Crisis de fe
A la vista de las últimas noticias parece ser que Teresa de Calcuta padeció a lo largo de muchos años crisis de fe importantes, en las que incluso negaba la existencia de Dios. Una existencia cuestionable, naturalmente visceral, a la vista de los horrores que a lo largo de toda una vida pasaron por delante de los ojos de Teresa de Calcuta. Como persona entregada a los más pobres, tener que padecer la pertenencia a una institución que dice hablar en nombre de Cristo mientras reviste de oro su simbología, conlleva casi inevitablemente a una pérdida de fe, al ser una mujer que comprobó en su propia carne las tropelías cometidas.
Es completamente razonable que ante las injusticias exacerbadas de la vida uno se pregunte por qué Dios no hace nada. Suele pasarse de la pregunta al enfado, porque es más que habitual que nadie responda. Mientras el sida, el hambre, la guerra o la injusticia social sean el pan de cada día, o mientras que una institución como la Iglesia católica defienda el nombre de Dios traicionando el espíritu del mensaje de un hombre sencillo y humilde como fue Cristo, habrá muchas Teresas de Calcuta que renieguen de su fe. Cuando se vive el horror en primera persona no se puede esperar a la justicia divina, sino exigir un compromiso para conseguir iniciativas reales que puedan ayudar a resolver los problemas en la tierra, es decir, donde existen.
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