Artículo
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS N°33, 2023 | ISSN 0719-644X | ISSN 0719-6458 en línea | pp. 125-159
DOI: 10.29344/07196458.33.3593
Fecha de recepción: 02/08/2023 · Fecha de aceptación: 06/11/2023 · Fecha de publicación: 31/12/2023
La evolución de la pobreza urbana en
Uruguay entre 1963 y 2011
The evolution of urban poverty in Uruguay
between 1963 and 2011
A evolução da pobreza urbana no Uruguai de 1963 a 2011
Tabaré Fernández* , Sofía Vanoli** y Andrés Wilkins***
1
2
3
RESUMEN
Este artículo presenta los resultados de nuestra investigación
con base en dos objetivos: describir la evolución de la pobreza
urbana en las localidades de Uruguay entre 1963 y 2011, a partir
de datos censales en tres mojones históricos (1963, 1985 y 2011),
y, en el camino de ese proceso, debatir sobre los desafíos de la
comparación histórica de las medidas de pobreza. Ambos objetivos se enmarcan en el proyecto de investigación “Territorios,
estructuras de bienestar y desigualdad: Uruguay entre 1960 y
2011”, financiado por la Comisión Sectorial de Investigación
Científica (CSIC) de la Universidad de la República de Uruguay
y desarrollado entre los años 2021 y 2023. Se adopta la metodología de medición de la pobreza, basada en las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), y se adapta su operacionalización a la
luz del debate sobre sus posibilidades de comparación histórica,
construida en dos versiones (una de 1989 y una de 2023), a partir
de microdatos censales agregados en localidades. Esto implica
una innovación en la unidad de análisis, con pocos antecedentes nacionales. Los resultados indican un descenso de la pobreza
urbana en los tres momentos considerados y una regionalización
Palabras clave:
desigualdad social,
pobreza, sociología
histórica.
1 Uruguayo. Doctor en Sociología, Colegio de México. PDU Neiself/Centro Universitario de Rivera, Universidad de la República (Udelar) y Departamento de Sociología (FCS-Udelar). Montevideo, Uruguay.
[email protected]
ORCID: 0000-0001-5019-7882
**
2 Uruguaya. Magíster en Sociología, Universidad de la República (Udelar). Departamento de Sociología (FCS-Udelar). Canelones, Uruguay. sofia.vanoli@cienciassociales.
edu.uy ORCID: 0000-0001-8853-5883
***
3 Uruguayo. Licenciado en Sociología, Universidad de la República (Udelar). Ciudad
de México, México.
[email protected] ORCID: 0000-0002-0650-124X
*
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La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
consistente a lo largo del tiempo. A su vez, se encuentran asociaciones relevantes entre los niveles de pobreza de las localidades,
su tamaño y sus propiedades fundacionales.
ABSTRACT
This article presents the research results based on two objectives:
to describe the evolution of urban poverty in Uruguayan towns
between 1963 and 2011, using census data at three historical milestones (1963, 1985, and 2011) and to discuss the challenges of
the historical comparison of poverty measures. Both objectives
are part of the research project “Territories, structures of wellbeing, and inequality: Uruguay between 1960 and 2011” funded
by the Sectoral Commission for Scientific Research (CSIC) of the
University of the Republic of Uruguay, and developed between
2021 and 2023. This project adopts the poverty measurement
methodology based on unsatisfied basic needs (UBN), adapting
its operationalization considering the debate around historical
comparison, and constructed in two versions (one from 1989 and
one from 2023) on census microdata aggregated by town. This
implies an innovation in the unit of analysis with few national
precedents. The results indicate a decrease in urban poverty in
the three moments considered and a consistent regionalization
over time. Moreover, relevant associations are found between the
poverty levels of the towns and their size, as well as their foundational properties.
Keywords:
historical
sociology, poverty,
social inequality.
RESUMO
Este artigo apresenta os resultados de nossa pesquisa com base
em dois objetivos: descrever a evolução da pobreza urbana nas
localidades do Uruguai de 1963 a 2011, a partir de dados censitários em três marcos históricos (1963, 1985 e 2011) e, no caminho desse processo, debater sobre os desafios da comparação
histórica das medidas de pobreza. Ambos os objetivos estão relacionados com o projeto de pesquisa “Territórios, estruturas de
bem-estar e desigualdade: o Uruguai de 1960 a 2011”, financiado
pela Comissão Setorial de Pesquisa Científica (CSIC) da Universidade da República do Uruguai e desenvolvido de 2021 a 2023.
Foi adotada a metodologia de medição da pobreza baseada nas
necessidades básicas insatisfeitas (NBI), e sua operacionalização
foi adaptada à luz do debate sobre suas possibilidades de comparação histórica, construída em duas versões (uma de 1989 e
uma de 2023), a partir de microdados censitários agregados em
localidades. Isto implica uma inovação na unidade de análise,
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Palavras-chave:
desigualdade
social, pobreza,
sociologia
histórica.
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com poucas informações nacionais. Os resultados indicam uma
diminuição da pobreza urbana nos três momentos considerados e uma regionalização constante ao longo do tempo. Por sua
vez, foram encontradas associações relevantes entre os níveis de
pobreza das localidades, o tamanho e as propriedades fundacionais destas.
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La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
Introducción
Este trabajo cumple con dos objetivos. Primero, describir la evolución
de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 y explorar algunos factores asociados a ella, principalmente los relativos a procesos
sociohistóricos de despliegue territorial del Estado. Durante ese periodo, el régimen de bienestar corporativo-sindical construido por el
Batllismo entró en crisis. Le siguieron varios ensayos de sustitución:
un modelo desarrollista socialcristiano; luego otro liberal-autoritario
entre 1974 y 1984; uno más de estado liberal subsidiario hasta 2004,
y desde 2005 se ha tratado de establecer un modelo neodesarrollista
socialdemócrata (Marcheshi et al., 2015). Aquí proponemos explorar la asociación entre la prevalencia de pobreza en las localidades
uruguayas en tres momentos del tiempo y tres tipos de factores: la
densidad poblacional departamental, el tamaño de la localidad y el
tipo fundacional de poblamiento. Los dos primeros factores tienen
un sentido demográfico, con mecanismos vinculados al dato de que
el crecimiento poblacional y urbano disminuyen la prevalencia de
pobreza. El tercer factor es el de mayor interés para este trabajo, dado
que vincula la pobreza urbana con el proceso histórico de fundación
de las localidades, tipificado de acuerdo con la implicancia o no del
Estado en ella. En apartados siguientes se desarrollará esa tipificación, que se puede ver al detalle en trabajos antecedentes realizados
por el grupo de investigación (Fernández et al., 2022).
El segundo objetivo es discutir la historicidad del constructo pobreza y de los indicadores propuestos para su medición, visto el propósito
de realizar una comparación que cubre más de medio siglo de historia
social contemporánea. Ambos objetivos se derivan del análisis de la
pobreza en las localidades de Uruguay, que se realizó en el marco del
proyecto de investigación I +D “Territorios, estructuras de bienestar y
desigualdad: Uruguay entre 1960 y 2011”, financiado por la Comisión
Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Universidad de la República y desarrollado entre los años 2021 y 2023.
En términos lógicos, el segundo objetivo antecede al primero,
hace a la discusión de la validez de las medidas (de contenido y de
constructo). Se revisa además el estado particular del campo temático, en el que desde fines del siglo pasado se añadió—a la ya longeva
confrontación entre mediciones directas e indirectas de la pobreza
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(Ringen, 1988)— el debate entre las mediciones unidimensionales y
multidimensionales (Boltvinik, 2004).
