XXX Reunión Anual
Comité Nacional
de Conservación
Textil
Textil e Identidad: Perspectivas
para la Reflexión y Acción
Museo Regional de la Araucanía - Temuco - 2 al 5 de Nov. 2016
1.
XXX Reunión Anual
Comité Nacional
de Conservación
Textil
Textil e Identidad: Perspectivas
para la Reflexión y Acción
ACTAS 2016
Reunión Anual del Comité Nacional de Conservación Textil 2016
2 – 5 de noviembre 2016
Museo Regional de La Araucanía, Temuco, Chile
Comité Editorial 2016
Margarita Alvarado Perez
Gabriela Carmona
Diseño y Diagramación
Loreto Pavez
Portada
Fuente: PROYECTO FAIP 2015: “EL SABER Y EL HACER DE LA MANTA DE
CACIQUE MAPUCHE, CAMBIOS Y CONTINUIDADES”.
Fotógrafo: María José Rodríguez- Museo Regional Araucanía, Temuco, Chile
CONTACTO
Comité Nacional de Conservación Textil
Corporación Cultural, Santiago. Casilla 50189,
Correo Central Santiago. Chile
[email protected]
www.cnct.cl
2.
PRESENTACIÓN
El Comité Nacional de Conservación Textil (CNCT) es una corporación cultural
sin fines de lucro fundada en el año 1986, cuyo principal objetivo es promover
la conservación e investigación por de las colecciones textiles existentes
en Chile, sean éstas de origen arqueológico, histórico y/o etnográfico,
así como promover aquellas acciones que contribuyan al conocimiento
y conservación del patrimonio textil en diversos países. Estos objetivos se
complementan con el desarrollo e implementación de diversas iniciativas
de colaboración e intercambio de experiencias entre profesionales y artistas
vinculados a la e investigación y creación que comprometen lo textil en sus
más amplias manifestaciones, con el fin de difundir y promover el trabajo
inter y transdisciplinario, respecto de este amplio universo de expresiones y
objetos profundamente vinculados a las culturas e identidades de pueblos y
sociedades.
Desde su la fundación, cada año se realiza la Reunión Anual del Comité
Nacional de Conservación Textil, en Chile o en el extranjero, con el propósito
de generar un espacio de discusión en torno a las últimas investigaciones,
proyectos, creaciones y eventos realizados por investigadores, profesionales,
artistas y creadores vinculados al ámbito de la producción y el patrimonio
textil. La reunión anual del CNCT se ha constituido en una instancia
enriquecedora para propicia y el intercambio de ideas y opiniones, además de
generar redes de trabajo en función de irradiar el conocimiento y las prácticas
en torno a la conservación, restauración, investigación, creación y difusión
del patrimonio textil a nivel nacional e internacional. Así, esta publicación
entrega una compilación de los trabajos presentados en formato de ponencia
en la XXX Reunión Anual del Comité Nacional de Conservación Textil: “Textil
e identidad: perspectivas para la reflexión y acción”, que se llevó a cabo en la
ciudad de Temuco, en el Museo Regional de La Araucanía entre el 2 y el 5 de
noviembre de 2016.
Esta ocasión resultó especialmente relevante ya que se conmemoraron los
treinta años de actividades ininterrumpidas de nuestro Comité con ponencias
vinculadas especialmente a temas de identidad, por un lado en cuanto a la
reflexión, vale decir considerando expresiones textiles asociadas a culturas
locales, desde los pueblos originarios hasta manifestaciones contemporáneas
asociadas a la moda y la producción textil, y por otro, en cuanto a la acción,
con trabajos respecto a acciones concretas de investigación y conservación
de diversos patrimonios textiles desde los arqueológico y lo etnográfico, a lo
contemporáneo y artístico.
3.
La edición de estas actas que además incorpora dos resúmenes de ponencias,
es una tarea que se ha propuesto nuestro Comité para la difusión de un
trabajo permanente en la ampliación y consolidación del conocimiento y
valoración de lo textil como una manifestación que contiene significaciones
sociales, políticas e históricas profundamente vinculadas a nuestras culturas
y sociedades.
Compartamos estos relatos en la urdimbre y trama de sus particularidades,
Gracias,
Comité Editorial
4.
ÍNDICE ACTAS 2016
3.
7.
PRESENTACIÓN
ENTRETEJIENDO SABERES. CONSERVACIÓN
Y ANÁLISIS DE UN TEXTIL ARQUEOLÓGICO
DEL SITIO QUILLAY (NOROESTE DE ARGENTINA)
Silvana Di Lorenzo, Josefina Spina y Cecilia Pérez de
Micou
18.
VESTIRSE Y ARROPARSE EN COLCHAGUA DURANTE
EL SIGLO XVII. UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA Y
TERMINOLÓGICA A LOS TEXTILES DEL PERÍODO
Marisol Richter S. y Lina Nagel V.
29.
LA TRARIKAN MAKUÑ, CAMBIOS Y CONTINUIDADES.
41.
FAZ DE TRAMA O DOBLE FAZ EN PURRANQUE
56.
DISEÑO E IDENTIDAD LOCAL EN EL ARTE POPULAR
TEXTIL: REFLEXIONES SOBRE LA ACCIÓN DEL DISEÑO
EN EL DESARROLLO DE PRODUCTOS TEXTILES Y LA
TRANSMISIÓN DE SU SABER A LA COMUNIDAD DE
LLAHUALCO, REGIÓN DE LOS LAGOS, CHILE
Susana Chacana H, María José Rodríguez M.
Viviana Rantul B.
Patricia Zúñiga G.
66.
DISEÑO Y BORDADO SHIPIBO. APRENDIZAJE
Y PROCESO CREATIVO A PARTIR DE PLANTAS
Pilar Godoy Cortez
5.
83.
DESARROLLO DE UN JARDÍN BOTÁNICO DE
PLANTAS TINTÓREAS EN CASTILLA, ESPAÑA
Elena Goded R. y Miguel Cerezales R.
91.
ALEJANDRO STUVEN:
RESCATE DE SU OBRA Y TRAYECTORIA
Esperanza Rodríguez M .
107.
118.
ARCHIVO VISUAL: LA PROPUESTA TEXTIL DE ENRIQUE
CONCHA. MODA AUTÓCTONA CHILENA (1972)
Estefanía Guidotti C.
IDENTIDAD EN CRISIS: LOS RITMOS DE
LA MODA EN EL CHILE DE LOS OCHENTA
Verónica González Y.
134.
ELENA IZCUE, DEL ARTE
PRECOLOMBINO AL DISEÑO PARISINO
Claudia Mazzola
148.
PÉRDIDA Y RECUPERACIÓN
DESDE UN TRASLADO FORZADO
Paola Moreno M. y Ana María Rojas Z.
159.
CONSERVACIÓN Y DIFUSIÓN DEL PATRIMONIO
TEXTIL DEL FONDO NACIONAL DE LAS ARTES
Lucila Pesoa
6.
Entretejiendo Saberes.
Conservación y Análisis de un
Textil Arqueológico del Sitio
Quillay (Noroeste de Argentina)
Silvana Di Lorenzo¹
Josefina Spina²
Cecilia Pérez de M.³
Resumen
En este trabajo se hace referencia al tratamiento
de conservación de un textil arqueológico de época
prehispánica procedente del sitio Quillay, provincia
de Catamarca, República Argentina. Se presentan los
estudios técnicos de un fragmento textil relacionado
a un espacio metalúrgico y se plantea la problemática
particular de conservación de textiles encontrados en
contextos arqueológicos.
Abstract
In this paper we refer to a conservation treatment of an
archaeological prehispanic textile from the site Quillay
(province of Catamarca). In this work we analyze the
problematic of textile conservation in archaeological
contexts and show technical studies of a textile
fragment related to a metallurgical space.
¹
Conservadora, Universidad de Buenos Aires, facultad de Filosofía
y Letras, Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Moreno 350,
CABA.
[email protected]
²
Arqueóloga, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Ciencias
Naturales, Museo de La Plata, División Arqueología, Paseo del
Bosque s/n.
[email protected]
³
Arqueóloga, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía
y Letras, Secretaría de Investigación, Puán 470, CABA y CONICETINAPL.
[email protected]
Palabras Clave:
•
•
•
•
•
Textil
Conservación
Arqueología
Catamarca
Argentina
Key words:
•
•
•
•
•
Textil
Conservation
Archaeology
Catamarca
Argentine
7.
Introducción
La conservación de textiles arqueológicos plantea una metodología de tratamiento
específica y criterios de intervención acordes a seguir. La condición de objeto
enterrado y la naturaleza orgánica del textil influyen en la preservación de la cultura
material y de la información contenida en ella. El ambiente seco del noroeste
argentino y el entorno inmediato de ubicación del hallazgo han permitido, en este
caso, la relativa permanencia de un tipo de materialidad cuya tendencia natural
debería ser su desaparición debido a su composición original.
El objetivo principal de este trabajo es dar a conocer el hallazgo de un fragmento
textil vinculado a un espacio de fundición de minerales de cobre (Spina, 2016)
y presentar el análisis técnico de manufactura y el tratamiento de conservación
aplicado al mismo. Además, se plantea la problemática específica de los textiles
encontrados bajo superficie, la compleja metodología del proceso de conservación
desde la excavación hasta el laboratorio y los criterios de intervención aplicados.
El Sitio Arqueológico
La pieza textil que presentaremos fue hallada en el sitio arqueológico Quillay, situado
en el valle de Hualfín (dpto. Belén, Catamarca). Quillay es un taller metalúrgico que
presenta una serie de recintos de roca y una treintena de hornos de fundición que
sugieren una producción a gran escala durante el período Inka (Spina & Giovannetti
2014). La presencia de cerámica de estilos incaicos junto a tiestos de estilos locales
(Belén) y los fechados radiocarbónicos permiten sostener esta ocupación (González,
1959; Raffino et al., 1996).
El entorno natural del sitio presenta un clima subtropical y árido, con precipitaciones
escasas y circunscriptas a los meses de verano (Morláns, 1995). Las lluvias tienden a ser
torrenciales, y debido a la escasa vegetación y la presencia de suelos loéssicos, estos
se saturan rápidamente y favorecen el escurrimiento superficial de agua y sedimentos
que producen cárcavas en el terreno. Frente a estas condiciones de temperatura y
humedad, no es frecuente hallar vestigios orgánicos en las excavaciones de los sitios
de la región, salvo condiciones particulares⁴.
⁴
En la región valliserrana de Catamarca se han registrado algunos fragmentos textiles formando
parte de entierros en urnas cerámicas o en tumbas construidas en roca, espacios que aislaron los
textiles del entorno natural frenando su deterioro (p. e., Balesta & García Mancuso, 2010; hallazgos
de Weisser y Wolters en Wynveldt, 2009; Renard, 1997).
8.
El fragmento textil fue hallado durante la excavación de
un horno metalúrgico – Horno 14–. El mismo posee una
estructura de doble cámara, siendo el textil identificado
en la abertura que da acceso a la cámara inferior (Figura
1). Unos centímetros por sobre el hallazgo se halló un
estrato antrópico de carbonato de calcio de entre 8
y 10 cm de espesor, que abarcaba asimismo todo el
sector adyacente al horno. Únicamente por encima de
este estrato, los sedimentos naturales exhibieron una
textura laminar producto de la absorción y deslizamiento
del agua de lluvia. Por ello, interpretamos que fue la
presencia de este material calcáreo lo que impidió que
la humedad afectara el textil.
Figura 1.
A- ) Excavación del Horno
N° 14 de Quillay. Se observa
la localización del textil
y parte del sedimento
calcáreo (flecha);
B- Textil hallado en la boca
del horno en posición
horizontal;
C- Detalle del mismo.
9.
El Hallazgo
Se trata de un fragmento textil con alto estado de fragilidad. En un primer momento
fue limpiado con aspiración suave cubriendo la embocadura de la aspiradora con
gasa a fin de recuperar las pequeñas partículas que pudieran desprenderse durante
este proceso. Aún tomando estos recaudos, la limpieza no pudo completarse a fin de
preservar la pieza, que parece mantenerse estable gracias a la cubierta de tierra seca
que presenta. Esta primera limpieza permitió eliminar los pliegues de la superficie
que dificultaban su análisis. Una limpieza y estabilización mayor fue realizada
posteriormente por la especialista en conservación textil (Di Lorenzo).
El fragmento no presenta bordes ni orillas, por lo que resulta difícil su orientación;
puede inscribirse en un rectángulo de 200 mm por 150 mm. Se decide orientarlo
morfológicamente considerando a la parte más larga como tendido de urdimbres.
Observación de la faz 1.
La estructura que puede visualizarse corresponde a un tejido llano balanceado 1/1
con decoración estructural producida por urdimbres flotantes. Tanto las urdimbres
como las tramas están compuestas por dos elementos cada una, lo que produce un
damero de reducidas dimensiones destacado por la alternancia de distintos tonos
(Figura 2). Las urdimbres son de color rojo-morado y castañas (1 rojo morado-2
castañas- 1...). Las tramas, en cambio, son de color castaño.
Elementos de urdimbre. El elemento rojo/morado está compuesto por 3 hilos torcidos
en S de 0,89 mm de diámetro, con 2 torsiones/cm. Cada hilo está hilado en Z con un
diámetro de 0,27 a 0,39 mm. Los dos elementos castaños son similares a los que
forman las tramas.
Elementos de trama. Presentan torsión en S con un diámetro de 0,36 mm, con
entre 8 y 10 torsiones/cm; están formados por dos hilos hilados en Z de 0,18 mm de
diámetro, aproximadamente.
Figura 2.
Faz 1 del textil antes
(izquierda) y después
(derecha) de la limpieza.
Se observan detalles de
las tramas y urdimbres.
10.
Observación de la Faz 2.
Se puede determinar que esta cara es el anverso del
fragmento. En él se observan partes de los motivos
decorativos realizados mediante las urdimbres rojo/
moradas (Figura 3). Consisten en fragmentos de
espirales escalonadas que se prolongan en líneas
paralelas y motivos diagonales.
Figura 3.
Faz 2 del textil antes
(izquierda) y después
(derecha) de la limpieza.
Se aprecian los motivos
decorativos.
Conservación de Textiles
en Contextos Arqueológicos
Los objetos orgánicos presentan determinadas
alteraciones cuando han permanecido durante largos
períodos de tiempo bajo tierra. Las características
físicas de los textiles con su capacidad higroscópica
y su propensión a ser atacados por diversos
microorganismos contribuyen a causar determinados
deterioros en ambientes enterrados. También influyen
las características del suelo, es decir, su pH, la cantidad
de sales y de humedad relativa, que provocan ciertas
alteraciones físicas y químicas en el textil arqueológico
(De Guichen, 1985).
11.
La naturaleza del suelo en el sitio arqueológico puede ayudar a preservar o destruir la
evidencia textil. Por ejemplo, un suelo que impida la penetración del agua permitirá
la preservación de objetos orgánicos (Corfield, 1996). El entorno del textil enterrado
que analizamos presenta una capa de carbonato de calcio. Este material (CaCo3) es
utilizado actualmente en la industria de jabones y detergentes, entre otras razones,
por sus propiedades de retención de la humedad (Blancaley, s.f.); también es usado
en la industria agrícola como neutralizador del pH en suelos ácidos (FAO, s.f.). Por otro
lado, la presencia de bacterias en contextos anaeróbicos puede producir deterioros
en materiales orgánicos enterrados (Corfield, 1996). Es posible que la existencia del
carbonato de calcio haya reducido o evitado la acción de tales microorganismos;
pero aún faltan estudios analíticos que permitan conclusiones más exactas a este
respecto.
Es importante notar que en el caso de textiles encontrados en sedimentos que
presentan carbonato de calcio pueden causar un pH alcalino, el cual combinado con
otros factores, como por ejemplo el de las radiaciones, ocasiona deterioros a nivel
intramolecular en materiales compuestos por lana (Tímar-Balázsy & Eastop, 1998).
Podemos pensar, sin embargo, que presumiblemente el carbonato actuó sellando el
entorno inmediato del tejido, evitó la desintegración de las fibras y contribuyó así a
la conservación del ejemplar textil.
Aunque este objeto se haya conservado relativamente bien en el registro
arqueológico, podría llegar a destruirse o hacerse más vulnerable su vida postexcavación. El equilibrio ambiental relativo que el textil alcanzara durante un largo
período en el contexto de entierro se rompe al ser recuperado (Stanley, 1984). Esto
demanda la realización de medidas de conservación preventiva que minimicen los
posibles deterioros especialmente en objetos de naturaleza orgánica (Cronyn, 1990).
En la práctica arqueológica, sin embargo, esta teoría raras veces puede hacerse
efectiva por una multiplicidad de razones, que más allá de la no contemplación
de recursos humanos especializados en conservación a la hora de planificar los
proyectos de investigación, se relaciona principalmente con la falta de conocimiento
sobre los beneficios de las acciones de conservación a largo plazo (Smirniou, Pohl
& D’Arcangelo, 2008). En este caso específico, la baja expectativa de encontrar
materiales orgánicos en la región estudiada contribuyó a que no se previera la
presencia de este tipo de especialistas.
12.
Tratamiento del Textil Arqueológico
“La reducción de la posibilidad de pérdida” (Michalski, 2006, p. 52) es nuestro objetivo
principal en el proceso de conservación del textil arqueológico; junto con este, los
objetivos del tratamiento son la estabilización del objeto y el acondicionamiento
para su estudio. En este sentido, no solo recurrimos a la aplicación de un sistema
de limpieza mecánico superficial sino también a la confección del contenedor,
apelando a la mínima manipulación del objeto. El contenedor y su soporte deben
tener la propiedad de amortiguar el efecto de las fuerzas físicas y evitar la excesiva
manipulación.
Luego de la elaboración del diagnóstico del estado de conservación del textil, se
procedió a su intervención. Teniendo en cuenta la naturaleza arqueológica del objeto
se realizaron las acciones de conservación siguiendo el criterio de mínima intervención
y recurriendo a la documentación de todo el proceso. Uno de los principios a tener
en cuenta antes de intervenir un objeto es que ningún tratamiento es totalmente
reversible (Tímar-Balázsy & Eastop, 1998). La limpieza mecánica superficial implica
la extracción de suciedad en seco, así como la posible extracción de información y
pérdida de material original.
La intervención se inició en el taller de conservación en Buenos Aires, luego de ser
trasladado de la provincia de Catamarca a la ciudad de La Plata y estar almacenado
varios meses en esta última ciudad. El estado de conservación del textil analizado es
regular, ya que si bien es un fragmento de dimensiones importantes en comparación
con la inexistencia de este tipo de ejemplares en este registro arqueológico u
otros sitios cercanos, presenta un estado friable que resulta en una condición muy
vulnerable para su conservación a largo plazo. A través de la observación con una
lupa de 50X se registró la presencia de partículas de sedimento pulverulento muy
impregnado, en algunos sectores de color blanquecino. También se observó una
constante pérdida de fibras, de hilos sueltos y deshilachados, así como dobleces en
un extremo del textil.
El tratamiento realizado contempló una limpieza con micro-aspiradora de muy baja
potencia, y el uso de pinzas y pinceles suaves para retirar la suciedad en superficie.
Se desdobló el extremo mediante colocación de peso y presión durante unos
minutos. Así se retiraron el polvo y las partículas más grandes de sedimento. Una
mayor intervención sobre la superficie para retirar la suciedad impregnada habría
producido mayores desprendimientos de las fibras y roturas en el textil, por lo que
se decidió realizar una limpieza seca y superficial. Se guardaron las fibras y los hilos
sueltos en una bolsa con cierre y el sedimento de la limpieza en un frasco de vidrio
para estudios posteriores.
13.
Conscientes de que la conservación de este material dependerá, entre otros factores,
de la forma en que se lo guarde en depósito y su manipulación, se confeccionó un
contenedor de cartón corrugado de polipropileno, al que se le colocó una superficie
rígida del mismo material, acolchada suavemente con guata y recubierta con
lienzo de algodón. Sobre esta bandeja se depositó el textil, el cual fue recubierto
por lienzo de algodón. Finalmente, se redactaron algunas recomendaciones para la
manipulación, el estudio y el almacenaje del fragmento textil, que fueron ubicadas
en el contenedor.
Algunas Consideraciones del Trabajo
de Conservacióndel Textil Arqueológico
A partir del análisis macroscópico del textil excavado, de las condiciones del suelo y
el proceso de desentierro es posible establecer algunas cuestiones generales a tener
en cuenta en futuras investigaciones.
El delicado estado de conservación del textil analizado en este trabajo puede resultar
de varios factores. En primer lugar, su naturaleza principalmente orgánica, debido a la
manufactura con fibras de camélido y la parte inorgánica del tinte con su mordiente
hacen propenso al textil de sufrir diversas alteraciones en contacto con sedimentos
pulverulentos, la posible presencia de insectos y microorganismos que se alimentan,
excretan y buscan refugio. En segundo lugar, el sedimento de depósito del textil si
bien pudo haber contribuido a la preservación del ejemplar en tanto actuó como
una especie de sellador, sus partículas se adhirieron de tal manera que formaron
una sustancia compacta con las fibras, de modo que la extracción profunda de tal
sedimento implicaba la rotura y pérdida de fibras de la pieza más completa. En tercer
lugar, el momento de extracción de los materiales culturales, etapa crucial para la
preservación a largo plazo del patrimonio hubiera requerido de la presencia de un
profesional de la conservación en terreno. En este sentido, es probable que el estado
friable del textil se deba a la falta de tratamiento in situ, ya que una limpieza mecánica
inicial podría haber evitado las adherencias contribuyendo a su lenta adaptación al
nuevo ambiente y a la estabilización hasta su ingreso al laboratorio de investigación.
Con respecto a este punto, es interesante recordar el trabajo interdisciplinario
realizado en el rescate de un conjunto de restos humanos provistos de tejidos en el
sitio arqueológico Alero Mazquiarán, en Río Mayo, Chubut. Allí se implementaron
medidas de conservación desde el momento de desentierro montando un laboratorio
transitorio cercano al sitio para estudios de bioarqueología y de los objetos textiles
extraídos (Pérez de Micou, 2009). La participación de las conservadoras en este
proyecto fue determinante en la toma de decisiones frente al traslado de objetos
del lugar de origen y los criterios de conservación. Así, con el fin de evitar cambios
14.
a nivel molecular de los materiales, los textiles fueron intervenidos en dicho
laboratorio transitorio, allí se realizaron las tareas de limpieza mecánica para lograr la
estabilización de los objetos excavados; se confeccionaron soportes y contenedores
para su almacenaje en el museo de la región (Di Lorenzo & Villaronga, 2009). Dos
años más tarde se monitorearon los textiles y no se hallaron cambios visibles en
el estado de conservación de los mismos; ni se observaron desprendimientos y se
registró la misma estructura flexible de las fibras excavadas.
En Argentina es habitual que los diferentes proyectos de investigación radicados
en Buenos Aires y La Plata, es decir, en la región céntrica del país, con valores de
humedad relativa que oscilan entre 60-90% en casi todo el año, realicen tareas de
excavación arqueológica en los territorios del norte andino y el sur patagónico. La
característica en común de ambas regiones es que los valores de la humedad relativa
rara vez superan el 60%, pudiendo inferir entonces que los hallazgos son conservados
gracias a las condiciones ambientales con humedad relativa baja, más allá de que las
condiciones de entierro generalmente contengan mayor humedad. Por lo tanto, su
traslado implica someter a los objetos a cambios ambientales drásticos que suelen
afectar la conservación del patrimonio.
Consideraciones Finales
La conservación de textiles arqueológicos presenta una problemática particular
debido a la combinación de diversos factores que inciden en la preservación de este
patrimonio vulnerable. El tiempo que el textil se mantuvo en su condición de objeto
enterrado, la naturaleza del suelo y la materialidad del objeto, junto a los cambios
drásticos provocados por el desentierro, fundamentalmente en relación a los
cambios de temperatura y humedad relativa, obligan a la realización de tratamientos
de conservación específicos que ayuden a minimizar sus alteraciones. El trabajo
de conservación aplicado al textil del sitio Quillay, si bien permitió el registro de la
técnica empleada y de los colores utilizados, se presume que el tardío tratamiento
del objeto condicionará la preservación del tejido a largo plazo.
La presente experiencia posibilitó la vinculación de saberes que concientizan sobre la
importancia de los tratamientos de conservación desde el momento de desentierro
de piezas textiles. En este sentido, es importante remarcar que en otro horno (H17)
de Quillay –que fue parcialmente excavado– se han recuperado hilos sueltos de
lana de camélido que sugieren la posibilidad de encontrar nuevos textiles en estos
contextos. Frente a dicha situación, para las futuras intervenciones arqueológicas
será fundamental diseñar proyectos interdisciplinarios para la preservación adecuada
de este patrimonio arqueológico.
15.
Referencias
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habitación del cerro Colorado de la Ciénaga de Abajo. En B. Balesta & N.
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17.
Vestirse y Arroparse en
Colchagua durante el Siglo Xvii.
Una Aproximación Histórica y
Terminológica a los Textiles del Periodo
Marisol Richter S. ¹
Lina Nagel V. ²
Resumen
Palabras Clave:
La revisión de testamentos dispuestos por mujeres
durante el siglo XVII en San Fernando permitió establecer
la existencia de una variedad de textiles presentes en
esa zona, tanto para objetos confeccionados como
cortes para futuros usos. Asimismo, fue posible
reconocer la procedencia geográfica de algunas telas
y examinar aspectos simbólicos que estas pudieron
cumplir en ese entorno social. Por otra parte, la
terminología de estos textiles y es poco conocida
para catalogadores de bienes culturales, por lo que
se plantea un acercamiento metodológico a partir de
herramientas de normalización de vocabulario que el
CDBP/DIBAM desarrolla y actualiza.
•
•
•
•
•
¹
Historiadora de Arte Universidad Internacional SEK, Santiago;
Magíster en Historia Universidad de Santiago de Chile; profesora
del Instituto de Historia Universidad de los Andes, Santiago;
Monseñor Álvaro del Portillo 12.455, Las Condes, Santiago.
[email protected]
²
Historiadora del Arte Universidad Christian Albrechts, Alemania;
Magíster en Estudios y Administración Cultural, Universidad de
Tarapacá; Centro de Documentación de Bienes Patrimoniales
(CDBP)/Dirección de Bibliotecas y Museos, Av. Recoleta 683/
Recoleta, Santiago.
[email protected]
Chile
Siglo XVII
Testamentos
Textiles
Terminología
18.
Abstract
The review of wills prepared by women during the
seventeenth century in San Fernando made it possible
to establish the existence of a variety of fabrics present
in that area, as already made objects as well as in
cloth cuttings for a future use. It was also possible to
recognize geographical origins of some fabrics and
examine some symbolic aspects that these could play in
that social environment. Moreover, the terminology of
these textiles, household good and personal belongings
are not well known to catalogers of cultural heritage, so
that a methodological approach regarding standardized
vocabulary tools developed and maintained by CDBP/
DIBAM, is offered.
Key words:
•
•
•
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•
Chile
XVII Century
Testaments
Textiles
Terminology
Introducción
Tafetán, paño de bretaña o bayeta de la tierra son
algunas de las telas que permitían la confección de
vestuario y la elaboración de objetos textiles necesarios
para distintos usos dentro de los hogares ubicados
en la zona de San Fernando, partido de Colchagua,
a mediados del siglo XVII. En esos años, esta era un
área del todo rural; la ciudad que hoy conocemos fue
fundada en 1742 (Lorenzo, 1995, p. 195).
En este trabajo interesa mostrar los textiles existentes
y empleados en esa zona rural desde un punto de
vista histórico, al indagar sobre esa realidad material,
específicamente en relación a mujeres españolas o
criollas que vivía en el lugar³. ¿Qué bienes textiles
poseían?, ¿cuál era el origen geográfico de su
confección?, ¿es posible reconocer algunos aspectos
simbólicos que estos elementos cumplieran dentro de
su entorno social?
³
Para revisar formas para disponer de bienes al momento de testar
en relación a otros estamentos sociales, ver Invernizzi (2002),
Kordić & Goic (2005) y Retamal (2000).
19.
Metodológicamente, la base documental para el estudio histórico se apoya en
testamentos como fuentes primarias. El Fondo Notarial de San Fernando proveyó los
datos necesarios, restringiendo estos documentos legales al partido de Colchagua
entre los años 1625 y 1697, delimitando de este modo el espacio geográfico y
temporal⁴.
Las denominaciones para muchas de las telas y enseres identificados son, en gran
parte, poco conocidos para el conservador, historiador del arte o catalogador de
bienes culturales, hoy en día. Realizar una correcta catalogación lleva a familiarizarnos
con el patrimonio de mejor forma, permite investigarlo e intercambiar su información
con especialistas, darlo a conocer y difundirlo a la comunidad.
Por este motivo, para entender este campo semántico se plantea una
aproximación a partir de la herramienta de normalización de vocabulario que el
Centro de Documentación y Bienes Patrimoniales/DIBAM desarrolla y actualiza
permanentemente, el Tesauro de Arte & Arquitectura (TAA), herramienta en línea
que proporciona estándares para el registro y descripción de bienes culturales⁵.
Teniendo esto presente, en este trabajo se expondrán algunos ejemplos.
⁴
Agradecemos al Dr. Juan Guillermo Muñoz transcripciones de documentos del Fondo Notarial San
Fernando (NSF). Los volúmenes incluidos en este trabajo son los: vol. 104, 113, 114, 115, 116, 117, 118,
119, 120, 121.
⁵
Tesauro es una herramienta en constante desarrollo, al igual que un diccionario, pero su diferencia
radica en que permite agrupar términos ordenados jerárquicamente por disciplinas o materias y a su vez
relaciona esos términos en más de una categoría. Otra característica de gran relevancia es la incorporación
de bibliografía que avala la definición de los distintos términos incorporados. El TAA, que cuenta con más
de 100.000 términos principales y alternativos, se desarrolla en el Centro de Documentación de Bienes
Patrimoniales (Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos-DIBAM) desde el año 1996 en su traducción
y búsqueda de equivalencias al idioma español. Se trata de un programa operativo bajo licencia de The
J. Paul Getty Trust y su fin es proporcionar ayuda para las labores de registro e investigación de este tipo
de objetos en los museos dependientes de la DIBAM. No obstante, su uso hoy en día está ampliamente
difundido entre profesionales de áreas relacionadas con patrimonio cultural en Latinoamérica, España
y en estados bilingües de Estados Unidos. Al TAA se accede vía Web al sitio http://www.aatespanol.cl
Éste se encuentra jerarquizado en ocho categorías denominadas “Facetas” subdivididas en “Jerarquías”.
