Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
Capítulo 2
Metal para los muertos: un estudio
preliminar de los «petos» lambayeque
recuperados en Huaca Las Ventanas
Diana S. Fernández Mascco
Luis E. Castillo Narrea
W. Jean Pool Nieves Cordova
1. Introducción
El siguiente estudio se centrará en un grupo de láminas metálicas obtenidas a
partir de las intervenciones que realizara el doctor Julio C. Tello a inicios de
1937, en la costa norte del Perú, específicamente en la zona de Batán Grande
(ex hacienda Aurich). Estos bienes, actualmente, son resguardados por la
Colección de Metales del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e
Historia del Perú (MNAAHP) y de los que hoy se conoce muy poco, a pesar
de estar asociados a los tumis lambayeque, que son piezas icónicas de dicho
museo y de la arqueología peruana.
La metodología empleada en la siguiente investigación parte de la revisión
de los antecedentes (bibliografía) del presente material y de su identificación
en la iconografía lambayeque, lo cual ayudó a interpretar el posible contexto
en el cual Julio C. Tello pudo haberlas hallado y los usos sociales que estas
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Diana S. Fernández Mascco, Luis E. Castillo Narrea, W. Jean Pool Nieves Cordova
pudieron tener durante el desarrollo de la sociedad Lambayeque. Asimismo,
se realizó un reconocimiento de la morfología y la tecnología de los bienes,
que posteriormente fue complementado con las herramientas e instrumentos
arqueométricos (radiografías, microscopía óptica y microscopía electrónica
de barrido). Estos nos permitieron identificar la composición interna y el
material empleado en su elaboración, así como las técnicas de manufactura y
decoración empleadas.
2. Huaca Las Ventanas y la capital de la cultura Lambayeque
Los bienes en mención fueron recuperados de Huaca Las Ventanas, sitio
arqueológico que se ubica dentro de la Reserva Natural del Bosque de
Pómac. Consta de un montículo principal de forma piramidal alargada, con
orientación norte-sur; en su lado este presenta un muro almenado (diseños
escalonados) y en su sector sur, una extensa plataforma definida como
«cementerio o necrópolis» (Tello, 1937a; 1937b; 1937c; Shimada, 1995;
Elera, 2008; 2016). A su vez, Huaca Las Ventanas se encuentra articulada
a los montículos de Huaca El Loro, Huaca Colorada y La Merced (fig. 1),
formando un espacio abierto denominado «Gran Plaza» (Shimada, 2014),
donde se presume que se realizaron una serie de ceremonias rituales
relacionadas con el culto a los ancestros (Matsumoto, 2014), quienes eran
enterrados en los alrededores de las piramides principales (Shimada, 2014;
Elera, 2008; 2016).
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Según Shimada, Huaca Las Ventanas es uno de los cincuenta montículos
que conforman lo que denomina «Núcleo Sicán», identificándolo como la
capital de la cultura Lambayeque o Sicán, que tuvo como área de desarrollo al
actual departamento de Lambayeque, en la costa norte del Perú. Logró tener
una influencia ideológica desde el valle de Piura, por el norte, hasta el valle
de Chicama, por el sur, durante el Periodo Intermedio Tardío, entre los años
800-850 y 1375 d. C. (Shimada, 2014: 20). Dicha sociedad se caracterizó
por un desarrollo del comercio a gran escala; evidencia de ello son los ajuares
en los diversos contextos funerarios de élite, los cuales presentaban productos
exóticos, como el Spondylus, y piedras preciosas (Shimada, 1995; Shimada &
Montenegro, 1993). Además, presentaron un gran desarrollo en la actividad
metalúrgica y orfebre, logrando alcanzar un manejo avanzado y complejo
de las técnicas de dorado y una producción del bronce arsenical a escala
industrial (Shimada, 1994; Vetter Parodi, 1996).
Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
Figura 1 – Articulación de Huaca Las Ventanas con Huaca El Loro, Huaca Ingeniero (Colorada)
y La Merced para formar la denominada «Gran Plaza»
Tomado de Shimada et al. (2017: 44)
3. Intervenciones arqueológicas a cargo de Julio C. Tello en
Huaca Las Ventanas (1936-1937) y su relación con las láminas
recuperadas
Los primeros reportes que precedieron a la recuperación de las láminas en
Huaca Las Ventanas datan del 12 de diciembre de 1936, fecha en la que se le
comunica al señor Juan Aurich (mediante Resolución Suprema N.° 496 del
14 de diciembre de 1936) que se daría el permiso para las excavaciones de
reconocimiento en Huaca La Merced y Huaca Las Ventanas, por estar ubicadas
dentro de su propiedad. El mismo documento menciona que las excavaciones
estarían a cargo del teniente comandante de aviación Ergasto Silva Guillen,
pero, posteriormente, en enero de 1937, se decide formalizar el pedido de
las intervenciones en la zona por encargo de ministro de Educación. Este
último solicita el apoyo del doctor Luis Valcárcel (en ese entonces director del
Museo Nacional), quien delega al doctor Julio C. Tello para continuar con los
trabajos de recuperación arqueológica.
Tello, una vez en la zona, decide realizar como primera directiva la ejecución
de excavaciones simultáneas en las huacas La Merced y Las Ventanas,
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donde luego de una temporada de trabajos creyó que sería conveniente
concentrarse en el sector sur de Huaca Las Ventanas, por evidenciar desde el
primer momento hallazgos de piezas de metal de gran valor histórico. Como
resultado de dicha decisión, se encontraron piezas de gran valor histórico,
siendo un ejemplo los famosos tumis de Batán Grande, que se encontraron
junto a una serie de «láminas» de oro y plata. Estas piezas fueron enviadas al
Banco Central de Reserva del Perú y, posteriormente, trasladadas al Museo
Nacional (hoy Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú
[MNAAHP]), formando la «Colección Batán Grande», que a su vez forma
parte de la Colección de Metales del MNAAHP.
Las láminas mencionadas son 307 en total, entre doradas y plateadas, con
singulares diseños y formas, a nivel tecnológico y decorativo. Respecto
a la identificación, todas las piezas presentaban una serie de rótulos con
códigos independientes, dificultando en cierto modo la asociación entre las
mismas; además, pudimos observar que un grupo de láminas se encontraban
ensambladas sobre soportes de acrílico1, dando algunos alcances de la
morfología del bien. Finalmente, con relación a la conservación, algunas
piezas presentan un mayor grado de deterioro causado por las condiciones
de enterramiento y, posteriormente, por un inadecuado almacenaje y
manipulación, afectando en algunos casos la estabilidad e integridad de las
láminas (fig. 2).
4. Antecedentes de investigación
Para conocer más a fondo el material y entender cómo y por qué presentan
las características anteriormente mencionadas, decidimos indagar acerca de
los antecedentes y las referencias gráficas y bibliográficas que pudiéramos
encontrar, con el fin de armar un corpus de información que nos facilite el
proceso de investigación.
Al realizar esta revisión, encontramos un grupo de cuadernillos con referencia
a la Colección Batán Grande, en el Archivo Tello, además de fotografías
halladas en la Colección de Metales del MNAAHP y en la página web del
Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Para dar estabilidad a los objetos, se recurrió al soporte de acrílico. Este trabajo se llevó a cabo en
la década de los noventa por la doctora Schwörbel y el técnico conservador Cordero, ambos del
MNAAHP. Estos especialistas realizaron un estudio previo de los petos, en los cuales identificaron
huellas de uso, tipologías y materiales, para posteriormente realizar el montaje correspondiente.
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Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
Figura 2 – Condiciones en las que se encontraron las láminas doradas (izquierda) y plateadas
(derecha)
© Fotografía propia
Los resultados fueron los siguientes:
- El Archivo Tello consta de una serie de documentos que describen trabajos
realizados por Julio C. Tello y los materiales que él mismo recuperara.
