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Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. PETER SLOTERD I JK: N ORMAS Y D I STURBI OS EN EL PARQUE H UM AN O O LA CRI SI S D EL H UM AN I SM O COMO UTOPÍ A Y ESCUELA DE D OM ESTI CACI ÓN * Adolfo Vá sque z Rocca ** PALABRAS CLAVE RESUMEN Se indaga el sentido de la conferencia de Sloterdijk “Normas para el Parque humano” así como las polémicas por ella suscitada. Se realiza un diagnóstico de la capacidad crítica del humanismo tradicional. En el marco del naufragio del humanismo como escuela y utopía domesticadora humana -marco en el que Sloterdijk reclama una revisión genético-técnica de la humanidad- se indaga ¿qué criterios pueden establecerse para normar las inevitables luchas por los derechos de la crianza humana? ¿Quiénes y sobre qué bases debieran hoy detentar el derecho a la crianza? ¿Cómo determinar quiénes son los que educan y los que son educados? Se proponen nuevos caminos que tienen en la mediación de la técnica su formulación discursiva y sus orígenes en las disidencias que, desde la propia tradición filosófica, reducían la estancia del hombre en el mundo a su expresión leída y escrita. Humanismo, biotecnología, selección, eugenesia, genética. crianza, educación, SUMARIO 1. Disturbios en el Parque Humano; del Parque zoológico al Parque temático. 2. Platón y Sloterdijk: El monopolio del conocimiento como estrategia de control político. 3. La crisis del humanismo como utopía y escuela de domesticación. 4. Respuesta a la Carta sobre el Humanismo. 5. El humanismo moderno como modelo educativo de la amigable sociedad literaria. 6 La crisis del humanismo y el fascismo como metafísica de la inmoderación 1 . D ist u r bios en e l Pa r qu e H u m a no; de l Pa r qu e zoológico a l Pa r qu e t e m á t ico Con ocasión de un sem inario a los pocos años de la m uert e de Levinas, Pet er Slot erdij k, profesor de la Universidad de Karlsruhe ( en la Hochschule für Gest alt ung de Karlsruhe) , expuso un docum ent o que llam ó Norm as para el Parque Hum ano, una respuest a a la Cart a sobre el Hum anism o1 , suscit ando uno de los debat es filosóficos m ás im port ant es de la act ualidad. La referida conferencia t uvo lugar el 17 de j ulio de 1999 en el cast illo de Elm au, en Baviera, con m ot ivo del Sim posio I nt ernacional “ Jenseit s des Seins / Exodus from Being / Philosophie nach Heidegger” , en el m arco de un ciclo de encuent ros sobre “ La filosofía en el final del siglo“ . La versión inicial de la exposición de Slot erdij k había sido present ada el 15 de j unio de 1997, en Basilea, en un encuent ro sobre la act ualidad del hum anism o. El t ext o fue publicado en su form a definit iva por Die Zeit el 10 de sept iem bre de 1999. * Fecha de recepción: 15 de m ayo de 2008. Fecha de acept ación: 7 de julio de 2008. ** Profesor de Ant ropología filosófica en la Pont ificia Universidad Cat ólica de Valparaíso y de Filosofía polít ica en la Universidad Andrés Bello ( Chile) . 1 SLOTERDI JK, P., Norm as para el parque hum ano, Ediciones Siruela, Madrid, 2000. Conferencia pronunciada en el Cast illo de Elm au, Baviera, en j ulio de 1999 y publicada en Die Zeit ese m ism o año. - 105 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950 Adolfo Vásquez Rocca En est a ponencia Slot erdij k reclam a una revisión genét icot écnica de la hum anidad. En su plant eam ient o const at a que “ las fant asías de selección biopolít ica han t om ado el relevo de las ut opías de j ust icia” , de allí que Slot erdij k al dest acar los m edios y posibilidades que ofrece la biot ecnología, sugiera form ular un ‘código ant ropot écnico’, dej ando abiert a la posibilidad a una ‘ant ropot ecnología’ en la que pueda cam biarse el ‘fat alism o del nacim ient o’ por un ‘nacim ient o opcional’ y una ‘selección prenat al’. Reviviendo con ello los fant asm as de los t ot alit arism os del siglo XX, con sus sueños eugenésicos y am biciones de poder y cont rol en la selección de seres hum anos. Est a nueva ingeniería social aparent em ent e busca cim ent arse en una ant ropología de cuño neodarwinist a, com pat ible con cualquier racism o revivido, encont rando sus prim eros ant ecedent es en Plat ón donde los discursos educat ivos sobre la com unidad hum ana parecen apunt ar a un parque zoológico. 2 . Pla t ón y Slot e r dij k : El m on opolio de l con ocim ie n t o com o e st r a t e gia de con t r ol polít ico En una not a a pie de página de Si Europa despiert a 2 , Pet er Slot erdij k m enciona El Polít ico de Plat ón com o uno de los hit os principales de la época que pone fin a la dem ocracia y que inaugura la era de los I m perios, j unt o a la Ciropedia de Jenofont e, allá por el siglo I V a. C. Slot erdij k a part ir de la consideración de t ext os com o el de Plat ón 3 ret om a las discusiones propuest as por Heidegger en su “ Cart a sobre el hum anism o” para ir un paso m ás allá y dem ost rar que la era del hum anism o est á t erm inada y la ingeniería genét ica ha de desplegar un efect ivo –aunque discut ible – plan de “ dom est icación y cría de los seres hum anos” . Slot erdijk se inscribe en la t radición de Heidegger y sobre t odo de Niet zsche, pensadores que en Alem ania aún cargan con el last re de su supuest a cercanía con el nazism o; ello, sum ado al uso de expresiones com o “ dom est icación y cría” que son palabras de Plat ón ret om adas en un nuevo cont ext o, es suficient e razón para que fuera acusado de filonazi por la oficialidad int elect ual alem ana, encabezada por Jürgen Haberm as. 2 SLOTERDI JK, P., Si Europa despiert a, Pre- Text os, Valencia, 2004. 