Fundada a finales del siglo XVII, la ciudad de Ouro Preto (Oro Negro) fue el punto de convergencia de los buscadores de oro y el centro de la explotación de minas auríferas en el Brasil del siglo XVIII. La ciudad declinó con el agotamiento de sus minas a principios del siglo XIX, pero todavía subsisten muchas iglesias, puentes y fuentes que atestiguan su pasado esplendor y el talento excepcional del escultor barroco Antonio Francisco Lisboa, “El Aleijadinho”. (UNESCO/BPI)[1]}
La historia de esta ciudad, fundada por los portugueses en el siglo XVI, está vinculada a la industria de la caña de azúcar. Tuvo que ser reconstruida en el siglo XVII tras su saqueo por los holandeses y su tejido urbano data esencialmente del siglo XVIII. La arquitectura equilibrada de sus edificios y jardines, así como la de sus veinte templos barrocos, conventos y numerosos “passos” (capillas), da a esta ciudad un encanto muy especial. (UNESCO/BPI)[2]
En el corazón mismo de la selva tropical están ubicadas las ruinas de cinco misiones jesuitas: San Miguel de las Misiones (Brasil), San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor (Argentina). Construidas en territorio guaraní durante los siglos XVII y XVIII, estas misiones se caracterizan por su trazado específico y su desigual estado de conservación. (UNESCO/BPI)[3]
Primera capital del Brasil (1549-1763), San Salvador de Bahía ha sido un punto de confluencia de culturas europeas, africanas y amerindias. En 1588 se creó en ella el primer mercado de esclavos del Nuevo Mundo, destinados a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. La ciudad ha podido conservar numerosos edificios renacentistas de calidad excepcional. Las casas de colores vivos, magníficamente estucadas a menudo, son características de la ciudad vieja. (UNESCO/BPI)[4]
Construido en la segunda mitad del siglo XVII, este santuario está situado en el Estado de Minas Gerais, al sur de Belo Horizonte. Consta de una iglesia con una suntuosa decoración interior al estilo rococó italiano, una escalinata ornada con estatuas de profetas y siete capillas de un vía crucis con grupos escultóricos polícromos del Aleijadinho, que son obras maestras de un arte barroco, expresivo y patético, de gran originalidad. (UNESCO/BPI)[5]
Al igual que el parque nacional argentino colindante del mismo nombre, el parque nacional del Iguazú brasileño permite admirar una de las cascadas más grandes e impresionantes del mundo, que tiene una anchura de mí¡s de 2.700 metros. El parque alberga numerosas especies raras de flora y fauna en peligro de extinción como la nutria y el oso hormiguero gigantes. Las nubes de bruma de las cascadas propician el desarrollo de una vegetación exuberante. (UNESCO/BPI)[6]
Construida ex nihilo en el centro del país entre 1956 y 1960, Brasilia es un hito de gran importancia en la historia del urbanismo. El propósito de sus creadores, el urbanista Lucio Costa y el arquitecto Oscar Niemeyer, fue que todo reflejara una concepto armonioso de la ciudad, desde el trazado de los barrios administrativos y residenciales –comparado a menudo con la silueta de un pájaro– hasta la simetría de las construcciones. Los edificios públicos asombran por su aspecto audaz e innovador. (UNESCO/BPI)[7]
Los numerosos refugios excavados en las rocas del parque nacional de la Sierra de Capivara están decorados con pinturas rupestres. Algunas de ellas datan de 25.000 años atrás y constituyen un testimonio excepcional de una de las más antiguas comunidades humanas de América del Sur. (UNESCO/BPI)[8]
Fundada por los franceses y ocupada por los holandeses antes de caer bajo la dominación de los portugueses, esta histórica ciudad ha conservado su centro histórico del siglo XVII, caracterizado por el trazado rectangular de sus calles. Debido a su estancamiento económico a principios del siglo XX, Sao Luis ha conservado un gran número de edificios históricos de calidad excepcional que hacen de ella un ejemplo de ciudad colonial ibérica único en su género. (UNESCO/BPI)[9]
Diamantina es una ciudad colonial engastada como una piedra preciosa en un inhóspito macizo montañoso. Es un testimonio de la aventura de los buscadores de diamantes del siglo XVIII, así como del influjo ejercido por las realizaciones culturales y artí sticas del ser humano en su marco de vida. (UNESCO/BPI)[10]