Para esta investigación se estableció que los términos revisados corresponden a las siguientes facetas
y subsecuentes jerarquías: Faceta Materiales – Jerarquías: Materiales textiles por función, Materiales
textiles por técnica de tejido, Materiales textiles por procesos de acabado. Para Faceta ObjetosJerarquías: Objetos por material y/o textil, Vestuario, Mobiliario y equipamiento, Mobiliario por forma y
función: Cubiertas y colgaduras para muebles para dormir y reclinarse, Cubiertas y colgaduras por forma.
Versión en inglés: http://www.getty.edu/research/tools/vocabularies/aat/
20.
Artes Útiles:
Los Textiles, sus Nombres, Lugares de Producción
En este estudio se empleará la noción “artes útiles” siguiendo a la historiadora Isabel
Cruz (Cruz & Viñuales, 1995, p. 363-370), en vez de artes aplicadas o decorativas,
que nos parece más acertada para esta investigación, ya que designa objetos de
fabricación local o extranjera con los que se conseguía, para el periodo estudiado,
el equipamiento que formaba la base del menaje de casas y hogares acomodados y
humildes, así como objetos para la protección del cuerpo.
Desde un punto de vista actual, las telas y el vestuario eran escasos en los años
examinados, se entregaban en herencia, en muchas ocasiones incluso en malas
condiciones. Así, aparecen una y otra vez los términos “viejo”, “traída”, “a medio
traer”, “gastado”, “servido”, “roto”, “usado” o “algo usado”, y por el contrario, si son
nuevas o con poco uso, se las menciona concretamente como “nuevas”, o bien, si
han recibido algún arreglo, se las rotula como “acondicionado”.
Considerando lo anterior, un primer acercamiento a los textiles en las fuentes
primarias nos permite identificar los distintos tipos que se encontraban en rollos
o fardos, o ya confeccionados: basquiña, bayeta, bombasí, bramante, cambray,
camelote, cordallete, granilla, guineo de cambray, jerga, lino toscado, listadillo,
melinze o melinge, morlés, picote, picotillo y raja. El ruán, también conocido como
ruán de florete o ruán florete. Además, están el sayal o sayalete, la seda, el tafetán y
textil de bretaña.
El reconocimiento de los nombres de estos materiales presenta cierta dificultad
porque tienen muchos términos alternativos. Así, el ruán que también se lo llama
paño de ruán o ruán de florete, hace referencia a un textil de algodón fino usado
como entretela, confundiéndose a veces con el ruán de cofre, que servía para forrar
precisamente cofres. Lo mismo con el textil o paño de bretaña, léxicos usados
indistintamente, siendo identificador el lugar de producción –Bretaña–, lo que
permite asegurar que se trata de la misma tela.
El caso de guineo de cambray es similar a lo señalado anteriormente. Moliner (2004)
lo define solamente como “cambray”, especificando que es una tela fina de algodón
que lleva el nombre de la ciudad en donde se producía.
Para la expresión bombasí encontramos una definición similar en la RAE y en el
TAA. En cambio, en el Diccionario de artes decorativas de Fleming y Honour (1987),
bombasí es una palabra alternativa de “fustán”.
21.
En ocasiones, hay términos mal escritos o señalados de diferentes formas en textos
de época, como sucede con las denominaciones omersí y ormesí, siendo el último
más frecuente en la literatura consultada. También la expresión bramante que no se
ubicó en diccionarios, pero sí se halla el vocablo brabante que hace referencia a un
lienzo fabricado en la región de Brabante, Bélgica.
En la revisión se pudo observar la procedencia de fabricación de las telas, algunos en
el Reino de Chile y otras procedían del extranjero. Aquellos paños provenientes de
tierras americanas tenían su origen en obrajes o chorrillos ubicadas en el Virreinato
del Perú, constituyéndose Quito, Cajamarca, Cusco y Lima en centros dedicados a
la manufactura de textiles a partir de fibras de lana (llama, alpaca, oveja), además
de algodón y cabuya (Santisteban, 1964). Hacia fines del siglo XVI, estos lugares
producían tanto paños de baja calidad para satisfacer las necesidades de gran parte
de la población, pero asimismo aquellos que denominaban “paños finos”, de buena
materia prima y tejido.
Las telas importadas hacia el Reino de Chile consideraban principalmente el panete,
sayal, jergueta, jerguetilla, el anascote y el tocuyo de algodón peruano, empleado para
envolver mortajas. También se menciona el paño de Cajamarca, bretañas de colores
de buena calidad o el “paño de Quito” y otras ordinarias como el ruán (Cavieres,
2007, p. 350). El paño de Quito o paño fino de Quito corresponde a una tela de lana
confeccionada en esta ciudad en obrajes especializados y exportado ampliamente
a ciudades del virreinato. Por su costo más bajo en relación a uno importado desde
España, permitió su importación a estas tierras (Olivera, 2005, p. 360-377).
Desde principios del siglo XVII, las disposiciones comerciales españolas y el
contrabando favorecieron el flujo de artes útiles a América (Cruz & Viñuales, 1995,
p. 364). Llegaba “ropa de Castilla”, una denominación para todas aquellas telas que
llegaban de España. Asimismo, arribaba el tafetán o el terciopelo de Italia. Otros
lienzos tenían su origen en Francia, así, el cambray. Las medias de seda asimismo
de Francia, otras con rayas de Barcelona (Cavieres 2007: 350) y de Italia (Cruz 1996:
106), lugar de donde llegaban igualmente tafetán, rasos y lamas labradas. La seda,
en tanto, se produjo en México (Ramos & Lohmann, 1984, p. 135-137). Limitaciones
comerciales entre Nueva España y el Virreinato del Perú hacen difícil reconocer el
origen de aquellas piezas identificadas en el Chile del periodo estudiado, pudiendo
provenir estas de oriente.
La fabricación de frazadas, mantas, paños para rebozo o jergas se comenzaron a
fabricar desde el siglo XVII en el Reino de Chile a partir de cáñamo, lana y lino que se
cultivaron en este territorio (Pohl, 1969, p. 438).
22.
Los Objetos Confeccionados
Vestimenta. Prendas para abrigarse, prendas para lucir
La diferencia en el vestuario entre estratos sociales descansaba, en esos años, más
que en la calidad de las telas, en las formas y el uso de joyas (Cruz, 1996, p. 119) que
completaban el atuendo.
Fue posible determinar que las piezas para vestir son las más abundantes,
específicamente las faldas las más numerosas, a las que además se llamaba de
múltiples maneras. Precisamente, a esta indumentaria femenina se le conocen tantas
variantes que muchas veces produce confusión en las definiciones contenidas en la
bibliografía. De acuerdo a lo enunciado en Moliner (2004), esta prenda es “parte del
vestido, o prenda de vestir suelta, que cubre desde la cintura hacia abajo”. Los otros
términos como saya, basquiña o faldellín son sinónimos o prendas similares.
Para “pollera”, Moliner (2004) la define como “falda que se ponían las mujeres sobre
el guardainfante y debajo de la falda propiamente dicha”. Además, especifica que
el término pollera se usa actualmente como un sinónimo de falda, específicamente
en Latinoamérica (Moliner, 2004, vol. II: 727). Márquez de la Plata entrega una
explicación similar a la anterior agregando que sobre la pollera iba la saya, es decir, la
primera es una prenda interior (Márquez de la Plata, 2009, p. 189).
Otros atuendos, entre estos, jubones, igualmente polleras destinados a esclavos
negros, se cosían en la Hacienda Bucalemu hacia 1629 con bayeta, un tejido abierto
(Vicuña, 2012, p. 25). Este tipo de telas de bajo costo, conocidas como “paños de
la tierra” (Cruz, 1996, p. 106), son las que se producían localmente. Así también
jergas que se empleaban para confeccionar sacos y calzones, es decir, pantalones de
trabajo. En tanto de Cajamarca llegaba otro tejido basto, el cordallete, con una trama
en forma de cordoncillo, empleado para fabricar pantalones.
La inclusión de términos en español y la adopción de vocablos de idiomas originarios
como el quechua es interesante. Es el caso de lliquida o liquida que se refiere a
una mantilla. En fuentes antiguas encontramos esta voz unida a una terminología
occidental para describir la pieza propiamente tal y a su vez el textil con el cual se
confeccionaba, por ejemplo, “lliquida de tafetán” (Retamal, 2000, p. 291-292).
Teniendo presente lo desarrollado hasta aquí, nos podemos imaginar a doña Ana
Borjes en el año 1691 vistiendo una pollera de tela de granilla colorada, un jubón
de bretaña⁶, cubriendo sus piernas con un par de medias anaranjadas y tapar sus
hombros con una mantilla de bayeta de Castilla morada. Adornaban sus orejas un par
⁶
Para revisar formas de vestimenta en el Reino de Chile durante el siglo XVII, ver Cruz (1996).
23.
aritos de oro perlas y granates. O quizás otro día decidió vestir su pollera de tela de
granilla verde de sarga, unas medias de seda celestes, un jubón esta vez muy usado o
su camisa de ruán florete con mangas de cambray y bajo la mantilla de Castilla ahora
azul, adornaba su pecho un guineo de cambray, ropaje que dejó de comercializarse
en España en el siglo XVIII, y adornado con puntas pequeñas de Flandes.
Objetos Textiles para Necesidades Domésticas
En lo que se refiere a los bienes textiles para ser usados dentro del hogar, doña
Constanza de Ibarra⁷, que vivía en Teno en 1697, consigna en su inventario un
pabellón de Cajamarca, dos sobrecama y una bordada de Chiloé, todas usadas.
También cuatro almohadas de Bretaña, de las cuales dos tienen encajes de Flandes y
dos son locales; además de las fundas para cada una. Hay dos sábanas de brabante
y dos de brabante florete, dos frazadas hechizas, un colchón de listadillo y el otro
de tela blanca, todo usado; dos cojines provenientes de Chiloé y otro de terciopelo
colorado gastado.
Como se puede apreciar, se trata de enseres para ser utilizados principalmente en el
dormitorio, si es que este existía, considerando que era usual que las habitaciones
cumplieran distintas funciones dentro de la vida y los quehaceres de sus moradores.
Al ejemplo de doña Constanza, sobre las camas iban los colchones para un mejor
descanso, los que se cubrían con sábanas que cuidaban de la higiene al dormir,
elaboradas estas con bayeta, brabante o ruán. No faltaban las mantas, frazadas y
algunas sobrecamas para arroparse, que podían ser muy simples o bordadas en
seda importada u otras labradas localmente en Chiloé. Algunas de gruesas telas de
lana de la tierra que provenían de regiones cercanas, Rancagua o Rengo. En tanto
los pabellones se ocupaban para resguardar los costados de la cama, consiguiendo
protegerse del frío de mejor forma, pero también para contar con mayor intimidad y
principalmente hechos de tafetán y paño de Cajamarca.
En fin, cada espacio al interior de las casas contaba con objetos textiles de acuerdo a
su uso. El estrado era el lugar donde se compartía con la familia o visitas y consistía en
una base de madera. Doña María de Soto⁸ lo tapaba con dos alfombras grandes que
ofrecían el mullido necesario y completaba el mobiliario algunos cojines de Chiloé.
El conjunto de textiles para estos hogares incluía uno que otro mantel para la mesa
y las muy exiguas servilletas para la hora de comer. Para secar la loza y cubiertos
estaban los paños de mano, confeccionados algunos en ruán de florete, como los
que poseía doña Ana de Madrid Delgado⁹.
⁷
NSF 121, Vol. f. 109v.-113.
⁸
NSF 104, f. f. 354 - 357 v. y f. 597-599v.
⁹
NSF 119, s/f.
24.
A Modo de Conclusiones
Los textiles revisados en testamentos e inventarios para la zona rural de San Fernando
del siglo XVII permiten señalar que se identificaron más de 20 distintas tipologías
de telas, algunas confeccionadas localmente, otras dentro del virreinato del Perú o
llegadas desde Europa.
En comparación con la ciudad de Santiago, donde se han identificado telas como la
lama con guarniciones de oro y plata, damasco o el tamanete, no están presentes en
la zona estudiada¹⁰. Por otra parte, lamentablemente no sobreviven textiles del siglo
XVII en museos chilenos, probablemente por sus delicadas características materiales.
No obstante, de acuerdo a otros estudios, el vocabulario para las mismas telas y
objetos manufacturados se mantienen en el tiempo.
La revisión de términos para telas, vestimenta y ajuares textiles nos permite concluir
que es necesario sugerir e incorporar al Art & Architecture Thesaurus y a la versión
en español, el TAA, este tipo de vocablos con el fin de enriquecerlos. Permitiría poner
en valor las colecciones de nuestros museos al poder ser investigadas y registradas
de una forma óptima, empleando una terminología especializada y normalizada, lo
que lleva a un adecuado intercambio de información y un mejor conocimiento del
patrimonio entre investigadores y profesionales.
Pensamos que estas expresiones no se encuentran en el TAA porque muchos de los
aquí explicados no son usados actualmente. También es posible que se deba a que
algunos de los paños eran de producción regional o sus nombres se han modificados
en el tiempo.
En otro sentido, se ha podido reconocer, de acuerdo a lo que las testadoras disponen
y según una mirada actual, que los bienes materiales de la época son escasos, incluso
para españoles y criollos, con algunas excepciones. El consumo de telas y bienes
manufacturados se centraba principalmente en prendas de vestir, sobre todo de
faldas y mantillas y en menor medida de camisas, jubones y medias.
Es la bayeta el paño más nombrado, y con mucha frecuencia se señalan el ruán, el
textil de bretaña, el picote y el tafetán, todos presentes para objetos para el hogar
y en vestimenta. En tanto la reutilización de muchos paños era habitual. Las puntas
para cuellos, remates de mangas, o mangas completas se adherían a “nuevas”
prendas de vestir, las que no siempre se encontraban en buen estado material.
¹⁰
Cfr. Cruz (1996) y Guarda (1989)
25.
Este acercamiento se puede cruzar con las intenciones afectivas y simbólicas por
parte de estas mujeres al momento de entregar sus pertenencias. Así como con
otros bienes, los textiles se podían disponer para su venta o se entregaban en
herencia a personas del entorno familiar directo o indirecto o entre personas sin
lazos sanguíneos y con las cuales compartían el día a día. Eso fue posible reconocer,
entre otras, con doñas Ana Borjes, Ana Zabala, Inés de Olivares y Ana de Madrid
Delgado¹¹. Para ejemplificar: la ropa de cama –frazada, sobrecama, pabellón y la
propia cama– quedaba para el marido, así es el caso de Ana Borjes, otorgando un
significado emotivo a esta entrega.
Ana Zabala afianzó relaciones interpersonales más allá de su entorno familiar directo
al criar dos niños no biológicos ni de su marido. Son Juan y María quienes trabajaron
para ella. En compensación, agradecimiento y para ayudarles a la protección y
comodidad para el diario vivir, les dispuso un lote importante de bovinos y ovejas, un
vestido honesto, un par de camisas, una pollera de sarga, un jubón y una mantellina
de bayeta de Castilla.
Esta investigación nos entregó un desafío como investigadoras para comprender la
terminología usada en las fuentes primarias revisadas. Así, reconocer denominaciones
para telas y artes útiles confeccionados. Fue posible imaginarnos como se vestían las
mujeres en esa época, conocer de qué objetos textiles disponían y la importancia
que estos tenían para ellas desde un punto de vista económico o afectivo, además de
poder comprender que la terminología usada no siempre corresponde al significado
ni al valor que le damos en nuestra época.
¹¹
NSF 104, Vol. f. 358-359v, NSF 104, Vol. f. 365-366, NSF 106, Vol. f. 34-36v, NSF 119, Vol. s/f.
26.
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28.
La Trarikan Makuñ,
Cambios y Continuidades.
Susana Chacana H.¹
María José Rodríguez M.²
Resumen
Palabras Clave:
El presente artículo expone los resultados de
investigación sobre un tipo de textil mapuche
conocido como manta de cacique, manta de Longko,
manta amarrada o Trarikanmakuñ, siendo esta última
denominación la utilizada en este estudio de acuerdo
a su reconocimiento sociocultural actual. El objetivo de
investigación es conocer y comprender los principales
cambios y continuidades en la dimensión técnica y
simbólica de la prenda, articulando una metodología
etnohistórica y etnográfica, con el registro audiovisual
del proceso de elaboración de tres Trarikanmakuñ,
registrando diferencias y similitudes técnicas y estéticas,
así como cambios en sus dimensiones simbólicas
dentro de la sociedad mapuche.
•
•
•
•
¹
Licenciada en Historia y Geografía, Máster en Administración
y Gestión Educativa, Diplomada en Antropología Audiovisual.
Museo Regional de la Araucanía, Avda. Alemania Nº 084, Temuco,
Chile.
[email protected]
²
Licenciada en Artes, Máster en Conservación y Restauración de
Bienes Culturales. Museo Regional de la Araucanía, Avda. Alemania
Nº 84, Temuco, Chile.
[email protected]
Cultura Mapuche
Textil Mapuche
Técnica Textil
Historia
29.
Abstract
This paper presents the results of research on a type
of Mapuche textile known as cacique blanket, Longko
blanket, tied blanket, or Trarikanmakuñ, the latter
name being used in this study according to their current
sociocultural recognition. The research objective is to
know and understand the main changes and continuities
in the technical and symbolic dimension of the garment,
articulating a ethnohistorical and ethnographic
methodology, with the audiovisual record of the
process of preparing three Trarikanmakuñ, recording
technical and aesthetic differences and similarities,
as well as changes in its symbolic dimensions within
Mapuche society.
Key words:
•
•
•
•
Mapuche Culture
Mapuche Textiles
Textile Technique
History
Manta es aquella prenda de vestir cuadrangular tejida
de lana, con una abertura central para sacar la cabeza
y que cae sobre los hombros. Elaborar una manta
o makuñ, es un proceso textil que demanda mayor
tiempo y especialización que otras prendas textiles
mapuche. Su circulación, al interior de la sociedad
mapuche, se relaciona con el vestir de hombres de la
propia familia o con encargos asociados a autoridades
y rituales. Coexisten mantas elaboradas para ser
comercializadas cuyas adaptaciones las convierten
en artesanías exclusivas y objetos de consumo, con
aquellas ligadas a la tradición mapuche, como la
trarikanmakuñ, que parece permanecer anclada aún a
los hombres mapuche y su jerarquía.
Los objetivos de la presente investigación son conocer
y comprender cambios y continuidades técnicas y
simbólicas de la manta de cacique mapuche, por
medio de un método de investigación integrado. Para
comprender la profundidad histórica de las dimensiones
técnicas y simbólicas de la manta mapuche, se realizó
el análisis de documentación etnohistórica asociada,
el que permitió identificar la presencia o ausencia de
la manta en el mundo mapuche y las referencias a lo
técnico y simbólico desde los primeros cronistas hasta
los investigadores actuales. Posteriormente, se utilizó
el método etnográfico, para indagar en conocimientos
30.
e interpretaciones sobre la manta de cacique en la actualidad, con entrevistas a
textileras expertas y hombres mapuche (Kimche) considerados sabios respecto al
manejo de su cosmovisión. Paralelamente, se desarrolló un proceso de observación,
descripción y registro fotográfico y audiovisual de la elaboración de tres mantas de
cacique con diversidad iconográfica, elaboradas por tres destacadas textileras de la
comuna de Cholchol, dando lugar a un documental denominado Trarikanmakuñ: las
amarras que otorgan valor, además de la adición de estos tres textiles a la colección
patrimonial del Museo Regional de la Araucanía.
Esta integración de técnicas documentales, etnográficas y audiovisuales ha permitido
contrastar la realidad técnica y simbólica en la secuencia técnica de elaboración de la
manta con aquello registrado en los textos del pasado.
Cambios y Continuidades en la Trarikanmakuñ
En antiguas descripciones del vestuario mapuche se señala la existencia prehispánica
de la manta y su uso exclusivamente masculino. Cronistas, sacerdotes, soldados,
viajeros y naturalistas (Bibar, 1966; Ovalle, 1646; Rosales, 1877; Carvallo y Goyeneche,
1875; Molina, 1795; Smith, 1914; Treutler, 1959; Domeyko, 1978) identifican la
importancia de la makuñ, reconociéndola como una prenda de lana de gran sencillez
y comodidad, que otorga distinción especial cuando es usada en ceremonias o
rituales, donde incorpora colores e iconografía de compleja elaboración.
Es a partir de la primera mitad del siglo XX, con Tomás Guevara (1913) y Claude Joseph
(1929), que se inicia y profundiza en las descripciones detalladas –especialmente de
la técnica de teñido– de un tipo de manta de cacique, la trarikanmakuñ. Pedro Mege
(1990) distingue, entre las mantas de cacique, las nekermakuñ, trarikanmakuñ y
sobremakuñ, cuestión que ratifica la existencia de una diversidad de mantas rituales,
de las cuales se observa en la actualidad solo la trarikanmakuñ.
Existen múltiples clasificaciones de mantas mapuche (Alvarado, 1988; Mege, 1989).
Según su uso, se pueden distinguir dos tipos: aquellas destinadas a uso cotidiano,
caracterizadas por un tejido liso o simple, generalmente de un solo color, con escasa
o nula iconografía, cuyo sentido apunta esencialmente a dar protección y abrigo;
junto a ellas, las mantas destinadas a dar mayor significación social a su portador,
como las trarikanmakuñ.
Según su técnica, las mantas mapuche se pueden clasificar en tres tipos básicos: las
elaboradas con técnica de Trarin, que se caracteriza por el diseño a partir del teñido;
las mantas con Wirin, cuyo diseño se basa en tejido decorado con listas de colores;
y las mantas con Ñimin, tejidas con iconografía de doble faz (Alvarado, 2002, p. 53).
Existen además mantas que combinan las técnicas anteriores, de mayor complejidad
y valor.
31.
Entre las mantas de mayor significación, destaca hasta hoy la trarikanmakuñ, que
utiliza una técnica de teñido de gran antigüedad denominada en otros lugares de
América como ikat: “el vocablo ikat es de origen malayo. En nuestro medio algunos
autores lo denominan reserva de urdimbre” (Taranto & Marí, 2007, p. 56).
La técnica de la trarikanmakuñ, consiste en atar, amarrar o reservar parte de los
hilos de la urdimbre antes de teñir, para posteriormente pasar los hilos de la trama y
comenzar a tejer. Es en esta última parte del proceso cuando aparece la iconografía
que la caracteriza.
Entonces, la manta de cacique es una manta ritual que históricamente ha presentado
múltiples expresiones técnicas e iconográficas, cuyos colores principales han sido
el negro y el rojo. En la actualidad, los saberes asociados a la manta denominada
trarikanmakuñ, se concentran en la comuna de Cholchol, Región de la Araucanía.
Específicamente, se elaboran tres tipos de trarikanmakuñ, de acuerdo a los diseños
que presenta: “llena”, “simple” y “doble”. Es precisamente esta expresión textil y sus
transformaciones técnicas y simbólicas las que abordamos en este estudio.
La Técnica de la Trarikanmakuñ
De manera general, la técnica tradicional utilizada para la elaboración del textil
estudiado es denominada “faz de urdimbre”, la que permite hacer visibles los hilos
de urdimbre, quedando la trama oculta al interior del tejido. En la trarikanmakün,
específicamente, se utiliza la técnica de “ornamentación de tejido por reserva de
urdimbre” denominada Trarikan. Esta se basa en reservar, es decir, impermeabilizar
pares de hilos de lanas de la urdimbre antes de la etapa del teñido. En dicha etapa,
los hilos se amarran utilizando una fibra de origen vegetal denominada Ñocha u otra
fibra vegetal parecida denominada Küna. Ambas después de ser extraídas, deben ser
remojadas, hervidas y secadas para conseguir su utilización (Figuras 1, 2, 3).
32.
Figura 1.
Amarre realizado por
Nancy Epulef. Fotografía
de Aldo Oviedo
Figura 2.
Amarre realizado por
Marcela
LLanquileo.
Fotografía de María José
Rodríguez M.
Figura 3.
Amarre realizado por
Adela Antinao. Fotografía
de Aldo Oviedo.
33.
Se inicia el tejido de la manta con el urdido en ocho, con el fin de producir los cruces
necesarios para tejer. Se urden solo los pares que se requieren según la iconografía
(llena, simple o doble) que tendrá la manta, para lo que se utiliza un bastidor
horizontal denominado traricahue. Posteriormente, se separan los pares necesarios
para la elaboración de cada uno de los eslabones denominados tronkay, ícono
principal de la manta. Luego, se procede a amarrar cubriendo la zona seleccionada
con una pasta elaborada con la llamada piedra mallo. Previo a ello, la piedra se tuesta
en una callana y se tritura para ser humectada con agua y producir una pasta a modo
de impermeabilizante, para luego amarrar firmemente la zona correspondiente. Se
utiliza aquí como medida básica una medida de madera o Kou, que permite conocer
la unidad mínima del diseño o tronkay.
Una vez realizadas todas las amarras, se debe lavar en conjunto con los restantes
hilos de trama y urdimbre. Posteriormente se debe teñir, secar e instalar los paños
con las amarras en el telar vertical, ordenando los hilos cuidadosamente y urdiendo
los hilos necesarios para completar y unir los paños de la manta según el diseño
deseado, para continuar tejiendo, cuidando de desatar paulatinamente las amarras
a medida que avance el tejido, de manera de disminuir sus movimientos verticales y
conservar el diseño.
En el trabajo de campo, se identificaron mantas en tres colores principales: negro,
rojo (con variaciones) y una especie de amarillo ocre, aunque bastante menos común.
Según la estructura iconográfica, se advirtió la presencia de al menos tres tipos de
trarikanmakuñ denominadas por las textileras: trarin o manta simple, epu trarin o
manta doble y pocha trarin o manta llena. A continuación, se presenta un cuadro que
sintetiza las características técnicas de cada manta.
34.
Cuadro Nº 1:
CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS DE LAS MANTAS INVESTIGADAS
Manta 1
Epu Trarin
Nancy Epulef
Diseño
Color
Dimensiones
Material Amarra
Impermeabilizante
Paños o piezas
Hilos de urdimbre
por paño
Tamaño del Koü
Tamaño Troncay
Manta 2
Trarin
Adela Antinao
Manta 3
Pocha trarin
Marcela Llanquileo
Doble
Negro
188 x 133 cm.
Fibra Vegetal
Piedra Mallo
3
Simple
Negro
173 x 138 cm.
Polipropileno
Talco industrial
3
LLena
Rojo
183 x 137 cm.
Poliestireno
Talco industrial
4
12 pares
16 pares
18 pares
7 cm.
38 x 23,5 cm.
6,5 cm.
30,5 x 20,5 cm.
7 cm.
32 x 33 cm.
35.
En el cuadro 1 se identifican diferencias entre la manta 1, de elaboración más
tradicional, y las mantas 2 y 3, de elaboración menos tradicional. Estos cambios se
relacionan principalmente con el uso de nuevos elementos en el proceso de amarre
previo al teñido. En la actualidad, la utilización de tintes artificiales está prácticamente
generalizada de acuerdo a la escasez de materiales tintóreos en la zona, con los que
se puedan obtener los colores negro y rojo.
Las transformaciones de los materiales utilizados en las mantas 2 y 3 del cuadro
1 apuntan al cambio desde el uso del vegetal al plástico para las amarras, y a la
sustitución del uso del mineral denominado piedra mallo (cristales de sulfato de
calcio di hidratado) por talco industrializado (silicato de magnesio hidratado), además
de otros cambios como el secado al viento o por centrifugado; el uso de agua natural
a agua potable; y el uso de la olleta de fierro a la olla de aluminio.
Estos cambios se incorporan paulatinamente y se transforman en apropiaciones
tecnológicas aceptadas por la mayoría de las textileras, manifestadas específicamente
en el gesto técnico del amarre. Es ahí cuando y donde la textilera y su manta se
juegan la calidad y el prestigio.
La Simbólica de la Trarikanmakuñ.
La comprensión de los cambios y continuidades de la representación simbólica
de la trarikanmakuñ implica indagar en complejos aspectos de la estructura social
mapuche, su historia y su cosmovisión. Para el logro de este objetivo, entrevistamos
a cinco hombres mapuche reconocidos por sus conocimientos y sabiduría. En estos
relatos se identifican importantes cambios y continuidades en torno a su uso y
sentido.
A modo de síntesis, se identifican importantes cambios en la dimensión simbólica
de la manta. Los relatos se refieren principalmente a la pérdida de diversidad
de expresiones textiles ligadas a su uso, todo ello en relación a las drásticas
transformaciones de la sociedad mapuche, identificándose un antes y después de la
formación de la República de Chile y su expansión territorial.
Durante el período de mayor dominio territorial mapuche, auge económico ganadero
y activas relaciones fronterizas, las autoridades se diversificaron, proceso en el cual la
manta también se diversifica, representando las múltiples jerarquías y organizaciones
de los hombres mapuche más poderosos. Posteriormente, bajo el dominio político y
territorial chileno, con la consiguiente decadencia económica mapuche, la manta de
cacique reduce su expresión a una sola técnica textil, hasta concentrarse en la manta
denominada trarikanmakuñ. Resulta altamente interesante la distinción establecida
por Domingo Colicoy entre el concepto de trarikanmakuñ y el de Nükürmakuñ, este
último referido al sentido profundo de la manta de cacique, como una manta que
sostiene el entramado social mapuche.
36.
En cuanto a los aspectos permanentes, los relatos plantean que las características
simbólicas de la manta se mantienen: en su iconografía, en los mensajes tejidos
y transmitidos desde las mujeres a los hombres, en las características personales
y sociales de la autoridad de longko, en los ritos de ungimiento de un longko. En
la iconografía, la trarikanmakuñ representa la familia, el linaje, la procedencia y la
cosmovisión mapuche. Así, del análisis de estos relatos se identifican elementos
fundamentales de la manta unida hasta la actualidad al mundo masculino mapuche,
otorgando continuidad a la existencia simbólica de la manta de cacique expresada en
la trarikanmakuñ.
Conclusiones
Desde los inicios de la conquista española, se describe y clasifica el atuendo indígena,
notando la presencia de la manta en múltiples contextos del mundo masculino
mapuche. Primero, se identifica como prenda práctica y sencilla, luego bella y especial.
Las mantas de diversos colores y diseños eran usadas por hombres poderosos, dando
cuenta del poder y la ritualidad de una sociedad mapuche altamente jerarquizada.
A principios del siglo XX se inicia el estudio de los textiles mapuche, los que reconocen
la pérdida de diversidad técnica de este atuendo. En esta época, se describe la técnica
de la trarikanmakuñ, como una expresión de manta de cacique cuya ornamentación
se basa en el teñido por reserva, técnica de gran antigüedad que protege los hilos de
lana para conservar el color blanco en la iconografía, basada en figuras escalonadas.
