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PEC 02 2022-2023. Historia Antigua UNED. Constitución de Atenas y Ara Pacis.

2023, PEC Historia Antigua - Historia del Arte - UNED

PEC de la asignatura de Historia Antigua del grado de Historia del Arte de la UNED. Curso 2022-2023. Comentario de texto acerca de "La Constitución de Atenas", de Aristóteles y comentario de una imagen correspondiente al "Ara Pacis"

Comentario de texto Constitución de Atenas Dividió [Clístenes] también el país por demos, en treinta partes, diez de los alrededores de la ciudad, diez de la costa y diez del interior, y dando a estas el nombre de tritís, sacó a la suerte tres para cada tribu, con el fin de que cada una participase de todas las regiones. E hizo conciudadanos de demo a los que habitaban en cada uno, para que no quedaran en evidencia los nuevos ciudadanos al llevar el nombre de familia, sino que llevasen el nombre de los demos; por eso los atenienses se llaman todavía a sí mismos por los demos. Aristóteles, Constitución de Atenas, 21.4. 1. Lea detenidamente el texto y señale los términos y expresiones que considere más relevantes para su interpretación. 2. Clasifique el texto: a. Naturaleza. b. Autor. c. Fecha. d. Finalidad y destino. 3. Realice un resumen del documento en el que deje constancia de la información/ideas más destacadas. 4. Analice el texto: Explique las ideas principales recogidas en el texto. 5. Encuadre el texto en el proceso histórico correspondiente (señale las características principales del periodo en el que se inscribe el texto). 6. Aporte una reflexión personal sobre la figura y obra de Clístenes. 7. Extensión máxima permitida: 2 páginas / Times New Roman 12 / Interlineado sencillo. Errores: hablar de aspectos secundarios, utilizar el texto como pretexto (no se trata de desarrollar un tema), repetir con otras palabras lo que dice el texto, utilizar expresiones en primera persona. 2 1. Términos y expresiones relevantes: Se han señalado los términos y expresiones más relevantes en el mismo texto. 2. Clasificación del texto: El texto que nos ocupa pertenece a la Constitución de Atenas, una obra atribuida a Aristóteles (384-322 a.C.) aunque este posiblemente contó con la ayuda de sus alumnos para su redacción, puesto que sabemos que inicialmente el objetivo del filósofo era escribir un compendio de 158 «constituciones», comenzando a partir de la Ateniense. El texto narra hechos anteriores a la época del autor por lo que es una fuente historiográfica secundaria. Fue en este sentido una obra particular dentro del conjunto de escritos del estagirita, al se identifica tradicionalmente como filósofo. En cuanto a la datación de la obra, seguimos la teoría de Jaeger que, a partir del conocimiento de algunas cuestiones históricas y su reflejo en la obra, dedujo un periodo entre el 328 y el 326 a.C. para la composición de la obra. Pese a ello, también parece aceptarse que Aristóteles continuó trabajando en ella posteriormente, ampliándola y corrigiéndola. Al contrario que la mayoría de las obras atribuidas al célebre filósofo, que constituían apuntes y conferencias para sus lecciones, la Constitución de Atenas debió de ser pensada ya inicialmente para su publicación. El tratado hacía un estudio del pasado legislativo, que posiblemente sirvió al autor como apoyo en sus escritos políticos, estando también a disposición de los alumnos del Liceo, conservado en su biblioteca. 3. Resumen: En el texto se describe la división territorial realizada por Clístenes en Atenas, concretamente cómo creó las tritties a partir de las demos y las repartió de manera aleatoria entre las tribus. También se hace referencia al hecho de que los ciudadanos pasaron a identificarse con el nombre de su demos en vez del nombre de familia. 4. Análisis del texto. Aproximadamente entre el 507 a.C. y el 501 a.C., desconocemos si en su faceta como arconte o legislador, Clístenes llevó a cabo una reforma territorial y administrativa en el Ática. Dicha reforma consistió en la división de la población integrándola en tres agrupaciones: demos, tritties y tribus. El territorio ático, incluida la ciudad de Atenas, se dividió en tres zonas: el asty (la ciudad), la mesogea (el interior) y la paralia (la costa). A su vez, cada una de estas zonas se dividió en diez unidades llamadas tritties o tercios. Finalmente, las tribus o philes se conformaban tomando cada una un trittís de cada zona. De esta manera resultaban diez tribus, cada una de las cuales quedaba constituida por tres tritties, una del asty, otra de la mesogea y otra de la paralia. Además de lo anterior, todos los ciudadanos pertenecían a una demos, la unidad administrativa mínima, concepto heredado de las comunidades rurales que existían en el Ática. De esta manera, el demótico era una especie de apellido que identificaba a todos los ciudadanos de la demos y que llevaban aún si cambiaban de domicilio. 