Estas reservas están situadas en los Estados de Paraná y Sao Paulo y ofrecen uno de los mejores y más vastos ejemplos del bosque atlántico brasileño. Las 25 zonas protegidas que forman el sitio suman una superficie de 470.000 hectáreas e ilustran la riqueza biológica y la evolución de los últimos vestigios del bosque atlántico. Desde las montañas cubiertas por tupidos bosques hasta los pantanos e islas costeras con montañas y dunas asiladas, el medio natural extremadamente rico de este sitio va siempre unido a panoramas de una gran belleza. (UNESCO/BPI)[11]
Las reservas de la Costa del Descubrimiento están situadas entre los Estados de Bahía y Espirito Santo. Son ocho zonas protegidas, separadas entre sí , que suman 112.000 hectáreas de bosque atlántico y arbustos asociados (”restingas“). Los bosques húmedos de la costa atlántica de Brasil poseen la biodiversidad más rica del planeta. El sitio alberga una amplia gama de especies endémicas e ilustra un modelo de evolución de gran interés para la ciencia y la conservación del medio ambiente. (UNESCO/BPI)[12]
La reserva del Pantanal comprende cuatro zonas protegidas, con una superficie total de 187.818 hectáreas. Situada en el en el extremo sudoriental del Estado de Mato Grosso, esta zona de conservación abarca las cabeceras de los ríos Cuiabá y Paraguay. El sitio representa el 1,3% del pantanal brasileño, uno de los ecosistemas de humedales de agua dulce más vastos del mundo. La abundancia y diversidad de su vegetación y fauna son las características más espectaculares de la reserva. (UNESCO/BPI)[13]
Este sitio de más de seis millones de hectáreas es la zona protegida más vasta de la cuenca del Amazonas y una de las regiones del planeta de más rica biodiversidad. Ofrece una muestra significativa de ecosistemas de varzea, bosques de igapó, lagos y ríos que forman un mosaico acuático donde vive la mayor variedad de especies de peces eléctricos del mundo. Además, el sitio alberga otras importantes especies animales en riesgo de extinción, por ejemplo el arapaima gigante, el manatí del Amazonas, el caimán negro y dos tipos de delfines fluviales. (UNESCO/BPI)[14]
Cimas de la gran dorsal submarina del Atlántico Sur que emerge frente a las costas de Brasil, el archipiélago de Fernando de Noronha y el Atolón de las Rocas representan una gran parte de la superficie insular de la región. Debido a sus aguas ricas en nutrientes, el sitio es de suma importancia para la alimentación y reproducción de atunes, tiburones, tortugas de mar y mamíferos marinos. Estas islas albergan la mayor concentración de aves marinas tropicales del Atlántico Occidental. La bahía de los Golfinhos es famosa por su excepcional población de delfines y, durante la marea baja, el Atolón de las Rocas ofrece un espectacular paisaje, salpicado de lagunas y pozas repletas de peces. (UNESCO/BPI)[15]
Estos parques albergan la flora, fauna y hábitats característicos del “cerrado”, uno de los ecosistemas tropicales más antiguos y diversificados del mundo. Los dos sitios protegidos han servido de refugio durante milenios a numerosas especies en los períodos de cambio climático y se estima que serán indispensables para el mantenimiento de la biodiversidad. (UNESCO/BPI)[16]
Goiás constituye un testimonio de la ocupación y colonización del interior de Brasil en los siglos XVIII y XIX. Su diseño urbano es característico de las ciudades mineras de desarrollo orgánico, adaptadas a su entorno. Aunque modesta, la arquitectura de sus edificios públicos y privados presenta una gran armonía, que es fruto, entre otros factores, de un empleo coherente de materiales y técnicas locales. (UNESCO/BPI)[17]
La plaza de São Francisco en la ciudad de São Cristovão forma un cuadrilátero a cielo abierto rodeado de imponentes edificios, como la iglesia y convento de São Francisco, la iglesia y la Santa Casa da Misericórdia,el palacio provincial y sus viviendas asociadas de diferentes periodos históricos. Este conjunto monumental, unido a las casas de los siglos XVIII y XIX que lo rodean, crean un paisaje urbano reflejo de la historia de la ciudad desde sus orígenes. El complejo franciscano es un ejemplo de la arquitectura típica desarrollada por esta orden religiosa en el nordeste de Brasil. (UNESCO/BPI)[18]
En el sitio inscrito destaca la dimensión de la ciudad como asentamiento urbano excepcional más que el patrimonio construido que ésta contiene. Une los elementos naturales clave que han inspirado el desarrollo urbano: desde las cumbres de las montañas del parque nacional de Tijuca hasta el mar. Incluye también los Jardines Botánicos, creados en 1808, la cumbre del Corcovado, con su famoso Cristo, las colinas que rodean la bahía de Guanabara y los amplios paisajes de la bahía de Copacabana, escenario de la cultura viviente de esta espectacular ciudad. Con esta inscripción, se reconoce también a Río de Janeiro la inspiración artística que ha brindado a músicos, paisajistas y urbanistas. (UNESCO/BPI)[19]
