El último viaje del “barco fantasma” que dejó a millones sin internet

Millones de personas se quedaron sin servicio de internet tras dañarse tres importantes cables en el Mar Rojo. Los rebeldes hutíes niegan haber atacado los cables, pero es probable que la culpa la tenga su ataque con misiles contra un carguero que llevaba meses a la deriva.
Collage del barco Rubymar que se hunde y un cable submarino
Fotoilustración: Jacqui VanLiew; Getty Images

Es posible que desde hace unos meses hayas oído hablar con mayor frecuencia sobre los rebeldes hutíes. Este grupo insurgente de Yemen ha estado muy activo desde que, en octubre del año pasado, desencadenara la Crisis del Mar Rojo; esto a partir de una serie de ataques en el sur de Israel y en el propio Mar Rojo.​ Desde aquel momento, los rebeldes han atacado buques y otros objetivos de las fuerzas estadounidenses y de sus aliados, en respuesta a la Guerra entre Israel y Hamas. Pero hace poco más de un mes, los ataques tomaron un matiz distinto…

Un barco fantasma

La noche del 18 de febrero, el misil balístico alcanzó al buque Rubymar. Durante meses, el carguero había navegado por el Mar Arábigo, haciendo escalas en los puertos locales. Pero ahora, al hacer agua en el estrecho de Bab-el-Mandeb, sus dos docenas de tripulantes pidieron ayuda urgente y se prepararon para abandonar el barco.

Durante las dos semanas siguientes, cuand su tripulación ya estaba en tierra, el "barco fantasma" cobró vida propia. Llevado por las corrientes y empujado por el viento, el Rubymar, de 171 metros de eslora y 27 de manga, navegó a la deriva unas 30 millas náuticas hacia el norte, donde finalmente se hundió, convirtiéndose en el naufragio más sonado de la oleada de misiles y aviones no tripulados lanzada durante meses por los rebeldes hutíes de Yemen, que están además apoyados por Irán. Los ataques han trastornado la navegación mundial.

Internet bajo ataque

Pero el Rubymar no fue la única víctima. Durante su último viaje, resultaron dañados tres cables de internet tendidos en el fondo marino del estrecho de Bab-el-Mandeb. La caída de la conectividad afectó a millones de personas, desde la cercana África Oriental hasta Vietnam, a miles de kilómetros de distancia. Se cree que el ancla de arrastre del barco pudo romper los cables mientras navegaba a la deriva. El Rubymar también se llevó 21,000 toneladas métricas de fertilizante a su tumba acuática, un desastre medioambiental en potencia.

Un análisis de WIRED, con base en imágenes por satélite, entrevistas con expertos marítimos y nuevos datos de conectividad a internet que muestran que los cables se desconectaron con pocos minutos de diferencia, rastrea los últimos movimientos del barco condenado. Aunque nuestro análisis no puede demostrar definitivamente que el ancla causara los daños en los cables de internet, algo que solo podrá determinar una próxima misión de reparación, varios expertos concluyen que es la hipótesis más probable.

Los daños en los cables de internet se producen en un momento en que la seguridad de las infraestructuras submarinas (incluidos los cables de internet y los conductos energéticos) ha pasado a ocupar un lugar clave en las prioridades de los países. Los políticos están cada vez más preocupados por estas infraestructuras críticas desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022 y la subsiguiente cadena de posibles sabotajes, incluidas las explosiones del gasoducto Nord Stream. Como las armas de los Houthi siguen alcanzando barcos en la región del Mar Rojo, preocupa que el Rubymar no sea el último naufragio.

El último viaje del Rubymar.

Las horas finales del Rubymar

El rastro oficial del Rubymar se perdió el 18 de febrero. A las 8 de la tarde, hora local, surgieron informes de que un barco había sido atacado en el estrecho de Bab-el-Mandeb, también conocido como la Puerta de las Lágrimas o la Puerta de las Lamentaciones. Dos misiles balísticos antibuque fueron disparados desde "zonas de Yemen controladas por los terroristas hutíes respaldados por Irán", según informó el Mando Central estadounidense. Noventa minutos después de que llegaran los avisos, hacia las 21:30 horas, el Rubymar comunicó su ubicación definitiva mediante el sistema de identificación automática (AIS), un sistema de posicionamiento similar al GPS que se utiliza para rastrear buques.

Cuando empezó a entrar agua en el casco y en la sala de máquinas, la llamada de socorro de la tripulación fue atendida por el Lobivia, un portacontenedores cercano, y un buque de guerra de la coalición liderada por Estados Unidos. A la 1:57 de la madrugada del 19 de febrero, se informó de que la tripulación estaba a salvo. Esa tarde, los 11 sirios, seis egipcios, tres indios y cuatro filipinos que iban a bordo llegaron al puerto de Yibuti. "Desconocemos las coordenadas del Rubymar", publicó en X la autoridad portuaria de Yibuti.