Entre estos documentos se encontraron cuadernillos que hacen referencia
a la Colección Batán Grande. Los documentos describen parte de la
recuperación de las piezas y su posterior tratamiento.
- El registro fotográfico encontrado en la Colección de Metales del MNAAHP
comprende un conjunto de fotografías, en blanco y negro (fig. 3), en las
que se observa que muchas de las láminas completas, que presentaban una
forma definida, eran colocadas de acuerdo a los diseños en común, formando
ornamentos de mayores dimensiones a manera de chaquetas o uncus. Hubo
cierta dificultad con este dato, pues las fotografías no presentaban fecha,
aunque podrían fecharse entre las décadas de los cuarenta y cincuenta,
según la información proporcionada por el mismo museo.
- Las láminas fueron parte de un préstamo que se le hiciera al Museo de Arte
Moderno de Nueva York y se utilizaron para la exposición «Ancient Arts
of the Andes» (fig. 4), en 1954. Con este dato, y gracias a la información
del Archivo Tello, constatamos que previo al traslado de los bienes se
realizó un tratamiento de conservación. Este consistió en recubrir la parte
posterior de los objetos con un material que pudo ser algún tipo de papel,
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Figura 3 – Imagen tomada del registro
fotográfico encontrado en la Colección
de Metales del MNAAHP
© Fotografía propia
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Figura 4 – Imagen de la
presentación de las láminas en
la exposición «Ancient Arts of
the Andes» del Museo de Arte
Moderno de Nueva York, 1954
© Fotografía propia
Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
que sirvió para reforzar los bordes. Al parecer, esta acción fue realizada
con el fin de suspender los objetos para el montaje. En las fotografías
encontradas, podemos observar que las láminas eran consideradas como
el recubrimiento de algún tipo de muro, muy posiblemente los muros del
Qoricancha (Cusco).
5. Las diversas denominaciones de las láminas recuperadas
Pudimos identificar bibliográficamente que, a través del tiempo y después
de su recuperación, las láminas han tenido varias denominaciones, con el fin
de poder caracterizarlas. El primer término utilizado fue el de Julio C. Tello,
al referirse a ellas en las excavaciones de Huaca Las Ventanas como láminas
enchapadas. Posteriormente, en 1954, Wendell Bennett, en su libro Ancient
Arts of the Andes, utiliza el término plaque, que es entendido en español como
«placa»; este sería utilizado luego por Heather Lechtman en una publicación
de 1996. Cordy-Collins hace una descripción técnica de las mismas,
sugiriendo que «(…) parece(n) haber sido parte de una pieza más grande que
originalmente pudo haber sido unida a una tela u otra superficie orgánica»
(Cordy-Collins, 1996: 204).
A través de una revisión de los cuadernos y fichas de registro de la Colección
de Metales del MNAAHP, encontramos que, en 1997, Gabriela Schwörbel,
encargada de la colección, identificó (al igual que Lechtman, 1996) que
dichas láminas, al ser unidas con otras, conformaban elementos más grandes;
estas piezas recibieron el nombre de «petos», denominación asociada a un
artefacto que forma parte del torso en las armaduras medievales. A partir
de ello, Schwörbel realizó comparaciones entre artefactos similares de otros
grupos culturales, como los Vicús.
Posteriormente, logramos identificar la publicación de Mary Money (2004),
quien muestra las láminas ensambladas como un solo ornamento, de la misma
manera que lo hicieran las doctoras Lechtman y Schwörbel, definiéndolas
como «peto chico» o uncu.