El conjunto arquitectónico de Pampulha fue el centro de un proyecto urbanístico visionario de ciudad-jardín realizado en 1940 en la ciudad de Belo Horizonte, capital del estado brasileño de Minas Gerais. Planeado en torno a un lago artificial, ese centro de carácter cultural y recreativo comprendía un casino, una sala de baile, el Yate Golf Club y la iglesia de San Francisco de Asís. Todos sus edificios fueron diseñados por el arquitecto Oscar Niemeyer, en colaboración con diversos artistas innovadores. La explotación de las propiedades plásticas del hormigón y la fusión de diversas artes –arquitectura, escultura, pintura y paisajismo– dieron lugar a la creación de construcciones de formas audaces que se integran en un conjunto armónico. El sitio constituye además un testimonio de la influencia del clima, el medio ambiente y las tradiciones del Brasil en los principios de la arquitectura moderna. (UNESCO/BPI)[20]
Zona de protección: 0.3895 ha. Zona de respeto: 41.6981 ha.
El Sitio Arqueológico del Muelle de Valongo está situado en el centro de Río de Janeiro y abarca la totalidad de la plaza del Jornal do Comércio. Está en la antigua área portuaria de Río en la que las viejas piedras del muelle fueron construidas para el desembarco de los esclavos africanos que llegaban a Sudamérica desde 1811 en adelante. Una cifra estimada de 900.000 africanos llegaron al subcontinente vía Valongo. El sitio físico está compuesto por numerosas capas arqueológicas, la más baja de las cuales consiste en un suelo de pavimento de estilo pé de moleque, atribuido al Muelle Valongo original. Son los restos físicos más importantes de la llegada de esclavos africanos al continente Sudamericano. (UNESCO/BPI)[21]
Zona de protección: 173 164.1 ha. Zona de respeto: 258 921 ha.
Situado entre el Océano Atlántico y los montes de la Sierra de la Bocaina, este sitio consta de los siguientes elementos: cuatro zonas naturales protegidas de bosque atlántico brasileño, pertenecientes a una de las cinco regiones de más alta biodiversidad del planeta; y el centro histórico de la ciudad costera de Paraty, que es uno de los mejor conservados de todo el país. El sitio alberga una variedad impresionante de especies animales entre las que figuran algunas en peligro de extinción, como el jaguar (Panthera onca), el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari) y el muriquí o mono araña lanudo (Brachyteles arachnoides), un primate endémico que es emblemático de la gran biodiversidad de la región. En lo que respecta a la ciudad, cabe señalar que a finales del siglo XVII Paraty era el punto de destino de la ruta del oro (“Caminho do Ouro”) donde se embarcaba para Europa el metal extraído en el interior del país. A su puerto también llegaban las importaciones de utillaje industrial y de mano de obra esclava africana destinada a trabajar forzosamente en las minas de oro. Un complejo de fortificaciones protegía las riquezas del puerto y la ciudad, cuyo centro histórico aún conserva el mismo ordenamiento urbano que en el siglo XVIII, así como una gran parte de los edificios de estilo colonial construidos a finales del siglo XVIII y principios del XIX. (UNESCO/BPI)[22]
Zona de protección: 40.53 ha Zona de respeto: 575 ha
Situado al oeste de Río de Janeiro, este sitio muestra el logrado proyecto llevado a cabo durante más de 40 años por el artista y arquitecto paisajista Roberto Burle Marx (1909-1994), que pretendió crear una “obra de arte viviente” y un “laboratorio del paisaje” recurriendo a la vegetación nativa e inspirándose en las ideas del movimiento modernista. Comenzado en 1949, este jardín paisajístico es representativo de los elementos esenciales de lo que llegó a ser con el tiempo el estilo singular de Burle Marx, cuya influencia ha sido notoria en la creación de numerosos jardines modernos en todo el mundo. El jardín se caracteriza por sus formas sinuosas, la exuberancia de sus plantaciones masivas, la disposición arquitectónica de su vegetación, la utilización de especies botánicas tropicales y la incorporación de elementos artísticos propios del folclore popular. A finales del decenio de 1960, este sitio albergaba la colección más representativa de plantas brasileñas nativas, junto con numerosos especímenes raros de flora tropical. Las 3.500 especies vegetales plantadas en el jardín crecen en armonía con la vegetación autóctona de la región, compuesta esencialmente por manglares, bosques húmedos de hoja ancha (“restingas”, en portugués) y bosques atlánticos. El sitio es una viva muestra del proceso de plasmación en los hechos de una concepción ecológica de la estética, que ha integrado además la cooperación social en su realización por ser ésta el elemento básico fundamental de la preservación del patrimonio medioambiental y cultural. Es el primer jardín tropical moderno que se inscribe en la Lista del Patrimonio Mundial. (UNESCO/BPI)[23]