Adoptamos la metodología de medición de la pobreza, a través de
la identificación de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Trabajamos con microdatos de los censos de población, por lo que no contamos con medidas de ingresos o de gastos. Las Encuestas de Hogares se
aplican regularmente desde 1986, pero recién desde 2006 representan
a todo el país (Schwengel et al., 2007).
La medición por NBI se aplicó en Uruguay con datos de los VI, VII y
VIII Censos de Población, realizados en 1985, 1996 y 2011, respectivamente, aunque solo en el primero y el último de ellos la Dirección General de Estadísticas y Censos (DGEC, y más tarde INE, Instituto Nacional
de Estadísticas) publicó oficialmente los resultados (Calvo y Giraldez,
2000; Calvo et al., 2013; DGEC, 1989). Borrás (2023) ha propuesto una
versión ajustada de la metodología del NBI empleada por Calvo y colaboradores, con el propósito de aplicar a los censos su metodología multidimensional de medición de la pobreza, enmarcada en la propuesta de
Alkire y Foster (2007). Además, Maubrigades et al. (2021) realizaron un
estudio sobre las necesidades básicas de los trabajadores que comparó
las medidas de los Censos de 1963 y 2011; trabajo este que es nuestro
antecedente directo.
Nos adscribimos a un concepto indirecto de pobreza (Ringen,
1988) e interpretamos que los indicadores informan sobre el riesgo de
insatisfacción, más que sobre una descripción del estado de insatisfacción. La identificación la haremos comparando los resultados de dos
metodologías multidimensionales diferentes: una primera propuesta
por la DGEC de Uruguay para analizar el Censo de 1985 y una segunda
desarrollada por Borrás (2023), con base en la nueva metodología de
las NBI formulada por Calvo para el Censo de 2011 (Calvo et al., 2013).
La primera metodología mantiene las mismas dimensiones e indicadores para todos los años analizados, en tanto la segunda ajusta los
umbrales y también los indicadores, con base en su historicidad. En
tercer lugar, nos limitaremos al país urbano, entendiendo por tal a la
población residente en las localidades identificadas por la autoridad
estadística nacional en cada uno de los censos de población. Tal delimitación del país urbano solo se puede realizar para los censos de
1963, 1985 y 2011. Con el primero, Fernández y Wilkins (2019) hicieron
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La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
una completa identificación y georreferenciación de las localidades
censales que ha permitido la conformación de un panel de localidades
entre 1963 y el 2011.1
Nuestro primer interés fundamental se centra en la consistencia
descriptiva de la evolución en el tiempo de las medidas. Conlleva evaluar la robustez de las inferencias, contrastando aquellas que se basan
en un criterio ahistórico y de unión, con otras que parten de un criterio
histórico y de conteo de privaciones.
Antecedentes
El estudio sobre la evolución de la pobreza en Uruguay es relativamente reciente. Antes de 1990, si bien existía la Encuesta Continua de
Hogares (ECH), su diseño y sus microdatos estaban restringidos al uso
del INE y a la oficina de la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL) (Kaztman, 1989). Casi todos los estudios de antecedentes aplicaron una estimación unidimensional por ingresos (Vigorito, 2005). Durante los años noventa se realizaron varios estudios
académicos que utilizaban los microdatos reservados del INE, cedidos
sin documentación. A partir de 2006, el INE comenzó a publicar anualmente un informe sobre la prevalencia, que desagrega según áreas
geográficas, jefatura de hogar, edades y condiciones de ocupación.
Esto fue sido posible gracias al cambio en la política de acceso2 que
adoptaron las direcciones del INE entre 2005 y 2020. Esa disponibilización, acompañada del avance internacional y regional en el debate sobre las ventajas de las medidas multidimensionales de pobreza dentro
de la academia —pero principalmente en articulación con las instituciones a cargo de implementar políticas para su atenuación—, implicó
un novel desarrollo de abordajes multidimensionales para Uruguay,
entre los que cabe destacar los trabajos de Arim y Vigorito (2007), Borrás (2017), Colacce y Tenenbaum (2017), y Machado y Vigorito (2021).
Eso supone que antes de 2005 no se realizaron abordajes claramente multidimensionales, excepto los generados por Calvo y Giraldez (2000), con el propósito de actualizar la medición de NBI de 1985
con respecto al Censo de 1996. La metodología se adoptó entonces de
1
2
Todos los detalles de la metodología se pueden estudiar en Fernández et al. (2023).
Incluye el acceso público a los microdatos, a través de la web del INE.
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manera no-oficial para su aplicación en la ECH (de los Campos, 2000),
pero tampoco llegó a implementarse. Durante esos años se llegó a
un consenso sobre la hipótesis de que, como consecuencia de la definición de los indicadores, la pobreza medida por NBI debería tendencialmente descender, en la medida en que los servicios públicos
de agua potable y saneamiento se extendieran a localidades antes no
atendidas, que las familias obtuvieran créditos con destino a vivienda,
y que los centros de educación media básica dieran curso a la universalización. El éxito acumulado de las políticas sociales reduciría inexorablemente la prevalencia. Esto abrió la discusión fundamental sobre
la historicidad de los indicadores de NBI (Calvo et al., 2013), que aquí
retomamos como eje de trabajo.
En fechas más recientes, la metodología de medición por NBI se ha
utilizado oficialmente para informar pobreza con base en el Censo de
Población de 2011 (Calvo et al., 2013) y para comparar estimaciones
de pobreza entre los Censos de 1963, 1996 y 2011, pero para el subuniverso de los ocupados (Maubrigades et al., 2021). En particular, este
último trabajo formula una estrategia de comparación, al adaptar las
dimensiones establecidas por la Dirección General de Estadísticas y
Censos para el Censo de 1985 (DGEC, 1989) y modificar los umbrales
de satisfacción conforme a las propuestas planteadas por de los Campos (2000).
Ahora bien, estos estudios no utilizaron como unidad de análisis
otros territorios más allá de los departamentos. Sin embargo, incipientes sociólogos, antropólogos y otros pensadores sociales habían
comenzado a estudiar las localidades a mediados del pasado siglo,
preocupados por las indignas condiciones de vida en cientos de “rancheríos” del interior del país y en los cantegriles del Gran Montevideo
(Bon Espasandín, 1963; Martorelli, 1969; Pi Hugarte y Wettstein, 1961;
Terra, 1969; Vidart, 1968; Wettstein y Rudolf, 1969). Aquí mantendremos esa unidad de análisis basada en la localidad.
El carácter multidimensional de la pobreza
Compartimos una noción de pobreza definida como el estado de deprivación en que se encuentra una persona, determinado por un juicio normativo sobre la satisfacción de las necesidades en diferentes
dimensiones de la vida (Altimir, 1979, p. 7). Sobre esta noción general
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(amplia y difusa) existe un amplio consenso. Sin embargo, la medición
de la pobreza enfrenta una paradoja vinculada a la contraposición
entre la conceptuación multidimensional y las mediciones, que son
predominantemente unidimensionales y basadas en el ingreso (Mora,
2010). Persisten al menos controversias importantes en torno a la medición de atributos directos (logro) o indirectos (riesgo) del concepto,
y a los umbrales o juicios normativos de determinación (Altimir, 1979;
Boltvinik, 2004; Ringen, 1988).
El concepto de pobreza
Desde que Amartya Sen así lo postulara en 1983, se suele establecer
que el estudio empírico de la pobreza requiere la realización de dos
tipos de operaciones: la identificación y la agregación (Sen, 1992). Por
“identificación” se conoce la selección de las medidas de pobreza, de
tal forma que resulte en la clasificación exhaustiva y excluyente de todos los individuos. Las medidas pueden ser una o varias, tanto con respecto a una dimensión (como, por ejemplo, el ingreso monetario total: retribuciones salariales, transferencias sociales, renta empresarial,
donaciones privadas), como con relación a diversas dimensiones que
tienen como origen una perspectiva de acceso a derechos (educación
básica, salud primaria, vivienda, etc.).