A fines del siglo XX, las investigaciones abordan la dimensión simbólica de la
manta, aportando a la comprensión acerca de su significado como manta ritual,
representativa del poder, linaje y jerarquía del mundo masculino mapuche. Tom
Dillehay (2011) realiza un aporte fundamental, estableciendo relaciones entre
la iconografía de la manta y las ceremonias del ngillatun: en la trarikanmakuñ se
grafican los linajes participantes, otorgando así mayor comprensión a la circulación
ritual y actual de esta prenda.
En la dimensión técnica, la continuidad se observa en el uso de artefactos textiles
de tipo tradicional, en la secuencia técnica utilizada e incluso en la conservación
de técnicas de recolección de materias primas. Los principales cambios técnicos se
relacionan con la incorporación de elementos artificiales en reemplazo de recursos
naturales asociados al teñido por reserva. Primero, cambiaron los tintes naturales por
artificiales; luego, las amarras vegetales por plásticas y, posteriormente, el mineral por
talco industrializado. También se identifican cambios asociados a la comercialización,
rapidez y estandarización de la calidad del producto, lo que responde positivamente
a la consideración de la manta como objeto artesanal y negativamente hacia la
mantención del sentido ritual y simbólico.
37.
Respecto a la dimensión simbólica, se observan cambios como consecuencia de
las transformaciones estructurales de la sociedad mapuche. La incorporación del
territorio mapuche al Estado chileno y la consiguiente pérdida de poder de las
autoridades mapuche provoca que la diversidad de expresiones textiles de la manta
de cacique se vea enormemente afectada por la pérdida de autonomía y poder de las
autoridades masculinas mapuche.
En torno a la permanencia simbólica de la manta, la trarikanmakuñ se mantiene y
se actualiza en nuevos longkos y/o en autoridades como rütrafe o plateros, kimche o
sabios que lucen con prestigio y honor, igual que antaño, este bello textil. Hombres
con autoridad que bajo estas nuevas condiciones usan este símbolo de poder.
Especialmente relevantes son los cambios incorporados a la secuencia técnica de la
trarikanmakuñ, específicamente en la etapa de impermeabilización y amarre. Dado
que se ha perdido acceso directo a los recursos naturales que actuaban como insumos
básicos en el teñido, se generan cambios adaptativos que incorporan elementos
artificiales, lo que provoca una disminución de tiempo en la elaboración de la manta,
cuestión que a su vez posibilita la rápida comercialización y el acceso a nuevos
mercados, lo que ha generado la concepción de la manta de cacique como producto
artesanal de alta calidad. Junto con ello, existe pérdida general de conocimiento de
técnicas textiles y de significado iconográfico mapuche. Las intensas transformaciones
de la sociedad mapuche, sobre todo después de la ocupación chilena del wallmapu,
provocan que la manta de cacique aparezca con una menor diversidad en expresiones
técnicas y simbólicas. Pese a esta disminución de expresiones textiles, el sentido de
la manta de cacique se ha mantenido en la trarikanmakuñ, pues se le reconoce en la
actualidad como manta de hombre mapuche con autoridad y sigue circulando como
textil ritual mapuche.
38.
Referencias
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lo textil. (Tesis inédita). Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago,
Chile.
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En Hijos del viento. Arte de los pueblos del sur siglo XIX (pp. 50-54). Buenos
Aires: Fundación Proa.
•
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Chile hecha por Gerónimo de Bibar natural de Burgos. Santiago: Edición
Facsimilar y a Plana del Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina.
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de Chile. Santiago: Imprenta de la librería del Mercurio.
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Dillehay, T. (2011). Monumentos, imperios y resistencia en los Andes,
el sistema de gobierno mapuche y las narrativas rituales. San Pedro de
Atacama: QillQa-Universidad Católica del Norte- Universidad de Vanderbilt.
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Joseph, C. (1929). Los tejidos araucanos. Revista Universitaria, 10.
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Mege, P. (1990). Arte textil mapuche. Santiago: Ministerio de Educación.
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Molina, J. (1795). Compendio de la historia civil del reino de Chile. Madrid:
Imprenta de Sancha.
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Ovalle, A. (1646). Histórica Relación del Reino de Chile y de las misiones
y ministerios que exercita en la compañía de Jesús. Roma: Editado por
Francisco Caballo.
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Rosales, D. (1877-1878). Historia general del Reino de Chile, Flandes Indiano.
Santiago: Valparaíso: Imprenta del Mercurio.
39.
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Smith, E. (1914). Los araucanos. Notas sobre una gira efectuada entre las
tribus indígenas de Chile meridional. Santiago: Imprenta Universitaria.
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Taranto, E. & Marí, J. (2007). Manual de telar mapuche. Buenos Aires:
Maizal.
•
Treutler, P. (1959). Andanzas de un alemán en Chile, 1851-1863. Santiago:
Pacífico.
40.
Faz de Trama o
Doble Faz en Purranque
Viviana Rantul B. ¹
Resumen
Palabras Clave:
El tejido de doble faz en telar vertical desarrollado en
los talleres de la Escuela de Artesanos de Purranque
es la reinterpretación contemporánea derivada del
arte textil de la cultura Tiwanaku. Allí los aprendices
de esta escuela complementaron esta técnica con
elementos de las artes visuales, gracias a la versatilidad
del procedimiento. Desde entonces, el diseño de la
imagen que será tejida cumple un papel fundamental,
procurando composiciones equilibradas entre los
elementos y el plano, entre figura y fondo, armonizando
formas y colores, considerando como base el diseño
conceptual de cada pieza.
•
•
•
•
•
•
Faz de Trama
Doble Faz
Tiwanaku
Textil
Artesanía
Tapiz
Abstract
The double-sided fabric vertical loom developed in the
workshops of the School of Craftsmen Purranque is the
contemporary reinterpretation of textile art derived
from the Tiwanaku culture. There trainees this school
complemented this technique with elements of visual
arts, thanks to the versatility of the process. Since
then the design of the image that will be woven plays
a fundamental role in ensuring balanced compositions
between the elements and the plane, between figure
and background, harmonizing shapes and colors,
considering based on the conceptual design of each
piece.
¹
Key Words:
•
•
•
•
•
•
Faz Frame
Double Face
Tiwanaku
Textile
Craft
Tapestry
Asistente Social, Gestora Cultural y telarista, Independiente, Taller
textil Pu Llallin, Purranque, Chile,
[email protected]
41.
La Valoración de las Tramas desde este Territorio
El objetivo de este ejercicio de reflexión y sistematización escrita de nuestra
experiencia como tejedoras es dar cuenta de la necesidad y la importancia de dibujar
coordenadas “imaginarias” y geográficas respecto del desarrollo del arte textil que
se trabaja en diversos territorios. Específicamente, nos abocaremos al territorio de la
Región de Los Lagos, persiguiendo dos objetivos:
1.
2.
Informar sobre una técnica, originaria de otra cultura, que se ha cultivado
por algunas mujeres de la región de Los Lagos.
Poner en valor la técnica del tejido de doble faz y a sus artesanas como
parte del patrimonio cultural material e inmaterial de su territorio.
Diversas instituciones del estado realizan múltiples y variados cursos, clínicas y talleres
dirigidos a mujeres, buscando impulsar el desarrollo de una actividad económica
alternativa como parte de una política de empleabilidad. Se puede vislumbrar que a
partir de aquello se ha generado una suerte de boom que afecta el desarrollo de los
oficios artesanales tradicionales de los territorios no solo en la Región de Los Lagos.
En un recorrido general por algunas “ferias artesanales” de las ciudades capital de
las provincias de Osorno, Llanquihue y Chiloé apreciamos cómo se han estandarizado
las técnicas, las materialidades, los colores, los usos, las simbologías, las formas, etc.
Estas estandarizaciones nada tienen que ver con la historia local del arte textil donde
se enseñan y cultivan estas técnicas, lo que está poniendo en riesgo la transmisión
del conocimiento local. Se ha estimulado la producción de objetos de fácil venta, que
demanda un público consumidor de souvenirs, que no siempre conoce el arte textil
del territorio, como es el caso de la técnica de “doble faz”. Un ejemplo de lo anterior
es el poncho de clavos y las bufandas y gorros tejidos en telar maya.
Si sumamos a esto la inexistencia de una política cultural para el desarrollo de
la artesanía de los territorios, se continúa enseñando manualidades a muchas
mujeres, calificándolas equivocadamente de artesanía. A partir del ejercicio de
estas manualidades crean objetos con técnicas mixtas, utilizando materiales que
no pertenecen al territorio, exhibiéndolas en ferias artesanales como creaciones
“típicas”.
Nuestra primera inquietud no se contrapone con la pertinencia de capacitar en oficios
a mujeres económica y socialmente vulnerables, pero sí en la pertinencia de quienes
las enseñan. Contamos en nuestros territorios con maestros y maestras artesanas,
muchos de ellos reconocidos por las instituciones culturales, que pueden enseñar
y transmitir a nuevas generaciones el conocimiento que poseen y así resguardar
nuestro patrimonio cultural; donde se respeten las diferencias entre los textiles de
un territorio y otro, resaltando de esta forma la diferencia entre un textil realizado
con lana de alpaca y otro con lana mecha de oveja; los tintes característicos de la
cultura aymara y los de la cultura huilliche.
42.
Esta insistencia en el resguardo de las técnicas deberá
proceder desde quienes ofician como artesanos,
aprovechando las instancias de participación que
abre periódicamente la institucionalidad cultural del
estado, así como la que promueven organismos no
gubernamentales respecto del tema. Es en aquellos
espacios donde se deberá insistir en una política cultural
para la artesanía basada en el respeto, valoración y
promoción de los saberes tradicionales e históricamente
reconocidos de nuestros pueblos y territorios. A partir
de ese punto de encuentro podremos posicionarnos
de mejor manera en el “mercado global y local” como
“artesanos con denominación de origen” y fomentar la
subsistencia de los oficios y el desarrollo de la artesanía
como una actividad económica viable para las personas.
Reseña Histórica de los Textiles
de Doble Faz en Purranque.
Purranque es la capital de la comuna del mismo
nombre, la segunda con mayor cantidad de habitantes
en la provincia de Osorno (20 mil habitantes aprox.).
Pertenece a la Región de Los Lagos y se ubica a 43
km al sur de la ciudad de Osorno y 70 km al norte
de la capital regional, Puerto Montt. Entre los años
1980 y 1990 existió en Purranque una Escuela de
Artesanos dependiente de Cema Chile (Figura 1). Allí se
impartieron diferentes oficios, siendo el tejido a telar
uno de los principales.
Figura 1.
Escuela de Artesanos en
Purranque.
43.
Para ingresar a esta escuela internado, los jóvenes mayores de edad provenientes de
diversas ciudades del país rendían una prueba de admisión para permanecer durante
un año completo aprendiendo un oficio o especialidad.
La especialidad de tejido consideraba:
- Tejido en telar semi industrial con 6 pedales y 4 lisos.
- Tejido de tapices doble faz en telar vertical con nudo interior.
Ambos oficios eran enseñados por la maestra Elba Cumian Soto, quien a sus casi 80
años de edad continúa entregando sus saberes con maestría y sabiduría.
La enseñanza de la especialidad de tejidos comenzaba por la recolección y selección
de los vellones esquilados de las ovejas, los cuales eran regalados por agricultores
de la zona. Con ellos se trasladaban a un río cercano donde se les enseñaba a los y
las aprendices la selección de la lana y el lavado. Una vez que secaban la lana, se les
enseñaba el proceso del hilado, y posteriormente el uso de fibras vegetales de la
zona para el teñido y el uso de esas hebras de colores para el tejido con esta materia
prima elaborada artesanalmente.
Primeros acercamientos para
lograr el tejido de un diseño.
Para efectos de este documento, solo nos concentraremos en el tejido de tapices de
doble faz en la Escuela de artesanos de Purranque.
La maestra Elba Cumian, en su testimonio oral, relata: “pusimos el telar fijo en la
pared y luego me entregaron un diseño o dibujo, sin colores, que pusimos detrás de
la urdiembre que se hizo. En él debía tratar de tejer la figura” (Figuras 2, 3).
44.
Figura 2.
Figura 3.
Primer diseño en papel mantequilla.
Primer diseño tejido (replicado 2016).
Así comenzaron con experimentaciones rudimentarias, pero cada año que pasaba
lograban mejor dominio del tejido sin saber que, técnicamente, sus urdiembres,
el paso de las tramas y las uniones de las tramas discontinuas eran idénticas a las
desarrolladas hace siglos por la cultura Tiwanaku y Huari.
Luego de un tiempo emprendieron desafíos a un nivel más complejo, donde el diseño
pasó a jugar un papel fundamental. La figura y el fondo debían ser compuestos
con armonía y conceptualmente; todos los diseños eran referidos a retratar la
cotidianeidad de la vida rural de la zona, por lo que al ver un tapiz el espectador
podría tener una primera aproximación al territorio al que pertenecía cada obra.
Otro factor que le otorgó identidad propia a estos tapices murales fue el uso de
las fibras con las cuales se tejía: lana de oveja, que era enviada a una curtiembre
de Santiago para ser hilada industrialmente y asegurar el mismo grosor. Una vez
obtenidas las madejas de lana hilada, estas eran lavadas para luego ser tintadas con
las técnicas utilizadas por las mujeres huilliche y chilotas de la zona.
En resumen, se utilizan productos obtenidos de las recolecciones de fibras vegetales
desde los bosques y jardines del territorio tales como, por ejemplo, raíces, hojas,
flores, tallos, cortezas, tierras y frutos. A partir de algunos de estos tintes fueron
capaces de obtener una cantidad de hasta tres o cuatro variaciones de tono, según
el tiempo de inmersión de las madejas en el tinte y del tipo de mordiente utilizado.
45.
Estas variables son fundamentales en este tipo de tejido, pues requiere de la mayor
cantidad de colores y tonos posibles de obtener, de manera que les permita a las
tejedoras aproximarse a los colores que se encuentran en la naturaleza del territorio
y tejer los paisajes que los hacen tan característicos.
En ese proceso, las y los aprendices trabajaban individualmente para refinar la
técnica y colectivamente cuando debían realizar tapices de gran formato, los que por
lo general eran vendidos u obsequiados al extranjero.
Por todo lo anterior, consideramos importante difundir, rescatar y validar, sobre
todo, considerando que en la región se conocen seis mujeres que la ejercen como
oficio; donde el desarrollo de estos tapices, a lo largo de estos años de silencio ha
evolucionado experimentando y dominando el uso de luces, sombras, perspectivas y
volúmenes, convirtiendo estos tapices en obras únicas y características del arte textil
regional y nacional.
Antiguos Discursos que Validan
Nuestros Actuales Saberes como
Continuidad de Saberes Ancestrales
Al tener que fundamentar y buscar mayores antecedentes de la historia de este oficio
textil, surgió como un referente central don Oreste Plath, quien fuera el Director del
Museo de Arte Popular Americano. En su publicación “Aportes folclóricos sobre el
tejido a telar en Chile”, donde recopiló “notas e impresiones” que él mismo apreció
en el territorio y las proporcionadas por otros investigadores respecto de los textiles
existentes en algunos pueblos y rincones de las 25 provincias existentes en esa fecha
en nuestro país.
Allí anota los aspectos de nuestras poblaciones originarias, las influencias españolas y
de otras culturas extranjeras. Por ejemplo, y referido a la técnica de la que hablamos,
Plath hace referencia a una nota realizada por el arqueólogo Max Uhle, quien señala
que en la provincia de Antofagasta los “indios atacameños se establecieron en
la hoya del río Loa y en todos los oasis del desierto de Atacama, hasta Copiapó y
Coquimbo, donde llegaron a trabajar una imitación de la felpa, llamada por él “simil
velour” (similar al terciopelo), aún más, hicieron tejidos que se acercan a la técnica
del gobelino”. Esta es la única referencia más cercana al trabajo realizado por las
artesanas a las que hacemos referencia en el sur y se sabe que los gobelinos son
tejidos con variados diseños y coloridos.
46.
Respecto de la provincia de Osorno –a la cual pertenece la comuna de Purranque–
y refiriéndose a la misma época, Plath menciona que “Osorno recibió a un grupo
de artesanos provenientes de Holanda “para que los indios aprendieran algún
oficio”, pero fue Juan Mackenna, gobernador de Osorno, quien estableció y fomentó
la industria del tejido, sobre todo lino, aprovechando para esto el servicio de los
tejedores extranjeros. Se fabricaban así bayetas, alfombras, huinchas, ponchos,
frazadas, medias y ceñidores. Y se tejía en las comunas de San Pablo, Purranque.
Por la ruta a Puyehue, en Chapicahuin y Maitenes, se tejían ponchos pardos, pues el
predominio en los campos era de manta ploma clara u oscura, de lana cruda, que no
desteñía, eran de un solo color, algunas con huinchas y rosita en la boca. En San Juan
de la Costa, las mujeres huilliche tejían sus prendas ceñidas a la tradición”. Por lo que
podemos concluir que estos conocimientos sobre tejido de tramas no provenían de
esta zona, sino del norte.
Más Atrás en la Historia y Más al Norte
Se sabe que la cultura Tiwanaku abarcó desde Colombia, por el norte, hasta Isla
de Pascua por el sur; Brasil por el este y costas del Pacífico por el oeste (Bolivia,
Paraguay, Colombia, Ecuador, Perú y Chile), y que existió desde el 1200 AC hasta
el 900 DC. Para esta cultura, el textil ocupaba el tercer lugar de las actividades con
mayor importancia.
Amy Oakland Rodman y Arabel Fernández, en su texto “Tejidos Huari y Tiwanaku:
comparaciones y contextos” (2000), señalan el uso de urdiembre y tramas
discontinuas, que es lo que hace característico este tipo de técnica. Además,
mencionan específicamente las técnicas utilizadas en el uso de las hebras de trama,
las cuales, según la zona geográfica, se entrecruzan o se dejan con ranuras y se utilizan
en la confección de tapices, señalando incluso aquellos de gran dimensión y que eran
tejidos durante meses por más de un tejedor. Aunque se debe precisar también que
ellos utilizaban esta técnica para realizar preciosas indumentarias, como mantas y
túnicas, tanto masculinas como femeninas, además de otros artículos como gorros,
telas funerarias, colgantes, fajas y otros productos locales.
47.
Resulta increíble descubrir cómo un trabajo de cientos de años atrás fue recreado
en el sur de Chile por una artesana; donde la tediosa forma de tejer las tramas en
la urdiembre va construyendo imágenes que resultan en tapices de pequeña o gran
dimensión, entrecruzados entre un color y otro, pero que al comenzar también
fueron puestos de manera ranurada (Figuras 4, 5).
Figura 4.
Telar Huari con las tramas
dejando el ranurado.
Figura 5.
Telar de Purranque dejando
las mismas ranuras.
Lo que diferenciaría a esta técnica recreada en Purranque respecto de la técnica
ancestral Huari y Tiwanaku sería entonces que los diseños utilizados no son
exclusivamente figurativos, repetitivos y lisos; actualmente, el espectro de
posibilidades se abre para tratar de obtener un trabajo significativo en el uso de los
colores, la aplicación de luces y sombras, de la perspectiva y de diseños conceptuales
y abstractos. El material tampoco es el mismo, pues los tejedores Tiwanaku utilizaban
el algodón finamente hilado y el pelo de alpaca, mientras que acá se utiliza lana de
oveja, torcida y de 2 hebras, lo que la hace más gruesa (Figuras 6, 7).
48.
Figura 6.
Tapiz tejido con algodón
Huari.
Figura 7.
Tapiz tejido con lana de
oveja en Purranque.
49.
Precisiones Técnicas
El telar vertical se construye con cuatro listones de
madera dispuestos y fijados en una pared, formando
un rectángulo. En el madero superior es puesta la
urdiembre, la que es amarrada en el madero inferior
para que pueda desamarrarse una vez terminado el
trabajo.
La artesana trabaja de pie y siempre se logra que solo
la trama sea visible (cara de trama). Al tejer un tapiz,
los hilos de la trama se tejen de manera discontinua,
pues no recorren la estructura de la urdimbre de orillo
a orillo. Estas tramas recorren las urdiembres según el
diseño que se tenga o las formas y diseños que tiene
el tapiz.
Para que la trama pueda obtener una coloración o
decoración sólida, se debe tejer cada elemento por
separado y en ambos sentidos en un área determinada,
como en el caso de esta cabeza de pájaro de un tapiz
Chimú (Figura 8).
Figura 8.
Cabeza de un pájaro
chimú en técnica Huari.
50.
En la estructura del tapiz las áreas de diseño hechas con las tramas se pueden unir
de tres maneras:
1.
Con el ranurado: las tramas se enlazan en urdiembre diferentes, dejando un
vacío entre dos grupos de trama (las ranuras pueden estar o no cocidas), es
decir, no se unen (Figura 9).
2.
Con el entralazado: las tramas se enlazan en la misma urdiembre con el punto
dovetail y cierran la ranura, o sea, se unen por los hilos de trama (Figura 10).
3.
El entretrabado: donde las tramas se enlazan entre dos urdiembres (Figura 11).
Figura 9.
Técnica de tejido con ranura.
Figura 10.
Técnica de tejido con las
tramas entrelazadas entre sí.
Figura 11.
Técnica de tejido con
las hebras de trama
entretrabadas en un hilo de
urdiembre.
51.
Los tamaños son variados: pueden ser de 10 x 10 cms
o de tres y más metros, aquello dependerá del diseño
o de la obra que deseemos crear para exponer. Tal es el
caso de los últimos cuatro tapices de gran formato que
realizamos con financiamiento del Fondart Regional, en
la línea de Creación en Artesanía:
-
Purranque, una historia contada en telar (dos
partes) de 4 x 1,50 m; ambos regalados a la
Municipalidad de Purranque para formar parte
del patrimonio material e inmaterial de la comuna
(Figuras 12, 13).
Figura 12.
Tapiz Purranque, una
historia contada en telar,
primera parte (2013).
Figura 13.
Purranque, una
historia contada en telar,
parte final (2014).
Tapiz
52.
-
En recuerdo de los Cuncos, cuando Osorno se llamaba Chauracawin, dos piezas de 3 x 2,50 m, obsequiadas a la Gobernación de Osorno para ser
expuestas de manera permanente en la Sala de los
Gobernadores (Figuras 14, 15).
Figura 14.
Tapiz En recuerdo de los
Cuncos, cuando Osorno
se llamaba Chauracawin,
parte Trawn, (2015)..
Figura 15.
Tapiz En recuerdo de los
Cuncos, cuando Osorno se
llamaba Chauracawin parte
Construcciones, (2015).
53.
También se pueden tejer piezas circulares, las que
requieren de la confección previa de un aro metálico
que va por dentro del tejido y que no se aprecia a
simple vista (Figura 16).
Figura 16.
Tapiz circular con aro
metálico interior.
Conclusión
Esta técnica precolombina, procedente de cultura
Tiwanaku, fue llevada a otra expresión en la Escuela
de Artesanos de Purranque. Desde que se inició esta
recreación, ha continuado evolucionando y mejorando
progresivamente, siendo reconocida y valorada como
una técnica textil característica de Purranque, que
forma parte del patrimonio cultural local.
54.
Referencias
•
Oakland, A. & Fernández, A. (2000). Tejidos Huari y Tiwanaku: comparaciones
y contextos. Boletín de Arqueología PUCP, 4, 119-130.
•
Plath, O. (1970). Aportes folklóricos sobre el tejido a telar en Chile. Santiago:
Publicación del Museo de Arte Popular Americano, Universidad de Chile.
Agradecimientos
Siempre agradecida de Ricardo Casas Tejeda quien me acercó a la maestra Elba
Cumian Soto, de quién sigo aprendiendo el tejido ancestral que habla de las vidas de
hoy y de los hitos importantes de nuestros territorios.
55.
Diseño e Identidad Local
en el Arte Popular Textil:
Reflexiones sobre la Acción del Diseño
en el Desarrollo de Productos Textiles
y la Transmisión de su Saber a la Comunidad
de Llahualco, Región de los Lagos, Chile¹ .
Patricia Zúñiga G.²
Resumen
Palabras Clave:
La presente ponencia expone las reflexiones obtenidas
en la intervención de diseño realizada en la localidad
de Llahualco, cuyo objetivo fue el desarrollo de talleres
de diseño que enfatizaron la valoración de la artesanía
textil identitaria de la localidad, para mejorar la calidad
y percepción de los productos artesanales textiles y
su fomento a nuevos mercados, promoviendo una
comercialización sostenible y más justa. Las reflexiones
apuntan a definir la acción del diseño en la complejidad
de la cultura popular y la sociedad globalizada, donde
la identidad local como medio de diferenciación ha
llevado a las instituciones públicas a fomentar el
desarrollo de industrias culturales para la anhelada
sostenibilidad territorial. Sin embargo, la complejidad
de las localidades y la pérdida de valor del patrimonio
inmaterial local, exige que la acción del diseño se
oriente a la definición de estrategias que fomenten
•
¹
Consejo Nacional de Cultura y las Artes CNCA, Región de Los Lagos,
Chile. Programa Acceso, 2012. Proyecto: “Mejoramiento de los
productos textiles de las artesanas Llahualco y transmisión de su
saber a la comunidad: Talleres de diseño aplicados a la artesanía
textil para el mejoramiento e innovación de los productos textiles
de las tejedoras y valoración cultural del oficio textil en su
comunidad”. Agrupación Quijotes de la Lectura y la Cultura, Río
Negro. Chile.
²
Diseñadora Gráfica. Magíster en Educación y Multimedia. Temuco,
Chile.
[email protected]
•
•
•
Desarrollo
Sustentable
Diseño
Identidad
Arte Popular Textil
56.
la valoración de la identidad local en las propias
comunidades y la construcción de redes educativas
y de visibilización, que permitan la sustentabilidad
cultural del arte popular textil de las localidades rurales
del sur de Chile.
Abstract
Key Words:
This paper presents the insights gained in the design
intervention carried out in the town of Llahualco; whose
objective was the development of design workshops
which emphasized the value of identity textile crafts of
the town, in order to improve the quality and perception
of textiles and handicrafts and their promotion to
new markets, fostering a sustainable marketing and
fairer trade. The reflections aim at defining the action
of design in the complexity of popular culture and
the global society, where local identity as a means of
differentiation has led to public institutions to promote
the development of cultural industries for the desired
territorial sustainability. However, the complexity of
the locations and the loss of value of local intangible
heritage requires the action design to be oriented to the
definition of strategies to promote the appreciation of
local identity in the communities and the construction
of educational and visibility networks, thus enabling
cultural sustainability of the textile folk art of rural
communities in southern Chile.
•
•
•
•
Sustainable
Development
Design
Identity
Textile Folk Art
57.
De la Experiencia
En los “infinitos rincones infinitos” (Sepúlveda, 2010) del sur de Chile, encontramos
enclavadas localidades rurales cuya identidad está vinculada a la tradición campesina
y a las culturas ancestrales. En ellas surgen expresiones artísticas, que manifiestan la
cultura popular y su comprensión armónica del entorno. Es el caso del arte popular
textil de la localidad de Llahualco, realizado por mujeres campesinas, en su mayoría,
con ascendencia williche-mapuche. Las artesanas textiles de Llahualco comprende un
grupo de 12 mujeres que trabajan la artesanía textil y que utilizan este oficio como
complemento del ingreso familiar.
El proyecto “Mejoramiento de los productos textiles de las artesanas Llahualco y
transmisión de su saber a la comunidad: talleres de diseño aplicados a la artesanía
textil, para el mejoramiento e innovación de sus productos y valoración cultural
del oficio textil en su comunidad”, surge del diálogo de distintos actores locales y
regionales: Agrupación Territorial Quijotes de la Lectura y la Cultura, Dirección de
Administración Educación Municipal DAEM, Consejo Nacional de Cultura Región de Los
Lagos (CNCA Los Lagos), que vieron la oportunidad de generar un proyecto piloto, en
el cual el desarrollo sustentable de las localidades rurales estaba ligado directamente
a la valorización de las raíces de la cultura local y a la transmisión de su sabiduría a las
nuevas generaciones.
Si bien el objetivo general del proyecto estuvo orientado al mejoramiento de los
productos artesanales, utilizando el diseño como herramienta estratégica de desarrollo,
la complejidad cultural de las localidades y la pérdida de valor del patrimonio inmaterial
local orientó la acción del diseño a indagar sobre estrategias que fomentaran la
valoración de la identidad local de las propias comunidades, considerando la experiencia
vivencial y la creación como ejes fundamentales de la intervención.
La intervención contempló tres etapas, una de observación y acercamiento al arte
textil y el desarrollo de nuevos productos, utilizando la metodología de los referentes
culturales para la valoración del entorno; la segunda, de trabajo en aula en la escuela
local, desarrollando talleres que promovieron la generación de una experiencia
vivencial de creación textil realizada por los estudiantes y el docente, que propiciara
el aprendizaje significativo de la tradición local. Para ello, se contó con el apoyo
académico de la DAEM Río Negro, para la elaboración de programa de asignatura
de libre disponibilidad sobre el arte popular textil. Así también, con la anuencia y
participación del longko del lof: Anselmo Antilef, que permitió valorar el origen de la
expresión artesanal textil y otorgar sentido cultural a la intervención. La tercera etapa
fue orientada a la visibilización de las obras en espacios culturalmente validados por
las audiencias, para construir un puente entre arte y artesanía, que permitiera el
reconocimiento de las obras de estudiantes y artesanas y la valoración del arte textil de
la localidad como patrimonio inmaterial de la comunidad rural.
58.
Inicialmente, se levantó el diagnóstico, a partir del análisis de las piezas textiles de las
tejedoras, que evidenció un dominio de técnicas ancestrales y criollas y un retroceso
en la apropiación del contexto cultural de la expresión, incorporando referentes
extranjeros en la creación de prendas textiles, para aumentar la venta y ampliar
los escenarios de consumo de los tejidos. En cuanto al mercado, poseen local en el
Pueblito Artesanal de Río Negro, cedido por la municipalidad, pero su comercialización
se efectúa principalmente en su círculo familiar o red de conocidos.
Asimismo, se apreció resistencia de algunas de las señoras a dicha pérdida,
particularmente de las tejedoras con ascendencia williche-mapuche y/o tradición
campesina, que son conscientes del valor del arte textil en las zonas rurales de la
provincia.
