Otros títulos publicados
por el Centro de Estudios de Sobrarbe
Ignacio CLEMENTE CONTE
Ermengol GASSIOT BALLBÈ
Javier REY LANASPA (eds.)
Sobrarbe antes de Sobrarbe
Pinceladas de historia de los Pirineos
Pinceladas de historia de los Pirineos
Ignacio CLEMENTE CONTE
Ermengol GASSIOT BALLBÈ
Javier REY LANASPA (eds.)
Sobrarbe antes de Sobrarbe
La historia de las zonas de montaña en nuestro Pirineo
no empezó con el termalismo, a principios del siglo XX,
ni se corresponde solo con las anotaciones de las primeras ascensiones a sus cimas o los relatos de los
grandes rebaños recorriendo las cabañeras arriba y
abajo: es más bien la historia de las personas que las
poblaron. Pero estas zonas altas han sido muy poco exploradas en busca de vestigios arqueológicos, más allá
de manifestaciones puntuales como castillos e iglesias
medievales, y particularmente Sobrarbe. En los últimos
diez años, no obstante, se han realizado en la comarca
nuevas excavaciones y prospecciones arqueológicas
cuyos resultados intenta compilar este libro, a partir
de los trabajos presentados en 2013 en las jornadas
Sobrarbe antes de Sobrarbe, en su contexto geográfico
de alta montaña.
IBIC HDDA
— Antonio Pla Cid, Protohistoria de Sobrarbe: aportación desde los textos, la
arqueología y el lenguaje (2008).
— Ignacio Pardinilla, Severino Pallaruelo
y Mari Carmen Chéliz (coords.), Una
isla de libertad: homenaje a Ánchel
Conte (2008).
— Arturo González Rodríguez, La montaña olvidada: despoblados del alto
Alcanadre (2008).
— Jesús Cardiel Lalueza, Guía de campo
de los fósiles de Sobrarbe: invertebrados y plantas (2009).
— Javier Carnicer Oliván (comp.), Perlas
escogidas: tres décadas de producción literaria (alumnado del Sobrarbe,
1974-2008) (2011).
— Natàlia y Javier Sin Bestregui, De casa
Trallero de Bestué: memorias de Antonio Bestregui Sesé (2010).
— Conchi Benítez Tellaetxe et alii, Mujeres del Pirineo: tradición y cambio
(2011).
— José María Lafuerza Buil, La corrida de
la cuchara de Aínsa: una carrera con
siglos de historia (2012).
— AA.VV., Museo de San Juan de Plan.
Catálogo del Museo Etnológico de San
Juan de Plan (2013).
Sobrarbe antes de Sobrarbe...
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito—
o corral de tránsito: una cueva
pastoril del Neolítico antiguo en
el corazón de Sobrarbe
II. Surcos en la arcilla: evaluación
arqueológica de los hallazgos
parietales de la cueva de Coro
Trasito (Tella)
III. El paisaje en el Neolítico: un
estudio preliminar de los restos
antracológicos de Coro Trasito
(Tella)
IV. Cueva Lobrica, hallazgo de un
nuevo yacimiento del Neolítico
en la orilla izquierda del río
Bellós, en el Parque Nacional de
Ordesa y Monte Perdido
V. Codronazo, en La Cabezonada
(La Fueva): un nuevo abrigo con
arte rupestre en el Sobrarbe
VI. El final de la prehistoria en
Sobrarbe
VII. El crómlech pirenaico, en el
barranco de Batanes (valle de
Bujaruelo): estado de la cuestión
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo
central durante el Neolítico
antiguo: una aproximación a
partir de los recursos líticos
IX. Los primeros pastores
trashumantes de la Alta Ribagorza
X. El pasado olvidado de la
alta montaña: ocupaciones
prehistóricas en el Parque
Nacional de Aigüestortes i
Estany de Sant Maurici y sus
implicaciones para la prehistoria
de los Pirineos
XI. De piedra, tierra y madera: una
mirada comparativa entre las
cabañas pirenaicas
Edita:
Colaboran:
XII. Y cuando a los Pirineos no les
llamábamos Pirineos…: la
arqueología de Sobrarbe dentro de
la arqueología de los Pirineos y
de las montañas del sur de Europa
CENTRO DE ESTUDIOS DE SOBRARBE
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES
Listado de autores
Sobrarbe antes de Sobrarbe
Pinceladas de historia de los Pirineos
Ignacio CLEMENTE CONTE
Ermengol GASSIOT BALLBÈ
Javier REY LANASPA (eds.)
Edita:
Centro de Estudios de Sobrarbe
Colaboran:
Instituto de Estudios Altoaragoneses
Grup d’Arqueologia de l’Alta Muntanya (UAB-CSIC)
Comarca de Sobrarbe
Fotografías: De los autores
Imagen de cubierta: Dolmen de Tella
ISBN: 978-84-8127-265-9
Depósito Legal: HU 399-2014
Imprime: Cometa, S.A.
Vicente Baldellou Martínez durante las jornadas de arqueología
en Boltaña en diciembre de 2013.
Dedicamos este libro a Vicente por su gran labor realizada
desde el Museo de Huesca y que tanto bien ha hecho a
toda la provincia de Huesca en general y a Sobrarbe en particular.
Muchos de los que contribuimos en esta publicación, o bien
nos iniciamos excavando con él, o aprendimos de sus trabajos
en el campo del arte rupestre.
Lamentamos su inesperada pérdida y siempre le echaremos de menos.
I
Sobrarbe antes de Sobrarbe…
Ignacio CLEMENTE CONTE; Ermengol GASSIOT BALLBÈ
y Javier REY LANASPA
El porqué de este libro
La historia de las zonas de montaña no empezó con el termalismo que,
principalmente en la vertiente norte de la cordillera pirenaica, inundó a principios del s. XX algunos valles de pequeños hostales y balnearios. Ni tampoco
se corresponde con las anotaciones de las primeras ascensiones documentadas
a las cimas más espectaculares, “hazañas” casualmente siempre asignadas a
personas de fuera de los Pirineos. La historia de las zonas de montaña va mucho más allá de los relatos de los grandes rebaños que en la primera mitad del
siglo XX transcurrían por las cañadas hacia arriba a finales de primavera y hacia
abajo en otoño. Hasta hace relativamente poco la historia de las personas que
poblaron las zonas más altas de los Pirineos era un gran silencio, salvo manifestaciones puntuales, principalmente castillos e iglesias medievales. Un silencio
que, fundamentalmente, radicaba en el hecho que las zonas de montaña han
sido muy poco exploradas en busca de vestigios arqueológicos.
En las cotas elevadas de estas montañas no se han realizado prospecciones hasta inicios de este siglo o, a lo sumo, en los años 90 del siglo pasado. El
Sobrarbe ha sido una comarca prácticamente abandonada en la realización de
estos estudios. Tan solo la zona de la Sierra de Guara ha sido prospectada más o
menos sistemáticamente en busca de abrigos con pinturas rupestres. En algunos
de ellos se realizaron intervenciones y se recuperaron materiales, como es el
caso del abrigo de Huerto Raso (Lecina). Otras actuaciones arqueológicas son
los sondeos realizados en otros yacimientos prehistóricos como los efectuados
a mediados de los 70s en la Espluga de la Puyascada y en el Forcón (San Juan
de Toledo, La Fueva) o en la cueva de Tella (cueva de Los Arnales) un poco
más tarde. También es de destacar la recogida de materiales removidos y fuera
de contexto arqueológico en la cueva de La Miranda, en el municipio de Abizanda. Esta secuencia de actuaciones puntuales y discontinuas entre si nos la
relata, en uno de los capítulos de este libro, J. Rey.
En los últimos diez años se han vuelto a realizar actuaciones arqueológicas
en varios sitios de Sobrarbe. Por una parte, las excavaciones realizadas por el
7
8
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè y Javier Rey Lanaspa
mismo Javier Rey en los sitios de Yermos del Cementerio (La Fueva) y en Peña
as Arenas (Castejón de Sobrarbe), ambas subvencionadas por el Centro de Estudios de Sobrarbe (ver J. Rey en este volumen), así como las dos campañas
llevadas a cabo por Amor Olomí en los círculos de piedras de ‘Batanes’ en el
valle de Bujaruelo (ver A. Olomí en este volumen). También en los últimos años
se ha descubierto un panel con pinturas de color rojo en Sierra Ferrera en La
Cabezonada (La Fueva).
A estas intervenciones hay que añadir los recientes trabajos de prospecciones arqueológicas en enclaves relacionados con el Parque Nacional de Ordesa y
Monte Perdido que estamos llevando a cabo los tres coordinadores de este libro,
así como las tres campañas de excavación efectuadas en Coro Trasito (Tella-Sin)
en 2011, 2013 y 2014 (ver Clemente y otros, en este volumen). Estos trabajos se
relacionan directamente con un proyecto solicitado por la Comarca de Sobrarbe
al Ministerio de Cultura “Arqueología del pastoralismo en el bien Pirineos-Monte
Perdido (vertiente española)” y concedido para el año 2014-2015, hecho que
permitirá realizar una nueva campaña de excavación y prospecciones arqueológicas. En estos trabajos se vinculan a tres instituciones diferentes: el Departamento de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón (DGA),
el Departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)
y el Departamento de Arqueología y Antropología, de la Institución Milá y Fontanals del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IMF-CSIC), bajo el
paraguas del Grupo de Arqueología de Alta Montaña (GAAM- UAB-CSIC). A su
vez, estas investigaciones complementan el plan de trabajo del proyecto 998 del
Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino denominado “Análisis
ecológico de la culturización del paisaje de alta montaña desde el Neolítico:
los Parques Nacionales de montaña como modelo (CULPA)” dirigido por el Dr.
Jordi Catalán (CREAF-CSIC) y con la red de investigación otorgada por la Comunidad de Trabajos de los Pirineos titulada “Dynamiques des Espaces Pyrénéens
d’Altitude. Un SIG sur le patrimoine archéologique et la modélisation des territoires pastoraux. Project de développement de réseaux thématiques interrégionaux
(DEPART)”. En ella participan grupos de investigación del CNRS de Toulouse y la
Universidad de Pau en Francia, la Dirección de Patrimonio Cultural del Gobierno
de Andorra, el Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC), la Institución Milà
i Fontanals del CSIC y está dirigida por el Dr. Ermengol Gassiot (UAB).
La edición de este libro ha buscado generar una oportunidad para compilar
todos aquellos trabajos en gran medida inéditos que se han ido realizado en las
últimas décadas pero que hasta ahora no se habían presentado ni en congresos
ni se habían publicado o lo habían sido de forma muy dispersa. Antes de la preparación de este volumen, sin embargo, creímos necesario hacer una reunión de
los especialistas en arqueología vinculados con investigaciones en la comarca
de Sobrarbe y zonas vecinas del Pirineo central para dar a conocer los distintos
trabajos y sopesar la posibilidad de futuras colaboraciones. Para ello se organizaron con ayuda de la Comarca de Sobrarbe unas jornadas en la localidad Boltaña
bajo la denominación de “Sobrarbe antes de Sobrarbe, en su contexto geográfico
I. Sobrarbe antes de Sobrarbe...
de alta montaña. Primeras Jornadas de Arqueología y Prehistoria”. Este encuentro
se llevó a cabo los días 12 y 13 de diciembre de 2013 y estuvo avalado por la
comisión permanente Human Occupation Mountaings Enviroments (HOME) de
la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (UISPP).
Así pues en esas jornadas se presentaron un total de diez conferencias sobre una temática variada siempre relacionada con la alta montaña y el pirineo.
Estas fueron:
— El Pirineo Central: ¿una auténtica barrera?, por Vicente Baldellou y Manuel
Bea.
— La cueva de la Fuente del Trucho y su relación con otros yacimientos del
Prepirineo aragonés, por Lourdes Montes.
— El pasado olvidado de la alta montaña. Ocupaciones prehistóricas en el
Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y sus implicaciones para la prehistoria de los Pirineos, por Ermengol Gassiot Ballbè.
— Excavaciones en el abrigo de Esplugón (Molino de Villobas, Guarguera,
Huesca), por Pilar Utrilla, Abel Berdejo y Alberto Obón.
— Evidencias de una trashumancia precoz en la Alta Ribagorza: Análisis de la
Cova de Els Trocs, San Felií de Veri, Huesca, por Manuel Rojo Guerra.
— Pautas de movilidad en el Pirineo Central durante el Neolítico: una aproximación a partir de los recursos líticos, por Niccolò Mazzucco.
— Las mallatas del Puerto de Góriz, un ejemplo de organización espacial del
pastoreo en la comarca del Sobrarbe (Pirineo de Huesca), por Federico
Fillat, Mikel Etxebarria, Maite Gartzia e Inmaculada L. Alados.
— En busca de las expresiones gráficas de nuestros antepasados. Un caso
práctico en el Sobrarbe: la cueva de Coro Trasito, por Aitor Ruíz Redondo.
— Los Cromlechs de Batanes en el valle de Bujaruelo (Sobrarbe). Estado de la
cuestión, por Amor Olomí
— El final de la Prehistoria en Sobrarbe, por Javier Rey Lanaspa
— “Cort o Transito” o Corral de Tránsito: ¿Una cueva pastoril del Neolítico
Antiguo en el corazón de Sobrarbe?, por Ignacio Clemente Conte.
Todas las charlas tenían que ver con la prehistoria, la mayoría de ellas
relacionadas con Sobrarbe y el resto con el Pirineo central, salvo la conferencia impartida por Federico Fillat y Mikel Etxebarria que tocó temas actuales o
subactuales pero en gran medida necesarios para el estudio de la prehistoria.
La organización de los pastores en la montaña, de cómo se distribuyen los pastos y ocupan el territorio, etc. vistas desde un punto de vista etnográfico como
es el estudio de las mallatas en el Puerto de Góriz, puede aportar una valiosa
información para el estudio de las estructuras pastoriles que las precedieron.
Del mismo modo que el análisis de los cambios de pastos por una mayor o
menor presión de los diferentes tipos de ganado es algo fundamental para saber
qué ocurrió también en el pasado.
9
10
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè y Javier Rey Lanaspa
Algunos de los trabajos presentados en las jornadas de Boltaña finalmente
no se han compilado en este libro por decisión propia de algunos/as autores/
as que finalmente han declinado la invitación a participar en él. Esta ausencia
queda parcialmente compensada con la inclusión del trabajo de J. Rey y otros
sobre la Cueva Lóbrica y el de C. Calastrenc sobre las construcciones de cabañas de pastores en tres valles diferentes, entre ellos el de Benasque. Con todo,
consideramos que el libro resultante cubre satisfactoriamente la finalidad que
exponíamos al inicio de esta breve introducción y que no es otra que la de
acercar los conocimientos especializados adquiridos a un público general. El
interés por conocer el pasado más remoto de Sobrarbe quedó reflejado en la
amplia afluencia de personas a las conferencias organizadas. Además, la mayoría de los trabajos arqueológicos que realizamos están subvencionados con
dinero público, por lo que el conocimiento debe ser compartido con todas las
personas interesadas bien sea en actos compartidos o en publicaciones como
esta que ahora ponemos a vuestro alcance.
Antes de dar paso a los capítulos del libro, queremos detallar algunas cuestiones terminológicas propias de la arqueología pero no necesariamente familiares para el público general. En la medida de los posible, en los trabajos que
conforman el libro hemos intentado sustituir o, como mínimo correlacionar, la
denominación de períodos de la prehistoria por sus equivalentes en años. Dos
razones lo han motivado; la primera, la voluntad de escapar de una terminología a menudo tediosa y muy especializada de la arqueología. La segunda,
porqué no siempre hay consenso en qué entendemos, por ejemplo, por “eneolítico” y por ello siempre es más preciso detallar la cronología en valores absolutos, es decir, en años. Y para ello hemos recurrido al Carbono 14 en muchas
ocasiones.
El lector/a podrá observar que en general acompañamos la escritura de
los años de dos términos. Por una parte, las siglas “ANE”, por expresar “Antes
de Nuestra Era” y evitar así dar los años con relación a la Era Cristiana (pero
que equivale a “años antes de Cristo -AC). Por la otra, el término “cal”, para
especificar que la fecha ha sido “calibrada”. Es decir, que se le ha corregido la
desviación que conllevan las mediciones de los isótopos de Carbono 14 con
respecto a los años reales. Así, por ejemplo, 3300 calANE significa el año 3300,
en fecha ya calibrada, Antes de Nuestra Era.
Finalmente, queremos agradecer la implicación desinteresada tanto de
los autores y autoras que han colaborado con su trabajo en la realización
tanto de este libro como, anteriormente, de las jornadas de diciembre de
2013. Así mismo, este volumen ha sido editado gracias al Centro de Estudios de Sobrarbe (CES) y al Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA), con la
colaboración de la Comarca de Sobrarbe y el Grupo de Arqueología de Alta
Montaña UAB-CSIC.
I
“Cort o Transito” —Coro Trasito— o
corral de tránsito: una cueva pastoril
del Neolítico antiguo
en el corazón de Sobrarbe
Ignacio CLEMENTE CONTE, Ermengol GASSIOT BALLBÈ,
Javier REY LANASPA, Niccolò MAZZUCCO y Laura OBEA GÓMEZ
Introducción
La Cueva de Coro Trasito se localiza en las coordenadas UTM X: 268453;
Y: 4719747 (Datum ETRS89, 30N) y a una altitud de 1.548 m. El acceso se
realiza a través de una pista forestal que parte desde el Dolmen de Tella hasta
el parking de la cueva de los Osos. Desde ahí se asciende a pié por un sendero
que pasa por la cueva mencionada y continúa hasta la de Coro Trasito (Fig. 1).
Se trata de una cavidad de gran tamaño con una orientación idónea para
el hábitat humano ya que el sol penetra hasta el fondo del abrigo y al mismo
tiempo está protegido de los vientos del norte. Esta cavidad ha sido utilizada
para el ganado a lo largo de muchos años y hasta hace poco tiempo se utilizaban diversos muros que compartimentan el espacio en varios ‘corrales’ (Fig.
2). La cueva tiene una parte activa por la que transcurre una corriente de agua
que a unos 20 metros de la entrada se filtra para salir en cotas más bajas del
mismo sistema Kárstico (probablemente conecta con la cueva de Los Arnales
de Lamiana) y que surge por Coro Trasito solamente en determinadas épocas
del año.
Hace años que se reconoció la presencia de restos arqueológicos en superficie. De hecho varios fragmentos de molinos y otros de posibles ‘manos’ de
molino de granito fueron extraídos y depositados en la caseta de información
del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (PNOMP) en Tella. Recientemente se han recuperado para ser estudiadas y depositadas en el Museo Provincial de Huesca. Este gran abrigo se ha denominado tanto Coro Trasito como
Coro Tracito. Como los habitantes de Tella la denominan con la ‘s’, nosotros
11
12
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
Figura 1. Localización de los principales yacimientos neolíticos en la Comarca de Sobrarbe, del 3 al 8, en
relación con otros sitios nombrados en este trabajo en otras comarcas altoaragonesas: 1- Cueva de
Chaves (Hoya de Huesca), 2- El Esplugón (Alto Gállego), 9- Cueva del Moro de Olvena (Somontano),
10- Forcas y 11 Cueva dels Trocs en Ribagorza. Nº 3- Huerto Raso, Lecina, 4- Cueva Lobrica, FanloVio, 5- Coro Trasito, Tella-Sin, 6- El Forcón - 7- Espluga de la Puyascada, ambas en San Juan de
Toledo-La Fueva y 8 Cueva de La Miranda, Abizanda.
hemos decidido llamarla definitivamente de igual modo. Además consultamos
con Ánchel Conte Cazcarro, especialista en lengua aragonesa, para intentar
descifrar el significado de dicho término. Según sus análisis, el topónimo podría derivar de “Cort o Transito”. La palabra Cort significa en castellano corral,
sin embargo a la hora de pronunciar esta palabra la ‘t’ es muda. De igual manera en aragonés la ‘n’ delante de la ‘s’ tiende a desaparecer, tanto escrita como
oralmente, por lo que la palabra transito se convierte en trasito. A la hora de
pronunciarlas conjuntamente el artículo ‘o’ se une a la palabra inicial y queda
Coro Trasito, cuyo significado es “Corral en Tránsito”, por lo que podría estar
indicando la funcionalidad de esa cavidad en los últimos tiempos. Es decir, po-
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
Figura 2. Plano topográfico de parte del abrigo de Coro Trasito. Se dibujan algunos de los muros y se remarca
la zona de los sondeos nº 2 (2011) y nº 3 (2013).
dría haber servido como zona intermedia durante la trashumancia a los pastos
de altura. Se trata de una cueva muy conocida por la espeleología, ya que el
Grupo de Espeleología de Badalona encontró en los años 70s un hacha pulimentada, molinos y fragmentos de cerámica, tal y como comenta unos de sus
‘descubridores’ Ramon Canela i Font: “El “Coro del Trasito” fue usada por los
humanos desde la prehistoria, los diversos objetos hallados, confirman que debajo de los grandes bloques que han caído del techo, se esconde la historia del
13
14
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
lugar” (Canela, 2006, p. 6). Las intervenciones arqueológicas no se han realizado hasta 2011 cuando uno de nosotros, Javier Rey, decidió llevar a cabo unos
sondeos prospectivos. Acompañado por un grupo de estudiantes de la Universidad de Zaragoza desenterró materiales prehistóricos consistentes en restos
de fauna, cerámica e instrumentos líticos de sílex principalmente. Realizó dos
sondeos, el primero de ellos junto a la roca del fondo del abrigo y enseguida
tuvieron que abandonar la excavación por la gran cantidad y el tamaño de los
clastos de piedra allí acumulados. En el segundo sondeo pudieron profundizar
más, hasta que una roca de gran tamaño les impidió seguir excavando, pues
ocupaba casi todo el espacio del sondeo. Éste se realizó con unas medidas de
1,5x1,5 m. Se logró alcanzar un metro de profundidad tras las 10 tallas artificiales de excavación en un sedimento consistente mayormente de la meteorización de excrementos de ganado ovino. En arqueología este tipo de matriz
se ha denominado “fumier”, lo que vendría a ser en Aragón una “femera” (cf.
infra). Este sedimento se encontró bastante perforado por series de madrigueras
de animales indeterminados hasta el momento. En la zona más profunda de
este sondeo se recuperó un carbón vegetal que se envió para conseguir una datación radiocarbónica. La datación de C14 obtenida fue de entre 1410 y 1130
calANE. Esta datación no correspondía con los materiales líticos y cerámicos
recuperados a esa profundidad. Éstos eran sin duda más antiguos, pues las formas y decoraciones de las vasijas recuperadas indicaban una adscripción clara
al neolítico y, más bien, a un neolítico antiguo. Por contra, esta datación parece
ser más coherente con otros materiales cerámicos recuperados en la superficie de la cueva y que por sus características parecen pertenecer a la Edad del
Bronce. La explicación de esta contradicción en la datación con los materiales
debe atribuirse a la intrusión del carbón a través de las madrigueras o por tal
vez algún tipo de estructura como un agujero de poste, que no se detectó en la
Figura 3. Dataciones del Neolítico antiguo, las tres superiores, y broce medio/reciente, las dos restantes,
obtenidas en Coro Trasito, campañas 2011, 2013 y 2014.
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
excavación, que pudo ser realizado por los moradores de Coro Trasito durante
ese período. Una nueva datación realizada sobre un hueso indeterminado de
ovino recuperado en los niveles superiores durante la excavación de 2014 da
una fecha idéntica (Fig. 3).
En 2013, el Grupo de Arqueología de Alta Montaña de la Universidad
Autónoma de Barcelona y de la Institución Mila i Fontanals del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (GAAM-UAB-CSIC), nos unimos a Javier
Rey para seguir realizando trabajos arqueológicos en esta interesante cueva y
realizar un nuevo sondeo que nos permitiera extraer materiales susceptibles de
ser datados en niveles sin bioturbación. Para ello decidimos ampliar el sondeo
nº 2 de 2011 excavando un metro más hacia el norte. A este nuevo sondeo se
le asignó el nº 3 (ver Fig. 2).
Excavación del sondeo nº 3
La campaña de 2013 se realizó en dos fases. La primera (entre el 27 de junio
y el 3 de julio) consistió en practicar un nuevo sondeo junto al sondeo nº 2 de
2011. La segunda campaña (entre el 26 de septiembre y el 2 de octubre) se centró en la continuación de ese sondeo hasta alcanzar un nivel estéril de desprendimientos rocosos que han impedido la continuidad del mismo sin que pusiéramos en peligro la estabilidad de los perfiles. Durante la primera fase se alcanzó
el mismo nivel que en la de 2011, definido por el estrato unidad estratigráfica
(UE) 3010. En la última se exhumaron 6 UEs más, hasta alcanzar el sondeo una
profundidad de casi1,80m (ver Fig. 4). Inicialmente ampliamos el sondeo nº 2 de
2011 hacia el Este 1 m. y mantuvimos la misma anchura que tenía. Se comprobaron que coincidieran las cotas de profundidad iniciales con las cotas registradas
en el sondeo de 2011. Realizamos la limpieza superficial de piedras mezcladas
con estiércol, una capa de unos 20 cm. de espesor y estéril a nivel arqueológico.
Inicialmente la excavación se realizó por tallas artificiales y se fueron relacionando las distintas UE con las registradas en el sondeo de 2011. Enseguida
se empezaron a registrar sedimentos con mucha materia orgánica y con distintas tonalidades característicos de la estabulación de ganado ovino (Fig. 4). Se
trata de un sedimento bastante suelto donde se intercalan capas de color prácticamente negro con otras grises y blancas. Los manchones blancos pueden estar
relacionados con dos fenómenos distintos. Por una parte pueden ser cenizas de
hogares o sedimentos quemados y por otra puede tratarse de acumulaciones
de calcita provenientes de la descomposición de la roca o precipitaciones en
los lugares donde gotea y se forman las estalagmitas. La facilidad de identificar
cambios en la matriz sedimentaria nos llevó finalmente a organizar la excavación siguiendo los grandes paquetes estratigráficos, comprendidos entre capa y
capa de tierra negra, y que denominamos Unidad Estratigráfica (UE). Esta actividad permitió documentar una secuencia de estratos coherente con la registrada
en los cortes del sondeo del año 2011.
15
16
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
A lo largo de la secuencia estratigráfica que obtuvimos en este sondeo pudimos comprobar cómo se alternaban también capas con restos arqueológicos
abundantes y otras que parecían completamente estériles que reflejan los momentos de abandono del sitio, del mismo modo que en determinados momentos en los perfiles Este y Norte comprobamos la existencia de fosas y agujeros
de poste (Fig. 4). Este hecho nos estaría indicando que en esa zona de la cueva
funcionaron algunas estructuras en periodos concretos de la ocupación. En la
UE 3002, una capa de sedimento negro, se documentó la presencia de abundantes restos de semillas de avellana. Éstas se preservaron fundamentalmente
carbonizadas y una de ellas fue mandada al Centro Nacional de Aceleradores
de la Universidad de Sevilla y CSIC para que fuera datada. Facilitó una antigüedad de 4788-4590 calANE (CNA.2520.1.1: 5830+/-35, ver figura 3).
También es de destacar el manchón de ocre que se documentó en la UE
3006 (Fig. 4). Éste tenía un espesor de un centímetro y ocupaba la mitad de la
superficie del sondeo. El ocre es un elemento muy utilizado a lo largo de la
prehistoria bien sea para la elaboración de colorantes como para el tratamiento
de las pieles. En el yacimiento de Chaves se registró también la presencia de
manchones de ocre y numerosos cantos pintados (Utrilla y Baldellou, 20012002). Algunos de estos cantos fueron utilizados como instrumentos de trabajo
para procesar pieles.
Cuanto más profundizamos en la excavación del sondeo iban apareciendo
más clastos y de mayor tamaño. Algunas no pudieron extraerse por no poner en
peligro los perfiles y el espacio de excavación se redujo. La segunda datación
se realizó sobre una ramita muy fina carbonizada de boj (Buxus sp.) extraída
Figura 4. Perfiles del sondeo nº 3. Obsérvese la formación en capas y presencia de materia orgánica típica de
los ‘fumiers’. En la imagen de la izquierda se muestra las extracciones de muestras para análisis de
polen; en la derecha se pueden observar diferentes depresiones y negativos de ‘agujeros de poste’
relacionados con diferentes estructuras.
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
como a unos 60 cm. por debajo de la primera. Su resultado fue de 4992-4786
calANE (Beta-358571: 5990+/-40, ver figura 3). La escasa diferencia temporal
entre ambas permite intuir que a lo largo del Neolítico los suelos de Coro Trasito tuvieron una formación muy rápida. El uso continuado y frecuente del abrigo
como zona de estabulación de ganado con abundante aporte de excrementos
hizo que los suelos crecieran entre 60 y 70 cm en un periodo de 300 años. La
última datación proporcionó un resultado de 5216-4993 calANE (Beta-366546:
6150+/-40). La obtuvimos de un hueso de uro salvaje (Bos taurus primigenius),
según la determinación que hizo la Dra. María Saña de la Universidad Autónoma de Barcelona. Se extrajo en uno de los niveles de ocupación inferiores
del sondeo, la UE 2013, tras sobrepasar un nivel estéril de clastos angulosos de
caliza de tamaño medio.
La fauna que se ha recuperado a lo largo de esta secuencia estratigráfica
tiene un estado de conservación muy bueno y en estos momentos se está analizando para determinar las especies y conocer los patrones de gestión del ganado en relación con la fauna salvaje. Por el momento y a groso modo podemos
decir que consumieron tanto animales domésticos (oveja, cabra y cerdo) como
salvajes (jabalí, buey, aves, etc.) según información ofrecida por María Saña.
El 10% del sedimento extraído durante la excavación del sondeo se guardó en
bolsas y se trasladó a la Universidad Autónoma de Barcelona para flotarlo y
poder recuperar restos carpológicos y antracológicos. Una vez separados, estos
restos están siendo analizados por Ferrán Antolín y al parecer existe una variedad interesante de semillas que reflejan el consumo tanto de cereales como de
frutos silvestres.
La cerámica de Coro Trasito
Desde que el desarrollo tecnológico de los grupos prehistóricos permitió
la producción de vasijas cerámicas como medios de cocción, almacenaje y/o
transporte de alimentos, los fragmentos de éstas son uno de los elementos más
abundantes en los yacimientos arqueológicos. El que la arcilla sea una materia
prima abundante en casi todos los territorios, así como que las técnicas de
manufactura sean sencillas también contribuyó a este factor de la abundancia
de esos restos arqueológicos De todas formas, el grado de fragilidad de esos
productos nos tiene que hacer ser prudentes a la hora de cuantificar el número
de vasijas en cada yacimiento, teniendo en cuenta además que el tamaño de
las mismas es muy variable.
Hasta este momento en Coro Trasito han aparecido materiales cerámicos
pertenecientes a dos momentos cronológicos distintos, el más reciente correspondería con la Edad del Bronce y el más antiguo al Neolítico. Del primero se
han recogido materiales dispersos por la superficie de la cueva y durante las
excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo. Los niveles arqueológicos de esta época quedan reflejados en pequeñas áreas del abrigo, pensa-
17
18
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
mos que mayormente han desaparecido como consecuencia de la utilización
de la cueva como corral. Este hecho se ha podido desarrollar hasta hace pocos
años. El conjunto del material de la Edad del Bronce por el momento es escaso y está representado solamente por cerámicas con decoraciones a base de
cordones con impresiones digitales, aplicaciones plásticas y algún fondo plano
(Fig. 5: 1-3).
El nivel Neolítico constituye hasta este momento, la ocupación más importante que hemos encontrado en la cueva de Coro Trasito. Los materiales cerámicos recuperados se encuentran en buen estado de conservación ya que, por lo
general, aparecen muy fragmentados pero con las aristas vivas, lo que nos indica
que no han sufrido procesos de erosión ni deterioro por rodamientos u otros
procesos tafonómicos. Respecto a su tamaño, los fragmentos no superan los diez
centímetros de longitud y hasta el momento no ha sido localizada ninguna vasija completa o reconstruible. Esta fragmentación dificulta el estudio del material
y sobre todo la obtención de conclusiones definitivas, sobre todo en la elaboración de tablas tipológicas de las formas o para el estudio de la tecnología.
Respecto al sistema de cocción, en función de la presencia o no de oxigeno durante el proceso, las vasijas son oxidantes o reductoras. La inmensa
mayoría de los fragmentos que aparecen en Coro Trasito tienen coloraciones
oscuras, marrón oscuro o negro, que indican un sistema de cocción reductor
por la ausencia de oxigeno. Sin embargo, existen fragmentos, en menor número, que por su coloración indican un sistema de cocción oxidante y también
se da el caso de la aparición de fragmentos que indican un sistema de cocción
irregular o cocción mixta. A veces en la misma pared de la vasija pueden aparecer diferentes tonalidades, tanto oxidantes como reductoras, o a veces en su
interior es reductora y en el exterior oxidante.
El acabado de las superficies mayoritariamente es alisado aunque existen
vasijas que presentan acabado brillante, que ha sido realizado mediante el bruñido de las superficies con algún instrumento antes de su cocción.
Las formas y el tamaño son difíciles de reconocer debido a la fragmentación del material. Las paredes tienen unos grosores, que salvo raras excepciones, están entre 0,5 y 1,5 cm., lo cual nos indica que no se trataría de vasijas
de almacenaje de gran tamaño, sino que su tamaño debería de ser más bien
mediano o pequeño. Sin embargo las aperturas de las bocas de algunas vasijas
nos indican que podemos tener algunas de al menos 40 cm de diámetro. En
cualquier caso, es necesario realizar un estudio comparativo con ejemplos de
vasijas que estén completas para poder relacionar los grosores de las paredes
con el tamaño de las mismas. Las formas reconocibles se reducen a cuencos,
vasijas globulares con borde reentrante, perfiles rectos etc. Los labios son redondeados y en algunas ocasiones ligeramente engrosados hacia el exterior.
Muchos de los fragmentos cerámicos que han aparecido durante las excavaciones presentan motivos decorativos y son los que nos pueden ayudar
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
Figura 5. Ejemplos de cerámica de Coro Trasito. Del 1 al 3 atribuidos a la ocupación del Bronce y del 4 al 11
pertenecientes a los diversos momentos del Neolítico antiguo. Dibujos realizados por Alfredo Blanco.
19
20
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
a establecer, junto con el resto del conjunto de materiales, la cronología de
las ocupaciones de la cueva. Hasta este momento, la cerámica neolítica que
ha aparecido durante las excavaciones está decorada con motivos incisos o
impresos, aunque también encontramos de forma escasa algún cordón liso de
sección triangular o redondeada (Fig. 5: 4-11). Los motivos incisos están formados por pequeños trazos suaves, que han sido realizados arrastrando un
instrumento por la superficie de la vasija antes de su cocción. Generalmente
aparecen ligeramente inclinados y han sido realizados con un instrumento de
punta redondeada o roma y pueden alcanzar más o menos los tres centímetros
de longitud. Los motivos impresos han sido realizados oprimiendo la punta de
un instrumento cuando la arcilla todavía estaba tierna. De esta forma y según la
forma del utensilio, se consiguen diferentes formas que pueden ser circulares,
triangulares, ovaladas, cuadrangulares, irregulares, etc.
El lugar elegido mayoritariamente para la decoración de las vasijas es la parte exterior de la boca, generalmente formando franjas de líneas de impresiones
debajo del borde. Puede tratarse de solamente una o pueden llegar a haber hasta
tres. Un único fragmento presenta una decoración a base de impresiones ubicadas en la cara interna de la vasija formando una línea que va del borde al fondo
de la misma y en escasas ocasiones presentan decoración en el mismo borde.
Algunas cerámicas disponen de sistemas de prensión en forma de asas
verticales que pueden ser de diferentes tamaños. Servían para colgar las vasijas
con cuerdas y de esta manera estar aisladas del suelo o también podrían servir
para facilitar su transporte. Un fragmento tiene una perforación cerca del borde
que podría tener la misma función que las asas. Por último, destacaremos la
aparición de una bola de barro cocido de unos dos centímetros de diámetro de
la que desconocemos su funcionalidad.
Por lo general las formas y decoraciones de las cerámicas neolíticas recuperadas en Coro Trasito tienen muchas similitudes con las recuperadas en otros
yacimientos del entorno de los Pirineos centrales como podrían ser los sitios
de Chaves en Sierra Guara, Cueva del Moro de Olvena y Els Trocs en la Ribagorza (Baldellou, 2011, Baldellou y Utrilla, 1995, Rojo y otros, 2013; Utrilla y
Baldellou, 1996).
El instrumental en piedra de Coro Trasito
Las excavaciones de los diferentes sondeos han proporcionado bastantes
restos arqueológicos de origen mineral. Nos referimos tanto a aquellos productos de piedra tallados para la manufactura de instrumentos, normalmente
elaborados con sílex, como a aquellos restos macrolíticos utilizados para actividades abrasivas de molienda, manos y fragmentos de molinos, así como a instrumentos pulimentados como pueden ser hachas y azuelas. Estos instrumentos
normalmente en la zona de los Pirineos están elaborados en rocas duras de co-
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
lor oscuro denominadas como corneanas. En los sondeos de 2011 se recuperó
un fragmento de molino de granito y numerosas láminas y laminillas de sílex
(Fig. 6). Estos instrumentos fueron confeccionados con diferentes tipos de sílex,
pero principalmente con los procedentes de la cuenca del Ebro, tal y como
ocurre en otros yacimientos estudiados en la zona del Pirineos centrales (Mazzucco, 2014, Mazzucco y otros, 2013, Mazzucco y otros, en este volumen).
Figura 6. Materiales de sílex tallado, láminas y fragmentos de lámina, recuperados en los sondeos nº 1 (parte
superior) y nº 2 (parte inferior).
21
22
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
También se han recuperado numerosos artefactos líticos entre la maraña de
piedras que se observan a lo largo de toda la superficie del abrigo. La mayoría
son manos y fragmentos de molino de varias materias primas aunque predominan los de granito. También contamos con percutores utilizados principalmente para la talla lítica. Muchos de estos materiales hallados en superficie
fueron recuperados con anterioridad y guardado en la caseta de información
del PNOMP de Tella y en estos momentos en proceso de estudio para depositarlos luego en el Museo Provincial de Huesca.
En este trabajo queremos simplemente dar unas pinceladas sobre algunas
características de los instrumentos líticos tallados y de otros bienes de consumo
de origen mineral documentados en Coro Trasito. Como mencionábamos más
arriba, la mayoría de los instrumentos tallados son de sílex, mayormente de
buena calidad y de procedencia lejana. Las técnicas de talla muestran diferentes formas de obtener láminas y laminillas. Muchas de ellas fueron obtenidas
por percusión directa, aunque también se documentan láminas extraídas por
percusión indirecta y por presión. Éstas últimas suelen ser más largas y menos
espesas a la vez que muestran dos nervaturas dorsales paralelas. En un par
de casos hemos documentado la probabilidad del uso del tratamiento térmico
para conseguir estos soportes. La presencia de un lustre térmico en ambas caras
de la lámina así lo confirma.
Estos artefactos alongados suelen utilizarse para actividades longitudinales
de corte y muchas de estas láminas se han usado para más de un proceso productivo. Así pues hemos podido observar que en varias ocasiones uno de los
filos ha sido utilizado como cuchillo para cortar plantas (hierbas y/o cereales)
a modo de hoz, mientras que el filo contrario se ha utilizado para actividades
de carnicería, para cortar carne y/o piel. En algunos casos el filo utilizado inicialmente para cortar la cosecha de cereal se retoca para reafilarlo y se utiliza
luego para carnicería. En una ocasión hemos documentado también una tercera actividad con uno de estos instrumentos. En esta ocasión tras utilizar ambos
filos en dos actividades productivas diferentes, cosecha y carnicería, la parte
distal de ambos filos fue retocada para conformar una zona apuntada que se
usó para perforar una materia mineral semidura. Las huellas de esta actividad
no están muy desarrolladas ya que su uso no fue muy prolongado. Planteamos
que ese ápice fue usado para perforar cerámica seca, pudo realizar como una
media docena de agujeros de ahí el poco desarrollo de las huellas, que sirvieron para poder coser varios fragmentos y de esa forma reparar alguna vasija
fracturada. Esto es una práctica muy habitual en los yacimientos del Neolítico
y de épocas posteriores (Mazzucco, 2014). Pero es más, antes de perforar los
fragmentos de cerámica se pudo raspar previamente la superficie bruñida con
la cara dorsal de la lámina para alisarla y facilitar de esta forma la perforación
de la misma (Fig. 7).
En Coro Trasito también hemos documentado lascas de sílex y de otras
materias primas pero en menor cantidad. En alguna ocasión se han observado
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
Figura 7. Lámina/perforador con rastros atribuibles a tres procesos productivos diferentes: filo izquierdo (foto
1) utilizado como cuchillo para carnicería; filo derecho (foto 2) utilizada como hoz para siega de
vegetales y cara dorsal y punta retocada (fotos 3 y 4) utilizada para abrasionar y perforar una materia
mineral abrasiva, probablemente cerámica.
23
24
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
rastros de uso atribuibles a actividades transversales de raspado raído sobre
materias de dureza media y dura, madera y/o hueso. Se ha documentado la
talla de cristal de roca (cuarzo hialino) por la presencia de dos o tres lascas de
pequeño tamaño, ninguna de ellas utilizada, y la talla de lascas de caliza del
entorno de la cueva. Es interesante remarcar el uso de esta materia prima para
la elaboración de instrumentos de trabajo ya que pensamos que en otros yacimientos no han debido ser recuperados como tales sino desechados y tirados
a las escombreras durante las excavaciones por no haberlas reconocido. Sin
embargo, en varios de estos instrumentos hemos podido documentar huellas de
uso de actividades relacionadas con el trabajo de la madera y tanto en actividades de corte como de raspado. Incluso en una lasca se observa la elaboración
de una muesca para ser usada esa zona concreta del útil.
En toda la secuencia estratigráfica del sondeo nº 3 solamente hemos podido recuperar dos elementos que se pueden clasificar como ‘geométricos’.
Los dos son segmentos, uno con retoque abrupto directo y el otro con retoque bifacial en uno de los filos, en forma de bisel. Ambos están elaborados
en sílex marrón y uno de ellos presenta un lustre superficial que tal vez sea
debido a un calentamiento previo. Éste último también presenta una probable
fractura de impacto que muestra su uso como elemento de proyectil. Otros
artefactos que podrían haberse usado como tales son las laminillas de dorso.
En Coro Trasito solamente hemos recuperado una de un sílex gris/negro pero
que está muy alterada por pátina debida al fuego y no ha podido ser analizada a nivel microscópico. En esta ocasión tal vez se trate de un sílex de origen
local. Nódulos de estos tipos de sílex que se dan en las calizas se han registrado en la propia cueva de Coro Trasito. Es un sílex de mala calidad para la
talla debida a la gran cantidad de fisuras internas y se forma en nódulos de
pequeño tamaño por lo que solamente se pueden conseguir lascas de pequeño tamaño y laminillas. En los niveles inferiores de la excavación del sondeo
es donde mayor número de artefactos elaborados con este tipo de sílex se han
recuperado.
Por último, señalar la presencia, a lo largo de toda la secuencia estratigráfica pero con mayor representatividad en las dos primeras unidades de extracción del sondeo, de pequeños cantos o guijarros redondeados y de córtex
muy alisado que provienen del interior de la cueva del cauce del pequeño río
que la recorre. Estos cantos suelen presentar claras alteraciones térmicas por
contacto con el fuego (Clemente, 1995 y 1997) y pudieron ser utilizados como
‘piedras termóforas’ para calentar líquidos o para la cocción de alimentos. Es de
remarcar también el uso de uno de ellos, proveniente de los niveles inferiores
datados en el 5200 calANE, como probable bruñidor de cerámica (Clemente
y otros, 2008).
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
Industria ósea y malacológica
Para el escaso espacio excavado en Coro Trasito podemos decir que los restos de instrumentos manufacturados con materias duras de origen animal son
numerosos y bien conservados. La mayoría de ellos fueron manufacturados en
hueso (11), uno en asta de ciervo y tres en conchas de molusco marino. Hemos
realizado un análisis inicial de estos artefactos para ver cómo fueron elaborados y para qué se utilizaron.
Artefactos en conchas marinas
Se han registrado cinco restos arqueológicos de origen marino. En uno
de ellos no se puede determinar la especie de molusco ya que la concha fue
transformada por medio de recortes, pulimento y perforación en una cuenta
de collar. Ésta se localizó en una especie de ‘estructura’ que se documentó
en el ángulo SE del sondeo 3, en la UE 3007. En esa misma estructura, que
sólo se reconoció por un recorte del sedimento en ángulo recto, también se
documentó otra cuenta de collar de tamaño similar pero en esta ocasión hecha con una roca de color negro y poca dureza, que en otros contextos del
Neolítico del nordeste peninsular se han determinado como lignito, serpentina-anfibolita o moscovita (Mónica Oliva comunicación personal). De la misma estructura proviene una concha, determinada también por M. Oliva como
Glycymeris violascens, que presenta una perforación en la zona del umbo.
Otras tres conchas más, provenientes también del Mediterráneo, se han recuperado en Coro Trasito. Dos de ellas del sondeo 2 de 2011, de la UE 2007,
y la otra del sondeo 3 de 2013, recolectada entre los sedimentos de la UE
3005. Ésta última pertenecería probablemente a un momento de ocupación
diferente y más reciente que las otras tres que probablemente se depositaron
alrededor del 4.700 calANE. Una de las conchas no ha podido ser determinada y de las otras dos restantes una pertenece probablemente a Glycymeris
violascens y la otra, que también tiene una perforación en el umbo, es una
Glycymeris glycymeris.
Estas cuatro conchas se han analizado a través de la lupa estereoscópica
y del microscopio metalográfico. Todas son de muy pequeño tamaño, la más
grande no alcanza los 2 cm. de longitud, pero, salvo la más moderna que presenta un borde sin redondear y con los ‘dientes’ bien marcados, en las otras
tres se han documentado rastros de haberse utilizado en algún proceso del
trabajo de la cerámica. Probablemente fueron usadas para alisar las paredes de
las vasijas antes de su cocción y/o para aplicar decoración, tal y como se han
documentado tanto a nivel arqueológico como etnográfico (Cuenca y otros,
2011, Cuenca y itris, 2014, Mazzucco y otros, 2013). Por la distribución de las
huellas también pudieron emplearse para cuestiones técnicas específicas como
unir los labios y/o asas al cuerpo de las vasijas.
25
26
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
Resulta llamativo que dos de estas conchas estén perforadas, pues esto
indica que además de haberse utilizado como instrumentos de trabajo fueron
utilizadas también como elementos de collar. Por una parte pudieron tener un
valor de identificación social y por otro ser utilizadas como medio de producción. De todas formas, también podría tratarse de una forma singular de evitar
que esos instrumentos se perdieran al estar permanentemente colgados y a la
vez localizados para probables usos posteriores. Además, al tener una procedencia tan lejana, debieron de tener un valor añadido.
El que dos de ellas no estuvieran perforadas y que, a la vez, sean de tan
pequeño tamaño también podría indicar un especial cuidado en el transporte y
en su custodia a lo largo de tantos kilómetros, y tal vez el paso por diversas manos si es que se adquirió por intercambio o trueque. La presencia de conchas
provenientes del Mediterráneo se ha documentado en la mayoría de los yacimientos del Neolítico de los Prepirineos y Pirineo aragonés, véase por ejemplo
los yacimientos de Cueva de Chaves, Cueva del Moro de Olvena y Espluga de
la Puyascada, por ejemplo (Mazzucco y otros, 2013; Mazzucco, 2014, Utrilla,
1996).
Los instrumentos en hueso
A lo largo de la secuencia estratigráfica de los sondeos realizados se fueron
recuperando artefactos realizados en hueso hasta el nivel datado en el 4900
calANE. En el resto de la excavación por debajo de este nivel de cambio de
milenio no se ha localizado por ahora ningún instrumento óseo. En el sondeo
nº 1 de 2011 se recuperó un punzón muy estilizado y con una superficie muy
pulida y brillante como consecuencia del uso (Fig. 8). Este instrumento, que
mide 112 mm de largo, está elaborado en un metápodo de ovicáprido adulto
(M. Saña, comunicación personal). Presenta unas huellas de uso muy desarrolladas en la parte distal que hacen que a nivel macroscópico se observe un
pulido fuertemente brillante que le da un aspecto además como de estar ‘mojado’. A nivel microscópico estos rastros se reflejan como una superficie con
un micropulido brillante, de trama compacta, que cubre tanto las zonas altas
como deprimidas de la microtopografía y de aspecto bastante liso. Está cruzado por múltiples estrías de diversos tamaños y profundidades. Las más largas,
profundas y de fondo rugoso se disponen a lo largo del eje longitudinal del
instrumento, algunas más cortas pero también anchas y de fondo rugoso cruzan
a las primeras de forma perpendicular al eje longitudinal. Numerosas estrías
de fondo liso/brillante, más finas y menos profundas, cruzan en diferentes direcciones. Estas huellas se han determinado como producto de haber estado
en contacto con materia vegetal flexible (plantas), por lo que probablemente
fuera utilizado para tejer fibras vegetales. En la parte intermedia se fotografiaron
probables residuos de esas fibras vegetales. Se ha realizado extracciones de
residuos como fitolitos y fibras para proceder a su análisis.
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
Figura 8. Punzón de hueso con claras evidencias de su uso para tejer fibras vegetales (fotos 1, 2 y 3), rastros
de prensión (foto 4), residuos de fitolitos y fibras vegetales (fotos 5, 6 y 8) y rastros tecnológicos de
manufactura (foto 7).
27
28
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
El resto de los instrumentos óseos determinados consisten mayormente en
astillas aguzadas que han sido abrasionadas para apuntarlas y utilizarlas principalmente para el perforado de pieles, para realizar ojales y/o agujeros para coserlas entre sí. Ninguna de ellas presenta perforación a modo de ‘ojo de aguja’.
En una ocasión se ha observado una astilla de hueso, probablemente producto
de mordeduras de cánidos ya que se observan marcas de dientes, apuntada en
forma de triedro que ha sido utilizada para perforar piel sin elaboración alguna
Figura 9. Retocador en asta de ciervo utilizado para percutir y presionar los filos de los instrumentos líticos.
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
previa. Son 6 los instrumentos relacionados con el trabajo de la piel los que
se han documentado en Coro Trasito; dos se usaron para el trabajo de recursos
vegetales (cestería o textil), un instrumento en forma de espátula usado probablemente para el trabajo de cerámica y otro más para una tarea y sobre una
materia indeterminada
Por último, en una de las unidades de extracción de sedimento de las capas superiores se recuperó un fragmento de candil de asta de ciervo (Fig. 9).
Este artefacto se encontró fragmentado en tres trozos. Una vez realizado el
remontaje de los mismos se analizó desde una perspectiva traceológica. En la
propia punta y en uno de los laterales próximos a ella se registran rastros que
hemos atribuido al uso del instrumento en la producción lítica. Se utilizaron los
laterales para retocar/reavivar por percusión los filos de los instrumentos líticos,
mientas que la propia punta se utilizó para ejercer presión y retocar también de
esta forma los artefactos líticos, especialmente los de sílex.
Coro Trasito y la prehistoria de los Pirineos Centrales
Los trabajos arqueológicos de Coro Trasito no han hecho más que comenzar, sin embargo ya podemos constatar que se trata de un yacimiento arqueológico con un potencial muy grande. En primer lugar, por el tamaño y posibilidades de hábitat que presenta, por la interesante secuencia estratigráfica
y cronológica, así como por las condiciones sedimentológicas que permiten
una muy buena conservación de los materiales. También es destacable por su
situación geográfica y la altitud donde se ubica la cueva.
Este yacimiento empieza a rellenar un vacío existente en la investigación
de la prehistoria de los Pirineos en general y de Sobrarbe en particular. Las
prospecciones y estudios arqueológicos en alta montaña han estado muy abandonados hasta prácticamente entrada la última década (ver Gassiot y otros en
este volumen, Gassiot y otros, 2014). En el Sobrarbe, salvo los estudios de
pinturas rupestres en la zona de la Sierra de Guara (Baldellou y otros, 2000),
las excavaciones en la cueva Drólica en Sarsa de Surta (Montes y Martínez,
2007- 2008) e intervenciones en dólmenes de Bárcabo y Paules de Sarsa y las
últimas excavaciones, subvencionadas por el Centro de Estudios de Sobrarbe,
llevadas a cabo por Javier Rey Lanaspa en los yacimientos de Peña as Arenas
en Castejón de Sobrarbe y Yermos del Cementerio en La Fueva (ver J. Rey en
este volumen); tendríamos que remontarnos a la primera mitad de los 1970s
para recordar los trabajos llevados a cabo, por el hasta hace poco el director
del Museo Provincial Vicente Baldellou, en La Espluga de la Puyascada en San
Juan de Toledo- La Fueva y en la Cueva de ‘Tella’ en Lamiana-Tella-Sín.
Las vasijas de cerámica recuperadas en Coro Trasito se asemejan en formas
y decoración a las recuperadas en otros yacimientos de cronologías similares
en la zona pirenaica. Podrían haberse utilizado para cocinar y almacenar agua
y otros productos alimenticios. En Coro Trasito se ha recuperado una variedad
29
30
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
interesante de semillas que en estos momentos las está analizando el Dr. Ferrán Antolín. Al parecer, su conservación es buena y la variedad de productos
identificados muy interesante. Resaltamos por el momento la determinación de
avellanas, cereales y bellotas entre las semillas consumidas en el sitio.
El estudio de los instrumentos de trabajo líticos nos ha permitido poder
discernir varias actividades productivas realizadas con ellos. Por una parte, el
uso de láminas de sílex como cuchillos para cortar plantas y cereales, así como
también en actividades de carnicería. También con sílex se elaboraron los dos
únicos geométricos recuperados hasta el momento, entre los que destaca un
segmento biselado con retoque bifacial, con probables rastros de haberse utilizado como elementos de proyectiles. La mayoría de los sílex parecen provenir
del valle del Ebro, sin embargo en los niveles inferiores también se registran laminillas elaboradas con sílex local. Entre los restos líticos destacamos también
la recuperación de lascas hechas en caliza, algunas de ellas con rastros atribuibles a trabajos de la madera, y el uso de cantos de tamaño pequeño como
piedras termóforas. Éstos se registran principalmente en los niveles superiores y
provienen del lecho del río que corre por el interior de la cueva.
La industria ósea recuperada en los sondeos tiene una conservación muy
buena y hemos podido ver su uso en procesos productivos diversos. Por una
parte punzones usados para trabajar plantas, tal vez para cestería, y otros instrumentos apuntados utilizados para la perforación de pieles. Los restos malacológicos, aparte de resultar exóticos por provenir del mar Mediterráneo, también
fueron utilizados como instrumentos de producción a la vez que como adornos
personales. El uso de las conchas para el trabajo de cerámica también lo hemos
documentado en los análisis de otros yacimientos de la región como Chaves y
Puyascada.
Agradecimientos
Este trabajo no podría haberse realizado sin la ayuda incondicional de la
Comarca de Sobrarbe con el Programa Excava con Geoparque de Sobrarbe y de
la imprescindible ayuda del Centro de Estudios del Sobrarbe (CES) que alimentó
y alojó al equipo de durante las campañas. El ayuntamiento de Tella-Sin nos
ha ofrecido una constante ayuda y siempre están dispuestos a la cooperación.
