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De Provincia Marítima a Parque Natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas

2023, LÓPEZ ARANDIA, María Amparo (coord.): De Provincia Marítima a Parque Natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Instituto de Estudios Giennenses-Diputación Provincial de Jaén, Jaén, 2023

María Amparo López Arandia Coordinadora María Amparo López Arandia es profesora contratada doctora en la Universidad de Extremadura y doctora, con mención de doctorado europeo y premio extraordinario de doctorado por la Universidad de Jaén. Su trayectoria docente e investigadora se ha desarrollado en la Universidad de Jaén, l’École des Hautes Études en Sciences Sociales, de París; la Universidad de Córdoba y desde 2011, la Universidad de Extremadura. Ha publicado numerosos libros, capítulos de libro y artículos, centrados en la Historia Moderna. Entre sus publicaciones destacan La Compañía de Jesús en la ciudad de Jaén: el Colegio de San Eufrasio (Jaén, 2005), galardonado con el Premio Ortega Sagrista de Investigación; Rinascimento y Reformatio. El proyecto de Gutierre González en Jaén (Jaén, 2007) o más recientemente, en colaboración con Arturo Gallia, Itinerarios de Investigación histórica y geográfica (Cáceres, 2017). El presente volumen es fruto de un proyecto de investigación financiado por el Instituto de Estudios Giennenses. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas De Provincia Marítima a Parque Natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Coordinadora: María Amparo López Arandia De Provincia Marítima a Parque Natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Jaén, 2023 Instituto de Estudios Giennenses Colección «Investigación» Edita: DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE JAÉN Instituto de Estudios Giennenses © Del autor © De la presente edición: DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE JAÉN Instituto de Estudios Giennenses I.S.B.N.: Depósito Legal: 978-84-18265-69-3 J. 572 - 2023 Impreso en España • Unión Europea Eduardo Araque Jiménez. In memoriam Presentación María Amparo López Arandia El entorno de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ha es- tado marcado por su riqueza arbórea, que conllevó que desde la Edad Media, los aprovechamientos madereros y la explotación forestal se convirtieran en sus principales actividades socioeconómicas. Este espacio cobró especial significación en la Edad Moderna, ante todo en el siglo XVIII, cuando la edificación de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla primero, y posteriormente, la promulgación de las ordenanzas de Montes de 1748 y la consiguiente creación una nueva demarcación jurídico-administrativa, la denominada provincia marítima de Segura de la Sierra hicieron de él un foco de abastecimiento vital para la construcción tanto de edificios, como naval, al surtir los frondosos montes localizados en este área los arsenales de La Carraca y Cartagena e incluso, aunque en menor medida, el de El Ferrol. La abolición de las provincias marítimas en 1833, coincidiendo con la promulgación de una nueva ordenanza de montes y del nacimiento de la nueva organización provincial no implicó, sin embargo, el cese de los aprovechamientos madereros, ni de las conducciones fluviales por ríos como el Guadalimar, Guadalquivir o Segura, actividades que perduraron con gran vigencia hasta mediados del siglo XX. El nacimiento, hace ahora treinta años, del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ratificó, con fuerza, la singularidad de este entorno, así como la necesidad de preservar su riqueza histórica, geográfica y patrimonial. Presentación María Amparo López Arandia 9 A pesar de los notables avances de la investigación en los últimos años, para desentrañar tanto el pasado de este entorno como provincia marítima, como la realidad presente bajo la protección del Parque Natural, aún quedan numerosos aspectos que siguen siendo en gran parte desconocidos o se encuentran plagados de lugares comunes y marcados por tópicos que este libro colectivo pretende superar, con el fin de mostrar las posibilidades que ofrecen las recientes aportaciones como nuevas vías para el desarrollo comarcal. A tal fin, esta obra reúne las aportaciones de nueve investigadores que se encuentran desde hace años inmersos en el estudio de este ámbito geográfico, poniendo en valor la riqueza de llevar a cabo un análisis interdisciplinar y bajo el prisma de la larga duración, que nos permite profundizar en el pasado y presente de los territorios históricos y los paisajes de estas comarcas orientales de la provincia de Jaén. El volumen se estructura, como consecuencia, en dos bloques evidentes: el dedicado a la Edad Moderna, centrado en los años de explotación maderera por parte del Real Negociado de Maderas y por parte de la Secretaría de Marina, que tuvo como destino que los recursos forestales segureños fueran empleados en un sinfín de obras civiles amén de para la conocida construcción naval a través del surtimiento de los arsenales de La Carraca y Cartagena, período marcado por el establecimiento en la comarca de Segura de instituciones propias como el ya mencionado Real Negociado de Maderas, dependiente del Superintendente de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla o por la existencia de una especial demarcación político-administrativa, surgida como consecuencia de la promulgación de la conocida ordenanza de montes de 1748, en tiempos de Fernando VI, como la provincia marítima de Segura de la Sierra. Espacio singular en la península ibérica al ser el único dependiente de dos departamentos marítimos, como fueron los de Cádiz y Cartagena. Años en que el transporte maderero a través del sistema de flotación resultó vital. El libro parte, así, de una revisión historiográfica que nos presenta cómo la realidad de la provincia marítima de Segura de la Sierra ha sido un tema latente entre los investigadores desde la década de los años setenta, cuando recibió un fuerte impulso por parte de Emilio de la Cruz Aguilar, desde el campo de la historia del derecho. Desde sus primeras 10 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas investigaciones hasta hoy, no obstante, las líneas de estudio en relación al tema se han diversificado enormemente, habiendo sido objeto de estudio de geógrafos e historiadores modernistas que han ampliado en gran medida, los puntos de vista hacia esta especial demarcación político-administrativa nacida tras la promulgación de las denominadas ordenanzas de montes de 1748. Mientras, dos autores como Sergio Rodríguez Tauste y Ana Rita Trindade nos presentan algunos aspectos novedosos a considerar dentro del ámbito geográfico de Segura en los años precisamente inmediatos a la aprobación de dicha ordenanza de 1748 y que nos muestran aspectos interesantes a tener en cuenta. Por su parte, Sergio Rodríguez se centra en la realidad conflictiva que la propia explotación de la madera por organismos como la Secretaría de Hacienda, a través del proyecto de surtimiento de materia prima para la Real Fábrica de Tabacos ocasionó tras la instauración de un organismo dependiente de su superintendencia, como el denominado Real Negociado de Maderas que debía articular todo el proceso de extracción y transporte de la madera hasta Sevilla, pero que chocó con una jurisdicción previa como la de la encomienda de Segura de la Sierra, dependiente de la orden de Santiago, bajo cuya jurisdicción se encontraba la zona desde el siglo X, del diezmo de la madera extraída en la zona por parte de la encomienda fue germen de un largo conflicto, dilucidado a través de un prolongado pleito, que se expandió entre 1735 y 1754, en el que intervinieron desde el consejo de Órdenes y el consejo de Castilla hasta el proprio Tribunal de la Nunciatura, al recurrirse a la justicia eclesiástica. Enfrentamiento que nos pone de manifiesto cómo la conflictividad en el ámbito de estudio no solo tuvo lugar entre las entidades responsables de la extracción y la población local, sino también entre entidades dependientes de la propia administración del Estado -la propia Secretaría de Hacienda, en última instancia de quien dependía el Real Negociado de Maderas y el consejo de Castilla o de Órdenes-, las cuales llegaron a fallar en favor de la propia encomienda. Por su parte, Ana Rita Trindade nos adentra en el estudio del surtimiento de los aprovechamientos forestales desde Segura hasta el arsenal de La Carraca, dependiente del departamento marítimo de Cádiz, recurriendo a una fuente documental ignota hasta el momento y aún Presentación María Amparo López Arandia 11 no utilizada por aquellos que han abordado el estudio de la provincia marítima de Segura, como el fondo del Tribunal Mayor de Cuentas, del Archivo General de Simancas, a través del cual estudia el surtimiento de materia prima a favor del arsenal en el período concerniente entre 1737 y 1752. El mismo pone de manifiesto cómo la adquisición maderera a favor del arsenal gaditano se produjo en un instante muy anterior a la promulgación de las ordenanzas de montes de 1748, antecediendo incluso a la visita acometida desde el arsenal hasta la sierra de Segura, advirtiendo unas extracciones de madera en unas proporciones bastante notables desde 1736-1737 y cuyas piezas fueron utilizadas tanto para la construcción naval, como para el reparo de navíos como el León a inicios de la década de los años cuarenta del siglo XVIII. A continuación, Vicente Ruíz García nos presenta un trabajo centrado en el abastecimiento maderero desde la provincia marítima de Segura al arsenal de Cartagena, junto al caso de La Carraca, abordado por Ana Rita Trindade, el gran centro naval que se surtió de madera segureña para la construcción de sus navíos. Un interés el de Cartagena sobre los aprovechamientos forestales de Segura, que como sucede en La Carraca antecedió a la instauración de la propia provincia marítima, en este caso remontándose a 1738, con unos contactos que se incentivaron en la década de los años cuarenta. Difícil tarea la del abastecimiento al arsenal cartagenero desde lugares de Segura como Fuenfría, Pinar Negro o el monte de María Asnal, fuertemente condicionados por la orografía que complicó todo intento de transporte por carretería y por unos cursos fluviales, como los de los ríos Mundo y Segura que ofrecieron numerosas dificultades para las flotaciones, lo que dio pie a un sinnúmero de iniciativas y proyectos, no siempre llevados a buen término, como los promovidos por el asentista Francisco Vila en 1765 o los del ingeniero Manuel Bernia en la década de los años ochenta del siglo XVIII. El segundo bloque queda conformado en realidad, por los trabajos centrados en la Edad Contemporánea, en los siglos XIX y XX, que nos muestran que aún cuando la provincia marítima de Segura desapareció como tal, la explotación de los recursos forestales y las flotaciones a través de los cursos fluviales con vertiente atlántica y mediterránea continuaron marcando el día a día de las gentes de estas comarcas, constituyendo una fuente fundamental para la economía de la zona. 12 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Juan Piqueras y Carmen Sanchís nos presentan un panorama de la realidad del transporte fluvial de madera en la España de los siglos XIX y XX, donde a pesar de que el surtimiento maderero decayó y desapareció para los arsenales, no lo hizo para otros fines de lo más variado, desde la confección de envases para la exportación agraria, pasando por las traviesas de ferrocarril o postes de telégrafo. A tal efecto, realizan un recorrido por los diversos grandes frentes donde hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX se procedió a conducciones fluviales: los ríos Guadalaviar y Júcar-Cabriel; las maderadas por el río Tajo y Alto Júcar, las conducciones por el Ebro y sus afluentes, así como las flotaciones llevadas a cabo desde la Sierra de Segura tanto hacia la vertiente atlántica, principalmente a través del Guadalquivir, como la vertiente mediterránea, a través ante todo del río Segura. Este constituye el punto de partida para presentarnos las características que prevalecieron en cada uno de estos frentes, advirtiendo notas distintivas en cada uno de ellos, en clara consonancia, obviamente, con el grado de demanda maderera por la industria demandante. Egidio Moya García, por su parte, atiende a la transformación industrial de la madera extraída en la sierra de Segura en la primera mitad del siglo XX, a partir de la existencia de madereros locales en la comarca de Segura y que llevó a la aparición de almacenes de madera en diversos núcleos de la comarca, así como de serrerías, permitiendo cierto desarrollo empresarial en ellos. Objetivo de su trabajo es, por tanto, estudiar quiénes conformaron dicho entramado, en un instante en que comenzó a cobrar auge la explotación y transformación industrial vinculada a la industria ferroviaria. A continuación, Eduardo Araque Jiménez se detiene en las que representaron las últimas grandes maderadas por los ríos Guadalquivir y Segura, como fueron las que tuvieron lugar en plena postguerra, como consecuencia del aislamiento internacional, que dio pie a la búsqueda de un autoabastecimiento maderero fundamental, por otra parte, para grandes obras de envergadura, como las promovidas por la empresa ferroviaria Renfe. Maderadas, sin embargo, como el propio autor señala, poco conocidas hasta el momento por la escasa documentación existente al respecto, pero que implicaron en algunas ocasiones el tránsito de más de un millón de piezas de Explotaciones Forestales, así como el surtimiento Presentación María Amparo López Arandia 13 para Renfe entre 1942 y 1953 de 600.000 m3 de madera. Una actividad, por otra parte, que en aquellos instantes llegó a introducir significativas innovaciones técnicas con el fin de conseguir sus propósitos, caso de un elevador de madera en una de las paredes del Tranco y que permitió emplear a un importante volumen de trabajadores, que favoreció la postergación de procesos migratorios en algunos núcleos de población directamente beneficiados, como sucedió en varios de los de las sierras de Segura y Cazorla. Por último, Rufino Nieto en una densa aportación atiende a la significación de la explotación maderera para las comarcas de las actuales sierras de Segura y Cazorla, remontándose a su larguísima tradición que hunde sus raíces en la Edad Moderna, como el ya tratado en trabajos precedentes de la provincia marítima de Segura. Explotación forestal que como bien señala Nieto Almansa no decayó desde 1836, apreciándose períodos de abusos con posterioridad a la incidencia de Marina. Extracciones que desde 1941 prácticamente monopolizó Renfe que actuó en la zona hasta 1984, obteniendo de montes como Navahonda hasta 531.066 m3 de madera de rollo. No olvida el autor atender a los medios y métodos en los procesos de corta, saca y transporte, advirtiendo su evolución a lo largo del tiempo y a las especies forestales objeto de los trabajos en la zona, para finalizar introduciendo su valoración sobre la situación actual, atendiendo a la vigente política de restricción de aprovechamientos forestales, planteando posibles soluciones aún por vislumbrar ante problemas detectados como la caída demográfica o el empobrecimiento económico. Ocho aportaciones, por consiguiente, basadas en la larga duración, entre la Edad Moderna y la actualidad. Historia, pasado y presente que constituyen parte del patrimonio histórico y cultural del actual parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas y sus habitantes. * * * Cuando redactamos estas páginas de presentación del volumen que hoy llega a las manos del lector, recibimos la sorprendente noticia de la desgraciada desaparición del profesor Eduardo Araque Jiménez, uno 14 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de los máximos especialistas y mejores conocedores del entorno sobre el que hoy centramos nuestra atención. Sirva, pues, este volumen por tanto, como sincero y sentido homenaje a la labor y memoria de quien tanto se involucró, por otra parte, en que este proyecto viera la luz, como muestra de que para conocer la realidad del entorno segureño teníamos que remontarnos a su pasado en la Edad Moderna para solo así proceder a un estudio en el que prevaleciera la larga duración y que nos permitiera explicar y entender muchos de los avatares que han afectado históricamente a las gentes de la sierra. Presentación María Amparo López Arandia 15 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión: de Emilio de la Cruz a la actualidad María Amparo López Arandia Universidad de Extremadura 1. EMILIO DE LA CRUZ AGUILAR, EL PIONERO EN LOS ESTUDIOS CIENTÍFICOS SOBRE SEGURA DE LA SIERRA M ás de cuarenta años, casi medio siglo, han pasado desde que Emilio de la Cruz Aguilar pusiera bajo el microscopio del historiador el estudio de la Sierra de Segura como abastecedora maderera de grandes proyectos de la construcción civil y naval en el siglo XVIII. Igualmente, detuvo, como buen historiador del derecho, su mirada en la actividad de una institución específica y especial, establecida en esta área, el Real Negociado de Maderas de Segura, así como en la aparición y devenir de una no menos singular jurisdicción político-administrativa, como fue la denominada provincia marítima de Segura de la Sierra, con capital en Segura y un tribunal de primera instancia, tildado “tribunal de Marina”, con sede en Orcera, la población que por entonces, en la Edad Moderna, y hasta entrado el siglo XIX, fue un arrabal de Segura de la Sierra. Aunque se conocía la existencia de esta especial demarcación, resultado de la promulgación en 1748 de las conocidas como ordenanzas de Marina por Fernando VI, así como que fruto directo de ello fue la explotación forestal de los montes segureños en pro de la real armada, que tras la guerra de la Sucesión había iniciado un proceso de incentivación de la construcción naval, y de la que dieron buena cuenta en el siglo XIX el afamado Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y de su provincia de Navarrete, redactado en 1811, aunLa Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 17 que publicado años después por Muñoz en 18251, o las Memorias sobre el partido judicial de Segura de la Sierra, de Juan de la Cruz Martínez2, fue, sin duda, Emilio de la Cruz Aguilar, natural de Orcera, aunque residente en Madrid, donde era profesor de Historia del Derecho en la Universidad Complutense, quien en su tesis doctoral en 1977, titulada El régimen de Montes de Segura (siglos XIII-XIX), ya recalcó la necesidad de prestar especial atención a esta cuestión. De hecho, hemos de considerar al profesor de la Cruz el verdadero pionero en los estudios ciertamente científicos sobre la provincia marítima y sin duda, y aún a pesar de las diferentes metodologías imperantes a finales de la década de los años 70-inicios de los 80 de las que priman en la actualidad, sus trabajos se nos presentan como una fuente indiscutible e imprescindible, a la que todos los autores que hemos venido con posterioridad hemos debido acudir. Una labor, que no solo desarrolló en el ámbito científico a nivel nacional, sino desde una entidad provincial, como el Instituto de Estudios Giennenses, fundamental motor cultural y científico a inicios de los años ochenta en una provincia aún carente de universidad. A sus primeros contactos con la institución, en la que desde 1975 Emilio de la Cruz figuró como consejero correspondiente, y poco después como delegado del Instituto en la comarca de la Sierra de Segura dio paso a su nombramiento como consejero de hecho y su discurso de ingreso, pronunciado en 23 de junio de 1980, dedicado a La Provincia Marítima de Segura de la Sierra, que se incluyó en el marco de las conmemoraciones del IV Centenario de la promulgación de las Ordenanzas del Común de Segura y su 1 Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y de su provincia y memoria sobre el propio asunto por D. Martín Fernández de Navarrete, Madrid, Imprenta de D. Miguel de Burgos, 1825. La obra se encuentra en la actualidad disponible on-line a través de la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España. La investigación ya hacía hincapié en las dos administraciones diferentes que incidieron sobre la provincia marítima de Segura de la Sierra: las secretarías de Estado de Marina y Hacienda, hablando del problema de la duplicidad de administraciones a las que añadía un tercer elemento: la dependencia de Segura y su partido de la orden militar de Santiago. Aunque muy a grandes rasgos, el trabajo avanzó algunas cuestiones de la organización de la provincia marítima, a pesar de no profundizar en ello. MARTÍNEZ, Juan de la Cruz: Memorias sobre el partido judicial de Segura de la Sierra, s. l., F. Moreno, 1842. Existe una edición facsímil de la misma con presentación de Jesús Cano Henares y notas de Emilio de la Cruz Aguilar en Orcera, por Editorial Artes Gráficas Vera-Cruz, 1991. 2 18 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Sierra, de las que el propio De la Cruz fue uno de sus principales promotores, y que supuso traer a Jaén a personajes a nivel científico de la talla de Maluquer de Motes o Manuel Alvar3. Emilio de la Cruz y el Instituto de Estudios Giennenses, por tanto, se nos presentan, así, como dos elementos claves sin los que resulta imposible entender el avance de la investigación en la materia sobre la que hoy centramos nuestra atención. Así, en lo que fue su discurso de ingreso en el Instituto de Estudios GienEmilio de la Cruz. Fondo documental del Instituto de nenses, recogido en un arEstudios Giennenses. tículo en el mismo Boletín del Instituto Emilio de la Cruz presentó las principales líneas a seguir en el estudio de la provincia marítima de Segura de la Sierra, como una realidad digna de estudio entre los siglos XVIII y XIX, entre la promulgación de la ordenanza de Montes de 1748 y la aprobación el 22 de diciembre de 1833 de unas nuevas ordenanzas generales de montes que con el cese de las jurisdicciones privativas abocaron al fin de la provincia marítima. En un completo análisis de dicha realidad, Emilio de la Cruz no solo intentó abordar el espacio geográfico bajo el cual quedaba inserto dicha demarcación, sino realizar un completo estudio de su régimen jurídico, que trascendió de la propia ordenanza de 1748, a la que sucedieron otras normas legislativas que fueron configurando la propia provincia, Archivo Administrativo Instituto de Estudios Giennenes, expedientes personales, consejeros, consejero correspondiente nº 3. 3 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 19 determinando los cargos y oficios que quedaron adscritos a la demarcación, como la figura de los subdelegados; la existencia de un tribunal en Orcera; la existencia de toda una serie de disposiciones en materia de gobierno de la propia provincia… Tampoco olvidó analizar los efectos que tuvo sobre dicho ámbito geográfico el propio establecimiento de la provincia marítima sobre el día a día de la población local, introduciendo por primera vez una directa relación entre el nacimiento de esta especial demarcación y el surgimiento de una realidad conflictiva en la que la población local fue la gran protagonista al imponerse una serie de limitaciones sobre otras fuentes económicas como el pastoreo o las talas rutinarias, por tanto, incidiendo en una visión negativa de la realidad de la provincia, para pasar a atender a otros efectos como los económicos y políticos, en los que igualmente, no dudó en presentar cierta visión negativa donde la resistencia o la pérdida de libertades para la población de la zona fueron hechos a reseñar por el autor4. Paralelamente, a escala nacional, y por diversas cuestiones, otros autores coetáneos, como Bauer5 o José Patricio Merino Navarro6, en dos trabajos aparecidos en muy breve espacio de tiempo entre uno y otro, aludían brevemente, al hablar de los montes en España o de la construcción naval, a la existencia de la provincia marítima de Segura y a la explotación forestal, remitiendo a los legajos 576 y 849 conservados en el Archivo General de Simancas, en los fondos de Secretaría de Marina y Secretaría de Hacienda, respectivamente. Estudios interesantes en este sentido, aún cuando las referencias a la provincia marítima de Segura sean limitadas en el conjunto de ambos textos, pero significativos, puesto que fueron los pioneros en hacer hincapié en el peso de la madera segureña para la armada española en el siglo XVIII, aludiendo, además, a fuentes de archivo hasta entonces inexploradas, aunque se tratara únicamente de dos legajos en concreto. Mientras tanto, Emilio de la Cruz prosiguió con su labor investigadora sobre el tema, yendo mucho más allá en estos años, desmenuCRUZ AGUILAR, Emilio de la: “La provincia marítima de Segura de la Sierra”, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 107 (1981), pp. 51-82. 4 BAUER MANDERSCHEID, Erich, Los montes de España en la historia, Madrid, Ministerio de Agricultura, 1980. 5 MERINO NAVARRO, José Patricio, La armada española en el siglo XVIII, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1981. 6 20 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas zando, por primera vez, la labor de instituciones hasta entonces desconocidas como el Real Negociado de Maderas, entidad dependiente de la Superintendencia de la Fábrica de Tabacos de Sevilla, surgida en 1734, y fundamental para el control de la explotación maderera en la sierra, y su transporte y venta con destino a la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Su artículo, publicado en Historia, Instituciones y Documentos representó y aún representa, de hecho, una fuente de obligada referencia al respecto7. Como buen historiador del derecho, y como discípulo de Rafael Gibert, al profesor De la Cruz le interesó abordar la normativa legal en la cual se desenvolvió la realidad de esta especial demarcación, dando lugar al primer estudio crítico sobre las ordenanzas de Montes, a la que sucedería con el tiempo una posterior edición en 1994, de Jesús Cobo Lechuga8. Los trabajos de Emilio de la Cruz, de hecho, se muestran en este sentido continuadores del minucioso estudio de Gibert sobre las ordenanzas reales de montes de Castilla publicado a inicios de la década de los años setenta9. Emilio de la Cruz abrió, sin duda, el camino, para todos los trabajos que vendrían años después, de muy diversa índole y de la que el propio Emilio de la Cruz no se desvinculó. 2. EL FINAL DE LOS AÑOS 80 Y LOS 90: DEL INTERÉS POR EL MONTE A LA IMPERANTE VISIÓN NEGATIVA DE LA PROVINCIA MARÍTIMA La línea trazada por el profesor De la Cruz en los años setenta y ochenta prosiguió durante la década siguiente, ampliándose la atención de las investigaciones sobre la sierra de Segura también al campo de la Geografía. 7 CRUZ AGUILAR, Emilio de la, “El Negociado de Maderas de Segura en Sevilla”, en Historia, Instituciones y Documentos, 14 (1987), pp. 225-274. 8 COBO DE GUZMÁN LECHUGA, Jesús, Estudio sobre las ordenanzas de montes del año de 1748 y del expediente sobre el régimen de administración de los montes de Segura de la Sierra y de su Provincia Marítima, 1811, Jaén, Caja de Jaén, 1994. GIBERT Y SÁNCHEZ DE LA VEGA, Rafael, “Ordenanzas reales de montes en Castilla (14961803)”, en VV. AA., Actas del II Symposium Historia de la Administración, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1971, pp. 311-348. 9 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 21 En este sentido, es el instante en que aparecieron los primeros trabajos del profesor Eduardo Araque, en torno a su tesis doctoral, sobre los montes de Segura en los siglos XIX y XX10, que aunque posteriores a nuestra cronología de estudio, se muestran como un primer paso para tener presente una historia desde el punto de vista de la larga duración, y que nos plantean el proceso posterior a la persistencia de la provincia marítima: la venta de montes públicos. A este estudio sucedieron otros complementarios, que nos presentan igualmente la realidad de la Sierra de Segura ya en la etapa decimonónica posterior a la provincia marítima, pero donde el transporte de madera por flotación, mantenido en una forma y usos prácticamente invariables desde la Edad Moderna, continuaba siendo una forma de vida fundamental para los oriundos de la sierra. De ahí la importancia que para todo aquel que se aproxime a esta realidad tenga la compilación de textos históricos, como el de Mañas Guspi, centrado en las cortas de pinos y en las conducciones por el río Segura, incluido en un volumen más general centrado en estudios forestales, realizado por el profesor Araque11. Pero el siglo XVIII y la Sierra de Segura volvieron a ser foco de atención en estos años, abriéndose un nuevo tema de discusión, que retomaba, en realidad, los planteamientos defendidos a inicios del siglo XIX por el Expediente de montes de Navarrete: la destrucción de los montes. Y así, bajo esta cuestión se abrió una nueva línea de investigación que subyace bajo la reedición de las ordenanzas de Marina, acometida por Jesús Cobo de Guzmán Lechuga en 199412 pero sobre todo, una obra más que representativa de la producción de Emilio de la Cruz, como fue su Destrucción de los montes, editada, también, en 199413. Investigación, ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, Los montes públicos en la Sierra de Segura. Siglos XIX y XX, Granada, Universidad de Granada, 1990. 10 MAÑAS GUSPI, Juan, “Las cortas de pinos y las conducciones en la cuenca del río Segura”, en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo (comp.), Estudios forestales sobre las Sierras de Segura y Cazorla, Jaén, Diputación Provincial, 1996, pp. 65-81. 11 COBO DE GUZMÁN LECHUGA, Jesús, Estudio sobre las ordenanzas…, op. cit. Igualmente, dos años después y sobre el mismo argumento, localizamos del mismo autor, COBO DE GUZMÁN LECHUGA, Jesús, “Ordenanzas de Montes de 1748 y Expediente sobre la Provincia Marítima de Segura de la Sierra, 1881”, en VV.AA., Congreso La Ilustración y Jaén, Úbeda, Centro Asociado de la UNED Andrés de Vandelvira-Universidad de Jaén, 1996, pp. 509-522. 12 CRUZ AGUILAR, Emilio de la, La destrucción de los montes. (Claves histórico-jurídicas), Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1994. 13 22 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas sin embargo, que muy en la línea del Expediente de montes del siglo XIX incidía con gran virulencia en la negativa labor de la explotación forestal por parte de la real armada de los bosques de Segura, señalándola directamente, como en su momento hizo dicho Expediente, como responsable de una teórica deforestación de la sierra. Existía, pues, un trasfondo ambientalista en dichos planteamientos. El trabajo de Cobo de Guzmán pretende centrarse en el análisis de un documento jurídico como las ordenanzas de montes de 1748 y su influencia sobre el ámbito geográfico que conformó la provincia marítima de Segura. Para ello, no duda en partir de unos antecedentes que basa en otros ordenamientos jurídicos, como las ordenanzas del común de 1580 en las que ya aparecían determinadas figuras con gran peso, como los caballeros de sierra, en su opinión un antecedente de los guardas de montes que luego se instaurarían en el siglo XVIII14, resaltando la importancia que se daba a la naturaleza y su conservación en este ordenamiento15 y en las que los artículos relacionados con la madera tenían un gran protagonismo, como luego sucedería en el siglo ilustrado. El peso fuerte de la obra lo representa, sin duda, el estudio comentado de las ordenanzas de montes de 1748, partiendo de la premisa de realizar diversas críticas a trabajos previos, como el artículo publicado en 1960 en la revista Paisaje por José de Guindos, dedicado a la provincia marítima o la propia Memoria sobre el Partido Judicial de Segura de la Sierra, editada en 1842 por Juan de la Cruz Martínez, intentando resolver a partir de las ordenanzas e igualmente a partir del Expediente de montes de 1811 algunos interrogantes sobre el motivo de la violencia en la zona en tiempos de la provincia marítima, que abocó, como el propio autor reconocía, tanto en la apertura de numerosas causas criminales sobre la población local, como en la propia destrucción de los archivos que contenían dichas causas por parte de los mismos naturales16. No olvida tampoco el autor lanzar sus interrogantes sobre lo que ya era una constante para la historiografía: el variable número de ejemplares arbóreos dados por los visitadores de la provincia que en algún 14 COBO DE GUZMÁN LECHUGA, Jesús, Estudio sobre las ordenanzas…, op. cit, p. 67. 15 Ibídem. 16 Ibídem, p. 85. La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 23 momento, como en 1790, apuntó la aparente pérdida de cien millones de ejemplares respecto el avistamiento anterior, lo que obviamente continuaba planteando dudas o bien sobre la veracidad de dicha tarea o bien sobre una posible destrucción del monte, como autores como De la Cruz defendían17. Partiendo de la Edad Media y de la pertenencia de Segura a la orden de Santiago, al abordar la realidad del siglo XVIII en la memoria cuarta dedicada a la administración histórica de los montes, Cobo de Guzmán consideraba que los aspectos negativos para este ámbito geográfico llegaron con el establecimiento de la provincia marítima18. Igualmente analizaba aspectos organizativos de esta estructura político-administrativa, como la existencia de diversas subdelegaciones o de cargos dependientes de ella, reconociendo como se había hecho en el expediente de montes de 1811 la existencia de choques entre las dos instituciones que incidieron en este espacio: las secretarías de Hacienda y Marina. A tal respecto y refutando los trabajos anteriormente citados llegará a realizar afirmaciones de dudosa demostración sin embargo, ante la falta de constatación documental, como el llegar a postular que en Segura se produjo un “despilfarro” de madera con anterioridad al establecimiento de la provincia marítima en 1748, como resultado de la labor del Real Negociado de Maderas19. El tema de la posible sobreexplotación del monte, de hecho, se convierte en un factor fundamental para el autor, que intenta refutar algunas opiniones previas al respecto, recordando el sentido en cierto modo proteccionista de unas ordenanzas que obligaban en teoría a replantar tres árboles por cada ejemplar talado, por ejemplo, lo que le lleva a cuestionar en más de una ocasión, la teórica esquilmación de la sierra, partiendo de la premisa de que las ordenanzas se cumplirían en todo momento20. Aunque muy probablemente las ordenanzas no se cumplieron en su totalidad –baste recordar por ejemplo, como en ninguna provincia 17 Ibídem. 18 MARTÍNEZ, Juan de la Cruz, Memoria…, op. cit., p. 77. 19 Ibídem, p. 86. 20 Ibídem, p. 97. 24 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas marítima de la península terminaron por llevarse a cabo visitas por parte de los oficiales de Marina cada dos años– lo cierto es que efectivamente, en la línea de lo afirmado por Cobo de Guzmán, cifras como la maderada de ocho mil troncos con destino a Sevilla en 1734 no nos pueden llevar a hablar de una esquilmación del monte, aún como al igual que le sucede al autor, la falta de cifras fiables impide dar mayor fundamento a lo que no deja de representar una hipótesis de trabajo. Con todo, la obra de Cobo de Guzmán introduce afirmaciones interesantes cómo el hecho de advertir que el proceso de extracción y de transporte maderero bien fuera para la Real Fábrica de Tabacos, bien para Marina tuvo no solo connotaciones negativas, puesto que permitió vivir de dicha actividad a un importante sector de la población local durante todo un año21, una cuestión que en muchas ocasiones se ha dejado en segundo plano, cuando no olvidada por parte de la historiografía. Mientras, el mismo año apareció una nueva monografía de Emilio de la Cruz, La destrucción de los montes. (Claves histórico-jurídicas), que ya por el mismo título nos pone de manifiesto como la preocupación en realidad por conocer si en tiempos de explotación de la sierra de Segura por parte de la Secretaría de Marina se produjo una sobreexplotación del monte era una cuestión compartida por diversos autores. El objetivo de la obra es presentar un estudio de las distintas normas jurídicas en relación al aprovechamiento del monte aprobadas históricamente, partiendo del derecho romano y donde la influencia de su maestro Gibert resulta más que patente. Por lo que a nosotros nos concierne, el interés vuelve a centrarse en su caso en las ordenanzas de montes, vinculándolas directamente al fomento de la Marina y advirtiendo la existencia de una serie de disposiciones previas desde 1717, en tiempos de Felipe V. En su análisis de las ordenanzas, el problema de la conflictividad entre la imposición de la norma por la autoridad competente y la sociedad local, un tema vertebrador en realidad para muchos de los investigadores que han afrontado el tema de la provincia marítima de Segura volvió a salir a la luz22. En esta ocasión, el asunto interesante es que 21 Ibídem, p. 86. 22 CRUZ AGUILAR, Emilio de la, La destrucción de los montes…, op. cit., p. 82. La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 25 De la Cruz intenta realizar una primera historia comparada advirtiendo comportamientos y actitudes semejantes en otras provincias marítimas respecto al surgimiento del conflicto, recurriendo a diversos estudios de caso en otras zonas como Granada o Tortosa23. El autor somete la ordenanza a un detenido estudio que le permite advertir numerosas consecuencias de su aplicación, yendo, por tanto, en esta ocasión más allá de volver a enumerar sin más el contenido de la misma, mostrando cómo su promulgación supuso la imposición de una jurisdicción especial imponiendo la supeditación del tráfico maderero a la Secretaría de Marina e implicando la merma de toda una serie de derechos que previamente tenía la sociedad local en materia de aprovechamientos forestales o en la supeditación de las justicias locales a las autoridades de Marina. Un entramado que el propio De la Cruz llega a tildar de “auténtico monstruo de compleja naturaleza”24. El interés del trabajo de De la Cruz trasciende, por otra parte, al mero estudio sin más de la ya famosa ordenanza de montes de 1748, puesto que añade el estudio de alguna normativa adicional, como una ordenanza penal aprobada el mismo año de 1748 aplicable para el territorio dependiente del departamento de Cartagena, por lo tanto, para parte del territorio incluido bajo la provincia marítima de Segura y que implicó medidas coercitivas para todo aquel que talara alguna especie arbórea en principio reservada a Marina, entre otras medidas coercitivas que no hacían en realidad sino reafirmar las ya señaladas en la primera ordenanza de enero de dicho año, reafirmando la creación incluso de tribunales específicos de Marina25. El número vastísimo de causas tratadas por el tribunal de Segura –llega a hablar entre 1200 y 2000– vuelve a poner de manifiesto que la imposición de Marina y la creación de un nuevo territorio administrativo vino acompañado permanentemente de una grandísima conflictividad con la sociedad local26, en el que los incendios provocados serán una de las notas más llamativas a entender del autor27. 23 Ibídem, p. 83. 24 Ibídem, p. 95. 25 Ibídem, pp. 96-97. 26 Ibídem, p. 97. 27 Ibídem, p. 132. 26 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Una circunstancia que llega a reconocer cómo incluso las cortes generales de 1789 intentaron atajar ante lo que se consideraban perjuicios que causaba Marina sobre las diversas provincias en las que incidía28 y cuyas críticas terminaron con su suspensión con motivo de las cortes de Cádiz en 181129. No obstante, no sería hasta finalmente la aprobación de una nueva ordenanza de montes en 1833 cuando todos los términos de las de 1748 quedarían finalmente abolidas. La nota general, por lo tanto, es la opinión negativa del profesor De la Cruz de la aplicación de las ordenanzas de 1748 por parte de Marina que en su opinión derivó no solo en una limitación más que notable de derechos de la sociedad local, sino en un mal uso de los aprovechamientos forestales –cayendo en el abuso a su entender–, de ahí la sucesión de disposiciones reguladoras intentando atajar sin éxito algunos de los problemas, aspectos que en la última parte de la obra atiende con ejemplos para el caso concreto de la provincia marítima de Segura de la Sierra, en lo que llega a tildar como de “una etapa dramática para estas sierras, sus bosques y sus habitantes”30. Sin dar cifras, por lo tanto, tan solo basándose en la opinión del estudio de la legislación aprobada al respecto, el profesor De la Cruz mantiene su hipótesis de trabajo muy en la línea a lo que ya había evidenciado al inicio de su trayectoria en la década de los años 70: el considerar a la Marina causante de una a su entender real sobreexplotación del monte, que por tanto afectaría a la provincia marítima de Segura de la Sierra. Su visión, como consecuencia, resulta mucho más negativa que la defendida por Cobo de Guzmán. Junto a la publicación de una obra como la que acabamos de comentar, el profesor De la Cruz continuó apoyando en esta década la recopilación de textos clásicos que tenían como objeto nuestro área de estudio. En estos años, de hecho, promovió la edición facsímil de la obra de Juan de la Cruz Martínez, recuperando, así, un texto histórico redactado unos años después de la desaparición de la provincia marítima de Segura de la Sierra, en el que se trasluce una visión negativa del período 28 Ibídem, p. 118. 29 Ibídem, pp. 126-127. 30 Ibídem, p. 225. La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 27 de incidencia de la Marina, muy en la línea de lo planteado en su momento por el decimonónico Expediente de montes de Navarrete, muy crítico, igualmente, con la realidad de la provincia marítima, y en sintonía con las propias hipótesis de trabajo del profesor De la Cruz. Por otra parte, las notas introducidas al final de la obra por el profesor De la Cruz sirven para reafirmar algunas realidades, como la importancia de la actividad maderera desde la Edad Media en Segura, o la existencia de un transporte continuado a través del sistema de flotación abasteciendo también a la obra civil, como la propia catedral de Jaén en el siglo XVII31. Importancia dentro de los estudios del aspecto jurídico que motivó, incluso, el que se atendiera a otras normativas precedentes y que regularon la vida de la Sierra de Segura, mostrando ya sus condiciones específicas, que no pueden desligarse de representar un verdadero precedente para la aplicación de las ordenanzas de Marina de 1748. En este sentido, no podemos olvidar la significación de que fuera precisamente en estos años cuando apareciera también un estudio centrado en las ordenanzas del común de 1580, en las que como posteriormente en el siglo XVIII, ya quedó puesto en evidencia que la actividad maderera articulaba la realidad de este ámbito geográfico32. Años, por otra parte, en los que el interés de los investigadores empezó a focalizar el tema de la explotación maderera en Segura de la Sierra sobre otros aspectos más allá de los meramente jurídicos pero no menos relevantes por la trascendencia que dicha actividad económica tuvo en el día a día de la población local. En este sentido, en estos años aparecieron diversas aportaciones interesantes centradas en muy diversos aspectos que no podemos olvidar, puesto que tangencialmente todas inciden en nuestro ámbito de estudio, desde aquellas aún con un trasfondo jurídico, como el estudio sobre la encomienda de Segura en el siglo XVIII, abordado por Mercado Egea33; pasando por las aportaciones de Faustino Idáñez. 31 MARTÍNEZ, Juan de la Cruz: Memoria…, op. cit., p. VIII. 32 VV.AA.: Ordenanzas del Común de la villa de Segura y su tierra de 1580, Jaén, Caja de Jaén, 1992. MERCADO EGEA, Jacinto, “La encomienda de Segura de la Sierra en 1725”, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 146 (1992), pp. 261-298. 33 28 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas El profesor Idáñez resaltó la necesidad de entender la realidad de la provincia marítima como un ámbito que trascendió de los límites que podríamos considerar provinciales giennenses, poniendo por primera vez el foco de atención al ámbito de la provincia vinculado a la sierra de Alcaraz, que en realidad tuvo una importancia vital en el abastecimiento maderero para el arsenal de Cartagena, y anticipando algunos puntos de consideración, como la realidad conflictiva en la que discurrió el día a día como resultado de la imposición de instituciones dependientes de la secretaría de Marina sobre las preexistentes locales, que dieron como resultado la puesta en marcha de procesos de exención de núcleos previamente integrantes de la provincia marítima de ella, como Villaverde de la Sierra, Bienservida, Albadaleja o Puebla del Príncipe, cuestiones que hasta el momento no habían sido abordadas por la historiografía y que plantearon un interesante camino por el que proseguir34. No son los únicos trabajos a resaltar de Idáñez de Aguilar en este periodo, ya que afrontó otros novedosos e interesantes estudios: desde el léxico o la etnografía se aproximó al trabajo de los pineros y gancheros que históricamente transportaron la madera desde la sierra hasta la Real Fábrica de Tabacos o hasta los arsenales del Sur peninsular35, sin olvidar un trabajo como el de Gila Real, centrado en el Catastro de Ensenada36, que nos permite aproximarnos a cómo a pesar del peso de la actividad económica, la explotación de una materia prima como la madera apareció oculta en muchas ocasiones en las declaraciones; o un trabajo interesante de Torres Navarrete presentándonos Úbeda como eje del comercio maderero procedente de Segura de la Sierra37. Una línea, por tanto, la del IDÁÑEZ DE AGUILAR, Alejandro Faustino, “Contribución al conocimiento de Albacete como provincia marítima. (Apuntes para su estudio)”, en Al-Basit, 45 (2001), pp. 15-35. 34 IDÁÑEZ DE AGUILAR, Alejandro Faustino, “El transporte fluvial de la madera en las sierras de Segura: la conducción, organización, técnicas y léxico”, en ALONSO GONZÁLEZ, A., CASTRO RAMOS, L., GUTIÉRREZ RODRILLA, B. y PASCUAL RODRÍGUEZ, J. A. (eds.): Actas del III Congreso Internacional de Historia de la lengua española, Salamanca, Asociación de Historia de la Lengua Española-Arco Libros-Fundación Duques de Soria, 1996, vol. II, pp. 1343-1356; YDÁÑEZ DE AGUILAR, Alejandro Faustino, “El transporte fluvial de la madera de los montes de Jaén”, en El Toro de Caña, 4 (1999), pp. 305-325. 35 GILA REAL, Juan Antonio, “La Sierra de Segura en el Catastro del Marqués de la Ensenada”, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 168 (1998), pp. 191-366. 36 TORRES NAVARRETE, Ginés de la Jara, “Úbeda, la madera de la Sierra de Segura y los ríos Guadalquivir y Guadalimar”, en Ibiut, 105 (1999), pp. 22-23. Profundizando en esta línea sobre 37 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 29 estudio en sí de la actividad económica y de las formas de trabajo sobre las que contamos con estos trabajos de base, pero sobre los que desde entonces apenas se ha profundizado. Y junto a ello, trabajos que desde la alta divulgación ya incidían en el peso de la actividad maderera desde la Edad Moderna a la Contemporánea, como apuntó ya en 1998 Rufino Nieto38, presentándonos la importancia en la sierra de Segura de esta actividad y planteando algunos de los problemas existentes en el período de la provincia marítima de Segura de la Sierra, como el hecho de la problemática para conocer realmente el número de ejemplares arbóreos existentes a partir de los datos ofrecidos por las visitas de los oficiales de Marina39. Aportación interesante, por otra parte, en cuanto que ya señala algunos vacíos a vislumbrar por la historiografía, como la realidad vinculada con Cartagena, por ejemplo, a la que el autor aludió específicamente cómo uno de los problemas a descubrir. El principal hándicap de estos últimos trabajos es que aún no presentan la realidad de la explotación maderera en un contexto más amplio, como pudo ser el de la provincia marítima para el siglo XVIII, puesto que en ningún caso se asociaron a los estudios que desde el punto de vista de la historia del derecho abordaban la realidad de esta demarcación. Por otro lado, quizás motivado por esta misma circunstancia, aún en estos instantes no se profundizó en ningún caso en las aplicaciones de la explotación y comercio maderero en una economía global. Mientras tanto, en estos años aparecen tres obras claves para conocer el funcionamiento de tres de las entidades de las que la madera segureña se convirtió en principal abastecedora. Por una parte, vieron la luz dos estudios centrados en los dos principales arsenales del sur peninsular: La Carraca y Cartagena40. Con todo, aún cuando la zona de Segura se recoÚbeda como foco para la industria y comercio maderero, véase también BARRANCO DELGADO, Juan G., “Noticias sobre linajes ubetenses relacionados con la industria maderera (siglos XVI-XVIII)”, en Elucidario, 8 (2009), pp. 195-215. NIETO OJEDA, Rufino, El aprovechamiento maderero en las Sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, Cazorla, Departamento Territorial Alto Guadalquivir de la FSP-UGT, 1998. 38 39 Ibídem, p. 2. PÉREZ-CRESPO MUÑOZ, María Teresa: El arsenal de Cartagena en el siglo XVIII, Madrid, Editorial Naval, 1992. 40 30 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas noce en estos trabajos como un punto importante para el avituallamiento maderero, especialmente en el caso del estudio centrado en el arsenal de Cartagena, donde se llegan incluso a vislumbrar diversas etapas de extracción maderera desde Segura hasta el arsenal, los trabajos no llegan a profundizar en aspectos concretos relativos a volúmenes ni a procedimientos de extracción, por ejemplo. Algo similar sucedió con el trabajo dedicado por José Quintero al arsenal de La Carraca41, donde el peso de la extracción de madera procedente de Segura de la Sierra queda en realidad en un segundo plano, por lo que aún representa una vía por la que continuar. Y como tercer trabajo, hemos de añadir a esta lista la monografía publicada en 1991 centrada en la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, centro para el que la madera segureña resultó vital, cuyas vicisitudes, no obstante, son omitidas al hablar de las diversas fases de construcción o incluso al hablar de la figura de Vicente Acero, principal responsable para que se optara por abastecer a la fábrica de madera procedente de la Sierra de Segura42. 3. EL SIGLO XXI: DE LA HISTORIA LOCAL A LA HISTORIA DE LA LARGA DURACIÓN E INTERDISCIPLINAR El inicio del siglo XXI, lejos de hacer olvidar el tema de la provincia marítima, conllevó una notable ampliación del campo de estudio en diversas líneas de actuación. Un instante, el de la primera década del siglo XXI, también fundamental para la aparición de obras que aunque dentro de la alta divulgación, son importantes para comprender el proceso de explotación forestal por la Marina en los años de la provincia marítima, caso del libro de Modesto Vigueras, que con el ampuloso título de El transporte de madera por flotación y carretería, desde los bosques de Sierra Segura hasta Sevilla y los arsenales de La Carraca (Cádiz) y Cartagena, durante los siglos XVIII y XIX (1734/1833), editado en 2002, resulta un trabajo de gran significación, no solo en cuanto al ser el primero en incidir en la cuestión QUINTERO GONZÁLEZ, J.: El arsenal de La Carraca (1717-1736), Madrid, Ministerio de Defensa, 2000. 41 MORALES SÁNCHEZ, José, La Real Fábrica de Tabacos. Arquitectura, territorio y ciudad en la Sevilla del siglo XVIII, Sevilla, Fundación Fondo de Cultura de Sevilla, 1991. 42 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 31 del transporte maderero hacia los arsenales del sur peninsular con la mayor profusión que hasta entonces se había hecho, e innovador, en cuanto que fue el primer trabajo que aún cuando desde hoy podamos realizar alguna crítica a su aportación en esta materia, supuso por primera vez la presentación de una cartografía al respecto43. Así, la obra de Modesto Vigueras pretendió partir del abastecimiento maderero a los arsenales de La Carraca y Cartagena desde Segura de la Sierra desde sus antecedentes, por lo que por primera vez se nos presenta una visión verdaderamente de síntesis del proceso prestando atención como precedente, por tanto, al Real Negociado de Maderas y sus actuaciones, centrándose por tanto, en la significación que la madera procedente de la sierra tuvo para la construcción de la Fábrica de Tabacos, algo que en la monografía publicada una década antes sobre esta entidad había quedado diluido. El trabajo pretende atender, sobre todo, a la labor de la Marina, por lo que es ella y el período relativo a la provincia marítima el que consume un mayor número de páginas con el fin de aproximarse a los ochenta y cinco años de dependencia del entorno segureño a dicho organismo, intentando analizar las consecuencias que sobre este ámbito geográfico tuvo la intervención de la Marina y sus oficiales, y en donde en más de una ocasión se pone de manifiesto una supuesta actitud “despótica” de estos sobre la población local44, dejando de nuevo entrever, por consiguiente, que la conflictividad debía ser uno de los temas pendientes por abordar. Una visión que contrasta cuando se pretende afirmar que la ordenanza de montes quería mejorar los bosques y sacar el máximo rendimiento ante “una sana explotación”45. Y sobre todo, especial atención merece el transporte de madera por flotación, sobre el que el autor se centra en la segunda parte del libro, atendiendo a todo el proceso vivido por las maderadas tanto por los ríos de vertiente atlántica, como mediterránea hasta llegar a los arsenales, po- VIGUERAS GONZÁLEZ, Modesto, El transporte de madera por flotación y carretería, desde los bosques de Sierra Segura hasta Sevilla y los arsenales de La Carraca (Cádiz) y Cartagena, durante los siglos XVIII y XIX (1734/1833), Madrid, Puertos del Estado, 2002. 43 44 Ibídem, p. 45. 45 Ibídem. 32 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas niendo de manifiesto los graves problemas que atravesaron aquellas que transitaron por el río Segura, hasta tener en muchas ocasiones que optar directamente por recurrir a la carretería. La obra resulta interesante en este sentido, en cuanto que introduce detallados datos sobre los sistemas utilizados con numerosas ilustraciones, por ejemplo, o advirtiendo la existencia de caminos y vías por las cuales transitó el transporte maderero hasta su destino final. Junto a esta obra, el inicio de siglo se caracteriza por el incremento del interés de los investigadores por el tema de la provincia marítima y sobre todo, por una incentivación del trabajo de archivo, trayendo como resultado una ampliación en el número y variedad de fuentes utilizadas: desde los archivos locales, de lo que dieron buena cuenta diversos artículos publicados por Sergio Rodríguez Tauste, por ejemplo, en la revista Alonso Cano, y que ponían su incidencia en determinados instantes de la realidad de la provincia marítima a finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX46, pasando por las fuentes conservadas en un archivo como el Histórico Provincial de Jaén47; a las fuentes conservadas en los archivos nacionales, donde de nuevo los famosos legajos 576 y 849 de Simancas eran objeto de atención, aunque no únicamente, como se advierte en la obra De Segura a Trafalgar, de Vicente Ruiz, donde por primera vez apreciamos una mirada a otros legajos y donde por primera vez se atiende a parte de la documentación conservada, en aquel instante –2009– en el Archivo General de Indias, procedente del archivo de la Real Fábrica de Tabacos, y por tanto, documentación emanada del Real Negociado de Maderas48. A modo de ensayo, el trabajo de Vicente Ruiz presenta el proceso de mejora de la armada hispánica iniciado en tiempos de Felipe V y prolongado en tiempos de Fernando VI, en el que la madera y su consiguiente RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, “La visita a la provincia marítima de Sefura de don Francisco de Bruna”, en Alonso Cano. Revista andaluza de arte, 14 (2007), pp. 1-22; RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, “La provincia marítima de Segura de la Sierra durante el primer tercio del siglo XIX”, en Alonso Cano. Revista andaluza de arte, 15 (2007), pp. 1-19 46 LÓPEZ PÉREZ, Elena, “Dos documentos sobre el Real Negociado de Maderas y la Provincia Marítima de Segura, conservados en el Archivo Histórico Provincial de Jaén”, en arch-e, 3 (2010), pp. 133-142. 47 48 RUIZ GARCÍA, Vicente, De Segura a Trafalgar, Úbeda, El Olivo Editorial, 2009. La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 33 surtimiento a los arsenales mucho tuvo que decir, como hegemónica materia prima en la construcción naval. El autor liga las primeras extracciones madereras en Segura en el siglo XVIII a la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, arrancando este proceso en 1732. Igualmente, como ya un pequeño trabajo como el de Torres Navarrete había hecho, vuelve a incidir en el peso que las casas ubetenses jugaron en el transporte maderero ejerciendo un monopolio. Vicente Ruíz aporta novedades en su estudio ya que por primera vez profundiza en los fondos documentales propios de la Real Fábrica de Tabacos, que ofrecía datos ignotos para la investigación entonces –y hoy todavía–, conservados en aquel momento en el Archivo General de Indias. Era la primera vez que se afrontaba el estudio de esta documentación, lo que sin duda permitió al autor enriquecer notablemente las cuestiones relativas al transporte maderero por el Guadalquivir en tiempos del Real Negociado y el surtimiento maderero hasta Sevilla en los años inmediatos en realidad a la instauración ciertamente de la provincia marítima de Segura. Se daba, por tanto, en este sentido, un paso más allá que no se había conseguido con la monografía centrada en el estudio de la construcción de la Real Fábrica de Tabacos aparecido en los años noventa y a la que hicimos mención con anterioridad. Las páginas centradas por Vicente Ruiz en la realidad ya sí propiamente dicha de los años en que se instauró la provincia marítima de Segura de la Sierra, presenta igualmente la novedad de utilizar una mayor variedad de fuentes documentales de la que se había hecho hasta el momento, yendo más allá de los famosos legajos 576 y 849 del Archivo General de Simancas, para completar diversas informaciones de la extracción y transporte maderero hacia los arsenales del sur peninsular con aquella extraída de otros legajos del fondo Secretaría de Marina, por lo que por primera vez se avanzaba en la investigación de forma algo más notable a lo planteado por Bauer o Merino Navarro, por ejemplo. El abordar la realidad de este ámbito territorial con nuevas fuentes le permite detenerse y hacer hincapié en algunos problemas historiográficos, como el que de hecho se convertirá en una constante para todos los historiadores que han pretendido analizar la realidad de la historia forestal en época de la provincia marítima: la certeza o no de los datos ofrecidos en cuanto al número de ejemplares arbóreos existentes por los visitadores de la secretaría de Marina, escollo sin duda para llegar a discernir si en tiempos de la explotación de esta entidad de dicho entorno se produ34 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas jo una sobreexplotación del monte. La primera conclusión a la que llega Ruiz García es que sería la zona adscrita al departamento de Cádiz la que perdió mayor masa arbórea, marcando por tanto diferencias en toda la demarcación, con zonas más ricas en arbolado que otros –recordemos los términos de Siles, Villarrodrigo, Riópar o Alcaraz, citados por Ruiz García49, los dos últimos no los olvidemos, dentro de la demarcación del departamento de Cartagena– y ya mostrando cómo la actividad de los dos arsenales del sur peninsular o del Real Negociado de Maderas no tendrían en realidad los mismos efectos sobre el terreno, una cuestión que hasta entonces no había sido planteada. Incluso, introduce algún tema novedoso hasta el momento cómo el hecho de que desde la propia provincia marítima de Segura se abasteciera también de cobre al arsenal de Cartagena, presentando así un aspecto hasta el momento –e incluso con posterioridad– todavía inabordado por la historiografía50. Especial atención en este contexto recibe para Ruiz García el proceso de flotación de la madera desde la provincia marítima tanto por los cursos fluviales de vertiente atlántica –el principal, el Guadalquivir–, como los de vertiente mediterránea –el principal, el Segura– en una actividad que en realidad ahonda sus raíces en la Edad Media, aunque el foco de interés el autor lo pone en el período de existencia de la provincia marítima planteando la existencia de conflictos, como los existentes ante la coincidencia del discurrir de dos pinadas dependientes de dos organismos diferentes, como aquella dependiente del Real Negociado de la que tenía como destino el arsenal de La Carraca, con soluciones como la alternancia de cortas51. Omite, no obstante el autor, hablar de cómo en el proceso de flotación hubo madera que se extrajo por el curso del río, en el caso del Guadalquivir, con la existencia de factorías en determinados puntos como Andújar, Córdoba o Palma del Río, que conllevaron la venta de madera, siempre a beneficio del Real Negociado en puntos intermedios antes de llegar a Sevilla, por lo que en realidad las maderadas concernientes a este organismo resultaban mucho más complejas de lo que a 49 Ibídem, p. 95. 50 Ibídem, p. 98. 51 Ibídem, p. 115. La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 35 priori pudiera parecer como un mero trasvase de madera desde la sierra de Segura hasta Sevilla. Con todo, la detenida atención a las flotaciones por los ríos de dos vertientes diferentes permite a Ruiz García mostrar igualmente notables distinciones entre unas y otras, como las mayores dificultades existentes cuando la madera intentó transportarte por aquellos ríos de vertiente mediterránea, cuyas condiciones en diversas ocasiones impidieron el correcto trasvase maderero, teniéndose que recurrir a la carretería, lo que obviamente aunque no lo anuncie tendría sus lógicas repercusiones en la calidad y en el volumen de madera transportada respecto a aquella que se hizo por los cursos de vertiente atlántica. Cuestiones novedosas y que hasta el momento no habían sido tampoco tratadas por la historiografía. De modo paralelo, hemos de reseñar cómo en los trabajos científicos que iban apareciendo en estos momentos se entremezclaban los intereses: desde la historia ambiental y ecológica, pasando por la historia forestal, la historia naval, pero también la historia social, sin olvidar los trabajos surgidos desde el campo de la Geografía, lo que poco a poco, nos iban mostrando una línea a seguir: la validez de la inter y multidisciplinariedad para afrontar determinados temas de estudio, como el de la provincia marítima de Segura de la Sierra. Y sin perder de vista, la larga duración, imprescindible, además, en este caso, ya que la realidad de la Sierra de Segura en los siglos XIX y XX no se puede entender sin su pasado, así como determinadas cuestiones, como, por ejemplo, la incidencia de la presión de las talas, necesita para obtener óptimos resultados, que atendamos a un punto de vista desde la larga duración. En este sentido, por ejemplo, cabe resaltar los trabajos de Piqueras Haba y Sanchís Deusa, centrado en el transporte fluvial de madera en España52 o el posterior trabajo de Gil Olcina sobre la flotación de maderas, que permitieron situar a la flotación por los ríos Segura, pero también Guadalimar y Guadalquivir en la realidad peninsular del transporte maderero por flotación con una trascendencia histórica53. Una línea, para la que paralelamente en los mismos años tenemos investigaPIQUERAS HABA, Juan, SANCHÍS DEUSA, Carmen, “El transporte fluvial de madera en España. Geografía histórica”, en Cuadernos de Geografía, 69/70 (2001), pp. 127-162. 52 GIL OLCINA, Antonio, “Importancia y desaparición de un uso tradicional del agua: la flotación de maderas”, en Eria, 69 (2006), pp. 57-74. 53 36 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ciones centradas en la realidad de la Sierra de Segura, aunque para la etapa posterior a la provincia marítima, que bien nos muestra no obstante la continuidad de una actividad como la de las flotaciones fluviales, como lo ponen de manifiesto dos trabajos del profesor Araque Jiménez editados en Cuadernos Geográficos en 200754 y 200955 respectivamente y que resultan fundamentales para poder afrontar una comparación con la etapa precedente como la vivida en el siglo ilustrado. Y en este contexto, resulta fundamental poner la mirada en los resultados de un proyecto de investigación, en su día financiado por el Instituto de Estudios Giennenses, y que tuvo entre sus resultados la celebración de un seminario y la publicación de los textos presentados en un volumen coordinado por los profesores Eduardo Araque y Egidio Moya García –quien era el investigador principal de dicho proyecto–, sobre los Aprovechamientos madereros en los montes jiennenses (siglos XVIII-XX), y que hizo precisamente hincapié en la necesidad de tener presente esos dos conceptos: la larga duración y la interdisciplinariedad para comprender los diversos factores que incidieron en la realidad de Segura y su entorno en materia forestal56. En esta obra, aunque se hace más hincapié sobre los siglos XIX y XX, se introduce ya la larga duración, mostrando cómo resulta imposible atender los aprovechamientos madereros de la zona en el siglo XX si no tenemos presente la existencia de una tradición tanto en los usos y prácticas como en la explotación, que nos volverían en cierto modo la mirada hacia la cuestión sobre la que giraron los estudios vinculados en los años noventa sobre la provincia marítima: la real destrucción o no destrucción del monte. De hecho, dos trabajos del volumen misceláneo se centran en la realidad de la provincia marítima, añadiendo nuevos datos hasta el momento ignotos o poco abordados por la historiografía, de Sergio Rodríguez Tauste y López Arandia respectivamente. ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, “Conducciones fluviales de madera desde las sierras de Segura y Cazorla (1894-1949)”, en Cuadernos Geográficos, 40 (2007), pp. 81-105. 54 ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, “Madera para Renfe. El aprovisionamiento ferroviario de madera en los montes epañoles (1942-1953)”, en Cuadernos Geográficos, 44 (2009), pp. 51-78. 55 ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo y MOYA GARCÍA, Egidio, Aprovechamientos madereros en los montes jiennenses (siglos XVIII-XX), Jaén, Universidad de Jaén, 2012. 56 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 37 El primero, de Rodríguez Tauste57, partiendo de una primera revisión historiográfica sobre la realidad de la provincia marítima, incide de manera especial en un tema como el del Real Negociado de Maderas y su estructura, así como en los conflictos de su actuación con la encomienda dependiente de la orden de Santiago sobre la que incidió. De nuevo, por tanto, la conflictividad se encuentra en el día a día de la explotación maderera en la sierra de Segura precediendo, incluso, a la instauración de la ordenanza de Montes, a diferencia de lo que tradicionalmente se había planteado obviándose de manera habitual, aspecto que Rodríguez Tauste consigue desmenuzar. Interesante, por otra parte, la realidad que traza el autor de la provincia marítima desde 1748 hasta su desaparición, atendiendo a los distintos ministros y sus etapas, una cuestión novedosa de afrontar el tema de este espacio, y que permite advertir diferencias entre unos períodos y otros, por tanto, donde el conflicto de nuevo, vuelve a ser la nota distintiva, con etapas críticas como la del ministerio de Venero, entre 1762 y 1772 con la generalización de incendios58. El trabajo posibilita, por otra parte, advertir cómo el propio régimen interno de organización de la provincia marítima varió con la entrada del siglo XIX, en concreto por una real orden de 181759, en unos años de gran basculación, ante el estallido de la guerra de la Independencia y la posterior breve suspensión de las provincias marítimas con motivo de las cortes de Cádiz. El segundo, de López Arandia60, profundizando en un primer trabajo sobre la materia publicado en el año 200861, atiende a la evolución de los aprovechamientos madereros en el ámbito geográfico se- RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, “La provincia marítima de Segura de la Sierra. Siglos XVIII y XIX”, en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo y MOYA GARCÍA, Egidio, Aprovechamientos madereros…, op. cit., pp. 79-115. 57 58 Ibídem, pp. 95-97. 59 Ibídem, p. 109. LÓPEZ ARANDIA, María Amparo, “Maderas del Rey. Aprovechamientos madereros en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra”, en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, MOYA GARCÍA, Egidio, Aprovechamientos madereros en los montes jiennenses (siglos XVIII-XX), Jaén, Universidad de Jaén, 2012, pp. 13-78. 60 LÓPEZ ARANDIA, Mª. A.: “El mar en el interior. La provincia marítima de Segura de la Sierra”, en DUBERT, Isidro, SOBRADO CORREA, Hortensio (eds.), El mar en los siglos modernos, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 2009, vol. I, pp. 437-450. 61 38 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas gureño en el siglo XVIII, desde los años de acción de las primeras maderadas promovidas desde la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla hasta la actuación de la Secretaría de Marina, basándose tanto en las fuentes extraídas del Archivo General de Simancas, como del Archivo General de la Marina e incluso del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, lo que favorece la ampliación de datos en torno a la realidad de la explotación y transporte maderero por flotación con destino tanto a la real fábrica, como muy especialmente hasta los arsenales de La Carraca y Cartagena, presentándonos las diversas fases del proceso de extracción maderero y problemas encontradas en estas, intentando discernir, por ejemplo, el volumen real de madera transportada en las pinadas, como se resuelve muy superior en aquellas que tuvieron como protagonistas los cursos de vertiente atlántica frente a los de vertiente mediterránea. Especialmente interesante en este sentido, la aportación relativa a dar a conocer algunas notas sobre el proyecto del ingeniero Manuel Bernia para intentar facilitar el tránsito de madera por el río Segura con destino al arsenal de Cartagena, que terminó implicando la determinación de madera de menores dimensiones a las habituales en las pinadas. Igualmente, el trabajo se detiene en la conflictividad surgida en la zona, un tema que abordará un año después en otro trabajo62, advirtiendo diversas reacciones en función de quien promoviera la reacción ante la autoridad competente y constatando diversos tipos de conflicto, algo que aunque la historiografía había reconocido –la existencia de conflictividad– normalmente las explicaciones se habían limitado a intentar advertir sin más una reacción violenta de la sociedad local respecto a las autoridades de la Secretaría de Marina, cuando en realidad, el día a día de la provincia marítima de Segura de la Sierra nos presenta una situación mucho más compleja, incluyendo desde enfrentamientos entre las propias administraciones que coincidieron en la explotación maderera (es decir, dos secretarías de Estado: Hacienda y Marina), pasando por una conflictividad “ordenada” o “regulada”, dirigida desde los concejos municipales, a una reacción, sí, como la habitualmente estudiada, muLÓPEZ ARANDIA, María Amparo, “Territorio frente a Estado. Nuevas fronteras y conflictos en la España del siglo XVIII”, en FAVARÒ, Valentina, MERLUZZI, Manfredi y SABATINI, Gaetano (eds.), Fronteras. Procesos y prácticas de integración y conflictos entre Europa y América (Siglos XVIXX), México-Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2017, pp. 365-385. 62 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 39 cho más violenta, apreciable en respuestas como ocupaciones de pastos o incendios. Reacciones, por otra parte que se advierten como no exclusivas del ámbito de estudio, puesto que son compartidas en otros espacios homogéneos con la misma cronología. 4. LOS TIEMPOS RECIENTES Los tiempos recientes, sin duda, han estado marcados por la visión a la realidad del pasado de la Sierra de Segura y su entorno desde fuera del ámbito provincial, por trabajos multidisciplinares acometidos tanto en España como en el extranjero. Recordemos al respecto, por ejemplo, la labor de Thomas W. Wing, desde Estados Unidos-63, que con una obra como Roots of Empire incide de nuevo en cómo el ámbito de Segura de la Sierra y sus aledaños, caso de Siles, jugaron un rol vital dentro de la política de abastecimiento maderero para la construcción naval en la España del siglo XVIII64, resaltando el papel que jugaron en este proceso determinadas acciones de los responsables de la secretaría de Marina, como las visitas para detectar el volumen de superficie arbórea disponible65. En esta misma línea hemos de citar, también, las investigaciones que bajo el proyecto ForSEAdiscovery, dirigido desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas66, Segura de la Sierra ha aparecido involucrada en un contexto mucho más amplio, como un elemento más del engranaje dentro de la política forestal de la Corona española en el siglo XVIII67, o de la trascendencia de la explotación forestal en muy Véase ante todo, WING, John T.: Roots of Empire. Forest and State Power in Early Modern Spain, c. 1500-1700, Brill, Leiden-Boston, 2015. 63 64 Ibídem, pp. 227-228. 65 Ibídem, pp. 231-234. Para conocer los objetivos del proyecto, véase, CRESPO SOLANA, Ana, “Introduction: Forestru, shipbuilding and timber supply in the Age of Discovery”, en VARELA GOMES, Rosa, VARELA GOMES, Mário (coord..): The management of Iberian forest resources in the Early Modern Shipbuilding. History and Archaelogy. IAP, Lisboa, 2015, pp. 1-4; CRESPO SOLANA, A.: “ForSEAdiscovery: Génesis y marco histórico-metodológico de un proyecto interdisciplinar en Humanidades”, en VARELA GOMES, Rosa, VARELA GOMES, Mário (eds.): A gestão dos recursos florestais portugueses na construção naval da Idade Moderna: Historia e Arqueologia. IAP, Lisboa, 2016, pp. 1-14. 66 Véase, LÓPEZ ARANDIA, María Amparo: “Maderas para el real servicio y el bien común. Aprovechamientos forestales en la provincia marítima de Segura de la Sierra (ss. XVIII-XIX)”, 67 40 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas diversos ámbitos, y recuerdo al respecto, dos líneas diferentes, pero al mismo tiempo complementarias, como las llevadas a cabo por Ana Rita Trindade, centrada en la explotación y abastecimiento maderero del arsenal de La Carraca, donde la madera de Segura se presenta como protagonista más que significativa68, como con posterioridad veremos. Pero también los trabajos de Rodríguez Trobajo o Marta Delmás, que desde la arqueología y en concreto, desde la dendrocronología han permitido introducir nuevas variables, analizando hasta dónde llegó realmente la repercusión de la madera de Segura trasportada por flotación en la Edad Moderna, abordando su uso en construcciones de carácter civil, por ejemplo. El primero publicó un interesante trabajo en 2008 en el que rastreó la utilización de madera de pino procedente de Segura atendiendo a la reactivación de su transporte tras la creación del Real Negociado de Maderas en 1733, planteando la necesidad de distinguir el pino laricio procedente de Segura del de Flandes, que a su entender, ofrece problemas de diferenciación69. La segunda, tanto en su trabajo fin de master70, en su tesis doctoral, como en diversos artículos publicados en revistas de un alto nivel científico ha puesto de manifiesto la utilización de ejemplares de pino de Segura en un sinfín de edificios de la Edad Moderna, tanto civiles como religiosos, en diversos ámbitos: desde conventos de Córdoba, pasando por la catedral de Jaén, a la iglesia de El Salvador de Sevilla, por ejemplo71. en VARELA GOMES, Rosa y TRÁPAGA MONCHET, Koldo (eds.): Árvores, barcos e homens na Península Ibérica (séculos XVI-XVIII), Lisboa, IAP-Instituto de História Contemporânea, 2017, pp. 25-39 TRINDADE, Ana Rita, “Bourbon Naval Policy, forestru and timber supply for shipbuilding in Andalucia (1700-1759): brief introductury research notes”, en VARELA GOMES, Rosa y VARELA GOMES, Mário (coord..): The management…, op. cit., pp. 57-63. Igualmente, hemos de señalar que las investigaciones de esta autora traerán notables avances a la investigación en la relación del surtimiento de madera segureña al arsenal de La Carraca a través de su tesis doctoral, financiada por una Acción Marie Curie, de la Unión Europea. 68 RODRÍGUEZ TROBAJO, Eduardo, “Procedencia y uso de madera de pino silvestre y pino laricio en edificios históricos de Castilla y Andalucía”, en Arqueología de la Arquitectura, 5 (2008), pp. 33-53. 69 DOMÍNGUEZ DELMÁS, Marta, Estudio dendroarqueológico del uso de madera de pino salgareño de las sierras de Cazorla y Segura en cubiertas de edificios andaluces postmedievales, Huelva, Universidad de Huelva, 2011-2012 [inédito]. 70 DOMÍNGUEZ-DELMÁS, M., ALEJANO.MONGE, R., WAZNY, T., GARCÍA GONZÁLEZ, I.: “Radial growth variations of black pine along an elevation gradient in the Cazorla Mountains 71 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 41 El aporte, pues, de madera de Segura a los arsenales del Sur peninsular, tanto de La Carraca como Cartagena, pero al mismo tiempo sus aportes para la construcción civil, y no solo exclusivamente a beneficio de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, como tradicionalmente se había presentado al analizar la flotación de dicha materia prima por el río Guadalquivir han sido cuestiones que han centrado el interés de las recientes investigaciones72. Los procesos de tala y extracción maderera, determinando que no todas las zonas de la provincia marítima resultaron igual de explotadas, y por lo tanto, los procesos de tala no tuvieron la misma incidencia en toda la geografía de la demarcación han sido puntos del mismo modo a considerar, sin olvidar cómo la propia orografía determinó otros aspectos hasta ahora dejados al margen por parte de los investigadores, como el hecho de que las condiciones naturales resultaran muy diferentes para las flotaciones y transporte de la materia prima por los cursos fluviales de vertiente atlántica, que para los de vertiente mediterránea, algo que tuvo sus lógicas consecuencias en el tipo de madera a la que finalmente se recurrió en uno u otro caso, o muy probablemente, en la calidad final obtenida muy probablemente cuando de construcción naval nos estamos refiriendo. Incluso, de nuevo desde la historia del derecho se ha puesto bajo el microscopio la propia ordenanza de montes, como ha hecho recien- (South of Spain) and their relevance for historical and environmental studies”, en Eur J. Forest Res, 132 (2013), pp. 635-652; DOMÍNGUEZ-DELMÁS, M., ALEJANO-MONGE, R., VAN DAALEN, S., RODRÍGUEZ-TROBAJO, E., GARCÍA-GONZÁLEZ, I., SUSPERREGI, J., WZNY, T., JANSMA, E.: “Tree-rings, forest history and cultural heritage: current state and future propscts of dendroarchaelogy in the Iberian Peninsula”, en Journal of Archaelogical Science, 57 (2015), pp. 180-196. LÓPEZ ARANDIA, María Amparo, “From the forest to the dockyard. The maritime provinces and the provisiono f Wood in Spain during the 18th century”, en LE MAO, Caroline et MEYZIE, Philip (dir.), L’approvisionnement des villes portuaires en Europe du XVIe siècle à nos jours, París, PUPS, 2015, pp. 345-361; LÓPEZ ARANDIA, María Amparo: “Pueblos y caminos de agua. Las raíces históricas del transporte maderero por el río Guadalquivir”, LOZANO BARTOLOZZI, María del Mar y MÉNDEZ HERNÁN, Vicente (coords. and eds.): El agua como recurso patrimonial y paisajístico, Cáceres, Universidad de Extremadura-Ministerio de Economía y Competitividad (HAR2011-14107E), 2014, pp. 75-78; LÓPEZ ARANDIA, María Amparo, “Aprovisionando de madera el arsenal de Cartagena: el proyecto de Manuel Bernia y las flotaciones por el río Segura (1784-1793)”, en Tiempos Modernos, vol. 9, 36 (2018); LÓPEZ ARANDIA, María Amparo: “Entre la Sierra de Segura y La Carraca. El abastecimiento maderero de la Real Armada en el siglo XVIII”, en Senda de los Huertos, 71-72 (2018), pp. 95-129 72 42 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas temente Alfredo José Martínez en un estudio en que muestra la significación de esta ley en el contexto de la política forestal de la Monarquía, partiendo de los antecedents en los que se gestó, que nos ha puesto de nuevo en relación las especiales características de la provincia marítima de Segura de la Sierra, dependiente en virtud de las ordenanzas de 1748 de forma singular de dos departamentos marítimos al unísono, como los de Cartagena y Cádiz, hecho que nos vislumbra su singularidad y excepcionalidad en el contexto de la Monarquía. Un trabajo, por tanto, que nos permite entender la realidad del nacimiento de la provincia de Segura en un marco más general y amplio, vinculado directamente con el proceso de incentivación de la construcción naval por parte de la Corona73. Y junto a ellos, trabajos que están incidiendo en la necesidad de no perder de vista la larga duración. Baste citar el reciente libro del profesor Araque, Los últimos pineros, donde para analizar en detalle la explotación maderera en la sierra de Segura en los siglos XIX y XX, parte del siglo XVIII, como muestra evidente de que hay determinados procesos que no surgen de manera espontánea en este espacio74. Aunque el apartado dedicado al siglo XVIII y XIX es notablemente inferior de la atención que para el autor merece realmente las maderadas desde finales de siglo, es interesante atender al punto de partida de esta actividad, como un recurso fundamental que considera alcanza verdaderas cotas de significación en el primer tercio del siglo XVIII, es decir coincidiendo con la actividad del Real Negociado de Maderas, y marcando desde dicho instante una continuidad sin interrupción enlazando con posterioridad desde 1748 con la realidad de la provincia marítima de Segura de la Sierra en 1748 y el regular surtimiento a los arsenales de La Carraca y Cartagena. Las noticias dadas en relación a este período resultan interesantes, puesto que nos ofrece una visión de síntesis de todos los trabajos precedentes, permitiéndonos por primera vez incluir nuevos datos a otros ya conocidos, como sucede en el caso del transporte maderero por el MARTÍNEZ GONZÁLEZ, Alfredo José, “La elaboración de la Ordenanza de Montes de Marina, de 31 de enero de 1748, base de la política oceánica de la monarquía española durante el siglo XVIII”, en Anuario de Estudios Americanos, 71, 2 (2014), pp. 571-602. 