Desde esta perspectiva, el proyecto se instala dentro de un marco de recuperación
de tradiciones, en territorios que han sido expuestos al dominio cultural hegemónico,
otorgando valor al arte textil como una práctica de resistencia y de preservación de la
cultura popular realizada por la mujer en su rol de transmisora de saberes y oficios a
su comunidad.
En este contexto, el proyecto vinculó a agentes culturales de la misma localidad con
la comunidad escolar de la Escuela de Llahualco, incorporando madres y abuelas en
la transmisión del arte textil, con el fin de fortalecer el sentido de pertenencia de las
expresiones artísticas tradicionales locales en las nuevas generaciones y a aportar
al aumento de la autoestima de las artesanas, otorgándoles un rol reconocido en el
desarrollo de su comunidad. Asimismo, se buscó generar un espacio de diálogo entre
ellos y el sistema público: comunal, provincial y regional, vinculados a la educación y la
cultura, actuando como un centro educativo comunitario.
Cultura y Desarrollo
En la Convención de México, la UNESCO (2001) define cultura como “el conjunto
de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan una
sociedad o grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de
vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias
y tradiciones”. Y declara que la cultura y el desarrollo son elementos indisolubles
para el crecimiento de un pueblo, cuestionando la mirada económica y reduccionista
del concepto.
En el marco de la cultura, distinguiremos la cultura popular, que para Sepúlveda (2010,
p. 56) es “el acontecer de lo tradicional”, donde lo “viejo y lo nuevo crecen junto a
una validez llena de vida” (como se cita en Sepúlveda, 2010, p. 56). Dicho concepto
incorpora las manifestaciones y expresiones que dan sentido cultural a nuestro
entorno, cuyo universo simbólico está concebido a partir de un proyecto comunitario
59.
elaborado a lo largo de la historia (Sepúlveda, 2010). García-Canclini (1989, p. 191)
define lo popular como “lo excluido”, asociado a lo “premoderno y subsidiario”. Así
también plantea su asociación a lo colectivo, a la forma que da respuesta un grupo
determinado a su entorno social. Desde esta perspectiva, lo tradicional es mutable y
puede ser considerado un mecanismo de invención para legitimar el presente. Es así
como el arte popular se transforma en “dramatizaciones dinámicas de la experiencia
colectiva” (Sepúlveda, 2010, p. 123) y la artesanía, puede ser comprendida como la
expresión de la identidad cultural del hombre y su relación con los territorios.
Dado los escenarios rurales del sur de Chile, donde la colonización y, actualmente
la globalización, aplican un proceso sostenido de desculturización de los saberes,
las prácticas y los usos tradicionales de la cultura material³, la artesanía constituye
una práctica de resistencia al concepto de desarrollo impuesto por las culturas
dominantes (Roldán, 2009).
Escobar (1998), plantea que el desarrollo es “una experiencia históricamente singular,
como la creación de un dominio del pensamiento, y de la acción” (p. 31). Desde
esta perspectiva, los territorios rurales del sur han estado expuestos a procesos de
dominio cultural, enfrentado la pérdida creciente de valores locales, producto de la
descalificación y marginación de los conocimientos no occidentales, impulsado por
el modelo económico neoliberal (Roldán, 2009).
Sin embargo, han surgido orientaciones que abordan la sustentabilidad como uno
de los ejes centrales del desarrollo a escala humana (Elizalde, 2005). Elizalde (2003)
sostiene que “la noción de sustentabilidad introduce un concepto complementario
de desarrollo”, distinguiendo en ella cuatro dimensiones: la sutentabilidad política,
la sustentabilidad cultural, la sustentabilidad económica y la sustentabilidad social.
Para efectos de este artículo, nos centraremos en la dimensión cultural de la
sustentabilidad, relacionada con la identidad cultural y sus discursos.
³
La cultura material es parte significativa de la identidad de un pueblo, que se expresa a través de los
elementos tecnológicos, mecánicos y físicos relacionados con la subsistencia material del ser humano
(Sepúlveda, 2010, p. 61). En base a la definición anterior, podemos decir que los objetos construidos por
el hombre a partir de tecnologías y técnicas mecánicas y físicas, que dan respuesta a una necesidad de
subsistencia, son parte de nuestra cultura material. Sin embargo, los objetos tecnológicos no solo son
soluciones tecnológicas, sino expresiones materiales de la identidad de una cultura, que dan respuesta
a su particular forma de ver arraigada a la tradición artesanal o a la moderna (Martín Juez, 2002, p. 38).
60.
La Dimensión Territorial del Discurso
La localidad de Llahualco es un territorio rural que se sustenta, básicamente, a través
de actividades agrícolas vinculadas al sector de la leche y, en especial, al forestal, que
ha invadido los parajes de la Cordillera de la Costa de la Provincia de Osorno.
Llahualco, en la toponimia Mapuche, se caracteriza por ser un nombre singular,
corresponde al sonido y a la interpretación que el lugareño da cuando camina en
Zaguanes o pantanos: “es el ruido o sonido que produce el pie al enterrarse en el
lodo”⁴. Es a partir de esta denominación que otorgamos a esta localidad un origen
vinculado a las grandes tierras del sur del pueblo mapuche conocidas como la
Fütawillimapu.
En el contexto de la Fütawillimapu, la artesanía es principalmente utilitaria y, en
ocasiones y según los símbolos diseñados en ella, cumplen un papel ritual. El arte
textil del sur de Chile está arraigado a la mujer en su rol social y cultural y para la
tejedora mapuche el arte textil es un acto creativo, transformador en esencia, que
materializa la comprensión de la cosmogonía mapuche, a través de un acto manual,
que “une el origen con el presente” (Quilapi & Salas, 1999).
Sin embargo, podemos señalar que la localidad de Llahualco posee una historia
híbrida, “resultado de la sedimentación, yuxtaposición y entrecruzamiento de las
tradiciones indígenas, del hispanismo colonial católico y de las acciones políticas,
educativas y comunicacionales modernas” (García-Canclini, 1989, p. 71), manifestada
en los tejidos de las artesanas de la localidad, que mantienen vigente la tradición
mapuche williche y la tradición campesina criolla, a través de la incorporación del
tejido a palillo y crochet y la creación de objetos utilitarios para la vestimenta.
Así también destacamos la acción de instituciones públicas y su promoción de talleres
de capacitación para mujeres, como es el caso del Programa Jefas de Hogar y la CNCA
Los Lagos, que buscan profesionalizar el oficio como herramienta de superación de la
pobreza. Estas acciones implican un reconocimiento de las instituciones públicas de
la tradición del textil en las zonas rurales del sur de Chile y de su potencial turístico
y cultural.
No obstante, dichas iniciativas se efectúan en lugares desprovistos de significación
cultural, lo que despoja a la expresión de su sentido colectivo, vinculado a los
saberes tradicionales y los oficios, relegándola solamente a su condición de trabajo.
Esta invisibilización de su aspecto cultural arraigado al sentido de lo popular como
manifestación de lo colectivo implica una desvalorización de los tejidos de la
comunidad misma y una pérdida del patrimonio.
⁴
Definición obtenida a través de entrevistas a hablantes del sector de Llahualco, realizadas por el señor
Rafael Andrade, docente y director del Liceo Riachuelo, comuna de Río Negro.
61.
En este escenario de despojo cultural y valoración del oficio por la institucionalidad,
el concepto de artesano ha transitado desde una visión de hacedor a una de creador,
donde “elabora sus obras para que otras personas conozcan sus historias, sus
sentimientos, y por el gusto que siente por su actividad artesanal” (Barrera, 2011).
Lo anterior genera un proceso de conversión de la artesanía en bienes de consumo
que propicia una pérdida de su relación con el lugar de origen.
Lo anterior implica que actualmente los consumidores son quienes otorgan valor
los productos artesanales en la medida que satisfacen sus deseos de identidad,
pertenencia y estatus. A diferencia de las localidades rurales despojadas de su
tradición, en las cuales la lucha por la subsistencia ha favorecido procesos de
desarraigo, determinando la emigración de los jóvenes y la fractura de la tradición
artesanal en mujeres jóvenes y la invisibilización del patrimonio cultural por la
comunidad, en particular la de Llahualco.
Sobre la Invención Cultural Textil
Anteriormente, planteamos que la apropiación y valoración de la artesanía ocurre
principalmente en escenarios de consumo que son ajenos al territorio, determinando
nuevas creaciones y usos para la artesanía textil. Una de ellas es el mural.
Dentro de este contexto, el mural surge como una apropiación del entorno natural
y cultural del territorio, que las tejedoras resignifican, tejiendo sueños y paisajes
cargados de sentido. Es en el reencuentro con el valor de lo cotidiano en el territorio
que aparece el sentido y significación del textil y de la artesanía textil. Asimismo, es
en el reencuentro con sus raíces ancestrales, la valoración del entorno y su relación
con el territorio que las tejedoras recuperan su rol de transmisoras de saberes
tradicionales.
No obstante, dicha transmisión ocurre en escenarios de valoración ajenos a la tradición,
históricamente ocurrida en el núcleo familiar. Ahora en escuelas locales, donde las
tejedoras se instalan como agentes culturales y transmiten su conocimiento dentro
del marco curricular de las asignaturas de libre disposición, espacios culturalmente
validados para la transmisión de conocimiento occidental. Esta acción implica un
reconocimiento de los saberes populares por la institucionalidad y un mecanismo de
validación del textil popular en la comunidad escolar y en definitiva de la localidad.
En dicho espacio se encuentran abuelas, madres, nietos e hijos en un proceso de
validación y recuperación del arte textil, que cobra sentido cuando es parte de un
proyecto colectivo arraigado al territorio. Es la escuela un espacio colectivo, que
permite la convergencia de distintos actores culturales que tejen relaciones con el
entorno cultural y territorial. La presencia del longko y las tejedoras actúa como
62.
detonante de un proceso de recuperación cultural, visibilizado en los tejidos de niños
y artesanas, que conforman una comunidad que se resiste al dominio cultural del
poder hegemónico, generando nuevos discursos sobre un territorio hasta entonces
despojado de un proyecto colectivo.
Así también, la visibilización de las obras textiles producidas por este encuentro familiar
ocurrido en la escuela, en espacios universitarios, símbolos del conocimiento de la
cultura dominante, permiten la validación del arte popular textil de la comunidad de
Llahualco y el reencuentro de cada uno de los participantes del proyecto, incluyendo
a las autoridades culturales y estatales, con una visión comunitaria del territorio,
posibilitando la validez y resignificación del patrimonio cultural presente en el arte
popular textil de nuestras localidades rurales del sur de Chile.
63.
Referencias
•
Álvarez, P. & Forno, A. (2001). Fütawillimapu. Osorno: Corporación Nacional
de Desarrollo Indígena.
•
Barrera, G. (2011). Campos de poder artesanales en la comunidad Kamsá
de Sibundoy, Putumayo, Colombia. Del trueque a las tendencias de moda.
Apuntes. Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 24(2), 178-195.
Recuperado de http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/revApuntesArq/
article/view/8851
•
Elizalde, A. (2003). Desde el “desarrollo sustentable” hacia sociedades
sustentables. Polis, 4. Recuperado de http://polis.revues.org/7154
•
Elizalde, A. (2005). Desarrollo. En R. Salas (Coord.), Pensamiento crítico
latinoamericano. Vol. I (pp. 153-166). Santiago: Ediciones UCSH.
•
Escobar, A. (1998). La invención del tercer mundo. México: Fondo de Cultura
Económica.
•
García-Canclini, N. (1989). Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir
de la modernidad. México: Grijalbo.
•
Martín Juez, F. (2002). Contribuciones para una antropología del diseño.
España: Gedisa.
•
Quilapi, A. & Salas, E. (1999). Witral tradicional de Arauko. Chile: Fondo
Nacional de las Artes.
•
Roldán, A. (2009). Prácticas comunitarias del desarrollo: una mirada desde
los oficios y el trabajo. Polis, 8(24), 341-355. Recuperado de https://dx.doi.
org/10.4067/S0718-65682009000300016
•
Sepúlveda, F. (2010). Patrimonio, identidad, tradición y creatividad. Chile:
DIBAM, Centro de Investigaciones Barros Arana.
•
UNESCO. (2001). Declaración universal de la UNESCO sobre la diversidad
cultural. Recuperado de http://www.unesco.org/new/es/mexico/workareas/culture/
64.
Agradecimientos
Mis más sinceros agradecimientos a todos los que comparten el sueño de un proyecto
de desarrollo colectivo y que otorgan a la cultura y en particular al arte popular textil
un sentido comunitario que permite vislumbrar el futuro con esperanza: Agrupación
de Artesanas la Esperanza de Llahualco, Rafael Andrade, Anselmo Antilef, Carmen
Finlez y Gabriela Álvarez.
65.
Diseño y Bordado Shipibo
Aprendizaje y Proceso
Creativo a Partir de Plantas
Pilar Godoy C.¹
Resumen
Palabras Clave:
Desde que comencé a estudiar arte sentí una profunda
necesidad por encontrar imágenes con las cuales
identificarme. Inesperadamente, mi búsqueda me
llevó a conocer una comunidad indígena donde el arte
y el imaginario son parte de su práctica cotidiana. La
cultura indígena Shipibo está vigente en la Amazonía
Peruana y mantiene una profunda conexión con sus
manifestaciones artísticas, su entorno natural y sus
plantas maestras. A partir del encuentro con bordadoras
Shipibo comencé a comprender que su creatividad se
funda en una cosmovisión que a la vez es fuente de
autoconocimiento y observación, indispensables para
el proceso creativo.
•
•
•
•
Abstract
Key Words:
Since I started my Art studies, I felt a deep need to
find images in which I could identify myself. Suddenly
my search took me to meet an indigenous community
where art and collective imagination are part of their
daily life. The culture of Shipiba people is alive in the
Peruvian Amazonia and keeps a deep connection with
their artistic expressions, their natural environment
and their relationship with master plants. Since the
meeting with Shipiba’s embroiderers I realized their
creativity comes from their world view, source of selfknowledge and observation, which are essential to the
creative process.
•
•
•
•
¹
Cultura Shipibo
Textil
Bordado
Proceso Creativo
Shipibo Culture
Textile
Embroidery
Creative Process
Artista textil, integrante del colectivo Nido Textil - Cooperativa de
Oficios.
[email protected];
[email protected]
66.
Hace diez años realizo prácticas con materiales textiles a partir del oficio de la costura
y el bordado, llevándolos a una expresión artística contemporánea.
Desde pequeña he tenido contacto cercano con experiencias terapéuticas y de
búsqueda interior, que han complementado y potenciado mis procesos creativos
actuales. El textil es el medio que mejor se fusiona con mis imágenes, mis ritmos,
mis múltiples estados, permite materializar mi espiritualidad.
Cuando veo un tapiz, lo observo, lo toco y contemplo detenidamente, lo que me lleva
a otro espacio y lugar, revelándome la expresión de una creación que se mantiene
presente a pesar del tiempo. Cuando estoy bordando, viajo hacia otra dimensión,
simplemente al sentir cada puntada como si fuese recorriendo un camino donde
cada textura es la tierra donde se apoya mi pie.
Quiero traspasar mi motivación por un conocimiento que va más allá de la mera
reproducción del diseño Shipibo, porque esta cosmovisión integra un mundo
simbólico que está en íntima relación con la naturaleza, con un entorno conocido y
apropiado, desde allí se manifiesta.
La capacidad de creación nace de la larga, atenta y madura observación e interpretación
de los inagotables temas del ambiente que los rodean. En estas representaciones
están activos los símbolos de la naturaleza y su espiritualidad. La población Shipibo
ha recogido y mantenido esta herencia, la que es aún parte de su proceso mental y
fundamento de su expresión estética.
Contextualización
El pueblo Shipibo, cultura indígena aún vigente, cercana al río Ucayali, Amazonía
Peruana, está entre los grupos más destacados en cuanto al arte tradicional. La
escritora Carolyn Heath, analiza la cosmovisión del arte Shipibo: “En ese clima
se desarrollaba un arte bien evolucionado con dibujos geométricos de gran
sofisticación, ricos en significado. [...] Eso es la escritura figurativa de los Shipibos […]
está estrechamente relacionada con una cosmología” (Heath, 1980).
Desde la investigación del alemán Bruno Illius (1991-1992), los diseños geométricos
realizados por los Shipibo Conibo son signos de identidad étnica. El maestro Shipibo
Herminio Vásquez narra: “las cualidades y características de los elementos de la
naturaleza, pueden ser símbolos de identidad comunal” (Vásquez et al., 2009, p. 42)
(Figuras 1, 2).
67.
Figura 1.
San
Francisco
de
Yarinacocha, Amazonía
Peruana.
Figura 2.
Silvia Marín García,
Yarinacocha, Amazonía
Peruana.
68.
Diseño (kené) y Oficio Maestra Bordadora Chonnomea
Tuve la oportunidad de viajar a la selva amazónica a las comunidades de Nueva Era
en Yarinacocha y San Francisco de Yarinacocha. Aprendí de una maestra Shipibo el
arte del diseño y el oficio del bordado.
En su lengua indígena ella se llama Chonnomea (mujer golondrina), Silvia Marín
García su nombre en español. Ella tiene el don de la comunicación a través de la
sutileza de sus palabras y la gran destreza en sus manos. Con ella pude observar
las formas y dejarme abrazar por la disciplina de su pedagogía y su ternura en una
transmisión oral que va más allá de una sala de clases.
Conviví con su familia, habitando tres semanas, escuchando diálogos con una fonética
que me hacía recordar tierras orientales dentro de una selva húmeda y cambiante.
Los habitantes de la selva comienzan su día muy temprano, el calor y la luz son
grandes factores. Los Shipibos desayunan generalmente sopas de pescado y chapo,
jugo de plátano cocido.
En un principio me sentía extraña fuera de mi cultura; sin embargo, la generosidad
que encontré por parte de la familia de Silvia y de las personas que fui conociendo
me ayudó a adaptarme bastante rápido, como si me estuviesen esperando hace
mucho tiempo, como si nos hubiésemos conocido hace mucho tiempo, eso disipaba
todos mis miedos (Figura 3).
Figura 3.
Hijas de Silvia y Silvia
bordando. Yarinacocha,
Amazonía Peruana.
69.
Recuerdo la gran atracción y curiosidad que sentí la primera vez que vi un bordado
Shipibo. Observé sus diseños geométricos, los cuales desde un centro se van
desplegando infinitamente por toda la superficie. Todo bordado, completamente.
Silvia me enseñó el arte de bordar, repitiendo una tras otra vez los mismos patrones,
los mismos puntos, el mismo tamaño. Me permitió observarla, observarme. Ella
tiene tres hijas y un hijo. Los menores son gemelos de nueve años. Todas ellas saben
bordar, a Silvia le enseñó su madre.
Mientras el hijo juega con sus amigos, la hija menor está siempre con nosotras,
interesada en seguir aprendiendo².
Bordábamos horas en un espacio sin muchos muebles, con la puerta abierta. Una
manta cae todos los días en el piso, cubierto de hilados acrílicos finos de colores
brillantes y luminosos, nos sentamos y retomamos el bordado del día anterior. De
vez en cuando amigas bordadoras vienen a visitarla, ella les transfiere trabajos de
bordado que no alcanza a abarcar. Silvia tiene además conocimientos de costura,
tiene una máquina de coser; extranjeros les mandan a pedir encargos de ropa
bordada a medida, ella lo puede hacer³. Siempre entre ellas hablan en Shipibo,
observan mis bordados, mi aprendizaje, me miran y sonríen, yo me siento incluida⁴.
Desde un tiempo antes de mi viaje, sentía una gran necesidad de satisfacer algo en
mí que estaba desnutrido, sentía fuertemente el impulso por estar solo bordando. En
mi nuevo y familiar lugar de aprendizaje, mis manos no podían parar. Bordaba a cada
momento, me tranquilizaba, me adaptaba al lugar, a la cultura, me nutría, estaba
totalmente presente.
Chonnomea me mostró un barro pantanoso escondido entre matorrales y mosquitos.
Este barro, llamado en Shipibo mano, tiene la cualidad de ser usado para pintar sobre
tela. El barro se desliza perfectamente. Al secarse se endurece y queda gris, luego
se lava y lo gris se transforma en negro. Ellas pintan con palillos o varillas que les
permiten realizar líneas finas y precisas. Luego bordan sobre el dibujo (Figuras 4, 5,
6, 7).
²
“Hacer kené es un arte femenino. Las mujeres Shipibo-Konibo son las maestras diseñadoras que adornan
los objetos de su alrededor” (Belaunde, 2009, p. 89).
³
Luisa Elvira Belaunde observa la herramienta social que tiene el arte Shipibo en sus comunidades y
fuera de ellas, enfatizando el rol de la mujer Shipibo en la actualidad, siendo productoras artesanales
de textiles y cerámicas. Afirma que el diseño Shipibo: “Se destaca por ser particularmente vistoso y por
haber sido diversificado y fuertemente incorporado en la producción de artesanías para el mercado
turístico amazónico. Confiere a las mujeres un apreciable margen de independencia económica sobre
sus maridos” (Belaunde, 2012, p. 145).
⁴
El antropólogo Gerardo Reichel-Dolmatoff a partir de su relación con la comunidad Kogi en Colombia,
dice: “Lo que en realidad encontré entre los Kogi no fue un corpus disecado de datos que podían formar
un escrito, sino el conocimiento coherente de una realidad profundamente relevante para mi propia
cultura tradicional” (Reichel-Dolmatoff, 1985).
70.
Figura 4.
Silvia sacando barro
(mano) para pintar.
Figura 5.
Barro (mano), varillas, y
tela teñida en caoba.
71.
Figura 6.
Pintando con barro
(mano) en tela teñida en
caoba.
Figura 7.
Lavado del barro (mano)
para revelar el color
negro.
72.
La primera vez que escuché el término kené, que en lengua Shipibo significa diseño,
fue a través del nombre de una planta llamada kenewaste, la planta de los diseños.
Kenebo, palabra plural que significa diseños. Estos diseños se basan en patrones
geométricos, los cuales se materializan en sus bordados, tejidos, cerámicas, canoas,
casas, en la piel del rostro y cuerpo. Son utilizados para sus objetos y ceremonias
(Figura 8).
Figura 8.
Diseño
(kené)
en
casa. San Francisco de
Yarinacocha.
Silvia me transmitió el diseño a partir de la rigurosidad de la retícula, dibujando
una cuadrícula casi invisible realizada con aguja sobre tela, previamente teñida con
corteza de caoba. Desde ahí se pinta el marco protector del diseño ilimitado.
El patrón nace desde el centro, se pliega y despliega en los cuatro sentidos. El encuadre
bordado o pintado contiene cada forma, demostrando que el diseño podría seguir
más allá de la tela. El marco pone el límite y es lo primero que se borda (Figura 9).
Figura 9.
Marco protector del
diseño (kené). Bordado
de Nora Ramos Huayta
73.
Aprendí a bordar y diseñar a partir de diseños antiguos. Estos kenebos son traspasados
de generación en generación, están tan incorporados que muchas Shipibas no
necesitan calcarlos o mirarlos de otra referencia. Son parte de ellas, conviven con
ellos.
El primer diseño que mi maestra me enseñó fue Ronin Kené, diseño de la anaconda
(Figura 10):
“(…) tan importante como los diseños hechos a mano y visibles sobre los cuerpos
y los objetos, son los diseños que sólo se ven en visiones logradas gracias a la
ingestión ritualizada de plantas con poder llamadas rao. Los diseños hechos
sobre un soporte material, ponen de manifiesto los diseños inmateriales vistos
en las visiones que provienen de las plantas y tienen grandes poderes curativos.”
(Belaunde, 2009:89).
Figura 10.
Diseño de la Anaconda
(Ronin Kené). Bordado
de Ida Ramos Huayta.
Silvia inició en mí la relación con kene waste, la planta de los diseños, también
conocida como Piri Piri. No sólo transmitiéndome un arte material, sino también un
arte inmaterial que se refleja en el mundo de los sueños.
Para la cultura Shipiba, la espiritualidad y el conocimiento están fuertemente
vinculados en la conexión con las plantas. Ellas son sus maestras. A las niñas desde
pequeñas les echan gotitas de kene waste en sus ojos. Se utiliza el jugo del tubérculo
de la planta, el cual se raya con la lengua de un pescado llamado Paiche, en Shipibo
Wame. El ardor profundo en los ojos es el primer paso, luego el mundo del diseño
comienza de a poco a revelarse desde el inconsciente, en mi propio imaginario, en
mi percepción.
74.
El proceso creativo se revela a partir de las experiencias
que van marcando etapas de conocimiento, viajes
profundos al interior. (Figura 11, 12)
Figura 11.
Planta Piri Piri
Figura 12.
Bordado
Pilar Godoy Cortez
75.
Sui Pino - Plantas Rao - Ritual - Proceso Creativo
Sui pino en Shipibo significa dulce colibrí, el colibrí es un animal maestro, de amor y
dulzura. Un gran maestro vegetalista en la comunidad de San Francisco de Yarinacocha
es Roger López, Sui pino su nombre Shipibo. Posee el conocimiento de su pueblo y
de una tradición chamánica de generaciones, la cual utiliza sanando a las personas a
través de la alquimia de las plantas y de las ceremonias con ayahuasca.
Él pudo ver en mí lo que necesitaba y bendijo mi aprendizaje para ser transmitido.
Me acerqué a él para seguir profundizando en el mundo de los diseños a través de
las plantas de conocimiento llamadas rao. Sin ninguna pregunta abrió y cerró en mí
procesos profundos, rediseñándome más allá de la técnica. Guió un viaje de tres
meses cronológicos, un tiempo sin tiempo para encontrar mi propia esencia, mi
inconsciente proyectado en imágenes.
Roger es hijo de Daniel López, quien escribió el libro Mundo Shipibo, Shipibo Jonibaon
axé. En sus escritos, Daniel se refiere: “el chamán afirma que todo mundo visible,
está cubierto por motivos invisibles. […] Para dominar esta disciplina, es necesario
prepararse espiritualmente […] cuyo resultado final es el aumento de su imaginación,
para crear los diseños, que le transmiten los espíritus madres de las plantas” (López,
2016, p. 152).
La Cultura Shipiba apareció y comenzó a cubrirme a partir de sus diseños e imágenes.
Las imágenes son cuadros lúcidos de mis sueños y visiones, los cuales se quedan
grabados en la retina. Vienen desde mí como extractos de películas, las primeras
veces pesadillas cotidianas, luego regalos del inconsciente, cada vez con mayor
nitidez y claros mensajes (Figuras 13, 14).
Comencé a dibujar, a rellenar croqueras como una manera de retener una vivencia
cada vez más profunda, grabar audios e imágenes, continué bordando. Me fui
dejando abrazar por las plantas, por un conocimiento amplio, sumergido bajo mi piel.
Un aprendizaje que abarca todas las esferas, porque la cultura que está conectada
íntimamente con la naturaleza, adopta conductas que lo vinculan con su entorno.
Las artes son expresiones materiales de la espiritualidad de los habitantes de estas
comunidades, quienes no disgregan sus acciones vitales con su parte expresiva, ni
separan la sanación con el rito, ni el rito como parte de sus actividades cotidianas
(Figuras 15, 16).
76.
Figura 13.
Dibujo
Pilar Godoy Cortez
Figura 14.
Collage
Pilar Godoy Cortez
77.
Figura 15.
Diseño
Pilar Godoy Cortez
Figura 16.
Diseño y bordado
Pilar Godoy Cortez
78.
El textil acoge memorias, es parte integral de la cultura, nos abriga y contiene. Tiene
la capacidad de mostrar historias, símbolos de relatos que nos describen como
sociedad. El textil me trae al presente, es mi vestimenta de ritual y mi uniforme de
trabajo (Figura 17)
Figura 17.
Trajes
ceremoniales.
Maestra y maestro
vegetalista
El bordado Shipibo tiene un canto llamado Ícaro, el cual invoca a partir de sus sonidos
el lenguaje de las plantas. La danza representa el movimiento de ellas y la artesanía su
figuración. Todos son el llamado espiritual para abrir procesos interiores de búsqueda
y sanación. Las artes están completamente integradas, son parte fundamental de la
representación de su cultura. Son los habitáculos de sus espíritus (Figura 18).
79.
Figura 18.
Danza típica Shipiba
Hay diseño en todo, cada persona posee su propio diseño. Sólo hay que experimentar
el estado de ver. Los Shipibos entran a otro mundo a partir de una tradición que
vincula el conocimiento de diversas plantas para obtener un aprendizaje. Entre más
años, esfuerzos y constancias la o el maestro vegetalista va adquiriendo la sabiduría,
para ser revelada y transmitida.
¿De qué manera mi proceso creativo se hace parte de mi sociedad? ¿Somos parte de
un mismo origen que nos muestra una identidad en común?
Las culturas indígenas son parte de nuestra herencia cultural. El término mapuche
Tain Mapun: nuestra querida tierra, da referencia al espacio que habita la persona,
compuesto por elementos materiales e inmateriales de conocimiento.
Yo pertenezco, somos parte de un espacio.
Estoy terminando este escrito en un proceso lleno de emociones, comenzando una
luna menguante que muestra en mí sombras e inseguridades que me llenan de
cuestionamientos, sintiendo un camino que me sigue abriendo aprendizajes como
mujer, artista, amiga y colega. Sin embargo, cuando llega a mí la luz y la claridad,
siento una enorme dicha de continuar desarrollando mi búsqueda, de recibir regalos
que van más allá de un reconocimiento, sino de signos que permiten fluir en el
encuentro con los antepasados para resignificarlos y traerlos a mi presente.
Doy fe al vínculo y a las relaciones que se van entretejiendo en el camino. Valoro la
simplicidad que me permite ver más allá de la razón. Admiro el conocimiento que me
hace cuestionar y adquirir un foco. Siento lo intangible como una profunda fuerza
que guía por dónde ir.
80.
Agradezco por encontrar una cultura generosa, viva y
cambiante que me enseña y me permite enseñar.
Quisiera que el arte indígena latinoamericano fuese un
referente para mantener las conexiones interculturales.
Deseo que cada vez seamos más conscientes de dónde
venimos y hacia dónde vamos, sintiendo necesario
transmitir sobre las culturas que nos anteceden y aún
siguen existiendo.
Ellas son la fuente de nuestro conocimiento ancestral,
ellas son nuestros referentes del imaginario. Ellas son
las que transmitieron la información, de ellas somos y
de ellas venimos (Figura 19).
Figura 19.
Ida
Ramos
Huayta,
maestra vegetalista y
bordadora.
81.
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Nacional de Cultura.
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Jawekibo Ini Yoia Sika. Cuentos pintados del Perú. Relatos amazónicos. Lima:
Comité de Damas del Congreso de la República.
82.