Queremos agradecer la ayuda recibida por los voluntarios del programa del Geoparque: Mª Ángeles Tilo, Quique Pueyo, Gabriel Chicote, Joan Fernández, Pili
Felices y Paco García. También gracias a los amigos y amigas de Sobrarbe que
acudieron a echar una mano: Mikel Etxebarria, Amor Olomí, Tono Lavilla, Jesús
Cardiel, Paz Agraz, Alberto Iglesias y Jaume Mas con su familia. Este trabajo se
inserta dentro del proyecto 998 del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural
y Marino: “Análisis ecológico de la culturización del paisaje de alta montaña desde el Neolítico: los Parques Nacionales de montaña como modelo (CULPA) y de
la red 2013CTP00032 DEPART Dinámicas de los Espacios Pirenaicos de Altitud.
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva pastoril del Neolítico antiguo...
Bibliografía
Baldellou, V., 2011. “La Cueva de Chaves (Bastarás-Casbas de Huesca).” En: Bernabeu,
J.; Rojo, M. y Molina, L. (eds.). Las primeras producciones cerámicas en el VI milenio cal.AC en la Península Ibérica. Saguntum, Extra 12, pp. 141-144.
Baldellou, V. y Utrilla, P., (coords.) 1995. “La Cueva del Moro de Olvena (Huesca).”
Bolskan: Revista de Arqueología del Instituto de Estudios Altoaragoneses, 12 (1),
214 p.
Baldellou, V., Ayuso, P. y Calvo, M.J., 2000. “Las pinturas rupestres de la partida de
Muriecho (Colungo y Bárcabo, Huesca).” Bolskan 17, pp. 33-86.
Bronk Ramsey, C., Dee, M., Lee, S., Nakagawa, T. y Staff, R., 2010. “Developments in
the calibration and modelling of radiocarbon dates”. Radiocarbon, 52(3), pp. 953961.
Canela i Font, R., 2006. La Cueva de los Osos. Ed. Ramon Canela. Barcelona.
Clemente Conte, I., 1995. “Sílex y Lustre Térmico en el Paleolítico Medio; ¿Alteración
o Técnica de Talla?. El ejemplo de Mediona I (AltPenedès, Barcelona).” Trabalhos
de Antropologia e Etnologia, 1º Congresso de Arqueologia Peninsular Vol. 35 (3):
37-43. Sociedade Portuguesa de Antropologia e Etnologia. Porto.
Clemente Conte, I., 1997. “Thermal alterations of flint implements and the conservation of micro-wear polish: preliminary experimental observations”, pp. 525-535.
Siliceous Rocks and Culture. M.A. Bustillo y otros (Eds.). Universidad de Granada.
Clemente Conte, I., GassiotBallbè, E. y Terradas Batlle, X., 2008. “Manufacture and use
of stone tools in the Caribbean Coast of Nicaragua.The analysis of the last phase
of the shell midden KH-4 at Karoline (250-350 cal AD)”, pp. 285-293. L. Longo
y N. Skakun (ed.) Prehstoric Technology 40 years later: functional studies and the
Russian Legacy. BAR International Series 1783, Archaeopress, Oxford.
Cuenca, D., Gutiérrez Zugasti, I. y Clemente, I., 2011. “The use of mollusc as tolos by
coastal human groups: contribution of ethnographical studies to research on Mesolithic and early Neolithic contexts in Northern Spain.” Journal of Anthropological
Research 67 (1), pp. 77-102.
Cuenca Solana, D., Clemente Conte, I., Oliva Poveda, M. y Gutiérrez Zugasti, I., 2014.
“Estudio de la manufactura y/o uso de instrumentos de trabajo y elementos de
adorno de concha desde la metodología del análisis funcional.” E. Verdún Castelló
y A. C. Colonese (as.eds.) II Reunión Científica Arqueomalacología de la Península
Ibérica. Archaeofauna 23, pp. 9-24.
Gassiot, E., Rodríguez, D., Pèlachs, A., Bal, M.C., Garcia, V., Julià, R., Pérez, R. y Mazzucco, N., 2014. “La alta montaña durante la Prehistoria: 10 años de investigación en el Pirineo catalán occidental”. Trabajos de Prehistoria, 71(2), pp. 261-281.
Mazzuco, N., 2014. The Human occupation of the Southern Central Pyrenees in the
Sixth-Third Millenia cal.BC. A traceological Analysis of Flaked Stone Assemblages.
Tesis Doctoral, Departament de Prehistòroa, facultat de Lletres. Universitat Autònoma de Barcelona. p. 432.
Mazzucco, N., Clemente Conte, I., Baldellou, V. y Gassiot, E., 2013. “The management
of lithic resources during the V millennium cal BC at the Espluga de la Puyascada
(La Fueva, Huesca).” Preistoria Alpina, 47, pp. 57-67.
31
32
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez
Montes, L. y Martínez Bea, M., 2007-2008. “La cueva Drólica de Sarsa de Surta (Huesca). El arte rupestre que nunca fue y su yacimiento campaniforme.” Veleia 24-25,
pp. 813-831.
Reimer, P. J., Bard, E., Bayliss, A., Beck, J. W., Blackwell, P. G., Bronk Ramsey, C.,
Grootes, P. M., Guilderson, T. P., Haflidason, H., Hajdas, I., Hattž, C., Heaton, T. J.,
Hoffmann, D. L., Hogg, A. G., Hughen, K. A., Kaiser, K. F., Kromer, B., Manning,
S. W., Niu, M., Reimer, R. W., Richards, D. A., Scott, E. M., Southon, J. R., Staff, R.
A., Turney, C. S. M. y van der Plicht, J, 2013. “IntCal13 and Marine13 Radiocarbon
Age Calibration Curves 0-50,000 Years cal BP”. Radiocarbon, 55(4).
Rojo, M., Peña-Chocarro, L., Royo, I., Tejedor, C., Martínez de Lagrán, I., Arcusa, H.,
Garrido-Peña, R., Moreno, M., Mazzucco, N., Gibaja, J.F., Ortega, D., Kromer, B.
y Alt, K., 2013. “Pastores transhumantes del Neolítico Antiguo en un entorno de
alta montaña: secuencia crono-cultural de la Cova de Els Trocs, San Feliú de Veri
(Huesca).” BSAA Arqueología: Boletín del Seminario de Estudios de Arqueología,
LXXIX, pp. 9-55. Universidad de Valladolid.
Utrilla Miranda, M. P., 1996. “La explotación de los recursos hábitat y territorio.” Bolskan nº 13 vol. II, pp. 147-172. Revista de arqueología del Instituto de Estudios
Altoaragoneses. Huesca.
Utrilla, P. y Baldellou, V., 1996. “Evolución diacrónica del poblamiento prehistórico
en el valle del Cinca-Ésera: el registro de Olvena y otros yacimientos.” Bolskan:
Revista de Arqueología del Instituto de Estudios Altoaragoneses, 13, pp. 239-261.
Utrilla, P. y Baldellou, V., 2001-2002. “Cantos pintados neolíticos de la Cueva de Chaves
(Bastarás, Huesca)”. Saldvie: Estudios de prehistoria y arqueología, 2, pp. 45-126.
II
Surcos en la arcilla: evaluación
arqueológica de los hallazgos
parietales de la cueva de Coro Trasito
(Tella)
Aitor RUIZ-REDONDO
Introducción
La Cueva de Coro Trasito se localiza en el término municipal de Tella
(Huesca) en las coordenadas UTM X: 268453; Y: 4719747 (Datum ETRS89,
30N), y a una altitud de 1.548 m. La cavidad consta en la actualidad de un
amplio abrigo de forma semicircular y gran visera, con orientación sur y unas
enormes dimensiones que permiten que la luz diurna penetre hasta la parte
más profunda. La superficie del suelo actual está cubierta de grandes bloques y
restos de construcciones antrópicas de distintas cronologías. En su extremo occidental se abre una boca orientada al Este que da paso a un sistema kárstico de
varios kilómetros de galerías (algunas impracticables) explorado por el Grupo
de Espeleología de Badalona. La mayor parte del sistema conforma una surgencia activa por la que discurre una corriente de caudal considerable. Ésta se filtra
a unos 20 metros de la entrada para salir en cotas más bajas del mismo sistema
kárstico. Sólo surge por la boca principal en determinadas épocas del año.
La presencia de materiales prehistóricos se conoce desde los años 70,
cuando el Grupo de Espeleología de Badalona encontró un hacha pulimentada, molinos y fragmentos de cerámica (Canela, 2006). Sin embargo, no es hasta
2011 cuando se emprende el primer proyecto de estudio arqueológico, a través
de una serie de sondeos dirigidos por J. Rey Lanaspa.
Los prometedores vestigios hallados en esta campaña impulsaron al Grupo
de Arqueología de Alta Montaña de la Universidad Autónoma de Barcelona y
de la Institución Milà i Fontanals del Consejo Superior de Investigaciones Científicas a la redacción de un nuevo proyecto en el año 2013. Durante las dos
primeras campañas se han definido una serie de ocupaciones que abarcan desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce (Clemente y otros, en este volumen).
33
34
Aitor Ruiz-Redondo
El reconocimiento parietal y evaluación de las evidencias gráficas en la
cueva de Coro Trasito (Tella, Huesca) fue realizado durante los días 27 y 28
de junio de 2013, a petición de los directores de la actuación arqueológica.
El objetivo era prospectar las paredes, techos y suelos para evaluar la eventual
presencia manifestaciones gráficas parietales, así como el carácter y la antigüedad de éstas en el caso de ser halladas.
Material y métodos
El acceso al sistema de Coro Trasito se realiza a través de su boca principal, en el extremo occidental del gran abrigo. En la actualidad se trata de una
surgencia activa durante determinadas épocas del año, que se encuentra casi
colmatada por arcilla y cantos arrastrados por la corriente. Tras pasar una sala
baja y alargada bastante húmeda, a unos 20 m. se accede a un tubo por el que
fluye el grueso de la corriente del sistema, muy activo y con gran caudal en
cualquier estación, que se filtra en este punto hacia cotas más bajas. Justo antes
de la confluencia con el río, se abre una angosta gatera a la derecha, donde se
localizaron algunas vasijas de la Edad del Bronce (Canela, 2006). Recorridas
unas decenas de metros remontando el cauce, la galería da paso a una extensa
sala, de techos más altos y parcialmente seca, donde hemos localizado los
motivos parietales. En el extremo final de esta sala, a través del paso de un
sifón, se accede a nuevas galerías, que no han podido ser exploradas con fines
arqueológicos por el momento.
La metodología empleada puede resumirse en 3 puntos y es la misma
definida para otros trabajos de prospección parietal (Ruiz-Redondo, 2014a y
2014b):
— Prospección de las paredes, techos y suelos. Se realizó un reconocimiento exhaustivo y sistemático de todas las superficies accesibles de
la cavidad, en busca motivos gráficos.
— Documentación arqueométrica y catalogación de las unidades gráficas. La labor de toma de datos se desarrolló in situ de una manera
concisa mediante la observación visual directa o, en ocasiones, con
ayuda de lupas portátiles de aumento de x4’8. Se utilizaron lámparas
de luz frías alimentadas mediante baterías (linterna frontal Scurion®
900 set, linterna frontal Petzl® Duo Led 14 Accu). Los datos se anotaron en fichas estandarizadas para la elaboración de un informe y se
procesaron en una base de datos Filemaker Pro 12®.
— Documentación fotográfica. Se realizó una documentación fotográfica de los motivos gráficos y restos de origen antrópico localizados.
Para las fotografías se empleó una cámara digital Sony® A-230 con
flash externo Sony® HVL-F58AM y los objetivos Sony® SAL 18-55
mm f3.5-5.6 DT y Sigma® 70-300 / 4,0-5,6 DG APO Macro.
II. Surcos en la arcilla: evaluación arqueológica de los hallazgos parietales de la cueva de Coro Trasito (Tella)
Resultados
Los motivos localizados se ubican en el techo de la última sala explorada
y consisten en unas series de trazos digitales realizados sobre la arcilla fresca que recubre la superficie parietal, así como una representación zoomorfa
(evidentemente moderna) también realizada mediante trazo digital y algunos
tizonazos y marcas de carbón. Entre los trazos digitales hemos identificado, al
menos, dos series.
— Unidad Gráfica 1 (UG-1). Resulta evidente una más moderna, cuyo
fondo del surco carece de ningún tipo de pátina y conserva una gran
cantidad de rebabas (Fig. 1). Se trata de series lineales de varios metros
de longitud realizadas de una sola pasada con la totalidad de los dedos
de la mano o, en algunas ocasiones, con cuatro de ellos. Se identifica
en ella la presencia de algunos caracteres latinos.
— Unidad Gráfica 2 (UG-2). Infrapuestos en muchos casos a los anteriores, encontramos otras series de trazos digitales. Éstos se encuentran
bien patinados (sólo son perceptibles con luz rasante) y, aunque en
menor número que los anteriores, también presentan algunas rebabas.
Se han realizado en su mayoría de forma individual y forman motivos
geométricos, a diferencia de los de la Unidad Gráfica 1 (Fig. 2).
Figura 1. Series de digitaciones más recientes (UG-1), entre las que incluso se identifica alguna letra latina
(“P”).
35
36
Aitor Ruiz-Redondo
Figura 2. Series de trazos digitales más antiguas (UG-2), infrapuestas a algunas de la UG-1.
II. Surcos en la arcilla: evaluación arqueológica de los hallazgos parietales de la cueva de Coro Trasito (Tella)
Figura 3. (3a) Figura de bovino orientado a la derecha (UG-3). (3b) Trazo de carbón en la pared izquierda de la
sala (UG-4).
37
38
Aitor Ruiz-Redondo
— Unidad Gráfica 3 (UG-3). Se trata de una representación zoomorfa
de un bovino orientada a la derecha (Fig. 3a). Se localiza junto a las
anteriores unidades gráficas, e incluso superpuesta a algunos trazos de
la UG-2. El fondo del trazo carece de pátina, presentando el mismo
aspecto que la UG-1.
— Unidad Gráfica 4 (UG-4). En la pared izquierda del fondo de la sala,
frente al sifón por el que continúan las galerías de desarrollo del sistema, se localizan algunos trazos negros carbonosos que asociamos a
marcas de progresión por la cavidad (Fig. 3b).
Discusión
Los trazos digitales en la actividad gráfica prehistórica.
Se conoce como ‘macarroni’, ‘finger flutings’, ‘meanders’ o ‘trazos digitales’ a aquellas líneas de origen antrópico realizadas con los dedos sobre una
superficie suave (normalmente arcilla o similares). A lo largo de la Historia de
la investigación han sido objeto de diferentes interpretaciones. Para H. Breuil
conformaban el ‘gesto primigenio’, por lo tanto, debían ser situados en los
orígenes del arte (Breuil y otros, 1915, Breuil, 1952). Para A. Leroi-Gourhan,
sin embargo, primaba la morfología de éstos, de modo que más que un tipo
particular de grafías, debían ser incluidos en un grupo u otro de su tipología
signos (Leroi-Gourhan, 1958).
Entre estos motivos gráficos, K. Sharpe y L. Van Gelder (2006b y 2010)
distinguen cuatro tipos:
— Kirian lines: realizados con un solo dedo con el autor en posición estática.
— Evelynean lines: realizados con un solo dedo con el autor en movimiento.
— Rugolean lines: realizados con varios dedos al mismo tiempo con el autor
en posición estática.
— Mirian lines: realizados con varios dedos al mismo tiempo con el autor en
movimiento.
Con los dos primeros tipos tan sólo se puede saber la dirección del trazo, la
posición del autor y la secuencia de realización (cf. Marshack, 1977, d’Errico,
1992, Lorblanchet, 1995). Con los dos segundos se puede estudiar además la
mano empleada, la edad aproximada (si se trata de un adulto o no) (Sharpe y
Van Gelder, 2006a) y algunos autores proponen que hasta el sexo (Van Gelder
y Sharpe, 2009).
En lo que respecta a su distribución geográfica y cronológica, aparecen en
numerosas cuevas Paleolíticas en el Suroeste de Europa, Australia y New Guinea. Estas evidencias están documentadas durante todo el Paleolítico Superior,
II. Surcos en la arcilla: evaluación arqueológica de los hallazgos parietales de la cueva de Coro Trasito (Tella)
desde el Auriñaciense (p. ej. Chauvet, ca. 33000 calANE) al Magdaleniense (p.
ej. Altxerri, El Bosque, Rouffignac, ca. 12000 calANE). Pero también existen
ejemplos post-paleolíticos, como los de la cueva de Les Fraux (ca. 1500 calANE; Carozza y otros, 2009).
Pueden distinguirse varios tipos de trazos digitales según su morfología
(fig. 5). Pueden formar imágenes figurativas, como los mamuts y el bisonte de
Rouffignac (Dordogne, Francia), la lechuza de Chauvet (Ardèche, Francia) o
los uros, sarrios y ciervos de Las Chimeneas (Cantabria, España). También pueden delinear signos de tipo convencional, con paralelos realizados con pintura, como los tectiformes de Rouffignac o los cuadriláteros de Las Chimeneas.
Aunque lo más habitual es que no representen un símbolo o imagen figurativa
reconocible.
Figura 4. Algunos ejemplos de trazos digitales. Arriba a la izquierda, sarrio delineado mediante esta técnica en la
cueva de Las Chimeneas (Cantabria, España). Arriba a la derecha, trazos paleolíticos no figurativos en
la cueva de El Bosque (Asturias, España). Abajo, uno de los paneles de la cueva des Fraux (Dordogne,
Francia), datados en la Edad del Bronce (foto y calco de R. Bourrillon y St. Petrognani).
39
40
Aitor Ruiz-Redondo
Evaluación preliminar de las evidencias gráficas de Coro Trasito
En el caso de las grafías parietales de Coro Trasito, se hace necesario evaluar
los argumentos de que disponemos para proponer una cronología. La presencia
de trazos digitales grabados sobre la arcilla (‘macarroni’) no es desconocida
en la región. Unos kilómetros al norte, al otro lado de la vertiente pirenaica,
se localiza el importante conjunto de Gargas, que presenta decenas de m2 de
techos con grabados de este tipo, de cronología paleolítica (Barrière, 1976,
Foucher y otros, 2007). También unos kilómetros al Este, se localiza la cueva
del Forcón, con grabados digitales sobre la arcilla, cuya cronología paleolítica
ha sido propuesta (Casado, 1983).
Entre los localizados en Coro Trasito distinguimos, al menos, dos fases de
realización:
1)
La correspondiente a las unidades gráficas UG-1 y UG-3. Carecen de ningún tipo de pátina en el fondo del surco, presentan multitud de rebabas,
son visibles con luz frontal y ambas se hallan superpuestas a la UG-2.
A pesar de su aspecto “fresco” (no parecen tener más de un año), algún
espeleólogo nos ha confirmado haber detectado los grabados de la UG-1
hace más de 30 años, en la época de la exploración espeleológica del
sistema. Este hecho hace notar las especiales condiciones de conservación de la cavidad (en más de 30 años no parece haber aparecido pátina
alguna), probablemente debido al altísimo grado de humedad presente en
la sala.
2)
La correspondiente a la UG-2. Se trata de una fase evidentemente más antigua que la de los otros grabados digitales. En primer lugar, porque se halla
infrapuesta a las anteriores unidades. En segundo, por el diferente aspecto
externo que presentan los surcos, patinados hasta el punto de mimetizarse con la superficie parietal. La cuestión principal es intentar averiguar
cuánto más antiguos podrían ser. En principio, por la presencia de rebabas
debieran considerarse modernos. Sin embargo, hay algunos indicios que
podrían avalar una mayor antigüedad. En primer lugar, su propia morfología: no se trata de series rectas, sino de filigranas y formas geométricas,
análogas a otras de cronologías prehistóricas, y distintas de las “marcas
de paso” habituales en época histórica (series largas y más o menos rectas
realizadas de una sola vez con varios dedos). En segundo lugar, por las
especiales condiciones de conservación que se infieren del aspecto de los
trazos de la primera fase. No en vano, existen cuevas en que los surcos ni
siquiera llegan a patinarse ostensiblemente desde el Paleolítico Superior
hasta la actualidad: un ejemplo son los de la cueva de Las Chimeneas, en
Cantabria (González Echegaray, 1974). No obstante, si descartamos una
cronología paleolítica, por el aspecto externo y la altitud s.n.m. a la que
se localiza la cueva, otra época posterior en la que encontramos este tipo
de manifestaciones parietales es la Edad del Bronce. En este periodo están
II. Surcos en la arcilla: evaluación arqueológica de los hallazgos parietales de la cueva de Coro Trasito (Tella)
por ejemplo datados los grabados digitales de Les Fraux (Dordogne, Francia) (Carozza y otros, 2009). Esto podría relacionarse con el hallazgo de
cerámicas de esta época recuperadas en el interior de la cueva y con los
niveles arqueológicos documentados en el yacimiento exterior excavado
en el abrigo (Clemente y otros, este volumen).
Conclusión
La cueva de Coro Trasito presenta una interesante secuencia de niveles
de ocupación prehistóricos, tanto por su amplitud cronológica como por su
localización geográfica. En su interior, hemos localizado dos series de trazos
digitales grabados sobre la arcilla de cronología indeterminada.
Para la primera de ellas (compuesta por las UG 1 y 3) parece asegurada
su datación en el s. XX. Para la segunda, sin embargo, se plantean algunas dudas. En primer lugar se halla infrapuesta a la anterior, lo que asegura su mayor
antigüedad. En segundo, los motivos tienen un carácter diferente, formando
meandros complejos. Este hecho es interesante, ya que los de época contemporánea se suelen limitar a improntas aisladas, líneas rectas o dibujos figurativos,
no a marcas geométricas de mayor complejidad; ya que los “meandriformes”
no tienen ningún trasfondo simbólico para la sociedad actual. En tercer lugar,
las especiales condiciones micro-climáticas de la cueva parecen sugerir que la
conservación parietal es realmente buena, lo que explicaría el aspecto de los
trazos. Por último, la presencia de un yacimiento prehistórico en la cavidad
puede plantear un origen pre-moderno para estos motivos gráficos.
En conclusión, ante la imposibilidad de determinar la antigüedad de los
grabados parietales de la UG-2, debemos dejar abierta la posibilidad de una
cronología prehistórica, en tanto en cuanto no dispongamos de más datos ni
otras evidencias. No obstante, lo más probable sigue siendo que su origen sea
contemporáneo, fruto de exploraciones recientes al interior de la cavidad.
Agradecimientos
El presente trabajo forma parte del proyecto “Análisis ecológico de la culturización del paisaje de alta montaña desde el Neolítico: los Parques Nacionales de montaña como modelo (CULPA)” del Ministerio de Medio Ambiente
y Medio Rural y Marino. Los trabajos han sido dirigidos por Ignacio Clemente,
Ermengol Gassiot y Javier Rey, y financiados por el Centro de Estudios del Sobrarbe (CES) y la Comarca del Sobrarbe. Desde aquí deseamos agradecer a los
directores y al equipo de excavación su colaboración y atenciones. Y en especial a David Cuenca y Niccolò Mazzucco por su ayuda con la documentación
fotográfica y a Jaume Mas por la información oral acerca de cuestiones relativas
a la época de las primeras exploraciones.
41
42
Aitor Ruiz-Redondo
Bibliografía
Barrière, Cl., 1976. L’art pariétal de la grotte de Gargas, BAR Supplementary Series 14,
Oxford.
Breuil, H., Obermaier, H. y Verner, W., 1915. La Pileta à Benaojan (Malaga), Institut de
Paléontogie Humaine, Monaco.
Breuil, H., 1952. Quatre cents siècles d’art pariétal. Les cavernes ornées de l’âge du
renne, Centre d’Études et de Documentation Préhistoriques, Montignac.
Canela i Font, R., 2006. La Cueva de los Osos, Ed. Ramón Canela, Barcelona.
Carozza, L., Burens, A., Billaud, Y., Ferullo, O., Bourrillon, R., Petrognani, S., Fritz, C.,
Tosello, G., Goinaud, E. y Goinaud, M., 2009. “L’horizontal et le vertical. L’age du
bronze de la grotte des Fraux (Saint-Martin de Fressengeas, Dordogne)” , pp. 159172. En : De Méditerranée et d’ailleurs... Mélanges offerts à Jean Guilaine, Archives
d’Ecologie Préhistorique, Toulouse.
Casado, P., 1983. “Los grabados de la cueva de El Forcón.” Bolskan 1, pp. 183-192.
d’Errico, F., 1992. “Technology, motion, and the meaning of Epipaleolithic art”. Current
Anthropology 33(1), pp. 94-109.
Foucher, P., San Juan-Foucher, C. y Rumeau, Y., 2007. La grotte de Gargas. Un siècle de
découvertes. Édition Communautés de Communes du Canton de Saint-Laurentde-Neste.
González Echegaray, J., 1974. Pinturas y grabados de la cueva de Las Chimeneas, Monografías de Arte Rupestre, 12, Diputación Provincial de Barcelona, Barcelona.
Leroi-Gourhan, A., 1958. “La fonction des signes dans les sanctuaires Paléolithiques.”
Bulletin de la Société Préhistoriques Française 55, pp. 307-321.
Lorblanchet, M., 1995. Les Grottes Ornées de la Préhistoire: Nouveaux Regards, Errance, París.
Marshack, A., 1977. “The meander as a system: the analysis and recognition of iconographic units in Upper Palaeolithic compositions”, pp. 286-317. En: Ucko, P. J.
(Ed.), Form in Indigenous Art, Australian Institute of Aboriginal Studies, Canberra.
Ruiz-Redondo, A., 2014a. Entre el Cantábrico y los Pirineos: el conjunto de Altxerri en el
contexto de la actividad gráfica magdaleniense, Nadir Ediciones, Santander.
Ruiz-Redondo, A. 2014b. “Seeking for the origins of Paleolithic graphic activity: Archaeological Rock Art survey in Serbia”, pp. 139-146. En Mihailovic, D. (Ed.), Palaeolithic and Mesolithic Research in the Central Balkans, Belgrade.
Sharpe, K. y Van Gelder, L., 2006a. “Evidence of cave marking by Paleolithic children”.
Antiquity 80 (310), pp. 937-947.
Sharpe, K. y Van Gelder, L., 2006b. “The study of finger flutings.” Cambridge Archaeological Journal 16 (3), pp. 281-295.
Van Gelder, L. y Sharpe, K., 2009. “Women and girls as Upper Paleolithic cave ‘artists’:
Deciphering the sexes of finger fluters in Rouffignac Cave.” En Oxford Journal of
Archaeology 28(4), pp. 323-333.
Sharpe, K. y Van Gelder, L., 2010. “Four forms of finger flutings as seen in Rouffignac
Cave, France, in Bahn”, pp. 269-285. En P. (Ed.), An enquiring mind: Studies in
honor of Alexander Marshack, Oxbow Books, Oxford.
III
El paisaje en el Neolítico:
un estudio preliminar de los restos
antracológicos de Coro Trasito (Tella)
Laura OBEA GÓMEZ
Introducción
Ya hace años que, al estudiar el pasado, nos hemos puesto de acuerdo en
la importancia del fuego para la organización y desarrollo de las sociedades
humanas. En el momento en que éstas empezaron a controlarlo, el fuego se
convirtió en el elemento central de los asentamientos humanos. A su alrededor
se han desarrollado todo tipo de actividades a lo largo de los años y gracias
al calor del fuego hemos sido capaces de procesar distintas materias primas,
entre las que tenemos que contar los alimentos. Gracias a la luz que desprenden los hogares, hemos podido alargar nuestros días y desarrollar actividades
en lugares donde no llega la luz del sol. No podemos olvidar, además, el uso
defensivo que también se le ha dado en distintos momentos de la historia. Para
constatar la importancia que ha tenido el fuego en el devenir de la vida humana sólo tenemos que echar un vistazo a las palabras de nuestra lengua dónde
la palabra “hogar” se utiliza tanto para referirnos al lugar donde se emplaza la
lumbre como para referirnos a una vivienda y al grupo de personas que en ella
viven. En todos y cada uno de los asentamientos humanos encontramos, como
mínimo, un hogar. Las funciones del mismo pueden haber sido diversas: fuente
de calor, fuente de luz, cocina o medio de producción de herramientas y utensilios, todas ellas vinculadas al desarrollo de la actividad social.
La utilización de madera como combustible para alimentar este fuego
(aunque existen otros tipos de combustible ampliamente utilizados), implica
una serie de acciones por parte de las sociedades humanas que las relacionan
con el entorno, más allá únicamente de la captación de alimentos, en un diálogo particular para cada lugar. Para entender este diálogo será necesario conocer
las características materiales del escenario en el que se desarrolla, razón por la
cual las investigaciones arqueológicas han ido integrando, cada vez más, los
estudios del paisaje con un enfoque multidisciplinar (Fig. 1).
43
44
Laura Obea Gómez
Figura 1. Esquema que ejemplifica el planteamiento de un proyecto multidisciplinar (de Catalan y otros, 2013,
p. 213).
La paleobotánica es la disciplina científica que se encarga del estudio de
las plantas que vivieron en el pasado para poder reconstruir el paisaje pretérito.
De este modo, también podemos analizar los cambios que se han ido desarrollando en el paisaje de un lugar a lo largo del tiempo y los factores que han
intervenido. El ser humano, a causa de las actividades que desarrolla en un
entorno determinado, se convierte en uno de estos factores en lo que es una
relación bidireccional que se desarrolla con el tiempo.
En una excavación podemos recuperar distintos tipos de restos vegetales
que fundamentan el estudio paleobotánico, tales como madera, semillas, polen e incluso las partículas silíceas microscópicas contenidas en las distintas
partes de la planta conocidas como fitolitos. A todos ellos los tendremos que
tener en cuenta a la hora de reconstruir el paisaje y la relación entre éste y las
sociedades que allí vivieron. Dependiendo del tipo de resto analizado, existen
distintas disciplinas que se incluyen dentro de la paleobotánica: la carpología
para el estudio de semillas y frutos, la palinología para el estudio del polen, la
fitolitología para el estudio de los fitolitos y la antracología para el estudio de la
madera carbonizada. La madera y las semillas sin carbonizar sólo se conservan
en contextos específicos de extrema aridez o saturados de agua (Piqué, 2006).
Para un buen estudio paleobotánico será necesario un enfoque multidisciplinar
en el cual se contemplen los resultados de los diferentes análisis. También es
III. El paisaje en el Neolítico: un estudio preliminar de los restos antracológicos de Coro Trasito (Tella)
importante contar con datos provenientes del exterior del asentamiento para
poder compararlos, ya que los restos que recuperamos en un yacimiento han
sido aportados y puede existir un sesgo debido a criterios de selección.
La antracología (del griego antraχ-koσ: “carbón”) se basa en la observación
de los tres planos anatómicos de la madera: transversal, longitudinal radial y
longitudinal tangencial (Figs. 2 y 3), para su determinación taxonómica y las
posibles anomalías en su anatomía, lo que nos permite acercarnos al estado de
Figura 2. Los tres planos anatómicos de la madera.
Figura 3. Detalle de los tres planos anatómicos de Abies alba vistos al microscopio.
45
46
Laura Obea Gómez
la madera en el momento de su combustión (Piqué, 1999, Solari, 2000, Allué,
2002, Carrión, 2005, Euba, 2008, Celma, 2009, García Martínez, 2009, Cunill,
2010, Caruso, 2012, Picornell, 2012, Martín Seijo, 2013). En la mayoría de
los casos, la identificación es posible a nivel de especie, por lo que podemos
dibujar de forma bastante precisa la composición del paisaje vegetal leñoso
así como definir estrategias de captación del combustible en el caso que existieran. Es importante diferenciar la antracología de la pedoantracología ya que
la segunda se centra en el estudio de los carbones que encontramos en suelos
naturales, generalmente a causa de incendios, y que, aunque nos aporta información sobre cómo las sociedades humanas actuaron sobre el entorno, tiene
un enfoque mayormente ecológico (Cunill, 2010).
Los fragmentos de carbón que recuperamos en una excavación son el residuo del proceso de combustión de la madera, de modo que su presencia
dependerá de cómo se ha desarrollado dicho proceso. La carbonización de la
madera se da en la tercera fase de la combustión una vez han tenido lugar las
fases de deshidratación (hasta los 170ºC) y de torrefacción (hasta los 270ºC),
momento en el que se pierde un 35% de la masa total debido a la eliminación
del vapor de agua, el gas carbónico y otros compuestos químicos. A partir de
entonces, se da la fase de carbonización o pirolisis, cuando tiene lugar la ignición, lo que implica la degradación de la celulosa y la lignina. Es en esta fase
que el carbón puede seguir elevando su temperatura hasta los 500ºC, cuando
tiene lugar la comburación y la conversión del carbón en cenizas residuales.
Existen distintos factores que frenan la llegada de oxígeno a la madera
durante la pirolisis, permitiendo la conservación de los fragmentos de carbón
(Allué, 2002, García Martínez, 2009, Obea, en prensa). Este freno puede ser
casual dependiendo de las condiciones en las que se desarrolle el fuego, pero
también puede ser intencional, según las pautas de comportamiento del grupo.
Estas pautas son las que condicionaran la finalidad del fuego, la localización
del mismo y la gestión del combustible aunque el proceso puede variar según
el taxón y el estado de la madera. Estas variables pueden afectar a los criterios
de selección del combustible por parte de las sociedades humanas de cara a
conseguir unos valores caloríficos determinados para las actividades requeridas
(Celma, 2009).
Metodología y sistema de muestreo en antracología
Dada la naturaleza y la gran cantidad de restos paleobotánicos que acostumbra a haber en los yacimientos arqueológicos, es necesario hacer un muestreo e implementar una metodología rigurosa de cara a obtener unos resultados
fiables tanto para la información de carácter paleoecológico como para la de
carácter social. En términos generales, aunque sería lo ideal, no es posible ni
efectivo analizar la totalidad de los restos antracológicos de modo que habrá
que hacer un muestreo que sea representativo de la realidad y que evite sesgos,
III. El paisaje en el Neolítico: un estudio preliminar de los restos antracológicos de Coro Trasito (Tella)
por ejemplo, a causa del tamaño de los fragmentos (Piqué y Buxó, 2008, Euba,
2008, Celma, 2009, Martín Seijó, 2013). Por ello, se recomienda guardar un
10% del sedimento total del yacimiento para su procesado en el laboratorio. El
resto de sedimento se tamizará en el yacimiento (en seco o con agua, dependiendo de las posibilidades) para la recogida de los restos de menor tamaño.
Para esta operación se considera suficiente una malla de 5 mm. de luz, aunque
en los casos en que sea necesaria más precisión, se puede utilizar una malla
de 2 mm. de luz. En el caso de utilizar agua, o que el sedimento esté muy húmedo, habrá que dejar secar los restos a la sombra antes de guardarlos para su
transporte en bolsas y cajas de plástico. Esto es especialmente importante para
los fragmentos de carbón ya que la humedad los hace más frágiles.
Una vez en el laboratorio, se procesan las muestras de sedimento, las cuales se lavan y tamizan. Según la cantidad de muestras y los restos que se prevea
recuperar, existen distintas maneras de lavado (Fig. 4). La columna de tamices
permite separar los restos por tamaños (generalmente 5 mm., 2 o 1 mm. y 0,5
mm.) mientras el agua, aplicada con poca presión, lava los restos y arrastra las
partículas más pequeñas. La flotación manual, también con distintas mallas,
permite separar los restos también por densidad, ya que los que están carbonizados flotan, mientras que la materia inorgánica precipita al fondo del recipiente. Finalmente, existe la máquina de flotación. Ésta aplica el mismo principio de densidades pero permite procesar muestras más grandes. La máquina
consta de un bidón con una entrada de agua constante por la base y una salida
también constante por la parte superior por la que saldrán los restos menos
densos y éstos caen a una columna de tamices. En el interior de la máquina se
pone una malla de 1 mm. sobre la que se deposita el sedimento a lavar y en
la que quedará recogida la fracción pesada para la recuperación de los fragmentos más pequeños de fauna o industria lítica entre otras. En algunos casos,
la máquina también tiene una entrada de aire que crea turbulencias y permite
separar la materia orgánica de la inorgánica (Piqué, 1999, Solari, 2000, Allué,
2002, Carrión, 2005, Euba, 2008, Celma, 2009, García Martínez, 2009, Cunill,
2010 y 2012, Picornell, 2012, Martín Seijo, 2013).
Sea cual sea el método utilizado para lavar las muestras, una vez secas
todas las fracciones recogidas habrá que separar los distintos restos según su
naturaleza para su posterior análisis en los diferentes laboratorios.
Para el análisis antracológico se considera que es suficiente la identificación de 200 fragmentos por fase de ocupación de cara a disponer de una imagen completa del paisaje arbóreo en cada una y, así, poder hacer un estudio
diacrónico de la evolución del paisaje (Piqué 1999 y 2006, Solari, 2000, Allué,
2002, Carrión, 2005, Euba, 2008, Celma, 2009, García Martínez, 2009, Cunill,
2010, Caruso, 2012, Picornell, 2012, Martín Seijo, 2013). En el caso que se
quieran comparar unidades estratigráficas, en cambio, habrá que analizar un
mínimo de 30 fragmentos por unidad para tener una muestra representativa de
cada una (Piqué y Barceló, 2002, Piqué, 2006, Figueiral, 2006, Lapi, 2009). Te-
47
48
Laura Obea Gómez
Figura 4. Procesado de muestras de tierra.
niendo en cuenta que la información que nos aportan tiene dos vertientes, será
imprescindible tener claras las preguntas que queremos resolver para poder
plantear las estrategias metodológicas que mejor se ajusten, sobre todo por lo
que respecta al análisis estadístico de los restos antracológicos.
Resultados del análisis antracológico de Coro Trasito
Por el momento y a falta de más excavaciones, la cueva de Coro Trasito se
ha definido como un hábitat estacional dentro del sistema ganadero de una (o
varias) sociedades neolíticas. A partir del nombre mismo del emplazamiento
(el cual se cree que deriva de “corral de tránsito”) y del hallazgo de numerosas avellanas en el sondeo realizado, se plantea la hipótesis que pueda ser un
espacio intermedio entre los prados de altura y el fondo de valle. Así, la cueva
sería utilizada en primavera y otoño. En el sondeo también se han encontrado
evidencias de la construcción de estructuras en el interior de la cueva, probablemente hechas de madera, que indican una compartimentación del espacio
III. El paisaje en el Neolítico: un estudio preliminar de los restos antracológicos de Coro Trasito (Tella)
también en el Neolítico (existen muros de piedra en superficie pero no se conoce su cronología). Teniendo en cuenta las dimensiones de la cueva, es posible
que, más allá de la estabulación de ganado, también existiera una zona de
hábitat humano.
Gracias a la antracología y la información tanto ecológica como social que
nos proporciona, podemos aproximarnos, junto con la carpología, a la relación
de los grupos que ocuparon la cueva con el entorno más o menos inmediato
más allá de la propia actividad ganadera. Según el tipo de actividades que
desarrollaran y cómo fuera esta relación, podemos inferir la significación del
asentamiento dentro del sistema pastoral. La captación y uso del combustible
leñoso es una de estas actividades a considerar, sobre todo si tenemos en cuenta la disponibilidad de combustible que existía en forma de estiércol.
Para este estudio se ha aplicado la misma metodología que en otros yacimientos de montaña como el Dolmen de la Font dels Coms (Pallars Sobirà,
Lleida), l’Abric de l’Estany de la Coveta y la Cova del Sardo (ambos localizados
en el Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, Lleida) (Gassiot
y otros, 2006, Gassiot y Jiménez, 2008, Gassiot y Pèlachs, 2010, Celma, 2009)
aunque, a diferencia de los yacimientos anteriores que fueron excavados en
extensión, aquí se trate de un sondeo estratigráfico. Así pues, se ha tamizado
todo el sedimento en seco con malla de 5 y 3 mm excepto el 10% de la tierra
extraída de cada unidad estratigráfica, que ha sido guardada para su lavado y
tria en el laboratorio.
Debido a las condiciones de disponibilidad de tiempo y personal, se ha
empezado flotando una cantidad homogénea de 10 litros de sedimento por
unidad estratigráfica aunque más adelante sería recomendable procesar los litros sobrantes. La flotación se ha realizado con una máquina de circuito cerrado de agua y sin entrada de aire. Se ha recogido la fracción pesada en una
malla de 1mm. de luz mientras que los restos de la flotación se han dividido
en una columna con mallas de 2 y 0,5 mm. respectivamente. Generalmente
se considera que la información que aportan los restos inferiores a 2 mm. es
complementaria por lo que no se ha triado la fracción de 0,5mm a la espera de
que sea necesario.
Para el análisis antracológico se ha hecho un estudio preliminar con una
muestra de 30 fragmentos por unidad estratigráfica considerando que éste es
el número mínimo para tener una representatividad estadística. Se han seleccionado de forma más o menos aleatoria empezando por los fragmentos recogidos en la criba en seco y siguiendo por los recuperados en la flotación si
no había suficientes. Aunque se ha procurado analizar fragmentos de tamaños
distintos, se han descartado los fragmentos menores de 2mm por la dificultad
que plantea su manipulación y porque la información que aportan suele ser
complementaria. En futuros análisis se verá si es necesario analizar fragmentos
más pequeños.
49
50
Laura Obea Gómez
Los fragmentos de carbón se han partido a mano para obtener los tres
planos anatómicos y se han observado con un microscopio de luz reflejada
entre 40 y 500 aumentos. En este primer análisis sólo se ha tenido en cuenta la
identificación taxonómica aunque también se han contabilizado los anillos a
40 aumentos para posteriores análisis. Todos los fragmentos analizados se han
individualizado y almacenado en bolsas de plástico para poder recuperar más
información sobre la anatomía de la madera en el futuro.
A continuación presentamos un gráfico de frecuencias (Fig. 5) con las unidades estratigráficas más significativas para cada uno de los periodos definidos
a partir de las dataciones obtenidas. De este modo, las unidades estratigráficas
(UEs) 3002, 3006 y 3006b definen diferentes ocupaciones de la fase más reciente (4787-4588 calANE), la UE 3010 ha dado una datación de 4990-4785
calANE y, finalmente, la UE 3013, con una datación de 5215-4991 calANE.
En esta tabla se puede observar, claramente, un dominio del roble (Quercus caducifolia), presente en todas las unidades estratigráficas, así como la presencia constante del pino rojo (Pinus sylvestris). Ambas especies son características de los bosques mixtos de media montaña que encontramos entre los 600
y los 1.700 metros sobre el nivel del mar, aunque los pinos son más comunes
en los bosques de coníferas del estadio subalpino (entre 1.600 y 2.300 msnm.).
Figura 5. Gráfico de frecuencias de los taxones identificados mediante en estudio antracológico de Coro Trasito
en las diferentes UEs.
III. El paisaje en el Neolítico: un estudio preliminar de los restos antracológicos de Coro Trasito (Tella)
Así, la primera impresión que podemos extraer de los resultados que se reflejan
en el gráfico anterior es que el área de captación del combustible leñoso sería
el entorno inmediato de la cueva ya que roble y pino superan el 60% de los
fragmentos analizados en todas las unidades llegando a superar el 90% de los
fragmentos en el caso de la UE 3013.
En algunos casos, la recogida de combustible leñoso se llevó a cabo en
alguna otra zona más húmeda, pues tanto el avellano (Corylus avellana), el tejo
(Taxus baccata), el sauce (Salix sp.) y el arce (Acer sp.) son especies amantes
de la humedad que acostumbramos a encontrar en zonas umbrías y cerca de
cursos de agua donde las condiciones les son más favorables. Actualmente,
en el extremo norte de la cueva encontramos un pequeño barranco por el que
corre el agua en las temporadas de lluvias. En el caso que esta fuente existiera
durante el Neolítico, cabe la posibilidad que estas especies también se encontraran en las inmediaciones del abrigo aunque habrá que esperar a los análisis
de micromorfología de suelos para conocer de qué modo circuló el agua por
Coro Trasito hace unos 6.000 años y si se pudieron dar las condiciones para el
desarrollo de un bosque de ribera a la entrada del sitio.
Por lo que respecta al boj (Buxus sp., probablemente Buxus semprevirens)
vemos que ha habido una evolución desde las ocupaciones más antiguas, en
las que no lo encontramos, hasta las más recientes, en las que su presencia se
hace más significativa. Mención aparte merece la UE 3001, en la que el boj es
la especie dominante en un reflejo de la vegetación actual (razón por la cual no
se la ha incluido entre las unidades consideradas neolíticas, pues puede haber
habido una percolación de los materiales). El boj se asocia a los robledales
abiertos, generalmente, a causa de la degradación provocada por la acción
humana. Si tenemos en cuenta el crecimiento especialmente lento de esta especie, podemos inferir que la presión sobre el bosque que ejercieron los grupos
que habitaron Coro Trasito fue bastante fuerte.
En el caso de la UE 3001 podemos ver como el boj se convierte en la especie dominante mientras que el roble disminuye considerablemente y el pino
desaparece del registro en un reflejo de la vegetación actual alrededor de la
cueva. Aunque el sedimento y los materiales de este estrato sean relativamente
recientes e, incluso, de época contemporánea, hemos querido incluirla en el
gráfico como reflejo de la vegetación actual y el contraste en el registro de especies. Este contraste nos muestra la incidencia de la actividad humana en la
zona a lo largo de la historia así como el carácter ganadero de la misma. Una
especie que no encontramos en el registro arqueológico pero que nos ayuda
a entender de qué modo ha sido transformado el paisaje es el erizón o cojín
de monja (Echinospartum horridum) característico en la actualidad de pastos
abandonados en las laderas soleadas.
Volviendo al registro, la otra especie presente en la mayoría de las ocupaciones prehistóricas es el avellano. De esta especie se han recogido tanto fragmentos de carbón como un gran número de semillas. De este modo, podemos
51
52
Laura Obea Gómez
hablar de un doble consumo, aunque el bajo porcentaje de restos de carbón de
este taxón plantea la duda de si el aporte fue por los frutos o por la madera. En
este sentido, y teniendo en cuenta la presencia de algunos fragmentos con trazas de haber sido trabajados, cabe plantear la posibilidad de tener, más allá del
combustible leñoso en sí mismo, elementos de madera (herramientas y/o material constructivo) que fueron arrojados al fuego en el momento que dejaron
de cumplir su función. En este sentido, en el futuro habrá que poner especial
atención en el boj, pues su madera ha sido (y aún lo es) muy apreciada para
la fabricación de utensilios de madera y existe la posibilidad que su presencia
en el yacimiento se deba a su uso como materia prima para la producción de
artefactos.
Si nos fijamos en el número de especies por unidad estratigráfica, vemos
que éstos oscilan entre los 5 y los 6 exceptuando la UE 3013, en la que únicamente se han identificado 3 taxones. Teniendo en cuenta la vegetación potencial, podemos decir que hay poca variabilidad y, por lo tanto, plantear la
posibilidad que hubiera una cierta selección del combustible en función de la
especie pues el roble es una muy buena madera para quemar y estaba disponible en gran cantidad. Habrá que esperar a futuras intervenciones así como a los
resultados de los análisis palinológicos para confirmar esta hipótesis.
Discusión/Conclusión
Hasta el momento, la aproximación ha sido preliminar y desde un punto
de vista estrictamente ecológico (aunque se haya tenido en cuenta el hecho
que son carbones aportados). De cara al futuro, si podemos contextualizar los
fragmentos de carbón según provengan de hogares, de agujeros de poste o de
la superficie, tal vez podamos inferir las estrategias de captación y uso del combustible leñoso y así acercarnos a las distintas actividades que desarrollaron los
habitantes de Coro Trasito más allá de la ganadería. Hay que admitir, por eso,
que en un sondeo estratigráfico a menudo se hace difícil identificar estructuras
y, por lo tanto, el enfoque ecológico es el único que se puede contemplar.
A partir de los resultados obtenidos, también podemos hacer una reflexión
sobre la metodología utilizada. En este caso se ha demostrado efectiva y únicamente será necesario ampliar el número de unidades analizadas y el número de
fragmentos por UE a 50 para poder tener una mayor resolución en los datos. En
el caso de tener estructuras, habrá que plantear si se aplica el mismo protocolo
o hay que cambiar alguna cosa.
Así pues, aún tratándose de un estudio preliminar, la antracología se ha
mostrado como otra herramienta útil para el estudio de las sociedades del pasado. Para completar la información obtenida, habrá que comparar los resultados
con los obtenidos del análisis de semillas y polen, lo que nos permitirá precisar
en la caracterización del paisaje en el Neolítico alrededor de Coro Trasito.
III. El paisaje en el Neolítico: un estudio preliminar de los restos antracológicos de Coro Trasito (Tella)
Bibliografía
Allué, E., 2002. Dinámica de la vegetación y explotación del combustible leñoso durante el Pleistoceno Superior y el Holoceno del Noreste de la Península Ibérica a partir
del análisis antracológico. Tesi Doctoral, Universitat Rovira i Virgili.
Buxó, R. y Piqué, R., 2008. Arqueobotánica. Los usos de las plantas en la península
ibérica. Ariel Prehistória, Barcelona.
Carrión Marco, Y., 2005. Afinidades y diferencias de las secuencias antracológicas en
las vertientes mediterránea y atlàntica de la Península Ibérica. Tesi Doctoral, Universitat de València.
Caruso, L., 2012. Modalidades de adquisición y usos de los recursos leñosos entre grupos cazadores-recolectores patagónicos (Argentina): Metodologías y técnicas de
estudio del material leñoso arqueológico. Tesi doctoral, Universitat Autònoma de
Barcelona.
Celma, M., 2009. Paleoambient i explotació forestal del Dolmen de la Font dels Coms
en època romana. Treball de recerca de tercer cicle, Universitat Autònoma de Barcelona.
Cunill, R., 2010. Estudi interdisciplinari de l’evolució del límit superior del bosc durant
el període holocènic a la zona de Plaus de Boldís-Montarenyo, Pirineu central català. Pedoantracologia, palinologia, carbons sedimentaris i fonts documentals. Tesi
Doctoral, Universitat Autònoma de Barcelona.
Euba, I., 2008. Anàlisis antracológico de estruicturas altimontanas en el valle de la Vansa-Sierra del Cadí (Alt Urgell) y en el valle del Madriu (Andorra): explotación de
recursos forestales del Neolítico a época moderna. Tesi Doctoral, Universitat Rovira i Virgili.
Figueiral, I., 2006. “Quantification in charcoal analysis? Yes, but not always. Examples
from problematic portuguese sites”, pp. 223-229. Actas del VI Congreso Ibérico de
Arqueometría, Universitat de Girona.
García Martínez, M. S., 2009. Recursos forestales en un medio semiárido. Nuevos datos
antracológicos para la Región de Murcia desde la Edad del Bronce hasta época
medieval. Tesis doctoral, Universidad de Múrcia.
Gassiot, E., Jiménez, J. y Oltra, J., 2005. Memòria de la intervenció arqueològica al Dolmen de la Font dels Coms (Baiasca-Llavorsí, Pallars Sobirà). Memòria d’intervenció
inèdita, Servei d’Arqueologia de la Generalitat de Catalunya.
Gassiot, E. y Jiménez, J., 2008. Excavació arqueològicade l’Abric de l’Estany de la Coveta I (Espot, Pallars Sobirà). Memòria final de la intervenció juny-setembre 2005.
Memoria inédita.
Gassiot, E. y Pèlachs, A., 2010. Memòria final del projecte d’arqueologia de l’alta muntanya pirinenca. Ocupació humana i canvi climàtic al llarg de l’Holocè (2006EXCAVA00022). Memòria de projecte inèdita, Universitat Autònoma de Barcelona.
Lapi, B., 2009. Cuantificacion en arqueobotánica. Una aproximación a los métodos
cuantitativos de anàlisis en palinología, antracología, carpología. Treball d’investigació de Tercer Cicle, Universitat Autònoma de Barcelona
Martín Seijo, M., 2013. A xestión do bosque e do monte dende a Idade do Ferro á
época romana no noroeste da Península Ibérica: consumo de combustibles e pro-
53
54
Laura Obea Gómez
dución de manufacturas en madeira. Tesis doctoral, Universidade de Santiago de
Compostela.
Obea, L., 2011. Els registres antracològics del Neolític al Pirineu i Prepirineu català. Una
revisió a partir de les dades geogràfiques. Treball de recerca de màster, Universitat
Autònoma de Barcelona.
Obea, L., en prensa. “Introducció a l’antracologia. Mètodes i tècniques”. Estrat Crític nº
7. Estrat Jove, UAB, Bellaterra.
Picornell, Ll., 2012. Paisaje vegetal y comunidades prehistóricas y protohistóricas en
Mallorca y Menorca (Illes Balears): Una aproximación desde la antracología. Tesi
Doctoral, Universitat de Barcelona.
Piqué, R., 1999. Producción y uso del combustible vegetal: una evaluación arqueológica. Treballs d’Etnoarqueologia, 3. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, Universitat Autònoma de Barcelona.
Piqué, R. y Barceló, J, A., 2002. “Firewood management and vegetation changes: a statistical analysis of charcoal remains from Holocene sites in the north-east Iberian
Peninsula”, pp. 1-7. En: Thiebault, Stephanie (Ed.) Charcoal analysis. Methodological approaches, palaeoecological results and Wood uses. Oxford. IMA. BAR 1063
Piqué, R., 2006. “Los carbones y las maderas de contextos arqueológicos y el paleoambiente”. Ecosistemas; nº 15 (1), pp. 31-38, Asociación española de Ecología Terrestre.
Solari, M. E., 2000. “Antracología, modo de empleo: entorno a paisajes, maderas y
fogones”. Revista Austral de Ciencias Sociales nº 4, pp. 167-174.
IV
Cueva Lobrica, hallazgo
de un nuevo yacimiento del Neolítico
en la orilla izquierda del río Bellós,
en el Parque Nacional de Ordesa
y Monte Perdido
Javier REY LANASPA, Ignacio CLEMENTE CONTE
y Ermengol GASSIOT BALLBÈ
Introducción
Aprovechamos la oportunidad de la publicación de este volumen para
dar eco de la noticia del hallazgo de un nuevo yacimiento prehistórico en la
Comarca de Sobrarbe. Se trata de la cueva Lobrica, nombrada y visitada por
Lucien Briet en una de sus visitas al cañón de Añisclo (Briet, 1910). La cueva
se encuentra a media ladera en la orilla izquierda del río Bellós, a la altura
del kilómetro 11 de la carretera que lleva al parking de San Urbez. Se trata de
una cueva de muy difícil acceso pues es necesario el uso de cordajes y medidas de seguridad. La prospección arqueológica, realizada con los permisos
pertinentes de la DGA se efectuó a inicios del verano de 2014 y contando con
un equipo compuesto por dos espeleólogos miembros del Centro de Espeleología de Aragón - José Ignacio Ansó Gimeno y Mario Gisbert León, Laureano
Gómez Ramos, miembro del equipo de rescate de la Guardia Civil de Alta
Montaña en Jaca y dos de los firmantes de este trabajo como responsables de
esa visita arqueológica de la cueva. La cueva había sido visitada previamente
por los espeleólogos y se nos había comunicado la posibilidad de contener
restos arqueológicos por la visibilidad de algún fragmento de cerámica en la
superficie.
La cueva se localiza a 900 m.s.n.m. en las coordenadas: X: 258300 e
Y: 4716044. La boca está orientada al SW y tiene una buena vista sobre el cañón del río Bellós, controlando un largo trecho del mismo.
