Arte y territorio
Los paisajes culturales extremeños
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La acción humana sobre la naturaleza a lo largo del tiempo ha dado lugar al paisaje. Tradicionalmente
la agricultura, la ganadería y la ordenación de los bosques han sido las actividades que más han modelado
el entorno, a la que se han venido añadiendo la industria, el trazado de infraestructuras o el desarrollo
de pueblos y ciudades.
El territorio que hoy abarca la comunidad autónoma extremeña incluye gran variedad de paisajes, fruto
de dilatados procesos en el tiempo, otros de proyectos concretos y de más o menos rápida implantación.
De esa interacción surge que un entorno original se vea transformado, dando lugar a un entorno cultural
con valores agrarios, arquitectónicos, etnográficos, arqueológicos… definidos como paisajes culturales.
Desde la promulgación de la Carta de Ámsterdam y la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico en
1975 se valora que los bienes culturales precisan del aprecio y la conservación de sus entornos. Es decir, el
patrimonio ha ido ensanchando su ámbito al territorio hasta el punto de que, en 1992, la Convención de la
UNESCO del Patrimonio de la Humanidad reconoció a los paisajes culturales como «las obras combinadas
de la naturaleza y el hombre». De manera progresiva la legislación de muchos países, España entre ellos,
ha asumido esa figura de estima y protección
Los artistas plásticos, desde el siglo XVI, han valorado al paisaje como complemento o como protagonista
de la obra de arte, especialmente gracias al genio e influencia de escuelas pictóricas como la flamenca o
la alemana. Y será en el XIX, con el movimiento romántico, cuando el paisaje llegue a copar la producción
pictórica y sublimarse.
Han sido los pintores (y fotógrafos o cineastas) quienes han actuado como pioneros en el encumbramiento
del paisaje.
Los museos, instituciones e iglesias extremeñas custodian la producción de creadores que, bien como
sustento de las figuras, bien como protagonista único del cuadro, se anticiparon a este reconocimiento.
El elenco va desde Zurbarán o Luis de Morales, pasando por los regionalistas y costumbristas (Covarsí,
Bermudo Mateos) hasta renovadores como Pérez Rubio, Ortega Muñoz o Eduardo Naranjo.
El objeto de la muestra Arte y territorio: los paisajes culturales extremeños, tiene una intencionalidad
claramente didáctica, por cuanto pretende que las personas que se acerquen a verla sepan del porqué de
los paisajes culturales y aprehendan su valor y proyección a través de la obra de los artistas plásticos. Paralelamente, cada uno de estos paisajes será explicado a través de profesionales (agricultores, ganaderos,
apicultores, silvicultores, carboneros, arquitectos, ingenieros…), que viven en o de esos paisajes. En definitiva, trasladar al observador la simbiosis (positiva o negativa) que existe entre el ser humano y su medio.
3
Del ser de los paisajes culturales
L
a historia que narra la protección del patrimonio a lo largo de las cinco últimas décadas ha evolucionado
de forma vertiginosa, ampliándose el concepto de aquello que entendemos por acervo cultural. Hoy la
conexión existente entre los bienes históricos y el medio físico, la relación entre la ciudad y su territorio
a la que se suma la protección del medioambiente, no tiene discusión. De hecho, se habla de patrimonio
territorial, de patrimonialización del territorio, ensanchándose los horizontes a otras disciplinas hasta
ahora ausentes, como la arquitectura, el arte, la geografía, la agronomía o la antropología. La Carta
de Ámsterdam y la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico de 1975 planteaban ya estos principios
integradores; fundamentos que se han desarrollado a lo largo del tiempo hasta la Convención Europea del
Paisaje, suscrita por España en el año 2000 cuando se firmó en Florencia, o el Plan Nacional de Paisaje
Cultural de 2012.
Sin embargo, el concepto de paisaje ha atravesado numerosas dificultades hasta incorporarse a la cultura
occidental. En Europa surgió como invención pictórica a fines del siglo XV con el concepto «landschop» en
los Países Bajos o de «paesaggio» en Italia. En la edición de 1549 del Dictionnaire François-latin de Robert
Estienne, la definición del término «paysage» es ya de suma concreción. Y Pierre Richelet en 1680, en la
entrada de este término define «le paysage» como «un cuadro que representa alguna campaña». A finales
del siglo XVII el término se asume plenamente con el modelo de Antoine Furetière quien propuso dos
acepciones sobre «paysage» en su Dictionnaire Universel, impreso en 1690 en Holanda: como territorio y
como motivo pictórico. No obstante, existen civilizaciones sin paisaje, como el «cara» hindú, la «topia»
(motivos pictóricos representando lugares) de Marco Vitruvio, el «prospectus-amoenia» (amoenitas: el
encanto de los lugares) y el locorum amoenia (lugares placenteros que no conciernen al sentido de la vista
y hacen referencia a valoraciones que no se limitan al paisaje)…
Esta visión del paisaje puede verse en las obras tanto de aquellos paisajistas que se alinearon con los
presupuestos costumbristas, como en aquellos que prefirieron abstraer la realidad e interpretarla, así es
en Adelardo Covarsí o Luis Canelo respectivamente.
