Cuando hablamos de vacunas contra el cáncer, nos referimos a diferentes modalidades y a multitud de estrategias, tantas como ideas se les ocurren a los grupos de investigación que estamos estudiando y trabajando en este campo. Los primeros resultados de cientos de ensayos clínicos en marcha empiezan a marcar una nueva línea de esperanza para mejorar tratamientos y evitar recaídas en pacientes con cáncer.
Es difícil que vayamos a tener una única vacuna contra el cáncer: habrá varias, dependiendo del tipo de tumor y, probablemente, del paciente. En Reino Unido, por ejemplo, se ha dado inicio a un ensayo clínico pionero para diseñar vacunas a la carta, es decir, personalizadas para cada caso. El primer paciente ya ha sido tratado, y se espera llegar a los 10 000 en 2030.
Tiro al blanco
En términos generales, el mecanismo de las vacunas se basa en presentar una pieza o blanco al sistema inmune para que genere anticuerpos y actúe contra dicha diana. En el caso de enfermedades infecciosas, se trata de fragmentos de virus o bacterias que el sistema inmune reconoce como extraños, destruyéndolos para evitar la enfermedad.
Y si nos referimos al cáncer, estos fragmentos suelen ser compuestos o proteínas expresadas por células tumorales (preferentemente, ausentes en células normales). Es lo que conocemos como antígenos tumorales.
Vacunas preventivas
En el ámbito oncológico distinguimos entre las vacunas preventivas y terapéuticas. El objetivo de las primeras es proteger contra bacterias o virus, por ejemplo, que aumentan el riesgo de padecer ciertos tipos de tumores.
Actualmente, sólo hay dos tipos de inmunizaciones preventivas aprobadas en Estados Unidos y en Europa:
Vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH): Previene infecciones por este patógeno, muy común entre personas sexualmente activas. Puede causar tumores de cabeza y cuello, anal, cuello uterino, pene, vagina o vulva.
Vacuna contra la hepatitis B: Protege frente a infecciones por el virus de la hepatitis B (VHB), una enfermedad hepática que puede volverse crónica y derivar en cáncer de hígado. Reduce entre el 70 y el 90% el riesgo de padecer esta patología.
Actualmente, varios grupos de investigación estudian estrategias que permitan desarrollar vacunas preventivas contra otros casos como tumores de ovario con mutaciones en los genes BRCA. Serviría para prevenir el cáncer en las pacientes jóvenes que portan dichas mutaciones, pero estos trabajos están todavía en fases de estudio muy tempranas.
Vacunas terapéuticas
Las vacunas terapéuticas son inmunoterapias que se utilizan para combatir la enfermedad una vez que ya se ha manifestado. Se trata de entrenar al sistema inmune del paciente para que reconozca y destruya piezas (antígenos) de las células tumorales.
Un ejemplo de antígeno es la proteína NY-ESO-1, expresada naturalmente durante el desarrollo humano –antes de nacer– y de manera anómala en algunos tipos de tumores como el sarcoma sinovial o el cáncer de ovario.
Actualmente, las estrategias que siguen la mayoría de los ensayos clínicos se basan en usar las vacunas junto a otros tratamientos para atacar varios puntos débiles de las células tumorales a la vez.
Algunos de esos ensayos están poniendo a prueba la eficacia de combinar vacunas con fármacos conocidos como “inhibidores de puntos de control inmunitarios”, que “liberan los frenos” generados por las células tumorales hacia el sistema inmunitario. Esta combinación podría permitir un reconocimiento y ataque más eficaz.
Múltiples estrategias
Las vacunas terapéuticas tienen varios objetivos. Algunas buscan detener el crecimiento y progreso del cáncer, mientras que otras se enfocan en eliminar las células tumorales remanentes después de un tratamiento o prevenir recaídas.
Un ejemplo es sipuleucel-T, terapia celular diseñada para tratar el cáncer de próstata resistente al tratamiento hormonal. Aprobada en 2010 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), utiliza un tipo especial de células inmunes del paciente conocidas como células dendríticas.
Aisladas de la sangre, estas células se exponen a un antígeno denominado fosfatasa ácida prostática (PAP), que presenta niveles elevados en el cáncer de próstata. Finalmente, son reinyectadas en el paciente para que reconozcan y destruyan las células tumorales positivas para PAP.
Además, se están explorando estrategias que reconozcan otro tipo de antígenos que no se expresen en células normales, como las siguientes:
Vacunas basadas en virus oncolíticos. Estas terapias consisten en inyectar en el tumor virus capaces de infectar y destruir las células cancerosas. A esta categoría pertenece la vacuna T-VEC, aprobada por la FDA y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para el tratamiento del melanoma avanzado y basada en una versión atenuada del virus del herpes simple (VHS-1).
Vacunas basadas en bacterias. Es el caso del tratamiento del Bacillus Calmette-Guerin (BCG) contra el carcinoma de vejiga superficial. Consiste en administrar la bacteria Mycobacterium bovis atenuada en la vejiga del paciente a través de un catéter. El objetivo es que el microorganismo active el sistema inmune y este destruya las células tumorales locales.
Vacunas contra neoantígenos, es decir, versiones nuevas de proteínas que se producen a partir de mutaciones tumorales. Un ejemplo es la vacuna TG01, formada por péptidos procedentes de mutaciones del oncogén RAS. Se está utilizando en ensayos clínicos y en combinación con otras terapias para tratar los cánceres de páncreas y pulmón. Los neoantígenos son los que van a permitir diseñar vacunas más personalizadas.
La esperanza del ARNm
En la actualidad, BioNTech –la empresa biotecnológica que desarrolló la vacuna de ARN mensajero (ARNm) de Pfizer-BioNTech contra la covid-19– promueve algunos de los ensayos clínicos más destacados aplicando la misma tecnología de ARNm para combatir tumores difíciles de tratar, como el cáncer de páncreas y el melanoma. Se trata de inyectar la secuencia de ARN –es decir, las “instrucciones”– que necesita la célula del paciente para producir el neoantígeno y entrenar al sistema inmune. Esto permite diseños más rápidos y de gran utilidad para el desarrollo de vacunas personalizadas.
En España, se están realizando varios ensayos clínicos con la tecnología de ARNm. Dos de ellos –en fase 1 (NCT05142189) y en fase 2 (NCT0555759)– evalúan la seguridad y eficacia de la vacuna BNT116. Está basada en seis ARNm de antígenos antitumorales (MAGE A3, CLDN6, KK-LC-1, PRAME, MAGE A4 y MAGE C1) expresados frecuentemente en cáncer de pulmón no microcítico. Diseñada también por BioNTech, se está estudiando en diferentes países y en combinación con otras terapias.
Si está interesado en recibir más información o desea participar en un ensayo clínico, puede consultar la base de datos de ensayos clínicos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) o ClinicalTrials.gov. Para las vacunas a la carta que se están desarrollando en Reino Unido puede visitar el portal NHS CVLP.