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¿Es la recarga o ‘refill’ de productos tan sostenible como se vende?

Con el objetivo de reducir los residuos plásticos, los sectores alimentario y cosmético concentran buena parte de las iniciativas orientadas a reutilizar envases apostando por el relleno de producto, pero estas prácticas no siempre juegan a favor del medio ambiente

Un supermercado con oferta de recarga de productos.
Un supermercado con oferta de recarga de productos.Oscar Wong (Getty Images)
Elena Muñoz

El mundo está repleto de basura. Las montañas de residuos textiles se integran en el paisaje árido del desierto de Atacama, los plásticos llegan a las regiones más inhóspitas del planeta mientras los desechos electrónicos se acumulan en países como Etiopía o Ghana. No hay rincón a salvo de la huella humana y la velocidad frenética que marca el ritmo en los sistemas de producción de bienes de consumo no parece que vaya a aflojar. Por eso, la pregunta que muchas empresas están intentando resolver tiene que ver con cómo reducir esos residuos sin necesidad de acortar la producción. Y, de momento, no hay respuesta clara.

Sí se están empezando a implementar diferentes iniciativas, como la recarga de productos. Es decir, ofrecer al consumidor la posibilidad de rellenar o recargar el envase de un producto previamente adquirido. El objetivo es claro: reducir la fabricación de envases plásticos. ¿Es esta opción realmente útil a la hora de disminuir los residuos o se trata de una estrategia disfrazada de sostenibilidad con la que las grandes compañías buscan hacer un lavado de cara en clave ecológica? “En términos generales, es bueno apostar por reducir el plástico, más todavía en el caso de una multinacional, pero lo importante aquí no es el qué, sino el cómo se hace. En ese cómo se hace hay una escala de grises: desde el refill con un impacto un poco menor que otras estrategias y refills que están muy bien hechos y muy bien planteados”, apunta la periodista e investigadora especializada en sostenibilidad y consumo Berta Chávez, autora de los libros de consumo sostenible Al borde de un ataque de compras (Debate) y Tu consumo puede cambiar el mundo (Ediciones Península).

Del granel de toda la vida a modelos de ‘refill’ innovadores

Entre en la cocina, abra armarios y nevera y deténgase a observar cuántos plásticos envasan sus alimentos y productos de limpieza. Después diríjase al baño y compruebe los botes de champú y gel, los cosméticos, incluso la pasta de dientes. El plástico lo inunda todo. Ante este panorama, no es de extrañar que las industrias cosmética y alimentaria hayan sido de las primeras en lanzarse al fenómeno del refill o recarga.

Juanjo Leza es el propietario del supermercado ZeroWasteMad, un mercado de residuos cero ubicado en el número 35 de la calle madrileña García de Paredes. El establecimiento combina la compra a granel de toda la vida (incluso la pasta se puede comprar así) con otros formatos más novedosos, como la cosmética sólida. “Solo ofrecemos bolsas de papel para la comida. Los productos de higiene no necesitan envase o vienen en cartón”.

“En nuestra tienda no te llevas ningún producto en plástico”, asegura Leza, quien ya había reducido su consumo de plásticos “a la mínima expresión” antes de abrir este espacio en septiembre de 2021. Si bien asegura estar “muy contento de la acogida del barrio”, según su experiencia, considera “que el cliente extranjero está más concienciado que el cliente español”. El cambio de mentalidad no se fragua de un día para otro pero los estudios arrojan algunos datos esperanzadores en relación con el interés de los españoles por el consumo sostenible.

María Vilar, directora de Sostenibilidad y ESG (Enviromental, Social y Governace) en Ipsos España, apunta: “Hace ya varios años que el cambio climático ocupa un puesto relevante en el ranking de preocupaciones de la sociedad española”. Y añade: “Hay una creencia de que los pequeños cambios cuentan: el 65% opina que, si todo el mundo realizase pequeños cambios en su vida cotidiana, esto podría tener un gran impacto en la lucha contra el cambio climático. Estos datos no solo denotan preocupación, sino también una voluntad de actuar”. Esos pequeños cambios podrían ser, por ejemplo, evitar los plásticos de un solo uso al hacer la compra o apostar por productos que fomentan la reutilización y circularidad de este material. El problema principal para el consumidor medio es que la oferta de este tipo de productos es muy limitada y en casi todos los casos se concentra en marcas que ya tienen de por sí una conciencia medioambiental en su ADN. Encontrarlos sin hacer un sobreesfuerzo o una búsqueda específica es todavía difícil.

Sobres para rellenar el champú y perfumes recargables

La Fundación Ellen MacArthur, impulsora de la economía circular, distingue cuatro tipos de refill: at home o en casa (el usuario compra un producto de envase reutilizable y va adquiriendo las recargas para llenarlo en casa), on the go o en tienda (el usuario rellena su producto en un punto de recarga concreto, ya sea en la tienda o supermercado), return from home o recogida en casa (se recoge el envase vacío en casa y se entrega otro lleno, la compañía se encarga de la limpieza), y return on the go o devolución (el comprador devuelve el envase en un punto de entrega o buzón concreto, la empresa se encarga de limpiarlo y redistribuirlo).