55
56
Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte y Ermengol Gassiot Ballbè
Descripción de la cueva
Aunque la cueva se encuentre a pocos metros del cauce del río el acceso
al mismo es complicado por la altura de los farallones rocosos que hay entre
ambos. En la actualidad, tan solo con la colocación de escaleras se podría tener
un acceso rápido al recurso del agua, pesca y/o caza de animales en la zona del
río. La boca tiene una apertura de unos 5 metros de ancho por 16 de altura. La
zona de la entrada tiene buena luz pero los bloques caídos del techo, de grandes dimensiones, la convierten en algo incómoda. La cueva se adentra siguiendo una dirección NE y con una pendiente considerable (unos 35º) con algunas
zonas planas intermedias donde se acumula sedimentación. En concreto hay
una zona donde se acumulan sedimentos arenosos. La cavidad es ascendente
durante unos 50 m de longitud, hasta que nos encontramos con un rellano de
unos 12 m de largo. Este rellano es la zona con mejores condiciones para la
habitabilidad (Fig. 1). La temperatura, incluso a esa profundidad, es templada
y agradable, no se siente sensación de humedad. Luego, a partir de ese rellano
la cueva desciende bruscamente hacia unos corredores-galerías más estrechos.
En esta zona la sensación térmica cambia y se nota más humedad donde se
encuentra una sala con interesantes estalactitas y estalagmitas (Fig. 2). Antes de
llegar a esta sala y entre los bloques de caliza es donde se recuperaron la mayoría de los restos arqueológicos, especialmente los fragmentos de cerámica y
la fauna (Fig. 3). En la zona plana y más elevada de la cueva a nivel superficial
hay un fragmento de madera medio quemado que pudo ser utilizada a modo
de antorcha por algún visitante en épocas más recientes. Hay que decir que en
la superficie de la cueva se observó la presencia de al menos un par de vainas
de balas por la probable presencia de algún cazador.
La superficie rocosa de las paredes se encuentra limpia de grafitis modernos y tan solo en una zona concreta de la pared izquierda, como a unos 30 m
de la boca localizamos una serie de trazos de carbón. Estos trazos consisten en
unas líneas paralelas entre sí, de unos 10 cm. de largo. Se encuentran en la parte inferior de una depresión de forma semicircular y agrupados, por lo que podrían simbolizar o representar algo que por ahora no se ha determinado (Fig. 4).
Los materiales prehistóricos recuperados
Los materiales recogidos en superficie son básicamente fragmentos de cerámica, dos piezas macrolíticas y restos de fauna (Fig. 3). La mayoría de los
fragmentos de cerámica provienen del cuerpo de la vasija y no dan información
alguna sobre las formas y decoraciones de las mismas. Tan solo datos sobre el
grosor y tipo de desengrasante utilizado, así como el tipo de cocción (reductora
versus oxidante) que sufrieron. Sin embargo también se recuperaron al menos
cuatro fragmentos, de tamaño mediano, que son partes de borde cerámicos y
IV. Cueva Lobrica, hallazgo de un nuevo yacimiento del Neolítico en la orilla izquierda del río Bellós...
Figura 1. Planta y alzado de Cueva Lobrica. Autor: Mario Gisbert León, Centro de Espeleología de Aragón.
57
58
Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte y Ermengol Gassiot Ballbè
además presentan decoración. Al igual que el resto de la cerámica documentada, ésta se realizó a mano. Dos de los fragmentos decorados parecen haberse
decorado con un objeto con una punta roma, tal vez un punzón de hueso, las
pastas, el borde y la decoración son idénticos en ambos fragmentos por lo que
podemos deducir que se trata de una misma vasija. De los otros dos fragmentos
decorados uno es un asa que además presenta una serie de perforaciones paralelas al borde. Estas perforaciones también pudieron servir para pasar un cordaje que permitiera colgar la vasija. El último fragmento tiene una decoración
incisa diferente que ocupa también el mismo labio del borde, el cual es recto.
Los restos de fauna encontrados en la superficie de Cueva Lobrica tienen
muy buena conservación. Algunos de ellos parecen pertenecer a mamíferos de
Figura 2. Localización de la cueva desde la carretera (1). Boca de la cueva sobre el cañón de Añisclo (2).
Estalagmitas (3) y estalactitas (4) en una de las salas de la cueva.
IV. Cueva Lobrica, hallazgo de un nuevo yacimiento del Neolítico en la orilla izquierda del río Bellós...
Figura 3. Materiales recuperados en superficie. Parte superior: diversos fragmentos de cerámica incisa. Inferior:
mano de molino de granito y restos de fauna.
tamaño medio, como podría ser cabras de tamaño grande, pero sin datación
alguna estos restos hallados en superficie no pueden ser adscritos a ningún
periodo prehistórico. Lucien Briet, en la descripción de la cueva Lobrica (Briet,
1910, pp. 27-29), documenta el hallazgo de huesos humanos en el fondo de
la cueva.
Se han recuperado también dos piedras que no pertenecen al contexto
geológico donde se encuentra la cueva. Una de ellas, de materia prima indeterminada, tiene rastros de probable percusión y claras alteraciones térmicas
por contacto con el fuego. La otra es un canto alongado con dos caras planas
de granito (Fig. 3). Probablemente se trate de una mano de molino y lo que
está claro es que ha sido traída desde al menos 12 Km. Los Cantos de granito
más cercanos se encontrarían en la cuenca del río Cinca, por lo menos donde
desemboca el río Bellós en Escalona.
59
60
Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte y Ermengol Gassiot Ballbè
Figura 4. Series de trazos en forma de líneas verticales paralelas entre sí, en color negro.
Cueva Lobrica en su entorno geográfico más inmediato
Consideramos que el hallazgo de esta cueva es importante, ya que nos
abre nuevas perspectivas sobre los estudios de prehistoria en Sobrarbe. Así
pues, vamos viendo que los yacimientos arqueológicos del Neolítico pueden
ser más frecuentes de lo hasta ahora considerado. La Espluga de la Puyascada
en San Juan de Toledo, la Cueva de Coro Trasito en Tella-Sin y ahora la Cueva
Lobrica en Fanlo nos permitirán conocer un poco más este periodo histórico.
Por el momento, por la situación diferente de Cueva Lobrica en comparación
con las otras dos podemos plantear la hipótesis de que se tratan de sitios
con finalidades distintas. Por un lado tanto La Puyascada como Coro Trasito
se encuentran a media ladera de paso a los pastos de alta montaña y en los
sedimentos se puede distinguir la presencia de excrementos de ovicápridos.
En ambos casos planteamos la relación del sitio con actividades de ganadería
y tal vez con agricultura.
Sin embargo, Cueva Lobrica se encuentra casi en fondo de valle donde
los pastos quedan algo lejos. Además, a lo largo del recorrido de la cueva no
observamos la presencia de excrementos de animales ni sedimentación que
nos indique la estabulación de animales. De ahí que nos planteemos que esta
cueva, de probable cronología neolítica, tuvo una función distinta. Podría tra-
IV. Cueva Lobrica, hallazgo de un nuevo yacimiento del Neolítico en la orilla izquierda del río Bellós...
tarse de un lugar de almacenamiento y/o conservación de alimentos o más bien
un sitio reservado como refugio en partidas de caza. Para resolver este enigma
es necesario realizar alguna intervención arqueológica. Esperamos pues en el
futuro practicar algún sondeo que nos permita la obtención de materiales para
realizar dataciones absolutas y para poder plantear hipótesis funcionales del
sitio.
Agradecimientos
A Mario Gisbert León, Grupo de Espeleología de Aragón, por cedernos la
planta de la cueva que publicamos en este trabajo.
Bibliografía
Briet, L., 1910. Barrancos et Cuevas. SPELUNCA, Bulletin et mémoires de la Société de
Spéléologie, Tome VIII, nº 61, Octobre 1910, Paris.
61
V
Codronazo, en La Cabezonada
(La Fueva): un nuevo
abrigo con arte rupestre
en el Sobrarbe
Javier REY LANASPA
Localización
El abrigo del Codronazo fue localizado en el año 2006 durante una campaña de prospecciones que realizamos en algunos términos municipales de la
Comarca del Sobrarbe. Las pinturas ya eran conocidas en la zona por algunas
personas, aunque no se valoraba su importancia y antigüedad.
El abrigo se encuentra entre los núcleos de La Cabezonada y de San
Juan de Toledo de Lanata, aproximadamente a la misma distancia de los dos.
La zona se ubica al norte del término municipal de La Fueva y al norte de la
CN-140, que une Ainsa con Campo.
Geográficamente se ubica en la vertiente sur de la Sierra Ferrera, en la
Fueva Alta, donde se sitúan los núcleos poblacionales de La Cabezonada, San
Juan de Toledo, Samper, Atiart, Fosado, La Mula, etc. La Sierra Ferrera o Peña
Montañesa, junto con el Castillo Mayor o Canciás corresponden en el Sobrarbe
con las Sierras Exteriores pirenaicas. La Sierra Ferrera, en concreto, se formó
como consecuencia del desprendimiento de la parte más meridional del manto de Cotiella, compuesto fundamentalmente por calizas. En su composición
también aparecen algunos restos de formaciones detríticas terciarias como conglomerados o areniscas.
La masa rocosa donde se encuentra el abrigo parece que se haya desplazado por la ladera y se encuentra en el contacto entre la zona boscosa y los
afloramientos calizos que cubren la Sierra. El afloramiento rocoso tiene forma
alargada y varios metros de grosor, se halla aislado y rodeado de bosque por
todos sus lados menos por el que se une a la Sierra (Fig. 1).
63
64
Javier Rey Lanaspa
Figura 1. Sierra Ferrera, vista general de la ubicación del abrigo de Codronazo.
Este afloramiento rocoso corresponde con un nivel de conglomerado de
grandes piedras en el que se han originado algunas oquedades que tienen forma de grandes abrigos. En uno de éstos es donde los pobladores prehistóricos
realizaron las pinturas rupestres. Es de gran tamaño y poca profundidad. Calculamos que debe tener entre 30 y 40 metros de largo y unos 20 de alto, con una
profundidad máxima de entre 3 y 4 m. (Fig. 2). Estas dimensiones hacen que la
visera cubra escasamente el lugar donde se encuentran las pinturas.
La formación del abrigo se debe al desprendimiento de bloques de la pared, tiene forma irregular con las paredes también muy irregulares, con pocas
zonas lisas y es poco apropiado para la realización de pinturas rupestres.
En las inmediaciones del abrigo nace el Río de Lanata, que recoge el agua
de numerosos barrancos que nacen en las laderas de Sierra Ferrera. Su ubicación en la cabecera del río le proporciona buena visibilidad sobre el cauce y
sobre el entorno, a la vez que le confiere un importante valor geoestratégico.
El acceso se realiza por un camino que parte del núcleo de La Cabezonada
en dirección norte, siguiendo la falda de la Sierra Ferrera. Comienza siendo una
pista forestal y continua por una senda que llega hasta el núcleo de Toledo de
Lanata. Según nos han comentado, este camino converge con otro que cruza la
V. Codronazo, en la Cabezonada (La Fueva): un nuevo abrigo con arte rupestre en el Sobrarbe
Figura 2. Vista general de abrigo.
Sierra Ferrera de norte a sur y por lo tanto, servía de unión entre los núcleos de
La Cabezonada y Toledo de Lanata, con la parte norte y este de la Sierra, donde
se encuentra el núcleo de Viu ya en la comarca de Ribagorza.
Descripción de las pinturas
El panel con las pinturas ocupa una superficie de aproximadamente un
metro cuadrado y el soporte es rugoso porque tiene un aporte de cal, previo
a la realización de las pinturas. Se localiza aproximadamente en el centro del
abrigo y se encuentra sobreelevado a unos dos metros por encima del suelo. La
orientación del mismo es sureste y por lo tanto están expuestas al sol durante
la mañana.
Las pinturas han sido realizadas en color rojo pero se advierten diferentes
tonalidades, técnicas y superposiciones, lo que nos obliga a pensar que no fueron realizadas en un mismo momento.
Hemos numerado el calco agrupándolo en varias zonas para su estudio y
descripción (Fig. 3). La descripción de los grupos es la siguiente:
65
66
Javier Rey Lanaspa
Figura 3. Panel pintado del abrigo de Codronazo.
V. Codronazo, en la Cabezonada (La Fueva): un nuevo abrigo con arte rupestre en el Sobrarbe
1. Representa la única escena del conjunto y la más importante. Está formada
por un arquero y un bóvido, estando éste por encima del cazador. El arquero está a punto de disparar una flecha, y ha sido representado en posición
estática, con las piernas paralelas y brazos en alto, sosteniendo el arco del
que sobresale la punta de la flecha. La postura sugiere que podría estar
tumbado.
El animal que va a ser cazado es un bóvido que mira hacia la izquierda.
Casi con seguridad es un toro con una cornamenta desproporcionadamente
grande si se compara con el resto del cuerpo. Está representado de forma
bastante esquemática con sus cuatro patas y el rabo que, como las defensas, también es desproporcionado. La imagen del animal se representa
desde dos puntos de vista, el cuerpo tiene una vista frontal de su lateral
izquierdo, mientras la cornamenta y la cabeza están representadas con una
perspectiva torcida.
A pesar de que se trata de una escena de caza, tanto el arquero como
el bóvido se hallan en posición estática, sedente y aparentemente tranqui-
Figura 4. Codronazo. Escena de caza.
67
68
Javier Rey Lanaspa
los, sin transmitir la tensión
propia del momento (Figs. 4
y 5). Los trazos han sido pintados con tintas planas pero
al ser el soporte rugoso, el
perfil queda un poco sinuoso y los motivos han sido
pintados sin tener en cuenta
el realismo, ambas figuras se
puede decir que son bastante esquemáticas.
2.
Este grupo de pinturas se
encuentra en la parte superior del panel y está formado por unas manchas en Figura 5. Codronazo. Escena de caza, calco.
rojo que debieron formar
parte de dos trazos paralelos y alargados que ahora han desaparecido en parte.
Figura 6. Trazos verticales.
V. Codronazo, en la Cabezonada (La Fueva): un nuevo abrigo con arte rupestre en el Sobrarbe
3.
Se encuentra por encima de la escena de caza
y por debajo del grupo
anterior. Como se aprecia en el calco y en la
fotografía, está formado
por tres trazos gruesos
en rojo pintados con tinta plana, el perfil no está
formado por líneas rectas sino que es bastante
sinuoso (Fig. 6). En parte han desaparecido por
varios desconchones que
se han desprendido de la
superficie de la roca.
4.
Se ubica a la derecha de
la escena de caza y se
compone de varias manchas de pintura informes,
siendo lo más destacable
una línea de pequeños
signos con forma ovalada, de menos de un
centímetro de longitud y
de los que se conservan
diez (Fig. 7). Estas figuras Figura 7. Codronazo. Grupo 4 y 5.
están pintadas sobre una
superficie plana y tienen
un perfil muy bien definido, siendo todos ellos aproximadamente de igual
forma y tamaño. Esta zona del panel también ha sufrido deterioro por desconchones en la superficie de la roca y algunas figuras han podido desaparecer debido a este fenómeno natural.
5.
Esta figura se encuentra debajo de la número 4 y ambas están muy cerca.
Aquí encontramos un una gran mancha de pintura sin forma ni perfil definido que tiene una tonalidad tendente al anaranjado. Superpuesta a ésta
mancha se ha pintado un motivo radiado que podría corresponder con la
representación de un símbolo solar formado por rayos que terminan en
punta, pintados con trazo preciso y en general se hallan bien conservados.
En el centro de la representación hay también algunos desconchones que
han afectado a toda la representación.
6.
Se halla a la derecha del anterior y este grupo, bastante deteriorado, está
formado por algunas figuras parecidas a las que aparecen en el grupo cua-
69
70
Javier Rey Lanaspa
tro. Se trata de unas figuras pequeñas y con forma ovalada, también hay
alguna mancha informe de pintura y unos trazos que formaron parte de
figuras mayores que en este momento no se pueden identificar. Estos últimos son líneas de las que solamente se conserva un trozo corto pero están
hechas con gran precisión, a la vez que tienen unos perfiles muy bien delimitados.
7.
Por último, en la parte baja del panel existen unas pequeñas manchas de
pintura con formas bastante irregulares que no se puede descifrar su significado.
Conclusiones
A modo de conclusiones se puede decir que en cuanto a la ubicación de
las pinturas, los abrigos de Codronazo y el Barranco de San Miguel de Hecho,
representan los dos puntos más septentrionales de Huesca. El lugar se sitúa al
norte del valle de La Fueva, que es paralelo al del río Cinca y se halla delimitado al norte por la Sierra Ferrera, donde se encuentra el abrigo con las pinturas
en su vertiente sur.
El abrigo es de grandes dimensiones pero no tiene apenas profundidad por
lo que se puede decir que casi están al aire libre. Dentro del abrigo, las pinturas
ocupan un pequeño panel más o menos plano y sobreelevado del suelo. Este
panel tiene aproximadamente un metro cuadrado y en él se concentran todas
las pinturas rupestres, no existiendo ninguna otra manifestación artística fuera
del mismo.
Todas las figuras han sido realizadas en tonos rojos, advirtiéndose algunas
variedades cromáticas que indican que han podido ser realizadas en diferentes
momentos. Esto también viene avalado por el hecho de que existe una superposición y porque se observan diferentes estilos en cuanto a la técnica pictórica.
A pesar de que hay figuras de difícil interpretación encontramos algunas
como el arquero, el bóvido o el símbolo solar que nos permiten interpretar
escenas o ideas reconocibles.
Respecto al estilo pictórico podemos clasificarlas dentro de la pintura esquemática, aunque se pueden observar diferencias entre unas figuras y otras.
Estas nuevas pinturas rupestres se encuentran muy próximas a los yacimientos prehistóricos de la Espluga de la Puyascada y la Cueva del Forcón,
que se ubican también en la Sierra Ferrera. Algo más lejos que las anteriores se
encuentra la Cueva de la Miranda y Coro Trasito. Las pinturas de Codronazo
debieron ser realizadas por las mismas personas que vivieron en estas cuevas,
donde se han encontrado abundantes objetos pertenecientes a la época Neolítica, Calcolítico y Edad del Bronce.
VI
El final de la prehistoria
en Sobrarbe
Javier REY LANASPA
Introducción
En el presente trabajo abordamos el final de la Prehistoria en el Sobrarbe,
desde el Calcolítico hasta la primera Edad del Hierro. Según se podrá comprobar a lo largo del mismo, la información recogida supone un avance importante
para el conocimiento de estos periodos culturales en la comarca y, por lo tanto,
un importante progreso en el conocimiento de la arqueología pirenaica.
Gran parte de la información que incluimos es inédita y ha sido recopilada
a lo largo de de más de diez años de trabajo, tanto de prospecciones como de
excavaciones. También hemos realizado una síntesis de todas las publicaciones y estudios realizados hasta este momento por diferentes investigadores.
Nos hubiera gustado poder extendernos más pero la limitación del espacio nos
obliga a reducir la exposición, haciendo que en muchas ocasiones solamente
podamos citar los datos obtenidos en el campo sobre los yacimientos arqueológicos que estudiamos.
Historia de las investigaciones
Tradicionalmente, el Sobrarbe ha sido una comarca en la que investigadores y arqueólogos no se han fijado mucho, pero aun así algunos de los yacimientos que han sido estudiados, son claves para el conocimiento de la prehistoria oscense. El primer dato que encontramos en la bibliografía fue publicado
por A. Beltrán. Se trata de un sencillo artículo sobre novedades de megalitismo
en la provincia de Huesca e incluye un yacimiento en Ordesa, que nadie ha
visitado con posterioridad. El hallazgo se refiere a una serie de túmulos que se
encuentran junto a las casas de Berges, entre el camino de Cotatuero-Soaso y
el río. En este mismo artículo también da cuenta de una cista conservada en
su totalidad y expoliada, que se encuentra en la partida de Las Cazcarras de
Bielsa (Beltrán, 1954, pp. 125-130). Como sucede con los túmulos de Ordesa,
actualmente desconocemos donde se encuentra.
71
72
Javier Rey Lanaspa
Durante la década de los años cincuenta A. Beltrán, con el apoyo de la
Escuela Militar de Montaña de Jaca, realizó numerosos trabajos de reconocimiento de monumentos megalíticos por toda la provincia de Huesca. De esta
forma, al trabajo citado le sucedió otro en los años 50s sobre el dolmen de Tella
(Beltrán, 1956, pp. 242-243), también llamado Piedra del Vasar o Losa de la
Campa. En éste se dice que era utilizado para guardar aperos de labranza, que
fue excavado por dicho motivo y que en dicha excavación aparecieron huesos
humanos muy descompuestos y en gran abundancia. En este mismo artículo
cita la existencia de otro dolmen con la losa caída junto a la ermita de San Juan
y San Pablo en la zona denominada Avellaneda. Este dolmen, a pesar de que
ha sido buscado en numerosas ocasiones a lo largo de los años, todavía no lo
hemos podido localizar.
Unos años más tarde, T. Andrés en 1973 cita la aparición en el dolmen de
Tella de una esquirla de hueso trabajada con forma de punzón. También habla
de la existencia de otro dolmen junto a la Piedra del Vasar, que en 1987 localizó L. Millán en la zona de Fandichuerre (Andrés, 1988).
En los años setenta, la incorporación de V. Baldellou a la dirección del
Museo de Huesca supuso un avance importante en la investigación de las etapas más recientes de la Prehistoria en la provincia y, en concreto, del Sobrarbe. En su primer trabajo de recopilación, que publica en año 1976, incluye
los primeros datos sobre la Cueva de la Espluga de la Puyascada, la Cueva del
Forcón y la Cueva de la Miranda (Baldellou, 1976, pp. 8-37). En este primer
estudio, solamente habla de los materiales neolíticos de estos yacimientos
y estas tres cuevas junto con la Cueva de Chaves, eran los únicos lugares
conocidos en aquel momento del Neolítico oscense. Sin embargo, en posteriores publicaciones, que recogen los resultados de estudios más completos
sobre estos yacimientos, incluye materiales pertenecientes al Calcolítico de
la Espluga de la Puyascada (Baldellou, 1987) y el Forcón (Baldellou, 1983,
pp. 149-175) y a la Edad del Bronce en la Cueva de la Miranda (Baldellou y
Barril, 1981-1982).
En 1984 se publica la Carta Arqueológica de Huesca, que es el primer
intento de realizar una recopilación de todos los yacimientos arqueológicos de
la provincia. En ella se incluyen todos los yacimientos conocidos hasta ese momento así como algunos datos inéditos sobre el Sobrarbe. Uno de los yacimientos que se dan a conocer es la Cueva de Vichicanera en Abizanda, que se ubica
en el mismo farallón calizo en el que se asienta el núcleo de población. En este
lugar existen dos cuevas, una de mayor tamaño, donde apareció un fragmento
cerámico y otra más pequeña, donde aparecieron huesos de animales y humanos mezclados con cerámicas prehistóricas. En Tella se cita la aparición de cerámicas, una de ellas con cordones, un hacha pulimentada y huesos humanos
en una cavidad, que aparece denominada como Cueva de Tella (Domínguez y
otros, 1984). Esta cueva podría corresponder con la Cueva de los Arnales, que
se encuentra al norte de Lamiana.
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
Por otra parte, L. Montes en la publicación sobre los resultados de su Tesis de
Licenciatura, incluye la aparición de restos arqueológicos en la Cueva de la Basa
de Campodarbe y la cueva de la Garganta de Abizanda, que creemos que debe
corresponder con la que aparece citada como Cueva de Vichicanera en la Carta
Arqueológica de Huesca. Ambas cuevas son funerarias. También se cita la aparición de hachas pulimentadas dispersas por toda la comarca (Boltaña, Campodarbe, Camporrotuno, Olsón, Ligüerre de Cinca, Abizanda, Sarsa de Surta, Paules
de Surta, Mondot, Las Bellostas, Pueyo de Morcat y Betorz) (Montes, 1984). Las
hachas pulimentadas, que demuestran una actividad agrícola y forestal intensa,
son bastante frecuentes en la comarca y además de las citadas, I. Barandiarán
recoge en su estudio sobre los restos visigodos de la Cueva Foradada en Sarsa de
Surta, media docena de hachas pulimentadas que han sido encontradas en los
campos de labor de Santa María de la Nuez y Paules (Barandiarán, 1973).
Las investigaciones más importantes hasta este momento sobre el megalitismo en la comarca corresponden con las excavaciones realizadas durante
1986 y 1987 por Mª José Calvo en el dolmen de la Caseta de las Balanzas en
Selva Grande (Almazorre-Bárcabo) y en el de La Capilleta (Paules de Sarsa
en Ainsa-Sobrarbe) (Calvo, 1990). Ambos dólmenes, que se encontraban gravemente afectados por procesos erosivos, conservaban algunas zonas intactas
con niveles arqueológicos que han aportado restos humanos y algunos elementos correspondientes a los ajuares funerarios que los acompañaban. Gracias a
estos restos se han podido realizar las primeras dataciones absolutas en dólmenes de Huesca, que han permitido ubicar el de La Capilleta en el Calcolítico
(Calvo, 1991a) y el de Caseta de las Balanzas al final del Calcolítico o inicios
de la Edad del Bronce (Calvo, 1991b). Para completar el catálogo de dólmenes, también en Paules de Sarsa y muy cerca del de La Capilleta, la empresa
Prames publicó la existencia de otro dolmen que denominan Puyurí o Pueyoril
(Prames, 2007). En este dolmen no se han realizado hasta este momento excavaciones arqueológicas.
En el año 1994 se dan a conocer un grupo de crómlechs en el valle del río
Ara, en el paraje denominado Los Batanes. Este dato corresponde con la primera noticia sobre estructuras de este tipo en el Sobrarbe. El conjunto se compone
de tres círculos formados por piedras graníticas (Adrian de Con, 1994) que
han sido investigados recientemente por Amor Olomí (ver su trabajo en este
volumen).
En 2006 L. Montes realiza excavaciones en la Cueva Drolica (Sarsa de
Surta) que tiene una ocupación durante el Calcolítico en la zona del vestíbulo,
cerca de la boca. Los hallazgos arqueológicos más destacables corresponden
con un conjunto de cerámicas decoradas con motivos de tipo campaniforme
(Montes y otros, 2001, Montes y Martínez, 2003, 2006 y 2007-2008). Junto
a esta cueva, se encuentra la Cueva de los Cristales, que fue utilizada como
lugar de enterramientos entre el final del Calcolítico y el inicio de la Edad del
Bronce antiguo (Montes y Domingo, 2001-2002, Montes y Martínez, 2006).
73
74
Javier Rey Lanaspa
Para finalizar este repaso a la historia de las investigaciones en la comarca
del Sobrarbe, citaremos algunos trabajos que también han permitido colocar
algunos puntos en el mapa, además de suponer un aporte al conocimiento de
la ocupación territorial del espacio que nos ocupa. Nos referimos a las prospecciones realizadas por Mª Aurora Romeo y Jesús Mª Román en 1993 entre la
Sierra de Arro y la de Gerbe en Ainsa-Sobrarbe y que han supuesto la identificación material perteneciente posiblemente a la Edad del Bronce en La Almuzara
I y II. También incluyen el hallazgo de dos fragmentos cerámicos de la Edad
del Bronce en la Cueva de las Brujas de Arcusa (Romeo y Román, 1993). En
el trabajo de recopilación que realizó J. I. Lorenzo para la exposición titulada
Los Primeros Aragoneses, incluye la Cueva Negra de Olsón, que se trata de una
cueva sepulcral bastante deteriorada por la erosión pero que todavía conserva
gran cantidad de restos humanos intactos (Lorenzo, 1993, pp. 43-44). Y por
último, en el trabajo de síntesis comarcal realizado por A. Alagón se menciona
un hacha pulimentada aparecida en la solana de la Peña Montañesa y un hacha
de bronce reutilizada que fue encontrada en Matidero (Alagón, 2006, p. 89).
El Calcolítico en Sobrarbe
El Calcolítico corresponde cronológicamente con el III milenio y los inicios
del segundo ANE. En el Sobrarbe han podido ser investigados un grupo de yacimientos arqueológicos que nos permiten saber que las poblaciones humanas,
en este momento, todavía vivían en cuevas y realizaban los enterramientos, o
bien en cuevas o bien en dólmenes. Por el momento no conocemos lugares de
habitación en poblados al aire libre. Las dos cuevas conocidas de este período
que han sido utilizadas como lugar de habitación son la Espluga de la Puyascada y la Cueva Drolica.
La Espluga de la Puyascada se encuentra en ladera sur de la Sierra Ferrera
y se trata de una cueva con un abrigo de grandes dimensiones en la boca, bien
orientada y con un espacio muy propicio para ser utilizado como lugar de
habitación. Este abrigo se prolonga a través de una galería estrecha con poco
desarrollo en profundidad.
En ella se realizó una campaña de excavaciones en 1975 por parte del
Museo de Huesca, dirigida por V. Baldellou. Al tratarse de un espacio de grandes dimensiones se hicieron cuatro catas de las que solamente en la número
3 apareció un nivel de ocupación perteneciente al Calcolítico. El material que
se recuperó en este nivel está muy fragmentado, siendo además bastante indeterminado (Baldellou, 1987). Del conjunto cerámico hay que destacar dos asas
verticales de pequeño tamaño, algunos cordones lisos y algunos fragmentos
con decoración de pequeñas impresiones en el labio o próximas a él (Fig. 1:1).
Respeto a las formas, no se ha podido reconstruir el perfil completo de ninguna
vasija. Respecto a las decoraciones, hay que destacar la presencia de tres fragmentos con decoración campaniforme del tipo puntillado, que como el resto
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
del material son bastante atípicas. Esta decoración está formada por finas líneas
incisas que limitan trazos oblicuos o verticales de pequeños puntos impresos.
También se recuperan algunos fragmentos de láminas de sílex y, en hueso, un
fragmento de costilla con incisiones.
Este nivel de ocupación tiene una datación absoluta de 3487-3107 calANE
(CSIC-383: 4560+/-80 bp) y corresponde con la primera fecha para el tipo de
cerámica incisa mencionada en la provincia de Huesca. En otros lugares más
o menos cercanos, también en la provincia, han sido localizados algunos fragmentos, como en el dolmen del Camon de las Fitas (Hecho) (Almagro, 1944),
la cueva de la Foz de Escalete (Las Peñas de Riglos) (Lorenzo y Etayo, 1987)
y la cueva de Artica de Campo (Colungo) (Baldellou, 1983). Los dos primeros
corresponden a espacios funerarios, mientras que la de Artica de Campo corresponde con un lugar de habitación, aunque es más conocida por las pinturas
rupestres que contiene que por el yacimiento prehistórico. Todos ellos aunque
con notables diferencias entre sí, representan los primeros ejemplos de cerámica campaniforme en la provincia de Huesca.
A una cronología de final del Calcolítico e inicios de la Edad del Bronce
pertenece la Cueva Drolica, que como hemos dicho se encuentra en Sarsa de
Surta. Entre 2006 y 2009 se han realizado varias campañas de excavación que
han permitido el descubrimiento de importantes restos arqueológicos. Se trata
de una cueva en forma de tubo estrecho con una profundidad de unos 80 m.
y con dos galerías laterales. Las excavaciones arqueológicas se han realizado
en una sala cerca de la boca, que es bastante apropiada para el asentamiento
humano. Fruto de estos trabajos se ha comprobado que existe un único nivel de
ocupación en el que han aparecido varias estructuras, entre ellas tres hogares,
suelos de tierra etc. El material más importante y más abundante corresponde
con las cerámicas. En sílex solamente apareció un raspador y un diente de hoz
y, en hueso, dos punzones.
Del conjunto cerámico destacan las vasijas con decoraciones de motivos
campaniformes, que en este caso se pueden relacionar con los de tipo Ciempozuelos. Con esta técnica se han decorado seis, todas con forma de cuencos
a excepción de una de grandes dimensiones que tiene perfil globular y boca
estrecha, que tiene una decoración formada por cuatro bandas rematadas por
triángulos rellenos, que se ubican en el centro de la panza. Este tipo de vasijas
de gran tamaño, por sus características formales y su decoración, se relaciona
con rituales y es frecuente que aparezcan en yacimientos con rasgos similares.
El resto de las vasijas corresponden con pequeños cuencos, vasos con perfiles carenados o grandes vasijas de almacenaje, frecuentemente decoradas con
aplicaciones plásticas. Mezclado con el material descrito han aparecido algunos huesos humanos, que indican una posible doble funcionalidad, habitación/
lugar de enterramiento (Montes y Martínez, 2006).
Las dataciones absolutas de la Cueva Drolica son: 1880-1662 calANE (GrN
33938: 3440+/-35 bp), 2457-2038 calANE (GrN 30996: 3790+/-60 bp), 2460-
75
76
Javier Rey Lanaspa
2146 (GrN 25757: 3830+/- 45 bp), 2579 -2349 calANE (GrN 33936:3975+/-35
bp), 2619-2462 (GrN 33935: 4000+/-35 bp), 2864-2506 calANE (GrN 38063:
4105+/-30 bp) (Montes y Domingo, 2014). El conjunto, a excepción de la primera datación que es muy reciente, es bastante homogéneo para los materiales
arqueológicos que ha entregado y representa un punto clave para el estudio
del Calcolítico final y los inicios del Bronce Antiguo. A este mismo momento
pertenecerían los hallazgos de la Cueva de los Cristales y el dolmen de la Caseta de las Balanzas, que veremos más adelante. En la Ribagorza existen dos
yacimientos que presentan muchas similitudes respecto a la cronología y tipo
de material y son la cueva del Moro de Olvena y el de Forcas II en Graus.
El fenómeno megalítico se encuentra representado en el Sobrarbe por dólmenes y crómlechs. Los primeros se ubican en las Sierras Exteriores, Pirineo
Axial y Sierras Interiores, mientras que los crómlechs, a excepción del yacimiento de Yermos del Cementerio, se ubican solamente en el Pirineo Axial.
La construcción de los dólmenes arranca en el Neolítico. Sin embargo,
en el Pirineo Aragonés apenas disponemos de información debido a que las
excavaciones arqueológicas realizadas en estos monumentos funerarios han
aportado muy pocos restos antropológicos y escasos elementos de la cultura
material. En este momento en Huesca solamente disponemos de una datación
absoluta que nos lleva al final del Neolítico. Esta fecha procede de un hueso
aparecido durante la excavación del dolmen de Cubilar del Barranco I en Aisa,
que tiene una datación de 3939-3637 calANE (GrA-15638: 4940+/- 60 bp)
(Pérez Arrondo y Martínez, 2004).
A pesar de tener pocos datos, los dos dólmenes excavados en la zona
sur del Sobrarbe, aportan una información clave para el estudio del megalitismo en la comarca. El dolmen de La Capilleta, que se encuentra en Paules
de Sarsa, tiene una estructura de la que solamente se conservan dos losas de
la cámara, que pudo ser rectangular y estar cubierta por un túmulo de entre
4 y 5 m. de diámetro. Uno de los ortostatos que forman la cámara tiene un
círculo grabado. En la excavación aparecieron restos de 6 u 8 individuos,
aunque debieron haber sido enterrados muchos más, a juzgar por el número
de piezas dentarias aparecidas. Acompañaban a los huesos varias decenas
de cuentas de collar discoidales en hueso, piedra y concha, cuentas cilíndricas, varias decenas de cuentas de Dentalium, un colgante ovoide de hueso y
un fragmento de botón de perforación en “V”. Aparecieron también algunos
fragmentos de cerámica y, en sílex, una punta de flecha foliforme, una punta
de flecha foliacea biapuntada y algunos fragmentos de láminas. La cronología
absoluta realizada sobre una muestra de huesos humanos es de 3089-2961
(GrN-16051: 4360 +/-35 bp) (Calvo, 1991).
El dolmen de la Caseta de las Balanzas, que se encuentra cerca del núcleo
de Almazorre, se encuentra muy erosionado y solamente conservaba dos ortostatos de la cámara funeraria, mientras que otros dos se encontraban desplazados. Uno de ellos pertenece a la tapa. El túmulo es circular y tiene 10 m. de
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
diámetro. En la excavación de la cámara se encontraron numerosos fragmentos
de huesos y dientes y algunos objetos correspondientes a los ajuares, seis fragmentos de cerámica indeterminados, 3 cuentas de Dentalium, un colgante oval
de concha y un botón hemisférico de perforación en “V”. En sílex se encontraron un raspador y varias láminas, alguna de ellas retocada. La datación por
radiocarbono de uno de los huesos dio una cronología de 2397-2061 calANE
(GrN-16052: 3795+/-35 bp) (Calvo, 1991). Esta fecha corresponde al final del
Calcolítico y es muy similar a alguna de las obtenidas en la Cueva Drolica, que
hemos visto más arriba.
Otros dólmenes del Sobrarbe son el de Pueyoril, muy cerca del de La Capilleta, y por lo tanto en el sur de la comarca (Prames, 2007), el dolmen de
Tella, también conocido como Piedra del Vasar que aportó huesos humanos,
un punzón de hueso y algunos datos de otros que desconocemos su ubicación
y que hemos citado más arriba.
En Camporrotuno se halla una pequeña cista megalítica en un lugar que
se denomina La Sierra. Su estado de conservación no es bueno puesto que se
halla bastante erosionada. Durante las prospecciones no hemos recogido ninguna evidencia relacionada con su función. Por otra parte, cerca del núcleo de
La Pardina existe otro lugar que se denomina Las Coroniachas, en el que aparecen abundantes huesos humanos entre varias piedras de gran tamaño. Este
enterramiento podría ser considerado como un ‘paradolmen’ perteneciente al
Calcolítico o a la Edad del Bronce.
Respecto a los lugares de enterramiento, durante el Calcolítico se utilizan,
además de los dólmenes, las cuevas. La Cueva del Forcón, también conocida
como Cueva del Borracho, se encuentra en la ladera sur de la Sierra Ferrera y
próxima al núcleo de San Juan de Toledo. En 1976, desde el Museo de Huesca,
se realizó una intervención que permitió comprobar que los niveles habían sido
revueltos. Se sabe que aparecieron abundantes restos humanos, por lo que se trataría de una cueva funeraria. Entre los materiales cerámicos recogidos por V. Baldellou, además de los pertenecientes al Neolítico, existe un grupo de cerámicas
decoradas con técnica incisa con motivos de triángulos rellenos de trazos (triangles hachurées), que se clasifican en el Calcolítico (Baldellou, 1983). El resto de
materiales que pudieran estar asociados a estas cerámicas, sílex, adornos, fauna
etc., no se pueden identificar por encontrarse mezclados con los Neolíticos. La
cueva del Forcón se encuentra cerca de la de la Espluga de la Puyascada y en
numerosos estudios se ha señalado, que dada la proximidad de ambas, podría
tratarse del lugar de enterramiento de las gentes que vivían en la Espluga de la
Puyascada, pero por el momento esta cuestión no se puede demostrar.
En la Cueva de los Cristales en Sarsa de Surta, que se encuentra muy cerca
de los dólmenes de La Capilleta y Caseta de las Balanzas, han aparecido superficialmente algunas cerámicas y sobre todo huesos humanos. Se han realizado
dataciones absolutas de estos huesos y los resultados son los siguientes: 30892907 calANE (GrA-38061: 4370+/-30 bp), 2867-2581 calANE (GrA-38062:
77
78
Javier Rey Lanaspa
4125+/-30 bp) (Montes y Domingo, 2014) y 2834-2041 calANE (GrN-26967:
3900+/-100 bp) (Montes y Martínez, 2006). Esta cueva se puede relacionar con
los enterramientos que han aparecido en una grieta en la Cueva de Forcas II en
Graus, cuya datación ha dado unas fechas de 3084-2887 calANE (Beta 281899:
4330+/-40 bp) (Utrilla y Mazo, 2014) y 2480-2299 calANE GrN-226903920+/30 bp) (Utrilla y Baldellou, 1996).
La edad del Bronce
Durante la Edad del Bronce, que cronológicamente abarca la mayor parte
del II Milenio y el inicio del I Milenio ANE, la ocupación del territorio cambiará
notablemente con respecto a los periodos anteriores y posteriores. Aparecen
por primera vez poblados al aire libre y se siguen ocupando las cuevas. La
proliferación de poblados al aire libre pensamos que se puede deber a un aumento de la población, acompañado de un desarrollo de la ganadería y de la
agricultura.
Durante los últimos años han sido realizadas varias campañas de prospección y en total se han clasificado 281 yacimientos arqueológicos al aire libre.
Todos ellos se concentran en la zona sur de la comarca y sobre todo se ubican
en las zonas donde los terrenos ofrecen mejores condiciones desde el punto de
vista agrícola.
Según estos trabajos se puede afirmar que la ocupación de la comarca fue
más intensa en la zona sur que en la parte más alta del Pirineo central. La zona
sur presenta grandes espacios de terreno llano o con suaves inclinaciones, drenados por ríos y barrancos poco profundos que suelen llevar agua permanente.
La zona norte, que corresponde con la zona más alta y abrupta del Pirineo, es
más apropiada para los pastos del ganado en verano.
Los poblados al aire libre, salvo excepciones como el de San José (Abizanda), que se halla en un cerro de gran altura y gran visibilidad sobre el río
Cinca, se ubican en pequeños cerros o en laderas que no responden a lugares
estratégicos. En muchas ocasiones se eligen lugares con buena visibilidad sobre
el entorno, como ocurre en los yacimientos de Traserras (Arcusa), Los Cinglos
(Castellazo), ambos en el término de Ainsa-Sobrarbe.
1.
Peña as Arenas I y II (Castejón de Sobrarbe), A Pardina III y IV (Castejón de Sobrarbe), Casa
d’a Sierra (Castejón de Sobrarbe), Barranco Riparet (Castejón de Sobrarbe), Silás (AinsaSobrarbe), Caseta de Sánchez (Ainsa-Sobrarbe), Os Solanos III (Ainsa-Sobrarbe), Barranco
de San Martín (Ainsa-Sobrarbe), Puyuelo (Ainsa-Sobrarbe), San Julian (Ainsa-Sobrarbe) La
Capana (Ainsa-Sobrarbe), San Miguel I y III (Barcabo), Os Viñeros de Eripol (Barcabo), San
José (Abizanda), Arbues II (Abizanda), La Almunia (Abizanda), Casa de Juan de la Lenera
(Olsón, Ainsa-Sobrarbe), Traserras (Arcusa, Ainsa-Sobrarbe), Los Cinglos, Mediano IV
(Mediano, La Fueva), La Zarda I y II (Mondot, Ainsa-Sobrarbe) y Sergualas (Mondot, AinsaSobrarbe), La Almuzara I y II (Ainsa-Sobrarbe).
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
Del grupo de yacimientos que hemos clasificado en la Edad del Bronce, no
todos tienen la misma importancia. Existen poblados con restos de viviendas y
otros que pueden corresponder con fondos de cabaña. Con frecuencia los materiales arqueológicos aparecen en lugares muy erosionados y los fragmentos
cerámicos son de pequeño tamaño. Habitualmente la cerámica es lo más frecuente que encontramos pero también aparecen en casi todos ellos fragmentos
de sílex y de molinos de granito.
Del grupo de yacimientos que hemos citado solamente en algunos se pueden reconocer formas y decoraciones en los fragmentos cerámicos. Lo más
frecuente es la aparición de cordones decorados con impresiones, que han
sido localizados en Los Cinglos, Os Solanos III, Casa d’a Sierra, Caseta de Sánchez, etc. También es frecuente la aparición de aplicación de pasta de forma
irregular en la superficie externa de las vasijas, como es el caso del yacimiento
de Barranco de San Martín, La Capana, La Zarda I y II. Este tipo de cerámica
aparece, en yacimientos funerarios como la Cueva de la Basa de Campodarbe
y también en yacimientos próximos al Sobrarbe como la Cueva del Moro de
Olvena (Rodanés y Ramón, 1984) y en numerosos yacimientos que ocupan el
llano oscense (Rey, 1987) (Sopena, 1992).
Otro motivo decorativo que solamente ha aparecido en el Barranco de
San Martín, es el que presenta una decoración impresa de uñadas en la pared
externa, generalmente esta decoración se aplica a vasijas de pequeño-medio
tamaño y es muy frecuente en yacimientos como la cueva del Moro de Olvena
(Rodanés y Ramón, 1984) y en general aparece en yacimientos de todo el noreste peninsular.
En dos yacimientos aparece cerámica incisa, uno de ellos es el Barranco
del San Martín y el otro en Barranco Riparet donde, en ambos casos, aparecen
dos fragmentos con dos líneas paralelas.
Debido a la fragmentación de la cerámica, es difícil reconocer sus formas y
tamaños. Han sido reconocidos bordes rectos en Sergualas, Os Solanos III, y Barranco de San Martín, perfiles en “S” en Los Cinglos y Casa d’a Sierra y cuencos
en La Zarda I. Los labios suelen ser redondeados y un fragmento del yacimiento
de Casa d’a Sierra está decorado con impresiones. Los fondos son siempre planos
y en Os Solanos III encontramos un fragmento que tiene la impresión de una esterilla que quedó impresa porque fue apoyada antes de su cocción.
Algunas de estas vasijas tienen sistemas de prensión para facilitar su transporte o para ser colgadas, lo más frecuente son las asas de cinta y aparecen
en el Barranco de San Martín, Casa de Juan de la Lenera y la Zarda I. También
aparecen mamelones alargados en Os Solanos III y La Capana.
En la mayoría de estos yacimientos continua apareciendo el sílex de forma
residual, siendo frecuente la aparición de lascas, fragmentos de láminas y fragmentos informes. El hecho de que aparezcan núcleos, como en La Zarda I, La
Capana o Barranco de San Martín, demuestra que se tallaba en estos lugares.
79
80
Javier Rey Lanaspa
No son frecuentes las piezas tipológicas pero ha aparecido un diente de hoz en
sílex tabular con un frente denticulado en Traserras y una lamina, que puede
haber sido utilizada como diente de hoz, en La Almunia; dos perforadores, uno
en La Zarda I y otro en San Miguel I.
También es frecuente la aparición de fragmentos de hachas pulimentadas
que indican un trabajo relacionado con la tala de árboles, trabajo de la madera
o con la agricultura, y en casi todos los yacimientos había molinos de granito
o conglomerado, que junto con los dientes de hoz, son los elementos más evidentes del desarrollo de la agricultura.
Durante la Edad del Bronce aparecen los primeros útiles en bronce, que
irán sustituyendo a los de piedra, y aunque son muy escasos en el Sobrarbe,
tenemos dos ejemplos de hachas planas que han sido localizadas arqueológicamente descontextualizadas. En primer lugar queremos describir la que fue
recogida en la Casa de Paciniás, que se encuentra cerca de La Pardina. Suponemos que la debieron encontrar por los alrededores de la casa y fue guardada
para su reutilización o fundición. Tiene forma trapezoidal con el filo muy marcado y abierto en abanico y presenta una serie de ranuras en el talón, posiblemente para su enmangue (Fig.1:2).
Figura 1. 1: Cerámicas campaniformes del nivel calcolítico de la Espluga de la Puyascada (San Juan de Toledo,
La Fueva). 2: Hacha plana encontrada en la Casa Paciniás (La Pardina, Ainsa-Sobrarbe). 3: Cerámica
incisa de la Cueva de la Miranda (Abizanda).
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
De la segunda solamente sabemos que fue encontrada en Matidero y que
tiene forma ligeramente trapezoidal (Alagón, 2006: 89). También hay que citar
la presencia de una pieza de bronce que ha aparecido en Coro Trasito, que se
encuentra en proceso de restauración y que podría tratarse de un “muelle”.
En la Edad del Bronce, quizá como tradición de épocas anteriores, se siguen ocupando las cuevas como lugar de habitación aunque, lo más frecuente
de este momento es el hábitat al aire libre en pequeños poblados. Las cuevas
en las que han aparecido materiales que se pueden considerar de la Edad del
Bronce son: la Cueva de la Miranda (Abizanda), Coro Trasito (Tella), Loricon II
(Tella), Cueva de Seso Inferior (Boltaña), Cueva de la Mula (La Fueva) y Cueva
de las Brujas (Arcusa- Eripol) (Domínguez y otros, 1984, p. 50, Montes, 1984,
pp. 77-89).
En Coro Trasito, que se encuentra en proceso de excavación, ya se conocían algunos fragmentos superficiales de cerámica, junto con un número importante de molinos de granito que habían sido atribuidos a la Edad del Bronce.
Durante la campaña de 2014 han sido localizados niveles de la Edad del Bronce que se superponen sobre los neolíticos, que estudiaremos próximamente.
La cueva de Seso Inferior es un lugar poco apropiado para el hábitat porque es una cueva activa. En la parte baja de la misma, junto a lo que pudo ser
una boca ahora semicerrada, han aparecido unos fragmentos de cerámica que
hemos atribuido a la Edad del Bronce, además de otros de época romana. La
Cueva de la Mula, que se halla muy cerca del núcleo del mismo nombre, fue
dada a conocer por L. Briet (Briet, 1911) y en su interior fueron encontrados
algunos fragmentos de cerámica, junto con un molino de granito. En la cueva
de Loricon II, muy cerca de la de Coro Trasito, han sido encontrados superficialmente algunos fragmentos cerámicos correspondientes a vasijas de gran
tamaño de factura tosca, sin forma, que se pueden atribuir también a la Edad
del Bronce.
Hasta este momento, la cueva más representativa de la Edad del Bronce
en el Sobrarbe es la Cueva de la Miranda de Abizanda. Se encuentra en un
afloramiento calizo que se halla colgado sobre el embalse de El Grado, con
gran dominio visual del cauce del río Cinca. No se han realizado excavaciones
arqueológicas pero se ha recuperado en su interior un importante conjunto de
materiales arqueológicos que pertenecen a dos momentos diferentes, Neolítico
y Edad del Bronce. Los materiales más recientes desconocemos si pertenecieron a un único momento o si hubo diferentes ocupaciones (Baldellou y Barril,
1981-1982).
Las vasijas, o tienen formas sencillas y pequeñas o son de gran tamaño,
lógicamente tendrían funcionalidades diferentes. Las vasijas pequeñas suelen
tener unos acabados bruñidos o alisados y se corresponden con cuencos,
perfiles globulares de borde reentrante o vasijas de paredes rectas. A veces
tienen asas de sección ovalada o irregular, perforaciones cerca del borde,
81
82
Javier Rey Lanaspa
decoración impresa en el labio, líneas incisas en la pared formando motivos
irregulares, uñadas, cordones etc. Dentro de este grupo existe un vasito de
pequeñas dimensiones de panza globular y borde exvasado, que recuerda a
formas de la Edad del Hierro (Baldellou y Barril, 1981-1982, p. 71, fig. 9.1).
Un único fragmento, que pertenece a una vasija de pequeño tamaño, presenta perforaciones en la pared y ha sido considerado como perteneciente a un
colador o quesera.
Las grandes vasijas tienen las paredes gruesas, suelen estar alisadas en la
pared interna, mientras que en la externa presentan aplicaciones plásticas, a
veces ocupando toda la superficie de la vasija. Estas aplicaciones están formadas por cordones lisos o decorados con impresiones formando motivos de arboriformes, zig-zag o guirnaldas, pezones y es frecuente la aplicación de pasta
irregular o rugosa por toda la superficie.
Con todo lo expuesto, se puede afirmar que existe abundante información
sobre la Edad del Bronce en el Sobrarbe, pero la mayoría de los datos proceden de prospecciones superficiales. Sería interesante completar la investigación con excavaciones arqueológicas, que nos aporten datos no solo sobre la
cultura material sino sobre el medio ambiente, modos de vida, estratigrafías,
dataciones absolutas etc. Hasta este momento en el Sobrarbe solamente hay
dos excavaciones en yacimientos de la Edad del Bronce, las que se hallan en
curso en Coro Trasito y las que se han realizado en el poblado al aire libre en
la Peña as Arenas I en Castejón de Sobrarbe.
En el año 2007 se iniciaron trabajos de excavación en el poblado al aire
libre de Peña as Arenas I. Se realizaron dos catas en una zona que permanecía
intacta pero rodeada de un frente de erosión que posiblemente lo hará desaparecer en el futuro
En este frente de erosión también fue excavado lo que quedaba de un silo
con forma acampanada.
La cata 1 fue realizada en un lugar en el que se apreciaban restos de muros
en el corte dejado por la erosión. Tras cuadricular el terreno se procedió a su
excavación y apareció un muro en ángulo recto perteneciente a una habitación
de planta rectangular o cuadrangular que no estaba completa. El muro está
construido en mampostería de buena calidad.
La estratigrafía está formada por dos unidades, la primera es superficial,
contiene materia orgánica procedente de la vegetación existente en el yacimiento, es de color oscuro y sin material arqueológico, tiene un grosor de unos
20 cm.
Por debajo de esta unidad aparece un nivel de tierra de color marrón claro/
amarillento muy parecida al terreno natural. No contiene restos de materia orgánica ni materiales arqueológicos y nos ha sido muy difícil comprobar donde
se halla el final del mismo, ya que el suelo, que debió ser de tierra apisonada,
no se diferencia de la tierra que lo cubre.
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
Figura 2. 1: Vista general de la excavación de Peña as Arenas (Castejón de Sobrarbe). 2: Excavación de la Peña
as Arenas (Castejón de Sobrarbe). Cata 2. 3: Excavación de Peña as Arenas (Castejón de Sobrabe).
Sección y estratigrafía del silo.
Vistos los resultados del interior de la estancia, decidimos ampliarla al
exterior y muy cerca de la superficie aparecieron tres fragmentos de cerámica
a torno bastante indeterminados y uno realizado a mano.
La cata 2 tiene dos elementos de interés, una estructura de mampostería
que formaba parte de una estancia de grandes dimensiones y lo que quedaba
de un silo con forma acampanada. El muro recorre la cata longitudinalmente
con una orientación Noreste-Sureste y, como el aparecido en la cata 1, está
construido a base de piedras de mampostería (Fig. 2:2). Tiene un grosor de unos
70 cm. y se conserva en unos 40 cm. de altura. Ha sido construido con dos filas
de piedras que hacen de cara vista y el interior está relleno con piedras y tierra.
El relleno que cubría esta estructura está formado por un nivel de unos
15/20 cm. de tierra vegetal, con abundantes restos de materia orgánica y sin
material arqueológico. Por debajo aparece un nivel homogéneo a lo largo de
toda la cata, es de color marrón claro, muy duro y compacto, sin materia orgánica y sin apenas materiales. Este nivel apoya directamente sobre otro que
puede corresponder con una caída de piedras, entre las que se ha podido reconocer alguna zona de ceniza difícil de seguir por su escasa intensidad. En este
nivel aparece algo de material arqueológico: bordes de vasijas muy fragmentados, algunos de ellos pertenecientes a vasitos carenados, impresiones de instrumentos circulares, algunos cordones y un fragmento con una aplicación plásti-
83
84
Javier Rey Lanaspa
ca en forma de cinta, con pezones y decoración incisa formando un motivo en
espiga, similar a uno aparecido en el Torrollon II de Usón (Rey, 1987, p. 107)
Por debajo de la caída de piedras aparece un nivel de tierra marrón clara,
arcilloso, también muy duro y de aspecto similar al superior, pero sin nada de
material arqueológico. En su composición tiene unas bolitas blancas que pueden ser de carbonato cálcico y que podrían indicar que nos encontramos en el
terreno natural.
Al oeste de esta estructura apareció un silo que no se conserva completo
debido a la erosión de la ladera. Sin embargo, en su interior todavía hemos
podido recuperar una parte de su estratigrafía y algunos materiales bastante
interesantes. Los niveles que hemos diferenciado son los siguientes (Fig. 2:3):
1. Nivel ceniciento, de color gris y con alguna piedra. Fue el último material aportado para el relleno del silo. Aparece abundante material
cerámico y de fauna.
2. Nivel de color amarillento/marrón claro con algún carboncillo que no
ha aportado material arqueológico, por lo que se puede considerar
como estéril. En el centro del silo tiene una cota más elevada que en el
resto, disminuyendo hacia la pared lateral del mismo.
