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Cuento: El descubrimiento

2013, Revista Universidad De Antioquia

Ilustración: Carolina Salazar 30 EL DESCUBRIMIENTO Campo Ricardo Burgos A instancias del Grupo de Investigación número 4 que en este momento se ocupa del asunto, y dado que fui miembro del primer equipo exploratorio que hizo el descubrimiento que ha ocasionado este terremoto emocional y conceptual que ahora mismo y desde hace un año sacude los cimientos de la humanidad, me siento ante ustedes a ofrecer la versión que me solicitan sobre los hechos de los cuales fui testigo. Como en otras ocasiones lo he afirmado ante periodistas, miembros del gobierno y diversos científicos, intentaré ofrecer un relato muy fiel de todo el episodio, de modo que mi narración de algún modo pueda contribuir a esclarecer este tremendo misterio en medio del cual hoy estamos empantanados. Mi nombre es Alberto G. Baz, tengo 37 años, soy ingeniero aeronáutico e hice parte del primer grupo de cinco personas que el 21 de abril de 2324 aterrizó en el revista UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 31 planeta Cuer 3, un mundo que —como todos lo recordarán— por ser tan parecido desde el punto de vista climático y atmosférico a nuestro planeta Tierra, de inmediato fue pensado como un globo que debía ser colonizado para que la especie humana también pudiera afincarse allí, como ya lo ha hecho en otra decena de mundos. Nuestra misión, como también se ha dicho varias veces, no era otra que la de ofrecer un primer informe de ese posible nuevo hogar para los hombres, realizar algunas pruebas ecológicas y fisicoquímicas, y alertar sobre algún posible peligro o inconveniente que sería necesario corregir antes de enviar a aquel lugar un primer puñado de colonizadores. Llevábamos ya dos semanas en aquel lugar, cumpliendo nuestros protocolos de análisis, cuando un día uno de los robots cuya Cuando misión es ofrecer filmaciones de parajes que ellos recorren de manera individual y a donde no se envían humanos porque podría ser volvimos al muy arriesgado, trajo a nuestro campamento una película que de inmediato nos desconcertó. A. J. Marchante, la primera persona campamento que la vio, quedó tan estupefacto ante ella que el grito que inicialmente profirió causó que todo el equipo corriera hacia él. Cuando no sabíamos todos estuvimos reunidos ante la pantalla que mostraba el filme, entendimos el porqué de la reacción. El robot en cuestión había qué pensar. estado inspeccionando unas grutas muy particulares de la región llamada Ardella 9, su filmación mostraba el modo en que poco a ¿Qué diablos poco se adentraba en una de las cavernas de esta zona, mientras revelaba las características del suelo, las paredes y las bóvedas de era eso? ¿De aquellos agujeros. La cinta corría así más o menos por 40 minutos, cuando de repente, en una de las grutas que así se cartografiaba, qué clase aparecía una suerte de sendero de no más de un metro de altura por tal vez dos metros de ancho; por alguna razón, el robot resolvía de broma seguir aquel camino y entonces, por unos cinco minutos o algo así, nada ocurría hasta que de súbito el sendero finalizaba en una cósmica suerte de gigantesco cuarto de unos veinte metros de alto, veinte de ancho y unos treinta y cinco metros de profundidad. Cuando estábamos el autómata arribó a este punto, decidió ir a filmar hasta el fondo de aquella suerte de recámara natural, y entonces fue que encontró siendo lo que encontró: ante la pared del fondo de aquel hueco había tres figuras talladas en roca de tamaño natural, que representaban un objeto? pesebre cristiano. ¡Sí, así como se oye! ¡Al fondo de una caverna en un planeta deshabitado a cientos de años luz de la Tierra que jamás había sido visitado antes por el hombre, nos topamos con unas tallas en roca que de manera inconfundible representaban a Jesús niño, su madre María y su esposo José! Entre aterrorizado y pasmado por lo que estaba viendo, el equipo no dudó un segundo en abandonar todas las demás tareas que en ese momento se efectuaban y correr en masa hacia la gruta de Ardella 9 que la máquina había descubierto. Una vez estuvimos allí, uno por uno de nosotros se arrastró por el sendero estrecho que ya la filmación nos había mostrado, y uno 32 por uno llegamos ante la recámara de las figuras. Allí, por entero sobrecogidos, atestiguamos que ante nosotros había un imposible pesebre moldeado en piedra de tamaño natural y que no había ningún error en la filmación robótica. Aunque al comienzo quedamos mudos e inmóviles del susto, luego nos repusimos, tomamos cientos de fotografías, radiografías y filmes, y, con cuidado de no ir a dañar semejante hallazgo, sometimos las figuras a cuanto examen técnico estaba a nuestro alcance con los instrumentos de los cuales disponíamos. Cuando volvimos al campamento no sabíamos qué pensar. ¿Qué diablos era eso? ¿De qué clase de broma cósmica