Las imágenes por satélite captaron al Rubymar, con su trayectoria iluminada por una marea negra, dos días después, el 20 de febrero. Aunque la tripulación echó el ancla durante el rescate, el barco derivó hacia el norte, subiendo por el estrecho en dirección al Mar Rojo.

Durante tres días, según muestran las fotos de satélite, el barco se mantuvo en su sitio gracias a los vientos flojos y las corrientes débiles. Luego, el 22 de febrero, las imágenes de satélite muestran peculiares patrones de olas circulares que golpean la nave, como se ve en la imagen de abajo. Un antiguo analista de inteligencia naval familiarizado con las imágenes, que pidió no ser citado por razones de seguridad, confirma que esto podría ser una señal de que el ancla puede haberse soltado. Una imagen parece mostrar un objeto no identificado, que podría ser un pequeño barco, cerca.

Tanto el viento como las corrientes aumentaron el 23 de febrero, cuando el barco empezó a ir a la deriva por segunda vez, de acuerdo con Robert Parkington, analista de inteligencia de la empresa de análisis geoespacial Geollect. "A medida que aumenta el viento, a medida que aumenta la corriente, las posibilidades de movimiento son mucho mayores", explica Parkington, que supervisó los movimientos del Rubymar con datos de la empresa de tecnología por satélite Spire Global. "Incluso una pequeña brisa puede influir en hacia dónde se desplaza el buque".

Se ven olas circulares alrededor del Rubymar.Cortesía de BlackSky

La red está bajo el agua

Más de 550 cables de internet recorren los fondos oceánicos y conectan el mundo. Enlazan continentes y economías, transmitiendo cada milisegundo desde llamadas de Zoom hasta transacciones financieras. Doce de estos cables atraviesan el estrecho de Bab-el-Mandeb, explica Alan Mauldin, director de investigación de la empresa de investigación de telecomunicaciones TeleGeography. "Estos cables varían enormemente en su antigüedad, también en sus capacidades", explica Mauldin.

Mientras el Rubymar iba a la deriva, tres cables resultaron dañados: el Seacom/Tata, un cable de 15,000 kilómetros que recorre África Oriental y la conecta también con India; el Asia Africa Europe-1 (AAE-1), que serpentea 25,000 kilómetros y une Europa con Asia Oriental; y el Europe India Gateway (EIG), formado por 15,000 kilómetros de cable y que une India con el Reino Unido.

El cable Seacom se cayó a las 9:46 horas del 24 de febrero, según un nuevo análisis compartido en exclusiva con WIRED por Doug Madory, director de análisis de internet de la empresa de monitorización web Kentik. Cinco minutos más tarde, hacia las 9:51 horas, se cayó el cable AAE-1. Según Madory, el tercer cable dañado, el EIG, ya estaba prácticamente fuera de servicio debido a otro fallo. Un aviso del sector de las telecomunicaciones visto por WIRED confirma los tres fallos y dice que este era el segundo del EIG. Según la nota, la avería se produjo a unos 30 kilómetros del punto en el que los cables desembarcan en Yibuti y a una profundidad de unos 150 metros.

Para determinar el momento en que los cables perdieron conectividad, Madory examinó el tráfico de internet y los datos de varias redes. Por ejemplo, una red vinculada a Equity Bank Tanzania, según el análisis, perdió la conectividad del cable Seacom; momentos después, se vio afectada por la avería del AAE-1. Según Madory, los dos grupos de interrupciones afectaron a países de África Oriental como Tanzania, Kenia, Uganda y Mozambique. La pérdida de estos cables submarinos interrumpió el servicio de internet a millones de personas", destaca, "aunque los proveedores de servicios de los países afectados han pasado a utilizar los cables restantes, existe una pérdida de capacidad global". El análisis coincide con el momento en que el cable Seacom quedó fuera de servicio, refiere Prenesh Padayachee, director digital de la empresa. Tanto el cable AAE como el EIG son propiedad de consorcios de empresas, que no respondieron a las peticiones de comentarios.

¿Qué pasa cuando se rompe un cable submarino?

El sector de las telecomunicaciones crea copias de seguridad en sus sistemas para hacer frente a las interrupciones. Cuando un cable deja de funcionar, el tráfico se envía por otras rutas. "La conectividad desapareció sin más", indica Thomas King, Director de Tecnología de la empresa alemana DE-CIX, que utiliza los cables AAE-1. "El problema se detectó automáticamente. El reencaminamiento también se produjo automáticamente", afirma King. Otras empresas enviaron datos por distintas rutas en todo el mundo.