En España, se desarrollan cada vez más iniciativas prometedoras. La marca cosmética Freshly Cosmetics, por ejemplo, cuenta con una categoría de venta concreta llamada Refill donde aglutina productos capilares, faciales y corporales cuyo envase de vidrio se puede rellenar con un sobre de recarga (fabricado con 75% fibra vegetal y reciclable) una vez terminado.

Otro ejemplo lo encontramos en Ecoalf y su jabón corporal en polvo presentado en una botella recargable de aluminio. Esta recarga viene en un sobre elaborado en “bioplástico compostable”, según se puede leer en su web. Ambos casos encajan dentro de la tipología de refill at home, la más habitual entre quienes buscan iniciarse en esta forma de consumo. Menos innovador, pero muy práctico, es el refill en tienda de algunos supermercados, que se podría definir como un sistema a granel mejorado y actualizado a las necesidades de nuestro tiempo.

En establecimientos especializados, como ZeroWasteMad, van más allá. “Para los productos de limpieza ofrecemos botellas de cristal en consigna o los clientes traen sus propios envases”, puntualiza Leza. En opinión de Berta Chávez, “ya se empiezan a ver estrategias de refill que están muy bien hechas, pero casi siempre en pequeñas y medianas empresas y no en multinacionales”. En un informe titulado Los reutilizables son posibles, publicado por Greenpeace en agosto de 2020, la ONG reivindicó la necesidad de que estos sistemas de refill lleguen a las grandes compañías: “Las grandes empresas de bienes de consumo, desde Nestlé hasta Unilever, Coca-Cola y PepsiCo, deben actuar urgentemente para aumentar los sistemas de reutilización y recarga y eliminar los envases de un solo uso”, sentenciaron.

En 2021, el gigante Procter & Gamble, dueño de marcas de gran consumo como Pantene, H&S o Herbal Essences, anunció “un modelo de relleno inteligente”, según describió la empresa, en una iniciativa que buscaba impulsar “un cambio en la forma en la que los consumidores compran y desechan sus botellas de champú, inspirando un consumo responsable”. El envase de recarga se elaboró, siempre según la compañía, con un 60% menos de plástico, lo que se traduciría en un ahorro de millones de botellas de plástico nuevo. Sin embargo, aquella práctica fue criticada y tachada de poco sostenible por la organización sin ánimo de lucro Greenwash, especializada en exponer las prácticas irresponsables de las grandes empresas en materia de impacto medioambiental: “Se trata de un esfuerzo poco entusiasta por parte de Procter & Gamble que no llega a ser un sistema de recarga verdaderamente eficaz”, argumentaron.

No todo vale y no todo es sostenible

Chávez apunta, además, que rellenar una y otra vez un envase de plástico no es lo más recomendable porque “no es un material inerte como el acero o cristal”. “Realmente los mejores envases para hacer un refill en condiciones y que ese envase que vamos a ir rellenando no reaccione con el interior, se pueda lavar y perdure, son el vidrio y el acero. El plástico muchas veces reacciona con el frío o el calor y con algunas sustancias”, detalla.

La recarga con envase de vidrio tiene un protagonismo creciente en el ámbito del perfume, un sector con gran peso en España. Según datos de STANPA (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética), en 2021 se emplearon 200 millones de envases de vidrio para fragancias. El número de perfumes con opción de recarga es todavía minoritario y su uso anecdótico, pero cada vez son más las firmas de primera línea las que se decantan por esta opción. Prada ha lanzado por primera vez una recarga de perfume para Paradoxe, su último lanzamiento y “la primera fragancia Prada recargable”, explican desde la marca. “Para garantizar un impacto más sostenible y reducir el material de empaquetado, la botella de vidrio se ha diseñado para minimizar su peso y el uso de vidrio”, se indica en la tienda online.

El menor impacto medioambiental y el decrecimiento de los residuos es la premisa principal detrás de estos modelos de negocio, pero además el usuario se puede beneficiar de unos precios algo más reducidos al decantarse por las recargas. “Debería haber una recompensa a las personas consumidoras por utilizar este tipo de estrategias y estar reduciendo el impacto en el planeta de la multinacional o empresa de turno. Lo ideal sería que te cobren una cantidad por ese envase y que luego los refill y los rellenos sean lo más barato posible para motivar a que muchas personas sigan esta estrategia”, sostiene Chávez. Por ilustrarlo con el último ejemplo comentado: la fragancia Paradoxe de Prada nueva tiene un precio de 160 euros los 90 mililitros, mientras que la recarga se vende por 135 euros los 100 mililitros.

En una fase aún primigenia, el uso de los productos recargables es todavía limitado e incluso inexistente según el sector y aunque no será la panacea para aliviar la contaminación planetaria, su impacto siempre será más positivo que la otra alternativa: seguir consumiendo por encima de nuestras posibilidades.

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