Desarrollo de un Jardín
Botánico de Plantas Tintóreas
en Castilla, España
Elena Goded R.¹
Miguel Cerezales R.²
Resumen
Palabras Clave:
La ponencia presenta la creación de un jardín botánico
asociado a una firma de productos textiles hechos
a mano. El objeto de este jardín botánico es difundir
el uso tintóreo de las plantas, pretendiendo con ello
despertar el interés por la botánica a través de un
uso concreto como es el de la tintorería. Se plantea el
esquema seguido para el desarrollo de este proyecto,
enumerando las distintas fases, desde la idea inicial a la
ejecución y difusión del trabajo realizado. Presentando
además las especies tintóreas cultivadas, así como
el desarrollo futuro. Se expone detalladamente la
motivación que ha llevado a su realización.
•
•
•
•
¹
Bióloga, Doctora en Educación,
[email protected]
Directora
de
²
Estudiante de Ingeniería Técnica Superior de Montes, Universidad
Politécnica de Madrid.
[email protected]
Jardín Botánico
Plantas Tintóreas
Color
Tintes Naturales
Ábbatte.
83.
Abstract
Key Words:
The paper presents the creation of a botanical garden
that is associated with a hand-made textiles firm. The
aim of this botanical garden is to promote the dyeing
use of plants, hoping also to arouse the interest in
botany through one of its particular uses—that of
dyeing. The paper/conference presents the outline of
the plan followed for the development of this project,
enumerating the different phases, from the initial idea
to its implementation as well as the dissemination
of the work carried out. The paper/conference also
illustrates the specific dye plant species that have been
harvested and discusses future developments. The
motivation behind the botanical garden is explained in
detail.
•
•
•
•
Botanical Garden
Dye Plants
Colour
Natural Dyes
Figura 1.
Vista panorámica Jardín
Botánico
Asociado a una firma de productos textiles se ha
creado un jardín botánico monotemático en el que se
presentan especies utilizadas tradicionalmente para la
obtención de tintes naturales.
Ábbatte es un proyecto textil que se está llevando
a cabo en Segovia (Castilla, España), desarrollando
dos líneas de actuación; una de producción de piezas
textiles hechas a mano y otra cultural-docente. En esta
84.
segunda faceta se imparten cursos, conferencias y seminarios relacionados con el
textil, el color, la historia del traje, la estética… Un aspecto importante dentro del
bloque cultural ha sido la creación del jardín botánico en el que solo están presentes
especies que tiñen, por pertenecer, de algún modo, al mundo textil.
El objeto de este jardín botánico es difundir el uso tintóreo de las plantas, que no
es muy conocido. A través de la difusión de este aprovechamiento tradicional de
las plantas se pretende despertar el interés por la botánica y la tinción con tintes
naturales. La divulgación de este aspecto etnobotánico ayuda a preservar valores
culturales intangibles.
Entre las funciones principales de un jardín botánico se encuentran: la conservación
de especies, la divulgación de la botánica, banco de semillas... A nosotros nos ha
parecido de especial importancia la función divulgadora de la botánica que se
encuadra en la aspecto cultural-docente de Ábbatte. El acercarse a la botánica a
través de los usos de las plantas creemos que facilita el aprendizaje de una materia
que puede resultar árida desde un enfoque tradicional.
Se han desarrollado en muchos lugares del mundo jardines botánicos centrados
en un aspecto concreto de las plantas. Estos jardines botánicos monotemáticos se
pueden clasificar por el tipo de especies (de cactus, orquídeas, coníferas, palmeras...)
o por sus usos (medicinales, aromáticas, condimentarias, tintóreas, ornamentales,
perfumeras...).
A continuación, pasamos a presentar las características donde se encuentra nuestro
jardín de plantas tintóreas. El terreno en el que se encuentra situado está en el
término municipal de Collado Hermoso, en la falda norte de la sierra de Guadarrama
(Sistema Central), Castilla y León. La zona concreta donde está enclavado se llama
Mata del Fraile, a una altitud de 1.300 m.
Según la clasificación de Rivas Martínez, se encuentra dentro de lo que se define
como un clima supramediterráneo seco. Con una precipitación media anual de 464
mm, y un intervalo de sequía de cuatro meses, entre junio y octubre. Las variaciones
térmicas son muy pronunciadas, con inviernos con grandes heladas y veranos muy
calurosos.
En la roca madre encontramos gneises metamórficos y metaareniscas de las que
resulta un suelo silíceo de pH ácido y franco arenosos.
Para el desarrollo de este proyecto se han llevado a cabo distintas fases de trabajo.
En primer lugar, se realizó una labor de documentación de las especies tintóreas que
se podían adaptar a las condiciones climatológicas y edafológicas del emplazamiento
en que se iban a cultivar. Para ello se consultó una amplia bibliografía de tratados
etnobotánicos generales y concretos de la zona. Otra fuente de información
85.
importante fue el trabajo de campo, a través de
conversaciones con personas mayores que viven en la
zona, quienes todavía conservaban o bien el recuerdo
o bien seguían utilizando plantas para teñir. Además de
información relativa a tradiciones asociadas al folclore
y leyendas locales, nos proporcionaron ejemplares
y semillas de estas especies locales, que rara vez se
pueden conseguir a través de viveros.
La ayuda del etnobotánico y tintorero Michel García
fue fundamental tanto en el reconocimiento de flora
silvestre tintórea de la zona como de sus lecciones
sobre tintorería natural impartidas en el propio lugar
de nuestro jardín botánico.
La siguiente fase fue el diseño general del jardín, tanto
distribución de parterres donde se iban a ubicar plantas
herbáceas y arbustivas como los recorridos donde
se localizarían las plantas leñosas de gran tamaño.
A continuación, se realizó el levantamiento de los
elementos constructivos necesarios.
Así mismo, se diseñó el cartel tipo con la información
que presentaría para cada especie. En cada uno aparece
la siguiente información: el nombre común, el nombre
botánico, familia botánica a la que pertenece, partes
de la planta de las que se obtiene el tinte y los colores
obtenidos (Figura 2).
Figura 2.
Cartel informativo
86.
A continuación, comenzó la búsqueda y obtención
de semillas y ejemplares. Las principales líneas de
abastecimiento fueron: El Centro Nacional de Recursos
Genéticos Forestales El Serranillo, B & T World Seeds
(Francia), Ejidillo Viveros Integrales (Segovia) y otros
viveros.
También se contó con la colaboración de los botánicos
del jardín etnobotánico del Monasterio del Paular, que
forma parte del Centro de Investigación del Parque
Nacional de Guadarrama. Se han centrado en los usos
aromáticos y medicinales de las plantas, y por tanto
nos ofrecieron los ejemplares de plantas tintóreas que
habían conseguido.
Una colaboración incipiente es la que se ha generado a
partir de la visita de miembros del patronato del jardín
botánico de Berkeley en mayo de 2016, que aportaron
ideas, consejos y recomendaciones que han sido muy
valiosas.
Actualmente nos encontramos en el proceso de
adaptación de los ejemplares introducidos; la mayoría
se encuentran correctamente sentados después de
haber sobrevivido dos inviernos. Algunos ejemplares
poco significativos han tenido que ser reemplazados y
otros relocalizados (Figura 3).
Figura 3.
Planta tintórea
87.
Otra línea de actuación que se está llevando a cabo es
la obtención de planta a partir de la germinación de
nuestro banco de semillas. Para ello se está edificando
un pequeño invernadero donde la germinación
comience unos meses antes de las fechas en que
germinaría en el exterior (Figura 4).
Figura 4.
Planta germinada
En este momento contamos con un pequeño fondo de
semillas de unas 68 especies diferentes. En el jardín se
encuentran plantadas, en época estival, 89 especies,
entre herbáceas, arbustivas y arbóreas.
Se plantea en futuras fases desarrollar las siguientes
propuestas. En primer lugar, elaborar unas guías de
los posibles recorridos a realizar dentro del recinto.
Un recorrido centrado en los parterres con plantas
herbáceas y arbustivas y otro recorrido más largo
alrededor de las edificaciones en las que se encuentran
la mayoría de las especies arbóreas. La información
que acompañará cada recorrido contiene datos
etnobotánicos de interés de cada especie que se va
observando. Datos históricos, culturales, folclóricos...
En segundo lugar, se está proyectando la inclusión de
la información del jardín botánico en la página web de
Ábbatte.
88.
Creemos que este proyecto ayuda a conocer y por tanto
valorar la enorme relación y dependencia que tenemos
los hombres con los vegetales, contribuyendo a evitar
la pérdida de dicho conocimiento (Figura 5).
Figura 5.
Lanas teñidas con tintes
naturales
Una importancia que todavía no hemos presentado
es la contribución al desarrollo local que un proyecto
de estas características genera en un área rural
como es en la que nos encontramos, en la que, hasta
ahora, el turismo se basaba fundamentalmente en
la gastronomía, ampliando el espectro del posible
visitante.
No podríamos definir de mejor manera el porqué de
todo el esfuerzo volcado en este proyecto que con las
palabras del etnobotánico Emilio Blanco Castro:
La planta cobra sentido para el hombre
cuando este se fija en ella, la nombra y le
busca utilidades distintas a las que se juega en
el ecosistema. Entonces, la planta se convierte
en cultura. Esta cultura puede referirse al
pasado, ser vigente en el presente o servir para
el futuro. Cualquier hierba, por insignificante
que sea, puede en un momento dado ser la
base de un nuevo capítulo para la Humanidad.
89.
Referencias
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Segovia, Junta de Castilla y León.
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Segovia, Junta de Castilla y León.
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•
Velasco Santos, J. M. (2009). Guía de plantas útiles y perjudiciales en Castilla
y León. España: Témpora.
90.
Alejandro Stuven:
Rescate de su Obra y Trayectoria
Esperanza Rodríguez M.¹
Resumen
Palabras Clave:
Durante los años sesenta y setenta se vivió en Chile el
auge de la tendencia de la “moda autóctona”. Dentro
de las propuestas de dicha tendencia, destaca la
obra del diseñador de estampados Alejandro Stuven,
quien vivió el auge del mercado textil chileno y logró
el reconocimiento nacional e internacional en su
medio como pocas veces se ha visto en Chile, siendo
un referente fundamental para el diseño nacional. El
presente trabajo relata el rescate y el estudio de la obra
y trayectoria de Stuven analizando su riqueza creativa,
sus momentos de éxito nacional e internacional y sus
años más difíciles en los cuales lucha por mantenerse
en el mercado textil chileno.
•
•
•
•
Abstract
Key Words:
During the 60’s and 70’s Chile lived the boom of “moda
autóctona” trend. One of the highlights of this trend
is the work of Alejandro Stuven, who was part of the
golden years of the Chilean textile industry and who
achieved national and international recognition in his
expertise, the latter is something seldomly seen in
Chile during those years. This work is about the rescue
and the study of Alejandro Stuven’s work and career,
it analyses his creative work, his moments of success
in Chile and outside the country and his most difficult
years.
•
•
•
¹
Patrimonio Textil
Rescate
Diseño Textil
Estampados
Textiles
Textile Heritage
Textile Design
Textile Prints
[email protected]
91.
La Industria Textil en Chile
Nacimiento y crecimiento: 50’s-60’s
A raíz de la Gran Depresión, Chile empezó a implementar nuevas políticas económicas.
Vale decir, la sustitución de importaciones para impulsar la industrialización nacional.
De hecho, el gobierno de Arturo Alessandri Palma dictó leyes y tomó medidas
para facilitar a los empresarios la creación de industrias modernas que ayudaran a
disminuir la cesantía y la dependencia nacional del mercado internacional.
Por ejemplo, en Yarur (2008), se lee: “Facilitando los esfuerzos de algunos
empresarios, como Juan Yarur Lolas, para establecerse en el país y permitiendo así
sustituir las importaciones extranjeras por manufacturas nacionales. Se les otorgó
una liberalización en materias arancelarias para la importación de maquinaria y
aranceles bajos en los insumos importados”. Como resultado, Yarur Manufacturas
Chilenas de Algodón. Asimismo, surgieron otras fábricas textiles, la mayoría creadas
por inmigrantes extranjeros, especialmente de origen árabe e italiano como, por
ejemplo, Manufacturas Sumar, Caffarena y Moletto hermanos, entre otras.
En 1954, la industria chilena había logrado no solo surgir exitosamente, sino que
había dado comienzo a un proceso de reorganización administrativa y productiva;
especialmente a través de la renovación de la maquinaria. Transformándose así en
uno de los pilares de la economía nacional y dando trabajo a parte importante de los
chilenos.
El auge de la industria textil: 1960-1973
En la primera mitad de la década de los sesenta, el grupo Yarur revoluciona la oferta
local de textiles mediante la importación de máquinas capaces de mezclar fibras
naturales con sintéticas. Asociado con diseñadores y confeccionistas nacionales,
logra una gran sofisticación de diseño.
Fibras sintéticas como el polycron favorecieron los procesos de lavados de las prendas
y su durabilidad, revolucionando el mercado local. Además, a través de campañas
publicitarias se logró una exitosa introducción de las nuevas telas tanto en el uso de
la confección de indumentaria como la de ornato y decoración.
En los años setenta, la oferta textil chilena empieza a ampliarse a través del desarrollo
de un nuevo concepto sobre la producción y comercialización de vestuario en Chile:
las boutiques. Mayoritamente situadas en Providencia, las pequeñas tiendas de
vestuario permitían estar conectados con la moda europea a través de limitadas
y exclusivas colecciones, renovando continuamente la oferta. Las boutiques más
conocidas que proponían un prêt á porter chileno fueron Laura Rivas, Flora Rocca,
Pelusas, Shock, Tai y Vog entre otras. La mayoría de ellas, a diferencia de la boutique
92.
Vog y Tai, destinaba su colección a una mujer adulta que buscaba seguir fielmente las
modas europeas y diferenciarse de la moda de la alta costura de la década anterior.
Diferenciándose de las otras boutiques, Vog proponía colecciones para un público
joven que gustaba de la moda hippie. Sin embargo, es la boutique Tai la que va a
revolucionar la oferta local a través de las propuestas de Marco Correa, quien dio
inicio a la moda autóctona a través de las primeras propuestas en la boutique, “Una
moda propia de nuestro continente” declara el propulsor de la tendencia a la revista
Paula en 1969. Asimismo, Montalva (2015) en su libro Morir un poco, describe cómo
la instalación de las boutiques en Chile cambia no solamente la comercialización de
la moda en Chile, sino que deriva antiguos patrones gracias a una nueva generación
que busca innovar. “El prêt á porter chileno es transgresor porque ayuda a derribar en
Chile ciertos patrones elitarios que ya están en crisis, al considerar en la fabricación
de prendas a un sujeto corporalmente tipificado. Sin embargo, se mantiene (…) los
gustos europeos. La moda autóctona en cambio, constituye una vuelta a la tradición”.
El éxito de las boutiques como el de la moda autóctona se vio acompañada y ayudada
por un par de medios de comunicación femeninos, como Paula y Eva, que publicaban
y promocionaban sus propuestas, lo que también ayudó a crear este nuevo sistema
de moda en Chile.
Moda autóctona
Definición y objetivos
El término “moda autóctona” aparece en 1968, tras la propuesta del diseñador
chileno Marco Correa, quien buscando diferenciarse de la moda europea y el peso de
alta costura trata de rescatar una identidad estética chilena. La propuesta de Correa
busca reinterpretar conceptos representativos de la sociedad chilena, tales como la
hibridez y el mestizaje para llegar a una moda que represente a Chile. Debido a la
ideología política y cultural de los gobiernos de la época, la moda autóctona recibe un
fuerte apoyo del gobierno, sobre todo entre 1968 y 1973, ya que los planteamientos
y los objetivos de la propuesta coinciden en rescatar una cultural popular, al igual que
los planteamientos de corte latinoamericanista del gobierno de Salvador Allende.
La propuesta de Correa fue cuidadosamente planteada por el diseñador, pues su
intención era alejarse de las tendencias europeas e inspirarse en la riqueza cultural
local. En primer lugar, se propuso trabajar desde la abstracción y no derechamente
copiar o imitar indumentarias tradicionales de los pueblos originarios.
Asimismo, otros diseñadores basados en la moda autóctona han buscado inspiraciones
locales, pero agregando sellos personales y contemporáneos a sus creaciones. Del
mismo modo, la tarea de los diseñadores de la moda autóctona es tratar de cambiar
los paradigmas sociales las élites chilenas al país en su totalidad. Otro de los objetivos
93.
de la corriente es crear un espacio nuevo y propio dentro del mercado nacional.
Un espacio en el cual los procesos de producción sean artesanales pero creativos,
diferenciándose de la artesanía tradicional o indígena y rechazando la producción
en masa, es decir, una artesanía urbana. En consecuencia, sus producciones eran
limitadas debido a que las técnicas artesanales no permiten una gran producción,
lo que también aportó a las creaciones un carácter exclusivo dentro del mercado
(Figuras 1, 2).
Figuras 1 y 2.
Fotografías de Horacio
Walker, rescatadas de la
Revista Paula 1972.
94.
Contexto político y cultural
Durante el gobierno de Salvador Allende Gossens (1970-1973) se implementaron
iniciativas de difusión de la artesanía tradicional a través del Plan Nacional de Artesanía
Típica Chilena. El programa tuvo como objetivo fomentar y crear un espacio en el
mercado para la producción de artesanía local a través de centros de producción en
diferentes regiones del país. De esta manera, el gobierno buscaba crear conciencia
sobre la necesidad de defender esta expresión popular y sus valores, potenciándola
como una fuente de recurso económico del país. Asimismo, el contexto político del
país fomentaba una valorización de la estética local y sus referentes; uno de los
ejemplos fue el edificio construido especialmente para la Tercera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en 1972. También llamado UNCTAD
y futura Casa de la Cultura del Pueblo, hoy en día conocido como el GAM, fue
construido a partir de una integración artístico- constructiva, donde cada elemento
del edificio fue elaborado artesanalmente por pintores, escultores, grabadores y
ceramistas chilenos.
En el ámbito de la moda, también hubo repercusiones del contexto cultural
y político del país, lo que se tradujo en el movimiento de la moda autóctona en
Chile. El gobierno de Allende cumplió un rol fundamental en el desarrollo y fomento
de la moda autóctona, ya que buscaba un de intercambio con el exterior, una
proyección nacional a través de la originalidad de los productos y el deseo de unidad
latinoamericana.
Campaña “Chile Autóctono”
En 1972, se presenta en el Museo de Bellas Artes la muestra “Un Chile oculto”,
organizada por la Dirección Nacional de Turismo y la comisión femenina de la Tercera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo. La muestra
se presentaba dentro de la “Campaña de la moda y vestuario autóctono chileno”
auspiciada por el Consejo Ejecutivo de Manufacturera de Algodones Ex Yarur, una
de las 92 industrias textiles intervenidas por el gobierno de la Unidad Popular e
incorporadas al Área de Propiedad Social. El objetivo del gobierno era mostrar a los
extranjeros que participaban de la Conferencia de las Naciones Unidas en Santiago
cómo los artistas locales revalorizaban la cultura y estética local precolombina. La
iniciativa del gobierno para este tipo de actividades se explica dentro de las políticas
culturales que buscaban rescatar la identidad y expresión popular y de esta manera
acercarse al pueblo.
Dentro de las propuestas, se exhibieron creaciones de vestuario y orfebrería
inspiradas en las culturas aimara, diaguita, mapuche y hasta pascuense, siendo las
más representativas y apoyadas por el gobierno la propuesta de vestidos chilotes
de la tejedora Nelly Alarcón y las telas estampadas inspiradas en la cultura diaguita
del arquitecto Enrique Concha. Si bien cada una buscaba resaltar lo chileno a
95.
través de diseños contemporáneos, se diferenciaban
profundamente a nivel de expresión, producción y
mensaje (Figuras 3, 4).
Figuras 3 y 4.
Fotografía tomada por
Horacio Walker de la
tejedora Nelly Alarcón
en Europa en octubre de
1972. Imagen rescatada
del proyecto de título
“Diseño de vestuario
autóctono en Chile”
(Cerda, 2011).
96.
Diseños y colores de Alejandro Stuven
El desarrollo de un sello único: formación en el extranjero
Alejandro Stuven nace en Santiago de Chile el 25 febrero de 1931. Realiza sus
estudios primarios y secundarios en el Liceo Alemán de Santiago. El 14 de enero
de 1948, cursando el sexto año de Humanidades, ingresa a la Sociedad Nacional de
Paños de Tomé con el objetivo de seguir la carrera de técnico textil. Dentro de la
institución, Stuven trabajó como ayudante del Director Técnico y, durante sus últimos
años, como diseñador. También conocida como Fábrica Textil Bellavista Oveja Tomé,
hoy en día es patrimonio nacional del país, debido al gran legado textil y social que
creó la planta procesadora de lanas desde los años 1865 hasta el año 2008.
La formación de Alejandro Stuven se caracteriza por su preocupación de recibir una
educación especializada y de calidad, lo que lo lleva a estudiar en varias partes del
mundo. En 1949 recibe una beca para realizar estudios de Tintorería y Química Textil
en Brasil en el Instituto Tecnológico de Río de Janeiro. En septiembre del mismo
año, vuelve a Tomé para partir el 2 de diciembre a Francia, donde ingresa a L’École
Téchnique Textile de Tourcoing y de Roubaix, gracias a una beca auspiciada por el
gobierno francés.
En Francia permanece dos años haciendo cursos en la especialidad de tejeduría
e hilandería para toda clase de artículos textiles, tanto para caballeros como para
señoras, incluyendo tejidos para tapicerías concernientes a la decoración de interiores
técnica de Jacquard, adquiriendo el título de diseñador “chef de fabrication”. Sus
años en Europa le permiten empaparse en todas esas culturas y conocer el mercado
europeo a través de las experiencias vividas en distintas industrias textiles en España
y Suiza, además de recibir una formación de gran calidad con la que se va a distinguir
entre los otros referentes nacionales e internacionales.
El desarrollo de un sello único: inspiraciones locales
En 1954, Alejandro Stuven vuelve a Chile a buscar trabajo y se da cuenta que la
industria textil chilena está en manos de un grupo limitado de personas que no está
dispuesto a innovar. Para Stuven, la opción de convertirse en un empleado más era
imposible, lo que lo convence a crear su propia empresa y estampería. Con la ayuda
de José Schirado, quien tenía una estampería en Quinta Normal, forma un taller
con varios diseñadores. Al poco tiempo, abre su primera tienda, llamada “Llanca,
creaciones textiles exclusivos”, ubicada en la calle Mac Iver 363.
Dentro de la información recolectada correspondiente a la época de la tienda Llanca,
destaca la Figura 4, en la que se evidencia la temprana influencia de las culturas
originarias latinoamericanas en la obra de Stuven; en este caso, la inspiración de
figuras antropomorfas provenientes de la cultura Nazca. El relato de Yarur (2008)
97.
de la entrevista realizada a Stuven un año antes de su muerte confirma la inquietud
del diseñador de desarrollar un sello local y las culturas precolombinas peruanas
como fuente de inspiración: “Él recuerda que aquella época viajaba mucho a Perú ya
que tenía una asociación con un checoslovaco que tenía una estampería en Lima. En
aquellos tiempos, él tenía la idea de desarrollar un diseño latinoamericano. Fue ahí
cuando el ministro de economía del Perú le abrió el museo antropológico de Lima
para que desarrollara sus diseños” (Figura 5).
Figura 5.
Fotografía publicitaria de la tienda Llanca de Stuven,
en la cual se observa la influencia Nazca en el diseño.
En 1963, Alejandro Stuven abre la tienda “A Stuven” situada en la calle Bustamante
50, siendo la más importante y antigua del diseñador. Además, constaba de
un departamento específico de diseño donde trabajaban con él nueve artistas,
transformándose en la única empresa textil que tenía un área de diseño de
estampados.
Durante este periodo, Stuven desarrolla un sello personal que le va a permitir
destacarse de la oferta textil de la época nacional e internacionalmente. Esta línea
gráfica fue fuertemente influenciada por la iconografía precolombina andina, de
la cual abstrae formas y composiciones creando diseños únicos y excéntricos. Los
diversos productos textiles del diseñador se van a destacar por un uso único del
color, combinaciones excéntricas y vibrantes que al introducirlas con la iconografía
precolombina forman diseños pioneros en el mercado textil.
98.
Las culturas precolombinas de las cuales Alejandro
admira y abstrae sus dibujos son mayoritariamente
originarias de Perú. Dentro de sus obras y documentos,
se puede reconocer iconografía de la cultura Chancay,
Moche, Huari, Chimú y Nazca (Figuras 6, 7).
Figura 6.
Comparación de un
diseño de Stuven para
Guardmans
Textile
Corporation en 1969 con
un fragmento de túnica
tejida de la cultura Huari
o Moche de la costa del
norte de Perú. Imagen
izquierda rescatada de
la página del museo MET
de Estados Unidos.
Figura 7.
Comparación de un
dibujo de Stuven con un
fragmento de teijdo con
una figura con plumas
de la cultura Chimu
proveniente de Perú en
los siglos XII y XV.
99.
La Explosión del Color
Relación con Dupont
En 1967 en Estados Unidos, la fábrica pionera en la producción de telas sintéticas
mezcladas con fibras nobles elige a Alejandro Stuven como el representante de
Latinoamérica en el Comité Internacional del Color de Du Pont. Además, le piden
diseñar una colección de corte latinoamericano para presentarlo en unos de los
Show Avant Garde de la empresa, la cual se vendería en ambos países.
La operación significó una exportación de tejidos estampados sobre lino mezclado con
fibras sintéticas Dupont, en la cual también participó la Sociedad de Linos “La Unión”.
El contrato de A. Stuven con Dupont se tradujo en un contrato de dos millones de
dólares, siendo una gran novedad para el país, ya que fue la primera exportación en
el campo de la industria textil realizado con Estados Unidos. Asimismo, la operación
fue apoyada por la Corporación de Fomento de la Producción, dándole la importancia
al ingreso de nuevas divisas al país. El Mercurio (1967).
Colección para Penco Fabrics
A fines de 1968, Alejandro Stuven inicia negociaciones con la empresa Penco Fabrics
a través del Robert Sanders, el mismo gerente de marketing de Du Pont que reclutó
Stuven en 1963. La empresa Penco Fabrics buscaba lanzar una colección de telas
estampadas específicamente dedicada a las mujeres que cosen en sus hogares.
Pearlman, el director de Penco Fabrics, declara al diario Home Sewing en agosto de
1969 que quisieron desarrollar una nueva estrategia de marketing con los diseños de
A. Stuven. Después de un estudio de mercado, Guardsman Textile descubrió que las
sofisticadas costureras de casa necesitaban un lugar para comprar telas exclusivas,
de buena calidad a precios accesibles. Los resultados mostraron que las costureras
no solo ya no cosían por el alto precio de las telas, sino que también porque no
estaban satisfechas con la oferta actual del mercado debido a la falta de creatividad
y exclusividad de los diseños.
A. Stuven presentó 100 diseños de estampados, de los cuales seleccionaron 30,
cada uno con 4 combinaciones de colores, un total de 120 estampados. Las telas
se estamparon en Santiago en la estampería de Alejandro Stuven y se produjeron
solamente 13.700 m por combinación de color, asegurando la exclusividad al
consumidor. También se desarrollaron los “Stuven’s Collectible”, un paño estampado
que en su revés lleva dibujados moldes de vestidos. Vendidos a $8.95 por paquete,
se podían encontrar desde la talla 8 a la 14, prometiendo a las costureras de casa una
pieza de autor por un mínimo de precio.
100.
La colección se estrenó exitosamente en octubre de 1969 y fue distribuida en 500
tiendas de Estados Unidos a través de los distribuidores Sewing Associates. La
colección de A. Stuven solucionaba el problema de combinar distintos estampados
en un mismo ambiente, ya que cada diseño de cortinas, cubrecamas, cojines y
tapicería combinaba entre sí. Las tiendas que ofrecían las telas de Stuven exhibían
en sus entradas el conjunto de los diseños de la colección, destacando la versatilidad
de las telas y cómo cada diseño de la colección trabajaba en conjunto.
El éxito de la apertura de A. Stuven en el mercado norteamericano se debe, en
primer lugar, a la innovadora propuesta del diseñador, de la cual destacaba una
nueva concepción de las combinaciones de colores en el diseño de telas. A. Stuven
postula que el uso de colores no tiene que ser una tendencia estacional, sino que
se debe experimentar y jugar con las combinaciones para realmente disfrutar de la
moda. Asimismo, relata Lapé (1971) en la revista McCalls: “¿Por qué la primavera y el
verano deben ser automáticamente de tonos pasteles? Promovamos en su lugar los
colores profundos y vibrantes y mostremos el otoño y el invierno en colores menos
llamativos y apagados, en matices más suaves. No tengamos miedo de romper la
tradición, de experimentar”. No por nada la marca se titulaba “Diseños y colores de
Alejandro Stuven”.
En segundo lugar, la implementación de elaboradas estrategias de marketing para
cada colección del diseñador también cumplió un rol fundamental en el éxito en
el mercado norteamericano. Se destaca cada desarrollo de imagen de Stuven,
posicionándolo como un atractivo exótico en el mercado a través de sus diseños
étnicos y coloridos.
Por otro lado, la apertura de Stuven en el extranjero exigió numerosos viajes a
Estados Unidos, donde Du Pont dispuso de estamperías especialmente para él. El
diseñador mantuvo sus empresas en Chile, su tienda A. Stuven en Bustamante y
su estampería Textiles Alejandro Stuven Ltda. en Avenida Departamental 1338. Ello
significó años de doble trabajo y sacrificios familiares, pero también los mejores años
de gloria, éxito y reconocimiento (Figuras 8, 9).
101.
Figuras 8 y 9.
Fotografías de Horacio Walker para la revista Eva, julio de 1969.
Vestidos diseñados por la boutique Vog con telas de Stuven de
la colección para Guardsman Textile Corporation en 1969.
El Regreso y la Adaptación
al Mercado Textil Chileno
Caída económica de sus empresas
Dentro de los documentos recolectados, se encontraron dos informes de práctica
de alumnas de Diseño de la Universidad de Chile realizadas en las empresas de
Alejandro Stuven en 1974 y 1980. Los relatos de las jóvenes diseñadoras permitieron
comprender el declive de las ventas y la situación económica del diseñador durante
esos años.
En un transcurso de seis años, el declive económico de las empresas de Stuven es
grande. De partida, en 1975 la estampería Textiles Alejandro Stuven Ltda. y la tienda
A. Stuven cierran sus puertas debido a la quiebra económica de su dueño.
102.
