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Seda



En la Plaza Nueva de Bilbao, bajo sus pórticos, los domingos por la mañana son una algarabía, libreros que se dedican al libro viejo y de segunda mano montando sus puestos, también lo hacen coleccionistas de sellos y monedas, algún que otro chamarilero o hasta quien sobre un mal trapo coloca en el suelo objetos viejos sin ningún valor que ha encontrado husmeando en los contenedores de la basura, coleccionistas de cromos u otros que se dedican a la cría de canarios o jilgueros, vamos, la plaza es un hervidero de gente comprando y cambiando por sus cuatro esquinas. Otros, ajenos, toman un blanco o un vermut acompañando a unas rabas mientras disfrutan del bullicio de la mañana de domingo. El pasado último me acerqué a la búsqueda de un libro viejo, quería que estuviese bien editado, de no muchas páginas para no eternizarme en él y utilizarlo como agenda y cuaderno de acuarelas. Cogí éste, Seda, de Alessandro Baricco, me gustó, ojeándolo vi que había pertenecido a alguien a quien se lo habían regalado, tenía una sencilla dedicatoria: te quiero. Un buen regalo; a partir de ahora yo lleno de dibujos ajenos al texto y en él anoto citas que si no lo hago se me olvidan.

Hans II

Este es Hans II, el perro de mi amigo Carmelo Camacho. Ahora ya es mayor . Al leer hoy la columna de Manuel Vicent en El País me he acordado de ellos. Hola Hans.

Algunos ya la habréis leído para los otros la cuelgo, a lo mejor os trae recuerdos de algún otro.


Linda
Bajo un siroco de fuego, que nos ha visitado al final de agosto, ha muerto mi perra Linda, una cocker americana. Era pequeña, chata, muy rubia, con el flequillo sobre los ojos y debido a la gran clase que llevaba encima no necesitaba hacer ninguna gracia especial para sentirse reina. Es lo que pasa con la belleza humana o animal. Si se basta a sí misma no hay que añadirle nada y en el caso de Linda se notaba que había nacido solo para ser admirada y lo sabía, pero tenía una cualidad que no he visto que posea perro de ninguna raza. Linda sabía sonreír. Podría contar mi biografía íntima con detalle según los coches y los perros que han pasado por mi vida. En aquel Seat 600, color tostado, me sorprendió la guardia civil abrazado a una novia; en el Austin rojo recorrí por primera vez Italia desde Venecia a Palermo; en el Morris verde llevaba a los niños al colegio; el Volvo me salvó la vida al dejarme posado en un viñedo después de sobrevolar un barranco. Algunos hechos fundamentales no pueden ser descritos sin recordar una marca de coche, pero los perros que han compartido tu existencia expresan estados de ánimo, angustias, sentimientos, pasiones y sueños imposibles del pasado. Aquel perro sin nombre, que murió aplastado por un camión, estará para siempre unido a mis primeras lágrimas de niño. Las pulsiones de la libertad en plena adolescencia las llevo asociadas al Chevalier, que nadaba conmigo en albercas furtivas entre los naranjos y perseguía a las ranas fuera del agua. La llegada de la democracia a España no podría contarla sin recordar la elegancia de Lara, una perra nacida en Kensington, el único ser del entorno que en la noche del 23-F ni siquiera se molestó en mover el rabo, puesto que llevaba la independencia en el código genético. Luego vino la anarquista Nela, que ladraba a las flores nuevas y lamía los pies de los mendigos. Toby, el chucho recogido de la calle me enseñó, más que Horacio, a vivir cada día en el límite del placer. A Linda le bastaba con subirse al sofá, mirar alrededor a través de su flequillo y reclamar solo un poco de admiración. Era educada, no molestaba a nadie, nunca protestaba por nada y si recibía un elogio desmesurado, sonreía. Este verano de 2010 siempre será aquel en que murió Linda, la rubia, bajo un siroco de fuego.

El último pintor

Nos atropellan los días, han pasado ocho y vuelvo a embelesarme con la página de Antonio Muñoz Molina y su paseo por El Retiro de vuelta en Madrid, y refresca mi memoria su librito, al que tantas veces vuelvo, "Días de diario"; describir tanto con tan poco... Me gustan sus ires y venires, y sus descripciones, sus atmósferas. Vete, vuelve y cuéntalo, como vuelves a hacerlo en tu página en El País de hoy.


... La luz hiere los ojos no habituados a ella igual que la bronca política hiere los oídos en la radio del taxi, en la que parece continuar la misma tertulia trufada de exabruptos que uno escuchó hace unos meses en otro taxi que entonces lo llevaba hacia el aeropuerto. En el aire tan seco crepitan las formas de las cosas. Las barbaridades que se dicen con naturalidad en la radio suenan más agresivas porque el español hablado en España tiene una aspereza de yesca. Es urgente buscar las zonas de civilización con la misma destreza antigua con que se eligen en verano las habitaciones frescas en las casas y las aceras de sombra. Recién llegado, uno recupera el gusto civilizado de compartir unas cañas de cerveza y unas raciones de ensaladilla rusa y albóndigas en salsa y almendras fritas y saladas, exquisitamente bruñidas de aceite, y se hace de nuevo la misma pregunta, cómo en un país en el que hay tanto talento para los placeres diarios de la vida los discursos públicos tienden con tanta frecuencia a la brutalidad; ...

