UN REGRESO SOBRE “LA ÉTICA...” DE WEBER
(Y SOBRE SU VALOR EPISTEMOLÓGICO)*
A STUDY ON “PROTESTANT ETHICS AND THE
SPIRIT OF CAPITALISM” OF MAX WEBER
(AND OF ITS EPISTEMOLOGICAL VALUE)
UM RETORNO SOBRE "A ÉTICA..." DE WEBER
(E SEU VALOR EPISTEMOLÓGICO).
Pablo Ferrara LL.M.a
[email protected]
Fecha de recepción: 05 de julio de 2017
Fecha de revisión: 17 de septiembre de 2017
Fecha de aceptación: 02 de octubre de 2017
RESUMEN
El objetivo del presente trabajo es determinar el tenor científico
de la sociología de la religión a través de una reflexión acerca de su
método y el de sus fuentes. A tales fines y con el objeto de honrar
su nacimiento, se ha elegido a “La Ética Protestante y el Espíritu del
Capitalismo” -su piedra fundacional- como la obra a ser analizada.
Para ello, es necesaria una breve introducción acerca del concepto
de ciencia -sus implicancias y sus derivaciones-, así como también
una somera descripción de la circunstancia histórica en la que
la producción de la obra en análisis tuvo lugar. A la postre, será
desarrollado el estudio de su episteme, arribando oportunamente a
las conclusiones parciales y definitivas.
* Artículo de investigación científica y tecnológica
a. Legal Technician at the Argentine Honorable Chamber of Deputees (HCDN). Also, he is Of
Counsel at Estudio O’Farrell (Buenos Aires, Argentina) and at Woöss and Partners (Ciudad
de México, México), Chair of the IBA Public Law Committee, Co-Director at IDEAS para
una Nueva Argentina, and member of the Political Comission at the Argentine Institute of
Energy “General Mosconi” (http://web.iae.org.ar/). Previously, he was Assistant Professor
at the South China Sea Institute, Xiamen University (Xiamen, People”s Republic of China),
Post-Doctoral Researcher at the Groningen Centre of Energy Law (Groningen, The
Netherlands), and Visiting Fellow at the Max Planck Institute for Comparative Public Law
and Public International Law (Heidelberg, Germany). He obtained is LLB at the University
of Buenos Aires (Buenos Aires, Argentina) and his doctorate at the University of California
at Berkeley (Berkeley, California). He worked as associate in Energy Law (Brons & Salas;
Baker & McKenzie) and in ICSID arbitration (M&M Bomchil). His areas of interest are
Energy Law, Law of the Sea, International Environmental Law and Dispute Settlement.
MISIÓN JURÍDICA
Revista de Derecho y Ciencias Sociales
Bogotá, D.C. (Colombia)
Colaboradores Externos Internacionales
Núm. 14 Año 2018
Enero - Junio, pp. 79 - 96
ISSN 1794-600X
79
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
PALABRAS CLAVES
Epistemología social. Max Weber. La ética
Protestante y el espíritu del capitalismo.
ABSTRACT
The aim of the present work is to determine
the scientific tenor of the sociology of religion
through a reflection on its method and that of
its sources. To these ends and in order to honor
its birth, "Protestant Ethics and the Spirit of
Capitalism" - its foundational stone - has been
chosen as the work to be analyzed. This requires
a brief introduction about the concept of science
- its implications and its derivations - as well as a
brief description of the historical circumstance in
which the production of the work under analysis
took place. In the end, the study of its episteme
will be developed, arriving in a timely manner to
the partial and definitive conclusions.
KEY WORDS
Social epistemology, Max Weber, Protestant
ethics and the spirit of Capitalism.
RESUMO
O objetivo do presente trabalho é determinar
o temor científico da sociologia da religião
através de uma reflexão sobre seu método e sobre
suas fontes. Para esses fins e para honrar seu
nascimento, escolheu-se "A Ética Protestante e o
Espírito do Capitalismo" - sua pedra fundamental
- como o trabalho a ser analisado. Para isso, uma
breve introdução sobre o conceito de ciência suas implicações e suas derivações - é necessária,
bem como uma breve descrição da circunstância
histórica em que ocorreu a produção do trabalho
em análise. No final, o estudo de sua episteme será
desenvolvido, chegando no tempo às conclusões
parciais e definitivas.
PALAVRAS-CHAVE
INTRODUCCIÓN
“...qué pase a ser objeto de la investigación, y en qué
medida se extienda ésta en la infinitud de las conexiones
causales, estará determinado por las ideas de valor
que dominen al investigador y a su época. En cuanto al
‘cómo’, al método de la investigación, el ‘punto de vista’
orientador es determinante –como hemos de ver- para
la construcción del esquema conceptual que se empleará
en la investigación. En el modo de su uso, sin embargo, el
investigador está evidentemente ligado, en este caso como
en todos, por las normas de nuestro pensamiento. Pues
la verdad científica es lo que pretende valer para todos
aquellos que quieren la verdad.”.
Max Weber*
Un siglo
Efectivamente. Pasaron los años 1904 y 1905
y de su transitar nació la sociología de la religión,
una nueva cara para la sociología, esa actividad
racional munida de “...tanta relación con el artista
como con el investigador científico.”1.
Por su parte, no pudo ser otro que Max Weber el
promotor de este nuevo espectro para la ideología
sociológica clásica. Un día, en su pensamiento, “...
la moral de la convicción...” comenzó a aparecer
como “...una de las expresiones posibles de una
actitud religiosa.”2. De allí, al quid del objetivo
epistemológico que prosiguió –determinar en qué
medida las concepciones religiosas han influido
sobre la conducta económica de las diferentes
sociedades-, hubo solo un paso3.
Ahora bien, la duda que nos puede invadir al ser
testigos de ese paso y analizarlo detenidamente, es
la de su firmeza, es decir, el de la racionalidad de
su proceder. Para determinar dicha racionalidad,
probablemente sea necesario alejarse un poco, a fin
de tener una imagen más precisa del marco en el que
tiene lugar. Nos encontraremos, entonces, ante el
valor racional de su actividad madre –la sociología-,
y si vamos un poco más allá, con el de su contexto de
inserción general: las ciencias sociales.
Epistemologia social. Max Weber. A ética
protestante e o espírito do capitalismo.
* Weber, M., Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos
Aires, Amorrortu, 1973, p. 73.
1. Nisbet, R., La formación del pensamiento sociológico,
Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1969, T. I., p. 34.
2. Aron, R., Las etapas del pensamiento sociológico, Siglo Veinte,
1976, T.I, p. 261.
3. Ver Aron, R., Op. cit., p. 261.
80
Pablo Ferrara Ll.M.
Ese es, en definitiva, el objetivo del presente
trabajo: determinar el tenor científico de la
sociología de la religión a través de una reflexión
acerca de su método y el de sus fuentes. A tales
fines y con el objeto de honrar su nacimiento, se
ha elegido a “La Ética Protestante y el Espíritu del
Capitalismo” -su piedra fundacional- como la obra
a ser analizada.
Ahora bien, para realizar correctamente la labor
enunciada, será necesaria una breve introducción
acerca del concepto de ciencia -sus implicancias y
sus derivaciones-, así como también una somera
descripción de la circunstancia histórica en la que
la producción de la obra en análisis tuvo lugar.
Posteriormente, será desarrollado el estudio
de su episteme, arribando oportunamente a las
conclusiones parciales y definitivas.
Efectuada una debida introducción a la
labor que nos congrega, corresponde -ahora síabocarse por completo a ella.
1. EL TENOR CIENTÍFICO (A MODO DE
PRÓLOGO)
1.1 Lo científico y su método
A lo largo de su historia, es posible afirmar
que la doctrina científica ha conocido dos grandes
vocaciones de conocimiento. La inicial, privilegiada
de las edades premodernas, se caracterizaba por
distinguir y asignar áreas de conocimiento a las
ciencias teóricas o especulativas y las ciencias
prácticas; la siguiente etapa, típica de los últimos
siglos, denostaba a las ciencias especulativas al
punto de postular su desaparición4.
Ahora bien, por definición se entiende que en
la generalidad de su sentido la ciencia es objetiva5.
“Así, el conocimiento es, por su parte, científico si
es objetivo, estrictamente; no es científico si no es
objetivo; el conocimiento científico es científico
porque es objetivo, etc.”6. De esta manera, esa
4. Strasser, C., La razón científica en política y sociología,
Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979, p. 35.
5. “La fetichización principia por creencias personales íntimas
en cuanto a que los conocimientos ‘científicamente’ alcanzados
son por sí, en un cierto sentido, objetivos y por ende concluyentes,
aunque no sean completos; y remata a su vez, en creencias
sobre la incomparable utilidad que rinde el conocimiento
verdaderamente ‘científico’.” (Strasser, C., Op Cit., p. 43). Ver,
asimismo, Strasser, C., Op Cit., p. 114 y 115.
6. Strasser, C., Op Cit., p. 45.
objetividad de la que la ciencia goza la hace sobre
todo un modo persuasivo7 de conocimiento.
Claramente, partir del señalamiento de que
lo científico es, en tanto conocimiento transsubjetivo, el producto de una persuasión8 fundada
en la objetividad, puede llevar a reparar en
que la ciencia depende estrechamente de la
convención y el consenso entre aquellos cuya
voluntad de aceptación es requerida: los iniciados
en el orden académico e investigativo9. Señalar
esto no es señalar una cuestión de hecho, de
orden contingente y cuya explicación sería
en consecuencia de naturaleza meramente
sociológica10. No se trata aquí de apuntar a la casi
banalidad de que en los hechos se tiene y tendrá
por científico a lo que los investigadores convienen
y consienten como tal. Se trata, en cambio, de
mostrar algunas condiciones de posibilidad de
la ciencia como tal y de ver qué entrañan ellas,
especialmente para las disciplinas sociopolíticas. Y
es que, sin duda, los “...científicos no tienen libertad
ilimitada, ni mucho menos, para convenir y consentir
‘cualquier cosa’. (...) Hay en el orden de la ciencia
un fortísimo componente de racionalidad que,
diríamos, se impone él mismo a los científicos.”11.
7. “...estos conocimientos ‘algo tienen de objetivos’ y ese algo es,
hasta ese punto, objetivo, real, verdadero, un haber conocido
definitivamente, una ‘parte’ tal o cual, de la realidad. El creyente
acude entonces a su fuero interno, y borrosamente, a proposiciones
como ‘de algún modo verdadero’, ‘de algún modo objetivo’, ‘de algún
modo concluyente’, y su creencia se corresponde con una suerte de
focalización que dispone sólo sobre el último término de cada cual.”
(Strasser, C., Op Cit., p. 44 y 45).
8. “El producto conforme método científico no es jamás el
producto del método científico sino de la conjunción de este con
aquella inteligencia o modo de inteligir que se sirve de él. (...)