Las causas de la quiebra fueron primero que nada el corte de las exportaciones de
telas de Stuven a Estados Unidos solicitados por la empresa Dupont. Luego, la delicada
situación económica, social y política que se vivía en Chile que afectó fuertemente la
industria textil chilena, lo que produjo el cierre de la mayoría de las fábricas textiles.
Asimismo, la apertura del mercado nacional a las importaciones textiles afectó
directamente la venta de los productos de Stuven. Por otro lado, el cambio estético
en la sociedad chilena tras el golpe militar limitó la oferta de Stuven, que se inspiraba
de sellos locales y recordaba la estética promocionada por el gobierno de Allende.
A pesar de la difícil situación que se vivía en el país, Stuven decide quedarse en
Chile frente la oferta de Dupont de traer a toda su familia y ofrecerle un puesto
permanente en Dupont. Asimismo, Stuven lucha contra crisis económica del país
y abre una nueva empresa llamada Alejandro Stuven Cía., ubicada en la calle Las
Urbinas 23 y una tienda en el Drugstore. Asimismo, a falta de poseer una estampería
para producir, Stuven reduce su producción y se concentra en el diseño de telas de
estar para niños y manda a estampar en una antigua estampería artesanal llamada
INDETEX, que se alejaba enormemente de la modernidad de su antigua estampería.
Nueva línea gráfica de Stuven
En 1985, Alejandro Stuven y Alfonso Cruz Fuenzalida compran la estampería Textiles
Alborada Ltda., ubicada en la comuna de Quinta Normal. El diseñador chileno realiza
el cargo de asesor técnico y creativo, aparte de ser copropietario de la estampería.
Entre los años 1985 y 2006, A. Stuven trata de adaptarse al mercado local a través de
nuevas propuestas. Los diseños de Stuven siguen siendo innovadores pero opuestos
a sus diseños pasados. De las nuevas propuestas, se puede observar la influencia de
la cultura india a través del uso de formas representativas de la última como flores
y de gotas llamadas paisley. El diseñador también experimentó la técnica india de
estampado artesanal llamada batik. De esta manera, se puede decir que Stuven se ve
obligado a cambiar su fuente de inspiración local por una más universal para poder
mantenerse en el mercado de diseño de telas.
En cuanto al uso del color, reduce la cantidad de colores en sus diseños. Dentro de
las telas pertenecientes a la época de la estampería Textiles Alborada, se observa un
máximo uso de tres colores frente una mayoría de un solo color. Este nuevo uso del
color es sin duda uno de los cambios más importante a resaltar. Se cree que, debido
a la difícil situación económica del diseñador y la fuerte competencia del mercado,
los nuevos diseños tienen una limitada combinación de colores para abaratar costos
y tiempos de producción.
Lamentablemente, en mayo del 2005 A. Stuven se ve obligado a abandonar su
estampería debido a que su socio lo estafa, perdiendo su fábrica. El fraude deja al
diseñador en una delicada situación económica, pero también en un delicado estado
103.
emocional. A pesar del segundo quiebre económico del
diseñador, este continuó luchando para mantenerse en
el mercado nacional a través de nuevas exploraciones
como el estampado en cuero y la realización de asesorías
a tiendas de diseñadores de vestuario chilenos (Figuras
10, 11).
Figuras 10 y 11.
Registro
personal
fotográfico de telas para
manteles
diseñadas
por Stuven en los años
ochenta. Telas propiedad
del patrimonio Stuven
Délano.
104.
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economía chilena. Santiago: Centro de Estudios del Desarrollo.
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Diseño inédita). Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile.
Agradecimientos
Agradezco a la familia Stuven Délano por su actitud siempre abierta a facilitar
documentación, recuerdos y relatos sobre Alejandro Stuven, y así haber hecho
posible esta investigación. Asimismo, agradezco el apoyo y cariño entregado por
Soledad Hoces de la Guardia, el cual ha sido fundamental durante este proceso de
titulación.
106.
Archivo Visual:
La Propuesta Textil de Enrique Concha
Moda Autóctona Chilena (1972)
Estefanía Guidotti C.¹
Resumen
Palabras Clave:
A principio de los años setenta en Chile, la escasa
propuesta creativa en la industria textil generó un
movimiento que respondía a esta problemática: la
moda autóctona. En 1972, Enrique Concha Gana generó
una propuesta visual orientada hacia los estampados
textiles. Este ejercicio estético se basaba en el rescate
de figuras arqueológicas de origen Diaguita y Rapa
Nui. Esta investigación reúne el material fotográfico y
textil existente, el que reconstruye y visualiza las piezas
estampadas de Enrique Concha.
•
•
•
•
Abstract
Key Words:
In the early 70’s in Chile is created a movement called
“moda auctóctona” that tried to solve the lack of
creative proposals in the chilean textile industry. In
1972 Enrique Concha created a collection of textile
prints, wich was based on the rescue of archaeological
figures from the Diaguita and Rapa Nui cultures.This
research allow us to visualize and understand Enrique’s
collection.
•
¹
•
•
•
•
•
Moda Autóctona
Enrique Concha
Textil Chileno
Estampados
Diaguitas
Estampados
Pascuenses
Autochthonous
Fashion
Enrique Concha
Chilean Textile
Diaguitas Prints
Pascua Prints
Diseñadora Gráfica de la Universidad de Chile. Diagonal Paraguay
24, dpto. 201, Santiago;
[email protected]
107.
Introducción
En Chile, las grandes industrias textiles del siglo XX fueron fundadas en las décadas
del treinta y el cuarenta, apoyadas por las políticas económicas que protegían el rubro
y promovían el desarrollo de la economía aminorando la dependencia de productos
importados (Álvarez, 2010), lo que significó una gran cantidad de empleos² y la
dotación a la población con textiles más baratos. Pero a largo plazo, los altos costos
de la materia prima importada, el control interno de precios y el pequeño tamaño
del mercado fueron haciendo, para fines de la década del sesenta, menos rentable
el rubro.
A los problemas de dotación de insumos se suma la escasa propuesta creativa
donde no se incorpora el grado suficiente de diseño original como para crear nichos
propios de mercado; en la mayoría de los casos, las empresas chilenas son imitadoras
de productos (Reinecke, 1997). Reforzando esta idea, Torres (1981) señala que la
industria chilena estaba atrasada cerca de veinte años en comparación con las
industrias internacionales, lo que provocaba que los productos creados en Chile
fueran escasos y poco diversos para el mercado.
En 1968, un grupo de alumnas de la Escuela de Artes Aplicadas, quienes desarrollaron
su práctica y memoria en la textilera de Alejandro Stuven³, fueron fehacientes en
afirmar que las industrias nacionales “no mantienen un equipo de diseñadores
debido a que su producción generalmente procede del mercado extranjero, para
lo cual emplean simplemente dibujantes no especializados. Esto se debe a que
traen material ya probado en el exterior para no correr riesgos de ninguna especie”
(Collados et al., 1969). Chile, siendo un país con una industria en desarrollo en el área
textil, no contaba ni con departamentos de diseño ni con diseñadores.
Moda Autóctona
Es aquí donde toma su lugar en la historia del diseño textil la moda autóctona, con
una propuesta que supone cambiará la estética nacional. Montalva (2004) explica que
nace como una iniciativa que quiere diferenciarse estéticamente de las colecciones
europeas. Se basa en conceptos, imágenes y técnicas rescatadas de la memoria
nacional y en los elementos visuales representativos del paisaje chileno.
El movimiento de moda autóctona fue desarrollado principalmente por cinco exponentes.
Cada uno plasmó en sus planteamientos diferentes visiones, propias de sus inspiraciones
frente al patrimonio visual, y utilizaron distintas técnicas de producción para articular
sus propuestas: Marco Correa, María Inés Solimano, Nelly Alarcón, Alejandro Stuven y
Enrique Concha son los exponentes más reconocidos de la moda autóctona.
²
³
A fines de los años sesenta, la industria textil empleaba a 60.000 personas.
La primera en Chile con contar con su propio equipo de diseñadores.
108.
Enrique Concha
Arquitecto viñamarino, decorador, pintor y orfebre, estudió arquitectura en la
Universidad Católica de Valparaíso y luego en la Universidad de Santiago. Terminados
sus estudios, se emplea como obrero de la construcción, para generar proyectos
aterrizadamente; obtiene una beca que le permite trabajar en el taller en Chicago de
Mies van der Rohe, con quien hace suya la idea “less is more”. Realizó el interiorismo
del Hotel Araucano en Concepción, en el que mezcló elementos de la modernidad con
estética mapuche⁴, y creó un taller multidisciplinario llamado Orongo. En los inicios
de su trabajo, visualizó la problemática de la carencia de una identidad nacional en la
mayoría de la industria textil de la época.
La propuesta textil y orfebre de Enrique sentaba sus bases en el rescate textual de
figuras indígenas de la cultura diaguita y pascuense.
En revista Paula N° 124 se señaló que: “Enrique Concha es un convencido de que en
Chile tenemos una mina de oro en todo lo que es autóctono que no hemos sabido
explotar como otros países. No debemos copiar, sino desarrollar la imaginación
retomando y recreando lo nuestro sin necesidad de seguir comprando lo que indican
los diseñadores europeos”.
Con un equipo de investigadores, realizadores y expertas en vestuario, trabajó
seleccionando, adaptando y diseñando las grecas diaguitas para convertirlas en
estampados textiles. Basándose mayoritariamente en el rescate de estas realizado
por el arqueólogo Francisco Cornely en 1962, y del Rongo Rongo Rapa Nui. Se acercó
a ex-textil Yarur⁵ con su propuesta de estampados, que vio luz gracias al auspicio
de esta. El interventor de Yarur S. A. era Vicente Poblete, quién se entusiasmó
rapidamente con la idea. Poblete comentó a Revista Paloma: “Hasta allí llegó Enrique
Concha, un arquitecto que tenía diseñado estos géneros y que deseaba ver si nos
interesaban. Nosotros se los recibimos, nos gustaron y los propusimos al Consejo de
Administración, que aprobó la idea de comprarlos”.
⁴
⁵
Desde inicios del siglo XX, la práctica de utilizar iconografía autóctona en ámbitos del arte y la arquitectura
comenzaba a ser usual. “Dibujos indígenas de Chile” de Abel Gutiérrez, el cual data de 1929, realizada
con la finalidad de poner a disposición una serie de símbolos para que docentes, artistas y arquitectos
hicieran libre uso de este material en sus obras.
Textil Yarur fue una de las grandes empresas dedicadas al rubro textil, creada en Santiago el año 1933.
A la fecha de la propuesta de Enrique Concha, se encontraba intervenida luego de la toma de sus
trabajadores el 25 de abril de 1972.
109.
Estampados Diaguitas
Los estampados fueron pintados a mano sobre tela, de los cuales doce fueron elegidos
por los 2.525 trabajadores de la textilera, bajo los criterios de su reproductibilidad
y posibilidades que les otorgaban las maquinarias de la época. La validación y
reconocimiento que Concha entregaba a quienes eran parte del desarrollo de los
textiles fue una constante en su trabajo. Una vez terminada la etapa productiva,
organiza un desfile de las prendas para los trabajadores de Yarur (Figura 1).
Figura 1.
Estampados Diaguitas.
Fuente: Revista Paula, N°
124, septiembre de 1972
La alfarería fue la máxima expresión del arte diaguita, llegó a una elevada expresión
artística en su cerámica, tal vez la más bella y refinada del Chile prehispánico,
cromáticamente decorada en blanco, rojo y negro (Cornejo & Pérez, 1977). Francisco
Cornely (1962) expone que la exactitud técnica del enorme caudal de variaciones
ornamentales es admirable y evoluciona en base a pocos elementos fundamentales
de carácter geométrico, los que producen combinaciones más complejas. El arte
diaguita está marcado por su carácter abstracto, la maestría en su ejecución y la
exploración de juegos ópticos, a través de complejas simetrías. Es un arte ordenado,
sobrio y sereno (González, 2013).
110.
Estampados Pascuenses
Los estampados de inspiración pascuense (Figura 2) se basaron en el Rongo Rongo,
una de las mayores expresiones singulares de la cultura Rapanui. Según la tradición
oral de los nativos, el primer colonizador, el legendario Hotu Matu’a que buscaba
una baya para su pueblo, trajo consigo 67 tablas reales, que corresponden a las
67 sabidurías maorí. El Rongo Rongo se conforma por 150 elementos básicos, los
cuales formaban alrededor de 1.500 a 2.000 composiciones diferentes, entre los
que se puede identificar hombres con posturas corporales provenientes de bailes o
pantomima, aves, hombres-pájaro, aves con dos cabezas, partes del cuerpo, animales
marinos, diferentes tipos de plantas, utensilios, canoas, soles, lunas y estrellas, y una
variedad de formas geométricas. Los signos y composiciones son ideogramas con
múltiples significados, solo comprensibles para los iniciados en el conocimiento de
las claves (Ramírez, 2002).
Figuras 2a y 2b.
Fotografías en Isla de
Pascua, por Horacio
Walker. Fuente: archivo
personal
de
María
Helena van Yurick.
111.
Difusión
Los estampados se fabricaron para la temporada primavera verano 1972-1973.
Apoyado por el gobierno de Allende, Concha expuso una muestra de vestuario en
el Museo de Bellas Artes, donde se presentaron 24 vestidos con formas de Chamal,
túnicas afirmadas con trarihue, minifaldas, blusas y pantalones estampados. Bajo
el nombre de “Un Chile oculto” (Figura 3), en esta instancia se institucionalizó el
concepto de moda autóctona. Se presenta esta propuesta de vestuario como
un ejercicio estético que permitió una proyección de lo nacional y una forma de
intercambio con el exterior, mostrando la cultura nacional y el rescate simbólico de
“lo latinoamericano”.
Figura 3.
Portada del Catálogo de
la Exposición “Un Chile
oculto”, mayo de 1971.
Fuente: Biblioteca MNBA
Los fundamentos de la campaña “Un Chile Oculto” son: incentivar la producción textil
del área social con motivos estampados autóctonos, pertenecientes a la decoración
de nuestra alfarería y tejidos indígenas precolombinos chilenos; reemplazar los
inmensos royalties que se pagaban por los estampados extranjeros, por un consumo
nacional que beneficie a los artistas especializados en diseño textil; producir un
renacimiento de los valores nacionales y llevarlos a la estampaduría de géneros del
máximo consumo popular.
112.
Sin embargo, los textiles no se comercializaron, ya que la situación política y
económica del país no era propicia. La propuesta era un ejercicio artístico que daba
cuenta de lo que podía hacer en términos creativos la industria textil nacional.
Las telas de Concha fueron difundidas en revistas femeninas locales. En primera
instancia, la Revista Paula N° 124 del 28 de septiembre de 1972 (Figura 4) presenta
el artículo “Estampados diaguitas, diseños precolombinos para la mujer de hoy”.
En el reportaje se visualizan fotografías en modelos con los vestidos realizados
con las telas diseñadas por Concha, en el Norte Chico, fotografiados por él y por
el fotógrafo polaco Bob Borowicz. La recién fundada editorial Quimantú lanza una
revista femenina con un enfoque social y comprometida con el proyecto político del
gobierno de Allende: la revista Paloma (Escobar & García-Huidobro, 2012). Aquí se
difunde el trabajo de Enrique en la edición de noviembre de 1972 bajo el título de
“Moda Nuestra” (Figura 5). Las fotografías muestran las telas ya confeccionadas en
vestuario, esta vez la locación es Isla de Pascua y se muestra por primera vez el patrón
de inspiración pascuense y el testimonio de personal de ex textil Yarur respecto a la
experiencia (Figuras 3, 4, 5).
Figura 4.
Figura 5.
Revista Paula, N° 124,
septiembre de 1972,
portada.
Revista Paloma, N° 2,
noviembre de 1972,
portada.
113.
Archivo
La creación de un archivo se hace necesaria en términos de activación de la memoria
y para el reconocimiento de uno de los inicios de una práctica que hoy consideramos
común: la utilización de símbolos indígenas para generar identidad. Además de
visibilizar un proceso de un ejercicio estético en el textil nacional.
Anna María Guash (2005) señala que el archivo se entiende como el lugar legitimador
para la historia cultural. La identidad es memoria colectiva y debe ser labor compartida
por toda una sociedad, atendiendo y reflexionando sobre su historia, tomando en
cuenta que el presente no debe repetir el pasado, sino que debe contenerlo.
La creación de un archivo visual genera evidencia, a lo que Barthes (1989) se refiere
con el concepto “esto ha sido”, permitirá sembrar un espacio en la memoria, en lo
que añade sobre la fotografía que “asegura la presencia del muerto, la presencia del
ancestro entre los vivos”. No está de más considerar el trabajo de Concha y otros
como este pasado olvidado como un ente muerto. Derrida (1997) señala que no
habría deseo de archivo sin la posibilidad de un olvido, sin la amenaza de la finitud,
de fragilidad, de destrucción. Con la activación del archivo se pretende preservar el
recuerdo presente en la obra, la cual adquirirán una nueva corporización remitidas a
reproducciones fotográficas.
El desarrollo del archivo visual del trabajo de Enrique⁶ permite evidenciar el universo
muestral existente y a la vez señala los puntos de acceso a ellos para su posterior
recuperación⁷. Para cada una de las muestras se realiza una documentación fotográfica
y el posterior desarrollo de una ficha que contenga su información asociada. Cada
muestra se asociará con una ficha específica según su tipología.
El universo muestral se puede agrupar en cuatro tipos de soportes:
•
Fotografías publicadas: para estas, la ficha tipo deberá contener el nombre
de la revista o publicación, además de su editorial. Ambas evidenciarán
las decisiones tomadas por el equipo directivo de las publicaciones por
mostrar esta moda autóctona de Enrique; el nombre del artículo donde
están contenidas las fotografías, el cual demuestra el contexto en el que las
fotografías se insertan y arman el discurso de la propuesta; el pie de la foto,
carácter orientador y generador de énfasis para la lectura de la fotografía
(Barthes, 2003); la fecha de la publicación; las medidas de la fotografía; y su
ubicación física actual.
⁶
Se ha desarrollado un sitio web temporal, a través de la plataforma Tumblr.com, con finalidad de manejar
el archivo visual desde la red. http://Enriqueconcha.tumblr.com password: comitetextil
El archivo se rige bajo las bases del Manual de registro y documentación de bienes culturales de Lina
Nagel (2008).
⁷
114.
•
Fotografías no publicadas: en este caso, en comparación con la ficha
anterior, omitirán toda la información referente a la publicación; se
conservarán: las medidas de la fotografía y su ubicación física actual.
•
Prendas de vestir: esta ficha entregará información sobre prendas de vestir
confeccionadas: qué tipo de prenda es, descripción de la prenda, medidas o
talla y ubicación actual.
•
Piezas Textiles: la información incluida en las fichas de piezas textiles
tendrán relación con su descripción física; la fecha de su creación; medidas
de la tela; soporte o material y su ubicación actual.
Conclusión
Esta investigación y su posterior desarrollo de archivo pone en manifiesto la existencia
de los patrones de Enrique Concha. Este documento es el registro de la obra textil de
Enrique Concha, siendo la base para estudios posteriores sobre el autor y la moda
autóctona.
Este ejercicio obtiene su importancia en el ámbito discursivo: poner en valor los
elementos simbólicos que reproduce y transformarlos en la base para objetos que
serían parte de una cotidianidad a través de un soporte en relación directa con el
cuerpo, demostrando que era posible dejar de depender de la copia de productos
extranjeros.
Las piezas textiles, las prendas y todo el entorno medial que soporta sus discursos
son obras que forman parte de la cotidianidad y funcionan como un lienzo promotor
y cargado de significado, con el doble condicionamiento que esto significa: cumple
las necesidades primarias de utilidad y función y las necesidades secundarias de
significación y cultura.
115.
Referencias
•
Álvarez, P. (2010). Artes Aplicadas y la industria nacional: una díficil
comunión. En E. Castillo, Artesanos, Artistas Artífices. La Escuela de Artes
Aplicadas de la Universidad de Chile 1928-1968. Santiago: Ocho libros, Pie
de Texto.
•
Barthes, R. (1989). La cámara lúcida: nota sobre la fotografía. Buenos Aires:
Paidós.
•
Barthes, R. (2003). Sistema de la moda. Barcelona: Paidós.
•
Collados, Y., Inostrosa, C., Hidalgo, A. & Schifferli, M. (1969). Cuatro. En A.
Stuven, creaciones textiles. Memoria (artífice con mención en artes textiles).
Universidad de Chile.
•
Cornejo, R. & Pérez, A. (1977). Artesanía de la IV región. Coquimbo. Aspectos
culturales, geográficos y turísticos. Santiago: Universidad de Chile.
•
Cornely, F. (1962). El arte decorativo preincaico de los indios de Coquimbo y
Atacama. (Diaguitas-Chilenos). Santiago: Bolívar.
•
Derrida, J. (1997). Mal de archivo. Una impresión freudiana. Madrid: Trotta.
•
Escobar, P. & García-Huidobro, C. (2012). Una Historia de las revistas
chilenas. Santiago: Universidad Diego Portales.
•
González, P. (2013). Arte y cultura Diaguita Chilena. Simetría, simbolismo e
identidad. Santiago: Ucayali.
•
Guash, A. (2005). Los lugares de la memoria: el arte de archivar y recordar.
Materia, 5, 157-183. Recuperado de http://www.raco.cat/index.php/
Materia/article/ viewFile/83233/112454
•
Montalva, P. (2004). Morir un poco, moda y sociedad en Chile 1960-1976.
Santiago: Sudamericana.
•
Nagel, L. (2008). Manual de registro y documentación de bienes culturales.
Santiago: DIBAM-GETTY.
•
Ramírez, J. (2002). Rapa Nui: manual de arqueología e historia. Valparaíso:
Universidad de Valparaíso, Centro de Estudios Rapa Nui. Recuperado de
http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-8415.html
116.
•
Reinecke, G. (1997). Flexibilidad, innovaciones y cadenas productivas:
la industria del textil y del vestuario en Chile. Santiago: Organización
Internacional del trabajo. Recuperado de http://www.oit.org.pe/WDMS/
bib/publ/doctrab/dt_055.pdf
•
Torres, M. (1981). Evolución de la actividad textil periodo 1968-1980. Serie
de Estudios económicos, N° 9, Departamento de informaciones estadísticas
y publicaciones del Banco Central de Chile. Recuperado de http://www.
bcentral.cl/estudios/estudios-economicos/pdf/ serieestudios09.pdf
Agradecimientos
A Tere Concha, María Helena van Yurick, a la biblioteca del Museo de Bellas Artes y
a cada uno de los colaboradores en este proyecto por hacer posible la recopilación
del material.
117.
IDENTIDAD EN CRISIS:
Los Ritmos de la Moda
en el Chile de los Ochenta
Verónica González Y.¹
Resumen
Palabras Clave:
Durante los ochenta, el auge de la cultura neoliberal
transformó radicalmente la escala de valores a partir
de los cuales se construyeron los discursos identitarios
de la década anterior. El impacto de los medios de
comunicación masiva se tradujo en la imposición
de íconos de valoración mundial a través del cine, el
deporte y la música, los cuales fueron de alto alcance
pero efímera duración. La construcción de una identidad
colectiva a partir de la moda es reemplazada por la
búsqueda de un estilo de carácter individual, el cual
materializa el desencuentro generacional entre padres
e hijos. Un ejemplo de las tensiones socioculturales del
Chile de los ochenta.
•
•
Abstract
Key Words:
Through the eighties, the rise of neoliberal culture
radically transformed the scale of values from identity
discourses are constructed. The impact of mass media
resulted in the imposition of global icons from cinema,
sports and music. The construction of a fashion
collective indentity are replaced by the searching
of an individual character style, materializing the
generational disagreement between fathers and sons.
An example of the sociocultural stress of the 80’s in
Chile.
•
•
•
•
¹
•
•
Identidad
Medios de
Comunicación
Moda
Consumo
Identity
Mass Media
Fashion
Consume
Diseñadora
118.
Sobre Escribir una Historia de la Moda
La fascinación por el pasado y las constantes citas sobre él tienen un fuerte eco en las
direcciones que toma la moda cada temporada. En los últimos años, los ochenta se
han transformado en un motivo creativo para una serie de producciones culturales,
particularmente de cine y televisión.
Sin embargo, existen diferencias entre lo que fue, lo que se recuerda y cómo se
recuerda: señales que debemos advertir cuando nos enfrentamos a la reconstrucción
de una época, cuidándonos de las constantes caricaturizaciones que el presente
utiliza para referirse al pasado.
Un error en el ejercicio de reconstrucción historiográfica por medio de imágenes es
la tendencia a idealizar espacios temporales seleccionados a partir de definiciones
rígidas, cayendo en un análisis superficial de los cambios en cada periodo (Burke,
2005).
Las investigaciones enfocadas en describir las transformaciones de una cultura
material forman parte de esta problemática, puesto que dotan a los recursos gráficos
de significaciones que terminan por manipular su sentido original en función de una
idea preconcebida sobre el periodo estudiado.
En esta línea, los estudios sobre moda han tendido a desarrollarse a partir de una
visión esquemática de la historia, vinculando las transformaciones visibles con
espacios temporales cerrados, estableciéndose que determinados rasgos son
propios de una época: estilo que se reforzará en la descripción de una moda para
cada década al interior de la historia del siglo XX.
Con la integración de esta lógica en los estudios sobre moda se pierden factores
como las continuidades entre una época y otra, en función de enaltecer los quiebres
que vive el vestuario a través del tiempo. Al abordar hitos trascendentales en la
historia de la moda, muchos autores se detienen en su significación como un símbolo
de transformaciones sociales. En ejemplos como el desprendimiento del corsé o el
acortamiento de la falda es recurrente encontrarnos con afirmaciones que sostienen
que ambos correspondan a una incipiente emancipación de la mujer.
Sobre lo anterior, se debe tener especial cuidado cuando se simplifica el fenómeno
de la moda como consecuencia directa de las transformaciones sociales, puesto que
en ocasiones se distorsiona el sentido de la fuente en función de lo que se quiere
decir, o bien, se seleccionan solo aquellas que ilustren tal discurso.
En el estudio de los ochenta es justamente cuando nos enfrentamos a la dificultad de
establecer una definición unívoca, puesto que una de sus características principales
es el sincretismo de estilos en cada temporada y la coexistencia de ideales que
muchas veces son contradictorios entre sí.
119.
En suma, al abordar la moda a través de la historiografía es necesario partir por develar
el contexto en el que esta se desenvuelve: identificando desde sus antecedentes
hasta su influencia en la posteridad, siendo útil contrastar las reconstrucciones
que se han establecido en diferentes investigaciones con las fuentes originales en
búsqueda del sentido inicial del estas, despojándolas de significaciones que con el
tiempo se les han atribuido.
El Escenario de la Moda en el Chile de los Ochenta
En términos de identidad, para los ochenta, las identidades locales, de clase e incluso
de género están subordinadas a la construcción de una identidad individual, cuyo
principal medio de expresión está en la moda.
Con el antecedente de los setenta, cuando el foco estaba en un discurso que apelaba
a la concreción de símbolos identitarios de carácter nacional, apoyado en certeras
medidas estatales que irrumpieron desde el mercado hasta los escenarios culturales
de la época, en donde las formas de vestir fueron un elemento clave.
En este contexto previo se promovía la manufactura nacional, siendo el estado un
agente activo en las direcciones del mercado y la industria, las cuales estuvieron
marcadas por la defensa de lo local y la construcción de un imaginario que diera
forma a una identidad colectiva.
Pero la generación de diseñadores de los ochenta se enfrentaría a un panorama
diametralmente opuesto. Con la drástica desaparición de gran parte de la industria
textil chilena, que se había caracterizado por el uso de fibras de origen natural, las
nuevas generaciones debieron dar un giro hacia la materia prima importada, la cual
correspondía en su mayoría a textiles sintéticos.
A lo anterior se suma el impacto del consumo de medios de comunicación masiva,
el cual se tradujo en el acortamiento de los tiempos entre el origen de las modas en
Europa o Estados Unidos y su difusión en Chile, abandonándose los rasgos locales
para identificarse con las principales propuestas de los diseñadores en el mundo.
Sin embargo, el contexto político y social creó una pausa en términos de moda.
La crisis de 1982 retardó las direcciones que estaba adoptando la moda en Chile,
particularmente en lo que se refiere al vestuario femenino. Las exacerbaciones de
la moda ochentera debieron esperar un poco más para asentarse en la sociedad
chilena (Figura 1).
120.
Figura 1.
Revista Carola, 8 de
octubre de 1984, N° 64,
p. 39.
Durante la recesión, la moda fue reutilizar el vestuario
de temporadas pasadas: los colores estridentes, las
hombreras y el brillo que se ha caracterizado como
propio del estilo ochentero llegaron a mediados de la
década para difundirse en el escenario local (Figura 2).
Una imagen sencilla y funcional es privilegiada en
tiempos de crisis, en el cual más mujeres deben
integrarse al mundo laboral, exigiendo ciertos cambios
en términos de vestuario: se masculiniza el traje de dos
piezas, protagonizado por el auge de colores neutros
y la supresión de formas atribuidas tradicionalmente a
lo “femenino”, fundamentalmente con la incorporación
de hombreras, cuya máxima expresión es visible a
mediados de los ochenta (Figura 3).
121.
Figura 2.
Revista Carola, 26 de
marzo de 1985, N° 50, p.
78.
Figura 3.
Revista Carola, 26 de
marzo de 1985, N° 50, p.
63.
122.
Para fines de la década, los apagados tonos característicos de la crisis eran
reemplazados por colores vivos como azules, amarillos y rojos, e incorporando más
detalles al traje original, los cuales parecieran celebrar el fin de la recesión.
Así mismo, la inicial incorporación de las hombreras al vestuario femenino tenía ahora
su fin en la acentuación de la cintura, desapegándose de la imagen unisex originada
en la búsqueda de un estilo más funcional a principios de la década (Figuras 4, 5).
Figura 4.
Figura 5.
Revista Carola, 24 de noviembre
de 1986, N° 112, p. 37.
Revista Carola, 24 de marzo
de 1986, N° 96, portada.
Para fines de los ochenta, el uso de hombreras se transforma en una herramienta
que vuelve a otorgar feminidad a las mujeres. Dando la apariencia de una cintura
más estrecha, intercalándose con elementos que vuelven a resaltar zonas erógenas.
123.
El Auge del Unisex
Indudablemente la moda infunde sentido al cuerpo, específicamente en lo relativo
al género, redefiniendo una y otra vez las fronteras entre lo femenino y lo masculino
(Entwistle, 2002).