3 Slot erdij k se pregunt a, en relación a El polít ico de Plat ón, si la diferencia ent re los direct ores del zoológico y la población del zoo es sólo gradual o de especie. En el prim er caso se daría la posibilidad de que los habit ant es eligieran a sus direct ores, pero si la diferencia fuera específica se plant ea una alt ernat iva at erradora: “Si, por el cont rario, ent re los direct ores del zoo y los habit ant es del zoo reina una diferencia específica, ent onces serían t an profundam ent e dist int os ent re sí que no result aría aconsej able una dirección elegida, sino sólo una dirección con conocim ient o de causa” .En ese caso, únicam ent e los falsos direct ores del zoo, los pseudo- hom bres de Est ado y los sofist as de la polít ica harían cam paña a su favor ut ilizando el argum ent o de que ellos sí est án hechos de la m ism a m at eria que el rebaño; m ient ras que el verdadero criador apost aría por la diferencia y daría discret am ent e a ent ender que él, que act úa con conocim ient o de causa, est á m ás cerca de los dioses que los confundidos seres vivos a su cargo.” - 106 http://universitas.idhbc.es Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. La t esis cent ral del t ext o de Slot erdijk present a la evolución hum ana penet rada por la desigualdad y por la clara división ent re los past ores, que han em pleado las m ás violent as t écnicas de am ansam ient o y dom est icación, y el rebaño, condenado a la resignación y a habit ar casas que m ás se parecen a j aulas que a ot ra cosa. En est e proceso de desarrollo la dem ocracia se present a com o una sim ple m áscara ya que el rebaño no posee los conocim ient os de los direct ores, prest os a hacer los experim ent os que consideren necesarios con quienes est án a su cargo para el past oreo. El m onopolio del conocim ient o se conviert e en un arm a polít ica de cont rol. Para el parque zoológico plat ónico y su organización, de lo que se t rat a es de det erm inar si ent re la población y quienes la dirigen hay una diferencia específica; vale decir, una diferencia de t ipos de seres hum anos det erm inada por una volunt ad superior: el rebaño y su past or. Para Plat ón “ …en el vot o de unos conciudadanos que ofrecen o ret iran a volunt ad su confianza al polít ico; t am poco reside en privilegios heredados ni usurpados. El gobernant e plat ónico sólo encuent ra la razón de ser de su gobierno en un saber propio de reyes en m at eria de crianza…” 4 La labor del polít ico queda así est ablecida com o la del past or de un rebaño incult o y se t rat a, en resum en, de una dict adura de expert os en agrupar y aparear seres hum anos con el fin de conservar el orden y la pureza de la elit e gobernant e. En su búsqueda de las reglas para el m ej or Est ado, Plat ón no se det iene ant e nuevos m odelos de procreación eugenésicos, abiert am ent e est at ist as. Ahora bien, el escándalo suscit ado por la Conferencia de Slot erdij k obedece al hecho que ést e present a la educación y la cult ura com o t écnicas de dom est icación del hom bre, una especie de zoológico t em át ico para anim ales civilizados, donde el hom bre es dom est icado a la vez que t rat a de hacer lo m ism o con los recién llegados. Est as convicciones –sum adas a la provocadora elección por part e de Slot erdij k de t érm inos ganaderos com o “ dom a” y “ cría” del “ anim al hum ano” – le valieron que Haberm as, su principal crít ico a la vez que la aut oerigida conciencia de la Alem ania ant inazi, lo acusara de ut ilizar “ la j erga nacionalsocialist a” . La prensa, por su part e, lo calificó de eugenist a. Ant e lo cual Slot erdijk se defendió aduciendo que: “ El eugenism o form a part e del pensam ient o m oderno. Es la base m ism a del progresism o. El eugenism o es una idea de la izquierda clásica, ret om ada por los nacionalist as después de la Prim era Guerra Mundial. Es el progresism o aplicado al t erreno de la genét ica. Cada individuo razonable es eugenist a en el m om ent o en que se casa. Cada m uj er es eugenist a si prefiere casarse con un hom bre que posee cualidades favorables en su apariencia física. Es el eugenism o 4 SLOTERDI JK, P., Norm as para el parque hum ano, op. cit . - 107 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950 Adolfo Vásquez Rocca de t odos los días [ .. .] Nunca exist ió un eugenism o fascist a. Lo que hubo fue un ext erm inio racist a. Esa volunt ad de m at ar nunca t uvo la m ás m ínim a relación con el concept o de eugenism o concebido com o un m edio de reflexionar sobre las m ej ores condiciones en que será creada la próxim a generación. Los nazis se aprovecharon de algunos pret ext os pseudo cient íficos para elim inar enferm os. Eso no t iene nada que ver con el eugenism o. Es un abuso t ot al de lenguaj e llam arlo así” 5 . Slot erdij k al em plear expresiones referidas a un “ parque zoológico hum ano” nat uralm ent e t enía que causar conm oción. Sin em bargo, a su ent ender est os t érm inos fueron t am bién m et áforas fecundas e hipót esis ilum inadoras, que le perm it ieron describir la realidad ant ropológica - que exist e, con o sin esa m et áfora. Sin em bargo hay aquí una diferencia radical, una dist ancia infranqueable. El hom bre es un anim al de luj o y ya no es capaz de seguir siendo un verdadero anim al. Para Slot erdij k la hum anidad se ha vuelt o incapaz de quedar recluida en el m ero t errit orio de la anim alidad. Som os seres condenados a la fuga hacia adelant e, y en esa carrera nos volvem os ext át icos. Ese éxt asis corresponde a lo que Heidegger llam aba “ la apert ura al m undo” . A Slot erdij k le int eresa part icularm ent e el ser hum ano com o fenóm eno de prodigalidad ext rem a, de excedent e casi m ilagroso, de producción y aut oproducción que excede t odo lím it e im aginable. Esa criat ura sorprendent e lleva una carga heredit aria de enferm edades genét