73 ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, Los últimos pineros. El transporte fluvial de madera desde las Sierras de Segura y Cazorla (1894-1950), Jaén, Universidad de Jaén, 2016. 74 La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 43 Guadalquivir, haciendo hincapié en la labor de los factores75, por ejemplo, un tema bastante olvidado como hemos señalado con anterioridad, prestando atención al caso concreto de Andújar. Igualmente, introduce algunos datos interesantes, como anticipar el abastecimiento al arsenal de La Carraca a años precedentes a la constitución de la provincia marítima de Segura, como 174576, o nos presenta la realidad de una singular provincia marítima cuyos montes dependieron de dos departamentos marítimos diferentes, único caso en la peninsula en vivir esta situación, siendo muy superior la dependiente de Cádiz, con treinta y ocho municipios bajo su adscripción, frente a tan solo catorce de la de Cartagena77. Detenida atención en este sentido y dentro del marco del libro tienen para el autor las conducciones fluviales en las que en realidad se puede apreciar la importancia de la larga duración en el mantenimiento de esta actividad, puesto que apenas habría cambios entre lo practicado en el siglo XVIII con la situación de inicios del siglo XX, hablando de impedimentos naturales, en puntos como el paraje de los Escuderos, en el curso del Guadalimar, por ejemplo o ante la presencia de puentes78. Como hizo Ruiz García, el centrarse en los ríos de distintas vertientes le permite advertir las diferencias que condicionaron el transporte de madera históricamente, especialmente de forma negativa en cursos como los de los ríos Segura y Mundo ante los estrechamientos del cauce y puntos negros como La Toba o los Almadenes de Calasparra que condicionaron de forma notable las maderadas y que en definitiva, permite al autor vislumbrar las notables diferencias entre el volumen de piezas transportadas por un curso como el Guadalquivir, muy superiores en número, a las de los ríos Segura y Mundo por ejemplo, y que llevó a introducir actuaciones como las planteadas por el ingeniero Manuel Bernia en los años ochenta del siglo XVIII79, motivando no solo intervenciones sobre el curso del Segura, sino sobre la decision de optar por especies de 75 Ibídem, p. 23. 76 Ibídem, p. 24. 77 Ibídem, p. 25. 78 Ibídem, p. 29. 79 Ibídem, p. 38. 44 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas pino diferentes al laricio, como el pinaster. Actuaciones complementarias y similares que el profesor Araque advierte también para el caso del río Guadalimar a inicios del siglo XIX, poniéndonos por tanto de manifiesto, cómo para las entidades responsables de la corta y el transporte maderero resultaba vital abastecerse de la madera procedente de este ámbito geográfico, viéndose, como consecuencia, obligadas a atender también a una constante actualización para mantener el ritmo no solo de extracción sino de las maderadas que iban camino de sus destinos en los arsenales o en Sevilla, a pesar de que no siempre tuvieran éxito80. Una base pues, necesaria, la de los procesos de extracción maderera durante el período relativo a la provincia marítima de Segura de la Sierra sin la cual cómo el profesor Araque muestra en esta obra resulta imposible entender las posteriores conducciones fluviales por cursos como el Guadalimar y Guadalquivir. 5. LOS RETOS DE LA INVESTIGACIÓN EN TORNO A LA PROVINCIA MARÍTIMA DE SEGURA Y es sin duda, como herencia de estas líneas más recientes, por donde creemos que hemos de caminar, y donde en gran medida, en el transcurso del desarrollo del proyecto Madera del rey hemos intentado avanzar. Los avances en la investigación puestos de manifiesto en las dos últimas décadas, nos muestran la necesidad del entrecruzamiento de fuentes archivísticas, de ir mucho más allá de los tradicionales legajos 576 y 849 del Archivo General de Simancas, que no se pueden obviar, pero que resulta necesaria una ampliación de miras, así como una ampliación de la procedencia de las fuentes: fuentes de archivos como Simancas o el Archivo Histórico Provincial de Sevilla, que recogen información emanada por la administración, pero al mismo tiempo, fondos como los protocolos notariales, hasta este momento obviados para el estudio de la provincia marítima de Segura de la Sierra y que nos ofrecen, en muchos casos, la visión de la sociedad local fundamental para entender determinadas cuestiones, vitales en este ámbito especial, como la conflictividad. 80 Ibídem, pp. 40-42. La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 45 Al mismo tiempo, dentro de lo que ha sido posible, consideramos que es necesario atender a la provincia marítima como un espacio complejo, en el que inciden múltiples factores que, por lo tanto, nos obligan a no obviar la necesidad de mantener diversos puntos de vista: es necesario atender a una historia institucional –cuando existe una demarcación jurisdiccional y territorial propia o unas instituciones singulares, como el Real Negociado o el Tribunal de Marina de Orcera– pero al mismo tiempo es necesario atender a las gentes, desde un punto de la historia social, donde hay unos grupos de la sociedad local que lejos de lo tradicionalmente defendido no solo quedaron sometidos a la provincia marítima y sus avatares, sino que resultaron beneficiados del negocio de la explotación y transporte maderero –miembros de las elites locales (baste recordar a nombres como Diego de los Ríos, la familia Zorrilla u oficiales como Francisco de Bruna), pero también gente del estado llano, que consiguió compatibilizar diversas actividades, como la agricultura y las labores vinculadas a la explotación maderera, permitiendo así complementar sus economías, cuestiones de las que aún queda mucho por decir y estudiar. Imprescindible, obviamente, continuar tratando temas que podríamos decir son ya viejos conocidos: la explotación forestal para la construcción naval o con destino a la construcción civil, pero que con el entrecruzamiento de fuentes y con la ampliación de los fondos de archivo consultados están dando notables frutos: el hecho de tener ya no solo como referente a los arsenales de La Carraca o Cartagena como exclusivos beneficiarios, sino haber logrado introducir al de El Ferrol; o el peso, en el contexto de la explotación forestal y sobre todo, de su incidencia, del proyecto de Pablo de Olavide y las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, que, a tenor del volumen de cifras de maderas extraídas nos han puesto de manifiesto que hay que entender al proceso colonizador como una entidad de la misma relevancia que la explotación promovida con destino a la Real Fábrica de Tabacos o a la propia marina81. A todo ello, hemos de añadir, especialmente, a tenor de los datos extraídos de la consulta en los fondos documentales, y más cuando Sobre esta cuestión, nos hemos detenido recientemente en nuestro trabajo “Surtiendo a las Nuevas Poblaciones. La provincia marítima de Segura de la Sierra ante el proyecto colonizador” en TARIFA FERÁNDEZ, Adela, FÍLTER RODRÍGUEZ, José Antonio, RUIZ OLIVARES, Amparo (coord.): Congreso Internacional “Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía y otras colonizaciones agrarias en la Europa de la Ilustración”, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 2018, pp. 741-774. 81 46 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas nos encontramos ante un espacio geográfico, la necesidad de levantar una nueva cartografía, que nos permita –que nos ha permitido– por primera vez, mostrar cómo cuando hablamos de la provincia marítima no podemos hablar de un ente estático, sino que se trata de una existencia variable, con diversas fases que se traduce en diversos momentos de expansion, y en la que podríamos marcar tres instantes claves: 1748, 1752 y 1790, algo que hasta el momento no se había hecho. Nueva cartografía que nos permite, por ejemplo, explicar e incidir en otras cuestiones fundamentales y que han pasado desapercibidas, como el hecho de que en realidad el nacimiento de la provincia maritima de Segura de la Sierra, como pasó en buena parte de las provincias marítimas nacidas con las ordenanzas de 1748 representó una oportunidad inigualable para la Corona para abolir el señorío anticipándose bastantes décadas a la fecha de 1812, que tradicionalmente se señala como data de dicha circunstancia. Algo fundamental en nuestro ámbito de estudio, del que no se ha mencionado nada al respecto hasta el momento, y que supuso la apropiación, por parte del Estado, de buena parte de los territorios de la provincia de Castilla de la orden de Santiago –un caso, del que se han analizado algunos episodios– pero sin olvidar que ello se repitió con el adelantamiento de Cazorla, señorío propiedad de la archidiócesis de Toledo o buena parte de un señorío laico, como el dependiente del duque de Santisteban, sin olvidar las tierras de señorío de los condes de Balazote… Multitud de casuísticas y de territorios que ven extinguidas de forma radical sus jurisdicciones precedentes y que pasaron a ser controlados directamente por la Corona. Todo ello, nos aboca, de modo indiscutible, y aún, cuando sin duda, queda y quedará mucho por hacer, y caminos por desbrozar, a ser capaces en estos instantes de deshacer algunos tópicos. Ya he aludido a que la sociedad local no solo quedó sometida al régimen de explotación forestal impuesto por el Estado que, aunque es cierto, fue muy restrictivo, tuvo a muchos vecinos que se beneficiaron de la actividad de explotación forestal. Pero sin duda, y enlazando, para terminar, de nuevo, con Emilio de la Cruz, sin duda, el principal tópico que un estudio resultado del entrecruzamiento de fuentes, de la larga duración y de la interdisciplinariedad nos permite es mostrar cómo hay que poner en cuestión un tema tan La Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 47 Etapas de la provincia marítima de Segura de la Sierra. Fuente: Elaboración propia. 48 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Imposición de la provincia marítima de Segura sobre jurisdicciones previas. Fuente: Elaboración propia. recurrente desde el siglo XIX como el de la destrucción de los montes. La larga duración nos permite, por ejemplo, confrontar los datos obtenidos de las explotaciones del siglo XVIII e inicios del siglo XIX –procedentes de muy diversos archivos– con los obtenidos y ya estudiados para la segunda mitad del siglo XIX y siglo XX, y en la que para nuestro caso han resultado fundamentales los trabajos del profesor Araque Jiménez, especialmente su última monografía Los últimos pineros. La realización de un análisis comparativo nos pone, así, en evidencia, cómo lejos de lo que se daba a entender tradicionalmente, las cifras de las talas acometidas durante la Edad Moderna son infinitamente mucho más reducidas que las llevadas a cabo ya a finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Dicho hecho nos dibuja, por tanto, una realidad muy diferente, hasta la que el momento se nos había presentado. Hacia estas vías consideramos que debe encaminarse la investigación que, como hemos advertido, dentro de la singularidad que tuvo la propia existencia de esta demarcación jurídico-administrativa: tratarse de una provincia maritima interior, sin olvidar que fue la única en la peLa Provincia Marítima de Segura de la Sierra a estudio y reflexión... María Amparo López Arandia 49 ninsula en depender de dos departamentos marítimos al unísono –Cartagena y Cádiz–, ha de encuadrarse en un estudio que va más allá de unos límites meramente locales y que nos ponen, claramente, de manifiesto, el peso de explotación y transporte de los recursos forestales de este marco geográfico, buena parte del cual queda integrado hoy en los límites del actual Parque Natural, en las políticas promovidas por la Corona en tiempos de los primeros Borbones 50 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda de Segura. Un pleito inédito conservado en el Archivo Parroquial de Segura de la Sierra Sergio Rodríguez Tauste Licenciado en Historia 1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Aunque está constatada la presencia humana en la Sierra de Segura desde el Paleolítico Medio, para nuestro estudio partiremos de la época en la que en Segura de la Sierra se constituyó como un pequeño reino taifa y, especialmente, tras la ocupación cristiana del territorio y su configuración como encomienda santiaguista1. La situación estratégica de esta zona, muy bien comunicada fluvialmente con el Segura y Guadalimar, provocó que desde la Prehistoria se establecieran numerosas comunidades en torno a los valles de los ríos principales y sus afluentes. Aunque la Arqueología ha puesto en el mapa muchos de estos yacimientos, que se pueden contextualizar entre el Bronce Final y la Antigüedad, a simple vista podemos distinguir hoy día en el paisaje segureño restos de fortificaciones y elementos defensivos que denotan la importancia que tuvo este territorio en la Edad Media. Juan Eslava Galán, en su estudio sobre las fortificaciones de la provincia de Jaén, hizo una de las primeras aproximaciones a la ocupación del espacio que actualmente ocupa la Sierra de Segura describiendo y estudiando sus fortalezas2, lo que posteriormente se ha venido comSobre la etapa musulmana en la Sierra de Segura y para conocer la evolución del reino taifa de Segura es clave la obra colectiva editada en 2009 por la Fundación Patrimonio Sierra de Segura bajo el título Segura de la Sierra, territorio de frontera en la que se agrupan diversas aportaciones por parte de especialistas sobre la presencia musulmana y la llegada cristiana a esta zona. 1 2 ESLAVA GALÁN, Juan, Los castillos de Jaén, Granada, Osuna, 1999. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 51 pletando con la prospección arqueológica y algunas intervenciones en el territorio3. También la investigación histórica ha ido ofreciendo nuevos datos para el pasado de esta zona a partir del estudio de las fuentes escritas que aportan nueva información sobre el pasado musulmán de estas tierras, destacando principalmente la época de Ibrahim Ibn Hamusk que se proclamó rey en Socovos en 1147 y mantuvo su hegemonía desde Segura hasta el año 1170 aproximadamente4. Desde comienzos del siglo XIII tenemos constancia de movimientos de población procedente de Alcaraz por el valle del Guadalimar5 aunque dentro de un contexto marcado por la inestabilidad en el territorio como consecuencia del desmoronamiento del poder almohade y la presión cristiana desde la frontera. A este proceso hemos de añadir la presión de las huestes santiaguistas, que finalmente hicieron su entrada en Segura entre el otoño de 1241 y la primavera de 12426. Esta fase culminó con la donación por parte del Fernando III de Segura “con todos sus términos” el 21 de agosto de 1242 a la Orden de Santiago7 pasando Segura de la Sierra a organizarse como una encomienda santiaguista en la cual la Orden de Santiago ejercía el control y gestión de las rentas y de los frutos de sus territorios. De esta acción de control se conservan los Libros de Visitas, en los cuales los visitadores hacían una descripción detallada del estado de los bienes de la Orden y de sus rendimientos, lo que ha permitido a los investigadores conocer edificios y otros elementos a lo largo de la Baja Edad Media y comienzos de la Edad Moderna8. SALVATIERRA CUENCA, Vicente; ALCAZAR HERNÁNCEZ, Eva María, “La organización del poblamiento castellano en la Sierra de Segura: el caso de la aldea de Torres de Albanchez”, en Kalathos: Revista del seminario de arqueología y etnología turolense, 24-25, (2004-2005), pp. 373-396. 3 RODRIGUEZ TAUSTE, Sergio, “Del mundo musulmán a la conquista cristiana”, en AA.VV., Segura de la Sierra, territorio de frontera, Segura de la Sierra, Fundación Patrimonio Sierra de Segura, 2010, pp. 54-67. 4 PRETEL MARÍN, Aurelio, Conquista y primeros intentos de repoblación del territorio albacetense: (del período islámico a la crisis del siglo XIII), Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, 1986. 5 LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel, “Incursiones sobre las sierras albaceteñas en otoño de 1241 y primavera de 1242”, en Al-Basit, 48, (2004), pp. 33-51. 6 Real Academia de la Historia (en adelante, R.A.H.), Colección Salazar y Castro, leg. B, carp.8, nº 39. 7 A este respecto es fundamental la tesis doctoral de Rafael Gerardo Peinado Santaella sobre la Orden de Santiago titulada La Orden de Santiago en Andalucía (1478-1515), dirigida por Cristóbal Rodríguez Delgado y leída en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada en 1979. 8 52 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas La autoridad de la Encomienda de Segura residía en el comendador como representante del maestre en el territorio. Si el primero de ellos fue Pelay Pérez Correa, el más conocido fue Rodrigo Manrique, padre del poeta Jorge Manrique que, en el primer tercio del siglo XV, conquistó efímeramente Huéscar con las huestes que mantenía en Segura tal y como quedó recogido en la Crónica del halconero de Juan II9. La incorporación de las órdenes militares a la Corona a finales del siglo XV apenas generó cambios en el funcionamiento y gestión interna de las encomiendas aunque posteriormente, ya en el siglo XVI, serán objeto de cesión en forma de regalías, como sucedió con la Encomienda de Segura, que pasó a depender de la Casa de Feria entre 1559 y 163410. A partir de esta fecha, estuvo bajo el control de otros linajes, destacando el conde duque de Olivares11 o con sus diversos administradores a lo largo del siglo XVIII como Melchor de Avellaneda, marqués de Valdecañas12, Manuel de Moncada Portocarrero, conde de Baños13, o Luis, Infante de España, a través de su administrador Vicente de Cuadros14. 2. EL APROVECHAMIENTO DE LA MADERA Pese a la profunda transformación que supuso en la gestión y organización del territorio tras la caída del poder musulmán, con la constitución de la Encomienda de Segura, el bosque siguió siendo la principal fuente de riqueza a través del aprovechamiento de la madera y de sus pastos. Esto hizo necesaria una regulación de su uso que se materializó en las Ordenanzas del Común firmadas en el monasterio franciscano de Santa María de la Peña, situado en las cercanías de Orcera, GALÍNDEZ DE CARVAJAL, Lorenzo, (1779): Crónica del señor rey don Juan segundo de este nombre en Castilla y en León compilada por el noble caballero Fernán Pérez de Guzmán con las generaciones y semblanzas de los señores reyes don Enrique III y don Juan II y de otros prelados y caballeros de aquel tiempo, del mismo autor, Valencia, Imprenta Benito de Monfort, 1779, p. 344. 9 VALENCIA RODRÍGUEZ, Juan Manuel, “Las encomiendas de Órdenes militares: un instrumento de la Corona en sus relaciones con la nobleza. Concesión de las Beas y Segura de la Sierra a los Condes de Feria (siglo XVI)” en Revista de Estudios Extremeños, 55, (1999), pp. 459-490. 10 11 R.A.H., Colección Salazar y Castro, leg. 3, carp. 7. 12 Archivo Histórico Nacional, (en adelante A.H.N.), OO.MM., Santiago-Uclés, carp. 311, nº 47. 13 A.H.N., OO.MM., Santiago-Uclés, carp. 311, nº 48. 14 A.H.N., OO.MM., Santiago-Uclés, carp. 311, nº 49. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 53 en 158015. De su estudio podemos observar 72 disposiciones relativas al aprovechamiento agrícola, ganadero y forestal del Común de Segura, lo cual denota el interés por regular una actividad primordial para el territorio. Destaca también el cuidado y la preocupación por regular el uso y gestión de las sierras de agua16, así como la protección de los montes mediante la figura de los caballeros de Sierra a los que el texto dedica una especial atención17. Principalmente las funciones de estos caballeros se centraban en la vigilancia y conservación de los montes, evitar roturaciones clandestinas en baldíos y ejidos, impedir que se produjeran daños como consecuencia de la caza y la pesca o los daños de ganados en las dehesas y montes. Como el monte constituía la principal fuente de riqueza era frecuente el abuso sobre el mismo como refleja la alta conflictividad respecto a su explotación. Un ejemplo temprano de este tipo de situaciones fue una denuncia de los caballeros de Sierra en 1545 contra un vecino de Siles por una tala de árboles en un lugar que, como veremos más adelante, constituía junto a la zona de Villaverde uno de los puntos de salida fluvial de madera de la Encomienda18. Las Relaciones Topográficas son otra fuente esencial para conocer el impacto del bosque en la economía serrano-segureña durante la Edad Moderna ya que en la pregunta 17 y 18 se recoge información sobre la orografía, las especies vegetales, arbóreas y la fauna. En líneas generales, salvo para las villas de Génave o Villarrodrigo con un paisaje más propio de la llanura manchega, la Encomienda de Segura era rica en pinos donceles, carrascos, rodenos y negrales. También se daban tejos, lentiscos, madroños, avellanos o nogales. Desde el punto de vista cinegético encontramos venados, osos, lobos, interesantes estos últimos pues algunos topónimos han conservado su vinculación con osos y lobos. Además estaban presentes los jabalís, las rapaces, los gatos monteses, las ardillas o las cabras montesas19. Esta gran riqueza permitía otros usos muy imporCRUZ AGUILAR, Emilio de la, Ordenanzas del Común de la Villa de Segura y su tierra de 1580, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1980. 15 16 Ibidem. Capítulos 51 a 57. CRUZ AGUILAR, Emilio de la, “Los caballeros de Sierra en unas ordenanzas del siglo XVI” en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, 59, (1980), pp. 123-138. 17 18 A.H.N., OO.MM., A.H. Toledo, leg. nº 21488. SERRANO GARCÍA, Rafael; VILLEGAS DÍAZ, Luis Rafael, “Relación de los pueblos de Jaén, de Felipe II” en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 88-89, (1976), pp. 9-304. 19 54 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas tantes para las gentes que habitaban estos territorios como por ejemplo la caza, la pesca, la apicultura y la ganadería. De ellos la Encomienda percibía rentas que procedían de los aprovechamientos que realizaban los vecinos, lo que muchas veces chocaba con las rentas que a su vez percibían las villas y lugares. Una actividad económica muy importante fue la de la venta de lana a comerciantes genoveses asentados en el Altiplano granadino que compraban lana a los pastores de la Encomienda para ser exportada a Italia20. Esta interesante actividad tuvo su época de mayor auge durante la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del siglo XVII aunque la situación internacional generada a partir de la Guerra de los 30 años bloqueó gran parte de estas actividades por lo que la economía de la Encomienda terminó orientándose hacia la explotación forestal y la cría de ganado bovino21. Respecto al comercio de la madera son numerosas las fuentes documentales que atestiguan su explotación y comercio. En época islámica encontramos algunas referencias en los Anales palatinos de al-Hakam II en los que ya se recogen algunos datos sobre los aprovechamientos forestales de los montes de Segura22. La importancia de la actividad comercial asociada a la explotación forestal aparece ya en un documento fechado el 30 de junio de 1484 en el que se pedía que no se cobrasen derechos a la pinada destinada a las obras de los Reales Alcázares de Córdoba23. Examinando la documentación conservada en el Archivo General de Simancas observamos como las pinadas con destino a las obras de los Reales Alcázares se mantuvieron durante varios años y no exentas de problemas, como podía ser el robo de palos24 durante la conducción, en Para conocer la actividad comercial de los genoveses asentados en el Altiplano granadino y que se desplazaban a la Encomienda de Segura es muy interesante la tesis doctoral de Rafael María Girón Pascual, titulada Las indias de Génova. Mercaderes genoveses en el Reino de Granada durante la Edad Moderna, leída en 2012. 20 MORALES ARIAS, Antonio; CABRERA BONET, Rafael, La Sierra de Segura en la historia de la ganadería brava, Madrid, 2016. 21 IBN HAYYAN, Anales palatinos de al-Hakam II. Traducción de Emilio García Gómez, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1967. 22 Archivo General de Simancas, (en adelante A.G.S.), Registro General del Sello, VI-1484, fol. 115. 23 A.G.S,. Registro General del Sello, V-1489, fol. 203. Provisión de 2 de mayo de 1489 a petición de don Diego García del Castillo, comendador mayor de Calatrava, para que le sea guardada 24 Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 55 un proceso que se mantuvo al menos durante ocho años, a la vista de la Real Provisión de 4 de junio de 1492 sobre la libertad de paso en las conducciones de madera de los montes de Segura a su paso por el Guadalimar y el Guadalquivir25. El Archivo de Simancas nos ofrece información en época muy temprana sobre actividades comerciales de ubetenses con madera segureña, siendo una de las primeras referencias la relativa a una leña que debía a un vecino de Segura tras una corta Miguel Sánchez de la Rubia en 148926. Por otro lado, el Archivo Municipal de Úbeda nos ofrece datos a cerca de comerciantes con reales privilegios para realizar cortas en los montes de Segura como es el caso de Diego Ruiz Mexia que aparece realizando cortas en los montes de Segura hacia 1564 y que obtuvo autorización para cortar 12.000 pinos durante ocho años27 . También conserva algunos documentos interesantes como los testimonios de los daños que provocaban las pinadas a su paso por los molinos de la ciudad como sucedió en el año 1581, 1599, 1617, 1618, 1619, 1628 y 1633. Sin duda esto denota una constante actividad comercial para abastecer de madera a las grandes construcciones de la Úbeda y Baeza renacentistas, así como de otras zonas de Andalucía. Más tardíamente encontramos a María Josefa Manuel de Hoces y Aguayo que al enviudar mantuvo su actividad hasta el mismo 1733 cuando se produjo la primera corta del Real Negociado28. Sin duda, el estudio de archivos como el de Úbeda ofrecerá mucha más información sobre estas actividades previas a la instauración del Real Negociado y la Provincia Marítima. Si nos centramos en el territorio de la Encomienda de Segura encontramos diversas referencias sobre cuestiones relativas a los diezmos de la madera entre los arrendadores de las rentas de la encomienda y la villa de Segura29. También hay información sobre las cortas de los una sentencia dada contra ciertos vecinos de Andújar que se apoderaron de unos pinos que desde la villa de Segura transportaba a la de Córdoba por los ríos Guadalimar y Guadalquivir. 25 A.G.S., Registro General del Sello, VI-1492, fol. 46. 26 A.G.S., Registro General del Sello, XI-1489, fol. 130. 27 Archivo Histórico Municipal de Úbeda, (en adelante A.H.M.U.) , JU. leg. 9, pieza 17. 28 A.H.M.U., Escribanía de Juan Gallego Avilés 28-10-1739. 29 A.H.N., OO. MM., A.H. Toledo, leg. 17.820. 56 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas propios vecinos para hacer rollizos en enero de 153430, abasteciendo de madera en construcciones como el monasterio de Santa María de la Peña de Orcera31 o el colegio de la Compañía de Jesús en Segura32. Para el momento previo al establecimiento del Real Negociado de Maderas de Segura, en el Archivo Histórico Provincial de Jaén se conserva un interesante documento procedente de la antigua Delegación Provincial de Agricultura en el que aparece información sobre las primeras maderas destinadas a Sevilla para la Fábrica de Tabacos. En este documento podemos ver como, ante el elevado coste de las maderas necesarias para la obra, se acudió a Josefa Manuel de Hoces y Aguayo que realizó una primera corta en 1733 y a la vista de la calidad de madera y la oportunidad que suponía se decidió constituir el Real Negociado de Maderas33. 3. INTRODUCCIÓN A LA JUSTICIA LA ORDEN DE SANTIAGO EN EL TERRITORIO DE La Sierra de Segura, desde su conquista por los cristianos entre 1241 y 1242, se configuró como una encomienda santiaguista bajo control de la Orden de Santiago desarrollando unas atribuciones y prerrogativas propias entre las que se encontraba la administración de la justicia. El origen de las encomiendas estuvo ligado a la idea de protección de un determinado territorio recién conquistado y que era cedido de forma temporal, en este caso a la Orden de Santiago. Esta cesión se hacía «in comendam» para que se ejerciera en nombre del Rey la protección y defensa del mismo34. Las encomiendas de las órdenes militares se gestaron en un contexto en el que el Estado no aparece tan definido y en el que el monarca no siempre podía ejercer su supremacía en el territorio, por lo 30 A.H.N., OO. MM., A.H. Toledo, Registro del Sello de Santiago, leg. 56.413. 31 A.H.N., OO. MM., A.H. Toledo, Registro del Sello de Santiago, leg. 56.404. RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, Historia de la fundación del Colegio de Segura, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 2008, p. 25. 32 Archivo Histórico Provincial de Jaén, (en adelante, A.H.P.J), Agricultura, Provincia Marítima 62.469. 33 BALLESTEROS LINARES, María, El establecimiento de la Orden militar de Santiago en la Sierra de Segura. La Encomienda de la Sierra de Segura”, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 201, (2010), pp. 87-130. 34 Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 57 que conforme avanzó el proceso de conquista cristiana fueron apareciendo una serie de extensos dominios que eran gobernados y explotados directamente por las órdenes militares obteniendo de ellos importantes rentas. Estas rentas no solo tenían su origen en la producción y del uso de determinadas instalaciones como hornos, molinos, etc., sino también había rentas procedentes de los vasallos como consecuencia del ejercicio de la jurisdicción plena, civil y criminal y que encontramos en la documentación de la época como mero y mixto imperio35. Tras la incorporación de los maestrazgos de las Órdenes Militares a la Corona, durante el reinado de los Reyes Católicos, estos territorios conservaron su jurisdicción y administración propia36, aunque al detentar la Corona el maestrazgo de las Órdenes Militares, acabó por reforzar el control de la Monarquía en estas zonas. Este es un hecho importante, porque durante la Edad Moderna esta singularidad va a pervivir en un proceso, en el que la consolidación del sistema de concejo cerrado, en manos de una oligarquía y la jurisdicción propia, va a acentuar el control sobre el conjunto de los señoríos. Este control se va a ver complementado con la posibilidad de acudir a la justicia real, como norma general, sobre todo a partir del intento de Felipe II de eliminar las atribuciones judiciales de los municipios en primera instancia en 156637. El sistema judicial del Antiguo Régimen permitió reforzar la autoridad real mediante el uso de mecanismos legales que, desde el punto de vista jurídico, se vieron reforzados tanto en su credibilidad como en su autoridad, de ahí que las cuestiones jurídicas estuvieran presentes en todos los niveles de la vida, desde la omnipresencia de los escribanos a la conflictividad social que se dirimía en los juzgados y que ha dejado su huella en los documentos judiciales conservados en los archivos38. En AYALA MARTÍNEZ, Carlos, Las Órdenes Militares hispánicas en la Edad Media (siglos XII-XV), Madrid, Marcial Pons, 2003. 35 LÓPEZ-SALAZAR PÉREZ, Jerónimo, “El régimen local de los territorios de Órdenes Militares (ss. XVI y XVII)” en BERNARDO ARES, José. Manuel; MARTÍNEZ RUIZ, Enrique. (eds.): El municipio en la España Moderna. Córdoba, Universidad de Córdoba, 1996, pp. 251-304. 36 PORRAS ARBOLEDAS, Pedro Andrés, La Orden de Santiago en el siglo XV: la Provincia de Castilla, Madrid, Dykinson, 1997, p. 28. 37 KAGAN, Richard L., Pleitos y pleiteantes en Castilla 1500-1700, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1991. 38 58 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas definitiva, este procedimiento judicial posibilitó el ejercicio del poder absoluto bajo la cobertura de un sistema que teóricamente estaba estructurado en un funcionamiento basado en el respeto a la ley y a la tradición, lo que en última instancia permitió reconducir el malestar social o la conflictividad hacia vías de solución basadas en el sistema judicial. Para el contexto en el que se desarrolla el pleito vamos a realizar un breve repaso por la estructura judicial que nos encontraríamos en la Encomienda de Segura teniendo en cuenta que vamos a reflejar los elementos propios de la justicia en territorio de órdenes militares, las posibilidades de apelación o consultas a la jurisdicción real y finalmente las dos instancias de la justicia eclesiástica en la que se ve el pleito. Alcaldes ordinarios Poseían unas atribuciones similares a la de los alcaldes ordinarios de realengo conociendo en causas civiles y criminales “para librar los pleitos, y querellas, y hacer, y cumplir la justicia y demandas, así por nueva acción, como por simple querella, así civiles como criminales”39. Sin embargo, la eficacia de esta justicia aparece cuestionada en numerosas ocasiones por el Consejo de Órdenes debido a las irregularidades de estos jueces y su escasa formación40. En esta primera instancia no aparecen problemas con las altas instituciones del régimen señorial ya que dentro de las oligarquías municipales, en la mayoría de los casos, únicamente persiste el interés de mantener sus privilegios o aumentarlos dentro de lo posible. En el ámbito local se han conservado en los archivos municipales los conocidos como juicios verbales civiles, fallados por los alcaldes ordinarios y que en la mayoría de los casos nos ofrecen información sobre cuestiones de orden público o convivencia. Alcaldes mayores Existía un alcalde mayor en cada Partido que era nombrado por el Consejo de Órdenes con unas atribuciones similares a las de corregidor CHAVES, Bernabé de, Apuntamiento legal sobre el dominio solar, que por expresas reales donaciones pertenece a la Orden de Santiago en todos sus pueblos, facsímil de la edición de 1740, Barcelona, Editorial el Albir, 1975, p. 61. 39 40 LÓPEZ-SALAZAR PÉREZ, Jerónimo, “El régimen local… op. cit. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 59 en los territorios de realengo. Era el juez letrado que entendía en causas civiles y criminales falladas en la justicia local de otros lugares del Partido y en las causas civiles y criminales del lugar donde residía dicho juez. Además, como era común durante el Antiguo Régimen, aunaba junto a las funciones judiciales las de gobierno. Para el caso de Segura de la Sierra, las Relaciones Topográficas, recogen esta realidad introduciendo un aspecto interesante como era la posibilidad de apelar una sentencia del alcalde mayor, bien al Consejo de Órdenes, o bien a la Chancillería de Granada41. Consejo de Órdenes Aparece como respuesta a las necesidades de la Corona de adaptar los mecanismos jurisdiccionales y de gobierno de las órdenes militares heredados de la Edad Media y que a finales del siglo XV se integraron en la Corona. Hasta la creación del Consejo de Órdenes, cada orden tenía un consejo que asesoraba al maestre, los llamados Trece. Entre sus funciones estaba la de designar los visitadores que inspeccionaban el correcto funcionamiento de las encomiendas y que han dejado constancia de su labor en los Libros de Visitas. En la cúspide de cada orden estaba el Capítulo, donde se tratarían los asuntos concernientes al funcionamiento de las encomiendas42. El Consejo de Órdenes va a intentar agrupar estas atribuciones pertenecientes a cada orden de la Corona de Castilla con un objetivo simplificador actuando “como un tribunal de justicia y de gobierno con atribuciones sobre las tres grandes órdenes militares castellanas”43. Entre sus funciones estaba la de conocer en causas criminales y civiles que se produjesen en territorio de órdenes militares. Elena Postigo ha estudiado detalladamente esta institución destacando que en dicho consejo se reúnen “funciones consultivas, administrativas y judiciales”44. A este consejo SERRANO GARCÍA, Rafael; VILLEGAS DÍAZ, Luis Rafael, “Relación de los…”, op. cit. p. 210: “y las apelaçiones que de la justiçia mayor se ynterponen van a una de las dos partes [...] o al consejo real de las ordenes o a la chançilleria de Granada”. 41 42 AYALA MARTÍNEZ, Carlos, Las Órdenes Militares… op. cit. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel, En la estela imperial (1527-1565) Historia de España Menéndez Pidal Tomo XXII***. Madrid, Espasa Calpe, 2002, p. 325. 43 POSTIGO CASTELLANOS, Elena, “El Consejo de Órdenes Militares: fundación y reformas de Carlos V” en Hispania Sacra, 80, (1987), pp. 537-565. 44 60 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas podían apelar o confirmar sus sentencias los alcaldes ordinarios y los alcaldes mayores45. Este organismo, de carácter colegiado, y a la cabeza del cual había un presidente, estuvo organizado en dos salas, gobierno y justicia, aunque “el motivo por el que un asunto se tramitaba por una sala o por otra no siempre estuvo claro” 46. Se podía apelar al Consejo cuando la causa alcanzaba como mínimo los 10.000 mrs. aunque cualquier litigante podía acudir a él cuando sospechase de la parcialidad de los jueces de instancias inferiores. El Consejo de Órdenes constituía una valiosa fuente de recompensas para la Corona ya que controlaba las vacantes de las encomiendas y los ingresos de los caballeros, lo que constituía un apetitoso aliciente para los segundones y otros sectores de la nobleza47. Por último existía el Tribunal de Comisiones, que según Rodríguez Romero, era la última instancia de apelación desde el Consejo de Órdenes. Este tribunal de comisión, estaba formado por dos doctores o licenciados del Consejo Real y por otros dos doctores o licenciados del Consejo de Órdenes. Su sentencia era definitiva y no se podía recurrir48. En el estudio de este pleito encontramos también referencias a la justicia ordinaria en la cual Gregorio de la Cruz, como juez subdelegado, acudió en defensa de sus intereses. Principalmente son la Chancillería de Granada y el Consejo de Castilla. Chancillerías De origen medieval, a lo largo de la Edad Moderna encontramos estos tribunales que tenían una composición similar aunque únicamente en las chancillerías de Valladolid y Granada se podía recurrir las senten- LÓPEZ-SALAZAR PÉREZ, Jerónimo, “La sección Órdenes Militares y la investigación en Historia Moderna” en Cuadernos de Historia Moderna, 15, (1994) pp. 325-373. 45 ÁLVAREZ-COCA GONZÁLEZ, María. Jesús, “El Consejo de Órdenes Militares” en Cuadernos de Historia Moderna, 15, (1994), pp. 297-323, p.301. 46 47 FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel, En la estela…, op. cit. RODRÍGUEZ ROMERO, María del Mar, “¿Delincuentes y malhechores? Violencia y conflictividad en el mundo rural hispánico durante el Antiguo Régimen (Yeste, Letur y Liétor ss. XVI-XVII)” en II Congreso de Historia de Albacete III Edad Moderna. Albacete, Instituto de Estudios Manchegos Don Juan Manuel, 2002, pp. 135-144. 48 Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 61 cias de tribunales inferiores o de otras audiencias. Estaban compuestas de un presidente y de un número de oidores además de otros funcionarios cuyo número fue variando a lo largo del tiempo. Se agrupaban en salas donde se veían las causas civiles y criminales que allí llegaban. El alto número de pleitos que se tramitaron entre los siglos XVI-XVII, para autores como Kagan, son una muestra de confianza de la sociedad en el sistema judicial pese a los vicios que pudiera tener49. Las resoluciones de estos tribunales se manifestaban a través de la Real Provisión y las denominadas Cartas Ejecutorias, como garantía de derecho. El Real Consejo de Castilla Constituía el órgano supremo de justicia en la Corona de Castilla en cuanto a justicia real aunando funciones de gobierno, legislativas y judiciales50. Era un órgano colegiado y estaba compuesto por cuatro salas: Gobierno, Mil quinientas doblas, Justicia, Provincia y sala de Alcaldes de casa y corte51. Entre sus atribuciones encontramos que podía avocar para sí causas que estuvieran siendo vistas por otros tribunales inferiores. La justicia eclesiástica Por último, tenemos que hablar de la justicia eclesiástica ya que es en esta jurisdicción en la que se inicia y se resuelve el pleito en primera y tercera instancia. No abundan los estudios relacionados con la estructura y organización de los tribunales eclesiásticos, algo que se complica cuando el objeto de estudio es la antigua Vicaría de Segura de la que apenas se conserva documentación relativa a la misma, por lo que únicamente podemos encontrar documentos indirectos conservados en otros archivos, lo que nos impide conocer el volumen de causas resueltas por el vicario o los jueces eclesiásticos inferiores. Desde el Concilio de Trento quedaron definidas las competencias de los tribunales eclesiásticos separándolas de las del Santo Oficio. El ámbito de aplicación de la justicia 49 KAGAN, Richard L., Pleitos y pleiteantes…op. cit. FUENTE COBOS, Concepción de la, “Consejo de Castilla. Instrumentos de descripción no impresos” en Boletín ANABAD, 46-1, (1996), pp. 139-165. 50 DE LAS HERAS SANTOS, José Luís, La justicia penal de los Austrias en la corona de Castilla, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1991. 51 62 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas diocesana se limitaba a los clérigos seculares y a los laicos principalmente en lo relacionado con la moralidad o el matrimonio. Al juez eclesiástico le incumbía la defensa y amparo de la inmunidad eclesiástica, el mantenimiento de sus fueros y privilegios, así como la observancia de los decretos sinodales y conciliares. Desde el ámbito eclesiástico, el Papa era la máxima autoridad en todos los asuntos tanto administrativos como judiciales. En un nivel inferior se encontraban los legados papales y los jueces delegados por el mismo Papa. Los arzobispos y obispos ostentaban la máxima potestad dentro de sus archidiócesis y diócesis, respectivamente. El tribunal eclesiástico ordinario en primera instancia estaba bajo el control del obispo aunque podía delegar en los vicarios. Tras el proceso, el tribunal eclesiástico dictaba una sentencia aunque no aplicaba la pena, ya que los reos eran puestos a disposición del brazo secular que era el encardo de ratificarla y ejecutarla. El fondo del asunto del pleito objeto de estudio era la obligación o no del pago del diezmo, un impuesto de origen eclesiástico y que, en el caso de la madera de Segura, constituía el diez por ciento de los palos que eran echados al agua para ser conducidos por el río y vendidos. Al cuestionarse su pago, como parte de las rentas de la encomienda, fue cuando el administrador de las mismas decide acudir a la justicia eclesiástica. En el caso de la encomienda segureña encontramos principalmente la presencia del vicario de Segura como representante del obispo en el territorio y ante quien interpone la denuncia el administrador de las rentas de la Encomienda. Posteriormente dentro del proceso de apelación se acudirá a la tercera instancia representada por el Tribunal de la Nunciatura. Conflictos de competencias y jurisdiccionales Los conflictos de competencias fueron muy frecuentes a lo largo de la Edad Moderna. La jurisdicción fue una fuente constante de conflictos entre las villas y sus lugares o entre los alcaldes ordinarios y los alcaldes mayores. Como la sociedad del Antiguo Régimen era plurijurisdiccional, también era frecuente que algunos organismos usurparan competencias de otros. En la mayoría de los casos existían problemas en cuanto a los límites jurisdiccionales se refiere, estaban mal definidos y muchas veces eran ignorados. Tampoco existían unas normas que delimitasen las comProblemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 63 petencias y muchas veces se daban casos en los que tribunales superiores se abogaban casos de tribunales inferiores52. Respecto a la relación de la justicia eclesiástica y la seglar, los límites entre ambas jurisdicciones no solían ser siempre muy claros, lo cual terminaba generando problemas. Atendiendo al derecho canónico si se planteaban problemas, como el de si una causa debía ser juzgada por el tribunal eclesiástico o por el secular, normalmente la decisión sobre la competencia pertenecía al primero, lo cual permitía en ocasiones limitar este tipo de incidencias. En el pleito objeto de estudio se puede observar como la introducción de la justicia privativa en lo relacionado con los montes dentro de las atribuciones del Real Negociado supuso problemas con los vecinos y con los otros tribunales que habían venido juzgando estas causas. A partir de mediados del siglo XVIII con el establecimiento de la Provincia Marítima y la promulgación de las Ordenanzas de Marina, este tipo de conflictos se generalizaron, desembocando en la pérdida por parte de las villas y lugares de prerrogativas que había venido disfrutando desde tiempo inmemorial lo que acabó desembocando en un amplio descontento social. El desarrollo del pleito presenta una estructura típica con las fases propias de este tipo de procesos como indican los trabajos de María Paz Alonso Romero, que divide el proceso en tres partes muy claras. En la primera, a la que denomina “fase de fijación de posturas” era donde aparecían los escritos de acusación y la consiguiente réplica. El juez dictaba una sentencia y se llegaba a la segunda parte, la “fase probatoria” en la que las partes en litigio aportaban las pruebas necesarias para defender sus respectivas causas. En esta etapa del procedimiento se interrogaba a los testigos y se realizaban las pesquisas necesarias concluyendo el juez con la redacción de un auto que era enviado a ambas partes posibilitando hacer nuevas alegaciones tanto al actor como al reo. El proceso concluía con la redacción de las “definitivas alegaciones de bien probado” mediante una sentencia. El juez tras un auto de conclusiones reunía a las partes y dictaba sentencia a través de un fallo en el que absolvía o condenaba al reo53. 52 KAGAN, Richard L., Pleitos y pleiteantes…op. cit. p. 225. ALONSO ROMERO, María Paz, El proceso penal en Castilla: siglos XIII-XVIII. Salamanca. Universidad de Salamanca. 1982. 53 64 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Este pleito se dirime entre administraciones, aunque en otros casos cuando se trataba de personas, al comenzar el proceso, se realizaba el embargo de los bienes del reo y en muchas ocasiones el denunciado era enviado a la cárcel con carácter preventivo. El preso debía procurarse su sustento a través de familiares o de la caridad pública ya que en la cárcel no recibía ningún tipo de alimento por parte de los carceleros. Tampoco existía una reglamentación ni un control de estas instalaciones, lo que propiciaba que se dieran situaciones de intereses personales y de trato de favor. Estos embargos de bienes constituyen una importante fuente para el conocimiento de la vida cotidiana de estas gentes junto con la información obtenida de testamentos y cartas de dote. 4. EL DOCUMENTO La pieza documental objeto de estudio está compuesta por un documento de 331 folios con un total de 662 páginas encuadernado en pergamino en formato folio. No se advierten pérdidas ni roturas en la documentación por lo que la pieza está completa. En el folio 331r se observa un sello de cera correspondiente al Tribunal de la Nunciatura. Está conservado en el Archivo Parroquial de Segura de la Sierra con la signatura APSS 122, correspondiente al nº de caja en el que se encuentra54. Existen dos alteraciones en la numeración de los folios debido a errores cometidos por el escribano, lo que se hace constar en las notas a pié de pagina a lo largo del estudio de su contenido. El pleito constituye una pieza muy interesante para conocer el funcionamiento de la justicia en un territorio en el que estaban presentes distintas jurisdicciones y a la que se añadió la privativa en materia de montes con la instalación del Real Negociado de Maderas. Sin embargo, son más interesantes aún algunos de los detalles de fondo que contiene el documento como es el interés de la Real Hacienda por hacerse con el control de las conducciones de madera por el río frente a los maderistas Archivo Parroquial de Segura de la Sierra (en adelante A.P.S.S.), Caja 122. Este documento fue conocido en el año 2010 siendo su descubridor Antonio Morales Arias dentro de las labores que desinteresadamente realizó para la catalogación del Archivo Parroquial de Segura de la Sierra y esta investigación se ha realizado a través de una copia digital del documento que me facilitó de forma desinteresada y a quien agradezco su predisposición para la investigación del documento por mi parte. 54 Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 65 que venían realizando esta actividad eliminando cualquier tipo de coste incluyendo el diezmo que pagaba la madera que se echaba al río. Los administradores de las rentas de la Encomienda ejercerán su derecho acudiendo a la jurisdicción eclesiástica a partir del carácter religioso del diezmo frente a las intenciones de la Real Hacienda de no pagar el tributo en una batalla judicial que nos muestra la complejidad y peculiaridad del sistema judicial del Antiguo Régimen. La sociedad de la época estaba acostumbrada a reorientar las disputas sociales y los problemas hacia los cauces que permitían la legalidad. Esto explica la gran abundancia de testimonios notariales y juicios verbales civiles que se iniciaban ante los alcaldes ordinarios o en las otras instancias y que en muchas ocasiones se alargaban durante años debido a un sistema procesal basado en probanzas y recursos que suponían el traslado de los autos de un organismo judicial a otro durante el transcurso del procedimiento55. En nuestro caso de estudio llegamos a ver una de las controversias presentes a lo largo de Edad Moderna como es el intento de limitar el alcance de la jurisdicción eclesiástica frente a la seglar. Gregorio de la Cruz y Tirado, juez subdelegado del Real Negociado de Maderas, cuestionará hábilmente la capacidad del vicario de Segura de la Sierra como juez eclesiástico poniendo en duda su competencia y entorpeciendo el proceso mediante recursos y alegaciones tanto a la justicia señorial como a la realenga llegando al punto de interponer el recurso de fuerza a fin de dirigir la causa hacia la justicia seglar. 5. LA PROBLEMÁTICA Y SUS PROTAGONISTAS El asunto que se trata en el documento es la pretensión de la Encomienda de percibir el diezmo sobre la madera cortada en los bosques de Segura con destino a la construcción de la Reales Fábricas de Tabacos de Sevilla. Estas cortas se estaban realizando desde 1733 y la primera denuncia por parte de Diego Felipe de Sayas, administrador general de los frutos y rentas de la Encomienda, se produjo el 22 de abril de 173556 ante el vicario de Segura de la Sierra, Narciso Ruiz, quien además era juez eclesiástico ordinario. LORENZO CADARSO, Pedro Luis, “Los tribunales castellanos en los siglos XVI y XVII: Un acercamiento diplomático” en Revista general de información y documentación, 8, (1998), pp. 141-169. 55 56 66 A.P.S.S., 122 fol. 5v. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas En esta primera denuncia, el administrador de las rentas, Diego Felipe Sayas, puso en conocimiento de la autoridad judicial eclesiástica que entre los derechos que pertenecían a la Encomienda estaba el del diezmo de la madera que se cortaba y se embarcaba en los ríos del término de la villa con destino “a las Andalucías”57. El diezmo se cobraba sobre la madera apilada en el aguadero, en la confluencia de los ríos Trujala y Orcera en el lugar conocido como “Molino de Benatae”, y en la petición se hacía indicar que entre 1734 y 1735 se dispusieron más de cinco mil cargas de madera58. El responsable de las conducciones era Diego Francisco Martínez Hermosa, vecino de Orcera y él era el que se debía hacer cargo de los gastos del proceso de conducción y era a quien reclamaba el administrador de las rentas de la Encomienda el pago del diezmo. Ante la imposibilidad de obtener el dinero el administrador comunicó esta situación a Sebastián Caballero, superintendente de las Reales Fábricas de Tabaco de Sevilla, sin obtener respuesta por ello por lo que pidió que el juez ordinario tomase juramento al encargado de las conducciones a fin de clarificar el montante de la madera sujeta a diezmo y poder liquidarlo. El juez ordinario eclesiástico dictó un auto el mismo día 22 de abril mediante el cual encargó al notario apostólico de la Audiencia eclesiástica de Segura de la Sierra, Bernabé de Navarrete y Argote que certificase la petición y la notificara59. En esta certificación, Bernabé de Navarrete tomaba razón de la Real Provisión que el administrador de las rentas de la Encomienda tenía para hacer valer sus pretensiones. Esta Real Provisión, fechada en Madrid el 21 de mayo de 1712, recogía que a dicha encomienda pertenecía el diezmo de la madera de la mucha que se cortaba en su distrito y se llevaba a Andalucía por el río Guadalimar60. 57 Ibidem. 58 A.P.S.S., 122 fol. 6r. 59 A.P.S.S. Caja 122, fol. 8r. El motivo de esta Real Provisión de 1712 era por un lado aclarar que el diezmo de la madera pertenecía a la Encomienda de Segura y que este se pagaba cuando la madera estaba dispuesta en el aguadero para su conducción. El origen de esta aclaración se debía a que habían surgido en el tiempo algunos problemas en torno al cobro del diezmo. Uno de los maderistas había pretendido pagar la madera en el lugar de la corta en el monte, lo cual era perjudicial para la Encomienda ya que podía dar lugar a ocultaciones de madera o cortas posteriores a la liquidación del diezmo, de ahí que el administrador de las rentas a través de la Real Provisión intentara dejar claro el proceso por el cual desde tiempo inmemorial se pagaba el diezmo en la orilla del río. 60 Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 67 Mediante un auto, de fecha 25 de abril de 1735, se solicitó a Francisco Martínez Hermosa los libros de cuentas de las conducciones desde 1733 para cuantificar la madera cortada y calcular el diezmo que se debía bajo pena de excomunión61. Ante este auto, Francisco Martínez Hermosa dijo que debido a su condición de tesorero no tenía facultad para aportar esa información salvo que recibiera órdenes de sus superiores, en este caso de Sebastián Caballero. Ante estas declaraciones, el vicario ordenó que debía dar testimonio tal y como se le pedía, sin embargo, cuando fueron a tomarle declaración el cura de Orcera junto con el notario Antonio Fernández Hevia resultó que no estaba. Poco después descubrieron que había ido a Úbeda el 27 de abril de 1735 donde falleció sin que conste en el pleito el motivo. El 30 de enero de 1736 el administrador de las rentas de la Encomienda, Diego Felipe de Sayas, presentó una nueva petición ya que, pese a la muerte de Francisco Martínez Hermosa, no quería renunciar a sus derechos sobre el diezmo por lo que intentó recabar información de Francisco Javier Román, oficial interventor de la corta y embarque, y Pedro Ruiz Ocaña, capataz de la corta62. A partir del 1 de febrero de 1736 se produjeron las declaraciones, siendo el primero de ellos Pedro Ruiz Ocaña. En su testimonio indicó que desde 1733 se habían cortado siete mil cargos63 de madera pero que no conocía el paradero de los libros de asiento y que había madera en el monte sin carretear y trasladar al aguadero. El mismo día declaró Francisco Javier Román coincidiendo en su testimonio con el de su compañero añadiendo que los libros de asiento se conservaban en la Contaduría del Tabaco de la ciudad de Sevilla64. Mediante un auto de fecha 1 de febrero de 1736 el administrador de las rentas de la Encomienda, Diego Felipe de Sayas, recibió las declaraciones65 y el día 4 de febrero remitió una petición en la que pedía 61 A.P.S.S., Caja 122, fol. 10r. A.P.S.S., Caja 122, fol.13v. En la numeración original del documento hay un salto de dos páginas debido a un error en la numeración por lo que en el resto del estudio diferirá la numeración respecto a la que presenta el documento al haber corregido la misma para facilitar la investigación del texto. 62 63 El cargo equivalía a una vara cúbica siendo su conversión aproximada de 0,74 metros cúbicos. 64 A.P.S.S., Caja 122, fol. 14r y 15r. 65 A.P.S.S., Caja 122, fol. 16r. 68 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas averiguar el valor fijo de la madera sacada los tres años anteriores así como la cantidad satisfecha a cada carrero y a los maestros de hacha a fin de determinar la justificación de todo el coste, para lo que solicitaba colaboración al gobernador mayor de la villa de Segura66. Pablo Valdés, gobernador mayor de Segura, localizó a los testigos a fin de recabar la información solicitada. El primero de ellos fue Gabriel Antonio Fernández Zorrilla que declaró que en 1733 se sacaron tres mil cargos de madera y se pagaron a los maestros de hacha diez reales por cada uno. A los carreteros por llevar la madera hasta el aguadero se les pagó veintiséis reales y medio aunque podían llegar a los cuarenta reales de vellón en función de la dificultad de los jorros. Para 1734 declaró que se cortaron cuatro mil cargos de madera labrada con unos gastos de diez reales para los hacheros y que a los carreteros para ese año y 1735 se ha pagado a veintiocho reales y que en función de la complejidad podían llegar a poco más de cuarenta67. El segundo testigo que declaró el 7 de febrero de 1736 fue Juan Pissa Lozano que dijo que se habían cortado siete mil cargos de madera labrada y que se pagó a los maestros de hacha a diez reales por cada uno y que a él como dueño de algunas de las carretas. Como dueño de algunas de las carretas que participaron en los trabajos indicó que se les había pagado el jorro y acarreo hasta el aguadero el primer año a veintiséis reales y medio y los otros dos, a veintiocho y que el coste de cada uno de los cargos puestos en el aguadero había tenido un coste de cuarenta reales68. El tercer testigo se llamaba José Carriquí, el menor, y declaró que entre 1733 y 1734 se cortaron siete mil cargos de madera de los cuales se cortaron tres mil cargos en 1733 con un coste de diez reales la labra y veintiséis reales y medio el transporte. Para el año 1734 dijo que se cortaron cuatro mil cargos, que tuvieron de coste de corta diez reales y de transporte hasta el río veintiocho y que el coste total incluyendo todos los gastos ascendía a cuarenta reales por carreta69. El 13 de febrero de 1736 Diego Felipe de Sayas comunicó al gobernador de Segura, que de 66 A.P.S.S., Caja 122, fol. 17r. 67 A.P.S.S., Caja 122, fol. 18v. 68 A.P.S.S., Caja 122, fol. 19v. 69 A.P.S.S., Caja 122, fol. 21r. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 69 momento eran suficientes los tres testimonios, los cuales fueron remitidos por el gobernador mayor el día 15 de febrero del mismo año70. A los autos se incorporó un poder con fecha 8 de marzo de 1736 dado por Diego Felipe de Sayas a favor de Manuel Zorrilla para que lo sustituyera al frente de la Encomienda ya que debía personarse en un pleito que se estaba siguiendo contra Pedro Solana, vecino de Villanueva de los Infantes, sobre derechos y frutos de la Encomienda71. Su primera medida fue solicitar a Gregorio de la Cruz y Tirado, juez subdelegado del Real Negociado de Madera, los libros de cortas para determinar la madera que se había trasladado hasta el río, teniendo en cuenta que por las fechas ya se había trasladado la corta de 1736 hasta el aguadero sin haber satisfecho el pago. Mediante un auto de fecha 22 de marzo de 1736 el juez eclesiástico ordenó la notificación a Gregorio de la Cruz destacando que por parte de la Encomienda se debía sacar testimonio del Libro Becerro de la Encomienda en el que se indicase el derecho de esta a obtener el diezmo de la madera. Fue notificado y citado Gregorio de la Cruz y por parte de la Encomienda se facilitó la información del Libro Becerro72. La Encomienda de Segura aportó nuevos testimonios como el de Francisco Liqui73, Miguel Fernández de Contreras74, cura teniente de Segura, y Juan Fernández de Córdoba75, presbítero de Segura, sobre el cobro del diezmo de la madera. Sin duda, uno de los extractos más interesantes del documento es la certificación que Antonio Fernández Hevia, escribano público, hizo del Libro Becerro de la Encomienda en la que indicaba que en una de sus partidas había una referida al diezmo de la madera que correspondía cobrar a la Encomienda76. 70 A.P.S.S., Caja 122, fol. 22r. 71 A.P.S.S., Caja 122, fol. 23v. 72 A.P.S.S., Caja 122, fol. 26v. 73 A.P.S.S., Caja 122, fol. 28r. 74 A.P.S.S., Caja 122, fol. 29r. 75 A.P.S.S., Caja 122, fol. 29v. A.P.S.S., Caja 122, fol. 31r-32r: Certificación del Capítulo 54 del Libro Becerro de la Encomienda realizada el 24 de marzo de 1736 por el notario Antonio Fernández Hevia: 76 […] tiene mas la Encomienda en el diezmo de los pinos que se llevan por el agua //31v/ en Segura y Siles, este no suele arrendarse por su incertidumbre porque unos años se echan al agua muchos pinos y otros no pagase el diezmo de ellos en el aguadero donde los aguan aunque sobre estos hay 70 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas A continuación, aparece en el pleito la declaración de Gregorio de la Cruz y Tirado, visitador general de las administraciones de la renta del tabaco y juez para la conservación y aumento de los montes de Segura y de Alcaraz77, que iniciaba su argumentación aportando una real provisión y una real cédula en la que se justificaba la creación de una comisión que entendiese privativamente en las cortas y algunos aprovechamientos de los montes de Segura y Alcaraz a partir de dos decretos de 10 de septiembre de 1734 y de 2 de mayo de 1735. También aportaba una real cédula en la cual se ratificaba esa comisión y hacía referencia a unas primeras quejas por parte del alcalde mayor de Segura fechadas en noviembre de 1735 sobre la actitud de tres individuos inhibidos por Caballero. Junto a estos documentos, Gregorio de la Cruz y Tirado aportaba la subdelegación que le confirió Sebastián Caballero manifestando que, ante la petición del vicario de dar información sobre las cortas y liquidar el diezmo, no tenía por que hacerlo al ostentar la justicia privativa sobre los montes tal y como demostraba a partir de la documentación antecedente78. Como hemos visto, desde el principio del pleito hay una actitud obstaculizadora a la hora de ofrecer información con la que conocer la cantidad de madera transportada y el diezmo que debía percibir la Encomienda, quizás por que no interesaba que se pudiera cuantificar el perjuicio que se estaba haciendo a las rentas de la Encomienda. No podemos olvidar que la explotación no se limitó a la Fábrica de Tabacos sino que las cortas anuales se mantuvieron y constituyeron una fuente de ingresos a la Real Hacienda a través de la venta de la madera a terceros. pleito si se han de pagar en el astillero o en el aguadero, mas en esta posesión está la Encomienda. La manera de administrar esta renta es que van al aguadero un regidor y escribano y si la parte de la Encomienda quiere enviar persona y los cuenta y el escribano da testimonio de ello, y los que embarcan la madera que son los dueños de ella huelgan de comprar y redimir el diezmo a dinero y dárseles cada pino salgareño de presente por dieciséis reales y rodeno doce y los rollizos de a cuatro en cargo más o menos como son a seis reales cada cargo o como se conciertan. Y algunas //32r/ pagan luego otras a San Miguel del mismo año. […]. El notario indica que hay cuatro anotaciones marginales indicando que en 1601 se hizo cuenta con Francisco de Segura Molina de la madera que embarcó en el río en dos aguaderos y que el importe fue de 2.255 reales y cuatro maravedís. En 1602 importó su diezmo 456 reales y un maravedí, y en 1603, el importe del diezmo fue de 654 reales y ocho maravedíes. A.P.S.S., Caja 122, fol. 34r. Actuaba por subdelegación de Sebastián Caballero concedida en Sevilla el 15 de julio de 1735 ante el escribano Manuel Jacinto de Sevilla. 77 78 A.P.S.S., Caja 122, fol. 34r-36r. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 71 Ante la comunicación de Gregorio de la Cruz el vicario se mantuvo firme exigiendo poder examinar los libros de cuentas y argumentando que desde 1712 existía una real cédula que reconocía a la Encomienda la pertenencia del diezmo sobre la madera y el procedimiento para su cobro, lo cual entraba en contradicción con las nuevas instrucciones que aportaba Sebastián Caballero a través de su subdelegado Gregorio de la Cruz. Ambas partes acordaron remitir los autos vía recurso al Consejo de Órdenes79, que se interesó por el tema dictando un auto, fechado en 26 de septiembre de 1737, en el que volvemos a encontrar un resumen de los antecedentes desde el comienzo del pleito. El Consejo de Órdenes, a través de una real provisión, dio la razón a la Encomienda80, por lo que el administrador de las rentas se dio por satisfecho y procedió a ejecutar la disposición del Consejo de Órdenes mediante el embargo de la madera que el Real Negociado tenía dispuesta en el aguadero. Por parte del Real Negociado, Gregorio de la Cruz, volvió a solicitar los autos y consiguió que el vicario de Segura le diese un plazo de tres días para realizar alegaciones. Dentro del plazo realizó las alegaciones correspondientes aportando una real resolución en la que mantenía la exención del pago del diezmo de fecha 16 de mayo de 173581 y una real cédula de 24 de diciembre de 173582 en la que se declaraba libre de derechos la madera que se estaba utilizando en la construcción de las reales fábricas de tabaco. Aunque principalmente las alegaciones de Gregorio de la Cruz se centraban en la solicitud de inhibición del juez eclesiástico en la causa por no ser competente, al ostentar Sebastián Caballero la justicia privativa en lo relacionado con la gestión de la corta de madera de los montes de Segura y Alcaraz, se negaba de forma rotunda a mostrar los libros de cuentas y pagar el diezmo83. Analizando los 79 A.P.S.S., Caja 122, fol. 48v. 80 A.P.S.S., Caja 122, fol. 49r. 81 A.P.S.S., Caja 122, fol. 52r. A.P.S.S., Caja 122, fol. 52v. A.P.S.S, Caja 122 Fol. 71v-74r: “[…] Lo primero por que en cuanto a que se haya vuestra merced de inhibir del conocimiento de dicha causa y remitirla a dicho don Sebasti //72r/ án Caballero Henríquez de Guzmán parece no necesita de otra justificación que la de contarle a vuestra merced ser dicho señor el privativo para conocer de las incidencias y dependencias y de todo lo concerniente a dichas reales pinadas con que debiendo cualesquiera que pretenda derecho a ellas deducirlo ante dicho señor juez. Es forzosa ilación que el inculcarse vuestra merced a conocer en esta causa por ser sobre cosa en que otro tiene jurisdicción privativa, no carecerá de nulidad 82 83 72 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas argumentos que esgrimía Gregorio de la Cruz podemos observar un claro ejemplo de conflicto jurisdiccional entre las distintas figuras jurídicas que operaban en el territorio. Para el Real Negociado el juez eclesiástico no estaba habilitado para llevar la causa ya que Sebastián Caballero ostentaba la justicia privativa en lo concerniente a los montes. También indicaba que en estas situaciones era preceptivo acudir al Consejo de Castilla ya que era habitual que el actor acudiera a la justicia o al fuero del reo. Resulta muy interesante ver como el procedimiento se va complicando en el momento en el que el Consejo de Órdenes resuelve de forma favorable hacia la Encomienda. El principal argumento de Gregorio de la Cruz era el carácter privativo de la jurisdicción del Real Negociado que le daba posibilidad para conocer en cuestiones relativas a la explotación y que se siga por su continuación un juicio ilusorio. Y cuando la jurisdicción de dicho señor don Sebastián no se extendiese (que niego) al conocimiento de esta causa, deberá vuestra merced del mismo modo inhibirse y remitirla al Real Consejo de Castilla cuya pretensión tiene bien afianzados fundamentos de derecho. El primero es que siendo como es la parte de la Encomienda actora demandante y la de su majestad reo de //72v/ mandado por elemental común principio corriente en toda jurisprudencia es preciso que el actor haya de seguir el fuero del reo acudiendo a proponer sus acciones al supremo consejo que es a donde se tratan todos los derechos que contra su majestad se deducen […] El segundo es por razón de la causa porque siendo así que su majestad nunca ha pagado diezmo de las maderas que ha necesitado, no se puede negar que la presente cobranza es en si sobre diezmos que de nuevo se pretende introducir y siéndolo como tal toca el conocimiento en las cuestiones «iure et facti» por expresa ley recopilada a los señores del real y supre //73r/ mo consejo con inhibición absoluta de todos los señores jueces eclesiásticos en que no cabe duda. El tercero y más adaptable en comprobación de la declinatoria es por razón de la persona que demanda, que es por el dueño de la Encomienda y siendo el derecho de esta concedido a su majestad por los sumos pontífices y donado por su majestad al actual comendador es común opinión que el conocimiento de esta causa no toda a los señores jueces eclesiásticos es por no deberse considerar como causa espiritual, ni anexa a espiritualidad que son los casos en que pueden conocer en unos con jurisdicción potestativa, y en otros con la preventiva. Lo otro porque la certeza de la alegación precedente se fortalece en la corriente sentencia del común de canonistas que llevan el que por la translación del derecho de diezmar concedido por la silla apostólica a los señores reyes y personas seglares, se profanan y temporalizan los diezmos per //73v/ perdiendo el privilegio de espirituales y eclesiásticos que antes tenían mientras se conservaron en la Iglesia. Y siendo cierto que en causa profana temporal como es la de que habitamos no puede vuestra merced conocer ni proceder contra personas que no estén inmediatamente sujetas a este fuero y jurisdicción la inhibición opuestas en fuerza de declinatoria por sufrirse el juicio sobre cosa temporal y profana […] Lo otro porque la inmediata alegación corre tan llana y con tan autorizados fundamentos que por común opinión se defienda el que en virtud de las concesiones apostólicas hechas de los diezmos a los señores reyes se les transfiere la acción, no solo de las utilidades «utque comque» //74r/ en orden a la precepción de los frutos, sino es también el «plenium dominium» para arbitrar y disponer de ellos y el derecho de percibirlos sin modificación alguna por cuanto se conceden con absoluta independencia y con la misma se incorporan y hacen de la regalía y patrimonio real como se verá en algunos de los aquí citados […]. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 73 y conservación de los montes de Segura y Alcaraz según lo recogido en las reales cédulas y provisiones. En ellas no se mencionaba la gestión del diezmo y, aunque el Negociado tenía declarada la exención de impuestos, también la Encomienda los tenía reconocidos y revalidados desde 1712, por lo que sus alegatos se centraron en intentar demostrar que el juez eclesiástico de Segura no era competente. Al mismo tiempo manifestaba que el juez eclesiástico no podía entender en un asunto temporal que no tenía nada que ver con el ámbito espiritual centrando sus alegaciones en que los diezmos solo debían ser considerados como espirituales mientras se conservaban en la Iglesia84. Posteriormente, Gregorio de la Cruz se centró en el asunto de los libros, que seguía sin mostrar, manifestando que solo lo haría en caso de que un juez competente lo ordenara y que, en cualquier caso, la otra parte no podía demostrar que estuvieran dichos libros en su poder,85 y que para la última pinada, la del año en curso, era suficiente con ir a contarlos sin necesidad de acceder a los libros. Por otro lado, reflejaba su oposición al posible embargo, lo cual consideraba contrario al derecho civil y canónico, poniendo de nuevo en duda la capacidad del juez ya que si desde tiempo inmemorial la Encomienda de Segura poseía el derecho de diezmar sobre la madera, el administrador de las rentas de la Encomienda debería haber acudido a la justicia secular y no a la eclesiástica. Dentro de sus alegaciones pasó a cuestionar el carácter inmemorial que defendía la Encomienda para cobrar el diezmo de la madera poniendo en cuestión lo dispuesto en el Libro Becerro al considerar que se trataba de diezmos novales, al tiempo que no lo consideraba como un libro con validez legal. De la misma manera intentó desmontar los testimonios de los testigos aportados por la Encomienda y la Gobernación de Segura indicando que, según la ley, los testigos habían de tener cincuenta años cosa que no cumplían dos de los aportados por la parte contraria86. A.P.S.S., Caja 122, fol.74r: “[…] los diezmos solo mientras se conservan en la Iglesia, deben considerar como espirituales y que pasando a personas seglares pierden el ser que por privilegio de la Iglesia tenían //74v/ antes mudando la naturaleza de espirituales convirtiéndose y pasando la clase de profanos […]”. 84 A.P.S.S., Caja 122, fol. 77r: Gregorio de la Cruz indica que los libros se remitían a la Superintendencia y Contaduría de las Reales Fábricas tras la finalización de la conducción. 85 86 74 A.P.S.S., Caja 122, fol. 81r. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas La cuestión del Libro Becerro es muy interesante teniendo en cuenta que Gregorio de la Cruz manifestaba que el hecho de que solo hubiese tres apuntes correspondientes a 1601, 1602 y 1603 sobre la madera que cortó Francisco Molina de Segura indicaba que no se había cobrado el diezmo ni antes ni después de esta fecha, lo que a su juicio reflejaba que su cobro no había sido constante en el tiempo87 y que al estar el libro en manos de la Encomienda, esta podría haber escrito lo que hubiera considerado para favorecer su postura. Avanzando en el contenido del pleito llegamos al punto donde encontramos uno de los mejores argumentos que hemos visto a lo largo del estudio del procedimiento. Gregorio de la Cruz insistía que en el caso de que se cobrase el diezmo se estaría haciendo a los forasteros y no a los vecinos, según había interpretado de la declaración de uno de los testigos, Fernando Liqui, por lo que no debería afectar a las pinadas de su majestad ya que el rey debía gozar en cada pueblo de los mismos privilegios que sus vecinos y si los segureños no pagaban diezmo, el monarca debía equipararse a los habitantes y no pagarlo tampoco88. El vicario remitió las alegaciones a la parte de la Encomienda para que las estudiara y formulara las suyas en un plazo de cuatro días apoderando a un abogado y procurador. El administrador de las rentas aportó el poder solicitado apoderando a Francisco Rodríguez Carrasco y Andrés Piña en el litigio89. De las alegaciones de la Encomienda destaca la dureza en los términos de las mismas indicando por ejemplo que al tratarse de un territorio de órdenes militares, no podía el rey exonerar a nadie del pago del diezmo manifestando que no se estaba cuestionando el fuero, sino la percepción del diezmo en el término de la encomienda, que era donde se había de devengar, mostrando hasta que punto podía ser complejo el A.P.S.S., Caja 122, fol. 81v: “[…] de esta noticia se deduce que ni antes ni después no se había encontrado ni pagado tal diezmo pues si otros se hubiesen cobrado también estarían anotados y si lo estuviesen no fiaría la contraria la prueba de su intención en dichos tres testigos que se hacen sospechosos […]”.´ 87 A.P.S.S., Caja 122, fol. 83r-v: “[…] no puede esta cualidad comprender a la parte de su majestad ni sus reales pinadas porque según la más corriente inconclusa sentencia debe gozar en cada pueblo de las mismas comodidades que sus vecinos y no asentir a esta verdad sería en ofensa de la majestad y querer que fuera de peor condición en sus dominios que sus vasallos, lo cual no cabe en el más endeble talento […]. 88 89 A.P.S.S., Caja 122, fol. 86v. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 75 sistema judicial del Antiguo Régimen90. Sobre la validez de los asientos del Libro Becerro, donde se recogían lo recaudado entre 1601 a 1603, manifestaba que en el Convento de Santiago de Uclés existía la posibilidad de comprobar las cuentas antiguas y modernas correspondientes a las décimas de la Encomienda por lo que acordaba requerir extracto a Villanueva de la Infantes, donde residía la casa de la administración del Convento de Uclés. De las alegaciones aportadas por la Encomienda, a través del procurador Francisco Rodríguez Navarro, destacan los extractos del Libro Becerro, así como una certificación con las cantidades percibidas por parte de la Encomienda en concepto del diezmo desde 1631 a 1735, siendo remitida esta información desde Villanueva de los Infantes donde residía la administración de las Rentas del Convento de Uclés y de la cual se recoge un extracto en el apéndice documental91. Ante estos hechos Gregorio de la Cruz volvió a apelar y, por decreto de 18 de marzo de 1737, se remitió la causa al Consejo de Órdenes mientras que por parte de la Encomienda se volvió a pedir el embargo de las maderas dispuestas en el aguadero y que Gregorio de la Cruz mostrase los libros de cuentas del Real Negociado92. Por decreto de 21 de marzo de 1737 se dio un plazo de tres días para que Gregorio de la Cruz enseñase los libros bajo la amenaza de embargar la madera que el Real Negociado tenía en el aguadero del río Guadalimar mientras resolvía la apelación interpuesta por Gregorio de la Cruz ante el Consejo de las Órdenes, lo que finalmente se consumó el veintiocho de marzo93. Aquí hay un episodio que no queda muy bien aclarado en el pleito debido a que se trata de una copia del conjunto de los autos originales y en la que no se ha respetado el tenor literal en todas sus partes, por lo que aparecen pasajes resumidos como sucede en este punto donde resume el escribano en un párrafo varios elementos del litigio. Parece ser que GreA.P.S.S., Caja 122, fol. 90v: “[…] libertar aquellos frutos de sus diezmos porque en ello de su capa un sayo, pero no lo es ni se entiende, ni sus citas en este territorio y otros del Orden de Santiago en que por ningún sumo Pontífice se le ha cedido otra cosa a su majestad que la perpetua administración. Y siendo esto así, ni sus más extraídos ni dolimos comprendidos en ellos, ni de las encomiendas de dicha orden, no solo se han secularizado sino es que manteniendo la cualidad eclesiástica se hace privativa su jurisdicción del Consejo de las Reales Órdenes, a este fin creado […]”. 90 91 A.P.S.S., Caja 122, fol. 97v-106v. El texto íntegro se ha transcrito en el apéndice documental. 92 A.P.S.S., Caja 122, fol. 107r. 93 A.P.S.S., Caja 122, fol. 108v. 76 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas gorio De la Cruz interpuso recurso por vía de fuerza ante la Real Chancillería de Granada94 por lo que podemos entender que hubo algún tipo de problema hacia las pretensiones de Gregorio de la Cruz que le impidieron alegar y recurrir a tiempo. Debido a ello pudo acudir a esta figura al ser la autoridad civil la competente cuando el juez eclesiástico no permitía la apelación95. Es interesante este dato porque el recurso fue visto por la sala de las mil quinientas96 emitiendo auto de 31 de diciembre de 1737. Por el tipo de recurso y por el alcance de la cuantía que era precisa para interponerlo, 6.000 ducados, nos podemos hacer una idea de la importancia del asunto objeto del pleito, así como el interés de Gregorio de la Cruz para que no trascendiesen los datos recogidos en el libro de cuentas. El 29 de noviembre de 1737 se decretó el embargo de la madera si no se hacía efectiva una fianza en tres días por lo que se nombró a varios peritos para reconocer la madera que el Negociado de Maderas tenía en el aguadero del río Guadalimar97. Los designados por parte de la Encomienda fueron Juan Ventura Muñoz, carretero y Francisco Amo, hachero que realizaron el inventario de lo que había a orillas del Guadalimar: – Madera doble labrada, mil trescientos diecinueve cargos: 1.319. – Madera sencilla, cuatrocientos ochenta cargos: 480. – Madera de diecisiete y trece pulgadas de canto y diecisiete de tabla, novecientos ochenta y seis cargos: 986. – De cuadrados que de canto y tabla tienen el mismo ámbito, doscientos cuarenta cargos: 240. – De madera redonda, setenta y nueve cargos: 7998. 94 A.P.S.S., Caja 122, fol. 109r. 95 Según Real Cédula de 17 de marzo de 1593. DE LAS HERAS SANTOS, José Luis, La justicia penal…op. cit. p. 69: La Real Chancillería en la Sala de lo Civil se podían atender pleitos en apelación procedentes de cualquiera de los jueces del reino siempre que la cuantía fuera superior a los tres mil maravedíes dando sentencia de vista y revista. En los que no procedían de apelaciones de justicias ordinarias se permitía una segunda apelación cuando se trataba de apelaciones de más de 6.000 ducados llamada de mil quinientas y en la que la parte suplicante debía poner finanza, consistente en 1500 doblas, en torno a 14.000 reales. 96 97 A.P.S.S., Caja 122, fol. 110r. 98 A.P.S.S., Caja 122, fol. 111r. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 77 El total de la madera que había en la orilla del Guadalimar ascendía a 3.104 cargos. Por parte del vicario comparecieron Pedro Patricio Berrio y Sebastián Fernández, los cuales coincidieron con los anteriores99. El mismo día, el vicario calculó que sobre los 3.104,50 cargos correspondían al diezmo, 310,5. A esta cantidad había que añadir el diezmo de las conducciones pasadas, que según Pedro Ruiz de Ocaña y Francisco Javier Román, ascendieron entre los años 1733 a 1736, a 7.000 cargos de madera, lo cual suponía un diezmo de 700, siendo el total de 1.010 cargos de madera que el vicario ordenaba embargar. La madera que finalmente se retuvo fue la siguiente100: – – – – – Madera doble: 280 cargos. Madera sencilla: 120 cargos. Madera de diecisiete y trece pulgadas: 160 cargos. De los cuadrados: 100 cargos. De la rodena: 40 cargos. El 2 de diciembre de 1737 el vicario, viendo se que se había comunicado el exhorto a los peritos y al gobernador de Segura, decretó la salida desde Segura para practicar la diligencia de embargo. Para ello estuvo asistido del licenciado Leonardo Ventura de León y Lagos, gobernador y justicia mayor de Segura, y se personaron en el sitio conocido como el Molino de Benatae, donde estaba dispuesta la madera para realizar la conducción101. Les acompañaba como notario José de la Fuente, fiscal de la audiencia eclesiástica, y el ministro del gobernador, Miguel Rodríguez, el menor. Junto a ellos, Francisco Rodríguez Amo y Pedro Patricio Berrio, como peritos y maestros de hacha, debían proceder al reconocimiento y la saca de los mil un cargos correspondientes al diezmo de la madera que estaba dispuesta en las orillas de los ríos Guadalimar y Trujala102. Había una serie de piezas que se denominan de “marina” que también eran llamadas velas que por su de medidas extraordinarias, no eran los peritos capaces de calcular los cargos. 99 100 A.P.S.S., Caja 122, fol. 112v. A.P.S.S., Caja 122, fol. 117v. A.P.S.S., Caja 122, fol. 121r: “[…] midieron desde dicho camino real a la izquierda del lado de dicho río Trujala la madera siguiente: De madera doble en cien piezas de toda la de este género midieron sesenta y un cargos y ocho varas. De la madera sencilla en cuarenta y seis piezas, midieron diecisiete cargos y una vara. De la madera de diecisiete y trece pulgadas en setenta y tres piezas midieron treinta y tres cargos y doce varas. De la madera cuadrada en quince piezas midieron seis cargos y catorce varas […]”. 101 102 78 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Allí se encontraron con Francisco Antonio Muñoz, escribano de la corta de maderas, y con Ginés de Frías, que era comensal de Gregorio de la Cruz. Los trabajos de embargo siguieron el 3, 4 y 5 de diciembre con el inventariado de piezas103 104 105. De las mediciones realizadas el 5 de diciembre, destaca que en ellas se hace referencia a piezas de Marina, que se encontraban en la orilla del río Guadalimar y que estaban destinadas a la construcción naval106. Gregorio de la Cruz hizo caso omiso al embargo y lanzó al río la madera embargada junto al resto de la madera dispuesta en el aguadero, lo que motivó la queja al vicario como depositario107. El vicario excomulgó a Gregorio de la Cruz y le dio dos días para devolver la madera. Sin embargo, durante el plazo dado, el subdelegado acudió de nuevo a la Chancillería de Granada presentando un recurso sobre la condena de excomunión, el cual fue admitido, y tras la resolución del mismo, consiguió la retirada de la excomunión pese a que tuvo que depositar una fianza108. El 1 de A.P.S.S., Caja 122, fol. 122v. La madera señalada para el embargo el 3 de diciembre de 1737 fue la siguiente: “[…] De madera de doble en doscientos y setenta y ocho piezas, ciento sesenta y tres cargos y tres varas. De madera sencilla de a veinte varas por cargo en doscientas y una piezas, setenta y seis cargos y tres varas. De la madera de trece y diecisiete pulgadas de a trece varas el cargo en doscientas y setenta y una piezas, ciento treinta y un cargos y cinco varas. De la madera cuadrada de a quince varas por cargo en setenta y cuatro piezas sacaron veintiséis cargos y nueve varas […]”. 103 A.P.S.S., Caja 122, fol. 123v. La madera señalada para su embargo el 4 de diciembre de 1737 fue la siguiente: “[…] En la madera doble en doscientos y sesenta y ocho piezas, ciento ochenta y seis cargos y nueve varas. En la madera sencilla de a veinte varas por cargo en doscientas y una piezas, setenta y cuatro cargos y seis varas. En la madera de pulgadas de trece y diecisiete, en ciento cuarenta y siete piezas, noventa y dos cargos y dos varas. En la madera cuadrada de a quince varas por cargo en ciento y veinticuatro piezas, noventa cargos y siete varas […]”. 104 A.P.S.S., Caja 122, fol. 124v. La madera señalada para el cinco de diciembre fue de cuarenta y ocho cargos de madera que se componen de ciento sesenta y una piezas de cuartones, umbrales y siete rollizos de siete en cargo. 105 A.P.S.S., Caja 122, fol. 124v-125r: “[…] continúa el río Guadalimar, entre el cual y el camino real que va desde Villaverde a la Andalucía, está toda la madera de Marina, que llaman velas, mastilleros y tirantes. Y en ellos y las demás que hay mezcladas con la madera labrada reconocieron, sacaron y gubiaron cincuenta y ocho piezas en esta forma. De velas encontraron y sacaron quinientas cuarenta y ocho y de ellas sacaron por diezmo cuarenta y cuatro contando desde una punta hasta la última pieza de cada diez según supraescritura. De los mastilleros contaron treinta y de ellos en la forma arriba referida se sacaron y gubiaron tres por razón de diezmo. De los tirantes contaron catorce y de ellos señalaron y gubiaron una […]”. 106 107 A.P.S.S., Caja 122, fol. 127r. 108 A.P.S.S., Caja 122, fol. 127v. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 79 febrero de 1738 se volvió a consultar al Consejo de Órdenes sobre este asunto mientras que Gregorio de la Cruz acudió de nuevo al Consejo de Castilla argumentando que los vecinos no pagaban diezmo lo que se podía aplicar a la madera que el rey necesitaba la para la Real Fábrica de Tabacos109. Al mismo tiempo pedía levantar las censuras impuestas hasta su resolución bajo el argumento de que se trataban de diezmos novales carentes de aplicación en el pasado. El Consejo de Castilla estudió los autos y resolvió el 20 de julio de 1744 dando de nuevo la razón a la Encomienda aunque Gregorio de la Cruz volvió a presentar un recurso de súplica que fue resuelto el 23 de marzo de 1745 en el mismo sentido110. Gregorio de la Cruz seguía manifestando que los diezmos de la madera eran algo que no pagaban los vecinos de la Encomienda sino tan solo los que comerciaban con las maderas fuera del territorio. Sin embargo, el Consejo de Castilla indicaba que los diezmos no eran nuevos, que no cabía excepción en su cobro y que en cualquier caso debía guardarse la costumbre111. Por otro lado, es curioso como se argumenta sobre la cuestión del embarque de las maderas ya que se buscaba hacer clara diferencia entre las que se cortaban y no se echaban al río para su conducción, que eran las que no pagaban el diezmo, y de las que se aprovechaban los vecinos y las que si lo hacían al disponerse en los aguaderos para su conducción y venta, lo cual por parte de la Encomienda se dejaba claro al justificar lo dispuesto en el Libro Becerro, la certificación del contador de Uclés y la Real Provisión de 1712112. El 30 de agosto de 1745, tras diez años de litigio, el Real Negociado de maderas ofreció la información relativa a las cortas efectuadas desde 1735, gracias a la cual podemos conocer nuevos datos sobre la actividad y destino de la madera y cotejarlos con los recogidos en las distintas pu109 A.P.S.S., Caja 122, fol. 128r. 110 A.P.S.S., Caja 122, fol. 157r. A.P.S.S., Caja 122, fol. 133v: “[…] Y porque las maderas de los árboles son frutos de las tierras y predios que los producen y diezmables a la Iglesia como lo son los frutos de otras cualesquier especies por el precepto eclesiástico y comunes disposiciones de derecho divino y positivo canónico y real de cuya obligación no se exceptúan las reales personas ni otras algunas sin especial indulto o concesión apostólica y porque en consecuencia de esto ha estado y estaba la encomienda cuando empezó este litigio y de tiempo inmemorial a esta parte en la continua, quieta y pacífica posesión de percibir y cobrar los diezmos […]”. 111 112 80 A.P.S.S. Caja 122. Fol. 141v. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas blicaciones sobre la materia113 114. Mediante un auto de 18 de enero de 1746 el vicario de Segura ratificó la posesión del diezmo y la obligación del pago por parte del Real Negociado por lo que se vuelven a contabilizar las maderas dispuestas en el aguadero, que estaban a punto de ser embarcadas y que procedían de la corta de 1745. Examinadas las maderas, había un total de 3.914 palos de madera de diferentes marcos y calibres que daban un total de 1.947 cargos y dos varas de los cuales 1.487 cargos y cuatro varas y media eran de madera salgareña y el resto de rodena115. Sin embargo, Gregorio de la Cruz mostró de nuevo su oposición e intentó obstaculizar el proceso a través de la petición de varias certificaciones de pleitos conservados en el Archivo de la Encomienda y con la aportación de dieciocho testimonios de varios testigos116. El primero de ellos fue Pedro Pérez Ocaña, a quien se tomó testimonio el 21 de marzo de 1746. Era un vecino de Segura de la Sierra de 56 años, el cual, al ser preguntado, manifestó que había sido apoderado de Josefa Manuel de Hoces y Aguayo117, vecina de Úbeda, que tenían privilegio para realizar cortas de madera en Segura y que se realizaron en 1731 o 1732 con el pago de 500 reales de diezmo. Esta cantidad coincide con la certificación aportada al pleito por el contador de Villanueva de los Infantes indicando además que el diezmo se pagaba de tiempo inmemorial. El segundo testigo fue Esteban de San Blas, vecino de Segura de 31 años de edad, que indicó que en casa de su suegra, María Berrio, solía hospedarse el apoderado de Josefa Manuel de Hoces y Aguayo que se llamaba Pedro García Sevilla. Por este motivo conocía que el diezmo de las A.P.S.S., Caja 122, fol. 167v-169r. En el apéndice documental hay una transcripción de las mismas. 113 114 A partir del folio 143r, el documento vuelve a recuperar el orden en la numeración. 115 A.P.S.S., Caja 122, fol. 179r.180r. 116 A.P.S.S. Caja 122. Fol. 181r-184r. Josefa Manuel de León Lando Hoces y Aguayo (Córdoba, 1655 - Úbeda, 1742) era la viuda de Francisco de Carvajal y Mexía (Úbeda, 1663-1719), que falleció en 1719, y siguió desarrollando la actividad maderera de su difunto marido. Sobre su marido, según consta en el Archivo de Protocolos de Úbeda tenía privilegio real para realizar cortas de madera en Segura con fecha de 11 de marzo de 1710. La viuda mantendría la actividad hasta 1748 destacando una conducción de madera con destino a Córdoba en 1739. Vid. BARRANCO DELGADO, Juan. Gabriel. (2009): “Noticias sobre linajes ubetenses relacionados con la industria maderera (siglos XVI-XVIII)” en Elucidario. Nº 5. Págs. 195-215. 117 Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 81 maderas se pagaba anualmente. También indicó en su declaración que antiguamente se dio un pleito entre la villa de Segura y la Encomienda relativo a los diezmos entre el que se encontraba el de la madera y que se resolvió en la Chancillería de Granada. El tercer testigo propuesto por Gregorio de la Cruz fue Pedro Martínez Gómez, vecino y regidor de la villa de Segura de 35 años de edad, que manifestó que en casa de su padre también se alojó el apoderado de Josefa Manuel de Hoces y Aguayo y que en 1732 se realizó una corta y que el diezmo se pagaba anualmente sobre las maderas embarcadas. Por otro lado también indicaba que desde 1733 se habían paralizado las cortas de particulares al irrumpir la Real Hacienda. El cuarto testigo se llamaba Pedro Patricio, vecino de Segura y contaba con 35 años. En su declaración coincidía con el resto en lo relativo al cobro del diezmo a partir del testimonio de los más ancianos. En general el resto de los testimonios de los testigos son similares y vienen a asegurar que se pagaba diezmo de la madera que se iba a embarcar, que había habido un pleito a este respecto entre la villa de Segura y la Encomienda y que la Real Hacienda había pagado los gastos de las distintas cortas a los hacheros y a los carreros118. De entre ellos destaca Diego de los Ríos y Mendoza, regidor perpetuo de la villa de Segura, así como Miguel Fernández de Contreras, presbítero, aunque lo más interesante es la certificación del pleito entre la villa y la encomienda ante la Chancillería de Granada de 22 de julio de 1552119. La villa de Segura de la Sierra denunciaba el abuso de la Encomienda en el cobro de determinados impuestos y derechos, así como del uso privativo de las dehesas de Peñolite, Bujaraiza y Salfaraz. Entre sus reclamaciones encontramos también una relativa al diezmo de la madera que se aplicaba a la madera una vez que era conducida al río y no en el lugar de la corta lo cual era A.P.S.S., Caja 122. Fol. 195r-224v. El resto de los testigos son: testigo 5º: Gregorio Romero; testigo 6º: Diego de los Ríos y Mendoza; testigo 7º: Francisco Esteban de los Ríos; testigo 8º: Juan González Vellón; testigo 9: Francisco Fernández Montesinos; testigo 10º: Juan García Filibertos; testigo 11º: Javier Ruiz; testigo 12º: Miguel Fernández de Contreras; testigo 13º: Andrés López; testigo 14º: Domingo González Vélez; testigo 15º: Antonio de San Miguel; testigo 16º: Pedro González Montesinos; testigo 17º: Agustín Sánchez el mayor; testigo 18º: Nicolás Martínez Ortega. En el folio 202r se aprecia un nuevo salto en la numeración foliándolo con el 203, aunque para el estudio del documento no se tiene en cuenta este error sino la numeración exacta del documento. 118 119 82 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 225r. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas gravoso para los vecinos. La sentencia establecía que los pinos debían pagar el diezmo junto al río antes de aguarlos pero que los que se cortasen por los vecinos para su uso y aprovechamiento no debían pagarlo120. Aunque fue recurrida, la sentencia definitiva no modificó nada el asunto del diezmo de la madera121. Tras examinar el juez eclesiástico todos los antecedentes, así como los recursos interpuestos, hizo balance de la causa y dejó el pleito visto para sentencia el día 2 de septiembre de 1747122. Ante el estado de la causa, el Real Negociado volvió a recurrir sobre el valor de los testimonios de sus testigos e indicando que la madera era para el real servicio y que debía ser franca de impuesto para terminar diciendo que el rey como vecino debía de tener los mismos privilegios que los habitantes de Segura respecto a la corta de madera. A juicio del Real Negociado, como vecino de Segura, el rey se beneficiaba de la ejecutoria de 1552 en la que se declaraba a los vecinos de Segura libres de pagar diezmo de la madera. La sentencia se falló el 22 de septiembre de 1747 y el juez eclesiástico dio la razón a la Encomienda frente a los intereses de la Real Hacienda123. Como era previsible Gregorio de la Cruz y Tirado interpuso recurso de súplica ante el Consejo de Órdenes otorgando poder el 14 de noviembre de 1747 a Rodrigo de Angulo para que representara los intereses de la Real Hacienda ante el Consejo de Órdenes aunque finalmente fue representado por Ramón Laso de la Vega124. El Consejo de Órdenes falló el recurso de súplica presentado por Gregorio de la Cruz el 13 de octubre de 1749 confirmando la sentencia del vicario de Segura don Ignacio José de Guzmán125. De nuevo se presentó apelación por parte de Gregorio de la Cruz la cual fue vista por el consejo que determinó el 28 de enero de 1752126 que pasara al Tribunal A.P.S.S., Caja 122. Fol. 230r-v. La sentencia definitiva es de 23 de diciembre de 1551 y se le da traslado a Segura ya en el año siguiente. 120 121 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 195r-238r. 122 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 262v. 123 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 273r. 124 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 275v. 125 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 295v. 126 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 297v. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 83 de la Nunciatura que recibió el expediente el 13 de mayo de 1752 por lo que la Encomienda obtuvo rescripto y comisión127. Ambas partes volvieron a realizar sus alegaciones y el 20 de septiembre el Tribunal de la Nunciatura dictó sentencia en los mismos términos que la sentencia recurrida reconociendo el derecho de la Encomienda de Segura a percibir el diezmo de la madera128. La sentencia fue comunicada a las partes el 13 de marzo de 1754129. Del pleito se sacó copia literal en dos ocasiones, 1798 y 1806, por lo que es probable que surgieran nuevos problemas para cobrar el diezmo de la madera por parte de los administradores de las rentas de la Encomienda130. 6. CONCLUSIONES El estudio de este pleito ha permitido conocer algunos detalles a cerca del establecimiento del Real Negociado de Maderas en Segura de la Sierra, así como la revisión de algunos hechos que se han mantenido hasta la fecha en la historiografía sobre el estudio de la Provincia Marítima y el Real Negociado de Maderas de Segura. El primero de ellos es la cuestión del origen mismo del Real Negociado de Maderas a partir de los datos recogidos por Fernández Navarrete en 1825131. En esta obra se justificaba la creación de este organismo como consecuencia de la necesidad de madera para la construcción de la Fábrica de Tabacos de Sevilla y porque se tenía conocimiento de que antiguamente se habían realizado conducciones de madera por el río desde los montes de Segura. Sin embargo, queda demostrado que la explotación de los montes de Segura nunca se paralizó y que durante la mayor parte del siglo XVII y comienzos del XVIII se realizaron cortas y conducciones de madera desde Segura a través de maderistas de Úbeda principalmente. La Real Hacienda vio en esta actividad una forma para aprovisionarse directamente de la madera necesaria para sus obras, así como una fuente de ingresos al ejercer Decisión del Papa, de un emperador o de cualquier soberano para resolver una consulta o responder a una petición. 127 128 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 327r. 129 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 329v. 130 A.P.S.S., Caja 122. Fol. 331v. FERNÁNDEZ NAVARRETE, Martín., Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y su Provincia, Madrid, Imprenta de Miguel de Burgos, 1825. 131 84 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas como intermediaria y vender a terceros. Resulta especialmente curioso que, atendiendo al contenido del documento conservado en el Archivo Histórico Provincial de Jaén sobre la historia del Negociado, la primera conducción de madera se encargase a maderistas de Úbeda en 1733, en concreto a Josefa Manuel de Hoces y Aguayo132. Esta información coincide con la documentación conservada en el Archivo Municipal de Úbeda sobre los negocios madereros de esta ubetense que constata esta actividad comercial hasta el mismo año de 1733 en el que se produjo esa primera pinada para el Real Negociado. Debido a la calidad de las maderas y al éxito de la operación, se constituyó el Real Negociado de Maderas para la explotación directa de la madera de Segura lo que provocó el final de la explotación por parte de asentistas en los montes de la Encomienda. La actividad mercantil del Real Negociado se manifiesta ya en la pinada de 1738 en la que hay piezas destinadas a la construcción naval, lo que contribuye a reforzar esta hipótesis sobre el interés de la Real Hacienda por monopolizar y reemplazar a los maderistas en los aprovechamientos forestales que se estaban realizando en la Encomienda de Segura. En este sentido, son muy esclarecedores los datos aportados por el testimonio de las décimas de la Encomienda remitidos por Antonio de Busto desde Villanueva de los Infantes en el que se puede apreciar la actividad forestal que fue controlada y fiscalizada por la Encomienda de Segura desde 1631 de forma más o menos regular sin perder de vista que se pudieron haber producido cortas clandestinas al margen de la contabilidad oficial. El establecimiento del Real Negociado de Maderas de Segura, a parte de monopolizar la extracción de madera, supuso una merma en las rentas de la Encomienda alterando la actividad económica que se venía realizando en un proceso que en ningún momento fue pacífico. A la vista de lo recogido en el pleito no hubo colaboración o entendimiento entre los responsables del Real Negociado y los de la Encomienda, teniendo que acudir estos últimos a la Justicia para intentar hacer valer sus derechos frente a la actividad de la Real Hacienda en los montes segureños. Por otro lado, este documento permite hacernos una idea de la complejidad de la administración de justicia en el Antiguo Régimen y su lentitud provocada sobre todo por el sistema de recursos que hacía 132 A.H.P.J., Agricultura Provincia Marítima 62.469. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 85 que durante un procedimiento se diera el traslado de los autos a otras instancias a fin de resolverlos cuando eran planteados por alguna de las partes. Gregorio de la Cruz lo puso en práctica varias ocasiones a lo largo del pleito lo que provocó que se retrasase su resolución 19 años. De igual modo se cuestionó tanto la competencia como la capacidad de juez eclesiástico como responsable del procedimiento haciendo una interpretación interesada del carácter religioso o no de los diezmos. La Encomienda de Segura hizo valer sus derechos en este largo litigio, aunque el hecho de que sacaran dos copias del pleito parece indicar que siguieron los problemas para obtener el pago del diezmo correspondiente a la explotación forestal de la madera de los montes segureños. En el contexto de la Guerra de la Independencia tenemos un documento muy interesante en el cual el párroco de Orcera se quejaba de la falta de recursos para hacer frente a la reconstrucción del lugar tras el incendio de los franceses, indicando que el Real Negociado no había satisfecho el importe de las últimas conducciones. Esto indica que el pago del diezmo se venía realizando con regularidad desde la firmeza de la sentencia133. Si atendemos a los datos ofrecidos por el propio pleito sobre las cortas de madera vemos que por el Guadalquivir se condujo un importante número de piezas lo que suponía un gran perjuicio para las arcas de la Encomienda al dejar de percibir el diezmo de la madera. En el siguiente cuadro se puede apreciar el alcance de las cortas y conducciones desde el inicio del pleito hasta 1745: Año 1733 1734 1738 1740 1743 1745 Cargos M3 Observaciones 3.000 2.220 4.000 2.960 3.157 2.336 Proceden de las cortas de 1736 y 1737. 583 431 Se embarcan desde Beas de Segura y proceden de las cortas del año anterior y de 1740. 1.145 847 Proceden de las cortas de 1741, 1742 y 1743. 1.987 1.470 Proceden de la corta de 1744 y 1745. Fuente: A.P.S.S. Caja 122. Elaboración propia. 133 86 A.H.N., Consejos, 12005, Exp. 91. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Podemos observar un total de 13.872 cargos que tenían por diezmo 1.387 cargos de madera. Sin embargo, no queda claro el asunto del inicio de las cortas ya que en la información conservada en el Archivo Histórico Provincial de Jaén indica que la primera corta la realizó Josefa Manuel de Hoces y Aguayo, comisionada por Sebastián Caballero, apareciendo un pago de 169 reales correspondientes al diezmo de la madera para el año de 1733 según los datos aportados al pleito por Uclés. De la misma manera la información procedente del Archivo Municipal de Úbeda refleja que la actividad de esta maderista se mantuvo hasta 1733 y sin embargo en el pleito los testigos ya indican una corta por parte del Real Negociado para ese mismo año de 3.000 cargos de madera como reflejaron sus declaraciones sin que pueda quedar claro, a la vista de la documentación existente. De forma paralela suponía el final de la presencia de maderistas que trataban la madera para conducirla y venderla a lo largo del Guadalimar y Guadalquivir destacando el caso de Josefa Manuel de Hoces y Aguayo que fue la última en operar con la madera de Segura llegando a suministrarla a la Fábrica de Tabacos en 1733. De esta situación encontramos una referencia muy interesante en el libro de actas capitulares de 1736 del Ayuntamiento de Úbeda en el que vemos como se acuerda escribir al marqués de Villanueva, secretario del rey para hacer que se tengan en cuenta los privilegios de algunos vecinos de Úbeda y que ya no podían comerciar con madera de Segura134. La presencia de unidades de medida como los “cargos de madera” dificulta enormemente la cuantificación de del importe de la madera conducida ya que la información histórica de los diezmos remitida desde Villanueva de los Infantes se expresa en reales, y la procedente de la Secretaría de Marina o de la Secretaría de Hacienda y estudiada por López Arandia135 se expresa en piezas lo que dificulta enormemente la labor de cuantificación. A.H.M.U. Libro de Actas Capitulares 1736. Acuerdo de 13 de septiembre de 1737: “[…] que mediante a traficarse en madera y en carretas madera de todas especies de Sierra Segura lo que ha estado prohibido desde que su majestad fue servido mandar se condujese de cuenta de la Real Hacienda a la ciudad de Sevilla para la Fábrica de los Tabacos. En cuya atención y hallarse esta ciudad en la antiguada posesión de que sus vecinos puedan echar y llevar embarcada dicha madera por los ríos de Guadalquivir y Guadalimar libremente en fuerza de reales ejecutorias y privilegios […]”. 134 LÓPEZ ARANDIA, María Amparo, “Maderas del Rey. Aprovechamientos madereros en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra” en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo; MOYA GARCÍA, 135 Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 87 Por último, gracias al estudio de este documento hemos podido conocer algunos aspectos sobre la actividad económica de la madera en la Encomienda de Segura tales como los puntos de acopio de madera que se han mantenido históricamente en los mismos sitios, sobre todo a partir de la información de las décimas de la encomienda remitidas desde Villanueva de los Infantes. Ofrece información detallada sobre el tipo de piezas que se disponían en los aguaderos, sobre la forma de pagar el diezmo y distinción de hacerlo en la orilla del río y no en el monte. Sin duda, el testimonio de las décimas es muy interesante sobre todo en una época como es el siglo XVII donde hay muchas carencias en la documentación de archivo y sirve para documentar la actividad maderera, al menos la que fue fiscalizada. Otro documento muy interesante es el pleito interpuesto por la villa de Segura contra la Encomienda de 1552 que nos puede servir para conocer las rentas de que disponía la Orden de Santiago en Segura, así como la conflictividad existente en torno a las mismas. Al examinar el catálogo de pleitos del Archivo de la Chancillería no se ha encontrado referencia sobre este pleito, por lo que puede ser el único testimonio que se ha conservado de estos hechos aunque existen otros posteriores sobre cuestiones similares a esta. De la misma manera, gracias a este documento conocemos el tenor literal de un fragmento del Libro Becerro de Segura, que por desgracia hoy no se ha conservado. Egidio, Aprovechamientos madereros en los montes jiennenses (Siglos XVIII-XX), Jaén, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Jaén, 2012, pp. 13-78. 88 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ANEXO DOCUMENTAL Doc. 1. A.P.S.S., Caja 122, fol. 36r-41v. Aranjuez, 1735-V-28. Real Cédula por la que se da facultad a Sebastián Caballero para entender privativamente en los asuntos relativos a los montes de Segura y Alcaraz. El Rey. Por cuanto por decreto de diez de septiembre de mil setecientos treinta y cua //36v/ tro mandé al Consejo Real de Castilla nombrase persona de actividad y celo que privativamente entendiese en el exterminio de los daños que causaban a los montes de Segura y Alcaraz las continuas talas y quemas que ejecutan los vecinos de los inmediatos pueblos. En cuyo asunto puso en mis manos el Consejo de Órdenes consulta de veinticinco de noviembre del propio año una carta del alcalde mayor de Segura de la Sierra de primero de dicho mes de noviembre ponderando los excesos cometidos contra los vecinos de aquella villa por tres personas que inhibió don Sebastián Caballero, superintendente de la Fábrica y Administrador General del Tabaco de Sevilla, en la práctica de una instrucción que les dio para la corta de madera de los montes de ella y de Alcaraz. A cuya consulta resolví en once de enero de este año se daría pro //37r/ videncia y habiéndose pedido informe y desvaneciéndose por el los daños que figuraba el dicho alcalde mayor y representando los directores del tabaco lo útil que será a mi real servicio que la citada comisión recaiga en el referido don Sebastián Caballero, dándosele por aquel Consejo y el de Órdenes los despachos que corresponden al ejercicio de ella con las prevenciones precisas para evitar competencias de jurisdicciones a que contribuye la circunstancia de ser este ministro caballero del Orden de Santiago. He resuelto por decreto de primero del presente mes que, no obstante lo prevenido en el citado de diez de septiembre, se encargue la comisión que en el se expresa a don Sebastián Caballero por concurrir en el la aplicación, genio y actividad que se necesita y está a su cargo la corta labor y conducción de madera de los montes de Segura y //37v/ Alcaraz para la construcción del edificio que ha de servir en Sevilla para la fábrica de tabacos comunicándole todas las facultades que necesite y la de subdelegar en la persona que fuere de su satisfacción para impedir con graves penas los incendios y talas, facilitar asistencias de los trabajadores y adelantar los progresos de su principal encargo. Por tanto, en virtud de la presente os doy la comisión a vos don Sebastián Caballero, caballero del Orden de Santiago, superintendente de la fábrica y administrador general del tabaco de Sevilla, para que privativamente entendáis en el exterminio de los daños que causan a los montes de Segura y Alcaraz las conti- Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 89 nuas talas y quemas que ejecutan los vecinos de los inmediatos pueblos con todas las facultades que necesitéis para ello y la subdelegación en la persona que fuere de vuestra satisfacción para impedir //38r/ con graves penas los incendios y talas, facilitar asistencia a los trabajadores y adelantar los progresos de vuestro principal encargo teniendo presente lo prevenido en la compilación de las leyes capitulares de la Orden de Santiago sobre este asunto, especialmente las que miran a la pena que han de hacer los que cortan árboles de heredades algunas y que se comprenden con el título treinta y uno, treinta y dos y treinta y tres y son del tenor siguiente: Ley quinta de la pena que deben hacer lo que cortan o arrancan los árboles: Algunos son atrevidos que se acometen a cortar árboles en las huertas, o en las viñas o a doquier que están por hacer la mal y daño a sus dueños y para hacer alguna labor o alguna casa de ellos y porque esto tenemos por mal hecho mandamos que el que lo tal hiciere que demás y allende de las penas de el derecho y daño y valor de los //38v/ tales arboles que pague por cada uno por la osadía sesenta maravedíes desde que llevare fruto. La mitad de esta pena el señor del árbol y la otra mitad el comendador de la villa o lugar, o alcalde si fuere cámara. Y si alguno arrancase árbol de a manera susodicha pague la pena doblada demás de la pena del derecho. Ley sexta que acrecienta la pena en los casos de las leyes susodichas muchas y diversas penas son puestas por leyes y establecimiento de nuestra Orden contra los que ponen fuego en los montes y campos y embarcasen las aguas de los y arroyos abrevaderos de ganados y hurtan y cogen barbados de las viñas, sacan las plantas de ellas sin voluntad de sus dueños y tanta es la soltura y atrevimiento de los hombres que sin temor de las dichas penas no cesan de lo hacer //39r/ en gran daño de todos nuestros vasallos universalmente y por poco provecho de lo que tal hacen. Por ende, ordenamos y mandamos que cualquiera que de aquí adelante pusiese fuego, así en monte como en campo, salvo en los restrojos, y esto después de santa María de agosto, o embarcarse río o charco, arroyo o hurtase barbadas o plantas de las viñas que pague el doble de las penas contenidas en las dichas ordenanzas y por los barbados y plantas y barbasco que le den demás de las dichas penas cincuenta azotes públicamente aquel o aquellos que lo tal hicieron. En cuanto a la dicha planta de las viñas que ninguno no la coja sin licencia y mando del señor de la viña so pena que pague el daño y mas ciento cincuenta maravedís, los dos tercios para el comendador de la villa o lugar donde estuviere la viña y el otro tercio para el señor //39v/ de ella. Y que las cosas contenidas en esta ley se prueben con un testigo y que la prueba valga tanto que sea de catorce años arriba porque son cosas que acaecen en el campo. Título treinta y dos: Las encinas y alcornoques que están en tierras ajenas que nos las corten. Tienen muchos vecinos nuestros vasallos y de nuestra Orden tierras propias en los términos de las villas y lugares de ella, y en ellas hay encinas y alcornoques y álamos que en ellos crían y limpian para reparo de sus ganados y sombras. Y otras personas algunas maliciosamente cortárselos diciendo estar en los baldíos y porque los tales arboles son provechosos ordenamos. Y mandamos que de aquí adelante ninguno 90 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas corte los tales árboles que así estuvieren en las tales tierras y si alguno los cortare que incurra en pena como si lo es //40r/ cortase en las dehesas defendidas de aquel lugar donde acaeciere. Lo cual pueda demandar el señor dichas tierras y sea la mitad para el y la otra mitad para el nuestro comendador o alcaide en los lugares de nuestra cámara para que el señor de las tales tierras no pueda coger la bellota de ella hasta que se desacate en el término de la tal lugar según lo tienen de costumbre. Pero que si las tierras estuvieren sembradas que ninguno que las pueda entrar a comer con sus ganados porque no dañen el pan que en ellas estuviere. Título treinta y tres: Que los labradores puedan cortar madera para sus labores y casas y pescar en los términos baldíos que puedan comer con sus ganados. Las labores del pan en cada lugar y algunos lugares que no //40v/ tienen riberas ni encinares ni alcornocales, ni otros montes en que puedan cortar ni de que se puedan proveer de madera para las dichas labores mandamos que todos los labradores de la nuestra provincia doquier que pudiere comer o pacer, coger bellotas en los términos baldíos comunes en estos términos puedan cortar madera para yugos, azadas, timones y lo al para las casas que se requieren para la dicha labor sin pena alguna y su madera hubieren menester para hacer casas o repararlas así mismo que las hayan en los baldíos y en razón de la leña donde la suelen hacer para la forma y manera que han de costumbre y no de otra guisa. Así mandamos que en los términos baldíos comunes como es suso declarado, que los concejos puedan cazar las cazas en ellos sin pena alguna según siempre se vio //41r/ salvo si fuese algún acotado de nuestra orden que esto no se entienda ser baldío. Para todo lo cual os doy todo el poder y facultad que se requiere y fuese necesario y mando a los priores y conventos, comendadores mayores y a todos los otros comendadores, caballeros y frailes de las órdenes militares, y a los gobernadores, alcalde mayores, concejos y justicias de todas las ciudades, villas y lugares del territorio de las órdenes que os tengan por tal juez de comisión y os den el auxilio que les pidiereis y fuese necesario para evacuar la pena de vuestra merced de sagrado y otras a mi arbitrio reservadas contra el que lo contrario hiciere, dijere o indirectamente impidiese el uso de las facultades que os concedo en virtud de esta mi cédula y del despacho que en el mismo fin se expide en el Consejo de Castilla cuyo puntual cumplimiento fío de vuestro celo a mi real servicio. Fecha en Aranjuez a veinte //41v/ y ocho de mayo de mil setecientos treinta y cinco. Yo el Rey. Por mandado del rey nuestro señor. Don José Antonio de Irisarri. Doc. 2 A.P.S.S. Caja 122, fol. 43v-44v. Buen Retiro. 1735-XII-24. Real Cédula en la que se declaran libres de impuestos las maderas destinadas a la construcción de la Real Fábrica de Tabacos. El Rey. Por cuanto con motivo de estarse originando en Sevilla un edificio para labrar los tabacos que se consumen en estos reinos con las varias oficinas que a este fin son menester, se dio orden para que en las sierras de Segura, Alcaraz y Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 91 otras se cortase la madera conveniente a esta //43v/ obra y con efecto habiéndose empezado a remitir por el río parte de ella se ha intentado cobrar derechos así en distintos parajes por donde ha pasado como en el campo de sacarla al agua para introducirla en Sevilla. Y debiendo la madera expresada por destinarla a fines de mi servicio ser libre y franca de todo tributo real y municipal, portazgo y pasaje que sea perteneciente a mi Real Hacienda o en su nombre a recaudadores de ella o a comunidades o a personas particulares de forma que con ningún pretexto ni título se la pueda gravar. Por mi real orden de veinte y nueve de noviembre de este presente año fue servido mandar al Consejo de Hacienda expidiese el despacho correspondiente con esta genérica declaración y que sin la menor dilación se remita a don Sebastián Caballero, administrador General de las fábricas de tabaco de Sevilla que está encargado //44r/ de cuidar de la construcción y obra expresada para que use de el como convenga la que suplico y mando obedecer en el referido mi Consejo de Hacienda por tanto para su puntual ejecución y observancia he tenido por bien dar la presente. Por la cual manda a los superintendentes generales de mis rentas reales y a todos los administradores y demás ministros o personas a quien en cualquier manera, toque o tocar pueda el contenido de esta mi cédula que luego que le sea presentada la vean, guarden, cumplan y ejecuten; hagan guardar cumplir y ejecutar según lo tengo resuelto en la forma que en ella se expresa. Que así es mi voluntad se ejecute solamente en su virtud. Dada en Buen Retiro a veinticuatro de diciembre de mil setecientos treinta y cinco. Yo el rey. Por mandado del Rey nuestro Señor Don //44v/ Íñigo de Torres y Oliverio. Doc. 3. A.P.S.S. Caja 122, fol. 49r- Madrid. 1737-II-4. Real Provisión en la que se confirma la posesión del diezmo por la Encomienda. Don Felipe por la gracia de Dios, rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, etcétera. Administrador perpetuo de la Orden y Caballería de Santiago por autoridad apostólica. A vos el vicario juez eclesiástico de la villa de Segura de la Sierra a quien cometemos y mandamos lo que en esta nuestra carta y provisión. Sabed que en el nuestro Consejo de las //49v/ Órdenes pleito se ha seguido entre don Diego Felipe de Sayas, administrador general de los frutos y rentas de la Encomienda de esa dicha villa y Pedro Dávila y Camargo, procurador en su nombre de la una parte y don Sebastián Caballero Henríquez de Guzmán, comendador de Aguilarejo y superintendente de nuestras Reales Fábricas y rentas de tabaco de la ciudad de Sevilla y su reinado y pedro de Rueda Osorio, procurador en el suyo de la otra parte sobre el pago de los diezmos de la madera cortada en el término de esa dicha villa y embarcada por los ríos de su jurisdicción para las dichas fábricas y lo demás contenido en el citado pleito, el cual se principió ante vos en veintidós de abril del año pasado de mil setecientos treinta y cinco. 92 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas En cuyo día el dicho don Diego Felipe de Sayas presentó pedimento pretendiendo que las personas a cuyo cargo había estado la //50r/ conducta de la madera cortada en el término de esa expresada villa y embarcada por los ríos de su jurisdicción para dichas fábricas de tabaco exhibiesen los libros de cuenta y razón de los cargos de madera que se habían embarcado para de este modo poder liquidar el importe de los diezmos causados desde el año pasado de mil setecientos treinta y cuatro y que se le apremiase y cumpliese a su satisfacción con otras cosas que expuso en dicho pedimento del que disteis la providencia conveniente y se prosiguieron los autos. Y por parte del referido don Diego Felipe de Sayas se acudió al dicho nuestro consejo en veintiuno de abril del año próximo pasado con la petición del tenor siguiente: Muy poderoso señor. Pedro Dávila Camargo, en nombre de don Diego Felipe de Sayas, administrador general de los frutos rentas de la Encomienda de Segura de la Sierra //50v/ de quien presento testimonio de poder con la solemnidad debida ante vuestra alteza parezco en la mejor vía y forma que haya lugar en derecho. Digo que por el Libro Becerro que está en el Archivo de la Encomienda consta tocarla y pertenecerla el diezmo de los pinos que se llevan por el agua en Segura y Siles el que se paga en el aguadero y en la forma y modo que se paga y a su continuación hay asiento de lo que se cobró por dicho diezmo en los años de mil seiscientos y uno, mil seiscientos y dos y mil seiscientos y tres. Y por diferentes informaciones hechas próximamente consta hallarse la Encomienda en cuenta y pacífica posesión de cobrar dicho diezmo de la madera que se corta en el término de dicha villa y se embarca por los ríos de la jurisdicción de ella, estando a la orilla de ellos para hacer el embarco y así mismo consta que para las reales fábricas de tabaco de la //51r/ ciudad de Sevilla se cortaron en los años pasados de setecientos treinta y tres y setecientos treinta y cuatro hasta siete mil cargos poco más o menos y que dicha madera aun existe en el monte a la orilla del rio Guadalimar hasta dos mil cargos poco más o menos por haberse embarcado la demás en dicho rio. Y así mismo consta que don Diego de Morales, administrador de Orden que fue de dicha encomienda en el año pasado de setecientos doce, obtuvo despacho de vuestra alteza por el cual se sirvió de mandar se guardase la costumbre inmemorial de cobrar dicho diezmo de la madera a la lengua del agua al tiempo de embarcarla en dicho río por haberse remitido la persona que en aquel año tenía a su cargo por la compra y ajuste las maderas el pagar dichos diezmos a la lengua del agua y quererle satisfacer en el monte donde se hacía la corta. Y es así que habiéndose hecho las //51v/ próximas y solicitando importe a don Francisco Martínez Hermosa, que cuidaba del transporte y conducción de dicha madera, que pagase dicho diezmo no lo pudo lograr en ninguna forma aunque para ello se acudió al vicario eclesiástico de dicha villa excusándose dicho don Francisco en el pretexto de que dicha madera se destinaba para la fábrica de tabaco de dicha ciudad de Sevilla y habiendo fallecido el referido y sucediole en dicho empleo don Gregorio de Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 93 la Cruz. Y hecho en marzo próximo pasado otro embarco de madera por dicho río volviendo mi parte a solicitar judicialmente se le pagasen los diezmos que se están debiendo de dichos embarcos. Por dicho don Gregorio se respondió que el vicario no debía conocer de esta dependencia por cuanto el conocimiento sobre la madera de los montes de la dicha villa que se corta y conduce para las nuevas reales fábricas de //52r/ tabaco que se están construyendo extramuros de dicha ciudad al sitio de la Puerta de Jerez, está cometido por su majestad a don Sebastián Caballero, administrador general y superintendente de la renta y reales fábricas del tabaco de dicha ciudad y su reinado cuyo subdelegado, es dicho don Gregorio en dicha villa y que demás de lo referido dichas maderas son libres y francas de todos los derechos por orden de su majestad. Y demás de esta respuesta, dicho don Gregorio despachó exhorto al referido vicario en veintitrés de marzo próximo pasado para que se inhibiese del conocimiento de esta dependencia insertando en él una real provisión del Real Consejo de Castilla de dieciséis de mayo de mil setecientos treinta y cinco cometiendo a dicho don Sebastián Caballero, a quien está encargada la corta //52v/ labor y conducción de la madera de dichos montes para la construcción de dicha nueva fábrica de tabaco de Sevilla, el conocimiento privativo de la corta y extinción de los daños que en dichos montes y Alcaraz con talas y quemas ocasionan los vecinos de los pueblos inmediatos. Y otra real cédula despachada por vuestra alteza en veintiocho de mayo del mismo año sobre lo mismo con inserción de las leyes capitulares de la orden a que se había de arreglar y otra real cédula de veinticuatro de diciembre del mismo año para que la madera que se conduce a dicha Real Fábrica sea libre de todo tributo real y municipal, portazgo y pasaje que sea perteneciente a la Real Hacienda o en su nombre a recaudadores o a personas particulares de forma que con ningún pretexto ni título se les pueda gravar como todo lo expresado en este pedimento más por menos consta de los //53r/ autos originales que presentó en la solemnidad debida y todas las diligencias ejecutadas con citación de dicho Gregorio de la Cruz. Y mandado por dicho vicario entregar a mi parte para acudir a vuestra alteza a pedir lo que convenga. Y respecto de que así, por ser la materia que se trata de diezmos como por tocar y pertenecer a Encomienda, no puede hacer jurisdicción alguna en dicho superintendente de fábricas ni subdelegado, ni por vuestra alteza, ni por el Consejo de Castilla, se le ha dado otra. Que sobre la corta y daños por lo que fue voluntario y extraño el exhorto despachado contra el vicario y violento querer dicho subdelegado conocer de esta dependencia demás de ser también voluntario de la exención que quiere figurar de los diezmos que se pagan y adeudan a favor de la Iglesia con la que su majestad se ha servido conceder a la madera para las dichas fábricas //53v/ de todo tributo real perteneciente a su Real Hacienda o a cuyas personas o comunidades en su nombre lo que no tiene que ser con dichos diezmos pertenecientes a la encomienda. Y que no se debe dar lugar a que defrauden con el especioso pretexto de ser para dichas reales fábricas cuando al real ánimo de su majestad solo ha sido como ha expresado en dicha real cédula, libertar de 94 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas los reales derechos que le pertenecen sin que se pueda ampliar a los diezmos ni a la jurisdicción dada a dicho juez o a otra cosa que a lo que se expresa en la comisión y mucho menos en cuanto a esta dependencia por cuyos motivos a vuestra alteza suplico se sirva de mandar despachar su real provisión mandando a que dicho don Gregorio de la Cruz o persona que esté de su parte en dicha villa de Segura se junten con la mía y ajusten y arreglen los diezmos que se han causado por la ma //54r/ dera embarcada desde febrero de mil setecientos treinta y cuatro hasta ahora por el rio de la dicha villa de Segura y corta de su montes. Y que hecha la liquidación pague el dicho don Gregorio su importe y que, ni haciendo uno u otro dentro de un breve término, se embarguen cualesquier maderas que tenga cortadas y no se le permita que las extraiga ni embarque, ni otras algunas hasta satisfacer los diezmos causados que está debiendo y los que se causaren con las demás providencias que sean más del agrado que de vuestra alteza sobre que hago el pedimento que más útil y necesario sea con el de justicia que pido costas y para ello etcétera. Licenciado don Antonio García de Galdiano. Pedro Dávila y Camargo. Y en vista de dicha petición y de los autos que con ella se presentaron y de lo que en su razón se dijo por el caballero procurador general de la Orden //54v/ de Santiago, y el que hacía oficio de nuestro fiscal, por auto proveído por los del dicho nuestro consejo en cinco de julio del referido año próximo pasado, se mando despachar y con efecto se despacho nuestra real carta y provisión en nueve de él para que el dicho don Sebastián Caballero pagase a la parte del referido don Diego de Sayas los diezmos de la madera que pretendía como pertenecientes a dicha encomienda y que si razón hubiese para no ejecutarlo la diese en el nuestro consejo dentro de quince días, cuya provisión se le hizo saber y en su virtud ocurrió al referido nuestro consejo y presentó la petición siguiente: Petición (al margen) Muy poderoso señor, Pedro de Rueda, en nombre de don Sebastián Caballero Henríquez de Guzmán, comendador de Aguilarejo, en el Orden de Santiago, superintendente de las Reales Fábricas y renta del tabaco de la ciudad //55r/ de Sevilla y su reinado, juez capitular y privativo de ellos y de las que se están construyendo en la Puerta de Jerez, de la misma ciudad, conservador de los montes, pastos y maderas de las Sierras de Segura y Alcaraz y demás parajes de su contorno cuyo poder presento y juro ante vuestra alteza en la mejor forma que haya lugar, sin atribuirle más jurisdicción que la que por derecho le pertenezca parezco y digo: Se ha hecho saber a mi parte esta provisión de vuestra alteza su fecha nueve de julio de este año ganada a pedimento de Don Diego Felipe de Sayas, administrador general de la Encomienda de Segura, por la cual se le manda pague al susodicho los diezmos de la madera embarcada desde febrero de mil setecientos treinta y cuatro hasta ahora por el río de Segura y cortado sus montes para las nuevas reales fábricas del tabaco que se están construyendo de orden y cuenta //55v/ de su majestad extramuros de la expresada ciudad de Sevilla. Y que si causa o razón tuviese para no lo hacer la de ante vuestra alteza dentro de quince días y cumplien- Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 95 do con esta segunda parte respecto de que la mía no tiene facultad para hacer dicho pago sin expresa orden de su majestad participada por la misma vía porque se le confió la jurisdicción que se presenta. En cuyo nombre hace esta oposición siendo solo un ministro con título de juez privativo y conservador de dichas reales fábricas y de los montes, pastos y maderas de las sierras de Segura, Alcaraz y sus contornos para cuya nueva construcción se ha hecho la corta de la embarcada y existente a la lengua del agua de que pide el diezmo dicho administrador de la encomienda estándole cometido el peculiar y privativo conocimiento de todas las causas que en esta razón se ofrecieron así, por //56r/ su majestad. Como por Real Provisión del Consejo de Castilla de dieciséis de mayo del año pasado de mil setecientos treinta y cinco además de ser libres las maderas y demás materiales destinados para dichas reales fábricas y francas de todos derechos en fuerza de orden y declaración de su majestad su fecha en San Ildefonso a nueve de agosto del año pasado de mil setecientos treinta y cuatro dirigida por el excelentísimo señor don José Patiño a don Manuel de Torres, alcalde de los Reales Alcázares de Sevilla, por la que se sirvió mandar no se exigiese el diezmo de los materiales que se emplean en dichas nuevas fábricas y otros cualesquier derechos de que enteramente han de ser libres mediante lo extraordinario y privilegiado de la obra previniéndose lo mismo por otra Real Cédula de veinticuatro de diciembre de dicho año de mil //57r/ que no se concede y si su majestad a quien debiera acudir el administrador de la Encomienda, ni su titulo le permite la ejecución de lo que se le manda por vuestra alteza por ser un mero ejecutor de las reales órdenes en que literalmente se le prohíbe la paga de todo derecho o gravamen de dichos materiales estando por lo respectivo a su empleo con los caudales de su cargo sujeto solo a la superioridad y tribunales por donde se le cometió y a quien de uno y otro es responsable. Por tanto a vuestra alteza suplico haya por presentado el poder y en su vista y de los demás autos abstenerse hablando con la judicial modestia del conocimiento de esta causa mandando recoger dicha real provisión y que no se use de ella y que la parte de la encomienda dirija su acción donde y como le convenga y a lo menos cuando a lo referido por ahora lugar no hallase ha de servir vuestra alteza hacerme por opues //57v/ to y mandar se me entreguen los autos para pedir y alegar lo que al derecho de su majestad convenga y que en el ínterin no le corra ni pare perjuicio a mi parte que así es justicia que pido costas y juro etcétera. Y presento así mismo copia de dicha real provisión notificada licenciado don José Lorenzo de Navas y la Torre. Pedro Ruiz Osorio. La cual dicha petición, poder y testimonio con ella presentados se mando juntar con los antecedentes, y en vista de todo, se proveyó auto por los del dicho nuestro consejo en dieciocho de agosto de dicho año próximo pasado por el cual se mando dar traslado a la parte del referido don Diego Felipe de Sayas. Presentó petición diciendo que para responder al traslado que le está dado con venia a su derecho que el dicho don Sebas // 58r/ tián Caballero presentase las órdenes y cédulas reales que en su pedimento que va inserto expresaba tener para que dicha madera 96 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas fuese libre, así de la paga del diezmo, como de otro cualesquier derecho. Y especialmente la orden de nueve de agosto del año pasado de mil setecientos y treinta y cuatro como ofrecía presentar por lo cual concluyo suplicando nos sirviésemos de mandar se notificase a la parte del referido don Sebastián Caballero presentase dentro de un breve término las dichas muestras de las reales órdenes y cédulas y que hecho se le volviesen a entregar los autos para responder en forma y en el ínterin contradecía cualquiera determinación. Cuya petición con los demás autos se pasó al dicho caballero procurador general de la Orden de Santiago quien, por su respuesta de veinte de septiembre del mismo año próximo pasado, dijo que siendo en nuestro //58v/ consejo servido podía mandarse presentasen las citadas nuestras reales cédulas y órdenes como principal fundamento que en su vista protestaba responder al traslado que le estaba dado. En cuyo estado, por parte del citado don Sebastián Caballero, se presentó petición haciendo mención de lo antecedente y diciendo que respecto de convenir a su derecho hacer presentes las órdenes y cédulas de nuestra real persona con que se hallaba para no pagar ningún derecho desde luego hacía presentación de ellas insertas en con testimonio dado por Manuel Jacinto de Sevilla, nuestro escribano, y de las Reales Fábricas y renta del tabaco de dicha ciudad de Sevilla su fecha primero de agosto del mencionado año próximo pasado del cual consta como en cierta información en que se había hecho a efecto de informar don Sebas //59r/ tián de la Cruz al nuestro Consejo de Castilla, sobre cierto informe que se le había pedido en razón de la madera que se cortaba en los montes de Segura habían depuesto los testigos que ha inmemorial tiempo a esta parte las maderas que se habían conducido y porteado a las Andalucías, no habían pagado diezmo alguno, en cuya atención concluyó suplicando nos sirviésemos haber por presentados dichos testimonios y mandar que la otra parte respondiese en forma al traslado que le estaba dado. De todo lo cual se mando dar traslado a la parte del dicho don Diego Felipe de Sayas por quien se insistió en que fuésemos servido mandar librar el despacho que tenía pedido despreciando la pretensión contraria con condenación de costas para cuyo fin dedujo varias excepciones de que se mandó dar traslado a los dicho Caballero procurador //59v/ general y al nuestro fiscal. Y por el primero dijo en su respuesta de tres de diciembre del mencionado año próximo pasado no se le ofrecía reparo para que se difiriese a la pretensión del administrador de la encomienda. Y por el dicho nuestro fiscal se dijo en su respuesta de once de enero próximo pasado que siendo el nuestro consejo servido podría manar se devolviesen los autos a vos dicho vicario para que procediese a la cobranza del diezmo de la madera contra los deudores legítimos conforme a la costumbre y derechos de la encomienda. Y habiéndose hecho relación del dicho pleito, citadas las partes en su vista por los del nuestro consejo se proveyó el auto del tenor siguiente: Auto (al margen) Devuélvanse estos autos y conocimiento al vicario y juez eclesiástico de la villa de //60r/ Segura de la Sierra para que oiga las partes en justicia en razón de las pretensiones deducidas en ellos obrando conforme a derecho. Madrid y enero veintiséis de mil setecientos treinta y siete. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 97 Y para su ejecución y cumplimiento fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón y nos lo tuvimos por bien. Por lo cual os mandamos que hago como la recibáis o con ella seáis requerido por parte del dicho don Diego de Sayas, veréis el auto de los del dicho nuestro consejo de veinte y seis del citado mes de enero próximo pasado que suso en esta dicha nuestra carta va incorporado y le guardéis cumpláis y ejecutéis en todo y por todo según y de la manera que en el se contiene y declara sin contravención alguna para cuyo fin os devolvemos el conocimiento del dicho pleito y autos originales que acompañaren //60v/ esta nuestra carta compuestos de cuarenta y dos folios útiles. Que así es nuestra voluntad y no hagáis lo contrario pena de la nuestra merced y de cincuenta ducados de oro para obras pías si la cual mandamos a cualquier escribano o notario os la notifique y de testimonio de ello. Dada en Madrid a cuatro de febrero de mil setecientos treinta y siete. Don Cristóbal de Corral y Idiáquez. Don Cayo Prieto Laso de la Vega. Don Pedro Rosales y Medrano. Don Cristóbal Dellonsorui y Castelui. Yo don Mariano Barreda Bermúdez. Escribano de Cámara del Rey nuestro señor, la hice escribir por su mandado con acuerdo de los de su Consejo de las Órdenes. Registrada. Don Juan de Ortega. Chanciller de don Juan de Ortega. Doc. 4. A.P.S.S, Caja 122, fol. 96v-97r. Uclés 31-VIII-1667. Información sobre el diezmo de la madera contenida en el libro becerro de la Encomienda. […] El diezmo de la madera que se embarca por el Guadalimar y Guadalquivir para Andalucía. Las cuales dichas partidas están escritas en el dicho Libro Becerro desde la hoja veinte y siete de él hasta la hoja setenta y seis inclusas en todo y parte. Y en ellas hay tres blancas //97r/ entre las rentas de la Mesa Maestral y las Encomiendas y otra hoja blanca que es la treinta y una. Y van escritas y verdaderas y bien y fielmente sacadas como consta del dicho Libro Becerro, a que en todo me remito, Y para que de ello conste, de pedimento del Licenciado Simón Gallego, del hábito de Santiago, canónigo de este dicho convento de Uclés, y administrador de las rentas del Partido de Montiel di el presente en el Convento de Santiago de Uclés en treinta y un días del mes de agosto de mil seiscientos y sesenta y siete años. Y en fe de ello lo signé y firmé en veintiocho hojas, las dos del sello segundo y lo demás de papel común. En testimonio de verdad. Francisco Sánchez Valbacil […]. 98 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Doc. 5. A.P.P.S.S. Caja 122, fol. 97v-106v. Villanueva de los Infantes. 1737-III-17. Testimonio procedente del Convento de Santiago de Uclés, de las décimas de la Encomienda de Segura emitido por el contador Pedro Antonio de Busto para incorporarlo a los autos. Elaboración propia a partir de los datos obrantes en el documento. Año Importe 1631 300 dcs. Observaciones Fol. Existe pleito porque dice el arrendador que es de 1630. 97v 1632 50.490 mrs. 1632 3.910 mrs. Se indica en el pleito que es de lo tocante a Orcera. A cargo de Bernardo de Cárdenas indicando que 1637 1.200 rls. la partida de Alonso Méndez tiene escusado de la iglesia. 1637 180 rls. Madera de Orcera. No se sabe lo que importará la madera que hay en 1638 el aguadero. 1638 180 rls. Madera de Orcera. La madera que se embarca en el Guadalimar, está arrendada a Juan García Fernández y hay pleito 1639 1.400 rls. entre él y Cristóbal de Segura sobre a quien le toca pagar el diezmo. Maderas del Guadalimar arrendadas a Bernardo de 1641 1.419 rls. Cárdenas, vecino de Úbeda. 1645 1.400 rls. 1646 1.230 rls. No se arrendó pero Juan de Rubia cortó a escusa y 1655 la embarcó por lo que se le está reclamando. 1655 50 rls. Importe del diezmo de la madera cobrado en Siles. Sin actividad en el Guadalimar y Orcera y se remata 1656 50 rls. ese importe en Siles. 1657 Sin actividad. 1658 Sin actividad. 1659 Sin actividad. 1660 Sin actividad. 1661 Sin actividad. Sin actividad excepto en Siles donde se remata ese 1663 40 rls. importe en Siles. 1664 Sin actividad. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 98r 98r 98r 98v 98v 98v 98v 99r 99r 99v 99v 99v 100r 100r 100v 100v 100v 101r 101r 101v 99 Año 1665 1666 1667 1668 1669 1670 1671 1672 1673 1674 1675 1676 1677 1678 1679 1680 1681 1682 1683 1684 1685 1686 1687 1688 1689 1690 1691 1692 1693 1694 1696 1696 1698 1699 1700 100 Importe Observaciones 900 rls. 700 rls. 500 rls. 800 rls. Sin actividad. 640 rls. 100 rls. 100 rls. Sin actividad. Sin actividad. Sin actividad. Sin actividad. Rematados en Siles. Sin actividad. Sin actividad. Rematados en Siles. Sin actividad. Sin actividad. 500 rls. 200 rls. Sin actividad. Sin actividad. Rematados en Siles. Sin actividad. 300 rls. Sin actividad. Sin actividad. Sin actividad. Sin actividad. Sin actividad. 240 rls. 240 rls. 90 rls. Sin actividad. Sin actividad. Rematados en Siles. Rematados en el Guadalimar. Sin actividad. 480 rls. Sin actividad. Fol. 101v 102r 102r 102r 102v 102v 102v 102v 102v 102v 103r 103r 103r 103r 103r 103r 103r 103v 103v 103v 103v 103v 103v 103v 103v 103v 103v 103v 104r 104r 104r 104r 104r 104r 104r De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Año 1701 1702 1703 1704 1705 1706 1707 1708 1709 1710 1711 1712 1713 1714 1715 Importe 480 rls. Sin actividad. 500 rls. 400 rls. 400 rls. 500 rls. Sin actividad. Ese año se indica que se hace desde Beas. 500 rls. 500 rls. 500 rls. Sin actividad. 497 rls. 110 rls. 180 rls. 1716 1717 1718 1719 1720 1721 1722 1723 1724 1725 1726 1727 1728 1729 1730 1731 1732 1733 Observaciones 580 rls. 200 rls. 180 rls. 480 rls. 120 rls. 550 rls. 550 rls. 500 rls. 500 rls. 550 rls. 550 rls. 500 rls. 500 rls. 500 rls. 500 rls. 169 rls. Fol. 104r 104r 104v 104v 104v 104v 104v 104v 104v 104v 104v 105r 105r 105r 105r No se cobra el diezmo porque se hizo el aguadero 105r en el término de Villaverde. 105r 105r 105v 105v Sin actividad. 105v 105v 105v 105v No se habían cobrado aun. 105v 106r 106r 106r 106r 106r 106r 106r 106v Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 101 Año 1734 1735 Importe Observaciones Fol. Se indica que el diezmo está en litigio porque solo se embarcó la destinada a las fábricas de tabaco de 106v Sevilla. Se indica lo mismo que en 1734 añadiendo que 106v tampoco se pagó la de 1733. Notas: 1. Se hacen aguaderos de madera en tres puntos: en el río Guadalimar, en Orcera y Siles. Se indica una sola vez que se hace desde Villaverde y Beas. 2. Salvo indicación de lo contrario, los importes corresponden a la madera embarcada en el río Guadalimar. 3. Las cantidades están expresadas en reales salvo un apunte que se hace en ducados. El ducado equivalía a 11 reales y un maravedí o a 375 maravedíes. 1 real equivalía a 34 maravedíes. Doc. 6. A.P.S.S. Caja 122, fol. 167v-169r. Segura de la Sierra. 1745-VIII-31. Borrador de los libros de cuentas del Real Negociado de Maderas mostrados por Gregorio de la Cruz y Tirado. […] Primeramente por el borrador de la cuenta dada de las maderas embarcadas en el año de treinta y ocho, carretadas en el treinta y seis y treinta y siente; cortadas en ellos o inclusas diferentes partidas de rezagos que habían que //168r/ dado en los años de treinta y cuatro, y treinta y cinco. Consta sumar todas las partidas labradas y dichos rezagos tres mil ciento y cincuenta y siete cargos, seis varas y una cuarta. 3.157,6 ¼. Ytem consta por dicho borrador haberse cortado y embarcado hasta dicho año de treinta y ocho quinientos sesenta y dos palos para arboladuras de navíos y bajeles, cuyos géneros y calibres no constan por dicho borrador y solo si se remite para su justificación a los libros, relaciones y planes que acompañan a la original que presentó en dicha contaduría, su fecha en Sevilla en cuatro de diciembre del año de treinta y ocho. 562. Por un extracto en un pliego agujereado, consta que en el año de treinta y nueve y principio del cuarenta se cortaron en los montes de Beas y carretearon a dicho río quinientos ochenta y tres cargos, una cuarta y dos tercias de madera labrada la que expresó dicho señor don Gregorio //168v/ haberse embarcado en dicho año de cuarenta y no otra alguna. 583, 1/4 1/3. Ytem por dos borradores de las cuentas originales dadas en dicha contaduría en dieciséis de noviembre del año cuarenta hasta fin de abril de cuarenta y dos y primero de mayo de este hasta fin de agosto de cuarenta y tres, y por un resumen o sumario de ellas consta haberse cortado en los años de cuarenta y uno, cuarenta y dos y embarcado en el de cuarenta y tres, mil ciento cuarenta y cinco cargos, y tres cuartas de madera labrada. 1.145 ¾ . 102 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Por el libro y cuaderno original de cuenta y recibo de las maderas entregadas por los carreteros en la margen del dicho rio en el año pasado de cuarenta y cuatro cortadas y carreteadas en él y embarcadas en el presente consta haber sido mil novecientos ochenta y siete cargos, tres cuartas, y cuatro quintos y dos sextos de madera en esta forma: mil seiscientos noventa y seis cargos y cuatro quintos de //169r/ madera ródena labrada: ochenta y un cargo de salgareña y doscientos diez cargos, tres cuartas y dos sextos de rollizos. Las cuales dichas partidas componen los referidos cargos por mayor. 1.987 2/4 4/5 2/6 […]. Doc. 7. A.P.S.S. Caja 122, fol. 224v- 229r. Segura de la Sierra. 1540-VI-26. Copia de la denuncia de la villa de Segura de la Sierra a la Encomienda ante la Real Chancillería de Granada por los diversos impuestos y derechos que cobraba a los vecinos. […] Francisco Javier Román, escribano por el Rey nuestro señor público del número y cabildo de esta villa de Segura de la Sierra: Certifico y doy fe a los señores que el presente vieren como habiendo reconocido el libro de privilegios, cédulas reales y provisiones que tiene esta villa, hecho en virtud de lo mandado por los señores Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, con cuya cédula empieza, que por las diligencias antecedentes //225r/ consta haberse sacado del archivo de esta villa con la acostumbrada solemnidad y puestose en mi poder para efecto de dar el presente. Resulta y parece copia desde el folio noventa y tres vuelta del dicho libro hasta el ciento treinta y dos una ejecutoria de su majestad y señores de su Real Chancillería de la ciudad de Granada su fecha en ella a veintidós días del mes julio de mil quinientos cincuenta y dos años firmada de alguno de los señores de dicha Real Chancillería y refrendada de Francisco Gumel, escribano de cámara de ella, sobre el pleito que la parte de esta villa siguió en la expresada Real Chancillería con la Encomienda de esta dicha villa. Don Pedro Portocarrero, marqués de Villanueva, su comendador; Juan Pérez de Zambrano, alcaide del castillo y fortaleza de esta dicha villa y la Órden del Santiago que se mostró parte en dicho pleito sobre nuevas imposiciones, estancos, diezmos y propiedad de dehesas. Una copia se halla autorizada por Diego Serrano, escribano //225v/ del cabildo de esta villa, que se refiere al original que se halla en dicho cabildo con quien fue concertada en primero día del mes de agosto de mil quinientos ochenta y dos. Y parece por dicha (ejecutoria al margen) ejecutoria copiada en el expresado libro que la parte de esta villa en veintiséis de junio del año pasado de mil quinientos y cuarenta puso (demanda al margen) demanda en dicha Real Chancillería a don Pedro Portocarrero, marqués de Villanueva, comendador de la Encomienda de esta villa y a Juan Pérez de Zambrano, alcaide de la fortaleza de esta dicha villa, quejándose de que los susodichos, contra leyes y pragmáticas y en perjuicio de las libertades y franquezas de esta dicha villa y sus aldeas, habían puesto y pretendían llevar muchos estancos e imposiciones especialmente a esta dicha (montazgo al Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 103 margen) montazgo de todos los ganados que entraban a herbajar los términos de ella por el dicho herbaje. El dicho comendador llevaba injustamente la mitad y dos reses más contra la voluntad de esta dicha villa diciendo que las dos reses le perte //226r/ necían de hato y mesta y la mitad del dicho montazgo se lo llevaban sin tener título, ni debía llevarlo por ser la sierra y términos donde se hacía el dicho herbaje propiedad de esta villa. Quinto de los ganados (al margen). Y porque igualmente se tenía apropiado para sí dicho comendador la mitad del quinto de los ganados que se quintaban en el término de la dicha villa no pudiendo llevar parte alguna del aprovechamiento de las dichas penas por ser los términos y aprovechamientos de esta dicha villa que le pertenecían por ley y por el fuero a que estaba poblada y no de los comendadores. Salinas de Hornos (al margen). Y porque siendo de esta dicha los términos fuentes salinas, minas y aguas con todos sus aprovechamientos le tenía dicho comendador ocupadas las salinas que tenía junto a lugar de Hornos que le pertenecían por justos y derechos títulos. Dehesas (al margen). Y porque así mismo tenía ocupados dicho comendador tres dehesas propias de esta villa sitas en su término que llaman Bujaraiza, Peñolite y Salfaraz aprovechándose de ellas dicho comendador y pertene //226v/ neciendo a esta villa por justos y derechos títulos. Derecho de sal al (margen). Y porque por nueva imposición llevaba dicho comendador de cada hato de ganado que entraba a herbajar en la sierra y términos por un derecho que llamaba «saluna res» escogida. Castillería (al margen). Y porque así mismo en gran perjuicio de los vecinos de dicha villa tenía una imposición contra los herbajeros y que pasaban y sacaban ganados por los términos de esta dicha villa que cada año o pegujar que se traía a herbajar y pasaba por ellos tomaba otra res escogida por lo que llamaba castillería haciéndosela pagar a los vecinos de esta dicha villa y su tierra por donde quería que iban con sus ganados diciendo que pues la llevaban en Segura que se habían de llevar ellos. Conducción de los diezmos a tercia (al margen). Y porque así mismo tenía impuesta otra imposición de hacer traer a los labradores a su costa a la tercia todos los diezmos de pan que cogían de cualesquier parte que fuese así en la sierra como en la villa habiendo labradores en la dicha sierra que estaban apartados de algunos de los dichos //227r/ lugares diez o doce leguas de que nacía ser tanta la costa como el valor del diezmo usándose lo contrario en la comarca. Diezmo de madera artesas y pez (al margen). Y porque siendo como eran comunes para todos los vecinos es de la dicha villa los pinos que naturalmente se crían en la sierra y términos de ella cuando los cortan algunos de ellos les hacen pagar el diezmo de ellos y de las artesas y maderas y pez que de ellos se hacen después de los tener labrados y se los hacen llevar y pagar en el río donde se han de aguar los dichos pinos siendo doblada la costa de los llevar que no el valor de 104 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ellos en el donde se cortan y labran no se debiendo diezmo de ellos. Y porque así mismo cobraba diezmo de las artesas y sillas y de las otras maderas y pez que de los dichos pinos se hacen todo en perjuicio de los vecinos de esta dicha villa que labraban dichas maderas de lo que por nueva imposición de que no debían pagar cosa alguna recibían mucho daño. Leña para la fortaleza (al margen). Y porque así mismo sin lo poder hacer llevaba //227v/ dicho comendador de cada uno de los concejos y de los lugares y aldeas de la jurisdicción de esta dicha villa en cada un año cierta cantidad de maravedís, socolor de leña que decían se llevaba a la fortaleza de esta dicha villa en tiempo de guerra no la debiendo llevar especialmente habiendo ya cesado la causa. Presente y yantar (al margen). Y porque así mismo por imposición llevaba dicho comendador a cada uno de los dichos concejos socolor de un presente y yanta mil quinientos maravedís y cierta porción de carneros y gallinas no lo pudiendo hacer. Martiniega (al margen). Y porque así mismo por imposición llevaban a algunos de dichos concejos un derecho que llamaban martiniega. Hornos de pan cocer (al margen). Y porque así mismo el dicho comendador y su alcaide tenían puesto otro estanco y defendían a los concejos y vecinos particulares de la dicha villa y lugares de su tierra que no hiciesen hornos de pan cocer y les hacían ir a cocer a los de dicho comendador con gran daño y perjuicio a los dichos vecinos. Portazgo y veintena (al margen). Y porque así mismo se había //228r/ impuesto en esa dicha encomienda un derecho que llaman portazgo y otro que decían veintena y lo llevaban y arrendaban sin título ni poderlo hacer ni llevar. Rediezmo (al margen). Y porque igualmente sin título ni razón sino por nuevo impuesto, llevaba dicho comendador un rediezmo de las tierras que se arrendaban de manera que después de haber pagado el arrendador diezmo de lo que coge en ellas se le llevaba otro sin deber más que uno. Diezmo de las soldadas de los mozos (al margen). Y porque así mismo por nueva imposición llevaba el referido comendador diezmo de las soldadas que ganaban los mozos. Arrelde de las carnes (al margen). Y porque así mismo por imposición nueva llevaba el referido comendador de cada buey o vaca u otra res vacuna que se pesaba en la carnicería de cualquier vecino un arrelde136 sin pagar por ello maravedís algunos. Llevando así mismo otro arrelde de cualesquier res de monte que se vendía en esta dicha villa. Derechos de contaduría (al margen). Y por que igualmente de quin //228v/ ce años a aquella parte el referido comendador en sus factores por nueva imposi- 136 El arrelde era un peso equivalente a cuatro libras. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 105 ción habían llevado y llevaban a los que arrendaban rentas de dicha encomienda de derechos de la contaduría que eran treinta y seis al millar. Así del cuerpo de toda renta como de los prometidos que ganaban estando de costumbre que los comendadores en sus factores pagasen los derechos de las posturas, pujas y pregones, remates y otros autos que hacían sobre dichas rentas, lo cual ahora hacían pagar a los vecinos que las arrendaban. Diezmo de los corderos y lanas (al margen). Y porque así mismo por imposición llevaban diezmo de los corderos, lanas y otras cosas que se habían diezmado en las dehesas donde iban fuera de la orden y de otras cosas diezmadas no se debía más de un diezmo. Y demás de lo referido el dicho comendador, sus alcaldes y factores tenían puestos otros muchos estancos e imposiciones que llevaban y cobraban como se de //229r/ mostraría en la prosecución de la causa y no obstante que habían sido requeridos no usaban de lo referido y restituyesen a esta villa lo que así le tenían tomado y usurpado […]. Doc. 8. A.P.S.S. Caja 122, fol. 274r-275r. Segura, 1747-IX-22. Sentencia del juez eclesiástico de Segura en la que se falla a favor de la Encomienda. […] Fallamos atento a los autos que la parte de dicha encomienda probó bien y cumplidamente su intención y demanda de diezmos según y como probar le convino. Declaramos por bien probada y de haber estado en la quieta y pacífica posesión de cobrarlo a la orilla de dichos ríos de tiempo inmemorial a esta parte de las maderas que se han embarcado en ellos para el Andalucía y cortado en los montes de esta jurisdicción. Y que por la de la Real Hacienda y dicho juez subdelegado en su nombre no se probaron sus excepciones y defensas según y como probar le convinieron. Dámosla por no justificadas en cuya consecuencia declaramos tocar y pertenecer en propiedad el diezmo de dichas maderas cortadas en dichos montes y em //274v/ barcadas por los expresados ríos a la parte de dicha Encomienda y a las orillas de ellos en especie de la diezma parte. Y mandamos lo cobre y recaude de los diezmos causados desde dicho citado años de setecientos treinta y tres hasta de presente por parte de dicha Real Hacienda, a quien desde luego condenamos a ello en especie de maravedís según el costo que hubiera tenido cada cargo hasta las orillas de dichos ríos. De no existir dichas maderas y haber usado de ellas la parte de dicha Real Hacienda sobre cuya liquidación de cargos y sus precios (mediante la confusión que sobre lo uno y otro aparece de estos autos le reservamos su derecho a salvo a los interesados en dichos diezmos) y mandamos que en adelante se cobre y recaude en la misma forma de las maderas que se cortaren y embarcaren en dichos montes y ríos así por parte de la misma Real Hacienda, como por otra persona y por esta nuestra sentencia definitivamente juzgado y administrado justicia así los pronunciamos //275r/ declaramos y mandamos sin costas. Licenciado don Ignacio José de Guzmán […]. 106 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Doc. 9. A.P.S.S. Caja 122, fol. 327r-328r. Madrid. 1753-IX-20. Sentencia del Tribunal de la Nunciatura confirmando la sentencia del vicario y la del Consejo de Órdenes. […] En el pleito y causa que ante nos ha pendido y pende en tercera instancia en virtud de rescripto y comisión de su Santidad, entre partes de la una el serenísimo señor infante cardenal arzobispo de Toledo, como comendador de la Encomienda de Segura de la Sierra de la Orden de Santiago, y en su nombre como su apoderado principal don Sebastián Fernández de Hélices caballero del mismo Orden de Santiago del Consejo de Su Majestad en el Real de Hacienda; y de la otra la misma Real Hacienda y don Gregorio de la Cruz Tirado, como juez subdelegado para la conservación de los montes y Reales Fábricas, sobre el diezmo de los pinos y cargos de madera que se han //327v/ cortado de cuenta de la referida Real Hacienda en los montes de la jurisdicción de la nominada encomienda de Segura de la Sierra desde el año de mil setecientos treinta y tres en adelante y demás deducido en los autos vistos etcétera. «Christi nomine invocatio». Fallamos atento a los autos y méritos del proceso (a que nos referimos) que debemos confirmar y confirmamos la sentencia definitiva en este pleito y causa dada en segunda instancia por los señores del Real Consejo de las Órdenes, su pronunciación en trece de octubre del año de mil setecientos y cuarenta y nueve por la que confirmaron la dada en primera instancia por el licenciado don Ignacio José de Guzmán, vicario y visitador de la referida villa de Segura de la Sierra y su partido, //328r/ su pronunciación en veintidós de septiembre del año de mil setecientos cuarenta y siete en todo y por todo según como en la citada sentencia de los señores del Real Consejo de las Órdenes se contiene. Y atento que con esta nuestra sentencia y las dos referidas hay tres determinaciones conformes. Mandamos que de ellas se de y despache a favor de su alteza y de sus apoderados carta ejecutoria para que se lleven a pura y debida ejecución con efecto. Y por esta nuestra sentencia definitiva juzgando así lo pronunciamos, mandamos y firmamos en estos escritos y por ellos. Licenciado don Francisco de Huelva Juez Apostólico […]. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 107 Lámina 1.–A.P.S.S. Caja 122. Fol. 105r. Página del pleito en la que se puede ver la remisión de información sobre la explotación de madera entre 1712 a 1718 por parte de la Encomienda de Segura de la Sierra. 108 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Lámina 2.–A.P.S.S. Caja 122. Fol.118r. Fragmento del proceso en el que se designan los apoderados para cuantificar la madera del aguadero con vistas a practicar el embargo correspondiente al diezmo. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 109 Lámina 3.–Esquema de desarrollo del pleito en primera instancia. Elaboración propia. 110 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Lámina 4.–Esquema del pleito en segunda y tercera instancia. Elaboración propia. Problemas en torno al establecimiento del Real Negociado de Maderas en la Encomienda... Sergio Rodríguez Tauste 111 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas de Segura para el arsenal de la Carraca (1737-1752) Ana Rita Trindade Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1. INTRODUCCIÓN El papel de Segura de la Sierra en el suministro de maderas para la Armada Española en el siglo XVIII se ha convertido en un tema clásico entre los historiadores del tema, una vez que esta Provincia Marítima fue una las principales regiones proveedoras de pino para la construcción de buques, edificios y otras estructuras de los arsenales. La historiografía de las últimas décadas ha aportado nuevos datos para el conocimiento del aprovechamiento de sus bosques por parte de los Departamentos Marítimos de Cádiz y Cartagena en el siglo XVIII. Aspectos como la administración y organización de este suministro, los sistemas de cortas y de transporte han sido estudiados por autores como José Patricio Merino Navarro1, Emilio de la Cruz Aguilar2, Eduardo Araque 1 MERINO NAVARRO, José. P., “La Marina en los Montes de Segura (1734-1820)”, en Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Moderna. Siglo XVIII. Córdoba. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Vol. II, 1978, pp. 33-40; MERINO NAVARRO, José P., La Armada Española en el Siglo XVIII, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1981. CRUZ AGUILAR, Emilio de la, “La provincia marítima de Segura de la Sierra”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, Nº 107, 1981, pp. 51-82; CRUZ AGUILAR, Emilio de la, “El Negociado de Maderas de Segura en Sevilla”, Historia, Instituciones y Documentos, 14 (1987), pp. 5182; CRUZ AGUILAR, Emilio de la, La destrucción de los montes (Claves histórico-jurídicas), Madrid, Publicaciones de la Universidad Complutense, 1994. 