Finalmente, en 2016, Paloma Carcedo define a este ornamento como uncu e
identifica su representación graficada en un «Huaco Rey», del cual dice:
Las camisas o “uncu” con mangas rectas en forma de alas y posiblemente
adornado en su borde con “conos” de metal que estarían simbolizados
por los triángulos incisos… Si bien no se ha encontrado un uncu de
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Diana S. Fernández Mascco, Luis E. Castillo Narrea, W. Jean Pool Nieves Cordova
metal (aunque sí muchas láminas cuadradas para ser cocidas a un
textil) se conocen varios uncus de oro hechos de metal como el aquí
representado en las colecciones de varios museos (…) (Carcedo de
Mufarech, 2016: 184).
6. Uso del término «peto»
Las referencias citadas demuestran que aún hay un desconocimiento de
la función de este objeto, lo cual ha llevado a la creación de una serie de
denominaciones, utilizadas con el fin de facilitar los discursos científicos de
cada autor, pero sin lograrse aún un consenso (Bennett, 1954; Lechtman,
1996; Mary Money, 2004; Carcedo de Mufarech, 2016).
Los trabajos pioneros de registro sobre bienes metálicos en el MNAAHP
conllevaron a designar a esta clase de bienes como «petos». Por cuestiones
morfológicas y comúnmente asociados a artefactos de carácter defensivo,
nuestras investigaciones han puesto de relieve que el calibre de estos petos es
inferior a 1 mm, lo cual sugiere un uso más bien ornamental para el cuerpo
que un uso bélico. Parece ser que tendrían un carácter simbólico y ritual,
relacionado con ceremonias funerarias de élite en la sociedad Lambayeque.
7. Identificación de los «petos» en la iconografía lambayeque
En la iconografía lambayeque se puede diferenciar claramente entre la
representación de los uncus y la de los «petos», ya que los primeros, al ser de
naturaleza blanda y un tanto flexible, se amoldan al cuerpo a diferencia de los
segundos, que presentan las mangas y bordes rígidos (fig. 5), sugiriéndonos
que la naturaleza de estos objetos no es textil, sino muy posiblemente metálica.
En consecuencia, dicha diferenciación facilita la identificación de estos
objetos sobre una variedad de soportes, como cerámica, madera, metal,
textil y estructuras arquitectónicas (pintura mural). En estos se puede ver
que los petos son portados por personajes que presentan la máscara funeraria
lambayeque, que es encontrada como ornamento en todos los contextos
funerarios de élite, llevada por el fardo funerario como una cabeza falsa.
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Estas máscaras se encuentran claramente expresadas en las botellas funerarias
lambayeque, denominadas «Huaco Rey», cubriendo el rostro del personaje
principal. Es posible que estas vasijas, de acuerdo con el análisis de los contextos
funerarios recuperados en Huaca Las Ventanas, sean la representación
Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
Figura 5 – Algunas representaciones de petos y uncus
Izquierda: personaje representado en uno de los vasos de Denver; derecha:
personaje representado en uno de los murales de Úcupe (Narváez Vargas, 2014:
61 y 147, respectivamente)
misma de un fardo funerario (Elera, comunicación personal, 2017). Otras
evidencias de Huacos Rey no solo destacan la cabeza del personaje principal,
sino también su cuerpo. Este porta un peto como atuendo, detrás del cual se
desprenden dos extensiones que probablemente sean sus brazos o sogas que
sostienen el bulto (Carcedo de Mufarech, 2016: 194). Es entonces, a partir de
esta asociación, que hemos definido el uso de los petos en un ámbito ritual,
específicamente funerario.
8. Los «petos» como parte del contexto funerario
La Arqueología trata de conocer a las sociedades pasadas a partir de los restos
materiales que son dejados por sus miembros y que, en la mayoría de los
casos, no son abandonados intencionalmente, lo que complica en cierto
sentido la interpretación de los arqueólogos. En los innumerables contextos
con los que se encuentra la investigación arqueológica, los entierros son
uno de los de mayor importancia, dado que son el reflejo directo de la
sociedad a la cual pertenecen, en tanto las sepulturas son actos intencionales
que responden a una selección determinada y ocasionada frecuentemente
por los requerimientos sociales (Kaulicke, 2001; Andrés Rupérez, 2003).