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Adelardo Covarsí Yustas. Cazadores en Extremadura.
1925. Óleo sobre lienzo. 46x60 cm. Museo de Bellas
Artes de Badajoz (MUBA).
Panorámica desde el castillo de Monfragüe.
Foto: Nuria M Franco Polo.
Luis Canelo Gutiérrez. La Encina.
2018. Acrílico sobre tabla. 52,7x45 cm.
Colección particular.
Llanos de Cáceres.
Foto: Álvaro Casanova García.
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El arte del paisaje I
E
l paisaje es el resultado de la relación de las personas con el entorno y de su percepción; un nexo que
se materializa en representaciones concretas cuyo origen hay que buscarlo en la capacidad de contemplación
que tenemos y en cómo la expresamos. En este sentido, la Naturaleza la podemos entender como una hipótesis,
como un punto de partida desde donde los artistas se plantean soluciones pictóricas para representar ese
entorno.
El mundo contemporáneo ha creído con firmeza en la libertad creadora, y por ello apostó por la superación de
la pura imitación de la naturaleza para recrearla estableciéndose así unas nuevas relaciones con ella.
El desarrollo humano y el encadenamiento de fenómenos y situaciones nuevas plantean al hombre contemporáneo
unas nuevas exigencias y otro modo de idear la realidad, quizá menos lineal y con más interdependencias. La
complejidad creciente y el gran número de contradicciones que se ciernen sobre nosotros, hacen que el paisaje,
sin duda, no se conciba hoy de la misma manera que hace cien años.
De esta forma, solo existe el paisaje si se ajusta a los siguientes criterios: representación lingüística, representación
literaria, representación pictórica o representación jardinera que traduzcan una apreciación estética. Si no se dan
estos cuatro principios, estamos ante los llamados protopaisajes.
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Javier Fernández de Molina. Acueducto de los
Milagros. Serie Expocomarca. 2002. Técnica
mixta sobre papel. 50x70 cm. MUBA. Badajoz.
Acueducto de los Milagros. Mérida. Foto: Dirección
General de Turismo. Junta de Extremadura.
Juan Carlos Aguilar. Castaños. 2022.
Óleo sobre tabla. 70x50 cm. Colección
particular.
Castañar en Hervás. Foto:
Álvaro Casanova García.
7
El arte del paisaje II
D
urante el siglo XVI, el concepto de paisaje se acuñó en las lenguas germánicas y latinas. En español,
el concepto se formó en ese mismo siglo aplicado a la pintura. Más tarde, se adoptó la palabra «paisaje»
para denotar una realidad territorial. Un concepto claro en su origen y cuyo carácter unitario se fue
despojando en aras de una especialización científica. Así se separaron los componentes naturales de los
culturales. Se transformó en una práctica parcial muy extendida entre los ecologistas y geomorfólogos,
que ha sido desechada por la mirada de los artistas quienes siguen concibiendo el paisaje como una unidad.
Basta ver las creaciones de Juan Carlos Lázaro, Andrés Talavero, Javier Fernández de Molina o Juan Carlos
Aguilar para ver cómo se alejan de esa idea científica que solo analiza los aspectos tangibles del paisaje y
se centran en la mirada del que lo examina.
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Andrés Talavero. Paisaje imaginario I, II y III. Tríptico. Fotografías.
100x116 cm. Colección Fundación Ortega Muñoz.
Monte Valcorchero. Foto: José-Javier Cano
Ramos.
Juan Carlos Lázaro. Pintura. 2001. Óleo sobre
tabla. 24x33 cm. Museo de Cáceres.
Villanueva de la Serena.
Foto: José-Javier Cano Ramos.
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Los paisajistas extremeños
L
a representación pictórica de los paisajes se basa en su contemplación y la forma de expresarlos. El
paisaje ya no es el fondo de una escena ni el último plano de una obra, es por sí mismo un espacio plástico,
algo vivo sobre el que se puede actuar y sobreactuar. El artista contemporáneo apostó por traducir las
dimensiones insospechadas que la naturaleza. La huida hacia lo sublime, hacia el interior o hacia lo
instantáneo terminó con una visión empírica.
La reflexión que los pintores hicieron sobre la Naturaleza ha dibujado un panorama que va desde los
postulados en los que el paisaje acompañaba al relato hasta esa visión interior que han plasmado en sus
lienzos, pasando por la mirada costumbrista y el afán renovador de aquellos pintores de posguerra que
hicieron del paisaje un verdadero campo de investigación; una búsqueda que no puede entenderse sin
las aportaciones románticas que buscaron traducir las dimensiones desconocidas que tienen nuestros
entornos.
Pero esta modelación de las formas de la Naturaleza, que los artistas han ido representado en sus obras,
choca frontalmente con la concepción tecnicista actual, con la propia ciudad y con el hombre del siglo
XXI, olvidándose de la cara más «humanista» del entorno y abriendo el camino a la naturalización de lo
artificial y, consecuentemente, al antipaisaje.