3 La finalidad de la reforma de Clístenes no era otra que la creación de un nuevo estado basado en la igualdad de los ciudadanos ante la ley o isomía, lo que hoy identificaríamos con la democracia. Aunque otros procesos reformadores anteriores, como los llevados a cabo por Solón en torno al año 594 a.C. o por la tiranía de los Pisistrátidas en la segunda mitad del siglo VI a.C. habían avanzado en ese camino, en la época de Clístenes todavía continuaban siendo los miembros de la aristocracia, los eupátridas, los que regían el destino de la polis. Con la nueva división, así como con una reforma institucional paralela y con la implantación del ostracismo, Clístenes trató de despojarles del poder que mantenían en las elecciones de cargos, así como en las decisiones de gobierno a través de su influencia en los distritos. Además, intentó evitar la formación de partidos locales que vinculaban comunidades vecinas y finalmente evitar nuevos tiranos. 5. Encuadre el texto en el proceso histórico correspondiente. El siglo IV a.C., la época en que Aristóteles escribió su Constitución de Atenas, fue un tiempo de transición que culminó con el fin de la época clásica y el advenimiento del helenística. Concretamente, el periodo que abarcó desde la derrota de Atenas por los espartanos (404 a.C.) hasta la derrota de la alianza de polis encabezada por Atenas y Esparta ante las tropas macedonias de Filipo II en la batalla de Queronea (346 a.C - 338 a.C) constituyó una etapa de decadencia en la que, aparte de las transformaciones económicas y sociales, las estructuras políticas se vieron profundamente modificadas. Tras años de luchas fratricidas de las que no salía una autoridad superior hegemónica, la crisis de la polis fue inevitable. La decadencia de las polis significó el ascenso paralelo de Macedonia que acabó con las libertades políticas, organizando un sistema federal superpuesto a las ciudades-estado del que Filipo II era el único jefe militar. Aristóteles fue testigo privilegiado de este periodo de transición. Era de origen macedonio y se trasladó joven a Atenas para ingresar en la Academia de Platón. Más tarde fue llamado por Filipo II para educar a su hijo, el futuro Alejandro Magno. Volvió a Atenas y fundó allí su Liceo, pero tuvo que abandonarla tras la muerte de Alejandro Magno por ser acusado de macedonio. 6. Reflexión personal. Consideramos trascendente la figura de Clístenes, en cuanto que su reforma abrió las puertas a la democracia. En el mundo griego su figura es comparable a la de Solón, quien antes que él trató de restar poder a los eupátridas, o a la de Pericles, quien terminó de consolidar la democracia; en el romano a la de los hermanos Graco. Se trata de gobernadores que, procediendo de familias nobles, quisieron mejorar las condiciones de vida del pueblo más desfavorecido. Podemos reprochar a Clístenes el hecho de que su constitución no terminó, pese a todo, con el poder de las altas magistraturas y del Consejo del Areópago. Sería más tarde, con Pericles, cuando los cargos políticos comenzaron a recibir indemnizaciones por su labor. Por último, recordaremos que la democracia en Grecia no contaba con el voto de mujeres ni esclavos, si bien, como sabemos, estas ideas, que son básicas en nuestras democracias actuales, no surgieron hasta prácticamente el siglo XX. 4 Bibliografía y webgrafía: 1. ALONSO TRONCOSO, Víctor (1988). El genio de Grecia. Historias del Viejo Mundo nº 10. Madrid: Historia 16. 2. ARISTÓTELES. La Constitución de Atenas, traducción de Antonio Tovar. Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1948. 3. ARISTÓTELES. La Constitución de los atenienses, traducción de Manuela García Valdés. Madrid: Editorial Gredos, 1984. 4. ARISTÓTELES. Constitución de Atenas. Papiro en la base de datos de papiros de Berlín. Museo Egipcio y Colección de Papiros. Recuperado de: https://berlpap.smb.museum/01577/. Consultado el 17/12/2022 5. ASIMOV, ISAAC (1981). Los griegos. Madrid: Alianza Editorial. 6. BENGTSON, Herman (1982). Griegos y persas, el mundo mediterráneo en la edad antigua I. Historia Universal Siglo XXI. Madrid: Siglo XXI editores. 7. CABRERO PIQUERO, Javier, GONZÁLEZ SALINERO, Raúl, MORO ÍPOLA, Milagros y NOVILLO LÓPEZ, Miguel Ángel (2019). Introducción a la historia de la Antigüedad. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED. 8. FERNÁNDEZ URIEL, PILAR (2007). Historia Antigua Universal II. El mundo griego. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia. 9. JAEGER, Werner (1946). Aristóteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectual. México: Fondo de Cultura Económica. 10. LARA PEINADO, Federico (1986). Cultura de Grecia en los siglos V y IV antes de Cristo. Gran Historia Universal, volumen III, El helenismo. Madrid: Club Internacional del Libro. 5 Contextualización y valoración de una obra de arte: Ara Pacis Augustae 1. Contextualización y valoración de la obra de arte: encuadre el documento en el proceso histórico correspondiente, e incida en el significado y relevancia aportando una valoración general primando, en todo caso, su carácter histórico a su dimensión y significado como obra de arte. 2. Extensión máxima permitida: 2 páginas / Times New Roman 12 / Interlineado sencillo. 6 «Cuando regresé a Roma desde Hispania y Galia, luego de haber realizado felices el Senado decretó que se debía consagrar en empresas en esas provincias, honor de mi regreso el Altar de la Paz Augusta en las proximidades del campo de Marte, y dispuso que en él los magistrados, sacerdotes y vírgenes vestales celebrasen cada año un sacrificio» (Augusto (2016). Res gestae Divi Augusti, XII.2. Trad. Nicolás Cruz) De esta manera, el propio Augusto escribía acerca de la fundación del Ara Pacis Augustae cuando, al final de sus días, había decidido dejar escrito para la posteridad, grabado en placas de bronce sobre las columnas de entrada a su mausoleo, su breve testamento político. Eran las Res Gestae, 35 párrafos con los que el primer emperador quería legitimar su gobierno ante las generaciones futuras y uno de los cuales estaba dedicado a este Altar de la Paz de Augusto que se levantó en Roma, en el Campo de Marte, la zona donde acampaban los ejércitos, pero cerca del pomerium, la franja sagrada que delimitaba la ciudad. Al contrario que el arte griego, en el que los autores son conocidos, el romano es un arte sin artistas, un arte colectivo del que se sabe normalmente quién encargó la obra, pero no quién la hizo. Eso mismo ocurre con este monumento arquitectónico del que sabemos que fue encargado por el Senado romano el año 13 a.C., con motivo de la vuelta triunfante de Augusto tras sus campañas contra cántabros y astures en el norte de Hispania, así como contra algunos poblados de la Galia. El emperador, reacio de celebrar dicho triunfo con la pompa tradicional, aceptó en cambio la realización del altar, dedicado a la diosa romana de la Paz, que fue finalmente consagrado el 9 a.C. El monumento, realizado en mármol, consiste en un altar a cielo abierto, situado sobre un podio de unos 11x10 m en planta y circundado por un muro alto que posee dos puertas enfrentadas, una para el acceso de los sacerdotes y la otra para las víctimas, y que está profusamente decorado con relieves, especialmente en su cara exterior. Dichos relieves, que debieron estar pintados inicialmente, representan temas mitológicos relacionados con la fundación de Roma, frutas y animales y una gran procesión que incluye al César y a la familia imperial; cuestiones todas ellas relacionadas la conmemoración de la paz y la prosperidad conseguidas por Augusto, así como el renacimiento de la República. En esa época, a finales del siglo I a.C. la arquitectura romana ya estaba muy consolidada, prueba de ello son los diez libros del tratado De arquitectura que había escrito Marco Vitrubio y dedicado al emperador Augusto. En él se citaban las tres cualidades que debían poseer los edificios públicos: firmeza, utilidad y belleza. También se describían los órdenes griegos, asimilados por los romanos, y se elogiaba la proporción como parte del diseño. La arquitectura romana estaba influenciada por la tradición etrusca y la helenística. Así, buscando precedentes del Ara Pacis, podríamos remontarnos a la existencia de altares domésticos etruscos, costumbre que luego heredaron los romanos para venerar a sus dioses lares. Más clara es la referencia a los a los altares jonios cuyo ejemplo a escala monumental es el conocido Altar de Pérgamo. No obstante, la arquitectura romana aportó novedades. Por un lado, una tecnología que se expresaba mediante nuevos tipos, técnicas y materiales; por otro, una utilización expresa de las obras públicas para ensalzar al estado y sus gobernadores. 