Es decir, podemos identificar en el propio contexto una distribución del
cuerpo y los artefactos mismos, que evidencian conductas establecidas por
la sociedad en cuestión, porque todo enterramiento, así sea el más simple,
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es un hecho social por ser siempre otra u otras personas las que lo realizan
(Andrés Rupérez, 2003). Dicho esto, se pueden reconocer claramente tres
momentos en los contextos funerarios: la disposición del espacio funerario o
estructura funeraria, el tratamiento del cadáver y la disposición de ofrendas
o asociaciones (Kaulicke, 2001; Andrés Rupérez, 2003).
Para la sociedad Lambayeque, cuyo estudio cuenta con la evidencia de
una serie de tumbas, entre las que han tomado mayor importancia las de
élite (que se encuentran a profundidades que llegan a los 12 m), podemos
evidenciar los tres momentos anteriormente mencionados: las estructuras
que presentan forma de pozo con nichos o cámaras laterales (Shimada,
1995; Corruccini & Shimada, 2002); el tratamiento del personaje
principal, que se encuentra en el centro de la tumba, sobre una litera y al
parecer contenido en un bulto, portando una máscara funeraria, al igual
que brazos falsos que sostenían un vaso de metal; y las ofrendas que se
encuentran dispuestas alrededor del personaje principal y dentro de los
nichos (Shimada, 1995; Shimada & Montenegro, 1993). Muchas de las
ofrendas consistieron en una serie de objetos de prestigio, siendo estos de
naturaleza metálica, mineral, malacológica y cerámica, los que resistieron a
las inclemencias del tiempo.
Además de la presencia visible de dichos momentos, en muchas ocasiones
no se toma en cuenta que antes y después de la disposición del cuerpo se
realizan una serie de actividades, que dejan poca o ninguna evidencia para
el arqueólogo (Castillo Butters, 2000; Andrés Rupérez, 2003). Luis Jaime
Castillo intenta descubrir, para la sociedad Moche, dichos actos que son
efímeros al registro arqueológico, de los cuales dice:
Podemos intentar una reconstrucción de estas actividades rituales a
través de la evidencia arqueológica que encontramos asociada con
las tumbas, tanto en los rellenos como en los pisos de actividad que se
asocian con ellas. Asimismo la iconografía Mochica nos ofrece algunos
singulares ejemplos de representaciones en los rituales funerarios
(Castillo Butters, 2000: 112; el subrayado es nuestro).
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Con estas aseveraciones, el autor nos presenta dos medios a partir de los
cuales podríamos llegar a la reconstrucción de rituales funerarios de élite para
la costa norte y, en consecuencia, para Lambayeque. Lamentablemente, esta
sociedad no dejó evidencia gráfica clara acerca de sus actividades funerarias;
no obstante, contamos con pruebas directas para sociedades como Moche
y Chimú, que se desarrollaron en la misma zona geográfica, aunque en
Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
momentos diferentes. Por ello, decidimos ayudarnos de la analogía (Andrés
Rupérez, 2003) que permitirá complementar nuestra interpretación.
Los chimú, que convivieron con
la sociedad Lambayeque hasta su
posterior anexión, presentan uno
de los hallazgos más importantes.
Este consta de una maqueta
(fig. 6) que fue encontrada dentro
de una cámara funeraria en Huaca
de La Luna, departamento de La
Libertad, en la costa norte, donde
se ve representado el culto que se
rindió a un ancestro o «rey» chimú
(Uceda, 2008). En la maqueta se Figura 6 – Maqueta chimú que representa el culto
puede apreciar la pompa fúnebre a un ancestro (Uceda, 2008: 317)
que tiene consigo una serie de personajes que llevan bienes y productos hacia
un espacio donde yace el bulto del personaje muerto. Dichas características
también son identificadas por Luis Jaime Castillo Butters (2000) en una
vasija de la sociedad Moche. Estos se desarrollaron antes de los lambayeque,
sugiriéndonos que muchas características de las tradiciones fúnebres
persistieron desde la cultura Moche, pasando por Lambayeque y concluyendo
en Chimú.
