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Parque Chas: un cuadrante circular Por Juan J. Mesa “Las ciudades son las hijas del miedo, del miedo a la selva. Ya en el trazado de la ciudad descubrís la rectitud que tiene la ciudad, las calles, las esquinas, las manzanas, las veredas. Está todo construido para que un burro ciego camine por ella”. Enrique Symns en Mosca de bar, 2 Minutos Ese burro ciego caminaría eternamente por Parque Chas, sin jamás encontrar la salida. Este barrio, el más joven de la Ciudad de Buenos Aires (su formación fue aprobada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el 6 de Diciembre de 2005, aunque su fecha de referencia sea el 29 de Septiembre de 1925, cuando el Concejo Deliberante aprobó el trazado del barrio), goza de un raro privilegio: rompe con la lógica intrínseca de la ciudad dentro de la ciudad misma. Su trazado particular lo distingue del resto de los barrios porteños y le da una mística que lo hace único. La idea de orden que transmite el trazado en manzanas aquí no tiene vigencia: esto hace que cualquier peregrino no demore en perderse apenas cruce Avenida Triunvirato y empiece a caminar en círculos hasta que se decida a preguntarle a un lugareño. Todo esto siempre y cuando el ingreso al barrio se haga de día y en sobriedad, caso contrario el retorno se transforma en utopía. Esa breve pero fiel descripción de las ciudades que Enrique Symns nos escupe minutos antes de que el mosca empiece a gritar en Mosca de bar, se vuelve un viaje psicodélico al otro lado de Avenida La Pampa, donde las calles parecen deformarse y pierden su forma para convertirse en triángulos y las esquinas no miran a otras esquinas (como suele suceder) sino que apuntan sus vértices a una casa sorprendida en la mitad de la otra cuadra. Sin embargo, apenas cruzamos Avenida de los Constituyentes salimos de la selva, y retornamos a la previsibilidad que nos da el saber que cien metros por cien metros equivalen a una manzana. Comenzó a construirse en 1925 de la mano del doctor Vicente Chas quien construyo las “20 casas para obreros” sobre la avenida La Pampa entre Gamarra y Altolaguirre. Es por esto que una de las calles principales que corta diagonalmente el barrio llevaba su nombre hasta que fue cambiado a “La Internacional”, himno de los trabajadores de 1871. Años más tarde, adoptó el nombre que luce hoy: General Benjamín Victorica, integrante de la generación del 80, quien fuera Secretario de Guerra durante la Guerra de la Triple Alianza, Ministro de Guerra durante la Conquista del desierto y comandante de la Conquista del Chaco. En esta guerra contra los pueblos originarios, el general Victorica fundó el poblado de Presidente Roca. En el acto de fundación, clavó, a modo de advertencia y escarmiento, en una estaca la cabeza del cacique toba Yaloschi, frente a soldados e indígenas. Yaloschi había asolado las poblaciones blancas de la zona. En la provincia de la Pampa (como también se llama una de las calles que limita Parque Chas, rara elipsis de los nombres), una localidad lleva su nombre. En la elección de nombres para ese naciente Parque Chas podemos adivinar una mezcla de nostalgia y anhelo. Nostalgia de los inmigrantes de su patria que abandonaron en pos de un futuro mejor, añoranza que intentan paliar con el homenaje a esa Europa devastada por la guerra. Anhelo, por otra parte, de que su nuevo presente, su nueva casa, su nuevo barrio llegue en un futuro a gozar del prestigio y renombre de esas ciudades del Viejo Mundo. Así, Cádiz, Llerena, Burela, Gándara, Altolaguirre, Arizmendi, Quirós, son nombres que evocan ríos, poetas, militares, municipios, provincias y localidades de la España abandonada. Turín y Nápoles: las dos caras de la moneda. Los primeros eran la inmigración que se deseaba ver llegar a la Argentina cuando la consigna era “el mal que aqueja a la Argentina es su extensión”1i y se apuntó a poblar el “desierto” con