La vuelta al mundo en 140 camisetas del Atlético de Madrid
Alberto Huertas ha encontrado la manera de unir sus dos pasiones: el Atleti y los viajes. Lleva más de dos décadas recorriendo el mundo con su mujer y fotografiándose en lugares icónicos con su colección de zamarras del club de sus amores
Alberto Huertas no puede viajar sin una camiseta del Atlético de Madrid. Es lo primero que este informático segoviano de 48 años mete en su maleta. Se trata de un ritual para él. Antes de cada salida al extranjero, dedica un rato a revisar su colección de 140 zamarras que guarda en cajas y cajones en su domicilio de Palazuelos de Eresma, un pueblo de unos 5.000 habitantes a diez minutos de Segovia. Las hay rojiblancas, azules, amarillas y de todas las épocas de los 120 años de historia del club. Puede llevar hasta una decena si el destino es lejano. Viajero empedernido y futbolero casi a partes iguales, Huertas ha visitado junto a su mujer, Berta Mateo, 51 países en los cinco continentes durante los últimos 20 años. Marida sus dos pasiones en un blog, Las camisetas de Zana, en el que publica fotografías en lugares emblemáticos de todo el mundo ataviado con una elástica del Atleti.
De las dos, el fútbol llegó primero. Su padre, José Luis, le hizo socio del equipo, al igual que a sus cuatro hermanos, cuando era crío. Los convenció hablándoles sobre la delantera de seda, aquel quinteto atacante que hizo las delicias rojiblancas en los años 50; de mitos como Luis Aragonés o el marroquí Ben Barek, al que el astro brasileño Pelé elevó a Dios futbolístico. Aquellos relatos calaron hondo en Huertas. Germinó en él un fuerte sentimiento que con los años iría volcando en su colección.
Con su primer sueldo como informático compró la camiseta de la temporada del doblete que el Atlético ganó en 1996. Huertas se hizo con ella unos meses antes de la gesta atlética en la tienda que se ubicaba en el desaparecido estadio Vicente Calderón, el templo en el que tantos momentos pasó aquel año. “Es la más especial por lo intenso de aquella temporada, la que más veces me he puesto en mi vida”, afirma. Siguió haciendo acopio en los años posteriores. Sin ser plenamente consciente de ello, su afán coleccionista se iba abriendo camino.
En 1999 conoció a Berta, una segoviana “de Zamarramala, un pueblo de al lado, muy pequeño”. Ambos tenían 25 años. Aunque al principio de la relación a ella no le gustaba tanto el fútbol, hoy se considera una colchonera más. Hicieron su primer viaje unos meses después a las Islas Canarias. Pronto descubrieron que compartían la misma afición por ver el mundo. “Fue un poco ella la que me arrastró al principio, pero desde entonces no hemos parado”, confiesa. Camboya, Perú, Australia, Kenia, Estados Unidos, India, Jordania... Así, hasta superar el medio centenar de países visitados. “Más o menos una cuarta parte del planeta”, apostilla Berta.
A la vuelta de uno de esos viajes, “hace cuatro o cinco años”, recuerda Huertas, surgió la idea del blog. “Al principio hice lo mismo que otras publicaciones: subir fotos de camisetas colgadas en perchas por mi casa. Pero vi que era muy aburrido y pensé: ‘Si tengo una foto delante del Taj Mahal que puede valer”. Y decidió compartir la imagen.
En la actualidad, más de 3.000 personas siguen al blog a través de las redes sociales. No solo por las fotografías turísticas; también porque Huertas aprovecha cada publicación para esbozar la historia de cada camiseta. “Creo que ayuda a entender mejor la historia del Atlético”, dice. Zana hace referencia a su mote de niño. “Con 12 años hacía ciclismo en la escuela Carlos Melero de Segovia y nos recomendaban llevar una pieza de fruta. Yo llevaba zanahorias y mis compañeros empezaron a llamarme así cariñosamente”, revela.
Huertas ha publicado más de 1.500 imágenes, aunque tiene alguna espina clavada. Por ejemplo, durante su visita a China en 2010, no pudo fotografiarse junto a la Gran Muralla con una de sus preciadas zamarras. “Solo me llevé una camiseta a ese viaje y no me la puse aquel día”, recuerda.
Su colección está fundamentalmente compuesta por prendas diseñadas para aficionados, conocidas en el mundillo como fan version. Y deja las serigrafiadas, las que se conocen como player version, que pueden alcanzar los 150 euros, según el informático, para sus ídolos. Tiene dos del capitán, Koke, el jugador que más veces ha vestido la elástica colchonera, y otra de Diego Pablo Simeone en su primera etapa en el club, comprendida entre 1994 y 1997. Hay un tercer tipo de coleccionables, las que han sido utilizadas por algún futbolista durante un partido. A Huertas, sin embargo, no le gusta pujar por este tipo de camisetas porque le parecen muy caras. “Te pueden pedir por ellas lo que quieran. Ahora las subastan y los precios los decide el vendedor”.
Huertas relata su sistema para diferenciar las originales de las copias: consultar un código único que el Atlético introduce en cada una de sus camisetas desde 2005. “Los imitadores pueden replicar la etiqueta, pero no ese código porque hay millones y tardarían mucho en encontrar el bueno”, detalla. Debido a la fama que ha ganado estos años, otros aficionados le escriben habitualmente por redes sociales para pedirle consejo antes de embarcarse en una compra dudosa.
Huertas tiene una “joya” en su colección. Se trata de una camiseta serigrafiada con su nombre que el club le envió en 2017 tras ganar un concurso en redes sociales. Para ello subió una imagen de su familia celebrando LaLiga Santander conseguida tres años antes y un texto en el que explicaba el origen de su sentimiento. El premio era mucho mayor: salir en la foto oficial de aquella temporada junto a la plantilla, el cuerpo técnico y la directiva. Huertas aparece justo en el medio, entre los capitanes Gabi y Godín. “Mi padre me acompañó aquel día y rompió a llorar de emoción al verme allí sentado. Nos invitaron al hotel de los jugadores y al palco del estadio Cívitas Metropolitano. Me emociono al recordarlo, pude sentirme futbolista por un día”.
Huertas anda ahora tras la pista de una camiseta Cóndor, una marca española que vistió al Atlético en los 70, y que son “muy difíciles de encontrar porque no hicieron tantas en su día”. Y para seguir tachando países en el mapa, el informático apunta a Indonesia. “La pandemia de Covid-19 nos estropeó a Berta y a mí el viaje que teníamos pagado a Bali, así que queremos ir allí”. Puede que ahí vuelva a escuchar, como ya le sucedió otras veces en los Alpes suizos o el Machu Picchu, en Perú, un grito familiar. “Juro que en varios sitios he escuchado un ‘Aupa, Atleti’ cuando me han visto con una camiseta. Eso se lo debemos a Simeone, que nos ha vuelto a poner en el plano internacional”.
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