icas. La única pregunt a eugenist a que las generaciones fut uras podrían plant earse sería si suprim ir, gracias a la ingeniería genét ica, algunos de est as acechanzas. En 50 o 100 años –sost iene Slot erdij k– la hum anidad est ará de acuerdo con esas t écnicas. Pero est o no guarda ninguna relación con un eugenism o del ext erm inio. Así pues, es necesario habit uarse a pensar al hom bre com o un ser de luj o, aun cuando los dogm át icos no dej en de decirnos que el hom bre es hom bre sólo en función de sus carencias. Ent endiendo la necesidad de abrir el debat e en t orno a los lím it es de los act os y capacidades del hom bre - debat e que excede la capacidad crít ica del hum anism o t radicional- Slot erdij k profundiza su reflexión en t orno a a la biot ecnología, en apert ura a la cult ura de la im agen; a los nuevos desplazam ient os y configuraciones de m ult it udes, públicos y audiencias; a los paradigm as de los nuevos rost ros del fascism o; a las nuevas t écnicas de dom est icación del anim al- hom bre. De est e m odo propone nuevos cam inos a la reflexión, a la m ediación de la t écnica, a la form ulación de un código ant ropot écnico, a las form ulaciones problem át icas, a la disidencia con 5 SLOTERDI JK, P. en Ent revist a con Luisa Corradini publicada en La Nación de Buenos Aires con el t ít ulo: “ Pet er Slot erdij k: El fascism o de izquierda nunca hizo su duelo” . - 108 http://universitas.idhbc.es Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. la t radición filosófica que reducía las posibilidades de m ej ora y dom est icación del ser hum ano a la expresión leída y escrit a. La lect ura correct a dom est ica y el hom bre es un anim al baj o influj o, eso const it uía el credo fundam ent al del hum anism o. 3 . La cr isis de l dom e st ica ción h u m a n ism o com o u t opía y e scu e la de Fue Niet zsche quien advirt ió que los procesos dom est icadores – ant ropot écnicas– const it uían t écnicas pract icadas por hom bres para criar a hom bres. En una sociedad post epist olar donde los sist em as m orales/ religiosos han perdido su influencia, los parám et ros ext ernos que garant izaban orient aciones m ínim as se han volat ilizado. De est e m odo el hom bre ha quedado en el desam paro presagiado por el Exist encialism o de Sart re, el hom bre est a condenado a ser libre6 , a ej ercer con angust ia est a faena poét ica de invent arse cada día en un largo it inerario siem pre abiert o y revocable, debiendo así asum ir los cost os de est a libert ad - ej ercida- desde el frágil suelo de la cont ingencia, est o es, sin el am paro de ninguna verdad absolut a o t rascendent e que se im ponga com o necesaria y que, com o t al, lo am pare y j ust ifique. La libert ad hum ana habrá de ej ercerse desde lo inciert o y el riesgo de un proyect o aut osost enido, donde el hom bre se invent a y se narra a sí m ism o. Así el hom bre al elegir est ará a su vez eligiéndose; sus act os inst alan su ser y no a la inversa. El hom bre no t iene nat uraleza, t iene hist oria7 . El final del hum anism o com o ut opía nos dej a ant e un nuevo desafío. Consecuent em ent e, se pregunt a Slot erdijk: “ [ …] ¿qué am ansará al ser hum ano, si fracasa el hum anism o com o escuela de dom est icación del hom bre? ¿Qué am ansará al ser hum ano, si hast a ahora sus esfuerzos para aut odom est icarse a lo único que en realidad y sobre t odo le han llevado es a la conquist a del poder sobre t odo lo exist ent e? ¿Qué am ansará al ser hum ano, si, después de t odos los experim ent os que se han hecho con la educación del género hum ano, sigue siendo inciert o a quién o a qué educa o para qué el educador? ¿O es que la pregunt a por el cuidado y el m odelado del hom bre ya no se puede plant ear de m anera com pet ent e en el m arco de unas sim ples t eorías de la dom est icación y de la educación?” 8 . La sospecha fundam ent al es que t ras los diferent es program as ‘académ icos’ de dom est icación, se ocult aría una hist oria som bría: no t ant o la m arxist a ‘lucha de clases’ com o la lucha ent re criadores, ent re las ideologías que propugnan diferent es procedim ient os de 6 SARTRE, J. P., El exist encialism o es un hum anism o, Edit orial Edhasa, Madrid, 1982. 7 ORTEGA Y GASSET, J., Hist oria com o sist em a, Revist a de Occident e, 1962, pp. 60-61. 8 SLOTERDI JK, P., Norm as para el parque hum ano, op. cit . - 109 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950 Adolfo Vásquez Rocca crianza. Una lucha que habría em pezado en Plat ón y llevado a una decisión definit iva en Niet zsche” 9 . El hom bre solo ant e sí m ism o, desnudo com o en el principio, sigue t eniendo com o cuest ión original qué hacer de su vida, las nuevas t ecnologías - en un int ent o de program ación de est a vida sin inst rucciones de uso, act úan sobre el cuerpo hum ano operando una progresiva t ecnificación de la vida, de la sexualidad, del deseo, de la sociabilidad, de los est ados alt erados del ánim o, de los periodos de sueño y vigilia. Nacidos de gam et os seleccionados, t odos provist os de genes sin defect os, habiendo beneficiado las horm onas hiperact ivas y de una ligera corrección del cerebro, t odos los hom bres serán bellos, sanos, int eligent es. Vivirán doscient os años o m ás. Ya no habrá fracasos, angust ias, dram as. La vida será m ás segura, m ás fácil, m ás larga pero [ …] ¿valdrá la pena vivirla? 