Los grandes paisajistas extremeños, como Godofredo Ortega Muñoz, Francisco Pedraja o Antonio Cañamero,
se han esforzado por materializar la idea que aún tenemos concebida del paisaje.
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Godofredo Ortega Muñoz. Castaños y viñas. 1961.
Óleo sobre lienzo. 81x100 cm. MEIAC. Badajoz.
Fuente del Maestre. Foto: Alfonso Suárez Pecero.
Antonio Gallego Cañamero. Pacas y trigales. 1998.
Técnica mixta sobre madera. 122x150 cm. MUBA.
Badajoz.
La Haba. Foto: José-Javier Cano Ramos.
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Los paisajes de secano
E
l agroecosistema de pastizales, dehesas y cultivos de secano centrados en la trilogía mediterránea
(el trigo, la vid y el olivo) se extiende de forma mayoritaria por el territorio extremeño en forma de
cultivos cerealistas en la Campiña Sur, grandes extensiones de viñedos en Tierra de Barros o extensas
dehesas en la Raya hispanolusa.
El paisaje de secano es, por tanto, el resultado de la intervención humana en el primigenio bosque
mediterráneo que ocupaba los terrenos ahora delimitados administrativamente como parte de la comunidad
autónoma de Extremadura.
La densa superficie de arbolado y matorral que caracteriza el paisaje forestal de la región se debe al
abandono de trabajos agroganaderos a partir de la década de 1960, como consecuencia de factores como
la mecanización del campo o la emigración rural con destino a las grandes ciudades.
Francisco Pedraja y Hamish Fulton, cada uno con su particular estilo y técnica artística, reprodujeron con
veracidad los tonos parduzcos, marrones y verdes oscuros de las tierras de secano extremeñas.
Fulton, artista caminante, retrata el paisaje que encuentra a su paso, sin transformarlo ni falsearlo, pero
convertido en una acción poética. Su gusto por representar caminos le ha llevado a captar paisajes de
todo tipo en distintos países, en los que consigue recrear fielmente la naturaleza, el color y la atmósfera.
Acompaña a esta obra del proyecto Río Luna. Río una imagen de la Vía de la Plata a su paso por Cáparra,
una de las principales vías de comunicación de la Hispania romana y germen de las más importantes rutas
de peregrinación y de las actuales carreteras.
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Francisco Pedraja Muñoz. Tierras pardas. 1988.
Óleo sobre lienzo. 74x101 cm. MUBA. Badajoz.
Hamish Fulton. Vía de la Plata. 2008. Fotografía.
39,5x58 cm. Donación de Hamish Fulton a la
Fundación Ortega Muñoz.
Vista panorámica de la planicie de La Serena.
Foto: José-Javier Cano Ramos.
La Vía de la Plata a su paso por Cáparra.
Foto: Junta de Extremadura.
13
Los paisajes de secano
L
a dehesa es uno de los paisajes más representativos de la península ibérica, en el que el bosque
se ahueca para dedicarse a diferentes usos: forestales, agrícolas y ganaderos. El origen de la dehesa se
remonta a la Edad Media, coincidiendo con la repoblación en tiempos de la conquista castellana y con la
creación del Honrado Concejo de La Mesta en 1274 por parte del rey Alfonso X El Sabio. Su configuración
varía dependiendo de la especie arbórea predominante, desde las grandes extensiones de encinares hasta
los rebollares del norte de Cáceres, las Villuercas o Tentudía o los alcornocales, exclusivos de la franja
mediterránea y el norte de África, que proporcionan el preciado corcho cuya industria se encuentra ligada
al vino por la fabricación de tapones. España ocupa el segundo puesto mundial como principal exportador,
con Extremadura a la cabeza y después de Portugal.
Las dehesas de alcornocales son paradigmas de sostenibilidad porque contribuyen al mantenimiento de la
diversidad de la flora, la fauna y los hongos de su entorno, al tiempo que ofrecen un producto único como
el corcho, cuya extracción, sin embargo, fue bastante tardía, puesto que se remonta a los inicios del siglo
XIX.
El alcornoque es el protagonista de la obra de Victoriano Martínez Terrón. Con su pintura matérica realizada
con espátula reproduce la frondosidad de este árbol y el color propio de la dehesa extremeña.
La encina es la especie arbórea mayoritaria de la dehesa extremeña. Ocupa grandes extensiones en las
provincias de Cáceres y Badajoz con unos requerimientos de humedad menos exigentes que el alcornoque
o el roble rebollo. Su fruto, la bellota, es además el alimento principal del ganado porcino, que encuentra
en la dehesa su hábitat ideal.
Ramón de Arcos reproduce la Dehesa extremeña, con su particular técnica deudora del impresionismo
francés y su vivo cromatismo, en una obra que refleja el amor por la naturaleza desde su formación como
Biólogo y Técnico Agrícola.