2 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 113 Jiménez3, María Teresa Pérez-Crespo4, José Quintero González5, Vicente Ruiz García6, Sergio Rodríguez Tauste7, María Amparo López Arandia8. Entre la documentación trabajada por estos autores, encontramos los fondos de la Secretaría de Hacienda9 y de Secretaría de Marina10 del Archivo General de Simancas11, o de esta misma Secretaría de Marina en el Archivo General de Marina Álvaro de Bazán, así como las colecciones del Museo Naval de Madrid. La contribución del fondo de la Secretaría de Marina para el estudio del tema proviene de las secciones de Arsenales y Montes y sus Incidencias, que incluyen una vasta colección de documentos resultantes de la gestión de la logística del suministro de la madera de diversas orígenes, como los montes de Segura. En la Secretaría de Hacienda ha sido investigada la sección del Real Nego- ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, Los montes públicos en la Sierra de Segura. Siglos XIX y XX, Universidad Granada, Granada, 1990. 3 PÉREZ-CRESPO MUÑOZ, María T., El arsenal de Cartagena en el siglo XVIII, Madrid, Editorial Naval, 1992. 4 QUINTERO GONZÁLEZ, José, La Carraca: el primer arsenal ilustrado español (1717-1776), Madrid, Ministerio de Defensa, Instituto de Historia Naval, 2004. 5 6 RUIZ GARCÍA, Vicente, De Segura a Trafalgar, El Olivo, 2010. RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, “La Provincia Marítima de Segura de la Sierra. Siglos XVIIIXIX”, en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo y GARCÍA, Egidio M. (ed.), Aprovechamientos madereros en los Montes Jiennenses (siglos XVIII-XIX), Universidad de Jaén, 2013, pp. 79-123. 7 LÓPEZ ARANDIA, María A., “El mar en el interior. La provincia marítima de Segura de la Sierra”, en DUBRET, Isidro y SOBRADO CORREA, Hortensio (ed.), El mar en los siglos modernos. Santiago de Compostela. Xunta de Galicia. Vol. I, 2009, pp. 436-450; LÓPEZ ARANDIA, María A., “Maderas del Rey. Aprovechamientos madereros en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra” en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo y GARCÍA, Egidio M. (ed.), Aprovechamientos madereros en los Montes Jiennenses (siglos XVIII-XIX), Universidad de Jaén, 2013, pp. 13-78; LOPES ARANDIA, María A., “From the forest to the dockyard. The Maritime Provinces and the Provision of Wood in Spain during the 18th Century”, en LE MAO, Caroline y MEYZIE, Philippe (ed.), L’approvisionnement des villes portuaires en Europe du XVIe siècle à nos jours, Presses de l’université de Paris-Sorbonne, 2015; LÓPEZ ARANDIA, María A., “Maderas para el Real Servicio y el bien común. Aprovechamientos forestales en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra (ss. XVIIIXIX)”, en GOMES, Rosa V. y TRAPAGA MONCHET, Koldo (ed.), Árvores, barcos e Homens na Península Ibérica. Séculos XVI-XVIII, Lisboa, Instituto de Arqueologia e Paleociências, Instituto de História Contemporânea, Faculdade de Ciências Sociais e Humanas, Universidade Nova de Lisboa, 2017, pp. 25-39. 8 9 En adelante SSH. 10 En adelante SMA. 11 En adelante AGS. 114 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ciado de Maderas, criado para administrar el suministro de maderas de Segura para la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, donde pueden encontrarse documentos sobre la relación de la Marina con esta institución en lo que respecta al suministro de los Arsenales. Por esta razón, el fondo de la Fábrica de Tabacos de Sevilla del Archivo Provincial de Sevilla, es otro que integra el conjunto de fuentes documentales exploradas, así como los documentos relacionados con el Real Negociado depositados en el Archivo Provincial de Jaén12. El texto de 1811 Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y su provincia, de Martín Fernández de Navarrete13, podrá ser considerada como la primera obra de carácter historiográfico sobre los montes de Segura, una vez que contiene un resumen sobre las décadas anteriores, además de información coeva, por lo que ha sido citada como una importante fuente impresa. El presente texto busca presentar una nueva referencia documental en adicción a la lista de material de trabajo sobre este tema, en particular en lo que respecta a datos cuantitativos, precios, aspectos del transporte, corte de maderas y utilización final de esta materia prima. Se trata de la Sección de Marina del fondo del Tribunal Mayor de Cuentas14 del mismo Archivo General de Simancas, y el caso de estudio que utilizaremos como ejemplo de la contribución de este acervo es el Arsenal de la Carraca en el período de 1737-1752. Este estudio constituye parte del trabajo de investigación “Timber supply for shipbuilding in Cadiz in the early Bournon period: from regional forestry to importations (17171759)” desarrollado por la autora en el marco del proyecto internacional ForSEAdiscovery – Forest Resources for Iberian Empires: Ecology and Globalization in the Age of Discovery (Marie Curie Actions ITN – grant agreement PITN-GA-2013-607545)15. LÓPEZ PÉREZ, Elena, “Dos documentos sobre el Real Negociado de Maderas y la Provincia Marítima de Segura, conservados en el Archivo Histórico Provincial de Jaén”, Revista Andaluza de Archivos, N. 3 (2010), pp. 133-142. 12 FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín, Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y su provincia, Madrid, Imprenta de Ibarra, 1811. 13 14 En adelante TMC. La autora participó en este proyecto entre 2014 y 2017 y sigue desarrollando el mismo tema de investigación como tesis doctoral que se presentará en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. 15 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 115 2. LA DOCUMENTACIÓN DEL TRIBUNAL MAYOR DE CUENTAS Además de documentos de finales del siglo XVI y siglo XVII, esta sección contiene, sobretodo, papeles del siglo XVIII, todos procedentes de la antigua Contaduría Mayor de Cuentas, que, en 1828, pasó a denominarse Tribunal Mayor de Cuentas, y después de 1851 Tribunal de Cuentas del Reino. Organizada en 4694 legajos, esta sección encontrase clasificada por sub-secciones temáticas, como la de “Marina”, la cual, a su vez, se divide en tres grupos correspondientes a cada una de las Contadurías de los tres Departamentos Marítimos: Ferrol, Cartagena y Cádiz. La Contaduría Mayor de Cuentas era el organismo que registraba y supervisaba las operaciones financieras del Estado, tales como los pagos de servicios y compras de bienes, como era el caso del suministro de madera para la Armada16. Los documentos analizados en este trabajo corresponden a 58 libranzas constituidas cada una por dos a cuatro folios, que se encuentran distribuidas por los legajos 4087, 4092, 4096 y 4009, situadas cronológicamente entre 1736 y 175217 (cuadros 1, 2, 3). Este intervalo de tiempo se justifica por el hecho de que las maderas de Segura hubieran empezado a llegar a la Carraca apenas en 1736 y por no encontrar más documentación relacionada con aquella región después del año 1752, dentro del marco cronológico de nuestro estudio general (1717-1759). Es posible que los otros legajos de este fondo correspondientes a los años 1756-1759 contengan documentación con interés para el tema, pero estos no se han podido consultar debido a su mal estado de conservación. Estas libranzas son enviadas por la Contaduría del Departamento Marítimo de Cádiz a la Contaduría Mayor de Cuentas y constituyen órdenes de pago emitidas por el Intendente del mismo Departamento, Francisco de Varas y Valdés, dirigidas a los Tesoreros Generales de la misma Contaduría, Francisco Barrero Peláez sucedido por Juan García PLAZA BORES, Angel de la, Archivo General de Simancas. Guía del Investigador, Madrid, Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas, Subdirección General de Archivos, 1980, pp. 267, 321-326. 16 Archivo General de Simancas, Tribunal Mayor de Cuentas, Marina, Cádiz, 4087, 4092, 4096, 4109. 17 116 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Romero. Los destinatarios de las cuantías son agentes de transporte de maderas entre Sevilla y Cádiz, como patrones de embarcaciones fletadas para esta finalidad, agentes responsables por las visitaciones de montes, así como por la corta y conducción de maderas. En el caso de las entregas de madera transportada por barcos fletados, las cuantías son pagadas tras la emisión de un instrumento de conocimiento, firmado por el depositario de materiales de maderas de construcción del arsenal, Pedro Bernal, o del “Guarda Almagazen” General de pertrechos de la Armada, Simón Roco y Romero, cuando se trata de materiales para reparación y construcción de embarcaciones. A continuación analizaremos el contenido de estos documentos y su articulación con los datos conocidos a través de algunos trabajos historiográficos citados, así como con otros documentos procedentes de las secciones de Arsenales y Montes y sus Incidencias de la Secretaría de Marina, así como de la sección del Real Negociado de Maderas, de la Secretaría de Hacienda, todos depositados en el Archivo General de Simancas. 3. EL SUMINISTRO DE MADERA DE PINO DE SEGURA AL ARSENAL DE LA CARRACA EN LA ÉPOCA DE LOS PRIMEROS BORBONES Tras una larga tradición de aprovechamiento maderero que se remonta a la Edad Media, a partir de 1733 los bosques de Segura empezaron a sufrir una explotación intensiva por parte de la Corona, impulsada por la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Con el objetivo de gestionar el suministro de estas maderas, fue creado, en el mismo año, el Real Negociado de Maderas, un organismo dependiente de la Superintendencia de Tabacos y, a su, vez, de la Secretaría de Hacienda, que, hasta 1748, ha servido de intermediario en el acceso de la Marina a la Madera de Segura. Con el avanzar de las obras de construcción del Arsenal y el intensificar de actividad de construcción y reparación de embarcaciones, la Marina pronto codició los pinos de Segura, en particular el pino blanco y rodeno aplicado en la fabricación de tablas y vigas, en un contexto de constante escasez de esta materia prima. Con la incorporación del territorio de Segura de la Sierra en el Departamento de Cádiz como Provincia Marítima, en 1748, tras la Real La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 117 Ordenanza de Montes y Plantíos, los pinares pasaron a ser explotados bajo la jurisdicción de la Marina por comisión directa. Ente 1750 y 1761, José Gutiérrez de Rubalcaba fue el ministro responsable por la gestión, en el terreno, del suministro de madera de Segura para la Armada. Sus funciones cesaron en el decurso de un expediente abierto por Ramón Larumbe, superintendente del Real Negociado, debido a irregularidades diversas en la acción del comisionario José Gutiérrez de Rubalcaba, que, entre otros delitos, hubiera desviado maderas para venta a particulares, carretería, además de servicios de funcionarios. Hasta 1764, la Marina y el Real Negociado explotaron anualmente los bosques de Segura de forma alternada. Las campañas de visitas y de cortas fueron emprendidas desde los Arsenales de Cádiz y Cartagena que dividieron el territorio entre ambas. Tocaría a Cádiz la vertiente Atlántica de la Sierra, conectada a Sevilla por los ríos Madera, Trujala, Guadalimar y Guadalquivir. Cartagena explotó la vertiente Mediterránea, de donde llegaba la madera por flotación a través del río Segura. Estos dos Arsenales no fueron los únicos a beneficiar de la madera de Segura, ya que reenviaban parte del material almacenado al Departamento de Ferrol18. El primer conjunto de maderas (o “pinada”) llega a Sevilla en el año de 1734, contabilizándose en ocho mil troncos de árbol19, quedando almacenada para la construcción de la Real Fábrica y para la venta a terceros. Desde por lo menos 1732, el Arsenal de la Carraca, cuyas obras de construcción todavía seguían20, había manifestado interés en las maderas de Segura, llegando a organizar visitas a sus montes en ese año, y los dos CRUZ AGUILAR, Emilio de la, “La provincia marítima de Segura de la Sierra”, pp. 51-82; CRUZ AGUILAR, Emilio de la, “El Negociado de Maderas de Segura en Sevilla”, pp. 225-235; MERINO NAVARRO, José P., La Armada Española en el Siglo XVIII, op .ct, pp. 199; LÓPEZ ARANDIA, María Amparo, “Maderas del Rey. Aprovechamientos Madereros en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra”, op. cit.; LÓPEZ ARANDIA, María A., “Maderas para el Real Servicio y el bien común. Aprovechamientos forestales en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra (ss. XVIIIXIX)”, op. cit.; QUINTERO GONZÁLEZ, José, La Carraca: el primer arsenal ilustrado español, op. cit., pp. 417, 437, 440; RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, “La Provincia Marítima de Segura de la Sierra. Siglos XVIII-XIX”, op. cit. 18 LÓPEZ ARANDIA, María Amparo, “Maderas del Rey. Aprovechamientos Madereros en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra”, op. cit., p. 42; RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, “La Provincia Marítima de Segura de la Sierra. Siglos XVIII-XIX”, op. cit., p. 85 19 QUINTERO GONZÁLEZ, José, La Carraca: el primer arsenal ilustrado español, op. cit., pp. 114-123. 20 118 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas siguientes.21 La correspondencia entre Rodrigo de Torres y Morales, jefe del Departamento de Cádiz, y el Secretario de Estado José Patiño, y entre este y Sebastián Caballero, administrador de la Real Fábrica de Tabaco, en septiembre de 1736, habla de la necesidad de pino para arboladura, tablas y tablones para construcción y reparación de embarcaciones, así como de vigas, tirantes y abarcones para las obras de construcción del arsenal22. Los pinos de Segura y de Cataluña serían una posibilidad a considerar en el intento de reducir la dependencia de esta madera procedente del Norte de Europa: “me aseguran los Prácticos de aquellos montes ay muchos hermosos palos para dichas Arboladuras, creyendo será fácil su conducción por el mismo Río de Sevilla como lo efectúan con la demás Madera y convendría mucho que V. E. diese la Orden para que se cortasen ocho o diez palos de las medidas que decimos para que remitiéndolos aquí se hiciese la experiencia de su Bondad lo que si se encontrase como dicen, sería de un gran beneficio excusándonos viniesen del Norte”23. Entre la documentación del Tribunal Mayor de Cuentas podrá existir evidencia de las entregas de maderas provenientes de Segura entre los años de 1736 y 1737. Aunque no exista mención expresa a la región de Segura, creemos que se puede tratar de material de esta procedencia, una vez que, en este período, no encontramos en el conjunto de las fuentes de nuestro estudio, evidencias de explotación de la provincia de Sevilla cuyo embarcadero principal se situaba en la villa, como en épocas ulteriores. Se trata de 31 libranzas emitidas a favor de Pedro Faraude y Juan de Varas, representantes de varios patrones de barcos que se encargaban del transporte de piezas de pino entre Sevilla y Cádiz, siendo responsables por todo el proceso desde el transporte por carretas desde el almacén hasta el embarcadero, y desde este hasta el depósito de mateLÓPEZ ARANDIA, María A., “Maderas para el Real Servicio y el bien común. Aprovechamientos forestales en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra (ss. XVIII-XIX)”, op. cit., p. 26; RODRÍGUEZ TAUSTE, Sergio, “La Provincia Marítima de Segura de la Sierra. Siglos XVIII-XIX”, op. cit., p. 88. 21 AGS, SMA, Arsenales, 304, Cadiz, 18 de septiembre de 1736, Maderas de Pino de los Montes de Segura; AGS, SMA, Arsenales, 304, 18 de septiembre de 1736, Sobre las Maderas de los Montes de Segura. 22 AGS, SMA, Arsenales, 304, Cádiz, 18 de septiembre de 1736, Maderas de Pino de los Montes de Segura. 23 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 119 riales para construcción del Arsenal. Desconocemos qué tipo de piezas se trataban, siendo únicamente referido que se destinaban a las obras de construcción del Arsenal de la Carraca. En total, se transportaron 6.603 piezas en 1736, y 8.824 en 1737, en un total de 15.427 unidades, que implicaron un gasto de 61.733 reales de vellón a la Armada (Cuadros 1a-1c, documentos 1-31). Esta cifra de unidades y las fechas son argumentos a favor de la hipótesis de corresponder de maderas de Segura, una vez que parece tratarse, «grosso modo», de las 15.182 piezas que el Real Negociado había vendido al Arsenal de la Carraca hasta enero de 1738 para las obras de su construcción, según correspondencia entre Francisco Gómez de Barreda, administrador de la Real Fábrica de Tabacos al Secretario de Hacienda, Mateo Pablo Díaz de Lavandero, Marqués de Torrenueva24. En una relación de material vendido por el Real Negociado al Arsenal de la Carraca de 1744, encontramos una cifra genéricamente equivalente correspondiendo a los años de 1736 y 1737: “Obras de la Carraca. En los años de 1736 y 1737 se entregaron, como consta de 54 certificaciones 15.290 piezas de madera de Segura de distintos largos y gruesos para las obras de la Carraca, cuyo valor se valuó en 1.091.219 [reales de vellón]”25. En 1738 se realizan nuevas visitas desde la Carraca para evaluar la calidad, cantidad y utilidad para la construcción naval de las maderas provenientes de Segura, por orden del Almirante General de la Armada, el Infante Felipe. En mayo, el Comisario de Guerra y Marina de Cádiz, Luís Milhau, organiza un reconocimiento a los almacenes de maderas para la Fábrica de Tabacos en Sevilla26, de que resulta un estado contabilizando 49 palos de pino para tablones, 5.366 vigas para tablones, 150 piezas para barrotes, 41 tablones y 920 tablas27. En junio, Juan de Valdés AGS, SHA, Real Negociado de Maderas, 849, Sevilla, 21 de enero de 1738, Carta de Francisco Gómez de Barreda al Marqués de Torrenueva. 24 AGS, SHA, Real Negociado de Maderas, 849, Sevilla, 29 de septiembre de 1744, Razón del Caudal procedido de la Venta de Maderas en el Real Almazen extramuros desta Ciudad, desde primero de Marzo de 1736 que se dio principio a ella hasta fin de Agosto de 1744. 25 AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 552, Carraca, 20 de mayo 1738, Carta de Francisco de Varas y Valdés a Zenon de Somodevilla. 26 AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 552, Carraca, 24 de mayo 1738, Estado de las piezas de madera de pino de los montes de Segura, útil y de buena calidad, que hoy día de la fecha existen en los Almacenes de esta ciudad y Fábrica Real del Tabaco. 27 120 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas y Castro, capitán de fragata y teniente maestranza escribe al Secretario del Consejo del Almirantazgo, el Marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla, informando de la existencia, en los mismos almacenes, de vigas, tablas y cuartones, y de una persona en Sevilla dispuesta a sacar madera directamente de los montes de Segura28. Su certificación de agosto menciona “51 piezas de vigas, también aptas para tablonería, igualmente provechosas para obras del arsenal, como cubiertos y almacenas, así como para puntales de pañoles de los navíos; una gran porción de viguetas, un crecido número de tablas costaneras para forrar navíos”29. Además de los almacenes en Sevilla, Juan Valdés y Castro emprende una visita a los montes de Segura, junto con Joseph Pinzón, maestro de arboladura, y Francisco Gener “que por espacio de dos años y medio se mantuvo en dichas sierras, y en especial en los bosques nombrados Arroyo, de Pena Rubia, Río Madera” , mencionando en el mismo documento de certificación que “en los montes, se encontraron 300 árboles para arboladura que se habían cortado según órdenes y disposiciones anteriores (…) unos redondos otros escuadrados, sembrados y esparcidos sobre las riberas o márgenes del Río Guadiamar, por cuyas aguas se conducían a las del nombrado Guadalquivir para traer hasta Sevilla”. A estos se añaden “250 árboles para piezas de menos cuenta”, siendo “conveniente mandarlos aserrar a el medio para mayor facilidad de la conducción hasta Sevilla, y de allí podrían venir en Embarcaciones de aquel Río a este Paraje, donde servirán a sacar bellísima tablonería y parte de ellos para jimelgas y palos de Arboladura menor de los bajeles” y, además, “en Sanlúcar se pueden embarcar en embarcaciones menores, como son Gabarras, Tartanas, para conducir en ellas hasta a la Carraca”30. Una vez más, el fondo del Tribunal Mayor de Cuentas contiene evidencias documentales de las visitas de 1738 identificables en tres libranzas del mismo año. La libranza de 160 reales de vellón emitida a favor de Diego Moreno, carpintero de ribera, de 24 de agosto de 1738 es AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 552, Carraca, 30 de junio 1738, Carta de Juan de Valdés y Castro a Zenon de Somodevilla. 28 AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 552, Carraca, 6 de agosto 1738, Certificación de Juan de Valdés y Castro y Juan Pinzón. 29 AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 552, Carraca, 6 de agosto 1738, Certificación de Juan de Valdés y Castro y Juan Pinzón. 30 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 121 la única que se refiere a acciones “para señalar maderas de Segura para embarcaciones, en los almacenes de la Real Fábrica de Tabacos”, no siendo posible relacionarla con ninguno de los reconocimientos referidos arriba (Cuadro 2, documento 43). Por el contrario, las dos libranzas que tienen como destinatario Juan de Valdés y Castro, están inequívocamente relacionadas con sus visitas de montes y corresponden a una orden de pago por anticipación de tres meses de servicio y una adenda posterior con la finalidad de cubrir gastos con la “manutención del proprio, su sobrino, y de un Ministro de Arboladura en viaje de reconocimiento de montes de Segura”, totalizando 7.294 reales y 33 maravedís de vellón (Cuadro 2, documento 41, 42). A lo largo de los años 1740 y 1741, la demanda de pino de Segura para aplicación en embarcaciones fue una constante motivada por la reparación del navío León. En diciembre de 1740, ante la urgencia de madera, Francisco de Varas y Valdés, intendente del Departamento de Cádiz, escribe al superintendente de la Fábrica de Tabacos, Francisco Gómez de Barreda pidiendo la remisión de 100 madres de pino. Estas son enviadas en 8 de enero de 1741, a través de las embarcaciones fletadas a Fernando de Fuente, Francisco González y Joseph Montesinos31 y constan de la misma contabilización hecha por el Real Negociado en 174432. La documentación del Tribunal Mayor de cuentas evidencia que las entregas sucederán poco después, al rededor de los días 14, 15 y 26 del mismo mes, totalizando el valor de 3.600 reales de vellón (Cuadro 1c, documentos 32-34). Para resolver el problema de la escasez de “tablonería” de roble para la Carena del navío, el intendente del Departamento de Cádiz encuentra una alternativa inmediata en las tozas de pino de Segura almacenadas en Sevilla, solicitando 150 piezas para que fuesen reducidas a tablones para cubiertas, en 25 de julio de 1741. En compensación, ordena la corta de 300 pinos en los Montes de Segura para repuesto33. Estas 150 tozas fueron vendidas por 55.882 reales y 20 AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 553, Sevilla, 8 de enero de 1741, Carta de Francisco Gómez de Barreda a Francisco de Varas y Valdés. 31 AGS, SHA, Real Negociado de Maderas, 849, Sevilla, 29 de septiembre de 1744, Razón del Caudal procedido de la Venta de Maderas en el Real Almazen extramuros desta Ciudad, desde primero de Marzo de 1736 que se dio principio a ella hasta fin de Agosto de 1744. 32 AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 553, Cádiz, 25 de julio de 1741, Carta de Francisco de Varas y Valdés a Zenón de Somodevilla (Marqués de la Ensenada). 33 122 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas maravedís de vellón por el Real Negociado34 y llegaron en tres entregas conducidas por patrones de barcos fletados, a lo largo de agosto y septiembre, de acuerdo con tres libranzas relativas al transporte en el valor de 3.450 reales de vellón, procedentes del fondo del Tribunal Mayor de Cuentas (Cuadro 1c, documentos 35, 36, 37). Las obras de remate de la bodega del León junto con otros navíos fondeados en Puntales que aguadaban su carenado, así como el reparo de almacenes del Arsenal generan la necesidad de más de 2.000 cuartones. El pedido de septiembre de 174135 encuentra correspondencia en una venta con valor de 71.309 reales de vellón la misma lista del Real Negociado36 y sería atendido en enero y febrero el año siguiente, de acuerdo con las órdenes de pago emitidas a favor de patrones de barco en tres entregas pagadas en un total de 5.124 reales de vellón (Cuadro 1C, documentos 38, 39, 4). En los años de 1743 y 1744, hay dos referencias de venta de maderas de Segura por parte del Real Negociado, sin que encontremos correspondencia en la documentación de la Marina. Se tratan, respectivamente, de 109 palos de madera y 1.500 piezas37. Volvemos a encontrar noticias en la correspondencia intercambiada por el Marqués de Ensenada y los superintendentes de la Fábrica de Tabacos, Francisco Gómez de Barreda, en 1745, y Diego Pérez de Baños, en 1746. En causa está una solicitación de 6.000 tablas a los almacenes de Sevilla, cuyas medidas superaban las de las piezas existentes, por lo que sería necesario esperar por la menguante siguiente para cortarlas y hacer flotar los pinos hasta Sevilla, donde serían aserradas38. La nueva “pinada” acabaría por ser recibida en Sevilla en septiembre de 1746, pero no fue inmediatamente AGS, SHA, Real Negociado de Maderas, 849, Sevilla, 29 de septiembre de 1744, Razón del Caudal procedido de la Venta de Maderas en el Real Almazen extramuros desta Ciudad, desde primero de Marzo de 1736 que se dio principio a ella hasta fin de Agosto de 1744. 34 AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 553, Cádiz, 14 septiembre de 1741, Carta de Alonso Valbás a Francisco de Varas y Valdés; AGS, SMA, Montes y sus Incidencias, 553, Cádiz, 19 septiembre de 1741, Carta de Francisco de Varas y Valdés a Zenón de Somodevilla (Marqués de la Ensenada). 35 AGS, SHA, Real Negociado de Maderas, 849, Sevilla, 29 de septiembre de 1744, Razón del Caudal procedido de la Venta de Maderas en el Real Almazen extramuros desta Ciudad, desde primero de Marzo de 1736 que se dio principio a ella hasta fin de Agosto de 1744. 36 37 Ibídem. QUINTERO GONZÁLEZ, 2005, pp. 417, 418; AGS, SMA, 313, 9 de febrero de 1745; 14 de febrero de 1745;AGS, SMA, 314, 20 de septiembre de 1746, 26 septiembde de 1746. 38 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 123 encaminada para Cádiz, no obstante los intentos de Luis Milhau, impedido por Diego Pérez de Baños, por no haberse concluido los trabajos de inventario y medición debido a la falta de fondos motivada por el fallo en el pago por parte de la Marina. Desconocemos si estas maderas acabarían efectivamente por llegar a la Carraca, una vez que no encontramos evidencias, tanto entre la documentación de la Secretaría de Marina, como en la del Tribunal Mayor de Cuentas, o en la del Real Negociado (Secretaría de Hacienda)39. Volvemos a encontrar testigos de acciones de reconocimiento y adquisición de maderas de Segura por parte del Departamento de Cádiz, en ambos fondos documentales en los años de 1750, 1751 y 1752. En este período José Gutiérrez de Rubalcaba ya se encontraba como ministro de Marina responsable por la gestión del suministro procedente de Segura y, por ese motivo, protagoniza la burocracia resultante de su acción como comisario del Departamento. Entre 1750 y 1751, José Gutiérrez de Rubalcaba lidera una visita a los montes de Segura bajo la jurisdicción del Departamento en la que se reconocen 24.386.042 árboles40. Entre las maderas cortadas por el Real Negociado identifica 2.000 cargos de pinos derribados, labrados y degollados41, habiendo sido reconocidos tres pinos para masteleros y uno para verga de velacho de navío de 70 cañones, todos labrados y escuadrados, según el reconocimiento de delineadores42, además de catorce mil estacas43. Las 5 libranzas emitidas a favor del representante del comisario entre enero y diciembre de 1751 corresponden a un período continuo de reconocimiento desde julio de 1750 hasta noviembre del siguiente año, AGS, SMA, Arsenales, 315, Sevilla, 20 de septiembre de 1746, Carta de Digo Pérez de Baños al Marqués de la Ensenada. 39 LÓPEZ ARANDIA, María A., “Maderas del Rey. Aprovechamientos Madereros en la Provincia Marítima de Segura de la Sierra”, op. cit., 2013, p. 35, citando AGS, SMA, 748, Expediente. 40 AGS, SMA, Arsenales, 319, Segura de la Sierra, 5 de junio de 1751, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava a Francisco de Nuevas. 41 AGS, SMA, Arsenales, 319, Segura de la Sierra, 19 de junio de 1751, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava al Marqués de la Ensenada. 42 AGS, SMA, Arsenales, 319, Segura de la Sierra, 11 de septiembre de 1751, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava al Marqués de la Ensenada. 43 124 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en lo que estuvieron involucrados un escribano, un alguacil y carpinteros delineadores, además de Rubalcaba, como juez de la audiencia de visita, teniendo este trabajo el valor total de 44.594 reales de vellón (Cuadro 2, documentos 44-48). Entre abril y septiembre existieron, por lo menos, tres frentes de reconocimiento simultáneas, conforme indican las dos órdenes de pago destinadas a los jueces de audiencia Rodrigo de Campos y Lepe y Francisco Chacón y Rivera, y sus respectivos grupos de trabajo (Cuadro 2, documentos 49-50). Una vez identificado el potencial de estos montes, en el verano de 1751 empieza una primera gran campaña de corta de maderas, directamente controlada por el Departamento de Cádiz, bajo la supervisión de su comisario, que, en septiembre, solicita el pago de treinta mil reales de vellón para pagar el trabajo de la maestranza empleada en el derribo44. Entre maderas cortadas por el Real Negociado y el Departamento de Cádiz, en octubre ya se encontraba una considerable porción disponible a ser conducida: “el número de pinos correspondientes a las seiscientas y treinta madres, dos mil cuatrocientas sesenta vigas, dos mil novecientos cuartones, y cuatro mil tablones que todo compondrá cinco mil cargos de Madera, se han sangrado y a según práctica de este país para derribarlos oportunamente, y según presupuesto que he formado del Importe de la corta, labra, conducción a los aguaderos, y transporte a Sevilla, llegaran estos trabajos a veinte y nueve mil trescientos treinta y tres pesos y cinco reales de vellón. Los cinco mil cargos de madera de esta calidad al respecto de veinte pesos por cada uno, que es lo menos a que allí se vende, importaran cien mil pesos, de que bajado el referido costo resultará a beneficio de la Real hacienda, setenta mil seiscientos sesenta, y seis pesos, y diez reales”45. En diciembre, hay noticias de haber bajado hasta Córdoba un conjunto de “tablas ordinarias” entre otras piezas de madera, y se prepara el transporte de las estacas: “Como la negociación de Madera establecidas en Sevilla debe conducir el presente Invierno de setecientos a ochocientos cargos de Madera, que están promptos en los aguaderos, me he convenido que vaya esta Madera junta con las estacas, que deben AGS, SMA, Arsenales, 319, Cádiz, 7 de septiembre de 1751, Carta de Francisco de Varas y Valdés al Marqués de la Ensenada. 44 AGS, SMA, Arsenales, 319, Segura de la Sierra, 30 de octubre de 1751, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava al Marqués de la Ensenada. 45 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 125 transportarse a la Carraca, cuya conducción de los Montes a los riberos se hace con felicidad pagándose a prorrata los costos de la navegación. Las estacas compondrán como tres mil cargos de Madera, y tendrán a corta diferencia el mismo valor que setecientos cargos de la Negociación por la diversa calidad”46. En enero de 1752, empezado ya el trabajo de conducción de madera, este tuvo que ser ralentizado debido a las fuertes lluvias: “fundo muy probable esperanza de que se aprovechen los trabajos de los conductores de la Madera, y recogerla de modo que no quede extraviada, ni perdida en el curso de ella, son tantos los desórdenes que se han notado en semejantes conducciones, los perjuicios que se han seguido a la Real Hacienda y los excesos dignos de remedio, que me ha parecido preciso, de conformidad con el mismo Intendente, pasar a los Lugares del tránsito y curso de los ríos, hasta Sevilla, para disponer lo que sea más proporcionado a ocurrir a semejantes daños, bien que con la circunstancia de volver son pérdida de tiempo, de participo a V.E, para su inteligencia, y que pueda darme las ordenes que tuviere por convenientes. Desde el día 26 de él corriente han sido recias las lluvias en estos parajes y tan impetuosos los vientos que han salido los ríos fuera de su curso regular con tanto exceso que ha causado mucho cuidado a los vecinos de los Pueblos inmediatos a las vegas, que ha inundado extraordinariamente, bien que no se han experimentado daño considerable, y como se va de resultas proporcionando los ríos, se quedan aguando las Maderas aprovechado los Instantes que puedan hacer feliz su navegación”47. Volvemos a tener noticias de la bajada de las estacas en febrero: “van navegando por los ríos a los Arsenales de Cádiz algo más de diez mil y ochocientas estacas, de ocho hasta catorce varas e media de largo”48. En abril, parte de la madera llega a Sevilla y se prepara el envío de más cinco mil cargos de pino: “según los precios que tienen las maderas en Sevilla, valdrán conducidos a ella más de cien mil pesos, los cinco mil cargos de Madera AGS, SMA, Arsenales, 319, Segura de la Sierra, 17 de diciembre de 1751, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava al Marqués de la Ensenada. 46 AGS, SMA, Arsenales 320, Segura de la Sierra, 30 de enero de 1752, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava al Marqués de la Ensenada. 47 AGS, SMA, Arsenales, 320, Segura de la Sierra, 12 de febrero de 1752, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava al Marqués de la Ensenada. 48 126 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de los Pinos que se hallan sangrados, en los Montes de Cazorla, para cortarlos, labrarlos, y conducirlos el próximo verano, a los aguaderos para transportarlos oportunamente a los mismos Arsenales, reducidos a madres, cuartones, vigas y tablones”49. En junio, esta misma madera ya se encontraba cortada y labrada y su conducción se iniciaría en el siguiente mes, bajando hasta Sevilla 480 madres, 2.460 vigas, 2.900 cuartones y 4.000 tablones50. Todas estas actividades de corta, labra y conducción de maderas de Segura bajo el control de José Gutiérrez de Rubalcaba encuentran expresión en nueve libranzas del fondo del Tribunal Mayor de Cuentas emitidas entre 1751 y 1752, habiendo recibido un total de 346.477 reales de vellón. AGS, SMA, Arsenales, 320, Cádiz, 10 de abril de 1752, Carta de Joseph Gutiérrez de Rubalcava a Francisco de Varas y Valdés. 49 AGS, SMA, Arsenales, 320, Segura de la Sierra, 10 de junio de 1752, “Nota de las Maderas que se están cortando en los Montes de Cazorla para los Arsenales de Cádiz”. 50 La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 127 CUADRO 1A. Libranzas de transporte de Madera entre Sevilla y Cádiz 128 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas CUADRO 1B. Libranzas de transporte de Madera entre Sevilla y Cádiz La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 129 CUADRO 1C. Libranzas de transporte de Madera entre Sevilla y Cádiz 130 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas CUADRO 2. Libranzas de reconocimiento de maderas La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 131 CUADRO 3. Libranzas de talas y conducción de maderas 4. CONSIDERACIONES FINALES La naturaleza sucinta de las libranzas de la sección de Marina, Departamento de Cádiz, del Tribunal Mayor de Cuentas, del Archivo General de Simancas no permite más que añadir pequeños, pero importantes, detalles que completan, soportan y clarifican los datos ya conocidos que provienen de otras fuentes y ya trabajados por la historiografía sobre el tema. Se trata de un «corpus» más o menos consistente que, de manera paralela, acompaña la documentación principal. Además de proveer el estudio de cantidades y categorías de las piezas de una base más sólida, confirmando los datos de otros orígenes, su mayor contribución es la de demarcar con clareza las piezas y servicios estrictamente proveídos al Arsenal de la Carraca de los demás fines, como el Arsenal de Cartagena y el propio Negociado de Maderas de la Fábrica de Tabacos de Sevilla. Además, presenta información omitida en otras fuentes como el valor de 132 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas los servicios de reconocimiento, corta y transporte de maderas para el Arsenal de la Carraca. En este particular aspecto del transporte, es una fuente especialmente relevante, una vez que presenta los nombres de los agentes involucrados, así como, por veces de las embarcaciones, en el caso de los fletes. El conocimiento de la composición de los equipos de visitas de bosques y almacenes de madera es una aportación igualmente importante. Podemos concluir que la aplicación de esta documentación en el estudio del contexto espacio temporal del suministro que se presenta como muestra (Cádiz, 1736-1752), puede extrapolarse al trabajo sobre el suministro de madera de Segura en períodos ulteriores del siglo XVIII, no solo en el caso de este Departamento, sino también en el de Cartagena. Por la experiencia obtenida en el marco del proyecto de investigación que originó este trabajo, podemos aún afirmar con seguridad que la documentación del Tribunal Mayor de Cuentas es una fuente indispensable en el estudio de la adquisición de bienes y servicios por parte de la Corona, como por ejemplo la madera para la construcción de embarcaciones y edificios de la Armada. La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas... Ana Rita Trindade 133 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) 1. INTRODUCCIÓN Junto a La Carraca, Cartagena fue el otro gran arsenal del sur de España. Sus obras comenzaron en 1731 y no acabaron hasta 1782. Para la construcción de su fábrica se eligió el antiguo puerto que ya contaba con astillero, siendo Sebastián de Feringán el encargado del proyecto del complejo industrial más importante del litoral mediterráneo en el siglo XVIII. La construcción del arsenal no fue tarea fácil por las dificultades del terreno. Además, nada más iniciarse los trabajos, se hizo necesaria la edificación de otras obras accesorias, en especial, la muralla que debía separar el arsenal de la ciudad para evitar incidentes derivados del riesgo de incendios, robos o fugas de esclavos y desterrados. Igualmente, se precisaron levantar instalaciones adjuntas como el Cuartel de Presidiarios y Esclavos, el Real Hospital Militar de Marina, el Parque de Artillería y el Cuartel de Antigones, así como una serie de fortificaciones destinadas para defensa de la ciudad. De esta forma, el arsenal y el puerto, acabaron cambiando la fisonomía de Cartagena, convirtiéndola en un importante enclave militar. Al igual que La Carraca, la edificación del arsenal se compatibilizó con la construcción y reparación de embarcaciones para las que se emplearon maderas procedentes de numerosos enclaves. A lo largo el siglo XVIII Cartagena se abasteció de maderas de originarias de los montes de Málaga, de Santander, Valencia, Cataluña, Aragón, Nápoles, Caravaca, Calabria, Rumanía, Toscana, Luca, Grecia, el Báltico y también de Segura de la Sierra y Alcaraz. Estas últimas, al menos durante La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 135 medio siglo, fueron empleadas de forma intermitente para la edificación del arsenal y para la construcción y mantenimiento de navíos, fragatas y embarcaciones menores de la Armada Española. 2. LOS PROYECTOS DE CONDUCCIÓN FLUVIAL DE MADERAS DESDE LOS MONTES DE SEGURA A CARTAGENA Uno de los mayores problemas que encontró el arsenal de Cartagena para abastecerse de madera de los montes de Segura fue sin duda las dificultades del transporte por carretería. A las difíciles condiciones orográficas de las propias Sierras de Segura y Alcaraz se unía un trayecto sinuoso y escarpado en el que las carretas de bueyes debían sortear los puertos de las serranías subbéticas del reino de Murcia. Por este motivo desde muy pronto se plantearon proyectos para conducir las maderas por el cauce del río Segura. Al parecer, ya en el siglo XVI se bajaban maderas por el río Segura. Así lo recogen las Relaciones Topográficas de Felipe II, concretamente en la respuesta del concejo de Hellín al referirse al río Segura del que dice “es río grande y caudaloso porque por él se lleva y pasa madera a la ciudad de Murcia e Origüela, ques del Reyno de Valencia y otras partes”.1 Ya en 1752 el intendente de Cartagena escribió al ministro de Marina de Segura, José Gutiérrez de Rubalcaba para que extremara las medidas a fin de conservar los montes de Segura debido al deterioro de los bosques de las inmediaciones de Cartagena. Por este motivo contaba con ellos para la gran cantidad de maderas que necesitaba para la provisión de aquellos arsenales. Por tal motivo sugería que los árboles de aquellos montes quedaran reservados para uso de los departamentos de Cádiz y Cartagena, y demás fábricas reales suspendiendo por el momento las cortas practicadas por la Real Negociación de maderas de Segura.2 Ese mismo año, ante el volumen de madera de pino consumida en el arsenal de Cartagena, viendo que ésta no dejaba de aumentar y ante el retraso de las PIQUERAS HABA, Juan; SANCHÍS DEUSA, Carmen: La conducción fluvial de maderas en España. Godella (Valencia), Arcis Ediciones, 2015, p. 96. 1 Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Marina, leg. 558: Rubalcaba a Ensenada, Segura de la Sierra a 22 de junio de 1752. 2 136 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas maderas de Tortosa, se decidió enviar una nueva expedición a los montes de Segura y Alcaraz, esta vez al mando del maestro de arboladura don José Maltés con el fin de que los reconociese y viese la posibilidad de que las maderas pudieran ser transportadas por los ríos Mundo y Segura.3 Tras su visita José Maltés y otros dos prácticos presentaron una Relación de los gastos que supondría trasladar maderas de pino de la Sierra de Alcaraz, concretamente de la jurisdicción de Ayna, donde señalaron que existían innumerables pinos con excelentes cualidades para la construcción naval. En el mismo informe propusieron que se podría habilitar los ríos Segura y Mundo para conducir las maderas hasta la Alcantarilla de Murcia, incluyendo un previsión de gastos sobre pólvora, jornales o extracción de piedra que ascendía a la cifra de 69.000 reales.4 El proyecto incluía el barrenado de distintos tramos como La Higuerilla, el Tartamudo o el Puntarrón a lo largo del río Mundo, mientras que para el Segura se había previsto barrenar los sitios de Los Almadenes de Ciezar y el Solvente donde habría que romper y sacar piedras para la adecuación de su cauce.5 Una vez visto el informe, el 6 de diciembre de 1752 quedó aprobado el proyecto para limpia de los ríos Mundo y Segura a fin de facilitar el transporte de Maderas de la Sierra de Alcaraz. Mientras tanto y a la espera de que aquellos trabajos de adecuación del cauce de los ríos se hiciese efectivo, de nuevo el maestro de arboladura José Maltés regresó a los montes de Segura y Alcaraz con la intención de buscar las piezas de madera de pino que se necesitaban para un cajón de las gradas sobre la que se debían construir embarcaciones.6 Dos años después de aquella visita las obras de adecuación del cauce de los ríos aún no habían finalizado ya que el 27 de julio del 1757 se renovó el proyecto por no poderlo ejecutar en el plazo previsto debido a las numerosas incidencias sufridas.7 Definitivamente aquella empresa 3 Archivo Naval de Cartagena (en adelante ANC), IMVa, Leg 1, carpeta 3:Francisco Barrero Peláez al marqués de la Ensenada, Cartagena, 6 de diciembre de 1752. 4 ANC, IMVa, Leg 1, carpeta 3: José Maltés y Pedro Martínez, Cartagena, 4 de diciembre de 1752. 5 AGS, Marina, leg. 327: José Maltés y Pedro Navarrete, Cartagena, 4 de diciembre de 1752 Archivo Naval de Madrid (en adelante ANM), Colección Vargas Ponce, Tomo XXXV, Ms. 66/157: Arriaga a Barrero, 16 de agosto de 1755. 6 7 AGS, Marina, leg. 320: Al intendente de Cartagena Don Francisco Barrero, 9 de diciembre de 1752 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 137 no pudo concluirse felizmente por lo que otra vez se presentaron nuevas iniciativas como la de don Francisco Ortuño, vecino de Murcia que expuso un plan en el que ofrecía limpiar los ríos Segura y Mundo para conducir por ellos maderas de pino, principalmente de los montes de Alcaraz, hasta el mismo Murcia y villa de Guardamar, con el fin de abastecer por 10 años a Murcia, Orihuela, Alicante y a las Reales Obras del arsenal de Cartagena. El proyecto, según el testimonio de su autor, suponía un ahorro de un 15% respecto al precio que en aquel momento se pagaba por el traslado por carretería de las maderas.8 La insistencia en una nueva iniciativa venía dada en el retraso en la llegada de las maderas de Tortosa. No obstante, la propuesta se desestimó y se prefirió encargar un nuevo reconocimiento al intendente Francisco Barredo.9 Barredo ordenó el reconocimiento a Miguel Carrer quien expuso que el costo de adecuación de los ríos ascendería a 300.000 reales. Tras este reconocimiento fue el propio ingeniero Sebastián de Feringán el que se desplazó a visitar los montes y ríos de aquellas serranías. Tras su expedición concluyó en “[...] la conveniencia que resultaría a la Real Hacienda de traer la madera de los montes de Segura y Alcaraz por los citados ríos hasta Guardamar que es crecida, parangonandola con el costo que tienen las de Tortosa [...]” y añadía que las que “[...]se remiten a Sevilla por los ríos Guadalimar y Guadalquivir tardan en llegar las maderas a aquel paraje de ocho a diez meses y por los nombrados Mundo y Segura hasta Guardamar solo cuatro a corta diferencia y sin embargo de que por estos últimos ríos sea preciso hacer la conducción una pieza detrás de otra y abrir caminos para que trasieguen las carretas hasta la orilla del río los cuales serán a corta distancia [...] que a cinco leguas en contorno de los expresados ríos Mundo y Segura se hallan maderas suficientes para tablonería, baos y otras piezas propias y conducentes para servicio para los tres departamentos de Marina y palos para vergas mayores y trinquetes de navíos y fragatas para surtirlos más tiempo de treinta años y también algunos masteleros. Sin embargo de la gran práctica de Maltés en estos asuntos y a lo bien que ha desempeñado cuantas ANC, IMVa, Leg 1, carpeta 3: Al Intendente de Cartagena don Francisco Barredo, Madrid, 6 de noviembre de 1756. 8 ANC, IMVa, Leg 1, carpeta 3: el intendente de Cádiz, Juan Gerbaut, Madrid, 9 de noviembre de 1756. 9 138 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas comisiones de cortas de maderas he puesto a su cuidado así en el reino de Valencia como en los montes de Segura y Alcaraz donde ha cinco años que continuamente está cortando madera, tuviese VE por conveniente encargar esta importancia a don José Gutiérrez de Rubalcaba para que nuevamente la examine y pueda con más convencimiento formar un prudente cálculo o consideración del costo que puede tener a la Real Hacienda.”10 En 1757 Diego de los Ríos y Mendoza envió a Cartagena una nueva relación que contenía los reconocimientos hechos de los ríos Segura y Mundo por donde podían conducirse maderas para el surtimiento de los arsenales de Marina del rey, las ciudades de Orihuela, Murcia y su reino hasta la desembocadura de ambos ríos. En ella incluía el costo que tendría el “[...]limpiarlos, barrenarlos y dejarlos en estado de executarse por uno y otro las conducciones”.11 Al año siguiente José Gutiérrez de Rubalcaba se unió a la defensa de la conducción fluvial de maderas hasta Cartagena, esgrimiendo el elevado gasto del transporte por carretería pues explicaba que un cargo de maderas –es decir, la porción que puede regularmente llevar una carreta con un par de bueyes–, puesta en los arsenales de Cartagena costaba de diez y seis a veinte pesos. Un gasto elevado al que habría que añadir la apertura y habilitación de los caminos.12 A pesar de todas estas opiniones en favor del transporte fluvial por el Segura, a finales de la década de los cincuenta aún no se había llegado a un acuerdo definitivo sobre el modo de abrir el río y experimentar las conducciones de maderas por su cauce. 3. LA PRIMERA PINADA DE MARINA POR EL RÍO SEGURA En octubre de 1761 una nueva propuesta abría la puerta a la esperanza para conducir de una vez por todas las maderas de Segura por el río del mismo nombre. Se trataba de un proyecto presentado por Don ANC, IMVa, Leg 1, carpeta 3: Francisco Barrero Peláez a Julián de Arriaga, Cartagena, 24 de noviembre de 1756 y AGS, Marina, leg. 327: Francisco Barrero Peláez a Julián de Arriaga, Cartagena, 24 de noviembre de 1756. 10 ANC, IMVa, Leg 1, carpeta 3:Diego de los Ríos y Mendoza, Segura de la Sierra, 30 de junio de 1757. 11 ANC, IMVa, Leg 1, carpeta 3: José Gutiérrez de Rubalcaba a Juan Gerbaut, Segura de la Sierra 8 de junio de 1759. 12 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 139 Francisco Vila, asentista de Puertas y Ventanas de Cartagena, que solicitó para el mejor desempeño de su contrato, cortar maderas en la Sierra de Alcaraz proponiendo la apertura del río Segura hasta la Alcantarilla. Negada en un primer momento esta iniciativa, se previno al intendente de Cartagena para que examinase de nuevo el proyecto por lo que una vez estudiado a fondo, el 16 de agosto de 1762 se aprobó la ejecución de las obras que irían a cuenta de la Real Hacienda.13 Sin embargo habría que esperar hasta 1765 para que se pusiera en práctica el experimento, pues no sería hasta ese año cuando Francisco Vila inició la navegación de la primera pinada por el cauce del río Segura que tenía, en un principio, como destino la edificación de las naves para los almacenes de arboladura. A pesar del entusiasmo inicial, aquella primera maderada por el río Segura estuvo plagada de dificultades. Nada más emprender el viaje, Vila y sus pineros se enfrentaron al estrecho de la Toba que tardaron en superar cuatro meses. Desde su nacimiento hasta la intersección con el río Madera, el Segura es un río de aguas cristalinas que discurre por un estrecho cañón en medio de escarpadas montañas cuyas nieves abastecen a afluentes y arroyos en la época del deshielo, con un profundo cauce y pendientes inaccesibles. Aguas abajo de río Madera los escarpes continúan cuando se llega a La Toba donde los grandes macizos rocosos que afloran en el cauce, pueden provocar la aparición de bolos y bloques de piedra que son arrastrados por la fuerza de las aguas dificultando, en este caso, la conducción de troncos, al menos hasta el lugar que hoy ocupa el pantano de Anchuricas. El tramo fluvial prosigue penetrando por un valle más amplio hasta la confluencia del río Zumeta donde discurre flanqueado por altas montañas. Desde este lugar hasta el encuentro con el río Tus, el Segura continua por un valle que a día de hoy queda totalmente sepultado bajo las aguas del pantano de la Fuensanta, para seguir por una zona de estrechos y cañones entre altas cumbres, hallando aguas abajo, el Congosto del Cenajo, donde se ubica hoy un embalse del mismo nombre. Ya en el reino de Murcia, el Segura discurre de forma muy distinta a la de antaño pues se encuentra confundido por los numerosos embalses que el hombre ha ido creando en su trayectoria durante el siglo XX. Allí describe dos grandes recodos AGS, Marina, leg. 331: sin firmar, 21 de octubre de 1771; Archivo General de Marina Álvaro de Bazán (en adelante AGMAB), leg. 3759, lib. 1, fol. 296v: 21 de octubre de 1761. 13 140 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en sentido opuesto al curso del río para después atravesar una montaña tallando en ella el largo y estrecho cañón conocido como los Almadenes, cerca de Calasparra. Sobre la experiencia de Francisco Vila, el Expediente sobre el Régimen y Administración de los montes de Segura y su Provincia, de 1811 señala: “[...] y después de tanta demora y crecidisimos gastos y trabajos, habiendo llegado la pinada al puesto de los Almadenes de Calasparra, que es un estrecho de tres cuartos de legua, por donde corre el río entre dos sierras bastante elevadas, no atreviéndose a introducirla en él, tuvo que echarla en tierra y llevarla en carreterías a su destino”.14 También hizo referencia al mismo tramo el ministro de Marina de Segura Don Juan Pichardo cuando en 1777 escribía: “[...] estando la mayor abundancia de pinos salgareños en lo correspondiente al departamento de Cartagena y a las vertientes del río Segura, es fácil su conducción sin más tropiezo que el paso de los almadenes de Calasparra en el que el asentista Don Francisco Vila, doce años ha, saco las maderas, y en carretas las condujo a Cartagena porque ya estaba entrando el invierno; y pensando él preferentemente surtir este departamento de dichos bosques, podría empezarse por las cercanías del río y pasado otro no tan malo pero llamado de la Toba, llevarlas por agua hasta los Almadenes, continuando con carretas como hizo el citado asentista cuya distancia es de 21 leguas”.15 Finalmente, después de catorce meses de navegación, Francisco Vila tuvo que sacar las maderas en los Almadenes de Calasparra conformándose con transportarlas desde allí hasta Cartagena en carretas. No obstante su aventura no acabó aquí puesto que cuando se decidió a contratar las carreterías para el transporte, se encontró con la desagradable sorpresa de que estaban embargadas por los corregidores y justicias con órdenes expresas del marqués de Esquilache que pretendía emplearlas en la conducción de trigo a la corte. Las malas cosechas y la escasez de FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín: Expediente sobre el Régimen y Administración de los Montes de Segura de la Sierra y su Provincia. Madrid: Imprenta de Don Miguel de Burgos, 1825 p. 61. 14 15 AGS, Marina, leg. 576: Pichardo a Felipe Ruiz Puente, Orcera, 4 de enero de 1777. La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 141 grano habían obligado a tal medida, colmando la paciencia del asentista que tuvo que aguardar hasta que el ministro de montes de Segura, Alonso Venero, pudo interceder para que las carreterías estuviesen dispuestas.16 Finalmente parece que pudo convencer al ministro Esquilache para que reservara 100 carretas para la conducción de madera con destino a las naves de arboladura y tinglados, más otras cien para la carena del navío Vencedor,17 tal y como reiteró el intendente de Cartagena.18 Por fin y después de tres años desde que se contratara el asiento, las maderas llegaron a su destino en un viaje infernal por carriles que discurrían en el camino entre Cieza, Murcia y Cartagena. La empresa había sido tan ardua que el resultado no había convencido a las autoridades de Marina por lo que nadie desde levante volvió a mirar a los montes de Segura en una docena de años.19 4. MADERAS DE LA FUENFRÍA Y PINAR NEGRO En realidad no hubo que esperar tanto tiempo, como afirma Merino Navarro, pues según María Teresa Pérez-Crespo hay noticias de que en julio de 1773 los comisionados de Marina dependientes de Cartagena reconocieron los montes de Pinar Negro y la Fuenfría en la jurisdicción de Segura. Al parecer se habían encontrado las 3250 piezas que se requerían desde el arsenal, estudiándose las posibilidades del transporte en carreterías por los caminos de aquellas sierras20. No obstante, al menos a finales del año siguiente, no encontramos datos que nos sugieran que en ese momento hubiera maderas de Segura en el arsenal de Cartagena.21 16 AGS, Marina, leg. 335: Juan Domingo Medina, Aranjuez, 18 de abril de 1765. AGS, Marina, leg. 335: Juan Domingo Medina a Julián de Arriaga, Cartagena, 18 de mayo de 1765. Si tenemos en cuenta que cada carreta solía llevar un cargo de madera y que este aproximadamente se componía de cuatro grandes piezas, podemos concluir que la pinada de Francisco Vila trasladó unos 800 pinos de Segura. 17 18 AGMAB, Arsenales, leg. 3759, lib. 1, fol. 294v: 28 de mayo de 1765. MERINO NAVARRO, José Patricio: La Armada española en el siglo XVIII. Madrid: Fundación Universitaria Española, 1981, p. 248. 19 PÉREZ-CRESPO, María Teresa: El Arsenal de Cartagena en el siglo XVIII. Madrid: Editorial Naval, 1992, p. 117. 20 AGS, Marina, leg. 351: Resumen de los codos de madera...que durante el mes de noviembre se emplearon en construcción, carenas, recorridas... Prisco Núñez, Cartagena, 14 de diciembre de 1774. 21 142 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas A pesar de todo, la opción del río Segura no había quedado totalmente desechada; Francisco de Bruna había realizado una propuesta de hacer navegable el tramo desde el río Mundo hasta Alcantarilla para transportar las maderas de la sierra de Alcaraz.22 En julio de 1775, la Junta de Cartagena desestimó la propuesta debido a la gran cantidad de puentes y azudes que había en el cauce, al costo de la obra y a la poca rentabilidad a causa del corto número de maderas que se podían extraer23. En septiembre de 1775 la Junta Económica de Cartagena, en previsión de las necesidades del arsenal para 1776, aprobaba la corta de 14000 codos cúbicos de maderas de pino de Aragón para las carenas en dique de los navíos Fénix, Triunfante y San Nicolás, dar medias carenas a flote al Vencedor, Ángel de la Guarda y San Juan Bautista como también a los jabeques y las galeotas; construir dos fragatas o urcas y otros trabajos menores. Además de otras partidas de roble, encina, pino del norte y álamo, en aquella reunión se acordó la extracción de 40.500 codos de pino en el término de Segura.24 Al año siguiente se condujeron a Cartagena desde La Sagra de Huéscar 4000 estacas con destino al Cuartel de Presidiarios del arsenal mientras se discutía sobre la corta y transporte de 3000 pinos en Segura.25 En 1777 mientras se remataba la segunda partida de maderas de Huéscar con destino al cuartel de presidiarios26 el carpintero delineador Bartolomé Alegre reconoció el paraje del Pinar de la Umbría de Mora, perteneciente a los montes del mismo término, en el sur de la Provincia ANC, IMVa, leg 1, C-3: Expediente sobre Proyecto de limpieza de los ríos Segura y Mundo (1752-1775) y AGS, Marina, leg. 320: El intendente de Cartagena don Francisco Barredo, Cartagena, 9 de diciembre de 1752. 22 AGS Marina leg. 352: Informe que la junta del departamento de marina de Cartagena, 8 de julio de 1775. En este informe se habla de las bondades del paraje Garganta Lóbrega pero se desestima el proyecto junto a otro que ya hizo José Gutiérrez de Rubalcaba. Estos datos quedan corroborados también en ANC, Caja, 2729. Junta del Departamento Libros de Acuerdos, Tomo 3: Juntas celebradas el 8 de abril de 1775, 5 y 11 de julio de 1775. 23 AGS, Marina, leg. 352: acuerdo de la Junta de Departamento de Cartagena sobe acopio de madera de todas clases precisas en el año próximo de 76, Cartagena, 23 de septiembre de 1775. 24 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 3: Junta celebrada el 28 de febrero de 1776. 25 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 4: Junta celebrada el 19 de abril de 1777. 26 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 143 Marítima de Segura, donde señaló doce pinos “[...]de grande utilidad para navíos por sus vueltas”.27 En abril de ese mismo año Bartolomé Alegre y el contramaestre de construcción Bernardo Muñoz visitaron aquellos parajes dando fe de no hallar pinos útiles y los que encontraron los consideraron insuficientes para tan enorme cantidad que necesitaban. Sin embargo un poco más al norte en los montes de Fuenfría y Pinar Negro si reconocieron “[...] suficiente cantidad no muy trabajosa su salida y carretera, que para habilitar ésta se necesitarán unos doce mil reales y que la distancia hasta esta capital (Cartagena) es de 35 leguas”.28 Carpintero y contramaestre señalaron una primera relación de 2500 piezas que meses más tarde se completarían con los 3250 pinos reconocidos y marcados en una segunda visita efectuada por el teniente de navío e ingeniero Marina de origen francés Lui de Mevoilhon.29 Pero los problemas comenzaron pronto al no encontrar leñadores ni carreteros que se atrevieran con la empresa de cortar y trasladar semejante cantidad de árboles. Alguno se quiso hacer cargo de la operación pero sus elevadas pretensiones económicas determinaron que la Junta de Cartagena rechazara el ofrecimiento. Hay que puntualizar que desde la base naval se pretendía descargar toda la responsabilidad en el asentista que se atreviera con el traslado, obligandole a hacerse cargo, incluso, de la habilitación de los caminos y carreteras necesarias para la conducción de las maderas. Después de varias propuestas presentadas a la Junta del Departamento, a principios de febrero de 1778 se sacó a subasta el asiento correspondiente a la compra, corta, labra, arrastre y conducción al arsenal de Cartagena de 16 a 18 mil codos de madera de la Fuenfría y Pinar Negro, jurisdicción de Segura de la Sierra, para la obra del Cuartel de Presidiarios y Almacenes de Cordelería. Publicadas y celebradas todas las formalidades se llegó al acuerdo de reducir a 62 reales de vellón líquidos el precio de cada codo cúbico siendo elegido para dicha comisión a cargo ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 26 de junio de 1778. 27 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 19 de abril de 1777. (Entre paréntesis es nuestro). 28 29 144 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada en julio de 1777. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de Diego Navarro en cuya cantidad se incluía también la apertura y composición de caminos.30 Inmediatamente fueron reconocidos los mismos parajes de Pinar Negro y la Fuenfría, sus árboles y al mismo tiempo los caminos y carriles para el transporte de la madera. Según Diego Navarro y Pascual López, los vecinos de Lorca que se iban a hacer cargo de las operaciones de corta y traslado, indicaron que desde Pinar Negro se podía habilitar un camino que cruzaba por la Cañada del Rincón para después atravesar el sitio de la Fuente de Juan Fría y posteriormente cruzar por el cortijo de la Losa. Desde allí hasta Huéscar, había que componer un camino de unas cuatro leguas y desde ésta población hasta Lorca otras veinte y seis leguas y media. La operación quedaría cerrada en 62 reales el codo cúbico de un total de 16 a 18 mil codos que debían ser trasladados incluyendo, como hemos señalado, la apertura y composición de caminos.31 Pero después de varios informes se volvió a desestimar esta oferta considerándola de nuevo excesivamente costosa para las arcas del rey y contraria a las ordenanzas puesto que el asentista Diego Navarro pretendía imponer sus condiciones a la Junta, tales como el emplear herramientas del arsenal para la corta y labra de las maderas de la Fuenfría y Pinar Negro.32 La alternativa siguiente sería pues la designación del ingeniero o facultativo que había reconocido anteriormente los referidos parajes.33 Sin embargo este individuo ahora estaba en el arsenal encargado en el ramo de construcción en la tarea del diseño de dos navíos, por lo que habría buscar a otro facultativo.34 Fue entonces cuando a comienzos de 1778 apareció en escena Manuel Bernia, ingeniero extraordinario que tenía experiencia en visitar los bosques de Cataluña. Su carrera hasta entonces había sido meteórica en los últimos años pasando de cadete del regimiento de infantería de ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 19 de enero de 1778. 30 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 22 de octubre de 1777. 31 AGS, Marina, leg. 633: El Comandante General de Cartagena, 20 de enero de 1778, y José de Rojas, El Pardo, 27 de enero de 1778. 32 AGS, Marina, leg. 359: Francisco Gautier, Cartagena, 21 de febrero de 1778; ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 25 de febrero de 1778. 33 AGS, Marina, leg. 633: Francisco Gautier al Marqués González de Castejón, Cartegena, 14 de febrero de 1778. 34 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 145 Soria a alférez de fragata y a alférez de navío.35 En 1778 Bernia fue designado para dirigir una comisión bajo los auspicios de la Junta de Cartagena y por tanto bajo administración directa del Estado, para la compra, corta, labra, arrastre y conducción de maderas de los montes de Pinar Negro y la Fuenfría con instrucciones del propio Francisco Gautier, ingeniero director general de construcción de la Real Armada y a la postre el cerebro que diseñaba en aquellos momentos los navíos para la Marina española de la Ilustración. Bernia había elegido, además, para que le acompañaran en aquella expedición, al contramaestre de construcción José Charat, al oficial de contaduría Francisco Sarmiento y al carpintero delineador Bartolomé Alegre que ya conocía aquellas serranías desde el año anterior cuando estuvo señalando los pinos que más tarde se cortarían y trasladarían desde el arroyo de la Fuenfría y Pinar Negro. En marzo de 1778 Bartolomé Alegre había reconocido aquellos parajes y había acopiado los hacheros necesarios, prestando la vigilancia oportuna para que no se hicieran cortes furtivos.36 Meses después volvió a visitar los montes de la jurisdicción de Huéscar para buscar las maderas necesarias para la construcción de cinco jabeques que había proyectados en el arsenal de Cartagena. Se trataba de los Murciano, Valenciano y Catalán, todos de 32 cañones; y los San Blas y San Lino artillados con 18 piezas. En marzo de 1778 Manuel Bernia y sus acompañantes se desplazaron para hacer efectivas las cortas y el traslado de estas maderas con destino a las obras que se venían realizando en el Arsenal de Cartagena, concretamente en la construcción de los edificios de cordelería y el nuevo Cuartel de Presidiarios,37 aunque llegó a la conclusión de que la envergadura de algunas piezas las haría útiles para la construcción naval. En un principio habían sido los montes de Huéscar, Nerpio y Castril los lugares determinados para estas cortas pero hacía poco más de un año que se ha- ANC, leg. 133,2. Lista de oficiales de guerra 1776. Sobre este ingeniero ver también ANC, Ingenieros de Marina, oficiales graduados y otros vivos del Cuerpo General, Nº 6, 1787 y AGMAB, sección Ingenieros, leg. 3408/9. 35 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 11 de marzo de 1778. 36 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 11 de marzo de 1778. 37 146 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas bían descartado, pues no había el número de piezas suficientes, entre otras cosas porque en aquellos montes se habían concedido excesivas licencias a los particulares, esquilmando una buena parte de la masa forestal. En aquella expedición Bernia comprobó personalmente las dificultades del terreno, sus escarpes, las nieves y hielos, los inconvenientes de la lluvia y sobre todo la magnitud y el peso de aquellos ejemplares de pino salgareño, cuyo transporte suponía un enorme esfuerzo por aquellos montes. Un sacrificio que incluía habilitar unos caminos que serían concluidos a finales de la primavera de 1778.38 Un trabajo que se sumó a la dificultad de encontrar hacheros y carreteros para realizar las faenas de corta y transporte pues se negaron a trabajar por los diez reales por codo que la Marina tenía estipulado cuando las maderas iban hacia Cádiz.39 A lo elevado de los precios se añadió que las carretas estaban siendo empleadas en la construcción del Real Canal de Murcia, una obra más de la política reformista de Carlos III iniciada en 1775, que tenía como objetivo abastecer de agua a la vega murciana para revitalizar unas tierras condenadas a la pobreza, abrir caminos y puentes y facilitar la comunicación entre los pueblos del viejo reino de Murcia. La idea de llevar agua a los campos de Lorca, Murcia y Cartagena respondía a un antiguo proyecto del siglo XVI. No era por tanto algo insólito sino una consecuencia más de la mentalidad de los borbones que tuvo su reflejo en otras obras parecidas como los canales de Aragón, Manzanares, Guadarrama, Jarama, Guadalquivir-Guadaira, Alberche, Tortosa y Castilla. El sueño de reunir las aguas de los ríos Castril, Guardal, Fuentes de Caravaca y Ojos de Luchena, en un canal navegable y de riego que haría fértiles las tierras baldías de Lorca, Totana, Alhama y Campo de Cartagena. Para aquella obra también fueron empleadas las maderas de Segura, concretamente de los montes de Huéscar40, Pinar Negro y la Fuenfría.41 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 11 de junio de 1778. 38 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 26 de marzo de 1778. 39 ANC, Caja 2731, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 7: Real Orden sobre que se reconozca la madera que hay cortada en los montes cercanos a Huéscar para el Canal de Murcia. Junta celebrada el 22 de mayo de 1780. 40 ANC, Caja 2731, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 7: Junta celebrada el 28 de junio de 1780. 41 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 147 Cinco años después tan solo había concluido 27 kilómetros de los 287 previstos. El fracaso se atribuyó a la lentitud de las obras, a la mala administración, a los errores técnicos y, sobre todo, a que la cantidad de agua trasvasada era insuficiente. Mientras tanto, en marzo en 1778 la comisión de Manuel Bernia logró que la madera fuera transportada “[...] en carruajes por la carretera que costeó la Marina, y construyeron los ingenieros Don Manuel Bernia, Don Manuel Travesí y Don Tomás Lecocq, que pasa por las Casas de Carrasco hasta la Puebla de Don Fadrique;”42 En aquella expedición destacaron entre todos los árboles “dos piezas grandes de mucha consideración” que fueron conducidas por las carretas de Miguel Montiel hasta Cartagena aunque pocas más llevaron el mismo camino por tierra hasta el arsenal de levante.43 Sin embargo una orden devGautier instó a reducir las cortas a dos mil codos de madera, cifra que Manuel Bernia ya tenía cortada cuando recibió la misiva por lo que las talas cesaron y los 18 mil codos de madera previstos inicialmente no llegaron a ser completados debido a las dificultades del terreno y a la falta de carretas. Este hecho sería crucial para que muchos de aquellos árboles centenarios quedaran en pie y sin cortar en los parajes de la Fuenfría y Pinar Negro44. El Arroyo de la Fuenfría, en el término municipal de Santiago-Pontones (Jaén) alberga aún hoy grandes ejemplares de pino laricio o salgareño como el emblemático pino Galapán que se ha convertido en un símbolo de las Sierras de Segura y Cazorla. Este pino de 39 metros de altura permanece en la ladera desde hace cuatro siglos por lo que es muy probable que aquella decisión de la Junta de Departamento de Cartagena, de cesar las cortas en el verano de 1778, salvara la vida a este ejemplar, que por aquel entonces contaría ya con un siglo de existencia. 42 FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín: ob.cit., p. 61. ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 8 de octubre de 1778. 43 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 5: Junta celebrada el 8 de julio de 1778. 44 148 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas 5. MADERAS DEL MONTE DE MARÍA ASNAL A pesar del cese de las cortas, en 1780 aun había maderas acumuladas en los parajes de Pinar Negro y la Fuenfría esperando ser conducidas al arsenal de Cartagena. Para tal fin, el 5 de abril de ese año Tomás Lecoq, agregado del cuerpo de ingenieros y comisionado para la corta, labra y conducción de los montes de la Fuenfría, solicitó doscientas carretas de manera inmediata, añadiendo en otra carta posterior que había tantas maderas que no sobraban carruajes para transportarlas.45 Poco después Lecoq insistió en que se enviaran todas las carretas disponibles para evitar que éstas se quedaran en el monte, conduciéndolas “en derechura hasta el arsenal”.46 Un traslado que ya había comenzado puesto que el 19 de julio la Junta del Departamento recogía una carta que Lecoq había escrito desde Huéscar informando que las carretas con las maderas de la Fuenfría y Pinar Negro se hallaban detenidas en aquella localidad granadina por falta de caudales.47 Seis días después Lecocq volvía a informar, en este caso sobre las 765 piezas de madera que todavía quedaban en el monte a la espera de que entre agosto y septiembre fueran conducidas al arsenal, siempre y cuando se destinaran los caudales y las carretas suficientes.48 Durante el verano de 1780 Tomás Lecoq realizó una visita para inspeccionar los montes de la Fuenfría y Pinar Negro con el fin de tomar nota del número de árboles que habían sido señalados y que aun quedaban en pie cuyas dimensiones superaran las 12 pulgadas encontrando 40 en la Fuenfría y 80 en Pinar Negro. El ingeniero explicó las dificultades de extraer aquellos ejemplares informando igualmente que aún quedaban otros dos mil árboles que no habían sido señalados entre los 8 y 42 pulgadas. Sin embargo aquellos árboles no serían objetivo de la Marina tal y como hemos señalado pues, además, Lecoq informó de otro paraje ANC, Caja 2731, Junta de Departamento, Libro de Acuerdos, Tomo 7: Juntas celebradas el 7 de abril y el 17 de mayo de 1780. 45 ANC, Caja 2731, Junta de Departamento, Libro de Acuerdos, Tomo 7: Junta celebrada el 15 de julio de 1780. 46 ANC, Caja 2731, Junta de Departamento, Libro de Acuerdos, Tomo 7: Junta celebrada el 19 de julio de 1780. 47 ANC, Caja 2731, Junta de Departamento, Libro de Acuerdos, Tomo 7: Junta celebrada el 1 de agosto de 1780. 48 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 149 mucho más interesante que acababa de descubrir donde había hallado más de 10.000 árboles de entre 12 y 30 pulgadas. Se trataba del monte de María Asnal en el término de Segura de la Sierra donde, según Lecoq, la madera era más limpia, con piezas de gran longitud y de fácil extracción, de tal manera que podrían convertirse en baos para la primera y segunda cubierta de navíos. El ingeniero añadió que la habilitación del camino para la conducción de maderas tendría un coste de entre ocho y diez mil reales de vellón. Aquella empresa fue vista con buenos ojos por los miembros de la Junta económica de Cartagena a tenor de las dificultades que la guerra estaba entrañando en el traslado de las maderas de Tortosa hasta el arsenal por lo que finalmente se aprobó un presupuesto de los 10.000 reales con el fin de abastecer de madera de pino al arsenal para el año de 1781.49 El número de piezas acumuladas en los montes de Fuenfría y Pinar Negro, la cantidad de carretas solicitadas por Lecocq más la explotación forestal del monte de María Asnal nos indican un volumen importante de madera que no solo sería empleada para las obras del canal de Murcia sino que también se utilizarían en el arsenal de Cartagena. Así pues con todos estos datos podemos concluir que durante los primeros años de la década de los ochenta el arsenal de Cartagena estuvo abastecido, entre otras, por las maderas de Segura, especialmente a partir de la guerra contra Inglaterra, un hecho que motivó la propuesta de emplear parte de las maderas de gran tamaño cortadas en Húescar que habían sobrado para las obras del Canal de Murcia, para las urgencias del arsenal de Cartagena. Para inspeccionar dichas maderas se comisionó nuevamente a don Tomás Lecoq que las reconoció. Eran un total de setecientas ochenta y cinco piezas desechadas, una primera ligazón y cucharro de pino negral que medían en total dos mil doscientas sesenta y ocho codos labrados a primera cara a excepción de tres. Lecoq reconoció que había algunas caladas de polilla, entorchadas y podridas, y la mayor parte con sámago azul. Al parecer las maderas eran de buena calidad pero no habían permanecido ventiladas sobre polines y después de haber sufrido bastante tiempo el calor, las aguas y las nieves, habían quedado inútiles ANC, Caja 2731, Junta de Departamento, Libro de Acuerdos, Tomo 7: Junta celebrada el 30 de agosto de 1780. 49 150 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas para el servicio de la Armada.50 Finalmente y después de estas observaciones se desestimó la propuesta al declararse inútiles para el servicio de Marina por lo que se dispuso que se podían vender a particulares.51 6. MANUEL BERNIA Y LAS PINADAS POR EL RÍO SEGURA En 1781, Tomás Bryant, ingeniero comandante de Cartagena y encargado del abastecimiento de pertrechos del arsenal, señaló para las cortas una zona próxima al río desde la que se podía llevar a tierra las piezas a Cartagena, en caso de no abrirse el Segura aquel año, como definitivamente así fue. Una vez realizado el trabajo, la Junta de Cartagena aprobó el dictamen del ingeniero, ordenando que se cortaran, labraran y condujeran las maderas de los montes inmediatos a la parte oeste del Hueco de Bañares y el de la Toba.52 Al año siguiente, por el contrario, la Junta consideró que no era tiempo de continuar la corta de ligazones en los montes de la jurisdicción de Huéscar por lo que acordó que se retiraran los facultativos de aquellos parajes. Por aquel entonces, Manuel Bernia se encontraba en el arsenal de Cartagena realizando planos de nuevas embarcaciones después de haber sentado plaza como ingeniero.53 Poco después, en 1784 fue emplazado nuevamente a los Montes de Segura para realizar un proyecto que le venía rondando desde que en 1778 descubriera la dureza de aquellos montes poblados de enormes y majestuosos pinos salgareños. Fue entonces cuando el ingeniero presentó un informe para la limpieza y habilitación del cauce del Segura. En menos de un mes y apoyado por los prácticos Antonio Carlos y Francisco del Soto, reconoció el río para después realizar un proyecto de adecuación de su lecho por el que podrían navegar las maderas de igual forma que lo venían haciendo por la vertiente occidental hacia Cádiz, flotando por los ríos Guadalimar y Guadalquivir. Bernia conocía la anterior experiencia de navegación de maderas por el Segura AGS, Arsenales, leg. 569: copia del informe lo realizó Tomás Lequoc en Huéscar el 15 de junio de 1780, Cartagena, 1 de julio de 1780. 50 AGS, Marina, leg. 365: José de Rojas al Marqués González de Castejón, Cartagena, 19 de septiembre de 1780. 51 52 AGS, Marina, leg. 366: nota sin firmar. AGMAB, sección Ingenieros, leg. 3408/9. Carta de María Loreto Sagúnez, Madrid, 30 de agosto de 1816. 53 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 151 que había realizado el asentista catalán Francisco Vila en 1765, con enorme sacrificio y dificultad, y en la que solo llegó hasta los Almadenes de Calasparra tardando nada menos que catorce meses. Demasiado tiempo, demasiado riesgo y sobre todo demasiado dinero invertido. En esta ocasión, el proyecto de Bernia incluía también una selección de maderas de pino que fueran acordes con el método de conducción por lo que Bernia propuso que se incluyeran pinos rodenos («pinus pinaster») en vez de los salgareños («pinus nigra»). El informe incluía la corta de más de ochenta mil árboles en lugares hasta entonces no explotados. Una cantidad que serviría para abastecer al arsenal durante más de veinticinco años.54 Todo ello con el fin de limitar la sobreexplotación que estaban sufriendo por entonces los montes de Cataluña y Aragón. La propuesta de Bernia incluía además la limpieza del río Segura, trabajo que ascendería a 56.000 reales de vellón para jornales a los que habría que sumar el valor de las 1550 libras de pólvora necesarias para barrenos, sin incluir el gasto de las herramientas necesarias para la operación. No obstante, en caso de desaguar las maderas en la Hondonera de Calasparra y no pudiendo conducirlas por el estrecho de los Almadenes, el gasto descendería a 6000 reales y 200 libras de pólvora. Antes de dar una respuesta, la Junta del Departamento de Cartagena interrogó a Francisco Vila quien tenía experiencia en la conducción de maderas de Segura pues, como sabemos, fue el primero en transportar dichas maderas por el mismo río en el departamento de Levante. Con avanzada edad y quebrantada salud, Vila aconsejó las propuestas de Bernia recomendando al práctico Antonio Carlos al que conocía, así como que la corta se iniciara por la zona oeste del Hueco de Bañares y la Toba donde aseguraba que había una gran cantidad de arbolado con madera de gran calidad.55 Al año siguiente, el departamento de Cartagena aceptó la propuesta de corta, labra y conducción de las maderas de los montes inmediatos al río Segura en la parte occidental del llamado Hueco de Bañares y el de la Toba.56 Así pues, a finales de 1784 el Secretario de Mrina AGMAB, Arsenales, leg. 3785: José Romero Fernández de Landa a Antonio Valdés, Madrid, 13 de marzo de 1788. 54 55 AGS, Marina, leg. 366: La Junta del Departamento, Cartagena, 24 de abril de 1780. AGS, Marina, leg. 366: José de Rojas al Marqués González de Castejón, Cartagena, 16 de enero de 1781. 56 152 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Antonio Valdés informaba al intendente José de Rojas sobre la aprobación del proyecto presentado por el ingeniero Manuel Bernia en relación la corta de pinos albares o salgareños en los montes vírgenes de Segura de la Sierra. No obstante señalaba que la llegada de la madera no corría prisa por lo que el ingeniero debía primero acondicionar el río y reunir las carretas necesarias para la operación.57 En el verano de 1785 Manuel Bernia se puso manos a la obra con ochenta hombres a su servicio con el objetivo de abrir y adecuar el cauce del Segura.58 Bernía y sus hombres explosionaron con barrenos volatilizando los rocas y abriendo los tramos de Casicas de la Toba y el Cantarral de la Laguna. Desde este paraje, el 29 de julio de 1785 Bernia escribió al ministro de Marina Don Antonio Valdés relatando aquella experiencia: “Muy Señor mío: antes de ayer se principió en este sitio la obra de la apertura del rio con sesenta hombres, cuyo número llega en el dia a ochenta y con ellos he logrado tener ya desembarazado un tramo de la corriente, que proporciona un canalizo que tendrá proximamente un quarto de legua de largo, sobre unas dos varas y media de ancho, mediante el impulso de los barrenos que ha hecho dar a diferentes peñones, en los cuales hasta ahora produce tan buen efecto la polvora, al tiempo de inflamarse, que no deja rastro ni señal de la peña que estalla.[...]”