El sitio se encuentra en el noreste de Brasil, en la costa este de Maranhão, en una zona de transición entre tres biomas brasileños: Cerrado, Caatinga y Amazonia. Más de la mitad de su superficie está cubierta por zonas de dunas costeras de arena blanca con lagunas temporales y permanentes. El parque no solo cumple un papel importante en la conservación de la biodiversidad, sino que también posee valores estéticos y geológicos/geomórficos considerables. A lo largo de su litoral de 80 km de extensión, en el que se alternan playas y llanuras, los vientos dominantes modelan las dunas creando largas cadenas de barjanes que, durante la estación lluviosa, se llenan formando lagunas de diversos colores, formas, tamaños y profundidades. El sitio luce su mayor esplendor cuando las lagunas alcanzan su volumen máximo, creando una belleza única. La vasta extensión de dunas estabilizadas y móviles, la mayor de Sudamérica constituye una prueba extraordinaria de la progresión evolutiva de las dunas costeras a lo largo del Cuaternario. (UNESCO/BPI)[24]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Brasil, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 30 de enero de 2015,[25] ha presentado los siguientes sitios:
Los sitios que siguen estuvieron anteriormente en la lista Indicativa, pero fueron retirados o rechazados por la UNESCO. Los sitios que aún se incluyen en otras entradas en la lista Indicativa o que fueron aceptados y son parte de sitios del Patrimonio Mundial no se incluyen aquí.[26]
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2003).
Los wajapi, que pertenecen al grupo etnolingüístico tupi-guaraní, son una población indígena del norte de la Amazonia. Los 580 miembros que componen actualmente esta comunidad viven en unas cuarenta aldeas agrupadas en un territorio protegido del Estado de Amapá, al noreste del Brasil. Los wajapi tienen una remota tradición que consiste en utilizar tintes vegetales para adornar sus cuerpos y otros objetos con motivos geométricos. En el transcurso de los siglos, han ido desarrollando un lenguaje único, mezcla de arte gráfico y verbal, que refleja su visión particular del mundo y mediante el cual transmiten los conocimientos esenciales de la vida de la comunidad.
Los motivos de este arte gráfico único, llamado kusiwa, se realizan con tintes vegetales rojos que se extraen de una planta del Amazonas, la bija, mezclada con resinas odoríficas. El arte kusiwa es tan complejo que los wajapi consideran que la competencia técnica y artística necesaria para dominar el arte del dibujo y preparar los tintes no puede alcanzarse antes de los cuarenta años. Los motivos más recurrentes suelen ser el jaguar, la anaconda, la mariposa y el pez. Los dibujos kusiwas evocan la creación de la humanidad y cobran vida a través de los numerosos mitos en torno a la aparición del hombre. Este grafismo corporal, estrechamente vinculado a las antiguas tradiciones orales amerindias, posee varias significaciones a distintos niveles sociológicos, culturales, estéticos, religiosos y metafísicos. De hecho, el kusiwa constituye la estructura genuina de la sociedad wajapi y su significación va mucho más allá de su mera dimensión artística. Ese repertorio codificado de conocimientos tradicionales evoluciona de forma permanente, ya que los artistas indígenas renuevan constantemente los motivos mediante la reinterpretación o la invención.
Aunque los wapajis están afincados en un territorio protegido, su modo de vida tradicional, y en particular la práctica del kusiwa, corren el peligro de perder su significación simbólica, e incluso de desaparecer por completo. Esa alteración modificaría radicalmente las referencias estéticas, sociales y cosmológicas de la comunidad. El principal peligro procede de la falta de interés de las jóvenes generaciones, del número cada vez más reducido de wapaji que conocen bien el kusiwa y de la indiferencia de la sociedad contemporánea. (UNESCO/BPI)
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2005).