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Ramón de Arcos Nieto. Dehesa extremeña. 2018.
Acrílico sobre lienzo. 150x150 cm. MUBA. Badajoz.
Dehesa extremeña. Foto: Ismael Sánchez Expósito.
Martínez Terrón. Peñas y alcornoques.
1993. Óleo sobre lienzo. 31x39 cm. Excma.
Diputación Provincial de Cáceres.
El descorche en Fregenal de la Sierra.
Foto: Juan Carlos Delgado Expósito.
15
Los paisajes de secano
E
l cultivo de la vid y el olivo se encuentran ligados en el mismo agroecosistema no solo por formar
parte de la trilogía mediterránea sino también para que los terrenos dispusieran de producción alternativa
hasta que se desarrollara el arbolado. Las comarcas de Tentudía o Tierra de Barros son ejemplo de esta
tipología agrícola.
El pintor José Pérez Jiménez desarrolla su gusto por retratar el paisaje en verano, al aire libre, al utilizarlo
en Los recién casados, una de sus muchas obras costumbristas correspondiente a la primera etapa y
ambientada en la comarca de Tentudía
Extremadura posee más de 83 000 hectáreas de viñedos del total de más de un millón distribuidos por
España. Aunque parece que este cultivo surgió en época prerromana, fue la romanización la causante
de su desarrollo, como demuestran los vestigios arqueológicos en Mérida o Barbaño. Si bien hasta el
siglo XVII no se documenta su presencia en Tierra de Barros, donde alcanzó un gran desarrollo en el
siglo XIX sustituyendo al cereal y la dehesa ante la gran demanda europea, cuyos viñedos habían sido
arrasados por la filoxera, de la que estuvieron libres estos cultivos extremeños hasta finales de dicha
centuria. El resurgimiento de la vid en esta comarca a partir de la segunda mitad del siglo XX derivó en
las Denominaciones de Origen Ribera del Guadiana y Cava de Extremadura.
El paisaje de viñas en Tierra de Barros ocupó buena parte de la personal obra de Godofredo Ortega Muñoz,
aunque otros autores también trataron estos temas como José María Larrondo en su obra El muro, en la
que alude, asimismo, a la bandera extremeña dividiendo la composición en tres franjas horizontales.
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José Pérez Jiménez. Los recién casados. 1912.
Óleo sobre lienzo. 189x141 cm. MUBA. Badajoz.
José María Larrondo. El muro. 1994.
Óleo sobre lienzo. 130x200 cm.
Colección Junta de Extremadura.
Olivares. La Coronada.
Viñas en Almendralejo. Foto: Nuria M Franco Polo.
17
Paisajes de montaña
E
l paisaje de montaña se distribuye por buena parte de Extremadura, aunque es el septentrional el
más destacado. Ocupa las áreas del Sistema Central, los Montes de Toledo y Sierra Morena.
El Sistema Central se extiende de este a oeste, desde la Sierra de Gredos, Tormantos y Tras La Sierra hasta
Las Hurdes y Sierra de Gata. Zonas menos escarpadas como los valles y piedemontes se han destinado a la
agricultura, beneficiada por unas temperaturas menos extremas, una mayor pluviosidad y gran cantidad
de acuíferos y gargantas alimentadas por el deshielo de las nevadas invernales que suelen cubrir las
zonas de alta montaña y que facilitan el riego. Nevadas que se aprecian al fondo del Paisaje en la Alta
Extremadura de Vega Ossorio, quien con sus habituales manchas de color y una luz que baña todos los
elementos del cuadro, reproduce con fidelidad las características de este paisaje.
En las zonas más escarpadas se ha desarrollado una masa forestal de castaños y robles rebollos, sustituidos
en el Valle del Jerte por el monocultivo del cerezo, que ha transformado este paisaje cultural al amparo
de una pujante industria frutícola.
Massa Solís, en su personal y colorista obra, representa el paisaje agrario de montaña típico del norte de
Cáceres en el que conviven agricultura y ganadería, el olivar y los árboles frutales, huertos y robledales.
Sin embargo, la expansión del cultivo de la cereza en el Jerte, el tabaco en La Vera y Campo Arañuelo,
el abandono de la ganadería o el consumo de productos foráneos está provocando la desaparición de esa
rica biodiversidad en pro del matorral y el roble rebollo, cuya expansión es responsable del aumento en
la frecuencia de incendios forestales durante los últimos años.
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José Vega Ossorio. Paisaje en la Alta Extremadura.
1983. Óleo sobre lienzo. 116x81 cm. Fundación
Caja Extremadura.
Garganta la Olla. Foto: Lucas Navareño Miura.
José Massa Solís. Valle del Jerte. 2002. Acrílico
sobre lienzo. 130x97 cm. Museo Massa Solís.
Miajadas.
Cabezuela del Valle. Foto: Lucas Navareño Miura.
