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Eliseo Ferrer habla a fondo con Jorge Liberati sobre los fundamentos de la mitología cristiana. (En torno a la obra SACRIFICIO Y DRAMA DEL REY SAGRADO).

2023, Relaciones

In these pages I discuss in depth with the Uruguayan writer Jorge Liberati the contents of my work "Sacrifice and drama of the Sacred King" (Genealogy, anthropology and history of the myth of Christ). Four dense pages that can be of great interest to know the true origins of Christianity, and that, at the same time, can provide solid elements of judgement to understand the greatest of the falsifications of history carried out by the bishops of the Church at the end of the second century. We speak, in short, of primitive Christian mythology: a construction that is the fruit of a millenary process that demands the presence of anthropology and ancient history, together with the oblivion of the fabulations that, against Marcion and the Gnostic teachers, were carried out by the disciples of Justin and Irenaeus. (Revista Relaciones. Montevideo. November 2023)

gnosticismo para el desarrollo de la agricultura, junto al movimiento del sol, de la luna y de las estrellas errantes (los planetas). Digamos que, con el nacimiento de la agricultura, tras el carácter lunar del Paleolítico, el sol se convirtió en el sujeto protagonista de ese movimiento cósmico que determinaba los ciclos anuales. Pero, frente a ese cosmos manifestado y percibido sensorialmente por los primeros agricultores y pobladores de las aldeas fluviales, existía también el misterio, la fuerza y el poder ignotos ejercidos por la Diosa Madre desde los espacios inmanifestados de las entrañas de la tierra. El caso, y resumo, es que, para aquellos primigenios cultivadores, el cosmos amenazaba todos los inviernos con su destrucción: el sol podía eclipsarse y no volver a brillar; la Diosa Madre (la Tierra) podía poner fin a su generosidad desde sus entrañas ctónicas y dejar de generar frutos y alimentos; la vida y el mundo podrían acabarse; los ganados podían perecer y las cosechas no volver a brotar. En consecuencia, frente a todo ello, se hacía necesario el sacrificio y la muerte ritual de un hombre joven y vigoroso, caracterizado como hijo y amante de la diosa, cuya sangre debía irrigar las arterias de la tierra; y, de esta forma, regenerar el cosmos, contribuir a la generosidad de la diosa y permitir el sucesivo desarrollo de los ciclos anuales. Finalmente, ese hijo de la diosa neolítica, ritualmente asesinado, resucitaba con las cosechas en primavera, al tiempo que las instituciones de la aldea preparaban a un nuevo joven para el próximo sacrificio. —Debemos entender que los cultos o religiones mistéricas griegas y orientales fueron una proyección posterior de esos cultos primigenios del Neolítico? —Más que una proyección de los cultos neolíticos, yo diría que los cultos mistéricos conformaron un amplio y variado movimiento salvacionista, de carácter místico, espiritual, personal y subjetivo, frente al inoperante objetivismo de las religiones de la Polis y la Civitas. Y utilizaron unas nociones perfectamente tipificadas que se habían fraguado en las culturas agrícolas del Neolítico, como, por ejemplo, la idea de muerte y resurrección de la divinidad. Se trata de algo a lo que nuestra cultura judeocristiana no le ha prestado demasiada atención, dicho sea de paso… En los cultos o religiones de misterio, la iniciación era el rito central, de carácter secreto, y adquirió su significado más profundo como imitatio dei; a través del descubrimiento de la esencia divina que se suponía cada individuo llevaba en su interior; con lo que se conquistaba, de esta forma, la facultad y el poder divino de la gracia y la inmortalidad. Los «dioses» salvadores de estos cultos fueron entidades carismáticas menores capaces de ofrecer la salvación a los hombres en términos de inmortalidad: Dumuzi, Tammuz, Atis, Adonis, Dioniso, Hércules, Esculapio, etc. Por eso, participar de la muerte y la resurrección de esas divinidades menores era esencial para alcanzar la salvación. Aunque esto no siempre fue así: hubo cultos de misterio, como los de Mitra, donde el dios no moría ni resucitaba; ascendía al cielo junto al sol sin pasar por la muerte, como ocurría en los mitos del gnosticismo. —…Aquí llegamos a un asunto complejo y delicado, desde mi punto de vista. ¿Qué tuvieron que ver, según usted, los cultos indoeuropeos e indoiranios con el cristianismo y cómo intervinieron e invadieron el terreno de los cultos neolíticos y las religiones de misterio de Grecia y Asía Menor? —La tradición indoirania, la tradición proveniente de la India arcaica y de la antigua Persia, es muy importante porque introdujo en el Medio Oriente y en Grecia la noción de transcendencia; es decir, la idea de que había poderes o fuerzas exteriores al cosmos (divinidades, potencias, majestades, etc.) que determinaban la vida material en la tierra. Hasta que aparecieron las influencias zoroastrianas en Mesopotamia, tras la conquista de Babilonia por Ciro el Grande, o hasta que se dejaron notar las influencias de la India antigua en el Pitagorismo, todo lo mistérico, lo sagrado o lo religioso (como queramos llamar al fenómeno) tenía carácter inmanente y