La Samba de roda es un acontecimiento popular festivo que combina música, baile y poesía. Apareció en el siglo XVII en el Estado de Bahía, cerca de Recôncavo y procede de los bailes y tradiciones culturales de los esclavos africanos de la región. También contiene elementos de la cultura portuguesa como la lengua, la poesía y algunos instrumentos musicales. Aunque empezó siendo un componente principal de la cultura regional popular entre los brasileños de origen africano, la Samba de roda fue luego adoptada por los migrantes procedentes de Río de Janeiro e influenció la evolución de la samba urbana, que se convirtió en el símbolo de la identidad nacional brasileña en el siglo XX.
Este baile congrega a la gente en ocasiones específicas, como las fiestas católicas populares o los cultos afrobrasileños, pero también surge a veces de forma espontánea. Todos los presentes, incluyendo a los principiantes, son invitados a participar en el baile y a aprender a través de la observación y la imitación. Una de las características de esta samba es que los participantes se reúnen en círculo llamado roda. Generalmente, sólo bailan las mujeres. Una por una, se van situando en el centro del círculo formado por los otros bailarines, que cantan y baten palmas a su alrededor. Esta coreografía a menudo es improvisada y se basa en los movimientos de los pies, las piernas y las caderas. Uno de los movimientos más característicos es la famosa umbigada (movimiento de ombligo), de origen bantú, movimiento por el cual la bailarina invita a la que va a sucederla en el centro del círculo. Hay otros rasgos específicos, como el paso de baile llamado miudinho, la utilización de instrumentos raspados y de la viola machete, un laúd pequeño con cuerdas punteadas.
La influencia de los mass media y la competencia de la música popular contemporánea han contribuido a devaluar esta samba a los ojos de los jóvenes. El envejecimiento de los participantes y el número decreciente de artesanos capaces de fabricar algunos de los instrumentos constituyen una amenaza suplementaria para la transmisión de esa tradición. (UNESCO/BPI)
Los enawene nawe viven en la cuenca del río Juruena, en los bosques lluviosos de la Amazonia meridional. Todos los años, en la estación seca, ejecutan el ritual Yaokwa para rendir homenaje a los espíritus y garantizar el mantenimiento del orden cósmico y el orden social entre sus diferentes clanes. Este ritual vincula la biodiversidad local a una compleja cosmología simbólica en la que se entrelazan ámbitos distintos, pero inseparables, de la sociedad, la cultura y la naturaleza. El ritual forma parte de la vida diaria de los enawene nawe y se prolonga por espacio de siete meses, un periodo en el que los clanes asumen por turno diferentes actividades: un grupo emprende expediciones pesqueras por todo el territorio, mientras que otro prepara ofrendas de sal gema, pescado y comidas rituales para los espíritus e interpreta músicas y danzas. El ritual combina los conocimientos teóricos y prácticos sobre la agricultura, el tratamiento de alimentos, la artesanía (confección de indumentaria, utensilios e instrumentos musicales) y la construcción de casas y diques para la pesca. Como el Yaokwa y la biodiversidad local se basan en un ecosistema sumamente delicado y frágil, la continuidad de los dos primeros depende directamente de la conservación de este último. Sin embargo, tanto el ritual como la diversidad se ven gravemente amenazados por la desforestación y toda una serie de prácticas invasivas: explotación intensiva de yacimientos mineros y tierras forestales, ganadería extensiva, contaminación del agua, deterioro del curso superior de los ríos, urbanización incontrolada, apertura de vías terrestres y fluviales, construcción de diques, drenaje y desvío de los ríos, quema de bosques, pesca furtiva y comercio ilícito de especies salvajes. (UNESCO/BPI)
El frevo es una expresión artística musical y bailada que se practica principalmente durante el carnaval de de Recife. El ritmo rápido, frenético y potente de su música, ejecutada por bandas de música militares y charangas, se basa en la fusión de géneros como la marcha, el tango brasileño, la contradanza, la polka y piezas de música clásica. La música es esencialmente urbana y al igual que el passo –la danza que la acompaña– es también dinámica y subversiva. La danza tiene sus orígenes en la destreza y agilidad de los luchadores de capoeira, que improvisan sus brincos al son electrizante de las orquestas y bandas de instrumentos de metal. Los que practican el frevo y el passo son miembros de asociaciones que participan en los desfiles del carnaval. En las sedes de estas asociaciones se