19
Paisajes de montaña
E
l cultivo del olivo se ha adaptado al paisaje de montaña en Sierra de Gata, Tierras de Granadilla y Las
Hurdes, distribuyéndose en bancales que hacen posible el arraigo de esta especie arbórea y que diseñan
el paisaje de una forma característica, como se ve en el Paisaje sin horizonte de Isaías Díaz Gómez, en
el que, con un estilo naif, muestra cómo el ser humano ha adaptado su vivienda y cultivos al terreno
escarpado. Este tipo de paisaje se asimila al de Las Hurdes, cuya principal característica es la agrura o lo
abrupto del terreno. De este a oeste discurren sierras pizarrosas por las que atraviesan los principales ríos
de esta zona, Ladrillar o Hurdano, valles angostos y laderas en las que se asienta la población, gargantas
y meandros.
La ciudad de Cáceres, con el término municipal más grande de España, se sitúa en una elevación sobre la
penillanura asentada en la Meseta Central y delimitada por los ríos Tajo y Guadiana. Los Llanos de Cáceres
fueron declarados Zona ZEPA en 1989. La ciudad se estableció al norte de su término, al amparo de la
Montaña en la Sierra de la Mosca, a cuya sombra se erigieron numerosas presas y charcas (Musia, Marco,
La Generala...) que antaño regaron huertas, dehesillas, viñas o movieron molinos ahora desaparecidos.
Paisaje de la Montaña de Juan Caldera representa este elemento fundamental del paisaje cultural de
Cáceres, que define no solo su orografía sino también su historia. En su cúspide se sitúa el Santuario de
la Virgen de la Montaña, su patrona; y en las faldas se construyeron numerosas residencias vacacionales
durante buena parte del siglo XX transformando el espacio natural.
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Isaías Díaz Gómez. Paisaje sin horizonte. 1977. Óleo
sobre lienzo. 61x50 cm. MUBA. Badajoz.
Bancales en Las Hurdes. Foto: Juana Alfonso
Carballo.
Juan Caldera Rebolledo. Paisaje de Montaña.
1946. Óleo sobre lienzo. 74x125 cm. Excmo.
Ayuntamiento de Cáceres.
Montaña de Cáceres. Foto: José Miguel González
Bornay.
21
Paisajes de montaña
P
or la parte más oriental de la comunidad autónoma de Extremadura, en las comarcas de VilluercasIbores-Jara y La Siberia, discurre la cordillera de los Montes de Toledo, formada por varias sierras que
separan el río Tajo del Guadiana y que se corresponden con las estribaciones más australes de dicha
cordillera.
En La Siberia extremeña, situada al este de la región y declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO
en 2019, conviven extensas superficies de dehesas con abruptos relieves, orografía que quiso representar
el artista alemán Wolf Vostell en su Isaac Cardoso, una de las obras de la serie La Siberia extremeña,
cuyos títulos se corresponden con los seis judíos procesados en el auto de fe que tuvo lugar en Madrid
en 1632. El artista recorrió estas tierras en 1981 para documentar el extenso y heterogéneo paisaje que
después representó con planchas metálicas a modo de cielo y «dientes de perro» pizarrosos, obras en las
que estableció una relación entre el aislamiento y la marginación de este territorio con el sufrimiento del
pueblo judío.
El paisaje cultural de Villuercas-Ibores-Jara se caracteriza por la riqueza natural de sierras y valles, su
geología, minería y biodiversidad, que han propiciado las declaraciones de varias Zonas ZEPA como la
Sierra de Villuercas, Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) como las Dehesas del Ruecas y el Cubilar,
un Corredor Ecológico y de Biodiversidad en el Río Guadalupejo o el Monumento Natural de Cuevas del
Castañar. Asimismo, la UNESCO otorgó a esta comarca el reconocimiento de Geoparque Mundial en 2015.
Pedro Gamonal representó Los Ibores desde el estilo figurativo y cargado de romanticismo, enlazando con
la obra paisajística del alemán Gerhard Richter, en un intento de aunar lo autóctono con lo foráneo.
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Wolf Vostell. Isaac Cardoso. Serie Siberia
extremeña. 1982. Mixta sobre lienzo.
180x240 cm. Museo de Cáceres.
Pedro Gamonal. Los Ibores (Homenaje a Richter).
2002. Óleo sobre tela. 182x200 cm.
Fundación Caja Extremadura.
La Siberia desde el castillo de Puebla de Alcocer.
Foto: Juana Alfonso Carballo.
Geoparque Villuercas-Ibores-Jara. Foto: Nuria M
Franco Polo.
