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La zona interior de Goierri, al sur de Gipuzkoa, es una de las más icónicas del País Vasco. Gracias a sus montañas, valles y ríos cuenta con paisajes espectaculares y construcciones que son puro reflejo de la tradición vasca. Un ejemplo perfecto es este edificio, anexo a un clásico caserío, al que ha dado nueva vida el estudio de Iñigo Iriarte Interiorismo. Aunque cuenta con todo lo necesario para una vida cómoda y moderna, la estructura ha conservado sus materiales originales y su alma esculpida en piedra y madera.
Según explican desde el estudio del interiorista, ubicado en San Sebastián, la edificación se había empleado anteriormente como almacenaje y trastero y cuenta con apenas 50 metros cuadrados. Tras la reforma, se ha creado una vivienda sencilla, acogedora y puntera con un espacio de salón-cocina-comedor y una zona de dormitorio con un baño.
"El corazón del proyecto es la chimenea que une, vertebra y da sentido a la vivienda. Se trata de una chimenea de leña a tres caras, ubicada en el extremo del mueble de la zona de cocina", señalan desde el estudio. Este elemento sirve además para separar físicamente espacios, para separar el dormitorio de la zona de día, pero que también une, con su juego de transparencias, ambos espacios.
Una de las decisiones fundamentales fue la elección de la gama de colores y materiales de la casa. El interiorista se decantó, para preservar el alma de la casa, por tonos tierra, verdes y marrones y acabados en madera, textiles y piedra. "Todos ofrecen privacidad, intimidad y recogimiento, mimetizándose con la naturaleza que les rodea”.
El mobiliario de la cocina se diseñó de forma personalizada, para que conviviera con el salón, con muebles altos y una isla escultórica con una mesa de mármol en voladizo. Para que resultara más homogéneo se han panelado e integrado buena parte de los electrodomésticos y elementos más funcionales, como la pila en el mismo mármol de la encimera. Además, para ganar amplitud y perspectiva se amplió un hueco de fachada del edificio creando una "ventana cubo" que funciona como mirador y sofá al mismo tiempo. "Este hueco con vistas al jardín que rodea la edificación permite disfrutar durante todo el día de la naturaleza y bañar todo el espacio con luz natural", explica el interiorista.
En el dormitorio, tanto el cabecero como los apliques han sido diseñados por el estudio mientras las mesas de noche se inspiran en el tradicional levantamiento de piedra vasco y son obra del escultor Unai Gabilondo. "El conjunto de las diferentes texturas que conviven en este espacio lleva el sello del estudio: la cortina en terciopelo, el lavabo de mármol travertino, el cabecero tapizado, los apliques de latón, los armarios entelados y el despiece de espejo ahumado en color bronce", concluye Iriarte.