estábamos siendo objeto? ¿Sí era verdad eso que nuestros sentidos y nuestros artefactos habían presenciado? Creyendo que habíamos alucinado de manera colectiva, una y otra vez revisamos las películas, fotos y demás registros de cualquier tipo; asimismo, en el curso de los siguientes días visitamos la gruta del pesebre en incontables oportunidades. Cuando nos convencimos de que no estábamos locos y que nuestras mentes no nos estaban tomando del pelo, entre nosotros discutimos y tratamos de resolver algunas preguntas. P. R. Gené sugirió que las obras de arte podían deberse a una formación totalmente aleatoria de las rocas, pero un simple análisis probabilístico mostró que la afirmación de Gené era un disparate. H. M. Alvia propuso que las figuras demostraban que el planeta sí estaba habitado por alguna inteligencia y no deshabitado como pensábamos nosotros, pero ya sabemos que esa hipótesis es falsa. Desde ese día hasta hoy, decenas de equipos exploradores tanto humanos como robóticos han escudriñado palmo a palmo Cuer 3 y nunca han hallado el menor signo de alguna inteligencia que allí resida. El mismo Alvia insistió en que tal vez el pesebre era obra de una civilización que alguna vez habitó el planeta, pero que ya se hallaba extinguida; pero como también sabemos hoy, esa conjetura nunca se confirmó. Desde ese día hasta hoy, otras decenas de equipos arqueológicos han husmeado casi todos los rincones de Cuer 3, sin encontrar ningún vestigio, por insignificante que sea, de alguna civilización extraterrestre que alguna vez hubiera morado allí. Yo mismo recuerdo que en una de esas reuniones sugerí que tal vez el pesebre había sido abandonado allí por algún grupo de viajeros interestelares que, de algún modo que no podíamos entender, en algún momento de la historia humana debió haber visitado también la Tierra. Como ya es vox populi, esta nueva hipótesis tampoco ha podido ser corroborada. Marchante aventuró entonces la tesis de que el pesebre demostraba o que alguna vez en el pasado de la historia de nuestra especie alguien de la Tierra viajó hasta allí, o que nuestra misma especie humana solo era la heredera de unos humanos que primero vivieron en Cuer 3. De nuevo, es bien sabido que estas ideas tampoco han encontrado confirmación. Hasta donde lo muestran todos los registros, nosotros cinco fuimos los primeros humanos que alguna vez pusimos pie en aquel mundo. Harto de varias semanas de especulaciones infructuosas y totalmente azorado, el equipo explorador dio a conocer a la Tierra su hallazgo, y a partir de ese instante ya todos ustedes saben lo que ha pasado. Cuando la noticia se difundió revista UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 33 por los cinco continentes, la conmoción fue general. Muchos nos acusaron a mí y a mis compañeros del primer grupo explorador, de haber fraguado una mentira. Empero, también ya es sabido que jamás se nos ha podido comprobar tal acusación y que tres investigaciones distintas nos han absuelto de cualquier posibilidad de fraude. Como también es conocido por todos, cuando la noticia se propaló, el gobierno terrestre envió la primera de las 108 misiones que hasta ahora han ido a Cuer 3 a verificar y estudiar nuestro hallazgo. Esas 108 misiones, y es triste reconocerlo, han producido 108 informes que tan solo revelan que todavía no entendemos nada. Ustedes también conocen los otros efectos que el descubrimiento ha tenido. La ya casi extinta religión cristiana, desde hace un año ha multiplicado por cien su número de prosélitos y en este momento continúa aumentando. Otras religiones, por el contrario, cada vez pierden más y más seguidores, hasta el punto que algún antropólogo ha alertado ante el riesgo de que a la larga, y después de unas décadas, la humanidad se quede con una peligrosísima religión única. Son muy populares también algunas leyendas, como que San Francisco de Asís, el mítico inventor del pesebre cristiano, en realidad habría sido un extraterrestre que visitó muchos mundos, entre ellos la Tierra y Cuer 3, o que el pesebre demuestra el inequívoco origen alienígena de la especie humana (nosotros los hombres solo seríamos los descendientes de los desconocidos viajeros que alguna vez hace milenios dejaron ese pesebre en Cuer 3). También es sabido por ustedes que aquí en la Tierra algunos grupos religiosos arguyen que el pesebre en Cuer 3 es una suerte de Novísimo Testamento, una nueva revelación que Dios ha hecho a los hombres y que cambia por completo el modo en que los humanos debemos considerar nuestra historia y nuestro lugar en el cosmos. Hasta el momento el gobierno ha permitido que solo científicos e investigadores viajen a Cuer 3, no ciudadanos de a pie, pero es conocida ya la formidable presión de ciertos individuos comunes y corrientes y de varias empresas que por todo el mundo exigen viajar a conocer lo que ya algunos llaman “El santuario de Cuer 3”. Por otra parte, la