Por “agregación” se entiende el resumen de la identificación individual a nivel de la población de unidades. El más común y extendido
resumen se hace mediante el estadístico conocido como “porcentaje
de personas identificadas como pobres”. Foster et al. (1984) hicieron
una importante contribución al formalizar los requerimientos estadísticos deseables y extender los índices para describir la intensidad y la
desigualdad entre los pobres.
Ahora bien, esas operaciones dan por supuesto otro paso previo,
lógico y cronológico: la conceptualización de la pobreza. El concepto
precede a la medición, y sin una precisa delimitación no es posible discutir sobre la validez de las medidas en ninguno de los aspectos. Esta
procede descomponiendo al concepto en propiedades, genéricas y específicas; explicita la clase de objetos a los que se atribuyen aquellas y
las relaciones del concepto con otros con los cuales comparte algunas
de aquellas propiedades (Bunge, 2000).
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Adoptamos aquí un concepto con base en la Teoría de las Necesidades de Doyal y Gough (1997). Definimos la pobreza como el estado
de riesgo en que una persona se encuentra por la alta probabilidad de
padecer un daño a su salud o su autonomía, debido a que sus recursos
(bienes y servicios) se encuentran por debajo de los umbrales mínimos. Estos se fundamentan ya sea en el marco jurídico (la Constitución y las leyes que otorgan derechos) o en determinaciones científicas (tanto biomédicas como sociales). Esta es una definición indirecta
que propone identificar estados de riesgo: el acceso a bienes, servicios
o prestaciones (la “canasta”) informaría sobre la oportunidad de satisfacer necesidades, pero no determina inequívocamente su efectivo
logro. Amartya Sen (1987) indicó con claridad que entre la canasta y la
satisfacción se expresa una función individual de utilización, de base
metabólica y cultural, pero también micropolítica, subjetiva, que transforma los satisfactores en logros (o funcionamientos, en su lenguaje).
La relatividad de la pobreza
Fue Peter Townsend (1979, 1985) quien más contribuyó a establecer
un concepto de pobreza relativa en contraposición a Sen (1982), durante el renombrado debate inglés de comienzos de los años ochenta.
La pobreza varía dependiendo del modo de satisfacción de las necesidades, las que, en última instancia, son condicionadas por el contexto
espacio temporal en el que se ubica la sociedad (Spicker et al., 2009, p.
238). El significado de la pobreza no es ni espacial ni temporalmente
comparable, al menos si se entiende en el plano de los indicadores y
de los umbrales.
La pobreza relativa se ha discutido en dos planos distintos. Por un
lado, en la posibilidad de identificar universalmente un “núcleo duro
de la pobreza”, fundamentado en una posición filosófica “humanista”
sobre la dignidad (Altimir, 1979). Ese plano se asocia expresamente
con las necesidades de alimentación y de resguardo habitacional. Sin
embargo, el riesgo no se restringe al hambre, al clima o a cualquier
otra restricción biomédica —“animalista”, diría Boltvinik (2004)—, sino
que atiende necesidades relativas al entendimiento, la comunicación,
la realización personal y la autoestima, todas ellas resultantes de un
concepto de necesidad abordado desde las ciencias sociales. Esta es
la posición que adoptamos y que Doyal y Gough (1997) sintetizaron.
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El segundo plano apunta al debate sobre si la relatividad se refiere
a la variación histórica y geográfica de los juicios normativos que establecen umbrales para los indicadores, o si, por el contrario, se extiende
también al significado mismo de la pobreza y afecta las propiedades
del concepto según varía el significado, en tanto sentido subjetivo y
mentado por parte de los habitantes. En uno y otro caso, el debate se
fundamenta en la teoría de que las condiciones de vida denominadas
“pobreza”, como también las necesidades, están determinadas por los
modos de producir históricamente los bienes, los servicios y las prestaciones características. Tal tesis se encuentra en los Manuscritos económicos y filosóficos de Marx y fue expuesta por Agnes Heller en la posguerra (Heller, 1998). Aquí suscribimos la primera posición. Tal como
argumentaron Max-Neef et al. (1993), las necesidades humanas que la
teoría ha identificado habrían tenido menores variaciones en la historia que los tipos de satisfactores; lo que varió significativamente fueron
los bienes y los servicios producidos para su satisfacción. Por tanto, a
lo largo de la historia se hará necesario generar una metodología relativista para determinar las canastas y sus componentes, así como para
determinar los umbrales de aplicación. Este es precisamente el locus
del debate en el que se ubica este trabajo.
Consenso sobre la medición multidimensional
Boltvinik (2004) ha contabilizado más de 20 metodologías y variantes
resultantes de la combinación de medidas directas o indirectas, unidimensionales o multidimensionales (que incluyen o no el ingreso entre
las dimensiones). En América Latina, los institutos de estadísticas han
tomado la línea de pobreza como el principal método de estimación de
la pobreza. Fueron influidos por el trabajo pionero de Altimir (1979),
quien inauguró una tradición de construcción de medidas de pobreza
a partir del ingreso, y la base de una canasta básica de alimentos para
la nutrición en cada uno de los países.
Desde bien temprano en la década de los ochenta la CEPAL impulsó
una metodología de medición multidimensional y directa, con el objetivo de aprovechar la información relevada en los censos de población y
viviendas para configurar mapas de la pobreza y fundamentar políticas
sociales direccionadas, en función de atender diferencialmente territorios y poblaciones. El resultado fue la metodología de las Necesidades
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Básicas Insatisfechas (Feres y Mancero, 2001). Por su parte, Boltvinik
(1992) desarrolló una medición multidimensional —combina tanto la
información provista por el ingreso como por la canasta de bienes, los
servicios y las prestaciones accesibles para el hogar—, denominada Método de Medición Integrado de la Pobreza (MMIP). Pero a pesar de sus
múltiples ventajas, este método ha tenido escasa utilización.
La extensión de la medición multidimensional en la región ha sido
impulsada por la Iniciativa de la Universidad de Oxford para la Pobreza y
el Desarrollo Humano, liderada por Sabine Alkire y James Foster. Su metodología ha contribuido, por un lado, a la estandarización y formalización de las operaciones estadísticas con la matriz de información y, por
otro, al desarrollo de un conjunto de estadísticos que miden la incidencia, amplitud, severidad y desigualdad de la pobreza en cada país, cumpliendo además con los requerimientos del enfoque axiomático (Alkire
y Foster, 2007). Esta metodología impulsó desarrollos en México, Chile,
Argentina, El Salvador y Costa Rica. Todos esos países, excepto México,
excluyen medidas del ingreso, puesto que proponen una medición directa del estado de insatisfacción de las necesidades o la lesión de los
derechos (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social [CONEVAL, México], 2010; Instituto Nacional de Censos y Estadísticas [INEC, Costa Rica], 2015; Salvia et al., 2017). Más recientemente,
Santos y Villatoro (2018) crearon el Índice de Pobreza Multidimensional
para América Latina (MPI-LA), con el objetivo de ofrecer un índice que
sea comparable entre los países latinoamericanos, pero que incluya a su
vez las particularidades del fenómeno de la pobreza en la región.