4 . Re spu e st a a la Ca r t a sobr e e l H u m a n ism o El Hum anism o com o palabra y proyect o t iene siem pre un opuest o, la Barbarie. Es fácil de ent ender que precisam ent e aquellas épocas que han hecho sus principales experiencias a part ir de un pot encial de barbarie liberado excesivam ent e en las relaciones int erhum anas, sean asim ism o aquellas en las que el llam ado al Hum anism o suele sonar m ás alt o y perent orio. Quien hoy se pregunt a por el fut uro del hum anit arism o y de los m edios de hum anización, quiere saber en el fondo si quedan esperanzas de dom inar las t endencias act uales que apunt an a la caída en el salvajism o [ Verwilderung] del hom bre. Ahora bien, com o lo indica su t ít ulo, Reglas para el Parque Hum ano aborda el problem a del Hum anism o baj o la form a de una respuest a al conocido t ext o de Heidegger 10 de 1946 La t esis fundam ent al es que el supuest o com ponent e best ial de la nat uraleza hum ana quiso ser neut ralizado por el hum anism o clásico m ediant e la dom est icación a t ravés de la lect ura, ent endida ést a m ás que com o una cam paña de alfabet ización, com o un m asivo envío post al - baj o la form a de ext ensas cart as dirigidas a los am igos- cart as dest inadas a 9 DUQUE, F., En t orno al hum anism o. Heidegger, Gadam er, Slot erdij k , Edit orial Tecnos, Madrid, 2002, p. 129. 10 Según, Rüdiger Safranski, cuando en la Cart a sobre el hum anism o, escrit a en 1946, Heidegger reflexiona sobre el pensam ient o, su sit uación personal es la de un proscrit o. En la casa de Friburgo se sent ía oprim ido, t ant o por el alej am ient o de la universidad, com o por el est ar pendient e del regreso de los dos hij os, que t odavía se hallaban caut ivos en Rusia. Sin em bargo, a pesar de las circunst ancias oprim ent es, el filosofar de Heidegger m ant iene la act it ud fundam ent al serena de los últ im os años de la guerra. Se revist e de la función del “ sabio de la m ont aña” , que describe el abuso de la m odernidad en grandes perspect ivas y panoram as, pensando j unt am ent e en los crím enes del nacionalsocialism o, pero sin reflexionar explícit am ent e sobre ellos. refugiándose en las ideas “ absolut as” de pueblo, caudillo, raza, m isión hist órica. En la excelent e biografía -Un m aest ro de Alem ania: Mart in Heidegger y su t iem po- Tusquet s Edit ores, 2003. - 110 http://universitas.idhbc.es Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. inst aurar lo que Slot erdij k define com o una sociedad pacificada de lect o- am igos. “ Así pues, el fant asm a com unit ario que est á en la base de t odos los hum anism os podría rem ont arse al m odelo de una sociedad lit eraria cuyos m iem bros descubren por m edio de lect uras canónicas su com ún devoción hacia los rem it ent es que les inspiran” 11 . De t al m odo que las naciones lej anas serían ellas m ism as product os lit erarios y post ales: ficciones de un dest ino de am ist ad con com pat riot as rem ot os y una afinidad em pát ica ent re lect ores de los m ism os aut ores de propiedad com ún 12 . De ahí en adelant e, los pueblos se organizan com o ligas alfabet izadas de am ist ad com pulsiva, conj uradas en t orno a un canon de lect ura asociado en cada caso con un espacio nacional. Est o fue así, hast a el advenim ient o de las ideologías, con los Est ados- nacionales en los siglos XI X y XX, el hum anism o se vuelve pragm át ico y program át ico, el m odelo de sociedad lit eraria am plía su alcance, convirt iéndose en norm a de la sociedad polít ica y - en la práct ica- germ en de am biciones im perialist as. Adem ás de los aut ores europeos ant iguos se m ovilizan ahora t am bién - para est os fines- clásicos m odernos y nacionales, cuyas cart as al público son ensalzadas y convert idas en m ot ivos eficient es de la creación nacional por part e del m ercado de libros, las casas de alt os est udios y los ideólogos de los nuevos t ot alit arism os. ¿Qué son las naciones m odernas sino poder osas ficciones de públicos let rados, convert idos a part ir de los m ism os escrit os en arm ónicas alianzas de am ist ad? Si nosot ros exist im os en nuest ro origen - en nuest ras ficciones fundacionales- , nuest ro origen es nuest ro lugar espirit ual, nuest ra radical cult ura originaria, de allí que quepa pregunt ar “ si la verdadera Alem ania no est á en los genes ni en los m apas, sino en las ficciones m ediant e las cuales se pret ende dar lugar a un pueblo, ¿por qué hem os de considerar m ás aut ent ica la ficción de Hölderlin que la de Hit ler?13 11 SLOTERDI JK, P., Reglas para el Parque Hum ano, op. cit . Con el Renacim ient o y la Modernidad, el libro se convirt ió en una especie de “ cart a” dirigida a t odos y cualquiera ( “ el curioso lect or” ) , pero escrit a en un det erm inado idiom a, lo cual coincidió con el est ablecim ient o de los Est ados nacionales, dando a est os un im pulso form idable a part ir de la Revolución francesa y la difusión de periódicos y revist as, así com o de la enseñanza obligat oria, im poniendo t ext os de cont enido cont rolado y supervisado, de m odo que inculcaran en los est udiant es el “ espírit u de la pat ria”. Ahora bien, t ras la revolución “ m ediát ica” concom it ant e con las dos guerras m undiales y t riunfant es j ust am ent e t ras el fracaso de la últ im a gran revolución: la soviét ica, el hum anism o - el hum anism o t ipográfico, diríam os- ha ent rado en una crisis irrem ediable. Ya no es válido para el adoct rinam ient o ni para la cohesión social. Hast a aquí llega Slot erdij k, dej ando a un lado, com o oyeron ust edes, una volát il alusión a la necesidad de un Codex de t écnicas ant ropógenas: por ciert o, lo único que j ust ificaría el llam at ivo t ít ulo, ya que en ninguna ot ra part e se nos habla de las norm as, el est at ut o o las reglas del zoo hum ano. 13 PARDO, J. L., “ A cualquier cosa llam an art e. Ensayo sobre la falt a de lugares” , en Habit ant es de Babel; polít icas y poét icas de la diferencia, Ed. Laert es, Barcelona, 2001. 