.59 Posteriormente Bernia y sus hombres abrieron los estrechos de Gontar, Parolis y La Graya, el tramo del Puente de Yeste, los estrechos del Infierno y Almazán, las Muelas de Robledo, el Estrecho de Los Carrizales y los Almadenes de Calasparra, todo en muy poco tiempo, a pesar de los numerosos contratiempos que tuvo que sortear Bernia, empezando por los alcaldes de las villas de Yeste y Hellín que pusieron numerosas trabas al ingeniero: desde limitar las provisiones solicitadas hasta no dar facilidades para el envío de correos.60 Finalmente y a pesar de los obstá- ANM, Colección Vargas Ponce, Tomo XXXVIII, Ms. 69/200: Valdés a Rojas, Madrid, 18 de diciembre de 1784. 57 ANM, Colección Vargas Ponce, Tomo XXXVIII, Ms. 69/200: Valdés a Rojas, Madrid, 18 de diciembre de 1784. 58 AGMAB, Arsenales, leg. 3770: Manuel Bernía a Antonio Valdés, a la orilla del río Segura, sitio nombrado del Cantarral de la Laguna, 29 de julio de 1785. 59 AGMAB, Arsenales, leg. 3774: Al Conde de Floridablanca, Yeste de Segura, 14 de agosto de 1786. 60 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 153 culos, el trabajo había sido efectivo y diligente puesto que el 5 de octubre habían concluido las obras hasta los citados Almadenes de Calasparra.61 Una vez acondicionados algunos tramos acotados por presas de particulares, la navegación dio comienzo el 5 de marzo de 1787 momento en el que las maderas que habían sido cortadas en Miller fueron aguadas en el río Segura.62 Sobre el número de piezas de aquella pinada Manuel Bernia elaboró el siguiente “Estado que manifiesta el número de Árboles de Pino Albár que se han cortado en este presente año, en las inmediaciones al sitio de Miller, con expresión de el de piezas que han producido, codos que han rendido e importe de la labra de estos al respecto de dos y cuartilla reales de vellón por cada uno, que se han satisfecho a los labrantes”. Número de pinos cortados 413 Número de piezas que han producido 471 Codos y partes cúbicas que han rendido 4564…………..485’’ Importe de estas piezas, su derribo y labra en Reales de Vellón 10.270……...30 ¼ A las 471 piezas arriba expresadas había que añadir una cuyo paradero, y por consiguiente sus dimensiones, se ignoraban en el momento en que Bernia elaboró el inventario, puesto que fue arrastrada por el río.63 De estas piezas parece que también se reservaron treinta que había solicitado el concejo de Cieza para la construcción de un puente.64 El 31 de marzo de 1787 la Junta del Departamento de Cartagena se hacía eco de una carta escrita por Manuel Bernia fechada el 23 de ese mismo mes en la que se decía que ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 12: Junta celebrada el 5 de octubre y el 27 de octubre de 1785. 61 AGMAB, Arsenales, leg. 3778: Manuel Bernía a Antonio Valdés, Tiendas de la Pinada situadas en Miller, 9 de marzo de 1786; ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 13: Junta celebrada el 13 de marzo de 1787. 62 AGMAB, Arsenales, leg. 3778: Manuel Bernia, Reales Tiendas de la pinada del río Segura sitas en Góntar, 14 de marzo de 1786; ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 13: Junta celebrada el 20 de marzo de 1787. 63 AGMAB, Arsenales, leg. 3778: Manuel Bernia a Antonio Valdés, Reales Tiendas de la pinada del río Segura sitas en Góntar, 14 de marzo de 1787; ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 13: Junta celebrada el 23 de mayo de 1787. 64 154 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas “[...]el número de piezas que se conducen por el Rio deven ser 883, las quales se labraron en el año anterior; pero que algunas se han roto, y otras no parecen y que no puede decir quantas sean las rotas ni lo que miden. Que tampoco puede asegurar en que paraje se verificará el desague a causa de que si al llegar a la Ondonera de Calasparra experimenta bonanza de tiempo, y puede verificar todas las faenas precisas, llegara la madera poco mas arriba de la Contraparada de Alcantarilla, 10 leguas de esta Capital y que si esto no puede verificarse por los malos tiempos o avenidas del Rio, se desaguaran dichas Maderas en la referida Ondonera distante 18 a 20 leguas del Departamento y por lo que respecta a la pregunta que se la hace también de si esta a su cargo el acarreo hasta el arsenal, se es imposible atender a esta operación por ser necesaria su asistencia a otros particulares que no explica; de todo lo cual quedó enterada la Junta”.65 Con este documento podemos deducir dos detalles: primero que el número de piezas de la pinada se incrementó con la llegada de otra remesa. Según el documento, inicialmente debían ser 883 pero no queda claro el número total de las que navegan; y segundo que Manuel Bernia, una vez desaguada la pinada en un lugar que aún no podía preveer, no se haría cargo del acarreo hasta el arsenal. Mientras tanto la pinada discurrió por el cauce del Segura. Según informó el propio Bernia, el día 1 de agosto llegó la pinada a la embocadura del peligroso esetrecho de los Almadenes. El día 3 empezó a pasar la madera y el 17, debido a la escasez de agua y al poco personal que tenía para la faena, admitió a algunos peones para aligerar la conducción con el fin de salir cuanto antes de aquel lugar tan arriesgado. Sin embargo la noche del 28 de agosto se desató una terrible tormenta que arrambló todas las piezas. Un hecho que se volvió a repetir con mayor virulencia aún el día 6 de septiembre lo que, unida a la anterior riada, provocó la dispersión de las piezas. Este suceso obligó a cercenar entre 15 y 20 piezas. Finalmente y después de muchos inconvenientes los palos lograron superar estrecho de los Almadenes de Calasparra logrando reunir de nuevo las piezas. Según Bernia, todos estos inconvenientes se hubieran solucionado de haber enviado el caudal necesario para la contratación de más peones, reclamación que Bernia no escondió criticando abiertamente la poca generosidad del Departamento ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 13: Junta celebrada el 31 de marzo de 1787. 65 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 155 de Cartagena para librar los fondos necesarios en una pinada de tanta urgencia.66 Finalmente Bernia logró en esta ocasión superar los Almadenes de Calasparra tal y como informó el ministro de Marina de Segura Juan Pichardo quien anunció además que la pinada estaba formada por 900 piezas y que sería desaguada en el Puente de las Ovejas “para mayor comodidad”67 pues una vez sorteados los Almadenes de Calasparra, tal y como Bernia previó, la pinada sufrió las avenidas del río que fueron especialmente fuertes los días 28 de agosto y 6 de septiembre afectando a casi medio centenar de piezas que fueron dañadas por las corrientes y la fuerza del agua. Pocos días más tarde dos de aquellas piezas fueron halladas en la ciudad de Murcia. A finales de septiembre se encontraba a la altura de Cieza.68 Quince días después, el 14 de noviembre Manuel Bernia informaba de que la pinada había llegado al sitio nombrado El Bao Saliente, distante una legua aguas arriba de La Contraparada de Murcia y del Puente de las Ovejas. Ese mismo día por la tarde comenzaron los trabajos de extracción con el fin de poner las maderas al abrigo de posibles riadas. Sin embargo, una vez desaguadas las piezas pudo comprobarse con desazón como muchas de ellas mostraban signos de estar afectadas por sámago por lo que debían de labrarse de nuevo para eliminar la parte inservible, de tal manera que se llegó a calcular que se llegarían a desperdiciar 766 piezas equivalentes a 2700 codos cúbicos a causa del sámago.69 La pinada tardó en esta ocasión ocho meses y diez días desde su embarque, tal y como informó Manuel Bernia que, aunque se lamentaba de los nueve meses que había estado ausente de su casa y de no gozar de buena salud, se mostró satisfecho por el éxito de la misión.70 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 13: Junta celebrada el 26 de septiembre de 1787. 66 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 13: Junta celebrada el 16 de agosto de 1787. 67 AGMAB, Arsenales, leg. 3778: Manuel Bernia a Antonio Valdés, Reales Tiendas de la pinada del río Segura sitas en la villa de Cieza, 29 de septiembre de 1787. 68 69 AGMAB, Arsenales, 3785: Lorenzo Felices, Molina de Murcia, 24 de diciembre de 1787. AGMAB, Arsenales, leg. 3778: Manuel Bernia a Antonio Valdés, Reales Tiendas de la pinada del río Segura sitas en su orilla y paraje nombrado la Torre Alta y Bao Saliente, 16 de noviembre de 1787. 70 156 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Bernia fue relevado de su comisión el día 16 de diciembre en que se presentó Juan Doral, teniente de navío, que lo sustituiría para hacerse cargo de la dirección del traslado de las maderas desde el Puente de las Ovejas hasta Cartagena. Fue entonces cuando BernIa regresó de nuevo a los montes de Segura para seguir con su comisión y dirigir las operaciones de la siguiente pinada.71 A mediados de enero de 1788 continuaban los trabajos de acarreo de madera desde el Puente de las Ovejas al arsenal.72 Para su transporte habían concurrido, entre otros, los conductores Juan Vallejo y Francisco Pérez, quienes ofrecieron unos precios para el transporte que en principio agradaron a la Junta de Cartagena,73 aunque al final no se contrataron.74 Finalmente se celebró contrata con el empresario del transporte Ginés Martínez quien, una vez iniciados los trabajos, protestó porque la distancia donde había quedado desaguada la pinada estaba algo más lejos de lo que le habían indicado.75 Otros carreteros que se ocuparon del traslado de las maderas fueron Juan Hernández, Antonio Vera, Diego Guirado o José Marín Luján, vecino de Cartagena, quien hizo la entrega final de las piezas al arsenal y se encargó del cobro del importe total de acarreo en nombre de sus compañeros.76 Un acarreo que no estuvo libre de contratiempos pues en enero de 1788 al paso de una carreta cargada de pinos de Segura, se derrumbó un puente en el paraje del Bao del Saliente, sin que al parecer hubiera daños personales.77 En cuanto al tipo de piezas que habían llegado la Junta del Departamento de Cartagena, advirtió que eran de pequeñas dimensiones ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 18 de diciembre de 1787. 71 AGMAB, Arsenales, leg. 3760, lib. 1, fol. 237: 18 de enero de 1788; ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 7 de noviembre de 1787. 72 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 13: Junta celebrada el 24 de octubre de 1788. 73 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 8 de enero de 1788. 74 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 18 de diciembre de 1787. 75 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 29 de enero de 1788. 76 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 29 de enero de 1788. 77 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 157 puesto que tanto el caudal como el cauce del río Segura no habían permitido piezas de mayor envergadura por lo que podrían emplearse para tablonería y para la obra muerta de los buques. De este modo para los fondos se prefirió el pino de Aragón lo que motivó la propuesta de acopio de madera de aquellos montes.78 Por lo que respecta al número de piezas de aquella pinada, la Junta de Departamento de Cartagena celebrada el 10 de abril de 1788 dejaba constancia de que habían llegado al arsenal 926 piezas de pino de Segura que habían sido conducidas por Manuel Bernia. Unas piezas que fueron motivo de discusión en torno al destino que les aguardaba puesto que aquellas maderas eran de unas dimensiones más pequeñas y muchas de las cuales presentaban mal estado, tal y como hemos señalado. Para decidir su destino, la Junta del Departamento de Cartagena encargó al ingeniero Luis Mesía una relación de las piezas de pino de Segura recibidas en el arsenal de Cartagena procedente de la última pinada dirigida por Manuel Bernía, detallando su número y calidades. En ella se incluían 188 piezas que por su dimensiones y figuras estaban destinadas para servir como baos pero que por su deterioro no habían podido emplearse para dicho fin por lo que se destinarían para otros usos; 188 piezas para tablones; 347 piezas para tablas de forro y 203 trozos producidos de las mismas piezas cuyos largos en codos eran 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2 y 1, según el estado en que llegaron al departamento teniendo esta madera una tercera parte de desperdicio. A estas últimas también se le achacaba lo mal que se habían labrado en el monte lo que sumado a las avenidas de la navegación habían provocado que llegaran perjudicadas79 Aun así la Junta de Cartagena decidió que podrían emplearse en chazas de navío o en tablones para cubiertas, mientras otras servirían para trancaniles de alcázar y castillo.80 Pasados unos meses, después de todo un baile de cifras en torno a la última pinada de Segura llegada al arsenal de Cartagena, la Junta del Departamento, una vez estudiados los informes emitidos por Manuel ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 13 de febrero de 1788. 78 79 AGMAB, Arsenales, leg. 3785: Luis Mesía, Cartagena, 29 de marzo de 1788. ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 15 de abril de 1788. 80 158 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Bernia sobre la madera cortada en el año 1786 y que definitivamente llegó al arsenal en abril de 1788, llegó a la conclusión de que se habían recibido únicamente 7266 codos cúbicos más otros 555 estimados en 56 piezas muy pesadas que se habían tenido que sacar del río, y en 13 que había aguadas en el mismo, lo que hacían un total de 7721 codos cúbicos. Esta cifra era menor a los 8075 codos que se debían haber cortado según la relación de gastos, por lo que faltaban 254 codos cúbicos de cuyo paradero BernIa no dio explicaciones convincentes.81 Desde la Junta se criticó que no se hubieran dado las noticias de los números y dimensiones de las piezas en el momento de su extracción en el monte, al tiempo de botarlas al agua ni cuando habían varado en tierra. Por todo ello se advertía que en lo sucesivo se detallara puntualmente el número exacto de piezas para evitar así perjuicios al departamento.82 A principios de 1788, cuando aún no había llegado esta madera y todavía continuaba el acarreo de los pinos de Segura desde el Puente de las Ovejas, en los montes de Segura se habían abierto nuevos caminos para arrastrar las piezas de una nueva pinada que quedaron orilladas en el aguadero el 12 de enero de 1788. Se trataba de otra remesa, curiosamente compuesta por otras 471 piezas. En total 4564 codos cúbicos, según explicó el ministro de Marina Juan Pichardo, quien preveía que aquella pinada iniciaría su navegación a finales del mes de enero solicitando para la misma los víveres necesarios para alimentar a la comitiva.83 A esta reclamación se unieron las peticiones de Bernia que insistentemente solicitaba más fondos para poder ejecutar su misión con todas las garantías.84 Las 471 piezas iniciaron finalmente su navegación el 9 de febrero de 1788. Así lo comunicaba en una carta fechada el 22 de febrero de ese mismo año el propio Bernia desde la villa de Yeste donde su salud le había impedido seguir a aquella la pinada aunque tenía noticias de ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 12 de agosto de 1788. 81 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 19 de julio de 1788. 82 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 8 de enero de 1788. 83 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 20 de enero de 1788. 84 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 159 que “por las escaseces del agua en el río sigue trabajosamente la navegación”.85 Aquella pinada fue dirigida de manera interina por el teniente de navío Juan Doral que estuvo al frente de la comisión hasta el 16 de mayo siguiente.86 La pinada dio inicio entre el 9 y 10 de febrero comenzando así una navegación llena de obstáculos donde una vez más se puso en práctica la pericia de los pineros que con la sola ayuda de sus ganchos fueron disciplinando los maderos por las aguas cristalinas del río Segura, en medio de extraordinarios cortados sorteando rocas, bolos y pequeños saltos de agua, dirigiendo uno a uno a los pinos que no podían unirse en almadías ante las dificultades orográficas que presentaba el estrecho río, embutido entre las rocas y cortados y recorriendo angostas cerradas. Como testigos de la carrera unos pocos hombres y un puñado de mulas, no más pues no cabían por las estrechas orillas, cargando los víveres – que incluían 100 fanegas de garbanzos y 4 de pimiento picante– y las tiendas de campaña, necesarias para tan singular expedición. La comitiva discurrió paralela al borde del caprichoso río en una no menos sufrida aventura a la que se habían unido dos religiosos para ayudar al capellán en las confesiones de los operarios. Aquella pinada tuvo aun más problemas que la anterior puesto que una riada provocó que las maderas chocaran en las peñas quedando amontonadas y embarradas con enorme dificultad para extraerlas del río.87 Por esta razón se previno a la Junta de Cartagena para que se suspendiera la conducción hasta el año siguiente y que para entonces se cortaran 2.000 piezas más,88 de menores dimensiones que no tenían por que ser todas de pino salgareño, incluyendo también de rodeno y aun de carrasco, debiendo labrarse desde el día 1 de julio para que tuvieran tiempo de purificarse y flotaran con facilidad. La Junta también propuso que se remitieran 150 rollizos con aplicación para palos de embarcaciones menores.89 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 12 de marzo de 1788. 85 86 AGMAB, Arsenales, leg. 3760, lib. 1, fol. 237, 19 de abril de 1788. ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 22 de abril de 1788; AGMAB, Arsenales, leg. 3785: A la Junta de Cartagena, 16 de mayo de 1788. 87 88 AGMAB, Arsenales, leg. 3760, lib. 1, fol. 238: 20 de abril de 1788. 89 AGMAB, Arsenales, leg. 3785: La Junta de Cartagena, 23 de mayo de 1788. 160 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Mientras Manuel Bernia permanecía en Yeste recuperándose de sus dolencias, tal y como se había previsto, la odisea de la última pinada terminó pronto, el 19 de julio de 1788 a la altura del sitio de Tindávar donde por orden de la Junta del Departamento el maestro mayor del río dirigió la saca de las piezas de madera hasta el año siguiente en que se incorporarían las dos mil piezas previstas de la siguiente pinada que serían cortadas en las solanas y elevaciones de los sitios de Bañares y Cuesta de Marchena por estar próximas al río.90 Fue entonces cuando quedaron desaguadas poco más de 400 palos después de que 62 piezas de enormes dimensiones tuvieran que abandonar la navegación debido a su considerable peso que las hacía incapaces de flotar en las mermadas aguas del Segura. Durante la navegación, además, se perdieron 14 ganchos bicheros. La pinada del año 1788 duró 161 días se gastaron 225.343 reales y 29 maravedís por los 4000 codos de madera que llegaron a Tindávar. Según escribió Bernía, “para la navegación que duró 161 días y no se finalizó el año pasado por contratiempos y escasez de aguas en el río, se gastaron 220.160 reales y 19 marvedies [...]”.91 Entre los contratiempos a los que hacía alusión Bernia, además de los señalados durante la navegación, las enfermedades proliferaron entre los pineros obligando a algunos de ellos a abandonar la expedición reduciendo así el número de operarios. También surgió una agria polémica entre el delineador Antonio Vicente y el propio Bernia que casi llegaron a las manos pues el primero, después del faltarle al respeto acudió a la Junta de Cartagena acusando al ingeniero de la mala calidad de las maderas, una acusación que Bernia calificó de calumnia pues según él, “de ochocientas y tantas piezas que ha examinado ningunas ha encontrado de mala calidad cuando en la Junta manifestó que lo eran”. Bernía asumió que las maderas no eran de tan buena calidad como las del extranjero pero que una vez llegadas al arsenal y almacenándolas en un paraje ventilado y no bajo el agua, serían óptimas para el servicio. Además en su favor estaban los altos precios de las maderas de Aragón y Cataluña cada vez más escasas. Por último, aunque no podría extraerse de los “montes vírgenes” de Segura más que la mitad de los 647.632 co90 AGMAB, Arsenales, leg. 3785: Manuel Bernia a Antonio Valdés, Yeste, 18 de julio de 1788. ANC, Reales Órdenes, 2223, carta de Manuel Bernía a Antonio Valdés, Madrid, 26 de agosto de 1789. 91 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 161 dos que se habían presupuestado por Bernia, había suficiente para proveer al arsenal durante 27 años contando doce mil codos en cada uno de ellos, de tal manera que tan solo habría que extraer de Cataluña y Aragón los seis mil codos restantes para completar los 18.000 que se consumían anualmente en Cartagena.92 La Junta reprobó la insubordinación del delineador Antonio Vicente93 pero el resultado de aquella pinada no convenció a las autoridades de Cartagena puesto que descubrieron que los árboles se habían labrado muy superficialmente para no disminuir su cubicación lo que había provocado la aparición del sámago en las piezas. Este motivo hizo que la mayoría tuvieran que ser labradas de nuevo. Otras piezas habían sido modeladas en el monte dejándolas rectas “sin atender a la preferencia de las de vuelta”. Por todo ello la Junta de Cartagena reprimió a Bernia al que además se le censuró el que no cumpliera el proyecto que expuso en 1784 cuando prometió sacar 80.954 árboles que había marcado con un total de 647.632 codos cúbicos a un coste de menos de 50 reales. Además de todo ello, la Junta dudó de la viabilidad de la empresa del transporte de maderas desde los montes de Segura a través del río del mismo nombre puesto que, junto a todos los inconvenientes señalados, las piezas que se conducían no podían ser muy grandes ya que el cauce del río lo impedía y era imposible que los troncos no se rozaran con las rocas. Por esta razón la madera tan solo se podía emplear para la obra muerta del buque y no para fondos como era lo deseado. Por este motivo habría, pues, que echar mano de las de Cataluña y Aragón para dichos fines de donde si podían abastecerse de piezas más grandes para baos de primera y segunda cubierta, quillas, codastes o madres de timón. Sin embargo, a pesar de todos los problemas descritos tanto de las maderas, de su transporte y del propio Bernia, sorprendentemente quedó acordado que continuaran las cortas en Segura. Sobre Bernia, al que la propia Junta calificó de “oficial habil, astuto e inteligente pero de genio vivo y aire que necesita moderación para mejor dirección de las faenas”,quedó claro que le faltaba prudencia a la hora de dirigir a los 92 AGMAB, Arsenales, leg. 3785: A la Junta de Cartagena, 16 de mayo de 1788. ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 14 de octubre de 1788. 93 162 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas hombres en la conducción de las pinadas puesto que la disciplina en tierra era distinta y más liviana a la del mar. En cuanto a las maderas se criticó el tamaño de las mismas puesto que a juicio de la Junta, debían haber sido más pequeñas hasta experimentar la capacidad del río. Como positivo la Junta concluyó que la comisión había superado todos los inconvenientes del trayecto, incluidos los Almadenes de Calasparra. En su haber también se había logrado conducir un buen número de piezas para baos, curvas y demás aplicaciones útiles aunque se aconsejaba que la próxima ocasión fueran de moderadas dimensiones al menos hasta que se tuviera manejo en la conducción. También se discutió la preferencia del pino rodeno al salgareño y que se hubiera hecho la corta para la segunda pinada cuando la primera aún no se había embalsado.94 El 22 de agosto de 1788 Manuel Bernia envió una carta a la Junta del Departamento de Cartagena proponiendo la corta de 20.000 codos de pino para el año 1789.95 Mientras tanto, por esas mismas fechas, se estaba efectuando una nueva corta de maderas en las inmediaciones de Miller, la pequeña aldea rodeada de impresionantes calares cercana a la confluencia de los ríos Zumeta y Segura, en medio de un exuberante bosque de pinos salgareños. Para las operaciones se había alquilado una casa como almacén donde se habían labrado y descortezado los árboles cortados que fueron numerados uno a uno. A principios de 1789 comenzaba una nueva pinada que después de conducirse hasta los aguaderos fue botada al agua el 6 de febrero96, teniendo como objetivo unirse a la anterior maderada en el sitio de Tindávar para desembarcarse ambas el en un lugar llamado los Villares de Melgarejo, en el entorno de la Ondonera de Calasparra, entre el 29 de abril y el 2 de mayo de 1789.97 Ambas pinadas permanecieron en la Ondonera de Calasparra hasta el mes de agosto cuando dio comienzo su transporte desde allí en carretas.98 Finalmente el gasto total de ambas 94 AGMAB, Arsenales, leg. 3785: A la Junta de Cartagena, 16 de mayo de 1788. ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 14: Junta celebrada el 2 de septiembre de 1788. 95 96 AGMAB, Arsenales, leg. 3760, lib. 1, fol. 239: 30 de abril, 6 de febrero de 1789. 97 AGMAB, Arsenales, leg. 3760: 29 de abril y 4 de mayo de 1789. 98 ANC, Reales Órdenes, 2223, 4: Valdés a José de Rojas, Madrid, 11 de agosto de 1789. La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 163 maderadas ascendió a 411.856 reales y 8 maravedís. Unos gastos que incluían el pago de los árboles a sus dueños.99 En cualquier caso las maderas de Segura no estuvieron a tiempo para septiembre de 1789 por que desde la Junta se sugirió que se emplearan las maderas de Aragón para las obras de uno de los diques del arsenal.100 7. LAS ÚLTIMAS PINADAS DE MARINA POR EL SEGURA Después de superar una enfermedad y de disfrutar de una licencia de unos meses en Madrid, Manuel Bernía prosiguió con su comisión durante los dos años siguientes.101 Así, en diciembre de 1789 Manuel Bernia avisaba de su llegada a Hellín para continuar en su comisión de acopio de maderas de Segura para Cartagena.102 Las disputas entre el ingeniero Manuel Bernia y el ministro de Marina de Segura don Juan Pichardo acerca de las disposiciones y preparativos para la corta y conducción de maderas,103 así como las diferencias entre el ingeniero y la Junta de Cartagena en la financiación de la siguiente corta, no fueron tampoco suficientes motivos para que la Junta de Cartagena rechazara las cortas en Segura. Hay que tener en cuenta que la madera de Segura era más barata pues, frente a los 86 reales de vellón que ascendía el codo de madera de Cataluña, la de Segura se reducía a 58 reales.104 Además, la Junta de Cartagena valoraba la calidad de la madera de pino salgareño de Segura por lo que se estudió la posibilidad de aumentar el número de codos de madera procedentes de aquella región.105 Por tal motivo el 4 de junio de 1790 se aprobaba las providencias para la corta y conducción de 2.020 piezas con un volumen de 7968 codos de madera de aquellos montes. El ministro de Segura propuso que, aunque no era la mejor época, la corta se debía a principios de junio, tal y como se hizo en 1788 y como prescribía la orden de 16 de mayo del mismo 99 ANC, Reales Órdenes, 2223, 4, doc. 6: Manuel Bernía, 24 de agosto de 1789. 100 ANC, Reales Órdenes, 2223, 4: Valdés a José de Rojas, Madrid, 14 de agosto de 1789. 101 AGMAB, sección Ingenieros, leg. 3408/9. 102 AGMAB, Arsenales, leg. 3760: 26 de diciembre de 1789. 103 AGMAB, Arsenales, leg. 3795: Juan Pichardo a Antonio Valdés, Quesada, 27 de abril de 1790. 104 AGMAB, Arsenales, leg. 3795: Junta económica de Cartagena, 24 de mayo de 1793. 105 AGMAB, Arsenales, leg. 3795: Junta económica de Cartagena, 10 de marzo de 1790. 164 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas año, lográndose de esta manera que las maderas bajasen perfectamente en la navegación sin los obstáculos que indicaba Manuel Bernia,106 pues el ingeniero, nada más conocer el volumen de madera que debía cortar, expuso una serie de dificultades que rápidamente fueron rechazadas por la Junta de Cartagena.107 De este modo se aprobó la propuesta del ministro de Marina de Segura de tal forma que las maderas estarían dispuestas para ser arrastradas hasta los embarcaderos en el mes de agosto, ordenando al mismo tiempo que Bernia acopiara las carretas necesarias para el traslado de las mismas sin perjuicio de la comisión de Cádiz.108 Poco después, en una carta fechada el 25 de septiembre de 1790, Juan Pichardo informaba a la Junta de Cartagena de que se había procedido al derribo y labrado de 3400 piezas de pino que medían más de 16.000 codos cúbicos, una cifra que excedía en la mitad de lo previsto inicialmente por lo que solicitaba más fondos para su conducción.109 Al tiempo, en enero de 1791, Juan Pichardo informaba a la Junta de Cartagena de haber finalizado el transporte hasta los aguaderos a donde habían llegado 3.400 piezas de pino con un volumen total de 16.446 codos cúbicos de madera.110 Según Pichardo la navegación de aquella pinada dio comienzo el 12 de diciembre anterior, sin la presencia de Manuel Bernia cuya salud le impidió asistir a al botadura de las maderas.111 Este hecho obligó a la Junta a sustituir al ingeniero por Don José Lainiella, quien fue elegido de entre tres candidatos para conducir las maderas.112 Nuevamente aquella pinada sufrió las habituales dificultades que en esta ocasión provocaran que la magnitud de algunas piezas impidieran su 106 AGMAB, Arsenales, leg. 3795: Junta económica de Cartagena, 4 de junio de 1790. ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 21 de junio de 1790. 107 AGMAB, Arsenales, leg. 3795: Junta económica de Cartagena, 4 de junio de 1790; ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica: Junta celebrada el 18 de mayo de 1790. 108 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 27 de octubre de 1790. 109 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 13 de enero de 1791. 110 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 20 de enero de 1791. 111 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 28 de febrero de 1791. 112 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 165 navegación por el río.113 Aunque en un principio se insistió de que en aquella ocasión la pinada debía superar los Almadenes,114 finalmente se atendieron las sugerencias de Bernia quien señaló que en el caso de que las condiciones del río no lo aconsejaran era preferible desaguar en la Hondonera de Calasparra y asumir el coste del carreteo desde aquel lugar, que arriesgarse a atravesar los Almadenes, con el consiguiente sufrimiento de las maderas más el gasto que suponía sortear aquel estrecho.115 Ocho meses después de su botadura el 16 de agosto de 1791 la Junta del Departamento de Cartagena nombraba al oficial don José Jiménez de Cisneros para el envío desde la Ondonera de Calasparra de 3.447 piezas de pino de Segura, una cifra superior a la que inicialmente se había previsto.116 A pesar de las insistencia por parte de los comisionados, la Junta del Departamento no admitió aumentar el presupuesto ni enviar más fondos para la conducción de las maderas al arsenal que los aprobados el 5 de enero anterior.117 El 11 de agosto de 1791 la Junta de Cartagena recibía una propuesta de Manuel Bernia en la que para surtir al arsenal con 2.373 piezas de pino de Segura para navíos, debían de extraerse del paraje llamado Hueco de Bañares, para lo que debía abrirse el Carril del Madroño evitando así el penoso paso del Cantarral de la Laguna.118 A finales de año volvía a insistir en la imprescindible apertura del Carril del Madroño para el traslado de las maderas que tanto necesitaba el arsenal que, no obstante, no llegarían a Cartagena hasta 1793, tal y como predijo Bernía.119 Por ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 6 de julio de 1791. 113 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 22 de junio de 1791. 114 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 21 de julio de 1791. 115 AGMAB, Arsenales, leg. 3795: Junta económica de Cartagena, 16 de agosto de 1791; ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 16 de agosto de 1791. 116 ANC, Caja, 2734. Junta del Departamento Libros de Acuerdos, Tomo 16: Junta celebrada el 14 de septiembre de 1791. 117 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 11 de agosto de 1791. 118 ANC, Caja, 2734, tomo 16: Libros de Acuerdos de la Junta Económica: Junta celebrada el 22 de diciembre de 1791. 119 166 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas esta razón Bernia insistía en la necesidad de aumentar la consignación económica para aquella obra, teniendo en cuenta la enorme necesidad de maderas que tenía el arsenal para la construcción y carenas de navíos. Finalmente la Junta accedió a un aumento del presupuesto en 600 reales para acabar las obras.120 En mayo de 1792 José de la Llaniella solicitó su relevo por enfermedad de la comisión de cortas de maderas de Segura. La Junta propuso para sustituirle a Bernando Abad.121 Poco antes, el El 21 de abril de 1792 una orden dictada en Aranjuez nombraba a Manuel Bernia ingeniero jefe después de muchos años como ingeniero de 2ª.122 Mientras tanto un mes antes, el 5 de marzo de 1792 se iniciaron las obras en el carril, quedando concluido el 27 de mayo siguiente.123 En aquel año 3.165 pinos fueron cortados y labrados en el citado paraje del Madroño con un total de 11.192 codos cúbicos y 291 piezas de otra pinada.124 Algo menos de los 3.403 piezas que había señalado Manuel Bernia125 quien, después de siete años al mando de la comisión, una vez abierto el carril del Madroño y después de experimentar y consolidar el proyecto de las conducciones fluviales por el Segura, fue relevado de su cargo por José Mor de Fuentes Meses.126 Poco después, sin embargo, la Junta del Departamento tomaba la siguiente decisión: “La madera de pino que viene a este arsenal anualmente por los asentistas del ramo es muy suficiente para todas sus atenciones y propone que sería conveniente que se retiren los comisionados a su costa de la ANC, Caja, 2734, tomo 16: Libros de Acuerdos de la Junta Económica: Junta celebrada el 22 de diciembre de 1791. 120 ANC, Caja, 2734, tomo 16: Libros de Acuerdos de la Junta Económica: Junta celebrada el 9 de mayo de 1792. 121 122 ANC, Ingenieros de Marina, oficiales graduados y otros vivos del Cuerpo General, Nº 16. ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica: Junta celebrada el 14 de junio de 1792. 123 ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 22 de agosto de 1792. 124 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 27 de octubre de 1790. 125 ANC, Libro de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 28 de junio de 1792. Sobre este oficial ver ANC, Ingenieros de Marina, oficiales graduados y otros vivos del Cuerpo General, Nº 9. 126 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 167 Real Hacienda en los montes de Segura de la Sierra, Caravaca y Cataluña luego que hayan concluido el aguadero y remesas de las piezas que tengan cortadas”.127 Y así fue, tal y como proclamaba aquel acuerdo, como las pinadas para la Marina en el río Segura cesaron para siempre ya que los almacenes estaban abastecidos y por tanto las necesidades más que cubiertas. No obstante y tal y como señalaba el acuerdo, antes de acabar la empresa, había que trasladar las maderas ya cortadas en el paraje del Madroño. Así pues, el 21 de octubre de 1792 José Mor de Fuentes informaba a la Junta del Departamento que las maderas habían sido depositadas a la orilla del río en un paraje lo suficientemente elevado para resguardarlas de las avenidas del río. Al parecer Mor de Fuentes había desaguado las maderas en un paraje anterior al lugar habitual por lo que la Junta le ordenó que continuara la navegación.128 Por fin, la pinada llegó a la Hondonera de Calasparra donde fue desaguada a mediados de abril de 1793, tal y como había previsto Mor de Fuentes.129 Desde allí sería conducida en carretas hasta el arsenal de Cartagena. Una operación que nuevamente estuvo llena de obstáculos. Para empezar nadie se presentó a la subasta para el acarreo de la madera130 por lo que de nuevo hubo de acudir a la solución del embargo de carretas prometiendo un real por legua y codo de madera, descontando el importe de las piezas rezagadas y no conducidas. Al menos sabemos que tres palos de grandes dimensiones inútiles y defectuosas, quedaron en Calasparra.131 Además habían quedado otros 54 palos rezagados en el paraje de Aguas Calientes más otras 400 tablas que, aprovechando la ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 10 de octubre de 1792; AGMAB, Arsenales, leg: 3795: El marqués de Casa Tilly a Antonio Valdés, Cartagena, 13 de octubre de 1792. 127 ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 31 de octubre de 1792. 128 ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 20 de marzo de 1793. 129 ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 17 de abril de 1793. 130 ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 18 de julio de 1792. 131 168 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ocasión, había que trasladar desde Hellín.132 Las maderas llegaron por fin después de superar muchas dificultades. Dos años más tarde, Mor de Fuentes presentó una propuesta para cortar una nueva remesa de pinos de Segura que en esta ocasión serían conducidas exclusivamente en carretas, abandonando la idea del transporte fluvial por el Segura. Sin embargo la Junta ya había dicho su última palabra y desechó aquella iniciativa poniendo punto y final a la relación entre los montes de Segura y el arsenal de Cartagena.133 No obstante tenemos constancia de que, al menos desde octubre de 1804 se hallaban comisionados en los montes de Huéscar con el fin de abastecer de maderas al arsenal de Cartagena.134 También sabemos que en 1809 el departamento de Cartagena pidió informes de las maderas producidas en los montes de Alcaraz y Cazorla aunque no tenemos constancia de que se efectuaran cortas.135 Pocos años antes, en 1801, el ingeniero Joaquín de la Croix hacía referencia a las maderas que bajaban por el río Segura señalando que “vienen de la Sierra del mismo nombre en el Reyno de Murcia”136 olvidando, no obstante, que la madera de aquellos pinares se extendían también por el antiguo y vecino reino de Jaén. 8. LAS MADERAS DE SEGURA EN EL ARSENAL DE CARTAGENA Aunque fue el arsenal de La Carraca el primero en hacer uso de sus maderas, desde muy pronto, en Cartagena, pusieron los ojos en los montes de Segura. A principios de 1738 el marqués de la Ensenada instaba a Alejo Gutiérrez de Rubalcaba para que enviara desde Cartagena a un ANC, Caja, 2734, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 16: Junta celebrada el 16 de mayo de 1793. 132 ANC, Caja, 2735, Libros de Acuerdos de la Junta Económica, Tomo 19: Junta celebrada el 21 de enero de 1795. 133 AGMAB, Arsenales, leg. 3845: Miguel Cayetano Soler a Francisco Gil de Lemos, Cartagena, 15 de marzo de 1805. 134 135 AGMAB, Arsenales, leg. 3760, lib.2, fol. 336. DE LA CROIX, Joaquín: Memoria premiada que contiene la indicación de los montes del Reyno de Valencia: clase, utilidad, uso y abundancia o escasez de sus maderas: ríos y carreteras que facilitan su extracción: causas de la decadencia de los bosques de este Reyno, medios de evitarla y de asegurar su permanencia, Junta Pública de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia celebrada el día 9 de diciembre de 1800. Valencia, Benito Monfort, 1801. p. 203. 136 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 169 práctico y un maestro de arboladura para conocer con detalle las masas forestales y la calidad de la madera de Segura. Poco después y a tenor de esta visita, en Cartagena se recibió un plano del Segura que detallaba el curso del río desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Mediterráneo. También incluía las maderas que se podrían sacar, su calidad, el estado de los montes y lo conveniente que sería su conservación, aconsejando una serie de labores de mantenimiento a las justicias locales de aquellos montes.137 Durante la década de los cuarenta se produjeron los primeros contactos y acercamientos de asentistas al servicio de la Marina con los montes de Segura. Así, el 20 de diciembre de 1746 el intendente de Cartagena Don Francisco Barredo otorgó un despacho a favor del asentista Pedro Asensio para la corta de robles y encinas con destino al arsenal, hecho que fue impedido por el subdelegado de maderas de Segura dependiente del superintendente de Sevilla.138 Aunque al parecer sí se cortaron los árboles139, la tala de robles y encinas procedentes de Segura, empleadas en la construcción naval fue testimonial siendo el pino salgareño la especie preferida para tal industria. En 1748 la Ordenanza de montes concedía al Departamento de Cartagena todos los de la provincia de Segura que tienen sus vertientes a río del mismo nombre. De este modo quedaron asignados a la jurisdicción de Cartagena los montes de Santiago de la Espada, Nerpio, Socobos, Ferez, Letur, Yeste, Lezuza, Barrax, Balazote, Peñas de San Pedro, Ayna, Riopar, Bogarra y Elche de Ayna.140 Poco después se practicó una visita general a los montes el Departamento de Cartagena que incluían los de Segura y Alcaraz.141 Reconocidos los montes y elaborados los informes, en abril de 1749 se propuso el abastecimiento de madera en los montes de Huéscar donde debían “[...]cortarse en la próxima menguante de agosto 570 piezas de ligazón de pino carrasco y dos tajamares que se ANM, Colección Vargas Ponce, Tomo XXXIII, Ms. 64/275: Zenón de Somodevilla a Alejo Rubalcaba, Aranjuez, 9 de junio de 1741. 137 138 FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín: ob. cit., p. 36. MERINO NAVARRO, José Patricio: “La Marina en los montes de Segura, 1734-1800”. En I Congreso de Historia de Andalucía. Córdoba, 1978, p. 37. 139 140 FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M. ob. cit., pp. 37-38. 141 AGS, Marina, leg. 748: Año de 1749 sobre montes y plantíos del Departamento de Cartagena. 170 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas suponen faltarán para la construcción de estos jabeques”.142 Se trataba de los jabeques Galgo, Cazador, Liebre y Volante que fueron botados en el arsenal de Cartagena a lo largo de 1751. Ese mismo año Juan Francisco de la Torre había regresado de una visita a los montes de la región al servicio del arsenal de Cartagena en la que hizo una relación exhaustiva de los árboles que había en gran parte de los pueblos de las provincias de Alicante, Murcia, Granada, Almería y la zona de la Sierra de Segura entre Jaén y Albacete donde destacó la existencia de robles y encinas “poco útiles para la marina” pero alabó la grandeza y excelencias de los pinos blancos salgareños de Segura, Hornillo143, Nerpio, Castril, Alcaraz y Siles, entre otros municipios.144 A finales de diciembre de 1751 en Cartagena se esperaba tablonería de pino para el Septentrión,145 el primer navío de línea construido bajo el llamado sistema inglés de Jorge Juan que fue botado tal y como se había previsto, a finales de aquel año.146 Ignoramos si finalmente el navío fue rematado con maderas de Segura ya que fue botado poco después. En cualquier caso, al año siguiente se daban órdenes para aprontar las carretas necesarias para la conducción de las maderas que había cortadas en la Sierra de Alcaraz y debían servir en las Reales Obras de Cartagena147 Estas órdenes instaban al superintendente de las minas de Almadén a dejar libres sus carretas para cumplir con la contrata de Cartagena.148 En 1753 el arsenal volvió a abastecerse de maderas de Segura pero esta vez de su zona más meridional, concretamente de los montes de Huéscar.149 Poco después las maderas de Segura llegarían al arsenal para ser em- ANM, Colección Vargas Ponce, Tomo XXXIX, Ms. 65/112: Ensenada a Barredo, Aranjuez, 28 de abril de 1749 (tachado cincuenta y tres). 142 143 Santiago de la Espada. 144 AGS, Marina, leg. 562: Cartagena, 30 de marzo de 1751. AGS, Marina, leg. 319: Dos cartas de Francisco Barredo a Ensenada fechadas en Cartagena a 4 y 24 de agosto de 1751. 145 AGS, Marina, leg. 319: Eduardo Bryant, William Richard y otros a otros, Cartagena, 3 de agosto de 1751. 146 AGS, Marina, leg. 320: Juan Luis Gutiérrez Valencia al Marqués de la Ensenada, Alcaraz, 15 de abril, mayo de 1752. 147 148 AGS, Marina, leg. 320: A Rubalcaba, Madrid, 4 de julio de 1752. 149 PÉREZ-CRESPO MUÑOZ, María Teresa: ob. cit., p. 128. La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 171 pleadas en la construcción de uno de los ingenios más importantes de la construcción naval en el siglo XVIII: los diques de carena. Mucho antes que en La Carraca, el arsenal de Cartagena contó muy pronto con diques de carena en seco, los primeros de todo el Mediterráneo, que se pusieron en funcionamiento durante la década de los cincuenta bajo la iniciativa de Jorge Juan de Santacilia. Su construcción fue dirigida por el ingeniero Sebastián de Feringán que inició las obras el primero de abril de 1753. Feringán supervisó personalmente toda la obra otorgando una enorme importancia al diseño y ejecución de las compuertas de las que señala en 1752: “Las puertas de los diques, así por lo particular de sus maderas, formidable tamaño y construcción prolija por los ajustes de madera con madera, es un artefacto el más delicado de cuantas máquinas hidráulicas se han intentado pues de él dependen los buenos efectos del dique”.150 Fue entonces cuando Feringán recurrió a los montes de Segura para construir las citadas puertas del dique tal y como descubrimos en el siguiente documento: “[...] Por la carta de VS de 4 del corriente y la relación que incluye firmada de Don Eduardo Bryant, quedo enterado de las piezas de madera de pino pedidas a VS por éste para hacer el cajón de las puertas del dique; y de la providencia dada por VS para que se conduzcan de las sierras de Alcaraz y Segura por dirección del maestro mayor de arboladura Joséph Maltés”.151 En 1759 de nuevo Francisco de la Torre, encargado de las cortas para el departamento de Cartagena, junto a Pablo Villar, concluyeron un informe titulado Estado de las piezas de madera que producirán los árboles elegidos para construcción y carenas de bajeles de la Armada en el registro de montes hecho en los pueblos de Totana, Mula, Cehegín, Moratalla, Yecla, Santiago, Segura de la Sierra y Alcaraz pertenecientes al departamento de Cartagena con arreglo a las figuras que se muestra el modelo a la inglesa para la fábrica de navío de 68 cañones (también para fragata de 26 cañones).152 Visto el informe, el Secretario de Marina Julián de Arriaga autorizó las cortas que comenzaron a producirse mientras el transporte, a la espera AGS, Marina, leg. 325, cit. por MERINO NAVARRO, José Patricio: “El arsenal Ilustrado del Mediterráneo español”. En: Revista Áreas. Nº 1, Murcia, 1981, p. 36. 150 151 ANC, P II Leg. 13: Francisco Barredo, Madrid, 7 de septiembre de 1754. 152 AGS, Marina, leg. 561: Francisco de la Torre, Yecla, 22 de agosto de 1759. 172 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de una solución fluvial, se efectuaría por medio carretas. Sin duda alguna las prisas por realizar las cortas y el acopio de maderas de los montes de Segura tenían mucho que ver con la coyuntura política que se vivía por aquellos días cuando Carlos III acababa de ser proclamado rey de España lo cual suponía la continuación de la decidida política de crecimiento naval de su hermano Fernando VI pero con el horizonte puesto en un probable enfrentamiento contra Gran Bretaña. A la espera de ello había que mantener la escuadra y construir más barcos. En Cartagena durante el año 1761 tan solo se habían fabricado dos goletas pero a medio plazo se tenía la intención de construir un navío de 68 cañones. El mismo para el que estaban destinadas las piezas señaladas por Francisco de la Torre en su visita a los montes de Segura y Alcaraz. Ese navío era el Velasco, llamado así en honor a la memoria del capitán de navío Luis Vicente de Velasco e Isla, muerto el año anterior en la heroica defensa del Castillo del Morro frente a los ingleses en La Habana. Con la fábrica de este navío de línea se alcanzaba la culminación, después de 12 años de estudios, del sistema inglés de Jorge Juan al mejorar detalles en torno a la clavazón, los trancaniles y el aumento de fortificación. Eduardo Bryant dirigió la construcción del navío que comenzó en 21 de mayo de 1762 cuando se puso la quilla sobre la grada. Una vez fabricado el casco se decidió, por disposición de 3 de enero de 1764, que este fuera entablado con madera de pino. Mucho antes, en su informe de 1759 Juan Francisco de la Torre había señalado centenares de pinos salgareños de los parajes de la Provincia Marítima de Segura para conformar las piezas de este buque, la tablonería y los forros de la embarcación.153 Pero las maderas de Segura tardaron en llegar más de lo previsto por lo que hubo que emprender la obra con una partida de pinos de Rumanía.154 En cualquier caso las maderas de Segura estuvieron presentes en el arsenal de Cartagena durante los años de construcción del Velasco tal y como señaló Francisco de Bruna al referirse al partido de Alcaraz donde “[...] abundaba de pinos en sus montes y de ellos se han llevado muchas porciones para el arsenal de Cartagena”.155 153 AGS, Marina, leg. 561: Francisco de la Torre, Yecla, 22 de agosto de 1759. GONZÁLEZ-ALLER HIERRO, José Ignacio; APESTEGUI, C.; PLA, J.; ZAMARRÓN, C.: Modelos de Arsenal del Museo Naval. Evolución de la construcción naval española, siglos XVII-XVIII. Barcelona, Lunwer Editores. 2004, pp. 108-109; AGMAB, Arsenales, leg. 3762: Asiento de maderas de construcción de Romanía para Cartagena por seis años a cargo de Joseph Marcerano y Ángel María Rati (1761-1766). 154 155 AGS, Hacienda, leg. 849: Francisco de Bruna a Esquilache, Sevilla, 8 de agosto de 1764. La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 173 Durante la segunda mitad del siglo XVIII las maderas de Segura estuvieron presentes en Cartagena, momento en que la actividad constructiva y de mantenimiento de embarcaciones fue frenética. La labor de su arsenal hasta mediados de siglo fue la de reparación de buques. A partir de esta fecha el arsenal del Mediterráneo se dedicó plenamente a la construcción naval sin cesar en la labor de carenas y recorridas, más aun con la presencia de los diques. Desde el año 1753 se fabricaron un total de 21 navíos de línea, 23 fragatas, 6 corbetas y otras 16 embarcaciones menores, obras en las que se fueron aplicando sucesivamente los sistemas de construcción naval. Así se botaron según los principios del sistema “inglés”, impuesto por Jorge Juan, los navíos Septentrión (1753), Tridente (1754), Atlante (1754) Velasco (1764) y San Genaro (1765), construidos por el ingeniero Eduardo Bryant. En los años sesenta la construcción de navíos por el sistema inglés empezó a ser cuestionada pues los barcos mostraban gran endeblez a pesar de que durante más de una década se habían construido naves muy ligeras y marineras. Fue entonces cuando la ingeniería naval francesa bajo la dirección de Francisco Gautier sustituyó al sistema anterior. Bajo los principios del nuevo método francés se construyeron en Cartagena el Ángel de la Guarda (1773) y San Justo (1779), momento en que a Gautier le sucede su discípulo José Romero Fernández de Landa como director de construcciones, iniciando así una nueva etapa de construcción en Cartagena. Esta nueva fase se caracterizó por el encarecimiento del roble catalán y por la búsqueda de nuevos yacimientos madereros en Asturias y América, continuando con el tradicional abastecimiento de pinos de los montes de Segura a pesar de las dificultades de transporte.156 Según Merino Navarro en la década de los setenta llegaron a Cartagena algunas maderas de Segura transportadas en carros a pesar de que la larga distancia superaba ampliamente las 20 leguas.157 Siguiendo nuestros datos, al menos desde 1776 y hasta 1782 el arsenal de Cartagena se abastece de los pinos de Huéscar, de los parajes de la Fuenfría, Pinar Negro y monte de María Asnal. Unas maderas que, fueron conducidas en carruajes desde los bosques de Segura hasta Cartagena,158 compartiendo diques y almacenes con madera de pino de otras regiones. 156 PÉREZ-CRESPO MUÑOZ, María Teresa: ob. cit., pp. 120-121. 157 MERINO NAVARRO, José Patricio: ob. cit., p. 251. 158 FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín: ob. cit., p. 61, y ANC, Caja 2731, Junta de Departa- 174 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Uno de los destinos de las maderas que llegaron desde 1778 de los parajes de Pinar Negro y la Fuenfría fue el Cuartel de Presidiarios que había comenzado su construcción en 1775.159 Un edificio concebido para albergar a los más de 3.000 presidiarios que trabajaban en el arsenal y que por entonces se alojaban en cuatro galeras y un jabeque fondeados en el puerto de Cartagena. El hundimiento de una de estas embarcaciones propició la orden real de construcción de este edificio en el que se emplearon 5.000 pilotes de madera. Sobre los troncos hincados en el terreno se edificó un entramado sobre el que se había apoyado la cimentación a base de sillares de arenisca. En marzo de 1778 ya se había concluido el primer cuerpo y se estimaba que en breve el ingeniero Mateo Vodovich terminaría el edificio, con el concurso de las maderas segureñas.160 Desde enero de 1778 hasta finales de julio de ese mismo año las maderas que fueron introducidas en el arsenal de Cartagena procedían de los montes de Cataluña, Mula, Fuenfría y Pinar Negro.161 Desde esta fecha desconocemos con exactitud el volumen de madera conducido desde los montes de Huéscar, Pinar Negro, La Fuenfría y María Asnal que fue conducida por carretas al menos hasta 1782. A ella debemos de sumar la que llegó entre 1786 y 1793, aproximadamente unos 10.000 pinos que fueron trasladados a Cartagena navegando por el río Segura a raíz de las cinco pinadas que discurrieron durante aquellos años con el fin de ser empleadas en las incesantes obras de construcción y carena de navíos así como la propia edificación de las instalaciones del propio arsenal. Aunque es evidente que el volumen de madera de pino de Segura fue muy inferior al de otras regiones como Cataluña y Aragón no es desdeñable su contribución a las obras de construcción y mantenimiento de las embarcaciones de la Real Armada en el departamento de Cartagena así como la construcción del propio arsenal durante el siglo XVIII. mento, Libro de Acuerdos, tomo 7. ANC, Caja, 2729. Junta del Departamento Libros de Acuerdos, Tomo 2: Junta celebrada el 1 de febrero de 1775. 159 AGS, Marina, leg. 359: Mateo Vodovich al marqués González de Castejón, Cartagena, 10 de marzo de 1778. 160 AGS, Marina, leg. 359: Alfonso de Rojas, Alfonso de Alburquerque, Francisco Gautier, Francisco de Varas, Manuel Travieso, Antonio Miguel de Java, Cartagena, 9 de septiembre de 1778. 161 La Provincia Marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruiz García 175 BIBLIOGRAFÍA RUIZ GARCÍA, Vicente: La Provincia Marítima de Segura y la Marina de la Ilustración. La contribución de las maderas de Segura de la Sierra a la construcción naval del siglo XVIII, Jaén, Diputación Provincial de Jaén-Instituto de Estudios Giennenses, 2019. 176 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas El transporte fluvial de madera en España durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba Carmen Sanchis Deusa Profesores jubilados de la Universitat de València. Departament de Geografía INTRODUCCIÓN La conducción de maderas por los ríos fue una actividad habi- tual en España desde tiempo inmemorial, aunque sólo está documentada a partir del siglo XII. Las primeras noticias escritas se deben al geógrafo andalusí Al-Idrisi en su Libro de Roger (1154), quien habla de Tortosa y su famoso pino rojo (Pinus sylvestris) que era bajado por el río Ebro y exportado a varios países musulmanes de la ribera mediterránea. También escribe este mismo autor de la conducción de madera por el río Júcar hasta su desembocadura en Cullera, donde era embarcada con destino a la ciudad de Valencia para la construcción de edificios y al puerto de Dénia para la de barcos. Las últimas conducciones fluviales tuvieron lugar sobre el río Irati (Navarra) en la década de los años 1960. En tan larga secuencia temporal se pueden distinguir tres grandes etapas históricas en función de la demanda. Una de carácter permanente a lo largo de todos los siglos como fue la de madera destinada a la construcción, la carpintería doméstica y la carpintería de ribera (barcos). Una segunda de carácter puntual ligada a la construcción de las armadas reales, especialmente activas durante los siglos XVI (Felipe II) y XVIII (Carlos III). Y una tercera provocada por la revolución industrial, la construcción de ferrocarriles las obras públicas y la confección de envases durante los siglos XIX y XX. Su decadencia y desaparición tendría lugar ya bien entrado el siglo XX debido primeramente a la competencia de nuevos modos de El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 177 transporte como era el propio ferrocarril en determinados tramos y del camión a partir de 1930 hasta casi los mismos lugares de saca. Finalmente, ya entre 1940 y 1960 le darían la puntilla los embalses que interrumpieron el curso de los ríos haciendo imposible las conducciones. En el presente artículo nos vamos a centrar solamente en los dos últimos siglos, aunque recordando brevemente en cada caso etapas anteriores para una mejor comprensión del proceso de cambio. Por razones de espacio tendremos que omitir otras referencias que no sean las de los modos de transporte, sacrificando un apartado muy importante como es el cuerpo social de los trabajadores y su peculiar organización, que podría ser objeto de otro capítulo. La primera mitad del siglo XIX se caracteriza por una crisis general en todos los aspectos relacionados con el consumo de madera en España. En primer lugar habría que citar, por contraposición a la etapa anterior (segunda mitad del XVIII), la caída de la demanda por parte de los arsenales de la Armada situados en Cartagena, La Carraca y El Ferrol. Tras unas tres décadas de fuerte intensidad en que se botaron más de un centenar de buques de guerra (navíos, fragatas, corbetas, etc. ) se produjo una paralización que duró desde 1789 hasta 1852, período en el que no se construyó ni un solo buque de guerra, prefiriendo el gobierno comprarlos de segunda mano a Francia e incluso a Rusia. A esta inacción habría que añadir la ausencia casi total de obras públicas como carreteras, puentes, puertos, etc., y el escaso comercio exterior que hubiera podido reactivar al menos las atarazanas civiles y los envases de madera (toneles y cajas). Los efectos de la Revolución Industrial y los procesos de urbanización en Europa no empezaron a dejarse notar en España hasta la segunda mitad del siglo XX y estuvo caracterizado por los siguientes factores que afectaron a la revitalización del sector maderero y su transporte: – Aumento de la demanda exterior e interior de madera, leña y carbón – Fuerte incremento de las exportaciones agrarias en envases de madera, como vinos, naranjas, pasas, etc. – Planes de ensanche en las grandes ciudades y construcción de nuevos edificios 178 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas – Revolución de los transportes. Naval: astilleros privados grandes y pequeños – Planes de ferrocarriles (1850) y de carreteras (1861): obra pública: puentes – Doble papel del ferrocarril: primero como competidor y complemento de las vías fluviales; y segundo como gran consumidor de madera en traviesas, vagones, asientos, postes de telégrafo, etc. – Desamortización civil y eclesiástica, que puso en manos privadas y públicas grandes extensiones de bosques objetos de explotación – Especulación capitalista: entrada cada vez mayor de capitales en las empresas de explotación, conducción y abastecimiento de madera. LAS CONDUCCIONES POR LOS RÍOS GUADALAVIAR Y JÚCAR-CABRIEL El siglo de la revolución industrial y de los transportes no podía dejar de afectar al mercado y a la conducción de las maderas. Durante las primeras décadas quizá podría hablarse de una cierta decadencia del tráfico debido a la caída de la demanda por parte de la Armada Española, tanto por su anquilosamiento cuanto por la importación cada vez mayor de madera extranjera para construir los pocos barcos que un estado venido a menos podía permitirse. Aunque Clemente dice haber visto maderadas por el Turia para la Marina a comienzos de los años 1820, estas debían ser sólo para hacer reparaciones y la verdad es que en 1840 ya habían dejado de practicarse y no hay constancia de que volvieran a recuperarse en lo que quedaba de siglo. El gran sabio de Titaguas dedicó sólo algunos apuntes desordenados a la explotación y conducción de madera por el río Turia en los albores del siglo XIX. En primer lugar destaca la división geográfica que hace de la región maderera que utilizaba al río Turia para sus conducciones. Distingue dos zonas. Una superior situada aguas arriba de Santa Cruz de Moya, aguadero principal del Turia junto con los de Ademuz, de donde sólo se bajaba madera cuadrada de pino negral (laricio o salgareño, pinus El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 179 clusiana) y algo de pino albar (pinus sylvestris). El primero era el más utilizado por los carpinteros y maestros de obras de la ciudad de Valencia y el segundo, el albar o coral melis, era el más codiciado para los mástiles, vergas y carena de los buques. El lugar de corta de estas dos especies de pino estaba en las altas serranías de Javalambre, Albarracín y Montes Universales. Clemente añade que la maderada que el vio pasar por Titaguas el 21 de enero de 1825 procedía nada menos que de la Huerta del Marquesado y de la Fuente de la Cierva, partido de Cuenca, cerca ya de la Tierra Muerta, es decir de las cuencas altas de los ríos Mayor y Guadazaón, afluentes del Cabriel situados al Oeste del mismo. Tierras por tanto muy alejadas de Ademuz, en donde fueron aguadas dichas maderas, tras haberlas transportado por carro en un viaje que duró tres días. Figura 1. En la segunda mitad del XIX la actividad maderera conoció un gran crecimiento debido a la aparición de factores antes poco conocidos Figura 1.–Región maderera de los ríos Júcar, Cabriel y Guadalaviar. 180 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas y algunos totalmente nuevos. Por una parte surgieron nuevos tipos de demanda, como la de leñas para hornos y hogares, la de maderas baratas para la confección de envases de frutas, vino y tabaco, la de traviesas de ferrocarril y la de postes de telégrafo. Por otra parte la Desamortización puso a partir de 1837 grandes extensiones de montes públicos y de la Iglesia en manos privadas, alimentando el interés especulativo y las ganas de hacer dinero rápido vendiendo madera. Menos mal que tanto la Marina como la industria valenciana del mueble (que creció mucho en la segunda mitad del XIX) sustituyeron sus antiguas fuentes de aprovisionamiento por la madera importada, mitigando así aunque sólo fuera parcialmente el proceso de deforestación de nuestros bosques. La fabricación de envases de madera ligada a la exportación agraria Otro nuevo tipo de demanda fue la de cajas de madera para la creciente exportación marítima de pasas, naranjas, cebollas, etc. y de toneles de vino. El crecimiento de aquellas exportaciones agrarias en Valencia fue realmente espectacular, ya que pasaron de una media anual de 10.000 toneladas en 1834, antes de iniciarse el gran despegue comercial, a unas 600.000 a finales del XIX y aún habrían de crecer hasta superar 1.300.000 en 1929, y todas ellas se expedían en envases de madera (Piqueras, 1985 y 1997). Las primeras serrerías que demandaban madera barata para este tipo de cajas aparecieron en Dénia, ya hacia 1840, debido a las exigencias de los comerciantes ingleses que allí operaban con pasas, pero fue ya a partir de 1850, gracias a la demanda de los exportadores de naranjas, cuando en la ciudad de Valencia, en Alzira, en Carcaixent y en otros lugares (Borriana, Gandia, etc.) proliferaron estos establecimientos. Tampoco aquí eran muy exigentes en la calidad de la madera, por lo que mucha de la misma procedía de los propios bosques valencianos y era transportada en buena parte en carros. Pero no por eso decayó el transporte fluvial, sino al contrario, ya que las maderadas se hicieron más complejas, incluyendo además de los clásicos pinos laricios, albares y rodenos apropiados para la construcción y el mueble, los de otras especies menos nobles. En todo caso, también entre la madera noble había troncos o partes de ellos que sólo servían para carpintería menor y cajas. Figura 2. El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 181 Figura 2.–Gancheros del Turia llegando a Valencia. Grabado de 1875. Por otra parte los mismos almacenes y serrerías solían operar con varios tipos de madera, incluso con la importada, para optimizar sus resultados económicos. En Valencia las nuevas serrerías, movidas ya con máquinas de vapor, siguieron concentrándose en las cercanías del río Turia, por la zona de la Petxina, la Zaidía e incluso el barrio del Carmen (calle Roters), lo que indica que su principal punto de aprovisionamiento seguía siendo el desembarcadero fluvial del puente de San José. Los mayores empresarios eran entre 1850 y 1860 Francisco Cubells, Mauro Comín, Francisco Martín, Carmelo Ilario, Plou y Sales, Moreno y Cía, etc. (Martínez, 1995,147) y algunos de ellos, sobre todo Plou y Sales, Francisco Cubells y Mauro Comín (luego Hermanos Comín) aparecen como los principales propietarios de la mayoría de maderadas que bajaban por el río Turia y de una buena parte de las que lo hacían por el Júcar-Cabriel (Ferrer, 1994, 276). En 1901, cuando el número de serrerías y almacenes de madera había crecido a 46, la mayor concentración seguía dándose en torno al desembarcadero del Turia (calles de Burjassot, Na Jordana, Roters, Guillem de Castro, Sagunt, la Zaidia...), pero es bien significativo la forma182 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ción de un nuevo y pujante distrito maderero (un tercio de los establecimientos) en torno al Grau de València (Cami Nou del Grau, Serrano, Brull, Serreries...), y por lo tanto en relación con la madera importada y con la fabricación de envases (Bailly-Baillière, 1901). La industria de la tonelería, ligada a la exportación de vino, utilizaba casi exclusivamente madera de importación (de pino de Flandes) mucho más fácil de trabajar, por lo que su localización espontánea tuvo lugar en los alrededores del puerto, por donde entraba tal madera y salía el vino. La calle de la Reina fue uno de los lugares donde primero se notó una concentración de estas tonelerías, no sin las protestas de los veraneantes de la capital que ya en 1862 se quejaron de que los tres talleres allí existentes causaban gran ruido y molestias por estar trabajando de manera contínua desde bien amanecido hasta después de haber anochecido (Martínez, 1995, 150). En 1901, según el Anuario Bailly-Baillière, había en Valencia 10 toneleros, de los que al menos 7 estaban localizados en la zona portuaria. Por estas fechas las maderadas del río estaban ya tocando a su fin, mientras que seguía tomando auge la importación marítima y el transporte por ferrocarril (maderas de Cuenca y de Segura) con estaciones en la zona sur de la ciudad y en el Grau, pero no en el viejo barrio maderero de San José y la Zaidía. Figura 3. Otros dos lugares ligados también al transporte fluvial en donde prosperaron las serrerías mecánicas fueron Alzira y Carcaixent, en ambos casos en muy estrecha relación con la demanda de cajas para embalar Figura 3.–Importación de madera extranjera por el puerto de Valencia (Ca. 1920). El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 183 naranjas. En Alzira, como principal punto de desembarco de las maderas que bajaban por el Júcar, había ya cierta tradición de serrerías, como la que por 1762 tenía recién construida Juan Francisco Munar, situada junto al río y con dos sierras movidas por agua, y que pretendía trabajar para el Arsenal de Cartagena (A Simancas, S.M. leg. 563). Pero fue ya pasado 1850 cuando esta actividad cobró nuevos bríos. En 1856 Joaquín García Chaveli construyó una serrería movida con agua en la partida del Albortxí, junto al río Barxeta, un afluente del Júcar, aunque la primera gran innovación se produjo un año más tarde, 1857, cuando Luis Miguel Prat, un comerciante sedero de Alzira, ante el mal rumbo que tomaba el negocio de la seda, invirtió sus ganancias en una gran serrería y fábrica de cajas, con tres sierras movidas por máquinas de vapor. A finales del siglo XIX la matrícula industrial alcireña tenía registradas cinco fábricas de cajas con un total de 20 sierras (Martínez, 1995, 154). Por las mismas fechas había dos en Carcaixent y una en Algemesí, siendo de destacar la presencia de una compañía francesa, F. d’Yochet y Cía, dedicada a la importación de maderas y a la fabricación de cajas con almacenes en Carcaixent, Alzira, Valencia y Vila-real. Los principales almacenistas de Alzira eran Juan Vicente Pardo en la calle Alta de Santa María, y la sociedad de Tudela y Ballester en la calle Nueva (Bailly-Baillière, 1901). Juan Vicente Pardo debía ser familia o socio de Juan Correcher Pardo, nacido en Cofrentes y gran magnate de la madera de la Serranía de Cuenca, quien en 1903 fue autorizado por el Gobernador Civil de Valencia a bajar una partida de madera hasta sus almacenes de Alzira (Lairón, 2002). En 1929, cuando la exportación de naranjas alcanzaba su máxima expansión y la madera ya llegaba más por ferrocarril que por el Júcar, entre Alzira, Carcaixent y Algemesí, los tres principales puntos de expedición de naranjas, sumaban 19 serrerías y 42 carpinterías en las que se confeccionaban cajas (Bailly-Baillière, 1931), mientras que en sus estaciones se descargaron en 1929 casi 31.000 toneladas de madera (Sanchis, 1988) en parte procedente del Grau de Valencia (madera importada) y en parte de las sierras de Segura y de Cuenca, tras una transporte mixto fluvial y ferroviario. Por estas fechas ya no llegaba madera directamente por el Júcar hasta Alzira. En su conjunto, la provincia de Valencia, y gracias al tirón del comercio exterior agrario y de su tradicional industria del mueble, fue la que registró un mayor crecimiento en el número de sierras mecánicas en 184 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas la segunda mitad del siglo XIX, hasta el punto de que en el año 1900 (sin contar las de Navarra y País Vasco, que no aparecen en las estadísticas por su particular régimen fiscal) venía a representar nada menos que el 24’2 % de España, seguida por la provincia de Barcelona con el 16’5 y de Alicante con el 7’1 % (Zapata, 2001, 328). El mercado ferroviario: las traviesas El ferrocarril, cuya red española fue ejecutada en su mayor parte entre 1850 y 1900, tuvo un doble papel en el mercado de la madera. Por una parte revolucionó el medio de transporte y sustituyó al fluvial hasta donde le fue posible (véanse los casos concretos del Segura y Júcar), y por otra se convirtió él mismo es uno de los mayores demandantes de madera, tanto para la construcción de la propia vía férrea (traviesas), como para la fabricación de los trenes. Todo ello sin olvidar la clásica línea de telégrafo que acompañaba a las vías en todo su recorrido. Aunque el mayor centro de producción de material ferroviario de madera acabó centralizado en Aranjuez, la construcción de las vías férreas en Valencia favoreció durante un tiempo el consumo y el transporte fluvial, sobre todo por el río Cabriel-Júcar. Figura 4. Pocas son las estadísticas al respecto, pero al menos las recopiladas por Vicent Ferrer son bien significativas: entre mayo de 1852 y mayo Figura 4.–Obreros descansando junto a las traviesas de ferrocarril cerca de Argamasilla. Gustavó Doré, ca. 1856. El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 185 de 1854, coincidiendo con la construcción del ferrocarril de València a Xàtiva, que cruza el río Júcar justo en Alzira, bajaron por el río hasta esta última ciudad un total de 61.000 traviesas, acompañadas de rollizos y otras piezas. Sus propietarios eran la compañía madrileña Aurora de España, especializada en el suministro ferroviario, y el Barón de Cortes de Pallás (Ferrer, 1994, 276), dueño de grandes extensiones de bosque en la cuenca del Júcar y abastecedor puntual de la compañía que José Campo había creado precisamente para la construcción y explotación del ferrocarril Valencia-Xàtiva (Hernández, 1983). Poco sabemos sin embargo sobre el volumen que pudieran alcanzar las maderadas que siguieron bajando por los ríos Júcar y Turia en la segunda mitad del XIX. La única fuente documental y estadística conocida se encuentra en los archivos de la Diputación de Valencia y ya ha sido estudiada por Vicent Ferrer (1994). La decadencia del transporte fluvial en los ríos valencianos Tras la construcción del ferrocarril Valencia-Utiel en 1885 la estación término de aquella ciudad interior, que ya mantenía lazos comerciales y de influencia sobre las comarcas madereras de la mitad oriental de Cuenca, comenzó a desviar hacia ella la mayor parte de la madera que antes bajaba al embarcadero fluvial de Santa Cruz de Moya. A poco de inaugurarse la vía férrea ya se habían establecido junto a la estación de Utiel dos almacenes de madera, el de Mariano Gadea y el de Manuel Sánchez, este último el primero que instaló una sierra mecánica, convirtiéndose poco después en carpintería y fábrica de muebles. El número de serrerías y almacenes creció a once en los primeros años del siglo XX (Bailly-Baillière, 1901, 1920 y 1931) al tiempo que la expedición de tablones con destino a Valencia por vía férrea era ya de casi 10.000 Tm en 1901, 12.000 en 1920 y 16.000 en 1930 (Archivo Norte, 1901-30). No cabe ninguna duda, y así se conserva en el recuerdo de sus habitantes, que la estación de Utiel fue el relevo del aguadero de Santa Cruz en el papel de gran colector de las maderas del antiguo marquesado de Moya, principal abastecedor de la ciudad de Valencia durante siglos. Por esta misma razón las maderadas que bajaban por el Turia desde Santa Cruz comenzaron a remitir drásticamente a partir de 1885. Hasta comienzos del siglo XX siguieron bajando por el río algunas partidas procedentes de Ademuz y Titaguas, aunque no llegaban a la ciudad de Valencia, ya que tras el establecimiento del Servicio de Aguas Potables, más arriba del azud 186 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de la acequia de Montcada y la construcción del ferrocarril Valencia-Llíria en 1890, los troncos eran sacados del río en Vilamarxant y enviados desde allí a Valencia por ferrocarril o en carros (Marco, 1960, 494). Con la construcción del embalse de Benagéber, inaugurado oficialmente por Franco en 1952, las conducciones de madera por el Turia de largo recorrido desaparecieron totalmente, aunque siguieron haciéndose algunas tanto aguas arriba de dicho embalse como aguas abajo. La última conducción documentada tuvo lugar en 1963 y se desarrolló aguas arriba del embalse, por cuyas aguas condujo un millar de pinos el maderero Jesús Moreno, natural de Hellín (Albacete). Los pinos debieron ser sacados en la misma presa y cargados en camiones para llevarla a las serrerías de Utiel. Por lo que respecta al Cabriel-Júcar y aunque algunas partidas eran extraídas en Contreras para transportarlas en carros y camiones a Utiel, las maderadas hasta Alzira siguieron practicándose hasta 1923 el “año de la gran riada” como le recuerdan todavía algunos vecinos de Cofrentes. Según el testimonio de Manuel Arocas aquella riada (20-30 de octubre) arruinó al último maderero que quedaba en Cofrentes al arrastar la misma una partida de troncos que tenía listos para embarcar en la partida del Soto, justo donde se juntan los ríos Cabriel y Júcar. Por las mismas fechas se estaban construyendo el embalse y la central hidroeléctrica de Cortes de Pallás, obra que impediría definitivamente las conducciones. LAS MADERADAS DEL TAJO Y EL ALTO JÚCAR Desde el punto de vista de la conducción fluvial la mayor actividad se centró en el conjunto de sierras que constituyen el gran nudo hidrográfico de los Montes Universales, donde nacen y engordan los ríos Tajo, Guadiela, Escabas, Júcar, Cabriel y Guadalaviar o Turia, por los que flotaron infinidad de maderas con destino a Toledo y Aranjuez, en el caso del Tajo y Guadiela, y a Valencia y Alzira en el de los otros tres ríos. Este fue el territorio en el que durante el siglo XIX y primer tercio del XX se multiplicaron las talas y conducciones de madera con un destacado protagonismo de empresarios valencianos como Gil Roger Duval (Chelva) y Juan Correcher Pardo (Cofrentes), que controlaron las compras, subasta, conducciones e incluso industrias, contratando para ello a casi un millar de gancheros nacidos en ambos pueblos de origen y en otros vecinos (Ademuz, Calles, Tuéjar, Jalance, Cortes de Pallás, etc.) a los que pronto El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 187 se sumaros algunos de la Alcarria (Priego sobre todo) y más tarde murcianos de Yeste y jienenses de Beas del Segura. El Tajo y sus afluentes La conducción por el río Tajo se mantuvo activa hasta la construcción del embalse de Entrepeñas, inaugurado en 1954, tal y como ha quedado reflejado en las fotografías de Hernández Pacheco (1956) y en la novelada descripción de José Luis Sampedro en su libro El río que nos lleva (1961). En las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575-1578) son varias las referencias al transporte de maderas por el Tajo y sus afluentes, y de ellas se deduce que el origen de las mismas estaba en las sierras de Cuenca y Molina, y que su destino principal era por entonces la ciudad de Toledo, en donde eran empleadas para la construcción de casas, práctica que se extendía a pueblos cercanos como Borrox y Magán.” (Arroyo, 1998, 192). En el transcurso de los siglos XVII y XVIII el principal punto de desembarco de la madera se fue desplazando de Toledo a Aranjuez debido al traslado de la capital de España a Madrid, cuyo crecimiento urbano le convertiría pronto en el mayor mercado consumidor del interior peninsular. Si la madera iba a Madrid convenía sacarla del Tajo en Aranjuez, con un notable ahorro de los gastos de conducción (50 km menos de río y 30 de camino terrestre). A esta circunstancia se añadiría la construcción del Palacio Real de Aranjuez, la mayor parte de cuyos edificios y el propio pueblo adyacente datan de la segunda mitad del siglo XVIII. Finalmente, a partir de 1850, el desarrollo del transporte por ferrocarril hizo de Aranjuez un nudo de comunicaciones de gran valor estratégico al canalizar todo el tráfico entre Madrid y Andalucía, Murcia y Valencia. El ferrocarril se convirtió enseguida en un colaborador y competidor del río para el transporte de madera, a la vez que un gran consumidor de la misma (traviesas de vía, postes de telégrafo y vagones). El desplazamiento del transporte fluvial por el ferroviario fue general en todos los ríos de España, pero el de Aranjuez fue un caso especial ya que además fue elegida sede de una gran fábrica de traviesas de ferrocarril y de postes del telégrafo que acompañaban a las vías férreas, sumando así a su condición de conexión entre el transporte fluvial y el terrestre, esta otra de gran centro consumidor. Por esta misma razón las grandes compañías madereras que explotaban los bosques de Cuenca y Guadalajara construyeron en las proximidades de la estación de Aranjuez sus almace188 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas nes y serrerías, siendo las más renombradas las de Gil Roger Duval, la de Horacio Echevarrieta (1920-1930) y, sobre todo, las de Juan Correcher Pardo e Hijos que fue la última en cerrar. Esta doble función de Aranjuez explica que las maderadas del Tajo siguieran siendo muy numerosas hasta bien entrado el siglo XX y fueron prácticamente las últimas en desaparecer ya pasado 1950. De aquella efervescente actividad maderera y fluvial es una buena muestra la minuciosa descripción de la misma en la zona del Alto Tajo que aparece impresa en el Diccionario España-Calpe (voz madera, ca. 1928). Figura 5. Figura 5.–Región maderera del Alto Tajo y Alto Júcar. El origen de aquellas maderadas eran los bosques de pinos que poblaban la parte septentrional de las serranías de Cuenca y Albarracín y las tierras situadas al oeste de Molina de Aragón, es decir la cuenca alta del río Tajo, donde su caudal es aumentado por las aportaciones de sus afluentes, también madereros, Cabrillas, Gallo y Ablanquejo, por la margen derecha, y Cuervo y Escabas, tributarios del Guadiela por la margen izquierda. Las maderas conducidas por el Tajo procedían de Peralejos, Poveda de la Sierra, Peñalén, Taravilla, Villanueva de Alcorón, Zaorejas, Huerta Pelayo, Armallones, Ocentejo y Arbeteta. Por el Cabrillas, que se une al Tajo entre Peñalén y Taravilla, bajaban las maderas de los montes públicos de Orea, Checa, Chequilla, Pinilla, Terzaga y Megina. Por el Gallo, el río de Molina, sólo se expedían las maderas de los montes de El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 189 Vallehermoso, Torete, Cobeta, Villar de Cobeta y Cuevas Labradas, lugares todos situados cerca ya de su confluencia con el Tajo (Espasa-Calpe, ca. 1928). Menor importancia revistieron las maderadas del Ablanquejo, por el que de tarde en tarde eran sacados los troncos procedentes de la renombrada Dehesa de los Solanillos (CASTEL, 1877). Los troncos que bajaban por el río Cuervo eran embarcados en Santa María del Val y los del Guadiela en el puente de Vadillos (BOSCH, 1866). Por el río Escabas flotaba la madera de las sierras de las Majadas y Tragacete, que era embarcada en Los Barrales, en Poyatos (BOSCH, 1866) e incluso más arriba, en el Rincón de los Corzos (LLEÓ, 1928) y en el Hosquillo (GARCÍA BERLANGA, 1974), y conducida luego por Cañamares y Priego hasta unir sus aguas con el Guadiela y entrar más adelante en el Tajo en la zona de Bolarque.Ya en 1878 Torres Mena había descrito los itinerarios del Tajo, Cuervo, Escabas y Guadiela, basándose como él mismo confiesa en la información que le suministró su amigo Gil Roger Duval, el gran empresario chelvano que operaba por aquellos años en esta zona. Entendemos que este texto merece la pena ser reproducido literalmente ya que no cabe duda que, al estar inspirado (cuando no dictado) por el propio Gil Roger, quien solía ir al frente de sus maderadas, constituye el relato más minucioso y exacto del recorrido, puntos de embarque, adobos y una serie de detalles que no se le habrían ocurrido a un extraño a las conducciones. Río Tajo.