El pasado viernes 29 de Noviembre fue mi último día en la que ha sido mi casa durante casi 23 años.
Cuando llegué a Amena en 2002 no me imaginaba que acabaría estando tantos años. Llegaba con muchas ganas de aportar y con la ilusión de formar parte de un proyecto ambicioso.
He tenido la suerte de tener grandes jefes que han confiado en mí y me han ayudado a crecer. Y también he sido afortunado por formar parte de una empresa, Orange, que apuesta por su gente y la deja desarrollarse y asumir nuevos retos. Pero sobre todo he tenido la suerte de formar parte de unos equipos increíbles en las diferentes etapas. Desde los años de Estrategia de Ventas allá por finales de los 00s con un equipo joven pero con un talento tremendo, como luego el futuro ha ido evidenciando. Pasando por la etapa de Televenta, donde lo pasamos genial transformando el canal que se convirtió en el más potente de la compañía. Continuando por los años liderando Oferta Táctica y Dispositivos, con tantos y tantos debates en la frontera entre Marketing y Ventas... Y finalizando en esta última etapa en la que he tenido la oportunidad de liderar simyo, con los enormes retos que hemos afrontado tras el cierre de Amena y República Móvil. Todos ellos equipos top, con grandes profesionales y desbordantes de talento y de una actitud retadora.
Siempre he procurado rodearme de los mejores y dejar hacer, tratando de guiar y apoyar desde mi posición. No siempre lo habré logrado, pero sin duda lo he intentado. Todo ello buscando crear un clima laboral donde, aunque hayamos trabajado intensamente, nos hayamos divertido. Creo sinceramente que ambas cosas han sucedido y que hemos alcanzado grandes retos durante estos años.
Es difícil expresar el agradecimiento que siento tras todo este camino recorrido. En Amena/Orange me he forjado como profesional y he estado rodeado constantemente de enormes talentos y grandísimas personas que me han dejado una gran huella. Sería injusto si tratara de destacar a algunas personas, porque seguro que me dejaría muchas otras. Tanto jefes, como compañeros, como aquellas personas que he tenido la suerte de liderar en mis equipos, todas, han hecho que sea hoy el profesional que soy. Con mis defectos y virtudes, pero muy orgulloso por este trayecto vivido.
Con las empresas en las que trabajamos se establece un vínculo emocional. Durante muchos años he sentido ese "vínculo" con la compañía que ha hecho que mi implicación con el proyecto sea máxima.
Dejo la compañía en busca de nuevos retos que me devuelvan esa ilusión que nos hace dar lo mejor de nosotros mismos. Y lo hago sintiendo un agradecimiento infinito hacia la que ha sido mi casa; hacia mis compañeros y amigos que me han acompañado en este bonito viaje. Porque en verdad, las empresas las hacen sus personas. Son las que hacen los proyectos exitosos y que el camino merezca la pena. Y sin duda en Orange, en MasOrange, hay grandísimas personas a las que echaré mucho de menos.
Muchas gracias por todo!!
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