Considerada en absoluto, la vis persuasiva del producto, aún si
conforme a método científico, no depende sólo, por supuesto, de
las formalidades de su constitución. En rigor, puede depender de
factores teóricos y/o lógicos y/o estéticos y/o éticos y/o del método
(técnicas inclusive) con que el producido ha sido conformado y
puesto a prueba; y ello, a la vez, sucesiva o alternativamente. (...)
En cuanto a la mayor vis persuasiva (comparativamente) del
producto ‘conforme’ método científico, que se supone dada por la
metodología de su conformación, tiene algo de un espejismo, en
parte consecuente con lo anterior. Por un lado, ‘el’ método es, en
rigor, una colección de elementos metodológicos varios, incluso
una combinación lógicamente concebible de otros métodos (así, el
inductivo y el deductivo)...” (Strasser, C., Op Cit., p. 65 y ss.).
9. “...dicho del modo más general, la razón se encierra normalmente
dentro de lo que se acepta en cada período, esto sin perjuicio de
que los distintos períodos registren unas cuantas y fundamentales
aceptaciones comunes a todos...” (Strasser, C., Op Cit., p. 94).
10. Martínez Castilla, Santiago, La burocracia: elemento de
dominación en la obra de Max Weber, Revista Misión Jurídica,
2016, Vol .10, No. 12, p. 141 – 154.
11. “El eventual consenso será, ya por su parte, el producto de
una persuasión racional (aunque la persuasión racional no sea,
a su vez, exclusivamente la obra de una lógica ni de una Razón
universal y pura).” Strasser, C., Op Cit., p. 94.
81
ISSN 1794-600X Número 14 Enero - Junio de 2018
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
Precisamente, esta racionalidad12 surge del hecho
de que los conocimientos científicos pueden –ex
iure- ser racionalmente convenidos-consentidos
como conocimiento demostrado en la realidad13 y
demostrar así una objetividad no necesariamente
externa. Asimismo, es esta racionalidad persuasiva
la que hace que los conocimientos científicos
puedan ser transmisibles14.
Por su parte, el método científico15 no lo
cumplimentaría tanto algún investigador o
investigación en especial cuanto una comunidad
científica de una época16 y campo, por la cooperación
o complementación -voluntaria o involuntaria- que
se registrara de hecho en su interior y ello hasta
donde efectivamente se registrase. Esto, puesto que
tanto en la realidad histórica como en la posible no
hay sino otros métodos en acción, cuyas acotaciones
parecen no tener mayor fuerza y cuyas oposiciones
y acotaciones se dejan sin cuidado. Ergo, se podría
afirmar sin temor alguno a equivocarse que el método
científico es cumplimentado por comunidades
como si no fuese otra cosa que una norma17, como
12. “Por cierto, no todo es pura Razón en el mundo de la ciencia;
ni lo que hay en él de Razón –mucho, aunque no sea todo- es una
razón única, de système, y definitiva, sino, ‘sólo’, la racionalidad
cognoscitiva alcanzada en un momento dado de la historia.
Pero, como sea, esta racionalidad legítima es largamente
determinante de lo que puede, y limitativa de lo que no puede,
en ese tiempo dado, convenirse y consentirse y consentirse como
científico legítimamente.” (Strasser, C., Op Cit., p. 46).
13. “...la convicción, aún si es obra de una persuasividad
racionalmente fundada, ya en principios depende de una variedad
cambiante de factores: no hay caso que pueda ser de otro modo, ni
siempre y solamente una función de la objetividad supuestamente
demostrada. En cuanto a la racionalidad misma, por último, no ha
de creerse que es una base pura e impecable (pero tampoco que, por
ello, provea un sustento insatisfactorio...” (Strasser, C., Op Cit., p. 47).
14. “Si la ciencia es transmisible como conocimiento, lo es porque
es racionalmente persuasiva de que lo suyo, aquello que transmite
es conocimiento. (...) Aquí tenemos, parece, la condición primera
de la ciencia...” (Strasser, C., Op Cit., p. 53).
15. “La observación medida, la formulación de hipótesis testables,
y su control y verificación empírica estrictos, en lo posible por
vía de experimentación, todas estas etapas del método científico
implican necesariamente entidades observables de dimensiones
manipulables.” (Strasser, C., Op Cit., p. 86).
16. La sociología no es una esencia cuya naturaleza sea eterna,
sino una actividad compleja, más fácil de comprender si se
analizan las diversas formas en que los maestros reconocidos la
han practicado. No se puede decir que algún [sociólogo] o alguna
época histórica la hayan definido de modo terminante, así como
ningún pintor ni escuela pictórica ha llevado a la práctica todo
lo que entendemos por pintura. Si la sociología abarca algo más
que lo expresado por cualquier gran sociólogo, se justifica en
parte suponer que constituye una empresa cuyas características
se revelan con más claridad a lo largo del tiempo.
17. “...la idea del método científico sería útil para establecer
y corregir las ‘desviaciones’ en que se incurre respecto de un
modelo esencialmente isomórfico de una realidad empírica (la
de la práctica científica) legítimamente tipo-idealizada; en el
un método cuyo examen lógico, teórico y práctico lo
postula como superior en función de sus bondades18, y
único como consecuencia de ello.
Sin embargo, conviene hacer aquí una pausa,
pues las cosas no son así de incólumes, tal y como
se han descrito. Hay otros caracteres contrapuestos
que le son tan propios como los ya mencionados. En
primer lugar, se puede decir que esa transmisibilidad
de la que gozan la ciencia y su método depende
primeramente de la incorporación de su destinatario
al mundo y lenguaje del transmisor19, ya sea para
una asimilación precaria o transitoria, al solo efecto
de recibir la comunicación20. En segundo lugar, el
método científico no se ocupa de posibilitar la visión
de lo que está objetivamente allí, sino de aprender a
ver de cierta manera lo que el exterior ofrece21. Por
último, se puede afirmar que la alta transmisibilidad
del producto del método como conocimiento
depende, sin lugar a dudas, de su capacidad
persuasiva22 de la comunidad de receptores.
Ahora sí, tal y como se ha podido apreciar,
el método científico ha sido fundado por la
epistemología como una norma signada por
un empirismo y un naturalismo dados23. De
segundo, para reglar la propia práctica científica mediante un
paradigma normativo.” (Strasser, C., Op Cit., p. 56).
18. Strasser, C., Op Cit., p. 57.
19. En este punto merece una mención el rol particular que juega
el lenguaje en las ciencias sociales. Para un análisis abarcativo
del mismo, ver Giddens, A., Central Problems in Social Theory,
University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 245 y ss..
20. Strasser, C., Op Cit., p. 59 y ss..
21. Strasser, C., Op Cit., p. 63 y ss..
22. “...orthodox sociology relied upon an oversimple revelatory
model of social science, based upon naturalistic presumptions.
(…) …under some circumstances, it is pointed out, the findings
claimed by scientists are resisted by those who choose to cling
on to their stablished beliefs or conceptions. Those findings
are rejected or ignored, either because of vested interests that
are threatened by them, or because of the inertia of habit of
prejudice.” (Giddens, A., Central Problems in Social Theory,
University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 248).
23. Es interesante, en este punto, detenerse un instante para analizar
esa normatividad carácterística del producto de las ciencias socials.
En ese aspecto, resulta concluyente la opinión de A. Giddens: “I want
to propose that laws certainly do exist in the social sciences, if ‘laws’
be understood in a comprehensive sense to refer to generalisations
of a causal character; there only appears to be a dearth of laws in
social science if such generalisations are dismissed as unimportant
or wanting by comparison with those to be found in certain areas of
natural science. (...) But there are two principal reasons to suppose
that social scientific laws, even in those areas where quantification
is most feasible, will be differentiated from those characteristic of
the various fields of the physical sciences. (...) The first concerns the
underdetermination of theories by facts. The second reason (…)
concerns a deep-rooted difference in logical form between laws in
the social sciences as compared to those found in natural science.
Laws in the social sciences are historical in character and in principle
82
Pablo Ferrara Ll.M.
este modo, “Cuanto más naturalista la práctica
científica, tanto más podrá cumplimentar en
su detalle y su secuencia el proceder de dicho
método.”24. Sin lugar a duda
(...) este conjunto insta a incurrir en una falacia y
en un severo descarrilamiento. La falacia es que las
ciencias no naturales son menos exitosas (...) porque
se ajustan menos al método científico y, seguramente,
en la misma medida en que así lo hacen. Para
empezar, si es cierto que estas ciencias no-naturales
emplean y se ajustan menos al método científico
según se nos define, ello no es tanto por vocación de
ignorar un supuesto paradigma normativo de toda
actividad científica cuanto porque hay una necesaria
relación de adecuación entre el objeto y el método
propios de cada disciplina; y no se ha consentido
hasta aquí que ese método científico naturalista sea,
no ya el único, sino ni siquiera el más adecuado al
objeto de la ciencia política y la sociología; ni tampoco
que el objeto de las ciencias naturales y el objeto de
las ciencias sociales sean homogéneos25.
Así, lo que verdaderamente puede invocarse
en el haber del naturalismo, no es mucho más
que esto: constitución de incontables teorías de
menor importancia y muy inciertas; producción
de información fáctica cuyo valor científico se ha
sometido a condición suspensiva; acuñación de una
infinidad de conceptos cuyo valor científico también
está sujeto a la misma condición suspensiva;
desarrollo de técnicas y otros instrumentos de
observación y medición; y una serie de aperturas de
función solamente heurística.
1.2 El Objeto de la Ciencia
Ciertamente, la investigación científica no ha de
rebasar la capacidad de medir ni de controlar lo que
el científico tenga a su disposición. No debe mostrarse
indócil a las artes y los instrumentos movilizables
por el científico, pues en cuanto el objeto excede esas
capacidades, la cientificidad se resiente y el investigador
ha perdido el manejo de la situación. La condición de
manipulabilidad se traduce, así, en la necesidad de un
ajuste entre el objeto y el método, en una significativa
determinación del objeto por el método26.
mutable in form. ” (Giddens, A., Central Problems in Social Theory,
University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 242 y 243).
24. Strasser, C., Op Cit., p. 68.
25. Strasser, C., Op Cit., p. 71.
26. Ver Strasser, C., Op Cit., p. 87 y ss..
Pero la determinación configurativa del
objeto por el método27 no ocurre únicamente en
tal supuesto casi perfecto28 y, de todos modos,
contingente o no, estrictamente necesario. En
general, si un objeto de investigación tiene que
ser (porque así se ha optado) científicamente
tratable, entonces el objeto será lo que tiene
que ser o no será objeto de investigación; por
lo menos no de una investigación científica en
términos de la ortodoxia. Si la decisión es tratarlo
científicamente, así sea ajuste mediante, pues
entonces será lo que tiene que ser: tratable. Todo
científico que se plante en la ortodoxia irá del
método al objeto, según como el primero permite
al segundo estar constituido para llegar a ser29.