7 De hecho, existió en Roma una tipología arquitectónica conmemorativa que no tenía otra función que la meramente propagandística, a la que pertenecían los altares, arcos de triunfo y trofeos. El Ara Pacis es el mejor ejemplo de los primeros, los altares conmemorativos, que, sin embargo, tuvieron escasa continuidad en siglos posteriores. El análisis de esta obra nos conduce inevitablemente a la figura de Octavio Augusto (63 a.C 14 d.C.), personaje enigmático capaz de ser el emperador y a la vez de mantener en el pueblo la ilusión de la continuidad de la República. Durante el siglo I a.C. la República agonizaba. Era patente que el vasto conjunto de tierras y pueblos que entonces conformaban Roma exigía nuevas estructuras en los órganos de gobierno y un cambio en la organización social del pueblo. Julio César (100 a.C. - 44 a.C.), había impuesto una monarquía de facto en Roma, el Principado, pero fue cercenada con su asesinato, perpetrado por un grupo de senadores. En su ascensión al poder Augusto actuó de manera similar a su padre adoptivo, si bien fue aún más sutil, rodeando siempre sus actos de una aparente legalidad bajo unas instituciones republicanas sin autoridad efectiva. Augusto pugnará primero con sus aliados de triunvirato, en especial con Marco Antonio y posteriormente, una vez con el poder, su largo periodo de gobierno le permitirá realizar aquello que César no pudo, llevar a Roma hacia una autocracia, el imperio, sistema que continuará como sabemos hasta al menos el siglo V d.C. Fue un gobernador astuto y ambivalente. Acumuló en su persona todos los poderes: militar, ante el Senado, ante el Pueblo, religioso (Pontifex Maximus) e incluso moral; sin embargo, continuó toda su vida viviendo en su casa del Palatino, donde llevó una vida bien diferente de la de los aristócratas de su tiempo. Fue Princeps, o primer ciudadano y ostentó la más alta magistratura y los poderes tradicionales romanos; sin embargo, su título de Augusto o digno de reverencia, que tomó a su vuelta de Egipto, carecía entonces de cualquier atributo político, relacionándose con los augures o sacerdotes romanos. Con Augusto el arte oficial alcanzó su cumbre. El primer emperador no tuvo objeción en disponer el arte al servicio del estado y de su persona. En su época se creó un lenguaje propio, claramente identificable con el imperio. En arquitectura las obras utilizaban los órdenes clásicos, eran grandiosas y se construían con mármol. Foros, arcos de triunfo, termas o teatros fueron creados en las ciudades del imperio y, por supuesto, en Roma dónde Augusto construyó su propio mausoleo y quiso llevar a cabo toda una reforma para convertir la ciudad en capital imperial. En escultura se erigen las imágenes del emperador como sacerdote, con la toga cubriéndole la cabeza (Augusto de vía Labicana) y como guerrero heroico y semidivino (Augusto de Prima Porta), en la que un cupido a sus pies recuerda que el emperador descendía de la estirpe de Eneas. En literatura, Augusto fue protector de Virgilio, el autor de la Eneida, una obra fundamental que justificaba el origen mítico de la ciudad. En definitiva, el Ara Pacis es un hito del arte romano que además de ser relevante por la calidad de sus relieves, lo es por constituir un ejemplo de arte puesto al servicio del poder, de clara convicción ideológica a través de las imágenes, algo que Augusto supo entender en su tiempo y que otros gobernantes repetirán a lo largo de la historia. No en vano, fue Mussolini quien en 1938 se ocupó de rescatar este monumento para asociar el prestigio del antiguo Imperio romano con el régimen fascista implantado en Italia a principios del siglo XX. 8 Bibliografía y webgrafía: 1. ALEGRE CARVAJAL, Esther; GÓMEZ LÓPEZ, Consuelo (2007). Los edificios de la arquitectura antigua. Madrid; Universidad Nacional de Educación a Distancia. 2. AUGUSTO. Res gestae Divi Augusti, traducción de Nicolás Cruz Barros. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile (2016). 3. BEARD, Mary (2018). SPQR, una historia de la antigua Roma. Barcelona: Editorial Crítica. 4. CABRERO PIQUERO, Javier, GONZÁLEZ SALINERO, Raúl, MORO ÍPOLA, Milagros y NOVILLO LÓPEZ, Miguel Ángel (2019). Introducción a la historia de la Antigüedad. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED. 5. FERNÁNDEZ URIEL, PILAR (2007). Historia Antigua Universal II. El mundo griego. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia. 6. FUSTEL DE COULANGES, Numa Dionisio (1983). La ciudad antigua. Barcelona: Editorial Iberia. 7. MARTÍNEZ DE LA TORRE, Cruz; STORCH DE GRACIA Y ASENSIO, Jacobo y VIVAS SAINZ, Inmaculada (2016). Arte de las civilizaciones clásicas: Grecia y Roma. Madrid: Editorial Universitaria. Ramón Areces. 8. PIRENNE, Jacques (1982). Historia Universal. Las grandes corrientes de la historia. Volumen II. Barcelona: Editorial Océano. 9