3. Tiene forma de montículo en el centro y su composición es muy cenicienta.
4. Este nivel ocupa todo el fondo del silo, es de color marrón claro, sin
ceniza, algún carboncillo y es algo duro. Apoya directamente en el
terreno natural y por lo tanto fue el primer nivel que se formó. Tiene
un grosor de unos 5-6 cm. y aporta material arqueológico similar a los
niveles anteriores pero de forma más escasa.
El material aparecido en el silo está formado por bordes de pequeño tamaño a los que es difícil asignar una forma, en algún caso se puede reconocer
que podrían pertenecer a vasijas con perfil en “S”. Un fragmento que tiene
un arranque de asa en el labio podría corresponder a un vasito carenado. Las
decoraciones más representadas son las aplicaciones plásticas: cordones lisos
o con impresiones, mamelones decorados con impresiones, pezones, una pastilla circular y aplicación de pasta irregular en la pared externa de la vasija (Fig.
3: 1). Los sistemas de prensión con forma de asa circular u ovalada, también
están representados.
Todos los fondos aparecidos son planos y dos de ellos tienen la impresión
de esterilla, similar al que hemos visto más arriba que apareció en Os Solanos
III. Por último, citar la aparición de dos losetas de piedra con forma circular que
tienen 16 y 17 cm de diámetro, que debieron servir posiblemente para el apoyo
de las vasijas. Destacar también la abundancia de fauna aparecida.
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
Figura 3. 1: Peña as Arenas (Castejón de Sobrarbe), vasija procedente de la excavación del silo. 2: Vasija de la
Cueva de la Basa de Campodarbe. Foto Fernando Alvira. Museo de Huesca.
En el interior del silo fueron tomadas dos muestras para su datación absoluta y los resultados han sido los siguientes: 1281-1058 calANE (GrA-38792:
2970+/-30 bp) y 1417-1261 calANE (GrA-38793: 3075+/-30 bp). Estas fechas
están muy próximas a las obtenidas en varios yacimientos oscenses: 14121127 calANE (GrA-4368: 3030+/-50 bp) para La Torraza (Estiche), 1387-1047
calANE (GrA-5448: 2980+/-50 bp) para el Tozal de Andrés (Ilche), 1381-1022
(GrA-5449: 2970+/-50 bp) para Pialfor (Conchel) (Rodanés y Sopena, 1998),
1488-1281 (GrA-32959: 3115+/-35 bp) para la Cueva de los Huesos (Castillonroy) (Montes y otros, 2006) y 1410-1028 calANE (GrN-12116: 3040+/-35
bp) para la Cueva del Moro (Olvena) (Utrilla y otros, 1992-1993). Todas estas
fechas nos llevan a un Bronce reciente pero a pesar de su afinidad, se observan importantes diferencias en cuanto a las características de la cultura material. Los yacimientos que se ubican en el llano oscense, La Torraza, Pialfor y
Tozal de Andrés, tienen muchos elementos en común y tienen aportes de elementos nuevos, como son los apéndices de botón. El resto de los yacimientos
que se ubican en zonas de montaña también tienen afinidades entre sí, pero
la cultura material puede responder a una evolución del Bronce Medio sin
aportes foráneos.
El mundo funerario durante la Edad del Bronce está representado por algunas cuevas que han sido utilizadas como lugares de enterramiento. En estas
cuevas a veces aparecen materiales, que se pueden considerar como de la Edad
del Bronce, y originalmente debieron formar parte del ritual funerario. En la
Cueva de la Basa de Campodarve se encontraron los huesos de una persona,
85
86
Javier Rey Lanaspa
previamente descarnado y con restos de ocre (Lorenzo, 1993, p. 40). Junto a
éstos aparecieron algunos fragmentos cerámicos que pertenecen a pequeños
vasos de perfil en “S” o carenados, y algunos presentan la superficie externa
con aplicación de pasta de forma irregular o rugosa. Existe en el Museo de
Huesca una vasija que puede ser de almacenaje, con perfil globular, que tiene
la superficie con aplicación de pasta irregular y un cordón impreso junto al
borde (Fig. 3:2). Esta vasija se halla clasificada como de la Cueva de la Sierra
de Campodarbe pero consideramos que debe pertenecer a la Cueva de la Basa.
Junto a estas cerámicas aparecieron varias hachas pulimentadas, una ellas ha
sido considerada votiva y es de calcedonia (Domínguez y otros, 1984: 69).
La cueva de Vichicanera también conocida como de La Garganta se encuentra en Abizanda, se trata de una cueva muy pequeña en la que ha aparecido, además de algunos restos humanos mezclados con otros de animales,
algunos fragmentos cerámicos pertenecientes a vasijas de perfil en “S” y algunos con impresiones en el labio. Las referencias de estos dos lugares fueron recogidas por L. Montes en su Tesis de Licenciatura (Montes, 1983) y los dibujos
de estos materiales ha sido publicados por Mª Cruz Sopena (Sopena, 1996).
Figura 4. Cueva Negra de Olsón.
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
Otra cueva donde se han encontrado restos humanos es la Cueva de los
Arnales, que se encuentra cerca de Lamiana, en Tella. Se trata de una cueva
activa y los enterramientos fueron realizados en una sala interior de grandes dimensiones a la que se llega atravesando una zona estrecha por la que discurre
el agua. En dicha sala se pueden encontrar fragmentos cerámicos, alguno de
ellos con decoración de cordones, que no parece ofrecer dudas en cuanto a su
cronología de la Edad del Bronce.
La cueva Negra de Olsón es una cueva de inhumación colectiva que ha
desaparecido en gran parte por la erosión (Fig. 4). En la actualidad solamente
queda una pequeña grieta colgada de un farallón que se halla colmatada de
tierra y los huesos afloran a medida que va desapareciendo el sedimento. Hasta
este momento no ha sido encontrado ningún resto de cultura material relacionado con estos enterramientos.
Entre la cueva de Coro Trasito y la Cueva de los Arnales se halla la Cueva
de Loricon I, que es una cueva que tiene forma de tubo con una pequeña sala
al fondo. Tanto en el pasillo como en la sala aparecen huesos de animales que
pueden ser recientes pero en la sala interior, han aparecido huesos humanos
entre los que hay que destacar dos vértebras y una mandíbula, hasta el momento
no ha aparecido ningún otro tipo de material arqueológico.
La edad del hierro
La primera Edad del Hierro comienza aproximadamente en el 800 ANE
y finaliza con la aparición de los Iberos, que podría corresponder aproximadamente con el 500/400 ANE. Durante este periodo de tiempo en el Sobrarbe
apenas encontramos yacimientos. Los poblados de la Edad del Bronce desaparecen sin que sepamos porque. Por el momento solamente hemos catalogado
como de la Edad del Hierro el poblado de A Pardina I (Ainsa-Sobrarbe), aunque
no podemos olvidar que a este momento pertenecen los crómlech, que se consideran los últimos ejemplos de la cultura megalítica.
El yacimiento A Pardina I se ubica junto a la carretera que une Mediano
con el núcleo de La Pardina. Se trata de un poblado donde aparecen algunas
estructuras formadas por lajas de piedra hincadas en el suelo, que pertenecen a
casas de planta cuadrangular o rectangular. El material que aporta está formado
por cerámicas realizadas a mano con decoración de impresiones en el borde,
cordones impresos, perfiles globulares, fondos planos, etc. Entre el material
apareció un molino de granito y un botón de bronce cónico con travesaño
del que se encuentran paralelos en algunos yacimientos de la Edad del Hierro
del valle del Ebro, como el Alto de la Cruz o La Torraza, en Navarra (Castiella,
1977) y en Aragón hay un ejemplar en Brurren y Burrena en Fréscano (Aguilera
y Royo, 1978) y el dudoso del Cabezo de la Cruz en La Muela (Picazo y Rodanés, 2009).
87
88
Javier Rey Lanaspa
Figura 5. Circulo de Gurrundué (Tella). Foto: Xavi Fuertes Nogués.
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
Los crómlech son estructuras circulares de piedra que generalmente aparecen en grupos, aunque también pueden aparecer de forma individual. Su
función es difícil de establecer debido a que las excavaciones no suelen
aportar materiales arqueológicos. Todos se ubican en la parte más alta de
Pirineo Axial, a excepción del yacimiento de Yermos del Cementerio (La Fueva), que se encuentra igual que los poblados al aire libre, en la parte sur de
la comarca.
En el Sobrarbe encontramos un primer grupo en el valle del Ara, en la zona
denominada Los Batanes, que actualmente están siendo investigados por Amor
Olomí y se incluye un primer estudio en esta publicación. Todavía inéditos
y en proceso de estudio encontramos el grupo de La Collata en Plan que se
encuentran en las inmediaciones del refugio de Lavasar, donde encontramos 6
círculos y algunas estructuras cuadrangulares. En Tella hay dos círculos, uno en
Gurrundué (Fig. 5) y otro en Los Vasones y en Puértolas se han reconocido al
menos dos círculos en la zona de Foratata.
El yacimiento más meridional del Sobrarbe es el de Yermos del Cementerio. El acceso se realiza desde la carretera que une Mediano con Camporrotuno, la A-138, y se halla en el mismo borde de la misma. En el talud actual de la
carretera se ha recogido algún fragmento de cerámica realizada a mano.
Parte del mismo desapareció cuando se construyó la carretera y después se
vio afectado por la repoblación de toda la zona, que tiene como objetivo evitar
que la erosión arrastre la tierra al fondo del embalse de Mediano. Ahora lo que
queda del yacimiento se encuentra dentro de un pinar y totalmente enmascarado por la vegetación.
Las primeras noticias que se han obtenido del yacimiento de Yermos del
Cementerio corresponden a las encuestas que se vienen realizando a los habitantes que viven en la zona. Los datos sobre la existencia de restos arqueológicos en este espacio se conocen desde que se construyó la carretera actual,
puesto que durante las obras aparecieron vasijas, huesos y otros elementos
arqueológicos, según comentaban los operarios que trabajaban en la obra.
En el año 2009 realizamos una campaña de excavaciones en este yacimiento que nos ha permitido sacar a la luz seis círculos de piedras. Solamente
han sido excavados dos y el resto se han limpiado para su documentación (Fig.
6). Los dos círculos excavados han sido numerados como círculo 1 y 2, estando
este último más próximo a la carretera que el anterior. Ambos tienen un diámetro de algo más de seis metros y solamente hemos excavado la parte central de
los dos. El círculo 2 tiene cuatro piedras que destacan sobre las demás y parece
que podrían estar orientadas a los cuatro ejes cardinales.
La excavación de los dos ha dado resultados muy similares, en ambos casos debajo de la capa vegetal aparece un nivel de tierra marrón clara y en su
interior, sin que se aprecien suelos, aparece un nivel gris con ceniza y pequeños fragmentos de huesos, que corresponden con los restos de la cremación.
89
90
Javier Rey Lanaspa
Figura 6. Yermos del Cementerio (La Fueva). Excavación del círculo 2.
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
La estructura no tiene cista y las cenizas fueron dejadas en un pequeño montón
en el centro del círculo. No ha sido localizado ningún elemento que se pueda
relacionar con ajuares.
Respecto a su funcionalidad no existen dudas, en ambos casos han sido
utilizados como lugar de enterramientos de las cenizas procedentes de la incineración. Se han realizado dos dataciones absolutas y los resultados son los
siguientes: 1260-880 calNE (GrA-44804: 1260+/-50 bp) para el círculo 1 y
925-784 calANE (GrA-44372: 2670+/-30 bp) para el círculo 2. La primera fecha corresponde a un momento histórico pero no se ha encontrado ningún
resto arqueológico que se pueda relacionar con esta cronología. La segunda,
es más acorde con la datación de estos monumentos que, aunque tienen un
origen anterior, en la mayoría se obtienen fechas de la Edad del Hierro.
Agradecimientos
Centro de Estudios del Sobrarbe, Comarca del Sobrarbe, Jesús Cardiel,
Ignacio Clemente, Mario Gisbert y Jaime Mas.
Bibliografía
Adrián de Con, D., 1994. “Hallazgo de un grupo de cromlechs en el Alto Valle del Ara,
Pirineos Centrales, Huesca”. Munibe 46, pp. 145-146.
Aguilera, I, Royo, J.I., 1978. “Poblados halistáticos del valle de La Huecha”. Cuadernos
de Estudios Borjanos II, pp. 9-44.
Alagón, A., 2006. “Prehistoria y Antigüedad”. En: Severino Pallaruelo (Coord.), Comarca de Sobrarbe. Colección territorio 23, pp. 85-94. Diputación General de Aragón.
Zaragoza.
Almagro, M., 1944. “La Cultura megalítica en el Alto Aragón”. Ampurias VI, pp. 311318.
Andrés, T., 1988., “Megalitismo: Aragón”. En: La Corona de Aragón. El misterio de las
grandes piedras. Zaragoza, pp. 40-99.
Baldellou, V., 1976. “La Prehistoria”. En: De Urquijo, A, (Dir.), Alto Aragón. Su historia,
cultura y arte, t. 1, pp. 8-37. Energía e Industrias Aragonesas, Sevilla.
Baldellou, V. y Barril M., 1981-1982. “Los materiales arqueológicos de la Cueva de la
Miranda (Palo, Huesca)”. Pyrenae Nº 17-18, pp. 55-82.
Baldellou, V., 1983. “La Cueva del Forcon (La Fueva-Huesca)”. Bolskan 1. pp. 149-175.
Baldellou, V. 1983. “El arte esquemático y su relación con el levantino en la cuenca alta
del Vero (Huesca)”. Zephyrus nº 36, pp. 113-115.
Baldellou, V., 1987. “Avance al estudio de La Espluga de la Puyascada”. Bolskan 4, pp.
3-41.
91
92
Javier Rey Lanaspa
Barandiaran, I., 1973. “Restos visigodos de la Cueva Foradada (Sarsa de Surta, Huesca)”. Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, IX, pp. 9-40.
Beltrán, A., 1954. “Noticia sobre exploraciones dolménicas”. Caesaraugusta 4, pp. 125130.
Beltrán, A., 1956. “El dolmen de Tella”, Caesaraugusta 6, pp. 242-243.
Briet, L., 1911. “Sous la Peña Montañesa (Haut Aragon, Espagne)”. Spelunca. Bulletin et
Memoires de la Société de Spéléologie nº 66.
Calvo, Mª J., 1990. “Primeras noticias acerca de dos nuevos megalitos en las Sierras
Exteriores Oscenses”. Actas sobre el Estado Actual de la Arqueología en Aragón,
vol. II, pp. 117-125. Institución Fernando el Católico, Zaragoza.
Calvo, Mª J., 1991a: Excavaciones en el dolmen de la Capilleta (Paules de Sarsa-Ainsa,
Huesca). Arqueología Aragonesa 1986-1987, pp. 89-90.
Calvo, Mª J., 1991b: Excavaciones en el dolmen de la Caseta de las Balanzas en Selva
Grande (Almazorre-Bárcabo, Huesca), Arqueología Aragonesa 1986-1987, pp. 8788.
Castiella, A., 1977. La Edad del Hierro en Navarra y Rioja, Excavaciones Arqueológicas
en Navarra VIII, Institución Principe de Viana, Pamplona.
Domínguez, A., Magallón, Mª A. y Casado, P., 1984. Carta Arqueológica de España.
Huesca. Excma. Diputación Provincial de Huesca, Zaragoza.
Lorenzo, J. I., 1993. Catálogo de la exposición Los Primeros Aragoneses. Zaragoza, pp.
43-44.
Lorenzo, J.I., Etayo, J.M., 1987. “Cueva 1 en la Foz de Escalete, Las Peñas de Riglos
(Huesca). Informe Preliminar”. Arqueología Aragonesa 1985, pp. 65-67,
Montes, L., 1983. La población prehistórica durante el Neolítico y la Primera Edad del
Bronce en las Sierras Exteriores de la provincia de Huesca. Tesis de Licenciatura,
Inédita. Universidad de Zaragoza.
Montes, L., 1984. “El hábitat en las sierras exteriores oscenses durante el Neo-eneolítico: sus condicionantes”. Arqueología Espacial 3, pp. 77-89.
Montes, L. y Domingo, R., 2001-2002. “Epipaleolitico y Neolítico en las Sierras Exteriores de Aragón. Prospecciones, sondeos y excavaciones 2001”. Salduie II, pp.
323-336.
Montes, L. y Domingo, R., 2014. “La ocupación de las Sierras Exteriores durante el
Calcolítico. La Peña de las Forcas (Graus, Huesca)”. En: P. Utrilla y C. Mazo (eds.),
La Peña de Forcas (Graus, Huesca). Un asentamiento estratégico en la confluencia
del Ésera y el Isábena, Monografías Arqueológicas. Prehistoria 46, pp. 427-437.
Universidad de Zaragoza, Zaragoza.
Montes, L. y Martínez, M., 2006. “El yacimiento campaniforme de Cueva Drólica (Sarsa
de Surta, Huesca)”. Salduie 6, pp. 297-316.
Montes, L. y Martínez, M., 2007-2008. “La Cueva Drólica de Sarsa de Surta (Huesca). El
arte rupestre que nunca fue y su yacimiento campaniforme”. Homenaje a Ignacio
Baranciarán Maestu, Veleia 24-25, pp. 813-831.
Montes, L., Martínez, M. Cuchi, J. A., Villaroel, J.L., 2001. “Los trazos indeterminados
de Cueva Drólica (Sarsa de Surta, Huesca)”. XXVII Congreso Nacional de Arqueología, Bolskan 18, pp. 233-241.
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe
Montes, L., Utrilla, P., Cava, A., Calvo, Mª J., 2006. “Yacimientos prehistóricos en el
Noguera Ribagorzana. La cueva de los Huesos de Castiollonroy y otros enclaves
del entorno”. Salduie 6, pp. 5-115.
Pérez Arrondo, C. L. y Martínez, M., 2004. “Investigaciones sistemáticas en torno a los
grupos megalíticos en el Alto Valle de Aisa (Jacetania, Huesca). Los trabajos de
1998-2000)”. Salduie 4, pp. 407-415.
Picazo, J.V, Rodanés, J. Mª, 2009. Los poblados del Bronce Final y Primera Edad del
Hierro. Cabezo de la Cruz. La Muela, Zaragoza. Gobierno de Aragón, Zaragoza.
Prames, 2007. Megalitos del Alto Aragón. Colección Losamora nº 1, Diputación Provincial de Huesca y Prames (Eds.), Zaragoza.
Rey, J., 1987. La población prehistórica en el Interfluvio Flumen-Alcanadre. Tesis de
licenciatura, Inédita. Universidad de Zaragoza, Zaragoza.
Rey, J., 1987. “La población prehistórica del Interfluvio Flumen-Alcanadre”. Bolskan 4,
pp. 67-97.
Rodanés, J. Mª, Ramón, N., 1984. “Cerámica de la Edad del Bronce de la cueva del
Moro de Olvena”. La Cueva del Moro de Olvena (Huesca). Bolskan 13, vol. II, pp.
39-131.
Rodanés, J. Mª, Sopena, Mª C., 1998. El tozal de Macarullo (Estiche, Huesca). El Bronce
reciente en el Valle del Cinca. Colección Tolous, 9, Centro de Estudios de Monzón
y Cinca Medio, Monzón.
Romeo, Mª A., Román, J. Mª, 1993. “Memoria de la prospección arqueológica realizada
entre la Sierra de Arro y la Sierra de Gerbe (Ainsa-Sobrarbe, Huesca)”, Arqueología
Aragonesa 1993, pp. 307-315.
Sopena, Mª. C., 1992. La comarca de Monzón en la Prehistoria. Colección Tolous 4,
Centro de Estudios de Monzón y Cinca Medio, Monzón.
Sopena, Mª C., 1996. “La Edad del Bronce en el Ésera-Cinca medio”. La Cueva del Moro
de Olvena. Bolskan 13. vol. II, pp. 217-238.
Utrilla, P., Baldellou, V., 1996. “Evolución diacrónica del poblamiento prehistórico en
el Valle del Cinca-Esera”. La cueva del Moro de Olvena. Bolskan 13. vol. II, pp.
239-261.
Utrilla, P., Mazo, C., 2014. “La secuencia estratigráfica de Forcas II. Las dataciones
absolutas”. En: P. Utrilla y C. Mazo (eds.), La Peña de Forcas (Graus, Huesca).
Un asentamiento estratégico en la confluencia del Ésera y el Isábena, pp. 49-58.
Monografías Arqueológicas. Prehistoria 46, Universidad de Zaragoza, Zaragoza.
Utrilla, P., Rodanés, J. Mª, Rey, J., 1992-1993. “La ocupación de la cueva del Moro de
Olvena (Huesca) durante el Bronce Final”. Tabona VIII, tomo II, pp. 563-591.
93
VII
El crómlech pirenaico, en el barranco
de Batanes (valle de Bujaruelo):
estado de la cuestión
Amor OLOMÍ CALDERÓN
Consideraciones previas
Como punto de inicio al contenido de este apartado propongo un pequeño
ejercicio introductorio que a modo “in crescendo” aborde desde los conceptos
más elementales hasta las particularidades del Crómlech Pirenaico en la zona
del Barranco de Batanes. Y qué mejor inicio que la disección del término Crómlech; su significado, su reconocimiento como tal y de su aceptación tanto en
el entorno académico, como fuera de él.
¿Qué es un Crómlech?
—Crómlech: es una palabra compuesta, de origen galés.
Crom: crwm: curvada Lech: lech: piedra plana. Y su significado nos describe una Piedra plana hincada en el
suelo formando una curva.
—Crómlech, Círculos de Piedras, (castellano) Crómlec (catalán),
Baratza, Jentilbaratza, Mairubaratza,
Harrespil (euskera). Estos son algunos de los adjetivos con los que se
identifica al “Crómlech Pirenaico”,
tanto en la red informática como en
otros medios.
A lo largo de este capítulo me
referiré al “Crómlech Pirenaico”
como un fenómeno especifico, o
para asociarlo a una zona en con-
Figura 1. El grabado de la vendimia realizado en el año
1890 por Patrick Guenette, nos sirve para
ilustrar las proporciones de la construcción
megalítica de un Crómlech.
95
96
Amor Olomí Calderón
creto. Y emplearé el término “Círculo de Piedras” para señalar cada uno de
sus componentes. Esta última expresión la empleo en consenso con el planteamiento de Andrés, 1978, Blot, 1995, Vegas, 1988 y de común acuerdo con
Peñalver, 2005.
El Crómlech Pirenaico
Si el “Crómlech” por regla general es un elemento megalítico, es decir,
formado por piedras de grandes dimensiones, el “Crómlech Pirenaico” no responde a esta etimología. Se caracteriza —según estadística— por ser todo lo
contrario en cuanto a sus proporciones. Las piedras que conforman el contorno
o peristalito del “Crómlech Pirenaico” son de un tamaño modesto y su altura
habitualmente no supera, en conjunto, los 0,30 m. de la superficie del suelo. La
denominación “Pirenaico” es, así pues, indicativa del lugar geográfico, donde
se encuentran por regla general enclavados estos monumentos. Pero, a mismo
tiempo, es indicador de unas características específicas que le diferencian del
resto de grandes monumentos megalíticos.
El “Crómlech Pirenaico”, por definición, se considera un monumento funerario que alberga en su interior los restos de uno o más individuos, reducidos
a cenizas tras un proceso de cremación. Esa es la hipótesis más extendida, desde que en 1949 en un pequeño ensayo sobre los cromlechs, publicado en homenaje a Julio de Urquijo, Barandiarán apuntara su hipótesis funeraria en base
a los trabajos del general Pothier en Bearne y a las tradiciones populares vascas,
que los consideran antiguas sepulturas. No obstante, fue en el año 1962, en un
nuevo trabajo (publicado con ocasión del homenaje a Telesforo de Aranzadi)
donde Barandiarán reafirmó su tesis anterior, apuntando directamente a la idea
de que pudieran ser restos de cremaciones realizadas en la Edad del Hierro
(Urbeltz, 2004). A esta hipótesis sobre su utilización como lugar de entierro, se
suman otras, como resultado de la ausencia de restos y de su posible interpretación tras la intervención arqueológica. Aunque no siempre sea así, cuando esto
ocurre, a esta ausencia y a la escasez de ajuares se suman nuevos interrogantes
a los muchos ya existentes. A estos “círculos vacíos” algunos investigadores han
creído oportuno asignarles la función de cenotafio; un lugar conmemorativo y
posiblemente ritualizado en recuerdo al difunto o a los ancestros (Rafel y Hernández, 1992, Royo, 1994-96, p. 100).
Y en general, incluyendo en la propuesta tanto a los vacios como a los que
guardan restos, existe la posibilidad de asociarlos a un papel demarcador. Esa
sería otra de las hipótesis. Es así como los Círculos de Piedras podrían haber
cumplido una doble función: la funeraria y la reivindicativa: monumentos, hitos, delimitadores de territorios, como muestra de adscripción a un espacio por
parte de una comunidad específica. Para este caso me ha parecido interesante
aplicar la propuesta del planteamiento espacial formulada por Felipe Criado
(Criado, 1999). Una reivindicación que, en el caso que nos ocupa posiblemen-
VII. El crómlech pirenaico, en el barranco de Batanes (valle de Bujaruelo): estado de la cuestión
te estaría argumentada y estrechamente vinculada a la tradición y/o culto de los
ancestros (Bueno y otros, 2001 y 2005).
Ubicación y extensión del “Crómlech Pirenaico”
Tal y como he señalado anteriormente, el Crómlech Pirenaico se ubica en
lugares de alta montaña, aunque de forma excepcional también se han encontrado ejemplares en zonas prepirenaicas. En ambos casos siempre en complicidad con los caminos históricos vinculados a la trashumancia y/o en antiguas
cañadas. Esta coincidencia apunta a que sus constructores pertenecían a sociedades de carácter pastoril (Ruiz Zapatero y Lorrio, 2005) con una clara adscripción territorial. Así pues, el emplazamiento de estos monumentos en zonas
dominantes, junto a su otra función demarcadora, probablemente responda a
un actitud de vigilancia: “fueron seleccionados no tanto pensando en hacerlos
visibles desde lejos, como con la intención de poder ejercer desde ellos un
control estratégico sobre los recursos económicos del entorno” (Moreno Gallo, 2004, pp. 258-259). Aunque con estas palabras se describa presuntamente
una problemática distinta, después de analizar su teoría sobre los patrones de
asentamiento de los dólmenes burgaleses me he permitido aplicarla al Crómlech Pirenaico, ya que los lugares de enclave y el dominio sobre las zonas
responden a lo que Moreno Gallo denomina “Pastores Estáticos”. La obra de
estos Círculos de Piedras, se llevó a cabo tanto en llanos como en colinas, sin
para ello descartar la inclinación de las laderas. En estos últimos parajes fue
menester una preparación y contención del terreno, algo que la arqueología ha
podido constatar.
Figura 2. El Cir.Ara.1.1., el más cercano al nacimiento del río Ara, en el Barranco de Batanes, es un ejemplo.
Es un Círculo de Piedras construido en ladera, en el que puede observarse la utilización de calzas en
la obra de contención.
97
98
Amor Olomí Calderón
En cuanto a la extensión geográfica del Crómlech Pirenaico, del fenómeno
como tal, en la actualidad sabemos que su presencia no se reduce a una zona
concreta como se creía hasta no hace mucho. El Crómlech pirenaico está vinculado en mayor o menor medida, a todas las tierras alto-pirenaicas, cuyos pastos durante siglos contribuyeron a la creación y consolidación de una sociedad
pastoril, cuyo poder territorial desde el oeste al este, incluyendo la vertiente
francesa, se cimentaba en la economía ganadera “... pastores guerreros que
defienden sus rebaños, porque éstos representan la riqueza más considerable
que se pueda acumular” (Mohen, 1980), en base e interpretación de las fuentes
clásicas: Estrabón y Diodoro de Sicilia, que en sus obras ya aludían a los inmensos rebaños que poblaban los pastos pirenaicos.
Sociedades pastoriles, ganaderas, posiblemente formadas por pequeñas etnias locales cuyos intereses, costumbres y problemas tenían puntos en común.
Sociedades cuyos ámbitos respondían a la propuesta que algunos investigadores en el pasado ya intuyeron y diagnosticaron como una Cultura Pirenaica
(Pericot, 1925), con elementos afines y cohesionadores. Y uno de esos elementos estaría presente en los rasgos lingüísticos aún presentes en la toponimia
geográfica y social de estos vastos territorios.
Figura 3. Extensión del fenómeno “Crómlech Pirenaico” en el lado español. En la imagen faltaría añadir las
zonas de la vertiente francesa.
Morfología del “Crómlech Pirenaico”
Las siguientes imágenes ayudarán a identificar tanto su apariencia externa,
como a conocer la denominación de cada una de sus partes.
VII. El crómlech pirenaico, en el barranco de Batanes (valle de Bujaruelo): estado de la cuestión
Figura 4. Partes de las que se compone un Círculo de Piedras (Crómlech Pirenaico).
Figura 5. Sección de un Círculo de Piedras (Maqueta del Museo de Bagnères de Luchon, Francia).
Diferentes tipos de estructuras de enterramientos (planta y sección)
La figura 6 muestra, en planta y en sección, dos tipologías con las que se
acota un espacio interior: una de anillo simple (fig. 6, superior) y otra de estructura tumular (fig. 6, inferior). Como su denominación indica, para el primer
caso, el de anillo simple, se describe un espacio plano acotado por un peristalito; mientras que en la segunda estructura el anillo, o peristalito, delimita un
99
100
Amor Olomí Calderón
Figura 6. Dibujos de diferentes tipos de Círculos de Piedras o Crómlechs Pirenaicos según Pons (1996-1997:
256).
espacio interior cuya característica principal es el apilamiento de piedras y tierra, que conforma un túmulo. En ambos casos es posible encontrar en su interior una cista con un contenedor cerámico que guarde las cenizas. Aunque no
siempre se cumple ese patrón, cuando eso ocurre las cenizas son depositadas
directamente en la tierra. Tal y como he comentado anteriormente, la escasez
de ajuares es una tendencia generalizada en estos monumentos, factor al que
hemos de sumar la falta de información sobre el ritual de la cremación, ya que
son muy escasas las ocasiones en las que el “ustrino” o “ustrinum” (pira funeraria) aparece localizado en el entorno inmediato de los Círculos de Piedras.
VII. El crómlech pirenaico, en el barranco de Batanes (valle de Bujaruelo): estado de la cuestión
Figura 7. Mapa desde Cerbinollar hasta el Barranco de Los Batanes, con indicación del emplazamiento de los
Círculos de Piedras.
“El Cromlech Pirenaico”
en el barranco de Batanes (Valle de Bujaruelo)
Fue en el año 2006 cuando, con motivo de una excursión, encontré los
tres Círculos de Piedras que conforman el conjunto al que pertenece el Cir.
Ara.1.1. Más tarde supe de su publicación en el número 46 de la revista Munibe (Adrian, 1994). Sin embargo no fue hasta el año 2008 cuando, con un aval
de la Universitat de Barcelona (UB), decidí iniciar el trabajo de campo que
me permitiese apoyar en la práctica el doctorado que por aquel entonces estaba cursando. Trabajo que consistió en una intervención arqueológica puntual,
complementada con otras labores: la de prospección y recopilación de información. En la actualidad, a pesar de que las circunstancias económicas no han
favorecido ni han permitido la continuidad de las intervenciones, el proyecto
aún sigue abierto y vigente.
101
102
Amor Olomí Calderón
Figura 8. Planimetría del Conjunto Cir.Ara.1.
Enclave geográfico y descripción geológica de la zona
El Conjunto formado por los tres Círculos de Piedras, se encuentra ubicado
a 1.972 m. de altitud en la cabecera del río Ara. Es un lugar muy cercano al
Barranco de Batanes, del que el yacimiento toma su nombre, en la falda del
Pico Vignamale. Concretamente se sitúa en la zona denominada por quienes
practican el deporte de la escalada como la Marmolera, dada la particularidad
que ofrece su calcárea, la morfología geológica y las condiciones de su pared.
Los tres círculos son de distintas proporciones, con un claro predominio
del que he denominado Cir.Ara.1.1. y que, para una mejor comprensión, a
continuación explico el por qué de la toponimia empleada: Cir (Circulo) Ara
(Cabezal Río Ara, punto geográfico en el que se encuentra) 1. (número de clasificación del conjunto, con respecto a otros, al que pertenece) 1. (el primero de
un conjunto total de 3 ejemplares).
La descripción geológica de la zona en la que se encuentran enclavados
estos Círculos de Piedras, así como también otros más, es a grandes rasgos la
siguiente, según Ferrán Cardona, geólogo colaborador en este proyecto.
Situación geológica
La zona de estudio se halla enclavada en plena zona axial de los Pirineos,
aflorando materiales paleozoicos y, más concretamente, del período Devónico,
VII. El crómlech pirenaico, en el barranco de Batanes (valle de Bujaruelo): estado de la cuestión
como también los granitos, los cuales han originado una aureola de metamorfismo de contacto. Nos encontramos en una zona muy afectada por el glaciarismo, cuya morfología es fácilmente reconocible en el paisaje.
Los materiales
Del Devónico: En la zona que nos ocupa aparecen materiales tanto del Devónico Inferior como del Devónico Medio. El Inferior está formado fundamentalmente por pizarras grises con Spirifer, mientras que en el Medio encontramos
calizas, masivas y bien estratificadas, con algunas intercalaciones margosas. Ahora bien, la presencia del vecino batolito granítico, al que más adelante haremos
referencia, ha inducido un metamorfismo de contacto de gran intensidad que ha
modificado radicalmente la litología anteriormente expuesta. Así, las pizarras se
han transformado en corneanas fajeadas, recordando un gneis finamente bandeado de color claro que alterna con otras bandas más oscuras. Por otro lado,
las calizas se han transformado en mármoles, en los que se observan minerales
silicato-cálcicos. Los afloramientos devónicos ocupan todo el fondo del valle,
todas las empinadas vertientes del Vignemale y continúan más allá de su cima.
Granitos: Al oeste del Valle, y ocupando las cimas que lo cierran por este
lado como el Pico de Batanes, encontramos el granito. Se trata del extremo más
oriental del batolíto granítico de Panticosa que, a su vez, es un apéndice del
vasto macizo de Cauterets que continua extensamente hacia Francia. El contacto entre el granito y los materiales del Devónico se encuentra poco por encima
del fondo del valle, de manera que todo éste queda en la zona de afectación
del metamorfismo de contacto provocado por la intrusión plutónica. De aquí
la gran complejidad litológica local.
Intervención arqueológica del Cir.Ara.1.1
Situado a un lado del GR 11, de los tres elementos que conforman el conjunto, el Cir.Ara.1.1. es el que visualmente domina la entrada al valle, así como
también el mejor conservado. Durante la segunda quincena del mes de julio del
año 2008, junto a Oriol Font y Toni Juárez, ambos historiadores y arqueólogos,
inicié la intervención arqueológica en el mencionado círculo. La aproximación
a pie sin carga es de alrededor de 3 horas hasta llegar al lugar. Y como medio de
transporte para los materiales necesarios con los que poder trabajar y montar
un pequeño campamento, cercano al conjunto, se escogió el helicóptero.
Las características del círculo mencionado son:
—
—
—
—
Coordenadas: X: 713484, Y: 4738383 (ETRS89, 30N)
Peristalito: 8,80 m x 7,28
33 testigos
Dirección Norte
103
104
Amor Olomí Calderón
Figura 9. Superior: imagen de la intervención Cir.Ara.1.1. con la zona precintada para evitar la intrusión de las
vacas. Inferior: momento de la intervención y toma de datos.
VII. El crómlech pirenaico, en el barranco de Batanes (valle de Bujaruelo): estado de la cuestión
Consecuentes de que al poco tiempo material se sumaba el factor climatológico, decidimos intervenir la mitad norte del círculo y reservar la otra mitad,
para más adelante, en condiciones más favorables. Después del desbroce pertinente, mis compañeros y yo procedimos al levantamiento topográfico. Y una vez
dispuesta la planimetría, y acotado el campo de trabajo, la intervención. Dada
la poca información existente sobre el Crómlech Pirenaico creímos oportuno el
aplicar un método de excavación que nos permitiese combinar la rigurosidad
con la sencillez, esta última dados los factores tiempo/medios. Un método que
nos aportase en todo momento información no sólo sobre los elementos físicos
(posibles restos cerámicos, óseos, cenizas, industria lítica, metales…) que, en su
inmensa mayoría, son extraídos de su contexto durante el proceso de trabajo,
sino también que contemplase y nos ayudase a interpretar la documentación
del contexto espacial y temporal. Este contexto se traduce en restos bióticos
que en ocasiones requieren de una atención especial, así como de una metodología mucho más sistemática (muestras de vida corta, materiales susceptibles
a análisis carpológicos, antracológicos u otros materiales procedentes de restos
sedimentológicos y palinológicos que precisan de unas condiciones especificas
tanto en su grado de conservación como en el de su tratamiento), implicando en
esta acción la participación y colaboración de otras disciplinas. En conjunto, y
teniendo en cuenta todos los factores expuestos, optamos efectuar una excavación arqueológica en extensión, un método algo más lento pero más seguro en
cuanto al tratamiento e interpretación de los posibles registros.
Como apunte breve, tan solo señalar que este proceso de excavación conlleva la documentación del registro arqueológico; siguiendo las ideas de autores
como Joukowsky o Carandini. Entiende por registro arqueológico el proceso de
obtención de un “conocimiento acerca del pasado a cambio de la destrucción
del documento que nos proporciona ese registro” (Parcero y otros, 1999, p. 3).
Debemos ser conscientes de las implicaciones del propio método de obtención de datos que conlleva la excavación, ya que supone la remoción de
tierras y con ello la desaparición de las evidencias que nos ha legado el pasado.
Por tanto, debemos asumir que “El registro documental es la única información
superviviente de lo que ha sido excavado (y destruido), y por ello debe ser:
riguroso, sistemático, comprensible y capaz de adaptarse a cualquier lector y,
sobre todo, permitir que cualquier persona a través de su lectura pueda reinterpretar el yacimiento” (Parcero y otros, 1999, p. 4).
Los primeros veinte centímetros de rebaje no aportaron materiales que nos
ayuden a interpretar o desvelar algo más de lo poco, que en general, se conoce
sobre los Crómlechs Pirenaicos. Solo la aparición de una estructura, a la que le
asignamos la Unidad Estratigráfica —UE 1003—, con orientación norte, llama
la atención. Tal vez en una próxima intervención conozcamos algo más sobre
el contexto para el que fue construida, así como la finalidad de su alineamiento. Mi intención es volver a retomar el proyecto el próximo año 2015, en la
medida de lo posible dadas las circunstancias actuales por las que atraviesa la
investigación en este país.
105
106
Amor Olomí Calderón
Bibliografía
Adrián, D., 1994. “Hallazgo de un grupo de cromlechs en el Alto Valle del Ara”. Munibe, 46, pp. 145-146.
Andrés, M., 1976-1978. “Los “Crómlech” Pirenaicos en VVAA”. Els pobles pre-romans
del Pirineu II. Barcelona, s.n., pp. 109-117.
Blot, J., 1994. “Le cromlech Hegieder 7 (Compte rendu de fouille de sasuvetage d’urgence) autorisation nº 92-12”. Munibe 46, pp. 133-141.
Bueno, P., Balbin, R. y González, A., 2005. “La estela armada de Soalar. Valle del Baztán (Navarra)”. Trabajos de Arqueología de Navarra, 18, pp. 5-40.
Criado, F., 1993. “Límites y posibilidades de la Arqueología del Paisaje”. Spal, 2, pp.
9-55.
Criado, F., 1999. “Del terreno al espacio: planteamientos y perspectivas para la arqueologia del paisaje”. CAPA: cadernos de arqueoloxía e patrimonio, Nº 6 (Ejemplar
dedicado a: Del terreno al espacio: planteamientos y perspectivas para la Arqueología del Paisaje), pp. 1-82.
Mohen, J., 1980. “L’Age du Fer en Aquitaine”. Mémoire de la Société Préhistorique
Française, tome 14, p. 339.
Moreno Gallo, M., 2004. “Megalitismo y Geografía”. Studia Arqueologíca, 93, pp. 258-259.
Mutión, C. y Vegas. J., 1991. “Una excavación arqueológica en el corazón de la trashumancia riojana: círculos de piedras en “Llano Corco”, Brieva de Cameros: memoria
de excavación. La Rioja, s.n., pp. 255-281.
Parcero, C., Méndez, F. y Blanco, R., 1999. El Registro de la Información en Intervenciones Arqueológicas. CAPA nº 9. Santiago de Compostela: Laboratorio de Arqueoloxía e Formas Culturais. Universidade de Santiago de Compostela.
Peñalver, X., 2005. “Los Crómlechs Pirenaicos”. Bolskan, 22, p. 32.
Pericot, L., 1950. Los sepulcros megaliticos catalanes y la cultura pirenaica. Monografías, Prehistoira y Arqueología 4, No. General 31 Barcelona: Instituto de Estudios
Pirenaicos.
Pons, E., 1996-1997. “Última etapa de l’edat del bronze a l’Empordà (850-700 a.C.):
una relació del grup empordanès amb la població mailhaciana. Estat de la qüestió”. Annals de l’Institut d’Estudis Gironins, vol. 36. pp. 235-258.
Rafel, N. y Hernández. G., 1992. “Pràctiques funeràries a la necròpolis del Coll del
Moro (Gandesa, la Terra Alta)”. Revista d’Arqueologia de Ponent, 2, pp. 37-58.
Royo, J., 1994-1996. “Ritual funerario y cultura material en las necrópolis tumulares
de los Castellets de Mequinenza (Zaragoza): una aportación al estudio del Bronce
final/Hierro en el N.E. penínsular”. Gala 3-5, pp. 93-108.
Ruiz Zapatero, G. y Lorrio, A., 1999. “Las raíces prehistóricas del mundo celtibérico”,
pp. 191-211. En J. Arenas y M.ª V. Palacios (coord.), En: El origen del mundo celtibérico. Molina de Aragón: Ayuntamiento de Molina de Aragón.
Urbeltz, J., 2004. “Mairubaratz” “Moros” y Crómlechs Pirenaicos”. Temas de antropología aragonesa, pp. 91-134.
Vegas, J., 1988. “Revisión del fenómeno de los crómlech vascos. A raíz de la reciente
incorporación de Álava al catálogo de los conocidos hasta hoy”. Estudios de Arqueología Alavesa, pp. 235-443.
VIII
Pautas de movilidad
en el Pirineo central durante el
Neolítico antiguo: una aproximación
a partir de los recursos líticos
Niccolò MAZZUCCO, David ORTEGA COBOS,
Ignacio CLEMENTE CONTE, Ermengol GASSIOT BALLBÈ,
Vicente BALDELLOU MARTÍNEZ † y Manuel ROJO GUERRA
Introducción
El análisis de la procedencia de los artefactos líticos recuperados en los
contextos arqueológicos representa una de las técnicas más utilizadas para el
estudio de la movilidad de las poblaciones prehistóricas. El concepto básico
de esta disciplina es que cualquier roca utilizada para la manufactura de objetos e instrumentos en piedra tales como: lascas, láminas, percutores, hachas,
etc., procede de un medio físico determinado (ej. rocas sedimentarias de ambiente lacustre, rocas sedimentarias de origen marino, rocas ígneas, etc.). En
consecuencia su contexto de formación puede ser reconstruido a partir de un
análisis de los caracteres petrológicos, mineralógicos y micropaleontológicos
de la propia roca. Por esta razón, los materiales líticos procedentes de los sitios
arqueológicos presentan un valor intrínseco como marcadores espaciales, siendo posible aproximar o reconstruir su área o, incluso, su formación de origen
(Terradas, 1995).
A pesar de que los materiales líticos no sean los únicos materiales que nos
pueden dar indicaciones sobre los patrones de movilidad de las poblaciones
prehistóricas (piénsese en el registro malacológico o, más recientemente, en los
análisis isotópicos), se trata seguramente de uno de los registros arqueológicos
que nos proporcionan una mejor información en términos de distancias recorridas, áreas de captación, territorios, prácticas de intercambio, etc. Los datos
obtenidos pueden utilizarse para elaborar modelos de diferente complejidad
y profundidad, contribuyendo notablemente a la comprensión no solo de las
107
108
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
estrategias de abastecimiento y gestión de los recursos líticos, sino más allá de
eso, también de las formas de explotar y organizar el espacio por dichas sociedades (ej. Taliaferro y otros, 2010, McCoy y otros, 2011, Aubry y otros, 2012,
Ortega y otros., 2014). De hecho, la ‘movilidad’, en sus diferentes formas y
grados, representa un aspecto fundamental y definitorio para la reconstrucción
del sistema económico y de las formas de vida de cualquier tipo de grupo
humano, tanto actual como pasado. No sorprenderá que muchos yacimientos
cobren sentido únicamente si son interpretados en su contexto local y regional,
siendo muy difícil entender los sitios arqueológicos de manera aislada (Terradas, 2001, p. 81).
El estudio de la movilidad se ha relacionado de forma especial con las sociedades de cazadores-recolectores, tratándose de poblaciones nómadas o semi-nómadas organizadas, en muchos casos, sobre áreas de miles de kilómetros
de extensión (para los contextos europeos y mediterráneos véase por ejemplo
los casos de Ortega, 2002, Grimaldi, 2005, Corchón, 2012). Sin embargo, ese
mismo énfasis no se ha puesto en el análisis de las pautas de movilidad de las
sociedades agro-pastoriles, por lo menos en nuestra área de estudio, es decir
el Pirineo Central y el noreste de la Península Ibérica. En parte eso se debe a
la idea de que con la implantación de una economía cerealista los grupos humanos redujeron drásticamente su radio de movilidad. Los primeros poblados
neolíticos se consideran de hecho autosuficientes, es decir, lugares habitados
por comunidades capaces de proporcionar y producir los recursos necesarios
para su reproducción sin tener que desplazarse de forma regular y continuada.
Es más, la instauración de un economía productora de base agrícola intensiva
constituiría un vínculo más hacia la sedentarización (véase el ejemplo del sitio
La Draga-Antolín y otros, 2014). En este contexto el abastecimiento de bienes
exógenos a la región se ha interpretado más bien como resultado de la instauración de redes de intercambio y no de desplazamientos directos del grupo
humano (Terradas y Gibaja, 2002, Gassin y otros, 2010).
A pesar de eso, los trabajos llevados a cabo en el Pirineo Central durante
esta última década han puesto en evidencia que también las primeras poblaciones agro-pastoriles tuvieron que tener un cierto grado de movilidad a la
hora de desarrollar sus prácticas económicas (Mazzucco y otros, 2013a, Rojo
y otros, 2013, Gassiot y otros, 2014). De hecho, si las prácticas agrícolas se
relacionan en general con cierta estabilidad del asentamiento —según el tipo
de agricultura practicada (ej. intensiva, extensiva)— las prácticas ganaderas
pueden conllevar un relevante grado de movilidad, generalmente relacionado
con la explotación de espacios de pastos estacionales (Kelly, 1992). Se trata, en
este caso, del desplazamiento que puede referirse tanto a individuos aislados
como a parte del grupo, o a todo el grupo, según de qué modelo económico
o/y organización social se trate. Lejos de representar una práctica marginal o
secundaria, este tipo de movilidad estacional es una característica definitoria
e inherente no solo de poblaciones pastoriles especializadas —trashumantes o
nómadas— sino también de sistemas agropastoriles ‘mixtos’ (Halsted, 2000).
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
En el área de estudio del presente trabajo, la vertiente meridional del Pirineo Central y Oriental, los estudios previos relacionados con la movilidad de
las poblaciones prehistóricas han sido realizados mayoritariamente con yacimientos de cronología Paleolítica, localizados en las sierras marginales de la
cordillera. Ejemplo de ello son los análisis llevados a cabo en los sitios: Font
del Ros (Terradas, 1995), Cova del Parco (Mangado, 1998) Cova Gran (Sunyer
y otros, 2013), Balma del Gai (Mangado, 2002) y Montlleó (Mangado y otros,
2010), todos ellos en el Prepirineo catalán, Cova Alonsé y Forcas II en el Prepirineo aragonés (Sánchez y otros, 2013) y Aizpea (Tarriño, 2002) en Navarra.
Más al oeste, podemos mencionar los trabajos de Tarriño y otros (2007) y Tarriño y Elorrieta (2012) sobre el Pirineo occidental y la cuenca vasco-cantábrica.
Solo recientemente se han empezado a llevar a cabo trabajos de investigación sobre periodos posteriores, para conocer la movilidad y territorialidad
de las poblaciones agro-pastoriles que ocuparon las zonas montañosas de la
vertiente española de los Pirineos. Ejemplos de ello son el trabajo de Mangado
y otros (2012) sobre la Cova Colomera y el antes ya citado trabajo de Mazzucco
y otros (2013a) sobre la Cova del Sardo. En este artículo vamos a aportar nuevos
datos a este ámbito de trabajo, a través del análisis de las materias primas empleadas para confeccionar las industrias talladas de tres yacimientos del Pirineo
Aragonés: la Cueva de Chaves-nivel I.b (Baldellou y Castan, 1985), la Cova de
Els Trocs-fase I (Rojo y otros, 2013) y la Espluga de la Puyascada-nivel E.2 (Baldellou, 1987), los tres con niveles arqueológicos fechados aproximadamente
entre el 5600 y el 4600 calANE.
Materiales y métodos
El estudio arqueo-petrológico del sílex (Mangado, 1998), también definido
como análisis de las estrategias de aprovisionamiento (Terradas 1995, 2001),
presenta una metodología de trabajo bien definida que sustancialmente se
constituye en tres fases diferentes:
1.
Caracterización petrológica de las materias primas líticas representadas en
los conjuntos arqueológicos en estudio.
Esta fase del trabajo se ha realizado utilizando para ello una lupa binocular
de entre 5 y 40 aumentos (Leica MZ16A, 5X-40X). A través del análisis macroscópico de los aspectos litológicos y texturales, los materiales arqueológicos
han sido agrupados, a modo exploratorio, en diferentes grupos. Posteriormente, cada uno de estos grupos ha sido analizado utilizando la microscopía de
luz trasmitida (Leica DM2500P, 50X-400X), realizandose una sección delgada
de cada una de las litologías identificadas. En los grupos más numerosos se
han extraído más de una muestra para confirmar la homogeneidad y representatividad de los caracteres observados. Al contrario, en el caso de la Espluga de la Puyascada, considerando el escaso número de efectivos, solo se ha
109
110
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
realizado un análisis no-destructivo de los caracteres macroscópicos. Todas las
láminas delgadas se han realizado en el Laboratori de Preparació de Làmines
Primes de la Universitat Autònoma de Barcelona, gracias al soporte económico
del proyecto de investigación en parques nacionales OCUPA (Catalán y otros,
2013). Posteriormente al análisis microscópico, se han vuelto a considerar las
agrupaciones previamente realizadas, eventualmente realizando algunas modificaciones y redefiniciones de los tipos establecidos, separando o agrupando
subgrupos.
2.
Localización de los afloramientos geológicos en posición primaria y/o secundaria susceptibles de haber sido utilizados como zonas de aprovisionamiento de las rocas identificadas en los yacimientos arqueológicos.
En esta fase se ha intentado construir un mapa de las principales formaciones geológicas en las que es posible hallar algunos de los tipos de rocas identificadas en la muestra arqueológica. Una importante parte de esta tarea se ha
realizado gracias al soporte científico de la Litoteca de rocas silíceas de Catalunya (LitoCAT) que se encuentra en la Institución Milá y Fontanals (IMF-CSIC)
de Barcelona (Terradas y otros, 2012). La documentación proporcionada por
LitoCAT además ha sido completada con bibliografía específica concerniente
a las formaciones aún no recopiladas en la base de datos de la litoteca. Seguidamente se han analizado microscópicamente las muestras de la colección
de referencia de la litoteca, llevando a cabo una comparación con las láminas
delgadas arqueológicas. En el caso de formaciones inéditas o desconocidas, se
han visitado algunos afloramientos para realizar un muestreo de las litologías
ahí representadas.
3.
Contrastación entre los resultados obtenidos en las dos fases anteriores.
Finalmente, hemos contrastado los resultados obtenidos a partir de los análisis realizados con los materiales arqueológicos y los proporcionados por la
colección de referencia, las consultas bibliográficas y las prospecciones. Es esta
contrastación la que nos ha permitido avanzar una interpretación de cada una
de las muestras arqueológicas, identificando así varias zonas de posible aprovisionamiento de dichos materiales. Los resultados obtenidos en esta etapa serán
los que nos permitirán establecer un modelo de abastecimiento de materias
primas para la producción de artefactos tallados y de los patrones de movilidad
de los grupos humanos.
Este conjunto de análisis se ha realizado, en el presente estudio, sobre un
total de 1.923 efectivos distribuidos de la siguiente forma: 1.774 de la Cueva
de Chaves-nivel I.b, 111 de la Cova de Els Trocs-fase I y 38 de la Espluga de la
Puyascada-nivel E.2. En el caso de la Cueva de Chaves la muestra analizada
corresponde a todos los restos líticos tallados recuperados durante las campañas entre 1.984 y 1.992, correspondientes a la excavación del área central del
asentamiento (aproximadamente el 72% de todos los materiales líticos tallados
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
recuperados en el nivel I.b, considerando también las campañas arqueológicas
de los años posteriores al 1992). En los casos de Trocs y La Espluga, el análisis
se ha realizado sobre el total de la muestra recuperada en los respectivos niveles arqueológicos. La Cova de Els Trocs ha sido excavada hasta ahora en una
extensión de 36 m2, considerando las campañas de excavaciones entre los años
2009-2012. La Espluga de la Puyascada ha sido solo preliminarmente sondeada en el año 1975 con un total de 15 m2 de superficie excavada.
Resultados
Principales formaciones de la región con presencia de sílex
Uno de los objetivos del presente trabajo era generar un mapa de disponibilidad de rocas silíceas para toda la región en estudio. Nos hemos focalizado
sobre todo en el sílex por ser la más representativa de todas las materias primas líticas (el 97,3%). Mientras que otros tipos de rocas, por ejemplo las rocas sedimentarias, metamórficas y volcánicas, resultan prácticamente ausentes
o marginales. Gracias a las informaciones obtenidas a través de la colección
de referencia LitoCAT, a través de la bibliografía geológica y a través de las
prospecciones y del trabajo de campo, ha sido posible situar algunas de las
principales formaciones de sílex en la región. Sin embargo, se trata todavía de
un mapa provisional y no exhaustivo de toda la variedad de litologías y afloramientos presentes en el territorio (Fig. 1).
El área de estudio, desde un punto de vista geológico, se puede subdividir
en tres franjas principales: 1) el Pirineo Axial, que ocupa el área más interna y
más elevada del Pirineo, principalmente compuesto por formaciones de edad
Paleozoica, constituidas por rocas primarias como el granito y el gneis; 2) el
Prepirineo, caracterizado por los relieves intermedios de los Pirineos y principalmente constituido por formaciones calizas del Mesozoico y Terciario; 3)
el Valle del Ebro, una cuenca de forma triangular que se desarrolla en sentido
oeste-este y que yace directamente sobre el sustrato herciniano.