Problemas de la multidimensionalidad
El conjunto de estos desarrollos comparte problemas característicos
que en lo fundamental son cuatro: (1) el número de dimensiones del
concepto de pobreza a evaluar empíricamente; (2) la relación entre las
dimensiones; (3) el fundamento para cada uno de los umbrales a aplicar en los indicadores propuestos para cada dimensión; y (4) la identificación final de la condición o estado de pobreza de un individuo.
Estas mediciones requieren seleccionar dimensiones cuya privación
se considere específica de una situación de pobreza. Una consecuencia
matemática de la adición de dimensiones es el aumento asintótico en la
probabilidad de que una persona sea identificada como pobre.
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La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
El número de dimensiones introduce un segundo problema: la complementariedad o sustituibilidad entre dimensiones. ¿La carencia de
educación formal puede sustituirse por la tenencia de una seguridad social generosa o una vivienda que excede el umbral? Existen algunas soluciones algebraicas adoptadas para evitar el primero de los problemas,
tales como el uso de la medida de amplitud de la pobreza introducida
por Alkire y Foster (2007) o el uso de coeficientes de sustituibilidad para
el segundo problema. Sin embargo, tales decisiones suelen apoyarse en
argumentaciones débiles, confusas o discrecionales.
El tercer problema es la fundamentación de los umbrales por cada
indicador empleado. Por lo general, algunos tienen clara derivación de
los textos constitucionales o legales, como es el caso de la educación o
la seguridad social en todos los países (como la vivienda en Uruguay,
por ejemplo, con la Ley 13728, artículos 14 y 18), pero en otras dimensiones la discusión se hace más compleja y no hay argumentos consensuados.
Finalmente, el cuarto de los problemas hace referencia a la identificación resultante de combinar la información sobre las privaciones
detectadas en cada dimensión evaluada. Como Alkire y Foster (2007)
sistematizan, la función debe tomar tres decisiones: (1) determinar
con cuántas privaciones una persona es pobre; (2) la ponderación
que cada dimensión tiene en el conteo; y (3) la sustituibilidad o complementariedad entre las dimensiones. El primer punto sigue siendo
el más complejo y, por lo tanto, es la gran debilidad desde la primera
aplicación de la metodología de las NBI. Puede optarse por identificar como pobre a la persona que al menos tiene una privación entre
todas las evaluadas (criterio de la unión de conjuntos). En el otro extremo, se puede optar por determinar pobre al que tenga privaciones
en todas las dimensiones evaluadas (criterio de la intersección). Una
opción intermedia es determinar el punto de corte con base en un
porcentaje de privaciones identificadas (Borrás, 2017).
Estrategia multidimensional en este trabajo
Los indicadores de la DGEC
La metodología desarrollada por la DGEC cuenta con seis dimensiones: (1) el tipo de vivienda; (2) el hacinamiento; (3) abastecimiento del
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agua al hogar; (4) el saneamiento; (5) la deserción escolar de los miembros menores de 18 años; y (6) la capacidad de subsistencia del hogar
(DGEC, 1989). Cada una de las dimensiones se compone mediante la
combinación de dos o más variables. En total, se requieren 14 variables, de las cuales 5 son atributos de los miembros del hogar. Todos
los umbrales se derivan de consideraciones técnicas adoptadas por la
DGEC con el respaldo de la CEPAL y consistentes con los derechos sociales, excepto en educación, dado que el fundamento constitucional
indicaba Educación Media y no únicamente Primaria para los nacidos
desde 1967 (artículo 70).
El procedimiento conlleva dos pasos. El primero es que la información del hogar o miembro del hogar en cada dimensión debe ser
combinada, para generar un índice resumen que toma valor 1 si hay
privación o valor 0 en caso contrario. Cada indicador tiene umbrales
específicos y la carencia en cada dimensión es determinada también
con un criterio de intersección, excepto en el caso de la primera dimensión (materialidad de la vivienda).
Con el segundo paso se combina la información de los índices de
cada dimensión y se les asigna el mismo peso a cada una (equiponderación). Un hogar y, por tanto, todos sus miembros se identifican
con necesidades insatisfechas cuando en una de las dimensiones no
alcanzan al umbral (criterio de la unión). A los efectos de la comparación con la metodología de Borrás (2023), la segunda que utilizaremos en este trabajo, hemos agrupado las 6 dimensiones en tres grandes conceptos: (a) vivienda; (b) servicios a la vivienda; y (c) capital
humano.
Estas 5 dimensiones y las 14 variables están presentes no solo en
el formulario del Censo 1985 para el que el método se generó, sino
también en el formulario del IV Censo de Población de 1963, con las
tres excepciones o variantes que se enuncian a continuación. En ese
censo no se distinguió a la vivienda del hogar, por lo que no es posible establecer si el baño es compartido entre hogares que habitan
una misma vivienda; únicamente se puede distinguir entre habitaciones utilizadas para dormir y otros tipos de habitaciones, entre los
que se incluyen baños y cocina; y la condición de actividad no relevó
si el ocupado percibía ingresos por el empleo que tenía. A pesar de
estas diferencias, evaluamos que la medición de la pobreza es com137
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
pletamente comparable entre 1985 y 1963. Respecto al formulario del
VIII Censo de Población de 2011, los indicadores se reconstruyeron
casi en su totalidad de acuerdo con su versión original. Sin embargo,
como en 1963, para el cálculo de las personas por habitación se identificó como denominador la cantidad de habitaciones utilizadas para
dormir.
Tabla 1
Dimensiones e indicadores de la metodología de las NBI utilizada por la DGEC
en 1989, y aplicada previamente en el Censo de 1985
Dimensión
Descripción de las variables y umbrales
Arquitectura de la vivienda
El hogar habita una vivienda con techos o paredes
Tipos de vivienda
construidas predominantemente con materiales de
desecho, o piso de tierra sin piso ni contrapiso.
Más de dos miembros del hogar por habitación en
Personas por
la vivienda (considerando las usadas para dormir así
habitación
como también estar, comedor, living, escritorio, pero
excluyendo baño y cocina).
Servicios básicos a la vivienda
Hogares que utilizan para beber y cocinar:
abastecimiento por cañería fuera del terreno de
la vivienda o a más de 100 metros de la vivienda
Abastecimiento de abastecimiento por cañería en el terreno de la
agua
vivienda y cuyo origen es la red general pública
o privada, u “otro” (arroyo, río, etc.); o sin
abastecimiento por cañería y cuyo origen es la red
general pública o privada, u otro (arroyo, río, etc.).
Hogares sin servicio sanitario; hogares sin cisterna de
evacuación; hogares con cisterna pero que es igual a
Saneamiento
“otros”; hogares con servicio sanitario sin descarga y
compartido con otros.
Capital humano
Hogares con presencia de niños (6 a 15 años) que
no asisten a la escuela habiendo asistido y que no
Deserción escolar
terminaron primaria, o personas entre 7 y 15 que
nunca asistieron a un establecimiento de enseñanza
regular.
Hogares con jefes de 44 años o menos con primaria
Capacidad de
incompleta y de 45 años o más con hasta dos años
subsistencia
de instrucción formal en hogares con más de tres
personas por cada persona ocupada o perceptora.
Fuente: Elaboración propia con base en DGEC (1989).
138
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La metodología de Borrás
La segunda metodología utilizada en este trabajo es una propuesta
de Borrás (2023), con base en una adaptación de Calvo et al. (2013).
Incluye dos nuevas dimensiones: el “acceso a energía eléctrica” y los
“artículos básicos de confort”. Además, contempla el indicador de espacio para cocinar dentro de la dimensión vivienda y se actualizan los
umbrales para cada indicador. Dado que fue propuesta para aplicarse
al Censo de 2011, la validez de la estimación que proporciona no es
criticable por ahistoricidad. El desafío es retrotraer los indicadores a
los dos censos anteriores, sea por ausencia de información o por dudas
razonables de su pertinencia social, técnica o jurídica.
