Carlos Carrillo, director de la UNGRD: “Nos hicimos elegir con una bandera de cambio y dijimos que éramos distintos, pero no lo fuimos”
El funcionario afirma que tiene un margen de maniobra limitado para enfrentar la corrupción que carcome a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres. “Ser el director no significa que seas el que manda”, remarca
Carlos Carrillo (Bogotá, 42 años) asegura que no disfruta de su nuevo trabajo como director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). “Esto es un quemadero”, “es un desgaste de vida enorme” y “soy el primer moroso de la nación” son algunas de sus descripciones. A simple vista, puede que sea cierto. El presidente Gustavo Petro le ha encargado erradicar la corrupción que carcome una entidad que suele ser un botín para los políticos, incluidos los que su Gobierno había nombrado. Y la dirección de la UNGRD, afirma Carrillo, no tiene la posibilidad de acabar con contratos de los que desconfía o echar a personas sospechosas: “No puedo detener a la entidad”. Además, los pronósticos vaticinan el inicio de La Niña entre julio y septiembre. Puede haber deslizamientos de tierras o inundaciones con decenas de muertos.
Por otro lado, la dirección de la UNGRD le ha dado una visibilidad sin precedentes, provechosa para una carrera política que se limitaba a un mandato como concejal de Bogotá (2018-2022). La entidad, usualmente de bajo perfil, está ahora en el centro de la atención mediática porque el último director, Olmedo López, y uno de sus subdirectores, Sneyder Pinilla, han confesado billonarios actos de corrupción. El segundo, además, ha afirmado que salieron sobornos del Ejecutivo para los presidentes del Senado y la Cámara de Representantes. Hay, entonces, expectativas de cambios que estén a la altura de lo que prometió el primer presidente de izquierdas. Es la oportunidad que tiene Carrillo para mostrar sus habilidades políticas.
Pregunta. ¿Por qué es tan endémica la corrupción en la UNGRD?
Respuesta. Contrata sin restricciones y con un presupuesto que podría considerarse infinito. Puede que tenga un monto asignado, pero también administra unos recursos en el Fondo Nacional de Gestión de Riesgo, que se llena a medida que aparecen eventualidades. Si mañana cae un meteorito y hay una destrucción masiva, de alguna parte tendrán que llegar más recursos a ese fondo, y el ordenador de ese gasto es la persona que se sienta en esta silla. Por eso es un sitio en el que coinciden todos los puntos de la corrupción y de las malas prácticas de la política de este país.
P. ¿Qué impacto ha tenido en el Gobierno el escándalo de Olmedo López y Sneyder Pinilla?
R. Le ha hecho muchísimo daño. Nos hicimos elegir con una bandera de cambio y dijimos que éramos distintos, pero al final no lo fuimos. El sistema permitió que entrara otro criminal más para manejar el bolígrafo más poderoso de la Nación.
P. Olmedo López era del Polo Democrático Alternativo, partido al que usted pertenece y que integra la coalición de Gobierno.
R. Olmedo fue de mi partido, estuvo en la dirección nacional. Pero también fue un poco una cuota [de la política tradicional]: hizo parte de Alcaldía conservadora en Itagüí [Antioquia] y tiene muchas relaciones con los conservadores. Sneyder viene de la derecha dura, empezó con Hugo Aguilar [un exgobernador de Santander condenado por vínculos con paramilitares].
P. ¿Cómo se explican estos nombramientos en un Ejecutivo que dice ser el cambio?
R. No tiene ningún sentido que un tipo de los Aguilar, que le hizo campaña a Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández, termine en una subdirección con ese poder.
P. El primer director de la UNGRD durante este Gobierno, Javier Pava, era experto en gestión de riesgos y desastres. ¿Por qué lo reemplazaron por políticos?
R. Pava era la persona indicada. Sabía, tenía experiencia, era un nombramiento incuestionable. Pero muchos actores empezaron a minarlo muy rápidamente. Se generó la sensación de que no se movía, no actuaba, no daba resultados. Ahora que estoy en su silla entiendo por qué no daba resultados. Esta entidad está tomada por un cartel que la controla. El hecho de que el presidente te nombre no implica que seas el director, que efectivamente mandes. Es un potro muy difícil de domar: pasan cosas increíbles, hacen lo que quieren, aparecen y desaparecen cosas. Tienes, entonces, que hacer todo un trabajo para asumir el poder efectivamente.
P. Algunos políticos de la oposición han cuestionado que usted no tenga experiencia en gestión de riesgos y desastres.
R. Tengo en la subdirección para la Reducción del Riesgo a una de las personas que más sabe del manejo integral del fuego en el país. Tiene un doctorado y le ha dedicado su vida a eso. Pero no es la persona para ir a frentear al Congreso [con los partidos políticos]. Un ministro de Hacienda, por ejemplo, no es quien lleva la contabilidad en un Excel. Para eso, hay una bolsa gigantesca de técnicos. Además, en esta oficina no hago otra cosa que ver proyectos de diseño de cosas como carrotanques o desalinizadores. Eso se relaciona con lo que estudié: soy diseñador industrial y siempre he tenido un vínculo muy cercano con la arquitectura y el urbanismo.
P. ¿Por qué apostar por otro político en la UNGRD?
R. Yo no soy un político tradicional. Digamos que la razón por la que el presidente me pone acá, creo yo, es porque me considera incorruptible. Quizá porque considera que soy una persona que va a hacer arder a quienes le ofrezcan un eventual soborno de 10 millones de dólares y los va a exponer en TikTok.