Por su parte, a diferencia de las ciencias naturales
y exactas, la parte principal del conocimiento
científico de las cuestiones sociales no trasciende
la calidad de plausible. Y la plausibilidad, por
definición, conlleva grados no terminantes de
verificación30. Pero sí, a pesar de tal insuficiencia,
esta modesta corroboración se entiende como
que abona la credibilidad del enunciado, y ello es
-en rigor- porque otros factores más apuntalan
semejante confianza: debe notarse que, por su
sola cuenta, un grado módico de probanza no
tiene bastante sugestión él mismo ni es, entonces,
quien de verdad confiere el carácter de plausible a
la proposición dada. Librada a sus propias fuerzas,
27. Si bien los sociólogos no han no se han interesado en igual
medida por todos estos problemas, se ha establecido, en cuanto
a la identidad de los problemas, un consenso que justifica la
creencia de que estas preocupaciones han sido permanentes. Y
la circunstancia de que los sociólogos hayan disentido, a menudo
violentamente, respecto de las soluciones, no desmiente que haya
un objeto común de estudio. Lo que importa es la continuidad
de las preocupaciones, no la unanimidad de las respuestas. El
acuerdo en cuanto al objeto de estudio presupone, a su vez, que
aquellos a quienes les interesa ampliar el saber dentro de un
campo determinado coinciden en cuanto a lo que es pertinente
para dicho objeto y lo que debe excluirse. El sociólogo debe tener
en claro qué es sociológico y qué no lo es.
28. De este modo, los conceptos y categorías que constituyen
nuestra comprensión sociológica nos ayudan a deducir
conexiones entre los fenómenos sociológicos; introducen
algún orden en lo que podría parecer, de o contrario, un caos
irremediable de actividades; median entre nosotros y el mundo
social que procuramos hacer inteligible; crean una zona de
conocimiento determinado y con ellos nos ayudan a separar los
fenómenos pertinentes de los que no lo son.
29. Corredor, E. El paradigma discursivo del derecho La legitimidad
pos-weberiana y “el encierro protector del filósofo-rey” en Habermas.
Revista Misión Jurídica, 2011, Vol. 4, No. 4, p.p. 121 – 134..
30. La sociología puede ser diferenciada de otros métodos de
extraer verdades, tales como la visión mística, el rito secreto, las
verdades de conciencia o el sentimiento íntimo, porque pretende
referirse a verdades públicamente alcanzadas y públicamente
demostrables.
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ISSN 1794-600X Número 14 Enero - Junio de 2018
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
esa corroboración no pagaría sino, sobre todo, con
dudas, alertaría sobre la endeblez de la hipótesis,
provocaría hesitaciones y reexamen. Es entonces
cuando la gran malla de solidaridad31 de los
conocimientos adquiere una singular relevancia en
las ciencias sociales, y ello debido al carácter solo
plausible de sus teorías o hipótesis, que pone a tal
red de conocimientos en danza todo instante.
Precisamente, los conocimientos que toma
como en préstamo una proposición cualquiera
para llegar a la formulación de lo que es propio
de sí misma -desde los valores del estudioso hasta
conceptos, hipótesis y teorías de otros ámbitos32-,
trascienden en su origen la circunstancia conexa
al objeto para abordar la de su investigador33.
1.3 El Sujeto de la Ciencia
Es una creencia contemporánea que los valores
y juicios de valor personales del sujeto de estudio
tienen una presencia ubicua y persistente a lo largo
de su trabajo. A diferencia de lo que se postulaba
antiguamente –por Max Weber, entre otros-, las más
de las veces la influencia de la tendencia valorativa
del científico no sería manifiesta solamente antes
y después del acto científico, sino también durante
el mismo34. Y tampoco lo sería de un modo casual
o involuntario, ni por una supuesta infidelidad a
principios que seguirían siendo sanos y viables
independientemente de supuestas incompetencias
o meros descuidos, sino por fuerza, constituyendo
31. Ver Strasser, C., Op Cit., p. 143 y ss..
32. “Enunciados y discursos científicos se apoyan o encuadran
y articulan en conjuntos más vastos que los suyos declarados.
Consciente e inconscientemente, toman en préstamo conceptos y
teorías ‘ajenos’; requieren también el concurso de hipótesis y leyes
en cuyos conocimientos antecedentes pueden descansar, o cuya
verdad o eficacia pueden dar por establecida, al efecto de continuar
desde ese punto con la investigación de una realidad o un problema
dados. Reciben de todos estos implícitos una significación que, por
su parte, acarrear, retransmiten.” (Strasser, C., Op Cit., p. 155).
33. Las ideas y categorías que empleamos en el análisis sociológico
no son del mismo orden que los ‘hechos’ institucionales, ni están
‘contenidos’ en los hechos, por así decir, sino que representan un
elemento agregado, algo creado por el sociólogo.
...no son ‘cosas’ reales, aunque estén destinadas a señalar algún
aspecto importante relativo a las cosas sociológicas. Tienen como
función volver significativos los hechos sociológicos, ya sea con fines
de análisis, crítica o justificación, o una combinación de estos fines.
34. “...it becomes clear that every generalisation or form of study
that is concerned with an existing society constitutes a potential
intervention within that society: and it leads through to the tasks
and aims of sociology as critical theory.” (Giddens, A., Central
Problems in Social Theory, University of California Press, Hong
Kong, 1979, p. 244 y 245).
así una dificultad severa para la realización de
ciertos ideales científicos35.
Así, queda claro que toda proposición de la
sociología se acumula sobre un mundo enormemente
complejo de símbolos y conceptos, entendimientos
e imágenes relativos a la vida humana, tal como se
la vive y la comprende desde antes o al margen de
la actividad científica, y que se transporta de modo
inevitable al más pequeño y focalizado universo
de estudio36. Extensa mención aparte merecería la
relación del lenguaje y las ciencias sociales37.
2. EL MARCO WEBERIANO
2.1 Personal38
Max Weber comenzó sus estudios de derecho
en 1882 en la Universidad de Heidelberg, donde
pasó tres semestres estudiando derecho, historia,
economía y filosofía con profesores como Bekker, K.
Knies y K. Fischer. En 1885 realizó su cuarto y quinto
semestre en Berlin con Treische y Mommsen, donde
por fin, en 1889, devino Doctor en Derecho, magna
cum laude, bajo la dirección de Goldschmidt.
Claramente, Max Weber no recibió una
formación de base estrictamente sociológica. En
razón, claro esta, de la inexistencia de un curso
que recibiera esa orientación. Su formación
fundamental se dio en un contorno específicamente
científico –historia del derecho y de la economía-,
y lo orientó hacia una síntesis de los diversos
aspectos del sistema social. En lo que concierne a
las cuestiones puramente filosóficas, su formación
no se mostró especializada, como tampoco lo hizo
la correspondiente a las ciencias religiosas.
De esta manera, la evolución intelectual de
Weber se extiende variada y abundante a lo largo
de una treintena de años (1889 – 1920). Dentro
de su conjunto, se destaca aquella que es objeto
del presente trabajo, es decir, la destinada al
análisis sociológico de la religión, constituida
principalmente por sus “Estudios de Sociología
35. Strasser, C., Op Cit., p. 146 y ss..
36. Strasser, C., Op Cit., p. 155 y ss..
37. Para ello, ver Giddens, A., Central Problems in Social Theory,
University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 245 y ss..
38. Para una información más detallada, ver Prades, J. A., La
sociologie de la religión chez Maw Weber. Essai d’analyse et de
critique de la méthode., Éditions Nauwelaerts, 1969, p. 39 y ss..
84
Pablo Ferrara Ll.M.
de la Religión” – dentro de la que se incorporó su
primigenia obra “La Ética Protestante y el Espíritu
del Capitalismo”-, y por los “Tipos de comunidad
religiosa”, apartado de “Economía y Sociedad”.
2.2 Epistemológico (general)39
Max Weber no se caracterizó por ser un gran
referente del contexto doctrinario en el que se
insertó su aporte socio-religioso, pareciendo
incluso preferir no hacer siquiera alusiones, por
escuetas que fueran, en sus textos40.
Sin embargo, es claro que el modelo alemán
tuvo una profunda influencia en el pensamiento
de Weber y moldeó prácticamente todos sus
intereses intelectuales fundamentales. También
es apreciable que el autor enfocó mejor y formuló
más sistemáticamente su evaluación del desarrollo
político de Alemania que ese marco abstracto de
pensamiento dentro del que se desarrollaría hacia
principios del siglo XX. En el sentido expuesto –
de insinuación, pero no denegación absoluta- se
mostró cuando en una nota agregada al comienzo
de la segunda edición de “La Ética...” no hizo
otra cosa que aportar de forma explícita tan
solo algunas líneas en respuesta a una serie de
críticas de historiadores, economistas y teólogos,
producida luego de la publicación de la primera41.
Por su parte, es importante tener presente
que, entre las polémicas dadas en la época42, sin
duda la más importante fue la protagonizada
por el materialismo histórico43 y la problemática
39. Prades, J. A., op. cit., p. 87.
40. “A través de sus escritos socio-religiosos, Weber cita constantemente
sus fuentes y contexto bibliográfico. Los nombres y la frecuencia
relativa de los autores citados pueden ser descubiertos, por ejemplo,
en el index de nombres de la edición francesa. Sin embargo, hay que
ser muy prudente frente a esa indicación. El nombre de K. Marx, autor
consultado probablemente en primer lugar en el ‘Ensayo’, no aparece
una sola vez. Weber emplea solamente las expresiones ‘materialismo
histórico’, ‘marxismo’ (una vez), ‘superestructura’, etc., que se pueden
encontrar nuevamente en ‘La Ética’, pp. 308 – 321. Pero la alusión
al Marxismo, fundamental en el ‘Ensayo’, permanece casi siempre
implícita.” (Prades, J. A., op. cit., p. 87, nota 2).
41. Los principales críticos eran F. Rachfahl, W. Sombart, L.
Brentano, y E. Tröltsch. Para una explicación detallada de cada
imputación, ver Prades, J. A., op. cit., p. 89 y ss..
42. Weber también expuso ciertas teorías de carácter
psicológico: “Weber se refiere particularmente, sin muchos
detalles sin embargo, a la teoría del resentimiento de Nietzsche
(Religionssoziologie, I, p. 240, y también, Wissenschaftslehre, p.
420), donde hace alusión a la psicología.” (Prades, J. A., op. cit.,
p. 93, nota 20).
43. “...Weber hizo muchas alusiones al materialismo histórico en
su obra socio religiosa (ver las tablas de materias de las ediciones
francesas e inglesas del Ensayo sobre la ética protestante, o
marxista44, que parecía materializarse a través de
un estudio del capitalismo como “...el poder que
determina el destino de nuestra vida moderna”45.
Esta diferencia logró trascender por demás el
ámbito académico para determinar también sus
decisiones políticas46.
Por fin, y en lo referido al debate puramente
epistemológico dado contemporáneamente a
su vida, Weber se insertaría en medio de una
polémica que se vería prolongada aún hasta
nuestros días. Nos estamos refiriendo a aquella
de la naturaleza de las ciencias en general y,
particularmente, a la relativa a la especificidad e
independencia de las ciencias humanas47.