12 - 111 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950 Adolfo Vásquez Rocca Est a respuest a, nos inst ala en el problem a polít ico del im aginario nacional. En est o consist e el sent ido profundo de la propaganda y la sociología de m asas –a la que se referirá Slot erdij k en El Desprecio de las Masas14 – ant e la cual sucum bió el pueblo alem án durant e los años t rágicos del nacionalsocialism o. La inst rucción m ilit ar obligat oria para los varones y la lect ura obligat oria de los clásicos para j óvenes de am bos sexos caract erizan a la burguesía clásica, definen a aquella época de hum anit arism o arm ado y erudit o, hacia el que vuelven la m irada hoy conservadores de viej o y nuevo cuño, nost álgicos de práct icas prusianas, aunque de seguro no del t odo conscient es de llegar a una com prensión t eórica del sent ido y alcance de la forj a de un canon de lect ura... Para darse una idea clara de est e fenóm eno, bast a con recordar el result ado last im oso de un debat e nacional llevado adelant e en Alem ania – debat e inducido sobre t odo por los j óvenes– sobre la supuest a necesidad de un nuevo canon lit erario. Así los Est ados nacionales del siglo XI X habrían sido frut o y crist alización final de est e proyect o dom est icador de im pront a m et afísica: la época de est os “ Nacionalhum anism os” se ext iende para Slot erdijk ent re 1789 y 1945. 5 . El h u m a n ism o m ode r n o com o m ode lo e du ca t iv o d e la a m iga ble socie da d lit e r a r ia La cart a de Heidegger es, com o se ha vist o, cont em poránea del período en que t erm ina para Slot erdij k, cat ast róficam ent e, la era de la dom est icación ilust rada ( es un dat o im port ant e y sin duda polém ico el que el fascism o const it uya paradój icam ent e desde est a perspect iva un product o de la I lust ración, const it uyendo así uno de los rost ros que adopt a el hum anism o15 y sus discursos a la vez hum anit arios y m alint encionados en el siglo XX; los ot ros serían el ‘am ericanism o’ y el ‘bolchevism o’) . Com o product o y negación de aquella cat ást rofe, los años que siguen a 1945 alum brarían respect ivam ent e el est ablecim ient o definit ivo de una indust ria del ent ret enim ient o desinhibidor y una reacción hum anist a basada en 14 SLOTERDI JK, P., El Desprecio de las Masas, Edit orial Pre- t ext os, Valencia, 2002, pp. 19 – 29. 15 “ Heidegger present a, en efect o, al m undo hist órico de Europa com o el t eat ro del hum anism o m ilit ant e, com o el cam po sobre el que la subj et ividad hum ana realiza la t om a del poder sobre los ent es con las fat ales consecuencias lógicas de est e act o. Baj o est a luz, el hum anism o se ofrece com o cóm plice nat ural de t odo horror posible que haya podido ser perpet rado en nom bre del provecho hum ano. Aun en la t rágica t it anom aquia de m ediados de siglo ent re bolchevism o, fascism o y am ericanism o, se alzan –en la visión de Heidegger– nada m ás que t res variant es del m ism o poder ant ropocént rico y t res candidat uras en lucha por un dom inio m undial em bellecido de hum anit arism o, con lo cual el fascism o bailaba en la cuerda floj a, porque dej aba ver m ás abiert am ent e que sus adversarios su desprecio por los valores m oderados de la paz y la form ación cult ural. En realidad, el fascism o es la m et afísica de la inm oderación, y quizás t am bién una form a inm oderada de la m et afísica. Para Heidegger, el fascism o era la sínt esis del hum anism o y del best ialism o, es decir, la coincidencia paradoj al de inhibición y desinhibición” . - 112 http://universitas.idhbc.es Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. t res ej es fundam ent ales ( crist ianism o – exist encialism o y m arxism o) que da lugar a una rest auración de cort o plazo y supuest am ent e sin esperanza del ideal let rado- ilust rado. La era del hum anism o m oderno com o m odelo escolar y educat ivo ha sido - com o se ve- largam ent e superado, volviéndose insost enible la ilusión de que m asivas est ruct uras polít icas y económ icas pueden ser ya organizadas siguiendo el m odelo am igable de la sociedad lit eraria. El fin del hum anism o no será ciert am ent e el fin del m undo, pero sí el de nuest ro m undo, el de quienes hem os cifrado nuest ras expect at ivas de progreso hum ano en el desarrollo de la sensibilidad a t ravés del progreso hum aníst ico- lit erario com o vehículo com unicat ivo y em pát ico de la experiencia ét ica, que según nuest ro convencim ient o nos perm it iría superar el et nocent rism o y t ener am igos a dist ancia. Am igos de let ra present e. Hast a la llegada del cort o período en que se produj o la alfabet ización general, la cult ura escrit uraria m ism a m ost ró agudos efect os select ivos. Hendió profundam ent e a las sociedades de sus dueños, y abrió una griet a ent re lit erat os y hom bres ilet rados, cuya infranqueabilidad casi alcanzó la rigidez de una diferencia específica. Si se quisiera t odavía, a pesar de las prot est as de Heidegger, hablar ot ra vez de m odo ant ropológico, se podría definir a los hom bres de t iem pos hist óricos com o anim ales, de los cuales unos saben leer y escribir, y ot ros no. De aquí en adelant e hay sólo un paso –aunque de enorm es consecuencias– hast a la t esis de que los hom bres son anim ales, de los cuales unos crían y disciplinan a sus sem ej ant es, m ient ras que los ot ros son criados: un pensam ient o desde las reflexiones plat ónicas sobre la educación y el Est ado. En la conferencia Slot erdij k realiza un recorrido panorám ico por la t radición occident al, en el que dest acan nít idam ent e cuat ro aut ores: Cicerón – Heidegger– Niet zsche –Plat ón. No es casual la referencia inicial a Cicerón, en gran m edida aut or o al m enos el m ás célebre cont em poráneo de la ‘reacuñación’ lat ina de concept os fundam ent ales griegos, y de la configuración definit iva de lo que se ent iende por hum anism o clásico. El papel de Heidegger en est a hist oria sería evident em ent e el de desvirt uar las pret ensiones hum anist as de salvaguarda de la barbarie por m edio de una t radición de lect ura que considera al hom bre com o un m ero anim al a dom est icar a la vez que lo const it uye paradój icam ent e com o hom bre soberano en el cont ext o de un rearm e de la subj et ividad y de una t om a del poder sobre los ent es, aspect os a los que Slot erdij k, se referirá de m odo cent ral en “ El hom bre aut o- operable” 16 . A diferencia de est e hum anism o m ilit ant e que som et e a violencia al m undo y al hom bre, y precisam ent e en el m om ent o de su supuest o hundim ient o, 16 SLOTERDI JK, P., “ El hom bre aut o- operable” , en Revist a Sileno, Madrid, 2001. - 113 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950 Adolfo Vásquez Rocca Heidegger concibe al ser hum ano com o un ám bit o de int erpelación del Ser m ism o. En est e m arco de la cult ura let rada - propia del hum anism o clásico- cabe advert ir t am bién que est e m odelo con sus consiguient es presupuest os educat ivos siem pre sobrevoló la praxis concret a; es decir, excluyó de sus consideraciones m ás im port ant es la econom ía, las form as de t rabaj o, las guerras, y t odo el ám bit o de lo dom ést ico en el t rat o con las cosas y las inst it uciones en la sociedad, t odo aquello con lo que y cont ra lo que el hom bre se hace día a día. Es así que durant e siglos, t al educación est aba dirigida a una sociedad fundam ent alm ent e lit eraria, a un select o club de gent e que sabía leer y escribir. Es en el siglo XI X y a principios del XX cuando ese ideal de la sociedad lit eraria se conviert e en norm a para la sociedad civil y cum ple su función de t écnica ant ropogénica de dom est icación. Pero, si el canon de lect ura es el nervio de ese hum anism o y si la función epist olar ya no exist e, ¿qué sent ido t iene t odo eso en una sociedad com o la nuest ra? Es la pregunt a que ya en 1949 se plant eaba Heidegger. Surge de t al m odo la pregunt a de cóm o será posible una sociedad de cont em plat ivos auscult adores del Ser, pero la ausencia de respuest a dej a de t odos m odos en pie la pregunt a paralela por la vigencia del hum anism o clásico, cuyo hundim ient o definit ivo Heidegger había ya diagnost icado. La salida de est e oscuro callej ón epocal parece est ar para Slot erdij k en una reflexión profundizada sobre el claro, que, a diferencia de Heidegger, no es considerado aquí com o una relación ont ológica originaria im posible de ser indagada hist óricam ent e. El proyect o es ahora una hist oria social de la t angibilidad del hom bre a part ir de la pregunt a por el Ser, que incorpore la ant ropología y la t écnica t om ándolas com o dat os para ult eriores int errogaciones y nuevas perplejidades. Slot erdij k relaciona la idea de claro –com o el claro del bosquecon lo que él llam a la revolución ant ropogénica, punt o inicial de la avent ura de la hom inización, un proceso ligado esencialm ent e con la t ecnología y en el que nat uraleza e hist oria se art iculan inicialm ent e de un m odo ext raño, o m ás bien, en el que una falla o falt a en la prim era es ocasión de la caída de un elem ent o m arginal, que se conviert e así en el soport e de un m undo: de t al m odo la filosofía de Heidegger es insert ada en la hist oria por un recurso a la biología ( el discurso evolucionist a) y la t écnica. Con est a inserción, pret ende Slot erdij k desvincularse del com ponent e t eórico del pensam ient o de Heidegger y t ornarse hacia el ám bit o de la praxis, una act ividad form adora en últ im a inst ancia, com o verem os, volcada m ayorm ent e sobre uno m ism o, a la que da el nom bre genérico y plural de ant ropot écnicas. Com o prim er exponent e del claro y de la vida sedent aria, se encuent ra la casa, una especie de seno acogedor que suple y - 114 http://universitas.idhbc.es Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. corresponde a aquella falt a prem at ura que presagió por vez prim era lo hum ano: con la casa, el hom bre se dom est icó a sí m ism o luego de la caída, la casa es ocasión a su vez de los prim eros im pulsos t eóricos asociados con la m irada a t ravés de la vent ana, aguj ero que sería a su vez com o un claro de la pared. Resuenan en est e cont ext o, y a veces son ret om adas explícit am ent e por Slot erdij k las m et áforas past orales de Heidegger, y su im agen del lenguaj e com o la casa del Ser. Sólo que una m irada ext erior a la casa podría ver en ella un art efact o no ya para la dom est icación del hom bre, sino para su crianza, la producción de hom bres pequeños, t al com o pone Niet zsche en boca de su vagabundo, Zarat ust ra, una m irada ext erior que anuncia adem ás el inicio de luchas inevit ables ent re m ét odos alt ernat ivos para la crianza de los hom bres. En la m edida en que la hist oria t écnica da a luz un poder acrecent ado, se vuelve forzosa la elección de ut ilizarlo o no: Es la m arca caract eríst ica de la era t écnica y ant ropot écnica que cada vez m ás pasen al lado act ivo o subj et ivo de la selección ocurrirá con seguridad en el fut uro que el j uego se encarará act ivam ent e y se form ulará un código de las ant ropot écnicas. Desde un inicio, con la práct ica de la lect ura ( Lesen) y hast a la llegada de la alfabet ización universal, se verificó en las poblaciones hum anas una división ent re aquellos que sabían leer y aquellos que no. En dicha práct ica basó el hum anism o su proyect o dom est icador, pero pasó por alt o algo así com o una lect ura det rás de la lect ura, la ( re) lect