–“Para la conducción por el Tajo los principales embarcaderos están en la Dehesa del Belvalle del término de Beteta, y en otro paraje del término de Peralejos junto a un molino. A las tres leguas de curso se tropieza con el primer paso difícil, en el sitio llamado la Herrería del dicho Peralejos, donde después de las precauciones necesarias se consigue salvarlo con retraso de tres á cuatro días; para tropezar enseguida, tres leguas más abajo, con el verdadero peligro en el Salto de Poveda. Después de diez, doce ó más días de afanes en este punto, se construye un canal de gran pendiente y de diez y seis á veinte varas de largo, con el sacrificio a veces de algún operario. Con dificultades, aun cuando no de tanta monta, se tropieza sucesivamente en las llamadas ruderas –lechos muy pedregosos– de San Pedro, Garabatea y Pelayo; en el puente titulado de Tagüenza y en la presa de Armallones, hasta llegar al sitio de la Tornillera, en término de Ocentejo. Aquí son duros, largos y arriesgados los trabajos, pues que hay necesidad de construir unos veinte canales en el espacio de unos mil quinientos metros, para salvar una porción de sinuosidades, saltos y cascadas, empleando de veinte a veinticinco días; al cabo de los cuales se 190 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas llega a la presa de Valtablado. Desde aquí se marcha regularmente por la peña de Azañón, los baños de Trillo, presas de Alocén y de Auñón, hasta la Hoya de Bolarque, en la confluencia del Guadiela con el Tajo, terror y sima en otros tiempos de gancheros. Este paso, dificilísimo antes, en el cual solían invertirse meses, se hace ahora pronta y cómodamente por medio de dos canales abiertos en las rocas que encauzan el río por ambas orillas; mejorando la marcha en el curso sucesivo, sin trabajos extraordinarios ni rémoras, a través de las presas del Maquilón, del puente de Fuentidueña y de otras presas y puentes varios, hasta llegar á el Raso de la Estrella del término de Aranjuez, entre el antiguo puente de la Reina y el moderno del ferrocarril, donde se efectúan los saques; soliendo gastar de cuatro á seis meses en la expedición… tras un recorrido de 60 a 70 leguas”. Figura 6. Figura 6.–Obras de encauzamiento en las Ruderas de San Pedro, zona muy pedregosa del río Tajo (Mantilla, 1931). El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 191 Río Cuervo.–“Las maderas de los términos de Santa María del Val, Lagunaseca, Cueva del Hierro, Masegosa, el Tobar y de algún otro contiguo se embarcan en el río Cuervo y sitio de la jurisdicción del primero de los dichos pueblos. En el trayecto hasta los baños de Solán de Cabras, como unas tres horas de distancia por vía terrestre, se encuentran los célebres pasos de la Herrería del Val, Alonjero, Peguera y Miravete, que no se salvan ordinariamente en menos de cuarenta ó cincuenta días, y esto en fuerza de poner en juego todos los recursos del arte, para hacer marchar á la madera por tabladas extensas y por largos canales en seco, de gran inclinación; porque tales y tan variados son los accidentes del río en aquella parte: habiendo invertido á veces cuatro ó cinco meses, por sobrevenir alguna crecida ó inundación. Salvado este atolladero se llega pronto al puente de Vadillos, donde el Cuervo se une al Guadiela, frente a la ermita de la Virgen de las Angustias”. Río Guadiela.- “Desde la hoz de Beteta comienzan los embarques en el Guadiela, que siguen haciéndose en varios puntos de los términos de Cañizares, el Tobar, Carrascosa, Priego, Alcantud y otros. A poco de la unión de ambos ríos se tropieza con la llamada Sierpe, donde hay que hacer varios adobos, los cuales se repiten en la hoz de Tragavivos; pero todos estos trabajos son insignificantes comparados con los que exige el paso de Peñaescrita ó del Toril como le llaman los gancheros. Comienza aquí la maniobra por formar un puente de risco á risco con seis piezas de cuarenta y dos pies de largo por lo menos, sobre cuya movible base se asienta la tablada, con riesgo, tristemente confirmado á veces, de los operarios. En este tránsito se emplean de doce a quince días, según la importancia de la conducción, y sin nuevas serias dificultades sigue recorriéndose el Guadiela hasta las Chorreras de Albendéa, donde absorbe al Escabas”. Río Escabas.- “Nace este río en el centro de la serranía conquense, sitio más poblado de excelentes pinos que antiguamente solía beneficiar el ramo de la marina militar; teniendo su embarque primitivo en un angosto valle circular, de difícil y peligrosos acceso así para las caballerías como para las personas empleadas en el acarreo de las maderas, llamado el Hosquillo, perteneciente al término de Poyatos…. Pasado este sitio se tropieza con el llamado Salto de Hosquillo por los gancheros y Malinares por los naturales del país, de unos cuarenta metros de altura, que hay que salvar por medio de un dilatado canal ó serie de tabladas de tres192 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas cientos metros, con una pendiente tal, que las piezas corren como ruedas de locomotoras. Luego mejora el trayecto, y se hallan varios puntos de embarque en el término de Poyatos aún, más accesible y cómodos; pero pronto vuelve a presentarse erizado de peñascales con las aguas casi perdidas, de modo que hasta Fuentescusa la conducción se hace de tablada en tablada. Tras un corto fácil espacio se tropieza con las Fraguas, en término de Cañamares, en cuyo paso se entretienen seis ú ocho días, y un mes en el trayecto arenoso que sigue, de media legua escasa; tropezando luego sucesivamente en término de Priego con los estrechos de las Pajarillas, los saltos de los Frailes y las Zamarrillas; sitios todos, éstos últimos en particular, que exigen maniobras entretenidas y de treinta á cuarenta días en las tres leguas de distancia. El Júcar en su cuenca alta El río Júcar, al igual que su afluente el Cabriel, cuenta con una larguísima tradición en la conducción de maderas. De antemano conviene distinguir el Alto del Bajo Júcar, unido éste segundo al Cabriel con el que forma una sola ruta fluvial. El Alto Júcar centró casi toda su actividad histórica entre los bosques de origen y la ciudad de Cuenca, siendo contados los casos en que las maderas siguieron río abajo, por lo que el tramo comprendido entre esta ciudad y Cofrentes podría ser considerado como un espacio “muerto” durante largos periodos de la historia desde el punto de vista de la conducción. Era en Cofrentes donde le entraba al Júcar la madera que bajaba por el Cabriel con destino a la ciudad de Alzira o al embarcadero marítimo de Cullera, ya en su desembocadura. En la Memoria de la Exposición de 1857 los ingenieros forestales informaban del precio más bajo de la madera de los alrededores de Cuenca “porque el Júcar, único río flotable de esta comarca, no presenta las ventajas que el Escabas y Cabriel, y está reducido a servir de vía para Madrid, llevando las maderas hasta Fuensanta; de aquí a La Roda [estación del ferrocarril] van en carro” (Memoria 1857, 459). A poco de su nacimiento cerca de Tragacete y tras aumentar su caudal con la aportación del arroyo de Valdemeca, el Júcar comienza a ser navegable en Huélamo, en la Cañada de los Pegueros (Lleó, 1928, 33), si bien buscando mayor caudal y para evitar ciertos tramos difíciles de esta zona alta, los madereros encontraron otros puntos más cómodos El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 193 para el embarque aguas abajo, primero en Uña, en donde todavía se conserva el Camino de los Madereros que baja de la citada muela, y más tarde en Verdelpino, donde hay grandes explanadas para dejar purgar la madera durante unos meses antes de iniciar la aventura fluvial. Las maderadas que bajaban por el Alto Júcar tenían su origen principal en la Sierra o Mesa de la Madera, una gran muela calcárea, de 1.400 metros de altitud, en cuya cima prospera el pino salgareño, laricio o de Cuenca (Pinus clusiana), el más apreciado para la construcción y la sierra. El río Júcar, que nace en la esquina nororiental de dicha muela, la bordea luego por sus flancos oriental y meridional, facilitando de esta forma la extracción de la madera, que en estos casos no tiene que recorrer grandes distancias para iniciar su viaje fluvial. En la minuciosa Descripción geográfico-estadística del río Júcar que entre 1845 y 1846 redactó por encargo de la Junta de Representantes de las acequias de la Ribera y de Valencia don José Moros y Morellón, se ofrecen algunas notas de interés sobre el transporte de madera en esta parte más alta del río. Dice que la villa de Uña, junto a la laguna del mismo nombre “gozó algún tiempo de cierta celebridad por el gran comercio de maderas,... hoy muy decaído” y que “algo más abajo se encuentra el Arroyo de la Madera (con once filas de agua), afluente muy digno de atención si se considera que ha habido años en que han bajado por él 30.000 maderos de los bosques inmediatos” (Moros, 1847,12). Siguiendo el curso del Júcar y antes de llegar a Villalba se detiene este autor en la descripción del Paso del Tranco, un lugar muy célebre por un pequeño salto de agua (de unos tres metros) a cuyo pie está el Pozo del Sombrero, una sima cárstica en la que toda viga que caía de punta se perdía irremisiblemente. Recoge la anécdota de aquel “traficante de maderas que cansado de que en cada expedición el pozo se le tragara de 30 a 40 vigas... dio orden de conducir allí una grande armadía o peaña que diese de comer al maldito pozo hasta hartarle,....y perdió 700 vigas antes de abandonar su propósito” (Moros, 1847,13). La madera que no era retenida en Cuenca podría seguir, si así lo quería su conductor o propietario, un largo viaje de 400 km hasta llegar a Alzira, discurriendo primero por La Mancha y luego, ya en tierras valencianas por los cañones del Macizo del Caroche, en un viaje que podía durar hasta nueve meses. Era mucho más rentable bajarla por el Cabriel, 194 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas por ser más corto y cómodo el recorrido. No es casual que ya la mayoría de noticias anteriores al siglo XIX citen como lugar de origen de la madera que llegaba a Alzira la zona del Cabriel y no la del Júcar. La construcción del ferrocarril marcó el punto final de transporte fluvial por el Júcar hasta Cofrentes, ya que tras la inauguración de las líneas Madrid-Alicante (1858) y de Valencia-Almansa (1859), las maderas que bajaban por el Júcar empezaron a ser desembarcadas en La Fuensanta, lugar cercano a La Roda (Albacete) desde cuya estación eran reexpedidas por tren con destino a Madrid, Alzira, Valencia y otros puntos habituales de consumo. Así lo hacía notar ya en 1866 Miguel Bosch cuando escribía que ya no bajaba madera por el Júcar hasta Cofrentes y que toda la que pasaba por este pueblo en dirección a Alzira procedía del Cabriel (BOSCH, 1866, 391). En todo caso en 1871 el empresario Gil Roger Duval, por desavenencias con la compañía ferroviaria MZA, consiguió llevar una maderada desde los montes de Cuenca hasta Alzira sin sacarla en la Fuensanta. Algunos años más tarde, al inaugurarse en 1885 la línea Madrid-Cuenca las maderas ya no pasaban de esta última ciudad pues no hacía falta seguir hasta la Fuensanta. Pero todavía en 1920 hubo otro empresario que hizo una conducción exclusivamente fluvial desde Tragacete hasta Alzira que duró doce meses, según testimonio de Constancio Martínez, ganchero de Calles que participó en la misma (MARES, 2006). CONDUCCIONES POR EL EBRO Y SUS AFLUENTES DESDE LOS BOSQUES PIRENAICOS La rica y variada producción de madera de los Montes Pirineos era extraída desde sus altos valles por una serie de pequeños ríos y recogida luego en primera instancia por dos caudalosos afluentes del Ebro, el río Aragón en la región forestal de Navarra y Aragón Occidental y el río Segre en la región de Aragón Oriental y Cataluña. Menor protagonismo tendría el Gállego, otro afluente pirenaico de menor cuenca y caudal que baja desde Sabiñánigo en la zona central de la gran cordillera y que vierte sobre el Ebro justo frente a la ciudad de Zaragoza. Finalmente, las maderadas que no se quedaban por el camino (en Pamplona, en Lleida, en Barbastro...) eran canalizadas por el río Ebro con destino a los grandes mercados de Zaragoza, Tortosa y, en último término, tras ser embarcadas por mar, a las ciudades y astilleros del litoral mediterráneo (Barcelona, Valencia, Cartagena...). Figura 7. El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 195 Figura 7.–Mapa de la región maderera de los Pirineos. El sistema de transporte más utilizado en estos ríos pirenaicos y luego en el Ebro era la llamada almadía en Navarra, navata en Aragón, y rai en Cataluña, una especie de balsa construida con los propios troncos objeto de transporte que a veces solía servir además como “barca” para llevar sobre ella personas y mercancías, como ya hizo notar en 1788 el viajero Francisco de Zamora: “yo estuve dentro de estos tramos de vigas, los cuales gobiernan con un remo delante y otro detrás, y sobre ellos ponen unos banquillos en que se lleva a la tierra baja trigo, vino, aceite, y muchas gentes van en ellos a Lérida y Tortosa” (Zamora, 1788, 207). En Navarra, a comienzos del siglo XX, cada almadía estaba formada por uno, dos, tres o cuatro tramos, en función de la escuadría o tamaño de las piezas transportadas, que no debían pasar de los ocho metros. Dichas piezas o troncos se ataban entre sí “por los extremos con material flexible, como mimbres y varillas de avellano; con el mismo material se unen los diversos tramos, quedando sólo libre la cola del último tramo de la balsa. Cada una de éstas puede llevar por término medio unos 12 metros cúbicos de madera, o sean unos 9.000 kilogramos, conducidos por dos o tres hombres” (Baró, 1920). 196 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Los puntos donde se construían las almadías se llamaban ataderos y en ellos se apilaban las maderas que habían de ser transportadas. Las operaciones comenzaban en el mes de octubre, aprovechando el incremento de caudal de los ríos, y duraban hasta pasada la primavera siguiente, cuando el estiaje hacía imposible la flotación. En el Segre la mejor temporada solía ser desde mediados de abril hasta mediados de julio, aprovechando la crecida del caudal que le proporcionaba el deshielo de las nieves de invierno y las lluvias de primavera. Antes de iniciar la marcha cada primavera se hacía navegar una pequeña almadía de inspección para que explorara el tramo por donde tenían que bajar la madera y fuera anotando los pasos difíciles y limpiando el cauce de obstáculos como vegetación de ribera, árboles encajados e incluso piedras, haciendo además algunos adobos con troncos en los pasos complicados para que las almadías pudieran bajar más rápidamente. A esta operación se le llamaba en el Segre y el Noguera fer una gaura (Lluís, 1959). Los ríos de Navarra En el Pirineo Navarro los tramos más difíciles fueron acondicionados con represas y portillos de obra, como el que todavía se conserva en Burgui, sobre el río Esca en el Valle del Roncal, por lo que las únicas paradas obligadas eran a la entrada de las foces o cañones, y ello sólo cuando bajaban avenidas, para reforzar las almadías y tomar fuerzas. Así, la velocidad media en estos ríos, con aguas favorables, era a comienzos del siglo XX de 40 a 60 kilómetros diarios. Las diferencias de tiempo de la conducción con los ríos meridionales eran muy grandes, ya que en el Júcar, Tajo o Guadalquivir se avanzaba a un ritmo de sólo uno, dos o como máximo tres kilómetros diarios. El número de tramos (tramades) que podían constituir una almadía variaba según el caudal y las facilidades del río. Los más modestos solían llevar tres tramos, que aumentaban a cuatro o cinco en el Segre y ascendía a seis y siete cuando entraban por el Ebro, aunque estos números podían variar en función de las condiciones del río y de la pericia de los conductores. Generalmente dos hombres, uno en cada remo, eran suficientes para conducir una almadía de tres tramos, habiendo casos en que se atrevía a llevar hasta seis tramos, como puede verse en una fotografía antigua a la altura del puente de Burgui, en el río Esca. El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 197 El río Aragón canalizaba las maderadas de hayas, abetos (pinabetes) y pinos silvestres que bajaban por sus afluentes de la derecha el Aragón Soborbán (valle de Hecho), el Esca (valle del Roncal), el Salazar y el Irati. Figura 8. Sus dos grandes centros de consumo eran Pamplona y, sobre todo, Zaragoza, cuyo desaguadero a la salida de la ciudad (aguas abajo) quedó plasmado en el dibujo que de la capital aragonesa hizo Anthonie van den Wijngaerde a mediados del siglo XVI (Kagan, 1986, 147). El tráfico de almadías por Zaragoza debía ser ya bastante regular a finales del siglo XV y alcanzó notable desarrollo en las dos centurias siguientes, hasta el punto que a partir de 1527 el peaje que se cobraba a los almadieros a la altura de la capital aragonesa se empleó para financiar la construcción de una gran acequia de riego aguas arriba de la ciudad (Pérez Sarrión, 1999). Muchos años más tarde, ya en pleno siglo XVIII, la construcción del Canal Imperial supuso un fuerte consumo de madera, razón por la cual en 1774 bajaron por el río Aragón y luego el Ebro con destino a aquella obra 25.000 maderos de todas clases (Pallaruelo, 1984). La explotación de los bosques navarros para el suministro de la Armada en los primeros años del siglo XVIII eran un anticipo de lo que Figura 8.- Almadía a su paso por el puente de Burgui sobre el río Esca. 198 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas habría de venir a partir de 1748 cuando Fernando VI encargó al Marqués de la Ensenada la construcción de una auténtica flota de guerra que trajo consigo la búsqueda y explotación de maderas de pino coral melis, extendiendo dicha búsqueda al Pirineo Oriental (Cataluña), a las sierras ibéricas de Gúdar, Javalambre y Montes Universales, e incluso a las béticas de Alcaraz y Segura, para conducirla por los ríos y luego por mar hasta los arsenales que se construyeron en Cartagena y Cádiz, como tendremos ocasión de volver a estudiar con más detenimiento en un posterior capítulo. Todas aquellas empresas obligaron a mejorar las condiciones de flotación de los ríos pirenaicos, especialmente del Irati, por el que bajaba madera de haya y de pinabete, por más que lamentablemente a finales del siglo XIX, aquellos “productos maderables del haya se convirtieran en leña de río para consumirse en Pamplona” (Olazábal, 1883). Parecida situación seguía padeciéndose en las primeras décadas del siglo XX, cuando las maderas de pinabete y haya que bajaban por el río Irati eran desembarcadas en Aoiz y allí eran cargadas en el ferrocarril eléctrico que las llevaba hasta la capital de Navarra, situada a tan sólo 20 kilómetros en dirección Oeste (Espasa-Calpe, 1926). En estas fechas, entre 1910 y 1954, por el río Irati ya no bajaban almadías sino piezas sueltas de cuya conducción se encargaban gancheros experimentados venidos desde Chelva y contratados para tal fin por la empresa “El Irati” dueña de serrerías, centrales eléctricas e incluso del ferrocarril que unía Aoiz con Pamplona y Sangüesa (El Tuto). Mientras tanto las almadías de los ríos Salazar y Esca (valle del Roncal) seguían bajando por vía fluvial (por el Aragón y el Ebro) hasta Zaragoza, aunque una parte de la madera era desembarcada en las cercanías de Marcilla, desde cuya estación de ferrocarril podía alcanzar los mercados de Pamplona y Zaragoza (Baró, 1920), pero las últimas maderadas, ya en los años 1940, no pasaban de Milagro, último pueblo del río Aragón poco antes de su desembocadura en el Ebro. Allí eran cargadas en la estación de ferrocarril de dicho pueblo o bien transportadas en galeras de 6 ó 7 mulas hasta Tudela (García Berlanga, 1974). Las últimas almadías procedentes del Valle del Roncal eran conducidas por vecinos de Burgui, localidad en donde ahora se rememora cada año aquella actividad a comienzos del mes de mayo, cuando vuelven a construir una almadía que conducen durante un trecho de cinco kilómetros. El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 199 La conducción por los ríos Cinca y Segre En la parte oriental de Aragón y en Cataluña la madera era bajada desde los valles pirenaicos por el río Segre y sus afluentes Cinca, Noguera Ribagorzana y Noguera Pallaresa. Además de la extracción para usos civiles, el transporte fluvial se vio incrementado a mediados del siglo XVIII debido a la demanda de la Armada. Así lo confirman algunos autores de la época, como Ignacio de Asso, quien pone de relieve la construcción de una “carretera nueva en el monte de San Juan de la Peña [cerca de Jaca] para la conducción de los árboles destinados a la real Armada” (en este caso bajarían por el río Gállego), así como la gran riqueza maderera del partido de Benavarre, en donde “Don Juan de Goyeneche puso corriente el corte de maderas para mastiles, tablazón y demás obras de Navíos en los montes de Espuña, que tocan con el valle de Bardaxi, de donde los acarrean en distancia de 3 leguas hasta el río Cinca” (Asso, 1798, 26 y 46). Según la inspección llevada a cabo por el capitán Juan Valdés en 1739, para los palos mayores, de trinquete, de mesana, etc., eran idóneos los abetos que crecían en la cabecera del Noguera Ribagorzana (Vall de Boí), mientras que en el vecino valle del Noguera Pallaresa los pinos silvestres y laricios de los montes de Boumort (cerca de la Pobla de Segur) eran buenos para arboladuras menores y todo género de tablones. Siguiendo estos dos ríos, tributarios del Segre y éste a su vez del Ebro, aquellos troncos llegaban a Los Alfaques, desde donde eran enviados por mar a los arsenales de Cartagena, Cádiz y El Ferrol. (AS, SM, leg. 552, 1739, reseñado por Bauer, 1981, p. 444). Otros bosques catalanes explotados por la Marina fueron los de la Ribalera de Tírvia (en el Pallars Sobirà) y los de la cuenca alta del Segre. Allí la Armada dispuso de instalaciones propias en el lugar del Coll de Nargó. Por lo que respecta a la explotación civil, los principales centros de destino eran Lleida y Tortosa, la primera de las cuales disponía a mediados del siglo XIX de grandes almacenes y dos aserraderos mecánicos, cuya producción de tablones se distribuía por las comarcas del Alto Aragón y por las de Urgell, la Segarra y les Garrigues (Maluquer, 1981). Las almadías o navatas que bajaban por el Cinca (al que confluían también algunas que se hacían en su afluente el Ésera) eran inspeccionadas en Estada, poco más bajo de El Grado, y parte de la madera 200 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas era vendida en los cercanos mercados de Barbastro y Monzón, siguiendo las mayores hasta Mequinensa, donde entraban en el Ebro con destino principal en Tortosa (Memoria 1857, 466). El ferrocarril empezó a restar protagonismo a la conducción fluvial ya en 1860, cuando se construyó la línea férrea de Barcelona a Zaragoza y Madrid, con estación en Lleida, en donde una parte de las maderas era sacada del río Segre y, tras ser manipulada en las numerosas serrerías de esta ciudad, era cargada en los trenes con destino a Barcelona y otras estaciones de dicha línea. En 1920 se inauguró la línea Lleida-Balaguer, por lo que fue entonces cuando los rais procedentes de la Pobla de Segur ya sólo llegarían al puente de Balaguer, donde eran apartados a una gran explanada que había en su margen izquierda (al otro lado de la ciudad) y cargados luego en la estación ferroviaria. Esta misma línea acabó por prolongarse hasta la Pobla de Segur ya 1951, con un complicado trayecto plagado de túneles y puentes. A partir de esta fecha se puede dar por finiquitada la circulación del rais por el Segre y su afluente el Noguera Pallaresa. En todo caso, por estas fechas tan tardías el camión ya le había arrebatado al ferrocarril todo el protagonismo en el transporte de madera gracias a su mayor versatilidad. A pesar de la competencia del ferrocarril y, sobre todo, de los camiones, las conducciones de madera por los ríos pirenaicos estuvieron vigentes hasta casi 1950, cuando la proliferación de embalses para la producción de energía eléctrica y para riego hizo imposible tal actividad. Según Pallaruelo (1984), en Navarra la última almadía tuvo lugar en 1945, mientras que en Aragón la última navata bajó por el Sobrarbe en 1949. LAS MADERAS DE LA SIERRA DE SEGURA Y LOS RÍOS GUADALQUIVIR Y SEGURA La tercera gran región maderera ligada al transporte fluvial era la presidida por la Sierra de Segura y adyacentes (Cazorla, Alcaraz, Calar del Mundo, etc.), cuyos pinares abastecían de una parte los mercados de Córdoba, Sevilla, Cádiz y otros puntos de la Bética siguiendo la ruta del río Guadalquivir, y de otra los mercados de Murcia y Orihuela, bajando en este caso los troncos por el río Segura y, en último término el de Valencia. Figura 9. El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 201 Figura 9.–Mapa de la región maderera de la Sierra de Segura. Las maderadas por el Guadalquivir En las Relaciones Topográficas de Felipe II, la correspondiente a la Puerta del Segura señala que por el río Guadalimar se transportaba “mucha madera para Sevilla y para otras partes desde las sierras de Alcaraz y de Segura” y que los troncos o rollizos que bajaban por este río seguían luego desde Mengíbar por el río Guadalquivir (Arroyo, 1998, 192). Pero según recoge el Diccionario de Madoz, la explotación a gran escala comenzó en 1734, gracias a la enorme demanda que suponía la construcción de la Real Fábrica de Tabacos que necesitaba de árboles de gran tamaño que sólo podían conseguirse en Flandes o en las sierras de Cazorla y Segura. El superintendente del tabaco, Sebastián Caballero, que también lo era de los montes de Segura inició las diligencias oportunas. En 1734 llegaba a Sevilla la primera maderada compuesta de más de 8.000 piezas de pino de todas las medidas que habían sido cortadas en la parte del río Guadalimar, afluente del Guadalquivir y en el que se fijó un aguadero y se estableció un albergue para los madereros que con los años sería conocido como la Ventilla del Aguadero. En 1735 llegó a Sevilla la segunda maderada y así se fueron repitiendo en los años siguientes salvo que hubiera sequía y los ríos no tuvieran suficiente caudal (Madoz IX 20 y 23). En 1738 la Marina aprobó un plan para transportar madera desde los 202 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas bosques de Segura hasta Cádiz para la construcción de barcos de guerra, pero las operaciones tardarían algunos años en ser puestas en práctica. En 1744 la misma Marina decidió establecer su almacén general también en la Fábrica de Tabacos de Sevilla, aunque las primeras conducciones militares no empezaron hasta el año 1748 (Bauer, 1980, 439-455) y fue ya en 1764 cuando se establecieron convenios con la Fábrica de Tabacos y la ciudad de Sevilla para compaginar los intereses de la población civil y de la Armada. De las actas de la Administración de Marina de 1777 se deduce que el río Guadalquivir y su afluente el Guadalimar sólo eran navegables después de fuertes lluvias o nevadas (otoño, invierno y primavera), por lo que la conducción solía ser restringida, costosa y lenta. En las sierras de Segura y Cazorla se criaban cuatro especies de pinos: el salgareño, el rodeno, el doncel y el carrasco. El primero estaba en las cumbres más altas y era el de mejor calidad para fabricar yugos, baos, cintas, etc. El pino rodeno se criaba en los valles y era de buena calidad, aunque de menores dimensiones que el salgareño. El doncel sólo servía para madera menor o rollizos, mientras que el carrasco era clasificado como inútil por ser pequeño y ramudo desde el pie (AS, SM, leg. 576, citado por Bauer, 1980, 455). Si atendemos a la descripción que de la Sierra de Segura se hace en el Diccionario de Madoz (1845-1850), posiblemente exagerada y optimista pues quien la redactó pretendía promover el desarrollo de aquella región, su madera era de gran calidad, sobre todo la del pino salgareño (Pinus nigra o clusiana) con la que se atendía tanto a los astilleros de La Carraca como a la construcción civil de gran parte de Andalucía y la Mancha meridional. Seleccionamos los párrafos más relevantes: “Sus maderas [las de la Sierra de Segura] son de la mejor calidad… los árboles tan corpulentos, tan rectos, tan grandes, que sirven para la construcción naval. Las vigas que en ella se crían para molinos aceiteros, los palos de una elevación gigantesca y de un diámetro considerable que se destinan para embarcaciones… las inmensas cerradas de pinos contienen millones de piés… la cuasi totalidad sin embargo pertenecen a la del llamado blanco o salgareño, único de que se hace uso para la construcción naval y carpintería… En 1808 y aún en 1820 no sólo podía atenderse con ellos á la construcción de las armadas, sino a todas las necesidades de las artes y la construcción civil en las provincias de Andalucía, Ciudad Real, Albacete y Murcia. Hay en esta sierra una subdele- El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 203 gación de montes, que los conserva para dedicar sys maderas a la construcción naval, arrojándolas al Guadalimar y al Guadalquivir, por cuyo río se conducen al astillero de Cádiz o la Carraca. Frecuentes suelen ser estas conducciones…. Sería también bueno facilitar algunos pasos del Guadalquivir que hacen difícil o imposible la navegación de las maderas que se crían en toda la parte que comprenden los términos de Santiago de la Espada, Bujaraiza, Hornos y otros, pues la aspereza de este terreno es tal que jamás podrán esportarse por otro punto que el indicado río…”. (Madoz, IX, 500) En 1864, Pedro Antonio de Mesa, comisionado por el Gobierno para hacer un estudio hidrológico y de las vías de comunicación del valle del Guadalquivir, anotaba en su informe las grandes dificultades que había para la flotación de madera por el río Guadalquivir y sus afluentes el Guadalimar y el Guadiana Menor, debido a los fuertes estiajes, lo que exigía detener la conducción durante semanas a la espera de crecidas que, si eran fuertes, también obligaban a parar la maderada. Y explicaba que así podía entenderse que una conducción desde la Puerta de Segura hasta Sevilla, compuesta por 25.000 codos de pino y guiada por 200 hombres, hubiera tardado nada menos que 9 meses en recorrer los 453 kilómetros que mediaban entre ambas poblaciones, lo que había supuesto un coste de 21 reales por codo cúbico (De Mesa, 1864, 32). Sólo el ferrocarril podía venir en ayuda de aquella explotación forestal, lo que fue posible a partir de 1865 en que se terminó la línea entre Madrid y Sevilla, con estaciones en Linares y Mengíbar. Figura 10. Figura 10.–Pineros ordenando las traviesas de ferrocarril en el desaguadero de Mengíbar, mientras los muleros proceden a su extracción del agua. 204 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas A comienzos del siglo XX había activas dos rutas fluviales en la Bética: la del Guadalquivir y la de su afluente el Guadalimar, aunque ya ninguna de ellas llegaba más abajo de Mengíbar. Por el río principal bajaba madera de la Sierra de Cazorla saliendo por el Tranco de Beas y finalizando su viaje en las cercanías de Mengíbar, donde era desaguada y transbordada a la estación de ferrocarril más próxima. Por el Guadalimar bajaba la madera procedente de las sierras de Alcaraz, Segura y vertiente norte de la de Cazorla, utilizando en su parte más alta los riachuelos de Trujala y Enarmenes, que se unen en la Puerta de Segura, y siguiendo luego por el Guadalimar propiamente dicho hasta la estación de ferrocarril de Linares, o bien seguía río abajo hasta el Guadalquivir por el término de Javalquinto para ser extraída en Mengíbar (Araque, 1996). La compañía ferroviaria RENFE, creada en 1940, heredó las concesiones de explotación forestal que la MZA y Ferrocarriles Andaluces tenían sobre las sierras de Cazorla y Segura, y en 1942 ponía en marcha el Servicio de Explotaciones Forestales. Un año después comenzó la explotación sistemática de estos bosques para la obtención de traviesas, lo que supuso una reactivación notable de la actividad maderera y del transporte fluvial en el curso alto del Guadalquivir y Guadalimar (Sánchez, 1999, 383). La misma RENFE construyó una gran serrería para hacer las traviesas en Vadillo, lugar situado en la misma cabecera del Guadalquivir, entre las sierras de Cazorla y del Pozo, facilitando así la preparación de las piezas. De esta manera y aunque este último período fue muy corto (apenas cinco años) el volumen de madera transportada y la movilización de mano de obra alcanzaron magnitudes que nunca antes habían tenido. Uno de los participantes en aquellos trabajos, el ingeniero técnico Jesús Tresaco, publicó en 1968, veinte años después de la última flotación, una memoria retrospectiva en la que ofrece datos de gran interés. Por él sabemos que en aquellos años se transportaron por los ríos Guadalquivir y sus afluentes nada menos que unos 2’5 millones de piezas, la mayoría traviesas de ferrocarril de 2’60 metros de longitud, además de cachas, traviesas de cambio, madera en rollo, apeas de minas y postes. En total se hicieron diez conducciones fluviales: siete por el Guadalquivir, una por el Guadalimar, otra por el Cañamares y otra por el Guadalentín. Las dos últimas fueron de corto recorrido, entre 10 y 20 km, pero las del Guadalquivir eran de unos 200 kilómetros y la mayor de ellas estuvo El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 205 formada por casi un millón de piezas (de ellas 600.000 traviesas) que dieron empleo a más de 2.000 gancheros reclutados principalmente en los municipios de Beas, La Puerta, Siles y Orcera. Eran años en que, como apunta Tresaco, la mano de obra era muy abundante y barata en aquellas sierras y todavía quedaban conductores diestros de épocas pasadas para enseñar y dirigir a los jóvenes gancheros que “obedecían ciegamente a los maestros de río, que eran para ellos como generales en un ejército, pero no veían con buenos ojos nuestra intromisión [la de los técnicos],... que teníamos que darles las órdenes a través de los maestros, por muy importantes que éstas fueran” (Tresaco, 1968, 263). También el transporte terrestre era casi imposible debido a la falta de carreteras o pistas practicables y a la escasez de camiones y carburante: “los camiones, además de funcionar algunos con gasógenos, eran de cuatro toneladas de carga útil... y para ellos hacer 100 kilómetros era ya excesivo” (p. 262), lo que explica que el río siguiera siendo el medio de transporte más barato a pesar de la mucha mano de obra empleada. Tresaco demuestra que el coste de aquellas conducciones fue de un promedio de 6’85 pesetas por pieza, frente a las 15’75 que habrían costado si se hubieran realizado en camiones. El itinerario de aquellas últimas maderadas por el Guadalquivir y sus afluentes comenzaba casi siempre en riachuelos que se forman en las sierras de Cazorla y Segura, y en los que la conducción era muy costosa debido a su escaso caudal y a lo escabroso del terreno, que obligaba a realizar grandes adobos, como los que exigía la famosa Cerrada del Utrero, un profundo y estrecho cañón de un kilómetro de longitud cerca del nacimiento del Guadalquivir, o la Cerrada de la Bolera en el Guadalentín, afluente del Guadiana Menor, tributario del Guadalquivir por su izquierda. También fue muy dificultosa la única maderada que se hizo en el río Borosa que, después de pasada la Laguna de Valdeazores, se precipita por el Salto de los Órganos, con cortados de más de ochenta metros, que hubo que preparar con tiros, tabladas y lanzaderos (Tresaco, 1968, 261). Las maderadas del Guadalquivir, que fueron la mayoría, tenían que pasar a mitad de camino por el embalse del Tranco de Beas, lo que suponía un remanso de 30 kilómetros en los que la conducción se hacía con la ayuda de lanchas motoras que arrastraban lentamente en cada viaje cientos de troncos formando enormes almadías. El paso de la presa se resolvió unas veces por los aliviaderos, y otras, cuando el embalse es206 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas taba medio vacío, subiendo los troncos a lo alto de la presa mediante un elevador mecánico de cien metros de longitud, para dejarlos caer luego por un lanzadero de hormigón que terminaba en una gran balsa aguas abajo de la presa. A partir de aquí el viaje era mucho más cómodo con un recorrido de casi cien kilómetros hasta llegar al descargadero de Jódar, donde los troncos eran apartados del río con ayuda de mulas hasta un lugar seco donde se cargaban en camiones para llevarlos a la estación ferroviaria situada a dos kilómetros de distancia. Todo ello si una crecida repentina del río no arrastraba la maderada aguas abajo y había que ir a recoger las traviesas a Mengíbar, Andújar, Almodóvar o Sevilla, llegando algunas a perderse incluso en el Atlántico (Tresaco, 1968, 266). Las maderadas del río Segura Aunque escasean las noticias históricas referidas a la explotación forestal y a la conducción de madera por el Segura, el magnífico estudio realizado por J. Mañas Guspi a finales del XIX y publicado en 1898 por la Real Sociedad Geográfica bajo el título Las cortas de pinos y las conducciones en la cuenca del río Segura, constituye un auténtico tratado, muy detallado, de todo el proceso de la explotación maderera, desde su venta, tala y preparación en el monte hasta su destino final. Por aquellas fechas, en que ya empezaba a notarse la competencia de la madera extranjera importada por mar, los pinos de Segura eran empleados principalmente para la fabricación de traviesas de ferrocarril y envases para frutas, siendo en este segundo caso su mercado habitual las innumerables serrerías de las huertas de Murcia y de Valencia. Cada año venían a hacerse unas tres maderadas, que eran conducidas por pineros (gancheros) reclutados en los pueblos de La Puerta (Jaén) y Yeste (Albacete), a los que en épocas anteriores habían acompañado otros que venían desde Cofrentes y Chelva (Valencia). Las conducciones se iniciaban a comienzos de primavera, aprovechando el mayor caudal del río y duraban unos tres meses, teniendo como punto de desembarco la estación de Las Minas (Mañas, 1898, 96). No se sabe cuándo comenzó a bajarse madera por el río Segura. Lo único cierto es que a mediados del siglo XVI, en la respuesta del concejo de Hellín inserta en las ya citadas Relaciones Topográficas de Felipe II, se dice del río Segura que “es río grande y caudaloso porque por él se lleva y El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 207 pasa madera a la ciudad de Murcia e Origüela, ques del Reyno de Valencia y otras partes” (Arroyo, 1998, 192). Debido a la poca adecuación de sus pinos para la construcción de barcos, no fue hasta el año 1781, con motivo de ciertas dificultades para traer madera de Cuenca, cuando la administración de Marina de Cartagena determinó empezar a cortar madera en las cercanías de Segura (AS, SM, leg. 576), aunque no hay noticias de que esta medida fuera llevada a término y todo apunta a que el Arsenal de Cartagena siguió prefiriendo la madera que le venía desde Tortosa (rio Ebro), Valencia (Turia) y Cullera (Cabriel-Júcar) originarias de los montes Pirineos y de las sierras ibéricas de Gúdar, Javalambre y Montes Universales. Joaquín de la Croix, a comienzos del XIX, confirmaba que las maderas que por aquellos años bajaban por el río Segura “vienen de la Sierra del mismo nombre en el Reyno de Murcia” (La Croix, 1801, 203), aunque lo cierto es que los pinares de esta sierra se extendían también por el vecino y antiguo reino de Jaén. Efectivamente, el nacimiento del Segura y de sus primeros afluentes (el Madera, el Zumeta y el Tus) tiene lugar todavía en tierras andaluzas, y era precisamente allí, a caballo entre las actuales provincias de Jaén, Albacete y Murcia donde estaban los mejores pinares de donde bajaba la madera por el río Segura, primero como ya se ha apuntado hasta Murcia y Orihuela (con un recorrido aproximado de 340 km) y finalmente, tras la construcción del ramal del ferrocarril de Chinchilla a Murcia en 1862, hasta la estación de Las Minas, en término de Calasparra. Desde dicha estación y por ferrocarril (las compañías MZA y Norte establecieron precios especiales para ello) una parte de la madera de Segura era enviada a Alzira y Valencia vía Chinchilla y Almansa mediante trasbordo en la estación de La Encina. Por último, la construcción del embalse de la Fuensanta sobre el Segura, en la garganta de Carrizosa, entre 1930 y 1933, puso fin a la conducción fluvial, cuyo valor en 1929 era estimado en más de dos millones de pesetas y en la que participaron los últimos “pineros” de Yeste y localidades vecinas, que apodaron a dicho embalse como “la Muralla”, por lo que significaba para su actividad y forma de ganarse la vida (Gil Olcina, 2006, 65). Muchos de aquellos madereros tuvieron entonces que marchar a faenar al río Tajo y Júcar, donde ya venían haciéndolo esporádicamente desde finales del siglo XIX en compañía de los de Priego, Cofrentes y Chelva. Figura 11. 208 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Figura 11.–Conducción de traviesas de ferrocarril por el río Mundo, afluente del Segura. ARCHIVOS AHMV: Archivo Histórico Municipal de Valencia AH Norte: Archivo Histórico de la Compañía Ferroviaria Norte, Madrid ARV: Archivo del Reino de Valencia; MR: Mestre Racional AS, SM: Archivo de Simancas, Secretaría de Marina El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 209 BIBLIOGRAFÍA ARAQUE, E., comp. (1996): Escritos forestales sobre las sierras de Segura y Cazorla, Jaén, Diputación Provincial de Jaén. ARROYO ILERA, F. (1998): Agua, paisaje y sociedad en el siglo XVI según las Relaciones Topográficas de Felipe II, Madrid, Ediciones del Umbral. BARÓ, F. (1914): Los transportes forestales en España, Extracto de la Memoria sobre transportes forestales y enseñanza forestal, redactada con motivo del viaje al extranjero realizado por el Profesor de la Escuela de Montes Don Fernando Baró, en Revista de Montes, nº 907, pp. 722-727; nº 908, 754-759; y 909, 800-806. BARÓ, F. 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El transporte fluvial de madera en españa durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba / Carmen Sanchis Deusa 211 La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura durante la primera mitad del siglo XX Egidio Moya García Universidad de Jaén 1. INTRODUCCIÓN La comarca jiennense de la Sierra de Segura, situada en la parte más nororiental de la provincia de Jaén, es conocida de manera primordial por los extensos y continuos bosques de pinar que cubren la mayor parte de su agreste topografía (mapa 1). Este paisaje en la actualidad se aprecia básicamente por su valor ambiental y contribución mayoritaria a la superficie del espacio protegido más grande de la geografía hispana (Europarc España, 2020). Sin embargo, esto no debe ocultarnos que esta vasta masa forestal ha sido valorada de forma preferente, como se recoge en los distintos textos de esta obra, por la intensa explotación maderera llevada a cabo, especialmente destacada en el periodo que va desde los últimos años del siglo XIX hasta mediados del XX, que es el lapso temporal en que nos centraremos en el presente trabajo. Hay que tener en cuenta que para entonces se había producido el definitivo asentamiento de la intervención de la Administración Forestal, en particular en los montes ordenados, caracterizados por su importancia maderera, superando para estos casos la gestión de los aprovechamientos a partir de planes anuales, sin olvidar que además se había levantado en 1896 un periodo de suspensión general de cortas en la provincia, decretada en 1892 por las continuas acciones fraudulentas que se venían cometiendo a la sombra de las talas autorizadas1. Así, aunque en Memorias justificativas del plan anual de aprovechamientos del Distrito de Jaén de los años forestales 1892-93 a 1896-97. 1 La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 213 los estudios realizados por de la Cruz Aguilar (1987, 1994) se hacía incidencia en las consecuencias de la declaración como Provincia Marítima, situación administrativa en la que se halló entre mediados del siglo XVIII y el primer tercio del XIX, que habría supuesto una extracción de destacados volúmenes de madera por los Ministerios de Marina y Hacienda, el más reciente estudio de López Arandia (2012) ha dejado constatado que los árboles abatidos durante la explotación realizada por ambas carteras estuvieron muy por debajo de lo que, como hemos señalado, se extrajo más adelante. Los montes de la comarca segureña, junto a los situados en las vecinas Sierras de Cazorla y de las Cuatro Villas, permitían que a principios del siglo XX la provincia jiennense se situara como la décima por la superficie de monte alto maderable dentro del Catálogo de Montes de Utilidad Pública, con 86186 hectáreas. La masa forestal de esta porción oriental de Jaén tenía una perceptible continuidad por la colindante provincia de Albacete, que con una superficie ligeramente superior (86606 hectáreas) le antecedía en el noveno puesto a escala nacional, atendiendo 214 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de forma primordial a la importancia de los bosques que se extienden por la Sierra de Alcaraz (cuadro 1). CUADRO 1. Principales provincias españolas con fincas de monte alto maderable de utilidad pública (1910) Provincia Superficie (has.) Hayas 0 117099 33724 2955 153778 7,4 Teruel 142553 0 0 0 142553 6,9 Cuenca 129177 0 0 0 129177 6,3 Zaragoza 120157 5150 2159 700 128166 6,2 Burgos 43500 40809 30200 1161 115670 5,6 Oviedo 334 19675 93436 1503 114948 5,6 3376 76903 27998 615 108892 5,3 Huesca 80082 2338 6753 760 89933 4,4 Albacete 85831 775 0 0 86606 4,2 Jaén 82056 3710 0 420 86186 4,2 1299877 455129 243158 67315 2065479 100,0 León Total España Otros Total % total España Robles Santander Pinos FUENTE: Dirección General de Agricultura, Minas y Montes, 1913. Conjugando esos territorios limítrofes incluidos en las Cordilleras Béticas, se constituía en el núcleo de explotación maderera más importante, y prácticamente el único, de todo el sur peninsular, sumando más del 8% de la superficie maderable española de carácter público, ya que el resto de las provincias que les antecedían en el Catálogo se situaban en el Sistema Ibérico (con Teruel, Cuenca, Zaragoza y parte de Burgos), la Cornisa Cantábrica (Santander, Oviedo, León y el resto de Burgos) o los Pirineos (Huesca). Según ya hemos comentado y en el anterior cuadro se refleja, los predios que existían entre Jaén y Albacete eran prácticamente en su totalidad de pinares, cabeceras de las cuencas del Guadalquivir y el Segura, ríos que históricamente habían facilitado su extracción por medio de La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 215 grandes maderadas (Araque Jiménez, E., 2016a). Pero, sin duda, existe una segunda característica respecto a los montes públicos situados en el caso de Jaén que ha de destacarse, como es que en su mayoría eran propiedad del Estado Central. De esta forma, éste acumulaba prácticamente el 50% de su patrimonio forestal en la provincia, con más de 100.000 hectáreas, en el momento en que el Catálogo de Montes de Utilidad Pública se inauguró en 1901, superando a la superficie que pertenecía a los ayuntamientos jiennenses (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1993). Esta circunstancia se encuentra en el origen, como ya se dejó explicitado en otro trabajo anterior sobre la explotación maderera a escala provincial durante la primera mitad del siglo XX (Moya García, E., 2012), que buena parte de la madera que se fue extrayendo de la zona oriental de la provincia jiennense en el periodo analizado, desde finales del XIX a los años 60 del siglo XX, siguiera siendo aplicada a cubrir necesidades estratégicas nacionales, tal cual ya había ocurrido durante la Administración de la Provincia Marítima. De esta manera, de forma mayoritaria se empleó en la construcción del sistema ferroviario español, principalmente para el labrado de las traviesas de su trazado, pero también se aplicó en la fabricación de material móvil, como eran los vagones (Araque Jiménez, E., 2012). Así, observando la etapa anteriormente señalada, la Renfe fue la mayor adjudicataria de la madera en la provincia, lo que resalta aún más si tiene en cuenta que actúa sólo al final del periodo considerado, ya que se crea en 1941 por el Gobierno franquista2. Pero a esto hay que sumar además que previamente también se convirtieron en importantes adjudicatarias distintas sociedades privadas de ferrocarril, como la Compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) o Ferrocarriles del Oeste, que fueron absorbidas por aquella empresa pública, además que parte de la madera que se fue adjudicando a otros grandes rematantes, sin duda, finalmente se dirigió al mismo fin. De esta manera, hay que indicar que Renfe tenía otras maneras de conseguir el suministro que necesitaba, como era el cupo obligatorio que imponía el Estado a los almacenistas y rematantes privados, los contratos voluntarios con compañías Ley de Bases de ordenación ferroviaria y de los transportes por carretera, de 24 de enero de 1941. BOE de 28 de enero de 1941. 2 216 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas madereras y en menor medida la madera que procedía de la importación (Nieto Ojeda, R., 2012). Sin embargo, es necesario destacar que en el caso de los montes de la Sierra de Segura, frente a lo que ocurrió con los de Cazorla, sí se observa una participación de madereros más pequeños en las almonedas, en bastantes ocasiones de origen local, en parte por la mayor presencia de fincas municipales en aquella primera comarca. Pero especialmente por no encontrarse tanta superficie forestal, como ocurría en la de Cazorla, en la situación de montes ordenados, ya que en éstos se solía sacar los aprovechamientos en bloque y por un decenio, de forma que sólo grandes empresas o destacados hombres de negocios podían acceder a las subastas, debido al monto que suponían no sólo las adjudicaciones finales, sino incluso las altas fianzas que había que depositar antes de acceder al aprovechamiento en sí. Esa circunstancia diferencial de la zona de Segura permitió, como veremos en este trabajo, la existencia de distintos almacenes de madera en los propios pueblos de esta comarca, a la vez que algunas serrerías, ya que cuando la madera se adjudicaba tan sólo por las mencionadas compañías ferroviarias u otras grandes empresas, lo habitual es que la salida de este producto hiciera de manera directa por los ríos y ya en los últimos años por carretera, sin apenas transformación, ni depósito o venta en la zona. 2. EL CENSO GENERAL DE COMERCIANTES, INDUSTRIALES Y NAUTAS COMO FUENTE DE INFORMACIÓN DEL TEJIDO EMPRESARIAL LOCAL La constatación de la existencia de un cierto desarrollo empresarial en el conjunto de municipios segureños, a partir de la explotación maderera que se produce de su extensa masa pinariega, se ha alcanzado tras el análisis de los datos que ofrecen los libros anuales del “Censo general de comerciantes, industriales y nautas establecidos en la jurisdicción de la provincia de Jaén”, que confeccionaba la Cámara de Comercio, Industria y Navegación3. En esta fuente se recogen todos aquellos emLos Censos, que están encuadernados en forma de libros que recogen los datos por cada año natural, se hallaban en la sede situada en la calle Hurtado de la Cámara de Comercio e Industria de la provincia de Jaén, donde se pudo consultar hace casi una década. Sin embargo, debido a las 3 La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 217 presarios autónomos o sociedades que desarrollaban las distintas labores fabriles y comerciales en cada una las localidades jiennenses, salvo para el caso de Linares, que tenía su propia Cámara4, y en algún año también hemos observado que no se recogen los datos de otros importantes términos, Andújar y La Carolina, sin que se indique la razón para ello. Así se debe tener en cuenta que la información se ordena en los libros por municipios y dentro de ellos por las distintas actividades existentes en los mismos. De cada uno de los empresarios se indica el carácter de la actividad o actividades que realizaba y la cuota que debían pagar anualmente al Tesoro y a la Cámara de Comercio en cada uno de los municipios, señalándose la dirección concreta donde las desarrollaba. De este modo, debemos reseñar que una misma persona o sociedad, en el caso de que tuviese su actividad en distintos términos, debía pagar en cada uno de ellos su correspondiente cuota, de forma que el pago no se realizaba simplemente donde tenía fijada la dirección de su razón social empresarial, circunstancia que facilita la localización real de las actividades que se llevaban a cabo. Hay que destacar que la información que se suministra llega a ser muy detallada, ya que cuando la anotación se refiere a procesos industriales, no sólo aparece la labor desarrollada, sino también las características de las máquinas que se utilizaban, puesto que por cada una de ellas y dependiendo de su potencia o tamaño, se debía abonar una cuota concreta, que en la mayoría de las ocasiones aparece desagregada de la actividad principal. Así, por ejemplo, los carpinteros o en general las empresas dedicadas al trabajo con la madera no sólo tenían que declarar dificultades económicas en la que ha entrado tal institución en los últimos años, dichos libros, junto con otra documentación de la Cámara, se encuentran hoy día en situación de depósito en la sede del Instituto de Estudios Giennenses, dependiente de la Excma. Diputación Provincial de Jaén. Un análisis de la localización de las empresas relacionadas con la madera para toda la provincia se puede consultar en Moya García, E. (2012). Desgraciadamente, tras realizar una visita a la sede de la Cámara de Comercio e Industria de Linares, se comprobó que no queda ningún ejemplar de estos censos en la misma, lo que según se nos explicó se debe seguramente a que se perdieran en un incendio que sufrieron sus antiguas instalaciones. Esta pérdida es de gran importancia, ya que en estos momentos era la localidad más importante de la provincia y sin duda la que albergaba un tejido industrial más complejo, atendiendo a la actividad minera que aquí se desarrollaba. 4 218 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas y pagar por su establecimiento, sino también por las clases de sierras, cepilladoras, escopladoras, etc. que usaban. Precisamente el objetivo de este trabajo se haya en reconocer no sólo quienes eran los empresarios dedicados al aserrío y la carpintería en la comarca de Segura, sino también cual era la maquinaria con la que se contaba, lo que permite vislumbrar las actividades a las que se dedicaban y su potencial como actividad empresarial. Para ello se tomó los datos de 3 años diferentes, que nos darán una fiel imagen de las distintas situaciones que pudieron darse a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Se ha analizado el Censo de 1928, primer año del que se conserva el libro del mismo y justo antes de iniciarse la crisis industrial que se genera por el crack de la Bolsa de Nueva York, tras un periodo económico expansivo; 1945, fecha que nos permite conocer la situación de la actividad industrial y comercial tras la Guerra Civil, momento en que se produce un mayor volumen de sacas de madera en los montes de la provincia, como quedó reflejado en el citado anterior trabajo (Moya García, E., 2012); y finalmente 1954, último año del que se conservan datos y que coincide con el inicio de la reducción en la aportación relativa de los montes públicos jiennenses a la producción maderera del conjunto de España, aunque se mantuvo durante un tiempo los volúmenes extraídos en números absolutos. Por último, para finalizar el análisis de las posibilidades del Censo como fuente, debemos señalar que, aunque las distintas actividades relacionadas con la madera normalmente aparecen con una serie de denominaciones similares, en ciertos casos hemos tenido que hacer un proceso de interpretación sobre las mismas para realizar grupos homogéneos. Un ejemplo de ello lo tenemos en el caso del conjunto que corresponde a las carpinterías, que pueden aparecer como tales o con apelativos relacionados (carpintero, maestro carpintero, taller de carpintería o carpintería mecánica), que evidentemente se referían a la misma actividad. Además hay que indicar que para simplificar la información ofrecida, se le han asimilado aquellas empresas con oficios que aparecen más especificados, como los constructores de ataúdes o de cajas comunes y los aladreros, que fabricaban carros o aperos de labranza. La fortuna de poder contar para la provincia de Jaén con esta documentación (salvo las importantes faltas de Linares, y a veces Andújar y La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 219 La Carolina), que coincide temporalmente con el periodo, como hemos señalado, de una explotación maderera más intensa en la provincia, supone sin duda una ventaja frente a otras fuentes que por otros autores han sido utilizadas, como son la Estadística Administrativa de la Contribución Industrial, de Comercio y Profesiones, el Anuario Estadístico de España o el Anuario General de España Bailly-Bailliére-Riera. En cuanto a las dos primeras, si bien son de carácter oficial, los datos que ofrecen tienen como unidad de observación la provincia, de forma que no se puede hacer un estudio de detalle y centrado territorialmente en una comarca, como podemos hacer a partir del Censo. Además, teniendo en cuenta esto, no aparecen evidentemente identificados de forma individual los empresarios, lo que impide poder vislumbrar si hay relaciones por lazos familiares entre ellos o si tenían intereses con la explotación de los montes de la zona, al quedarse con las subastas de los montes públicos de la comarca, los cuales son mayoritarios en la Sierra de Segura. Si nos fijamos en la tercera fuente, que no se trata de una fuente oficial, aunque habitualmente se le reconoce su detalle y fiabilidad, reseña las firmas y empresarios de todo tipo existentes en cada municipio, identificados esos últimos por su nombre y primer apellido. Sin embargo, al ser una especie de listín de correos, no aporta más datos de la actividad realizada y, en el caso que nos atañe, no aparece la maquinaria de la que disponen las empresas reseñadas, que en gran parte se convierte en el objeto de esta investigación, ya que consideramos que es un dato fundamental para conocer cuál era realmente su dedicación. Y esto es así porque, como veremos en el análisis de los datos extraídos para los 3 años consultados, no es raro que fueran aquellos empresarios que se identifican como almacén de madera, los que realmente se dedicasen al aserrío de grandes volúmenes, ya que son los que declaran tener las sierras de mayor tamaño y potencia, lo que sería imposible de detectar por su simple declaración como empresa. Aun así, se ha realizado para el año 1928 el cotejo de la información que aparece entre el Anuario Bailly-Bailliére-Riera y el Censo de la Cámara, para poder observar si la información que aparece es similar. Sin embargo, hay que indicar que existen para ese año evidentes y notables diferencias entre ambos, de forma que aparecen distintos empresarios que se recogen en el primero y no en el segundo para la Sierra de 220 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Segura (47 en total, de los que la mayoría, 38, son carpinteros o similares como constructores de carros, 5 se recogen como almacenes de madera, 3 tratantes de madera y 1 almacén de muebles de madera) y en cambio otros 16 que sí aparecen en el Censo, no se encuentran recogidos para ese año en el Anuario, de los que 11 serían carpinteros y 5 pagaban al Tesoro por ser almacenes de madera. Además, como ya hemos indicado, se da la circunstancia de que la identificación simple que aparece en el Anuario no permite reconocer verdaderamente a qué se dedicaban algunos empresarios, ya que apareciendo, por ejemplo, como almacenistas de madera, por la información que se recoge en el Censo y gracias a la maquinaria que se incluye en éste, se ha llegado a la conclusión de que su actividad más importante era realmente el de la serrería y no el de almacén de madera. En cualquier caso, antes de introducirnos a analizar la situación de las industrias madereras y otras labores de transformación del sector radicadas en la Sierra de Segura, para poder contextualizar cuál era su estado y capacidad fabril, debemos explicar cómo se produjo la asunción en este sector económico de innovaciones tecnológicas a escala nacional e internacional. 3. LOS INICIOS DE LA MECANIZACIÓN DE LAS LABORES RELACIONADAS CON LA MADERA EN ESPAÑA Y A ESCALA INTERNACIONAL El proceso de introducción inicial de distintos métodos e instrumental de carácter mecánico en el tratamiento de la madera se produjo, como era lógico, para las fases en que los troncos o trozas ya habían salido del monte y se procedía a su primera transformación. Sería en ciertos casos en instalaciones situadas en las cercanías a los montes, donde se podía aprovechar en un punto concreto la aplicación de una fuerza natural, como podía ser un salto de agua, pero lo que se convirtió en algo revolucionario era cuando se incluía un sistema bastante más complejo, como era una máquina de vapor. Ésta proporcionaba la fuerza suficiente para alcanzar una potencia mayor, que incluso permitía de una forma más eficiente poner en marcha distintas máquinas a la vez, las cuales se podían accionar a demanda de las necesidades del empresario, que no La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 221 dependía de cómo y cuándo estaba disponible el agua en el río, a pesar de su posible represamiento. Por lo que se refleja en la prensa especializada, este cambio tecnológico se empieza a introducir en nuestro país de forma tardía respecto a otros países cercanos y no sería hasta al menos el último cuarto de siglo XIX y gracias inicialmente a acciones implementadas por capital extranjero. Esta circunstancia se deja expresada en la Revista de Montes, editada por la Asociación de Ingenieros de Montes, que en uno de los números del año en que empieza a publicarse, 1877, dedica un extenso artículo a la industria forestal, centrado en los tipos de sierras existentes, señalando que éstas se constituían en la primera máquina de tipo mecánico aplicada a la madera (Anónimo, 1877a). En dicho texto se describen los distintos tipos de sierras, diferenciando dos grupos: las alternativas (rectas y articuladas) y las continuas (de cinta o sin fin y las circulares), para lo cual se basa en un catálogo publicado unos años antes por la firma francesa del ingeniero Ferdinand Arbey (1874), libro dedicado a las sierras y distinta maquinaria fabricadas en su taller de París. Ese retraso en la mecanización en España se deja también de manifiesto en un artículo de la publicación Revista popular de conocimientos útiles, donde se recogían noticias sobre las más variadas materias, desde las ciencias exactas a las novedades en distintos sectores económicos o en las posibles medidas higiénicas, de una manera asequible para un público no especializado. En el mismo se recoge una ilustración en que se muestra un taller para labrar maderas, ya reproducida en el mencionado catálogo de Arbey, señalando en su descripción que se basaba en la fuerza aplicada de un motor a vapor, con un método de trabajo que se veía acompañado por un sistema de vías y vagones para mover las piezas de madera (Anónimo, 1880). Se indicaba que en España se estaba comenzando a introducir algunas máquinas destinadas a este proceso, aunque se quejaba de que aún no se contaba con las grandes serrerías y talleres que en el extranjero ya funcionaban. Un ejemplo de que no es hasta esas fechas cuando se empieza a implantar una verdadera industrialización de las labores de tratamiento de la madera en España, lo tenemos en la descripción que en 1884 se realiza del Real taller de aserrío mecánico en Valsaín (Segovia), que llevaba unos meses en funcionamiento sobre la pradera de Navalhorno, 222 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de nuevo en la Revista de Montes (Anónimo, 1884). En el artículo se recogía la descripción que se hacía de este establecimiento industrial en un texto sobre el Real Sitio de San Ildefonso publicado Rafael Breñosa y Joaquín María de Castellarnau (1884), ingenieros de montes adscritos a la Real Casa, que recogía los más variados aspectos de este lugar segoviano (desde su historia, características geográficas, el estado del bosque de Valsaín,… a lo que hoy día es más conocido, como es el palacio, descrito desde un punto histórico-artístico). Como señala Gómez Mendoza (1992), ambos ingenieros no se dedicaron a la gestión forestal durante su periodo de actividad en ese destino, sino que tenían libertad para volcarse en lo que más les interesaba, su afición naturalista, lo que les permitía dedicarse a diversas actividades fuera de las más puramente administrativas, como fue la preparación de este libro no específicamente técnico, aunque el apartado dedicado a la nueva serrería era, como era lógico, muy detallado. Así se destaca en primer lugar el cambio dado al poblamiento situado en la pradera de Navalhorno, que era donde tradicionalmente se hacían las actividades básicas por los rematantes de la madera del mencionado pinar de Valsaín, famoso por la gran calidad de la misma. El poblado hasta entonces allí existente se describía como una aglomeración de chozos y talleres de madera en malas condiciones higiénicas frente a la nueva situación de la localidad, donde se había saneado y embellecido el lugar, además de ordenado el área de actividad industrial. Pero especialmente se destaca la creación del Real taller, movido a vapor y con maquinaria procedente del extranjero, que sustituía el aserrío a mano, instalación en la que su sistema de funcionamiento se había diseñado por el fabricante belga Prosper Van der Kerchove, mientras que las máquinas de aserrar, cepillar, machihembrar y moldurar venían la mayoría de la casa inglesa Ransome, que son descritas detalladamente y la capacidad de trabajo que se llegaba a alcanzar en la instalación por día y en el conjunto de un año. Finalmente se destaca que, para decidir las características de esta novedosa fábrica, se había tenido que visitar instalaciones de varios países por Roque León del Rivero, Inspector General del Cuerpo de Ingenieros de Montes y de los del Real Patrimonio, además de algunas serrerías concretas del país. Así se deja entrever que eran por entonces todavía pocos los casos en España en que se hubiese introducido la más moderna tecnología, basada en la máquina de vapor, de forma que la La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 223 Revista de Montes esperaba que este aserradero sirviera de modelo para que se instalaran otros cerca de los pinares más importantes de la nación. Entre los países visitados por Rivero se encontraba Inglaterra, una decisión lógica al ser el referente internacional del progreso en la actividad industrial, sin duda incluso con la relacionada con el sector forestal. Y esto a pesar de que no contaba con masas maderables tan importantes en la metrópolis como otras naciones visitadas, como Francia, de la que nos ocuparemos más adelante, ya que como se verá la introducción en el país galo de las innovaciones en el aserrío de madera se observa que fue algo posterior. Así en el año 1857, en la revista The Engineer5, se recogía una muy compleja máquina de serrar madera movida a vapor, patentada en el año anterior y que suponía un gran avance tanto en el corte de planchas rectas, como de trabajos curvos, propios de las maderas para barcos. Así, para el corte recto, disponía de un mecanismo en el que una serie de estructuras con varias sierras trabajaban de forma simultánea (Anónimo, 1857). Tal era el interés que se tomaba la publicación sobre cualquier avance, que tenía cabida la descripción de los más mínimos detalles de las piezas de la maquinaria descrita, como ocurría con la dedicada a una aplanadora de madera, que permitía alcanzar un grosor uniforme a los tablones, en el que se recogía la sección de una pequeña pieza que se incluía en la misma (Anónimo, 1856). En una revista coetánea y con iguales objetivos que la anterior, llamada Engineering, se da noticia de los avances que se había conseguido alcanzar al combinar una sierra de cinta con otra recta, con la intención de que con su asociación, el mismo aparato pudiera realizar diferentes trabajos (Anónimo, 1866). Unos años después aparece la descripción del avance en las distintas máquinas, relacionadas, como se recogía en La revista The Engineer se editó desde el año 1856, fundándose en el marco del impulso que supuso la Gran Exposición de 1851 que se realizó en Londres, en la que uno de sus elementos emblemáticos fue el Palacio de Cristal, ya que en los siguientes años se reconoce que se produjo una avalancha de invenciones. Su impulsor fue Edward Charles Healey, empresario con intereses en el ferrocarril, que interesado en todos los avances industriales en los más diversos sectores, recogía con un detalle absoluto los mismos, tanto en su descripción escrita, como especialmente en los dibujos y croquis que se incluyen en los varios números que en cada mes llegaban a publicarse (Anónimo, 1956). 5 224 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas la otra revista, con la aplanación de los tablones o con el avance dado en una sierra cinta, reseñando en este caso que la gran novedad se hallaba en que estaba montada de forma horizontal (Anónimo, 1869a y b). La intención de que los adelantos que se daban en cualquier sector fuesen conocidos lo antes posible, se puede percibir en el simple hecho de recoger en estas revistas aquéllos que se alcanzaban en otros países. Así se aprecia al dar cabida a las impresiones de un corresponsal de la revista Scientific American sobre cuáles eran las revoluciones adecuadas para manejar una gran sierra circular, aportando características como su diámetro (nada menos que 50 pulgadas, es decir, 127 centímetros) o las vueltas por minuto que se podían alcanzar, teniendo en cuenta el proceso de desgaste y pérdida de filo de la sierra (Engineering, 1866). Justamente esta noticia, de carácter marginal si nos fijamos simplemente en su tamaño, es una muestra del menor interés que hemos apreciado en estas revistas británicas por los avances más unidos a las grandes serrerías, dedicadas principalmente a la transformación de los troncos en su primera fase. Así, se observa que en las publicaciones consultadas de Gran Bretaña, como era en principio de esperar y hemos dejado constatado, se dedicaban a reseñar esencialmente las máquinas que se aplicaban a la transformación de la madera en la consecución de tablones y las fases subsiguientes, antes que en el trabajo a realizar en el propio monte o sus cercanías, al no contar ya por esos momentos de una superficie de monte arbolado importante si la situamos el contexto internacional, frente a lo que ocurre, como ahora veremos, en las revistas francesas. Y ello a pesar que no se puede perder de vista que ambos países tenían en esos momentos unos imperios coloniales inmensos, con bosques tropicales y ecuatoriales casi vírgenes. Sin embargo, en los intercambios internacionales de madera se prefería casi en exclusiva a los grandes suministradores boreales (Escandinavia, Canadá o Rusia), por su cercanía a los mercados de destino, reconocimiento de sus maderas o la existencia de mejores infraestructuras de saca de los montes (Iriarte Goñi, I., 2005). En nuestro propio país hubo una tardía atención sobre montes tan cercanos como eran los del Protectorado Español de Marruecos, que albergaba unas existencias de madera enormes, de forma que prácticamente no se explotaron de forma intensa hasta que se entra en la segunda mitad del siglo XX (Garrido Almonacid, A., 2012). La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 225 Si nos centramos ahora en Francia, por su cercanía y las fuertes relaciones comerciales y culturales que se mantenían, la convertían sin duda en una fuente muy destacada de información e influencia tecnológica para nuestro país, como lo demuestra la decisión de incluir la información del citado catálogo de la empresa del ingeniero Arbey, de París, en la Revista de Montes, o que igualmente fue uno de los países que se visitó para desarrollar la serrería de Valsaín. En el país galo, sin embargo, la introducción de los nuevos mecanismos movidos a vapor fue algo posterior que en el Reino Unido, aunque tenía una tradición que se puede fijar en, al menos, un par de décadas antes que en España. Para ello tan sólo hay que fijarse en las noticias que se recogían en una de las publicaciones más importantes del país vecino, como era Revue des Eaux et Forêts, promovida por la Asociación de Oficiales de Aguas y Bosques, procedentes de la Escuela Forestal de Nancy, siendo uno de sus colaboradores, entre otros, el Director de la misma, Adolphe Parade. Así en el año que se inicia esta publicación, 1862, se recoge en su sección de Crónica forestal la impresión que había ocasionado en Orleans una sierra movida a vapor, que se encontraba unida a un locomóvil (locomotora que no se movía sobre raíles), de la que se destacaba su capacidad para seccionar grandes troncos, ideada por un tal Sr. Vangeneberg. Tal había sido la expectación que había concitado la máquina, la cual se usaba por la compañía ferroviaria de esa ciudad también para cortar toda la leña necesaria destinada a calentar sus oficinas y salas de espera, que ante el temor de los accidentes que podían ocasionarse por la afluencia de curiosos en sus carruajes, se había tenido que trasladar desde la dársena del tren a un local cerrado (Anónimo, 1862). En un artículo dedicado a las posibilidades que podían alcanzar este tipo de sierras aplicadas a un locomóvil en Argelia, escrito por el Subinspector en la ciudad magrebí de Constantina (Combe, A., 1866), se daba conocimiento de que en el mismo año de 1862 ya se había mostrado a la Sociedad de Fomento el que se entendía primer mecanismo de estas características, creado por el Sr. Cochot, radicado en París. El mismo se habría presentado a instancia del Ministro de Marina para utilizarlo en sus establecimientos en Saigón, Cochinchina, lo que demuestra la rápida expansión que se pretendía realizar de esta novedad hacia los bosques que se querían explotar en las colonias francesas. Este tipo 226 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas de sierra habría demostrado su efectividad cuando, por parte de dicha Sociedad, se había comprobado el éxito en 1864 de una perfeccionada por el mismo Cochot, aunque finalmente el autor del artículo señalaba que por su alto costo, pensaba que sólo podría ser usada por grandes compañías industriales. La intención de introducir este tipo de maquinaria en el sector se promocionó en las Ferias de Muestras internacionales y se da cuenta de su presencia en la Exposición Universal de París de 1867 (Bouquet de la Grye, A., 1867). Por un lado, este ingeniero se quejaba de que la colección de sierras llevada por la Escuela Forestal de Nancy estaba anticuada, frente a los artilugios perfeccionados que ya se tenía en la mayoría de las grandes industrias francesas dedicadas a la explotación de los montes. Éstas no ocupaban en el recinto ferial, a su juicio, un espacio proporcional a la importancia que tenía su producción, encontrándose desvanecidas frente a la ciencia oficial que representaban la Administración y dicha Escuela Forestal. Frente a ambas, Bouquet destacaba a continuación la presencia de algunas empresas, y entre ellas la de la familia Irroy, radicada en la pequeña localidad de La Hutte, perteneciente a la región montañosa de los Vosgos, que había mandado unas muestras de los productos de madera realizados en las serrerías que tenía en este lugar. Dedicada esta firma tanto a la madera, como a la fabricación de acero, se incidía en que tenía un aserradero de 50 caballos de vapor, que movía numerosas sierras y otras máquinas para realizar muebles de carpintería, incluido un sistema de secar la madera de forma rápida y otro aserradero anejo de 10 caballos de potencia. En cualquier caso, la Escuela de Nancy debió rápidamente entender la necesidad de tener en cuenta estos adelantos tecnológicos. Tal circunstancia queda reflejada desde el momento que entre las novedades bibliográficas que se recogía en la revista a finales de la década de los sesenta (Anónimo, 1869c), se daba noticia del estudio sobre un motor hidráulico y su aplicación a sierras, escrito por Lucien Roussel, profesor de dicha institución. Incluso la maquinaria a vapor daría un paso más, al poderse desplazar fuera de una serrería fija, cuando se describe una sierra circular transportable sobre una carrocería de hierro, que se habría presentado en Nancy por el empresario Hermann-Lachapelle, de París, lo que permitiría realizar la corta de los troncos en el propio monte, ya La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 227 que se destacaba que podía desplazarse por los peores caminos (Anónimo, 1877b). Se calculaba que con esta máquina se podría economizar más del 50% sobre el trabajo a mano y el 20% sobre una sierra fija, al suprimir los gastos de transportar la madera a la misma. Estos cálculos de ahorro de costes a la mitad, respecto a las sierras ordinarias, se repiten en el citado texto de la Revista de Montes basado en el catálogo de la Casa Arbey (Anónimo, 1877a), alabando además como beneficios de las nuevas máquinas, además de su rapidez, la obtención de cortes limpios y regulares, que facilitaban conseguir superficies planas, de forma que se evitaban que éstas quedaran alabeadas. Tales ventajas superaban los problemas que se llegaban a observar, como era que ante alguna resistencia o nudo en la madera, con las sierras a mano se podía disminuir la fuerza ejercida, mientras que las impulsadas por vapor o saltos de agua, en las que esa reducción inmediata no era posible, se debían dotar de hojas más resistentes. Esta circunstancia, la de sus características físicas y tipo de dentado más adecuado según la especie forestal y destino, se observa que se trató de una cuestión que se mantiene en el tiempo con la intención de evitar su deterioro o rotura (Bujarrabal López, A., 1965; Puig, R. V., 1967). Tal era la conciencia de la importancia de la introducción de la maquinaria, que a principios del siglo XX se calculaba que se había reducido a una octava parte los costes en la consecución de un tablero de chopo. En el caso de los tablones de pino blanco americano el avance habría sido mayor, ya que si en 1854, para conseguir 100.000 pies se necesitaban 16.000 horas, en 1896 sólo se requerían 272 horas. Para ello es preciso comprender el avance que habían supuesto tanto las sierras circulares, como las de cinta o sin fin (Anónimo, 1900). De esta manera, según se recoge en ese cálculo, uno de los mayores cambios que se habría producido en el sector de los aserraderos era la introducción ya a finales del siglo XIX de tal tipo de sierras, o al menos la posibilidad de su empleo. Así, según se recoge por Zapata Blanco (2001), se observa que para el conjunto de España, se multiplicó prácticamente por 4 en las dos últimas décadas de la centuria la presencia de la sierra de cinta (a partir del diámetro en centímetros de la misma y el pago que se realizaba por este concepto), multiplicándose de nuevo por algo más de 4 si se mira el dato de 1930. La difusión de esta máquina desde 228 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas finales del XIX se habría debido, no sólo al incremento que facilitaba en la productividad del trabajo, sino también a que tenía un fácil manejo e instalación y su coste en inversión era modesta. 