Para 1963, por ejemplo, se debió eliminar el indicador sobre espacio para cocinar: el formulario no lo contemplaba, a pesar de que tres
años después la Ley de Vivienda establecía la condición de tenerlo en
cuenta para que una vivienda fuera declarada tal (artículo 19). Para los
Censos 1963 y 1985, a su vez, se modificaron los umbrales de privación
educativa, según la época de nacimiento de cada encuestado.
Estas decisiones implicaron un ajuste de los ponderadores para
cada indicador y dimensión, que se realizó respetando la decisión de
Borrás (2023) de mantener el mismo peso para cada dimensión; esto
es, no jerarquizar una sobre otra. Discutiremos sustantivamente esos
cambios en los próximos apartados. Además, en todos los casos se
utilizó el umbral correspondiente al ámbito rural, para obtener una
menor exigencia al aplicar esta medición en censos del siglo XX.
139
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
Tabla 2
Dimensiones e indicadores para la metodología de las NBI de Borrás, aplicada
al Censo de 2011
Descripción de las variables y umbrales
Urbano
Rural*
Vivienda decorosa
Se consideran privados los hogares que residen en
viviendas con paredes de material de desecho o de
Materiales de la
materiales livianos sin revestir; o pisos de tierra o
vivienda
contrapiso sin piso; o techos de material de desecho o
material liviano sin revestimiento.
Hogares con más de dos personas por habitación de la
Espacio habitable
vivienda.
Hogares que no disponen
de un lugar con canilla
Hogares que no disponen
Espacio para
y pileta para cocinar
de un lugar con canilla y
cocinar
o utilizan leña como
pileta para cocinar.
principal fuente de energía
para cocinar.
Abastecimiento de agua potable
Hogares que habitan
Hogares que habitan
viviendas donde el agua
viviendas donde el agua
no proviene de Red
Origen y llegada
no proviene de Red
General o pozo surgente
del agua a la
General o el agua no
protegido o el agua no
vivienda
ingresa por cañería dentro
ingresa por cañería dentro
de la vivienda.
de la vivienda.
Servicio higiénico
El hogar no accede a baño
de uso exclusivo; o la
El hogar no accede a
evacuación del servicio
baño de uso exclusivo o
Acceso y calidad sanitario se realiza por
la evacuación del servicio
del servicio
entubado o superficie;
sanitario no es a través de
higiénico
o el baño no cuenta con
la red general, fosa séptica
cisterna y la evacuación
o pozo negro.
se realiza hacia una fosa o
pozo.
Energía eléctrica
Acceso energía
Hogares que no acceden a energía eléctrica para
eléctrica
iluminarse.
Artefactos básicos de confort
Hogares que no dispone de ningún medio para
Calefacción
calefaccionar la vivienda.
Conservación de Hogares que no dispone de refrigerador (con o sin
alimentos
freezer).
Dimensión
140
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Calentador de
agua para el baño
Acceso a
dispositivos de
comunicación
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS N° 33, 2023 |
Hogares que no dispone de calefón o calentador
eléctrico.
Hogares que no disponen de teléfono fijo, ni celular, ni
computadora (sea o no del Plan Ceibal) con internet.
Educación
Asistencia a
enseñanza
formal de niños y
adolescentes
Hogares integrados por al menos un menor de entre 4 y
17 años que no asiste a educación formal.
Fuente: Adaptado de Borrás (2023). Para la presentación de resultados se decidió utilizar
la versión rural del método, ya que presenta umbrales menos restrictivos y, por lo tanto,
más adecuados para periodos históricos anteriores y para localidades pequeñas.
Comparación en el tiempo de las medidas de pobreza
Como queda claro en la presentación realizada sobre los métodos utilizados, los 48 años que median entre el primer y último censo trabajado delimitan un problema teórico y metodológico de comparación
que hemos designado con el término “historicidad de los indicadores”.
La validez de una medida de pobreza, en sus especies de material,
constructo o predictiva, se asocia a un proceso de operacionalización
que contempla una elección entre indicadores alternativos que, en
cualquier caso, deben representar estándares socialmente “vigentes”
para un nivel de vida determinado. Este requisito se presenta tanto para
quienes sostienen un concepto de pobreza relativa como para quienes
enuncian incluso un concepto de pobreza absoluto (Sen, 1992). Con
base en esta premisa teórica sostendremos que, en el espacio de los
bienes y servicios, al decir de Sen, el modo, calidad o cantidad evaluada como estándar para la satisfacción de una necesidad no es el mismo
en 1960 que el empleado en 2011. Puede variar tanto el “umbral” como
el “satisfactor”, al decir de Max-Neef et al. (1993).
La educación obligatoria es uno de los ejemplos menos polémicos.
En 1963 la Constitución y la Ley vigentes establecían que un niño debía completar como mínimo la instrucción primaria. Hasta 1967, había
dos modalidades de primaria: urbana y rural. En esta última, todo el
programa escolar se impartía en cuatro grados, al cabo de los cuales se
producía el egreso. La Constitución de 1967, aún vigente, estableció la
obligatoriedad de “la enseñanza primaria y la enseñanza media, agra-
141
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
ria o industrial” (Artículo 70). La Ley de Educación (N° 18.437) de 2007
concretó la obligación constitucional de que los estudiantes debían
acreditar la Educación Media Superior, al completar 6 años después
de la primaria. En este caso, el satisfactor no se ha modificado: sigue
siendo la educación formal, pero se ha modificado el umbral dado por
el número de años que se requiere acreditar. Siendo tan clara la norma,
constituiría un anacronismo aplicar el umbral vigente desde 1967 al
Censo de 1963. En forma análoga, la DGEC mantuvo para el Censo de
1985, el estándar de primaria, sin considerar la vigencia de la norma de
1967 para todos los nacidos luego de este año.
El abastecimiento del agua potable constituye un caso en el que se
ha modificado el satisfactor. Para 1985 el estándar estaba colocado en
que al agua debía accederse a una distancia no mayor a 100 metros de
la vivienda, siempre que esta tuviera por origen la red general de la empresa estatal OSE o fuera extraída de un pozo protegido. Para 2011, el
estándar es la disponibilidad de agua dentro de la vivienda, y se mantiene la exigencia de su origen. No está claro qué crítica se podría hacer
de aplicarse en 1963 y 1985 el estándar vigente para 2011.
En otros casos se crean nuevos modos de satisfacción de necesidades
básicas. Por ejemplo, a partir de finales del siglo XX, con el auge de las
tecnologías de la información y la comunicación surgen nuevos servicios que dependen de una conexión a internet. Para Benjamin Seebohm
Rowntree, las necesidades de entendimiento en 1901 eran satisfechas a
través del acceso diario al periódico; cien años más tarde, el satisfactor
sinérgico es internet. Por tanto, a comienzos del siglo XXI, quienes carezcan de este servicio en su hogar presentan una necesidad insatisfecha.
Pero no sería razonable incluir una medida de este satisfactor con anterioridad a 1990, sencillamente porque tal tecnología no había sido introducida para el uso de los hogares particulares; sería un anacronismo.
Contar con electricidad en el hogar se transformó en un estándar.