ura exhaust iva y select iva ( Auslesen) , a la que Slot erdij k caract eriza com o el poder det rás del poder. Se int roduce aquí la idea de poder de selección, acrecent ado ent onces y vuelt o explícit o por los m odernos avances cient íficos, y quizás t am bién por la caída de la cult ura let rada, con lo que la necesidad de asum ir dicho poder de selección, delegado siem pre hast a ahora a t ravés de coart adas hum anist as a lo largo del t rayect o civilizat orio que encarna el plat onism o, se volvería cada vez m ás una evidencia insoslayable. Dicho poder de elección t endría en últ im a inst ancia un obj et ivo lúdico, asociado con “ un suj et o refinado, cooperat ivo, y con t endencia a j ugar consigo m ism o” , t al com o se form ula en El hom bre aut ooperable 17 , y com o vem os se volcaría en gran m edida sobre el propio suj et o insert o en una red de relaciones cooperat ivas, al correr cada vez m ás en desvent aj a las relaciones de explot ación y dom inio del ser hum ano respect o del m undo de los ent es y de los ot ros hom bres, o la noción del Hom bre soberano, de vigencia baj o la égida hum anist a. De t al m odo, donde el plat onism o y - con ello- el hum anism o habían vist o un proceso pasivo de dom est icación o apaciguam ient o ( Zähm ung) de anim ales racionales a t ravés de la lect ura correct a, a part ir de Niet zsche puede advert irse la exist encia correlat iva de un proceso act ivo de cría ( Zücht ung) que perm aneció en las som bras, 17 SLOTERDI JK, P., “ El hom bre aut o- operable” , op. cit . - 115 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950 Adolfo Vásquez Rocca im pensado, delegado en últ im a inst ancia en un grupo de rem ot os rem it ent es inspirados que pasaban por fundadores de una t radición, pero que en realidad, según Slot erdij k, enm ascaraban una deriva asubj et iva de m ilenios. 6 . La cr isis de l h u m a n ism o y e l fa scism o com o m e t a física de la in m ode r a ción El fenóm eno hum anist a gana at ención hoy sobre t odo porque recuerda –aun de m odo velado y confuso– que en la alt a cult ura, los seres hum anos son caut ivados const ant em ent e y al m ism o t iem po por dos fuerzas form at ivas, que llam arem os influj os inhibit orio y desinhibit orio. El convencim ient o de que los seres hum anos son “ anim ales baj o influj o” pert enece al credo del hum anism o, así com o el de que consecuent em ent e es im prescindible llegar a descubrir el m odo correct o 18 de influir sobre ellos. La et iquet a Hum anism o recuerda –con falsa inocencia– la perpet ua bat alla en t orno al hom bre, que se rat ifica com o una lucha ent re las t endencias best ializant es y las dom est icadoras. Est as indicaciones dej an en claro que con la pregunt a- por- elhum anism o se alude a algo m ás que a la conj et ura bucólica de que el act o de leer educa. Aquí se halla en j uego una definición del ser hum ano de cara a su franqueza biológica, y a su am bivalencia m oral. Pero por sobre t odo, est a pregunt a sobr e cóm o podrá ent onces el ser hum ano convert irse en un ser hum ano real o verdadero, será form ulada a part ir de ahora de m odo ineludible com o una pregunt a por los m edios, por aquello por cuyo int erm edio los seres hum anos m ism os se orient an y form an hacia lo que pueden ser y llegan a ser. Se t rat a, com o se habrá advert ido, de uno de los alcances de la Medit ación sobre la t écnica, en part icular de la sent encia según la cual “ El hom bre, quiera o no, t iene que hacerse a sí m ism o, aut o fabricarse” 19 . Para Ort ega el hom bre es un ser t écnico, est o es, ‘cont ra nat ura’, puest o que m ient ras el anim al t rabaj a para sat isfacer sus necesidades, el hom bre lo hace en cam bio para adquirir una sobre nat uraleza, poniendo a su disposición aquello que, biológicam ent e hablando, le es por com plet o superfluo. La t écnica es, en sí ant ropogénica, pero no dej a por ello de ser un luj o a su alcance, es decir al alcance del hom bre que ella m ism a ha engendrado. Y adem ás un luj o exclusivo del hom bre, ya que es la t écnica el crit erio de dem arcación respect o a la anim alidad de la que el hom bre zoológicam ent e proviene. Com o lo señala Ort ega “ las necesidades hum anas son obj et ivam ent e superfluas y sólo se conviert en en 18 Correct o en sus dos sent idos, est o es, com o la t écnica correct a - en el sent ido de la eficacia- y com o corrección ét ica -en el sent ido de la rect it ud m oral- . 19 ORTEGA Y GASSET, J., Medit ación de la t écnica, Espasa – Calpe, Madrid, 1965, p. 46. - 116 http://universitas.idhbc.es Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. necesidades para quien necesit a el bienest ar y para quien vivir es, esencialm ent e, vivir bien” 20 . El fascism o bailaba en la cuerda floj a, porque dej aba ver m ás abiert am ent e que sus adversarios su desprecio por los valores m oderados de la paz y la form ación cult ural. En realidad, el fascism o es la m et afísica de la inm oderación, y quizás t am bién una form a inm oderada de la m et afísica. Para Heidegger, el fascism o era la sínt esis del hum anism o y del best ialism o, es decir, la coincidencia paradoj al de inhibición y desinhibición. Frent e a t an enorm es condenas e inversiones ronda de nuevo la pregunt a por el fundam ent o de la dom est icación y la educación hum ana, y si los ont ológicos j uegos past oriles de Heidegger –que ya en su t iem po sonaron raros y chocant es– parecen hoy algo del t odo anacrónico, conservan al m enos el m érit o, a pesar de su precariedad y su t orpe caráct er inusit ado, de haber art iculado la pregunt a de la época: ¿qué puede dom est icar aún hoy al hom bre, si el hum anism o naufraga en t ant o que escuela dom est icadora hum ana? ¿Qué