Dentro de estos tres ámbitos encontramos varias formaciones que contienen materiales líticos aptos para la talla y que posiblemente estuvieron sujetas
a una explotación en tiempos prehistóricos. El primer ámbito, el Pirenaico, se
caracteriza generalmente por una escasez de materiales silíceos que debido
a plegamientos y cabalgamientos presentan fisuras y fracturas con planos de
debilidad internos y/o impurezas que le hacen poco apto para la talla. En la
zona de Ordesa, en la parte alta de las paredes del cañón, encontramos una
capa caliza caracterizada por nódulos de sílex de coloración oscura. Dicha formación, del Eoceno Inferior (Ilerdiense), denominada en la literatura geológica
como Calizas de las cornisas altas o Caliza con sílex (CA) (Rios-Aragüés y otros,
1980), está constituida por un paquete de calizas de pátina gris claro. Hacia la
parte alta del depósito aparece un tramo con nódulos de sílex de coloración
111
112
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
Figura 1. Marco geográfico. En la ampliación están marcadas las principales formaciones que contienen
sílex en la región. CA: Calizas de las cornisas altas; AG: Calizas de Agua Salenz; PA: Calizas de La
Pardina; TR: Formación Tremp; CA: Calizas de Castelltallat; PE: Calizas de Peraltilla; AL: Calizas de
Alcubierre; TC: Calizas de Torrente de Cinca. Las estrellas representan los yacimiento analizados,
de izquierda a derecha: Cueva de Chaves-nivel I.b, Espluga de la Puyascada-nivel E.2 y Cova de
Els Trocs-fase I.
gris-oscuro que llegan a sobrepasar los 10 cm de dimensión. Los materiales silíceos se presentan con formas redondeadas y huecas, generalmente muy fisurados. A nivel micropaleontológico se caracterizan por la presencia de espículas
de esponjas, foraminíferos marinos, radiolarios y diatomeas. Corresponde a la
parte alta de la formación Gallinera ya descrita por Van Lunsen (1970).
Sílex de aspecto similar se encuentran también en las calizas cretácicas de
Agua Salenz (AG) (Barnolas, 2009) y La Pardina (PA) (Caus y otros, 1997) (Fig.
1). Ambas unidades se caracterizaron por la presencia de nódulos de coloración oscura, negro a gris, de aspecto masivo, que contiene fósiles observables
de visu (espículas de esponja, calciesferas y foraminíferos de distinto tipo) que
indican su génesis en una plataforma carbonatada marina de poca profundi-
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
dad. La formación de calizas de Agua Salenz, que aflora en proximidad del
Macizo del Turbón, se atribuye al tránsito Coniaciense-Santoniense, mientras
la formación La Pardina, que se halla en la cuenca del Sopeira, se adscribiría
al Cenomaniense-Turoniense. Se trata en general de litotipos muy difíciles de
distinguir tanto a nivel macro como a nivel microscópico, siendo necesario llevar a cabo un estudio micropaleontológico de detalle para llegar a reconocer la
presencia de microorganismos específicos de uno u otro periodo. Además, hay
que considerar que frecuentemente estas litologías aparecen marginalmente
representadas en los conjuntos arqueológicos y como consecuencia estamos
obligados a trabajar con un exiguo número de fragmentos, escasamente representativos de la variabilidad del material.
Más hacia el sur, en las proximidades de las sierras exteriores o marginales
de la cordillera pirenaica (ej. Sierra de la Carrodilla y Sierra del Montsenc), encontramos numerosos afloramientos de un sílex evaporítico caracterizados por
tonalidades claras, con abundantes geodas de calcita y cuarzo. Este material
presenta cierta variabilidad macroscópica, pasando de tonalidades blanquecinas a coloraciones grisáceas y rojizas. A nivel microscópico resulta distintivo
por la presencia de pseudomorfos lenticulares de cristales de yeso, óxidos de
hierro y cierta escasez de fósiles (raros gasterópodos y tallos seccionados de
algas carofíceas). Se trata de un sílex procedente de los niveles calizos del tránsito Cretácico Superior-Paleoceno (Maastrichtiense a Thanetiense) que afloran
en la Unidad Surpirenaica Central y que cabe atribuir con razonable seguridad
a la formación Tremp (TR) (López-Martínez y otros, 2006) (Fig. 1). A diferencia
de los materiales pirenaicos, se trata de un material con una alta aptitud para
la talla, debida tanto al tamaño decimétricos de sus nódulos, como a la homogeneidad en sus texturas.
Finalmente, el tercer ámbito considerado es representado por el valle del
Ebro. Aquí se hallan numerosos tipos de sílex que corresponden a medios sedimentarios continentales lacustres. Se trata de materiales de coloración marrón,
con tonalidades variables desde un marrón oscuro hasta un beige, caracterizados por una textura masiva o bandeada concéntrica (anillos de Liesegang).
Contienen un abundante registro micropaleontológico constituido principalmente por tallos y oogonios de algas carofíceas así como ostrácodos y ocasionalmente gasterópodos. Corresponden a sílex de edad Oligocena y Miocena
que proceden de formaciones carbonatadas lacustres de la Cuenca del Ebro.
Los afloramientos más septentrionales se encuentran en el límite con los primeros relieves de las sierras prepirenaicas, en localidades como Peraltilla —frm.
Peraltilla (PR)— en la provincia de Huesca y Alfarrás y Algerri —frm. Castelltallat (CA)— ya en la provincia de Lérida (Anadón y otros, 1989). Tipos petrológicamente muy parecidos y, por tanto, difíciles de distinguir, se hallan en unidades que afloran más al sur, en las calizas de las formaciones Alcubierre (AL)
(Arenas y Pardo, 1994) y de Torrent de Cinca (TC) (Luzón y otros, 2002). No
hay, por el momento, criterios claros con los que establecer el distinto origen,
113
114
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
en unas u otras formaciones, de los tipos de la cuenca del Ebro que aparecen
en el yacimiento. Por ello, resulta imposible conocer el área exacta de su captación y, por tanto, la distancia de la cual proceden.
También hay que mencionar otras formaciones de la región que todavía
no conocemos en detalle y que no hemos visitado personalmente, pero que
sabemos que contienen rocas silíceas por referencias bibliográficas. Entre otras,
la formación evaporítica de Guarga del Eoceno Superior (Nickel, 1982), las calizas marinas de la formación Navarri en la zona de Serranuy-Campo (da Silva
y otros, 2009) y las calizas marinas del contacto Campaniense-Maastrichtiense
de la Sierra de la Carrodilla que contienen un sílex de tipo transicional (Sanchez y Mangado, 2013).
Los materiales arqueológicos
La caracterización petrológica de las muestras arqueológicas y su contrastación con las colecciones de referencia de los principales afloramientos geológicos de la región, nos ha permitido averiguar la existencia de un reducido número
de grupos de materiales que fueron explotados en los diferentes yacimientos.
Los resultados del análisis pueden ser resumidos de la siguiente forma (Tab. 1):
Cueva de Chaves-nivel I.b – Los materiales líticos utilizados para la manufactura
del utillaje lítico tallado en el nivel I.b de la Cueva de Chaves están representados aproximadamente en un 70% (n. 1.216 efectivos) por sílex del Valle del
Ebro. Hemos individualizado tres subgrupos diferentes dentro de esta categoría,
principalmente en base a los caracteres macroscópicos (coloración y textura).
Todavía se trata de materiales indistinguibles a nivel microscópico ya que tienen
presentes los mismos tipos de microfósiles (tallos de algas carofíceas, oogonios y
ocasionalmente gasterópodos) y minerales (geodas de cuarzo) (Fig. 2, a-f), como
ya hemos mencionado más arriba. De todas formas, a pocos kilómetros del yacimiento se halla la unidad caliza de Peraltilla, por lo que es fácil que el sílex provenga de allí y se pueda considerar, por tanto, local. Los sílex de tipo evaporítico
asimilables con los materiales de edad Maastrichtiense-Tanatiense de la cuenca
de Tremp-Graus (Fig. 2, g-i), representan alrededor del 8% del conjunto (n. 139).
Finalmente se han identificado unos fragmentos de sílex marino (n. 34; 1,9%)
(Fig. 2, l-q), posiblemente pertenecientes a la formación de época Eocénica que
se halla en la zona de Monte Perdido-Ordesa, por cuanto no se pueda excluir
la presencia de materiales de formaciones del Cretácico Superior, tales como
Agua Salenz o Pardina, siendo por ahora imposible realizar una distinción entre
ambas. Las otras rocas están representadas por porcentajes mínimos y tan solo
nos parece interesante el hecho de que el cristal de roca aparezca de forma tan
sistemática, aunque no hemos podido constatar su procedencia.
Cova de Els Trocs-fase I – Los materiales líticos tallados de Els Trocs están
compuestos por dos grupos principales que prácticamente son equivalentes en
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
Figura 2. Fotos macro y microscópicas de las muestras de sílex de la Cueva de Chaves, nivel I.b. A-F)
Sílex lacustre: a-b) Láminas delgadas, fotografías con nícoles paralelos y cruzados (50X),
ostracodos y tallos de algas carofíceas. c) Fragmento de ostrácodos, 10X; d-e) Láminas delgadas,
sección transversal de un tallo de alga carofícea relleno de cuarzo; f) Sección trasversal de un
tallo de carofícea, 10X. G-I) Sílex evaporítico continental: g-h) Láminas delgadas, pseudomorfos
lenticulares de yeso; i) Pseudomorfos, 10X. L-Q) Sílex marino: l-m) Láminas delgadas, (100X),
foraminíferos marinos y fragmentos de espículas; n) Foraminíferos marinos, 10X; o-p) Láminas
delgadas, calcisferas y venas de cuarzo) calcisferas y espículas de esponja, 10X.
115
116
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
términos cuantitativos. El primero es un sílex de origen marino de coloración
oscura, muy fisurado y no muy apto para la talla. Se caracteriza por la presencia
de un abundante registro microfosilífero con espículas de esponja, calciesferas
y foraminíferos de distinto tipo (n. 44; 39,6%) (Fig. 3, a-f). Se puede considerar un recurso de ámbito local, cuyos afloramientos más cercanos se hallan a
pocos kilómetros de la entrada de la cueva en las unidades calizas de Agua
Salenz. El otro material es un sílex lacustre que por aspecto, características
texturales y micropaleontológicas, se puede adscribir a las formaciones calizas
del Valle del Ebro (n. 46; 41,1%) (Fig. 3, l-q). Los afloramientos más cercanos
se hallan en el término de Alfarrás, en la formación Castelltallat. Finalmente,
de forma minoritaria se han individualizado en el conjunto analizado otros
materiales, entre los que podemos destacar el sílex evaporítico (n. 15, 13,5%),
posiblemente vinculado a formaciones de tránsido Cretácio Superior-Paleoceno, relativamente abundante en el Prepirineo (Fig. 3, g.i) y el cristal de roca (n.
8, 7,2%).
Sílex
C haves-nivel I .b
Puyascada-nivel E .2
E ls T rocs-fase I
Otras rocas
N
L OM
1216
E VP
139
ME C
34
IND
342
Qrz
3
R hy
1
Gra
2
H ay
34
%
68,5
7,8
1,9
19,3
0,2
0,1
0,1
1,9
N
28
6
2
2
%
73,7
15,8
5,3
5,3
Sdt
T OT
1774
38
N
46
15
44
6
2
%
41,4
13,5
39,6
5,4
1,8
0,0
1
8
1
0,9
7,2
0,9
111
Tabla 1. Distribución de los litotipos por cada yacimiento/nivel. N: efectivos, %: porcentajes. Tipos de sílex - LOM:
Sílex Oligoceno-Mioceno del Valle del Ebro; EVP: Sílex Cretácico Superior-Paleoceno del Prepirineo;
MEC: Sílex Cretácico-Eocénico del Pirineo y Prepirineo; IND: Sílex indeterminados. Categorías de otras
rocas - Qrz: Cuarzo; Rhy: Riolita; Gra: Granito; Hay: Cristal de roca; Sdt: Arenisca.
Espluga de la Puyascada-nivel E.2 – Los pocos efectivos recuperados durante la excavación de la Espluga de la Puyascada nos obligan a mantener
cierta cautela sobre los litotipos explotados y sus proporciones. De hecho
se trata, a diferencia de los otros dos sitios considerados, de una excavación
bastante reducida y aún preliminar. Entre la muestra analizada prevalecen de
forma clara los sílex lacustres del Valle del Ebro (n. 28; 73,7%) (Fig. 4, e-g),
seguidos por los sílex evaporíticos (n. 6; 15,8%) (Fig. 4, c-d) y los sílex marinos (n. 5; 5,3%) (Fig. 4, a-b). Solo estos últimos se pueden considerar como
un recurso de ámbito local, existiendo afloramientos de sílex en los niveles
calizos del Cretácico Superior (correspondientes a la formación Agua Salenz)
en la zona de Armeña, cerca del Macizo del Cotiella, a menos de 10 km al
norte del yacimiento. Los otros dos litotipos se hallan más al sur respecto a la
ubicación de la cueva. Los afloramientos más cercanos se encontrarían en la
zona de la Sierra de la Carrodilla, localidad Alins del Monte por lo que concierne a los sílex evaporíticos y en la zona de Castelló de Farfanya y Alfarrás
por lo que concierne los sílex lacustres.
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
Figura 3. Fotos macro y microscópicas de las muestras de sílex de la Cova de Els Trocs, fase I. A-F) Sílex
marino: a-b) Láminas delgadas, fotografías con nícoles paralelos y cruzados (100X), calcisferas y
foraminíferos marinos; c) Foraminífero planctónico, 25X; d-e) Láminas delgadas (50X), calcisferas
y espículas de esponja; f) Imágenes de detalle: radiolarios, calcisferas, espículas de esponja y otros
foraminíferos planctónicos. G-I) Sílex evaporítico continental: g-h) Láminas delgadas (50X), matriz de
microcuarzo y calcedonia, con residuo de óxido de hierro (50X); i) Tallo de carofícea, 10X. L-Q) Sílex
lacustre: l-m) Láminas delgadas (50X), ostrácodos: n) Ostrácodo, 15X; o-p) Láminas delgadas (100X),
ostrácodos rellenos de macrocuarzo; q) Tallo de alga carofícea, 20X.
117
118
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
Figura 4. Fotos macroscópicas de las muestras de sílex de la Espluga de la Puyascada, nivel E.2. a-b)
Sílex marinos, 10X, espículas de esponja y otros foraminíferos planctónicos. c-d) Sílex evaporítico
continental, pseudomorfos lenticulares de yeso, 10-20X. e-f) Sílex lacustre, tallos de algas carofíceas;
g) Sílex con aspecto bandeado y una sección de ostrácodo; e) Sílex indeterminado, posiblemente
asimilable con los sílex ‘blond’ de la Provenza francesa.
Discusión
El reconocimiento de los litotipos explotados en cada uno de los yacimentos previamente considerados representa una etapa fundamental para la
comprensión de las modalidades de gestión de los recursos líticos y de su integración dentro de otros procesos productivos. Sin embargo, en este trabajo no
hemos tratado en detalle los aspectos más relacionados específicamente con
las modalidades de la gestión técnica de dichos materiales —temas ya tratados
en otros trabajos (véase Mazzucco, 2014, Mazzucco y otros, 2013a, 2013b,
Rojo y otros, 2013)—. No obstante, intentaremos llevar a cabo una reflexión
sobre el territorio, el área de captación y la movilidad de las poblaciones que
se abastecieron de dichos recursos.
Aunque se trate de un análisis preliminar y sea necesario integrar nuestros datos con informaciones procedentes de otros ámbitos disciplinares, ya es
posible remarcar algunos aspectos relevantes. El primer aspecto a destacar es
seguramente la homogeneidad de la muestra analizada. Se explotaron mayoritariamente litotipos de la región. De hecho, las principales formaciones de rocas silíceas de la zona están representadas en todos los yacimientos estudiados,
aunque con proporciones variables. Sin embargo, no siempre ha sido posible
individualizar con exactitud el afloramiento o la zona de abastecimiento de
determinados litotipos; aunque podemos afirmar que hemos sido capaces al
menos de identificar ‘macro-áreas’ de procedencia de varios de los tipos de sílex explotados: los sílex lacustres del valle del Ebro, los sílex evaporíticos de las
Sierras Marginales/Exteriores y los sílex marinos del pre-Pirineo y Pirineo Axial.
Cada uno de estos litotipos alcanza un valor diferente en cada yacimiento,
en función de su posición geográfica. En términos generales podemos decir
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
que cuando uno de estos materiales representa un recurso local —es decir
cuyo afloramiento se encuentre en un ámbito cercano al sitio, en un radio de
entre 5 y 10 kilómetros— se explota de forma bastante sistemática y cubre una
posición relevante dentro de la economía de las materias primas líticas. En el
caso de la Cueva de Chaves dichos materiales son representados por los sílex
lacustres de la cuenca del Ebro y en particular por los materiales incrustados
en las calizas de Peraltilla. En la Cova de Els Trocs, por su parte, los sílex locales están representados por los materiales que afloran en las calizas de Agua
Salenz. Un caso aparte es representado por la Espluga de la Puyascada donde
los sílex de ámbito pirenaico y prepirenaico no cubren un papel mayoritario
dentro de la gestión de las materias primas. Sin embargo, el carácter parcial de
la excavación reduce nuestras posibilidades interpretativas, aunque tengamos
que señalar que este yacimiento es el único donde prácticamente todo el sílex
utilizado proviene de la formación más alejada del sitio. Se trata de un dato
interesante, sobre todo si consideramos que también en la Cova de Els Trocs los
sílex lacustres, a pesar de representar un recurso exógeno, igualmente tienen
un papel muy importante en la economía del sitio, prácticamente equiparable,
en términos cuantitativos, a los recursos de ámbito local, es decir, el sílex marino de Agua Salenz antes mencionado.
Este dato, por cuanto pueda parecer contradictorio, nos lleva a realizar otra
consideración: si es verdad que los recursos locales juegan generalmente un
papel importante, también es verdad que el recurso más buscado y más explotado —independientemente de su posición geográfica— es el sílex lacustre de
la cuenca del Ebro. Se trata del material de mayor calidad para la talla tanto por
su homogeneidad como por el tamaño de los nódulos que ayudan a la extracción de láminas (Mangado y otros, 2007). Su abastecimiento, por tanto, parece
constante en todos los sitios considerados. En la Cueva de Chaves representa
un recurso a la vez de gran calidad y de fácil accesibilidad y por lo tanto tiene
un peso fundamental en la economía de materias primas. Sin embargo, es importante evidenciar cómo también en yacimientos localizados entre 60-80 kilómetros de los afloramientos siga representado el recurso lítico más buscado.
Sin analizar en detalle las diferentes pautas de explotación a nivel tecnológico
entre los diferentes contextos (ej. mientras que en Chaves está representado
todo el proceso productivo, desde la preparación de los nódulos hasta la reducción y mantenimiento de los núcleos y la formatización de los soportes,
en la Espluga de la Puyascada y en la Cova de Els Trocs prevalece el transporte de soportes ya tallados y pequeños núcleos ya configurados), el patrón de
distribución de los sílex lacustres en la región nos habla fundamentalmente
de un patrón de abastecimiento de materiales líticos organizados sobre un eje
sur-norte. Se trata de recursos que desde las zonas del llano y de piedemonte
se transportan hasta los relieves interiores del Pirineo, a alturas de 1.300-1.500
metros. Este escenario sustancialmente nos va a confirmar lo que ya se había
observado en la Cova del Sardo, sitio localizado en el Pirineo Axial Catalán a
1.800 metros de altitud (Gassiot y otros, 2014). Aquí los materiales líticos nos
119
120
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
hacen intuir un movimiento de grupos humanos desde las áreas marginales
del Pirineo hasta sus cumbres más elevadas, con cronologías a partir del inicio
del V milenio calANE (Mazzucco y otros, 2013a). Una movilidad de este tipo
parece reflejada también para la Espluga de la Puyascada y para la Cova de
Els Trocs. Por contra, el transporte de materiales sobre un eje oeste-este parece
extremadamente limitado. Sílex explotados en el Pirineo Navarro y en el sector
más occidental del Pirineo Aragonés, como el Sílex de Urbasa (Tarriño y otros,
2007), no aparecen en las colecciones arqueológicas del Pirineo central. De la
misma forma, las litologías que afloran en el sector más oriental de los pirineos
(ej. Sílex de las formaciones Perlés, Corones y Armàncies, así como el Sílex de
Berga) no aparecen en el área de estudio de este trabajo. En este caso se trata
además, de materiales generalmente caracterizados por fisuras, planos de debilidad e impurezas internas que hacen que no sean especialmente aptos para
la talla (Terradas, 1995).
Considerando todo esto y la distancia de los afloramientos explotados en
relación a la ubicación de los diversos yacimientos, podemos afirmar que el
área de abastecimiento frecuentada por los grupos prehistóricos estudiados
correspondió probablemente a los valles pirenaicos de los ríos Cinca, Ésera
e Isábena. Se trata de un territorio no muy extenso, caracterizado por una topografía abrupta, con relieves y barreras geográficas de diferente entidad (ej.
laderas encajonadas de fuerte pendiente, cañones y barrancos). Un espacio
geográfico donde las principales prácticas económicas (ej. transhumancia,
mercados y ferias) y sociales (ej. enlaces matrimoniales) se han desarrollado
tradicionalmente —en tiempos históricos— sobre un eje norte-sur, mientras
que las comunicaciones en sentido transversal, entre valles adyacentes, siempre han sido muy limitadas debido a la conformación del medio (Comas
d’Argemir, 1995). Aunque no resulta posible extrapolar acríticamente informaciones sobre la movilidad prehistórica desde los datos etnográficos, éstos
nos pueden ofrecer una imagen de cuáles pudieron ser las limitaciones o las
barreras ambientales al desarrollo de las sociedades humanas en los espacios
montañosos del Pirineo. Los datos procedentes del estudio de las materias
primas líticas de hecho encajan bastante bien con una movilidad principalmente organizada en sentido longitudinal que conectaría las zonas de llano
con las áreas de altura. También es significativo que prácticamente todos los
litotipos explotados se distribuyen sobre un mismo eje y que no se perciba,
de los datos arqueológicos, la existencia de diferentes áreas de confluencias
de los materiales líticos (Fig. 5).
Si miramos a los litotipos indeterminados —que prácticamente no hemos
considerados en los párrafos precedentes— cabe destacar que se trata de un
conjunto de materiales numéricamente muy pequeño (véase la Tabla 1, columna IND). La mayor parte son materiales alterados y demasiado fragmentados
para poder llevar a cabo una correcta interpretación de los caracteres texturales
y micropaleontológicos. Solo minoritariamente se han incluido materiales que
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
Figura 5. Representación esquemática de la procedencia de los principales litotipos para cada yacimiento
estudiado.
presentan caracteres diferentes desde un punto de vista petrológico a los otros
litotipos representados en los tres conjuntos arqueológicos en análisis. Algunos
fragmentos de estos sílex indeterminados podrían corresponder a litotipos exógenos a la región; en todo caso, se trataría de un aporte muy reducido, que no
respondió a un abastecimiento sistemático, sino más bien ocasional.
En un futuro hará falta procesar con mayor detalle los datos obtenidos a
través de software SIG, intentando definir con más precisión el espacio en que
se movieron estas primeras poblaciones agro-pastoriles. La definición de rutas
de menor coste permitirá cuantificar las distancias y proporcionar un valor de
tiempo o kilómetros para cada una de las formaciones explotadas; además una
reconstrucción de las posibles rutas puede representar un instrumento útil para
orientar prospecciones geológicas y arqueológicas. De la misma forma, hay
que tener en cuenta los límites de nuestra reconstrucción; la imposibilidad de
vincular un tipo específico de sílex a un determinado afloramiento nos obliga a
tener cierta cautela en la interpretación de los datos. Cada litotipo se vincula a
una, o incluso más, formaciones geológicas. Formaciones que frecuentemente
tienen una amplia extensión geográfica que abarca varios kilómetros. Como
consecuencia, siguen existiendo unos límites de carácter metodológico que
nos impiden afinar las interpretaciones, aunque podemos mejorar la calidad
de nuestros análisis al incluir una lectura más rigorosa del contexto geográfico
y topográfico.
121
122
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
Conclusión
Con el presente estudio preliminar hemos presentado un cuadro general
sobre los tipos de rocas explotadas en tres yacimientos del Neolítico antiguo
del Pirineo Aragonés. Los resultados sugieren la existencia de unos patrones de
movilidad fundamentalmente organizados sobre un eje norte-sur, contactando
las zonas periféricas con las áreas de mayor altitud. Se trata de datos relevantes
a la hora de interpretar las modalidades de ocupación de los espacios de montaña a partir el Holoceno medio y que nos ayudan a integrar los yacimientos
dentro de un marco geográfico más amplio. Parece claro que las actividades
económicas, y en particular las practicas pastoriles, tuvieron que desarrollarse
sobre un amplio territorio y que la movilidad —entendida como la capacidad
por parte de un grupo social de desplazarse en el espacio y de organizar en
consecuencia sus propias estrategias de subsistencia— tuvo que jugar un papel
fundamental en la organización de dichas sociedades.
Agradecimientos
Este estudio ha sido llevado a cabo gracias a una beca predoctoral JAE-pre
otorgada por el Consejo Superior de Investigaciones Cientifiques. Además, agradecemos particularmente a la Litoteca de rocas silíceas de Catalunya (LitoCat)
por su ayuda e información proporcionada. Finalmente, hay que recordar el trabajo de todas las personas relacionadas con la excavación, estudio y conservación de los yacimientos considerados en el texto. En particular, el personal del
Museo de Huesca y la del equipo de excavación de Els Trocs cuyo proyecto de
investigación se desarrolla en el marco del proyecto “Los Caminos del Neolítico” (HAR200909027), concedido por la Subdirección General de Proyectos de
Investigación/Dirección General de investigación y gestión del Plan Nacional de
I+D+I/Secretaría de Estado de Investigación, del Ministerio de Ciencia e Innovación, y co-financiado por el Gobierno de Aragón. Este trabajo se inserta también
dentro del proyecto 998 del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino: “Análisis ecológico de la culturización del paisaje de alta montaña desde el
Neolítico: los Parques Nacionales de montaña como modelo (CULPA) y de la red
2013CTP00032 DEPART Dinámicas de los Espacios Pirenaicos de Altitud.
Bibliografía
Anadón, P., Cabrera, L., Colldeforns, B. y Sáez, A., 1989. “Los sistemas lacustres del
Eoceno superior y Oligoceno del sector oriental de la Cuenca del Ebro”. Acta Geológica Hispánica, 24, pp. 205-230.
Antolín, F., Buxó, R., Jacomet, S., Navarrete, V., y Saña, M., 2014. “An integrated perspective on farming in the early Neolithic lakeshore site of La Draga (Banyoles,
Spain)”. Environmental Archaeology, pp. 1-15.
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
Arenas, C. y Pardo, G., 1999. “Latest Oligocene-Late Miocene lacustrine systems of
the north-central part of the Ebro Basin (Spain): sedimentary facies model and palaeogeographic synthesis”. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology,
151(1), pp. 127-148.
Aubry, T., Luís, L., Mangado Llach, J. y Matias, H., 2012. “We will be known by the
tracks we leave behind: exotic lithic raw materials, mobility and social networking
among the Côa Valley foragers (Portugal)”. Journal of Anthropological Archaeology,
31(4), pp. 528-550.
Baldellou, V., 1987. “Avance al estudio de la Espluga de la Puyascada”. Bolskan Revista
de arqueología del Instituto de Estudios Altoaragoneses, 4, pp. 3-42.
Baldellou, V. y Castán, A., 1985. “Excavaciones en la Cueva de Chaves de Bastarás (Casbas-Huesca)”, Bolskan: Revista de arqueología del Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1, pp. 9-38.
Barnolas, A., (dir.) 2009. Mapa Geológico de España 1:50:000, hoja nº 213 (Pont de
Suert), Memoria. Madrid: IGME, 76 p.
Catalan, J., Pèlachs, A., Gassiot, E., Antolín, F., Ballesteros, A., Batalla, M., Burjachs,
F., Buchaca, T., Camarero, L., Clemente, I., Clop, X., García, D., Giralt, S., Lluch,
L.J., Madella, M., Mazzucco, N., Mur, E., Ninyerola, M., Obea, L., Oltra, J., Pérez-Obiol, R., Piqué, R., Pla-Rabés, S., Rondón, S., Rodríguez. J.M., Rodríguez, D.,
Sáez, A. & Soriano, J.M., 2013. “Interacción entre clima y ocupación humana en
la configuración del paisaje vegetal del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany
de Sant Maurici a lo largo de los últimos 15.000 años”, pp. 71-92. En: Ramirez, L.
& Asensio, B. (eds.), Proyecto de investigación en parques nacionales: 2009-2012,
Naturaleza y Parques Nacionales, Serie investigación en la red. Madrid: Organismo Autónomo Parques Nacionales.
Caus, E., Teixell, A. y Bernaus, J.M., 1997. “Depositional model of a Cenomanian-Turonian extensional basin (Sopeira Basin, NE Spain): interplay between tectonics, eustasy and biological productivity”. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 129, pp. 23-36.
Corchón, M.S., 2012. “Gestión del territorio y movilidad de los grupos cazadores-recolectores del valle del Nalón (Asturias, España) durante el Tardiglacial”, pp. 21-48.
En: Arias, P., Corchón, M.S., Menéndez, M., Rodríguez, J.A. (coords.), El Paleolítico
Superior Cantábrico: actas de la Primera Mesa Redonda, San Román de Candamo
(Asturias), 26-28 de abril de 2007. Universidad de Cantabria.
Comas d’Argemir, D., 1995. “¿Existe una cultura pirenaica?: sobre las especificidades
del Pirineo y el proceso de cambio social”. Temas de antropología aragonesa, pp.
31-54.
da Silva, A., Loisy, C., Cerepi, A., Toullec, R., Kiefer, E., Humbert, L. y Razin, P., 2009.
“Variations in stratigraphic and reservoir properties adjacent to the Mid-Paleocene
sequence boundary, Campo section, Pyrenees, Spain”. Sedimentary Geology, 219:
pp. 237-251.
Gassin, B., Léa, V., Astruc, L. y Linton, J., 2010. « Lithic Management in the Chassey
Culture Neolithic”. Human Evolution, 25(1-2), pp.125-142.
Gassiot, E., Rodríguez-Antón, D., Pèlachs, A., Pérez Obiol, R. Julià, R., Bal, M. y Mazzucco, N., 2014. “La alta montaña durante la Prehistoria: 10 años de investigación en el Pirineo catalán occidental”. Trabajos de Prehistoria, 70(2), pp. 261-281.
123
124
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
Grimaldi, S., 2005. “Un tentativo di definire un modello di territorio e mobilità per
i cacciatori raccoglitori sauveterriani dell’Italia nord-orientale”. Preistoria Alpina,
41, pp. 73-88.
Kelly, L., 1992. “Mobility/sedentism: concepts, archaeological measures, and effects”.
Annual Review of Anthropology, 21, pp. 43-66.
Halsted, P., 2000. “Land use in postglacial Greece: cultural causes and environmental
effects”. En: Halsted, P. & Frederick, C. (eds.), Landscape and Land Use in Postglacial Greece, 3, pp.110-130.
López-Martínez, N., Arribas, M.E., Robador, A., Vicens, E. y Ardèvol, L., 2006. “Los Carbonatos danienses (Unidad 3) de la Fm Temp (Pirineos sur-centrales): paleogeografía y relación con el límite Cretácico-Terciario”. Revista de la Sociedad Geológica
de España, 19, pp. 3-4.
Luzón A., González A., Muñoz A. y Sánchez-Valverde, B., 2002. “Upper Oligocene-Lower Miocene shallowing-upward lacustrine sequences controlled by periodic and non periodic processes (Ebro Basin, northeastern Spain)”. Journal of Paleolimnology, 28, pp.441-456.
Mangado, J., 1998. “La arqueopetrología del sílex. Estudio de caracterización de materiales silíceos. Un caso práctico: el nivel II de la cova del Parco (Alòs de Balager, La
Noguera)”. Pyrenae, 29, pp.47-68.
Mangado, J., 2002. “El aprovisionamiento de materias primas líticas durante el Paleolítico Superior y el Epipaleolítico de Cataluña”. Cypsela, 14. pp. 27-4.
Mangado, J., Bergadà, M.M., Langlais, M., Esteve, X., Tejero, J.M., Estrada, A., Nadal, J.,
Mercadal, O. y Fullola, J.M., 2010. “Montlleó: un gisement des chasseurs magdaléniens dans la plaine de la Cerdagne. L’occupation d’un espace montagnard dans
les Pyrénées de la Catalogne”, pp. 137-144. En: Tzortzis, S. & Delestre, X. (eds.),
Archéologie de la montagne européenne, Actes de la table ronde internationale de
Gap. Errance.
Mangado, J., Ortega, D. y Terradas, X., 2007. “La disponibilidad de materias primas
silíceas en la vertiente meridional de los Pirineos orientales”, pp.93-100. En: Frontières naturelles et frontières culturelles dans les Pyrénées prehistòriques, Cazals,
N., González-Urquijo, J. & Terrdas, X. (eds.). Santander: Universidad de Cantabria,
pp. 93-100.
Mangado, X., Morales, J. I., Oms, F. X., Rey, M. y Sánchez, M., 2012. “Estudio de los
restos líticos de la Cova Colomera (Prepirineo de Lleida) entre 5220 y 1600 CAL
BC. Análisis arqueopetrológico de las materias primas silíceas y posibles áreas de
captación”. En: Borrell, M., Borrell, F., Bosch, J., Clop, X. y Molist, M. (eds.), Xarxes
al Neolític: congrés internacional, Rubricatum, 5, pp. 155-162.
Mazzucco, N. 2014. The Human Occupation of the Central Pyrenees between the Sixth-Third Millenia cal BC, a Traceological Analysis of Flaked Stone Assemblages. Ph.D
dissertation, Universitat Autonoma de Barcelona, Departament de Prehistòria.
Mazzucco, N., Gassiot, E., Ortega, D., Clemente-Conte, I. y Rodríguez Antón, D.,
2013a. “Lithic Procurement at the Cova del Sardo between the V-III Millennium
calBC: data on mobility strategies”, Archeologia Postmedievale, 17, pp. 51-60.
Mazzucco, N., Clemente-Conte, I., Baldellou, V. & Gassiot, E. 2013b. « The management of lithic resources during the V millennium cal BC at Espluga de la Puyascada
(La Fueva, Huesca)”. Preistoria Alpina, 47, pp. 57-67.
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos
McCoy, M.D., Mills, P.R., Lundblad, S., Rieth, T., Kahn, J.G. y Gard, R., 2011. “A cost
surface model of volcanic glass quarrying and exchange in Hawai ‘I”. Journal of
Archaeological Science 38(10), pp. 2547-2560.
Nickel, E., 1982. “Alluvial-fan-carbonate facies with evaporates, Eocene Gauge Formation, Southern Pyrenees Spain”. Sedimentology 29: pp. 761-796.
Ortega, D., 2002. “Mobilitat i desplaçaments dels grups caçadors-recol.lectors a inicis
del Paleolític Superior a la regió pirinenca oriental”. Cypsela, 14, pp. 11-26.
Ortega, D., Ibañez, J. J., Khalidi, L., Méndez, V., Campos, D. y Teira, L., 2014. “Towards
a multi-agent-based modelling of Obsidian exchange in the Neolithic Near East”.
Journal of Archaeological Method and Theory, 21(2), pp. 461-485.
Ríos Aragües, L. M., Beltrán Cabrera, F. J., Zapatero Rodríguez, M.A., Goy Goy, J.L. y
Zazo Cardeña, C., 1980. Mapa Geológico de España 1:50:000, hoja nº 747 (Sueca), Memoria. Madrid: IGME.
Rojo, M., Peña-Chocarro, L., Royo, I., Tejedor, C., Martínez de Lagrán, I., Arcusa, H.,
Garrido-Peña, R., Moreno, M., Mazzucco, N., Gibaja, J.F., Ortega, D., Kromer, B.
y Alt, K., 2013. “Pastores trashumantes del Neolítico Antiguo en un entorno de alta
montaña: secuencia crono-cultural de la Cova de Els Trocs, San Feliú de Veri (Huesca)”. BSAA Arqueología: Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, LXXIX, pp. 55.
Sánchez, M. y Mangado, X., 2013. “La industria lítica de Cova Alonsé. Materias primas: tipos y aprovisionamiento”, pp. 41-53. En: Montes, L. & Domingo, R. (eds.).
El asentamiento magdaleniense de Cova Alonsé (Estadilla, Huesca), Monografías
Arqueológicas, 48. Zaragoza: Universidad de Zaragoza.
Sánchez, M., 2014. “Detecting human mobility in the Pyrenees through the analysis of
chert tools during the Upper Palaeolithic”. Journal of Lithic Studies, 1(1), 263-279.
Sunyer, M., Tarriño, A., Benito-Calvo, A. y Mora, R., 2013. “Aprovisionamiento de sílex en
el Prepirineo oriental durante el Paleolítico superior antiguo: el nivel arqueológico
497C de Cova Gran (Santa Linya, Lleida)”. Trabajos de Prehistoria, 70(1), pp. 7-27.
Taliaferro, M., Schriever, B., y Shackley., M., 2010. “Obsidian procurement, least cost
path analysis, and social interaction in the Mimbres area of southwestern New
Mexico”. Journal of Archaeological Science 37(3), pp. 536-548.
Tarriño, A., 2002. “Procedencia de los sílex de la industria lítica del yacimiento de
Aizpea (Arive, Navarra)”, pp. 51-62. En: Cava, A. & Barandiarán, I. (eds.), Cazadores-recolectores en el Pirineo navarro: sitio de Aizpea entre 8000 y 6000 años antes
de ahora. Universidad del País Vasco.
Tarriño, A., Bon, F. y Normand, C., “2007. Disponibilidad de sílex como materia prima
en la Prehistoria del Pirineo Occidental”, pp. 103-124. En: Frontières naturelles et
frontières culturelles dans les Pyrénées prehistòriques, Cazals, N., González-Urquijo, J. & Terrdas, X. (eds.). Universidad de Cantabria, Santander.
Tarriño, A., Elorrieta, I., García-Rojas, M., Orue, I., y Sánchez, A., 2014. “Neolithic Flint
Mines of Treviño (Basque-Cantabrian Basin, Western Pyrenees, Spain)”. Journal of
Lithic Studies, 1(2), pp. 129-147.
Terradas, X., 1995. Las estrategias de gestión de los recursos líticos del Prepirineo catalán en el IX milenio BP: el asentamiento prehistórico de la Font del Ros (Berga,
Barcelona). Treballs d’Arqueologia, 3. Barcelona: Universitat Autòma de Barcelona, 206 p.
125
126
Niccolò Mazzucco, David Ortega, Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot, Vicente Baldellou† y Manuel Rojo
Terradas, X., 2001. La gestió dels recursos minerals entre les comunitats caçadores-recol·lectores: vers una representació de les estratègies de proveïment de matèries
primeres. Treballs d’Etnoarqueologia, 4. Madrid: CSIC, 177 p.
Terradas, X. y Gibaja, J. F. 2002. “La gestión social del sílex melado durante el Neolítico
medio en el nordeste de la Península Ibérica”. Trabajos de prehistoria, 59(1), pp.
29-48.
Terradas X., Ortega, D. y Boix, J., 2012. “El projecte LITOCAT: creació d’una litoteca de
referencia sobre la disponibilitat de roques silídes a Catalunya”. Tribuna d’Arqueologia, 2010-2011, pp. 131-150.
Van Lunsen, H.A., 1970. “Geology of the Ara-Cinca region, Spanish Pyrenees, province
of Huesca (with special reference to compartmentation of the Flysch basin)”. Geologica Ultraiectina, 16, pp. 1-119.
IX
Los primeros pastores trashumantes
de la Alta Ribagorza
Manuel ROJO GUERRA, Héctor ARCUSA MAGALLÓN,
Leonor PEñA CHOCARRO, José Ignacio ROYO GUILLÉN,
Cristina TEJEDOR RODRÍGUEZ, Iñigo GARCÍA MARTÍNEZ DE LAGRÁN,
Rafael GARRIDO PENA, Marta MORENO-GARCÍA, Carlos PIMENTA,
Niccolò MAZZUCO, Juan Fco. GIBAJA BAO, Guillén PÉREZ JORDÁ,
Irene JIMÉNEZ JIMÉNEZ, Eneko IRIARTE y Kurt W. ALT
No nos podíamos imaginar a finales de junio de 2009 que aquellos rebaños que veíamos aparecer por el paso de las Aras y se diseminaban como mancha de aceite por los claros de las montañas, primero hacia las crestas de los
“dosmiles” para bajar paulatinamente a las planicies de mil quinientos metros,
podrían ser los herederos directos de una tradición ancestral que nos disponíamos, sin ser conscientes todavía de ello, a descubrir.
Iniciábamos entonces la primera campaña de excavación en la Cova de
Els Trocs bajo los auspicios del Gobierno de Aragón y el Ministerio de Ciencia
e Innovación (HAR 2009-09027) que nos habían concedido financiación para
un proyecto pluridisciplinar, que intentaba profundizar en el conocimiento de
la introducción de la economía de rendimientos diferidos en las tierras del Interior peninsular y que llevaba por título “Los Caminos del Neolítico” (Rojo y
otros, 2012).
No pretendemos en este trabajo realizar una descripción pormenorizada
de la arqueología de la cueva con sus estratos, sedimentos, estructuras y demás artefactos y ecofactos que, a lo largo ya de cinco campañas, se acumulan
en nuestras bases de datos y que han sido objeto de una reciente publicación
(Rojo y otros, 2013). Nuestra intención aquí es, simplemente, utilizar una serie
de argumentos arqueológicos y arqueobiológicos que nos permitan plantear la
hipótesis de que quienes ocuparon la Cova de Els Trocs desde el último cuarto
del VI mileno calANE hasta finales del IV (ibídem, Tab. I) eran unos grupos humanos poco numerosos que practicaban una economía primordialmente pastoril. Las ocupaciones de la cueva fueron recurrentes y estacionales, llegando a
estos parajes a finales de primavera o principios de verano y abandonándolos a
finales de septiembre, cuando los días reducen drásticamente las horas de luz.
127
128
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
Intentaremos también ir un poco más allá de la pura Arqueología, planteando
posibles procedencias y caminos de acceso a estos pastos de verano entre las
cabeceras de los ríos Ésera e Isábena y definiendo, por tanto, un tipo de actividad trashumante o trasterminante ya desde el VI milenio calANE.
Esta aseveración nos parece fundamental por cuanto nos hallamos en una
fase embrionaria en lo que a la neolitización de las zonas de montaña se refiere
y nos encontramos ya con un tipo de economía desarrollada, muy específica,
y que requiere de un conocimiento profundo del territorio, sus vías de comunicación y un dominio perfecto de los ciclos de reproducción animal.
El primer aspecto a tratar, para validar las hipótesis planteadas, reside en
mirar el entorno desde el yacimiento, esto es, definir las características y la
orientación económica preferente de las tierras que rodean la cueva y que, sin
duda, determinan la elección del lugar por nuestros protagonistas.
Els Trocs se halla en un corredor perpendicular y equidistante de las cabeceras de los ríos Ésera e Isábena con alturas que rondan los 1.500/1.600
m.s.n.m., flanqueado al norte por las enormes pendientes del Pirineo Axial y al
sur por el gran macizo del Turbón. Entre las localidades de La Muria y Abella el
paisaje es mucho menos agreste, especialmente en la planicie conocida como
“La Partida de la Selvaplana” formada por sucesivas dolinas colmatadas, cuyos
suelos, ahora colonizados por pinos de repoblación, estuvieron, no hace mu-
Figura 1. Vista del entorno de la cueva desde el paso de las Aras. La flecha indica el punto exacto de su
ubicación. En los alrededores “La Partida de la Selvaplana” y al fondo el Pirineo Axial.
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
cho, ocupados por cultivos de cereales que se sembraban en otoño-invierno y
germinaban a comienzos de primavera cuando el calor derretía las últimas nieves acumuladas meses atrás. Justamente dominando esta altiplanicie y a media
ladera de una colina cónica de 1630 m.s.n.m., orientada al sur-este, se abre la
boca de la cueva (Fig. 1).
Pareciera como que el ciclo de la vida se estuviera cerrando y volviera a
sus inicios pues si, como intentaremos demostrar, la primera orientación económica de estas tierras fue la de servir de pastos a una incipiente cabaña de
ovinos de forma estacional, ahora se utiliza casi exclusivamente para mantener
rebaños desde junio a octubre y para alimentar una permanente cabaña bovina
que ocupa cíclicamente a lo largo de la primavera y el verano los distintos pisos
vegetales. Nada queda ya de los campos de cultivo a no ser el recuerdo de los
mayores que hoyaron estos parajes y tenues ecos de un espacio excesivamente
compartimentado en forma de caballones discontinuos de viejos muros que lo
delimitaban. Pero la cueva está ahí, trascendiendo el tiempo y obligándonos a
hacerla protagonista de unos acontecimientos que sólo ella conoce y que nosotros solamente podemos llegar a imaginar.
Cuando se accede a “La Partida de la Selvaplana” por el paso de La Muria a
1.605 m.s.n.m. o por el de las Aras a 1.905 m, lo primero que se ve es la colina
cónica que alberga la cueva. Las Aras y La Muria son dos pasos naturales, dos
trochas que aún hoy en día se usan como cañadas ganaderas y que serían en
el Neolítico los únicos accesos posibles para entrar a los pastos, ya que tanto el
Ésera en el congosto de Ventamillo como el Isábena en las hoces de Obarra se
encajan, en espectaculares cortados, en las calizas miocenas.
La cueva sería testigo de la reunión de pastores y rebaños en las praderías
de dolinas y collados después de reponer el sodio deficitario de los pastos en
las surgencias salinas de La Muria (explotadas hasta después de la Guerra Civil)
o en la Fuensalada de Espés. Pero también sería testigo de las acciones de quema de la vegetación y del bosque que llevaron a cabo los primeros pastores que
llegaron a estos parajes para asegurar el pasto en años venideros. En una dolina
muy próxima a la cueva hemos realizado un sondeo geológico que ha deparado una sedimentación holocena próxima a los 2 m. En él se han diferenciado
dos unidades sedimentológicas de distinta cronología y características. Aquí
nos interesa reflejar las conclusiones extraídas de la Unidad 1 por cuanto nos
ilustran acerca de actividades antrópicas perfectamente ubicadas hacia mediados-finales del VI milenio calANE. En esa Unidad 1 existen unos niveles ricos
en carbón con granulometrías gruesas que abarcan un breve lapso de tiempo
(260 años) entre el 5621-5379 calANE (6550+/-60 bp) y el 5320-5217 calANE
(6290+/-30 bp), según dataciones radiocarbónicas obtenidas a partir de esas
mismas muestras de carbón (Uría, 2013, p. 129, Tab.1). La abundancia de Itrio
(Y) y Bromo (Br) en los estratos carbonosos apuntan a la existencia de material
leñoso quemado que sería incorporado al sedimento desde zonas próximas a
la depresión kárstica donde se ha realizado el sondeo (Fig. 2).
129
130
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
Figura 2. Sondeo geológico en una dolina próxima a la Cova de Els Trocs. Columna estratigráfica y dataciones
de C14 obtenidas de la misma.
Inmediatamente después la columna sedimentológica depara depósitos
más gruesos (subunidades 1b y 1d) que denotan una mayor escorrentía superficial y, por ende, una mayor erosión de los suelos con tasas de sedimentación
de 2,1 mm/año.
Es curioso que este proceso haya ocurrido una sola vez en siete mil años,
precisamente en el momento en que los pastores neolíticos comenzaron a ocupar la cueva. En efecto, la Unidad 2 del sondeo, que abarcaría el lapso tem-
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
poral entre el 5260 calANE y la actualidad, presenta dos tramos con distintas
tasas de sedimentación. El primero de ellos (hasta el 340 calNE) se caracteriza
por una mínima tasa de sedimentación de 0,07 mm./año con lo que tendríamos
una erosión muchísimo menos intensa debido, con toda seguridad, a que las laderas estarían cubiertas por suelos vegetados y, por tanto, más estables. A partir
de ese momento y hasta la actualidad, la tasa de sedimentación se incrementa
ligeramente hasta valores de 0,32 mm./año lo que podemos poner en relación
con un aumento de la presión antrópica al desarrollarse algunas actividades
subsistenciales, incluyendo los cultivos, en el entorno de la dolina o en la propia dolina. Quizás correspondan al inicio de esta mayor presión antrópica los
materiales tardorromanos que hemos hallado en la UE 0 o nivel superficial de
la cueva (Rojo y otros, 2013, Fig. 2).
Pues bien, hasta ahora tenemos un entorno privilegiado para el pasto, la
constancia de actividades antrópicas de quema de la vegetación, puede que
del bosque, para obtener zonas de pradería y una ubicación estratégica como
punto de reunión de caminos naturales para acceder a este sector del Pirineo
Axial. Es el momento de volver a la cueva y leer entre líneas, perdón entre
estratos, lo que la actividad humana y el tiempo han escrito para que nuestra
hipótesis de partida tenga validez científica porque esté apoyada en datos empíricos fiables y contrastables.
Decíamos al principio que las ocupaciones de la cueva fueron recurrentes
y estacionales. Recurramos nosotros a la Arqueología y a la Arqueobiología
para validar estos supuestos. En efecto hemos constatado que la ocupación
de Els Trocs se desarrolla casi de forma ininterrumpida a lo largo del Neolítico, con alguna posible frecuentación esporádica en la Edad del Bronce y una
segura (muy tenue) en época romana. Si prescindimos de estas últimas, nos
encontramos que la cueva ha estado ocupada durante unos dos mil años, lapso
temporal que estratigráficamente hemos podido determinar en tres horizontes
cronológicos diferentes: la fase más antigua denominada como Trocs I, un nivel
intermedio o Trocs II, y Trocs III que correspondería al periodo prehistórico más
reciente; la parte más superficial, donde se han documentado algunos materiales de época romana entre otros, se identifica como Trocs IV (Rojo y otros,
2013, pp. 13-21). Contando con que el espesor medio del relleno estratigráfico
ronda el metro y medio, tendríamos una tasa de sedimentación ínfima de 0,07
cm./año. A este dato objetivo, aunque interpretable, debemos añadir alguno
más extraído del proceso de excavación. Por ejemplo, la gran cantidad de hogares descubiertos en el espacio intervenido que pueden llegar a la quincena
con el añadido de que en algunos se observa perfectamente una superposición
de dos o más, con un lapso temporal entre ellos mínimo (Rojo y otros, 2013,
pp. 14-16). Este tipo de datos nos autorizan a propugnar que las diferentes
ocupaciones o frecuentaciones de la cueva no fueron muy prolongadas en el
tiempo, sino que serían cortas, estancias de unos pocos meses espaciadas por
periodos cuanto menos anuales.
131
132
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
Otras evidencias arqueobiológicas nos ayudan a perfilar las características
y los momentos precisos en los que se produjeron estas frecuentaciones de la
cueva a lo largo del año. De hecho, la estacionalidad de finales de primavera
comienzos de verano viene corroborada por los análisis micromorfológicos y
faunísticos.
Los primeros fueron realizados sobre distintas muestras recogidas en los
perfiles estratigráficos norte y sur que quedaron al descubierto en la campaña de 2010, cuyos resultados han sido recientemente publicados (Lancelotti y
otros, 2014). Resumimos ahora las principales aportaciones. Se han detectado
gran cantidad de fitolitos de gramíneas, especialmente de la subfamilia Pooideae, donde se incluyen algunos de los cereales más comunes como el trigo
o la cebada pero también muchas de las gramíneas silvestres típicas de pastizales. Hay una abundante presencia de fitolitos de hoja y tallo y una práctica
ausencia de los de las inflorescencias. Los fitolitos correspondientes a hojas y
tallos no se identifican con las especies cereales cultivadas (cebada y trigo),
documentadas en mayor o menor número en forma de granos entre el sedimento. Ello quiere decir que no existe ninguna evidencia del procesamiento
de cereales en la cueva, desde el punto de vista micromorfológico, ni tampoco
carpológico (no se han documentado fragmentos de espiga o de tallos de los
cereales), lo que unido a la ausencia, por el momento, de pólenes de cereal
tanto en el registro rupestre como en los sondeos al aire libre, indica que las
semillas llegaron ya procesadas (separadas del cascabillo y limpias) desde otro
lugar relativamente lejano.
Por otra parte, la práctica ausencia de fitolitos de las inflorescencias de las
gramíneas, así como de sus semillas, nos ilustra muy bien sobre el momento
en que éstas fueron segadas y aportadas a la cueva; antes de la maduración de
las semillas, lo que ocurre, precisamente en esta zona, a finales de primavera
e inicios del verano.
Cabe, por último, preguntarnos sobre el destino o la función de estas plantas en el interior de la cueva. Responder a esta cuestión nos hace abordar someramente (puesto que no es la finalidad del presente trabajo) otros aspectos
muy interesantes que redundan en la comprensión global de la cueva. La temperatura en la sala excavada, a la que se accede por una rampa de más de 10
m, es ciertamente fría y uniforme a lo largo del año, oscilando entre los 6 y 8º
C. La humedad es altísima rondando el 90% con lo que la habitabilidad se nos
antoja difícil. Los primeros ocupantes de la cueva construyeron un auténtico
pavimento de cerámicas en toda la sala (15 x 6 m) que les aislase de la humedad del suelo natural, cubierto por una cama de hierbas sobre la que pisar con
comodidad (Fig.3). En los aproximadamente 40 m2 que hemos excavado hasta
el presente se han hallado cerca de 35.000 fragmentos cerámicos, la mayor
parte de ellos formando parte de este suelo perfectamente diseñado con una,
dos, tres y hasta cuatro capas de cerámicas (según lugares) en una disposición
completamente horizontal y plana (Rojo y otros, 2013, Fig. 3B).
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Figura 3. Piso de cerámica de la UE 20 y detalle del mismo.
Otro criterio arqueobiológico que nos apuntala más si cabe el carácter estacional de las ocupaciones de Els Trocs y nos ilustra además sobre el carácter
pastoril de los ocupantes de la cueva, es el estudio faunístico. El registro arqueológico de Els Trocs es especialmente rico en restos faunísticos; sin contar con
las dos últimas campañas de excavación llevadas a cabo (2012 y 2014), hemos
recuperado 14.661 huesos de animales, número muy superior a los conocidos
en cualquier otro yacimiento neolítico. Hoy, tras dichas campañas, tenemos la
certeza de que se superarán los 20.000 registros. Especialmente interesantes son
las especies de microfauna halladas, sin parangón por el momento en ningún
otro enclave. Precisamente tenemos especies microfaunísticas que son exclusivamente estacionales de primavera/verano en el Pirineo como el avión roquero
(Ptynoprogne rupestris), la golondrina común (Hirundo rustica), la codorniz común (Coturnix coturnix) o el críalo europeo (Clamator glandarius).
Con ser ya ilustrativos del carácter estacional estos datos, se nos antoja
mucho más interesante la composición de la cabaña ovina por cuanto de su
análisis podemos además extraer conclusiones sobre las actividades subsistenciales preferentes del grupo que ocupó la cueva (Rojo y otros, 2013, pp. 38-43).
En efecto, del total de restos faunísticos inventariados hasta el 2011, más del
80% corresponden a ovicápridos. Con el fin de reconocer las características
de la explotación económica de esta especie se ha determinado la edad de
sacrificio (Rojo y otros, 2013, Tab. IV) a partir de la fusión ósea, concluyéndose
133
134
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
que el perfil de mortalidad está dominado por individuos infantiles, jóvenes
y sub-adultos. Pero es pertinente seguir desmenuzando el interesante aunque
preliminar trabajo realizado por una de nosotros (Marta Moreno), y precisar
cómo en el horizonte más antiguo de Els Trocs (Trocs I) el porcentaje de restos
de animales menores de año y medio es muy elevado, e incluso el 57% de las
mandíbulas recuperadas pertenecen a animales menores de 6 meses, estando
ausentes individuos entre 6 y 12 meses.