De hecho, su uso se ha extendido desde la iluminación a la aclimatación de los ambientes, la conservación y la cocción de alimentos. Esto
implica que el estándar de la provisión de electricidad haya variado en
términos de potencia contratada mínima y de los estándares de seguridad que la empresa eléctrica UTE solicita para habilitar una instalación doméstica. Sin embargo, recién para la metodología aplicada al
Censo de población de 2011 la electricidad ha sido incorporada como
142
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necesidad en el concepto de servicios básicos a la vivienda (Borrás,
2023; Calvo, et al., 2013). La ausencia de esta dimensión en la metodología de la DGEC plantea dos discusiones: primero si su ausencia se
debió a que en ese momento se la consideraba innecesaria o suntuaria; y segundo, si su aplicación a 1963 y 1985 resultaría, por lo tanto, en
un anacronismo.
Otras dimensiones, en cambio, no han variado. Es el caso de la arquitectura de la vivienda: ni los materiales para techos, paredes o pisos, ni tampoco el hacinamiento se han modificado en sus umbrales
en los 50 años estudiados. Su “fijeza histórica” deriva de las definiciones programáticas contenidas en la Ley de Vivienda aprobada en 1968
(Nº13728).
Todos estos elementos podrían sesgar las inferencias en diferentes
sentidos y no se podría diferenciar una mejora real del nivel de bienestar en los hogares con respecto a los cambios operados en las medidas
de la pobreza. El anacronismo es un claro problema, el otro es el reduccionismo. Si no se variaran los umbrales ni se introdujeran nuevas
dimensiones se podría objetar que se subestima la pobreza en 2011;
más aún, se podría sostener que el concepto cuenta con una “reducida” validez de contenido, dado que se omite dimensiones socialmente consideradas necesarias. En este punto surge una especial tensión,
ya que la incorporación de cambios en los indicadores y umbrales no
resulta confiable para la comparación de una medida en tres cortes
transversales (King et al., 2000).
La estrategia de medición
Mantuvimos constante el primero de los métodos introducidos
(DGEC, 1989) para los tres períodos. Esto nos dará una referencia fija
sobre la medición de pobreza. En el segundo caso, se contemplaron
los diferentes cambios que se experimentan en la medición de la pobreza, resultados de nuevas consideraciones sobre lo que es una vida
digna. De esta forma, se agregan nuevos indicadores como la inclusión
del internet, espacio adecuado para cocinar, inclusión de tenencia de
energía eléctrica y algunos artefactos de confort (calentador de agua,
calefacción y refrigerador para la comida), y se calculan donde se consideró socialmente vigente y formalmente posible (por la existencia de
las variables en los formularios censales).
143
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
Las características y los tipos de ponderación de cada uno de los
métodos imponen que para el índice final de pobreza se establezcan
dos criterios diferentes. Para el NBI establecido por DGEC se considera como pobre a todos aquellos individuos de hogares que cuentan
con al menos una necesidad básica insatisfecha. Mientras que para el
NBI ajustado de Borrás (2023) se tomó como punto de corte a aquellos
individuos con una proporción de indicadores insatisfechos de c>0.19.
Finalmente, para elevar la pobreza, desde el nivel individual hasta el
local, se agregó la proporción de pobreza para cada localidad identificada en los censos.
Por último, se analizó la confiabilidad de los indicadores con respecto a los índices finales y qué tan consistentes son en los tres censos
mediante el uso del Alfa de Cronbach.
Tabla 3
Alfa de Cronbach de NBI DGEC y NBI ajustado en los Censos de Población y
Vivienda en 1963, 1985 y 2011, en Uruguay
NBI DGEC
NBI Ajustado (Borrás)
1963
0,58
0,79
1985
0,50
0,78
2011
0,44
0,98
Fuente: Elaboración propia con base a los microdatos de los Censos de Población y Vivienda de 1963, 1985 y 2011.
Pobreza en las localidades
Esta sección presenta una descripción de la evolución de la prevalencia de la pobreza en las localidades de Uruguay de 1960 a 2011. Por
prevalencia de la pobreza nos referimos a la proporción de individuos
de cada una de las localidades que bajo alguno de los métodos utilizados son identificados en situación de pobreza. Interpretamos esta proporción como la probabilidad de que un individuo viva en condición
de pobreza en una localidad de Uruguay en cada momento estudiado.
Tendencia y descripción general
Según la metodología de la DGEC, la probabilidad media de estar en la
pobreza pasó de 0,66 en 1963 a 0,20 en 2011. Como se puede observar
en el siguiente gráfico, la metodología de Borrás (2023) también esti144
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ma una reducción en la prevalencia con una magnitud semejante (un
70%).
Gráfico 1
Prevalencia de pobreza en localidades en 1963, 1985 y 2011
Fuente: Elaboración propia con base a los microdatos de los Censos de Población y vivienda de 1963, 1985 y 2011.
Una segunda observación es que esta disminución habría sido más
marcada entre 1985 y 2011, cayendo la prevalencia prácticamente el
doble que lo observado entre 1963 y 1985. En ambas medidas la razón
es del mismo orden, lo que hace aún más robusta la inferencia.
Una tercera observación para nada trivial es que el método de NBI
ajustado de Borrás (2023) detecta una mayor prevalencia que DGEC,
especialmente en 1963 y 1985. Esto se debe a que los umbrales de pobreza e indicadores seleccionados por Borrás son más exigentes que
los elaborados por la DGEC 30 años antes y son, por lo tanto, susceptibles a las críticas ya vistas respecto a su historicidad.
Diferencias departamentales y regionales
El Conjunto de Mapas 1 informa sobre el promedio departamental
de la pobreza en cuartiles, estimada con el método de la DGEC.3 Una
primera y rápida observación permite inferir relativa estabilidad en la
distribución geográfica a lo largo de medio siglo, con un Uruguay di-
3
El tono de color no refiere al mismo intervalo en cada uno de los años.
145
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
ferenciado entre el litoral norte y la frontera noreste, y las regiones sur
y sureste. La mayor prevalencia persiste particularmente en las localidades de los departamentos con menor densidad: Cerro Largo, Rivera,
Artigas, Tacuarembó, Salto, Paysandú, Río Negro, Durazno y Treinta y
Tres.
Conjunto de Mapas 1
Prevalencia de pobreza de las localidades por departamento entre 1963 y 2011,
según el método de NBI de DGEC (1989)
La prevalencia de pobreza por departamentos según el método de
Borrás (2023) mantiene a los departamentos de Artigas, y Cerro Largo
en el cuartil 4 para los tres censos. Es consistente con la anterior estimación al incluir a Salto y Treinta y Tres en el mismo cuartil para 2011.
Es también coherente en clasificar a los departamentos del sur en un
cuartil de menor pobreza, así como también la región central (Durazno, Flores y Florida), que es la segunda con mayores proporciones de
pobreza.
Cabe destacar el comportamiento oscilante en el ordenamiento
que muestran algunos departamentos como Tacuarembó, San José,
Durazno y Soriano, en los que sube o baja un cuartil para 1985, con
respecto a la medición de 1963 y 2011.
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Finalmente, los departamentos de Maldonado y Lavalleja han cambiado su posición relativa, al ubicarse para 2011 en el segundo y tercer
cuartil, respectivamente.
Conjunto de Mapas 2
Prevalencia de pobreza de las localidades por departamento entre 1963 y 2011,
según el método ajustado de NBI de Borrás (2023)
La comparación entre ambas estimaciones a nivel de agregados departamentales resulta consistente en la tendencia, e incluso en los ordenamientos. Ambos métodos confirman la diferencia territorial entre
el litoral norte y la frontera noreste con el sur y suroeste de Uruguay.
Es especialmente en esa región de frontera donde ambas mediciones
muestran la mayor prevalencia de pobreza en las localidades, lo que
resulta coherente con todos los trabajos de antecedentes nacionales
(Calvo et al., 2013; Maubrigades et al., 2021).