puede aún dom est icar al hom bre, si hast a el día de hoy sus esfuerzos de aut om oderación lo han llevado en gran m edida precisam ent e a su t om a del poder sobre t odo ent e? ¿Qué puede dom est icar al hom bre si hast a aquí en t odos los experim ent os de educación de la especie hum ana quedó poco claro hacia quién o hacia qué educaban los educadores? ¿O no habrá que dej ar de lado definit ivam ent e la idea de una form ulación com pet ent e de la pregunt a sobre el cuidado y form ación del hom bre en el m arco de la m era dom est icación? La polém ica ha seguido propagándose en part e por la reconocida agresividad de los t érm inos “ ganaderos” ut ilizados por Slot erdij k, que en Alem ania suscit an siniest ros recuerdos eugenésicos, pero en part e t am bién por una coincidencia t em poral de la que Slot erdij k era seguram ent e conscient e: la era de la inform ación parece haberse com plet ado m uy recient em ent e con la era de la biot ecnología, con los alim ent os t ransgénicos, la fecundación art ificial y la elaboración del “ m apa” del genom a hum ano, con la clonación de anim ales y quizá, en un fut uro próxim o, con la “ repet ición” - program ada- de seres hum anos. La sospecha de Niet zsche cont ra t oda cult ura hum aníst ica irrum pe para revelar el secret o de la dom est icación de la hum anidad. Quiere nom brar por su nom bre a los hast a hoy det ent adores del m onopolio de la crianza –el sacerdot e y el m aest ro, que se present an a sí m ism os com o am igos del hom bre–, revelar su función silenciosa, y desencadenar una lucha, nueva en la hist oria m undial, ent re diversos program as de crianza y de educación. Est e es el conflict o básico que Niet zsche post ula para el fut uro: la lucha ent re los pequeños criadores y los grandes criadores del 20 ORTEGA Y GASSET, J., Medit ación de la t écnica, op. cit ., p. 28 - 117 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950 Adolfo Vásquez Rocca hom bre –se podría t am bién decir, ent re hum anist as y súper hum anist as, am igos del hom bre, y am igos del superhom bre. “ El em blem a del superhom bre no represent a en las reflexiones de Niet zsche el sueño de una rápida desinhibición o una evasión en lo best ial, com o im aginaron los m alos lect ores con bot as de los años ‘30” 21 . Tam poco encierra dicha expresión la idea de una regresión del hom bre al est ado ant erior a las épocas del anim al dom ést ico o el anim al de iglesia. Cuando Niet zsche habla de superhom bre, es para referirse a una época m uy por encim a del present e. Él nos da la m edida de procesos m ilenarios ant eriores, en los que, gracias a un ínt im o ent ram ado de crianza, dom est icación y educación, se consum ó la producción hum ana, en un m ovim ient o que por ciert o supo hacerse profundam ent e invisible y que ocult ó el proyect o de dom est icación que t enía com o obj et o baj o la m áscara de la escuela. Por debaj o del lum inoso horizont e de la escolar dom est icación hum ana, Niet zsche –que ha leído con sim ilar at ención a Darwin y el apóst ol Pablo– cree descubrir un horizont e m ás som brío. Barrunt a el espacio en que com enzarán pront o inevit ables luchas por los derechos de la crianza hum ana, y en est e espacio se m uest ra el ot ro rost ro, el rost ro velado del claro. Cuando Zarat ust ra cruza la ciudad en la que t odo se ha vuelt o pequeño, descubre el result ado de una polít ica de buena crianza hast a ent onces exit osa e incuest ionable: le parece que, con la ay uda de una unión dest inada de ét ica y genét ica, los hom bres se las han arreglado para criarse en su pequeñez. Ellos m ism os se han som et ido a la dom est icación, y han hecho una elección de buena crianza poniéndose en cam ino hacia una sociabilidad de anim ales dom ést icos. De est e reconocim ient o surge la propia crít ica zarat ust riana del hum anism o com o rechazo de la falsa inocencia con que se envuelve el buen hom bre m oderno. No es de hecho nada inocent e que los hom bres críen a los hom bres en el sent ido de la inocencia. La sospecha de Niet zsche cont ra t oda cult ura hum aníst ica irrum pe para revelar el secret o de la dom est icación de la hum anidad. Es la m arca caract eríst ica de la era t écnica y ant ropot écnica que cada vez m ás pasen al lado act ivo o subj et ivo de la selección, aun sin t ener que ser arrast rados al papel de select or de un m odo volunt ario. Respect o a est o hay que dej ar algo en claro: hay un m alest ar en el poder de elección, y pront o const it uirá una opción a favor de la inocencia el hecho de que los hom bres se rehúsen explícit am ent e a ej ercit ar el poder de selección que han alcanzado de m odo fáct ico. Pero cuando en un cam po se desar rollan posit ivam ent e poderes cient íficos, hacen los hom bres una pobr e figura en caso de que, com o en épocas de una t em prana im pot encia, quieran colocar una fuerza 21 SLOTERDI JK, P., Reglas para el Parque Hum ano, op. cit . - 118 http://universitas.idhbc.es Peter Sloterdijk…, pp. 105-119. superior en su lugar, ya fuese el dios, o la casualidad, o los ot ros. Dado que los rechazos o renuncias suelen naufragar por su propia est erilidad, ocurrirá con seguridad en el fut uro que el j uego se encarará act ivam ent e y se form ulará un código de las ant ropot écnicas. Por su efect o ret rospect ivo, un código t al cam biaría t am bién el significado del hum anism o clásico, pues con él se publicaría y regist raría que la ‘hum anit as’ no sólo im plica la am ist ad del hom bre con el hom bre, sino t am bién –y de m odo crecient em ent e explícit o– que el ser hum ano represent a el m ás alt o poder para el ser hum ano. - 119 Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, nº 8, julio 2008, ISSN 1698-7950