El perdón es la liberación del resentimiento o el enojo. El perdón no significa que habrá reconciliación. Uno no tiene que regresar a la misma relación o aceptar los mismos comportamientos hirientes por parte del transgresor.
El perdón es de vital importancia para la salud mental de aquellos que han sido victimizados. Impulsa a las personas a seguir adelante en lugar de mantenerlos emocionalmente atrapados en una injusticia o trauma. El perdón ha demostrado elevar el humor, mejorar el optimismo y proteger contra el enojo, el estrés, la ansiedad y la depresión.
Sin embargo, hay escenarios en los que el perdón no es el mejor camino para una persona en particular. A veces una víctima de abuso sexual se siente más empoderada cuando se da permiso de no perdonar.
El perdón puede ser desafiante, especialmente cuando la parte ofensiva ofrece una disculpa deshonesta o nada. Sin embargo, suele ser el camino más sano para avanzar.
Un modelo prominente, presentado por el psicólogo Robert Enright, delinea cuatro pasos para el perdón. El primer paso es destapar tu enojo explorando la manera en la que evitaste o atendiste la emoción. El segundo es tomar la decisión de perdonar. Empieza por reconocer que ignorar o lidiar con la ofensa no ha dado resultado, y por lo tanto el perdón podría brindar un camino hacia delante.
Tercero, cultiva el perdón desarrollando compasión hacia el transgresor. Reflexiona si el acto se debió a una intención maliciosa o a las circunstancias en la vida del transgresor. Finalmente, libera las emociones dolorosas o reflexiona sobre la manera en la que podrías haber crecido gracias a la experiencia y al acto en sí de perdonar.
A veces el resentimiento puede durar por años, incluso si creemos que ya "seguimos adelante" o "lo olvidamos". Para librarte del resentimiento, reflexiona sobre por qué la persona podría haber cometido la ofensa, deja reposar el dolor y luego intenta perdonar a la otra persona, porque el perdón puede inculcar una sensación de fortaleza que supera la amargura.
La decisión de perdonar una aventura es profundamente personal. Un componente clave es que la pareja que tuvo la aventura sea completamente transparente y honesta desde ese momento en adelante para reconstruir la confianza en la relación. Esto puede involucrar explorar las razones que causaron la aventura para atender los problemas subyacentes y evitar la infidelidad en el futuro.
No. Todos tenemos el derecho de decidir si perdonamos o no a otra persona. Hay muchos ejemplos de personas que han perdonado a otros por crímenes horrendos, como dispararles o matar a su hijo. Si el perdón en última instancia brinda paz o sanación, no hay ninguna acción demasiado severa como para no perdonarla.
No. El perdón y la reconciliación son conceptos distintos. El perdón es interno, y el proceso no depende de que el transgresor ofrezca una disculpa o una reconciliación posterior.
Perdonar a otra persona es una cosa, pero, ¿qué pasa cuando el transgresor somos nosotros mismos? Es importante aceptar la responsabilidad por los errores, pero la culpa y vergüenza intensas no son un resultado productivo a la larga.
El proceso de autoperdonarse puede ser un desafío doloroso pero profundamente valioso. Aceptar los propios errores, entender por qué ocurrieron y ayudar a rectificar la situación son clave para este proceso.
Empieza por reconocer que tuviste culpa y responsabilízate por el dolor que causaste. Reflexiona sobre por qué ocurrió el evento e identifica cómo evitar ofensas similares en el futuro. Luego perdónate, enfocándote en el pensamiento, diciéndolo en voz alta o escribiéndolo. Discúlpate con la persona que lastimaste e intenta mejorar su vida de una manera significativa.
Los errores suelen atarse a creencias subyacentes sobre nosotros mismos, como "siempre digo las cosas equivocadas" o "nunca seré capaz de pagar mis cuentas". Perdonarse a uno mismo puede requerir la identificación y atención a estas creencias antes que nada. Estos baches y otros hacen que perdonarse a uno mismo sea especialmente difícil.
Si ya hiciste todo lo posible por corregir el error, pero sigues castigándote, intenta una técnica conocida como "autodistanciamiento". Cambia tu monólogo interno de primera persona a tercera persona y considera cómo percibiría la situación un externo. Esto puede ayudar a cultivar la autocompasión y silenciar a tu crítico interno.
El perdón y la terapia del perdón se han relacionado con mayores sentimientos de felicidad, esperanza y optimismo. El proceso de perdonar también puede proteger de condiciones serias como la ansiedad, depresión y estrés postraumático. El acto también ha demostrado beneficiar a los pacientes cardíacos al reducir considerablemente su presión sanguínea.
Almacenar enojo y resentimiento lleva al cuerpo a liberar hormonas del estrés como cortisol y adrenalina cuando pensamos en esa persona. Un flujo continuo de esos químicos puede generar estrés y ansiedad así como a mitigar la creatividad y la resolución de problemas.
El perdón ofrece muchos desarrollos psicológicos positivos como reducir el enojo poco saludable, reparar relaciones potencialmente valiosas, crecer como personas y practicar la bondad por sí misma, sin importar la respuesta. Además de los beneficios personales, ser un modelo de perdón para los demás puede llevar a mejoras intergeneracionales e incluso sociales.
La terapia del perdón le pide a sus pacientes que se enfrenten a la injusticia y al dolor emocional, y que luego trabajen hacia el perdón para resolver el enojo poco saludable. Esta terapia, junto con medicamentos o terapia cognitivo-conductual puede ayudar a tratar la depresión.