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El Madrid es demasiado para el Barça y lo elimina de los ‘playoffs’de la ACB

Los de Chus Mateo apean por la vía rápida a los azulgrana (92-95) tras vencer los tres partidos de la semifinal

Campazzo trata de entrar a canasta entre Hernangómez y Abrines durante el último partido de la serie.
Campazzo trata de entrar a canasta entre Hernangómez y Abrines durante el último partido de la serie.Europa Press Sports (Europa Press via Getty Images)
Jordi Quixano
ACB - semifinal - jornada 3
Barça
Barça
92 95
Finalizado
Real Madrid
Real Madrid

Retorcido de mala manera por el Madrid, su archinemigo histórico y kryptonita del curso, el Barça se quedó hecho un cisco tras caer en los tres duelos de las semifinales de los playoffs ACB, vacío tras chirriar sin remisión en la temporada y definido por un proyecto que ha hecho aguas, por más que estuviera condicionado por una merma económica –se redujo un 20% la masa salarial– y deportiva, sin Mirotic en el parquet ni Jasikevicius en el banco. El Madrid, finalista a la espera de rival –el Murcia recibe hoy al Unicaja con la serie 2-1 a favor–, simplemente puso al Barça en su sitio. Ese que dice que ya no gana nada y que debería impone una reflexión profunda sobre su futuro.

El Palau, que pensó eso de que por aliento no sea, abucheó de tal manera la alineación rival recitada por el speaker que apenas se escuchó algún nombre. “¡Madridista el que no bote es, es!”, atronaba la grada. Pero al baloncesto no se juega con la garganta sino con las manos, y no hay mejores que las blancas. Así se constató de inicio, apuesta validada por Chus Mateo al salir con Hezonja de cuatro, señal de que quería tiros desde el perímetro antes que centímetros en la botella, que para eso ya le valía con Tavares, dictador de la pintura. Y funcionó, pues Causeur, Campazzo y Yabusele por dos veces hicieron diana desde la periferia para desbravar a un Barça en busca de la chispa, esa que reclamó Parker tras un mate y chocar las manos con varios aficionados. Pero Musa siempre tiene puntos en las manos y se quedó en un cuarto con más ánimos que baloncesto para el Barça (20-28); y con tantos o más quilates que abucheos para los blancos.

BARCELONA, 92 - REAL MADRID, 95

Barcelona: Satoransky (12), Laprovittola (7), Parra (2), Parker (27) y Vesely (4) –quinteto inicial–; Da Silva (6), Brizuela (7), Rubio (7), Hernangómez (17) y Abrines (3).

Real Madrid: Campazzo (21), Causeur (6), Musa (14), Hezonja (5) y Tavares (13) –quinteto inicial–; Rudy (3), Abalde (3), Yabusele (11), Sergio Rodríguez (0), Poirier (12) y Llull (7).

Parciales: 20-28; 25-21; 31.23; y 16-23.

Árbitros: A. Conde, J. Torres y A. Olivares. Eliminado Vesely por técnica y antideportiva.

Palau Blaugrana. 7.066 espectadores.

La frustración del Barça derivó en protestas del Palau, que rescató la cantinela de “¡Así, así, así gana el Madrid!”, y del equipo, pues Vesely, iracundo en sus reproches, cometió una técnica que se añadió a una antideportiva hecha con anterioridad y quedó expulsado. La bofetada, por una vez, no destartaló al Barça sino que le embraveció, al fin con Willy Hernángomez en el papel de buque insignia. Hasta se animó con un triple para adornar los otros chofs de Parker, que disfrutó como nunca de la electricidad del Palau. Pero ni con esas podía con el Madrid (45-49).

Sucedió que Parker, versión playground la suya, ya había entrado en combustión, tirador y saltimbanqui que machacó ante Tavares. Alas para el Barça, que igualó el envite, aunque también picantón para el Madrid, que pretendió rebajar las pulsaciones con Musa en estado de gracia y Campazzo como director de orquesta. Pero el show de Parker contagió a Satoransky y Abrines, también francotiradores, además de a un Willy que reclamaba el aliento de los suyos. Suficiente para llegar al epílogo en ventaja (76-72), para explicar que el Barça no se rinde.

Tampoco lo hizo Poirier, un estajanovista en el Madrid que sería la estrella con cualquier otra camiseta, que se apropió de la botella y puso el suspense. Lo quiso desequilibrar Ricky con dos bandejas; lo intentó romper Llull desde el extrarradio; casi lo consiguió Laprovittola con un triple desde su casa; y lo negó Campazzo con sus penetraciones (90-92 a falta de un minuto). Entonces, Abrines falló un triple y Campazzo no, que por algo ha sido el mejor en todas las competiciones nacionales del curso. Y con eso bastó para aclarar que el Madrid es demasiado para los azulgrana.

Hacía cuatro años que el Barça no se quedaba sin comerse un colín –apeado de la Supercopa, finalista en la Copa, descabalgado de Europa antes de la Final Four y tercero en la liga regular–, tortazo para un equipo que siempre aspira a todo. Queda por ver cómo se recompone, si Grimau sigue en el banquillo y si se refresca una plantilla que no ha dado la talla, si se entiende el fiasco como un punto de partida para no repetir errores en el futuro. Aunque eso poco le importa al Madrid, todavía en el presente; el que dice que es finalista de la Liga ACB.

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