Según la socióloga Joanne Entwistle (2002, p. 173), el género es el motor de los
ciclos que mueven las transformaciones en el vestuario. A diferencia de lo que pudo
significar la moda como indicadora de clase en sus inicios, hoy se ha transformado en
el resultado del constante diálogo entre los géneros.
En el transcurso del siglo XX, la moda se caracterizó por reeditar la dicotomía entre lo
femenino y lo masculino, y en los ochenta la novedad estuvo en la traslación de los
símbolos propios de cada género.
Mientras la moda para los hombres se abre a nuevos colores y texturas, las mujeres
buscan nuevas formas, cada vez más geométricas que se leen en relación con un
ideal de independencia y competitividad profesional.
La historia de la moda ha establecido una descripción de lo femenino y masculino
como realidades opuestas. Este esquema es difícil de aplicar en los ochenta, cuando
la lógica está en el levantamiento de nuevas expresiones sobre el género (Figuras 6,
7, 8).
Figura 6.
Revista Carola, 31 de
octubre de 1983, p. 49.
124.
Figura 7.
Revista Carola, 31 de
octubre de 1983, p. 51.
Figura 8.
Revista Carola, 31 de
octubre de 1983, p. 53.
125.
Mientras la androginia se ha revisado a lo largo de las transformaciones en la moda
como la ausencia o rechazo de un patrón femenino tradicional (recordando estilos
como las Garçonne en los años veinte y la joven modelo Twiggy en los sesenta), el
unigénero o unisex corresponde a aquellos elementos que no anulan su contraparte,
sea esta femenina o masculina, caracterizando prendas que pueden ser utilizadas por
hombres y mujeres. Aunque esta dinámica no aparece en los ochenta, será entonces
cuando pueda reconocerse con mayor claridad.
Con la reactivación de la economía en 1985 comenzaría a estar de moda el uso del
lujo, los colores fuertes y las formas cada vez más desafiantes. La mujer ideal retoma
su sensualidad, reforzando su erotismo a partir de prominentes escotes en el busto
y la espalda. (Figuras 9, 10).
Figura 9.
Figura 10.
Revista Paula, enero
de 1989, p. 50.
Revista Paula, especial
Miss Chile 1983, portada.
En consecuencia, la moda se mueve entre dos polos: el disimulo y la exaltación de la
silueta natural, sea femenina o masculina, y como establecería el francés Paul Poiret
a principio de siglo, “todo exceso en materia de moda es el final”. Así, los noventa
llegarían para imponer una moda minimalista que privilegia nuevamente las formas
simples, pero esta vez orientadas hacia un estilo futurista, propio de las ideas de fin
de siglo.
126.
Rearticulación de una
Identidad Generacional
En Chile, referirse a los ochenta inevitablemente nos
enfrenta a un escenario de tensión social, política
y cultural sobre el cual existe un extenso número de
temas por debatir y sacar a la luz, como los nuevos
espacios para el esparcimiento juvenil que aparecieron
liberados de la tradicional dicotomía izquierda-derecha.
La vida nocturna comenzaba lentamente su retorno
con las fiestas de toque a toque.
Un ejemplo de lo anterior es la consolidación de Garage
Matucana y El Trolley, espacios a través de los que
comenzaban a filtrarse una serie de vanguardias de la
mano de quienes retornaban al país, configurándose así
ciertos rasgos de una incipiente identidad generacional.
Según Oscar Contardo, en su libro La era ochentera:
tevé, pop y under en el Chile de los ochenta, El Trolley,
que abrió sus puertas en 1983, estableció un espacio
para la difusión de nuevas manifestaciones juveniles,
renovando el arte, la música y el teatro a partir de una
omnipresente estética New Wave (Figura 11).
Figura 11.
Siouxsie Sioux, vocalista
de la banda británica
Siouxsie
and
The
Banshees.
127.
Este fue el escenario en donde se conocieron jóvenes que compartían gustos
similares, reafirmando sus identidades a través del reconocimiento de otros iguales.
La adopción del New Wave daba cuenta de la emergencia de una generación que se
diferenciaba de la de sus padres por dejar de lado las tradicionales fronteras entre lo
femenino y masculino.
Ramón Griffero, fundador de El Trolley, recuerda:
Fue en esas fiestas, bailando al compás de B-52, Talking Heads, Duran Duran y Depeche
Mode, que la nueva generación se reía del lamento que abrazaban cantando en las
peñas sus contemporáneos. Y si alguna vez llegó algún hippie de pelo largo y chomba,
rápidamente se dio cuenta que necesitaría un cambio de look. La lana no se llevaba, y
el pelo era mejor si se levantaba con gel. Había que sobrevivir a los setenta y no sería
sentados alrededor de una mesa, sino de pie, porque sí, ha salido un nuevo estilo de
baile (en Contardo, 2005, p. 195).
A partir de su experiencia en el extranjero, los diseñadores chilenos importan las
nuevas tendencias. Nombres como Ricardo Jiménez, Rodrigo Rodas y Ana María de
Grenade comienzan a tomar fuerza en el escenario de la moda local, tanto por sus
colecciones como por su estilo personal (Figura 12).
Figura 12.
The Human League,
banda británica de synth
pop.
128.
La libertad que tiene cada persona para vestir como muestra de una sobrevaloración
de las identidades individuales es una consecuencia de la extinción de normas rígidas
que seguir, o el desconocimiento de estas por parte de los más jóvenes (Dorfles,
2002).
Pero si de cultivar un estilo particular se trata, Paula Zobeck es uno de los nombres
más recordados de la moda ochentera en Chile. La originalidad de sus creaciones y
las excentricidades de su estilo no pasaron inadvertidas para las revistas de época.
Con la creación de Miss 17 en 1989, orientada a un público más joven, los diseños de
Paula Zobeck alcanzarían mayor difusión y protagonismo. Se sumarán a su propuesta
una serie de accesorios que buscan dar forma a un estilo que se acerca cada vez más
a las imágenes proyectadas por una cultura pop en auge.
El Consumo de los Ídolos Pop
En términos de moda, el impacto de los mass media es uno de los fenómenos más
relevantes a la hora de entender los ritmos del sistema. Música, cine y televisión se
transformaron en la plataforma idónea para llegar a los más jóvenes, quienes en la
búsqueda por imitar a sus ídolos hacen eco de las transformaciones del vestir.
Con la aparición del formato del video clip, a través de la cadena MTV, quienes se
dedicaban a la música ya no solo estarán preocupados por cómo suenan sino también
por cómo se ven (Sierra i Fabra, 2003, p. 335).
Los jóvenes se transformaban en sus ídolos cuando se dirigían a las fiestas. Como
recuerda Óscar Contardo: hombres y mujeres llegaban al galpón con labios pintados,
ojos delineados y peinados extravagantes al estilo de Robert Smith, vocalista de The
Cure.
Seguir a sus ídolos implicaba ir más allá de adoptar un estilo de vestir. Nuevos cortes
imitando el estilo de David Bowie o Annie Lennox se difundían en las páginas de
moda de revistas como Paula y Carola. El estilista nacional Patricio Araya (1982)
revela cómo las mujeres chilenas se atreven a llevar el pelo muy corto: “Adiós moños,
adiós trenzas románticas. Las mujeres están decididas a cambiar el tradicional corte
de pelo femenino por uno completamente distinto” (p. 28).
129.
Así también, el cine y la televisión se transformaron
en una plataforma idónea para la difusión de modas.
Flashdance, Memorias de África, Buscando a Susan
Desesperadamente y Dinastía se transformaron
en símbolos del estilo ochentero, haciendo eco en
colecciones de diseñadores de todo el mundo (Figura
13).
Figura 13.
Jennifer Beals,
protagonista de
Flashdance.
130.
Si bien los ochenta no se recordarán por la creación
de ninguna prenda revolucionaria, sí lograron derribar
todas las limitaciones que coartaban la creatividad de
los diseñadores. Para entonces, en términos de moda
ya no existen combinaciones de colores imposibles,
revitalizando una estética similar a la del rococó en las
colecciones de Yves Saint-Laurent y Christian Lacroix.
Otro tipo de liberaciones fueron reconocidas en los
diseños de Jean Paul Gaultier, Gianni Versacce y Vivienne
Westwood, exponentes de Francia, Italia e Inglaterra
respectivamente, quienes encontraron el escenario
ideal desarrollar sus carreras que se caracterizaron por
distintas formas de opulencia (Figura 14).
Figura 14.
Madonna, protagonista
de Buscando a Susan
Desesperadamente.
131.
Finalmente, diseñadores japoneses como Rei Kawakubo, Issey Miyake y Yohji
Yamamoto transgredieron todas las concepciones tradicionales sobre el cuerpo,
impulsando el uso de prendas holgadas, que además desafiaron la tendencia a
descubrir el cuerpo.
El estilo rococó, New Wave y las distintas expresiones del unisex son parte de
las irreverencias que impactaron las páginas de moda en el Chile de los ochenta,
motivos que han quedado en el recuerdo de una década llena de contradicciones,
materializados en la relativización del buen gusto que hasta entonces había dominado
el mundo de la moda.
132.
Referencias
•
Burke, P. (2001). Visto y no visto. El uso de la imagen como documento
histórico. Barcelona: Crítica.
•
Contardo, O. (2005). La era ochentera: tevé, pop y under en el Chile de los
ochenta. Santiago: Ediciones B.
•
Dorfles, G. (2002). Moda y modos. Valencia: Engloba, Instituto de Medios y
Comunicación.
•
Entwistle, J. (2002). El cuerpo y la moda: una visión sociológica. Barcelona:
Paidós.
•
Sierra i Fabra, J. (2003). La era del rock. Madrid: Espasa.
133.
Elena Izcue:
Del Arte Precolombino al Diseño Parisino
Claudia Mazzola.¹
Resumen
Palabras Clave:
Los íconos simbólicos del pasado precolombino
peruano forman parte del imaginario colectivo y
son, en el Perú moderno, utilizados en la decoración
de objetos de la vida cotidiana como su imagen más
reconocible de identificación en el resto del mundo.
Esto no siempre fue así; la recuperación de esas
imágenes como elementos de identidad nacional se
produce en el contexto cultural de la década del veinte.
Es allí donde surge Elena Izcue como una de las artistas
más cosmopolitas de la época, diferenciándose por su
búsqueda estética alternativa en las artes aplicadas y
su original método pedagógico basado en el diseño
precolombino peruano.
•
•
•
•
•
Abstract
Key Words:
The symbolic icons of Peru's pre-Columbian past are
part of the collective imagination and are, in modern
Peru, used in the decoration of objects of daily life as
their most recognizable image of identification in the
rest of the world. This was not always so, the recovery
of these images as elements of national identity
takes place in the cultural context of the twenties. It
is there that Elena Izcue emerges as one of the most
cosmopolitan artists of the time, differentiating herself
by her alternative aesthetic search in the applied arts
and her original pedagogical method based on the preColumbian Peruvian design.
•
•
•
•
•
¹
Identidad
Prehispánico
Diseño
Arte
Textil
Identity
Prehispanic
Design
Art
Textile
Artista textil.
[email protected]
134.
Lima, 1900-1925
Hasta principios del siglo XX, la visión que se tenía de los objetos precolombinos
estaba acotada a la observación de piezas aisladas, descontextualizadas, en su
mayoría producto del huaqueo y dispersas en colecciones particulares. Este
panorama se transforma radicalmente tras los descubrimientos arqueológicos
que se suceden de manera vertiginosa entre 1900 y 1925, culminando con el más
sorprendente, realizado por Julio Tello en la península de Paracas, de más de 400
fardos funerarios. A partir de allí se amplía gradualmente el conocimiento general
del Perú prehispánico generando un impacto decisivo en el imaginario colectivo y
cambiando la denominación tradicional de antigüedades por la de “arte peruano”
para hacer referencia a los ceramios, textiles o arquitectura del período precolombino.
Dentro de este panorama se forja la imagen de Elena Izcue (Figura 1). Nacida en
1889, hija natural de un reconocido diplomático limeño, debió enfrentar junto a su
hermana Victoria las consecuencias sociales de ese origen ilegítimo y las dificultades
económicas impuestas por la prematura muerte de su padre. Antes de cumplir los 20
años, ambas se desempeñaban como maestras, una vocación que las acompañaría
hasta el final de sus vidas. En mayo de 1910, Elena es nombrada profesora de dibujo
de las escuelas elementales de Lima y del Centro Escolar del Callao, experiencia
determinante para definir su posterior trabajo y acceder a las últimas ideas respecto
a la enseñanza del dibujo y las artes aplicadas, ya que pedagogos norteamericanos
eran quienes en ese momento dirigían las escuelas limeñas. En 1919 se incorpora a
la primera promoción de la Escuela Nacional de Bellas Artes, generación encargada
de transformar el proyecto académico inspirado en la idea parisina en algo diferente,
encaminándose paulatinamente hacia un arte nacional.
Elena comienza a diferenciarse de sus compañeros de promoción por su inclinación
al estudio sistemático del arte precolombino. Esa fuerte convicción la lleva a solicitar
un permiso especial para realizar estudios sobre ceramios y textiles de la colección
arqueológica del Museo Nacional. La autorización concedida por su director, Philip
Ainsworth Means, se extiende para un grupo de alumnos de la escuela, pero será
ella la única que mantendrá un interés sostenido sobre estos temas, orientando su
mirada básicamente a los motivos ornamentales de las piezas que influirían en el
desarrollo de su arte.
135.
Figura 1.
Elena Izcue, 1927.
Por esos años, la modernización limeña comienza a
incorporar elementos derivados del art decó, pero sin
intensión de instaurar una tradición estilística local. Es
por eso que el trabajo desarrollado por Izcue en las artes
decorativas y su búsqueda de un estilo distintivamente
peruano resulta extraordinario.
En julio de 1921, durante la preparación de actividades
orientadas a los festejos del Centenario de la
Independencia, el Ministerio de Instrucción otorga
a Victoria y Elena Izcue la posibilidad de presentar
por primera vez el diseño precolombino aplicado a la
decoración moderna en el Salón Incaico (Figura 2). En
un solo ambiente: arquitectura, mobiliario y accesorios
confirmaban la multiplicidad de posibilidades que
ofrecía el uso de los motivos que venían estudiando
en el Museo Nacional. A pesar de que muchos de
ellos pertenecían a culturas precedentes a los incas,
el prestigio de lo incaico impuso la denominación.
136.
A partir del éxito obtenido en esta experiencia, Víctor Larco Herrera convoca a las
hermanas Izcue a trabajar en su nuevo museo implementando un taller de artes
decorativas. Junto a un grupo de alumnas y tomando las piezas precolombinas de la
colección como fuente de inspiración, comenzaron la confección de diversos objetos
decorativos, que fueron exhibidos regularmente en las vidrieras del Palais Concert y
vendidos en tiendas como La Casa Oechsle, ambos lugares tradicionales de la Lima
de los años veinte (Figura 3).
Figura 2.
Mobiliario utilizado en el
Salón Incaico, 1921.
Figura 3.
Muestrario de cojines.
Producción Taller de
artes decorativas Museo
Larco Herrera.
137.
Fue en las salas del Museo Larco Herrera que comienza a gestarse el proyecto
editorial El arte peruano en la escuela, culminación del trabajo de Elena desarrollado
en forma paralela entre la enseñanza escolar y los estudios precolombinos. Dicho
proyecto consiste en la publicación de cuadernos con imágenes del pasado peruano
para ser trabajados de una manera educativa con niños en edad escolar y contribuir
a la difusión de los motivos precolombinos en la vida moderna. Se materializa
en dos volúmenes: el primero se limita a una representación sencilla de motivos
delineados en negro, aislados del contexto original, plasmados en la parte superior
de la hoja cuadriculada como frisos, pensado para el uso en la primera infancia; el
segundo con motivos más elaborados, mostraba las acuarelas originales realizadas
por Elena, orientado a artesanos o estudiantes avanzados, añadía también una
sección ejemplificativa de aplicación y desarrollo de motivos sencillos en las artes
decorativas. La publicación se realiza en París y desde allí es distribuida a diversas
instituciones y a estudiosos americanistas de toda Europa, como así también entre
escuelas de arte, museos y artistas en EEUU, llegando ejemplares a Lima recién en
1927, donde obtienen un éxito abrumador (Figura 4).
Figura 4.
Portada y páginas interiores
de El arte peruano en la
escuela, vols. I y II.
138.
París, 1925-1935
Ante la ausencia de instituciones dedicadas a la enseñanza de las artes aplicadas
en el Perú, es nuevamente su mentor Larco Herrera quien logra conseguir una
beca de estudios por dos años en París para las hermanas Izcue. Ambas sabían cuál
era su vocación, pero no estaban preparadas para el dinamismo y la multiplicidad
de opciones que el mundo parisino ofrecía por esos años. En la moda resonaban
los nombres de Lanvin, Channel y Sonia Delanauy; la decoración florecía como
consecuencia de la Exposición Internacional de Artes Decorativas de 1925, y en el
arte la ciudad recibía diversidad de propuestas sin precedentes, como la exposición
del uruguayo Torres García, entre otras.
Los primeros meses fueron de aprendizaje: asistían a talleres de decoración de
interiores, artes gráficas y diversas ramas de las artes aplicadas. Con el fin de adquirir
conocimientos sobre el oficio de la estampación textil, Elena se incorpora a trabajar
en el taller de la diseñadora Jeanne de Berly, gran oportunidad para el trabajo de
Izcue que, a partir de lo aprendido, comienza a desarrollar su primera colección de
pañuelos con diseños de las culturas peruanas, que comercializa entre compatriotas
residentes en París. Una de esas piezas logra captar la atención de quien había
revolucionado la moda femenina de mediados del siglo XIX, Jean Charles Worth. Sin
dudarlo, la invita a trabajar en su empresa Casa Worth, concediéndole, en pocos
meses, una vidriera exclusiva bajo el lema “Art Peruvien-Mademoiselle Izcue”. El
rápido éxito de las piezas de Izcue confluyó con el auge de la moda parisina y el
interés por los motivos prehispánicos americanos, haciendo posible la diversificación
de sus productos y dándole la posibilidad de ampliar su clientela.
Un gran referente para Elena fue Sonia Delaunay, diseñadora, francesa por adopción,
que logró que sus telas estampadas de forma artística fueran industrializadas
tempranamente por las fábricas de seda de Lyon y sus trabajos en alta costura se
presentaran con gran éxito en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de
1925. La influencia de esta artista se evidencia en el espíritu fantasioso y a veces
lúdico de los diseños de Izcue, su preferencia por los patrones abstractos (algunos
libremente derivados de las formas precolombinas) y en el uso de los colores
primarios contrastantes, así como el empleo del dorado, sin duda inspirado en el
sentido lujoso del art decó.
139.
La incorporación de los diseños precolombinos en las piezas desarrolladas por Elena
Izcue encuentra una gran variedad de alternativas. En algunos casos, el motivo
aislado se repite libremente sobre la tela o se dispone en un solo sector de la pieza;
en otros, se extiende sobre toda la superficie. Es interesante observar, incluso en
aquellos diseños que no parecen derivar de lo precolombino, la presencia de las
formas antiguas, demostrando el proceso de adaptación y transformación de
diseños diferentes a los originales. En la serie de pañuelos realizados para casa
Worth podemos ver la libertad creativa de Elena, su sentido del humor, el carácter
distintivo de sus aplicaciones lúdicas, el uso exclusivo de la minúscula en los textos,
como una particularidad en la creación de bandas decorativas, en algunos casos
como portadores de mensajes y en otros como elementos equivalentes al afiche
publicitario (Figura 5).
Figura 5.
Serie de pañuelos de seda
estampados a mano.
Su método de estampación de manera artesanal sigue el sistema antiguo de
impresión manual, que por su simplicidad ofrece la ventaja de no requerir de una
infraestructura compleja. Incorpora el uso del linóleo, en reemplazo de la madera,
para realizar los timbres de sus diseños.
140.
Las hermanas Izcue habían encontrado un mercado para sus prendas que requería
de una producción en pequeñas cantidades que ellas mismas podían realizar. Esto les
permitió mantener un control estricto sobre sus creaciones y pone en evidencia la
fabricación artesanal de los patrones estilísticos, elemento que otorga a sus diseños
un sentido de exclusividad (Figura 6).
Figura 6.
Variados diseños en seda
natural estampados a
mano.
A pañuelos, cinturones y accesorios realizados por Elena, se suman cortes de tela
que fueron utilizados por algunos establecimientos de confección de moda en París,
actividad que ella personalmente nunca desarrolló A su relación con casa Worth
se añaden las aplicaciones pintadas sobre carteras de cuero encargadas por Ch.
Bourcier² y algunos trabajos para el diseñador Edward Molyneux³. En 1929, sus
trabajos lograron atraer la atención de Elsa Schiaparelli⁴, con quien logra concertar
una entrevista. Aunque poco se sabe de esa relación, existen como testimonio una
serie de botones elaborados por Izcue en exclusividad para la diseñadora italiana.
²
³
⁴
Fabricante parisino de accesorios de moda.
Diseñador reconocido por su simplicidad y refinamiento. Elegido por Greta Garbo y Marlene Dietrich,
entre otras personalidades.
Una de las diseñadoras más reconocidas y famosas del siglo XX por lo atrevido y extravagante de sus
diseños.
141.
Nueva York, 1935-1936
Con la intención de ampliar el mercado comercial de
París, dos amigas muy influyentes, la escultora Malvina
Hoffman y la filántropa Anne Morgan, proponen a
Elena Izcue realizar una exposición en Nueva York.
Así pretenden fortalecer su presencia en el mercado
norteamericano, donde ya habían logrado realizar
algunas ventas en las tiendas Sacks, de pañuelos con
monogramas y colecciones estacionales con lemas
alusivos a la navidad (Figura 7).
Figura 7.
Anne Morgan y Elena
Izcue en Nueva York.
La decisión de exhibir las piezas diseñadas por Elena
Izcue junto a material arqueológico motivó que en su
viaje a los EEUU llevaran consigo ceramios y textiles de
su propia colección. Completarían la exposición piezas
del Museo Larco Herrera y de otros museos de Nueva
York. Cabe destacar que la pieza central y de mayor
difusión de la muestra fue el tejido de la cultura Paracas⁵
que había motivado la publicación de Jean Leville en
⁵
Una de las más extraordinarias obras maestras de las América
precolombina. Es un paño de casi 2.000 años de antigüedad, de la
costa sur de Perú, que ha estado en la colección del Museo de Arte
de Brooklyn desde 1938.
142.
1928. Bajo el título de “Exhibición de arte moderno peruano por Elena y Victoria
Izcue y textiles y ceramios pre-inca”, la exposición se inauguró el 5 de diciembre de
1935 en el edificio Fuller de la Calle 57. La muestra permaneció abierta dos semanas,
fue visitada por más de 1.600 personas y tanto alumnos de arqueología como de
diseño aprovecharon la ocasión para estudiar y copiar las obras exhibidas.
Elena y Victoria permanecieron en Nueva York después de concluida la muestra,
asistiendo a numerosas reuniones sociales orientadas a incrementar su clientela en
esa ciudad. Desde el punto de vista comercial, la experiencia fue exitosa para ellas:
días después, la firma Bendel⁶ realiza un gran encargo de pañuelos en 18 modelos
diferentes con entrega en solo seis semanas, propuesta que deben rechazar, pues
para ellas era imposible adaptar su forma de producción a los requisitos comerciales
de las casas norteamericanas.
Últimos años
A mediados de 1936, las hermanas Izcue regresan a París, retomando su trabajo en
el diseño textil para casa Worth y otros establecimientos, mientras atienden una
amplia clientela particular.
A los pocos meses, son convocadas para trabajar en el Pabellón Peruano de la Feria
Internacional de París. La designación oficial les concedía el cargo de asesoras ad
honorem de artes decorativas y decoración junto a su amigo, el pintor y diseñador
Reynaldo Luza. Esta comisión las volvía a poner al frente de un gran proyecto
decorativo y al mismo tiempo significaba un reencuentro con los representantes del
estado peruano.
La muestra “Artes y técnicas de la vida moderna” se adaptó al estilo monumentalista
de la época. Durante tres meses ejecutaron gran parte de la decoración y asumieron
el montaje de la muestra, concentrándose en la recepción y la sala de honor. En el
ingreso, un sol radiado de tres metros y medio recibía al visitante sobre la enorme
puerta trapezoidal que daba acceso a la gran sala. Ingresando en el amplio ambiente,
a manera de columnas, cuatro ídolos que superaban los cuatro metros de altura y
dos estelas de piedra igualmente grandes enmarcaban la puerta, todo circundado
por una orla mural pintada a mano, cuya composición y colorido se inspiraba en
elementos del arte prehispánico. Dieciocho vitrales con dibujos figurativos mostraban
tanto las costumbres como los oficios artesanales indígenas. La iluminación artificial
estaba provista por cuatro lámparas diseñadas por Elena con temas decorativos
peruanos. Un lugar especial dentro de la muestra fue el ocupado por sus acuarelas
de estudio y sus diseños textiles, además de varios accesorios personales y piezas
⁶
Tienda de especialidades de lujo en bolsos, joyas y accesorios de moda Nueva York.
143.
de la colección Larco Herrera exhibidos como lo
habían hecho en Nueva York. En esta propuesta que
confrontaba el pasado y el presente peruano podía
visualizarse el anhelo expresado desde los años veinte
por las hermanas Izcue y Rafael Larco Herrera: difundir
el arte peruano fuera del país y lograr su incorporación
plena en la vida contemporánea.
Figura 8.
Pabellón Peruano, Feria
Internacional de París,
1937.
144.
Retorno a Lima
El regreso a Lima se produce en agosto de 1939. A pesar de los elogios y el éxito
obtenidos en París y Nueva York, Elena y Victoria no tuvieron el reconocimiento
esperado en su país natal: los tiempos habían cambiado y el arte se diferenciaba
del diseño y la decoración. De esta última etapa solo se conocen sus trabajos con
artesanos de Lambayeque en los años cuarenta, en un proyecto apoyado por el
gobierno. El gran aporte realizado por las hermanas Izcue para establecer un diseño
peruano reconocido en el mundo se invisibilizó. Pasaron sus últimos años en Lima,
acompañadas de un pequeño grupo de personas que las quería y protegía. Nunca se
casaron y jamás se separaron. Elena murió el 25 de setiembre de 1970 y Victoria seis
años más tarde, el 20 de agosto de 1976.
Muchos años después, en 1998, Nora de Izcue realiza el documental La armonía
silenciosa, un trabajo que narra la vida de sus tías abuelas mostrando parte del
material por ella heredado. Un año después, con la colaboración del Museo de
Arte y la Fundación Telefónica, y bajo la curaduría de Natalia Majluf y Luis Eduardo
Wuffarden, se organiza una gran exposición: “El arte precolombino en la vida
moderna”, que reivindica la imagen olvidada de Elena Izcue, poniendo en valor su
aporte como una de las difusoras del arte ancestral peruano. La publicación de un
gran catálogo que cuenta en detalle su vida, sus experiencias y su trabajo muestra
en imágenes parte de lo que ha quedado de la producción realizada durante los años
que permaneció fuera del Perú, siendo dicha publicación el único y gran documento
que avala su legado (Figura 9).
En julio del 2008, parte de esa muestra llega también al musée du quai Branly, París,
bajo el nombre de “Elena Izcue, Lima-Paris Années 30”.
Figura 9.
Portada de catálogo de la muestra
“El arte precolombino en la vida
moderna”. Museo de Arte, Lima, 1999.
145.
Conclusiones
La labor de Elena Izcue y su aporte a las artes decorativas ha sido más reconocida
fuera del Perú, en muchos libros de arte pertenecientes a grandes editoriales
internacionales. El nombre de Elena Izcue figura junto a los grandes referentes de la
época que aportaron a las artes decorativas, como la artista y diseñadora de moda
Sonia Delaunay, las pintoras Tamara de Lempicka y Da Silva Bruhns, el diseñador de
muebles Jean-Charles Moreux y el arquitecto Michel Roux-Spitz, entre otros.
Hace solo dos años (2015), la Fundación Juan March, de Madrid, institución centrada
en el arte moderno, exhibía en sus salas “‘El gusto moderno’ art decó en París 19191935”, la primera exposición realizada en España dedicada al art decó y, también, por
primera vez fuera de un museo de artes decorativas. La muestra reunió a 122 artistas,
artistas-decoradores, diseñadores, couturiers, interioristas, arquitectos, artesanos o
ensembliers cuyas obras articulan un relato expositivo que busca los orígenes del
art déco en el París de la primera década del siglo XX. Elena Izcue estaba entre ellos
como representante destacada del arte textil peruano en el París de los años veinte
(Figura 10).
Figura 10.
Exhibición “‘El gusto moderno’ art
decó en París 1919-1935”, Fundación
Juan March, Madrid, 2015.
146.
Referencias
•
Barbosa, A. (2007). História do ensino do desenho na América Latina:
o apogeu do nacionalismo. Anais do XXVII Colóquio do Comitê Brasileiro
de História da Arte (pp. 33-40). Salvador de Bahia: Escola de Belas Artes,
Universidade Federal da Bahia Salvador.
•
Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (Prom.
Perú). (2013). Perú: moda y textiles. Lima.
•
Izcue, Nora de. (1998). La armonía silenciosa. Mediometraje documental.
Coproducción de la Universidad de Lima, la Asociación de Televisión
Educativa Iberoamericana y TV UNAM de la Universidad Nacional Autónoma
de México.
•
Majluf N. & Wuffarden, L. (1999). Elena Izcue. El arte precolombino en la
vida moderna. Lima: El Umbral.
•
Majluf. N. & Wuffarden. L. (2008). Elena Izcue, Lima-Paris Anneés 30.
Publicado en ocasión de la exhibición en musée du quai Branly. Paris:
Flammarion.
•
Vargas Pacheco, C. (2011). Una visión del Perú a través del arte decorativo:
el arte peruano en la escuela de Elena Izcue. Mercurio Peruano, 524, 151173.
147.
Pérdida y Recuperación
desde un Traslado Forzado
Paola Moreno M.¹
Ana María Rojas Z.²
Resumen
Palabras Clave:
En 1999, un coleccionista de arte chileno recupera un
políptico textil de la artista chilena Roser Bru. La obra
fue parte del patrimonio artístico perteneciente a la
UNCTAD III, desaparecido por intervención de militares
durante el golpe de estado de 1973. Este trabajo pone
en valor la obra textil y el trabajo de conservación
preventiva realizado en el mismo.
•
•
•
•
•
Abstract
Key Words:
In 1999 a Chilean art collector recovered a polyptych
textile made by the Chilean artist Roser Bru for the 3rd
United Nations Conference (UNCTAD III) building. These
heritage pieces disappeared during the military coup in
1973. Here we present the recovery, restoration and
preventive conservation done to the textiles.