Estos detalles no serían importantes si no tuvieran que ver con la gestión de
los rebaños, sus movimientos y la determinación de eventuales momentos de
ocupación de la cueva. En efecto, entre las especies domésticas, los ovicápridos se distinguen de otras precisamente por el carácter estacional de su reproducción. La estación de la reproducción, es decir, el periodo en que la actividad sexual es máxima, coincide con la época de los días decrecientes. El resto
del año, cuando la actividad sexual es débil o nula (periodo de días largos), se
califica de anoestrus estacional (Bonnes y otros, 2001). Un mecanismo fisiológico simple actúa para que el periodo potencialmente activo, desde el punto de
vista sexual, en las ovejas y cabras sea fotodependiente. Las diferencias entre
los momentos de luz (los días largos pueden durar hasta 16 horas a finales de
junio mientras que en diciembre sólo son de 8 horas) y los de oscuridad afectan
a la glándula pineal que segrega la hormona de la melatonina, necesaria para
que los efectos inductores o inhibidores del fotoperiodo se puedan manifestar.
El fotoperiodo no afecta solamente a esta función reproductora, sino que es el
responsable, además, según las especies, de la hibernación, la muda del pelo,
su crecimiento, etc. Algunos autores (Malpaux y otros, 1996) señalan también
que un proceso común a la mayoría de especies es la inhibición de la función
de reproducción, cuando una fecundación entraña riesgos de nacimientos en
un momento desfavorable para la supervivencia de las crías.
Este fenómeno es cíclico y se produce una vez por año de forma natural, ya
que la intervención humana mediante fecundaciones artificiales o provocando
“efectos carnero” o “efectos macho” (inexistente en los rebaños de muflones
porque una norma comportamental separa físicamente los machos de las hembras durante la mayor parte del año, regresando únicamente en el momento
de la lucha otoñal) sobre las ovejas, ha llegado a conseguir dos partos al año.
En nuestro caso, debemos considerar una cría bastante elemental del rebaño,
más próxima al comportamiento de especies salvajes como el muflón europeo
(Santiago Moreno y otros, 2004) que a los modernos sistemas de explotación
pecuaria. En este caso hay que señalar que el momento exacto de la fecundación no es idéntico para cada hembra, puesto que existen una serie de factores modificantes como pueden ser la alimentación, el peso e incluso la edad,
reproduciéndose frecuentemente primero las de mayor edad y luego las más
jóvenes (Carrère y Forest, 2009, p. 180).
Aplicando estas enseñanzas a nuestra colección faunística tendríamos que
el periodo de fertilidad en los rebaños que llegaron por primera vez (o en las
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
primeras ocupaciones) a Els Trocs y su entorno, se daría entre mediados de
septiembre y mediados de octubre. Siendo entre 145 y 150 días la duración de
la gestación de los ovicápridos, el periodo de parto acaecería entre los meses
de febrero y marzo. Es impensable que una buena parte del rebaño se pueda
poner en marcha con neonatos, por lo que esperarían unos tres meses para
iniciar la marcha a los pastos de verano (al margen de no desaprovechar los
pastos de primavera de su entorno). Ello nos llevaría a finales del mes de junio
cuando las crías ya tendrían más de dos meses de edad y podrían soportar sin
problemas una marcha prolongada. Finales de junio es también el momento de
ocupación que anteriormente hemos establecido a partir del análisis micromorfológico para la siega de las herbáceas inflorescentes y sin grano, que servirían
para mollar el piso de cerámica de la cueva. De esta manera tenemos al rebaño
más o menos numeroso en el entorno de la cueva, con crías de entre dos y tres
meses, que permanecería ramoneando en los pastos de altura hasta finales de
septiembre, época en que las crías no habrían cumplido los seis meses. Cuando
regresaran al año próximo ya serían juveniles de más de un año, lo que explica
perfectamente que no haya individuos en la cueva de entre seis meses y un año.
Queda, sin embargo, un hilo suelto en esta argumentación y es la presencia de fetos o neonatos en el nivel más antiguo (Trocs I) preferentemente. Líneas
atrás hemos señalado cómo especialmente la edad de los animales (aunque no
sólo, también la alimentación y el peso) hace que se den retrasos importantes
en la concepción. Así, en los primeros momentos hasta que se estabilizase o
perfeccionase el sistema de trashumancia, se producirían partos tardíos con
uno o dos meses de demora en los ejemplares más jóvenes, que deberían realizar el camino en estado de gravidez, lo que explicaría el fracaso en el parto.
Esta circunstancia iría remitiendo a lo largo de la secuencia hasta llegar prácticamente a desaparecer en los niveles neolíticos más recientes (Trocs II y Trocs
III). Una última enseñanza que podemos extraer de todo lo referido, teniendo
en cuenta especialmente el patrón de mortalidad (Halstead, 1998), es la utilización de las ovejas y cabras como fuente de consumo cárnico y muy probablemente, también como fuente de aprovisionamiento de leche.
Creemos que estos argumentos son más que suficientes para validar la
hipótesis expuesta al principio de que las ocupaciones de Els Trocs fueron recurrentes y estacionales, cuyos responsables practicaban una economía primordialmente pastoril y llevaban un modo de vida trashumante. También dijimos
al principio que pretendíamos ir un poco más lejos en la interpretación de los
datos arqueológicos intentando descubrir la procedencia de estos pastores, si
fuese posible, y conocer sus caminos hasta llegar a “La Partida de la Selvaplana”. Para ello vamos a detenernos someramente en dos aspectos del registro
material de la cueva, la cerámica y la industria lítica (Rojo y otros, 2013, pp.
21-38).
Ya hemos señalado que la cerámica es el material arqueológico por antonomasia descubierto en la cueva. Su número, algo más de 24.000 fragmentos
135
136
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
hasta la campaña de 2011, sitúan al yacimiento en un lugar sobresaliente entre
los yacimientos neolíticos de la Península Ibérica. Si bien los restos cerámicos
aparecen a lo largo de toda la estratigrafía, hay que reseñar que es el componente principal de algunos de los pavimentos documentados (UUEE 20 y 53),
en cuya factura se emplearon aproximadamente 15.000 fragmentos.
Conforme se asciende en los niveles estratigráficos se observa un descenso en el número, especialmente destacable entre los horizontes cronológicos
Trocs I y Trocs II, con una diferencia en torno a los 10.000 fragmentos. Así en
Trocs I se han recuperado 14.575 fragmentos (60%); en Trocs II 4.740 (19%);
en Trocs III, 3.563 (15%); y en Trocs IV 1.481 (6%). Unos porcentajes similares
se obtienen al analizar la cerámica decorada.
Este hecho se encuadra en la tónica general del valle del Ebro, donde se
observa un descenso paulatino de la importancia cuantitativa de las colecciones cerámicas, y sobre todo, de los recipientes decorados, sin rupturas ni diferencias entre las distintas ocupaciones (Alday y otros, 2012, pp. 299-301,
Gibaja y Clop, 2012). Este descenso de los restos cerámicos se ha relacionado
con una menor intensidad en la ocupación de estos lugares. Sin embargo, en el
caso de Els Trocs, esta diferenciación parece corresponder más a un cambio en
la concepción y uso del espacio. Así pues, la ocupación de Els Trocs se integra
dentro de la evolución general del valle del Ebro a lo largo del Neolítico, y a su
vez muestra una serie de características singulares vinculadas al ámbito social
y ritual en relación al tipo y uso de las estructuras exhumadas.
Las formas cerámicas y su distribución a lo largo de las distintas fases se
encuadran igualmente en las pautas generales del periodo. Los perfiles derivados de la esfera (ollas y cuencos) dominan los conjuntos, aunque también se
atestiguan recipientes con cuello, botellas o vasijas de almacenaje. Se han registrado elementos de prensión como mamelones, lengüetas y asas de diferente
tipología, entre las que destacan en número las grandes asas de cinta. De entre
todos estos elementos, hay una pieza documentada por primera vez en la Cova
de Els Trocs que se trata de un asa hueca de forma esférica y abierta al interior.
Las técnicas decorativas documentadas, por otro lado, comparten una serie de pautas observadas en muchos yacimientos del valle del Ebro desde los
inicios de la neolitización y a lo largo del V milenio calANE, lo que pone en
relación a este yacimiento con las estaciones del entorno inmediato (Fig. 4):
Impresión con instrumento. Se trata de la técnica mayoritaria en todas las
ocupaciones de Els Trocs, superando el 50% de los casos en las tres primeras
fases y alcanzando el 46% en la más reciente. En el entorno tenemos yacimientos con porcentajes similares: El Forcón (50,49%), La Espluga de la Puyascada
(61,41%), la Cueva del Moro de Olvena (nivel inferior: 61,53%; superior: 54%)
(Ramón, 2006, p. 348), Plansallosa I (53,1%) o Cova Colomera CE13-14 (40,6%)
(Bosch y otros, 2000, p. 184, Oms, 2008, p. 74). En este apartado hay que des-
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Figura 4. Técnicas de decoración cerámica presentes en Els Trocs: Impresión con instrumento (1 y 2), Incisión
(3), Acanaladura (4), Cordones (5 y 6), Digitación/ungulación (7), Boquique (8), Pintura (9) y Cardial
(10).
137
138
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
tacar la abundancia de impresiones con instrumentos biapuntados, hecho que
también aparece como denominador común en Colomera (ibídem, p. 64).
Binomio incisión y acanaladura. Los ejemplares con esta decoración suman el 17% en Trocs I; en Trocs II, el 23%; en Trocs III, el 10%; y por último
en Trocs IV, el 30%. En otros yacimientos, los porcentajes que representan son
similares: El Forcón (11,88%), La Espluga de la Puyascada (11,52%), la Cueva
del Moro de Olvena (nivel superior: 13,07%), Chaves Ib (19,58%), y en el nivel
inferior de la Cueva del Moro de Olvena, está menos representado (7,69%) (Ramón, 2006, p. 348). En Cova Colomera CE13-14, la presencia de este binomio
representa el 18,5% (Oms, 2008, p. 74).
Digitaciones/Ungulaciones y Cordones. Se trata de otras dos técnicas significativas del Neolítico antiguo, y en el caso de las primeras se realizan bien
en el borde de los recipientes o bien sobre cordones. La aparición de cordones
lisos en Els Trocs reproduce una de las características destacadas de las colecciones cerámicas neolíticas del valle del Ebro (García Martínez de Lagrán y
otros, 2011, p. 91).
Cardial. Aparece en las tres primeras fases, aunque es más abundante en
Trocs I (48 fragmentos). También están presentes las técnicas de “Arrastre” e
“Impresión con el borde”. En la zona, los porcentajes de cerámica cardial varían según el tipo de yacimiento, la cronología y la muestra obtenida en cada
uno. Aparece en cantidades que rondan el 20% en yacimientos como La Draga (21,4%) (Bosch y otros, 2000, p. 184), Botiquería 6 (22,22%), y Chaves Ib
(22,2%), y sin embargo no está presente en otros como Cova Colomera, Dourgne C5 (Oms, 2008, p. 74), El Forcón, La Espluga de la Puyascada o la Cueva del
Moro de Olvena (Ramón, 2006, p. 348).
Boquique. Esta técnica se sitúa en torno a un 6% en todas las fases, si bien
el número de fragmentos es menor cuanto más avanzamos en la estratigrafía.
Estos porcentajes son similares al resto de los yacimientos de la zona (Oms,
2008, p. 74, Ramón, 2006, pp. 159, 348, 350).
Otras técnicas. Además de las indicadas, en Els Trocs se ha registrado el
uso marginal de otras técnicas como la impresión a peine y la pintura.
Si bien las técnicas decorativas son interesantes y permiten la contextualización de los fragmentos cerámicos con respecto a los yacimientos del entorno, son los patrones decorativos los elementos que aportan más información
sobre las posibles relaciones y contactos (Fig. 5). El conjunto cerámico de Els
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Trocs presenta una gran variedad decorativa y de composiciones, muchas de
las cuales se repiten en los yacimientos del valle del Ebro, por lo que podemos
encontrar numerosos paralelos. También comparte otra de las características de
las colecciones cerámicas recuperadas en los yacimientos próximos: la sencillez de los motivos y su restricción al tercio superior de los recipientes.
Uno de los patrones decorativos más comunes y que se realiza con gran
variedad de técnicas es el compuesto por líneas horizontales paralelas flanqueadas por encima y/o debajo por filas de trazos cortos o puntos. Paralelos
muy similares los tenemos en Chaves, La Espluga de la Puyascada, El Forcón,
El Torrollón, la Cueva del Moro (Ramón, 2006) o Forcas (Montes, 2014), entre
otros.
Otro de los temas que cuenta con una amplia distribución espacial es el
compuesto por líneas paralelas realizadas con diferentes técnicas, si bien en
Els Trocs parece existir una cierta preferencia en su elaboración mediante la
“Sucesión de impresiones simples”. De nuevo, encontramos paralelos en yacimientos cercanos como Chaves, Espluga de la Puyascada (Ramón, 2006), Cova
Colomera (Oms, 2008, p. 61, Fig. 4.1) o Forcas (Montes, 2014). Estos patrones
en ocasiones se complementan con guirnaldas triangulares o subcirculares dispuestas a modo de frisos inferiores (García Martínez de Lagrán y otros, 2011,
pp. 99-100). También se han documentado casos similares en las cuevas próximas de La Espluga de la Puyascada, la Cueva del Moro de Olvena o Chaves
(Ramón, 2006).
Otro patrón reiterado en Els Trocs es el formado por frisos de elementos
horizontales y uno vertical repetido secuencialmente. Al igual que el resto,
las técnicas empleadas para su ejecución son variadas. El Forcón, Chaves, La
Espluga de la Puyascada, la Cueva del Moro o la Cueva de la Miranda (Ramón,
2006, pp. 123 y 158) son algunos de los yacimientos donde se ha registrado
este tema decorativo.
Los cordones, usados en su mayoría con una finalidad decorativa, constituyen también un patrón por sí mismos. Su disposición es muy variada y los
encontramos lisos y decorados, éstos últimos mediante “impresión con instrumento” y “digitación/ungulación” en un porcentaje similar.
Por su decoración cabe destacar hasta la fecha dos recipientes singulares.
El primero de ellos es un ejemplar ornamentado con una línea horizontal hacia
la mitad de la vasija realizada con la técnica del “Cardial pivotante”, cuyo paralelo más cercano lo podemos encontrar en Chaves (Ramón, 2006, p. 151, Fig.
1.4 y 1.5), pero que es más común en algunos sectores de la fachada mediterránea. El segundo se trata de un recipiente decorado con motivos geométricos
de líneas horizontales, verticales y oblicuas realizadas mediante las técnicas de
“Arrastre cardial” e “Impresión”. Estas técnicas también se han detectado en la
Cueva del Moro y Chaves (Baldellou y Ramón, 1995, p. 163, Fig. 17 y p. 168,
Fig. 22).
139
140
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
Figura 5. Algunos patrones decorativos en cerámicas de Els Trocs. 1: Líneas horizontales
flanqueadas por trazos o puntos. 2: Líneas paralelas formadas por series de
impresiones simples. 3: Líneas paralelas con sucesión de impresiones (boquique)
de las que cuelgan guirnaldas semicirculares. 4: Cordones delimitados con series de
impresiones con matriz doble. 5: Friso vertical de sucesión de impresiones dobles del
que cuelgan idénticos motivos verticales repetidos secuencialmente. 6: Friso horizontal
con decoración cardial pivotante y dos series de impresiones en el borde.
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Los análisis preliminares de la cerámica de Els Trocs nos hablan de ciertas
singularidades de este yacimiento, como el número de fragmentos recuperados,
algunas composiciones y técnicas decorativas, ciertas tipologías de elementos
de prensión, etc. Sin embargo, pese a ciertas peculiaridades propias, esta cueva parece integrarse en la tendencia general marcada por los yacimientos del
valle del Ebro entre los inicios del último tercio del VI y la primera mitad del V
milenio calANE. En este sentido queremos destacar la semejanza de muchos
de los fragmentos cerámicos con los aparecidos en Chaves y sobre todo de la
Cueva del Moro (Ramón, 2006), así como los recientemente publicados de La
Peña de Las Forcas (Montes, 2014.)
De forma contraria a lo que ocurría con la cerámica, el utillaje lítico es
ciertamente parco ya que sólo se han recuperado 283 restos en toda la secuencia (el material estudiado corresponde a las campañas del 2009-2011), reduciéndose el número considerablemente si sólo tenemos en cuenta las piezas
tipologizables. Para la problemática que tratamos en el presente trabajo nos
interesa únicamente hacernos eco de los análisis de procedencia de la materia prima, por cuanto nos puede estar dando las pautas sobre el origen o los
contactos de los grupos que ocuparon Els Trocs. En la cueva se han recuperado
básicamente dos tipos de sílex; uno que podemos considerar de ámbito local
(un radio de unos 10 km en torno a la cueva) y otro exógeno (procedente de
distancias entre 40 y 60-100 km) (Rojo y otros, 2013, pp. 32-38).
El sílex local es de origen cretácico y muy bien podría provenir de la formación Agua Salenz o Pardina. Su coloración es oscura de tonalidades negro-grises, aspecto masivo y muy fisurado. Se presenta en pequeños núcleos, advirtiéndose en ellos macroscópicamente cristales de dolomitas y al microscopio
abundantes foraminíferos planctónicos. En esta materia prima se han hallado
dentro de la cueva buena parte de la cadena operativa, por lo que fácilmente se
trabajarían los pequeños núcleos dentro de la misma.
Sílex alóctonos hay de dos tipos, siendo el menos abundante de origen
paleoceno y concretamente de la formación Tremp. Su coloración es clara, de
aspecto masivo y tonalidades blanco-gris-rojizo. Macroscópicamente pueden
observarse incrustaciones de óxidos de hierro y pseudomorfos lenticulares de
yeso, y al microscopio se identifican secciones de tallos de algas carofíceas.
El sílex exógeno más abundante es de origen oligo-miocénico y podría
provenir de las formaciones Torrent de Cinca, Castelltallat, Peraltilla o Alcubierre, todas ellas próximas al Ebro. Su coloración es también oscura, aspecto
masivo y bandeado y tonalidades negro-marrón. A simple vista se aprecian
abundantes fósiles lacustres y tiene aspecto bandeado. Al microscopio es fácil
detectar tallos y oogonios de algas y secciones de ostrácodos rellenos de macrocuarzo, organizadas en bandas concéntricas. De este tipo de sílex llegan a
la cueva productos manufacturados en forma de láminas talladas o proyectiles
fundamentalmente y, un detalle interesante, la única pieza que contiene lustre
de cereal ha sido también fabricada con este tercer tipo de sílex.
141
142
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
De todas las variedades de sílex descritas, las más comunes en la cueva
son la cretácica (local) con porcentajes entre el 39% y el 45% según niveles, y
la oligo-miocénica (más alejado) con porcentajes entre el 28% y el 42%. Por
su parte, la representación del sílex paleoceno (exógeno pero más próximo) es
meramente testimonial con porcentajes según niveles de entre el 3% y el 7%.
En el gráfico de la figura 6 podemos apreciar un detalle interesante que
pudiera ser significativo para el propósito que nos ocupa. Se trata del mayor
porcentaje de sílex alóctono en la fase más antigua (Trocs I) y, especialmente,
el considerable aumento de la presencia de sílex local en la fase más reciente
(Trocs III). Tal situación podría traducir el progresivo conocimiento de los recursos del entorno y la menor necesidad de aportar productos acabados. En
cualquier caso, parece evidente que no estamos ante ningún tipo de estrategia de aprovisionamiento sino ante el transporte de objetos personales que se
desplazan con los individuos y que, por lo tanto, han sido manufacturados en
sus lugares de aprovisionamiento, frecuentemente las tierras próximas al Ebro.
De este modo, profundizando en la gestión de este elemento singular del pack
neolítico (la elaboración de piezas en sílex) resulta que podemos aventurar un
posible origen meridional, como punto de partida para los grupos que a finales
del VI milenio calANE llegaron con sus rebaños al entorno de la Cova de Els
Trocs y que mantuvieron esa procedencia a lo largo de todo el Neolítico.
Figura 6. Porcentajes de tipos de sílex hallados en Els Trocs por fases, y sus procedencias.
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Desde nuestro punto de vista, los datos aportados en relación tanto con los
paralelos y las similitudes cerámicas como con la gestión de la materia prima
del sílex nos permiten concluir que hacia el 5300 calANE se ha producido una
neolitización prácticamente completa de todo el valle del Ebro y que comienza
una fase de expansión progresiva, de la mano de una especialización económica de índole preferentemente ganadera que conlleva la colonización de las
zonas montañosas mediante un sistema pastoril migratorio de tipo trashumante
y/o trasterminante. Hay un fondo poblacional común cuya huella se documenta en un amplio espacio geográfico, de la mano de una producción cerámica
muy limitada en sus formas, bien conocida en lo que se refiere a técnicas decorativas (incisa-impresa-acanalada) y estandarizada en cuanto a composiciones
(García y otros, 2011, Ramón, 2006).
Este fondo común que en su día se denominó “Epicardial”, debe ser desprendido de tal apelativo (Rojo, 2014, p. 55) por las connotaciones que el
término acarrea y que no se corresponden con la realidad que representa. El
“Cardial” y el “Epicardial” son dos variantes de una misma realidad y, si excluimos algún particularismo especial (piénsese en determinadas zonas del País
Valenciano), nos atrevemos a afirmar que dentro de la “tradición inciso-impresa-acanalada”, lo “cardial” es un gesto técnico adaptado a la disponibilidad de
la materia prima para su ejecución. Por eso no es de extrañar la presencia de
este tipo de cerámicas cardiales, especialmente en aquellos enclaves pioneros
(por ejemplo Chaves y Peña Larga), pero tampoco en los yacimientos del último
cuarto del VI milenio calANE como pueda ser el propio Els Trocs donde, además de por la presencia de cerámicas cardiales, el contacto a larga distancia
está atestiguado por la presencia en el yacimiento de ejemplares de cardium y
cuentas de collar elaboradas con otras conchas marinas.
Comenzábamos esta suerte de ensayo científico planteando, en condicional, la posibilidad de que los rebaños y los pastores que actualmente accedían
por el paso de las Aras a “La Partida de la Selvaplana” fueran los herederos
directos de una tradición ancestral que no sabíamos aún, en 2009, que íbamos
a descubrir hurgando en las entrañas de la cueva. Somos conscientes de que
entre unos y otros existe un abismo temporal de siete milenios llenos de vicisitudes y de cambios, sin embargo no creemos equivocarnos mucho al afirmar
que ambos llevaban una similar forma de subsistencia y surcaron los mismos
caminos. Los escasos, pero ingentes rebaños que en este tiempo acceden a
los pastos de verano al norte del Turbón proceden de las tierras de Barbastro y
Monzón y en concreto de los lugares de Selgua y Castejón del Puente. A finales
de junio, atraviesan el paso de las Aras y hasta finales de septiembre aprovechan los pastos situados entre 1.500 y 2.000 m de altitud absoluta. Desde su
punto de origen hasta el destino tienen que recorrer más de 100 km por una
vía pecuaria que sigue el Cinca-Ésera hasta Graus y desde allí continúa por el
ramal que discurre paralelo al Isábena, para desde las Vilas del Turbón subir a
los 1.905 m por la cara oeste del mismo y atravesar el paso de las Aras, que en
143
144
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
ese punto es una trocha en forma de “v” de no más de un metro de ancho en la
base que corta la cresta calcárea que se yergue en la cima (Fig. 7).
Figura 7. El paso de las Aras. Vista desde el sur (arriba) y desde el norte (abajo).
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Precisamente esa distancia de 100 kilómetros es considerada como límite
para hablar de una actividad trasterminante o trashumante. En definitiva son
parte de una misma realidad, lo único que las diferencia es la longitud del
recorrido. Actualmente apenas existe actividad trashumante que otrora, a raíz
de la estabilidad que produjo en los reinos cristianos la victoria sobre los almohades en las Navas de Tolosa de 1212, y de la mano del “honrado concejo
de la Mesta”, se convirtiera en una estrategia fundamental para la economía
nacional, creándose una tela de araña de cañadas reales y veredas pecuarias
entre el norte y el sur de la Península Ibérica (Klein, 1920). Hoy en día, antiguos trashumantes se han convertido en trasterminantes como una fase más,
quizás la última, de la desaparición del mundo pastoril y su trasformación en
actividad estante estabulada. Hay muchos ejemplos de esta transformación en
los sectores, precisamente, en que la trashumancia tuvo mayor importancia
como puedan ser los rebaños de la sierra soriana que en el pasado descendían
hasta los pastos de la submeseta sur, y que hoy han trocado este largo viaje por
recorridos más cortos hacia los valles de la Rioja o Navarra en tierras de Tudela.
Lo mismo ocurre, por ejemplo, con los rebaños zamoranos del Aliste y Tábara
hacia la Sierra de la Culebra o a determinadas zonas de Sanabria. Pero la explotación y la forma de vida trasterminante por excelencia es la Pasieguería que
se extiende por diversos valles del oriente de Cantabria, siendo el del río Pas
el que le da el nombre. La Pasieguería es un tipo especial de trasterminancia
porque además de mover el ganado a pastos más elevados según avanza la
estación estival, se muda toda la familia a cabañas que controlaban las correspondientes praderas o brañizas. La razón de este devaneo constante residía en
el tipo de explotación intensiva del ganado para leche, que requería ordeño y,
por tanto, control diario.
A partir de estas reflexiones, de las conclusiones extraídas de la gestión de
las materias primas líticas y de las relaciones que se derivan de los paralelos
cerámicos, nuestros pastores neolíticos bien pudieron ser trashumantes y/o trasterminantes, exactamente lo mismo que los rebaños y pastores actuales que vienen desde las tierras de Monzón y Barbastro. Sean de un tipo u otro, de lo que
sí estamos seguros es de que ellos iniciaron y diseñaron unos caminos que, con
ligeras modificaciones se han mantenido hasta la actualidad. En nuestro reciente
trabajo sobre la Cova de Els Trocs (Rojo y otros, 2013) ya hemos apuntado algo
parecido al situar la cueva en un nudo donde convergen diversas rutas norte-sur
y este-oeste que son consideradas en el catastro de caminos de Aragón como
vías pecuarias tradicionales (ibídem, Fig. 1). Se observa también que muchas de
estas vías, especialmente las norte-sur, se han establecido precisamente en los
inicios del Neolítico cuando, como hemos visto, se inicia un tipo de explotación
trashumante que lleva a los rebaños desde el valle del Ebro al Prepirineo y al Pirineo Axial. Dichos caminos se mantienen activos y en uso a lo largo de épocas
más recientes de la Prehistoria, como refleja el hecho de que su recorrido esté
jalonado por numerosos yacimientos arqueológicos como cuevas (habitadas en
distintos momentos), túmulos, menhires o dólmenes (ibídem).
145
146
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
Figura 8. Vías pecuarias según la Dirección General de Desarrollo Sostenible y Biodiversidad del Gobierno de
Aragón, y situación de los yacimientos con respecto a las mismas. Círculos rojos: Asentamientos
neolíticos investigados. 1) Els Trocs; 2) Coro Trasito; 3) El Forcón; 4) La Espluga de la Puyascada; 5) La
Furosa; 6) La Miranda; 7) Forcas II; 8) Cueva del Moro; 9) El Remosillo; 10) Cueva de las Campanas;
11) Cueva de las Brujas. Círculos azules: Asentamientos neolíticos sin estudiar en profundidad: 12)
Puy de Cinca; 13) Laspún; 14) Santaliestra; 15) Comunet; 16) Barranco de la Heredad; 17) Casa
Domingo; 18) Barraca I; 19) Barraca II y III; 20) Cuevas I y III de Reguer; 21) Saganta II; 22) Castillo Finestres. Cuadros verdes: Yacimientos prehistóricos de cronologías más recientes, fundamentalmente
megalíticos. 23) Círculo de Remuñé y Túmulo de Plan de Sarra; 24) Dolmen de Estós; 25) Cromlech;
26) Círculos de Chía; 27) Dolmen de Aneto; 28) Menhir; 29) Dolmen Soperún II; 30) Dolmen Soperún
I y Dolmen Cornudella III; 31) Dolmen de la Cabañeta del Fornó y Dolmen de la Cabañeta del Tancat de
Dalt; 32) Dolmen de Mas del Abad; 33) Dolmen de San Salvador; 34) Dolmen Mas del Balón. Salinas:
35) Salina de La Muria. A y B: Afloramientos cretácicos de sílex. C: Afloramientos paleocenos. D: Sílex
oligo-miocénico. Estribaciones de la formación Peraltilla.
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Insistiendo en esta idea, en la figura nº 8 se han representado todos los yacimientos del Neolítico Antiguo conocidos por prospecciones o intervenciones
de distinta índole (Montes y otros, 2000, Utrilla y Mazo, 2014) que se ubican
a lo largo de las vías pecuarias, que desde las tierras de Barbastro remontaron
el bajo Cinca primero y el Ésera e Isábena después hasta culminar en el estratégico enclave de Els Trocs. Observamos cómo, si exceptuamos en el Ésera y el
Isábena una amplia franja en torno a los 40-60 km al sur de la cueva (estamos
convencidos que por falta de investigaciones rigurosas), existe un jalonamiento
de estaciones que se inicia con el conjunto más meridional representado por
Gabasa II, El Moro de Alins, Las Brujas de Juseu, la Cueva del Moro de Olvena
y Las Peñas de las Forcas, y que continúa por el Cinca, algo más al este, con
la Cueva de la Miranda de Palo, La Espluga de la Puyascada y el Forcón. En un
mapa recientemente publicado (ibídem, Fig. 6) se señalan, entre Las Peñas de
las Forcas y la Cova de Els Trocs tanto en el Ésera como en el Isábena, abrigos
en las zonas de Comunet, Laspún (Campo), Perarrúa o Santaliestra que pudieran completar la lista de yacimientos conocidos, pero que por el momento son
sólo proyectos a contrastar (ibídem, p. 20).
Todos los yacimientos, incluido la Peña de las Forcas (aunque en este caso
los ejemplares cerámicos recogidos en el nivel V pudieran pertenecer a una
fase de incipientes contactos entre grupos mesolíticos y neolíticos) formarían
parte de ese sustrato cultural “inciso-impreso-acanalado” al que nos hemos
referido con anterioridad y, por tanto, pudieran, en algún momento, haber servido tanto de estaciones de origen para nuestros pastores de la Alta Ribagorza
(especialmente los enclaves más meridionales) como de estratégicos puntos
de reposo en su camino hacia los pastos de verano del Pirineo Axial. Con esto
estamos queriendo decir que nos parece suficientemente demostrada la hipótesis de un movimiento sur-norte como el responsable de la colonización de las
tierras de alta montaña por grupos de pastores trashumantes y/o trasterminantes
a finales del VI milenio calANE, dentro de un proceso general de colonización/
interacción (según los casos), de todo el valle del Ebro y del resto del Interior
Peninsular. En la actualidad la determinación del origen y las vías de aparición
de estas comunidades neolíticas con cerámicas inciso-impresas-acanaladas es
un debate totalmente abierto. Los datos actuales no nos permiten determinar
si los primeros grupos pioneros remontaron el Ebro (algunas influencias mediterráneas puede observarse por ejemplo, en Forcas, por la aparición de un
Pecten jacobaeus (Álvarez, 2014), o en las propias cerámicas cardiales), o bien
cruzaron los Pirineos. En este sentido, nos parece importante señalar que el registro actual (no sabemos lo que deparará el futuro) no nos permite asegurar la
existencia de una vía tan clara norte-sur, como se ha planteado en otras ocasiones (Baldellou y Utrilla, 1999, Utrilla y Mazo, 1994), aún cuando nos creamos
que dicho camino se rastrea desde el Paleolítico (Utrilla y Montes, 2009). Las
recientes argumentaciones (Montes, 2014, p. 265) que aseguran la existencia
de forma habitual en el sur de Francia de conjuntos cerámicos con diferentes
porcentajes de decoraciones cardiales en cronologías similares a las de Forcas
147
148
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
II niveles V-VI, con fechas calibradas de 5726-5575 calANE —6750+/-40 bp—
y 5721-5569 calANE —6740+/-40 bp—, no nos parecen justificadas pues lo
que se aprecia, más bien, es una falta de contextos bien datados y dataciones
de vida corta (Manen y Guilaine, 2010, Manen y otros, 2010, Manen, 2014), lo
cual se convierte en un hándicap para este tipo de interpretaciones.
Así las cosas, lo que nos parece más importante e interesante es la constatación de la llegada a este territorio y a toda la Península Ibérica durante el proceso de neolitización de una economía de producción variada y desarrollada
en cuanto a tecnología, conocimientos y elementos. Este hecho permitió desde
el Neolítico antiguo la implantación de un modelo de explotación territorial
en las zonas de alta montaña del Pirineo basado en la trashumancia o trasterminancia de rebaños ovinos que diseñaron toda una serie de vías o caminos
pecuarios que no sólo se siguen usando en la actualidad, por los que hemos
considerado como herederos directos de una tradición ancestral, sino que se
han mantenido en uso a lo largo de la Prehistoria reciente y Protohistoria a
juzgar por la cantidad de enclaves de dichos periodos que jalonan su recorrido
(Fig. 8).
Pues bien, para concluir deberíamos referirnos a los protagonistas de nuestra historia, a las personas que protagonizaron los acontecimientos y el proceso
referido. Hemos visto el entorno privilegiado al que llegaron, hemos descubierto que crearon de forma artificial campos para el pasto quemando el bosque,
que utilizaban las plantas del entorno para cubrir el suelo de la cueva elaborado a base de capas de cerámicas, algunas de ellas decoradas con caprichosos
motivos realizados con distintas técnicas, que recogían pedernal en el entorno
de la cueva para fabricarse pequeños instrumentos cortantes, que traían ya fabricados otros desde sus lugares de origen, algunos de los cuales habían utilizado incluso para cortar el cereal que no sembraban todavía en el entorno de la
cueva. En fin, podemos incluso asegurar que ellos son los primeros en horadar
unas rutas que utilizarán muchos otros después, pero no hemos dicho quiénes
eran. La cueva, por medio de la Arqueología y la Antropología nos reserva una
sorpresa, una trágica sorpresa.
En el nivel más antiguo de ocupación de la cueva (Trocs I) hemos hallado
restos óseos de, al menos, siete individuos con signos evidentes de una violencia difícilmente imaginable: flechazos, fracturas, aplastamientos de cráneo,
etc. Los análisis antropológicos y genéticos en curso ofrecerán luz sobre este
aspecto y otros de su vida y su muerte. Mientras tanto, sólo podemos imaginar una escena en la que, quizás un pequeño grupo familiar (emulando a
la Pasieguería), se adentró por primera vez en parajes ignotos, con un escaso
conocimiento del territorio y nulo control del mismo, pagando trágicamente su
atrevimiento. Ellos iniciaron un proceso inexorable y sus cuerpos, quizás recogidos por algunos supervivientes, obraron como reliquias entre los vivos hasta
que el tiempo devoró su memoria.
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
Agradecimientos
La línea de investigación principal de este trabajo se desarrolla en el marco del proyecto “Los Caminos del Neolítico” (HAR200909027), bajo la dirección del Dr. Manuel Rojo Guerra, concedido por la Subdirección General de
Proyectos de Investigación/Dirección General de investigación y gestión del
Plan Nacional de I+D+I/Secretaría de Estado de Investigación, del Ministerio de
Ciencia e Innovación, y co-financiado por el Gobierno de Aragón. Del mismo
modo, la parte analítica se enmarca dentro del proyecto “Origins and spread
of agriculture in the western Mediterranean region” (ERC-2008-AdG 230561),
coordinado por la Dra. Leonor Peña Chocarro y financiado por el European
Research Council. También, buena parte de la investigación relativa al estudio
antropológico y su datación, ha sido sufragada por la German Research Foundation (Al 287/14-1).
Bibliografía
Alday, A., Montes, L. y Baldellou, V., 2012. “El Neolítico en la Cuenca del Ebro”. En
Rojo, M., Garrido, R. y García, I. (coords.): El Neolítico en la Península Ibérica y su
contexto europeo. Ed. Cátedra, pp. 291-331.
Álvarez, E., 2014. “Indicios de redes de intercambio en Forcas II: las conchas de moluscos marinos”. En Utrilla, P. y Mazo, C. (dirs.): La Peña de Las Forcas (Graus,
Huesca). Un asentamiento estratégico en la confluencia del Ésera y el Isábena. Monografías Arqueológicas, Prehistoria, 46. Universidad de Zaragoza, pp. 323-328.
Baldellou, V. y Ramón, N., 1995. “Estudio de los materiales cerámicos neolíticos del
conjunto de Olvena”. Bolskan, 12, pp. 105-170.
Baldellou, V. y Utrilla, P., 1999. “Le Neolithique en Aragón”. En J. Vaquer (ed.): Le Néolithique du nord-ouest méditerranéen. XXIV Congres Prehistorique de France. Carcassonne, pp. 223-237.
Bonnes, G., Desclaude, J., Drogoul, C., Gadoude, R., Jussiau, R., Le Loch’h, A., Montméas, L. y Robin, G., 2001. Reproduction des mammifères d’élevage. Coll. INRAP.
Ed. Foucher.
Bosch, A., Chinchilla, J. y Tarrús, J., (coords.) 2000. El poblat lacustre neolític de la Draga. Excavacions de 1990 a 1998. Monografías del CASC, 2. Museu d´Arqueologia
de Catalunya.
Carrère, I. y Forest, V., 2009. “Et si le Néolithique s’arrêtait dans les années 1950? Réflexions et références sur les relations animal-homme dans les sociétés rurales”. De
Méditerranée et d’ailleurs…Mélanges offerts à Jean Guilaine. Archives d’Écologie
Préhistorique. Toulouse, pp. 173-190.
García Martínez de Lagrán, I., Garrido, R., Rojo, M., Alday, A., García, J. y Sesma, J.,
2011. “Cerámicas, estilo y neolitización: estudio comparativo de algunos ejemplos
de la Meseta norte y Alto Valle del Ebro”. En Bernabeu, J., Rojo, M. y Molina, Ll.
(coords.): Las primeras producciones cerámicas: el VI milenio cal AC en la Península Ibérica. Saguntum, Extra 12. Universidad de Valencia, pp. 83-103.
149
150
Manuel A. Rojo, Héctor Arcusa, Leonor Peña, José Ignacio Royo, Cristina Tejedor, Íñigo García...
Gibaja, J. F. y Clop, X., 2012: “El Neolítico en Cataluña”. En Rojo, M., Garrido, R. y
García, I. (coords.): El Neolítico en la Península Ibérica y su contexto europeo. Ed.
Cátedra, pp. 333-370.
Halstead, P., (1998). “Mortality models and milking: problems of uniformitarianism,
optimality and equifinality reconsidered”. Anthropozoologica, 27, pp. 3-20.
Lancelotti, C., Balbo, A., Madella, M., Iriarte, E., Rojo, M., Royo, I., Tejedor, C., Garrido,
R., García, I., Arcusa, H., Pérez, G. y Peña Chocarro, L., 2014. “The missing crop:
investigating the use of grasses at Els Trocs, a Neolithic cave site in the Pyrenees
(1564 m asl)”. Journal of Archaeological Science, 42, pp. 456-466.
Klein, J., 1920. The Mesta: a study in Spanish economic history, 1273-1836. Cambridge,
Mass.
Malpaux, B., Viguié, C., Thiéry, J.C. y Cheminau P., 1996. Contrôle photopériodique de
la reproduction. Productions animales, 9 (1), pp. 9-23.
Manen, C. y Guilaine, J., 2010. «Aspects géographiques et chronoculturels du Néolithique ancien languedocien», en C. Manen, F. Convertini, D. Binder, e I. Sénépart
(Dirs.): Premières sociétés paysannes de Méditerranée occidentale. Structures des
producions céramiques. Société Préhistorique Française, Mémoire LI, pp.179-189.
Manen, C., Sénépart, I. y Binder, D., 2010. «Les producions céramiques des groupes
cardiaux et épicardiaux du Sud de la France: zoom régional», en C. Manen, F.
Convertini, D. Binder, e I. Sénépart (Dirs.): Premières sociétés paysannes de Méditerranée occidentale. Structures des producions céramiques. Société Préhistorique
Française, Mémoire LI, pp. 193-196.
Manen, C., 2014. «Dynamiques spatio-temporelles et culturelles de la Néolithisation
Ouest-Méditerranéenne», en C. Manen, T. Perrin y J. Guilaine (Dirs.): La transition
Néolithique en Méditerranée, Actes du colloque: Transitions en Méditerranée, ou
comment des chasseurs devinrent agriculteurs, Toulouse 14-15 avril 2011, Archives d’Écologie Préhistorique, pp. 405-418.
Montes, L., 2014. “Las cerámicas neolíticas del sector oeste de Forcas II”. En Utrilla,
P. y Mazo, C. (dirs.): La Peña de Las Forcas (Graus, Huesca). Un asentamiento
estratégico en la confluencia del Ésera y el Isábena. Monografías Arqueológicas,
Prehistoria, 46. Universidad de Zaragoza, pp. 245-266.
Montes, L., Cuchi, J.A. y Domingo, R., 2000. “Epipaleolítico y Neolítico en las sierras
prepirenaicas de Aragón. Prospecciones y sondeos, 1998-200”. Bolskan, 17, pp.
87-124.
Oms, X. 2008: “Caracterizació técnica, tipológica i cronológica de les ceràmiques del
Neolític antic de la Cova Colomera (Prepirineu de Lleida)”. Archivo de Prehistoria
Levantina, 27, pp. 51-80.
Ramón, N., 2006. La cerámica del Neolítico Antiguo en Aragón. Institución Fernando el
Católico. Zaragoza, Caesaraugusta, 77.
Rojo Guerra, M., 2014. “El Neolítico en las tierras del interior y septentrionales”. En
Almagro-Gorbea, M., (ed.): Protohistoria de la Península Ibérica: del Neolítico a la
Romanización. Universidad de Burgos/Fundación Atapuerca, pp. 43-71.
Rojo Guerra M., Peña Chocarro, L., Royo Guillén, J. I., Tejedor Rodríguez C., García Martínez de Lagrán, I., Arcusa Magallón, H., Garrido Pena, R., Moreno, M., Mazzuco
N., Gibaja Bao, J. F., Ortega, D., Kromer, B. y Alt, K., 2013. “Pastores trashumantes
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza
del Neolítico Antiguo en un entorno de alta montaña: secuencia crono-cultural de
la Cova de Els Trocs (San Feliú de Veri, Huesca)”. BSAA, LXXIX, pp. 9-55.
Rojo Guerra, M., Royo Guillén, J. I., Garrido Pena, R., García Martínez de Lagrán, I.,
Tejedor Rodríguez, C., Arcusa Magallón, H., García Gazolaz, J., Sesma Sesma, J.
y Beguiristain Gúrpide, Mª A., 2012. “Los Caminos del Neolítico: un proyecto de
investigación en el valle del Ebro”. En Borrell, M., Borrell, F., Bosch, J., Clop, X.
y Molist, M., (eds.): Actes Congrés Internacional Xarxes al Neolític. Rubricatum.
Gavà, pp. 43-50.
Santiago Moreno, J., Toledano Díaz, A., Gómez Brunet, A. y López Sebastián, A., 2004.
“El muflón europeo (Ovis orientalis musimon, Schreber, 1782) en España: consideraciones históricas, lilogenéticas y fisiología reproductiva”. Galemys, 16, pp. 3-20.
Uría Blanco, N., 2013. “Registros sedimentarios como indicadores paleoambientales
y de la actividad antrópica durante la Neolitización: La Cueva de Els Trocs y su
entorno (Abella, Huesca)”. CKQ Estudios de Cuaternario/Leioa, 3, pp. 123-134.
Utrilla, P. y Mazo, C., 1994. “El poblamiento prehistorico del valle del río Ésera (Ribagorza, Huesca)”. Bolskan, 11, pp. 53-67.
Utrilla, P. y Mazo, C., 2014. “El yacimiento y la prospección de su entorno”. En Utrilla,
P. y Mazo, C. (dirs.): La Peña de Las Forcas (Graus, Huesca). Un asentamiento
estratégico en la confluencia del Ésera y el Isábena. Monografías Arqueológicas,
Prehistoria, 46. Universidad de Zaragoza, pp. 17-26.
Utrilla, P. y Montes, L., 2009. “El Magdaleniense en la vertiente Sur del Pirineo Central y
Occidental”. En Mercadal, O. (coord.): Els Pirineus i les àrees circumdants durant el
tardiglacial: mutacions i filiacions tecnoculturals, evolució paleoambiental (1600010000 BP). XIV Colloqui Internacional d’Arqueologia de Puigcerdà: homenatge al
professor Georges Laplace. Institut d’Estudis Ceretans, pp. 461-492.
151
X
El pasado olvidado de la alta
montaña: ocupaciones prehistóricas
en el Parque Nacional de Aigüestortes
i Estany de Sant Maurici y sus
implicaciones para la prehistoria
de los Pirineos
Ermengol GASSIOT BALLBÈ, Ignacio CLEMENTE CONTE,
David GARCIA CASAS, Niccolò MAZZUCCO, Laura OBEA GÓMEZ,
David RODRÍGUEZ ANTÓN
Introducción
Hasta no hace mucho, era bastante frecuente en nuestra profesión no prestar excesivo interés a las zonas de alta montaña. Aunque en el estudio de la
historia de la Península Ibérica habitualmente se ha dado cierta importancia a
la cordillera cantábrica y a los Pirineos, lo cierto es que ese interés en muchas
ocasiones se centra en zonas relativamente cercanas a fondos de valle u organizadas en torno a ellas. El objeto de atención ha sido, principalmente, castillos,
monasterios y otros elementos vinculados al poblamiento feudal. Se trata, en
definitiva, de una ocupación del espacio que hemos concebido normalmente
centrada alrededor de poblados, iglesias y fortificaciones que, aunque se pudieran encontrar en riscos y zonas elevadas, solemos explicarlas en relación al
asentamiento humano localizado en valles y laderas no muy altas.
Simplificando mucho, esta ha sido la imagen de la presencia humana en
los Pirineos a lo largo del tiempo. Una visión que ha alimentado un relato que
situamos su inicio al final del Imperio Romano, con la decadencia del mundo
urbano y la colonización de áreas de montaña en una época de inestabilidad
política. Y que posteriormente continua con la invasión andalusí y el supuesto
refugio de población en el norte de la península que habría dado lugar a los
reinos cristianos que emprendieron un lento proceso de reconquista. Luego, a
153
154
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
partir de la expansión feudal hacia el sur, con la consolidación de los reinos de
Navarra, Aragón y los condados catalanes, los Pirineos vuelven a desaparecer
del foco de atención historiográfica, con algunas meritorias excepciones. Como
también relativamente excepcionales son algunas referencias arqueológicas
de períodos anteriores, fundamentalmente vinculadas a la documentación de
monumentos megalíticos, círculos de piedra o pinturas rupestres (Gourdon,
1879, Serra Ràfols, 1923). Vestigios singulares que escasamente se emplean
para explicar cómo fueron las formas de vida de las poblaciones pirenaicas de
su época.
Este cuadro en cierta medida es un reflejo de la posición marginal de la
cordillera y sus poblaciones en el desarrollo urbano e industrial de los siglos
XIX y XX, al que se vincula de forma estrecha el mundo académico. Por suerte,
este panorama ha empezado a cambiar y en la actualidad hay en marcha diversos programas de investigación en ambos lados de la cordillera (Ejarque y otros,
2010, Gassiot y otros, 2010, Gassiot y otros, 2014, Le Couédic, 2010, Orengo,
2010, Palet y otros, 2014, Rendu, 2003, Rendu y otros, 2013). No vamos a
entrar en detallarlos aquí más allá de mencionar la existencia entre una buena
parte de ellos de una serie de características comunes: una orientación hacia el
estudio de períodos temporales amplios, la necesidad de invertir trabajo en documentar de base todos los vestigios arqueológicos (fruto de la ausencia previa
de datos) y un especial interés por documentar la explotación de las áreas de
alta montaña y su impacto en el medio.
En este capítulo vamos a presentar, de forma sucinta, los resultados de la
investigación efectuada en el Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant
Maurici (en adelante PNAESM). En esta zona de alta montaña pirenaica el año
2000 no había prácticamente ningún yacimiento arqueológico documentado.
En la actualidad el panorama ha cambiado mucho, siguiendo unas pautas homologables a lo que está sucediendo en otras zonas de los Pirineos orientales,
en Andorra o Aquitania donde se han llevado a cabo programas de investigación sostenidos en el tiempo.
La investigación arqueológica en el PNAESM
El área de estudio
El PNAESM es el único espacio de protección natural de esta clase en
Catalunya. Creado en 1995, se sitúa en una de las áreas más abruptas de los
Pirineos catalanes, en el extremo oriental del batolito granítico de la Maladeta.
Se extiende principalmente a lo largo del interfluvio del Noguera Pallaresa a la
cabecera del Noguera Ribagorçana. En este sector de la cordillera las cumbres
se sitúan entre los 2.700 y 3.025 m. de altura y hay desniveles internos que pueden llegar hasta los 1.700 m, aunque la gran mayoría del territorio se encuentra
por encima de los 1.500 m. de altitud, valles incluidos.
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
El relieve es muy abrupto y rocoso, con diferencias si el sustrato es granítico o de esquistos, y modelado por la acción glacial a lo largo del Cuaternario
(Montserrat, 1992, Soler y otros, 1995). Numerosos circos glaciares albergan
más de 200 lagos dispersos por gran parte del área, especialmente en las zonas
graníticas. La climatología está condicionada tanto por la altitud como por la
orientación de los valles y las laderas. En las partes más elevadas la precipitación supera los 800 mm / año, con una media entre los 1.100 y 1.300 y llegando a los 2.000 en la cabecera de la Vall Fosca (Estany Gento). En los fondos
de valle las precipitaciones anuales son menores, especialmente en el valle del
Noguera Pallaresa (unos 700 mm / año en Esterri d’Àneu). Las temperaturas
medias anuales oscilan entre los 2 º y 9º en las zonas altas y los 9º y 12 º en
los fondos de valle. La cubierta vegetal también se organiza siguiendo los pisos
altitudinales y, a su vez, condicionada por las orientaciones de las laderas y el
sustrato. Por encima de los 2.300 m. se combinan zonas de prados de gramíneas (Poaceae, Artemisia, Festuca) y algunos arbustos como enebro (Juniperus
communis), rododendro (Rhododendron ferrugineum) o piorno (Genista balansae) con canchales y zonas rocosas. Actualmente en algunas áreas por debajo
del límite superior del bosque hay zonas de prados considerablemente extensas
abiertas en bosques de pino negro y rojo (Pinus mugo subsp. uncinata y Pinus
sylvestris), abeto (Abies alba) con caducifolios como el avellano y el abedul
(Corylus avellana y Betula pendula). Estos espacios de prado en esta altitud se
correlacionan con una actividad ganadera sostenida a lo largo del tiempo (Cunill, 2010). Una gran cantidad de lagos, lagunas, arroyos y ríos saltean toda la
zona y conforman la principal fuentes de agua en verano, aunque en algunos
valles puntuales hay pocas fuentes permanentes.
Objetivos de la investigación
La investigación arqueológica llevada a cabo en el PNAESM y zonas cercanas desde el año 2001 se ha visto condicionada por el vacío de datos preexistentes. Este hecho ha comportado que, por encima a otros objetivos científicos,
las actuaciones llevadas a cabo hayan tenido que resolver el problema de la
ausencia de registros arqueológicos: encontrar vestigios arqueológicos, describirlos, evaluar su potencial con vistas a su estudio más exhaustivo y situarlos
en el tiempo. Esto, en cierta medida, ha conformado a lo largo de estos años las
intervenciones arqueológicas en el PNAESM que han combinado un interés por
la catalogación junto con otro hacia la resolución de cuestiones científicas. En
otras palabras, por una parte se han buscado yacimientos arqueológicos y, una
vez encontrados, descrito de la forma más objetiva posible. Por la otra, en estos
años se han intentado entender y explicar las formas de vida de las personas
que generaron estos vestigios arqueológicos.
En definitiva, y de forma muy resumida y esquemática, los objetivos de la
investigación han sido:
155
156
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
1.
Localizar y describir vestigios arqueológicos, con el fin de construir una
carta arqueológica. Dentro de este apartado, se incluye la realización de
levantamientos topográficos y planimetrías detalladas así como un programa de dataciones absolutas. Este último responde a la necesidad de situar
en el tiempo las evidencias documentadas en unos contextos donde la
ausencia de materiales diagnósticos en superficie dificulta asignarles una
cronología mediante el tipo de artefactos encontrados.
2.
Caracterizar las formas de vida de las poblaciones que se asentaron y explotaron los medios de alta montaña a lo largo de los diferentes períodos
de la prehistoria y de la historia. Los restos arqueológicos son los residuos
materiales de actividades humanas en el pasado. Algo así como fósiles de
las sociedades pretéritas. Por ello, su estudio permite visualizar al menos
parcialmente las actividades humanas que los originaron, tales como la
producción de alimento, de herramientas, la construcción y la utilización
de refugios, etc. Así, el análisis de los vestigios arqueológicos de diferentes
épocas facilita obtener representaciones de cómo era la vida social y cómo
cambió durante el tiempo.
3.
Aunque cada vez hay más indicios para matizar la influencia del entorno
en las ocupaciones pretéritas de los espacios de alta montaña, también es
cierto que las características físicas de estos espacios conforman una instancia más de la vida humana. ¿Qué recursos naturales hay y cómo se disponen? ¿qué condiciones atmosféricas y con qué ciclos definen su accesibilidad? ¿cómo era la orografía y cómo condicionaba los caminos posibles
en los desplazamientos?, etc. Por otra parte, las actuaciones humanas en
el pasado también han ido modelando el espacio físico, transformando la
vegetación, introduciendo nuevas especies animales, modificando ríos, y
un largo etcétera. El estudio del medio ambiente ofrece información sobre
estos aspectos que es central para una arqueología que se preocupe por
entender cómo vivían las poblaciones humanas pretéritas y cómo definían
un territorio; en el caso que nos ocupa, el del PNAESM y zonas vecinas.
Metodología
a) Métodos arqueológicos
Los objetivos planteados en la investigación, junto con las características
del terreno, la práctica ausencia de información arqueológica previa y las mismas características de los vestigios han determinado los métodos implementados. La necesidad básica de construir un registro arqueológico partiendo
prácticamente de cero ha conllevado que las prospecciones arqueológicas de
superficie hayan sido una de las actividades principales de trabajo de campo,
con el fin de localizar y describir los vestigios existentes en las diferentes zonas
del PNAESM. Desde el año 2001 y, especialmente el 2004, se han ido reali-
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
zando campañas de prospección que cubrían una o unas pocas cuencas hidrográficas del Parque. Así, progresivamente y valle a valle se ha ido prospectando
prácticamente toda el área nuclear y una gran parte del área periférica del
PNAESM. La supervisión del terreno se ha efectuado principalmente mediante un reconocimiento pedestre, organizado por transeptos. De esta forma, los
equipos de prospectores/as han ido peinando sistemáticamente las diferentes
zonas de estudio, con la única exclusión de aquellas áreas donde no se podía
acceder a pie, donde la cubierta vegetal impedía la visión de la superficie, donde el gradiente del pendiente era muy fuerte (y, por extensión, planteaba serias
dificultades de preservación de restos arqueológicos) y donde la formación de
suelo fuera reciente, como en algunos canchales, lechos de ríos, etc.