La densidad demográfica departamental
Dos podrían ser los mecanismos que subyacen a una mayor prevalencia de la pobreza en el norte del país. En primer lugar, al contar con
departamentos extensos de un alto número de pequeñas localidades y
una alta preeminencia de la capital sobre la segunda localidad en im147
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
portancia de la zona es esperable que el Estado social haya llegado de
forma fragmentada (por ejemplo, solo la escuela rural) y tardía. El otro
posible mecanismo es la presencia de un mercado de trabajo privado
con alta concentración en el sector primario y el comercio, con componentes estacionales sustantivos que tienen baja retribución al capital
humano.
La densidad demográfica de la población en un indicador que permite discutir preliminarmente la primera hipótesis.
Tabla 4
Correlación de Pearson entre la pobreza y la densidad del departamento en
cada uno de los censos
Densidad 1963
Densidad 1985
Densidad 2011
NBI
-0.11
-0.09
-0.06
NBI ajustado
-0.13
-0.13
-0.09
Fuente: Elaboración propia con base a los microdatos de los Censos de Población y Vivienda de 1963, 1985 y 2011.
La Tabla 4 muestra la correlación entre la densidad promedio del
departamento y la prevalencia de la pobreza en las localidades promedio del departamento. El signo negativo aporta evidencia a favor
del primer mecanismo anteriormente hipotetizado. Permite inferir
que existe una relación inversa entre la densidad del departamento y la prevalencia de la pobreza, por lo que los departamentos más
densos tienen una menor pobreza en promedio con el resto. Sin embargo, esta relación tiene una magnitud más baja en los censos recientes; de hecho, en 2011 mostró una relación casi insignificante,
mientras que en 1963 resultó débil, según la escala de Sierra Bravo
(Cortes et al., 2014).
Ahora bien, la densidad demográfica observada, por ejemplo, en
1963 o en 2011, es resultado de la presencia del Estado en el proceso
histórico de establecimiento de poblamientos y de conformación de la
estructura social en el territorio (Fernández et al., 2022), y también de
la regionalización que conformó lo que actualmente es Uruguay (Fernández, 2001; de Souza y Fernández, 2022). El Estado Social siguió al
liberal en términos de modelo territorial, tal vez con la excepción más
clara de la educación primaria (Fernández, 2022).
148
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El número de habitantes
La población residente en la localidad es un factor asociado a la prevalencia de pobreza que tiene un comportamiento históricamente variable y que resulta de importancia, dada la atención que hemos prestado al problema de la historicidad de los indicadores. Si las teorías
relativistas revisadas fueran correctas, cabría esperar una asociación
más fuerte para 1963, época en que existían particularismos en las preferencias y en los mercados, así como una menor integración social.
En cambio, la globalización acelerada debería reducir las diferencias
intranacionales e interlocales para 2011.
Tabla 5
Promedio de prevalencia de la pobreza según tamaño de la localidad en 1963,
1985 y 2011
1963
NBI
1985
NBI
ajustado
NBI
2011
NBI
ajustado
NBI
NBI
ajustado
Paraje y
Pequeños
poblados
(hasta 299
habitantes)
0,71 (851) 0,90 (851) 0.55 (385) 0,80 (385) 0,23 (306) 0,32 (306)
Centros
Poblados
(299 a 1500)
0,56 (158) 0,85 (158) 0.45 (131) 0,61 (131) 0,19 (160) 0,23 (160)
Pueblos y
villas
0.42 (51)
0.75 (51)
0.38 (63)
0,48 (63)
0,18 (77)
0,23 (77)
Ciudades
0.32
(41)
0.67 (41)
0.34 (54)
0,40 (54)
0,15 (74)
0,16 (74)
R2
0.18
0.13
0.09
0.25
0,03
0,08
Fuente: Elaboración propia con base a los microdatos de los Censos de Población y Vivienda de 1963, 1985 y 2011. Los intervalos de tamaño se han tomado de Altman (2016).
La Tabla 5 muestra evidencia consistente con esta hipótesis. Las diferencias de la prevalencia de la pobreza según el tamaño de la localidad son menos importantes a medida que avanza el tiempo. El método
DGEC muestra diferencias sustantivas para 1963, con 41 puntos porcentuales entre “los pequeños poblados” y las “ciudades”. En 1985 esta
diferencia se reduce a 21 puntos, y en 2011 a 16. Sin embargo, debe darse una principal advertencia a esa conclusión, y es que en el período
estudiado se observó una reducción de las localidades más pequeñas
y, a su vez, un aumento de las ciudades y villas. Por lo tanto, se puede
149
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
hipotetizar que las localidades que sobrevivieron fueron las que contaban con menor proporción de pobreza.
Prevalencia de la pobreza según tipos fundacionales de poblamiento
El poblamiento ha sido un elemento fundamental de la acción del Estado en la producción social del espacio en Uruguay desde 1600 y hasta
mediados del siglo XIX, en que las Leyes de Indias regularon esta materia, ya con la existencia de la República. En total, el Estado fundó 32
localidades que hemos denominado “indianas” y que configuran un
“tipo ideal” de poblamiento con cuatro propiedades específicas: (1) todas las acciones de mensura, escritura, distribución de solares y fiscalización son establecidas como funciones públicas, y ejecutadas por un
funcionario o una comisión auxiliar; (2) es una “ciudad-territorio” que
comprende tanto una planta urbana diseñada con un arreglo específico
(“el plano damero”) como un entorno rural donde se preserva un área
para el ejido, la dehesa y se asignan quintas y estancias; (3) la propiedad
se adquiere por título de donación, lo que crea una clase de propietarios por la vía de la movilidad social, sin prescribir ni prohibir categorías
sociales; y (4) la localidad se establece como espacio de representación
política, en la colonia erigiendo un Cabildo y en la república constituyendo la “Comisión Auxiliar Económico-Administrativa Local”.
La doctrina jurídico-política liberal del siglo XIX se impuso hacia
1865, dando lugar a un segundo tipo fundacional que hemos denominado “localidad liberal”, en el que (a) una sociedad privada sustituye
al Estado en la organización del nuevo poblamiento; (b) la fundación
se restringe a la planta urbana y ocasionalmente al ejido, cumpliendo
sin embargo con los procedimientos legales establecidos en 1877 de
mensura, apertura y reserva de predios para la administración pública,
todo lo cual repercute en un acto jurídico (ley o decreto) de reconocimiento oficial de la localidad; (c) la compra-venta deviene el título de
adquisición de la propiedad, sin condiciones resolutorias que pesen
sobre el nuevo poblador, que a la vez instituye al mercado como principal asignador; y (d) no prevé la transformación de la localidad en un
espacio de representación política.
A estos dos tipos ideales principales nuestro trabajo ha agregado otros
cinco: las “localidades informales”, los “rancheríos”, los “pueblos ferroca150
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rril”, las “localidades corporativas” y las “colonias agrarias”. Estas últimas
se conceptúan por variaciones específicas dentro del tipo “localidad liberal”, en particular por la ausencia inicial de procedimientos legales de
fundación, lo que deviene en incertidumbre jurídica y en dependencias
políticas particularistas para la conservación de los predios. El despliegue del estado liberal en el territorio encuentra obstáculos característicos
según el tipo de localidad, tanto en materia policial como judicial y también electoral. La falta de reconocimiento oficial de la localidad impide
arrendamientos o compras para la apertura de dependencias (Fernández, 2022; Fernández et al., 2021; Vanoli et al., 2022; Wilkins, 2022). El despliegue del Estado ocial resulta condicionado a su vez por los obstáculos
y los arreglos de la localización de las dependencias del Estado liberal,
incluso en la acción más extendida en el territorio, que resultó la Reforma
Educativa de José Pedro Varela en 1877 (Fernández y Vanoli, 2023).