Al parecer, a la muerte de un personaje importante de la élite precedía la
realización de una serie de acciones y ceremonias que involucraban a la
mayor parte de la población y se debían cumplir en un cierto periodo de
tiempo, para que el sujeto muerto pudiera pasar al mundo sobrenatural de
las creencias de la sociedad a la cual gobernaba. Entre ellos encontramos
los rituales auspiciados por los sacerdotes, el depósito de las ofrendas,
el intercambio de bienes y la producción tanto de alimentos como de
objetos. Nuestro interés se centra en la producción de objetos o producción
artesanal, que presenta evidencia en contextos funerarios de la élite
lambayeque (Shimada, 1995; Elera, 2016; Cervantes Quequezana, 2010),
ya que creemos que los «petos» pertenecieron a una gran tumba de élite,
y estuvieron dispuestos como ofrendas de la misma; disposición que fue
posterior a su uso como parte de la parafernalia del fardo funerario, que
al parecer era paseado en una litera como si el individuo aún siguiera
con vida. Sin embargo, creemos que estos objetos fueron elaborados en
un tiempo muy próximo al entierro; hipótesis que es reforzada por los
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hallazgos realizados en el Proyecto Arqueológico Sicán (PAS), a cargo de
Elera y Shimada, que consisten en talleres orfebres asociados a las bocas de
algunas tumbas (Elera, 2016). Por ello, consideramos pertinente hacer una
identificación de los materiales y las tecnologías empleadas.
9. Identificación de materiales y tecnología
Entre las 307 láminas identificadas, diferenciamos 228 doradas, que
presentaban 17 diseños, y 79 plateadas, que solo presentaban 2 diseños.
Las láminas doradas presentaban 30 «petos» completos, 76 incompletos
y 122 láminas; las láminas plateadas presentaban 14 «petos» completos,
6 incompletos y 59 láminas. La información que rescatamos a partir de un
análisis macroscópico se detalla a continuación.
9. 1. Decoración
Identificamos diseños que se pudieron agrupar como antropomorfos,
zoomorfos y geométricos.
Entre los diseños «antropomorfos» tenemos:
- Ave antropomorfizada: se encuentra dispuesta de perfil, presenta el cuerpo
de ave, pero la cabeza humanizada, los ojos almendrados (clásicos de la
iconografía lambayeque) y un tocado semicircular en la cabeza, del cual
salen apéndices que parecen tratarse de plumas.
- Ser antropomorfo con tocado: se encuentra de perfil, con las piernas
flexionadas y los brazos dispuestos hacia adelante, en la cabeza porta un
tocado de tres puntas y de su boca brota un apéndice.
Entre los diseños «zoomorfos» tenemos:
- Ave en picada: dispuesta dentro de un espacio romboidal con las alas
abiertas.
Entre los diseños «geométricos» tenemos:
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- Cuadros: formados de dos maneras: por bandas de círculos y por cuadros
que contienen círculos repujados.
- Rombos: encontramos dos tipos: dispuestos a manera de columnas de
rombos consecutivos que contienen círculos repujados y rombos con cuatro
apéndices.
Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
- Triángulos: dispuestos a manera de columnas de triángulos consecutivos
que contienen círculos repujados.
- Elipses verticales: elipses repujadas dispuestas de manera vertical.
- Chakanas: encontramos dos tipos: las que contienen círculos repujados,
dispuestas a manera de columnas, y las que están contenidas en espacios
cuadrangulares que se alternan con cuadros vacíos.
- Escalonados: encontramos cuatro tipos: con ángulo, de forma triangular,
con un apéndice y con dos apéndices.
- Bandas de círculos en zigzag: bandas formadas por círculos repujados,
dispuestas a manera de zigzag.