Cada yacimiento identificado se ha documentado mediante una ficha en el
campo, con información que posteriormente en el laboratorio se ha volcado en
una base de datos. Una problemática que se ha tenido que resolver en el campo ha sido la delimitación de los yacimientos, puesto que en diversas ocasiones
se ha constatado la existencia de diversos conjuntos de estructuras, más o menos dispersos y correspondientes a ocupaciones diferenciadas cubriendo áreas
relativamente extensas. Este tipo de situaciones se han solucionado tratando de
asignar cada asentamiento diferenciado a un “yacimiento”, reconociendo que
este proceder es más complicado en el caso de series de estructuras aisladas e
inconexas entre sí. El proceso de registro de los yacimientos se ha completado
con croquis detallados y, en algunos casos, levantamientos topográficos y planos de su arquitectura realizados con estación total.
Una de las cuestiones de difícil resolución en el campo es el determinar la
cronología de los restos documentados. En paralelo, en casos como pequeñas
cavidades sin vestigios arquitectónicos visibles en superficie, es complicado
determinar su valor arqueológico. Ambas situaciones han motivado la realización de pequeñas catas o sondeos estratigráficos en algunos de estos casos.
Estas excavaciones han sido siempre de reducida extensión, a fin de afectar el
mínimo de superficie que en el futuro podría ser objeto de excavaciones en
extensión. Su realización ha mostrado la presencia de estratos arqueológicos y
ha permitido documentar la existencia de secuencias arqueológicas de varias
ocupaciones en algunos casos. Así mismo, ha facilitado la obtención de muestras para realizar dataciones de Carbono 14 (C14), con una adecuada contextualización estratigráfica.
La cronología de los vestigios arqueológicos principalmente se ha efectuado mediante dataciones absolutas; es decir, empleando métodos que facilitan
una antigüedad en años de la muestra analizada. En el caso que nos ocupa, todas las muestras fechadas lo han sido mediante el método mejorado del C14 denominado AMS (Acelerador de Espectometría de Masas), que facilita resultados
más precisos y permite operar con muestras más reducidas. En algunos casos
aislados, las características de algunos materiales recuperados han permitido
también establecer una “cronología relativa”; en otras palabras, una aproximación un determinado período histórico o prehistórico.
157
158
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
Figura 1. Trabajos de prospección. Izda.: documentación de yacimientos en superfície. Dcha.: realización de un pequeño sondeo en un abrigo (superior) y
recuperación de la vasija del Tarter de Llacs (inferior).
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
Puntualmente, algunos yacimientos concretos han sido objeto de un análisis más detallado que ha conllevado la excavación en extensión de, como
mínimo, una gran parte de su superficie aparente. Se tratan de operaciones
técnicamente más delicadas, que implican una gran inversión en términos de
tiempo y personas implicadas y que generan un volumen de materiales y datos que luego hay que procesar en trabajo de laboratorio y gabinete. Por esta
razón, únicamente se han podido excavar tres yacimientos, en un principio de
cronología prehistórica aunque en todos ellos también se han documentado
ocupaciones más recientes. Se trata del Dolmen de la Font dels Coms, l’Abric
de l’Estany de la Coveta i la Cova del Sardo.
Estas excavaciones han conllevado la recuperación de diversos tipos de
materiales, desde restos de herramientas líticas y cerámica hasta restos de combustión y residuos alimenticios. Como es habitual en arqueología, ello ha requerido de la participación en los trabajos de laboratorio de especialistas en el
análisis de una amplia variedad de materiales: lítica, cerámica, restos faunísticos, carbón, semillas, polen, micromorfología de suelos, etc. El procesamiento
de la información derivada de estas excavaciones conforma una herramienta
principal para el estudio de cómo fue la presencia humana en esta zona en
diferentes períodos de la prehistoria y la historia.
Por otra parte, todos los datos arqueológicos generados durante estos años
se están integrando en una geobase de datos con el fin de generar un Sistema
de Información Geográfica (SIG). A partir de aquí, y con las herramientas que
ofrece el software especializado se pueden resolver cuestiones relacionadas
con el emplazamiento de estos vestigios y su relación con otros elementos del
espacio circundante que implican operaciones relativamente complejas con
poco esfuerzo como, por ejemplo, en qué tipo de entornos se localizan los
yacimientos, qué tienen alrededor y a qué distancia entre sí se encuentran, etc.
Este tipo de información puede ser útil, llegado el caso, para identificar pautas
de conducta con relación a la ocupación del espacio en cada época.
b) Métodos paleoecológicos
El estudio de la presencia humana en las zonas altas de los Pirineos occidentales de Catalunya, a parte de los estudios propiamente arqueológicos, se
está completando con la participación de una amplia gama de especialistas
procedentes de disciplinas relacionadas con análisis paleoecológicos, principalmente del paleoclima, la paleovegetación y la geografía física1. De esta for-
1.
Este trabajo conjunto se ha llevado a cabo en el marco de los siguientes proyectos de investigación: Arqueologia de l’Alta muntanya Pirinenca. Ocupació Humana i canvi climàtic
al llarg de l’Holocè (Agència de Gestió d’Ajuts Universitaris i de Recerca, Generalitat de
Catalunya, años 2007-2009) Interacción entre clima y ocupación humana en la configuración del paisaje vegetal del Parque (Red de Parques Nacionales. Ministerio de Agricultura,
159
160
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
ma y en el marco de una creciente cooperación interdisciplinar, actualmente
es posible complementar la información estrictamente arqueológica con datos
procedentes de sedimentos lacustres, de turberas y de algunos sondeos pedoantracológicos. Sobre estos materiales se han efectuado estudios geoquímicos, de
microorganismos como diatomeas y crisófitos, de pigmentos algales y polen,
de microcarbones y otros restos vegetales, etc. (Catalán y otros, 2013). Su explicación queda fuera del alcance de este trabajo, aunque puntualmente se irá
mencionando más abajo alguna de la información derivada de estos estudios.
Resultados
El mapa: yacimientos por todas partes pero no en todas partes de la misma forma
La prospección a lo largo de una gran parte de la superficie del PNAESM
ha dejado al descubierto una gran cantidad de vestigios arqueológicos. En el
momento de redactar este trabajo, conforman cerca de 330 yacimientos arqueológicos y se encuentran dispersos de forma relativamente homogénea a lo
largo de las diferentes cuencas de la geografía del parque (Fig. 1).
Sus características son diversas. Una parte importante de los yacimientos
se documentan a partir del hallazgo de arquitectura visible en superficie. Muros
de piedra dan lugar a multitud de recintos, grandes y pequeños, en ocasiones
aislados y en otras conjuntos arquitectónicos con varias decenas de cercados
y posibles cabañas. Si bien su morfología parece relacionarlos con actividades
ganaderas pretéritas, la diversidad morfológica entre este tipo de yacimientos
es muy grande y parece testimoniar diferentes modos de gestión de los rebaños.
También se ha documentado el aprovechamiento, de manera recurrente, de pequeñas cavidades o abrigos formados por la acumulación de grandes bloques
erráticos y de canchales. En muchas ocasiones este aprovechamiento se vincula a pequeñas lares en su interior, en lo que debió ser un uso con una finalidad
habitacional. Por otra parte, también se han localizado vestigios de actividades
minero-metalúrgicas, arte rupestre, elementos funerarios así como depósitos de
cerámica y algunos materiales al aire libre.
Si bien el mapa de yacimientos da una imagen de una ocupación muy densa del espacio, hay que tener presente que la cronología de los yacimientos es
muy diversa. De hecho, cubre prácticamente 10.000 años con pocas interrupciones. Y, como se verá, durante este período de tiempo acaecieron numerosos
Alimentación y Medio Ambiente, años 2010-2013), Análisis ecológico de la culturización del
paisaje de alta montaña desde el Neolítico: los Parques Nacionales de montaña como modelo (Red de Parques Nacionales. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente,
años 2014-2016), Cims, Prats i pastures. L’explotació de l’alta muntanya del Parc Nacional
d’Aigüestortes i Estany de sant Maurici al llarg de l’Holocè: una aproximació arqueoecològica (Dep. Cultura, Generalitat de Catalunya, años 2014-2017).
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
Figura 2. Mapa del PNAESM con los yacimientos arqueológicos identificados (círculos amarillos). En negro se
señalan los yacimientos con cronología prehistórica. 1- Dolmen de la Font dels Coms, 2- Abric de
l’Estany de la Coveta I, 3- Cova del Sardo, 4- Covetes, 5- Despoblat del Tuc deth Lac Redon, 6- Abric del
Portarró, 7- Obagues de Ratera, 8- Coma d’Espòs, 9- Lac Major de Saboredo II, 10- Cova de Serradé,
11- Abric de l’Estany de Xemeneia, 12- Despoblat de la Cova , 13- Tarter de Llacs, 14- Planell del Sant
Esperit, 15- Port de Rus, 16- Túmulo de la Pleta d’Erdo, 17 Túmulo de Cometes de Casesnoves, 18- Abric
de la Girada Gran de Monestero, 19- cresta del Bony de Picardes-Montanyó Túmulo de les Cometes de
Casesnoves y Túmulo de la Pleta d’Erdo. Los triángulos azules muestran los sondeos paleoecológicos
mencionados en el texto. En rojo, los límites del área nuclear y periférica del Parque.
cambios en el asentamiento humano en esta parte de los Pirineos. Con esta
puntualización en la mente, es interesante observar con cierto detenimiento su
dispersión geográfica. De entrada, se aprecia la presencia de restos arqueológicos tanto en fondos de valle, como en diferentes puntos de las vertientes, en
circos glaciares e, incluso, en pasos de montaña, cimas y crestas. Sin embargo,
predominan los yacimientos en las zonas menos inclinadas, principalmente
próximos los fondos de circos y valles.
El análisis de la relación de las localidades de los yacimientos con los actuales usos del suelo presenta un escenario interesante. Se observa que en casi
todas las grandes clases de cubierta del suelo actuales del PNAESM, bosques
y matorrales y zonas rocosas y pedregosas hay alrededor de la mitad de los
yacimientos esperables si su distribución en el espacio fuera absolutamente
aleatoria (tabla 1). En cambio, los pastos y humedales tienen, en su conjunto,
algo más del doble. Esta sobrerrepresentación es especialmente notoria en los
humedales, que pese a cubrir una parte muy baja del terreno, tiene el 4,6% de
los yacimientos. Este panorama es plenamente coherente con una orientación
predominante de los asentamientos hacia el aprovechamiento de pastizales
vinculado a prácticas ganaderas.
161
162
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
Área (Ha)
% Área
PNAESM
Nº
yacimientos
Bosques
9680,9
24,2
33
10,1
-58%
Matorrales
2559,6
6,4
12
3,7
-42%
Humedales
151,7
0,4
15
4,6
1050%
11955,7
29,9
207
63,5
112%
Canchales y
zonas rocosas
14464
36,2
58
17,8
-51%
Otras
1164,4
2,9
1
0,3
-89%
Tipo cubierta
Pastos
%
%
yacimientos sobrerepresentación
Tabla 1. Distribución de los yacimientos identificados según el tipo de cubierta del suelo. El % de
sobrerrepresentación se establece como (%R-%T) /%T; donde %R es el porcentaje de yacimientos
existente en cada tipo de cubierta y %T es el porcentaje teórico si su distribución guardara la misma
proporción que los diferentes tipos de cubierta.
Con todo, esta visión general debe matizarse con análisis más detallados,
desagregando los yacimientos por épocas y, a su vez, modelando las cubiertas
vegetales que pudo haber habido en cada período (y especialmente sujetas al
incremento o disminución de las masas forestales). Sin embargo, la media de
altitudes de estos yacimientos se sitúa ligeramente por encima los 2.260 m.,
con una desviación típica de casi 195 m., un máximo de 2.881 m. y un mínimo
de 1.485 m. Este hecho indica una cierta predilección por altitudes compatibles con los actuales pastos de verano, con alrededor del 85% del total de ellos
emplazados por encima los 2.000 m.
El tiempo: ocupaciones durante todo el Holoceno, pero con diferencias
La cronología de los yacimientos del PNAESM se conoce, en gran medida,
gracias a la serie de 73 dataciones efectuadas en 39 yacimientos diferentes.
Los sitios excavados albergan una mayor cantidad de fechados, especialmente
la Cova del Sardo, con 22 dataciones. En términos generales, las dataciones
existentes cubren una secuencia temporal de 10.700 años, correspondiente a
todo el Holoceno. Con todo, se aprecian diferencias notables en la distribución
de las dataciones, y de las ocupaciones fechadas, en los diferentes períodos
temporales (tabla 2).
Complementan los resultados de las dataciones absolutas la adscripción
cronológica de algunos yacimientos atendiendo a las características de sus materiales. Así, por ejemplo, para cronologías prehistóricas se puede ampliar en 1
sitio y 1 ocupación el período entre 5600 y 3400 calANE, en 3 sitios y 3 ocupaciones entre 3400 y 2300 calANE y en 3 sitios y 3 ocupaciones el comprendido
entre 2300 y 300 calANE.
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
Periodo
Nº dataciones
Nº sitios datados
Nº ocupaciones datadas
8700-6500 calANE
2
2
2
5600-3400 calANE
13
1
3
3400-2300 calANE
12
10
11
2300-300 calANE
2
2
2
300 calANE -450 calDC
12
12
12
450-1050 calDC
13
11
12
1050-1450 calDC
9
7
8
1450-1850 calDC
10
9
11
Tabla 2. Número de dataciones, yacimientos y ocupaciones datadas por cada período.
La correlación entre número de sitios u ocupaciones datadas e intensidad
de la ocupación del PNAESM no puede establecerse de forma directa y unívoca. Diversos factores pueden matizar e incluso distorsionar esta relación.
Algunos derivan del propio modelo de poblamiento, puesto que un patrón con
asentamientos dispersos o móviles podría aparecer sobrerepresentado en términos de dataciones. Otros proceden del sistema de muestreo y de la selección
de los vestigios que se han fechado. En el programa de dataciones se han priorizado contextos presumiblemente prehistóricos. Esto y la dificultad de obtener
muestras de contextos arquitectónicos en catas de extensión muy limitada ha
provocado una mayor representación de pequeñas cavidades dentro de los yacimientos con al menos una datación absoluta.
Sin embargo, con todos estos condicionantes, y recordando que en los
últimos años se ha realizado un esfuerzo especial para documentar contextos de las fases prehistóricas menos representadas, se pueden sacar algunas
conclusiones. Las más destacadas son el incremento de dataciones y de yacimientos hace poco más de 5000 años y su posterior disminución hace aproximadamente 4300 años, que da lugar a una situación de escasos yacimientos
conocidos hasta bien entrada la época romana. Estos aspectos se desarrollan
en los siguientes apartados donde se plantea, de forma muy sucinta, un breve
relato sobre los datos del poblamiento prehistórico de esta parte de los Pirineos.
Los primeros indicios de presencia humana en el PNAESM (8700-5600 calANE)
Los primeros indicios de presencia humana en el PNAESM y en las zonas altas de su alrededor se remontan al inicio del Holoceno. Consisten en
dos hallazgos aislados. El primero, y más antiguo, es el nivel aparecido en un
sondeo a más de 20 cm. por debajo la base del túmulo del dolmen de la Font
dels Coms (Gassiot y otros, 2010, Gassiot y otros, 2014). En él se documentó
163
164
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
un agujero de poste con cuñas de piedra excavado en un estrato en el que se
recuperó uno de los dos únicos fragmentos de sílex tallados obtenidos durante
toda la excavación. La datación de un carbón procedente del poste facilitó un
resultado de entre el 8800 y 8560 calANE.
El segundo contexto es mucho más concluyente. Consiste en la fase de
ocupación más antigua del Abric de l’Estany de la Coveta I, una pequeña cavidad situada a 2.430 m. de altura (Fig. 3). En esta primera fase, se identificó
un pequeño hogar cerca de la entrada de la cavidad que, en su interior, contenía tres pequeñas lascas de sílex, de las cuales como mínimo una de ellas
había sido usada para cortar carne (Gassiot y otros, 2010). La datación de un
fragmento de madera de pino quemada del hogar ha proporcionado una antigüedad de entre 7000 y 6500 calANE. El lugar se interpreta como un pequeño
refugio que se ocupó puntualmente por parte de personas que, como mínimo,
procesaron carne de un animal, posiblemente cazado.
La definición del clima durante este período en el área de estudio es todavía confusa a nivel de detalle (Catalán y otros, 2013). En términos generales,
como en toda la primera mitad del Holoceno, parece haber existido una mayor amplitud térmica anual, propia de un clima más continental, con veranos
más cálidos e inviernos más fríos que en la actualidad. Con todo, se observan
fuertes fluctuaciones térmicas a escala de décadas, que parecen constituir episodios tanto a escala local como regional todavía mal definidos. Seguramente
Figura 3. Imagen del Abric de l’Estany de la Coveta I durante su excavación en 2005.
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
se produjo una gradual disminución de la aridez que, a su vez, aparece acompañada de un incremento de las masas forestales que colonizan los espacios
liberados por el retroceso glaciar.
La primera parte del Neolítico (5600-3400 calANE)
Durante la primera mitad del Holoceno, los vestigios de presencia humana
en el PNAESM van aumentando progresivamente. Si bien después de la primera
ocupación de l’Abric de l’Estany de la Coveta I han un período de unos 1.000
años en el que no conocemos ninguna traza arqueológica en toda la zona, a
partir de aproximadamente en torno el 5500 calANE vuelve a ser evidente la
actividad humana, en este caso en el valle de Sant Nicolau. Es en esta época
cuando empezó la utilización humana de la Cova del Sardo (Fig. 4), una pequeña cavidad/cornisa originada por la sobreexcavación glaciar en la base de un
farallón granítico en la parte baja de la ladera del valle, uno de los principales
del Parque. Su aprovechamiento como lugar de hábitat o refugio fue recurrente
a partir de entonces y a lo largo de los 3.000 años posteriores.
En su primera ocupación la cavidad fue empleada de forma muy puntual
como refugio, como testimonia un pequeño hogar y algunos fragmentos líticos
tallados. Sin embargo, a partir del 4800 calANE su uso fue mucho más intenso
y duradero en el tiempo. Así, en los siguientes 400 años se empleó la cavidad
Figura 4. Cova del Sardo de Boí durante la excavación de los niveles neolíticos.
165
166
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
como un lugar de residencia y en el exterior, en una pequeña terraza, se llevó
a cabo la combustión de grandes cantidades de ramas de pino, enebro y otras
plantas leñosas. Posteriormente, durante los siglos que van del 3900 al 3500
calANE la ocupación de la cavidad se restringió a su interior, siempre alrededor
de hogares que funcionaron como elementos centrales del espacio: lugares de
cocina y de abrigo.
En términos cronológicos, estas primeras ocupaciones de la Cova del Sardo
de Boí coinciden con el proceso de neolitización del Mediterráneo occidental
y que en el nordeste de la Península Ibérica arranca en la primera mitad del VI
Milenio calANE. La primera ocupación de la cavidad podría corresponder al
inicio de este proceso, aunque no hay ningún vestigio, quizás por la parquedad
de los restos encontrados, que permita plantear que estuvo asociada a prácticas
ganaderas o agrícolas. La siguiente fase de ocupación coincide cronológicamente con las ocupaciones de otros yacimientos pirenaicos mencionados en
este volumen, la Cova dels Trocs en el valle de Benasque y la Cueva de Coro
Trasito de Tella, en Sobrarbe. En ambas, el inicio de las ocupaciones humanas
arranca alrededor del 5200 calANE (ver por ejemplo los trabajos de Rojo y
otros y Clemente y otros en este volumen) y se extienden a lo largo de los siglos
posteriores. En el PNAESM el estrato inferior documentado en el sondeo efectuado en la cornisa de Covetes, cerca de la Cova del Sardo, podría corresponder también con este período (Gassiot y otros, 2014, Mazzucco y otros, 2013).
A lo largo de esta primera mitad del Holoceno el clima seguramente siguió
manteniendo un grado de continentalidad superior al actual, con veranos algo
más cálidos y quizás más largos e inviernos seguramente más fríos (Catalán y
otros, 2013). Posiblemente se sucedieron algunos episodios de descenso de
la pluviosidad que, salvo excepciones, no condicionaron el desarrollo de una
vegetación marcada fundamentalmente por la temperatura. En ella hubo una
presencia de caducifolios sensiblemente mayor que en la actualidad. De hecho, la elevada frecuencia del avellano (Corylus) en los registros polínicos de
montaña pirenaica es un hecho recurrente, también en los del PNAESM. Otros
taxones como Quercus (caducifolio), Betula, Ulnus o Tilia también estuvieron
presentes de forma significativa. Al final del período se constata el inicio de la
presencia del abeto (Abies) en zonas umbrías.
Por otra parte, aunque la actividad humana en la zona no dejó trazas muy
evidentes en los registros sedimentarios de lagos y turberas, las muestras polínicas obtenidas en la Cova del Sardo muestran un paisaje forestal abierto y
degradado en las inmediaciones de la cavidad. Podría ser resultado de pequeñas aperturas del bosque vinculadas a actividades ganaderas (Gassiot y otros,
2012). La recuperación de una semilla de cebada indica que los habitantes de
la cavidad tenían contacto con la agricultura si es que no la practicaban directamente en el valle.
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
La segunda parte del Neolítico (3400-2300 calANE)
A partir del 5400 calANE se constata un incremento de lugares con vestigios arqueológicos de ocupación humana. Este aumento es evidente en todo el
parque y se hace más explícito a partir del 3000 calANE. La Cova del Sardo de
Boí continuó siendo habitada. En torno al 3300 calANE se construyó algún tipo
de cubierta en el exterior de la cornisa, apoyada al frente del farallón (Gassiot y
otros, 2010, Gassiot y otros, 2014). En esta época también se utilizó una pequeña cornisa situada a pocos metros de la principal. Posteriormente, entre el 2900
y 2500 calANE la ocupación se desplazó de nuevo al interior de la cavidad en
lo que seguramente fue un uso reiterado de la cavidad alternado con períodos
estacionales de abandono (Gassiot y otros, 2012).
En la misma zona del PNAESM, en el valle de Sant Nicolau, dos yacimientos más tienen ocupaciones que se han datado por C14 en este período. Se trata
de la Cova de Serradé y de Covetes, donde se ha documentado una segunda
fase prehistórica por encima en estrato estéril que cubría la primera. En otros
lugares del parque se ha localizado también evidencias de esta época. Principalmente se encuentran en pequeños abrigos existentes en la base de uno o
diversos bloques erráticos amontonados al final del último período glaciar. El
Abric de l’Estany de la Coveta I, Abric del Portarró, Abric de les Obagues de
Ratera, Lac Major de Saboredo II y la Cova de Serradé presentan ocupaciones
datadas en esta época (Gassiot y otros, 2014) y en el Abric de la Girada Gran
de Monestero se recuperó una laminilla de sílex que podría pertenecer también
a este período. También se han documentado ocupaciones en contextos al aire
libre. Una de ellas es la construcción de la Coma d’Espòs, donde los restos
de una viga o poste de madera quemada han facilitado una fecha de entre el
2886 i 2667 calANE. La otra consiste en los restos de un hogar identificado por
debajo de la base de una construcción de época romana en el Despoblat del
Tuc deth Lac Redon. Finalmente, posiblemente pertenezcan a esta época los
dos fragmentos de pequeñas láminas de sílex localizadas en la cresta del Bony
de Picardes-Montanyó, entre los lagos de Mainera y el Negre de Peguera, por
encima los 2.700 m. de altitud.
El estudio de los materiales recuperados en la Cova del Sardo aporta información sobre algunos aspectos de la vida humana asociada a este periodo de
expansión numérica y territorial de los yacimientos en el PNAESM. La acidez
de los suelos graníticos ha degradado mucho los restos faunísticos de toda la
secuencia prehistórica en el yacimiento. Sin embargo, en esta última ocupación se ha podido identificar un fragmento de molar de cabra doméstica (Capra
hircus) que certifica la existencia de ganadería (Navarrete y Saña, 2013). La
elevada presencia de pequeños fragmentos de diáfisis de ovicápridos no determinados en los conjuntos óseos en esta ocupación y en las anteriores hasta
el 4800 calANE probablemente sean indicativos de que la ganadería estuvo
presente en casi todas las ocupaciones prehistóricas de la cavidad.
167
168
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
Figura 5. Materiales líticos tallados de la Cova del Sardo. a-b) segmentos (Nivel 8, 4800-4400 calANE, y Nivel
7, 3900-3500 calANE); c) trapecios isósceles (Nivel 5, 2900-2500 calANE); d) punta foliácea (Nivel
6, 3400-3100 calANE). e-i) raederas. Las piezas f) y g) son dos elementos de hoz (respectivamente
Nivel 8 y Nivel 7). El Nivel 8 y Nivel 7 corresponden a la primera parte del Neolítico, mientras los dos
restantes a la segunda. Proceden de áreas externas a la parte axial de la cordillera, de las sierras
exteriores y la depresión del Ebro. Incluso la materia prima de la punta (d) provablemente provenga
del valle del Ródano.
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
Según los registros de diatomeas (Catalán y otros, 2013) al final del período precedente o inicios de este se produjo una sensible disminución de las
temperaturas de verano y otoño, mientras que quizás las de invierno y primavera experimentaron un ligero ascenso. Con ello, se redujo la amplitud térmica
anual, situación que perdura hoy en día. La vegetación experimentó un cambio
remarcable, con la extensión del abeto y, un poco más tarde, del haya (Fagus).
En definitiva, en los pisos subalpinos se consolidaron bosques aciculifolios. En
paralelo, la columna sedimentaria de la Coma de Burg, indica que alrededor
del 3400-3100 calANE los incendios fueron crecientes, posiblemente provocados para abrir espacios en el bosque. En el final de este episodio de quemas se
constata un incremento del polen de Poaceae, indicativo de la extensión de los
pastos y aparece de manera clara polen de cereales.
Es posible que en este período se comience a gestar un aprovechamiento
ganadero de los pastos de altura relativamente intensivo. En este sentido, en
una parte relevante de los materiales líticos recuperados en la Cova del Sardo
las materias primas empleadas proceden de diversos puntos del exterior de la
parte axial de la cordillera dispuestos sobre el valle del Noguera Ribagorzana y
Segre (Mazzucco y otros, 2013a y Mazzucco y otros, 2013b). En su mayoría las
piezas líticas circularon ya elaboradas, seguramente como ajuar de personas
que efectuaban desplazamientos desde el valle del Ebro hacia esta parte de
los Pirineos (Fig. 5). Este movimiento es coherente con una hipotética ganadería que aproveche en verano pastos de las zonas altas de la cordillera y en
invierno se desplace a zonas más bajas. Estos indicios, que ya se detectan en
las primeras fases neolíticas de la Cova del Sardo cobran más intensidad en las
últimas. No obstante, investigaciones futuras tanto sobre otros yacimientos de
los Pirineos y Prepirineos como sobre conjuntos faunísticos mejor preservados
permitirán evaluar mejor esta inferencia que, actualmente, debe considerarse
meramente a nivel de hipótesis.
Los cambios del final de la Prehistoria (2300 – 300/200 calANE)
Con posterioridad al 2300 calANE ninguno de los yacimientos ocupados
durante la expansión de la segunda parte del Neolítico presenta más vestigios de
ocupación humana. Se inicia así un vacío de ocupaciones en estos abrigos, cavidades e incluso emplazamientos al aire libre que tendrá continuidad hasta época
romana (como en el Despoblat del Tuc deth Lac Redon) o medieval (como en la
Cova del Sardo). En términos generales, a partir del último tercio del III Milenio
calANE se aprecia un cambio radical en el patrón de dispersión de restos arqueológicos en todo el Parque. Sin duda alguna, refleja una profunda transformación
en el modo de poblamiento y explotación de esta parte de los Pirineos, aunque
los datos existentes actualmente no permiten caracterizarlo con precisión.
En primer lugar, con posterioridad al 2300 calANE prácticamente desaparecen los indicios de asentamientos con finalidad de hábitat o refugio en
169
170
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
toda el área (Gassiot y otros, 2014). Entre este momento y el 300/200 calANE
únicamente se conoce un solo abrigo con trazas de haber sido empleado como
lugar de habitación o refugio, el Abric de l’Estany de Xemeneia, donde el carbón de un hogar ha proporcionado una fecha de 1682-1464 calANE. Por otra
parte, por debajo de los niveles medievales del Despoblat de la Cova se han
documentado materiales cerámicos y líticos prehistóricos en un estrato que ha
facilitado una datación de 1310-1120 calANE. Más allá de estos dos casos puntuales, no hay ningún otro vestigio de posible lugar de asentamiento durante
estos dos milenios. Este hecho contrasta con las 11 ocupaciones datadas en el
milenio precedente, 12 si contabilizamos el Abric de la Girada Gran de Monestero. Tomando esta variable, parecería que en la fase final de la prehistoria
se produjo una importante disminución de la presencia humana en el área. Sin
embargo, seguramente no fue así.
Una segunda característica de este cambio es la aparición de depósitos de
recipientes cerámicos en diversos puntos del PNAESM (Gassiot y otros, 2010,
Gassiot y otros, 2014). A fecha de hoy se conocen cuatro: Planell del Sant Esperit, Tarter de Llacs, Abric de l’Estany de la Coveta I y Port de Rus. En el segundo
y tercer lugar se encontró, en un pequeño recoveco entre grandes bloques de
canchal, un recipiente cerámico de grandes dimensiones. En el primero fueron
tres los recipientes hallados, mientras que en el último se tratan de diversos
fragmentos de una única pieza, el resto de la cual percoló en el momento de
fracturarse por el canchal (Fig. 6). En ninguno de los casos se identificó traza
alguna de asentamiento asociado. De hecho, esta ausencia es muy evidente
en el Abric de l’Estany de la Coveta I, donde la excavación del interior de la
cavidad adyacente al hallazgo no mostró ninguna ocupación de la época de la
vasija encontrada. En definitiva, se han identificado pequeños receptáculos o
almacenes de cerámica desvinculados de espacios habitacionales inmediatos.
Posiblemente se trate de recipientes guardados para su uso en diversos puntos
del territorio alejados de los asentamientos de esa época.
Otro elemento propio de este período es la aparición de vestigios funerarios. En los últimos años se ha ampliado el conocimiento de dólmenes en los alrededores del PNAESM (García y otros, en prensa) posiblemente pertenecientes
a este período. En el interior del Parque los elementos funerarios encontrados,
en como mínimo un par de lugares diferentes, son pequeños túmulos circulares
algo más recientes (Túmulo de les Cometes de Casesnoves y Túmulo de la Pleta
d’Erdo), concretamente de los últimos siglos de este período. Con todo, su presencia indica la frecuentación de la zona en un período en el que los contextos
de hábitat brillan por su ausencia.
A nivel climático no se aprecian circunstancias claras que puedan correlacionarse con esta modificación de los patrones de poblamiento y explotación
del PNAESM al final del Neolítico. De hecho, la tendencia a inviernos más
suaves y veranos algo más frescos iniciada más o menos con el comienzo del
período anterior ya se ha consolidado. En la vegetación a mitad del II Milenio
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
Figura 6. Cerámicas de la Edad de Bronce recuperadas enteras en diversos puntos del PNAESM. Los
tres dibujos de arriba proceden del Planell de Sant Esperit, la vasija con cordón aplicado de la
izquierda de la imagen del Tarter de Llacs y, finalmente, la de la derecha del Abric de l’Estany
de la Coveta I. En la fotografía aparecen los cuatro primeros recipientes.
171
172
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
calANE las señales de impacto antrópico en la vegetación se intensifican. Así,
en la columna de la Coma de Burg se aprecia una mayor degradación del bosque, con periodos de incendios frecuentes, disminución de los caducifolios
y del abeto con relación al pino e incremento de los pastos y de las trazas de
cereales (Gassiot y otros, 2010, Gassiot y otros, 2014). Al final del período y en
los primeros siglos del proceso de romanización de los alrededores de la cordillera termina esta situación con una fase de menor impacto en la vegetación.
A partir de los siglos III/II calANE y, de manera especialmente clara, del II/
III calDC los datos arqueológicos actuales vuelven a mostrar un incremento del
número de yacimientos, la cifra de ocupaciones y que éstas cada vez son más
intensas y de mayor entidad. Esta progresión alcanza un máximo posiblemente
en torno el s. XIII-XIV y, quizás de nuevo en el XVI. Junto a las actividades ganaderas, en algunas ocasiones se han constatado actividades mineras y metalúrgicas, fundamentalmente en época romana y al inicio del período medieval.
Esta historia, sin embargo, excede de los límites del presente trabajo.
Conclusiones
Las investigaciones efectuadas en diversas zonas altas de la cordillera pirenaica están dejando al descubierto un pasado desconocido y difícil de imaginar
hace apenas 20 años. La arqueología del PNAESM es paradigmática de este
cambio en los conocimientos sobre el pasado de esta zona de montaña del
sur de Europa y, en ningún caso, es única ni excepcional. En otras partes de la
cordillera, con matices y particularidades diversas, suceden cosas similares: territorios sin casi ninguna información arqueológica que cuando son sometidos
a estudios intensos acaban apareciendo como lugares con una gran cantidad
de vestigios, relativamente diversos y, sobretodo, de períodos temporales muy
amplios y diversos. En el caso expuesto en este trabajo este incremento es evidente: en poco más de 10 años de investigación el PNAESM ha pasado de no
tener ningún yacimiento catalogado en su interior a tener más de 300. Por otra
parte es también ilustrativa la amplitud temporal de la secuencia arqueológica
que se ha podido documentar y que, actualmente, y con algunas interrupciones, cubre algo más de 10.000 años.
Otro elemento destacable es que el registro arqueológico del PNAESM
ahora permite empezar a definir las diversas formas de poblamiento y explotación de esta zona de alta montaña. Así, en los primeros milenios del Holoceno
parece que la presencia humana fue más bien escasa o poco intensa, inicialmente quizás vinculada a actividades de caza y, posteriormente, incorporando
algún tipo de ganadería. En esta primera parte del Neolítico los datos sugieren
que los asentamientos se emplazaron en zonas de fondo de valle y que se pudieron abrir áreas de pasto o incluso cultivo a su alrededor. Sin embargo, a partir del 3300 calANE, y de manera incluso más intensa desde hace 5.000 años,
se procedió a aprovechar de forma más evidente las zonas de pastos alpinos. En
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
este proceso posiblemente se empezó a presionar el límite superior del bosque
y se extendieron estas zonas de pasto, con la ayuda puntual del fuego. También
es posible que esta ganadería principalmente fuera itinerante sobre una base
estacional y que su movimiento vinculara la cordillera con otros lugares (¿pastos de invierno?) de su periferia o, incluso, de su exterior.
Finalmente, y de forma paradójica, a partir del 2300 y hasta el 300/200
calANE casi desaparecen los asentamientos arqueológicos justamente coincidiendo con un período en que los indicios de alteración humana del entorno se
vuelven más intensos, especialmente a partir del 1500 calANE. Este fenómeno
se complementa con la diversificación del tipo de restos arqueológicos encontrados, entre los que destacan los depósitos de vasijas de cerámica.
Sea cual sea la interpretación de estas situaciones, así como del nuevo incremento de asentamientos en época romana y medieval, lo que es innegable
es que la secuencia arqueológica del PNAESM muestra la presencia de importantes cambios a lo largo del tiempo. En otras palabras, las prácticas humanas
que la originaron fueron variando con el paso de los siglos. Si hubo ganadería
ya hace 6000 o 7000 años, sin duda esta ganadería fue transformándose de tal
forma que la que documentaron los etnógrafos a finales del s. XIX e inicios del
s. XX poco tenía que ver con aquella. Y a la par, también cambiaron las otras
prácticas sociales. En definitiva, cuanto más avanza la investigación, de forma
más clara se nos manifiesta el hecho que las áreas de montaña albergan también historias largas e interesantes y el silencio sobre su pasado poco a poco
se desvanece.
Bibliografía
Catalan, J., Pèlachs, A., Gassiot, E., Antolín, F., Ballesteros, A., Batalla, M., Burjachs,
F., Buchaca, T., Camarero, L., Clemente, I., Clop, X., García, D., Giralt, S., Jordana-Lluch, L., Madella, M., Mazzuco, N., Mur, E., Ninyerola, M., Obea, L., Oltra,
J., Pérez-Obiol, R., Piqué, R., Pla-Rabés, S., Rivera-Rondón, C., Rodríguez, J.M.,
Rodríguez, D., Sáez, A. y Soriano, J.M., 2013. “Interacción entre clima y ocupación humana en la configuración del paisaje vegetal del Parque Nacional de
Aigüestortes i Estany de Sant Maurici a lo largo de los últimos 15.000 años”, en
Ramírez , L., y Asensio, B., (eds.), Proyectos de investigación en Parques Nacionales: 2009-2012 - Naturaleza y Parques Nacionales. Madrid, Organismo Autónomo
de Parques Nacionales, pp. 71-92.
Cunill, R., 2010. Estudi interdisciplinmari de l’evolució del límit superior del bosc durant el període holocènic a la zona de Plaus de Boldís-Montarenyo, Pirineu central
català, Tesis Doctoral, Dept. Geografia, UAB, Bellaterra. http://ddd.uab.cat/pub/
tesis/2011/hdl_10803_4995/rca1de2.pdf (consulta 9-11-2012).
Ejarque, A., Miras, Y., Riera, S., Palet, J.M. y Orengo, H.A., 2010. “Testing microregional
variability in the Holocene shaping of high mountain cultural landscapes: a palaeoenvironmental case-study in the Eastern Pyrenees”. Journal of Archaeological
Science, 37, pp. 1468-1479.
173
174
Ermengol Gassiot, Ignacio Clemente, David García, Niccolò Mazzucco, Laura Obea, David Rodríguez
Garcia Casas, D., Gassiot, E., Mazzucco, N., Obea, L., Puig, E. y Rodríguez Antón, D.,
en prensa. “On són els vius? El poblament de l’Alt Pirineu occidental durant el
II - I Mil·lenni calANE”. En Actes del XVè Col·loqui Internacional d’Arquelogia de
Puigcerdà, noviembre de 2012.
Gassiot, E., Pèlachs, A., Bal, M.C., García, V., Julià, R., Rodríguez Antón, D. y Astrou,
A. CH., 2010. “Dynamiques des activités anthropiques sur un milieu montagnard
dans les Pyrénées occidentales catalanes durant la Préhistoire: une approche multidisciplinaire.” En Archéologie de la Montagne Européenne. Bibliothèque d’Archéologie de la Méditerranéenne et Africaine 4. Errance. Paris, pp. 33-43.
Gassiot, E., Rodríguez-Antón, D., Burjachs, F., Antolín, F. y Ballesteros, A., 2012. “Poblamiento, explotación y entorno natural de los estadios alpinos y subalpinos del
Pirineo central durante la primera mitad del Holoceno”. En Cambios climáticos vs.
cambios tecnológico-culturales: Las transiciones Paleolítico Superior final – Mesolítico - Neolítico antiguo en el NE de Iberia, Cuaternario y Geomorfología, 26 (3-4),
pp. 26-42.
Gassiot, E., Rodríguez, D., Pèlachs, A., Bal, M.C., Garcia, V., Julià, R., Pérez, R. y Mazzucco, N., 2014. “La alta montaña durante la Prehistoria: 10 años de investigación en el Pirineo catalán occidental”. Trabajos de Prehistoria, 71(2), pp. 262-282.
Gourdon , M., 1879. “Les sépulcres du Val d’Aran”. Bulletin de la Société Ramond , pp.
79-83.
Le Couédic, M., 2010. Les pratiques pastorales d’altitude dans une perspective ethnoarchéologique. Cabanes, troupeaux et territoires pastoraux pyrénéens dans la longue
durée, Thèse de doctorat, université François-Rabelais de Tours, en ligne, http://tel.
archives-ouvertes.fr/tel-00543218/fr/
Mazzucco, N., Gassiot, E., Ortega, D., Clemente-Conte, I. y Rodríguez Antón, D.,
2013a. “Lithic Procurement at the Cova del Sardo between the V-III Millennium
calBC: data on mobility strategies”. Archeologia Postmedievale, 17, pp. 51-60.
Mazzucco, N., Gassiot, E., Rodríguez-Antón, D., Garcia Casas, D. y Obea-Gómez, L.,
2013b. “Les primeres comunitats ramaderes de la Vall de Sant Nicolau (5.0002.300 CalANE)”. En: IX Jornades sobre Recerca al Parc Nacionald’Aigüestortes i
Estany de Sant Maurici Boí (Alta Ribagorça), 17, 18 i 19 d’octubre de 2012, Generalitat de Catalunya, pp. 221-234.
Montserrat, J. M., 1992. Evolución glaciar y postglaciar del clima y la vegetación en la
vertiente sur del Pirineo: Estudio Palinológico. Instituto Pirenaico de Ecología –
CSIC. Zaragoza.
Navarrete, V. y Saña, M. (2013). Infermo de l’anàlisi arqueozoològica del jaciment de
“La Cova del Sardo” (Vall de Boí, Alta Ribagorça) Campanyes d’excavació arqueológica 2006-2007-2008. Informe inédito. Bellaterra: Departament de Prehistòria,
Universitat Autònoma de Barcelona, 75 pp.
Orengo, H., 2010. Arqueología de un paisaje cultural pirenaico de alta montaña. Dinámicas de ocupación del valle del Madriu-Perafita-Claror (Andorra). Tesi doctoral
inèdita. institut català d’Arqueologia Clàssica - Universitat Rovira i Virgili.
Palet, J.M., Julià, R., Riera, S., Ejarque, A., Orengo, H., Miras, Y., Garcia, A., Allée, Ph.,
Reed, J., Marco, J., Marqués, M.A., Furdada, G. y Montaner, J., 2012. “Landscape
Systems and Human Land-Use Interactions in Mediterranean Highlands and Li-
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas en el Parque Nacional d’Aigüestortes...
ttoral Plains during the Late Holocene: Integrated Analysis from the InterAmbAr
Project (North-Eastern Catalonia)”. Journal for Ancient Studies, 3, pp. 305-310.
Rendu, C., 2003. La montagne d’Enveig, une estive pyrénéenne dans la longue durée.
Trabucaire, Canet-sur-mer.
Rendu, C., Calastrenc, C., Le Couédic, M., Galop, D., Riu,s D. y Bal, M.C., 2013.
“Montagnes et campagnes d’Oloron dans la longue durée. Premiers résultats d’un
programme interdisciplinaire”. En: Barraud D. y Réchin F. (eds.), D’Iluro à Oloron-Sainte-Marie, Un millénaire d’histoire, Aquitania, 29, pp. 37-69.
Serra Ràfols , J. C., 1923. “Exploració arqueològica al Pallars”. Butlletí de l’Associació
Catalana d’Antropologia, Etnologia i Prehistòria , I:pp. 69-84.
Soler A., Delgado J., Arcos D., Caedellach E. y Ayora C., 1995. “The diverse types of Au
mineralization in the Pyrenees and their significance in the evolution of Hercynian
origen”. En Asava J., Kribek B. y Zak K. (eds),Mineral Deposits: From their origin to
environmental impacts, Rotterdam, Balkema, pp. 71-74.
175
XI
De piedra, tierra y madera:
una mirada comparativa entre
las cabañas pirenaicas
Carine CALASTRENC
« L’élevage, surtout en montagne, est un fait global où rien, ni le mode de vie
du berger, ni le milieu, ni les instruments et équipements professionnels, ni même
une impondérable culture n’est séparé. Comprendre un élément veut que l’on
comprenne l’ensemble. » (Blanc y Rouzaud, 1994, p. 92).
¿Por qué observar las cabañas de pastor
como objeto de comparación?
Para investigar los sistemas pastorales y la evolución de los modos de gestión del espacio montañés a largo plazo, es necesario tener en cuenta el elemento arquitectónico más pequeño del pastoralismo: la cabaña de pastor.
¿Por qué este elemento más que otros? ¿Por qué poner en el centro del
raciocinio la cabaña y no el cercado, el pasillo de ordeño u ‘orri’ o incluso el
lugar de resguardo de los corderos? ¿Por qué estas estructuras, de pocos metros
cuadrados, son las más significativas?
Benoît Cursente, en su estudio de las poblaciones ‘casales’, remarca que
para entender la formación de la villa hay que descender hasta la estructura
básica de ésta: la casa. Ello significa que no podemos entender lo general si no
se comprende lo particular. Esta observación se puede transpolar al estudio del
pastoralismo. Hay que fijar la observación sobre las estructuras básicas, el punto central del sistema pastoril: las cabañas de pastor. Se trata de discernir sus
evoluciones internas, bien sean estructurales o temporales, de identificar los
mecanismos propios de cada una para definir los marcos generales. De ahí que
las cabañas de pastor se convierten en uno de los ejes centrales de reflexión ya
que son la materialización de la antropización y la domesticación de un espacio concreto: la zona de pastos de altura o la ‘estiva’.
177
178
Carine Calastrenc
Las cabañas, simples construcciones para albergar a los pastores durante
los meses de verano (colchón y cocina), estructuran el territorio pastoril. Son
también los centros organizadores de los pastos y de las actividades pastoriles
(elaboración del queso, cuidado/curación de los animales, etc.). Además, ellas
disponían de un espacio propio sobre el que tenían toda autoridad, el trayecto
del rebaño. Centro de vida, centro de gestión de un espacio, centro de múltiples actividades, la cabaña del pastor es un espacio plural y puede serlo aún
más en cuanto nos desvele sus particularidades. No es más que la parte emergente de un iceberg, el sistema pastoral. Por eso debe conservar en su arquitectura, alguna marca, alguna traza del sistema que la ha producido. Las formas
de construcción están repletas de información y pueden desvelarnos una parte
de los sistemas pastoriles y de las motivaciones y necesidades de los hombres
que las han creado.
Pero ¿cómo abordamos las cabañas de pastor? ¿Cómo aprehender esas estructuras tan diferentes por su aspecto externo, por sus superficies, sus formas,
sus grados de conservación, su ubicación, sus interrelaciones con otros tipos de
infraestructuras pastorales y por sus valores jurídicos y sociales? ¿Cómo aproximarnos a la cabaña?
El acercamiento al estudio de estas estructuras pasa primero por el establecimiento de un inventario arqueológico. Pero no es suficiente. Colocar puntos
sobre un mapa es el inicio del razonamiento. De este trabajo preliminar, pero
sin embargo primordial, se derivan preguntas relacionadas con la tipología y
cronología de los sitios catalogados. La comparación de los resultados pasa
esencialmente por la confrontación con los datos recogidos en otros sectores
territoriales de los Pirineos también estudiados en Cerdanya, Andorra y en el
Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, territorios en los que
se puede disponer de una cronotipología de los sitios pastoriles.
La cuestión subyacente es saber si el “modelo de los Pirineos orientales” se
puede utilizar en otros valles. Si el corte cronológico establecido en la montaña de Enveitg, en la Cerdanya norte, y en Andorra tiene su resonancia en otros
sectores de los Pirineos. Para ello, se trata de saber si las evoluciones arquitectónicas de las estructuras pastoriles y de los sistemas que ellas representan, son
idénticos de un lado a otro de la cadena, si responden a una misma evolución
cronológica. Esta cuestión lleva a plantearnos sobre la pertinencia de una transformación homogénea de los modos de gestión de los recursos naturales de los
pastos sobre el conjunto del mundo pirenaico.
De esta forma, los datos procedentes de tres prospecciones e inventarios
efectuados en tres sectores diferentes se van a confrontar con los resultados
obtenidos previamente en la montaña de Enveitg y en Andorra. Esta confrontación sólo se va a basar en un criterio tipológico: la arquitectura de las
cabañas.
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas
Entre dos vertientes; entre tres montañas
Los sectores puestos en correlación con los cuadros cronotipológicos de
los “Pirineos orientales” se encuentran en las dos vertientes de la cadena pirenaica: Valle de Barroude (Valle de Aure – Hautes-Pyrénées), los Llanos del
Hospital de Benasque y los pastos de verano de Anéou (Haute vallée d’Ossau
– Pyrénées-Atlantiques). En este trabajo presentamos una síntesis de los datos
disponibles para estos lugares a partir de las prospecciones que se realizaron
entre el 2000 y 2004 (Fig. 1).
Se trata de tres sectores geográficos diferentes, tanto por sus superficies
como por las orientaciones, altitudes y entorno natural. Además, actualmente
disponen de modos de gestión bien distintos.
El Valle de Barroude se encuentra en el interior del territorio comunal de
Aragounet (Hautes-Pyrénées) pero pertenece indivisiblemente a las comunidades de Bazus-Aure et de Guchan. Está situado al sudoeste del valle de Aure y
limita con el valle de Campan (Hautes-Pyrénées) y el valle de Barrosa (Aragón).
Se trata de un valle de unos 15 km² situado entre 1.680 y 3.085 metros de altitud. Está limitado por el pico Troumouza al SW (3.085 m), Puerto Viejo al SE
(2.878 m), el pico de Bougage al NE (2.418 m) y el pico de Piau al NW (2.696
m). Este territorio podría caracterizarse por un “escalonamiento a dos niveles”:
Figura 1. Mapa de localización de los sectores prospectados.
179
180
Carine Calastrenc
el fondo del valle y el circo de Barroude. El primero de ellos se reparte, a lo
largo del arroyo de Gèla, en dos espacios llanos: la “Hourmagerie” al este y
las “Pales de la Gèla” al oeste. El circo de Barroude se inicia en la cima del
“Pitchous de Barroude” (a 2.300 metros de altitud) y se prolonga hasta la línea
fronteriza.
Actualmente este territorio es utilizado como zona de pasto de bovinos
provenientes de las explotaciones agrícolas de los dos propietarios, los pueblos
de Bazus-Aure y de Guchan. Vacas y terneros recorren las partes bajas de los
pastos durante los meses de verano.
Los Llanos del Hospital se encuentran en territorio comunal de Benasque
(Huesca) perteneciente al Parque Natural de Posets-Maladeta, al nordeste del
valle del Ésera. Se encuentra entre el límite fronterizo con Francia y el valle de
Aran. Se trata de un rellano herboso de 0,9 km² (0,5 km en el sentido norte-sur
y 1,8 km en sentido este-oeste) que se encuentra entre 1.700 y 1.800 m. de altitud. Los Llanos del Hospital se localizan entre picos de altitudes significativas:
al nordeste el pico de Sauvegarde (2.738 m.), al NW el de Estauas (2.754 m.) y
al sur los contrafuertes del macizo de Maladeta dominado por la cima más alta
de los Pirineos, el Aneto (3.404 m.). Este llano se distingue por su organización
alrededor del río Ésera, que se alimenta de las aguas que vienen de la vertiente
sur de los picos fronterizos y la vertiente norte del macizo de la Maladeta y está
rodeado de vastas zonas forestales. En la actualidad pastan allí los rebaños de
bovino en junio y a finales de octubre; rebaños de ovinos durante julio y en
septiembre-octubre y equinos que aprovechan los pastos también a finales de
verano e inicios de otoño (septiembre-octubre). Desde 2004, alrededor de 800
vacas, 4.000 ovejas y una treintena de caballos frecuentan estos pastos.
La estiva de Anéou se encuentra al sur-oeste del valle de Ossau (Pirineos
Atlánticos) junto a la carretera que va al collado de Portalet y accede al valle de Sallent de Gállego (Huesca). Se trata de una de las más bellas estivas
de estos valles que tradicionalmente se ha considerado como ‘el templo del
pastoralismo’ por las actividades allí registradas relacionadas con productos
lácteos que aún hoy sons muy remarcables. Estos pastos, de 12 km² (4 km. en
dirección E-W y 3 km. N-S), se despliegan hacia la parte sur del pico Midi de
Ossau (2884 m). Los pastos se disponen entre 1.709 y 2.364 m. de altitud entre
varios valles, llanos y cañadas. En el sur sobresale el pico de Anéou (2.364 m.),
al oeste el pico de Gradillera (2.271 m.) y al norte el pico Peyreget (2.487 m.).
Esta estiva está bajo el dominio del ‘sindicato’ del Bas Ossau (cantón de Aurdy)
y pertenece al Parque Nacional de los Pirineos. De junio a septiembre numerosos rebaños de ovejas lecheras, con sus respectivos pastores, se reparten los
pastos de esta estiva. Estos rebaños están compuestos por unas 200 cabezas de
media. En octubre bajan de nuevo a las poblaciones del fondo de valle y dejan
los pastos para que sean rasurados por los caballos.
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas
Estos son pues los tres sectores geográficamente diferentes que solamente
tienen en común el estar situados en zonas de alta montaña y registrar actividades pastorales. Esta diversidad podría parecer que limita la posibilidad de comparar y extraer conclusiones. Pero es al contrario, ya que debería permitirnos
ver los diferentes sistemas pastoriles y poner en valor las evoluciones, bien sean
comunes como totalmente antinómicas.
Los materiales de construcción como único punto de correlación
Las tipologías arquitectónicas de las cabañas de pastor pueden basarse
en tres criterios: los materiales de construcción, la forma o la superficie. En el
presente estudio tan solo tomaremos en cuenta uno de ellos: las materias primas. Esta elección es debida a que los modos de construcción están muy bien
documentados en Cerdanya (montaña de Enveitg) y Andorra y porque a través
de las excavaciones arqueológicas se conocen las evoluciones cronológicas.
Además, se trata del testimonio más visible arqueológicamente y el más fácil
de estudiar.
¿Pero cómo podemos asociar y comparar sitios conocidos por una parte
mediante la excavación (solo en condiciones de dar una visión de la realidad
espacial, estructural y cronológica de un sitio arqueológico de este tipo) y
por otra a través la prospección (que da una imagen fragmentada)?. Efectivamente, las informaciones recopiladas a partir de un inventario arqueológico
deben ser tomadas con prudencia pues sólo desvelan ciertos indicadores y
no dan más que una representación de la estructura. Solamente algunos indicios arquitectónicos y espaciales son perceptibles. La realidad y profundidad
estructural y cronológica del sitio se escapa de la vista del prospector. No
obstante, la prospección permite diferenciar la naturaleza de los materiales
utilizados en la construcción de las estructuras pastoriles. De esta forma, la
evaluación del volumen de piedras detectadas en la superficie es una disociación entre las estructuras hechas totalmente en piedra y de las otras que fueron realizadas bien con materiales perecederos, o bien con ambos materiales
(piedras y madera).
Ante esto, la aproximación a un sitio por el sesgo de estos componentes
arquitectónicos parece que permite su comparación y análisis. Abordar las
cabañas de pastores por sus materiales de construcción parece ser el método,
sino el más fácil, al menos el más realizable.
En 2004 las prospecciones llevadas a cabo permitieron inventariar 406
estructuras: 135 en el valle de Barroude, 107 en la estiva de Anéou y 164 en los
Llanos del Hospital. Entre estas estructuras 165 se identificaron como cabañas
de pastores, un 41% del total de estructuras registradas (56 en Barroude, 69 en
Llanos del Hospital y 40 en Anéou).
181
182
Carine Calastrenc
Las cabañas de piedra
Basándonos en el criterio de los materiales de construcción, con todas las
reservas posibles, dos sitios del valle de Barroude (o sea el 4% de las cabañas
de ese sector y el 1% de todo el conjunto de cabañas inventariadas) muestran
una acumulación importante de piedras que hacen suponer la presencia de una
construcción con tejado y paredes hechas en piedra seca (Calastrenc, 2003).
La comparación entre el sitio 67 de Barroude y el sitio 80 de la montaña de
Enveitg en la Cerdanya, por la yuxtaposición de las fotografías tomadas durante la
prospección, permite apreciar ciertas similitudes en aspectos formales exteriores.
El sitio 67 presenta la misma forma general circular y el mismo amontonamiento
en ‘corona’ de las piedras. La naturaleza de los materiales utilizados, esquisto en
el caso de Barroude y granito en Enveitg, la superficie –2,20 m. de diámetro para
el sitio 67 y 6 m. para el 80- y la altura del depósito visible en superficie, 0,60 m.
de altura en el primero y 1,50 m. en el segundo, son los indicadores de una posible dicotomía (ver figuras 2 y 3). Nada permite identificar con certeza que ambas
construcciones de Barroude sean construcciones con salidizos como los orris
de Cerdanya, de Ariège, de Andorra, del Pallars o las queseras de Aubrac y de
la Haute-Auvergne. Solamente la excavación permitirá aclarar estas cuestiones.