Nuestra hipótesis, en continuidad con este enfoque sociohistórico
del territorio, sostiene que la prevalencia de la pobreza se asocia al tipo
fundacional, dadas las condicionalidades institucionales que el Estado
social encontró para la provisión de bienestar. Debería observarse que
las localidades indianas tendrían una menor prevalencia de pobreza
y que las localidades informales (incluyendo los rancheríos y pueblos
ferrocarril) tendrían la mayor prevalencia. La Tabla 6 provee para 1963
una primera evidencia de esta asociación entre la medida DGEC y pobreza, conforme a un modelo ANOVA. La magnitud de la asociación se
reduce hasta ser despreciable para 2011. Este es el primer análisis en
el que se observan discrepancias entre las dos medidas adoptadas. La
medida de Borrás (2023) tiene un comportamiento errático: es menor
que la DGEC para 1963; es mayor (y crece) para 1985, y se ubica en
valores similares que la DGEC para 2011.
Para 1963 se observa una marcada diferencia entre las localidades
de cada tipo, con la generación de 5 estratos de pobreza: las indianas
y corporativas, las formales, las informales ferrocarrileras, las informales y los rancheríos. El ordenamiento es consistente con la hipótesis,
excepto el similar nivel promedio observado entre las indianas y las
corporativas, aspecto que hemos abordado en otra parte (Vanoli et al.,
2022). Para 2011, los estratos son tres, puesto que las indianas, las corporativas, los ferrocarrileros y las formales han convergido en un nivel
de prevalencia de la pobreza bastante similar.
151
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
Las localidades informales tienen una mayor prevalencia de pobreza en los tres censos. En 1963, a partir del método de NBI de la DGEC,
las localidades informales cuentan en promedio con un 70% de pobreza, y un 90% en el caso del NBI ajustado. Es decir, al menos 7 de cada 10
de pobladores de este tipo de localidades son pobres. Pero también se
observa que es en este tipo fundacional donde aparece el mayor descenso de la prevalencia de pobreza, en particular en el período comprendido entre 1985-2011.
Tabla 6
Promedio de la prevalencia de la pobreza en la localidad, según el tipo fundacional de las localidades en 1963, 1985 y 2011
1963
1985
2011
NBI
NBI
ajustado
NBI
NBI
ajustado
NBI
NBI
ajustado
Indianas
0,37 (32)
0,70 (32)
0,34
0,40
0,16
0,17
Privadas formales
0,45 (89)
0,77 (89)
0,38
0,50
0,14
0,17
0,65
(632)
0,88
(632)
0,50
0,75
0,23
0,29
Pueblos
ferrocarrileros
informales
0,59 (57)
0,84 (57)
0,48
0,80
0,17
0,24
Localidades
corporativas
0,35 (24)
0,70 (24)
0,34
0,52
0,12
0,17
Rancheríos
0,88
(249)
0,97
(249)
0,74
0,93
0,30
0,39
R2
0,25
0,19
0,18
0,24
0,04
0,06
Informales
Fuente: Elaboración propia con base a los microdatos de los Censos de Población y Vivienda de 1963, 1985 y 2011. Entre paréntesis se coloca el número de localidades para
1963. La tipología se aplica a 1963 y las localidades pueden haber desaparecido, como es
el caso de decenas de “pueblos rancheríos”, o haber haberse fusionado como resultado
del crecimiento urbano. En el caso de las “corporativas”, su condición fundacional puede
variar por el cierre de la empresa; lo mismo para de los pueblos ferrocarril, tras el cierre
de este en 1987.
Ahora bien, se debe advertir que tanto la distribución como las
tendencias están afectadas por la sobrevivencia de las localidades, en
especial de las informales. Es decir, es probable que el descenso en la
prevalencia en la pobreza se deba a una desaparición de las localidades con mayor prevalencia de la pobreza. Las localidades informales
se reducen drásticamente en cada período censal: en total 616, entre
todos los subtipos.
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Conclusiones
El objetivo de este trabajo fue describir la evolución de la pobreza urbana en Uruguay, testeando algunas hipótesis propias y otras más generales que permitan esbozar explicaciones tanto del nivel como del
patrón de cambio. Hemos presentado teórica y empíricamente dos
metodologías multidimensionales para la medición de la pobreza, en
el marco de un estudio longitudinal de localidades que cubre 60 años.
Nuestra discusión se ha centrado en la validez de la medida, a partir
de asumir el problema de la historicidad de los indicadores. Por esta
razón, una de las medidas (la creada por la DGEC en 1989) se mantiene
igual para los tres años estudiados, en tanto que el segundo método
utilizado (el de NBI adaptado por Borrás, 2023), adecuó las dimensiones y los umbrales a los estándares vigentes en cada momento histórico.
El análisis descriptivo de la prevalencia de pobreza en la localidad
arroja dos inferencias generales. La primera es que hubo una marcada reducción de prevalencia de pobreza, que fue especialmente fuerte
a partir de la restauración de la democracia en 1985, y hasta el 2011.
Esta se observa de forma consistente para las dos mediciones, y no hay
pruebas de que el absolutismo de una o el relativismo de la segunda
hayan tenido consecuencias analíticas. Dicho de otra forma, la historicidad de los indicadores no parecería afectar fuertemente las mediciones realizadas.
La segunda inferencia general es que la distribución regional de
la pobreza se ha mantenido relativamente estable en estas décadas,
tanto si se agrupan las localidades por departamentos como por regiones. Si bien la magnitud observada en la reducción es de similar
orden en todos los departamentos, los niveles o posiciones relativas de
cada uno se mantienen en términos generales. La distribución muestra dos grandes espacios: uno al sur del Río Negro y otro al norte. El
litoral norte y la región de la frontera noreste siguen contando con las
localidades con la más alta prevalencia promedio de pobreza del país.
Queda pendiente controlar ambas inferencias al usar otras medidas de
agregación de la pobreza, como la intensidad, por ejemplo.
El análisis exploratorio se practicó a partir de tres hipótesis generales. La hipótesis de la densidad demográfica departamental mostró
153
La evolución de la pobreza urbana en Uruguay entre 1963 y 2011 | Fernández et al.
una débil relación con la prevalencia para 1963 y 1985, que se torna
despreciable para 2011. El ajuste de la hipótesis del tamaño de la población permitió estimar un modelo lineal con bajo ajuste para 1963
y 1985, pero despreciable para 2011. Finalmente, el modelo que utilizó los tipos fundacionales mostró un ajuste moderado para 1963, bajo
para 1985 y despreciable para 2011.
Estos hallazgos permiten realizar una tercera inferencia general:
parecería existir una variación histórica en la estructura de determinantes de la prevalencia de la pobreza a nivel local. La convergencia
observada en la prevalencia implica una pérdida en la varianza condicional aportada por cada factor y, a su vez, conllevaría mayores pérdidas de ajuste por la exclusión de otros factores. Dada que la explicación
en este trabajo solo ha utilizado propiedades del colectivo y no individuales, cabría pensar si los procesos de integración socioterritorial en
la globalización no están generando un mayor peso que los diferentes
tipos de determinantes individuales de la pobreza.
El análisis ha reconocido y advertido un problema de sesgo de selección: para 2011 han desaparecido 619 localidades identificadas en
1963; 584 de ellas con menos de 300 habitantes y 600 con algunos de
los tipos de “localidad informal” definidas. En próximas investigaciones abordaremos este problema, así como el de la autorregresión o
condicionamiento intercensal de la prevalencia de la pobreza.
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