ofrece apoyo para preservar, transmitir y desarrollar las competencias y conocimientos relacionados con el frevo. Este elemento del patrimonio cultural también está estrechamente vinculado a las creencias y al universo simbólico de la religión de quienes lo practican. Varias asociaciones adoptan como distintivos colores que guardan relación con la fe religiosa de sus miembros y algunos de los ornamentos utilizados tienen también un significado religioso. El frevo es fruto de la creatividad y riqueza cultural generadas por una combinación excepcional de la música, el baile, la capoeira, la artesanía y otros elementos que ponen de manifiesto el ingenio y la capacidad de creación de quienes lo practican. Esa capacidad para fomentar la creatividad humana y el respeto de la diversidad cultural son inherentes al frevo. (UNESCO/BPI)
Las festividades del “Círio de Nazaré” dan comienzo todos los años a partir del mes de agosto y su punto culminante es la gran procesión celebrada en honor de Nuestra Señora de Nazaret el segundo domingo de octubre de cada año, con motivo del traslado de una imagen de madera de la Virgen María desde la catedral de la Sé hasta la plaza del Santuario de Nazaret en la ciudad de Belem. Después de este acto religioso, las festividades se prolongan por espacio de dos semanas más. Prácticamente todos los vecinos de la ciudad participan en la procesión y grandes muchedumbres de peregrinos acuden desde todo el Brasil para participar en esta concentración religiosa, que es una de las más grandes del mundo. Las festividades comprenden numerosos elementos que reflejan el carácter multicultural de la sociedad brasileña: prácticas culturales y culinarias tradicionales de la Amazonia; y objetos artesanales como los juguetes fabricados con madera de la variedad de palma local. La mezcla de lo sagrado y lo profano hace que este evento religioso tenga también facetas estéticas, turísticas, sociales y culturales. El uso de barcos en la procesión tiene un carácter simbólico ya que Nuestra Señora de Nazaret es la santa patrona de los marineros. Los fieles levantan altares en casas, tiendas, bares, mercados y edificios públicos de toda la ciudad. La transmisión de esta práctica cultural tradicional se efectúa en el seno de las familias, cuando los padres asisten a los festejos acompañados por sus hijos pequeños y adolescentes. Para muchos, la festividad del Círio de Nazaré es una ocasión para retornar al hogar y reunirse con la familia, y para otros es una oportunidad para organizar manifestaciones políticas. (UNESCO/BPI)
La capoeira es una práctica cultural afrobrasileña que combina a un tiempo la lucha y la danza y que se puede considerar una expresión cultural tradicional, un deporte o incluso una especie de arte. Los capoeiristas forman un círculo y dos de ellos compiten en el centro de éste. Los movimientos ejecutados exigen una gran destreza corporal. Los participantes que rodean a los competidores cantan y tocan las palmas y e instrumentos de percusión. Los círculos de capoeira están integrados por hombres y mujeres y cada uno de ellos cuenta con un maestro, un contramaestre y varios discípulos. El maestro, que es el custodio de los conocimientos del círculo, debe enseñar el repertorio a los discípulos, mantener la cohesión del grupo y velar por la observancia de un código ritual. El maestro suele tocar un instrumento de percusión de una sola cuerda y es él quien inicia los cantos y marca los tiempos y el ritmo del juego. Todos los participantes tienen que ser capaces de fabricar instrumentos de música y tocarlos, cantar un repertorio común de cantos, improvisar canciones, conocer los códigos de ética y comportamiento, y ejecutar los movimientos, pasos y gestos de ataque preceptivos. En el círculo de capoeira los conocimientos y técnicas se transmiten mediante observación e imitación. El círculo también desempeña una función en estos tres ámbitos: la afirmación del respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos; el fomento de la integración social; y la memoria de la resistencia de los afrobrasileños a la opresión histórica. (UNESCO/BPI)
El artículo 18 de la convención de la Unesco de 2003 estipula que el comité intergubernamental selecciona periódicamente entre las propuestas presentadas por los estados partes, programas, proyectos y actividades de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial que reflejen mejor los principios y objetivos de la convención. Brasil cuenta con dos proyectos entre las mejores prácticas de salvaguardia bajo las denominaciones de Museo Vivo del Fandango[29] y Concurso de proyectos del Programa Nacional de Patrimonio Inmaterial[30] , seleccionados en 2011.