se producía dentro de los límites cósmicos, bien en la cúpula celeste, bien sobre la tierra o bien en el inframundo. Por eso hubo una relación tan directa entre las divinidades y los astros; la astrología era también teología, o mejor aun astro-teología. Para calibrar la importancia de la tradición de la mística y la transcendencia indoirania, tenga en cuenta, Jorge, que la religión de Ahura Mazda constituyó un sistema de creencias que algunos consideramos como el primer monoteísmo de la historia: fue, además, la primera religión revelada por Ahura Mazda a Zoroastro; fue una de las primeras religiones de salvación de la historia y, a pesar de que no lo admite la tradición judeocristiana, fue la primera religión del libro con el «Avesta». —¿Tan importante resulta para usted la literatura apocalíptica persa y las doctrinas de Zoroastro, dentro de este proceso evolutivo que dio lugar al cristianismo? —Más que importante, yo diría crucial… Hoy nadie duda de que la literatura apocalíptica judía, heredera de la apocalíptica persa y helenística, está en la base del gnosticismo cristiano y es la matriz de la teología del cristianismo primitivo. Vaya por delante, sin embargo, la observación de que la tradición judeocristiana ha falsificado el zoroastrismo y la teología de Ahura Mazda, presentándonos algo completamente deformado históricamente y basado en una teología dualista (Ormuz y Ahrimán) que fue propio de la época del Imperio Sasánida (224 -651 dne). Pero lo cierto es que las doctrinas de Zoroastro y la teología de Ahura Mazda anteriores a los aqueménidas, del tiempo de esa dinastía aqueménida y de la dinastía de los arsácidas, hasta finales del siglo tercero antes de nuestra era, fue algo muy diferente y no deformado por el dualismo teológico degenerado con el paso del tiempo. Muchos investigadores interpretan hoy la teología de Ahora Mazda antigua como un henoteísmo, y cada vez somos más quienes vemos en ella una primitiva forma de monoteísmo. Dentro de esta teología antigua de Ahora Mazda revelada a Zoroastro era donde se producía la batalla escatológica, de carácter salvífico, entre el bien y el mal, que debía conducir al mundo, tras un cataclismo universal, a su purificación; y a los iniciados a la salvación en un nuevo plano de realidad. —Sería muy interesante que destacara en pocas palabras los datos más relevantes de la religión de Ahura Mazda y de su profeta Zoroastro… Los datos de esa batalla escatológica. —Por supuesto. La religión de Zoroastro, que fue resultado de la reforma de la religión de los antiguos ariófonos persas, tras la revelación de Ahura, presentaba un dios Padre creador, bueno, omnipotente y omnisciente (Ahura Mazda). Y describía los mitos del juicio final, del fin del mundo y de la resurrección de los muertos, como fundamentación de su ética y de su moral. Tras la muerte, ofrecía la recompensa o el castigo, el cielo o el infierno; instituía el rito de la confesión de los pecados; entre los espíritus auxiliares de Dios se encontraban los santos benefactores (ángeles y arcángeles) y los da uua (demonios) o espíritus del mal. Esta doctrina participaba, además, de los mitos del hombre primordial, Gay mart (el «Hijo del Hombre»), y de la primera pareja humana, Masye y Masyane (Maš a y Maš nag), equivalentes a Adán y Eva. Poseía también una antiquísima noción del «pecado original»; Angra Mainyu (hijo de dios) anticipaba bajo propia elección la figura de Satanás, y su antagonista, su hermano, el «espíritu santo» (Spenta Mainyu) facilitaba junto al Padre los buenos pensamientos, las buenas palabras y las buenas obras que debían permitir la salvación (del «cuerpo» y el alma) tras la muerte. Y ahora viene lo bueno, porque esto le sonará… Con el objeto de facilitar la salvación a los iniciados, Ahura Mazda enviaba al salvador Saoshyant (Saošiiant) a la tierra, quien debía nacer de una virgen en una gruta y ser anunciado por la luz refulgente de una estrella; luego, debía redimir a la congregación de los creyentes tras la batalla escatológica del fin de los tiempos y celebrar el juicio final. —¿Cómo intervino y condicionó todo esto el judaísmo de los primeros siglos de la era anterior? —De una manera importantísima. Tenga en cuenta que desde la conquista de Babilonia por Ciro el Grande el año 539 antes de nuestra era, hasta la conquista de Jerusalén por Alejandro, el año 333, los persas dominaron por completo el mundo y la cultura judía, tanto en Jerusalén y Judea como en la diáspora que permanecía en el exilio mesopotámico. El propio profeta Isaías calificó a Ciro de «Ungido de Israel» (Cristo-Mesías), y la colaboración entre estos dos pueblos con tan parecidas instituciones religiosas fue realmente fructífera y provechosa. Por otra parte, tras la conquista de Alejandro de Jerusalén y Judea, la cultura del helenismo (que incluía elementos griegos, mesopotámicos y persas) invadió todos los espacios del judaísmo. Y en esta nueva etapa se acrecentaron las antiguas influencias, ya que las doctrinas apocalípticas derivadas de la teología y de la ética zoroastrianas, se irradiaron por todo el Medio Oriente. Así fue como ciertos sectores del judaísmo de carácter qumranita y mesiánico aceptaron los presupuestos apocalípticos de las noviembre de 2023 / 474 / 15