2.3 Epistemológico (particular)
El punto de vista metodológico de Weber es
inseparable del resto de su obra, y particularmente
bien la introducción a la moral económica de las religiones
universales, en Religionssoziologie, I, pp. 240 – 241).” (Prades, J.
A., op. cit., p. 92, nota 19).
44. Ver, particularmente, Giddens, A., Política, sociología y
teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y
contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 65 y ss..
45. Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus,
Madrid, 1998, p. 14.
46. “Su rechazo de la afiliación socialdemócrata en la esfera política,
aunque se basaba en su interpretación de las pautas de desarrollo de
la sociedad alemana, recibía un soporte intelectual de la aceptación
de ciertos elementos del neokantismo de la escuela de Heidelberg. La
postura metodológica de Weber, tal y como fue elaborada durante
el curso 1904-1905, se apoyaba fuertemente en Rickert, y en la
dicotomía entre hecho y valor, básica en la filosofía de este último.
Weber se sirvió de ello para formular una crítica metodológica
tanto del idealismo como del marxismo, como esquemas generales
aplicados a la historia; a nivel de la acción política, aquí se
encuentran las raíces de su rechazo de la socialdemocracia, que
representaba una fusión ilegítima de reivindicaciones éticas y
políticas. Como dijo en una ocasión en relación al socialismo, ‘nunca
me haré miembro de esta Iglesia’.” (Giddens, A., Política, sociología
y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y
contemporáneo., Paidos, Buenos Aires, 1997, p. 40).
47. Anthony Giddens, un siglo después, se referiría respecto al tema
de la siguiente manera: “The main implication of the ideas I have
to set out in this paper is that, in the current phase of social theory,
we are involved in rotating two axes simultaneously: that of our
understanding of the character of human social activity, and that
of the of the logical form of natural science. These are not entirely
separate endeavours, but feed from a pool of common problems.
For just as it has become apparent that hermeneutic questions are
integral to a philosophical understanding of natural science, so
the limitations of conceptions of the social sciences that exclude
causal analysis have become equally evident. We cannot treat the
natural and social sciences as two independently constituted forms
of intellectual endeavour, whose characteristics can be separately
determined, and which then subsequently can be brought together
and compared. Philosophers and practitioners of sociology must
remain attentive to the progress of the natural sciences; but any
philosophy of natural sciences in turn presupposes a definite stance
towards problems of social theory.” (Giddens, A., Central Problems in
Social Theory, University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 259).
85
ISSN 1794-600X Número 14 Enero - Junio de 2018
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
de su interpretación general del crecimiento del
capitalismo moderno. Los elementos principales
de su perspectiva metodológica fueron elaborados
al mismo tiempo que trabajaba en “La Ética...”, lo
que contribuyó a la configuración de su análisis de
la pauta de desarrollo del capitalismo occidental
general, y en particular de la estructura social y
política alemana. Desde ese marco, la sociología
de Weber tomó un camino que terminó por
desarrollar como propósito fundamental “...servir
como ratio cognoscendi”48.
-en el sentido de libre albedrío o incalculabilidad-,
en absoluto constituía un componente específico
de la conducta humana: por el contrario, esta
irracionalidad, concluía Weber, era anormal, puesto
que caracterizaba el comportamiento de aquellos
individuos considerados dementes. Nada más falaz
que suponer que no se podía generalizar sobre las
acciones humanas: la misma vida social dependía de
las regularidades de la conducta humana, de modo
que un individuo podría calcular las respuestas
probables de otro a sus acciones.
Los ensayos metodológicos de Weber presentan
un tenor fuertemente polémico y a pesar de que en
general su sociología se caracterizó primariamente
por desarrollar un carácter histórico49, hay que
considerarlos dentro de un contexto de varias
escuelas de pensamiento social y económico de la
Alemania del siglo XIX. En su largo artículo sobre
Roscher y Knies50, por ejemplo, abordaba dos
conjuntos de problemas superpuestos: la confusión
en las obras de estos escritores del compromiso
con un método empírico riguroso con la utilización
de conceptos místicos procedentes de la filosofía
idealista clásica; y la cuestión de la supuesta
subjetividad irracional del comportamiento humano
en comparación con la previsibilidad del mundo
natural. La conducta humana, afirmaba Weber,
resultaba tan previsible como los acontecimientos
del
mundo
natural:
“La
‘previsibilidad’
[Berechnenbarkeit] de los ‘procesos de la naturaleza’,
como en el caso de los ‘partes meteorológicos’, es mucho
más ‘incierta’ que el ‘cálculo’ de las acciones de alguien
que conocemos”51. De modo que la irracionalidad
Pero, igualmente, de aquí no se infería
que las acciones humanas pudiesen ser
tratadas absolutamente al mismo nivel que los
acontecimientos del mundo natural; es decir, como
fenómenos objetivos, según los presupuestos del
positivismo. La acción poseía un contenido subjetivo
que no compartía con el mundo de la naturaleza,
y la comprensión del significado de las acciones
para el actor era esencial para la explicación de las
regularidades discernibles en la conducta humana.
Por esta razón, Weber insistía en que el individuo
constituía el átomo de la sociología: cualquier
proposición que hiciese referencia a una colectividad,
como un partido o una nación, debería poder ser
resuelta últimamente en conceptos referidos a las
acciones de los individuos. La postura que adoptó en
estas cuestiones, por lo tanto, negaba la identificación
del libre albedrío con lo irracional. De ahí su
identificación de dos tipos puros de acción racional,
cada uno de los cuales resultaba inteligible al científico
social en términos de relaciones medio – fin52:
racionalidad en las intenciones o Zweckrationalität,
en la que el actor evaluaba racionalmente todas
las consecuencias que se derivaban de la selección
de determinados medios para conseguir un fin
particular, y la racionalidad en los valores, en la
que el individuo conscientemente perseguía un fin
primordial con absoluta devoción, sin contar los
costes. Weber constató ambos tipos de racionalidad
con la acción irracional, y estableció como principio
metodológico básico la prescripción de que “...todos
los elementos del comportamiento irracionales,
afectivamente determinados...”, deberían ser tratados
“...como desviaciones de un tipo conceptualmente puro
48. En ese sentido, se caracterizaba en su esencia por tres
elementos: la elaboración de conceptos lo más rigurosos y unívocos
posible; el análisis de realidades históricas y empíricas mediante
su aparato intelectual con el objeto de aclarar la singularidad o
la analogía de ciertos eventos; y por último, la construcción de un
cuadro racional del segmento de realidad estudiado con el objeto
de dilucidar su significado y de hacer sus correctas imputaciones
causales. Para un mayor detalle, ver Freund, J., op. cit., p. 135.
49. “Su sociología es histórica. Por lo tanto no afirma que la
relación entre las masas y el carisma es una necesaria, sino tan
solo adecuada, de acuerdo a las reglas de experiencia. Puesto que
en la medida que Weber reconocía que un evento no tenía una sola
causa, también estaba obligado a abandonar la noción de una
causa inicial o fundamental. En definitiva, dado que su sociología
se basaba en el concepto de acción individual significativa y en
aquel de modos típicos de comportamiento, eso puede ayudar a
comprender –a la luz de la historia y de la experiencia general- el
sentido en el cual anticipar ciertas probables consecuencias en
determinadas circunstancias.” (Freund, J., The sociology of Max
Weber, Panteón Books, New York, 1968, p. 140 y ss..
50. Ver Weber, M., El problema de la irracionalidad en las ciencias
sociales, Tecnos, Madrid, 1985.
51. Weber, M. Gesammelte Aufsätze Wissenschaftslehre,
Tübingen, 1965, p. 64 (trad. cast.: José Luis Echeverri, Ensayos
sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1973),
en Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones
sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós,
Buenos Aires, 1997, p. 48.
52. Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones
sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós,
Buenos Aires, 1997, p. 48.
86
Pablo Ferrara Ll.M.
de acción racional”53. De esta manera, de acuerdo
con este esquema metodológico, lo moral aparecía
lógicamente separado de lo racional.
El punto de vista metodológico de Weber
dependía por tanto del establecimiento de ciertas
polaridades entre subjetividad y objetividad, y
entre racionalidad e irracionalidad:
La validez objetiva de todo conocimiento empírico
se basa exclusivamente en la ordenación de una
realidad dada de acuerdo con categorías que son
subjetivas en un sentido específico, a saber, en que
presentan los presupuestos de nuestro conocimiento
y se basan en los presupuestos del valor de aquellas
verdades que únicamente el conocimiento empírico
puede proporcionarnos (...). Pero estos datos nunca
se pueden convertir en el fundamento de la prueba
empíricamente imposible de la validez de las ideas
valorativas. La creencia que todos poseemos de
una manera u otra en la validez metaempírica de
los valores fundamentales y finales, en los que
se encuentra arraigado el significado de nuestra
existencia, no es incompatible con la cambiabilidad
incesante de los puntos de vista concretos, de donde
la realidad empírica obtiene su significación. Ambas
posturas, por el contrario, se encuentran en armonía
una con otra. La vida con su realidad irracional y con
su reserva de significados posibles es inagotable54.
De aquí que para Weber la historia no pudiera
ser en ningún sentido racional55.
Esta
postura
epistemológica
tendría
consecuencias en el pensamiento sociológico
de Weber que iban más allá de la esfera
inmediata de la metodología de las ciencias
sociales. La irracionalidad ética56 del mundo
53. Weber, M., Economy and Society, vol. I., P. 243, en Giddens,
A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el
pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos
Aires, 1997, p. 49.
54. Weber, M., The Methodology of the Social Sciences, Glencoe,
III., 1949, p. 110 – 111 (trad. Cast.: M Faber-Kaiser, Sobre la
teoría de las ciencias sociales, Barcelona, Península, 1971), en
Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre
el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos
Aires, 1997, p. 49 y 50.
55. Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones
sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós,
Buenos Aires, 1997, p. 50.
56. “La historia de las ciencias de la vida social es y sigue siendo,
por lo tanto, una alternancia continua entre el intento de
ordenar conceptualmente los hechos a través de la formación de
conceptos, la resolución de los cuadros conceptuales así obtenidos
mediante la ampliación y el desplazamiento del horizonte de la
ciencia, y la formación de nuevos conceptos sobre las bases así
constituiría un elemento fundamental de las
concepciones subyacentes a sus estudios de las
religiones mundiales, y de su análisis de la pauta
específica de desarrollo que había tomado la
racionalización de Occidente57.
Precisamente, ese interés y consiguiente
estudio haría que la mayoría de los autores
consideraran a Max Weber –junto a E. Durkheimcomo uno de los grandes clásicos de la sociología
de la religión, encauzado principalmente detrás
de una reflexión sociológica sobre la función de la
religión en la explicación de la conducta humana
y de las sociedades modernas, así como del lugar
de los fenómenos religiosos en el conjunto del
sistema social58.
