“No fue algo forzado, hecho bajo presión o que asustara”, dice Billie Eilish a Apple Music sobre la creación de Happier Than Ever. “Fue agradable”. De nuevo escrito y grabado a medias con su hermano FINNEAS, el segundo LP de Eilish captura a la cantante y compositora de 19 años en un momento de reflexión profunda. El primer año de la pandemia le dio la oportunidad de procesar todos los cambios de su vida y el hecho de convertirse en una de las adolescentes más famosas e influyentes del mundo. “Tengo la sensación de que, aunque me encanta, todo lo que he hecho antes era una especie de batalla conmigo misma”, se sincera. “He hablado con artistas que están en pleno ascenso a la fama y lo que les digo es ‘Sé cómo es, pero no sé cómo es para ti’. Cada cual pasa por algo completamente diferente”. Alejándose notablemente del sonido ajeno a los géneros y el toque ligeramente siniestro de WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO? (2019), buena parte de la producción y los arreglos de su nuevo álbum suenan abiertos y recorridos por una brisa que evoca el pop y el jazz clásicos propios de la cantante Julie London. Eilish habla de la edad bajo una nueva perspectiva (“Getting Older”), de la sensualidad (“Oxytocin”) o de lo absurdo de la fama (“NDA”), siempre con un aire de verdadera libertad, casi paz, y con una voz que cambia de forma y tamaño como un instrumento bajo su control exclusivo. “Empecé a sentirme como una parodia de mí misma, que es una cosa rarísima”, dice. “Intenté escucharme a mí para decidir lo que de verdad me gustaba, en lugar de pensar en lo que me hubiera gustado en el pasado. Tuve que analizarme y pensar en qué quería hacer ahora”. Es una señal de crecimiento, que suena alta y clara en el cielo despejado de “my future” y también en la claridad emocional de la monumental canción que da título al álbum. “Happier Than Ever” empieza como una suave balada y estalla de forma tan natural como inesperada en una ola de guitarras distorsionadas y gritos distantes. Son dos temas que suenan a descubrimiento. “En ningún momento pensamos en cómo iban a salir las cosas o en qué canción estábamos haciendo”, dice del proceso de composición. “Empezamos a escribir y no paramos. Con el tiempo, se fue creando a sí mismo. Salió solo, así de sencillo”.