historia de Jesús de Nazaret, que hasta el año pasado el 99% de la humanidad consideraba que nunca había sucedido y que era tan solo otro cuento de hadas, ha cambiado dramáticamente su condición. Según nos informan los últimos sondeos de opinión, hoy en día más del 60% de los hombres y mujeres de este planeta ya piensan que Jesús de Nazaret fue un personaje real de la historia humana. Incluso, para escándalo de nuestra agencia espacial, uno de los otros cuatro compañeros que conmigo vivió el descubrimiento inicial, el reconocido geólogo agnóstico S. E. Shear, ha abandonado su carrera, se ha unido a una congregación de monjes de clausura y ha manifestado que el resto de su vida no quiere dedicarse a nada distinto a Dios. En cuanto a mí, personalmente ya no sé qué decir. Como el antiguo Shear, yo también soy agnóstico, pero reconozco que el encuentro de Cuer 3 me ha conmovido hasta el tuétano. Ahora —lo reconozco con rubor— cada cierto tiempo me sorprendo considerando la posibilidad de que Dios exista e incluso —doble rubor— que la fábula de Jesús de Nazaret no sea solamente 34 Ilustración: Carolina Salazar una fábula. Además, el hecho de que hace unas semanas se haya comprobado científicamente, y ya sin sombra de duda, que ese pesebre de Cuer 3 está allí hace por lo menos 1100 o 1200 años, manda al traste todo lo que suponíamos sobre la historia humana. De acuerdo con ese hallazgo, es muy factible que mientras la humanidad de la Tierra se encontraba alrededor del año 1100 o 1200 después de Cristo, simultáneamente alguien en Cuer 3 estaba fabricando ese pesebre o abandonándolo allí. La pregunta es ¿quién? ¿Extraterrestres cristianos? (una idea que antes de ese pesebre solo hubiera provocado sonrisas en cualquier auditorio). También se ha planteado que tal vez quienes elaboraron las figuras de Cuer 3 fueron extraterrestres que en algún momento antes del siglo XII después de Cristo visitaron la Tierra, por alguna razón mientras viajaban a otro lugar del universo hicieron escala en Cuer 3 y, por decirlo así, allí perdieron una parte de “su equipaje” que era ese pesebre. Incluso, lo que resulta poco creíble, hay quien ha dicho que el pesebre de Cuer 3 solo es una coincidencia; a una civilización extrahumana que nunca tuvo contacto con la Tierra, en un rato de ocio se le habría ocurrido tallar en roca un pesebre con revista UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 35 figuras humanas que es idéntico a los tradicionales pesebres humanos con un Niño Jesús, un José y una María. Como digo, un hecho así pudo haber sucedido, pero su probabilidad matemática raya casi en cero, y más bien abriría la puerta a otras preguntas inquietantes (citemos solo una: ¿cualquier civilización humana o extraterrestre en algún momento de su desarrollo ha de llegar forzosamente a la idea de un pesebre al estilo cristiano?). También se ha aseverado que las figuras de Cuer 3 no representan a Jesús, María y José, sino un nacimiento cualquiera, pero lo cierto, y ustedes han visto directamente la obra porque han viajado hasta allá, es que la iconografía es idéntica a la cristiana de este planeta. Incluso, si esas figuras no representan el nacimiento de Jesús, sí representarían un inconfundible nacimiento humano y el enigma seguiría siendo turbador: ¿qué hace la representación de un típico nacimiento humano a cientos de años luz de la Tierra en un planeta que jamás había sido visitado antes por el hombre? Para finalizar este punto, mencionemos tan solo una idea más que en medio de esta barahúnda de hipótesis ha saltado a la palestra: manifiestan algunos que el pesebre en Cuer 3 es una señal que alguna cultura extraterrestre les ha dejado a los humanos para que sigan su rastro. Las figuras en ese mundo serían una suerte de “pista” que otra civilización ha dejado a los humanos para que la persigan hacia algún lugar. No sé. ¿Qué más puedo añadir a lo ya dicho? Personalmente, reconozco que desde el descubrimiento de Cuer 3 estoy confundidísimo. Dudo de lo que conocemos como “historia humana”, de nuestra ciencia, de nuestras antropovisiones y cosmovisiones. Para mí, es claro que las figuras de aquel planeta demuestran que los humanos somos infinitamente más ignorantes y más ingenuos de lo que suponemos; demuestran que nuestro pasado tal vez es más incierto que nuestro mismo futuro. Si mañana resulta que algún arqueólogo encuentra por allí las tumbas de Adán y Eva y demuestra de modo inconfutable que toda la historia del libro del Génesis es literalmente cierta, algo dentro de mí ya no se va a extrañar. Campo Ricardo Burgos (Colombia) Profesor de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, escritor y crítico. Entre sus obras de ficción están Libro que contiene tres miradas, José Antonio Ramírez y un zapato y El clon de Borges. Obras críticas suyas son Otros seres y otros mundos. Estudios en literatura fantástica e Introducción al estudio del diablo. 36