En los días posteriores a la aparición de los daños en los cables, un informe de prensa no confirmado afirmaba que los rebeldes hutíes podrían haber saboteado los cables. No ha habido pruebas públicas que lo confirmen. Farzin Nadimi, investigador del centro de estudios Washington Institute, quien ha seguido de cerca la situación en la región, afirma que lo más probable es que el Rubymar dañara los cables, pero que no hay que descartar por completo el sabotaje de los hutíes, ya que buzos "altamente cualificados" podrían llegar a las profundidades de los cables. Las empresas de telecomunicaciones han manifestado su temor por los daños causados en los cables, mientras que los portavoces hutíes han negado reiteradamente su responsabilidad en las interrupciones.

"Todavía no sabemos si el cable está totalmente roto", aclara Padayachee, "lo único que sabemos es que está dañado hasta el punto de que hemos perdido las comunicaciones", y añade que podría haber sido cortado o incluso arrastrado por el lecho marino y doblado, de modo que las señales luminosas no pueden pasar a través del cable.

Muchos en la industria marítima y del cable se han inclinado hacia la deriva del Rubymar como la causa probable del apagón. Padayachee señala que es la hipótesis más "plausible", dada la velocidad a la que se prevé que se desplace el barco. "Si se calcula la distancia entre los dos cables, que más o menos se corresponde con el mismo plazo de tiempo entre el momento en que se verá afectado un cable y el momento en que se verá afectado el otro", la sincronización tiene sentido, apunta, y añade que los cables están separados por una distancia de 700 a 1,000 metros.

Los daños en los anclajes, junto con los terremotos y los corrimientos de tierra, son una de las formas más comunes de interrupción de los cables submarinos de internet. Por ejemplo, varios cables de la región del Mar Rojo resultaron dañados por un barco que arrastró su ancla en 2012. También hay varios tipos de anclas, explican William Coombs y Michael Brown, profesores de la Universidad de Durham y la Universidad de Dundee, respectivamente, que investigan la dinámica de las anclas y cómo pueden dañar los cables submarinos. Si el tipo de suelo no es el adecuado y el cable está enterrado a poca profundidad o en el lecho marino, si el ancla empieza a arrastrarse, se va a estropear", explica Brown.

"Teniendo en cuenta el momento en que se notificaron los cortes, la ubicación aproximada de los cables y el lugar donde creemos que se encontraba el Rubymar, yo diría que es probable que el ancla causara los daños", opina Parkington, de Geollect.

El "barco fantasma" Rubymar.

El Rubymar se hundió finalmente el 2 de marzo. Videos supuestamente tomados en el interior del barco, recogidos por el noticiario estatal saudí Al Arabiya English, muestran agua entrando a borbotones en la nave tras el impacto del misil. Según los expertos, a medida que el Rubymar fue absorbiendo más agua y se sumergió parcialmente, es probable que su deriva se ralentizara y finalmente se detuviera por completo.

Aunque el barco ha terminado su viaje, los tres cables de internet permanecerán desconectados durante algún tiempo. Padayachee, de Seacom, cree que es probable que el gobierno yemení apruebe los permisos para los planes de reparación de la empresa en las próximas dos semanas, y que las reparaciones de los cables dañados comiencen posiblemente a finales de abril.

Padayachee comenta que se están tomando medidas de seguridad adicionales para la operación, pero que el trabajo de reparación en sí debería ser relativamente sencillo. Las reparaciones se llevan a cabo en aguas de apenas doscientos metros de profundidad, poco profundas en comparación con otros casos en los que los cables se encuentran a más de una milla (1.6 kilómetros) de profundidad. Cuando el equipo de reparación saque los cables del agua, debería ser posible saber si los cortes fueron causados por el ancla o deliberadamente.

El Rubymar presenta un posible desafío final

Padayachee menciona que se cree que la ubicación de los daños en los cables está a una o dos millas (entre 1.5 y 2 kilómetros) del lugar donde se hundió el barco. "No parece que vaya a afectar a nada en la operación de reparación", sostiene, "pero podría cambiar para cuando lleguen allí. El buque puede haberse movido o, de hecho, el buque puede haberse roto y partes de él se movieron alrededor." El Mando Central de EE UU ha dicho que el Rubymar también presenta un "riesgo de impacto subsuperficial para otros buques".

Los lanzamientos de misiles de los hutíes, mientras tanto, no parece que vayan a parar pronto. Otros buques han sufrido daños; se han perdido vidas, y esos factores repercutirán en las reparaciones. "No es algo que se vea habitualmente: intentar que un buque cablero entre en esas aguas, recuperar el cable, hacer una reparación y luego poder volver a puerto. Es un proceso largo. Es arriesgado", advierte Mauldin, de TeleGeography. El riesgo, para otros cables de internet, es que se repita lo del Rubymar. "No es descartable", concluye Madory en su análisis, “que otro buque, alcanzado por un misil, corte inadvertidamente otro cable submarino”.

Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.