El Estado Islámico asume el atentado con más de un centenar de muertos en una sala de conciertos de Moscú
Varias personas con ropa de camuflaje abren fuego en las afueras de la capital. Hay 11 detenidos
Un ataque en la sala de conciertos Crocus City Hall, situado al noroeste de Moscú, causó el viernes decenas de víctimas. Los datos del Comité de Investigación de Rusia, organismo fiscal que depende de la presidencia, indican que ha habido al menos 93 muertos y más de un centenar de heridos, según informa la agencia Reuters. Por el momento, no hay confirmación oficial de quiénes han sido los autores de este acto terrorista —como lo han calificado la Fiscalía y el Ministerio de Exteriores de Rusia—, aunque a última hora del viernes, el Estado Islámico asumió la autoría en su canal de Telegram, según Reuters. El servicio de seguridad ruso ha detenido por el momento a 11 personas, cuatro de ellas directamente involucradas. Tanto el Gobierno ucranio como el Cuerpo de Voluntarios Rusos, unidad que combate junto con Kiev contra el Kremlin en la invasión de Ucrania, habían negado previamente haber participado en la matanza.
El Crocus City Hall se encuentra en la ciudad de Krasnogorsk, 25 kilómetros al noroeste de la capital. Un grupo de personas vestidas de camuflaje entraron al lugar con armas de asalto y abrieron fuego justo antes de comenzar el concierto del grupo Picnic, a las 20.00 (dos horas menos en España peninsular). Todas las entradas, 6.200, estaban vendidas y los vídeos del lugar reflejan el asesinato a bocajarro de algunos asistentes al intentar huir.
Los atacantes provocaron además un incendio en el centro de ocio que alberga la sala de conciertos. En otra sala próxima a la del concierto se estaban celebrando una serie de concursos infantiles con niños procedentes de la región de Vólogda, situada a medio millar de kilómetros al norte de Moscú. Al lugar se han trasladado unidades de las fuerzas de seguridad rusas y del servicio de emergencias. La prensa rusa informa de que quedaron atrapadas numerosas personas, incluidos niños, en la parte del edificio en llamas.
Estados Unidos y el Reino Unido publicaron hace dos semanas una alerta de posibles ataques terroristas en Rusia, poco después de que el FSB anunciara que había frustrado un ataque del Estado Islámico en una sinagoga de la capital rusa. Washington incidió en su aviso sobre el riesgo de que fueran atacados “eventos con mucha gente, como conciertos”. El presidente Vladímir Putin minimizó la amenaza y aseguró: “Todo esto se parece a un chantaje absoluto con la intención de intimidar y desestabilizar a nuestra sociedad”.
Washington manifestó el viernes que no hay indicios de que Ucrania esté detrás de este ataque terrorista. Tras desdeñar sus advertencias de la pasada semana sobre un posible acto “extremista”, el Kremlin ha pedido a la Casa Blanca información que pueda aclarar la autoría del ataque.
Putin fue informado desde el primer minuto, según ha manifestado su portavoz, Dmitri Peskov. Además, al lugar se trasladaron poco después el jefe del Ministerio del Interior y máximo responsable de la policía, Vladímir Kolokoltsev, y el presidente del Comité de Investigación, el organismo que ejerce como Fiscalía, Alexánder Bastrykin, para informar al mandatario en primera persona.
Kiev niega la autoría
Antes de que se conociera la reivindicación del Estado Islámico, Kiev había negado estar detrás de la masacre. Mijaílo Podoliak, asesor del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, rechazó categóricamente cualquier relación con el ataque a la sala de conciertos. “Ucrania no tiene absoluta y definitivamente nada que ver con el suceso. Tenemos una intensa y enorme guerra a gran escala con el ejército ruso y con la Federación Rusa. Y, a pesar de todo, todo se decidirá precisamente en el campo de batalla de Ucrania”, subrayó Podoliak, quien agregó que las autoridades ucranias no utilizan métodos terroristas. El asesor de Zelenski también incidió en que opositores a Putin indican que el líder ruso ha orquestado en el pasado otros atentados para justificar la guerra en Chechenia. Por su parte, el Cuerpo de Voluntarios Rusos, unidad paramilitar apoyada por Kiev, también lo desmintió. “Por supuesto, clarísimamente no hemos sido nosotros”, manifestó al diario Nóvaya Gazeta un representante de la unidad.