europeos del norte, y los segundos fueron los que en efecto bajaron de los barcos en el puerto de Buenos Aires, para horror de la elite porteña, esos que hacían ruido en el zaguán, a decir de Leopoldo Lugones. Entre tanta civilización, irrumpe la barbarie: Los Incas atraviesan Parque Chas, cortando el barrio a la mitad, cual malón que nunca fue. Sin embargo, el siempre fiel Victorica ataja a los precolombinos justo a 100 metros de donde los ultima Andonaegui. Gobernador de Buenos Aires entre 1745 y 1758, Andonaegui fue el creador del Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires, quienes se encargaron de defender la frontera contra los indígenas. Para ello se crearon tres fuertes con tres compañías: “Valerosa”, en Luján; “Invenzible”, en Salto; y “Atrevidos”, en Magdalena, que luego pasó a llamarse “Conquistadora”. Casi cayéndose del mapa, casi con vergüenza, dos pequeños pasajes completan el recuerdo de la etapa colonial: Virreyes y Las indias: el nombre que tenían estas tierras para el rey y aquellos que la gobernaban en su nombre. Uno de estos últimos se esconde en el laberinto de Parque Chas: Bucareli, virrey de Nueva España entre 1771 y 1779. Entre tanto europeísmo, afortunadamente se coló una interna sudamericana: Gamarra vs. Ballivian. Agustín Gamarra fue un político y militar peruano que sirvió en un primer momento al ejército realista (desde 1809 hasta 1821) y luego al independentista (desde 1821 hasta 1825). Hijo de un español y una mujer aborigen, este mestizo se sumó a las filas libertadoras en 1821 bajo el mando del General Don José de San Martin. Al igual que Gamarra, Ballivian también luchó en un primer momento del lado realista (1817), para luego incoroporarse a las filas patriotas un año después. Ambos se enfrentaron el 18 de noviembre de 1841 en la Batalla de Ingavi, territorio boliviano, en lo que constituía la segunda invasión de Gamarra a Bolivia. La leyenda cuenta que, momentos antes de la batalla, un arcoíris teñía el cielo. Esto atemorizo al general peruano, que veía los colores de la bandera boliviana en el firmamento. Luego de cincuenta minutos de feroz combate, las tropas bolivianas al mando de José Ballivian se alzaron con la victoria, dando muerte a Gamarra y consolidando la independencia de Bolivia. Estas refriegas de la independencia americana tienen eco en Parque Chas en otro de sus participantes. Bartolomé Ceretti fue un marino nacido en Génova, Italia. Llego a Buenos Aires antes de la Revolución de Mayo y ya el 2 de Marzo de 1811 participo en el Combate de San Nicolás, en la goleta Invencible. Pasó a retiro en 1825 pero volvió al servicio para luchar en la Guerra del Brasil. El 26 de Febrero de 1826, Guillermo Brown encallo en Colonia. Ceretti acudió en su ayuda pero no pudo escapar al fuego enemigo. Bastante más acá en la historia, Parque Chas fue uno de los escenarios del “Operativo Pindapoy”. En la esquina de Ballivian y Bucarelli se hallaba la casa operativa que Fernando Abal Medina y Norma Arrostito alquilaban. Desde allí partieron la mañana del 29 de Mayo de 1970 hacia La Pampa y Figueroa Alcorta como primera posta, con destino final en la casa de Aramburu, sobre la calle Montevideo, frente al colegio Champagnat. El resto de la historia es conocidoii. Entre tantas idas y vueltas, algo queda claro: Parque Chas bien podría ser reflejo de la sociedad argentina. El querer ser, el anhelar la civilización, la gente decente, lo europeo bonito y educaditoiii y la frustración de llevar adentro, en la sangre, la barbarie, que aflora incipiente por donde menos lo esperan. De ahí los intentos de aniquilar las raíces bárbaras, aborígenes, bien nuestras, que afortunadamente no dejan de renacer. i Sarmiento, Domingo F, Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas. Feinmann, José Pablo. Timote, 2009, Editorial Planeta. iii Música para pastillas, Oktubre (1986). Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. ii