3. EL CONTENIDO DE LA OBRA
La intención de Max Weber a lo largo de esa
obra nucleada bajo el término sociología de la
religión, parece haber sido no otra cosa que la
de realizar un análisis comprensivo y causal del
desarrollo cultural de Occidente59. Y en ese marco
se inserta “La Ética...”, cuando su introducción
la orienta en tal sentido60. Sólo a partir de
entonces nuestro objetivo deviene diferenciar el
carácter sociológico de la obra por oposición a
aquel puramente histórico. Asimismo, se puede
transformadas. (...) ...en las ciencias de la cultura humana la
formación de los conceptos depende del planteamiento de los
problemas, y que este varía junto con el contenido de la cultura.
La relación entre los conceptos y lo conceptuado lleva consigo,
en las ciencias culturales, la transitoriedad de tales síntesis.”
(Weber, M., Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires,
Amorrortu, 1973, p. 94 y 95).
57. Para una descripción detallada, ver Giddens, A., Política,
sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social
clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 50 y ss..
58. Prades, J. A., op. cit., p. 19.
59. Weber plantea el sentido sociológico de la obra desde su
comienzo, al delinear su meta como el “...conocer la peculiaridad
específica del racionalismo occidental, y dentro de él, del
racionalismo occidental moderno, y de explicarlo en su génesis.”
(Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus,
Madrid, 1998, p. 21). En ese contexto, el problema central
del ensayo se enuncia como “...el surgimiento del capitalismo
empresarial burgués con su organización racional del trabajo
libre; o, en otros términos, el del origen de la burguesía
occidental.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión,
Taurus, Madrid, 1998, p. 19).
60. “El hijo de la moderna civilización occidental que trata de
problemas histórico-universales, lo hace de modo inevitable y
lógico desde el siguiente planteamiento: ¿Qué encadenamiento
de circunstancias ha conducido a que aparecieran en occidente, y
sólo en occidente, fenómenos culturales que (al menos tal y como
tendemos a representárnoslos) se insertan en una dirección
evolutiva de alcance y validez universales?» (Weber, M Ensayos
sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 11).
87
ISSN 1794-600X Número 14 Enero - Junio de 2018
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
apreciar cómo el problema planteado se vuelve
tangencialmente sobre la cadencia del objeto
material y formal de la ciencia social.
Desde el punto de vista del objeto material,
parece que no hay distinción entre la sociología y
la historia, dado que ambas tienen como objeto el
estudio de los hechos sociales, en el sentido más
amplio del término. El problema, por lo tanto, se
remite a distinguir sus diferencias desde el punto
de vista del objeto formal.
Inicialmente, no es posible distinguir el objeto
formal de la historia de aquel de la sociología
definiendo a la primera como “...la ciencia del
pasado humano y a la segunda, la del presente.”.
Al menos por la simple razón de que es bastante
difícil -sino imposible- asir el presente antes de
que devenga pasado. Otra línea de respuesta, sin
embargo, es aquella que distingue a la sociología
de la historia por su análisis intemporal del
pasado humano o al menos haciendo abstracción
de su coordenada cronológica. En términos
positivos, la historia enfrenta el pasado humano
desde el punto de vista de la singularidad concreta
(Einmaligkeit), mientras que la sociología, por lo
contrario, lo hace desde el punto de vista de la
recurrencia típica61.
Manteniendo la distinción antes expuesta, “La
Ética...” parece tener un contenido al mismo tiempo
sociológico e histórico. Vamos a ver de cerca la
forma concreta en la que Weber realiza esta doble
propuesta. Para hacerlo, es necesario recurrir a
un breve racconto del razonamiento weberiano,
para luego dedicar la atención a su carácter
singularmente histórico y típicamente sociológico.
“La Ética...” consiste esencialmente en la
búsqueda de un razonamiento conformado por un
conjunto de lineamientos. A saber:
•
A partir de la observación de un fenómeno
concreto -una relación entre la religión
protestante y el desarrollo capitalista-, el autor
propone diferentes hipótesis de explicación.
Luego de una discusión sumaria, el autor elige
por hipótesis central aquella que propone
la explicación de la relación observada en
términos de causalidad (P. I, Cap. 1).
•
Una vez planteado el problema, teniendo
en cuenta una amplia serie de circunstancias,
61. Prades, J. A., op. cit., p. 83.
Weber se esfuerza (P. I, Cap. 2) por
determinar con mayor precisión el sentido
con el que utilizará su variable fundamental
-el espíritu del capitalismo- y a partir de allí
se plantea cuáles podrían ser las causas de
ese fenómeno cultural. Elige, finalmente,
entre sus opciones, la influencia de ciertas
convicciones religiosas.
•
Una vez analizado el primer término de
su relación, el autor se propone un estudio
de su segunda variable –el Protestantismo
ascético. Para empezar, se dedica a estudiar la
noción luterana de Beruf (P. I, Cap. 3) a fin de
asir el problema. Su conclusión es que no es
hacia el luteranismo sino hacia el calvinismo
el sentido al que hace falta orientar el esfuerzo
de la investigación.
•
Weber se embarca entonces en la
segunda parte de su obra, una encuesta
detallada acerca de los aspectos dogmáticos
de diversas confesiones religiosas derivadas
del calvinismo (P. II, Cap. 4) con el objeto
de obtener a partir de sus raíces la segunda
variable del ensayo.
•
Paralelamente, teniendo en cuenta los
aspectos de la ética práctica común a las
diversas confesiones nacidas del calvinismo
(P. II, Cap. 5), Weber muestra detalladamente
la ligazón profunda que existe entre el espíritu
del capitalismo moderno y la ética económica
del protestantismo ascético.
De este modo, los diferentes capítulos de “La
Ética...” se orientan de manera convergente a
establecer la relación de causalidad entre las dos
variables fundamentales del estudio. Sin entrar en un
lujo de detalles, parece tornarse preciso en este punto
el dilucidar si la problemática que se está tratando
tiene o no un carácter específicamente histórico y si
aún en caso afirmativo, lo tiene sociológico.
A partir de la definición de historia enunciada
ut supra, se puede afirmar que el contenido del
estudio de Weber no es histórico simplemente
porque se ocupa de hechos pasados. Todo
fenómeno humano real pertenece al pasado y, sin
duda, la historia no es la única ciencia humana
que se ocupa del pasado. El estudio de Weber es
histórico en la medida en la que busca comprender
y explicar los fenómenos humanos en su cualidad
de únicos y en tanto que individuos históricos62.
Ahora bien, ¿es este el caso?, ¿es el verdadero
62. Prades, J. A., op. cit., p. 85.
88
Pablo Ferrara Ll.M.
objeto del estudio de Weber un estudio del
capitalismo moderno y de la ética económica del
protestantismo ascético en tanto que individuos
históricos o en tanto que tipos ideales63?
avocarse a esta última en profundidad a fin de
indagar correctamente su sentido.
La respuesta a la pregunta planteada debe
hacerse de la siguiente manera: el objeto de la
investigación weberiana es el estudio de los
fenómenos en tanto que individuos históricos
y en tanto que tipos ideales. Y esto, no por un
impulso de conciliación, sino por una cuestión
esencialmente ligada a la naturaleza de la
tipología una vez que ésta intenta salir de su
estado puramente definitorio. La tipología
puede, a grandes rasgos, tomar dos direcciones
fundamentales. Por un lado, puede únicamente
buscar la elaboración de los tipos ideales de
ciertos comportamientos humanos y compararlos
entre sí. En tanto y en cuanto esa reducción en
tipos concierne a la sociología, tendríamos una
sociología tipológica o definicionista. Asimismo, la
tipología puede proponerse la elaboración de los
tipos ideales con el objeto de compararlos con lo
sucedido efectivamente en la realidad histórica.
En la medida en que esto concierne a la sociología,
nos encontramos frente a una sociología histórica.
Son numerosos los caminos de análisis
metodológico por realizar en la obra de Weber.
De todos ellos, aquí se hará referencia a tres
de los elementos más destacables a nuestro
entender que conforman la coherente unidad
analítica elaborada por el autor para abordar
su estudio sociológico de la religión, es decir,
su posicionamiento frente al problema, su
elaboración de los conceptos de trabajo, y su
razonamiento explicativo.
De esta manera, “La Ética...” presenta
precisamente los signos de una sociología
histórica, en la medida que sus variables
fundamentales son estudiadas tanto desde el
punto de vista de su individualidad histórica
como del de su formalidad sociológica64. Conviene
63. “En el ‘Ensayo’ socio religioso weberiano, el problema ha
sido comprender dos tipos de comportamientos sociales, uno de
carácter socio-religioso y el otro de carácter socio-económico,
con el objeto de explicarlos genéticamente. Esos tipos de
comportamiento social han sido descriptos de manera vaga y
general en el primer capítulo del ‘Ensayo’, donde ha sido propuesto
el objeto principal del estudio.” (Prades, J. A., op. cit., p. 162).
64. “No vamos a seguir amontonando ejemplos, puesto que vamos
a considerar una por una las más importantes de las grandes
religiones. Ni en este aspecto ni en ningún otro pueden éstas
ordenarse simplemente en una cadena de tipos, cada uno de los
cuales signifique frente a otro un nuevo estadio. Son, cada una de
ellas, individuos históricos de elevadísima complejidad, y agotan, si
se las toma todas juntas, tan sólo una fracción de las combinaciones
posibles que la imaginación puede formar a partir de los
numerosísimos factores individuales que hay que tener en cuenta.
Las consideraciones que siguen, por tanto, no constituyen en
modo alguno una ‘tipología’ sistemática de las religiones. Pero
tampoco son desde luego, un trabajo puramente histórico. Sino
que la exposición que sigue es ‘tipológica’ en el sentido de que
entre las realidades históricas de las éticas religiosas trata sólo
de lo que es importante de modo típico para su relación con los
grandes contrastes entre las mentalidades económicas, y deja de
lado todo lo demás.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la
religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 11).
4. LA EPISTEMOLOGÍA DE LA OBRA
De más está señalar que no se considera al
empleado por Weber un sistema metodológico
completo, sino tan solo –como ya se ha hecho
mención- una unidad analítica coherente. Hecha
esta salvedad, corresponde ahora sí proceder con
el desarrollo anticipado.
4.1 El posicionamiento frente al
problema
Se entiende como posicionamiento frente al
problema al acto de seleccionar las variables del
análisis y el esquema según el cual se analizaran
sus relaciones65. Ya se ha hecho mención de
las objeciones metodológicas de Weber al
materialismo histórico marxista66. A ellas, el
autor añadía su particular valoración de las
características específicas del desarrollo político
y económico de Alemania. Estaba de acuerdo
con ciertos elementos del análisis marxista
convencional de la ideología religiosa, pero no
obstante rechazaba ese materialismo unilateral
que no dejaba lugar a ninguna influencia positiva
procedente del contenido simbólico de las formas
específicas del sistema de creencias religiosas67.
