Torres presenta en Barcelona su opa al Sabadell y recibe críticas de accionistas históricos
El presidente del BBVA garantiza que la absorción del Sabadell no reducirá el crédito a las pymes
El presidente de BBVA, Carlos Torres, ha realizado numerosos encuentros a puerta cerrada en Barcelona para vender la opa sobre Banco Sabadell. Nunca, sin embargo, había mostrado interés en hablar de la operación en un acto público en la capital catalana, donde se ha recibido con recelos. Hasta este martes, en un acto organizado por la escuela de negocios Esade, en el que ha aprovechado para tratar de anular uno de los riesgos que más preocupan en Cataluña: una reducción del crédito que asfixie al tejido de pymes y del conjunto de las empresas. “No es cierto que las integraciones lleven a reducir el crédito”, ha dicho cuando se le ha cuestionado al respecto, asegurando que la financiación general del mercado español no se ha visto nunca afectado cuando se han realizado otras fusiones. “De hecho, ha habido un aumento del crédito”, ha defendido.
De hecho, para eludir las dudas ha destacado que si quieren absorber el Sabadell no es para encoger su negocio, sino para “potenciarlo”: “¿Qué sentido tiene integrarnos para reducir su tamaño? Potenciaremos el modelo de gestión y de riesgos de pymes y empresas”, ha dicho.
Antes de hacer esas precisiones, que atienden a los temores suscitados en Cataluña, el presidente del BBVA ha defendido la bonanza de la operación por la necesidad de ganar escala y diluir los costes por cliente (necesarios a causa de los requisitos tecnológicos del negocio bancario), por las expectativas de crecimiento económico de Cataluña y del conjunto de España y por el “atractivo” del Sabadell, del que ha dicho que es “muy complementario al BBVA”. Ha cuantificado en 850 millones de euros en ahorro de costes, sobre todo fijos.
En la primera línea de los asistentes se encontraba el vicepresidente del Banco Sabadell, Pedro Fontana, quien no ha realizado ninguna declaración. Quien sí lo han hecho han sido dos personas con apellidos históricos vinculados al banco vallesano: Joan Corominas, hijo de un expresidente, y Joan Llonch, exvicepresidente y familiar de uno de los fundadores. Ambos han puesto en entredicho la oferta del BBVA por el Sabadell, cuya prima se ha ido estrechando conforme transcurría el tiempo. Ambos la han situado ahora en torno a un 2%, mejora que Torres ha negado que pueda tenerse en cuenta, mientras aseguraba que su oferta representaba un 27% del beneficio por acción que percibirían los accionistas del Sabadell, que obtendrían acciones del BBVA.
Antes de esa respuesta, que no ha acabado de ser aceptada, Corominas ha preguntado a Torres si no tenía intención de mejorar la oferta, a lo que Torres ha respondido, como ha hecho en otras ocasiones, con una negativa: “En absoluto”. Y acto seguido ha alertado a los accionistas sobre el futuro del Sabadell si la opa fracasa. “Qué pasa si la oferta falla”, ha dejado caer.
Llonch ha rebatido el argumento de la escala y ha puesto como ejemplo Bankinter y su alta rentabilidad pese a ser uno de bancos pequeños. “El Sabadell puede seguir siendo un banco muy pequeño porque está muy especializado”, ha argumentado, y le ha indicado que para muchos minoristas la entidad vallesana “es más que un banco”, porque sus acciones son en muchos casos heredadas y “usted no está teniéndolo en cuenta”, apelando al valor sentimental. “No hay que hacer solo números y la mayor parte de los accionistas no va a aceptar”, ha señalado.
En todo caso, el jefe del BBVA ha reiterado que la transacción que defiende está “lejos de ser hostil”. Asimismo ha defendido que no contempla tener problemas para que la CNMC apruebe la operación, al considerar que ni en Cataluña ni en Comunidad Valenciana hay riesgos de una concentración superior a la existente en otros territorios o la que han conllevado otras operaciones de fusión, como sería el caso de CaixaBank y Bankia. “No vemos riesgo de competencia en esta operación”.
La absorción del banco vallesano todavía está sujeta a la validación de los reguladores españoles y el Gobierno, que en diversas ocasiones ha mantenido sus reservas por el riesgo de pérdida competencia bancaria en España. El Banco Central Europeo ya comunicó al BBVA que no se oponía a la compra, pero la decisión recae ahora sobre la CNMV y la CNMC, además de la posición del Gobierno. Esas decisiones, tras la posición mantenida por el BCE basada en cuestiones de solvencia, previsiblemente se basarán más en cuestiones de mercado: impacto sobre la competencia, los clientes y la financiación a estos.
La opa tardará en dilucidarse, pero la batalla por el mensaje que mantienen ambas entidades es ardua, con la intención de convencer a los accionistas del Sabadell, que son en realidad los que decidirán si la operación llega a buen puerto. El banco vallesano está jugando a la defensiva subrayando la proyección de su acción en los últimos tiempos y prometiendo un reparto de dividendos superior a los 2.900 millones de euros para intentar convencer de que no vendan las acciones.
Y el BBVA, por su parte, está reforzando el mensaje sobre la bondad de la absorción y ha intensificado sus anuncios centrándose en el principal temor que genera la fusión en Cataluña: la falta de competencia para financiar a las pymes, el gran hecho diferencial del Sabadell. La patronal Pimec denunció ese riesgo en julio pasado, además de poner sobre la mesa la destrucción de empleo y el cierre de oficinas que supondrá la operación en Cataluña, que ha sufrido un reguero de sucursales bancarias desde el inicio de la desaparición de nueve de las diez cajas de ahorros con las que contaba antes de la Gran Recesión. El BBVA ha señalado que se obtendrán unos 1.450 millones de euros en sinergias.