4. LA ACTIVIDAD FABRIL RELACIONADA CON LA MADERA EN LA SIERRA DE SEGURA DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX La explotación maderera suponía para la población activa de la Sierra de Segura un sector fundamental, teniendo en cuenta los diversos trabajos que llegaban a ser necesarios en torno a los montes públicos aquí existentes. De esta manera, no debe olvidarse que se tenía que contratar inicialmente a personal adscrito a la Administración Forestal, dedicado principalmente a labores de guardería. Una plantilla no especialmente numerosa, si se tiene en cuenta la superficie a cubrir, que en cualquier caso se reforzaba en la época veraniega con un contingente de vigilantes temporeros, los llamados fogueros, para dar aviso sobre los incendios forestales, tan habituales durante tal estación del año, ya que este tipo de siniestros eran el mayor peligro para las reservas de madera (Araque Jiménez, E. y otros, 2000). A partir de aquí, en el proceso de la propia explotación maderera, estaban los hacheros, dedicados a la tala de los árboles, a los que se unían para el transporte, sin apenas transformación de los troncos, en primer lugar los arrieros o ajorreadores dentro del propio monte (Cruz Aguilar, E. de la, 1989). A continuación, tenían que intervenir los pineros o gancheros, que se encargaban de su salida de la comarca por flotación a partir de la red hidrográfica, que como ya indicamos se derivaba tanto hacia la cuenca del Segura, como del Guadalquivir. Los mismos, en los últimos años del periodo de estudio, se sustituyeron por conductores de camiones, aunque éstos ya no necesariamente tenían que ser de la zona, ya que no se trata de una labor tan especializada como la que realizaban aquéllos, aunque según pudo ocurrir en otros lugares de España, algunos de los camioneros pudieron haber estado integrados anteriormente de manera habitual en los grupos dedicados a movilizar las maderadas (Piqueras Haba, J. y Sanchís Deusa, C., 2015). Como deja de manifiesto Araque Jiménez (2016a), las conducciones por el agua se llevaban a cabo por enormes cuadrillas, formadas por personas muy avezadas en sortear La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 229 las dificultades que se tenía que superar a lo largo del trayecto fluvial hasta los distintos puntos en que se sacaban de los ríos, que habían aprendido su oficio desde pequeños, pasando los conocimientos de padres a hijos, de forma que necesariamente tenían que ser serranos. Sin embargo, hay que reseñar que tales oficios no llevaban aparejados procesos productivos que supusieran el complemento de un apreciable valor añadido a la madera, que con tan grandes esfuerzos había sido extraída de los montes. Esto sólo se puede conseguir, aunque sólo sea mínimamente, si se produce algún tipo de actividad de transformación, que quedaría reflejado en el comentado “Censo general de comerciantes, industriales y nautas”. Según se recogió en un trabajo previo (Moya García, E., 2012), con un acercamiento dedicado al conjunto de la provincia, ya quedó de manifiesto que analizando la situación de las comarcas jiennenses en que radican la práctica totalidad de los montes de vocación maderera, como son tanto Cazorla, Las Villas, como Segura, esta última destacaba sobremanera sobre las otras dos por una mayor presencia de serrerías y carpinterías. El desarrollo de ambas actividades era superior en algunos municipios segureños en números relativos (número de empresas matriculadas dedicadas a estas labores sobre el total de empresas) a la situación que se observa para este tipo de empresas en los más importantes municipios jiennenses como la capital provincial y Úbeda, o en los pueblos próximos a estas dos localidades, en los que tampoco es rara su presencia, ya que es habitual que se radiquen las labores finales de la madera con la mayor cercanía posible al lugar de consumo final de los productos derivados de la misma. Aun así, hay que hacer la salvedad de que, especialmente en el caso de la ciudad de Jaén, aparecen en el Censo de forma diferenciada aquellas empresas dedicadas a oficios muy específicos, destacando el de ebanista, que se aplicaba a trabajar con las maderas más apreciadas, en bastantes casos de importación, cuyos artículos estaban dirigidos a las clases sociales más acomodadas, y que como era de esperar no aparecen en ningún caso para los municipios segureños en el Censo. Tal llegaba a ser la escasa incidencia de la explotación maderera en el tejido empresarial de la comarca de Cazorla, a pesar de que de ella procedía prácticamente el 60% de la madera extraída en toda la provincia durante la primera mitad del siglo XX, que en el Censo sólo hemos cons230 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas tatado la existencia de un almacén de madera en el conjunto de municipios que la integran entre las 3 fechas estudiadas (1928, 1945 y 1955). Más en concreto en el primero de estos años se situaba dicho almacén en la propia localidad cazorleña, que además pertenecía a la gran empresa la Unión Forestal, que en esos momentos prácticamente finalizaba el periodo en que estuvo aprovechando el monte Navahondona, la finca estatal más grande de la provincia y primer espacio en que se ensayó el proceso de ordenación en la provincia de Jaén (Araque Jiménez, E., Moya García, E. y Pulido Mérida, E., 1998). De esta manera, seguramente sólo le servía para acumular la madera que luego se iba a sacar en bruto de la comarca, ya que esta empresa, procedente de la localidad de Baza, tenía en ésta una fábrica para aserrar y un taller de carpintería mecánica, habiéndose especializado en la fabricación de vigas que distribuía por todo el país6. Ante tal circunstancia, no es de extrañar que, aunque existían tanto en la comarca de Cazorla, como de las Villas, algunas carpinterías, las mismas se encontraban en números relativos muy por debajo de lo que ocurría en la comarca de Segura. De esta manera, hay que considerar que la mayoría de los municipios de esta última eran localidades de muy pequeño tamaño y así, la existencia de carpinterías, llegaban a poder representar uno de los puntales de su economía. Algunas de las mismas, sin duda, no sólo se dedicaban a elaboración de distintos utensilios de madera, sino que bajo esta denominación se debían identificar también empresas que realizaban las labores más inmediatas tras la saca de los troncos del monte, como es la del simple aserrío, ya que en el Censo no aparece específicamente la figura de “taller de aserrar madera” en los municipios de Segura, denominación que sí se recogía en ciertas ocasiones de forma diferenciada en otras localidades provinciales, en especial en la zona de Sierra Sur, como Alcalá la Real o Alcaudete. Fijándonos en la presencia de carpinterías en el primer año consultado del Censo (1928), la localidad de la comarca segureña más destacada de manera relativa era Hornos, una de las poblaciones más pequeñas de la comarca, aunque tan sólo fueran 2 sobre el conjunto de empresas dedicadas a cualquier actividad comercial o industrial que en el Periódico La Acción de 11 de octubre de 1923. En este periódico se fijaba la fundación de esta empresa en 1920, fecha que confirman Garrués Irurzun, J. y otros (2003), aunque en este caso indican que su sede social estaba finalmente en Cazorla. 6 La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 231 pueblo estaban dadas de alta, que sumaban un total de 20. Sin embargo, hay que reseñar que esas dos carpinterías se debían dedicar a actividades poco mecanizadas y de poca importancia, ya que ni siquiera declaraban tener sierras por las que tener que pagar la cuota correspondiente. De esta manera, en números absolutos estaban a la cabeza Beas de Segura, con 7 carpinterías, y La Puerta de Segura, con 5, en las que ya sí aparece que contaran con cierta maquinaria, desde sierras a cepilladoras, taladradoras o escopladoras. Aun así, habría que considerar como el centro maderero principal de la comarca a la localidad de Orcera, ya que aunque sólo aparecían 3 carpinterías, era donde se concentraba la mayoría de los almacenes de madera de la comarca (9 de los 11 existentes en la misma), estando incluso a la cabeza en cifras absolutas a escala provincial, los cuales se convertían en las empresas que más pagaban de cuota en el pueblo. Dos de esos almacenes, como eran los de Pedro Arroyo Córdoba7 y Pablo Fernández Fuentes, además de dedicarse al almacenaje, sin duda también funcionaban como serrerías, ya que contaban ambos con una gran sierra mecánica, atendiendo al alto pago de cuota que realizaban por ellas, claramente por encima de lo que ingresaban los que se declaraban en la propia Orcera como carpinteros por toda su maquinaria8. Además hay que destacar un almacén de maderas existente en Siles, perteneciente a Ramón González Garrido, ya que era el tercero que pagaba una cuota más alta de toda la provincia en esta actividad, sólo Pedro Arroyo y sus descendientes se tratan de una de las familias empresariales más importantes en toda la comarca en el sector de la madera a partir de estos momentos y la única serrería que queda actualmente en la misma, siendo el año de fundación de la firma justamente este año de 1928. 7 No conocemos por el Censo para este año de 1928 las dimensiones exactas de las 15 sierras existentes en la comarca, salvo para el caso de la que tenía Nazario Vivó Martínez en Siles, que alcanzaba los 80 centímetros de diámetro, mientras que del resto, 3 aparecen que eran circulares, 2 sin fin y las otras se describen tan sólo con el lacónico apelativo de “sierra”. A través de otra fuente, como es el Registro de altas industriales que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Jaén, para el periodo temporal entre 1916 y 1950 y en el que se recoge sólo las altas puntuales de actividades y maquinaria, por lo que no permite observar la situación estática para un año concreto, aparece Inocencio Paz Soriano como el primero que dio de alta, justamente en 1916, de 3 sierras mecánicas, dos de ellas circulares con 86 centímetros de diámetro y una sin fin, en la localidad de Orcera, siendo éste un pequeño maderero, que entre 1910 y 1929, tuvo una activa presencia en las adjudicaciones de los montes de la Sierra de Segura. 8 232 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas por detrás de dos grandes empresas dedicadas a tal menester situadas en Andújar, encabezadas por la viuda de Enrique Peralta y por Luis Ojeda Chacón. Así la primera de estas empresas se convirtió a los pocos años en la “Sociedad Peralta, S.A.”, que a mediados del siglo XX se situaría en el puesto octavo de todas las sociedades andaluzas del sector de la madera (Garrués Irurzun, J. y otros, 2003), que con el paso del tiempo pasó a ser una de las grandes firmas de muebles de madera a escala regional y española. A su vez, sospechamos que Luis Ojeda Chacón debía tener relación con la gran empresa, radicada en Málaga, que tenía el expresivo nombre de La Forestal de Orcera, que pertenecía a Manuel Ojeda Suárez, que igualmente encabezaba otro tipo de empresas en la capital costasoleña. Se da la circunstancia de que el citado Ramón González Garrido también declaraba tener 2 grandes sierras, y junto a Pedro Arroyo, se trataban de algunos de los mayores rematantes de aprovechamientos madereros en los montes públicos de toda Sierra de Segura en esos momentos, de forma que completaban toda la cadena desde el monte al aserrío de la madera, ya fuera suya o incluso de otros adjudicatarios. Todo lo contrario de lo que ocurría con José López Fernández, Manuel Navio Navarrete y Juan Pedro Zorrilla Lamelas, otros almacenistas de madera de Orcera, que siendo igualmente grandes rematantes de aprovechamientos de la zona, no aparece que contaran con maquinaria para su transformación, por lo que expedirían la madera en bruto hacia los mercados finales. Si nos fijamos la situación de las carpinterías en el segundo año de referencia, 1945, se observa un cambio en el tejido existente para la comarca de Segura, ya que aunque existe un ascenso en el número de ellas desde la fecha anterior de 1928, al pasar de 19 a 26 los empresarios dados de alta en el Censo, sin embargo se puede apreciar una menor mecanización de su actividad. Esto se observa, por un lado, al especificarse en su registro que bastantes de ellas se dedicaban a labores bastante artesanas como la construcción de cajas y de carros o aladrería, pero especialmente por la reducción en el número de sierras existentes. De esta manera, las mismas se reducen a tan sólo 5, cuando en la primera fecha estudiada llegaban a ser 15, una contracción que también se produjo en el conjunto de la provincia, pero porcentualmente en ésta de un calado menor, al pasar de 98 a 71 sierras entre 1928 a 1945. Este descenso de la maquinaria en ambas escalas, en cualquier caso, demuestran los aprietos La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 233 por los cuales pasaba este tipo de industria tras el trauma que supuso la guerra civil en la estructura general del tejido productivo, además de las dificultades que debía suponer simplemente conseguir repuestos para la maquinaria, necesarios para realizar cualquier reparación de la misma. En unos momentos en que sin duda existía una demanda, aunque fuera latente, de suministro de madera, que como ahora veremos era especialmente importante para la recuperación del tejido ferroviario. Además las sierras existentes en la comarca de Segura volvían a estar las más importantes mayoritariamente en manos de empresarios que estaban dados de alta como almacenistas de madera, que como muestra de la caída de la actividad de transformación de este producto, igualmente se reducen a tan sólo 5 frente a los 11 depósitos que había en 1928. De esta manera, 1 sierra cinta con 10 caballos de vapor pertenecía a Santiago Olivares González, vecino de Orcera, y otras 3 sierras sin fin de 1 metro de diámetro a Manuel Contreras Delgado, de Siles, de las cuales, una de ellas, contaba además con carro. Un adelanto que permitía acelerar los trabajos a realizar y por la que se pagaba una cuota claramente superior, de forma que en ambos casos se abonaba más por la propia maquinaria que por la actividad de almacén de madera. De esta manera, un buen número de municipios dejan directamente de contar con este tipo de empresas relacionadas con la transformación de la madera, aunque tan sólo fueran de carácter artesanal. Esta situación, en el caso de la Sierra de Segura, no se puede achacar inicialmente a que hubiera tenido incidencia la decisión del Estado de conceder directamente el aprovechamiento de ciertos montes a la Renfe y así quedar como máxima explotadora, con el objetivo de acelerar el proceso de reconstrucción de la estructura ferroviaria, muy dañada durante la guerra civil. A diferencia de lo que sí había ocurrido ya en la zona de Cazorla, donde en 1940 se le asigna más de 60000 metros cúbicos de madera en Navahondona, lo que se repitió constantemente en esta comarca, aunque fuera con menores volúmenes, en otros montes. Así, hay que reseñar que por los datos recopilados no sería hasta 1946 que la Renfe aparece con un aprovechamiento en Segura, para el monte Las Demarcaciones de la Sierra en Siles, que efectivamente se le concedió de forma directa. Esto no es óbice para pensar que parte de la madera de los montes de la Sierra de Segura, aunque rematada por empresarios locales, fi234 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas nalmente se dirigiera a cubrir las perentorias necesidades de reconstrucción ferroviaria, aunque ciertamente las maderadas que de la comarca salieron por el río Segura eran mucho menores que las procedentes de los montes de la de Cazorla por el Guadalquivir. Mientras que en estos primeros años de posguerra por este curso fluvial se organizaron partidas de entre 100.000 y 400.000 traviesas, por el Segura la mayor maderada, de algo más de 10.000 piezas, se produjo en 1942, mientras que el resto de las 4 realizadas en el quinquenio posterior al final del conflicto fueron solo de 400 a 3.000 piezas (Araque Jiménez, E., 2016a). Todo esta ingente cantidad de madera movilizada se destinó no solo a la elaboración de las traviesas en que se asentaban las vías, sino también a la construcción de vagones y su equipamiento interior, cuando por entonces era imposible acudir al mercado internacional, de donde procedía tradicionalmente una buena parte del suministro de este artículo en bruto para el conjunto de España. Así, en el primer quinquenio de los años 30 se ha calculado que procedía del exterior en un 41% del total de las necesidades nacionales, cuando en la década de 1951 a 1955 se llegó a reducir al 5% (Zapata Blanco, 2001). De esta forma, la Renfe sacaba de forma directa la madera desde los montes y los procesos de transformación se realizaban en muchas ocasiones fuera de las zonas de extracción, especialmente en las cercanías de algunas estaciones ferroviarias, desde donde podían distribuirse hacia distintos puntos del país. Aun así, según señala Emilio de la Cruz Aguilar (1987), la Renfe instaló dos serrerías fijas en la zona de Segura, primero en Ríomadera (a la vez que la situada en Vadillo Castril, en la comarca de Cazorla), y la segunda en la localidad de Puente de Génave, el pueblo situado en el límite más externo de la comarca, en el valle del río Guadalimar, sin especificar en qué año exacto se abrieron las dos radicadas en la comarca segureña, ninguna de las cuales aparecen reflejadas en los Censos de 1945 y 1954, ya que seguramente estaban exentas del pago a Hacienda. Este autor señala que estas dos instalaciones se cerraron en favor de un nuevo aserradero en la Estación de Linares-Baeza, creada en 1966, a diferencia de lo que ocurrió con la de Vadillo Castril, cuya serrería se inaugura en 1942 y se mantuvo activa hasta 1988 (Araque Jiménez, E., 2010), aunque ciertamente, incluso ésa perdió protagonismo respecto a la nueva situada en dicho nudo ferroviario, donde se trasladaron parte de los operarios que La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 235 venían trabajando en la factoría cazorleña (Araque Jiménez, E., 2016b). En cualquier caso, es necesario reseñar que Renfe llegó a contar en los años 40 hasta con 27 serrerías volantes por los montes, destacando entre todas ellas las del propio Vadillo Castril y 3 más en la comarca de Segura (el Tranco, Cañada Morales y Puente de Génave), que fueron desapareciendo cuando en el primero de esos parajes se instaló definitivamente dicha serrería fija (Araque Jiménez, E., 2010). De esta manera, Emilio de la Cruz asegura a su vez que las mismas fueron un factor determinante para el cierre de bastantes serrerías particulares, en especial en Orcera, donde efectivamente pasaron a ser sólo 5 los almacenes de madera en 1945, desde los 9 existentes en 1928, algunos de los cuales como hemos visto son los que se dedicaban al aserrado de una forma más intensa. Aunque tal afirmación habría que ponerla en cuestión, ya que igualmente, como ahora veremos, volvieron a subir en 1954 a ese mismo número de 9 los almacenes y en total en toda la comarca a 15, de forma que ese descenso provisional, se debió sin duda más a las dificultades de la posguerra, que a la propia acción de Renfe. Por otro lado, ese descenso en 1945 en las carpinterías y serrerías de la zona aún no se puede aducir el descenso de la población comarcal, y por tanto de la demanda local en el consumo de productos derivados de la madera para explicar la crisis de este tipo de industrias, ya que según los censos de 1940 y 1950 son los momentos en que se llega al máximo de efectivos en Segura, siendo éstos muy superiores a los existentes en 1930, de forma que la profunda recesión demográfica no se da hasta bien entradas las décadas de los 60 y los 70 (Araque Jiménez, E., 1989). De esta manera, si nos pasamos a la situación que en 1954 nos muestra el Censo, se observa un aumento de la actividad empresarial tanto en lo que se refiere en las carpinterías, como en los almacenes de madera. Así, las primeras llegaron al número de 21, aunque hay que volver a reconocer que casi todas se dedicaban a actividades muy artesanales, teniendo en cuenta la denominación que aparece de manera concreta. Así, 6 de ellas se especifican que se dedicaban a labrar madera, además de que 4 empresas más inscritas como carpinterías aparecen que contaban como única herramienta con una máquina para esa función del labrado; 3 empresarios dedicados a fabricar ataúdes y otros 3 a la carretería, uno de ellos como el único carpintero que contaba con una sierra, 236 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en este caso de cinta de apenas 3 c.v., y del resto solo 1 de ellos aparece que poseía una máquina universal. Así, el conjunto de las sierras en los pueblos de la comarca de Segura se acumulaban de nuevo en manos de los empresarios que se declaraban como almacenistas de madera, al contar con 8 de las 9 existentes. Además de que todas ellas eran de mayor potencia, al alcanzar, en el caso que apareciese este dato, entre 7,5 y 10 c.v., y en el caso de que no se indicara, el pago de cuota que tenían que hacer por ellas era tan elevado como en las que sí se especificaba, por lo que debía estar en ese nivel de potencia. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que de los 15 almacenistas existentes, de los que 9 volvían a situarse en Orcera, sólo 4 eran los que poseían tal maquinaria, con 2 cada uno y por tanto considerarse como aserraderos. Así volvían a aparecer los nombres de Pedro Arroyo Córdoba, que se recoge en el Censo de 1928, y Santiago Olivares González, en el de 1945, ambos de Orcera, a los que se sumaban en Siles Francisco Buendía Campayo y Dolores González Pérez, ésta hija y heredera de la empresa de Ramón González Garrido, que señalamos que aparecía en el Censo de 1928 como el más importante por entonces almacenista de la comarca. 5. CONCLUSIONES Como se ha podido comprobar, la presencia de las industrias de la madera llegó a tener cierta importancia en la Sierra de Segura, sobre todo si se compara con lo que ocurría en las cercanas comarcas de las Cuatro Villas y especialmente de Cazorla, también marcadas por un marcado carácter forestal. Aun así, se ha demostrado asimismo que la transformación maderera no logró la envergadura que podía haber alcanzado en la primera mitad del siglo XX, periodo de talas más intensas de los montes públicos de la zona, puesto que las empresas de mayor importancia por la tenencia de una maquinaria de cierta entidad, que verdaderamente eran muy pocas, se limitaban a ser almacenes de madera que se dedicaban a su vez al aserrado. De esta manera, no se supo o pudo aprovechar in situ la riqueza de los montes de los macizos orientales provinciales, pero tampoco, La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... Egidio Moya García 237 por ejemplo, con el desarrollo de una industria transformadora en zonas cercanas, mejor posicionadas y comunicadas. Tal podía ser la comarca conformada por el distrito minero de Linares-La Carolina, de gran dinamismo en esos momentos gracias a la extracción de plomo, que había motivado un destacado florecimiento económico, otro territorio que se convirtió antes que nada en suministrador de esa materia prima, dominada por empresas extranjeras. Así tampoco se aprovechó la circunstancia del relativamente fácil traslado que se podía efectuar de la madera hasta esta zona, aunque fuera en bruto, a través del río Guadalimar, que salía de la Sierra de Segura desde Puente Génave y pasaba junto a la estación de ferrocarril de Linares-Baeza. Un nudo ferroviario que si bien contó durante un breve periodo, entre 1966 y 1988, con una serrería de Explotaciones Forestales de Renfe (Araque Jiménez, E., 2010), sirvió en mayor medida como punto de salida no sólo de la madera para el beneficio de la empresa ferroviaria, sino también del mineral plúmbeo de sus ricas vetas. La circunstancia de que para todo el periodo no se tenga datos de la localidad linarense e incluso en ciertos años de La Carolina, como ya se explicó, a través del “Censo general de comerciantes, industriales y nautas establecidos en la jurisdicción de la provincia de Jaén”, no es óbice para afirmar que tampoco aquí hubo una presencia importante de la industria maderera, teniendo en cuenta otras fuentes estadísticas a escala provincial. Así, como deja de manifiesto Santiago Zapata (2001) en su estudio sobre la evolución del sector maderero en España entre 1856 y 1930, la provincia de Jaén nunca estuvo entre las 20 primeras provincias en el apartado industrial del mismo, ni por número de contribuyentes, ni por cuota pagada, a diferencia de lo que ocurría con otros territorios periféricos del país, pero con bosques de pinares destacados, como Burgos o Soria. Aunque hay que indicar que estas provincias perdieron en ese ínterin gran parte de su potencial, al pasar de sumar entre ambas más del 30% de las cuotas por sus fábricas de aserrar madera a mediados del XIX a apenas el 3% de las mismas en 1930, frente a las áreas urbanas/industriales españolas. Éstas se mantuvieron a la cabeza en el apartado de la transformación, como Barcelona, Madrid y la emergencia sobre todo de Valencia, que crece de manera muy destacada, por la necesidad de la elaboración de cajas de madera para la exportación de su producción frutera, a lo que se sumó posteriormente la industria del mueble y el juguete. Sin embargo, hay que dejar constancia de que las 238 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas fuentes que habitualmente se han utilizado para el análisis de la industria maderera, que se han comentado brevemente en el texto (desde la Estadística Administrativa de la Contribución Industrial, de Comercio y Profesiones, el Anuario Estadístico de España o el Anuario General de España Bailly-Bailliére-Riera), deben ser tomadas en consideración, pero con cuidado, ya que como hemos visto, lo habitual, al menos si nos fijamos en lo que ocurre para la Sierra de Segura, es que la mayoría de los que finalmente se pueden considerar como grandes aserraderos se hallaban dados de alta en el Censo como almacenes, y puede ocurrir que finalmente queden ocultos, especialmente en las dos primeras fuentes de orden general. Lo que se deja patente, en cualquier caso, es que se cumple la máxima de que, desde una lógica puramente empresarial, la tendencia es que la madera, como otros productos caracterizados por su gran volumen respecto a su precio por unidad, se ha tendido a sacar prácticamente en bruto, especialmente si se sitúa en un territorio de difícil comunicación, como es la Sierra de Segura, de forma que los procesos industriales se realicen lo más cerca posible a los centros de consumo final. Esto se debe a que, por ejemplo, resulta más rentable el transporte de los troncos de madera que mover el resultado final de este producto, como puede ser un mobiliario ya terminado, desde el entorno de los montes productores hasta los lugares en que se van a comercializar, que es donde se ha tendido a realizar las manufacturas necesarias. Hoy día, el aprovechamiento maderero es prácticamente testimonial en el Parque Natural, por lo que está en franca decadencia hasta las propias infraestructuras necesarias en los montes y así el sector de la explotación de esta gran masa forestal genera un escaso número de puestos de trabajo (Nieto Ojeda, R., 2012). De esta manera, en la Sierra de Segura y el conjunto del espacio protegido sólo queda como aserradero la empresa de la familia Arroyo, radicada en Orcera y que, como indicamos, se fundó por allá el año 1928. Una situación de descenso de la importancia económica de los aprovechamientos madereros en la comarca, que se extiende al resto de esquilmos propios de los montes de las comarcas orientales jiennenses integradas en el Parque Natural, desde la ganadería a la recogida y manipulación del esparto o la destilación de las plantas aromáticas (Araque Jiménez, 2016b). La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura... 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INTRODUCCIÓN Desde poco antes de que comenzara la guerra civil española, las conducciones fluviales de madera por los ríos Segura y Guadalquivir, tanto por sus cursos principales, así como por algunos de sus afluentes de cabecera, destacando en la cuenca bética el Guadalimar, habían decaído de forma alarmante hasta llegar al borde de su extinción. Muy poco tuvo que ver en ello el tenso clima social que se registró durante algunos momentos de la Segunda República, a pesar de que en torno a esta actividad se desató una gran conflictividad que alcanzó su punto culminante en los aciagos “sucesos de Yeste”1; era producto más bien de la notable reducción de los aprovechamientos madereros de los montes púbicos de las Sierras de Segura y Cazorla, y, en menor medida, de la incipiente presencia de los medios mecanizados de transporte terrestre en el tráfico de madera. La última conducción por el Guadalimar se había registrado unos días antes de que se proclamara la Segunda República, mientras que por el Guadalquivir siguieron bajando algunas maderadas, pero con un escaso número de piezas, de manera que cuando acabó la contienda casi nadie creía que volverían a verse a los pineros surcando las aguas de estos ríos. Las flotaciones de madera, después de siglos de vigencia, parecían haber tocado a su fin. Un excelente y pionero relato de los mismos puede verse en Goytisolo (1976). Con más detalle el asunto se ha abordado en Brey y Forgues (1976), y Requena Gallego (1983). 1 Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 243 Todo cambió, sin embargo, de forma repentina al comenzar la década de los años cuarenta. El régimen de Franco, instaurado definitivamente, se vio aislado internacionalmente y sin ninguna posibilidad de adquirir madera en el exterior, especialmente en aquellos países de nuestro entorno más inmediato en los que España se había venido abasteciendo históricamente hasta cubrir el ancestral déficit estructural de este producto de uso cada vez más extendido. Hubo que volver a mirar a los montes españoles para proveerse de la madera que necesitaba urgentemente el país para atender a aquellas actividades y servicios que más se habían resentido durante los tres años que duró aquel enfrentamiento, particularmente a la expansiva demanda de madera por parte del ferrocarril, cuya infraestructura y material rodante se hallaban muy deteriorados como consecuencia de los daños sufridos durante la guerra (bombardeos, actos de sabotaje, etc.)2, pero también por culpa de la ausencia de cualquier actividad de conservación y mantenimiento3. En este contexto histórico es en el que hay que entender el renacimiento espectacular que experimentaron las conducciones fluviales en las Sierras de Segura y Cazorla a partir de 1942; un renacimiento efímero, desde luego, pero sumamente eficaz por la gran cantidad de traviesas y otras piezas de madera que se transportaron por los ríos hasta 1950, cuya cifra exacta es imposible aventurar por el momento. En este trabajo tratamos de acercarnos al conocimiento de las últimas flotaciones que se llevaron a cabo por los ríos citados y algunos de sus afluentes durante ese periodo de referencia. Curiosamente, a pesar de la relativa cercanía en el tiempo, estas últimas conducciones fluviales son las peor conocidas, entre otras razones porque apenas se ha conservado información documental sobre las mismas. Y eso que, comparativamente, fue el periodo histórico en el que, en promedio, mayor número de piezas de madera se flotó, y en el que, consecuentemente, mayor volumen de empleo directo e indirecto generó, y más repercusiones económicas tuvo en los municipios de estas dos comarcas serranas. Una colección de fotografías del máximo interés sobre el lamentable estado de deterioro del viario puede verse en RENFE (1950). 2 La grave crisis económica por la que atravesaron las compañías ferroviarias durante las primeras décadas del siglo XX, llevó a algunas de ellas a desentenderse casi por completo de la necesaria renovación que exigía la infraestructura ferroviaria, siempre ardua y muy costosa. 3 244 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas 2. PRESENCIA DE EXPLOTACIONES FORESTALES DE RENFE En distintas ocasiones nos hemos ocupado de explicar cómo accedió RENFE al aprovechamiento forestal de los montes estatales de las Sierras de Segura y Cazorla, y cómo de esa concesión surgió la necesidad de crear Explotaciones Forestales; una división dentro de la empresa ferroviaria a la que desde sus orígenes se encargó todo aquello que tuviera que ver con el aprovisionamiento de madera para uso ferroviario (Araque Jiménez, E., 2009 y 2010). Consiguientemente no entraremos en este asunto. No obstante conviene dejar sentado que el mismo régimen de extrema autarquía, bajo el que se desenvolvió la economía española tras el fin de la guerra civil, obligó a un aprovechamiento intensivo de los montes maderables para atender las necesidades ferroviarias durante esos años y fue el que abocó a la recuperación y al renacimiento fugaz del transporte fluvial como medio que mejor se adaptaba a aquella situación de penuria extrema que afectaba a todo el país. En efecto, la extracción de la gran cantidad de madera que se había concedido a RENFE en los montes jiennenses4, tropezó desde el primer momento con dos dificultades insalvables: la carencia de vías de saca en los montes y la ausencia de medios de locomoción aptos y suficientes para la extracción. La red de caminos forestales se encontraba en un estado embrionario porque nunca antes, ni la Administración forestal, ni las empresas a las que se había concedido el aprovechamiento de los montes se habían preocupado de su establecimiento. Podríamos aludir aquí a numerosas quejas relativas a esa carencia, pero baste con recoger el testimonio de Juan Navarro Reverter, un ingeniero de montes que visitó las sierras a mediados del siglo XIX, quien aseguraba que había visto grandes pinos cortados cerca de la ciudad de Cazorla que habían tenido que dejarse en el monte por no bastar sesenta y cuatro hombres para transportarlos a la ciudad, y que otras piezas de menor dimensión se llevaban en hombros invirtiendo los porteadores un día en el trayecto. Así, una pieza que costaba en el monte 20 reales, acumulaba unos gastos de transporte La concesión se hizo en 1940 a la fusionada Compañía Oeste-Andaluces, pero en vista de los malos resultados iniciales que arrojó la explotación, ésta acabó desistiendo de llevarla a cabo, subrogándose RENFE, casi al mismo tiempo de su creación, de todos los derechos y obligaciones de la misma. 4 Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 245 de 220 reales por legua (Navarro Reverter, J., 1868). Apenas habían cambiado las cosas un siglo después. Los trabajos de Simón (1951) y Cerda (1953) lo ponían en evidencia al constatar el enorme esfuerzo que había tenido que realizar el Patrimonio Forestal del Estado tras la guerra civil para dotar a los montes de una mínima infraestructura de vías de saca, absolutamente necesarias para poner la madera en el mercado. En cuanto a los medios de transporte terrestre, el panorama era mucho más desolador. La mayor parte de la madera que se transportaba por esta vía a principios de los años cuarenta lo hacía mediante carros y carretas obsoletos, o directamente se arrastraba por bueyes desde los lugares de corta y luego por caballerías más ligeras hasta su destino. Apenas existían medios mecánicos de transporte que permitieran una mayor eficacia en esa operación. Y, lo peor de todo, es que no existía ninguna posibilidad de adquirir esos medios en el exterior, donde tan generalizado estaba su uso, porque también esos mercados estaban bloqueados a las importaciones españolas. Todo lo más que se pudo hacer en estos primeros años de posguerra, en aras a la mecanización del transporte forestal, fue adquirir algunos de los viejos camiones desechados del ejército y reutilizarlos para el transporte civil. Aun así no se podían obviar las tremendas dificultades que planteaban la extrema escasez de combustible y la carencia crónica de piezas de repuesto. Ante este panorama tan esquivo para sus intereses, a Explotaciones Forestales no le quedó más remedio que recuperar la vía fluvial como medio de transporte. A pesar de que muchos de los antiguos pineros serranos habían muerto o desaparecido en la contienda, y los ríos presentaban muchas más dificultades que antaño para el transporte de las piezas, no quedaba otra opción, si se quería atender con prontitud la extraordinaria demanda de madera del ferrocarril, que recurrir a la vía fluvial, aun con el hándicap que representaba la falta de adiestramiento de la mayoría de los trabajadores en esta clase de transporte tan poco convencional. La principal ventaja con que contaba el tráfico fluvial en estos años era que ni los propietarios de los molinos harineros u otros ingenios de similar naturaleza, ni los de las fábricas de luz establecidas sobre el cauce de los ríos, iban a poner ahora tantas dificultades y presentar tantas reclamaciones como habían hecho tradicionalmente. Todos ellos eran conocedores, por uno u otro medio, del alto interés estatal que 246 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas tenía el abastecimiento de madera al ferrocarril y, en consecuencia, de los tremendos perjuicios personales que podía irrogarles cualquier traba que dificultara el tráfico fluvial. Así pues, ninguno de estos empresarios osó plantear la más mínima oposición a que las piezas de madera volvieran a surcar las mismas aguas que movían sus artilugios o regaban sus propiedades, a pesar de que ello podía comportar serios riesgos para sus establecimientos fabriles o afectar directamente a sus cosechas. 3. LAS NUEVAS CONDUCCIONES FLUVIALES Ya hemos estudiado detenidamente en otro lugar cada una de las once grandes conducciones fluviales que se llevaron a cabo por Explotaciones Forestales entre 1942 y 1950 (Araque Jiménez, E., 2016), por lo que aquí no volveremos a entrar en el asunto. Conviene advertir, sin embargo, que en sentido estricto éstas no fueron las últimas maderadas que surcaron las aguas de los ríos de estas sierras. Después de 1950 siguieron efectuándose flotaciones de madera, si bien es cierto que en todos los casos fueron de muy corto recorrido y movilizaron un número diminuto de piezas. La exigüidad de las partidas económicas que Explotaciones Forestales anotó como gastos de estas flotaciones olvidadas en sus libros de cuentas anuales5, así lo atestiguan con meridiana claridad. Aunque no se desglosa el contenido de ninguna de esas partidas –al contrario de lo que sucede con las grandes maderadas, en las que se precisa el origen de cada uno de los asientos–, se trata sin duda de gastos correspondientes a cortos traslados de pequeños grupos de troncos o de traviesas por las aguas de ríos y arroyos desde lugares a los que era absolutamente imposible acceder por ningún medio rodado. Por tanto, no quedaba más remedio que utilizar la corriente para extraer esas piezas de los montes y llevarlas hasta un cargadero accesible al que pudieran llegar con facilidad los camiones u otros medios de arrastre. Por lo que respecta a aquella oncena de conducciones mejor conocidas, muy poco tuvieron que ver ninguna de ellas con las tradicionales, Aparte de una Memoria general que abarca el período comprendido entre octubre de 1942 y diciembre de 1953, existen unas Memorias anuales a partir de 1954, custodiadas en el Archivo Histórico Ferroviario de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, en las que se da cuenta de todos los gatos realizados en el transcurso del aprovechamiento de cada monte o grupos de montes concedidos a la división de RENFE. 5 Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 247 ni en la forma de solicitud y autorización oficial para flotar las piezas, ni en su desarrollo a lo largo del cauce, ni en el método por el que se condujeron las piezas. De la primera cuestión se deriva nuestro desconocimiento actual sobre el número exacto de piezas de madera que se transportaron por vía fluvial en estos años; un dato que no es en modo alguno baladí, y no ya solo porque nos impida establecer comparaciones con otras épocas históricas, sino porque de él se derivan otros aspectos trascendentales para comprender en su integridad este viejo sistema de transporte fluvial. Se ha dado por válida la cifra de 2,5 millones de piezas, aproximadamente, que en su día manejó Tresaco Calvo (1968), un magnífico conocedor del asunto pues no en balde participó activamente en la organización y dirección del traslado de las piezas. Por eso no podemos poner en duda este dato, pero sí queremos llamar la atención de que las tres autorizaciones oficiales que se dieron a RENFE para conducir la madera (dos de ellas a Antonio Garrido Pérez de las Vacas, ingeniero al que RENFE encargó en un primer momento la explotación de los montes, y otra a Javier Marquina, director general de la empresa), solo afectaban a 580.000 traviesas y 55.000 rollizos, una cantidad muy inferior a la citada. Es casi seguro, aunque este extremo no podemos confirmarlo por el momento, que tras la última autorización citada, dada en diciembre de 1943, se eximiera a la empresa ferroviaria de solicitar el permiso pertinente para la flotación de madera, con lo cual resulta inútil indagar por esta vía; una modificación de la normativa legal que, a nuestro modo de ver, tenía una cierta lógica impuesta por la urgencia del aprovisionamiento maderero, ante la cual sobraban los retrasos que siempre ocasionaba la lenta maquinaria burocrática. Independiente de la cifra exacta, la movilización de tan elevado número de piezas obligó a modificar la mecánica tradicional de las flotaciones. Ahora no se elegía un día determinado del año, como sucedió históricamente, para botar las piezas e iniciar la conducción, sino que cada una de las partidas acopiadas en los distintos aguaderos se botaban cuando se reunía un número suficiente de traviesas que rentabilizara su traslado. Puesto que todas ellas pertenecían a Explotaciones Forestales, no había ningún problema en que las piezas se mezclaran a lo largo de su recorrido. Lo importante era que las mismas llegaran hasta los lugares de saque, reducidos a dos durante estos años: el puente de Calancha, junto 248 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Foto 1.–Saque del Guadalimar en la Estación de Baeza. Fuente: Archivo fotográfico del autor. a la estación ferroviaria de Jódar, en el río Guadalquivir, y el vado de Ibros, próximo a la estación de Baeza, en el Guadalimar6. Semejante forma de proceder hizo que en algunos momentos de esta década casi todo el cauce del Guadalquivir se encontrara ocupado por las traviesas y rollizos que bajaban flotando por sus aguas; un espectáculo digno de contemplación que atraía hasta las riveras a curiosos de las poblaciones más cercanas. No era para menos si tenemos en cuenta que en algún momento de los años finales que abarca este trabajo, llegaron a coincidir en flotación cerca de un millón de piezas de madera (Rubio Mazón, J. M., 1968); algo absolutamente insólito en la historia de los ríos españoles. 6 Solo una de estas conducciones no finalizó en estos saques. Fue la que se flotó en mayo de 1944 por el cauce del río Guadalentín con las piezas obtenidas en las cortas del monte Calar de Juana y Acebadillas. Desembarcó junto al puente de la carretera que unía las localidades de Zújar y Pozo Alcón, hoy bajo las aguas del embalse del Negratín. Desde allí las 80.000 traviesas y 20.000 piezas de madera que se habían conducido se trasladaron en carros y camiones hasta la estación ferroviaria de Zujar-Freila, en la línea de Baza-Guadix, donde se procedió a distribuirlas por el conjunto de las líneas de RENFE que las necesitaban. Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 249 A diferencia de antaño, tampoco ahora los pineros acompañaban a las traviesas a lo largo del recorrido, excepto cuando había que barranquearlas, es decir, extraerlas por arroyos encajados y de escaso caudal situados en las cabeceras de las cuencas, donde forzosamente había que ayudarlas con los ganchos para facilitar su flotación. Una vez que la corriente alcanzaba mayor entidad y los cauces eran menos sinuosos, las piezas ya no precisaban la ayuda constante de los pineros. El trabajo de éstos era más sedentario: consistía en apostarse en aquellos puntos del cauce donde se presentaban mayores dificultades para la flotación, procurando que no se interrumpiera el paso de las piezas, aun a costa del riesgo personal que muchas veces comportaban las operaciones que realizaban. Tanto en el cauce del Guadalquivir como en el del Guadalimar existían numerosos enclaves en los que el tránsito presentaba ciertas dificultades de variado origen. Los afloramientos rocosos en el lecho del río eran los más temidos porque el comportamiento de las piezas en esos tramos, sobre todo en los momentos del año de mayor caudal, era Foto 2.–Cantizal en el lecho del Guadalimar a la altura de Navas de San Juan. Fuente: Archivo fotográfico del autor. 250 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas impredecible. Los pineros debían actuar con la máxima concentración y emplear todas sus energías para evitar que las piezas se deterioraran en el violento choque contra las rocas, o se desviaran de la corriente y se perdieran para siempre, arriesgando en no pocas ocasiones sus propias vidas al manejarse sobre superficies donde era frecuente la pérdida de estabilidad y la caída a las crecidas aguas del río. Tampoco eran menores las dificultades que se presentaban al paso de la presa del Tranco, a punto de finalizar su construcción, y de la otra presa que había empezado a construirse sobre el cauce del Guadalquivir antes del saque de Jódar: Doña Aldonza. En la primera, mientras se adoptó una solución estructural a la que después nos referiremos, se obligó a Explotaciones Forestales a conducir las piezas por el túnel de fondo situado en la margen derecha de la pared, hasta el cual los pineros debían dirigirlas ordenadamente. En el embalse en construcción de Doña Aldonza, para evitar que el choque de las piezas contra las obras de fábrica del muro de la presa pudiera dañar tan costosas infraestructuras, había que extremar las precauciones para evacuar las traviesas por los lugares que en cada momento los técnicos les indicaban a los pineros. Las maniobras en este caso también eran muy arriesgadas y provocaban todo tipo de accidentes laborales. Lo mismo podemos decir del paso por la temible cerrada de La Bolera en el río Guadalentín, donde algunos años después se levantaría la pared de la presa del mismo nombre. Aquí era el profundo encajamiento del cauce el que en sí mismo encerraba toda clase de peligros y obligaba a ralentizar enormemente el paso de las conducciones hasta la desembocadura del río Guardal, como sucedió con la ya comentada de mayo de 1944. A pesar de la pericia y la vigilancia extrema, a lo que no podían sustraerse los pineros era al peligro que representaban las fuertes crecidas de los cauces de los ríos –su principal y más feroz enemigo en todos los tiempos–, bien después de un temporal de lluvias copiosas, bien de manera repentina, tras un aguacero torrencial. La urgencia del abastecimiento maderero trató de obviar estas circunstancias meteorológicas, pero sus aciagos efectos no tardaron en hacerse presentes. Sirvan como ejemplo las fuertes crecidas que experimentó el cauce del Guadalquivir en el mes de febrero de 1947 o la acaecida en los primeros días de septiembre de 1949, que arrastraron aguas abajo del saque de Jódar miles de traviesas que debían haber desembarcado en esa playa. A Explotaciones Forestales Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 251 Foto 3.–Cerrada de La Bolera en el río Guadalentín. Fuente: Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía. tal eventualidad le ocasionó graves perjuicios económicos, toda vez que tuvieron que rescatarse una a una las piezas que había arrastrado la corriente, alguna de las cuales se recuperaron en la provincia de Sevilla. Por otra parte, las traviesas fuera de control y a merced de la corriente ocasionaron graves destrozos en la presa de Pedro Marín, a escasa distancia del punto de saque, y, como la vecina presa de Doña Aldonza, en fase muy adelantada de construcción. No eran estas las únicas infraestructuras hidráulicas presentes en el curso de los ríos que debían sortear las maderadas, pero es verdad que la mayor parte de las pequeñas presas tradicionales disponían de sus propios canalizos, precisamente para no dificultar el tráfico maderero. Era uno de los pocos logros que habían conseguido los madereros en su lucha administrativa contra los potentes empresarios hidroeléctricos, quienes trataron por todos los medios durante el primer tercio del siglo XX de abolir este uso ancestral del agua de los ríos por considerarlo anacrónico y, desde luego, contrario a sus intereses (Mendoza Sáez, C., 1919). Lejos de ello, a los propietarios de las nuevas presas se les obligó 252 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Foto 4.–Pared de la presa del embalse de Pedro Marín. Fuente: Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía. Foto 5.– Canalizo de la presa de El Arquillo sobre el Guadalimar. Fuente: Archivo fotográfico del autor. Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 253 a dotarlas de estos elementos en la coronación de los muros, para que las piezas de madera pudieran atravesarlos sin ninguna clase de estorbo y sin poner en riesgo las obras de fábrica. 4. DISPOSITIVO TÉCNICO La extracción de tan extraordinaria cantidad de piezas de madera en tan corto periodo de tiempo fue posible, ante todo, por la progresiva modernización que experimentaron las labores de apeo, tronzado, ajorro y transformación de los troncos de arbolado, donde la fuerza de la maquina se fue imponiendo paulatinamente a la del hombre, ganando así en eficacia a la hora de gestionar los voluminosos aprovechamientos que le fueron concedidos a Explotaciones Forestales en las Sierras de Segura y Cazorla. No podemos ocuparnos aquí de la explicación de ese proceso acelerado de mecanización, gracias al cual la división de RENFE pudo aprovechar más de 600.000 m3 de madera entre 1942 y 1953, porque no disponemos de espacio para ello, pero sí queremos remarcar el especial significado de esa apuesta modernizadora en el contexto histórico de suma austeridad y de aislamiento extremo del país en el que tuvo lugar. En las conducciones fluviales, que es lo que aquí más nos interesa, también se registraron algunas innovaciones técnicas dignas de mención como, por ejemplo, el establecimiento de un cabrestante en el salto de Los Órganos para salvar el profundo desnivel de más de 80 metros en el cauce del río Borosa. Pero de todas ellas las más importantes estuvieron asociadas al enorme reto que planteaba, primero, la navegación por las aguas del embalse del Tranco y, después, la superación del colosal muro de la presa. La apuesta era tanto más importante por cuanto el grueso de la madera aprovechada procedía de los montes situados en la cabecera del Guadalquivir, por lo que forzosamente debía atravesar esa infraestructura para llegar hasta su punto de destino. Como ya se ha indicado, cuando se reinició la flotación de madera por el curso del Guadalquivir las obras del muro de la presa se hallaban a punto de concluir7, aunque aún no había comenzado el llenado del La inauguración oficial del pantano se produjo a finales de mayo de 1946 en presencia de Franco. En ese momento era uno de los embalses con mayor capacidad de España y la pieza esencial para el sostenimiento del sistema de riegos del valle del Guadalquivir. 7 254 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas vaso del pantano, por lo que adoptando las precauciones necesarias, las piezas podían seguir la navegación por el curso del río. Los problemas se presentaron cuando se inició el almacenamiento de agua previo a la entrada en funcionamiento del pantano y empezó a expandirse la lámina de agua, que en el nivel de máximo almacenamiento ocupaba una superficie próxima a las 2.000 ha. En esas condiciones no quedaba más remedio que dirigir las piezas ordenadamente para que no se dispersaran por las aguas embalsadas y se perdiera el control sobre las mismas. La solución adoptada consistió en amarrar las piezas unas a otras para guiarlas a modo de reos hasta la pared de la presa. Cada grupo así formado se dirigía mediante lanchas motoras que se habían construido con las piezas sobrantes de los motores de algunos de los camiones desechados para el transporte. Ello da muestras del enorme ingenio desplegado en una situación de máxima penuria (Tresaco Calvo, J., 1968), en la que era imposible disponer de otra maquinaria más moderna adquirida mediante importación del exterior. El más innovador de todos los ingenios que se pusieron a disposición de las conducciones fluviales en estos años fue el elevador de madera situado en la margen izquierda de la pared de la presa del Tranco; Foto 6.–Conducción de traviesas por las aguas del Tranco. Fuente: Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía. Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 255 un artilugio único en su género, cuya estructura aún puede contemplarse en el mismo lugar de su emplazamiento original. El elevador, que entró en funcionamiento en 1944 (Briones Blanco, F., 1946; Puig, I., 1960), era una cinta sin fin provista de garras, y cubierta por una malla de tela metálica, que elevaba las traviesas desde las aguas del embalse hasta el muro de coronación de la presa. Llegados a este punto del cauce, había dos opciones: o cargar las traviesas en camiones y evacuarlas hasta Villanueva del Arzobispo a través de la carretera que había abierto la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en el momento de iniciarse los trabajos de construcción de la presa, o bien devolverlas al cauce del río para que siguieran su marcha hasta el citado puente de Calancha. En este último caso, las piezas se dejaban caer por un túnel abierto en la parte opuesta de la pared de la presa hasta un pequeño estanque situado en su base, cuya finalidad era amortiguar la caída y refrescar la madera, a punto de combustión como consecuencia del rozamiento con las paredes del túnel. Debido a la escasez de camiones y de combustible para alimentarlos, la opción más frecuente fue la segunda. Foto 7.–Estado actual del elevador de madera del Tranco. Fuente: Archivo fotográfico del autor. 256 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas 5. CALADO ECONÓMICO Y SOCIAL Desde el momento en que se reanudaron las conducciones fluviales de madera, la generación de empleo creció a un ritmo vertiginoso en buena parte de los municipios de las comarcas de las Sierras de Segura y Cazorla. La corta y extracción de madera ya eran por si solas actividades que requerían el concurso de numerosos trabajadores, a pesar de los continuados esfuerzos que se hicieron por mecanizar tales labores. La introducción de las primeras sierras mecánicas para el apeo de arbolado data de estos años. También en esos momentos empezaron a utilizarse medios mecanizados para sustituir la fuerza de trabajo animal a la hora de extraer las piezas apeadas de los montes. Pero tanto el aislamiento exterior de España –no olvidemos que muchas de estas máquinas había que adquirirlas fuera de nuestras fronteras–, como la propia topografía del terreno, condicionaron enormemente el proceso de modernización y, en consecuencia, el concurso de trabajadores manuales siguió siendo imprescindible en todas y cada una de las faenas desarrolladas en los montes. Foto 8.–Saque del Guadalquivir en la Estación de Baeza. Fuente: archivo fotográfico del autor. Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 257 Se han barajado distintas cifras a la hora de cuantificar el volumen de empleo directo que generaron las flotaciones promovidas por RENFE. Tresaco Calvo (1968) cifraba en más de 2.000 hombres los que llegaron a emplearse en alguna conducción, pero entendemos que se alude al conjunto de operarios que participaron en el aprovechamiento maderero concedido a la empresa ferroviaria al que dio origen esa flotación a la que hacía referencia8: desde los hacheros, ajorradores, etc., hasta los pineros. En la conducción en sí creemos que el número de participantes debió ser mucho menor. Incluso en aquellas flotaciones en las que se transportaron más piezas no debieron llegar a contratarse tal cantidad de trabajadores de río. Explotaciones Forestales, a pesar de disponer de medios para cumplir con el fin que se le había encomendado por RENFE, siempre procuró ahorrar en gastos innecesarios y, desde luego, siempre trató de ajustar al máximo los correspondientes a personal, la partida más abultada en su contabilidad. Por el momento solo hemos podido determinar con precisión el número de jornales que se invirtieron en cada conducción (Araque Jiménez, 2016), pero de esos datos no se pueden deducir los trabajadores que participaron en ellas. Habrá que seguir investigando en este aspecto que nos parece crucial para entender el verdadero calado social de la actividad. Al trabajo directo que generaron las actividades en el cauce de los ríos, hay que unir el que se derivó de las distintas labores previas y posteriores a su transporte: desde las cuadrillas de apiladores que había que contratar para disponer las piezas cortadas y preparadas antes del bote al agua, a los empinadores, encargados de colocar las traviesas de forma vertical en las riberas para que se orearan, pasando por los arrastradores, que junto con sus animales de tiro eran necesarios para trasladar las piezas desde los saques a las estaciones ferroviarias, y los cargadores, quienes finalmente las cargaban en los vagones para su distribución por la red. Todos ellos percibían unos jornales generosos y con cierta continuidad temporal; cantidades que la mayoría de ellos jamás habían percibido con En realidad los aprovechamientos no se concedían por anualidades sino por volumen de madera a cortar y extraer de los montes, de tal forma que hubo señalamientos que podían aprovecharse en menos de un año y otros en los que se necesitaron más de dos y tres años para llevarlos a cabo. 8 258 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas anterioridad, acostumbrados como estaban a trabajar por cuenta ajena de manera esporádica y a percibir unas remuneraciones muy inferiores a las que ahora se les ofrecían. Esos ingresos se incrementaban sustancialmente cuando se trabajaba a destajo; modalidad que se aplicó con frecuencia en las operaciones que resultaban más urgentes, como el saque, el empine o la carga sobre vagón, decisivas las tres para atender con prontitud a la inaplazable tarea de renovación de la red ferroviaria. Semejante masa salarial tuvo un impacto socioeconómico muy positivo en todas aquellas localidades de las que partían las conducciones o en las que concluían. Quienes se emplearon en ellas de manera sistemática no cabe duda que pudieron mejorar sus difíciles condiciones de existencia y empezar a vivir con cierta dignidad por primera vez. A este respecto una de las consecuencias más importantes a las que contribuyó la intervención de Explotaciones Forestales fue a retrasar el proceso migratorio en aquellas localidades donde más se dejó sentir su presencia, que quedaron aisladas temporalmente de ese “vendaval humano” que asoló la provincia en las décadas que siguieron a la guerra civil. También es verdad que en muchos municipios de las Sierras de Segura y Cazorla el máximo apogeo de los trabajos en el río vino a coincidir con la intensificación de las labores de repoblación forestal, lo que permitió a no pocos municipios de las dos comarcas alcanzar una situación cercana al pleno empleo durante muchos meses al año. Así era mucho más difícil animarse a emprender la aventura siempre incierta que suponía la emigración. Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos... Eduardo Araque Jiménez 259 BIBLIOGRAFÍA ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, “Madera para RENFE. 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En la Geografía Universal del ceutí al-Edrisi, publicada en 1154, se habla de “las montañas de Quesada, cuya madera se cortaba para hacer cazuelas, jarros y platos, de los que se hacía gran consumo tanto en España como en África”2. A partir de mediados del siglo XVI, los aprovechamientos forestales, en especial los madereros, dependían de los municipios a los que pertenecían los montes serranos, conociéndose dos importantes documentos relacionados con éstos: las Ordenanzas de Cazorla de 1552 y las Ordenanzas del Común de la Villa de Segura y su Tierra de 1580. Las primeras regulaban el aprovechamiento de las distintas especies de arbolado y establecían la sanción de 600 maravedís por cada pino cortado CRUZ AGUILAR, Emilio de la, “La provincia marítima de Segura de la Sierra” en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, CVII (1980) pp. 61-62. 1 2 BAUER MANDERSCHEID, Erich, Los Montes de España en la historia. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1980, p. 192. Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 261 Fig. 1.–Vista panorámica de la serranía desde el mirador del Puerto de las Palomas con la Sierra de Segura al fondo. La Provincia Marítima de Segura de la Sierra incluía todos los montes de las sierras que actualmente conforman el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, más otros de las provincias contiguas de Albacete y Ciudad Real (Foto: R. Nieto). sin la debida autorización del concejo cazorleño, rebajando la sanción a la mitad si el árbol apeado era una encina o un quejigo. Las de Segura eran, incluso, más rigurosas pues además de regular todo tipo de aprovechamientos forestales, o reservar “cotos y redondas” del monte para el abastecimiento de las sierras de agua, no permitían utilizar forasteros en el trabajo de apeo y manipulación de la madera que correspondía exclusivamente a los vecinos del Común, siendo condenado todo forastero que se sorprendiese en el monte provisto de hacha. Ante la escasez de madera para construcción civil, en 1733 el Negociado de Hacienda retoma la actividad de cortar madera de Segura y bajarla hasta Córdoba y Sevilla utilizando los ríos Guadalimar y Guadalquivir, respectivamente. Años más tarde, en aplicación de la Ordenanzas de los Montes de Marina de 1748, se crearía la Provincia Marítima de Segura de la Sierra que usurpó de hecho el régimen comunitario del aprovechamiento del arbolado y los derechos sobre los montes de los concejos. La Provincia Marítima fue declarada por Fernando VI en 1751 y ocupaba 53 términos municipales actuales de las provincias de Jaén, 262 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Ciudad Real y Albacete. Entre ellos, todos los montes que hoy conforman el actual Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Contaba con cinco subdelegaciones: Alcáraz, Cazorla, Santisteban, Segura y Villanueva. Los montes que daban a la vertiente del Segura fueron adjudicados al Departamento de Marina de Cartagena, que contribuyeron al abastecimiento de maderas al arsenal de esta ciudad murciana. Los que daban al Guadalquivir se adjudicaron al Departamento de Cádiz para abastecer a los astilleros de La Carraca. La Marina se alternó con el Negociado de Hacienda en el aprovechamiento maderable de estos montes y que comercializaba con la madera destinada a construcción civil mayoritariamente. Aunque la saca por vía fluvial se ejercía desde antiguo, la actividad realmente se retomó a raíz de una pinada de 8.000 piezas que se bajó hasta Sevilla en 1734 para la construcción de la Fábrica de Tabacos de la ciudad hispalense. La provincia Marítima de Segura de la Sierra, al ubicarse en montes de interior constituyó una excepción entre las otras Provincias que se declararon en el País y que ocupaban una franja de 25 leguas de anchura tierra adentro a partir de la línea litoral. Después de superar no pocas vicisitudes, la Provincia Marítima de Segura de la Sierra desaparece definitivamente en 1836. El hecho de ser una provincia de interior y la carencia de medios de transporte y vías de saca adecuadas, pues el porte con carretería resultaba lentísimo, caro y penoso; obligó a que la extracción de la madera de los montes serranos se hiciesen por flotación utilizando los principales ríos que nacen en la serranía: Guadalquivir, Guadalimar, Segura, Guadalentín, Madera,… A su vez, debido al escaso caudal de estos ríos y la abrupta topografía con obstáculos, cañones y desniveles; en los tramos que discurren en el interior de la serranía, obligaba a que las conducciones se hiciesen pieza a pieza (Fig. 2). Las almadías sólo se practicaron en las últimas maderadas del siglo XX, aprovechando las aguas estancadas en el embalse del Tranco (Fig. 25). 2. Madera sacada por la Marina Es sobradamente conocido que la declaración de la Provincia Marítima de Segura de la Sierra creó malestar entre la población nativa Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 263 Fig. 2.–El escaso caudal de los ríos serranos obligaba a que las maderadas se sacasen flotando de forma individual, pieza a pieza. La fotografía representa una compaña de pineros bajando una maderada por el Guadalquivir antes de la Guerra Civil española (Foto: Pedro Gómez). y regidores de los concejos, a los que de hecho significó la usurpación de los derechos que venían ejerciendo desde la Reconquista de estos territorios por la Orden de Santiago y los Adelantados de Toledo, respectivamente. De hecho, el resentimiento del serrano hacia lo que significó la “Provincia” sigue vivo casi dos siglos después de haberse abolido ésta y a la que se le siguen achacando todo tipo de abusos (esquilmamiento de los montes, arrasamiento de planifolios en beneficio de los pinos, ….). Analizando objetivamente los datos obtenidos en los archivos de la época por distintos investigadores, llegamos a la conclusión de que, si bien la actuación de la Marina no fue especialmente positiva para el territorio, los daños ocasionados al ecosistema forestal debieron ser muy inferiores a la creencia generalizada, desmontando así tópicos arraigados, a veces alimentados desde ciertos ámbitos universitarios, tales como el acabar con los robledales y encinares. Al respecto, sobre la madera serrana aprovechada por la Administración de Marina, hoy podemos aclarar algunos 264 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas aspectos como las especies maderables aprovechadas o la cantidad de madera sacada por los ríos Segura y Guadalquivir. Quienes defienden que la Administración de Marina arrasó robledales y encinares, no han caído en la cuenta de que, como ya he mencionado anteriormente, la madera había que transportarla por estos ríos pieza a pieza y que la densidad de la del quejigo y la encina no la hacen apta para la flotación. O sea, tal como atestiguan los distintos estudios de investigación, la madera que se ha sacado por vía fluvial de esta serranía antes, durante y después de la Provincia Marítima, ha sido de las tres especies de pinos que de forma natural se dan en el territorio, especialmente del salgareño (Pinus nigra subsp. salzmannii (Dunal) Franco) y en menor medida del negral o resinero (Pinus pinaster Aiton) y del carrasco (Pinus halepensis Mill.). Incluso la Marina debió extraer también madera del llamado pino doncel (Pinus pinea L.); una especie bastante frecuente a mediados del siglo XVIII en las zonas bajas de la Sierra de Segura, actualmente casi desaparecida en todo el territorio serrano, lo más probable por haber sido roturados los terrenos que ocupaban para el cultivo agrí- Fig. 3. Traviesas de la RENFE, cortadas en el monte Navahondona, a la espera de su botadura junto al puente de la Cerrada del Utrero en Vadillo Castril hacia 1945. La cantidad de madera que se transportó por flotación por el Guadalquivir en los últimos siglos fue muy superior a la sacada por el Segura, tanto en volumen como en número de pinadas. La última pinada que se botó en este aguadero en 1948-9 superaba las 600.000 piezas, en su mayoría traviesa. (Foto: José Luis Ramos. FOTOTECA FORESTAL ESPAÑOLA DGB-INIA). Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 265 cola. De hecho, a las “maderadas” que se sacaban por flotación aquí se les llamaba “pinadas” y a los operarios que las realizaban “pineros”, mientras que a estos mismos operarios en la serranía de Cuenca, por ejemplo, se les denominaba “gancheros” y por tierras valencianas “madereros”. Consecuencia de una más extensa cuenca cubierta de pinares y contar con importantes afluentes (Borosa, Guadalentín, Guadalimar, Aguamulas y Aguascebas), la cantidad de madera bajada por el Guadalquivir fue muy superior a la que se bajó por el Segura. Así, entre 1734 y 1796 se sacaron por el Guadalquivir 15 pinadas cuya suma ascendió a unas 107.000 piezas, bajándose en cada pinada una media de 7.000 piezas. En ese período, de la madera que se bajó por el Segura, únicamente sabemos de tres pinadas: 1785 (3.254 piezas), 1788 (2.000 piezas) y 1804 (2.712 piezas)3. Por ello, también es conveniente aclarar que las cantidades de madera que figuran en los asientos de los archivos de Marina como “de Segura”, sería más correcto denominarla como “de la Provincia Marítima de Segura”, pues aunque mucha madera proviniese de la Sierra de Segura, otra buena parte procedía, entre otros, de los actuales montes de Navahondona y Guadahornillos; como atestigua el contencioso que el Alcalde de Cazorla de la época interpuso ante la Corona al poco de crearse la Provincia Marítima, por la saca por parte de la Marina de una importante partida de pinos en el término municipal de la Ciudad del Adelantamiento; contencioso que se saldó abonando al concejo demandante una exigua cantidad de dinero, pero reconociendo al Rey plenos derechos sobre los montes cazorleños, lo que significó de hecho dar carta blanca a la Marina para cortar cuanta madera quisiese en ellos. Las conducciones que se iban a bajar por el Segura entre 1777 y 1779, debieron transportarse con carretería utilizando la ruta Casas de Carrasco, Puebla de Don Fabrique y Águilas. El problema del río Segura para la saca por flotación era la existencia de multitud de estrechamientos y pasos difíciles, por lo que en 1785 se acondicionó el cauce con la pretensión de que a lo largo de 27 años se cortaran en la Sierra de Segura LÓPEZ ARANDIA, Mª Amparo. “Maderas del Rey. Aprovechamientos madereros en la Provincia marítima de Segura de la Sierra” en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo y MOYA GARCÍA, Egidio “Aprovechamientos madereros en los montes jiennenses”. Universidad de Jaén, 2012, p. 42. 3 266 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas 80.950 pinos con un volumen de 647.000 codos cúbicos (119.814 m3)4. Aunque no disponemos de datos de hasta qué punto se cumplió el proyecto, lo más probable es que nunca se sacase ese volumen. En cualquier caso, la cantidad de madera que se bajó por el Segura, Guadalquivir y Guadalimar entre el Negociado de Hacienda y la Marina, durante casi el siglo que duró la Provincia Marítima de Segura de la Sierra, hay que considerarla “peccata minuta”, respecto a la que se transportó, especialmente por el Guadalquivir, después de ser abolida la provincia marítima. Un ejemplo: La última maderada que se sacó de la serranía (1948-9), que salió mayoritariamente del aguadero de Vadillo Castril en el monte Navahondona, superó las 600.000 piezas, la mayoría traviesas (equivalentes a unos 100.000 m3 de madera en rollo). Sin embargo, durante la Provincia Marítima, las estimaciones de consumo anual de madera de pino por el arsenal de La Carraca era únicamente de unos 3.000 m3. 3. Los aprovechamientos madereros de 1836 a finales del siglo XIX Este período se caracteriza por ser el más nefasto respecto a los abusos cometidos en la masa arbórea serrana, siendo el menos conocido y divulgado. Considerada la superficie forestal serrana “tierra de nadie” por desaprensivos maderistas que arrasaron masas enteras, ante la confusión administrativa y de gestión que conllevó la desaparición de la Provincia Marítima. Los abusos siguieron cometiéndose incluso después de haberse realizado la ordenación de los Montes Navahondona y Río Madera5. Lo poco que se sabe de los abusos se debe a las denuncias de un periódico provincial, La Patria, sobre un político maderero al que se le confiscó en 1902 una maderada de unas 400.000 traviesas, la mayoría cortadas ilegalmente, y debía tener otras tantas preparadas para su trans4 Ibidem, pp. 48-49. Un popular maderista de la época, al que se le atribuían distintos abusos madereros, era conocido por Genaro “El Reventao”, cuya figura permanece en la memoria popular serrana por comprar “el pino y su caída” cuando adquiría un lote de pinos para su corta, cuya materialización consistía en cortar no sólo el pino comprado, sino todo aquel que existiera en un radio alrededor del mismo equivalente a la altura del apeado, siendo el resultado la corta a matarrasa de todo el arbolado del monte o redonda, aunque el número de pies realmente pagados fuese reducido. 5 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 267 porte en la zona de las malezas de Santiago-Pontones. Toda la información al respecto está compilada por el profesor Araque e incluida en uno de sus más importantes trabajos sobre la gestión forestal serrana.6 Sobre la caótica situación generada, fue especialmente esclarecedor un artículo de Navarro Reverter publicado en 1868 y que tituló “Sierra de Segura”: “… Llegó un día en que desaparecieron los guardas de Marina, respetados y temidos en todos los entornos. El letargo en que estaba sumido el país, la apacible calma que se gozaba en la región del pino salgareño, desapareció con nervioso sacundimiento. Una voz fatídica quiso parodiar el tremendo Delenga Cartago y el hacha asoladora, guiada por una fiebre de destrucción, cayó con saña sobre los montes. Los soberbios pinos doblegaron su alta cerviz, y millones de árboles rodaron con estrépito por las ásperas vertientes del Guadalimar y del Segura, ….”7. Fig. 4. Herramientas tradicionales del hachero: tronzador de mano y dos tipos distintos de hachas de pela. (Foto: R. Nieto). La práctica de quemar el monte para comprar la madera barata o para borrar las huellas de los abusos cometidos, también debió ser una práctica habitual como atestigua el dato que en el monte Rio Madera en la segunda mitad del siglo XIX se subastaron por esta causa 20.261 pinos. Sin embargo, en la primera mitad del siglo XX debido a los incendios sólo se subastaron 6.676 pinos (PULIDO MÉRIDA, ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo. Escritos forestales sobre las sierras de Segura y Cazorla. Diputación Provincial de Jaén, 1996, pp. 131-264. 6 DE ARANDA Y ANTÓN, Gaspar, Los Bosques Flotantes. Historia de un roble del siglo XVIII. Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). Madrid. 1990, pp. 225-226. 7 268 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas 2012)8. Uno de los lugares más bellos y visitados del Parque Natural es la Laguna de Valdeazores, un lago cuyo origen no es glacial ni se pierde en la noche de los tiempos: se formó por una quebrada de desplazamiento a finales del siglo XIX como consecuencia de haberse realizado una corta de madera incontrolada en la ladera izquierda del arroyo y ser ésta posteriormente incendiada para borrar las huellas de la tropelía. Los métodos y medios utilizados en los trabajos de corta, saca y transporte de la madera no diferían de los practicados durante la Provincia Marítima: La entalladura o “caída” del apeo se hacía con hacha y el corte de derribo con tronzador de mano de dos hombres; el desramado siempre con hacha, desaprovechándose una buena parte del fuste, pues éste se solía cortar por donde empezaban las primeras ramas gruesas, quedando en el monte toda la zona de copa. Esta parte solía podrirse en el monte sin aprovechamiento alguno, aunque a veces se carboneaba. A continuación se descortezaba –pelaba– a hacha, eliminando las partes blandas externas (cambium, líber y corteza) y penetrando algo en la albura para que el sangrado y pérdida de humedad de la madera fuese lo más rápido posible, consiguiendo con ello rebajar considerablemente la densidad de ésta y evitar el ataque de insectos xilófagos y de los hongos causantes de la pudrición. A continuación, el tronco se tronzaba a la longitud convenida (2,60 m si era para traviesas del ferrocarril) quedando dividido en varias trozas o “machinas”. Si la flotación era de madera en rollo, las machinas se ajorraban por arrastre o se transportaban en carretas de mulas o bueyes hasta los aguaderos de los ríos donde, posteriormente se botarían aprovechando las épocas de mayor caudal. Sin embargo, lo más normal es que las machinas se transformaran en piezas escuadradas en el propio monte, labrando la primera cara plana con hacha y el resto con sierras de tipo asturiano, manejadas por 2-3 operarios en el parte inferior de la troza que movían la hoja durante el corte efectivo y otro subido en ésta que retornaba la hoja de la sierra en vacío. Esto implicaba elevar la troza a despiezar mediante un caballete construido, normalmente, con las propias piezas escuadradas. El conjunto recibía el nombre de “percha” en la jerga de los hacheros. PULIDO MÉRIDA, Rafael, “Río Madera y anejos: evolución de un monte ordenado en la Sierra de Segura” en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo y MOYA GARCÍA, Egidio, “Aprovechamientos madereros en los montes jiennenses”. Universidad de Jaén, 2012, p. 157. 8 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 269 Fig. 5.–Apeo tradicional con herramientas manuales. Arriba: Realización de la entalladura o caída con hacha. Abajo izquierda: Corte de derribo con tronzador de dos hombres. Abajo derecha: Detalle del tocón del árbol una vez apeado. (Fotos: R. Nieto). 270 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas En los aguaderos las piezas de madera se apilaban en voladizo, para que al volarlas cayeran directamente al agua. La conducción de las piezas se iniciaba una vez el río adquiriese un caudal suficiente después del deshielo o una época de lluvias, siendo preceptivo el acondicionamiento previo del cauce, eliminando obstáculos o haciendo represas o lanzaderos, llamados “tiros” aquí, con las propias piezas de la conducción. De esta tarea se encargaba una compaña muy especializada, denominada “delantá” o de la broza. La conducción era realizada por un número indeterminado de cuadrillas o compañas, formadas por varios “pineros” o gancheros al mando de un capataz o cuadrillero. La última compaña que desmontaba los tiros y represas, incorporando las piezas utilizadas en éstos a la conducción, se denominaba “de zaga”, por encima del cuadrillero existían dos cargos superiores: el “mayoral” que coordinaba varias compañas y el “maestro de río” que mandaba en toda la conducción. Fig. 6.–Arriba: Descortezado o pela manual con hacha de un fuste de pino salgareño. Abajo: Detalle del tronco una vez descortezado. Obsérvese como además de la corteza y otras capas blandas, con el hacha se hería superficialmente la albura para facilitar el sangrado y rápido secado de la madera. (Fotos: R. Nieto). Un aprovechamiento secundario que tenía lugar en las zonas de corta, unos años después de haber realizado éstas, era la obtención de alquitrán vegetal en pegueras a partir de la “tea” que se sacaba de los tocones de los viejos pinos cuyo duramen solía estar enteado. Este trabajo lo realizaban los “pegueros” que obtenían el alquitrán vegetal en unos hornos especiales llamados “pegue- Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 271 Fig. 7.–Transporte de madera en rollo desde la zona de corta hasta el aguadero de embarque utilizando carros tirados por bueyes en la Sierra de Segura. (Foto: FOTOTECA FORESTAL ESPAÑOLA DGB-INIA). ras”. El producto obtenido se utilizaba en el calafateado de la madera de las embarcaciones para evitar su pudrición. 4. Los aprovechamientos madereros entre principios del siglo XX y la Guerra Civil En 1893 se aprueban los Planes de Ordenación de dos de los montes más importantes del actual Parque Natural: Navahondona y Río Madera. De inmediato, la Ordenación de los montes principales y el control que el método conlleva, empieza a dar sus frutos ofertándose las subastas de acuerdo a las posibilidades establecidas en los Proyectos de Ordenación, aunque en sus primeros años planeaban serias dudas de que el método dasocrático-sostenible evitase los abusos arraigados al encargarse el estudio de la Ordenación de Navahondona a Jorge Loring, uno de los más pudiente maderista de la época, si bien éste lo encargó finalmente al Ingeniero de Montes Carlos Castell. A partir de su aplicación, los árboles a apear en cada corta son ya previamente marcados siguiendo los criterios técnicos o de conservación vigentes en cada época. Gracias a la Ordenación de los Montes, hoy conocemos con bastante aproximación el número de árboles y el volumen aprovechado, aunque éstos por distintos motivos sufrieron altibajos. Así, en el caso del 272 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas monte de Rio Madera, de 1920 a 1929 durante los tres primeros años se aprovecharon unos 3.000 m3/año, cantidad que se duplicó en los seis años restantes. En el caso del monte Navahondona, donde debieron cometerse algunas cortas fraudulentas y por lo tanto no cuantificadas; hasta el año 1920 en que se produce la 1ª revisión del Proyecto de Ordenación, se habían cortado 135.764 pinos con un volumen de 222.635,5 m3 (BADILLO VALLE, 2012). Otro dato significativo del aprovechamiento maderero en este monte es que, según Mackay, por el lanzadero construido en 1899 en la Cerrada del Utrero, hasta 1916 se habían bajado 17 conducciones de 80.000 a 100.000 piezas cada una, lo que supone un total en torno a 1.700.000 piezas, una buena parte vigas de más de 12 metros de longitud. Si consideramos que tal lanzadero estuvo en activo hasta la Guerra Civil, de 1916 a 1936 debió sacarse por el mismo otra cantidad similar. “La madera extraída por la red fluvial de las Sierras de Cazorla y Segura en el período comprendido entre 1894 y 1936 fue de 218 conducciones en la que se transportaron 6.599.197 piezas de madera” (BADILLO VALLE y TORTOSA LAGARES, 9 2008). Los medios y métodos utilizados durante este período no cambiaron significativamente respecto a los practicados a lo largo Fig. 8.–Despiece manual de traviesas en la Sierra de Cazorla con sierras asturianas o de pecho. (Foto: José Luis Ramos. FOTOTECA FORESTAL ESPAÑOLA DGB-INIA). BADILLO VALLE, Valentín y TORTOSA LAGARES, Antonio, “Aprovechamientos de madera en los montes públicos del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas”. Monte Navahondona: ejemplo de aprovechamiento forestal sostenible”. Anuario del Adelantamiento de Cazorla. Ayuntamiento de Cazorla nº 50 (2008), p. 198. 9 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 273 del siglo XIX, realizándose el despiece de la madera por métodos manuales en perchas con sierras de pecho o asturianas de tres hombres (Fig. 8). Una de las asignaturas pendientes de los montes serranos era la falta de carriles y otras infraestructuras, lo que dificultaban y encarecían considerablemente la saca y el transporte de la madera. El Ingeniero de Montes Enrique Mackay Monteverde ya denunció en 1917 estas carencias en la Sierra de Cazorla: “De fustes excepcionalmente hermosos se asierran traviesas de ferrocarril, tipo de piezas que han absorbido durante el veintenio finado un 70 por 100 del volumen entregado a la corta; desde la percha al carril sale a lomo de caballería menor, y después, en carro, por pendientes hasta del 20 por 100, que hacen de este transporte lento y costoso, van al embarcadero. El río las impulsa luego un trayecto de 180 kilómetros, guiadas por gancheros, en número variable entre 150 y 300, hasta llegar a Mengíbar, a donde arriba la madera de 90 a 120 días fecha de su embarque; se corren riesgos de crecidas, se allanan dificultades opuestas por los aprovechamientos hidráulicos preexistentes y se ahogan corrientemente un 3 a un 5 por 100 de piezas embarcadas, …. En otros montes mejor comunicados con el mercado y con medios de transporte más perfeccionados, la saca cuesta del 15 al 25 por 100 de aquel precio. En la Sierra de Cazorla, por consiguiente, es carísima; y se ven venir épocas de carestía aún mayor, porque las subsistencias, en general, subirán necesariamente, y en igual proporción ha de encarecer todo transporte a base de motor animado; por consiguiente, la saca de hoy, repito, es cara, pero será aún más cara, hasta llegar a ser económicamente prohibitiva, de no instalar vías que releguen a la historia las peligrosas trochas, la acémila menor, el carril de empinadas cuestas y explanación rudimentaria y, hasta el río, con sus cerradas, sus cantarrales, sus pobrísimos estiajes y sus avenidas”10. El método de transporte fluvial por el Guadalquivir desde la cabecera de éste presentaba dos problemas principales: el paso de las maderadas por la Cerrada del Utrero, uno de los cañones más difíciles de cuantos existían en los ríos ibéricos donde se practicó esta modalidad de transporte forestal, y el gran rodeo de más de 100 kilómetros que debían dar las conducciones entre Vadillo Castril y Santo Tomé, cuando en línea recta no llegaba a la quinta parte de esa distancia. El primer problema se MACKAY MONTEVERDE, Enrique, “La Sierra de Cazorla bajo su aspecto forestal”. Revista Montes. Tomo XLI (1917), pp. 852-853. 