65. Prades, J. A., op. cit., p. 103.
66. Ver p. 13, ut supra.
67.“Así, aceptaba que ‘...la Iglesia pertenece a las fuerzas
conservadoras en los países europeos: primero, la Iglesia Católica
Romana... pero también la Iglesia Luterana’. En el Calvinismo, sin
embargo, Weber veía un impulso religioso no conservador, sino
revolucionario. Mientras que, como se demuestra en La ética
protestante, el luteranismo supuso un avance importante sobre el
catolicismo al promover la penetración de la ética religiosa en la
aprobación del trabajo racional en tanto que vocación, la Reforma
no supuso, en sí misma, una ruptura radical con el tradicionalismo.
En términos generales, el luteranismo, igual como el catolicismo,
había actuado en ‘apoyo del campesino, con su forma de vida
conservadora, contra el dominio de la cultura urbana racionalista’.
Ambas Iglesias consideraban que los vínculos personales que
89
ISSN 1794-600X Número 14 Enero - Junio de 2018
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
De esta manera, en el primer capítulo de “La
Ética...”, Weber plantea el tema a través de un
análisis en tres partes: el punto de partida, es
decir, la observación del fenómeno; el ensayo de
explicación del fenómeno a partir de la influencia
de la sociedad global; el ensayo de explicación del
fenómeno a partir de la influencia de un factor
social particular.
El punto de partida es la observación de un
fenómeno histórico situado en tiempo y espacio,
a saber, una cierta relación entre la pertenencia
protestante y la posición socioeconómica
dirigente. Reducido a sus elementos esenciales,
el fenómeno consiste en la relación concreta
entre dos individuos históricos o dos categorías
culturales,
protestantismo
y
economía
capitalista moderna. Desde el punto de vista de
la delimitación temporo-espacial, Weber realiza
su análisis en lo referente a una etapa cercana a
su tiempo y en un país de confesiones mixtas, es
decir, diversamente cristiano.
En lo que respecta a su contenido, el
análisis de Weber consiste en explicar que en
esas circunstancias, las condiciones superiores
de la economía moderna son, al menos,
de protestantes68. La explicación transita
factores socioeconómicos y socio religiosos.
La influencia de los primeros afirma Weber69,
termina siendo parcial, pues existen situaciones
donde la explicación causal no es la propuesta.
Presuponiendo entonces que la respuesta
explicativa debe tener dos costados –económico y
religioso-, el autor concluye que la búsqueda debe
dirigirse entonces a ese último, desarrollado en la
última parte del primer capítulo70.
De esta manera, se puede apreciar que
“La Ética...” consiste esencialmente en un
razonamiento complejo, es decir, un conjunto de
operaciones discursivas por las cuales se intenta
obtener la relación entre ciertas realidades. Para
unían al señor con el siervo se podían controlar más fácilmente
desde el punto de vista ético que las relaciones comerciales del
mercado.’Los profundos contrastes, históricamente condicionados,
que siempre han separado el catolicismo y el luteranismo del
calvinismo, refuerzan esta actitud anticapitalista de las iglesias
europeas’.” (Giddens, A., Política, sociología y teoría social.
Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo.,
Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 40 y ss.).
68. Prades, J. A., op. cit., p. 123.
69. Prades, J. A., op. cit., p. 125 y ss..
70. Prades, J. A., op. cit., p. 137 y 138.
ello es preciso recurrir a un criterio determinado
de selección y a uno de relación de variables. En
el primer caso, se puede apreciar que el criterio
elegido por Weber es netamente teórico, por
oposición a uno positivo o arbitrario, como
consecuencia no solamente considerarlo una base
sólida –con sustento, claro está, en su amplitud
de conocimiento y en una gran diversidad
participativa de nombres de ciencia como
respaldo u oposición-, sino también de posibilitar
en mayor medida que sus dos alternativos una
selección más numerosa de variables. En lo que
respecta al esquema de relación de las variables,
Weber optó por uno puramente explicativo. Esto
plantea, sin duda, el inconveniente que conlleva
un alejamiento de la verificación empírica71.
4.2 La elaboración conceptual en una
sociología comprensiva
A fin de realizar una ilustración provisoria del
espíritu del capitalismo -variable fundamental
de su ensayo-, Weber comienza por realizar un
análisis comentado de dos documentos que define
como manifestaciones de ese espíritu. Ellos son
“Advice to a young tradesman” y “Necessary hints
to those that should be rich”, ambas obras de
Benjamin Franklin. Luego, a partir del análisis
que realiza en la segunda parte, logra elaborar un
tipo ideal para el espíritu del capitalismo moderno
en la Europa Occidental y en América. Éste se ve
71. “Si se admite que no es del todo necesario en este caso el tener
como punto de partida una exposición positiva completa del
fenómeno, ¿No sería sin embargo útil? ¿El estudio de las causas
no se apoyaría sobre una base más firme?
De acuerdo a lo que se ha dicho, creemos que esto depende del
objetivo del autor. No hay duda de que el objetivo no es precisamente
el relevamiento estadístico de la repartición de los protestantes
y de los católicos en la economía moderna, sino más bien la
comprensión de fenómenos culturales, humanos, complejos, como
lo son, por ejemplo, la determinación de elementos esenciales de la
cultura occidental, el problema de la influencia de las ideas sobre
el comportamiento económico y tal vez, implícitamente, una cierta
comparación entre la eficacia o la adaptación de las religiones
católicas y protestante a las exigencias de la civilización moderna.
Si los objetivos de Weber eran la comprensión de fenómenos
culturales o la motivación del comportamiento humano, no le era
tan útil consagrar sus esfuerzos a la determinación positiva exacta
o aproximativa de la relativa repartición del elemento protestante
en la economía moderna. Tanto más que sus esfuerzos habrían
debido ser desmesurados para poder llegar a conclusiones
valederas para la escala mundial en el tiempo y el espacio.
Evidentemente, procediendo de esa manera, Weber corría el
riesgo de buscar la explicación de un fenómeno que en realidad
habría podido no existir o por lo menos no existir en una
modalidad pareciendo requerir una explicación. Ese riesgo era
cierto, pero también lo era que habiéndose dado los objetivos
fundamentales de Weber, el desarrollo de una encuesta positiva
minuciosa le expuso al riesgo opuesto: aquél de consagrar sus
esfuerzos a un trabajo impidiendo seguir su objetivo principal.”
(Prades, J. A., op. cit., p. 156 y 157).
90
Pablo Ferrara Ll.M.
materializado como un comportamiento humano
tendiente a la búsqueda de la mayor cantidad de
riqueza de manera legal a través de una profesión,
y como un fin en sí mismo, es decir, como un deber
moral derivado de ciertas ideas religiosas72.
Es importante tener presente que, a lo largo de
la empresa emprendida por Weber de explicar el
origen histórico de ese espíritu, arriba a subrayar
“...ciertos obstáculos (...) por los cuales se ha visto
contrariada la adaptación del hombre a las
nuevas condiciones.”. Precisamente, dos de estos
obstáculos han debido ser conceptualizados a fin
de llegar al verdadero espíritu del capitalismo:
el auri sacra fames (deseo desmesurado por
la riqueza, más allá de toda legalidad) y el
espíritu tradicional (la ganancia adicional menos
tentadora que la reducción de trabajo)73.
La formación –y diferenciación- conceptual
que realiza Weber se ve lograda a través de
la reunión de una serie de características que
resultan pertinentes de acuerdo con criterios
predeterminados74. Precisamente, esa formación
se ve realizada a través de una aproximación al
tipo conceptual de dos formas. Lo hace a través
del análisis de un texto clásico que considera
medular al tópico objeto de su trabajo, y lo hace
comparando las condiciones dadas en distintas
industrias y en distintos lugares. Estas selecciones
son producto, claramente, de la capacidad
reflexiva que tienen sobre el autor y la obra75.
72. El texto de los documentos comprende esencialmente un
conjunto de seis principios, seguido cada uno de una breve
conclusión con carácter ejemplar y anecdótico. Ellos son: el
tiempo es dinero, el crédito es dinero, el dinero genera dinero,
el buen pagador tiene crédito, la apariencia de conciencia y de
honestidad aumenta el crédito, el crédito es para la inversión
productiva. Ver, Weber, M., Ensayos sobre sociología de la
religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 38 y ss..
73. Ver Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus,
Madrid, 1998, p. 57 y ss..
74. Muchos de esos –v.g. proceder gradual, provisorio, etc.-, fueron
determinados por Weber en su Introducción metodológica. Ver,
asimismo, la diferenciación conceptual y funcional de tipo ideal y
tipo descriptivo realizada en Giddens, A.,Capitalism and modern
social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and
Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 142 y ss..
75. “El tipo ideal de un individuo histórico continúa siendo una
reconstrucción parcial: el sociólogo elige en el conjunto histórico
cierto número de rasgos para constituir un todo inteligible. La
reconstrucción es una entre otras posibles, y no toda la realidad se
incorpora a la imagen mental del sociólogo.” (Aron, R., Op. cit. p. 251.
Asimismo, es preciso tener presente que “...un texto o una
situación pueden ser considerados como un estimulante para la
conceptualización. Un estimulante podrá sugerir, como máximo,
buenas ideas. Pero un estimulante no podrá sustituir jamás un
paciente trabajo de elaboración conceptual. El estimulante dará,
tal vez, un buen punto de partida. Hará falta sin embargo un
Sin embargo, el trabajo de Weber en la
elaboración de su concepto de espíritu del
capitalismo tiene una falencia76, pues sin duda
resulta a toda luz impreciso77. Esa cualidad del
concepto nos lleva al consiguiente planteo de su
utilidad como elaboración científica. En otras
palabras, ¿El concepto arribado por Weber en su
obra, sirve a los fines que se propuso en la misma?
Al parecer, correspondería dar a esta pregunta
una respuesta afirmativa, ello fundamentalmente
como resultado de su coherencia metodológica.
Efectivamente, el objetivo del ensayo es acercarse
a un problema fundamental, lo que se puede
apreciar nítidamente en las últimas palabras de
este78. Precisamente, esta doble condición de
trabajo posterior de verificación, de comparación, de crítica.“
(Prades, J. A., op. cit., p. 197).
76. “Los conceptos que son usados en ciencias sociales no pueden ser
derivados directamente de la realidad sin presuposiciones de valor,
desde que los mismos problemas que definen los objetivos de interés
dependen de ellas. Por consiguiente, la interpretación y explicación
de una configuración histórica demanda la construcción de
conceptos que son específicamente delineados con ese propósito y
que, en el caso de los objetivos de análisis, no reflejan propiedades
universales ‘esenciales’. Al estipular las características formales de
los tipos ideales, Weber no considera que está estableciendo una
nueva forma de método conceptual, aunque esté haciendo explicito
lo que ya está hecho en la práctica.” (Giddens, A., Capitalism and
modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim
and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 141).
77. “Se dice de un concepto que es preciso, por oposición a
vago, cuando su extensión y su comprensión son netamente
determinados. Las ciencias sociales han hecho grandes progresos
en el dominio de la precisión conceptual desde los trabajos de
Max Weber. Tanto las técnicas de conceptualización operacional
(working definitions), cuanto los refinamientos aportados
a la precisión de las operaciones de medida (reliability of
measurements) han contribuido grandemente.