P. ¿No le da miedo quemarse con este cargo?
R. Mucho, mucho. Pero la importancia de estos cuatro años es demasiado grande para la izquierda. No es solo la suerte del señor presidente, es el futuro de todo el proyecto político en Colombia, de todas las izquierdas. Así que esto tiene que salir bien, o al menos no tan mal. Eso implica que quienes hacemos parte de este proyecto aportemos con lo que podamos. Es un deber moral.
P. ¿Cómo está evaluando los contratos y el personal que le dejó Olmedo López?
R. El porcentaje de control de la UNGRD que pude tener al principio es muy pequeño y aún no está completo. Todavía no han sido contratadas personas de mi confianza, que quiero que estén en este equipo. Los cargos de libre nombramiento y remoción son 10, en una entidad de más de 1.200 contratistas. Recién ahora, después de dos meses, estamos haciendo los primeros contratos.
P. Entonces, ¿qué se hace? ¿Revisa usted mismo los contratos cada mañana?
R. No puedes, no puedes. No puedo echarlos a todos porque no puedo detener a la entidad.
P. Tras tomarle juramento en marzo, el presidente dijo que él apuesta por las reubicaciones preventivas para evitar muertes en desastres naturales y que los muros de contención de agua “son una pérdida de dinero”. Pero el año pasado la UNGRD contrató la construcción de Caregato, un costoso dique en La Mojana que se resquebrajó hace unos días.
R. Lo contrató Olmedo después de que Pava enfrentara una gran polémica por negarse. Lo querían los ganaderos y algunos campesinos, que están endeudados y necesitan el dique para cultivar y pagar sus deudas. El problema es que La Mojana nunca va a dejar de inundarse, es imposible. Estas obras duras solo mueven problemas de un lado al otro. Te tapas la cabeza, y te destapas los pies. Te tapas los pies y te destapas la cabeza. Cierras Caregato y se rompe en otra parte.
P. ¿Qué van a hacer con el proyecto?
R. La decisión es cerrarlo temporalmente. Es un contrato muy complicado y tengo una enorme desconfianza de todo lo que firmaron Olmedo y Sneyder. Los ingenieros encontraron que, el día del colapso, las aguas nunca superaron la cuota que estaba construida. Eso abre dos opciones. Puede que el proyecto esté mal hecho y que la estructura haya colapsado porque no se impermeabilizó bien la base. O puede que sea por la acción del hombre, por un sabotaje. Lo que está claro es que no fue el río.
P. ¿Van a cancelar el proyecto de manera permanente?
R. Hay un brazo del río Cauca que, por distintos factores, es como una autopista de agua. Pega de frente contra ese punto, que hoy es tan crítico. Así que hay que controlarlo, no podemos permitir que el río siga derecho. Algunos ingenieros recomiendan obras que permitan regular el paso del agua hacia un valle inundable: que pase cierta cantidad, que haya esclusas, cuotas y rebosaderos.
P. El Ideam ha advertido que hay alrededor del 70% de probabilidades de que La Niña se manifieste entre julio y septiembre. Prevenir y mitigar los impactos, que incluyen inundaciones y deslizamientos de tierra, requiere de meses de alistamiento. ¿Qué tan preparada encontró a la entidad?
R. No es un esfuerzo de meses, sino un esfuerzo constante del Estado y la sociedad a largo plazo. No vas a hacer obras dos meses antes, no vas a construir el sistema de alertas tempranas en un mes. Yo encuentro una institución con una enorme capacidad de respuesta a los desastres. Pero no solo hay que responder después. Tenemos que también reducir el riesgo y eso toma mucho más tiempo.
P. Entonces, ¿el país no está preparado?
R. La sociedad no está preparada para La Niña, y mucho menos para el cambio climático. Todavía hay gente que se burla del presidente por haber convertido la crisis climática en el centro de sus propuestas políticas.
P. ¿Qué se puede hacer en estos meses que quedan?
R. El país es muy grande y las naturalezas de los problemas son muchas. Hay lugares en los que hay que hacer una descolmatación [retiro de sedimentos acumulados en los lechos de los ríos]. En otros se necesita hacer intervenciones con maquinaria, dragar, o reforzar puntos críticos. Además, es muy importante apostar por un verdadero sistema de alertas tempranas. Por eso recuperamos unos radares finlandeses de altísima tecnología que estaban parados y habían sido vandalizados. Hoy están funcionando nuevamente y le estamos entregando la información al Ideam. Estamos haciendo cosas, las obras que venían contratadas siguen avanzando.
P. ¿Y la reubicación de personas?
R. Es una de las prioridades. Hay lugares en los que la gente no puede vivir porque el riesgo no es mitigable. Pero los cambios en las administraciones son muy complejos, no puedo simplemente llegar y contratar a todo el mundo que quisiera para empezar a trabajar. Esto toma tiempo. Por otro lado, tenemos la convicción de que la UNGRD puede ayudar a los afectados y simultáneamente contribuir a la reforma agraria. Las personas que lo pierden todo tienen dos caminos: o el Gobierno les entrega limosnas o les entrega buenas tierras. Y la Unidad tiene la capacidad, las atribuciones, para comprar tierra de manera forzosa.
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