Igualmente hay que remarcar que ninguna estructura de este tipo se ha
localizado en los Llanos del Hospital ni en la estiva de Anéou. Habría que preguntarse por esta ausencia.
Figura 2. Sitio 67 – Valle de Barroude (foto: Carine Calastrenc).
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas
Figura 3. Enveitg —Cerdanya— Cabaña 80: a la izquierda antes de la excavación y a la derecha después de
la extracción de la cobertura vegetal (foto: Pierre Campmajo – Optimización gráfica: Paul Delgado).
(Rendu 2003).
Las cabañas de tierra
Este tipo de estructura actualmente solo la hemos documentado en Ariège
y en el valle de Barroude. Las prospecciones para inventariar yacimientos en
Ossau, en Benasque y en la montaña de Enveitg no han mostrado ninguna cabaña de tierra.
Tres sitios, lo que supone el 6,5% de las cabañas registradas en ese sector
y el 2% del conjunto de las zonas de estudio, se identificaron como “cabañas
de tierra”, se trata pues de estructuras realizadas completamente con materiales
perecibles (Calastrenc 2001 y 2002). Consisten en construcciones levantadas
en la pendiente, sin apoyarse en la roca. Se empieza por preparar el emplazamiento “levantando la gavilla”, es decir quitando la vegetación, el césped, del
espacio donde se va a emplazar la cabaña y rebajando la superficie unos 15
cm. Luego se coloca una “brisque” o viga de unos 5 metros de largo, ligeramente hundida en el suelo en la parte posterior y apoyando sobre una piedra.
En la parte delantera descansa sobre dos postes clavados en la tierra y con la
parte superior en horquilla para recibir a la viga (Fig.4). Los cuadrados de césped con tierra extraídos previamente se colocan en doble capa sobre las ramas,
tierra con tierra, de forma tal que tanto la parte externa del tejado como la
interna son de hierba. La última hilera se coloca de forma que ‘cabalgue’ sobre
la viga. Antes de terminar la fachada con un muro de piedra seca, donde se
coloca la puerta, se pone leña en el interior y se le da fuego para que seque la
construcción. Las ramas verdes del techo no se queman y el humo escapa por
la parte superior del muro que está abierto (Rendu, 2003).
Los rastros o vestigios de este tipo de construcciones son muy básicos. Solamente se pueden identificar por las deformaciones provocadas en el terreno.
Lo más visible es el hundimiento del terreno por la preparación del espacio
para emplazar la caseta. Esta preparación permite no solamente alisar el terreno sino también proveerse de materiales necesarios para la construcción:
pasto/césped, tierra y piedras.
183
184
Carine Calastrenc
Figura 4. Viñetas escenificando la reconstrucción de una cabaña de tierra (Blanc y Rouzaux, 1994).
Las cabañas con muros en piedra y techo con armazón de maderas
Se trata del grupo tipológico más representado, ya que alcanza el 97% del
total de las cabañas registradas en las tres zonas de estudio. En el valle de Barroude suponen el 89% de las cabañas (39 en total) mientras que en los Llanos
del Hospital y en la estiva de Anéou son el 100%
Estas estructuras muestran en superficie una baja cantidad de piedras, lo
que hace suponer el uso de una cubierta de otra materia prima. Fueran los que
fueran los materiales usados en ella (losas, pizarras, ramas, gavillas de hierba,
tierra, telas…), es el armazón de madera el criterio determinante para agrupar
estas estructuras en el mismo grupo tipológico. Los grados de conservación
son muy diferentes, podemos ir desde una simple deformación del suelo (un
montículo de tierra, un alineamiento de piedras) hasta la presencia de muros
elevados, totalmente o parcialmente, con alzados más de un metro hasta algunos centímetros (Fig. 5).
Sea cual sea el estado de degradación, la mayoría de estas cabañas son de
forma rectangular. Solamente en 27 sitios se han definido otras formas: circular,
ovoide y cuadrada. Se instalan en el borde de pendientes, o incluso en ellas
con un allanamiento previo del terreno, pegadas a una roca grande. También
se colocan sobre una zona plana. Esta variedad de instalaciones aparentemente
Figura 5. Ejemplos de conservación de estos tipos de cabaña. Izquierda: estructura nº 116 de Anéou, en
octubre de 2004 (foto: Carine Calastrenc); derecha: estructura nº 67ª de Llanos de Hospital, en junio
de 2004 (foto: Félix Ribas).
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas
responde más a necesidades prácticas que a una sistematización o una modelización de la estructura. No obstante, a falta de elementos que permitan inducir
la cronología, es imposible definirla.
Esta doble utilización de materiales, piedras junto con materiales perecederos, es más fácil de observar en las cabañas más recientes caracterizadas
por haber padecido una menor degradación y datadas por grafitis o por la presencia de materiales arqueológicos. Además, muchos testimonios etnológicos
permiten obtener una visión real y activa de estos sitios: fotografías, croquis,
etc. son testimonios directos que permiten reconstruir la vida de los pastores en
sus cabañas a lo largo de los siglos XIX y XX.
Hemos considerado 22 cabañas como “modernas”, 9 se localizan en el valle de Barroude, 3 en los pastos de verano de Anéou y 10 en los Llanos del Hospital. A todas estas se podrían añadir las informaciones provenientes de otras
5 cabañas situadas en las cercanías de los Llanos del Hospital, en los sectores
de Aiguallut, Aguas Pases y Gorgutes. Todas tienen o se aproximan a formas
rectangulares. En el valle de Barroude se instalan generalmente en la pendiente
tras excavar y nivelar el terreno. Sin embargo, en los Llanos del Hospital y en
Anéou se colocan normalmente sobre zonas planas naturales.
Cuando están en conexión o en relación con un desnivel, las casetas se
adosan a la pendiente por uno de los muros de aguilón. El tejado es a doble
vertiente y se hace con vigas y ‘espigas’ recubiertas con pizarras, losas de piedra o por materiales perecederos como planchas de césped o ramas. En el valle
de Ossau, los documentos escritos atestiguan que las cabañas, o una parte de
ellas, estaban cubiertas por una lona. Este pedazo de tejido era suministrado
al pastor por el ‘sindicato de pastores’ como prueba del derecho al acceso a
la cabaña, a la estiva y los pastos de verano. Tenía pues un doble significado,
ya que por un lado era un simple material de cobertura, pero al mismo tiempo
era un objeto simbólico que materializaba el derecho al uso y que a su vez
marcaba la propiedad comunal del sitio. Pero los materiales de construcción
y cobertura podían también mezclarse, tal y como podemos observar en la
figuras 6 y 7. Generalmente, el tejado en armazón contiene una sola viga, denominada como la “bisquero” en el valle de Azun, Bigorre y Lavedan; “bisque”
en el Valle de Arán y “abesqua” en el Valle de Pique. Las vigas pueden ser de
madera o piedra, pero la forma más común de cubrir las casetas en el Pirineo
central a inicios del siglo XX era con montones de césped y piezas de madera
soportando lajas de esquisto (Schmitt, 1934).
Los muros en piedra seca son irregulares, mal levantados y de un espesor
desigual (Schmitt, 1934, p.8). No obstante, ciertas cabañas muestran un gran
cuidado en la construcción de los ángulos de las esquinas, la apertura de entrada, enlosado del suelo, chimenea, cama. Este detallismo de determinadas construcciones no debe ser apercibido solamente como testimonio de una jerarquización de los usuarios de la estiva o como un marcador cronológico. Reflejan
la tecnicidad del constructor y también puede mostrar un deseo de confort.
185
186
Carine Calastrenc
Figura 6. Fotografía de Alfonso Foradada/Coll. ES/FDPH-FORADADA/0665, Fototeca, Diputación de Huesca (DPH).
Granito, esquisto caliza…, todos los materiales líticos del entorno inmediato
son utilizados. Con el fin de aislarse del viento, del frio y de la lluvia se rellenan los huecos entre las piedras del muro con hierbas, tierra, mezcla de barro
y estiércol (Schmitt, 1934, p. 9), y hoy en día de trozos de tejidos y plásticos,
tal y como pudimos comprobar en julio de 2004 en Aiguallut (Benasque). Las
paredes interiores tienen unos nichos o huecos que sirven para guardar cosas,
normalmente dos por pared lateral. Estos huecos se denominan “burnet” en el
valle de Aure, “lugerat” en los de Azun y Lavedan. Cuando estos ‘armarios’ o
estantes están cerrados por una puerta se les llama “casu” en Aure y “limando”
en el valle de Pique. En ellos se guardaba todo aquello que querían proteger
de las ratas y, especialmente, los alimentos y las medicinas para el ganado
(Schmitt, 1934, p. 14). Ninguna ventana esclarece el interior de la cabaña. La
puerta es estrecha y se encuentra en una de las paredes cortas de la caseta y
normalmente al lado opuesto de donde se coloca el lecho del pastor. Está fijada
por medio de una bisagra y se cierra con la ayuda de un cerrojo de madera o
de hierro. También puede ser mantenida por medio de un palo hundido en una
piedra ahuecada o perforada (Schmitt, 1934, p. 11 y Lavergne 1892, p. 603).
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas
Figura 7. Benasque (Soler Santaló, Julio, Huesca: Pueblos y gentes. Fotografías 1902-1923, Huesca, 1990) ©
Arxiu Fotogràfic Centre Excursionista de Catalunya.
El hogar, llamado “cremalh” en el valle de Aure y “laré” en el valle de Arán,
se sitúa directamente en el suelo. No se trata de una chimenea sino de un ‘tira-humo’, un simple agujero hecho en el techo o en el muro para la evacuación
del humo. Dos lajas de piedra, una en el suelo y otra en la pared delimitan el
espacio del fuego. Por encima del fuego, en el muro, en un gancho de madera
o hierro se colgaba una cadena que servía a modo de llares (Schmitt, 1934,
pp. 14-15). Otro sistema para poner el caldero sobre el fuego era el uso de un
trípode de hierro.
La cama del pastor o de los pastores ocupa una gran parte de la superficie
de la cabaña, comúnmente la mitad del espacio interior. También se construye
con materiales perecederos. Sus formas pueden ser múltiples: un simple colchón realizado por la acumulación de hierba y/o de ramas secas recubiertas
por pieles de cordero; una base hecha de planchas sobre troncos de árbol,
simplemente emplazadas en equilibrio sobre cuatro piedras de gran tamaño,
losas o piedras delimitando el espacio de vida con la zona de descanso, que soportarían una instalación con madera y ramas (Fig. 8). En las vigas del tejado se
colgaban los utensilios, especialmente aquellos destinados a la elaboración de
mantequilla y queso (Schmitt, 1934 y Lavergne, 1892). Estas cabañas estaban
generalmente habitadas por varios pastores al mismo tiempo (Lamazou, 1995,
p. 148). Indistintamente chicos y chicas y residían durante tres meses al año,
desde junio hasta septiembre.
187
188
Carine Calastrenc
Figura 8. Arriba: estructura nº 116 de Anéou fotografiada en octubre de 2004 por Mélanie Le-Couédic.
Se observa como una línea de piedras delimita el espacio de la cama. Abajo: a la izquierda
se puede observar un hogar y el soporte del tejado en una cabaña de Aiguallut (Benasque),
imágenes tomadas por Carine Calastrenc en septiembre de 2003.
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas
¿Una evolución cronológica diferencial?
Christine Rendu (2003) muestra que para la Cerdanya se da una primera
gran ruptura cronológica que se nota en la transición de las construcciones
en materiales perecederos a las construcciones levantadas en piedra seca. Los
datos obtenidos tras las excavaciones arqueológicas le permitieron situar esta
ruptura y este cambio técnico alrededor del siglo XIV (Rendu, 2003). Esta transformación puede igualmente percibirse como un indicador de una modificación, en profundidad, de las formas de partición y de la gestión de los recursos
naturales de la estiva (Rendu, 1998, p. 263).
Ahora bien, en los tres sectores geográficos estudiados en este trabajo
(Barroude, Llanos del Hospital, Anéou) parecería que el sistema de ‘voladizo’
habría sido utilizado tan solo en raras ocasiones. Solamente dos cabañas de
pastores, construidas completamente en piedra, han podido ser identificadas
en el valle de Barroude. La mayoría de los sitios (97%) parecen haber sido construidos con el uso de materiales de dos naturalezas diferentes: piedras y materiales perecederos. Esta forma de construir se utilizó igualmente en la montaña
de Enveitg durante un largo periodo de tiempo que abarca desde el Neolítico
hasta la Edad Media (Rendu, 2003, p. 229). No obstante, parece poco probable
que el 97% de los sitios inventariados en el valle de Barroude, los Llanos del
Hospital y en la estiva de Anéou sean todos de esta fase cronológica, tan grande
y amplia por sí misma. Hay que plantear la hipótesis de que este cambio en las
formas de construir no puede trasplantarse desde la Cerdanya a estos tres territorios del Pirineo central en los mismos términos como marcador cronológico.
Con todo, hay que remarcar que los datos procedentes de las prospecciones en Barroude, llanos del Hospital y Anéou son incompletos. Efectivamente,
en 2004 solamente se prospectó una pequeña área de esos pastos de verano
(solamente en el 6% del valle de Barroude y solamente en alrededor del 10%
de la estiva de Anéou se realizaron prospecciones sistemáticas) y en el trabajo
solamente se ha tenido en cuenta un solo escalonamiento altitudinal, como es
en el caso del valle de Barrouda y los Llanos del Hospital. El corpus documental
permite solamente realizar reflexiones parciales. Además, la no documentación
de esas modificaciones estructurales en las cabañas no significa que la transformación de los modos de gestión de las estivas no se haya producido al mismo
tiempo. Simplemente no podemos identificarlas solamente mediante una prospección pedestre, por lo que la excavación arqueológica se hace imprescindible.
Otra forma de comparar con la crono-tipología establecida en la montaña
de Enveitg es tomar en cuenta los acondicionamientos del espacio interior de
las cabañas de pastores. Las grandes rupturas cronológicas pueden identificarse
por las modificaciones en la disposición y la naturaleza de las instalaciones internas de las construcciones pastoriles. Así pues en Cerdanya, Christine Rendu
considera que a partir del siglo XVIII las bancos/camas de piedra se convierten
en un elemento recurrente de las cabañas de pastor. Este cambio podría con-
189
190
Carine Calastrenc
siderarse como una búsqueda de un confort suplementario por parte de los
pastores (Rendu, 2003, p. 168). Se trata también de una fase de estandarización
del hábitat temporal de verano. ¿Encontramos en las construcciones contemporáneas del valle de Barroude, de los Llanos del Hospital y de la estiva de Anéou
esos mismos acondicionamientos? En 2004 muy pocos sitios de este periodo se
documentaron. Tan solo 22 construcciones podrían relacionarse con esa cronología, pero ninguna de ellas presenta elementos estructurales característicos
de este tipo de acondicionamiento. Parece que los lechos de los pastores hubieran sido realizados totalmente o parcialmente con materiales perecederos.
Solamente la cabaña nº 116 de la estiva de Anéou presenta una organización
espacial específica: un alineamiento de losas de caliza separa y delimita los
espacios de reposo y el de actividades.
Esta impresión se ve reforzada tras la lectura de historias de pastores y/o
de trabajos de etnografía. Para el principio del siglo XX, disponemos de una
descripción de las cabañas bearnesas donde el lecho del pastor es descrito
como un simple jergón apoyado directamente sobre el suelo (Lamazou, 1995,
p. 148). En el valle de Aure, parece evidente que estos lechos fueron constituidos de leños del bosque sobre los cuales se disponía un ramaje (rododendro,
enebro, brezo) y hierbas secas (helechos, agujas de abeto) (Buisan, 2001, p.
23, Schmitt, 1934, pp. 12-13 y Lavergne (de) 1892, p. 603). Parece pues que
la ruptura cronológica materializada por la aparición de los lechos en piedra
identificadas en Cerdanya no se puede extrapolar a estos tres territorios. No
obstante, los indicios referentes a la disposición interior de estas construcciones son muy tenues y sólo el registro arqueológico podría permitir disponer de
informaciones más completas y precisas.
¿Se da una evolución diferencial o una tradición arquitectónica divergente de un mismo hecho entre estos cuatro sectores geográficos? La ‘tradición’
plantea que los Pirineos se dividían en dos partes: la parte oriental dirigida a
una ganadería cárnica que utiliza el orri y la zona occidental dominada por
una ganadería lechera que se basa en las cabañas con armazón. Habría pues
dos orientaciones económicas diferentes, induciendo un cambio técnico que
se refleja en los modos de construcción de las infraestructuras pastorales. ¿Se
puede ver esta división sobre el terreno? ¿Han desvelado las prospecciones una
arquitectura diferente entre el oriente y oeste de los Pirineos? Las cabañas de
tierra parecen haberse desarrollado en Ariège y el valle de Barroude; mientras
que las cabañas de piedra (tipo orri) se registran principalmente en Cerdanya,
Ariège, Pallars y Andorra. Esta forma de construcción se daría también en el
valle de Arán y en el de Campán en la zona de Altos-Pirineos en Francia (Buisan, 2004) y tal vez, pero con muchas dudas, en el valle de Barroude. Pero no
se encuentra ninguna de estas construcciones en el valle de Benasque ni en el
de Ossau. Parece ser que la parte central de los Pirineos se caracterizaría más
por la construcción de las cabañas con dos tipos de materiales básicos: piedra
y madera. Esta modalidad de cabañas representa el 97% del total inventariado
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas
en las tres zonas de estudio. Pero esta forma de construcción existe igualmente
en Cerdanya, como demuestran los más de 23 casos registrados en los trabajos
de Christine Rendu.
Cuando se miran detalladamente las estructuras pastorales, la división y la
oposición entre dos Pirineos (el occidental y el oriental) no es tan evidente. Esta
separación puede indicar unas líneas directrices, tendencias generales, pero
no parece funcionar si se basa en las particularidades arquitectónicas de cada
sector geográfico.
Bibliografía
Blanc, J. y Rouzaud, A., 1994. “Cabanes de bergers en terre des montagnes de l’Ariège”.
L’homme et le mouton dans l’espace de la transhumence, pp. 91-99, Grenoble,
Grénat.
Buisan, G., 2001. Henri Fedacou raconte. Édition Cairn, Pau. 192 p.
Buisan, G., 2004. Aux cabanes de la Lit : une histoire de restaurations à pierre sèche
dans les Pyrénées, Tarbes. 112 p.
Calastrenc, C., 2001-2002-2003. Document final de Synthèse- Vallon de Barroude.
Cursent, B., 1984-1985. “Un village Béarnais : Castetbon”. Revue de Pau et du Béarn,
nº 12, pp. 87-110.
Lamazou, E., 1995. L’ours et les brebis : mémoire d’un berger tranhumant des Pyrénées
à la Gironde. Lonroi, Payot. 203 p.
Lavergne, L. (de), 1982. “Bergers et troupeaux dans l’Ariège”. Revue des Pyrénées et de
la France méridionale, t. IV, fasc. 1, pp. 602-604.
Ratio, R., 2000. Adrien, le dernier berger des Pyrénées. Pau, Cairn. 187 p.
Rendu, C., 2003. La montagne d’Enveitg : un estive pyrénéenne dans la longue durée.
Canet, Trabucaire. 606 p.
Rendu, C., 1998. “La question des orris à partie des fouilles archéologiques de la montagne d’Enveitgt (Cerdagne) : état des recherches et éléments de réflexion”. Le paysage rural et ses acteurs : 1er journée d’étude du Centre de Recherche Historiques
sur les Sociétés Méditerranéennes. Perpignan 1995, pp. 245-277. Université de
Perpignan, Lonroi, Payot.
Schmitt, A. Th., 1934. La terminologie pastorale dans les Pyrénées centrales. Paris, Droz.
160 p.
191
XII
Y cuando a los Pirineos no les
llamábamos Pirineos…:
la arqueología de Sobrarbe dentro
de la arqueología de los Pirineos
y de las montañas del sur de Europa
Ermengol GASSIOT BALLBÈ, Ignacio CLEMENTE CONTE
y Javier REY LANASPA
Una arqueología en crecimiento
En este libro hemos tratado de compilar los principales trabajos de investigación en arqueología, y concretamente en arqueología prehistórica, llevados
a cabo en Sobrarbe y en zonas cercanas de la cordillera pirenaica. Como hemos mencionado en la introducción, se trata de una serie de intervenciones
y actuaciones que se han ido realizando de forma dispersa y discontinua en
los últimos 40 años, con períodos de mayor y menor intensidad. Sin embargo,
agrupados en un único volumen, conforman una especie de calidoscopio que
ofrece una visión de conjunto satisfactoria del estado actual de los conocimientos sobre la historia más antigua de lo que hoy en día denominamos Sobrarbe
y de sus áreas de montaña más cercanas.
Con todo, esperamos que este libro pierda en pocos años vigencia y actualidad. Si esto sucede, significará que la investigación arqueológica de Sobrarbe se
ha reactivado y, con ello, la visión que podamos tener sobre las fases más antiguas del poblamiento humano de esta comarca, antes de que Sobrarbe se llamara
Sobrarbe. En cierta medida, se trata de incorporar la comarca y el conjunto del
Pirineo central al notorio desarrollo que en los últimos años ha experimentado
la investigación arqueológica en espacios de alta montaña, tanto en nuestro país
(por ejemplo, Gassiot y otros, 2012 y 2014, Palet y otros, 2012) como en el resto
de Europa (véase, para cordilleras del sur del continente, De Pascale y otros,
2006, Fau, 2006, García y otros, 2007, Leveau y Segard, 2006) (Fig. 1).
193
194
Ermengol Gassiot Ballbè, Ignacio Clemene Conte y Javier Rey Lanaspa
Figura 1. Principales programas de investigación multidisciplinares en áreas de montaña del sur de Europa
(a partir de Le Couédic, 2010, pp. 33-34). Para cada programa, se especifica: N°, Responsable,
País, Cordillera, Lugar, Tipo, Referencias : 1) D. Galop, C. Rendu; Francia, Pirineos, Pais Vasco;
pluridisciplinar; Rendu y Campmajo (2002); Galop y Rendu (2005). 2) C. Rendu; Francia, Pirineos,
Valle de Ossau; pluridisciplinar; Calastrenc, Le Couédic y Rendu (2006); Le Couédic (2010). 3) I.
Clemente, E. Gassiot y J. Rey, España, Pirineos, Montaña de Tella (Tella-Sin, Huesca), pluridisciplinar;
Clemente y otros, en este volumen. 4) E. Gassiot; España, Pirineos, Catalunya (Parque Nacional
d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y Parc Natural de l’Alt Pirineu); pluridisciplinar; Gassiot y otros
(2012); Gassiot y otros (2014). 5) J. Palet-Martinez, J. Riera; España y Andorra, Pirineos, MadriuPerafita-Claror y Serra del Cadi; pluridisciplinar; Palet (2006); Miras y otros (2007); Palet y otros
(2007); Orengo, (2010). 6) C. Rendu; Francia. Pirineos, Cerdanya (Enveitg); pluridiciplinar; Rendu
(2003). 7) J. Palet-Martínez, J. Riera; España, Pirineos, valle de Núria-Freser; pluridisciplinar; Palet
y otros (2012). 8) L. Fau, Francia, Macizo Central Aubrac; pluridisciplinar, Fau (2006). 9) I. JouffroyBapicot, P. Nouvel; Francia, Morvan, Mont Beuvray; pluridisciplinar; Jouffrouy-Bapicot, Nouvel (2009).
10) D. Garcia, Francia, Alpes, Ubaye; pluridisciplinar; García y otros (2007). 11) P. Leveau; França,
Alpes, Valles de Fressinières y Champsaur; pluridisciplinar; Leveau (2003); Palet y otros (2003); Walsh
y Mocci (2003); Mocci y otros (2005); Walsh y otros (2005). 12) P. Leveau; Francia, Alpes, Col du petit
Saint-Bernard; pluridisciplinar; Leveau y Segard (2006); Rey (2006). 13) D. Angelucci, A. Pedrotti;
Italia, Alpes, Trento, Valle dell’Adige; pluridisciplinar; Angelucci y otros (2013). 14) F. Fedele; Italia,
Alpes, Sondrio, Valchiavenna; pluridisciplinar; Fedele (1999). 15) M,.C. Weiss, S. Mazet, K. Wilkinson,
M. Llobera; Francia, Córsega, Balagne; pluridisciplinar; Weiss y otros (2006). 16) D. Moreno; Italia,
Alpes, Apeninos Liguria; pluridisciplinar; Maestri y Moreno (1980); De Pascale y otros (2006). 17) G.
Barker; Italie, montes Cicolano, pluridisciplinar; Barker y Grant (1991).
XII. Y cuando a los Pirineos no les llamábamos Pirineos...: la arqueología de Sobrarbe...
En este desarrollo han intervenido varios factores. Por un lado es innegable
el efecto que hallazgos como el realizado por un matrimonio de alpinistas en el
glaciar Tisenjoch, a 3210 m. en el valle de Ötztal, en el Tirol austríaco, cuando
el deshielo dejó al descubierto unos restos humanos. Los restos resultaron ser
de un hombre, al que actualmente denominamos Ötzi (Spindler, 1995). Murió
hace poco más de 5.000 años a raíz, como ahora sabemos, del impacto de
una flecha (Holden, 2003). Entre otra mucha información, el hallazgo de Ötzi
ha evidenciado una frecuentación de ámbitos de alta montaña, generalmente considerados como muy inhóspitos, al final del Neolítico. Casualmente, su
cronología coincide con la expansión de los asentamientos documentada en
el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (Gassiot y otros,
en este volumen) así como otros indicios de ocupación del Neolítico final en
otros espacios de altura de los Pirineos, como el valle del Madriu en Andorra
(Orengo, 2010) o la Muntanya d’Enveig en la Cerdanya norte (Rendu, 2003).
El segundo factor que ha contribuido al incremento de la atención arqueológica hacia las zonas de alta montaña hay que buscarlo en las discusiones
teóricas y en las nuevas aplicaciones metodológicas que se popularizan dentro
de nuestra disciplina a partir del último tercio del s. XX. El desarrollo de la
teoría y los métodos arqueológicos, entre otras cosas, ha hecho incrementar el
interés de la arqueología por entender la relación entre los fenómenos sociales
y el medio ambiente. En algunos estudios esta problemática se acaba convirtiendo en el objetivo principal de la investigación. En esta línea, han surgido
múltiples propuestas que vinculan el análisis del pasado con la comprensión
del uso del espacio por parte de las sociedades pretéritas. Diferentes versiones
de la denominada arqueología espacial, arqueología del paisaje y de diversas
arqueologías ecológicas o ambientales se han interesado por los medios de
montaña como ámbitos para poder contrastar modelos teóricos y aportaciones
metodológicas (Criado, 1999, Ejarque y otros, 2010, Le Couédic, 2010, Rendu,
2003). Otro elemento que ha incidido en esta situación es un renovado interés
por la etnografía del mundo ganadero y trashumante tradicional junto con un
mayor convencimiento de que la arqueología constituye una herramienta útil
para conocer el pasado.
Un último factor implicado en el auge de la arqueología de alta montaña
escapa un poco del mundo académico y en parte procede de la administración. Durante las últimas décadas del s. XX la aplicación de normativas de
protección de patrimonio ha conllevado el incremento muy importante de intervenciones arqueológicas que no derivaban directamente de programas académicos de investigación sino, más bien, de actuaciones que tenían que ver
con la política de planificación territorial y las obras públicas. El auge de la
construcción y la creación o la ampliación de infraestructuras han llenado el
Estado español de prospecciones, sondeos y excavaciones arqueológicas. Ello
ha evidenciado que el patrimonio arqueológico es un bien que se encuentra
disperso en el espacio en la medida en que es un residuo fósil de poblaciones
195
196
Ermengol Gassiot Ballbè, Ignacio Clemene Conte y Javier Rey Lanaspa
pretéritas que ocuparon un determinado territorio. La combinación de “boom”
de la construcción y de una legislación cada vez más sensible hacia el patrimonio ha conllevado que progresivamente las administraciones públicas hayan
adquirido mayor consciencia de su función como agentes implicados en la
gestión, preservación y estudio de los vestigios arqueológicos.
En este proceso, las instituciones responsables de la administración de
espacios naturales han ido introduciendo también paulatinamente más menciones al patrimonio cultural como un activo de estos espacios y un recurso
más sobre el que tienen competencias de gestión. Este hecho ha contribuido también a extender programas de investigación arqueológica en áreas de
alta montaña en dos sentidos. Por una parte, parques nacionales y naturales
se han implicado directamente en la documentación de vestigios arqueológicos, como el Parc Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y el Parc
Natural de l’Alt Pirineu, en Catalunya. Por la otra, se han catalogado áreas de
montaña como patrimonio mundial de la UNESCO, como por ejemplo el bien
Monte Perdido-Pirineos, a caballo entre Francia y España e inscrito en 1997 y el
valle de Madriu-Perafita-Claror, en Andorra en 2004. Las comisiones de gestión
de ambos bienes han promovido diversas actuaciones de estudio, catalogación
y protección del patrimonio arqueológico (como por ejemplo, los proyectos
efectuados por Palet y otros, 2007).
Una arqueología con rasgos y retos específicos
A pesar de su diversidad tanto geográfica como cronológica y de la
formación variada, dentro del ámbito de las ciencias históricas, los grandes
objetivos de los programas de investigación en las zonas altas de los Pirineos
y, en cierta medida, de las principales cordilleras del sur de Europa han sido
relativamente similares. Con diversos matices, comparten el objetivo principal
de tratar de conocer las formas de ocupación y explotación de estos espacios
de alta montaña y sus transformaciones a lo largo del tiempo. A su vez, han
reconocido que las prácticas humanas han participado en la configuración
de estos espacios de montaña y, por lo tanto, también han concebido como
una finalidad de las investigaciones el poder caracterizar su incidencia en la
construcción de los diferentes paisajes de alta montaña.
Los retos que en las diferentes zonas estudiadas bajo este prisma se han
tenido que resolver han sido similares. En primer lugar, ha sido necesario solucionar el déficit de información arqueológica. En general, las áreas de alta
montaña durante el s. XX recibieron un volumen de investigación arqueológica
muy débil, especialmente en comparación con otros ámbitos geográficos cercanos. Ello ha conllevado que cualquier nueva propuesta de estudio se haya
tropezado con la necesidad de crear un corpus empírico adecuado a sus objetivos. En otros términos, ha sido necesario obtener registros arqueológicos que
facilitaran una base para caracterizar las formas de poblamiento humano del
XII. Y cuando a los Pirineos no les llamábamos Pirineos...: la arqueología de Sobrarbe...
área estudiada. Por esta razón, una gran parte de los proyectos de investigación
han tenido que arrancar con extensos programas de prospección y detección
de yacimientos arqueológicos. Una vez localizados, ha hecho falta documentar con precisión estos vestigios. Esto ha conllevado la realización de estudios
detallados de su arquitectura y levantamientos planimétricos, a la par que se
ha tratado de establecer correlaciones entre tipos de construcciones y período
temporal así como con diferentes modelos de gestión de los rebaños. En paralelo ha sido necesario fechar algunos yacimientos. El coste relativamente elevado
de una datación de Carbono 14 ha limitado el alcance de los programas de
datación efectuados, aunque en los últimos años ha habido un notable crecimiento del número de fechados.
A medida que se han ido documentando vestigios, se han llevado a cabo
estudios cuidadosos e intensivos de una parte del registro arqueológico, en
función de la orientación cronológica de los proyectos de investigación. Estos
análisis se han realizado con la finalidad de determinar las formas de vida y
las prácticas económicas asociadas a los contextos analizados. Complementariamente, para cada período histórico problemáticas específicas han acabado
de modelar las diferentes investigaciones. Por ejemplo, para los estudios centrados en yacimientos prehistóricos, especialmente del inicio de la secuencia
temporal en un territorio dado, ha sido especialmente relevante la caracterización tanto los orígenes del poblamiento humano en estos lugares como sus
particularidades y sus cambios iniciales. Las acciones dirigidas a resolver estos
aspectos han conllevado, en numerosas ocasiones, la realización de excavaciones arqueológicas en extensión: de cuevas usadas como habitación, de cuevas redil, de vestigios arquitectónicos al aire libre (muchas veces vinculados a
construcciones ganaderas), de elementos funerarios, etc. Estas excavaciones
han creado colecciones de materiales arqueológicos que está siendo necesario
analizar, tanto artefactos (por ejemplo los restos líticos, la cerámica, elementos
de industria ósea, metálicos, etc.) así como de otros vestigios de las ocupaciones humanas. Dentro de este último bloque, el análisis de restos faunísticos y
de micro y macro-restos vegetales (polen y fitolitos entre los primeros, semillas
y carbones entre los segundos) ha facilitado una información de gran valor sobre actividades tales como las prácticas ganaderas, posibles prácticas agrícolas,
etc.
El estudio intensivo de los yacimientos arqueológicos es seguramente el
tipo de actuación paradigmática de la arqueología y la que acostumbra a tener
mayor repercusión tanto académica como en el gran público. En las iniciativas referenciadas de arqueología de espacios de alta montaña también cobra
especial relevancia el estudio de estos territorios construidos a partir de una
ocupación humana que trasciende los asentamientos. Es decir, el modo de poblamiento humano de un determinado espacio, de montaña en los casos que
nos ocupan, se refleja tanto en el interior de los yacimientos como en su disposición y en su relación con otros vestigios arqueológicos y otros elementos del
197
198
Ermengol Gassiot Ballbè, Ignacio Clemene Conte y Javier Rey Lanaspa
medio físico. El análisis de esta especie de malla de elementos arqueológicos
(hábitats, talleres, minas, necrópolis, etc.) es también una fuente de información altamente relevante y pertinente. La mayoría de programas de montaña
han integrado esta reflexión en sus planteamientos y tratan de abordarla con
diversas aplicaciones de análisis espacial. Para ello han empleado de forma
general e intensa las potencialidades que ofrecen los principales paquetes informáticos de SIG (Sistemas de Información Geográfica).
Estos programas también han incorporado otro conjunto de aplicaciones
analíticas relacionadas con el estudio del espacio en el pasado, vinculadas
con la paleoecología. Esta incorporación se ha dado en general en el marco de
iniciativas multidisciplinares de estudio de estas zonas de alta montaña, donde
el interés por un espacio construido socialmente, el vinculado con las actuaciones humanas que busca documentar la arqueología, se combina con el estudio
del espacio físico. Éste se concibe conformado por una serie de fenómenos que
tienen una existencia propia al margen de las actividades humanas, aunque
con éstas puedan modelarlos con una incidencia distinta en cada caso. Posiblemente en el estudio de los espacios de alta montaña a lo largo del tiempo
sea uno de los ámbitos donde en los últimos 10 o 20 años se hayan integrado
con más solidez programas de investigación arqueológica, histórica, paleoambiental y paleoclimática. Es de prever que los frutos que estas iniciativas ya
están dando (en este sentido, se pueden ver algunos trabajos de este libro) en
los próximos años sean todavía mucho más evidentes.
En los últimos 15 o 20 años se han consolidado algunos programas y equipos de investigación arqueológica en las zonas altas de los Pirineos. Consecuentemente han aumentado de forma destacable los datos empíricos. Dada
la naturaleza de los programas desarrollados, este incremento se ha expresado
en cierta medida en un crecimiento del número de vestigios arqueológicos documentados en el marco de acciones de prospección superficial. La progresiva
acumulación de registros está poniendo en evidencia la necesidad de organizar
y sistematizar un cuerpo empírico cada vez más extenso y complejo, generado por diversos equipos y al amparo de metodologías divergentes en algunos
matices.
De forma similar a como sucede en otros ámbitos de gestión del patrimonio cultural y en otras ramas de conocimiento, en los últimos años se están
diseñando sistemas de bases de datos cada vez más elaborados. En el caso de
las áreas de alta montaña, la naturaleza de los trabajos efectuados con gran incidencia de prospecciones de espacios que van más allá de los asentamientos
individuales, ha conllevado que las evidencias a catalogar se encuentren, a su
vez, dispersas geográficamente. Este fenómeno ha hecho que la creación de
geobases de datos sea cada vez más interesante tanto para los equipos de investigación en arqueología como los responsables de la gestión del patrimonio y
de algunos ámbitos territoriales y espacios protegidos. Dentro de este contexto
en 2014 ha iniciado la red 2013CTP00032 DEPART Dinámicas de los Espacios
XII. Y cuando a los Pirineos no les llamábamos Pirineos...: la arqueología de Sobrarbe...
Pirenaicos de Altitud financiada por la Comunidad de Trabajo de los Pirineos.
Esta red agrupa a los principales equipos de investigación en arqueología y
pastoralismo en las zonas altas de la cordillera. Su finalidad es, precisamente,
sistematizar los sistemas de obtención de datos y de descripción de los vestigios
arqueológicos de las ocupaciones pastorales en una plataforma SIG que sea de
acceso abierto a investigadores e instituciones competentes en la gestión.
La creciente cooperación internacional de estudiosos de zonas de montaña se concreta también en otros ámbitos e instituciones vinculadas a la investigación arqueológica. Así, en el año 2012 se creó la comisión HOME (Human
Ocupations in Mountain Environments) de la Unión Internacional de Ciencias
Prehistóricas y Protohistóricas (UISPP). En ella participan también investigadores de relevancia en el estudio arqueológico de los Pirineos.
En definitiva, la arqueología de los Pirineos, y en especial de las zonas de
alta montaña, parece ser una apuesta cada vez más cargada de futuro. Observa
un gran dinamismo metodológico y teórico. Genera nuevos datos a una velocidad casi vertiginosa, de forma que en pocos años la percepción que desde la
ciencia se tiene de los procesos de poblamiento de la cordillera ha experimentado cambios muy relevantes. Las relaciones entre los principales equipos de
investigación son fluidas y cada vez más estrechas. Así mismo, existe una preocupación general por generar propuestas de integración de los proyectos de
investigación con la realidad social de los lugares donde se llevan a cabo. Junto
con una receptibilidad de instituciones locales y regionales, esta preocupación
está dando lugar a un abanico de propuestas de divulgación, socialización del
conocimiento y puesta en valor del patrimonio. Los próximos años permitirán
comprobar si estas expectativas positivas se consolidan.
Bibliografía
Amgelucci, D. E., Casagrande, L., Colecchia, A. y Rottoli, M., 2013. APSAT 2.Paesaggi
d’Altura del Trentino. Evoluzione Naturale e Aspetti Culturali. Trento: SAP Società
Archeologica s.r.l .
Barker G. y Grant A., 1991. “Ancient and modern pastoralism in Central Italy: an interdisciplinary study in the Cicolano mountains”. Papers of the British School at
Rome, 59, pp. 15-88.
Calastrenc C., Le Couédic M. y Rendu C., 2006. “Archéologie pastorale en vallée d’Ossau. Problématiques, Méthodes et premiers résultats”, Archéologie des Pyrénées
Occidentales et des Landes, 25, pp. 12-30.
Criado, F., 1999. Del terreno al espacio planteamientos y perspectivas para la arqueología del paisaje. Santiago de Compostela: Grupo de Investigación en Arqueología
del Paisaje. Universidad de Santiago de Compostela.
De Pascale A., Maggi R., Montanari C. y Moreno D., 2006. “Pollen, herds, jasper and
copper mines: economic and environmental changes during the 4th and 3rd millennia BC in Liguria (NW Italy)”. Environmental Archaeology, 11, 1, pp. 115-124.
199
200
Ermengol Gassiot Ballbè, Ignacio Clemene Conte y Javier Rey Lanaspa
Ejarque, A., Miras, Y., Riera, S., Palet, J.M. y Orengo, H.A., 2010. “Testing microregional
variability in the Holocene shaping of high mountain cultural landscapes: a palaeoenvironmental case‐study in the Eastern Pyrenees”. Journal of Archaeological
Science, 37, pp. 1468‐1479
Fau L., (dir.) 2006. Les monts d’Aubrac au Moyen Âge. Genèse d’un monde agropastoral, Paris, Documents d’archéologie française, MSH, 101, 214 p.
Galop D. y Rendu C., 2005. Rapport d’Appel à Projets Nouveaux. Paléoenvironnement
et archéologie pastorale. Informe inédito de proyecto. Toulouse: Université de Toulouse Jean Jaurès, 71 p.
Fedele, F., 1999. «Le ricerche del Pian dei Cavalli nel contesto del popolamento preistorico della Valchiavenna», pp. 17-34. En Poggiani Keller, R. (ed) Atti del II Convegno
Archeologico Provinciale, Grosio 20 e 21 ottobre 1995 Sondrio, Consorzio per il
Parco delle incisioni rupestri di Grosio; Provincia di Sondrio; Soprintendenza Archeologica della Lombardia.
Gassiot, E., Rodríguez, D., Burjachs, F., Antolín, F. y Ballesteros, A., 2012b. “Poblamiento, explotación y entorno natural de los estadios alpinos y subalpinos del Pirineo
central durante la primera mitad del Holoceno”. Cuaternario y Geomorfología, 26
(3-4), pp. 29-45.
Gassiot, E., Rodríguez, D., Pèlachs, A., Bal, M.C., Garcia, V., Julià, R., Pérez, R. y Mazzucco, N., 2014. “La alta montaña durante la Prehistoria: 10 años de investigación en el Pirineo catalán occidental”. Trabajos de Prehistoria, 71(2), pp. 262-282.
Holden, C., 2003. “Iceman fights back”. Science, 301: p. 1043.
Jouffroy-Bapicot I. y Nouvel P., 2009. “Rythmes et mobilité d’occupation dans le massif
du Morvan du premier âge du fer au haut Moyen Age : spatialisation et croisement
des données archéologiques et paléoenvironnementales”, La construction des territoires montagnards: exploitation des ressources etmobilité des pratiques. En línea:
http://www.canalu.fr/producteurs/universite_toulouse_le_mirail/dossier_programmes/colloques/la_construction_des_territoires_montagnards_exploitation_des_
ressources_et_mobilite_des_pratiques/
Le Couédic, M., 2010. Les pratiques pastorales d’altitude dans une perspective ethnoarchéologique. Cabanes, troupeaux et territoires pastoraux pyrénéens dans la longue
durée, Tesis de doctorado, Universidad François‐Rabelais de Tours. En línea: https://tel.archives-ouvertes.fr/tel-00543218/
Leveau P., 2003. “Les recherches sur la montagne alpine à la maison méditerranéenne
des sciences de l’Homme”, Archéologie du Midi Médiéval, 21, pp. 183-184.
Palet Martinez J. M., Ricou F. y Segard M., 2003. “Prospections et sondages sur les sites
d’altitude en Champsaur (Alpes du sud) ”, Archéologie du Midi Médiéval, 21, pp.
199-210.
Leveau P. y Segard M., 2004. “Le pastoralisme en Gaule du Sud entre plaine et montagne: de la Crau aux Alpes du sud”, Pallas, 64, pp 99-113.
Maestri S. D. y Moreno D., 1980. “Contributo alla storia della costruzione a secco nella
Liguria rurale”, Archeologia Medievale, 7, pp. 319-341.
Miras Y., Ejarque A., Riera S., Palet Martinez J. M., Orengo H. y Eubab I., 2007. “Dynamique holocène de la végétation et occupation des Pyrénées andorranes depuis le
Néolithique ancien, d’après l’analyse pollinique de la tourbière de Bosc dels Estanyons (2180 m, Vall del Madriu, Andorre) ”, Comptes Rendus Palevol, pp. 291-300.
XII. Y cuando a los Pirineos no les llamábamos Pirineos...: la arqueología de Sobrarbe...
Mocci F., Palet Martinez J. M., Segard M., Tzortzis S. y Walsh K., 2005. “Peuplement,
pastoralisme et modes d’exploitation de la moyenne et haute montagne depuis la
Préhistoire dans le Parc national des Écrins”, pp. 197-212. En: F. Verdin y A. Bouet
(dir.), Territoires et paysages de l’âge du Fer au Moyen Âge. Mélanges offerts à Philippe Leveau, Bordeaux, Presses universitaires de Bordeaux.
Orengo, H., 2010. Arqueología de un paisaje cultural pirenaico de alta montaña. Dinámicas de ocupación del valle del Madriu-Perafita-Claror (Andorra). Tesi doctoral
inèdita. institut català d’Arqueologia Clàssica - Universitat Rovira i Virgili.
Palet Martinez, J. M., 2006. “Stratégies de la recherche archéologique en haute montagne: les projets «Champsaur» (Alpes du sud) et «vallée du Madriu/ la Vansa - Serra
del Cadi» (Pyrénées) ”, en: Alpis Graia : archéologie sans frontières au col du Petit-Saint-Bernard. Seminario di chiusura, Aosta, 2-4 marzo 2006, Aosta, 2-4 marzo
2006, pp. 381-385.
Palet Martinez, J. M., Ejarque A., Miras, Y., Riera, S., Euba, I. y Orengo, H., 2007. “Formes d’ocupació d’alta muntanya a la vall de la Vansa (Serra del Cadí - Alt Urgell) i a
la vall del Madriu-Perafita-Claror (Andorra): estudi diacrònic de paisatges culturals
pirinencs”, Tribuna d’Arqueologia, 2006-2007, pp. 229-253.
Palet, J.M., Julià, R., Riera, S., Ejarque, A., Orengo, H., Miras, Y., Garcia, A., Allée, Ph.,
Reed, J., Marco, J., Marqués, M.A., Furdada, G. y Montaner, J., 2012. “Landscape Systems and Human Land‐Use Interactions in Mediterranean Highlands and
Littoral Plains during the Late Holocene: Integrated Analysis from the InterAmbAr Project (North‐Eastern Catalonia)”, e‐topoi. Journal for Ancient Studies, 3,
pp. 305‐310
García, D., Mocci, F., Tzortzis, S. y Walsh, K., 2007. “Archéologie de la vallée de l’Ubaye (Alpes de Haute - Provence): présentation des premiers résultats d’un Programme Collectif de Recherches”, Preistoria Alpina, 42, pp. 23-48.
Rendu, C., 2003. La Montagne d’Enveig, une estive pyrénéenne dans la longue durée,
Canet, Trabucaire, 606 p.
Rendu, C. y Campmajo, P., 2002. “L’habitat pastoral des vallées de Cize et de Soule”, en: Bilan scientifique. Direction régionale des affaires culturelles Aquitaine, pp.
147-149. Bordeaux, Service Régional de l’Archéologie Aquitaine, Ministère de la
Culture.
Rey, P.-J., 2006. “Occupations et circulations pré-romaines autour du col du petit
Saint-Bernard; méthode et premiers résultats d’une étude archéologique et sédimentaire de la montagne alpine”, pp. 77-117. En : Alpis Graia: archéologie sans
frontières au col du Petit-Saint-Bernard. Seminario di chiusura, Aosta, 2-4 marzo
2006, Aosta, 2-4 marzo 2006.
Spindler, K., 1995. El Hombre de los Hielos. Barcelona: Círculo de Lectores.
Walsh, K. y Mocci, F., 2003. “9000 ans d’occupations du sol en moyenne et haute
montagne : la vallée de Freissinières dans le parc national des Écrins (Freissinières,
Hautes-Alpes) ”, Archéologie du Midi Médiéval, 21, pp. 185-198.
Walsh, K., Mocci, F., Court-Picon, M., Tzortis, S. y Palet Martinez, J. M., 2005. “Dynamique du peuplement et activités agro-pastorales durant l’Âge du Bronze dans
les massifs du Haut Champsaur et de l’Argentierois (Hautes-Alpes)”, Documents
d’archéologie méridionale, 28: 25-44.
201
202
Ermengol Gassiot Ballbè, Ignacio Clemene Conte y Javier Rey Lanaspa
Weiss, M. C., Mazet, S., Wilkinson, K. y Llobera, M., 2006. Projet d’archéologie du paysage de la Balagne.Prospection inventaire sur la commune de Laenzana. Prospection géomorphologique en Balagne. En línea: http://umrlisa.univ-corse.fr/page_idculture_04_01.html
Listado de autores
Kurt W. ALT. Center for Natural and Cultural History of Teeth (Danube Private University, Krems, Austria.
[email protected]
Héctor ARCUSA MAGALLÓN. Arqueólogo.
[email protected]
Vicente BALDELLOU MARTÍNEZ†. Museo Arqueológico Provincial de Huesca, Gobierno de Aragón, Huesca.
[email protected]
Carine CALASTRENC. CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique), Laboratoire FRAMESPA (UMR 5608), Université Jean Jaurès, Toulouse, France.
[email protected]
Ignacio CLEMENTE CONTE. CSIC - Institución Milá y Fontanals. GADS-IMF-CSIC, Grupo de Arqueología de las Dinámicas Sociales. AGREST, Arqueología de la Gestión
de Recursos Sociales y Territorio. GAAM-UAB-CSIC, Grupo de Arqueología de Alta
Montaña.
[email protected]
David GARCIA CASAS. Departamento de Prehistoria, UAB, Universidad Autónoma
de Barcelona. GAAM-UAB-CSIC, Grupo de Arqueología de Alta Montaña. david.
[email protected]
Iñigo GARCÍA MARTÍNEZ DE LAGRÁN. Investigador del Programa Posdoctoral de perfeccionamiento de doctores del DEUI (Gobierno Vasco). TRACES UMR5608 Université de Toulouse Le Mirail 2.
[email protected]
Rafael GARRIDO PENA. Departamento de Prehistoria y Arqueología, UAM, Universidad Autónoma de Madrid.
[email protected]
Ermengol GASSIOT BALBÈ. Departamento de Prehistoria, UAB, Universidad Autónoma
de Barcelona. GAAM-UAB-CSIC, Grupo de Arqueología de Alta Montaña.
[email protected]
Juan Francisco GIBAJA BAO. CSIC - Institución Milá y Fontanals. GADS-IMF-CSIC, Grupo de Arqueología de las Dinámicas Sociales. AGREST, Arqueología de la Gestión
de Recursos Sociales y Territorio.
[email protected]
Eneko IRIARTE. Laboratorio de Evolución Humana, Departamento Ciencias Históricas
y Geografía, UdB, Universidad de Burgos.
[email protected]
Irene JIMÉNEZ JIMÉNEZ. Instituto Arcadia (Fundación General de la Universidad de
Valladolid).
[email protected]
Niccolò MAZZUCCO. CSIC - Institución Milá y Fontanals. GADS-IMF-CSIC, Grupo de
Arqueología de las Dinámicas Sociales. AGREST, Arqueología de la Gestión de
Recursos Sociales y Territorio. GAAM-UAB-CSIC, Grupo de Arqueología de Alta
Montaña.
[email protected]
203
204
Marta MORENO GARCÍA. G.I. Arqueobiología, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CSIC, Madrid).
[email protected]
Laura OBEA. Departamento de Prehistoria, UAB, Universidad Autónoma de Barcelona.
GAAM-UAB-CSIC, Grupo de Arqueología de Alta Montaña. laura.obea 87@gmail.
com
Amor OLOMÍ CALDERÓN. Arqueóloga.
[email protected]
David ORTEGA. CSIC - Institución Milá y Fontanals. GADS-IMF-CSIC, Grupo de Arqueología de las Dinámicas Sociales.
[email protected]
Leonor PEÑA CHOCARRO. Escuela Española de Historia y Arqueologia (CSIC), Roma.
[email protected]
Guillén PÉREZ JORDÁ. G.I. Arqueobiología, Centro de Ciencias Humanas y Sociales
(CSIC, Madrid).
[email protected]
Carlos PIMENTA. DGPC, LARC, CIBIO/InBIO Lisboa (Portugal).
[email protected]
Javier REY LANASPA. Arqueólogo del Departamento de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón (DGA).
[email protected]
David RODRÍGUEZ ANTÓN. CSIC - Institución Milá y Fontanals. CaSES. Complexity
and Socio Ecological Systems. GAAM-UAB-CSIC, Grupo de Arqueología de Alta
Montaña.
[email protected]
Manuel ROJO GUERRA. Departamento de Prehistoria y Arqueología, UdV, Universidad
de Valladolid.
[email protected]
José Ignacio ROYO GUILLÉN. Técnico arqueólogo, Dirección General de Patrimonio
Cultural (Gobierno de Aragón).
[email protected]
Aitor RUÍZ REDONDO. Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), Edificio Interfacultativo. Universidad de Cantabria. aruizredondo@
gmail.com
Cristina TEJEDOR RODRÍGUEZ. Instituto Arcadia (Fundación General de la Universidad de Valladolid).
[email protected];
[email protected]
Índice
Sobrarbe antes de Sobrarbe... ......................................................
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè y Javier Rey
Lanaspa.
I. “Cort o Transito” —Coro Trasito— o corral de tránsito: una cueva
pastoril del Neolítico antiguo en el corazón de Sobrarbe .............
Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey
Lanaspa, Niccolò Mazzucco y Laura Obea Gómez.
7
11
II. Surcos en la arcilla: evaluación arqueológica de los hallazgos parietales de la cueva de Coro Trasito (Tella) ...................................
Aitor Ruíz Redondo.
33
III. El paisaje en el Neolítico: un estudio preliminar de los restos antracológicos de Coro Trasito (Tella) ..............................................
Laura Obea Gómez.
43
IV. Cueva Lobrica, hallazgo de un nuevo yacimiento del Neolítico en
la orilla izquierda del río Bellós, en el Parque Nacional de Ordesa
y Monte Perdido ...........................................................................
Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte y Ermengol Gassiot
Ballbè.
55
V. Codronazo, en La Cabezonada (La Fueva): un nuevo abrigo con
arte rupestre en el Sobrarbe .........................................................
Javier Rey Lanaspa.
63
VI. El final de la prehistoria en Sobrarbe ............................................
Javier Rey Lanaspa.
VII. El crómlech pirenaico, en el barranco de Batanes (valle de Bujaruelo): estado de la cuestión ........................................................
Amor Olomí Calderón.
71
95
205
206
VIII. Pautas de movilidad en el Pirineo central durante el Neolítico antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos ...............
Niccolò Mazzucco, David Ortega Cobos, Ignacio Clemente
Conte, Ermengol Gassiot Ballbè, Vicente Baldellou Martínez y
Manuel Rojo Guerra.
IX. Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza ............
Manuel Rojo Guerra, Héctor Arcusa Magallón, Leonor Peña
Chocarro, José Ignacio Royo Guillén, Cristina Tejedor Rodríguez,
Iñigo García Martínez de Lagrán, Rafael Garrido Pena,
Marta Moreno-García, Carlos Pimenta, Niccolò Mazzuco,
Juan Fco. Gibaja Bao, Guillén Pérez Jordá, Irene Jiménez
Jiménez, Eneko Iriarte y Kurt W. Alt.
X. El pasado olvidado de la alta montaña: ocupaciones prehistóricas
en el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici y
sus implicaciones para la prehistoria de los Pirineos ...................
Ermengol Gassiot Ballbè, Ignacio Clemente Conte, David García
Casas, Niccolò Mazzucco, Laura Obea Gómez y
David Rodríguez Antón.
107
127
153
XI. De piedra, tierra y madera: una mirada comparativa entre las cabañas pirenaicas ...........................................................................
Carine Calastrenc.
177
XII. Y cuando a los Pirineos no les llamábamos Pirineos…: la arqueología de Sobrarbe dentro de la arqueología de los Pirineos y de las
montañas del sur de Europa .........................................................
Ermengol Gassiot Ballbè, Ignacio Clemente Conte y Javier Rey
Lanaspa.
193
Listado de autores ........................................................................
203