En este sentido, nos parece evidente que el concepto de ‘espíritu del
capitalismo’ elaborado por Weber en su ‘Ensayo’ no logra la calidad
de precisión que venimos de definir. Eso no plantea, en sí, un problema
ulterior. Sin embargo, la interpretación de ese hecho conlleva una
cuestión de importancia a nuestro parecer, pues se trata de discernir
cuál es la importancia de la precisión conceptual en las ciencias
sociales, o por lo menos, cuales son las condiciones donde esa precisión
es útil o necesaria.” (Prades, J. A., op. cit., p. 198 y 199).
Y es que “...un tipo ideal no es ni una ‘descripción’ de un aspecto
de la realidad, ni –de acuerdo con Weber- una hipótesis, aún si
puede ayudar en una descripción y en una explicación. (...) Un
tipo ideal es un tipo puro en un sentido lógico y no en un sentido
ejemplar: ‘En su pureza conceptual, esta construcción mental
no puede ser encontrada empíricamente en ningún lugar de la
realidad.’.” (Giddens, A., Capitalism and modern social theory.
An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber.,
Cambridge University Press, London, 1971, p. 142).
78. “Pues aunque el hombre moderno, en general, ni aún con
la mejor de sus voluntades, no suele estar en condiciones de
representarse en su magnitud real la importancia que los
contenidos de conciencia religiosos han tenido para el modo
de vivir, la cultura y el carácter de los pueblos, ello no nos
autoriza a sustituir una interpretación causal, unilateralmente
materialista de la cultura y de la historia, por otra espiritualista
igualmente unilateral. Ambas son igualmente posibles. Pero con
ambas se haría el mismo flaco servicio a la verdad histórica si se
91
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Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
aproximación inicial a un problema fundamental
resulta un elemento atenuante del tenor de la
elaboración weberiana.
4.3 La metodología
Como ya se ha afirmado, “La Ética...” de
Weber presenta un doble carácter en lo que a su
perspectiva corresponde: histórico y sociológico.
Asimismo, es dable decir que el autor no ha signado
de una distinción sistemática de las mismas a lo
largo de la obra, aún si ella se impone en lo que a la
metodología de explicación causal se refiere.
Efectivamente, a diferencia de lo que sucede en
el ámbito de elaboración conceptual, la evolución
explicativa en la historia es distinta de la sociología.
En la primera el planteo tiende a analizar la relación
causal realmente existente en tiempo y espacio,
mientras que en la sociología el hincapié será hecho
no en su individualidad temporo-espacial sino en
su constitución típica. Precisamente, la mezcla que
hace Weber en su obra conlleva un grave peligro
tendiente a la confusión.
Desde el punto de vista histórico, el trabajo
de Weber debe ser seguido con gran dificultad
a causa de la ausencia casi total de una línea de
razonamiento sistemática a partir de una hipótesis
rigurosa seguida de un plan de verificación
gradualmente ordenado. Con ese plan, la dificultad
que se presenta es doble. En un primer nivel, hay un
problema en controlar minuciosamente la verdad
histórica de los hechos comentados. En un segundo
nivel, la dificultad pertenece al control riguroso
del rigor lógico de los argumentos desarrollados
con el objeto de lograr la demostración propuesta.
Corresponde realizar, con el objeto de tener una
visión más nítida de las características expuestas,
un breve análisis pormenorizado de la metodología
weberiana, la que ha decidido dividir su trabajo en
tres partes: una propuesta previa; el ensayo nuclear
de “La Ética...”; y finalmente, una serie de estudios
reunidos bajo el título de “Moral Económica de las
Religiones Universales”.
Ya en la primera frase de sus “Estudios de
Sociología de la Religión”, Weber señala el problema
de la explicación causal. Dentro de los numerosos
problemas que plantea el procedimiento elegido
pretendiera con ellas, no iniciar la investigación, sino darla por
conclusa.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión,
Taurus, Madrid, 1998, p. 201 y 202).
por el autor, se destacan dos en particular. Ello
es, si la explicación desarrollada es simplista y su
conclusión, abusiva.
Weber basa su argumentación en una
comparación entre dos variables elaboradas
conceptualmente. Esto plantea desde el punto de
partida una problemática surgida de la relación
entre una variable tan rica en su realidad como lo es
la ética económica del protestantismo ascético y su
conceptualización. Asimismo, surge la cuestión de
la conclusión arribada de la relación profunda entre
las variables de estudio, y de allí de la imputación de
la influencia causal de una sobre la otra79.
La argumentación de Weber consiste en un
doble pasaje lógico de la realidad al concepto y
de allí a la realidad. Dos realidades complejas son
interpretadas conceptualmente y los conceptos,
comparados. Se concluye la afinidad entre las
dos realidades. De allí el problema: si se supone
que los conceptos elaborados son correctos y que
su afinidad es rigurosamente establecida, ¿Qué
valor tiene la inferencia que hace Weber sobre el
plano estrictamente formal? La pregunta debe ser
respondida a la luz de la complejidad de la realidad
abordada80. El estudio de una realidad compleja
debe ser abordado a partir de instrumentos
conceptuales que la reflejen. El pasaje lógico entre
la realidad y los conceptos no puede hacerse de
otra manera que por la vista de esa inferencia.
79. “...cuando el investigador busca imputar causas, la profundidad
con la que un componente dado es designado como causal dependerá
de asunciones (que en caso de duda deben ser justificadas) de
relaciones validas entre clases de eventos. Cuán lejos el investigador
puede llevar una imputación causal válida ‘con su imaginación
agudizada por la experiencia personal y entrenada en métodos
analíticos’, y cuán lejos debe buscar la ayuda de las generalizaciones
ya establecidas, depende de cada caso. Sin embargo, siempre es
cierto que cuanto más preciso y cierto sea nuestro conocimiento de
principios generales relevantes, más ciertas serán las imputaciones
que se podrán hacer.” (Giddens, A., Capitalism and modern social
theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max
Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 140).
80. “...el principal objetivo de las ciencias sociales, de acuerdo
a Weber, es ‘la comprensión de la característica de unicidad
de la realidad en la que nos movemos’. Es decir, el fin último de
las ciencias sociales es comprender por qué ciertos fenómenos
históricos suceden como suceden. Sin embargo, esto supone
abstracción de la infinita complejidad de la realidad empírica.
Weber acepta el neo-Kantianismo de Rickert y Windelband en que
no puede concebirse ninguna descripción científica completa de
la realidad. La realidad consiste en una profusión infinitamente
divisible. Aún enfocando en un elemento particular de la realidad,
se nota que es tan sólo parte de una infinitud. Cualquier forma de
análisis científico, cualquier cuerpo de conocimiento científico, ya
sea en las ciencias sociales o en las naturales, implica selección de
la infinitud de la realidad.” (Giddens, A., Capitalism and modern
social theory. An análisis of the writings of Marx, Durkheim and
Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 138).
92
Pablo Ferrara Ll.M.
Así, la construcción intelectual del ensayo parece
sostenerse entera. Sin embargo, pueden hacerse
de ella dos cuestionamientos a tener presentes.
El primero, que los conceptos utilizados suponen
una simplificación necesaria de las realidades
que definen; el segundo, que la comparación
que presuponen es simplista, pues acepta una
materialización en el plano de la realidad de un
proceso realizado en el plano conceptual.
Finalmente, en lo que respecta al tenor
de la conclusión arribada, se da el caso de
un establecimiento de relación entre la ética
protestante y el espíritu capitalista. Ahora
bien, ¿Es posible inferir de esa relación una
causalidad?81
5. EL TENOR CIENTÍFICO (A MODO DE
EPÍLOGO)
El estudio epistemológico de “La Ética...”, a
pesar de los pormenores a los que condujo, no
ha podido dejar de llevarnos a este inevitable
apartado de exclusividad en el que se abordará el
cientificismo weberiano a través de un análisis de
los elementos que terminan de definirlo.
A lo largo de su desarrollo, el texto de Weber
aborda temáticas sumidas por su tenor en un
ámbito de abstracción que, con el tiempo, la
sociología terminó por reconocer como sociología
de la religión. Ahora bien, es precisamente
por esa abstracción, característica por demás
definitoria de esta línea de estudio, que se hace
compulsivo una última palabra –aún si formalacerca de su epistemología. Para abocarnos a
esta tarea, no obstante, corresponde realizar una
previa aclaración: de acuerdo a lo enunciado al
comenzar el presente trabajo82, un análisis de
procedencia epistemológica puede ser concebido
81. “...pasamos a considerar más de cerca la categoría de
‘posibilidad objetiva’, cuya función hemos caracterizado hasta
aquí de manera muy general, y por cierto de manera especial,
la cuestión relativa a la modalidad de la ‘validez’ de los ‘juicios
de posibilidad’. ¿Es válida la objeción de que la introducción de
‘posibilidades’ en la ‘consideración causal’ implica en general la
renuncia al conocimiento causal, y que , de hecho –a pesar de todo
lo que ya hemos dicho acerca del basamento ‘objetivo’ de los juicios
de posibilidad-, puesto que e establecimiento del curso ‘posible’
debe ser confiado siempre a la ‘imaginación’, el reconocimiento
de la significación de esta categoría implica precisamente la
confesión de que en la ‘escritura de la historia’ las puertas están
siempre abiertas al capricho subjetivo y que ella, por lo tanto, no es
una ciencia?” (Weber, M., Ensayos sobre metodología sociológica,
Buenos Aires, Amorrortu, 1973, p. 166).
82. Ver p. 4, ut supra.
de acuerdo a distintas perspectivas. Por un
lado, la correspondiente al conjunto de teóricos
reconocidos como la ortodoxia científica de la
sociología, y por otro, obviamente, la del propio
Weber. A ambas es preciso entonces hacer mención.
5.1 Procedencia Doctrinaria
No son muchos los autores de la sociología
que se han abocado al estudio de la materia que
nos ocupa83. Entre ellos, destaca por sobre todas
la figura de Joachim Wach. El mencionado teórico
se dedicó en reiteradas oportunidades84 a una
reflexión sistematizada a fin de determinar de la
manera más precisa posible el objeto y el método
asignable a la sociología de la religión, y al hacerlo,
obviamente no pudo hacer otra cosa que tocar la
labor weberiana85. Luego de asignar a Weber el rol
fundacional de la rama sociológica, le realizó una
serie de críticas orientadas a recriminar un trato tal
vez demasiado orientado al estudio de la relación
entre la economía y la religión y poco extenso al
verdadero ámbito socio-religioso, es decir, el de la
relación entre la religión y la sociedad86.
La perspectiva de Wach parece adolecer, sin
embargo, de algunos defectos. Primeramente,
Wach propone una delimitación del objeto de
estudio a partir de la determinación de su objeto
material. Seguidamente, el autor pretende hablar
de una relación entre la religión y la sociedad, lo
que suscitaría un equívoco al sugerir la relación
entre dos sistemas culturales (religión y sociedad)87,
mientras que para la sociología siempre se trata de
la relación entre el sistema global, sociedad, y un
sub-sistema, en este caso la religión; o bien entre
dos o más sub-sistemas del global, como ser la
religión, el derecho, la filosofía, etc88.
