. No solo porque lo absoluto represente un sinsentido en un canon que debiera estar en constante revisión, sino porque a cada película que se incluye en una lista cerrada, deben dejarse tantas otras (igual o más importantes) de lado. Por ello, la lista que sigue quiere tener ánimo representativo, abrazando el cine argentino más visto y premiado (sí, las películas que la crítica odia y el público ama), pero también aquel que no que no lo fue y merece ser rescatado. Con esto por delante, entrando una breve historia del cine argentino.
La "edad de oro" del cine argentino empieza con el sonoro (la primera fue '¡Tango!', musical de 1933, que convivió con 'Los tres berretines', en la lista). Los años treinta son tiempo de importación de técnica y formas de la comedia estadounidense, momentos de consagración de las primeras estrellas: Libertad Lamarque, Tita Merello, Pepe Arias, Luis Sandrini y Niní Marshall. Encontraremos algunos de sus nombres en la lista. Hacia 1940 se instaura la lógica de producción del star-system, y crece la producción al establecerse la Ley del Cine en 1946, con la primera presidencia de Perón. 'Dios se lo pague' fue uno de los éxito más rotundos del momento, tras su exportación masiva por América del Sur y en su paso por los Oscars (aunque la estatuilla no garantiza el paso a la historia del cine: estas películas míticas que no fueron nominadas al Oscar).
El cine criollo creció a la sombra del peronismo. Así, con la llegada de la Revolución Libertadora (la dictadura) en 1955, toda la industria cinematográfica quedó trastocada: la producción cayó de cuarenta y tres películas en 1955 a solo doce en 1957, dejando a los grandes estudios en la ruina. Por suerte, había un colectivo de cineastas independientes que quiso ocupar su lugar con un modelo similiar al de la Nouvelle Vague (¿Sabes de qué hablamos? Marchando 20 películas imprescindibles de la Nouvelle Vague). Sus películas se diferenciaban del cine popular nacional, tanto en cuanto a la temática como en su puesta en escena, en la vanguardia y arraigada a la literatura de plumas como Borges y Cortázar. 'Los de la mesa 10', de Simón Feldman, sentó la primera piedra para este cambio radical. Manuel Antín, Sergio Renán y Lautaro Murúa fueron grandes integrantes de la llamada Generación de los 60.
El siguiente azote a la industria del cine argentino vino con la última dictadura militar, en marzo de 1976. Al golpe de estado y el oscuro período posterior, lo acompañó una industria cercana al régimen, con cineastas como Atilio Mentasti, Enrique Carreras y Palito Ortega rodando propaganda con los valores reaccionarios del gobierno militar. El cine va siempre con la vida: en 1981 se estrena 'Tiempo de revancha', de Adolfo Aristarain, film que marca el inicio en la pantalla de la transición democrática (era una de aquellas películas para ser un rebelde, con causa).
En 1983 finalmente se produce la abolición de la censura y la cinematografía local empieza a recuperarse. Las películas de la época, eso sí, miran con una dureza necesaria su pasado reciente. 'La historia oficial' (Luis Puenzo, 1985), Oscar a Mejor Película no inglesa, es un ejemplo perfecto de cómo Argentina relataba y comprendía la dimensión de sus propios horrores (porque las películas también pueden ayudarnos a mirar el pasado: estas son las mejores películas para aprender historia). A partir de los noventa, empieza a nacer lo que hemos llamado "nuevo cine argentino", con films como 'Pizza, birra y faso' (Bruno Stagnaro e Israel Adrián Caetano, 1998), 'Mundo grua' (Pablo Trapero, 1999) y 'La Ciénega' (Lucrecia Martel, 2000) por mejores ejemplos. Son años de crisis económica por los excesos del neoliberalismo, pero detrás dejan grandes películas de creadores noveles.
Hoy el cine argentino quiere explorar otros territorios biopolíticos: ¿Cómo se piensa un país cuyas metrópolis nada tienen que envidiar a la Modernidad de la Vieja Europa, pero que aún no ha legalizado el aborto? ¿Cuáles son los colectivos que debieran empezar a tomar parte de la historia del nuevo nuevo cine argentino? En cualquier caso, entrando lista.
Especialista en películas de estreno y series de actualidad, festivales internacionales y todas las novedades de cine de autor. Se graduó en Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra, en el área de Análisis y crítica.
Lleva seis años escribiendo reseñas y cubriendo noticias en Fotogramas, es la firma semanal de cine en Tot és Comèdia de SER Catalunya y Va de Cine de Radio 4, y colabora regularmente en Gara, El Cultural y SensaCine desde el festival de Cannes, Venecia y Berlín. Se ha colgado la medallita por ser la segunda persona de España en recibir el distintivo Berlinale Talents como periodista.
Le apasionan las series (habla de ellas en Plaça Tísner de Betevé) y el anime, del que escribe en Serielizados y al que da vueltas en el podcast Sopa de Miso, de la misma revista. Podréis leer sus artículos sobre videojuegos indie en la revista LOOP, de GameReport, y ha publicado un capítulo en el libro “Pier Paolo Pasolini. El grito que no cesa” (Semana Internacional de Cine de Valladolid y Caimán, cuadernos de cine, 2022).
Es parte del comité de programación del Festival l’Alternativa de cine independiente de Barcelona, para quienes también lleva la prensa. Desde el año pasado, programa películas sobre vino en el Festival Most. Le veréis como participante y coordinando actividades educativas alrededor del cine, en colaboración con ciclos, festivales y escuelas como La Casa del Cine o ESCAC. Hoy se gana el sueldo, también, como docente de Narrativa Audiovisual en el Grado de Videojuegos de la Universitat Politècnica
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