Los caminantes

Me cuesta leer el periódico, me aburre, todos los días lo mismo..., paso, veo en diagonal a algunos de sus columnistas y suelo leer a Juan Cruz, la columna de Manuel Vicent y en Babelia busco la página de Antonio Muñoz Molina. La última me ha encantado, "Los caminantes" .


Marcha en Memphis, Tennessee, el 28 de marzo de 1968.


... Ha habido revoluciones sanguinarias que en nombre de la fraternidad humana y del paraíso terrenal se convirtieron en grandes fábricas de crímenes. En España todavía quedan sueltos algunos chacales que para vindicar el idilio de un edén paleolítico consideran necesario el asesinato. En Montgomery, Alabama, el primero de diciembre de 1955, una costurera de aire tranquilo, Rosa Parks, dignamente vestida con un abrigo y un sombrero, con unas gafas que acentuaban la dulzura de su cara, inició una de las grandes revoluciones del siglo con el solo gesto de sentarse en un autobús, mirando al frente, sujetando el bolso sobre el regazo. Muchas veces, a lo largo de los años, negó que el motivo para sentarse en una de las primeras filas en lugar de seguir avanzando hacia el fondo, hacia las reservadas a los negros, fuera el agotamiento, o el dolor de los pies. Lo hizo, decía, con aquella expresión de templanza que tuvo hasta el final de su vida, porque decidió que tenía que hacerlo, que no podía aguantar más pasivamente la injuria de la segregación. La amenazaron, la detuvieron, la encerraron. Policías brutales la zarandeaban y le gritaban insultos acercándole mucho a la cara serena sus grandes bocas torcidas de ira. ... (elpais.com)

Mujer de rojo sobre fondo gris

Miguel Delibes (17 de octubre de 1920 - 12 de marzo de 2010)



En la vida has ido conociendo algunas cosas pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esa idea te deprime y entonces es cuando buscas apresuradamente un remedio para poder arrastrar con dignidad el futuro. Ahora no tendré a nadie a mano cuando me asalte el miedo.
Ninguno de los dos era sincero pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y...

Para completar esta reseña de Delibes os invito a entrar al blog abierto 24horas 7días, al que hoy he entrado por primera vez, de donde la he sacado y al que, seguro, volveré.

Dulce olvido


Dibujo. 30 x 30 cm.
Para finalizar el año, como dice Maruja Torres, lo mejor es olvidarlo. Dulce olvido.

En los bosques de Friedrich


Casa de Campo en el bosque - 1797 - 21x27,8 cm - dibujo, acuarela, etc.


Soy de los que suelo aconsejar que para conocer la obra de un artista lo mejor es verla. Consejos vendo y para mí no tengo. "El País" ha publicado un artículo de Antonio Moñoz Molina sobre la exposición de Caspar David Friedrich que está teniendo lugar en la Fundación Juan March en Madrid. No la voy a ver, otra exposición perdida, pero me he deleitado con el texto de Molina sobre ella.
elpais.com - Fund.J.March

Un lugar tan hermoso


Cataratas del Iguazú, acuarela sobre el libro "Un lugar tan hermoso" de Fabrizio Rondolino. Siruela.


Pasar una temporada en el entorno de las cataratas del Iguazú puede ser una experiencia inolvidable. Seguro. Maddalena Delani, uno de los personajes de "Un lugar tan hermoso" padece el síndrome de Kórsakov, coincide en tan magnífico lugar con Sonnabend y surge el amor, un amor imposible que debe nacer cada día sin referencias del día anterior, cada día las mismas miradas, los mismos lugares y pasearlos como nuevos...
Me ha gustado. Me he entretenido con las descripciones repetitivas del lugar, de sus pájaros, de sus flores, de los árboles, de los encuentros en el hotel, del subir y bajar, del mismo paseo cada nuevo día.
Lo leí hace un par de meses. En él he pintado una acuarela de las cataratas y mañana se lo pasaré a una amiga para que lo lea, porque me ha gustado. He leído un comentario muy negativo del libro en internet. Ni caso, yo lo recomiendo.

Las cosas del querer

A cuatro días para mi exposición Carmelo Camacho está tan motivado como yo en ella. Son las cosas del querer, y en su blog me ha regalado con un entrañable texto al que acompaña esta mi/su esculturita "Fábrica de sueños" que me alegro disfruten. Dice:Siempre me llamó la atención la edad en que murió mi padre. Avelino. José la ha pasado ya, mi hermano mayor. Os digo que allí en ese año cruel de nuestra peculiar, familiar, historia conocí el frío. Y ninguno vendrá, tan gélido, después, que sea como aquel. Tan absoluto. Tan soberbio. Tan obscuro. Así es que estoy prevenido a los inviernos.
Decidí con Antón, ayer, poner aquí este testimonio. De Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro. Verdaderamente nos preocupan las mismas derivas.
"Dentro de algunos años alcanzaré la edad de mi padre y, unos años después, superaré su edad, es decir, seré mayor que él y, más tarde aún, podré considerarlo como si fuese mi hijo. Por lo general todo hijo termina por alcanzar la edad de su padre o por rebasarla y entonces se convierte en el padre de su padre. Sólo así entonces podrá juzgarlo con la indulgencia que da el ser mayor, comprenderlo mejor y perdonarle todos sus defectos. Sólo así, además, se alcanza la verdadera mayoría de edad, la que extirpa toda opresión, así sea imaginaria, la que concede la total libertad" Prosas apátridas, 36. Seix Barral. 2007.
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