83. Hicieron una remision posterior Talcott Parsons (Parsons,
T., The Structure of Social Action. A Study in Social Theory with
Special Reference to a Group of Recent European Writers, Free
Press, Illinois, 1949) y G. Le Bras (Le Bras, G., Etudes de sociologie
religieuse., Paris, P.U.F., 1956).
84. Ver, particularmente, Wach, J., Einführung in die
Religionssoziologie, Mohr, Tübingen, 1931; y Wach, J., Sociology
of Religion, Chicago University Press, Chicago, 1944.
85. Ver el capítulo de su Introducción a la Sociología de la
Religión (Wach, J., Einführung in die Religionssoziologie, Mohr,
Tübingen, 1931, p. 65 y ss.) titulado Max Weber como sociólogo
de la religión (Max Weber als Religionssoziologue).
86. Ver Wach, J., Sociología de la Religión, Fondo de Cultura
Económica, México, 1946, p. 20 y ss..
87. Ver Wach, J., Einführung in die Religionssoziologie, Mohr,
Tübingen, 1931, p. 88 y ss.; y 92 y ss., citado en Prades, J. A., op.
cit., p. 24.
88. Prades, J. A., op. cit., p. 26 y 27.
93
ISSN 1794-600X Número 14 Enero - Junio de 2018
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
5.2 Procedencia Weberiana
Tal y como fuera expuesto con anterioridad89,
la intención de Max Weber en su obra acerca de
la religión fue desde un comienzo sociológica.
Dicho interés se mantuvo a lo largo del texto90,
como también lo hizo el de lograr un análisis
que fuera comprensivo y causal del desarrollo
cultural de Occidente -de su conducta humana y
económica-, y de arribar al final a la imputación
de la religión como uno de los medios clave para
su explicación91 y no como un mero fenómeno
cuyo fin se auto-consume.
Con ese objetivo en mente, el estudio
weberiano se vio realizado en dos planos:
uno, puramente profano, constituido por una
descripción de fenómenos y relaciones puramente
culturales; el otro, cargado de religiosidad y
situado en una posición de subordinación al
primero y como una de sus líneas explicativas.
Con esa distinción en mente, Weber avanzó en
su obra e identificó varias esferas fundamentales
de la vida social y económica en Occidente en
las que la racionalización había procedido de
manera específica, o a un nivel avanzado, incluso
antes de la aparición del capitalismo moderno. Al
producir “La Ética...” y embarcarse en el sentido
expuesto, Weber estaba realizando un análisis
que subyacentemente reconocía que “...las ideas
siempre tienen un significado que trasciende una
constelación de interés, aún si son su ideología.
Ellas contienen un superávit de significado, un
elemento de utopía.”92.
89. Ver p. 17, ut supra.
90. Ver Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus,
Madrid, 1998, p. 11 y ss..
91. “Por esquemática que sea la exposición que sigue, dejará sin
embargo en evidencia cuán complicada suele ser la estructura
de una ética económica concreta y cuán multifacéticos sus
condicionamientos. (...) Una ética económica no es una mera
‘función’ de las formas de organización económicas, del mismo
modo que, a la inversa, tampoco éstas están determinadas
unívocamente por aquélla. Ninguna ética económica ha tenido
jamás determinantes exclusivamente religiosos. Todas poseen, por
supuesto, una legalidad propia, determinada en altísimo grado
por datos históricos y de geografía económica, autónoma frente a
cualesquiera posiciones del hombre ante el mundo condicionadas
por motivos religiosos u otros motivos (en este sentido) ‘interiores’.
Pero no por ello es menos cierto que la determinación religiosa
del modo de vida se cuenta como uno –nótese bien, sólo uno- de
los determinantes de la ética económica. Por supuesto, aquella
se encuentra profundamente influida, a su vez, por factores
económicos y políticos en el interior de límites geográficos,
políticos, sociales y nacionales dados.” (Weber, M., Ensayos sobre
sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 234).
92. Schulchter p. 140
De esta manera, una ética religiosa –la
Protestante, para el caso- puede adquirir el sentido
de perspectiva metafísico-religiosa y conllevar de
esta manera no sólo presupuestos económicos sino
también proyecciones económicas. “Esta posición
dual de una ética económica apunta a la existencia
de dos clases de causas, constelaciones de interés
y constelaciones de ideas. No se le puede asignar a
priori primacía a ninguna. Se debe presumir que
ambas se originaron simultáneamente. Cuando
los seres humanos comenzaron a interpretar sus
intereses, postularon la posible autonomía de ellos y
de sus ideas. Esta asunción de una génesis simultánea
permitirá a Weber asumir hacia el final de ‘La Ética...’
que las interpretaciones materialistas y espiritualistas
de la historia son ‘igualmente posibles’.”93.
Es por ese motivo, precisamente, que cada
interpretación –sociológica o no-termina siendo
nada más que una conclusión investigativa y, como
tal, una preparación que “...aporta igualmente poco
al interés de la verdad histórica.”94.
CONCLUSIONES
De esta manera, se ha llegado al fin de este
trabajo. Sin duda, se ha ido dando respuesta a
lo largo de su transitar a aquellos objetivos que
tempranamente se esbozaron en la Introducción y
que comprendían tanto una determinación del tenor
científico como del valor sociológico de la sociología
de la religión. Todo ello, a través de una de sus obras
más representativas: “La Ética Protestante y el
Espíritu del Capitalismo”, de Max Weber.
Se ha podido apreciar en la evolución del
trabajo, en lo concerniente al objeto de estudio
abordado por la obra en análisis, que la suya no se
trata de una problemática directamente religiosa,
sino profana, dándose sus factores religiosos como
un elemento tan solo parcial dentro de un conjunto
conceptual y explicativo más vasto. Claramente,
la intención de la obra de Weber es sociológica,
en parte, por la confrontación de factores socioreligiosos con factores sociales profanos y, en
parte, porque no parece poder definirse como
relevante para el estudio sistematizado de la
religión. El objetivo fundamental de su análisis es,
93. Schulchter p. 141
94. Schulchter p. 141
94
Pablo Ferrara Ll.M.
en consecuencia, la comprensión de estructuras
culturales esencialmente profanas.
específico como a las debilidades lógicas de sus
formulaciones teóricas.
Es justamente en esa problemática profana,
donde el objeto material de las preocupaciones
del autor analizado coincide en varios aspectos
con una obra que se podría determinar de
carácter histórico. Su objeto formal, sin embargo,
presenta sí en este caso un carácter directamente
sociológico, por lo menos en lo referente a
su sentido de reflexión científica acerca de
la estructura y de las funciones de algunos
elementos fundamentales de la organización
social estudiados en su cualidad tipológica. Esto,
termina por hacer posible una interpretación
científica de la base subjetiva de la condición
humana95. En este sentido, es posible decir, sin
lugar a dudas, que el método de trabajo de Max
Weber en “La Ética...” tiende a presentar un
carácter esencialmente científico96, pudiéndose
distinguir netamente de la reflexión filosófica y de
la exposición puramente descriptiva97.
En este caso, la desmesura en el análisis
configuró dos extremos.
En lo que respecta ya al nivel de cientificismo
de la sociología y de la sociología de la religión
como parte integrante de ella, son profundas
las cuestiones que la separan, como ciencia
social, de cualquier ciencia natural. Una de
las principales es su relación sujeto-sujeto –y
no sujeto-objeto- en el campo de estudio, lo
que conlleva un vínculo con un mundo preinterpretado donde los sentidos elaborados
por sujetos activos entran prácticamente en la
construcción o producción real de ese mundo y
por lo tanto implican una hermenéutica doble que
no tiene paralelo en ninguna parte, cuyo estado
lógico en las generalizaciones es distinto del de
las leyes científicas naturales98.
Asimismo, un
análisis satisfactorio de la sociología debe tomar
nota detallada y mesurada -como cuestiones
relacionadas al estudio en análisis- tanto a la
dependencia de las ideas de un contexto histórico
95. Ver Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An
analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber.,
Cambridge University Press, London, 1971, p. 146.
96. Ver, en general, Conceptos Fundamentales de Sociología, en
Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the
writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University
Press, London, 1971, p. 145 y ss..
97. Ver el rol de la difusión de ideales en la labor educativa, en
Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the
writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University
Press, London, 1971, p. 143 y ss..
98. Para un análisis más profundo y detallado del proceso
configurativo del objeto de estudio, ver Strasser, C., Op Cit., p. 88 y ss..
Los críticos marxistas de Weber, de una parte,
han tendido a tratar sus escritos sociológicos
poco más que como expresiones ideológicas
de sus intereses políticos. La sociología
de Weber se reduce así, absurdamente, a
una manifestación particular de la ‘cultura
burguesa’ en la Alemania de Wilhelm. Por
otra parte, las interpretaciones ‘ortodoxas’
de Weber sostienen que sus contribuciones
académicas a la ciencia social se deben tratar
separadamente de sus afiliaciones políticas 99.
Es precisamente en la confrontación
de uno de esos extremos donde reside parte de
la grandeza teórica de Weber. Esto es, en haber
invertido con demostraciones empíricas y lógicas
la proposición de Marx: los tipos de sociedad
podían reflejar tipos de religión100.
Sin embargo, su mayor muestra se dio sin
duda en la humildad y cautela de las palabras que
cerraron su obra:
(...) aunque el hombre moderno, en general, ni
aún con la mejor de sus voluntades, no suele
estar en condiciones de representarse en su
magnitud real la importancia que los contenidos
de conciencia religiosos han tenido para el modo
de vivir, la cultura y el carácter de los pueblos,
ello no nos autoriza a sustituir una interpretación
causal, unilateralmente materialista de la cultura
y de la historia, por otra espiritualista igualmente
unilateral. Ambas son igualmente posibles. Pero
con ambas se haría el mismo flaco servicio a la
verdad histórica si se pretendiera con ellas, no
iniciar la investigación, sino darla por conclusa101.
99. Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones
sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós,
Buenos Aires, 1997, p. 63.
100. “La tesis de este libro notable puede resumirse en este párrafo:
‘Uno de los elementos fundamentales del capitalismo moderno (y
no sólo de él sino de toda la cultura moderna), la conducta racional
basada sobre la idea de la vocación, nació –y esto es lo que nuestro
análisis ha procurado demostrar- del espíritu del ascetismo
cristiano’.” (The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, trad.
de Talcott Parsons, Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1958,
p. 180, en Nisbet, R., La formación del pensamiento sociológico,
Amorrortu, Buenos Aires, 1969, p. 110).
101. Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus,
Madrid, 1998, p. 201 y 202.
95
ISSN 1794-600X Número 14 Enero - Junio de 2018
Un regreso sobre “la ética...” de Weber (y sobre su valor epistemológico)
BIBLIOGRAFÍA
• Aron, R., Las etapas del pensamiento
sociológico, Siglo Veinte, 1976, T.I.
• Corredor, E. El paradigma discursivo del
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Pablo Ferrara Ll.M.