10 274 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 9.–Plano del anteproyecto de Fernando Baró, detallando la solución de saca propuesta para el monte Navahondona. Las líneas rojas representan el trazado de dos funiculares automotores propuestos y las azules a los tramos de ferrocarril de vía estrecha. Leyenda: 1. Nava del Espino. 2. Vadillo Castril. 3. Funicular. 4. Tramo de ferrocarril de vía estrecha utilizando la plataforma de la carretera transversal de Navahondona desde el cruce del Vadillo hasta el Picón de las Grajas. 5. Funicular. 6. Tramo de ferrocarril entre Burunchel y Nubla. 7. Nubla. 8. Río Guadalquivir. 9. Río de la Vega. 10. Santo Tomé. (Dibujo: Fernando Baró en “Los Transportes Forestales en España”). solucionó provisionalmente con la construcción en 1899 del lanzadero hidráulico fijo al que ya me referí anteriormente y que debió prestar servicio hasta la Guerra Civil. Anteriormente, como las maderadas pertenecían a distintos rematantes, cada uno de ellos debía acondicionar con tiros y represas la cerrada para cada una de ellas, debiéndose deshacer Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 275 tales construcciones cuando pasaba la maderada para incorporar a ésta las piezas utilizada en las misma, lo que significaba un enorme gasto económico y prolongar excesivamente la duración de cada conducción. Una solución que reduciría al menos en 30 días el período que tardaría una traviesa desde su embarque en los aguaderos de Vadillo Castril o Puente de las Herrerías hasta Mengíbar, fue el proyecto presentado en el Primer Congreso de Ingeniería celebrado en Madrid el 1919 por el polifacético e incansable Ingeniero de Montes, Fernando Baró Zorrilla (Granada, 1987 – Madrid, 1959). Tal proyecto llevaba por título “Los Transportes Forestales en España” y fue publicado, por entregas, en varios números de la Revista Producción en 1920. Además de proponer la mejora y ampliación de la red de carriles –vías de saca para carros de tracción animal– en toda la serranía y la construcción de nuevas vías de saca en la Sierra de Segura, destaca del mismo la propuesta para la saca de madera en el monte Navahondona. En este monte, las piezas escuadradas de madera cortadas en las masas de pino salgareño de las zonas altas solían apilarse para su secado en la Nava del Espino, a donde se sacaban desde las perchas de despiece a lomo de caballerías, posteriormente con carretería se bajaban hasta los aguaderos de Vadillo Castril y Puente de las Herrerías, utilizando los carriles que pasaban por Los Collados y Cuesta del Bazar, respectivamente. Baró, que ya conocía los medios de saca por cable utilizados en algunos países europeos (Hungría, Rumanía…), propuso montar un funicular automotor (teleférico tricable de funcionamiento por gravedad) con una longitud de 3,5 kilómetros entre la Nava del Espino y el Collado del Lanchón, junto al cruce de entrada al actual poblado de Vadillo Castril, para entonces ya estaba construida la plataforma de la carretera transversal de Navahondona, desde el control de Burunchel hasta Vadillo; aunque el puente de la Cerrada del Utrero, cuyo proyecto se debe al Ingeniero de Montes Fernando de la Sotilla, no se terminaría hasta unos años después, ya en tiempos de la República. Desde la estación de descarga del funicular en Vadillo, hasta el llamado Picón de las Grajas (primera curva cerrada hacia la izquierda bajando del Puerto de las Palomas hacia Burunchel), la madera se transportaría en un ferrocarril de vía estrecha de unos 5 kilómetros de longitud tendido a lo largo de la plataforma de la carretera recién construida, cuyos vagones serían remolcados por una ligera locomotora de vapor de la firma francesa Decauville. Desde el Picón de las Grajas y hasta la zona de La Mesta debajo de Burunchel, la madera 276 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 10.–Vista parcial de la instalación de un funicular automotor del tipo propuesto por Baró. A este tipo de instalación de saca aérea, aquí se le llamaba simplemente “cable” o “teleférico tricable” por disponer de cables de acero de tres diámetros diferentes: el vía o portante de 1” (25 mm) de diámetro; el de retorno de los carrillos vacíos o “retú” de 18 ó 20 mm y el cable tractor de 12 ó 14 mm, respectivamente. El primer teleférico de este tipo no se montaría en la serranía hasta mediados de los años cuarenta del siglo XX. (Foto: Escuela de Capataces “Jaime Cebrián”). Fig. 11.–Los ferrocarriles Decauville propuestos por Baró no se utilizaron nunca en estos montes. Sin embargo sí se usó una vagoneta a mediados de la década de los cuarenta del siglo pasado para bajar la madera del aserradero volante junto al cortijo del Arroyo de los Habares hasta el aguadero que existía en la desembocadura de éste arroyo en el Guadalquivir. También se emplearon vagonetas para sacar el costero del aserradero de Vadillo y en la construcción de la carretera transversal de Navahondona, tal como muestra la fotografía en la trinchera de La Esperilla en la Nava de San Pedro. (Foto: Pedro Gómez). Fig. 12.Cerrada del Utrero. Aunque al finalizar la contienda bélica ya estaba finalizada la carretera de Vadillo a Cazorla, la falta de camiones apropiados y suficientes y la escasez de combustible y repuestos, consecuencia del bloqueo internacional, obligaron a que hasta 1949 la madera se transportase por el Guadalquivir, pasando por el difícil cañón de la Cerrada del Utrero y dando el gran rodeo por el Tranco hasta su desembarque en las proximidades de la estación de ferrocarril de Jódar. (Foto: Rufino Nieto). Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 277 bajaría por otro funicular automotor de 1,2 Km de longitud, y desde la descarga de éste hasta Nubla en otro ferrocarril Decauville de unos 8 Km. En Nubla se juntan los ríos Cazorla o Cerezuelo con el Cañamares, formando entre ambos el llamado Río de la Vega que desemboca en el Guadalquivir unos 5 kilómetros más abajo junto a Santo Tomé. De modo que la madera bajada desde La Nava del Espino hasta Nubla, por la acción combinada de dos teleféricos tricables y dos ferrocarriles de vía estrecha, se embarcarían en Nubla para continuar su viaje por vía fluvial hasta la playa de Mengíbar. El proyecto de Baró nunca se hizo realidad, pues los primeros teleféricos forestales de tipo tricable no se montarían en estos montes hasta 25 años después, como veremos en el siguiente epígrafe. Tampoco se montó nunca ningún ferrocarril Decauville, aunque sí hubo en servicio un tendido de rudimentarios raíles de poco más de un kilómetro de longitud entre los dos aserraderos móviles, cuyas sierras eran accionadas por locomóviles de motor, que en la década de los cuarenta del siglo pasado se montaron en el Arroyo de los Habares: el “de arriba”, debajo de donde se ubicaba el cortijo del mismo nombre; y el “de abajo”, casi en la desembocadura de arroyo, que en realidad es un río de poco caudal pero permanente en el tiempo, por estos raíles se bajaba la madera elaborada en el aserradero de arriba en una vagoneta que descendía cargada por gravedad y en vacío retornaba hasta el aserradero empujada por los propios operarios. También se montó alguna vagoneta de este tipo en la construcción de la carretera transversal de Navahondona (Fig. 11). Después de la Guerra Civil y hasta 1949, año que sale la mayor maderada de la historia desde Vadillo Castril en el monte Navahondona, el difícil y complicado cañón de la Cerrada del Utrero tuvo que volver a utilizarse, aunque al pertenecer ya todas las maderadas a Explotaciones Forestales de la RENFE, el acondicionamiento del río en ese tramo sirvió para todas las conducciones que se sacaron en ese período, sin necesidad de desmontar los tiros y represas al final de cada una de ellas, tal como ocurría en el siglo XIX. Incluso se construyó un lanzadero de mampostería con piedra y cemento, del que quedan aún tramos bien conservados en la zona de la Cascada de Linarejos, pero lo construyeron tan estrecho y con las curvas tan mal trazadas que no sirvió para el fin para el que se había construido. 278 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas 5. Los aprovechamientos de madera entre el final de la Guerra Civil (1939) y la declaración del Parque Natural (1986) En este período la madera de los montes públicos serranos se dedica mayoritariamente a la construcción de piezas escuadradas para el ferrocarril (traviesas, cachas, piso y forro de vagón, …). La RENFE, creada en 1941, inmediatamente forma la división de Explotaciones Forestales con sede en Cazorla y cuya finalidad era abastecer de estas piezas a la compañía matriz para reparar la infraestructura viaria que después de la contienda bélica se encontraba en un estado ruinoso. Al ser ya los bosques públicos ordenados, en esta etapa se conocen con más exactitud el volumen aprovechado o el número de piezas elaboradas. Ante la falta de vías de saca adecuadas y suficientes, vehículos idóneos y, especialmente, por la carencia de combustible debido al bloqueo internacional que padecía el país, inmediatamente se retomó el transporte por vía fluvial. En concreto, entre 1942 y 1949 se bajaron 7 conducciones por el Guadalquivir y una por cada uno de estos ríos: Guadalimar, Guadalentín, Cañamares y Tus (ARAQUE, 2012). La maderada de 1943 se componía de 480.000 traviesas y unas 40.000 machinas (trozas de madera en rollo). En total se transportaron en esas maderadas 2.500.000 piezas escuadradas, en su mayoría traviesas. El record fue la última maderada de la historia de la saca por vía fluvial en España, la ya citada que salió desde Vadillo Castril en 1948-9 y que superaba las 600.000 traviesas11. Así, entre 1942 y 1984, RENFE extrajo del monte Navahondona 531.066 m3 de madera en rollo. Si consideramos que de 1 metro cúbico se obtenían de 5 a 7 traviesas, del volumen aprovechado se obtuvieron de este monte por encima de los 3 millones de traviesas. Otro importante dato: En la primera década de la RENFE (1942-1952), ésta aprovechó 138.531 m3 de la Sierra de Cazorla; 131.336 m3 de la de Segura y 140.000 m3 del Tranco-Cortijos Nuevos.12 La explotación de la masa forestal fue, incluso, más intensa en las décadas posteriores: Entre 1962 y 1963, de los montes NavahondoARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo, “Conducciones fluviales de madera desde las Sierras de Segura y Cazorla (1894-1949)”. Cuadernos Geográficos 40. UGR. (2007), p. 96. 11 SIMÓN y SIMÓN, Estanislao de, “Aprovechamientos en los Montes de Jaén”. Revista Montes nº 154 (1968), pp. 495-501. 12 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 279 na, Guadahornillos y Vertientes del Guadalquivir la RENFE cortó por encima de los 130.000 m3. Igualmente, entre 1967 y 1971, las cortas en estos montes superaron los 100.000 m3/año. En resumen, por los años 60-70 de la centuria pasada, de los montes serranos se elaboraron más de 400.000 traviesas anuales, lo que suponía casi el 50% de todas las que se utilizaban en el mismo período en toda España. Además de traviesas, Explotaciones Forestales de la RENFE, elaboraba para uso propio cachas -tipo de traviesa de doble longitud utilizada en los cruces de vía-, forro y piso de vagón y postes. En los últimos tiempos, desde los aserraderos de Vadillo Castril y Linares-Baeza, también abastecía pedidos de “madera del país” a carpinterías y almacenes particulares. Igualmente, cabe destacar que el abastecimiento de madera para construcción naval no finalizó con la desaparición de la Provincia Marítima: desde el aserradero de Vadillo Castril, RENFE servía frecuentemente a los astilleros de Ferrol (La Coruña) pedidos especiales de vigas de madera, algunas de hasta 16 metros de longitud. Aunque los “pedidos especiales” para este fin ya debieron ser habituales desde Fig. 13.–Camión HENCHEL de fabricación alemana portando un recto tronco de pino salgareño del que se obtendrá una gran viga para los astilleros. La foto está sacada en el aserradero de Vadillo Castril hacia 1956. (Foto: FOTOTECA FORESTAL ESPAÑOLA DGB-INIA). 280 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 14.–Aserradero volante de Vadillo Castril a principios de la década de los cuarenta del siglo XX. Obsérvese que la zona de trabajo estaba protegida por un rudimentario cobertizo construido con rollizos y costeros. Carecía de electricidad siendo las sierras movidas por un locomóvil de vapor. (Foto: Pedro Gómez). mediados del siglo XX (Fig. 13); éstos se sirvieron de forma regular al menos durante cuatro años consecutivos (1968-1972) saliendo desde Vadillo semanalmente un camión Barreiros de cuatro ejes cargado de vigas de madera para El Ferrol.13 Respecto a los medios y métodos de realización de los trabajos de aprovechamientos madereros tengo que decir que en este período experimentaron una enorme transformación, conviviendo los medios manuales de antaño con los nuevos mecanizados que serían quienes al final, como en otras facetas productivas del mundo rural, acabarían imponiéndose. Los montes serranos sirvieron así de campo de experimentación de los más innovadores medios, algunos pioneros en España. Veamos brevemente en qué consistieron tales innovaciones: Información personal de Manuel Camero, Trabajador jubilado de “Transportes Camero” de Cazorla y uno de los conductores que transportaba regularmente la madera serrana hasta el astillero gallego. 13 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 281 5.1. Fases de corta En la jerga forestal, la “corta” comprende el apeo o derribo del árbol, desramado, despunte, pela o descortezado y tronzado. De las primeras fases, se encargaban los peladores –pelaores– o “hacheros” que cortaban los pinos con hacha y tronzador (Fig. 5) y los descortezaban y desramaban con hacha (Fig. 6). Este trabajo se realizaba siempre a destajo por una cuadrilla de 3 a 5 peladores y cobraban por metros lineales de fuste desramado y descortezado; método bastante injusto ya que se solía pagar igual los pinos delgados que los muy gruesos y ramosos. El tronzado, o troceado del fuste en trozas o machinas, lo realizaban parejas de trabajadores con tronzador de mano a destajo y cobraban por corte o “tronce” dado. Si el árbol se despiezaba en perchas de mano (Fig. 8) eran los propios aserraores quienes realizaban también el tronzado, cobrando éstos por pieza escuadrada terminada.14 Aunque el despiece, o transformación Fig. 15.–Aserradero del Tranco en la Sierra de Segura, poco antes de terminar las obras de la presa del embalse que observamos al fondo (Foto: Pedro Gómez). La técnica perduró hasta principios de los años 50, pagándose entonces la traviesa terminada a 4 ptas la pieza (Comunicación personal de Aniceto Sánchez Pérez, trabajador forestal jubilado de RENFE que fue hachero, aserraor, motoserrista y operador de máquina descortezadora mecánica). 14 282 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 16.–Vista del poblado de Vadillo Castril hacia 1961. En primer término el aserradero después de su segunda remodelación en el que las sierras ya funcionaban con energía eléctrica, proporcionada por la central hidroeléctrica de la Cerrada del Utrero construida unos años antes, posteriormente se modificaría en otras dos ocasiones: hacia 1966 se construyó un edificio nuevo y se instaló una planta de descortezado mecánico y hacia 1973 se cambió el carro de la sierra principal por uno de tipo electroneumático (Foto: Joaquín San Antonio). de la madera en rollo en piezas escuadradas, no se suele considerar como una fase de la corta, al ser propio de la industria maderera y realizarse actualmente en aserraderos alejados de los montes, como ejecutado por métodos manuales se hacía casi simultáneamente a la corta y en el mismo lugar, lo voy a tratar dentro de éste apartado, ya que es el despiece una de las primeras operaciones que se mecanizan en la serranía, pues al menos durante una década se simultaneó el despiece mecánico con el manual en perchas. Aunque desde varios siglos antes de llegar la compañía ferroviaria, se venían utilizando “sierras de agua” para este fin (las Ordenanzas de Segura de 1580 ya reservaban “cotos y redondas” para éstas, siendo la última que debió funcionar en la serranía la ubicada en el Guadalentín próxima al Vado de las Carretas); la RENFE, durante su primera década aquí, montó distintos aserraderos móviles o volantes que utilizaban la fuerza motriz de un locomóvil de vapor para accionar la sierra y que se solían montar a pie de corta. Entre otros lugares, se montaron aserraderos Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 283 Fig. 17.–Motosierra de dos hombres con motor de gasolina y carburador de flotador, similar a la que ya se utilizaba en Vadillo en 1944 para el retestado de traviesas (Foto: Folleto publicitario de ARTAGÁN -1956). volantes en Los Ranchales, Arroyo de los Habares (2 unidades), Arroyo de la Mesa, Nava de San Pedro, Vadillo Castril, Arroyo de los Ubios, Roblehondo, El Cerezuelo y El Tranco. De ellos, el único que pasó a ser fijo después fue el de Vadillo Castril, que cerró definitivamente al poco de la creación del Parque Natural y que a lo largo de su casi medio siglo de vida sufrió tres importantes transformaciones. Sus instalaciones acogen hoy al Centro de Interpretación de la Cultura de la Madera (CiCUM). Otra importante innovación tecnológica en los trabajos de corta fue la incorporación de la motosierra. La primera motosierra que se utilizó en la serranía fue a mediados de los años 40, precisamente en Vadillo, donde se utilizaba para el tronzado de troncos y el retestado de las traviesas, tal como aparece en el documental “La Madera de España” rodado por el Ministerio de Agricultura en 1944. Llevaba motor de dos tiempos con carburador de flotador y los dientes de corte eran de tipo angular. Sin embargo, las primeras motosierras de un hombre, ya equipadas con carburador de membrana y dientes de corte de tipo gubia; las introduce RENFE a finales de los años 50 del siglo pasado. Estas ya podían funcionar con el motor en cualquier posición angular, desbancando en poco tiempo al tronzador de mano en los trabajos de apeo, desramado y tronzado. Hacia 1966 RENFE instala en Vadillo la primera planta de descortezado mecánico, con lo que a partir de entonces desaparece paulatinamente el descortezado manual a destajo. Más tarde montaría otra planta similar en el aserradero de Linares-Baeza, ambas equipadas con descortezadoras finlandesas Valon Kone. 284 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas 5.2. Fases de saca y transporte El desplazamiento de las trozas por arrastre de caballerías, operación denominada “ajorro” en la serranía, desde el sitio de apeo hasta el lugar donde accedían los carros en un principio y los camiones después, sigue aún vigente como complementaria de los modernos medios de saca actuales. En 1944 llegan los primeros tractores de orugas que se utilizaron en la saca de madera por arrastre. Eran Caterpillar D2 con motor diesel y se estrenaron en la corta del Arroyo de los Habares. El primer tractor específicamente forestal para la saca no llegaría hasta finales de los años sesenta. Se trataba de un skidder finlandés Valmet, que actualmente se encuentra expuesto en el Centro de Capacitación Forestal. A partir de entonces, RENFE adquiere nuevas unidades de las principales firmas de la época (LATIL, TIMBERJACK, CATERPILLAR, …), aunque el mayor número de unidades que tuvo fueron de la alemana WELTE. Fig. 18.–A principio de los 60, la RENFE empezó a construir jorros y pistas con tractores de orugas equipados con hojas dozer lo que permitió que los medios de saca y transporte pesados accedieran a las zonas de corta. Estas vías de saca se siguen utilizando en la actualidad, tanto para el fin para el que fueron construidas, como para los servicios turísticos (excursiones, senderismo…). En la fotografía se representa un bulldozer iniciando un jorro en Valdeazores en 1970 (Foto: Escuela de Capataces “Jaime Cebrián”). Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 285 Fig. 19.–Skidder forestal desemboscando madera de pino negral (Pinus pinaster) en Navahondona. (Foto: R. Nieto). De este modo, la saca de madera en los montes serranos pasó a realizarse de forma combinada: por arrastre con tracción animal (mulos principalmente), por arrastre con skidders, saca aérea con teleféricos y, puntualmente, también por gravedad, modalidad conocida en la serranía como “volar madera”, paralelamente se emplean tractores dozer de orugas en la construcción de pistas para camiones y jorros para el arrastre con skidders, mejorando el acceso a los montes. Hasta principio de los años sesenta, las carreteras y escasas pistas que se construyeron fueron por métodos manuales, ayudándose únicamente con explosivos -barrenos- en la voladura de rocas; técnica que ya se empleaba a principios del siglo XX en la construcción de las sendas de herradura. Los modernos autocargadores forestales (forwarders) y procesadoras (harvester) que se emplean esporádicamente en los últimos tiempos, especialmente en el aprovechamiento de la madera de los incendios, se han empezado a utilizar aquí después de haberse declarado el Parque Natural. De los medios de saca utilizados entre los años cuarenta y setenta del pasado siglo, destacan los teleféricos forestales que permitieron la saca aérea de madera cortada en lugares hasta entonces inaccesibles, excepto para la saca de piezas escuadradas en perchas que se sacaban a lomo de caballería. El número de teleféricos montados en la serranía en este período supera la veintena, la mayoría en las Sierras del Pozo y Cazorla, 286 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas pues en la Sierra de Segura solo tenemos noticia de tres: Pinar Negro, La Capellanía en la Garganta de Hornos y en el Tranco, entre la isla de Cabeza la Viña y la ribera del embalse debajo del actual Mirador de Rodríguez de la Fuente, aunque éste último no realizaba una verdadera saca aérea, pues las cargas eran armadías de troncos flotantes remolcadas por éste. Los primeros teleféricos fueron del tipo “tricable”, similar a los propuestos dos décadas antes por Fernando Baró (Fig. 20). Estos constaban básicamente de dos cables portantes fijos –vía y retorno– por los que circulaban los carrillos cargados y vacíos respectivamente, que se desplazaban de forma simultánea al ir todos unidos a un cable tractor, empalmado por los extremos. Si el desnivel entre las estaciones de carga y descarga era suficiente, las carrillos cargados bajaban por el cable vía por gravedad moviendo el cable tractor que subía los carrillos vacíos hasta la estación de carga; de modo que el trabajo en los mismos era sincronizado: mientras los operarios en la estación de carga cargaban Fig. 20.–Dibujo representativo de la estructura y funcioun carrillo, los de descarnamiento de un teleférico tricable automotor y detalle de ga descargaban otro. La unos operarios enganchando una gran troza de pino salgareño en uno de los carrillos del, probablemente, primer comunicación entre las tricable que se montó en la serranía. ( Dibujo: A. Valladares dos estaciones se realizaConde en su Manual de Teleféricos Forestales. Foto: Esba mediante un arcaico cuela de Capataces “Jaime Cebrián”). Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 287 teléfono de magneto a manivela. Éstos teleféricos permitían un tendido de varios kilómetros. El primer teleférico tricable que se montó en la serranía fue desde la Casa Forestal de Gualay hasta las Cuevas de Román, próximas al poste kilométrico 7 de la carretera que desde Vadillo se dirige hacia el Nacimiento del Guadalquivir. Desde la Estación de descarga, la madera se “volaba” por un lanzadero de unos 100 m hasta el Guadalquivir, donde continuaría su transporte por flotación. Además de éste, se montaron en la Sierra del Pozo cinco teleféricos tricables más (Fig. 21). Desde mediados de los años 50, los teleféricos tricables se sustituyen por teleféricos de tipo “grúa”, mucho más precisos en su funcionamiento, ya que podían cargar y descargar madera en cualquier punto de su tendido, mientras que en los tricables siempre eran en puntos fijos. Éstos nuevos teleféricos fueron diseñados por el Ingeniero de Montes Jesús de la Maza y se produjeron tres modelos: JM1, JM2 y JM3. Los tres tipos constaban de un cable vía, apoyado sobre pilonas u otro tipo de apoyos intermedios que, después de tensado, se sujetaba por sus extremos a árboles en pie, generalmente, por este cable se desplazaba un único carrillo, que se movía y estacionaba en cualquier punto del cable vía merced a un segundo cable de traslación y fijación que se accionaba desde una polea de fricción en la estación motriz. En los dos primeros tipos, un tercer cable o “tractor, que se enrollaba en un cabrestante de dicha estación, finalizaba en un gancho que, merced a un contrapeso, cuando se aflojaba con el carrillo parado descendía hasta el suelo para enganchar las cargas. El tercero, JM3, era ya bastante más perfecto en su funcionamiento, pues el carrillo disponía de dos pequeños cabrestantes donde se enrollaban los cables de elevación y descenso de las cargas, accionados desde la estación motriz por un cable sinfín empalmado por los extremos. De este modelo fueron los teleféricos que a finales de los años sesenta se montaron en las Cerradas de la Canaliega, en las juntas de los ríos Gualay y Guadalentín, y en la de Navas en la parte alta del río Guazalamanco. Igualmente era de este tipo el teleférico de prácticas del Centro de Capacitación Forestal del Vadillo y que se estuvo montando cada curso hasta finales de los años 80. El último teleférico que montó la RENFE en la serranía fue un moderno Wyssen suizo de tipo “bloqueadores” en la zona de Collado Valiente, cerca de Puerto Lorente. 288 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 21. Ubicación aproximada de los distintos teleféricos forestales que se montaron en las sierras de Cazorla y El Pozo. a) Tricables (De 1944 a 1955). 1. Casa Forestal de Gualay - Cuevas de Román. 2, peguera de Arroyo Amarillo - Cuevas de Román. 3. Collado Halcón - Arroyo de los Habares. 4. Casa Forestal del Garbanzal - Cortijo de Los Villares, debajo del Puerto de Tíscar. 5. Tranco del Lobo - Poyo Manquillo, junto a la Nava de San Pedro. 6. Casa Forestal del Majal de las Carrascas - Collado Moreno, junto a Fuente Acero. b) Teleféricos grúa JM1 ó JM2 (entre 1955 a 1968): 7, 8 y 9. Barranco de la Canal. 10 y 11. La Yedra y Las Acebadillas. 12. Nava de San Pedro. 13. Entre el Hoyo del Bailaor y Puerto Pinillo. 14. Entre Puerto Pinillo y la Casa Forestal de Gualay. c) Teleféricos grúa JM3 (a partir de 1968): 15. Entre la Cerrada de la Canaliega y el Cortijo del Poyo. 16. Cerrada de Navas o Guazalamanco. 17. Vadillo Castril, teleférico de prácticas del Centro de Capacitación Forestal. d) Teleférico con bloqueadores Wyssen (Hacia 1974): 18. Zona de La Bujea y Collado Valiente (Mapa: Tomás Navarro Gómez). Los teleféricos que se instalaron aquí eran un medio caro, de laborioso montaje y necesitaban que la madera se acercase a los puntos de carga con acémilas o pequeños tractores de orugas. Una vez desmontados y retirados los cables, estación motriz y accesorios; como los apoyos Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 289 Fig. 22.–Izda. Apoyos intermedios utilizando árboles en pie en el teleférico del Centro de Capacitación en Vadillo Castril. (Foto: R. Nieto). Estación motriz de un teleférico grúa JM (Foto: Cortesía Hnos. Moleón). Fig. 23.–Las caballerías fueron de gran utilidad tanto en el abastecimiento de madera a los aguaderos, como en la saca de la madera del río, una vez finalizada la conducción. En la fotografía, el Encargado General de Explotaciones Forestales de la RENFE, Alejandro “Parras”, da instrucciones a los arrieros en uno de los aguaderos del Guadalquivir a mediados de los años 40 (Foto: Cortesía de Cristina Fernández Marín). 290 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas eran los propios árboles en pie o pilonas de madera que también se aprovechaba finalmente, prácticamente no queda huella de éstos en los lugares donde se ubicaron. En la fig. 21 se han situado sobre el mapa la ubicación aproximada de los distintos teleféricos que se montaron en las Sierras de Cazorla y el Pozo15. Fig. 24.–Lanzadero o “tiro” de traviesas en el río Borosa (Foto: Pedro Gómez). Hacia mediados de los años 40, la carretera transversal de Navahondona llegaba ya hasta la Nava del Espino, por lo que el transporte ya era factible de realizarlo con camiones. Sin embargo, la escasez de vehículos adecuados y, especialmente, la falta de gasolina, neumáticos y repuestos obligaron a reiniciar la saca por flotación por el Guadalquivir y sus afluen- Fig. 25.–Reo de traviesas en el embalse del Tranco (Foto: Joaquín San Antonio). La mayor parte de ellos ubicados según información personal al autor por parte de Bienvenido López Bustos –teleferista, maquinista forestal y camionero- y Aniceto Sánchez Pérez -aserraor, hachero y motoserrista-; ambos trabajadores de Explotaciones forestales de la RENFE jubilados. 15 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 291 tes (Borosa, Aguascebas, …). Los primeros camiones que se emplearon en la explotación fueron del ejército, siendo conducidos por militares y, por los motivos aludidos, hubo que transformarles el motor de gasolina para que funcionasen con gasógeno, quemando leña en una caldera anexa, por ello, se utilizaron para complementar el transporte con carros desde la zona de apilamiento de traviesas en la Nava del Espino y el aguadero del Puente de la Cerrada del Vadillo, donde se apilaban para su posterior embarque. Así, hasta 1949, se siguió con la saca fluvial, aunque en este caso de forma más ventajosa que antaño, pues los lanzaderos -tiros- y represas de acondicionamiento del río, realizaron su función de forma permanente a lo largo del periodo que la RENFE sacó madera por flotación. Igualmente, en el acercamiento de madera a los aguaderos se simultaneó el uso de camiones, con la carretería y el acarreo a lomo de caballerías. Con el cierre de la presa del Tranco las conducciones debieron superar dos nuevos problemas: el desplazamiento de las traviesas por el agua estancada a lo largo del embalse y superar el obstáculo que signifi- Fig. 26.–Camión DODGE Carnero, con el conductor –Damián Moleón– acompañado de la cuadrilla de cargadores (Foto: Cortesía Hnos. Moleón). 292 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 27.–Camión BEDFORD equipado con grúa mecánica de carga Joutsa (Foto: Cortesía Antonio Cuadros). Fig. 28.–Camión BARREIROS equipado con plataforma intercambiable VAIHTOLAVA en la Sierra de Cazorla (Foto: FOTOTECA FORESTAL ESPAÑOLA DGB-INIA). Fig. 29.–Camión PEGASO equipado con remolque y grúa hidráulica transportando madera en la Sierra de Cazorla (Foto: Joaquín San Antonio). caba la propia presa al paso de la madera. El primero se solucionó agrupando las traviesas en armadías y éstas uniéndose entre sí formando una línea, denominada “reo” en la jerga pinera. Estos reos eran remolcados desde la cola del embalse hasta el muro por una pequeña embarcación motorizada, para superar la presa se montó una rampa mecánica de cadenas elevadoras con la que sacaban hasta la parte superior, tornándolas de nuevo al río a través de un lanzadero de obra. Ambos elementos, rampa elevadora y lanzadero, se conservan perfectamente, recordándonos con su presencia la gran epopeya que significó el abastecimiento de millones de traviesas a la red ferroviaria española en los años de postguerra. A principio de los 50, RENFE adquiere nuevos vehículos para realizar el abastecimiento de madera al aserradero de Vadillo, ya mejorado y accionado por energía eléctrica, y para el transporte por carretera de las traviesas desde éste hasta las estaciones de Los Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 293 Propios y Linares-Baeza, que son las más cercanas al aserradero, paralelamente se van dejando de escuadrar traviesas en perchas y en aserraderos volantes en el propio monte. Estos nuevos camiones eran vehículos de tamaño medio-pequeño, algunos de la firma inglesa BEDFORD y, la mayoría, del modelo Carnero de la americana DODGE. Estos últimos venían equipados con motor de gasolina que unos años después se les cambiarían por propulsores de gasóleo. A mediados de los 50 adquiere varias unidades más, en este caso camiones de mayor tonelaje de la firma alemana HENCHEL, más fiables y mejor adaptados a las pistas forestales que los anteriores. Finalmente, con el desarrollo de la automoción española, compra varias unidades del primer modelo Pegaso con motor diesel, cuyo eslogan publicitario era “El camión español”, producido por la Empresa Nacional de Autocamiones, S.A. (ENASA), dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI). Años después, la compañía adquiere varias unidades de camiones BARREIROS, siendo estas dos últimas marcas las que abastecerían con nuevos modelos a Explotaciones Forestales de la RENFE hasta su desaparición a finales de los años 80. Hasta principios de los 60 los camiones eran cargados a mano por cuadrillas de “cargadores” equipados con ganchos pineros con los que rodaban las machinas hasta la plataforma del camión utilizando dos rastreles a modo de plano inclinado. Las traviesas y otras piezas escuadradas se cargaban y descargaban directamente a hombro de los operarios. Éstos fueron, en su mayoría, los propios pineros segureños que, al desaparecer el transporte por flotación, siguieron prestando sus servicios en la compañía ferroviaria. El primer medio de carga mecánica que utilizó la RENFE en algunos de sus camiones fue la grúa mecánica de la firma finlandesa JOUTSA, que elevaba los troncos merced a un cable accionado por un cabrestante movido por una toma de fuerza desde la caja de cambios del vehículo. A mediados de los sesenta se equipan algunos de los vehículos de mayor tonelaje de la compañía con plataformas intercambiables de la firma checa VAIHTOLAVA; pero que no dieron el resultado esperado. Finalmente equiparían los nuevos vehículos con las efectivas grúas hidraúlicas, mayoritariamente de la marca HIAB. Hoy, casi cuatro décadas después de que la empezase a utilizar RENFE en los montes de Cazorla y Segura, la grúa hidráulica es la que sigue acaparando el mercado de la carga-descarga de troncos en todo el mundo. En los aserraderos de Vadillo y Linares-Baeza, a partir de 1965 se utilizaron am294 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas pliamente cargadores autopropulsados de pinza, en especial el modelo “Bolinder” de la firma sueca VOLVO. II. LOS PINARES NATURALES SERRANOS: TAN IGNORADOS COMO INVISIBLES Y MENOSPRECIADOS No cabe duda de que la madera que sacaron la Marina y la RENFE de aquí por vía fluvial era de pino, pues el método de flotación “pieza a pieza” utilizado, no era factible para la madera de quercíneas por su alta densidad. Solo tenemos información de una pequeña partida de madera de este tipo destinada a los astilleros de Cartagena, que la Marina sacó de la serranía en carretería, y de la tala, y su posterior transformación en traviesas en perchas, de unas decenas de quejigos en los parajes de Roblehondo y Tramaya en La Iruela, por parte de la RENFE. Las sierras que integran este Parque Natural, junto a la contigua Sierra de Alcaraz en Albacete, conforman la masa más extensa de pinares autóctonos de toda la cuenca mediterránea, donde además encontramos los pinos más viejos de toda Europa Occidental. Las especies presentes son tres: el pino salgareño (Pinus nigra subsp. salzmannii (Dunal) Franco = P. clusiana Clemente in Arias) que encontramos en las zonas altas y medias de estas montañas; el negral o resinero (Pinus pinaster subsp. hamiltoni E. H. del Villar = P. mesogeensis Fieschi y Gaussen), propio de las zonas medias; y el pino carrasco (Pinus halepensis Miller), que aparece sobre sustratos yesíferos y dolomíticos en las zonas más bajas, aunque en la Sierra de Cazorla sube de forma natural, salpicado entre las masas de negral, hasta los 1.300 m de altitud en las proximidades del Parador de Turismo. La calidad de sus maderas es variable, siendo la mejor y de mayor resistencia la del pino salgareño y la peor, especialmente por ser sus troncos muy tortuosos, la del carrasco. Los tres forman masas naturales de carácter endémico de un alto valor ecológico, además del económico que han tenido a lo largo de la historia serrana. Las masas de pino blanco o salgareño (P. nigra ssp. salzmannii) son las únicas de las presentes aquí que la escuela sigmatista predominante considera autóctonas en la serranía, aunque con ciertas reticencias; pues es bien conocida la “alergia” que sus seguidores tienen hacia los pinos en general, marginando o ignorando su presencia en la dinámica de la vegetación. Como ejemplo de la tendencia de ignorar, o no reconoAprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 295 Fig. 30.–Superior izquierda, pinar de salgareño (Pinus nigra ssp. salzmanni). En primer lugar el “Pino de las Cruces”, unos de los árboles singulares más populares del Parque Natural. Dcha. Sup. Detalle de las piñas que presentan dehiscencia anual. Obsérvese la gran cosecha que se dan algunos años, encontrándose éstas agrupadas en las ramillas. Inferior izquierda, pino desfoliado en su totalidad por ataque de procesionaria. A diferencia de los pinos repoblados fuera de su hábitat, que estos ataques pueden causarles la muerte; al tratarse de un árbol autóctono y encontrarse en su óptimo climático no suele morir ni un solo individuo por esta causa (Fotos: R. Nieto). 296 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas cer, que los pinares en muchos zonas de la serranía significan su óptimo de vegetación al formar paraclímax estables, es la siguiente afirmación vertida en una de las primeras guías divulgativas que se editaron sobre el Parque Natural (VALLE TENDERO y otros, 1989)16: “… en una treintena de años se arrasó con una gran población de robles -quejigos- que fue a parar río abajo a los astilleros de Sevilla; … esta situación fue idónea para la rápida expansión de los pinos por las semillas provenientes mayoritariamente de pinos del piso cacuminal… y la repoblación con especies de crecimiento rápido”, Fig. 31.–Pino carrasco (Pinus halepensis). Izda. Masa natural autóctona en una zona rocosa en la Sierra del Pozo. Dcha. Sup. Detalle de una piña normal madura, donde se aprecia el gran pedúnculo leñoso con el que se sujeta a la rama y que caracteriza a esta especie heliófila mediterránea. Dcha. Inf, piñas serotinas que permanecen en el árbol muchos años conservando las semillas con todo su poder germinativo, como estrategia para asegurar la regeneración de la especie después de un incendio (Fotos: R. Nieto). VALLE TENDERO, Francisco et al, Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Guía botánico-ecológica. Editorial Rueda. Alcorcón - Madrid. 1986, pp. 18-19. 16 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 297 por entonces sólo admitían como autóctonas en la serranía a las masas de pino salgareño y solo en altitudes superiores a los 1.700 m. Además marginándolas a la categoría de una subasociación (Daphno oleoide-Pinetum sylvestris- Pinetosum salzmannii) de los pinares de pino silvestre (Pinus sylvestris L.); especie esta última que no se da de forma natural en la serranía, pues los escasos rodales existentes fueron repoblados a mediados del siglo pasado. Ante tamaña tropelía rectificaron posteriormente considerando a estas masas oromediterráneas ya como una nueva asociación: Junipero sabinae-Pinetum mauretanicae. Con la citada afirmación, Valle y col. trataron de justificar la presencia de enormes masas de pino salgareño, árbol serrano por excelencia, a menores altitudes de las admitidas por entonces, basándose en los datos obtenidas en dos “visitas” realizadas por la Marina y que no correspondían al mismo territorio. Tampoco de la comparación de los datos de estas visitas, aunque hubiesen correspondido a los mismos montes, se hubiesen sacado conclusiones fiables si consideramos que éstas, no fueron otra cosa que verdaderas “chapuzas” de inventario: “… el método que se usaba para graduar la cantidad de árboles de un sitio era sumamente defectuoso y expuesto a gravísimos errores… los sujetos se ponían en parajes elevados y desde allí, sin ver las más de las veces todo el monte o sitio, graduaban el número existentes en él, haciendo de los millares poco menos que millones…”. (COBO DE GUZMÁN Y LECHUGA, 1991)17. Los siguientes datos confirman lo expuesto por este autor: En los montes ubicados en la vertiente del Segura, pertenecientes al Departamento de Cartagena, se realizaron sendos inventarios en 1749 y 1751, respectivamente. El resultado del primero fue de 12.250.206 árboles y de 434.451.279 en el segundo. Es decir, que en 2 años el arbolado había aumentado en un 3616%. Los datos no merecen más comentarios, pues ya se descalifican por sí solos. Ante la evidencia de la presencia natural de pinos salgareños en el piso supramediterráneo, al stablishment sigmatista no le quedó más alternativa que describir una nueva asociación de estos pinares: Junipero phoeniceae-Pinetum mauritanicae. COBO DE GUZMÁN, Jesús. Estudio sobre las Ordenanzas de Montes del año de 1748 y del expediente sobre el Régimen y Administración de los Montes de Segura de la Sierra y de su provincia Marítima 1811. Jaén. 1994, p. 144. 17 298 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 32.–Pino carrasco (Pinus halepensis). Izda. Individuo joven con más del 90% de sus piñas serotinas. Dcha. Excelente regeneración natural de pino carrasco, enebro de miera y otras especies de matorral heliófilo en el ranchal del incendio del Realejo entre Tíscar e Hinojares, ocurrido a mediados de los años 90. (Fotos: R. Nieto). Sobre el comportamiento del pino salgareño, conviene resaltar que es una especie mediterránea menos sufrida que sus congéneres carrasco y negral, aunque presenta estrategias de adaptación exclusivas, tales como la vecería que asegura una supercosecha de piñón cada 3-4 años y que el viento se encarga de expandir por posibles áreas devastadas por el fuego para su repoblación natural (El área calcinada por el gran incendio de Los Ranchales de 1851, es hoy una exuberante masa natural debido a este fenómeno). Igualmente, llama la atención su capacidad de soportar los ataques de procesionaria (Thaumetopoea pityocampa), un insecto defoliador que ha evolucionado con este pino, el único de la serranía al que produce grandes defoliaciones periódicamente, pero que el árbol supera satisfactoriamente, aunque éstas hayan sido totales. Igualmente, el muérdago (Viscum album subsp. austriacum), arbusto hemiparásito que vive sobre distintas especies de pino, aunque en esta serranía, tal como hace la procesionaria, sólo lo encontraremos sobre nuestro pino blanco o salgareño, distribuido por tres zonas principalmente: Valles altos del Guadalquivir –a partir de Calerón– y del Gualay; zona de Valdeazores y, en la Sierra de Segura, zona del Pino Galapán y la Fuenfría. Cuando el muérdago ataca a pinos u otros árboles repoblados fuera de su hábitat natural acaba matándolos, pero al pino salgareño autóctono en su óptimo ecológico podemos decir que no le Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 299 afecta negativamente, pues podemos observar individuos cuasi milenarios que llevan siglos parasitados de muérdago y gozan de una excelente salud. Sin embargo, otras estrategias de supervivencia, como la serotinia, propia de las otras dos especies de pinos naturales serranos, en el salgareño no está presente, pues sus piñas de maduración anual, se abren en su totalidad a finales de invierno. Peor tratamiento han dado a los pinares de carrasco (P. halepensis) y negral o resinero (P, pinaster ssp. hamiltonii). Si bien reconocidos actualmente como “pinares meridionaFig. 33.–Pino carrasco en el túnel de los Cierzos, en el piso bioclimático supramediterráneo, cerca del les”18 sobre calcareniscas Nacimiento del Guadalquivir. El canchal que queda dolomíticas de las Sierras a la espalda de la fotografía se le llama “Lancha del Pi Carrascal”, lo que confirma la presencia natural de este Béticas son, sin embargo, pino en el lugar al menos en los últimos siglos (Foto: ignorados aquí por la orR. Nieto). todoxia sigmatista; cuyos modelos basados exclusivamente en inventarios de la flora actual en parcelas elegidas de forma más o menos arbitraria y en las que los elementos florísticos que no encajan en sus modelos preconcebidos son ignorados. Tampoco tienen presentes la información que al respecto pueden proporcionar disciplinas como la paleobotánica, la etnobotánica o, incluso, la toponimia. Consecuencia de todo ello es que esas teorías están cada vez más cuestionadas desde distintos ámbitos y el papel secundario que SAINZ OLLERO, Helios et al. “La cartografía sintética de los paisajes españoles: una asignatura pendiente geobotánica”. Ecología nº 23 (2010) pp. 249-272. 18 300 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas suelen asignar a estos pinares en las series de vegetación puesto en entredicho. En el caso concreto de los pinares naturales de carrasco, el trabajo fitosociológico más completo sobre la vegetación del Parque Natural, los considera en la asociación mesomediterránea Rhamno lycioides-Pinetum halepensis, admitiéndolo con ciertos reparos: “… La naturalidad de Pinus halepensis en estas comunidades ha sido puesta en tela de juicio, dificultando la valoración de este aspecto la enorme potenciación antrópica de la especie (cultivos forestales) y su facilidad para la proliferación secundaria. No obstante, Torres et al. (1999) abordan ampliamente el tema y apuestan claramente por su naturalidad. En nuestra tabla no está presente Pinus halepensis, a pesar de ser abundante en la zona, porque lo consideramos mayoritariamente cultivado o subespontáneo, aunque tampoco podemos descartar la existencia de ejemplares autóctonos, ya que no hemos abordado en profundidad este asunto”.19 Los pinares naturales de pino negral ni siquiera los menciona el autor en dicho trabajo. Desde luego que el pino carrasco se ha repoblado en zonas bajas –especialmente en las repoblaciones de las antiguas tierras de labor próximas al embalse del Tranco–, pero los pinares irregulares que desde Pozo Alcón a la Sierra de Segura y, siguiendo el Guadalquivir, hasta pasado Arroyo Frío son autóctonas y totalmente naturales, como atestiguan sus estrategias a defenderse contra los incendios. Entre ellas destaca la serotinia de sus piñas en la mayoría de los individuos naturales. La serotinia consiste en que las piñas permanecen cerradas conservando los piñones con su poder germinativo intacto durante años, incluso décadas, por el calor del fuego, las piñas chumascadas se abren paulatinamente después de producirse éste y sus piñones, provistos de ala, se expanden por el espacio quemado propiciando el regenerado natural; fenómeno bastante raro cuando se trata de ejemplares repoblados, por ejemplo, en el incendio de la zona del Realejo entre Tíscar e Hinojares, ocurrido a mediados de los años 90, la regeneración natural de este pino ha sido excelente y la mayor parte de las piñas producidas por los jóvenes pimpollos son serótinas (Fig. 32). Fenómeno que no suele producirse en las repoblaciones artificiales de esta especie. Además de la omnipresente sabina negra (Juniperus phoenicea), estos pinares cuentan entre su cortejo florístico a otras GÓMEZ MERCADO, Francisco. “Vegetación y Flora de la Sierra de Cazorla”. Guineana nº 17. Universidad del País Vasco. (2011) p. 174. 19 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 301 especies que utilizan diferentes técnicas pirófitas diferentes: el enebro de miera (Juniperus oxycedrus ssp. oxycedrus) o el torvizco (Daphne gnidium) rebrotan de cepa a los pocos días de haberse calcinado su parte aérea por el fuego; la germinación del banco de semillas de Cistáceas esparcidas por el terreno afectado, como las jaras (Cistus sp.) y jaguarzos (Halimium atriplicifolium) es beneficiada por el fuego, … El topónimo del canchal que existe ascendiendo por la carretera del Nacimiento del Guadalquivir a la derecha, justo antes de llegar al túnel de Los Cierzos, es “Lancha del Pi Carrascal”, manteniendo la denominación en castellano antiguo, lo que confirma la presencia natural del pino carrasco en la zona al menos en los últimos siglos, por la parte alta de esa ladera llega a las proximidades del Parador de Turismo de Sacejo, sobre los 1300 m de altitud, encontrándose ya bastante fuera de su medio óptimo, lo que no es algo excepcional si consideramos que en el Norte de África sube de forma natural hasta los 2.200 m de altitud.20 Fig. 34.–Masa natural endémica de pino negral (Pinus pinaster ssp. hamiltonii) en una ladera dolomítica de orientación E entre el Puerto de las Palomas y el de Peñonborondo en el monte Navahondona (Fotos: R. Nieto). 20 CHARCO GARCÍA, Jesús. Guía de los Árboles y Arbustos del Norte de África. Agencia Española de Cooperación Internacional. Madrid. 2001, p. 130. 302 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Especial atención requiere el tratamiento de los pinares de negral o resinero (Pinus pinaster subsp. hamiltonii = P. mesogeensis) ignorados sistemáticamente en los trabajos de fitosociología realizados en la serranía. No es de extrañar si consideramos la fobia que se le tiene a la especie por parte del movimiento verde al ser el árbol más repoblado por el Plan de Repoblaciones del antiguo Patrimonio Forestal del Estado, una buena parte de las veces en terrenos donde potencialmente correspondía una vegetación planifolia. De hecho, en la actualidad, las masas de pino negral ocuFig. 35.–Pino negral o resinero negral (Pinus pinaster ssp. pan una superficie en Espahamiltonii) . Izda. Magnifico ejemplar en terreno calizo profundo. Junto a él un enebro de miera (Juniperus ña próxima a los 2 millones oxycedrus subsp. badia), un quejigo (Quercus faginea) y de has.; de las que la mitad, una encina (Quercus rotundifolia), con los que compite en este medio, formando masas mixtas. Dcha, pinos aproximadamente, serían negrales sobre suelo dolomítico, supervivientes del gran pinares repoblados y la otra incendio del Puerto de las Palomas (Fotos: R. Nieto). mitad masas naturales endémicas puras o mixtas, pues es bastante habitual encontrarlo mezclado con otros pinos o con quercíneas, como es lo más normal en la serranía. En el caso que nos ocupa forma masas puras en terrenos dolomíticos situados entre los 900 y los 1500 m de altitud; siendo sustituido por el pino salgareño (P. nigra subsp. salzmannii) en las zonas de umbría a partir de los 1.000 metros. Incluso podemos encontrar juntos a los tres especies de pinos serranos, en lo que podríamos llamar zonas de tensión entre éstos. En terrenos más fértiles y profundos, se mezcla con el quejigo (Quercus faginea), especialmente en los fondos de valle, y con la encina (Q. rotundifolia) en zonas de ombroclima subhúmedo (menos de Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 303 1.000 mm/año de precipitación); pues a mayores precipitaciones la encina al ser una especie xerófila se acantona en los zonas rocosas permeables –lanchas o canchales– donde el agua se filtra fácilmente. En terrenos descabonatados del triásico, que afloran en ciertas zonas de la Sierra de Segura, suele competir con el rebollo (Quercus pyrenaica), aunque el que predomina en esos enclaves en los tiempos actuales es el pino. El pino negral es una especie típicamente mediterránea de área fragmentada dándose en España, sureste de Francia, noroeste de Italia e islas mediterráneas de Córcega y Cerdeña. En el norte de África aparece algo en Túnez y Argelia, siendo más abundante en Marruecos, tanto en las montañas del Rif como del Atlas. Estudios paleobotánicos recientes confirman su presencia en la Península durante todo el Cuaternario.21 En nuestras Sierras debe encontrarse de forma natural al menos desde la última glaciación. Especie heliófila que también presenta estrategias pirófitas de defensa al fuego, como su gruesa corteza y la presencia de piñas serotinas, aunque sólo en algunos individuos y siempre en masas naturales. También llama la atención en estos pinares naturales la supervivencia de la mayoría de individuos que quedan vivos después de pasar el incendio, mientras que sus homólogos repoblados lo normal es que mueran por el ataque de perforadores escolítidos (Fig. 35. Dcha.). Asociado tradicionalmente a los sustratos ácidos, como los denominados “rodenos” de Castilla-La Mancha, nombre que por extensión también se aplica a este pino; es, sin embargo, una de las especies más características en los arenales dolomitícolas formados por la degradación de rocas blandas de carbonato magnésico con pH alcalino. Incluso lo encontramos en suelos arcillosos tales como los regosoles y cambisoles cálcicos. Este carácter tolerante en cuanto a la acidez del suelo del pino negral ya lo puso de manifiesto Máximo Laguna en el siglo XIX: “… que confirman la rectificación impuesta por D. Máximo Laguna a los forestales franceses sobre la supuesta condición calcífuga de la especie, creo que se puede afirmar que en todos los rodales de rodezno en la Sierra de Cazorla entra el elemento calizo en la constitución del suelo;…”22 HERRANZ SANZ, José Mª et al. “Caracterización florística de los pinares naturales de Pinus pinaster Aiton en Castilla-La Mancha. INIA. Madrid, 2008, p. 15. 21 MACKAY MONTEVERDE, Enrique. “La Sierra de Cazorla bajo su aspecto forestal”. Revista Montes Tomo XLI. Madrid, 1917, p. 794. 22 304 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 36.–Pinar natural endémico de pino negral (Pinus pinaster subsp. hamiltonii) en una dolomía en Navahondona. Este tipo de pinar corresponde a la variante “mesosupramediterránea Subbética” descrita para la ciencia por Herranz y col. en la vecina Sierra de Alcaraz. Entre el cortejo florístico de estos pinares en nuestro Parque Natural se encuentran varios endemismos como la popular violeta de Cazorla (Viola cazorlensis) – foto inf. centro- o la bonita margarita de los arenales dolomitícolas (Leucanthemopsis pallida subsp. spathulifolia) -foto inf. dcha.- Obsérvese también el detalle de piñas serotinas de varios años que podemos observar en algunos pinos viejos (Fotos: R. Nieto). El origen del problema de no reconocer estos pinares tiene su origen en el Mapa de las Series de Vegetación (RIVAS MARTÍNEZ, Salvador, 1987) que, siguiendo los criterios aludidos, al no considerar a estos pinares como cabezas de serie, sino como meras etapas de las series encabezadas por la encina o el quejigo, no aparecen como tales en el mismo, ni formando parte de las bosques mixtos. Actualmente, ese tratamiento no es compartido por un buen número de autores: “La interpretación sistemática de las cabeceras de serie como formaciones monoespecíficas, obvianAprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 305 do los mosaicos, las transiciones y las ecotonías es otro de los inconvenientes de este mapa de series, excesivamente “cartesiano”, basado en la intuición intelectual y la indubitabilidad (entre lo absolutamente falso y lo absolutamente verdadero no hay término medio). … Las formaciones de alcornoques, encinas o quejigos se cartografían independientemente aunque a menudo constituyen formaciones mixtas; se interpretan como quejigares los pinares de salgareño de la serranía de Cuenca o Cazorla…”.23 En resumen, estos autores le achacan defectos al mapa de series como “el no reconocimiento de los pinares mediterráneos, conceder demasiado peso a las especies dominantes concebidas como cabeceras de las series y no aceptar series mixtas o paisajes caracterizados por distintos tipos de vegetación”24. De la importancia ecológica de los pinares naturales de negral, da idea el que la Directiva de Hábitat los catalogue como “Pinares mediterráneos de pinos mesogeanos endémicos” dentro de los hábitats naturales de interés comunitario y establece las medidas para su conservación. Hoy estos pinares están plenamente reconocidos, destacando el trabajo sobre los mismos en Castilla-La Mancha (HERRANZ SANZ, José Mª et al.) en el que describen y caracterizan florísticamente hasta 10 variantes distintas de pinares de Pinus pinaster, de las que dos de ellas “supramediterránea calcícola Subbética” y “mesosupramediterránea dolomitícola Subbética”25, están presentes en el espacio que nos ocupa. Ambas variantes están ampliamente representadas en todo el Parque Natural, excepto en su vertiente sur (de Puertollano a la carretera que une Tíscar con Pozo Alcón) que al no ser el sustrato adecuado para el negral, entran en contacto directo los pinares de salgareño de las zonas altas con los de carrasco de las bajas, sin la interposición de un cinturón intermedio de pinar de negral. La variante dolomitícola Subbética es especialmente rica en Biodiversidad, pues además de las especies características que acompañan a la mayoría de pinares mediterráneos y que soportan el magnesio del sustrato (Juniperus oxycedrus, Juniperus phoenicea, Daphne gnidium, Rhamnus myrtifolius, Erinacea anthyllis, EchinosSAINZ OLLERO, Helios et al. “La cartografía sintética de los paisajes españoles: una asignatura pendiente geobotánica”. Ecología nº 23 (2010) p. 255. 23 24 Ibiden, p. 262. HERRANZ SANZ, José Mª et al. “Caracterización florística de los pinares naturales de Pinus pinaster Aiton en Castilla-La Mancha. INIA. Madrid, 2008, pp. 69-78. 25 306 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Fig. 37.–“Pino del Trigo Preñán” en el paraje Loma de la Sarga en el monte Navahondona. Un gran ejemplar de Pinus pinaster cuya edad debe estar próxima a los cuatro siglos, estando ya atacado por el hongo Fomitopsis pinicola que acabará en pocos años con él (Foto: R. Nieto). Fig. 38.–“Sus semillas eran tan propensas a fermentar y arraigar que no es menester envolverlas en tierra y así es, que a las primeras aguas del otoño empiezan los piñones a convertirse en arbolitos” (Foto: R. Nieto). partum boissieri, Genista scorpius, Lavandula latifolia, Thymus orospedanus, Rosmarinus officinalis, Sideritis incana, Cistus albidus, Cistus monspeliensis, Helianthemum croceum, Silene legionensis, Linaria aeruginea,…), encontramos en ellos a algunos de los endemismos más característicos del distrito Cazorlense: Viola cazorlensis, Leucantemopsis pallida subsp. spathulifolia, Fumana paradoxa, Centaurea granatensis, Erysimum myriophyllum, … Conviene resaltar, que el no reconocimiento explícito de éstos pinares mediterráneos por parte del stablishment oficialista repercute muy negativamente en los intereses del territorio, al menospreciar su biodiversidad y dando una imagen falsa de nuestra vegetación. Así, al utilizar esos trabajos como fuente informativa, el error va creciendo hasta límites insospechados en publicaciones, artículos, páginas web, documentales, prensa, etc. Un ejemplo: el título del capítulo dedicado a este Parque Natural en el bloc de un popular especialista en turismo, Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 307 perteneciente a uno de los grupos de comunicación de mayor audiencia del país, era “Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas: Donde todo es puesto menos los roquedos”, puesto en contacto con el autor, éste subsanó de inmediato el error al que le había abocado la consulta de una fuente poco apropiada. Otros ejemplos inexactos referidos al pino negral en esta serranía: “ … que vio ampliada su área de presencia natural al servir de materia prima en la extracción de esencia de trementina…”26 o “… que fue muy extendido por reforestaciones muy antiguas…”.27. Respecto a la primera afirmación hay que decir que, como masas naturales, son irregulares existiendo individuos de todas las edades, aproximándose los más viejos a los cuatro siglos y por lo tanto poco aptos para la práctica de la resinación. Sin embargo, la resinación de árboles vivos tal como hoy la concebimos, se inicia en las Landas francesas a finales del siglo XIX y en la Sierra de Cazorla -Montes de Navahondona, Guadahornillos y Vertientes del Guadalquivir- sólo se resinó, utilizando el llamado “método Hugues”, en el período 1942-1952, con unos rendimientos bastante exiguos, pues estos pinares son poco aptos para ese aprovechamiento tanto por ser masas irregulares como por las dificultades para el remasado de la resina, debido a las fuertes pendientes y a la abundancia de matorrales. En cuanto a las “reforestaciones muy antiguas”, no hay constancia de que así fuera, pues aunque las Ordenanzas de Montes de 1748 obligaban a plantar tres arbolitos por cada árbol adulto que se apease; esta medida no se puso en práctica aquí por la eficacia de la regeneración natural. El Expediente sobre el Régimen de Montes de Segura y su Provincia Marítima de 1811 así lo contempla: “… sus semillas eran tan propensas a fermentar y arraigar, que no es menester envolverlas en tierra y así es, que a las primeras aguas del otoño empiezan los piñones a convertirse en arbolitos”.28 Y es que las repoblaciones forestales con nuestros pinos en la serranía las inició Mackay a BENAVENTE NAVARRO, Alfredo y GÓMEZ MENA, Joaquín. Ecosistemas de la Provincia de Jaén. Tomo I. Diario Jaén. 2006. 26 MORENO ARROYO, Baldomero et al. Setas de Andalucía. Centro Andaluz del Libro. Sevilla, 1996, p. 35. 27 COBO DE GUZMÁN, Jesús. Estudio sobre las Ordenanzas de Montes del año de 1748 y del expediente sobre el Régimen y Administración de los Montes de Segura de la Sierra y de su provincia Marítima 1811. Jaén. 1994, p. 149. 28 308 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas finales del siglo XIX, habiéndose realizado la mayor parte de éstas desde finales de la contienda civil hasta los años setenta del pasado siglo. En cualquier caso, las plantaciones se centraron en calveros, navas y roturaciones abandonadas carentes de vegetación arbórea. En el caso concreto de Navahondona afectaron escasamente al 7% de su superficie. Es justo decir que éstas se hicieron con semilla recolectada in situ de nuestros pinos y criadas en viveros volantes en los propios montes, por lo que no han dado lugar a contaminación genética por la introducción de especies o variedades alóctonas29. Igualmente, la posición sigmatista respecto a estos pinares pudieran tener también repercusiones económicas, ya que los técnicos responsables de las reforestaciones pudieran dedicar dinero público en actuaciones tendentes a la consecución de hipotéticos clímax, que al menos en las dolomías no van a ser realidad nunca. Un ejemplo es el estudio sobre nuevas técnicas de reforestación en el incendio del Puerto de las Palomas ocurrido en 2001 (SILES y otros, 2004), cuyos autores parten de que la “vegetación existente antes del incendio se correspondía con pinares de repoblación, principalmente de Pinus pinaster y más puntualmente de Pinus nigra y Pinus halepensis, por lo que la vegetación se hallaba muy lejos de la situación natural que le corresponde al monte (encinares mesomediterráneos en su faciación típica y termófila de Pistacia lentiscus; encinares supramediterráneos, quejigales mesosupramediterráneos en su faciación umbrófila con Pistacia terebinthus y pinares edafoxerófilos de pino salgareño, Pinus nigra) descrita por Valle et al (2003)”.30 Sí se pusieron especies alóctonas en el “embellecimiento de las carreteras” en la década de los 50 por parte del Patrimonio Forestal del Estado. Entre las especies arbóreas que encontramos por esta causa en los márgenes de las principales vías de comunicación están Cupressus sempervirens, Acer negundo, Populus x canadensis, Fraxinus penssylvanica, Gleditsia triacanthos, Robinia pseudoacacia y Ailanthus altissima; siendo éste último árbol de origen oriental el único que está planteando serios problemas de asilvestramiento en el territorio por lo que debía ser controlado en todo el Parque. En alguna pequeña plantación que hizo el ICONA a principio de los 70 en Navahondona (Loma de La Sarga y Poyo Manquillo) sí plantó pino laricio austriaco (Pinus nigra ssp. nigra) existiendo riesgo en esas zonas de hibridación entre el laricio autóctono y el introducido. Anteriormente, en época de Mackay, se plantó una pequeña parcela de experimentación en la Cuesta del Bazar, junto al primer sequero de piñas de calor artificial. 29 SILES, G. et al. “Una investigación en desarrollo: Nuevas técnicas de reforestación en el incendio del Puerto de las Palomas”. Anuario del Adelantamiento. Nº 46. Cazorla (Jaén), 2004, p. 81. 30 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 309 Fig. 39.–Aspecto del “ranchal” del Puerto de las Palomas 16 años después de producirse éste. En la izquierda, en zona de rocas duras de carbonato cálcico y arcilla roja, han prosperado algunas encinas. En la parte inferior derecha aparece un bosquete superviviente de pinar autóctono de Pinus pinaster, sobre sustrato dolomítico; comunidad que antes ocupaba la mayor parte de la superficie clara que aparece desprovista de vegetación superior. (Foto: R. Nieto). La realidad en el terreno afectado es que si bien, tanto en la zona de menor pendiente y buen suelo de las partes alta y baja de la zona afectada por el fuego, existía algo de pinar repoblado, de quejigal en el fondo de Valle y de encinar en zonas arcillosas principalmente; más del 70% de la superficie calcinada es claramente dolomítica y estaba cubierta por pinar natural de Pinus pinaster, continuación del representado en la fotografía 36, tirada a menos de medio kilómetro del límite sur del incendio, en la misma ladera. El partir de una situación errónea junto a otros desaciertos en la gestión de la restauración, no sabemos si han repercutido en su regeneración; lo que no queda la menor duda es que es el gran incendio que peor se está regenerando de cuantos se produjeron en las últimas décadas en el Parque Natural. Igualmente es significativo el que la posición oficialista sigue también ignorando los pinares naturales mediterráneos, como atestigua el hecho de que en el Proyecto del Plan de Ordenación de los Recursos 310 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Naturales (PORN) del Parque Natural (Borrador 3º, 2017) al referirse a los pinares de negral (Pinus pinaster) y carrasco (P. halepensis) los consideran como Formaciones forestales artificializadas o formaciones boscosas de repoblación ignorando que, si bien muchas masas actuales de ambas especies provienen de repoblación, la mayoría son autóctonas, totalmente naturales, que albergan una excelente biodiversidad y que como tales están recogidas en la Directiva de Hábitats de la Unión Europea. La presencia de estos pinares en el territorio no solo aparecen en las “visitas” de la Marina, sino en las Ordenanzas de 1580 y en las Relaciones Topográficas de Felipe II. Fig. 40.–Olivar marginal en ladera cuyo cultivo fue abandonado hacia 1970 en la zona de Rechita entre La Iruela y Burunchel a unos 900 m de altitud y orientación O, donde observamos los olivos cultivados que perduran (4), junto a las leñosas silvestres que lo han colonizado de forma natural excelentemente a lo largo de las últimas cuatro décadas: 1, Pinus pinaster. 2, Pinus halepensis. 3. Quercus rotundifolia. 5. Juniperus oxycedrus. Además entre el matorral hay romero (Rosmarinus officinalis), lentisco (Pistacia lentiscus), cornicabra (Pistacia terebinthus), hiniesta (Genista cinérea ssp. speciosa), mejorana (Thymus masticina), tomillo (Thymus orospedanus), ruda (Ruta angustifolia), jara blanca (Cistus albidus), etc. (Foto: R. Nieto). Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 311 Por otra parte, no obstante, hay que reconocer que el pinar está en la actualidad más extendido de lo que desde el punto de vista fitosociológico le correspondería y que hoy, en terrenos adecuados, ocupan espacios que antaño estaban cubiertos por quercíneas; pero las razones no hay que buscarlas en el aprovechamiento maderero, sino en los incendios y en otros aprovechamientos del medio forestal como el ramoneo para ganadería, el aprovechamiento de leñas para combustible doméstico y, especialmente, por el carboneo. El primero ya trataban de regularlo las Ordenanzas de Segura en 1580 y el segundo las de Cazorla, treinta años antes: “… porque vayan dos personas del cabildo a señaladar a dicho lugar donde se obtiene el dicho carbon declaren a los carboneros los arvoles que han de dexar de que no pueden hacer carbón e la persona o personas que contra lo susodicho hiecieren carbón, sea punido y castigado…” (GARCÍA GUZMÁN, 1999)31. No obstante, reitero que una buena parte de los terrenos del territorio serrano son dolomías, no siendo aptos para que vegeten las quercíneas, al actuar el magnesio como un elemento limitante para encinas y quejigos. En cualquier caso, a lo largo y ancho de la serranía, lo más normal es encontrar pinares con encinas o encinares con pinos, amén de quejigos, agracejos, fresnos, serbales, áceres, etc, etc. (Fig. 40). Por último, quizá convenga reflexionar sobre la resistencia que suele oponer la Naturaleza a que la doblegue el hombre, de modo que intentar encasillarla en modelos preconcebidos es exponerse a un más que probable fracaso. III. LAS SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS: CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA, APROVECHAMIENTOS, ASPECTOS SOCIALES Y PATRIMONIALIZACIÓN Las Sierras que conforman el actual Parque Natural (Cazorla, Segura, Las Villas, El Pozo y Cabrilla) albergan una importante biodiversidad, especialmente botánica, unos ecosistemas bien conservados y unos impresionantes paisajes. Estos valores naturales se han conservado a lo largo del último milenio a la vez, que la mayor masa de coníferas autóctonas mediterráneas que albergan, se han aprovechado por métodos más o menos sostenibles. La conservación de los valores naturales aludidos GARCÍA GUZMÁN, María del Mar. “Unas Ordenanzas de la Sierra de Cazorla (1552)”. Miscelánea Medieval Murciana. Vol. XXII-XXIV, 1999, pp. 31-49. 31 312 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas conllevó a que la serranía fuese declarada Parque Natural en 1986; una figura blanda de espacio protegido cuyo objetivo final no es otro que la conservación de sus valores naturales, compatibilizando ésta con el mantenimiento de las actividades tradicionales en el medio natural y promoviendo otras nuevas respetuosas y compatibles con la conservación; unas y otras orientadas a mejorar las condiciones socioeconómicas de la población afectada por la declaración del espacio. Hoy, tres décadas después de la declaración del Parque, podemos decir que los objetivos de conservación se han cumplido ampliamente, especialmente al considerar amplias superficies del mismo como Áreas de Reserva (Zonificación A), en las cuales se limitan excesivamente las actividades tradicionales (ganadería, aprovechamientos, instalaciones turísticas, …). De ellas, la denominada Área de Reserva de Navahondona-Guadahornillos, que ocupa la mayor parte de los montes ordenados del mismo nombre, en los que a pesar del aprovechamiento maderero y otros derivados de éste en el último siglo, como el carboneo y destilación de alquitrán vegetal, no fueron impedimento para que la excelente conservación de sus valores naturales justificasen su declaración como tal. “Navahondona en 1905 disponía de 617.002 m3 de madera en pie; hoy, dispone de más de 2.622.000 m3. Y todo ese aumento después de haberse aprovechado más de 700.000 m3 y conservar la mayor parte de plantas endémicas de todo el Parque” (BADILLO VALLE, 2013)32. Las restricciones a los aprovechamientos forestales en tales áreas son bastante acentuadas y, aunque puntualmente se realicen cortas de madera, las limitaciones son mayores que en el resto del espacio, lo que encarece los métodos de aprovechamiento, resintiendo su rentabilidad. Por otra parte, es fácil constatar que una buena parte de la superficie incluida en la misma no presenta mayores valores naturales (especialmente en lo que a plantas endémicas se refiere) que otras zonas ubicadas fuera de la misma. Por ello, como ya propusimos en un trabajo anterior (NIETO OJEDA, 2012)33 sería deseable replantearse los límites del Área de Reserva de Navahondona-GuaBADILLO VALLE, Valentín. “Los aprovechamientos forestales en las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas”. Revista del Festival de la Sierra y el Hombre nº 1. Vadillo Castril, 2013, p. 8. 32 NIETO OJEDA, R. (2012). “ Aprovechamientos forestales y biodiversidad en las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas” en ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo y MOYA GARCÍA, Egidio, “Aprovechamientos madereros en los montes jiennenses” (siglos XVIII-XX). Universidad de Jaén , 2012, pp. 268-269. 33 Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 313 dahornillos, reduciendo su superficie y, en contrapartida, declarando microreservas en zonas ricas en endemismos u otros valores naturales destacables y que actualmente se encuentran en Zonificaciones B y C. En cuanto al aprovechamiento maderero, hay que decir que a lo largo de estos treinta años de espacio protegido se le ha prestado escasa atención habiéndose incentivado poco o nada. Y es que si bien el art. 83 del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales Parque Natural (PORN) establece que “La Consejería de Medio Ambiente promoverá la instalación de industrias de transformación de la madera y derivados forestales”, la realidad demuestra lo contrario, ya que no solo se cerró el aserradero de RENFE en Vadillo dos años después de la declaración del Parque; también han desaparecido algunos de los aserraderos privados del entorno de la serranía, como los de Villacarrillo, Siles y La Puerta de Segura. Incluso ya no se contemplan los aprovechamientos madereros sostenibles como un objetivo general de los fines del Parque Natural en el borrador del nuevo PORN, tratando a éstos de forma muy superficial en su art. 125. Mientras tanto, el territorio del Parque Natural se va empobreciendo irremediablemente, tanto en el aspecto demográfico como económico. Así, según el INE34, la población de los pueblos cuyos términos municipales conforman el Parque Natural, era en 2010 de 85.859 habitantes; población que había descendido a 79.302 en 2016. Es decir, que en tan solo seis años se habían perdido 6.557 habitantes, lo que supone el 7,6% o el 1,26% anual. En renta per cápita, todos los municipios del Parque están por debajo de la media de la provincia de Jaén (23.999 €), siendo Cazorla, con 17.410 €, el municipio de mayor renta por habitante y año. En el extremo opuesto se encuentran Génave e Hinojares, cuyas rentas per cápita apenas superan los 7.000 €; seguidos de Chillúevar (11.876 €) y Huesa (11.332 €), por consiguiente, estos cuatro municipios serranos se encontrarían entre los más pobres del país. En cuanto a la tasa de paro registrada, sólo tres municipios del Parque no superan el 10%, estando la mayoría en torno al 15%. Datos tan negativos son indicadores de que las políticas conservacionalistas practicadas en el Parque en las últimas décadas, a veces más propias de un Parque Nacional que de uno Natural, han beneficiado poco 34 314 Instituto Nacional de Estadística. Datos de 2010 y 2016. Internet. De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas a la población del mismo, por ello, sería deseable que la tendencia futura se invirtiera, apostando más por el ecodesarrollo, en el que un recurso natural renovable como es la madera, vuelva a tener el protagonismo que le corresponde, tanto por la producción de la serranía y ser un aprovechamiento histórico compatible con la conservación, como por constituir el Parque la mayor masa continua de coníferas autóctonas de toda la región Mediterránea. No es de recibo que nuestra madera siga saliendo del territorio serrano sin que genere rentas añadidas en la población del Parque. La creación de industrias, tanto de tipo aserradero, como de laminados de madera o carpintería, para las que la madera de pino salgareño es ideal, son ineludibles. El destino más adecuado de la madera de peor calidad, como la de pino carrasco, quizá sea su utilización como biomasa por el excelente péllet que se obtiene de ella. ¡Y esas actividades sí invierten mano de obra del entorno serrano, manteniendo y fijando población rural! Igualmente habría que poner en valor no solo la actividad actual y futura, sino también histórica desde el punto de vista patrimonial. Al respecto, hay que decir que con las excepciones del Centro de Interpretación “El Sequero” en Siles, el Centro de Interpretación de la Provincia Marítima en Orcera y el Centro de Interpretación de la Cultura de la Madera (CiCum) de Vadillo Castril, poco se ha hecho al respecto, por ello sería deseable que a través de carteles, tótems, aplicaciones informáticas, etc. a lo largo de las principales rutas de senderismo, miradores o puntos estratégicos de todo el Parque Natural se diera a conocer a los visitantes, por ejemplo las técnicas tradicionales de corta y saca de árboles; en qué consiste el aprovechamiento sostenible de los recursos forestales; el transporte fluvial de maderas por nuestros pineros (especialmente en el Embalse del Tranco, en el Salto de los Órganos en el Borosa y en la Cerrada del Utrero en el Guadalquivir, donde se montaron los dos mayores lanzaderos o “tiros” de madera de España); datos sobre existencias de madera y aprovechamientos de los principales montes, como los ya indicados de Navahondona en el último siglo; la contribución de la serranía a la Armada Española y al ferrocarril, al constituir la mayor abastecedora de su materia prima por excelencia, etc, etc. Del mismo modo debieran restaurarse algunas pegueras, caleras o miereras, que forman parte de nuestro patrimonio etnológico, especialmente las ubicadas próximas a las vías de comunicación; completando la restauración de cada uno de estos elementos con el respectivo cartel explicativo. Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas... Rufino Nieto Ojeda 315 Desde luego es inconcebible que después de tres décadas de creación del Parque y los ríos de tinta que se han gastado en su divulgación, mucha gente siga creyendo -incluso desde los estamentos oficiales- que la vegetación que corresponde a toda la Sierra es una cubierta continua de robles y encinas y que los pinos son todos repoblados; que cuando se corta un pino se esté cometiendo casi un crimen, ignorando que es un aprovechamiento sostenible realizado de acuerdo a lo previsto en el plan de ordenación del monte redactado éste siguiendo los más estrictos criterios de sostenibilidad; o que se desconozcan las actividades tradicionales y la interacción en el medio natural del serrano a lo largo de siglos. 316 De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas BIBLIOGRAFÍA ARANDA Y ANTÓN, Gaspar, Los Bosques Flotantes. 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Un pleito inédito conservado en el Archivo parroquial de Segura de la Sierra Sergio Rodríguez Tauste La documentación del Tribunal Mayor de Cuentas en el estudio del suministro de maderas de Segura para el arsenal de La Carraca (1737-1752) Ana Rita Trindade La provincia marítima de Segura y el arsenal de Cartagena Vicente Ruíz García El transporte fluvial de madera en España durante los siglos XIX y XX Juan Piqueras Haba y Carmen Sanchís Deusa La actividad industrial relacionada con la explotación maderera en la Sierra de Segura durante la primera mitad del siglo XX Egidio Moya García Renacimiento fugaz y ocaso definitivo de las conducciones fluviales por las cuencas de los ríos Guadalquivir y Segura (1942-1950) Eduardo Araque Jiménez Aprovechamientos madereros en las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas: historia, especies forestales aprovechadas y patrimonialización Rufino Nieto Ojeda Índice 9 17 51 113 135 177 213 243 261 319 Instituto de Estudios Giennenses Colección: Investigación Juan Dávalos de Ayala Vida, hechos ilustres y sucesión gloriosa de don Ruy López Dávalos el Bueno, tercer condestable de Castilla, conde de Ribadeo, adelantado mayor del reino de Murcia Catalina García Martínez Vivir y morir en la Baeza Moderna (1550-1650) María Luisa Grande Gascón / Juan Manuel de Faramiñán Gilbert El impacto de la COVID-19 en la provincia de Jaén. Análisis y propuestas Ismael Amaro Martos Tejidos de seda labrados en el siglo XVIII Tesoros de la Diócesis de Jaén Matías Gómez Carreras Genealogía, economía y sociedad en el Bedmar del siglo XVIII Michel García Pedro de Escavias. Testamento (1485) y Codicilo (1488) Antonio Caño Dortez Un cáliz inédito de los Borgia en Martos. Y de su exposición en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid en 1941 Carmen Padilla Rascón Producción de furfural y bioetanol a partir de hueso de aceituna. De la aceituna, hasta su hueso Miguel Ángel Chamocho Canturo El Ilustre Colegio de Procuradores de Jaén. Tomo I (1871-1953) Miguel Viribay / Francisco Javier Ochando Dijese Yo (Artículos escogidos) José Gilabert Carrillo Diccionario básico de la geografía popular de Jaén. Topónimos mayores, gentilicios, locuciones, paremias, cantares y otros dictados tópicos giennenses Carlos Javier Garrido García Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de la villa de Siles y la Sierra de Segura José Antonio Cano Arjona Las milicias locales del Reino de Jaén en el siglo XVI (1500-1587): Úbeda, Baeza , Jaén y Alcalá la Real Catalina Ruiz-Rico Ruiz Estrategias locales para la tutela y bienestar de las personas mayores en la provincia de Jaén: problemática actual de los colectivos vulnerables Manuel A. Cardeña Perales / Juan Eslava Galán / Benito Presa Pérez Los trabajos y los días José Joaquín Quesada Quesada Iconografía franciscana en la provincia de Jaén: del siglo XIII a la desamortización de 1836 María Amparo López Arandia (Coord.) De Provincia Marítima a parque natural: pasado y presente de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ISBN: 978-84-18265-69-3