23
Paisajes del agua
E
l paisaje extremeño se ha ido transformando con la incorporación de la cultura del agua. Las presas
y charcas del siglo XVI, XVII y XVIII configuraron espacios hídricos con molinos, batanes y lavaderos de
lana, además de recursos de riego y consumo, gracias a los «viajes de agua» o galerías para conducir el
agua desde los acuíferos y presas a las fuentes. Los jardines dieron amabilidad, simbolismo y belleza a
los monasterios, viviendas y otros espacios de arquitectura culta, como el del palacio de Abadía de los
duques de Alba, además de los parques urbanos. El agua fue un elemento especial en las fundaciones de
los pueblos de colonización, erigidos con el objeto de explotar campos con agricultura y ganadería desde
espacios urbanizados. Pionera fue la fundación del pueblo de Santa Amalia en la comarca de las Vegas
Altas en época de Fernando VII (1831 y 1842). Las tierras del Tiétar, del Alagón, de las Vegas Altas y Vegas
Bajas del Guadiana en La Serena, fueron protagonistas de grandes obras hidráulicas abordadas en la
posguerra española con la construcción de embalses y presas, canales de riego, puentes y las plantaciones
de maíz, tabaco, frutales, arroz, con los secaderos y silos.
En Extremadura, a través de los planes de regadío del Instituto Nacional de Colonización, se construyeron,
entre 1951 y 1971, 64 pueblos de colonización de diferentes dimensiones y número de colonos. Concretamente
38 en la cuenca del Guadiana (Plan Badajoz), 26 en la cuenca del Tajo (Plan Cáceres), más algunas casas
diseminadas, con la peculiaridad de sus singulares diseños, que trasformaron con personalidad propia las
distintas comarcas puestas en riego. Fue un campo de experimentación de arquitectos de vanguardia y de
artistas que decoraron sus iglesias con vidrieras, retablos, esculturas, pinturas y cerámicas.
Manuel Vilches ha fotografiado y producido la hibridación del paisaje con un poema visual pintado, donde
la palabra Land nos introduce por su actitud: Minimal Land, en la inmensidad y riqueza sensorial del agua.
El artista Miguel Calderón Paredes describe poéticamente unas dotaciones industriales, con su lenguaje
depurado, silencioso y metafísico.
24
Miguel Calderón Paredes. Secadero de arroz. 2014.
Óleo sobre lienzo. 122x122. MEIAC. Badajoz.
Manuel Vilches Cerrato. Is Land. 2002. Óleo
e impresión digital sobre lienzo. 130x162 cm.
Asamblea de Extremadura.
Santa Amalia. Foto: Miguel Calderón Paredes.
Río Tajo desde el mirador La Geregosa.
Foto: Ángel Gómez Flores.
25
Paisajes del agua
L
os ríos Tajo y Guadiana y sus afluentes dividen y articulan la región extremeña. A su paso por
ciudades como Coria, Plasencia, Mérida o Badajoz imprimen carácter a su paisaje con los puentes que las
atraviesan, los molinos y las aceñas, más los paseos fluviales que se han ido ordenando y regenerando en
los últimos años. También junto a las presas se construyeron poblados para obreros y técnicos, algunos
ya desaparecidos mientras que otros conservan parte de su urbanismo y arquitectura con valores de un
patrimonio cultural y paisajístico que debemos valorar a nivel territorial. Las vistas al transcurrir de las
aguas fluviales, desde altozanos y miradores, han sido plasmadas por pintores, fotógrafos y poetas con
sensibilidad propia. Fernando Garrorena fue un magnífico fotógrafo paisajista y de costumbres, que, con
sus innovadoras fotografías, contribuyó a una mirada descriptiva y poética del entorno, que no le fue
ajena a su amigo, el pintor Adelardo Covarsí, cuando compartían juntos esas experiencias viajeras por la
provincia de Badajoz.
También las fuentes son elementos de la arquitectura del agua con valor antropológico y en gran parte
patrimonial, su memoria da lugar a relatos donde el paisaje y las leyendas se funden, como en el cuadro
de Eugenio Hermoso, donde el pintor más importante del costumbrismo extremeño sitúa el paisaje en
segundo plano para resaltar las figuras protagonistas de una elección amorosa que forma parte de su
lenguaje en ocasiones simbolista.
26
Fernando Garrorena Arcas. Vista parcial del río
Guadiana y de su vega, desde la iglesia de Lobón
(c 1928-1929, probable). Fotografía. Fototeca de
la Excma. Diputación Provincial de Badajoz.
Eugenio Hermoso Martínez. Arcadia. 1923.
Óleo sobre lienzo. 185x100, 200x100,
185x100 cm. MUBA. Badajoz.
Poblado y embalse de Gabriel y Galán (Cáceres).
Foto: María del Mar Lozano Bartolozzi.
Guadajira (Vegas Bajas). Foto: Francisco Javier
Serrano Rodríguez.
27
Paisajes del agua
E
l agua ha marcado el desarrollo de construcciones singulares. El Monasterio de Yuste está ligado
a la figura del emperador Carlos V que reposó sus últimos días en este lugar, donde, entre otras cosas,
disfrutaba de la pesca en su estanque, del fragoso y húmedo paisaje que rodea el enclave y del jardín
conventual. El pintor Eduardo Naranjo interpreta el paisaje con su personal visión onírica del mismo y
hace flotar su imagen en un entorno surreal descrito con su extraordinaria maestría pictórica. Declarado
Patrimonio Europeo es hoy uno de los focos de la cultura europea por ser la sede de la concesión del
Premio Europeo Carlos V.