Los Servicios de Inteligencia (GUR) del Ministerio de Defensa ucranio habían acusado, por su parte, a los servicios secretos rusos de estar detrás del atentado, informa desde Kiev Cristian Segura. “Esto una provocación deliberada de los servicios especiales de Putin, sobre los que la comunidad internacional advirtió. El tirano del Kremlin empezó su carrera con esto y quiere terminarla con los mismos crímenes contra sus propios ciudadanos”, afirmó el portavoz del GUR, Andrii Yusov, en referencia a los atentados islamistas de 1999 que la oposición rusa asegura que fueron un complot del FSB y de Putin. Los avisos de este mes del Gobierno de Estados Unidos y del Reino Unido ante posibles atentado en Moscú no especificaron en ningún caso que fueran las autoridades rusas las que estuvieran detrás de un posible atentado.
La Fiscalía rusa ha iniciado una investigación sobre la tragedia. Además del conflicto con Ucrania, Rusia se ha enfrentado en las últimas décadas a los atentados del extremismo islámico y algunas regiones separatistas. El viernes, el FSB anunció la detención en la región de Ingusetia de una treintena de miembros del Estado Islámico, cuya filial en Afganistán, ISIS-K, está enfrentada al movimiento talibán, ahora en el poder en ese país y apoyado por Moscú.
El ataque trae a la ciudadanía rusa el recuerdo de la oleada de atentados que golpeó al país a finales de los años noventa y principios de siglo, cuando Putin llegó al poder. Más recientemente, el país ha sufrido ataques como el ocurrido el 3 de abril de 2017, cuando un ciudadano ruso-kirguizo mató a 15 personas e hirió a otras 45 en el metro de San Petersburgo con una bomba casera. El autor del ataque había viajado en 2014 a Siria, donde contactó con el Estado Islámico, según los medios rusos. Aquel fue uno de varios ataques perpetrados por el grupo terrorista en el país por su apoyo al régimen de Bachar el Asad. Dos años antes, sus miembros habían introducido una bomba en el vuelo 9268 de Metrojet entre la ciudad egipcia de Sharm El Sheikh y San Petersburgo. Todos sus ocupantes, 224 personas, murieron en aquel suceso.
“Ha ocurrido una terrible tragedia. Mi más sentido pésame a los seres queridos de todas las víctimas”, declaró el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin. El mánager del grupo Picnic, Yuri Chernyshevski, aseguró al diario Meduza que sus integrantes se encuentran bien. “Todo sucedió antes de que comenzara el concierto. Oímos disparos y nos dimos cuenta de que el edificio estaba en llamas”, manifestó el responsable de la banda.
El atentado ha provocado una cadena de pésames y la cancelación de eventos en Moscú y el resto de las regiones rusas, donde se ha reforzado la seguridad. “Vine al concierto desde Tula. Habíamos entrado al recinto, estábamos en la platea, en el primer piso. Por ese lado empezó el fuego de ametralladora”, contó un testigo a la radio Kommersant FM. “Comenzó el pánico, comenzaron los gritos, todos corrieron a donde pudieron. Llegamos a unos túneles y el tiroteo continuaba. Habían pasado unos 10 o 15 minutos y todavía se escuchaban los disparos. La gente huía sin sus abrigos”.
La comunidad internacional ha mostrado sus condolencias al pueblo ruso sin distinción por su posición sobre la invasión de Ucrania. “La Unión Europea está conmocionada y consternada por las noticias de un ataque terrorista en el centro Crocus de Moscú. La Unión Europea condena cualquier ataque contra civiles. Nuestros pensamientos están con todos los ciudadanos rusos afectados”, publicó en X, el nuevo nombre de Twitter, el portavoz de Exteriores del bloque comunitario, Peter Stano. “Siria condena enérgicamente el ataque terrorista”, declaró Damasco, uno de los aliados más sólidos con los que cuenta el Kremlin. El presidente bielorruso, otro socio fiel a Putin, transmitió sus condolencias al mandatario personalmente.
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