Además, se debe aclarar que las láminas doradas y plateadas tienen en
común tan solo dos diseños, que son los rombos y los cuadrados con círculos
repujados.
9. 2. Composición
El dorado superficial nos sugirió la utilización de oro en dicho material y
una posible aleación ternaria (Au, Ag, Cu), como era común con los orfebres
lambayeque. Respecto a esta técnica, encontramos que Lechtman identificó
un dorado superficial por oxidación o desgaste en algunas láminas, que aún
no logramos definir si formaban parte de esta colección (Lechtman, 1996).
No obstante, Shimada, al excavar un taller de oro, evidencia la presencia de
arsénico en las aleaciones (Shimada et al., 2017).
9. 3. Técnicas
Las técnicas identificadas, que implicaron la elaboración de las piezas, fueron
las siguientes:
- Laminado: utilizado para la elaboración de las láminas a partir de un
lingote.
- Recortado: para dar la forma cuadrangular de las láminas, además de la
forma de los cuellos.
- Doblado: para dar la forma cuadrangular de la lámina, en algunos casos no
se realizaron cortes y solo se doblaron los bordes de las láminas.
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- Repujado: para la elaboración de los diseños, se trabaja por ambos lados de
las láminas.
- Punteado: se empleó un punzón de punta roma para formar líneas de
puntos que limitan algunos diseños, además de superficies de otros diseños.
- Embutido: en algunos casos se empleó para la elaboración de círculos.
- Unión mecánica: técnica empleada para la unión, reforzamiento y
reparación de algunas láminas mediante grapas.
- Perforado: elaborado a partir de un punzón de punta fina, solo se aprecia en
los bordes de las láminas.
- Dorado y plateado: técnica empleada para obtener las superficies doradas y
plateadas de las láminas, mediante procesos químicos.
10. Análisis microscópicos
Para reforzar la información anteriormente mencionada, decidimos hacer
uso de técnicas arqueométricas para las cuales hemos utilizado: un «peto»
dorado con diseños de un ave antropomorfizada (código RNI 186489), un
«peto» plateado incompleto con diseños de rombos consecutivos (código
RNI 282445) y una lámina plateada con diseños ajedrezados de cuadrados
con círculos internos (código RNI 282447).
10. 1. Radiografías
Estas proporcionan imágenes de la morfología interna de las piezas, a partir de
las cuales «se puede, en ocasiones, obtener informaciones sobre la elaboración
por martillado o por vaciado» (Guerra, 2018: 509). Por ende, realizamos esta
técnica en el Laboratorio de Conservación de Metales, con el fin de obtener
información sobre la elaboración de las láminas. Las radiografías fueron
realizadas por el técnico Wilfredo Cordero con un equipo de marca Hitex
Type HX-150 d. Las piezas se expusieron a 120 kV y 2,5 mA durante cuatro
minutos.
10. 2. Microscopía digital
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Se empleó un microscopio digital cuyo rango de aumento varía de 50x
a 500x, con el que se logra percibir una imagen en relieve destacando las
técnicas de manufactura y decoración.
Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
10. 3. Microscopía electrónica de barrido (SEM)
Como cada átomo de la materia emite un espectro de rayos X para identificar
la composición elemental de las láminas, se expuso una muestra a un
bombardeo de electrones. Esto provoca una emisión de rayos X, que luego es
detectada y registrada en un espectro que demuestra la composición química
de los elementos analizados (Chapoulie & Del-Solar-Velarde, 2018).
Con el apoyo de la doctora Luisa Vetter y el ingeniero Jesús Ruíz, en el
Laboratorio NDT Innovations, pudimos realizar el análisis elemental con
un microscopio electrónico de barrido (SEM) de una muestra extraída del
«peto» con código RNI 186489.
11. Resultados
11. 1. Radiografías
En la lámina con código RNI 282445 se destaca la forma de unión mecánica
de cuatro láminas mediante grapas.