El paisaje del paraje de los Barruecos de Malpartida de Cáceres es uno de los lugares más interesantes
de la región. Los berrocales graníticos se funden con el agua de la charca, en un espacio poblado desde
la Antigüedad que ha sido utilizado como lugar escenográfico en el cine. En la actualidad su antigua
función de lavadero de lanas, relacionado con la actividad de La Mesta, ha dado lugar a la creación
del Museo Vostell Malpartida, un centro internacional de arte de ambientes y de movimientos artísticos
contemporáneos como el Happening, la performance y las obras Fluxus.
28
Eduardo Naranjo. Sin título. Serie Conmemorativa
Yuste 2008. Aguatinta y punta seca, 38x60 cm.
MUBA. Badajoz.
Monasterio de Yuste. Foto: Junta de Extremadura.
Miguel Copón. Sin título. 1996. Mixta sobre
lienzo. 130x195 cm. Museo de Cáceres.
Museo Vostell Malpartida en los Barruecos.
Foto: Pedro Plasencia Lozano.
29
Paisajes urbanos
E
l paisaje de la ciudad es una simbiosis de patrimonio cultural y natural, en un contexto urbano
que se interacciona con su entorno territorial. Si tenemos en cuenta el concepto de Ciudad Hojaldre
(Carlos García Vázquez) comprendemos que esta es resultado de la superposición de acontecimientos
y tradiciones que caracterizan su devenir histórico y que su estudio puede abordarse desde distintos
modelos de percepción. Por eso es fundamental tener en cuenta el concepto de paisaje urbano histórico,
que nos conduce a la relación entre desarrollo sostenible y respeto por los valores históricos que se han
tratado en diversas convenciones como la recomendación relativa a la salvaguardia de los conjuntos
históricos o tradicionales y su función en la vida contemporánea (Nairobi, 1976), la Conferencia General
de la UNESCO en 2011 con la Recomendación por la conservación de los Centros Históricos y las reuniones
sobre el concepto de paisaje urbano histórico, ICOMOS (Edimburgo, 2015).
Extremadura se caracteriza por la existencia de distintos paisajes urbanos en su extensa geografía. Desde
los monumentales conjuntos históricos, como Jerez de los Caballeros, con sus torres mudéjares de gran
interés patrimonial que forman el perfil del cielo, integrada en sus campos cercanos de olivares y de extensas
dehesas, a los característicos ejemplos de arquitectura popular con paredes de mampostería y cubierta
de pizarras en Las Hurdes, entramados de madera en los valles del Jerte, La Vera, a la arquitectura de lo
blanco si bajamos hacia la penillanura trujillana o a la provincia de Badajoz. Como ejemplo de los primeros
la artista francesa Magdalena Leroux realizó varias vistas de poblaciones monumentales de Extremadura
con un dibujo expresivo, mientras que la comarca de Las Hurdes se dio a conocer especialmente por la
visita del rey Alfonso XIII (1922) y por el documental Tierra sin pan del cineasta Luis Buñuel, que configuró
una visión donde relacionó espacios existentes con puestas en escena de relatos en un paisaje inquietante
y de miseria. Las cubiertas de las casas tradicionales hurdanas son como caparazones de animales que
se agazapan en un paisaje que ha cambiado en la actualidad, pero que aún conservan alguna de sus
identidades constructivas.
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Magdalena Leroux Morel. Vista de Jerez de los
Caballeros. H. 1945-47. Lápices color sobre
papel. 22,5x30,5 cm. Museo Pérez
Comendador-Leroux. Hervás.
Jerez de los Caballeros. Foto: Basilio Rubio Gómez.
Martilandrán. Fotogramas de la película Tierra
sin Pan. Catálogo de la exposición Las Hurdes.
Un documental de Luis Buñuel (1999)
en el MEIAC. Badajoz.
Riomalo de Arriba.
Foto: Juana Alfonso Carballo.
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Paisajes urbanos
L
as poblaciones tienen una serie de elementos que constituyen aspectos fundamentales de su paisaje,
además de la propia arquitectura y el trazado urbano, el medio ambiente, la orografía o los entornos.
Uno de ellos es el mobiliario urbano, que va desde los monumentos conmemorativos, los quioscos de la
música, las fuentes y farolas, a los contenedores de basura, como refleja Pedro Casero en su fotografía en
la que, al eliminar texturas y detalles, convierte un cotidiano paisaje urbano en un juego de abstracción
geométrica expansiva. También hay elementos parlantes como los anuncios: vallas publicitarias efímeras
o paneles publicitarios cual los de Nitrato de Chile del pasado siglo XX que, con su figurativo azulejo,
mostraban una publicidad de contenido socioeconómico en entornos generalmente rurales.
Durante la última década del siglo XX y en el siglo XXI proliferan los grafitis hechos de forma espontánea
y clandestina, generalmente en las periferias; acciones ilegales que tratan de ocupar un sitio fuera de
orden en espacios urbanos. Más recientemente abunda el arte urbano o street art: pinturas murales en
exteriores de medianeras y muros o en edificios públicos como escuelas y casas de cultura, que dotan de
color y visualidad artística a las poblaciones.