•
•
•
•
•
¹
Paola Moreno. Diseñadora UC, Magister En Teoría e Historia de
Arte U de Chile. Académica Universidad Católica. Los Navegantes
1919.
[email protected]
²
Ana María Rojas. Licenciada en Teoría e Historia del Arte,
Universidad SEK, Las Zarzuelas 7597, La Florida, Santiago.
[email protected]
UNCTAD III
Políptico Textil
Roser Bru
Patrimonio
Recuperación
UNCTAD III
Polyptych Textile
Roser Bru
Heritage
Recovery
148.
El Edificio y su Historia
En 1972, Chile se prepara para recibir en Santiago a la Tercera Conferencia Mundial
sobre Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas, UNCTAD III. Los trabajos del
edificio comenzaron en 1971 y fueron un gran desafío, pues había que construir el
edificio sede y toda su implementación en un lapso de 275 días. Para la realización
de su diseño, el gobierno presidido por Salvador Allende Gossens convocó a todos los
estamentos de la ciudadanía desde distintos niveles y ocupaciones.
Fue un ejemplo del espíritu de los tiempos vividos por los chilenos partidarios del
gobierno de la Unidad Popular. Miles de voluntarios trabajaron en la ejecución de esta
monumental tarea e innumerables son los ejemplos de este movimiento ciudadano,
como la Federación de Estudiantes Secundarios que reunió a 25.000 voluntarios
para lavar 10.000 m2 de muros, pintar 80.000 m, desplegar carteles de propaganda,
remover escombros y barrer las calles. Concluida la conferencia, el edificio de 22
pisos fue transferido al Ministerio de Educación, el que lo destinó como punto de
encuentro cultural bajo el nombre de Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral.
Tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, la Junta Militar toma posesión
del edificio y lo ocupa como sede del poder legislativo, llamándolo Edificio Diego
Portales, hasta el retorno de la democracia en 1990. Desde esa fecha y hasta el año
2006, el edificio se destinó como centro de conferencias y convenciones públicas y
privadas, permaneciendo su torre ocupada por los militares como sede del Ministerio
de Defensa Nacional.
Cuando en el 2006 un incendio destruye gran parte de la construcción, la presidenta
Michelle Bachelet ordena la creación del Comité para la Reconversión del edificio,
dando origen al proyecto que le devolvió su nombre y sentido original como Centro
Cultural Gabriela Mistral, GAM, inaugurado en el 2010. Y con la llegada de la democracia
fue posible recuperar la historia del edificio, sus protagonistas y su patrimonio. En
este contexto, en los últimos años se han desarrollado investigaciones y registros
sobre la UNCTAD III que apuntan a su contexto social, político y la construcción de
su edificio mismo, como por ejemplo el documental de Bruno Salas, Escapes de gas
(2004). Todas estas experiencias destacan la importancia y presencia del arte en el
edificio. Nuestro trabajo pone en relieve una de las obras de arte textil que participó
de esa experiencia: el trabajo de la artista nacional Roser Bru.
149.
Arte en la UNCTAD III
El arte tuvo un rol fundamental en el concepto y creación del edificio. El edificio debía
generar una alianza indisoluble entre arquitectura y arte, y el llamado a los artistas
fue a crear un arte pensado como un ejercicio estratégico de diálogo entre forma y
función. Los escultores realizan fuentes de agua, puertas, tubos de chimeneas, los
pintores cambian sus materiales y direccionan al público a través de sus murales.
Cada uno de los elementos del edificio, desde las vigas hasta las lámparas, fueron
comisionados pensando en un arte al servicio del pueblo.
En un concepto de trabajo y remuneración vinculado a los ideales de la Unidad Popular,
todos los trabajadores fueron pagados con un sueldo de obreros, siendo los artistas
“los obreros del arte”. El grupo de 35 artistas estaba conformado por grabadores,
escultores, dibujantes, muralistas, artistas textiles y pintores de relevancia nacional y
mundial, como Roberto Matta. Entre las obras textiles estaban los trabajos de Gracia
Barrios, Roser Bru, Paulina Brugnoli, Mario Carreño, Luz Donoso y Pedro Millar,
Héctor Herrera, Lucy Rosas, Patricia Velasco y las Bordadoras de Isla Negra.
De este conjunto hemos podido recopilar poca información. Sabemos de la obra de
Gracia Barrios, encontrada en el año 2001, la que ha sido restaurada por la propia
autora y actualmente está al resguardo del Museo de la Solidaridad en Santiago;
de Héctor Herrera, encontrado en las bodegas del GAM, actualmente en proceso
de restauración; y de Roser Bru; pero en la mayoría de los casos se desconoce su
paradero. Solo contamos con imágenes de algunas obras en su emplazamiento
original disponibles en la web o en el caso de Paulina Brugnoli, imágenes de los
bocetos. Lamentablemente, hay obras de las que no hay ningún registro ni siquiera
por sus propios creadores.
Contexto Estilístico
A comienzos de los años setenta en Chile el lenguaje gráfico tomó gran relevancia,
caracterizado como una síntesis abstracta por medio de un alto contraste formal, con
una carta cromática constituida por colores puros y brillantes; este lenguaje había
comenzado a surgir internacionalmente en la gráfica desde los años sesenta y en
Chile se usó en carteles, ilustraciones, carátulas de discos, libros y revistas. La calle
también fue un soporte especialmente importante para muchas ideas, sobre todo
políticas, representadas en este estilo que recogía la estética latinoamericana del
momento. Un ejemplo de esto es el trabajo del grupo muralista Brigada Ramona
Parra.
150.
Esta síntesis abstracta está presente también en
muchas de las obras de la UNCTAD III, y especialmente
en el trabajo de Roser Bru, sobre todo en el tratamiento
gráfico de las formas y especialmente de los cuerpos
humanos, siendo un lenguaje muy apropiado para la
técnica textil de patchwork.
La Pieza Textil, Estado,
Descripción y Tratamiento
La obra de Roser Bru fue recuperada en el año 2003 por
un coleccionista de arte chileno, quién la encontró en
bolsas de basura en una población en los alrededores
de Santiago (Figuras 1, 2).
Figura 1.
Las piezas al momento
de su recuperación.
151.
Figura 2.
Las piezas al momento
de su recuperación
Conocedor del trabajo de Roser Bru, reconoce la
obra perdida de la artista y procede a rescatarla y
financiar su conservación. Este hecho permite que,
afortunadamente, tres de las cuatro piezas que
formaban el políptico original hayan sido recuperadas.
Las piezas presentaban daños acumulados por
manipulación inadecuada en condiciones no
controladas, expuesto a factores de temperatura y
luz absolutamente inconvenientes. En el examen de
diagnóstico preliminar se pudo reconocer deterioro
físico presente en la pérdida de flexibilidad a causa de la
suciedad acumulada (manchas y mucho polvo), biológico
por acción de insectos, reacciones fotoquímicas de
pérdida de color localizado, debilitamiento en las fibras
y, en algunos casos, rotura de la tela (Figuras 3, 4, 5).
152.
Figura 3.
Insectos en los dobleces
de las piezas.
Figura 4.
Pérdida
de
localizado.
color
Figura 5.
Debilitamiento de las
fibras.
153.
Debido a que la técnica de patchwork, se basa en la
unión de distintos paños a través de costuras, el hilo
con que están hechas estas costuras son de vital
importancia y su estado determina en gran medida
el aspecto general de la obra. En este caso, la mayor
parte de estas uniones se encontraban altamente
deterioradas, con costuras sueltas o descosidas y
puntadas de distinto tipo y colores, visibles a simple
vista (Figura 6).
Figura 6.
Puntadas visibles
simple vista.
a
Luego de retirar el antiguo forro se realizó una primera
limpieza manual con pinceles y mecánica, aspirando
a través de un bastidor con tul por ambos lados. Esto
permitió evaluar y decidir la necesidad de realizar una
limpieza más profunda con una empresa especializada,
para un tratamiento de limpieza química. Teniendo las
piezas limpias se procedió a proyectar el trabajo en base
a dos elementos: por una parte, nuestra evaluación, y por
otro, la decisión de la autora y del coleccionista respecto de
cuánta podría ser nuestra intervención. La determinación
es realizar la menor cantidad de intervención posible. La
autora dio pautas de cómo habían sido construidas las
piezas y aportó con trozos del material que ella había
guardado por más de 30 años y que habían mantenido su
calidad y color original intacto.
154.
Luego se realizó una ficha técnica básica con descripción,
medidas y materiales:
Descripción: políptico de arte textil que consta de tres
piezas independientes.
Una obra mayor, “El pueblo”, con la representación de
un grupo de personas, y dos obras menores, “Hombre”
y “Mujer”, respectivamente en cada paño. Las telas
están realizadas en base a paños cosidos, previamente
recortados y unidos en una técnica de patchwork
trabajadas a la manera del collage.
•
•
•
•
Medidas (finales aproximadas): 258 de alto x
265 de ancho en la pieza mayor y 258 de alto
x132 de ancho en las piezas menores.
Materiales: telas de industria nacional, 100%
lana, estructura de tejido ligamento tela
balanceado, en variados colores.
También se determinaron los principales
daños en las piezas:
Zonas que por el peso habían cedido, dejando
“bolsas” en la superficie (Figura 7).
Figura 7.
Bolsas producidas en la
superficie de las piezas.
155.
•
•
•
Pequeños trozos de tela faltantes y otros agregados.
Hilos cortados o debilitados que ocasionaban desprendimiento o soltura de
las piezas. Hilos debilitados o sueltos visibles a simple vista.
Reparaciones y refuerzos muy visibles realizados en el transcurso del tiempo
por alguien sin contemplar aspectos como el color o la invisibilidad de las
costuras.
En las tres piezas se ocupó la misma metodología, marcando primero las zonas a
trabajar con puntadas flojas sobrepuestas al textil y procediendo luego a reemplazar
la totalidad de los hilos debilitados, cosiendo lo descosido, desmontando las piezas
con bolsas y volviéndolas a coser de forma estirada ocultando los sobrantes, siempre
con costura simple y escondida.
Además de criterios generales, dos temas importantes tuvieron que resolverse de
común acuerdo con la artista y el coleccionista. El primero tiene relación con la firma
de la obra, pues una de las piezas tenía una firma de terciopelo falsa, la que se retiró.
El segundo tiene relación con los largos de las piezas, cuya diferencia era de hasta 12
cm, decidiendo dejar un largo común: 2,58 cm. Los sobrantes quedaron doblados y
ocultos con el forro.
Respecto al sistema original de montaje, pudimos constatar que se había solucionado
abriendo ojales en el doblez superior con tajos hechos directamente en la misma
tela, sin ningún tipo de refuerzo. Antes de implementar el nuevo sistema de montaje,
se cerraron los ojales para evitar algún futuro desprendimiento de hilos. Tomando
en consideración la fragilidad de las piezas el forro nuevo de algodón descrudado, se
afirma con una costura simple en el borde alto de la pieza y cuelga por todo el revés,
fijándose a lo largo del textil solo con algunas puntadas. El sistema para colgar se
realizó con velcro cosido sobre una tela descrudada de refuerzo, instalada en todo el
ancho del borde superior para distribuir el peso en forma pareja.
El embalaje se decidió en base a las condiciones marcadas por el coleccionista, quien
señaló que las piezas estarían almacenadas por un tiempo no previsto en un espacio
limitado y no acondicionado para ellas. Se colocó cada pieza en un tubo con la
medida justa indispensable, acolchado y cubierto con tyvek. Las piezas enrolladas se
forraron con tela de algodón descrudado y el rollo se fijó en varios puntos con cinta
de algodón en la que se identificó el contenido. Entre la pieza y el forro se colocó
naftalina envuelta en algodón (Figuras 8, 9, 10).
156.
Figura 8.
Figura 9.
Imagen final de la pieza “El hombre” .
Imagen final de la pieza “La mujer”.
Figura 10.
Imagen final de la pieza
“El pueblo”.
157.
Referencias
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Cáceres, Y. (14 de diciembre de 2007). Las obras perdidas del Diego Portales.
Revista Qué pasa. Recuperado de http://www.gam.cl/media/upload/
archivo/QUE_PASA_14.12.2007.pdf
•
El Mercurio. (Marzo-abril de 1972).
•
Historia. (s.f.). Gabriela Mistral. Centro de las artes, la cultura y las personas.
Recuperado de http://www.gam.cl/somos/historia/
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Lawner, M. & Maulen, D. (04 de febrero de 2008). UNCTAD III. Santiago
de Chile, 06/1971-04/1972. Arte y crítica. Recuperado de http://antiguo.
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Rodríguez, O. (s.f.). Demasiado tarde. YouTube. Recuperado de www.
youtube.com
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photos/28047774@N04/sets/72157626197938737/
158.
Conservación y Difusión
del Patrimonio Textil del
Fondo Nacional de las Artes
Lucila Pesoa¹
Resumen
Palabras Clave:
La colección de textiles del Fondo Nacional de las Artes
posee un valor representativo de las tradiciones textiles
de todas las regiones de Argentina. Durante décadas
estos objetos permanecieron acopiados en sitios
inadecuados sin criterio ni preservación, sufriendo
diversos agentes de deterioro como contaminantes,
plagas, fuerzas físicas y disociación entre otros. Desde
el año 2013 se implementaron acciones institucionales
para su puesta en valor que incluyeron la investigación
y recuperación de información de los objetos y desde
el año 2014 la aplicación de un plan de conservación
y la articulación de la difusión a través de exhibiciones
temporarias y publicaciones.
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¹
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•
•
Textiles
Tradicionales
Conservación
Accesibilidad
Difusión
Conservadora de la colección de artesanías del Fondo Nacional
de las Artes, Argentina. Alsina 673 Ciudad de Buenos Aires.
[email protected]
159.
Abstract
Key Words:
The textile collection from the National Found for the
Arts has a representative significance of the textile
traditions from all regions of Argentina. For decades
these objects remained stockpiled in inappropriate
places without criteria or preservation suffering
different agents of deterioration as contaminants,
pests, physical forces and dissociation among others.
Since 2013 institutional actions for its value involving
research and retrieval objects, and since 2014 the
implementation of a conservation plan and articulation
of diffusion through temporary exhibitions and
publications were implemented.
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Traditional Textiles
Conservation
Accessibility
Diffusion
Orígenes de la Colección
y Fundamentos de su
Puesta en Valor
En el año 1958, en paralelo con la fundación del
Fondo Nacional de las Artes, el entonces Director de
la institución, el académico, folclorólogo e investigador
Augusto Raúl Cortázar, impulsó el llamado “Plan general
para documentación y estímulo de las artesanías”, que
se aplicaría con gran éxito por más de una década a
través de becas de estudio, relevamientos, exposiciones
y ferias, premios y ediciones de catálogos con el objeto
de preservar a través del patrimonio material las
técnicas, saberes y oficios de los artesanos del país.
El objetivo de este programa sería establecer una
metodología para la puesta en valor no solo desde
el registro e investigación, sino desde el apoyo y la
articulación de programas de ayuda a los artesanos
para establecer precios justos, mejorar sus condiciones
de vida y trabajo e impulsar la difusión y valoración de
estos objetos.
En este contexto, se realizaron filmaciones y registros
documentales a través del organismo con referentes
del cine etnográfico argentino como Jorge Prelorán y
Raymundo Gleyzer. En estos documentales se relataban
las historias de vida de las poblaciones y sus artesanos,
160.
registrando los procesos de manufactura, momento en el que se propiciaron los
contactos para las posteriores adquisiciones de objetos. Estos registros fílmicos se
encuentran tanto en el Fondo Nacional de las Artes como en el Archivo Prelorán
del Human Studies Film Archives del Smithsonian en Washington, y podemos
considerarlos hoy en conjunto con catálogos, fotografías, publicaciones e inventarios,
parte de la documentación y la fundamentación de esta colección.
En el año 1967 se aplica a través del FNA y también por impulso de Cortázar y equipo
el “Régimen para el estímulo a las artesanías y ayuda a los artesanos”, año en el cual
se impulsó una política de adquisición de piezas textiles, cueros, platería, cestería,
imaginería y cerámica, manifestaciones materiales de las tradiciones de todas las
regiones.
La colección de textiles del Fondo Nacional de las Artes creció exponencialmente
entre los años 1967 y 1977, declinando el período de compras en 1978 y siendo
prácticamente nulos los ingresos de piezas a la institución hasta el 2006. En ese
año fueron reactivadas las adquisiciones a través de premios de Salones Nacionales
impulsados por la entonces Directora de la Comisión de Artesanías del FNA Mirtha
Presas, quien puso además en funcionamiento el Programa Federal de Rescate de
Técnicas artesanales que funcionó hasta el año 2015 bajo la presidencia institucional
de Virgilio Tedín Uriburu.
Durante los años iniciales en los que se fomentó la investigación, documentación
y adquisición, la idea de la conformación de una colección no aparece de forma
explícita en las actas institucionales, pero de todas formas es claro que este era el
objetivo, ya que el FNA contrató representantes en muchas provincias del país con la
misión de rastrear a los más eximios artesanos, desde los urbanos a los más aislados
en sierras, valles y montes, para registrar sus trabajos, investigar y adquirir piezas
representativas.
De esta forma, la institución, a través de estos emisarios, estableció relaciones con
tejedoras y tejedores de tradición criolla, mapuche, indígenas del Gran Chaco, del
litoral y del norte y centro del país.
La colección de artesanías del Fondo Nacional de las Artes está compuesta por diversos
materiales, pero sobre todos ellos se destaca la colección de textiles, compuesta por
más de 270 piezas planas y tridimensionales cuyas tipologías, materiales y técnicas
son reflejo de los saberes y oficios textiles del país.
En el acervo existen piezas de pequeño y gran formato, utilitarias y decorativas, de
fibras vegetales como el algodón y el chaguar y de fibras animales como la lana de
oveja y la fibra de camélido.
161.
Las adquisiciones en su momento no fueron acompañadas de una planificación de
reserva patrimonial ni se tomaron medidas para su conservación. Por esta razón,
desde fines de 1960 fueron acopiadas en diferentes dependencias de la institución
en bolsas plásticas y cajas de cartón, dentro placares, depósitos y nichos de oficinas.
Ante la falta de una planificación y de un programa de manejo de colección, los datos
de los inventarios con el paso del tiempo se mezclaron y extraviaron, lo que supuso
no solo una disociación física de los objetos, sino además una pérdida de información
de los mismos.
En el año 2013, y por iniciativa de Mirtha Presas entonces Directora de la Comisión
de Folclore y Artesanías, se convocó a la investigadora textil Celestina Stramigioli,
quien realizó el rastreo de información y realizó la catalogación y documentación de
los textiles del FNA. Este trabajo incluyó el registro fotográfico y la recopilación de
datos de viejos inventarios y fichas disgregadas para poder completar la información
de las piezas, a lo que se le sumó la experticia de Stramigioli para realizar su correcta
descripción y documentar datos como técnica, hilado, densidad, tintes y otras
informaciones relevantes para consolidar la colección como tal.
Al finalizar esta labor de investigación y evaluando el estado de los objetos y su
guarda, se determinó pasar a una segunda etapa, eje de este trabajo, que contempló
la conservación de la colección y el acondicionamiento de sitios de guarda dentro del
edificio sede.
Plan de Conservación y Almacenaje
de la Colección Textil del FNA
Este plan constó de las siguientes etapas: ubicación de las piezas disociadas en
dependencias del edificio y acondicionamiento de un sitio adecuado de trabajo para
manipular los textiles. Diseño de un reporte de condición y relevamiento de deterioros.
Limpieza y marcaje. Construcción de contenedores de conservación. Refacciones de
los espacios seleccionados para depósito. Evaluación de las condiciones climáticas y
monitoreo de plagas. Establecimiento de protocolos de traslado de piezas, rutinas
de limpieza y chequeos. Registro fotográfico del proceso y elaboración de informes.
Los recursos económicos fueron limitados, por lo que se planteó el objetivo de
conseguir las mejores condiciones posibles de conservación en un contexto de
escaso espacio físico y presupuesto.
Se pensaron modalidades, quizás no ideales, pero realistas y sostenibles para mejorar
la situación de la colección con elementos que se puedan renovar sin grandes costes
y con el mayor aprovechamiento posible del espacio.
162.
Ubicación de las Piezas y
Adecuación de un Sitio de Trabajo
El primer contacto con la colección se realizó recolectando los objetos de las
dependencias del edificio en las cuales estaban almacenados.
En estas primeras acciones se determinaron además los sitios posibles para
acondicionar los lugares de guarda.
Los textiles se encontraban doblados y apilados en cajas de cartón y bolsas de plásticas
en un depósito, una oficina, un armario y un gran cofre de madera en un lugar de
paso, junto con otros materiales como cuero, platería, maderas y cerámica, objetos
también de la colección del FNA, por lo que fue necesario sectorizar el patrimonio
como primera medida (Figuras 1, 2, 3).
Figura 1.
Estado inicial de los
textiles y sus sitios de
guarda.
163.
Figuras 2 y 3.
Estado inicial de los
textiles y sus sitios de
guarda.
164.
Se acondicionó la parte delantera del sexto piso de
la institución, uno de los pocos sitios con luz natural
abundante y espacio suficiente para colocar dos mesas
grandes para manipular los objetos con comodidad.
En este espacio se almacenaron los materiales de
conservación que se adquirieron para realizar los
trabajos (Figura 4).
Figura 4.
Sitio
provisorio
de
trabajo y construcción
de contenedores de
conservación.
Tipologías de Textiles
en la Colección
Gran formato:
ponchos, mantas, alfombras, matras, peleros, cojinillos.
Mediano formato:
caminos, redes, indumentaria, bolsas, alforjas, encajes.
Pequeño formato:
chuspas, fajas, hondas, sogas, tulmas.
165.
Limpieza, Marcaje y Construcción de Contenedores
Se realizó limpieza por aspiración controlada en todos los casos y limpieza mecánica
con pinzas y pinceles cuando fue necesario, en casos de suciedad adherida o restos
de ataque biológico. Se hallaron en algunas pocas piezas restos de estuches de larvas
de polilla; estos textiles fueron puestos en cuarentena a fin de descartar la presencia
activa de insectos.
Fueron retiradas antiguas etiquetas adhesivas, restos de tanzas y alfileres de montajes
inadecuados. Se realizaron marcajes por costura sobre cinta extra fort rotulados con
marcador indeleble y en el caso de encajes y piezas muy delicadas se realizó en forma
de marcaje flotante con una sola puntada de costura.
Los contenedores se construyeron con polipropileno corrugado en forma de cajas
con tapa exenta para el almacenamiento de textiles en plano o pequeños enrollados.
Los textiles planos de gran formato se almacenaron enrollados en tubos de cartón
prensado, aislados con aluminio de alto gramaje y género de algodón con cubierta de
lienzo y sujeciones de cinta hilera de algodón. Se colocaron etiquetas con el número
y la fotografía del objeto para evitar manipulaciones innecesarias (Figuras 5, 6, 7).
Figura 5.
Contenedores
para
textiles de mediano y
pequeño formato.
166.
Figura 6.
Contenedores
para
textiles de mediano y
pequeño formato.
Figura 7.
Textiles enrollados con
etiquetas y fotografía.
167.
Relevamiento de Deterioros
y Reporte de Condición
En general, los textiles presentaron los siguientes deterioros: suciedad superficial
y adherida, presencia de nudos de tanza y alfileres oxidados, presencia de viejas
etiquetas autoadhesivas, deformaciones, hilos cortados y sueltos, abrasión, restos
de insectos y perforaciones por ataque biológico en pocos casos.
Los deterioros se volcaron en un reporte de condición elaborado para el FNA teniendo
en cuenta las características de la colección.
Sin embargo, estos se realizaron de forma separada a las fichas de investigación
y ambos documentos se completaron en formato de texto, por lo que se deberá
realizar un trabajo a futuro sobre una plataforma que sea efectiva para poder cruzar
datos y hacer rápidamente accesible la información.
Adecuación de Espacio para Depósito
En el sitio designado para depósito se realizaron modificaciones para colocar los
textiles de gran formato. El espacio tenía viejas estanterías de madera y se encontraba
muy deteriorado; sin embargo, no había presencia de humedad en las paredes. Se
desarmaron las viejas estructuras de madera, se repararon las paredes y se hizo
un cerramiento con Durlock y aluminio para bloquear una ventana corrediza que
dejaba ingresar demasiada luz y polvo. Las paredes cercanas a los textiles se aislaron
con paneles de Durlock anti humedad. Se pintó el piso, se colocó un artefacto de
iluminación en el techo y una sola toma eléctrica cercana a la puerta de entrada
anulando las restantes, de esa forma se minimizó el riesgo de incendio por falla
eléctrica (Figuras 8, 9).
168.
Figuras 8 y 9.
Espacio
de
reserva
antes y después de las
reformas.
169.
Este depósito no contó con el suficiente metraje para implementar un sistema
de colgado de textiles enrollados, siendo esto lo ideal ya que los textiles quedan
suspendidos sin estar en contacto con ninguna base. Sin embargo, esta posibilidad
tuvo que ser descartada y se resolvió aprovechar el espacio colocando la mayor
cantidad de estantes posibles para apoyar los textiles enrollados. Estos son rotados
con frecuencia para minimizar la presión de apoyo en un solo punto. Los estantes de
madera fueron pintados con pintura epóxica y aislados con espuma de polietileno
(Figuras 10, 11).
Figuras 10 y 11.
Colocación del
patrimonio en su nueva
reserva.
170.
Se solicitó como parte de las refacciones la instalación de un deshumidificador, ya
que es fundamental poder controlar las fluctuaciones de humedad, pero hasta la
fecha no ha sido adquirido. Si bien la temperatura se mantiene relativamente estable
entre 18 y 25 grados, la humedad registró picos de hasta 80% en los meses de
mayo, junio y marzo. Esto aumenta el riesgo de proliferación de hongos e insectos,
provoca la contracción y dilatación de los materiales y facilita las reacciones químicas
que pueden ocasionar pérdida de color y debilitamiento de las fibras, entre otros
deterioros (Azón, 2011, p. 12). Para minimizar las consecuencias, los días de mayor
humedad se colocan ventiladores para evitar estancamientos y concentración de
valores de HR (Durá, 2012, p. 51).
Se adecuó en la planta baja el armario de guarda para colocar los contenedores de
polipropileno y textiles enrolados de mediano formato. Fue necesario trasladar el
patrimonio no textil allí depositado a otro sitio, realizar una limpieza intensa y una
fumigación preventiva antes de la colocación de los contenedores (Figura 12).
Figura 12.
Armario acondicionado
con
el
patrimonio
colocado
en
sus
contenedores.
171.
Difusión de la Colección
La difusión de la colección en 2015 incluyó la planificación de una exhibición de más
de 150 piezas en la Ciudad de las Artes de la Universidad Provincial de Córdoba. “De
hilados y cobijos” fue la primera exhibición de textiles de la institución en donde
se aplicaron criterios de conservación. El montaje se realizó con soportes colocados
por costura, los encajes se montaron en tul de poliéster y se utilizaron géneros
descrudados y cintas aptas conservación evitando clavados y atados. Se utilizaron
vitrinas para los objetos pequeños y se controló la iluminación.
El resultado fue una exhibición de calidad que disfrutaron miles de personas junto a
charlas y talleres sobre la temática dictados por especialistas.
A raíz de la investigación de la colección de textiles del FNA, y por iniciativa de Mirtha
Presas y Celestina Stramigioli, se comenzó a producir un libro/catálogo razonado
que se publicará en 2017 llamado “La Argentina textil” convocando además a otros
investigadores que analizaron la colección.
Se presentó, además, un proyecto para incorporar la colección al Conar (Colecciones
Nacionales Argentinas), plataforma digital del Ministerio de Cultura de la Nación
que pone en dominio público la información de los objetos con fotografías. Esta
plataforma también provee de una plataforma interna para registro de colecciones
con la posibilidad de carga de datos y fotografías, que supliría la falta de base de datos
de documentación de colecciones en el FNA, herramienta necesaria y fundamental
para completar y controlar inventarios, cruzar datos y hacer accesible la información.
172.
Conclusión
Desde el 2014 hasta hoy se han mejorado notablemente las condiciones de
conservación de la colección de textiles del FNA. Sin embargo, aún falta mucho por
hacer. Se deben asegurar las óptimas condiciones climáticas de almacenamiento,
destinar más espacio para reserva, nuclear la información y establecer un archivo
de documentación. Es urgente además la aplicación de un plan de emergencia y la
incorporación de más recursos humanos y económicos.
No resulta sencillo introducir criterios de conservación en una institución que nunca
había implementado medidas sobre esta colección. Si la investigación fue el punto
de partida para la decisión de emprender un plan de conservación, este, al ser
implementado puso en evidencia las décadas de desatención y conecta al organismo
con las necesidades básicas de preservación de sus acervos. La responsabilidad de
extender su vida en el tiempo dependerá de la valoración que el FNA tenga sobre su
propio patrimonio e historia y de las acciones efectivas que se lleven a cabo.
La comunicación de la colección está en estrecha relación con su preservación. Si
es inaccesible, su información está disgregada y su documentación inconexa e
incompleta, los objetos tenderán a separarse, a ser robados, trasladados y utilizados
para otros fines hasta ser olvidados.
Esta colección fue creada con una misión: preservar a través de los tejidos las
tradiciones textiles de todo el territorio nacional en un contexto de valoración de la
multiplicidad cultural y el respeto por las técnicas y oficios. La continuidad de esta
misión depende directamente de la investigación, la conservación y la difusión de
este valioso patrimonio.
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Referencias
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Cáceres, Y. (14 de diciembre de 2007). Las obras perdidas del Diego Portales.
Almacenamiento de textiles extendidos. (2014). Notas del ICC, 13(2).
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Almacenamiento de textiles enrollados. (2014). Notas del ICC, 13(3).
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•
Azón, M. M. (2011). Colleccions d'etnologia, conservació preventiva.
Catalunya: Departamento de Cultura.
•
Durá, C. E. (2012). La conservación preventiva durante la exposición de
material textil. España: Trea.
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Muñoz-Campos, P. (2011). Espacios para el tratamiento y conservación de
las colecciones. Revista del Comité Español del ICOM, 3, 22-30.
•
Quintana, S. R. (2008). Manual de registro y documentación de bienes
culturales: marcaje de bienes culturales. Santiago: DIBAM.
Agradecimientos
A Mirtha Presas por impulsar incansablemente la puesta en valor de la colección, a
Celestina Stramigioli por su investigación y colaboración y a Silvana Di Lorenzo por su
generosidad profesional.
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