En la lámina con código RNI 282447 se observa la superposición de los
bordes de dos láminas unidas por la rebaba dejada por el perforado (fig. 7).
Las placas radiográficas de los petos lambayeque comprueban que están
elaborados a partir de láminas martilladas y, en algunos casos, unidas
mecánicamente, por lo que no hay evidencia de uniones metalúrgicas o
soldaduras.
11. 2. Microscopía digital
En la lámina con código RNI 282445, se identifica una línea discontinua
que limita un círculo embutido, lo que se puede interpretar como realizado
a mano alzada. En el «peto» se nota que la unión de las láminas se realiza
mecánicamente, con grapas hechas a partir de la reutilización de los desechos
de elaboración de las mismas.
En la lámina con código RNI 186489, se identifica la ejecución de líneas
rectas que sirven para delimitar la distribución de los diseños que son
posteriormente hechos mediante el repujado, embutido y punteado (fig. 8).
Igualmente, se reconoce el uso de cinceles para elaborar el repujado.
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Figura 7 – Radiografía de la lámina con código RNI 282447, en la cual se puede
apreciar el tipo de unión
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Figura 8 – Identificación de características de elaboración y conservación en
el «peto» con código RNI 186489, con ayuda del microscopio digital (rango de
aumento 50x-500x)
Un estudio preliminar de los «petos» lambayeque recuperados en Huaca Las Ventanas
En otras imágenes de la misma, encontramos una característica que llamó
mucho nuestra atención: la superficie al parecer se estaba exfoliando, dejando
al descubierto otra superficie que no tenía el característico color del oro.
11. 3. Microscopía electrónica de barrido (SEM)
Este análisis nos ayudó a definir que la exfoliación que identificamos con el
microscopio digital era una capa superficial de oro, que se obtiene a partir de un
dorado por enriquecimiento o desgaste, estudiado por Lechtman en la década
de los ochenta. El análisis elemental nos indicó que nos encontrábamos frente
a una aleación ternaria (oro, plata y cobre) con algunos restos de arsénico
(fig. 9), que se encuentra naturalmente asociado al cobre, como refirieron
Lechtman (1996) y Shimada y colegas (2017).
Figura 9 – Análisis por microscopía electrónica de barrido de un pequeño fragmento que
se desprendió del «peto» con código RNI 186489
11. Conclusiones
Como resultado de la presente investigación, podemos concluir que las
láminas que rescatara Tello en el norte del Perú conforman un ornamento
denominado «peto», el cual estaría representado en una serie de soportes
producidos por la cultura Lambayeque.
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Estos se diferenciarían claramente de los uncus por la forma en la que
son representados. Además, estos ornamentos nos sugieren el grado de
importancia simbólica que estarían cumpliendo en los rituales funerarios de
las élites, al ser usados por personajes que portaban la máscara lambayeque
(que representaría al dios Naylamp).
Al parecer, los petos formaron parte de un contexto funerario de élite que
se ubicó en el sector sur de Huaca Las Ventanas. Sin embargo, previo a su
hallazgo, dicho contexto habría sido saqueado parcialmente, quedando fuera
del alcance de los huaqueros algunos objetos arqueológicos, entre los cuales
se encontraban dichos ornamentos.
Posiblemente, las láminas que conforman los petos fueron elaboradas por
distintos artesanos. Si bien hay grupos que comparten los mismos diseños,
presentan diferencias en su elaboración, tanto a nivel de manufactura como
de decoración. Además, es muy probable que la elaboración de las piezas fuera
realizada en un tiempo muy próximo al enterramiento del ancestro muerto,
pues logramos identificar piezas que al parecer no fueron concluidas, además
de otras que fueron superpuestas para ser trabajadas al mismo tiempo.
Finalmente, es importante mencionar que los orfebres que elaboraron los
petos manejaron perfectamente el tratamiento de dorado superficial por
oxidación o desgaste, técnica que hasta la actualidad no es completamente
comprendida por los especialistas.
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