También las actividades sociales, religiosas, políticas y culturales, en general, son parte del paisaje urbano
y su patrimonio intangible. Como ejemplo, el mercado semanal de Plasencia, cita de todas las comarcas
del norte de la provincia de Cáceres, fue el motivo principal del collage pictórico que hizo Joaquín Sorolla
para la representación de Extremadura en el conjunto Las Regiones de España, grandes pinturas que
realizó para la Hispanic Society of America de Nueva York.
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Pedro Casero. Reciclaje. 2017. Impresión
con tintas minerales sobre papel. 58x58 cm.
Institución Cultural El Brocense. Excma.
Diputación Provincial de Cáceres.
Montijo. Foto: Francisco Serrano Rodríguez.
Joaquín Sorolla Bastida. El mercado. 1917.
Óleo sobre lienzo. 351x302 cm. Hispanic
Society of America. Nueva York.
Ruth Matilda Anderson. Plasencia. 1928. Hispanic
Society of America. Nueva York.
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Los paisajes industriales
A
partir de la segunda mitad del siglo XX se empezó a valorar el patrimonio industrial, principalmente
la llamada arqueología industrial o restos de la revolución industrial del siglo XIX: poblados mineros,
fábricas, silos, centrales térmicas, maquinarias, estaciones de tren, pero también elementos de valor
etnográfico como molinos, aceñas o canales históricos. Su reconocimiento oficial empezó al nacer la
primera organización en su defensa en el año 1971 en Inglaterra, a la que sucedieron reuniones y congresos,
pero, sobre todo, al crearse el Comité International para la Conservación del Patrimonio Industrial en
1978 (Ironbridge, Reino Unido). En España se desarrolló a partir de 1999 el Plan Nacional de Patrimonio
Industrial, en el cual es fundamental analizar estos elementos de patrimonio material e inmaterial en su
relación con el territorio y con la cultura del trabajo.
La antigua actividad minera dio lugar a la construcción de un poblado cercano a Cáceres, hoy barrio de
las Minas o de Aldea Moret, y sobre todo a que se llevara a cabo la construcción del ferrocarril. Sus bocas
de minas, chimeneas y restos del antiguo poblado, más la rehabilitación de nuevos usos de algunas de
sus construcciones, como la nave del Embarcadero, entran plenamente en el espíritu de la revalorización
patrimonial de la llamada arqueología industrial, tal como la contempla la UNESCO.
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Gustavo Hurtado Muro. Paisaje de la Ribera (Molino de la
Ribera de Cáceres). 1921. Óleo sobre lienzo. 43x63 cm.
Museo de Cáceres.
Restos de arquitectura industrial en Aldea Moret (Cáceres).
Foto: Luis Casero.
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Título:
Arte y territorio. Los paisajes culturales extremeños
Organizan:
Centro de Estudios Agrarios. Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio.
Junta de Extremadura
Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes
Colaboran:
Consejería de Cultura, Turismo y Deportes. Junta de Extremadura
Excma. Diputación de Badajoz
Coordinación y textos:
María del Mar Lozano Bartolozzi , José-Javier Cano Ramos,
Nuria M Franco Polo
Centro de Estudios Agrarios: José Luis Mosquera Müller y Emma Hernández Mangut
Diseño y Maquetación:
Mª Carmen Regalado González
Fotografías:
© Museos, Fundaciones, artistas y otros autores
Edita:
Junta de Extremadura
Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio. Junta de Extremadura
Avenida Luis Ramallo s/n.- 06800-MÉRIDA
http://www.juntaex.es
Impresión folleto:
Publicaciones de la Secretaría General
Carretera de San Vicente, 3. 06007 BADAJOZ
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Impresión paneles:
Indugrafic
Depósito Legal: BA-000799-2022
ISBN: 978-84-8107-101-6
Imágenes de Portada:
Godofredo Ortega Muñoz, Castaños y viñas, 1961. MEIAC
Fuente del Maestre. Foto: Alfonso Suárez Pecero
Para materializar esta idea en defensa de nuestro Patrimonio Cultural han estado a nuestro lado: Museo de Bellas Artes de Badajoz, MEIAC, Museo de Cáceres, Asamblea de Extremadura, Fundación Caja Extremadura, Museo de Historia y Cultura “Casa Pedrilla”, Fundación Ortega Muñoz, Museo Pérez Comendador-Leroux, Excmo. Ayuntamiento
de Cáceres, Museo de Miajadas, Archivo Histórico de la Diputación de Badajoz, Institución Cultural “El Brocense” y
los artistas que han cedido las imágenes de sus obras. A todos, muchas gracias.
Esta actividad se enmarca dentro del Plan Nacional de Paisaje Cultural. Ministerio de Cultura y Deporte.
Gobierno de España.
Reservados los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación sin la debida autorización.
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